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TÍTULO: LA HISTORIA SE PUEDE REPETIR

PRIMER ACTO:
ESCENA 1 / EXT. CALLE – DÍA

Misael (17) camina a casa de sus abuelos donde reside desde


los diez años cuando sus padres se divorciaron por
contradicciones conyugales. Aquel era esbelto, cabello
castaño claro y ojos cafés. La zona era apacible con
presencia de muchos árboles y alamedas en avenidas paralelas
a su barrio. El mar no podía divisarse, pero podía caminar
unas cuadras más para poder disfrutarlo. Después de haber
caminado las cinco cuadras desde su colegio, llega al hogar.

ESCENA 2 / INT. SALA CASA / HABITACIÓN – DÍA

Saca sus llaves y logra abrir la puerta. En el jardín saluda


a su perro pastor alemán acariciándole la cabeza.

MISAEL
Hola Keiser, ¿ya comiste?

Su abuela Rayda se encontraba en la sala sentada en una silla


mecedora de madera en el que acariciaba una chalina que
estaba tejida a la mitad. Ve a su nieto entrar y lo saluda
sentada con un abrazo.

RAYDA (tono cariñoso)


Hola, hijito. ¿Cómo te fue en la escuela hoy?

MISAEL
Muy bien, abuela. Subiré a cambiarme. Estoy un poco
cansado. Al menos mañana ya no tendré que ir al colegio.
RAYDA
Está bien Misa. Te avisaré para que vengas a comer a ti y a
tu abuelo.

MISAEL
(dio media vuelta para subir las escaleras)
Gracias abuela.

Su habitación queda en el segundo piso de la casa. El


trayecto por las escaleras era de paredes blancas y gradas
negras de mármol. En él se observaban cuadros de pinturas en
óleo que sus abuelos compraban en ferias artísticas en Paris.
Misael abre su habitación y se recuesta en la cama. Estaba
agotado. Divisó el techo blanco y la luz que entraba por su
ventana.

MISAEL (nostálgico)
¿Qué estará haciendo mi madre ahora?

En su estante de libros hay colecciones de novelas peruanas


que narraban desde las etnias incaicas y el inicio de la
república con el Partido Civil en el cual tenía mucha
simpatía y amistad su abuelo por Augusto Bernardino Leguía
hasta que este se alejó del partido y se volvió un dictador
en su oncenio de 1919. Había dejado abierto un libro que
leyó hasta la página 53 y trataba de la guerra del 41,
materia que le interesaba demasiado porque cuando comenzó,
su papá corrió a buscarlo y lo sacó rápidamente del liceo
para llevárselo a los Estados Unidos. Su mamá es asesora del
Ministerio de Hacienda, por lo cual tiene una vida muy
ocupada. Su padre tiene una empresa de bienes raíces y vive
en New York porque no le gusta el panorama limeño debido a
una mala experiencia en los negocios. Una vez vestido, se
tocó el estómago porque comenzó a sonar y dio marcha a la
sala para comer. Al bajar las escaleras escuchó la voz de su
abuelo y se detuvo.

BILL
(con la mano en la frente leyendo una carta)
Los nazis no paran. El mundo llegó a un estado tan crítico
que los Estados Unidos piden refuerzo. Increíble. Si fuera
joven volvería a combatir, pero ya soy un vejestorio.

El abuelo se encuentra en su oficina, se nota preocupado. En


su escritorio descansa una pipa encima de una revista de
vehículos. Vestía de pantalón blanco con correa negra y
zapatos bien lustrados. Los anteojos que usaba eran muy
circulares como le encantan. Su camisa celeste que contrasta
muy bien con la luz del sol. Misael se encuentra a pocos
metros de la oficina agudizando más sus oídos para escuchar
mejor a su abuelo, pero este lo alcanza a ver. Ahora ambos
se miran fijamente y fue algo incómodo ya que el abuelo
estaba con los ojos dilatados y el nieto también. Parecía
que había signos de complicidad entre abuelo y nieto. Bill
se paró y lo saludó.

BILL
Hola, Misael. ¿Cómo estás? (sonriendo)

MISAEL (dudoso)
Hola, abuelo. Bien, ¿y usted?

El abuelo se paró, caminó lentamente hacia su nieto haciendo


sonar la suela de sus zapatos pisar el parqué que componía
su piso. Elevó su brazo hasta el hombro derecho de Misael y
con el otro brazo cogió la mano derecha de su nieto. La
levantó y la formó en puño giró hacia la derecha y elevó el
pulgar y el índice. Ahora la mano del nieto apuntaba hacia
el tablero de dardos que usaba el abuelo cuando se estresaba
por el aburrimiento.

BILL (manteniendo la sonrisa)


¿Sabes lo que es ahora tu mano?

MISAEL (frunce el ceño y enfoca a su mano levantada.


Parece una pis… (no logra completar la frase por temor a
equivocarse.

RAYDA
Vengan a la mesa para almorzar. Misael, viejo.

Ambos olvidan inmediatamente lo que pasó. La mirada de


complicidad al inicio parecía ser cierta. Pasan a la mesa.
La abuela había preparado pescado frito con arroz, papa y
ensalada de cebolla y tomate. Y para beber una manzanilla
tibia para Misael y caliente para los abuelos ya que el
invierno los rodeaba.

MISAEL (habla mientras devora un trozo de pescado con


arroz)
¿Ahora qué pescado es este, abuela?

RAYDA
¿Cuántas veces te dijimos que no hables con la boca llena?

BILL
¡Ay mujer!, déjalo. Ya está grande. No lo sermonees.

Los tres comen con tranquilidad. Keiser, el perro, los ve y


se sienta al frente de Misael por ser el único que le da de
su plato cuando siente compasión aún así ya haya comido el
can. De pronto comienza a ladrar. El abuelo sisea para que
se calle, pero no podía pararlo. La puerta suena. Son golpes
de una persona que tocaba.

BILL (molesto)
¿Quién puede interrumpir nuestro almuerzo familiar?

Deja la cuchara descansando en el plato y se levanta para


abrir la puerta. Resulta ser una persona que no había visto
hace más de diez años desde que sus abuelos fallecieron y el
se mudó a Chorrillos donde vive ahora.

BILL (sorprendido)
Hola, pequeñin. Después de mucho…
El sujeto que ve Bill es su hermano Jack y le aprieta fuerte
la mano.

JACK
Hola, hermano. Después de mucho.

Se abrazan como lo hacían cuando terminaban de jugar en la


calle cuando eran niños. Entra a la casa y saluda a su cuñada
Rayda.

JACK (sonriente abriendo sus brazos para Rayda)


Hola, cuñadita. ¿Cómo has estado?

Rayda(abrazada y luego se aleja un poco para reírse)


Aquí, Jack. Cuidando a tu hermano.

JACK
¿Y este muchachón quién es?

BILL
Es su hijo de la Susana.

JACK
No te creo. ¿Tanto ha crecido? Parece un fideo. ¿Cuántos
años tienes chiquillo?

MISAEL (incómodo con la pregunta)


Diecisiete.
JACK
¡Estás muy grande, eh!

El abuelo sospecha lo que le va a decir su hermano. Entonces


decide llevarlos a su oficina secreta de la casa donde la
usa para meditar y conversar consigo mismo. Llegan, se
sientan en esa habitación oscura y Jack explica el motivo de
su visita.

JACK (baja la mirada)


En la mañana cuando salí a comprar el pan vi que había una
carta en la puerta. La abrí y la leí. La carta hacía
referencia a…

BILL
¿A ti también te llegó?

JACK (ve a los ojos a Bill)


¿Te refieres a…?

Misael los observa cómo los dos ancianos balbucean y tratan


inútilmente de simular la emoción de aquella carta que
leyeron.

MISAEL
¿Qué decía esa carta que leías con mucha atención en tu
oficina abuelo?

BILL
El ejército de los Estados Unidos dice que necesitan
jóvenes que combatan en Alemania. Y a tu tío y a mi nos
enviaron esa carta porque somos americanos.
El ambiente se torna frío, más de lo que podía dar el clima
de un agosto limeño. Los tres se miraban entre sí buscando
la excusa de cómo continuar la conversación. El abuelo quiere
decir algo, pero está indeciso. Traga su saliva, bebe agua
de su taza favorita y se arma de valentía.

BILL
Misael, irás a la guerra.

El nieto está pasmado con los ojos dilatados. No sabe qué


decir. Su piel se comienza a erizar y a sentir más frío.

JACK
¿Pero qué estás diciendo hermano? Él es un niño todavía. No
sabe nada.

BILL
Es mi nieto y debe mantener en honor el apellido. Yo fui a
la primera guerra y si pudiera lo haría de nuevo.

JACK
Tu fuiste, pero ya tenías una familia y eso te motivó.

Misael recapacita y eleva la mirada hacia su abuelo y su


tío.

MISAEL
Abuelo, mi vida está aquí junto a ustedes y mis estudios.
Quiero ser un abogado que defienda los derechos de todos.
La guerra es para los soldados.

BILL
Lo sé hijo, pero la tierra está grave y necesita valientes
para salvarla. Cuando fui a defender a Francia en 1914
tenía mucho miedo de dejar a tu abuela y tu madre solas.
Ese miedo me consumaba desde que una mañana fría me subí a
un barco de Massachusetts. Sin embargo, no dejé que el
miedo me controle. Lo enfrenté y acallamos a los alemanes.
Pero ahora la historia se repite y es más crítica.

El abuelo abraza a su nieto y lloran. Misael en verdad no


quiere ir, pero siente que debe aportar en salvar al mundo
del imperio nazi. El tío Jack los mira a los dos con
resignación, comprende al muchacho, pero también en la enorme
cantidad de gente que necesita ayuda para seguir viviendo.

BILL (coloca su brazo derecho al hombro izquierdo de su


nieto.
Antes me tocó a mí, ahora te toca a ti.

SEGUNDO ACTO:

ESCENA 3 / INT. HABITACIÓN DE MISAEL – NOCHE

Es la última noche de Bill y Misael en aquella casa de


Chorrillos. El nieto empaca en una maleta grande su ropa y
fotos de sus abuelos. También cuadros de su padre y madre
donde se detiene a recordarlos por un momento.

MISAEL (ojos brillosos y voz resquebrajada)


Mamá, papá, los quiero mucho (las lágrimas llegan a su
nariz).

Continúa empacando hasta que aparece su abuelo en escena


con una taza de café en la mano derecha y se inclina en el
contorno de la puerta de la habitación de su nieto.

BILL (después de beber un sorbo corto de café)


¿Tienes miedo, guerrero?
Misael se limpia la cara rápidamente con su antebrazo para
que su abuelo no se dé cuenta que casi rompe en llanto.

MISAEL
(finge que ve hacia la calle desde su ventana para darle la
espalda a su abuelo)
Hola, abuelo. El miedo es pasajero, no eterno.

BILL (bebe otro sorbo de café)


Me sorprendes, hijo. Qué bueno que pienses así.

Misael regresa la mirada a su maleta para cerrarla porque


ya colocó todo lo que necesita en el trayecto y estadía en
Francia. La baja de su cama y la coloca en el umbral de su
puerta cerca de su abuelo. Cuando el nieto iba a salir,
Bill lo detiene con su mano izquierda en el hombro derecho
del joven.

Bill (está detrás de Misael y le habla en la nuca)


Han venido a verte.

Misael sorprendido voltea hacia su abuelo.

MISAEL
¿Quiénes?

BILL
Baja y descúbrelo.

ESCENA 4 / INT. SALA/COMEDOR – NOCHE


Misael baja rápido por las escaleras y se dirige a la sala.
Encuentra a su abuela junto a su padre y su madre. Los
padres de Misael están sentados en un sofá juntos mientras
que la abuela en uno personal que da vista a la radiola.
Misael no sabe qué decir. La sorpresa le impide expresarse
oralmente y solo queda con la boca abierta y los ojos
dilatados apuntando con la mirada a sus progenitores. El
padre (Álvaro) está con los brazos detrás del mueble y
aparenta estar muy relajado con la pierna izquierda encima
de la pierna derecha formando una cruz mientras que la
madre (Susana) está con las rodillas juntas y la espalda en
un grado de 45 grados, a su vez, apoya su cabeza y manos en
un cojín desgastado.

ÁLVARO
¿Qué pasó? ¿Te sorprendió tanto vernos que te dio un
infarto?

Bill escucha bajando las escaleras y ríe un poco.

SUSANA
No hables así, Álvaro. ¿No ves que tu hijo se parece en
este momento a ti cuando te dije que estaba embarazada de
él?

Le tira la cobija al padre y este deja atrás su estado de


relajación por lo que abre las piernas y regresa sus brazos
a sus rodillas.

ÁLVARO (un poco fastidiado)


Como siempre, ¡malogrando mis bromas, señora!

SUSANA
Señora es la vieja con la que estabas antes de conocerme,
niño.

Álvaro ríe y los abuelos cruzan miradas de aburrimiento.


Bill va hacia Misael y lo acerca a sus padres empujándolo
ligeramente por la espalda. Cada paso es un intercambio
rápido de miradas en la toma entre el joven y sus padres.
Al fin Misael solo está a cuatro centímetros de ellos y se
abrazan los tres.
ÁLVARO (expresivo)
Cuánto has crecido, hijo.

SUSANA
¿A cuántas chicas le rompiste el corazón, Misael?

Misael se ríe con lo que dice su mamá y cambia su rostro


porque entra en confianza. Nadie dice nada. Los abuelos ahora
se miran felices disfrutando de aquella reunión familiar.

ESCENA 5 / INT. SALA/COMEDOR – DÍA

Llegó el día en que el abuelo y el nieto parten hacia la


guerra. La sala está vacía pero luego de tres segundos
aparece Misael con su maleta marrón de cuero en el que empacó
ayer todas sus provisiones. Abre la puerta principal que da
a la calle y se queda parado contemplando la sala donde
disfrutó con sus abuelos desde que llegó ahí a los nueve
años. Ahora tiene diecisiete. El abuelo entra en escena con
su maleta negra de cuero y la deja al lado de su nieto.

BILL
Mujer, apura que ya nos vamos.

La abuela aparece en escena con una bolsa en el que hay


cinco panes con queso y dos alfajores.

RAYDA
Tengan, lo comen en el camino.
MISAEL (recibe la bolsa)
Gracias, abuela.

RAYDA
Los voy a extrañar.

La abuela rompe en llanto en el pecho de su esposo y este


mantiene la cabeza en alto y gira a ver a su nieto. Misael
hace un gesto de resignación mientras que el abuelo se
mantiene serio. Después de seis segundos, la abuela se
despega de su marido.

RAYDA
Disculpen. Solo deseo que les vaya bien y me manden cartas
para saber cómo están.

La abuela ve fijamente hacia Misael y lo abraza fuertemente.

RAYDA
No olvides que una familia te espera cuando termines tu
misión. Ya eres todo un hombre.

Misael y Bill salen de la casa y al dar los primeros pasos


en el asfalto hacen el ademán de despedida hacia la abuela.

ESCENA 6 / EXT. CALLE – DÍA

Ambos caminan por las calles arboladas de un vecindario poco


poblado de Chorrillos. Los pájaros cantan, las palomas
descansan en los techos de las tiendas, el sol es fuerte
pero no lo suficiente para dar calor, sino, para alumbrar y
contemplar mejor la naturaleza. Los dos cuelgan en la mano
derecha sus maletas. La de Bill es más espaciosa, por lo
tanto, tiene más cierres y bolsillos. Caminan sin hablarse.
Llegan al paradero y toman un vehículo que los lleva al
aeropuerto de Limatambo ubicado en San Isidro.

ESCENA 7 / INT. AEROPUERTO LIMATAMBO/PUERTA DE EMBARQUE –


DÍA

Ahora llega el momento de despedirse. Ambos dejan sus


maletas en el suelo y se abrazan fuerte.

BILL
Todo saldrá bien, hijo.

MISAEL
¿Cuánto demora el viaje a Paris?

BILL
Cerca de dieciocho horas.

MISAEL
¿Y el tuyo cuánto dura?

BILL
Cuatro horas.

MISAEL
¿Y si tú vas a Francia y yo a los Estados Unidos?

BILL
No seas gracioso y vete ya, sino perderás el vuelo.

MISAEL
De acuerdo. Nos vemos, abuelo.
BILL
Que te acompañe Dios y tu voluntad.

ESCENA 8 / INT. AVIÓN – DÍA

Misael entra al avión, busca su asiento. Es el 35-C que está


en el pasillo. Contempla la cantidad de gente que va a
Europa. Algunos muy abrigados, otros incluso con frazadas.

MISAEL
¿Acaso en Europa no están en verano?

Se hacía la misma pregunta cada vez que se sentaba algún


pasajero con mucha ropa. Él solo vestía un pantalón de lana
negro, unos zapatos de cuero, una camisa de manga larga y
una casaca delgada. Al pasar los minutos, el avión empezó a
recorrer la pista de aterrizaje para tomar velocidad hasta
que por fin despega.

TERCER ACTO:

ESCENA 9 / INT. HABITACIÓN – DÍA

La habitación de Misael es pequeña y compartida. Tiene un


camarote y están ordenadas debido a que no se encuentra nadie
en ese lugar. Las paredes son amarillas y hay varios cuadros
de soldados que combatieron guerras pasadas y están pintados
en óleo. Asimismo, una ventana deja pasar la luz que se
difumina en toda el área hasta la puerta. Hay un escritorio
y un cuaderno abierto con un lapicero en medio. No hay
ninguna palabra escrita.
Llega Misael a la habitación luego de una mañana de
entrenamiento. Viste un short de lana, zapatillas blancas de
tela y un polo blanco. Hay un cambio en su aspecto, ahora
trae el cabello corto y los hombros más anchos que antes.
Trae una mochila negra consigo y la deja en la silla del
escritorio. Se sienta en su cama y se pregunta viendo al
suelo:

MISAEL
¿Cuándo iré a la guerra? Hace tres semanas llegué con ese
objetivo. Mi abuelo solo me llama desde Washington D.C,
pero aún no batallo contra ningún nazi.

Entra al lugar su compañero de habitación, Luis (18) natal


de Francia y que sabe hablar en español, inglés y francés.
Viste igual que Misael y deja su mochila en el suelo.

LUIS
(Con tono de burla)
¿Otra vez pensando con la voz alta, colega?

MISAEL
(Un poco molesto)
Cállate. Solo espero la orden de poder ir a las trincheras
a luchar por el mundo.

LUIS
Tranquilo, colega. ¿Acaso no recuerdas que necesitamos
entrenamiento para que puedas estar preparado y no seas una
presa de los antisemitas?

Misael guarda silencio y coge su cuaderno para poder


escribirle una carta a su abuela Rayda pero en eso, entra el
capitán del entrenamiento sin tocar la puerta.

CAPITÁN
Hola, muchachos.

LUIS
(se para de la cama y se pone la mano derecha en la frente)
Hola capitán.

MISAEL
(Cierra su cuaderno, se para de la silla del escritorio y
se pone la mano derecha en la frente)
Hola capitán.

CAPITÁN
Alisten sus maletas. El bus pasará en dos horas. Los quiero
afuera a las dos de la tarde en punto. Ni un minuto más
tarde. ¿Entendido?

MISAEL
Correcto, capitán.

LUIS
Correcto, capitán.

El capitán se retira de la habitación y de nuevo quedan


solos Luis y Misael.

LUIS
¿Contento, colega?

MISAEL
(Con una sonrisa)
Fascinado.
ESCENA 10 / INT. BUS – DÍA
Todo el ejército de jóvenes subía a los buses con sus
maletas. Eran diez buses con capacidad de cincuenta personas
por cada uno. En el tercer bus que estaba cerca a la entrada
del edificio donde viven todos, está Misael y Luis entrando
al bus. Llevan una gorra, casacas negras, pantalón verde y
zapatos negros. Se sientan en la fila del medio. Misael está
del lado de la ventana izquierda del bus. Solo les queda
esperar hasta que arranque.

MISAEL
¿Qué harás cuando termine esto?

LUIS
(risueño)
Salvar a una judía hermosa y tener una familia.
¿Y tú, colega?

MISAEL
Jajaja, eres un desgraciado.

LUIS
Las oportunidades no hay que perderlas, colega.

MISAEL
Yo pienso en volver a casa para estudia derecho.

LUIS
¿Por qué quieres estudiar derecho?

MISAEL
Porque me gusta la justicia. Sería lamentable vivir en un
mundo donde la justicia no exista o se corrompa por jueces
que solo les interese el dinero.
LUIS
Serás un buen abogado.

MISAEL
(sonríe)
Gracias.

Ya todos subieron al bus y por fin arranca. Misael está


emocionado porque su cara lo delata. Observa en la ventana
el sol y los árboles de el lado campestre de Paris. Ya no
falta nada. Solo llegar para usar las armas y combatir contra
la Alemania nazi para recuperar la paz en el mundo. Todo
parece estar marchando bien y bajo control.

ESCENA 11 / INT. CUARTEL – NOCHE

Por fin todos llegaron al cuartel de guerra. Los soldados


jóvenes bajaron del bus y hay cinco capitanes para todos. En
la zona donde se encuentra Misael y Luis hay un capitán
robusto, con sombrero y vestido completamente de verde con
botas y un pito en el cuello se llama Gerard (48). El camina
de izquierda a derecha mientras tiene a todo su pelotón en
frente.

CAPITÁN GERARD
(hablando fuerte)
A partir de mañana van a matar nazis y tragar pólvora de
cada arma que usen. ¿Me escucharon?

PELOTÓN
Sí señor, entendido señor.

CAPITÁN GERARD
Ustedes han sido seleccionados para cumplir una importante
misión y espero no nos defrauden. Sus armas son sus amigas,
sus novias, por eso, trátenla con cariño y límpienlas
cuando se ensucien. ¿Escucharon?

PELOTÓN
Sí señor, entendido señor.

CAPITÁN GERARD
Nunca abandonen a sus amigos. Sean leales. Piensen en el
prójimo como si fuera su propio hermano. ¿Escucharon?

PELOTÓN
Sí señor, entendido señor.

CAPITÁN GERARD
Mañana los quiero a las cinco en punto en este mismo lugar
y armados como les indiquen sus brigadieres. ¿Entendieron?

PELOTÓN
Sí señor, entendido señor.

CAPITÁN GERARD
Lárguense de mi vista ya.

ESCENA 12 / INT. CUARTEL – MADRUGADA

El pelotón vuelve al mismo lugar y a las cinco tal y cómo lo


ordenó el capitán Gerard. Todos estaban uniformados y traían
en su espalda un rifle largo. El capitán da la orden de
salida y todos se retiran en conjunto hacia las trincheras.
Misael va en conjunto con Luis y se posicionan en un nicho
con cerco de púas. Ambos permanecen agachados hasta la orden
del general para disparar. Por fin la guerra comenzó para
Misael quien ahora se ensucia el uniforme con tierra y la
cara de pólvora. El general se aproxima al centro del pelotón
y comienza a gritar.

GENERAL
Desde ahora, matarán a todos los uniformados de marrón que
vean. ¿Escucharon?

PELOTÓN
Sí, señor.

Y así pasaron días, semanas y meses hasta que más ejército


estadounidense llegó a combatir. Más jóvenes como Misael
llegan al lugar con más armas y estrategias para reducir
nazis. Misael ya ganó experiencia combatiendo nazis y le dan
descanso de un día por semana. Tiene un departamento en un
suburbio destruido de Paris en el que pasa el día leyendo
libros y planeando nuevas estrategias para la guerra. Fue
ascendido por los comandantes al enviar misivas a otras
trincheras aliadas sin protección. Una tarde, en camino a su
hogar, observa a una mujer con un vestido morado y un
sombrero verde. Era delgada y aparentaba treinta años. Tenía
en sus manos unos documentos en un portafolio y la acompañaba
cinco niños con ropa vieja. El tenía las llaves del edificio
y la mujer estaba a menos de dos metros de él. Misael voltea
y le habla:

ESCENA 13 / EXT. EDIFICIO – TARDE

MISAEL
¿Hola? ¿Eres nueva en el edificio?

MADELEINE
Hola, no. Vengo a dejar a estos niños con sus padres.
A Misael le parecía sospechoso que una mujer lleve cinco
niños hacia un edificio que no vivía casi nadie.

MISAEL
¿Cómo se llama usted?

MADELEINE
Me llamo Madeleine Truel. ¿Usted?

MISAEL
Un gusto. Me llamo Misael.
Y, ¿en qué piso viven los niños?

MADELEINE
Perdona, estoy un poco apurada. ¿Podrías abrir la puerta de
una vez si no fuera mucha molestia?

MISAEL
Sí, disculpe.

ESCENA 14 / INT. EDIFICIO / HABITACIONES – TARDE

Misael abre la puerta y ella entra junto con los niños antes
que él. Parecían apurados a pesar de que era apenas mediodía.
Misael entra y cierra la puerta. El edificio es muy antiguo
por dentro. Tiene cuatro pisos y Misael vive en el segundo.
Es oscuro y las paredes tienen pintura desgastada por la
humedad de esa zona. Llega a su habitación y tira su maleta
en el suelo. Se acuesta en la cama y tapa su ventana para
que sus ojos puedan descansar de la luz fuerte que hace en
Paris. Está a punto de dormir cuando de pronto en la calle
suena que quieren forcejear la puerta del edificio. Misael
se inquieta y abre su ventana para ver. Eran tres nazis
armados que quieren ingresar al edificio. Misael no estaba
tan asustado porque en su habitación tiene toda la munición
para poder defenderse. Desde granadas hasta metralletas y
rifles. Pero se preocupó por los niños que iban a escuchar
esas explosiones si es que los nazis lo obligaban a usarlo.
De tanto forcejear la puerta, los nazis entraron y Misael
estaba con su puerta entreabierta y una granada en la mano.
Los nazis subieron rápido hasta el tercer piso y patearon
todas las puertas sin excepción. En ese piso hay seis
habitaciones y pudieron ingresar a cinco. Faltaba una y en
esa está Madeleine con los niños. Misael estaba muy
preocupado en ese momento. Alista una pistola con
silenciadora y una granada en su bolsillo. Sube sigilosamente
por las escaleras y ve que los nazis ya habían ingresado en
esa habitación. Uno de los tres comienza a hablar.

NAZI
¿Así que tu eres la maldita que falsifica los documentos de
estos mocosos, verdad?

MADELEINE
No sé de qué hablas, señor. Yo solo los traigo para que
coman.

NAZI
Deja de mentir o te llevamos a Auschwitz junto con esos
cinco niños que traes ahí.

MADELEINE
Por favor, no nos hagan daño. Les digo la verdad.

NAZI
Haré una prueba. Y si fallan, los llevamos al campo de
exterminio.

Misael se aproximaba arrodillado hacia la habitación que


estaba Madeleine y los cinco niños y los tres nazis. Tiene
ganas de entrar a disparar y matar a los tres, pero cree que
no será un buen espectáculo para esos niños por lo que decide
esperar al momento oportuno.
NAZI
Si los niños me hablan en un idioma que no sea nuestro
alemán o francés, los llevamos inmediatamente al gueto.

MADELEINE
¿Pero cómo harán eso? Ellos no han recibido educación por
culpa de la guerra que ustedes causaron.

NAZI
Nosotros no hemos causado la guerra. Fueron los judíos los
que provocaron. Son horrorosos, repugnantes y sus sangres
no valen nada. Son unos miserables. Nuestro líder el Fuhrer
nos abrió los ojos y despertamos para defender nuestra
patria y decirle al mundo entero que nuestra raza aria es
la mejor y superior que el resto.

MADELEINE
Lo siento, no podrán hablar porque no saben hablar. Así
que, por favor, créeme y déjennos en paz.

NAZI
Entonces pondré otra prueba.

Misael se acerca un poco más para poder atacar con su pistola


a los tres nazis, pero torpemente abre la puerta demasiado
y esta choca con una mesita y cae una botella de vino. El
nazi que hablaba con Madeleine corre hacia ella y la toma
del cuello y apunta con su pistola a la altura de su cabeza.
Los otros dos nazis voltean hacia Misael para apuntarle.
Misael solo está con una granada en la mano izquierda y la
pistola en la derecha.

MADELEINE
Vete de aquí, Misael. No es tu asunto.
MISAEL
¿Qué hacen aquí, malnacidos?

MADELEINE
Te lo repito. Vete o te volarán la cabeza.

NAZI
Así que tenemos a un valiente en esta sala. ¿Qué harás tu
solito contra nosotros, muchacho?

MISAEL
No permitiré que les hagan daño a esos niños.

MADELEINE
¡Largo he dicho!

NAZI
Lárgate te dicen.

Misael se retira del lugar, pero se va corriendo en busca de


sus compañeros del pelotón, pero recuerda que está lejos de
ellos. Solo se detiene a ocultarse en un nicho de un parque
destruido por un misil hasta que todo pase. Luego de minutos
salen los tres nazis. El principal que apuntaba con el arma
a Madeleine ahora la tiene esposada y los niños detrás de
ella. Suben a una camioneta y se marchan. Misael se siente
un cobarde y grita de furia. Corre hacia su habitación y se
percata que le robaron la maleta que dejó en el piso y su
munición que escondía en el primer cajón de su velador. La
furia lo carcome por lo que se viste de soldado y regresa a
las trincheras para seguir en la guerra.

ESCENA 15 / EXT. CUARTEL – TARDE

GENERAL
Felicidades, soldados. La guerra terminó y logramos
recuperar la paz en el mundo. Ahora solo queda conmemorar a
nuestros colegas que han dejado su vida para salvar a la
humanidad. Cada uno que haya perdido a un amigo o compañero
de cuarto le llevará una medalla y una flor blanca. ¿Me
escucharon?

PELOTÓN
Sí señor, entendido.

Misael coge una flor blanca y una medalla de la mesa de honor


que está a las afueras del cuartel y se dirige hacia el
parque destruido que ahora es un cementerio en honor a los
colegas fallecidos por la batalla. Llega hasta la tumba que
quiere ver y deja la medalla y la flor y una nota que dice
“No pudiste tener una familia con una judía, pero te
recordaré como un amigo especial en todo este trayecto para
recuperar la soberanía del mundo. Gracias por todo, Luis”.
Misael deja la carta encima de la tumba y se detiene a verlo
por diez segundos hasta que da media vuelta y abandona el
cementerio. Comienza a llover y a anochecer.

ESCENA 16 / EXT. CALLE – DÍA

Misael regresa a la casa de sus abuelos luego de la gran


guerra contra los nazis en Francia y el este de Europa. Es
3 de setiembre de 1945 y trae consigo la misma maleta que se
llevó a Paris, unos lentes oscuros, camisa corta y pantalón
marrón. Ya se sentía el calor en Lima y la zona sigue
exactamente igual, los parques, las calles, las personas se
van a trabajar porque es muy temprano, específicamente, las
siete del día. Camina por la cuadra 2 de Petit Thouars y los
negocios recién abren. Observa una panadería en el que estaba
escrito en un papel grande de manteca “Se vende Pan francés”.
Se detiene un momento viendo tal establecimiento y piensa:

MISAEL
(VOZ EN OFF)
¿Qué tanto he cambiado desde la última vez que estuve en
esta ciudad? He conocido mucha gente, muchos soldados de
guerra que terminaron muertos, generales déspotas y mucha
pólvora impregnada en nuestros uniformes. Salvé al mundo de
las garras del nazismo y toda mi familia estará orgullosa
de mí, pero ¿luego qué hay? Mejor postergo esta pregunta e
iré a casa a dormir.

Misael ingresa a la panadería y luego de segundos sale de


ella con una bolsa de manteca llena de panes y sigue
caminando en la calle hasta que la cámara con un paneo lo
pierde de vista por la distancia que éste ha recorrido.

FIN

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