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Otra Wea de Agatha
Otra Wea de Agatha
Agatha permaneció allí llorando por unos momentos, aunque parecían horas. Para luego escuchar
un ruido atrás suyo. Con miedo, se levantó y salió corriendo hacia la ventana. La abrió con rapidez,
siguiendo sus instintos de supervivencia. Miro por curiosidad atrás. Para ver a un iniciado de su
maestra ver la escena. El iniciado que la observo era Aaron, un chico que despertó hace un tiempo
haciendo una tocata en un bar de Montreal, conocía a Agatha por un tiempo. La considero como
una buena amiga para aprender mejor música. Pero él no se esperaba que fuera ella quien matase
a la maestra de ambos. Mientras que Agatha observaba a su compañero por unos segundos. Aaron
pudo jurar ver que tras uno de los estallidos de los fuegos artificiales que reflejaban a contra luz de
la silueta de Agatha, se podían ver dos cuernos en la figura. Aaron solo grito del terror al ser
iluminada la habitación de nuevo por la luz exterior y observar a Agatha empapada de sangre.
Agatha con solo escuchar el grito, salió por la ventana. Corriendo de tejado en tejado mirando
paranoicamente atrás suyo. De entre sus miradas para atrás se llego a resbalar con el tejado
escarchado cayendo fuertemente a uno de los callejones de la ciudad. Se desplomo a un tacho de
basura. Clavándose vidrios y golpeándose por el impacto. Permaneció allí por unos segundos.
adolorida por la caída, se trato de levantar débilmente. Bajando lentamente del tacho de basura.
Camino unos pasos débiles para luego apoyarse a la pared del callejón, viendo las luces constantes
salir de los fuegos artificiales, encandilándola con su luz. Necesitaba esconderse, ella estaba segura
de que el concilio no le iba a creer que ella no mato a su maestra. No habría motivo, pero igual
siempre se le espero de ella hacer cosas horribles. Ser un monstruo.
Se trato de limpiar la sangre con un charco cercano. Arruinándose más la ropa que había
preparado para salir a festejar con su maestra. En el charco llego a ver su reflejo, con su maquillaje
corrido, ojos rojos de tanto llorar y empapada de sangre que no es suya, con moretones de la
caída. Solo respondió con un suspiro de decepción.