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Reducir a Dios al nivel del hombre

El primer método es hacer descender a Dios al nivel del ser


humano. Leamos entonces el versículo 6 de este primer capítulo
de 1 Juan;
"Si decimos que tenemos comunión con él y andamos en
tinieblas, mentimos y no practicamos la verdad."
El versículo comienza planteando el problema de una manera
dura, directa, aludiendo a quienes afirman tener comunión con
Dios pero, a la hora de la verdad, no la tienen en absoluto.
Entonces estamos frente a una mentira; el apóstol estaba
hablando con sinceridad y de forma tajante, ¿no le parece,
estimado oyente? Poniéndose en primera persona afirmaba que
en este caso mentíamos. Así que Juan dijo que si decimos que
tenemos una relación de comunión con Dios y estamos viviendo
en la oscuridad - es decir, en el pecado--- estamos mintiendo.
Nosotros, por ética, por educación o por delicadeza, no nos
atreveríamos a decir esto a nadie. Simplemente estamos
transcribiendo lo que el apóstol Juan dijo. Siempre hemos
pensado que Juan era una persona apacible, tierna, delicada. No
sabemos quién le atribuyó esa personalidad, a menos que haya
sido durante la Edad Media, cuando hubo un pintor lo
representó en un cuadro con rizos en sus cabellos. Quizás el
artista concibió esa idea del hecho de que Juan fue considerado
el apóstol del amor. Nuestro Señor Jesucristo nunca lo calificó
de esa manera, sino que lo llamó: "el hijo del trueno", o sea, un
carácter opuesto al amor. Después de todo, él era un pescador,
un hombre grande, fuerte, robusto y duro; y él fue el que dijo:
Si decimos que tenemos comunión con El y andamos en
tinieblas, mentimos y no practicamos la verdad. Porque Dios es
luz; Dios es santo.
Con frecuencia oímos hablar del pecado entre los cristianos.
Pero debemos tener en cuenta que si usted va a caminar con
Dios en el sendero de la vida, ha de tener que caminar en luz. Y
si aparece el pecado en su vida, usted no estará recorriendo ese
camino en compañía y comunión con Dios. Porque usted, como
ser humano, no puede hacer descender a Dios a su nivel.
Continuemos leyendo ahora el versículo 7 de este primer
capítulo:
"Pero si andamos en luz, como él está en luz, tenemos
comunión unos con otros y la sangre de Jesucristo, su Hijo, nos
limpia de todo pecado."
Si andamos en luz, es decir, si vivimos en la luz de la Palabra de
Dios. Un expositor Bíblico tenía una cierta confusión con
respecto a este versículo. Observando que la limpieza por la
sangre depende de nuestro andar en la luz, leía este versículo
como si dijera "Si andamos de acuerdo con la luz, la sangre de
Jesucristo, su Hijo, nos limpia de todo pecado". El pensaba que
estas palabras significaban que si él era muy escrupuloso en
obedecer cada mandamiento de Dios, entonces Dios lo limpiaría.
Pero entonces se dio cuenta de que aquí no dice "si andamos de
acuerdo con la luz", sino que dice "si andamos en la luz. Este
expositor al fin aprendió que lo importante es donde andamos, y
no como andamos. ¿Nos hemos acercado a la presencia de Dios
y hemos permitido que Su Palabra brille sobre nuestros
corazones pecaminosos? Es posible andar en la oscuridad,
pensando que uno está andando bien, que está en lo correcto.
El Dr. J. Vernon McGee, autor de estos estudios bíblicos,
contaba que después de un servicio religioso el domingo por la
mañana, al comienzo de su ministerio como Pastor, un médico
se acercó a él y le preguntó si quería salir a cazar ardillas, y el
Dr. McGee le contestó que le gustaría mucho hacerlo. Así fue
que este médico le trajo una escopeta y salieron juntos por la
tarde, fueron a su finca, y de allí salieron a cazar. Caminaron a
lo largo de un arroyo y tuvieron una buena cacería. Al fin,
llegaron a una bifurcación en el arroyo y el médico le dijo: "yo
iré por la bifurcación de la derecha y usted vaya por la de la
izquierda. Le guiará alrededor de la montaña y de regreso al
cobertizo de la finca. Allí nos encontraremos". Mientras tanto,
parecía que iba a llover. Ya había lloviznado una o dos veces y
había escampado. Cuando se separaron, comenzó a lloviznar
otra vez. El Dr. McGee continuó avanzando y dio la vuelta por la
zona que le había asignado su amigo. Mientras caminaba, notó
que había algunas cuevas, así que cuando comenzó a llover un
poco más fuerte, y el Dr. McGee pensó que se iba a mojar, y
para evitarlo, se metió en una de esas cuevas, en la más grande
que pudo encontrar. Mientras estaba allí sentado en la oscuridad
por unos treinta minutos, comenzó a sentir frío, y entonces
decidió encender una hoguera. Así es que, recogió algunas
hojas, algunas ramas, y encendió el fuego. Entonces miró a su
alrededor para ver lo que había dentro de esa cueva. Y se dio
cuenta que no estaba solo. Nunca se había encontrado en un
lugar donde hubiera tantas arañas y lagartijas, como las que
había en esa cueva. Y en un rincón se encontraba una serpiente
enroscada y lo estaba mirando. El Dr. McGee, por supuesto,
salió rápidamente de ese lugar, aunque todavía estaba lloviendo
y se mojó bastante; pero no estaba dispuesto a regresar otra
vez a esa cueva. El caso fue, que él estuvo cómodamente
sentado en esa cueva por treinta minutos cuando estaba en la
oscuridad; pero cuando hubo luz, él pudo darse cuenta de lo
que realmente había allí, porque pudo mirar a su alrededor.
Así hemos visto que el Profesor McGee estaba cómodamente
sentado en la oscuridad, pero cuando la luz de la hoguera reveló
lo que había en la cueva, ya no se pudo sentir cómodo en aquel
lugar. De la misma manera, en todas partes hay multitudes de
personas que se sientan cómodamente en iglesias los domingos
por la mañana, pero no están escuchando la Palabra de Dios. En
consecuencia, se encuentran como sentadas en la oscuridad,
escuchando alguna disertación interesante, con datos
económicos, sociológicos o políticos, o sobre cómo vivir una vida
de mayor calidad, y sobre como esforzarse en todo para que
salga lo mejor posible. Esas personas se sienten cómodas,
tranquilas. Pero si por un momento pudieran exponerse a la luz
de la Palabra de Dios, verían que son pecadoras, y que no
pueden hacer descender a Dios a su nivel humano. En nuestro
pasaje, el apóstol Juan dijo que si una persona dice que está
teniendo comunión con Dios, pero está viviendo en el pecado,
esa persona está mintiendo.
Bien, estimado oyente, vamos a detenernos aquí por hoy. En
nuestro próximo programa, continuaremos con este estudio que
con tanta sinceridad nos revela el lado oscuro, oculto del ser
humano, y que como nos ha dicho el apóstol Juan, es
completamente incompatible con una relación de comunión y
compañerismo con Dios. Estimado oyente, será para nosotros
un placer si puede acompañarnos en nuestro próximo estudio y
como continuaremos recorriendo otra parte de este capítulo, le
sugerimos que lea, al menos, hasta el versículo 10 de este
primer capítulo, para familiarizarse con su contenido. Le
agradecemos su compañía y participación en nuestro examen de
este libro del Nuevo Testamento, que forma parte de nuestro
viaje "a través de la Biblia."

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