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ÉPOCA DE SIEMBRA DE LA SANDÍA

La sandía ha de sembrarse en la fecha correcta para cada región, ya que es una planta
sensible al frío que necesita altas temperaturas y mucha luminosidad para desarrollarse
adecuadamente.
A continuación, explicaremos ambas situaciones, según se inicie el cultivo a partir de semilla
o de plántula.
▪ EN SEMILLERO
Es necesario realizar un semillero cuando la temporada de cultivo es corta, o el verano es
fresco y poco luminoso, o con pocos días cálidos y soleados.
Si se dispone de un lugar cálido ―al menos 20℃― y luminoso donde dejar el semillero, basta
con realizar la siembra 30 días antes de la fecha esperada de trasplante.
Esto suele coincidir con los últimos meses del invierno y primeros de la primavera, según el
clima sea más frío o suave.
Febrero - marzo en el hemisferio Norte y agosto - septiembre en el Sur. Si el clima es muy frío
se puede retrasar la fecha un mes.
▪ EN SIEMBRA DIRECTA
Para esta modalidad, la temperatura del suelo tendrá que ser suficientemente elevada, de lo
contrario la germinación será muy lenta o incluso podría no producirse.
En siembra directa no se adelanta nada sembrando antes de que la temperatura sea
adecuada. Las plantas sembradas en el momento correcto pueden alcanzar en desarrollo a
las sembradas antes de tiempo.
En las zonas costeras del sur de España, la siembra directa de la sandía puede comenzarse
en febrero - marzo, mientras que las zonas del interior y del Norte, es mejor esperar a finales
de abril o incluso mayo.
PREPARACIÓN DEL SUELO PARA LA SIEMBRA
Para el logro de una buena cosecha de sandía es necesario realizar una buena preparación
del suelo. Se deben destruir las malezas y residuos de cosechas anteriores que puedan
encontrarse en el área de siembra, de esta manera se eliminan plagas de insectos y
hospederos de patógenos que atacan el cultivo.
Con la roturación del suelo, éste se acondiciona para facilitar la germinación de la semilla y el
posterior desarrollo de la planta.
Antes de preparar el área de cultivo se debe conocer la profundidad de la capa arable del
terreno. En suelos pocos profundos se deben efectuar las labores de manera superficial, en
ocasiones es preferible rastrillarlos en vez de ararlos. No se debe sembrar en suelos pocos
profundos y la aradura debe hacerse a una profundidad de 30 cm.
Las labores de preparación del suelo deberán hacerse de acuerdo con el grado de humedad
que contenga éste (no muy húmedo ni excesivamente seco).
Para que las semillas reciban la humedad y aireación adecuada para germinar y para
que las raíces desarrollen y utilicen el agua y los nutrientes disponibles es necesario
preparar la cama de siembra.

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