Está en la página 1de 38

ÍNDICE

Introducción…………………………………………........................................1

Sección II: SIGNIFICADO DEL TÉRMINO ONG..........................................5


Sección III: CARACTERÍSTICAS DE LAS ONG..........................................11
Sección IV: CONDICIONES HISTÓRICAS PARA EL SURGIMIENTO DE LAS
ONG EN AMERICA LATINA:........................................................................16
Sección V: CRISIS DE LEGITIMACIÓN DE LAS ONG:...............................29
Sección VI: ONG COMO ORGANISMOS DEMOCRÁTICOS:......................32
Sección VII: CRÍTICAS A LAS ONG:............................................................33

Conclusión…………………………………………………………......................37

Bibliografía.....................................................................................................38

1
LAS ONG Y EL PROCESO DE DESARROLLO

I. INTRODUCCIÓN

Durante el prolongado periodo de gobierno militar y colapso fiscal que en mayor o


menor medida ha afectado a casi todos los países del hemisferio occidental, han
florecido las organizaciones voluntarias de todo tipo. En los países de América
Latina y del Caribe, así como los de Asia y África, ese crecimiento ha tenido un
nombre: ONG, u organizaciones no gubernamentales.

Este trabajo se ha preparado con la intención de generar conciencia sobre la


importancia que tiene la actividad de las ONG para el desarrollo social, económico
y cultural de los países. Demostraremos, como ha sido viable la institucionalización
del Sector ONG como un agente importante y pertinente dentro del desarrollo de la
sociedad; pues las ONG, colectivamente, son uno de los principales actores e
incluso establecen programas de acción que tienen influencia, porque son capaces
de llamar a su ayuda a la sociedad civil. Ese llamado puede estar justificado y
tener éxito o no, pero la posesión de esa “voz” adicional les asegura un lugar
especial dentro del sistema internacional de desarrollo y ello nos lleva a definir
como característica central de las ONG su participación en múltiples niveles e
instancias de la sociedad civil y el Estado, nacional e internacionalmente.

El documento consta de seis secciones básicas:

-SIGNIFICADO DEL TÉRMINO ONG: aquí se explica cómo el concepto de ONG


ha perdido su significado literal, para pasar a ser caracterizado como un
movimiento de carácter internacional; siendo un concepto más amplio que el de
organizaciones sin fines de lucro.

2
-CARACTERÍSTICAS DE LAS ONG: En este apartado expondremos algunas
ideas que se consideran particulares del movimiento de las ONG.

-CONDICIONES HISTÓRICAS PARA EL SURGIMIENTO DE LAS ONG EN


AMERICA LATINA: En este punto se identificaran las circunstancias que dieron
origen a la creación de las ONG en nuestra región. Se tomaran de ejemplo países
latinoamericanos como Chile, Brasil, México y Argentina, los cuales han jugado un
papel significativamente importantes en el surgimiento de este movimiento. Se
hará mención al papel de la Iglesia y de la vinculación de las ONG con esa
Institución. Todo lo anterior, ligado con la transformación del Estado y el rol de las
ONG en este campo de reforma de la política social.

-CRISIS DE LEGITIMACIÓN DE LAS ONG. Esta sección explicara como parte de


algunas ONG han pasado a ser vulnerables a las transformaciones de las
prioridades de la comunidad internacional del desarrollo.

-ONG COMO ORGANISMOS DEMOCRÁTICOS: Aquí se combatirá la idea de


que las ONG no son democráticas, pues al igual que cualquier organismo de
beneficencia, surgen de un proceso de formación de opinión y de interés en una
particular comunidad.

-CRÍTICAS A LAS ONG: Finalmente se señalaran algunas de las críticas, las


cuales no han podido combatir el éxito e ideal de autonomía de las ONG.

3
II. SIGNIFICADO DEL TÉRMINO ONG

El término de ONG, anteriormente una inocua sigla asignada por la ONU a


poderosos grupos de interés internacionales con derecho a asistir a sus reuniones
y hacer uso de la palabra, ha llegado imperceptiblemente a significar algo bastante
diferente en el lenguaje de la comunidad internacional del desarrollo. Ha perdido
su significado cuasilegal y adquirido una multitud de connotaciones y
asociaciones, al grado de que hablar de “las ONG” evoca, activismo, tecnocracia,
aptitud, compromiso, populismo, desarrollo, participación. Un aspecto por la que
se caracterizan todas las ONG es por el ruido que hacen y la cantidad y fuerza de
las opiniones que defienden. Hacer ruido es su vocación y su función, y tener
opiniones y defenderlas su razón de ser. En eso, continúan la tradición de los
organismos internacionales bien establecidos (como las conferencias sindicales
internacionales, las cámaras de comercio internacionales y otros por el estilo) cuyo
papel en la ONU es exclusivamente hablar, puesto que tienen voz pero no voto.

Del mismo modo, en la sociedad civil las ONG tiene voz pero no voto, pero a
diferencia de estos organismos internacionales, tampoco tienen mucho dinero que
lo compense, y por eso es sorprendente que hayan llegado a tener un perfil tan
visible como el que en época reciente se ha expresado notoriamente en las
festividades organizadas por y para ellas en las márgenes de las grandes
conferencias internacionales sobre las mujeres (Nairobi, 1985 y Pekín, 1995),
sobre la población (El Cairo, 1994) y sobre el medio ambiente (Río de Janeiro,
1992). La razón es en que han adquirido ese perfil por la fuerza de su existencia
colectiva, antes que por su existencia como organizaciones individuales. Por que
ahora el término ONG ya no puede tener ningún significado coherente si se
entiende como referente a organizaciones individuales: más bien se refiere a ellas
en plural, como una colectividad. Su uso frecuente como nombre colectivo nos
dice que los que hablan de las ONG saben que se refiere a un movimiento. El
término ha pedido mucho de su significado literal; o sea, decir que se trata de un

4
conjunto de entidades “no gubernamentales” no nos dice casi nada sobre lo que
realmente hacen, y menos aún acerca de las actividades de estos organismos.

Aquí estamos sobre todo en presencia de una subcultura y un movimiento, o al


menos parte de un movimiento. Por eso podemos esquivar ágilmente la pregunta:
¿Qué es una ONG?, y también podemos esquivar en parte la pregunta: “¿Qué es
un movimiento?” Para empezar, debemos concentrarnos en la ONG, como parte
de su movimiento, pero un movimiento caracterizado por su carácter internacional,
cosmopolita incluso. De ese modo superamos las dificultades planteadas por el
hecho de que las ONG confían en el financiamiento internacional de beneficencia
y en cierta medida oficial, y las ubicamos en un contexto en que forman parte de
algo mayor, de lo cual son una dimensión o un aspecto y que incluye a los propios
organismos internacionales que financian a las ONG nacionales en los países
receptores. Otra ventaja de esta perspectiva es que en ella se puede decir que las
ONG tiene características y variaciones cuya definición no depende de una
concepción esencialista, sino más bien de su papel como portadoras de una
escala de valores y como partes de un sistema. Al describirlas como parte de un
movimiento evitamos dudas innecesarias cobre la legitimidad o propiedad de su
“dependencia” de “dinero del extranjero”, porque en esa concepción la oposición
entre “nacional” y “extranjero” es secundaria, y de todos modos los organismos
que los financian forman parte del mismo movimiento. Lo mismo daría intentar
convencer a investigadores científicos de que recibir dinero de las fundaciones es
de alguna manera de renuncia o una tradición. Otro corolario es que los activistas
y los administradores de las ONG son animales políticos: trabajan en cierta
medida con ideales, con resultados no materiales, y también obtienen los fondos
que necesitan con base en propuestas y proyectos, y no en algún tipo de
comercio. Han desarrollado un método para venderse a sí mismos y un lenguaje
en el cual hacerlo: “venderse” en el sentido en que un político vende. Ese
venderse de las ONG debe ser visto en el contexto de una red internacional de
personas e instituciones donde hay tanto dinero en busca de proyectos como
proyectos o administradores de proyectos en busca de dinero, pero cosas no

5
pueden encontrase por medio de mecanismos de mercado convencionales,
porque los ideales con que trabajan son esencialmente ideales humanitario
antimercado. El movimiento se ocupa, además, de acuñar política: influir en los
gobiernos es un punto importante de su programa porque en cierta medida es un
movimiento de ideas. En suma, no hay mucho que ganar preguntándose “¿cuál es
la esencia de la ONG?”, y es más útil ubicar a las ONG en un movimiento mundial,
participacioncita y alternativo.

En Costa Rica las ONG incluyen también a las cooperativas que son prestatarios
de servicios, por lo que este concepto de ONG es más amplio que el de
organizaciones sin fines de lucro.

Su contexto internacional es el del ascenso de un sujeto histórico, un proyecto


histórico y un nuevo sistema de acción histórica más o menos conforme al
esquema esbozado por Alain Touraine en numerosos trabajos sobre movimientos
sociales1. En la concepción de Touraine, el sujeto histórico era la clase obrera,
el proyecto era la democracia social y el sistema de acción era el capitalismo
organizado en su fase triunfal. Las ONG encajan en un movimiento social
diferente, pero que de todos modos cumple los requisitos de Touraine, exigente y
sin duda algo etnocéntrico como son. El sujeto histórico en este caso, es una
vasta red de individuos y grupos que participan en un gran movimiento disidente,
de entidades y portavoces no gubernamentales, de grupos de interés y de “grupos
orientados hacia una causa”. Por ser una red, no es una categoría clara como
“clase trabajadora industrial” – aunque por mucho tiempo se supo muy bien que la
clase trabajadora sólo existía como una categoría “clara” en las imaginaciones
mas entusiastamente ideológicas -, ni tampoco una categoría que encaje en la
dinámica de un “sistema de acción histórica” como el modo de producción
capitalista – de nuevo, con sus polaridades y contradicciones entre clases
superficialmente claras, las “cadenas” de las relaciones sobre los medios de
producción , etc. Sin embargo, esa red es identificable por su inserción en la

1
Alain Touraine, “Production de société”, París, Éditions du Senil, 1973.

6
comunidad internacional de la política de desarrollo como portadora de
intervenciones políticas emanadas de la sociedad civil. Por sociedad civil
entendemos aquí las asociaciones orientadas hacia una causa, las de
beneficencia, los gruidos de presión y las entidades que surgen al margen de la
creación de política y la asignación de recursos oficiales, pero que han logrado
adquirir cierta legitimidad como representantes, no necesaria o siquiera
mínimamente de un cuerpo significativo de opinión en términos cuantitativos, si no
más bien de la conciencia, y con frecuencia de la mala conciencia, la conciencia
de la culpa. Libre de las restricciones de los procedimientos y las convenciones, la
red y sus miembros se ocupan de asuntos de sustancia política, ideológica, y
moral mucho más de lo que pueden hacerlo las instituciones oficiales y los
partidos políticos, limitados por procedimientos, por consideraciones electorales y
por las minucias y los cálculos del intercambio político internacional; constituye así
mismo el mecanismo por medio del cual esos grupos y entidades encuentran
manera de sobrevivir y, por ende de actuar. Además son algo diferente de los
grupos de presión institucionalizados, por que éstos se deben a sus partidarios y
están obligados a seguir estrictamente un programa, mientras que estos grupos
orientados hacia una causa no se deben a nadie más que a si mismos.
Actualmente esa red internacional de la sociedad civil es una parte establecida de
la comunidad política, no solo en el sentido de que sus activistas aparecen
debatiendo en los mismos foros que los representantes de gobiernos y partidos,
sino también porque están incorporados al proceso de formulación y aplicación de
política por medio de las principales instituciones de desarrollo, por medio de
consultas, asesorías, cooptación en la formulación de política internacional,
subcontratación, etcétera.

Hace cuarenta años esta red apenas existía en el nivel internacional; ahora es un
participante habitual en procesos sumamente importantes, en una asociación
incomoda pero creciente con homólogos en gobierno e instituciones financieras
internacionales. Las políticas económicas – y cada vez más las políticas
ambientales y sociales – de la mayoría de los países del mundo se deciden en

7
debates y en cierta medida – aunque no enteramente – por negociaciones que
tienen lugar ente una élite intelectual global, en parte empleada por el Banco
Mundial e instituciones similares, y preparada en un conjunto de facultades de
economía, principalmente en Estados Unidos y en menor grado en Europa. Se
trata de una red (de nuevo) de personas de mentalidad similar, que incluso cuando
son ministros se comportan como tecnócratas al servicio de amos políticos,2 y con
esa tecnocracia internacional creadora de política con la que ha entrado en una
relación cooperativa la red de las ONG. Los tecnócratas, evidentemente, no
forman parte de un movimiento: están limitados a espacios particulares; los de sus
instituciones o cargos, el nivel único de su habilidad profesional. Las ONG forman
parte de un movimiento porque funcionan en muchos niveles y en muchos
espacios diferentes: podemos encontrarlas concientizando tanto en fabricas como
en el campo, suministrando atención sanitaria o educación, administrando
programas de asistencia técnica a agricultores, manejando centros de
documentación, etc. Movilizan a la política pública, sus redes penetran en los
medios de comunicación y en los más recónditos rincones del mundo de la
educación y la investigación, y no tienen limitaciones derivadas de la fidelidad a un
partido o a un Estado. Las ONG se autodefinen como “impulsadas por valores” y
justifican su existencia ante todo – aunque no exclusivamente- en términos de
ideales, y sólo en segundo lugar en términos de aptitud o profesionalismo; son
capaces al mismo tiempo de movilizar pericia, producir proyectos y manejarlos, es
decir, de llevar a la práctica sus ideales con medios propios, o al menos con
medios obtenidos por sus propios esfuerzos, en contraste con los partidos
políticos, que sólo pueden “realizar” sus ideas por medio de la maquinaria pesada
y a menudo resistente del Estado.

Es por eso que, si bien puede ser exagerado decir que las ONG actúan en el Nivel
de un “sistema de acción histórica”, es razonable afirmar que funcionan dentro de
los países como internacionalmente en una comunidad internacional de políticas
de desarrollo, que es en sí un poderoso determinante del contenido de la política
2
Se hace referencia a la práctica hoy habitual de nombrar secretario de Hacienda o de Economía que, como
no tienen pasado electoral ni aspiran a un futuro electoral, no tienen una base política propia independiente.

8
gubernamental en todo el mundo. También son portadoras y en cierta medida
creadoras de un proyecto o proyectos históricos. Un proyecto histórico es mucho
más que un estribillo ideológico. Basta recordar que le propia democracia social no
ha sido tanto una ideología, única como un amplio aparato intelectual e
institucional, para la producción de un programa histórico para el pensamiento y la
acción: las universidades, las burocracias gubernamentales, muchos partidos
políticos, el movimiento sindical, han sido y a menudo continúan siendo foros para
la producción de programas de todo tipo que, si bien comparten la subcultura
democrática social, también varían enormemente en su contenido y dirección.

9
III. CARACTERÍSTICAS DE LAS ONG

Hoy observamos otra subcultura; entre sus muchos contrastes con la democracia
social se encuentran su carácter global y cosmopolita, el hecho de que se basa en
redes, más que en mecanismos institucionalizados, y su actitud de incomodidad
con el poder estatal, pero que comparte con la democracia social los múltiples
niveles de intervención. Mediante innumerables seminarios y conferencias, cursos
y departamentos universitarios, observamos un archipiélago de disidencia cuyas
causas más conocidas son los derechos humanos, la participación, el
ambientalismo y las mujeres. En este contexto las ONG, colectivamente, son uno
de los principales actores e incluso establecen programas de acción – a menudo
conflictivos, pero sin embargo influyentes- y tienen influencia por que son capaces
de llamar en su ayuda a la sociedad civil. Ese llamado puede estar o no justificado
y tener éxito o no, pero la posesión de esa “voz” adicional les asegura un lugar
especial dentro del sistema internacional de desarrollo.

En este contexto hay algunas ideas que se consideran características del


movimiento de las ONG. Tendemos a suponer que todas las ONG están
comprometidas con estrategias de desarrollo “alternativas”, con lo autóctono y lo
auténtico, con el respeto al medio ambiente y a la tradición. Pero no es esa su
única voz. Al igual que en la democracia social, también dentro del movimiento
mundial por el desarrollo alternativo podemos oír una amplia gama de voces: entre
las ONG coexisten las que defienden la causa de los pobres con las que abogan
por más eficiencia, o simplemente por que se canalice más dinero hacia la causa
del desarrollo. Muchas se especializan en áreas particulares de su interés, como
los niños, la salud, el medio ambiente o la educación. Algunas se parecen más a
grupos de presión, otras están más orientadas hacia un proyecto; unas se dedican
principalmente a estimular y subsidiar movimientos populares y preparar a sus
dirigentes, otras están más interesadas en los resultados de un proyecto que en si
el método es participativo o no. La lista de temas y actividades es interminable y

10
esta sujeta a cambios de estilo, prioridades y circunstancias, pero el método de
acción de las ONG va a durar, y es por su método, más que por la sustancia de
sus opiniones, afirmaciones, prejuicios o filosofías, por no hablar de sus
realizaciones, que las ONG merecen atención.

La característica distintiva del método de las ONG es su heterogeneidad y la


facilidad con que penetran, influyen, escuchan o simplemente se hacen presentes
en los más diversos niveles y los más variados nichos de la sociedad. Vale la pena
repetir que es eso son decididamente diferentes de las organizaciones que suelen
considerarse “representativas” de la sociedad civil, como partidos políticos,
sindicatos, grupos de interés y de presión establecidos, por que se mueven entre
todas esas esferas y muchas otras, y por que tienen muy pocas limitaciones –
aparte de la escasez de recursos- que les impidan participar en todas las esferas.
Una de sus ventajas en este aspecto es que no son elegidas ni tampoco
designadas: son auto designadas, y su influencia se basa exclusivamente en la
efectividad de su campaña y otras habilidades. A veces se las critica por su falta
de democracia, pero si fueran democráticas serian otra cosa; su papel consiste en
representar puntos de vista, y no grupos votantes. Así, una ONG puede nacer con
el apoyo mortal de una entidad eclesiástica – cualquiera que sea su base
financiera- pero después, a medida que se desarrolla, va creando redes, y si tiene
éxito éstas son innumerables. Es posible que algunos de sus dirigentes viajen por
el mundo tomando parte en conferencias y cortejando a los donantes, mientras
otros cabildean en gobiernos y parlamentos en pro de causas específicas. La
organización misma tendrá contactos con organizaciones representantes de
pequeñas comunidades. Comunidades pobres, grupos indígenas, grupos de
agricultores o de trabajadores rurales. Tal vez lleven a representantes de esos
grupos y organizaciones a Estados Unidos para que declaren ante comités
parlamentarios. Las ONG se crean una presencia que vincula a organismos de
toma de decisiones de los más dispares con un archipiélago mundial de voces
populares o de base. Esto no quiere decir que con eso resuelvan los problemas de
la pobreza, o que en medio de todo ese movimiento y agitación febriles no haya

11
ambiciones, luchas por el poder, rivalidades ideológicas, y políticas, mercadeo y
persecución de los recursos. Pero si quiere decir que ese patrón es distinto por
que esos contactos no están mediados por un aparato de representación formal,
como en los sindicatos y en grupos de interés establecidos, ni por el clientismo
político, como en los partidos políticos, sino más bien por redes que cortan
transversalmente esas fronteras sociales que tienen un lugar tan central y decisivo
en la política y en la distribución del ingreso y la riqueza: concretamente las de la
nación, el grupo étnico y la clase.

Sería difícil exagerar la importancia de esa fluidez y de la interacción basada en


redes al caracterizar a las ONG y definir su carácter distintivo. Los sindicatos se
establecen para propósitos particulares, y por más que esos dirigentes puedan
adoptar posiciones políticas y contribuir a debates ideológicos, sus
procedimientos, sus estructuras de representación, sus prioridades, se definen por
los intereses para cuyo servicio existen. Si no fuera así, perderían su legitimidad y
el apoyo de sus miembros. Los partidos políticos también son aparatos jerárquicos
organizados para luchar y ganar elecciones, para reunir dinero con ese fin, y a
menudo para distribuir los frutos del poder entre sus miembros y votantes. En
cambio, las ONG pueden modificar sus prioridades y alterar sus estructuras de
acuerdo con cambios en las circunstancias y en las dirigencias; reciben
financiamiento de un tipo de fuente pero operan en representación de otra;
raramente poseen riqueza propia, de manera que su único “capital” son su
personal, los activistas voluntarios, y la legitimación que obtiene de una amplia
variedad de personas; no tratan únicamente con la gente cuyas necesidades
intentan atender – habitantes de barrios marginales, agricultores sin tierra, niños
de la calle- sino también con políticos en cuyas decisiones intentan influir en el
nivel local, nacional, e internacional, con organismos internacionales y – no menos
importante- con la opinión pública.

Esa fluidez, esa capacidad de intervenir en una variedad de esferas y de niveles


de la escala social y la estructura de poder, nos lleva a definir como características

12
central de las ONG su participación en múltiples niveles e instancias de la
sociedad civil y el Estado, nacional e internacionalmente. Esa multiplicidad, esa
potencial profundidad, es lo que las distingue. En descripciones de diversas
campañas en distintos países encontramos ONG con contactos que van desde
organizaciones basadas en iglesias locales hasta el Banco Mundial, las vemos
haciendo alianzas transnacionales con otras ONG, y combinando grupos en
Estados Unidos y en Filipinas; vemos movilización de base por causas concretas y
un uso impecable de pericia profesional en la persecución de sus objetivos. Una
de las limitaciones más serias de las ONG, por lo menos en momentos y lugares
en que la libertad política está razonablemente asegurada, es el dinero, y su
incesante búsqueda de apoyo financiero ha mancillado su imagen a los ojos de
quienes veían en ellas la imagen de una sociedad civil en surgimiento. Sin
embargo, las ONG no tienen por qué avergonzarse de eso, y quienes las critican
no deberían verlo como un signo de debilidad moral, por que esa limitación y la
necesidad obsesiva de superarla la comparten con los partidos políticos, con las
iglesias, y los grupos religiosos de todo tipo, con los grupos de interés, con los
investigadores académicos y con una lista inacabable de grupos y entidades para
quienes la necesidad económica es, a la vez, una condición indispensable de su
existencia y, de alguna manera, una incomodidad, una mancha. Debido a esa
limitación, no se puede esperar que las ONG actúen con total desinterés por las
preferencias de sus patrocinadores, a la vez que éstos, por su parte, deben
respetar la autonomía de las ONG si no quieres que sus actos de beneficencia
queden desacreditados como publicidad disfrazada o manipulación ideológica.

Dejando de lado los casos en que la relación en de subcontratación o de asesora,


y por consiguiente es transparente pero buena parte comercial, la relación de los
patrocinadores y donantes con las ONG es indudablemente delicada y a la ves
derrochadora, pero ambas cosa son consecuencias inevitables del papel particular
que los patrocinadores y las ONG desempeñan en la toma de decisiones de
desarrollo y en la política internacional. Para ser menos delicada tendría que ser
más directa, con lo que volvería imposible de distinguir de la relación existente

13
entre una casa matriz y una subsidiaria. Eso ya existe en abundancia y
presumiblemente si los donantes acuden a organizaciones no gubernamentales es
por que están buscando “algo diferente”. Por el contrario, si los donantes
derramaran sus recursos en forma incondicional, los escándalos resultantes los
desacreditarían tanto a ellos como a todo el proceso.

14
IV. CONDICIONES HISTÓRICAS PARA EL SURGIMIENTO DE LAS ONG EN
AMERICA LATINA

El método de organización es el de una asociación cooperativa: en América Latina


las ONG generalmente no organizan negocios en el sentido convencional, aun
cuando los que actúan en ellas deseen vivir del trabajo que hacen ahí. Más bien
establecen un grupo de profesionales y personal de trabajo de asesoramiento para
mantenerse con vida ellos y sus organizaciones. Cuando el movimiento empezó a
florecer, en la década de 1970, a la sombra de las dictaduras militares, se
caracterizó por la participación prominente de científicos sociales que habían sido
destituidos o marginados de cargos universitarios. Al principio lograron establecer
instituciones de investigación apoyadas por grandes organismos internacionales,
como la Fundación Ford, o SAREC de Suecia, como una operación de rescate de
una comunidad amenazada de extinción súbita. Inevitablemente esa fuente de
fondos llegó a su límite, y el crecimiento de las instituciones de investigación
superó la capacidad de financiamiento “duro” de eso tipo, de manera que las
organizaciones de investigación empezaron a ramificarse hacia trabajos más
“blandos” de administración y asesoría, parte de ellos en proyectos de desarrollo;
a medida que el deterioro de la finanzas públicas empezó a crecer cada vez más
rápido como consecuencia de la crisis de la deuda de comienzos de los años
ochenta, provocando la caída de los salarios y del animo de los universitarios, esa
actividad generadora de ingresos llegó a ser una característica saliente de las
ONG en su conjunto. Las instituciones de investigación pasaron a ser una selecta
minoría, y en el nivel de las bases los movimientos sociales, también conocidos
como movimiento popular, estaban estructurados en formas demasiado débiles –
en términos financieros y gerenciales – para hacer funcionar independientemente
proyectos de desarrollo, cocinas populares, centro de documentación, grupos de
presión, centros de asesoramiento y cosas por el estilo. Así, gradualmente, lo que
se había iniciado como una operación de rescate para profesores e investigadores
universitarios desempleados se convirtió en un vinculo entre el pueblo, en el nivel

15
de la base, y la comunidad internacional de desarrollo. Al principio eso significaba
las ONG internacionales, pero más recientemente ha llegado a incluir de manera
directa o indirecta a los gobiernos de “países donantes”, y también a algunos de
los gobiernos de los países donde operan las propias ONG.

En Chile una combinación de circunstancias sin paralelo creó una coalición de


base amplia para ayudar a los partidarios del gobierno de Unidad Popular
derrocado por el golpe militar de 1973. la base amplia de ese apoyo puede
explicarse por el hecho de que el gobierno de la UP había sido elegido en forma
democrática y había respetado las reglas del sistema político, y además, para
cualquier observador político europeo, su programa tenía sentido. En cambio, el
derrocamiento del gobierno peronista en 1976, a pesar de que fue precedido y
sucedido por persecuciones por lo menos tan feroces como las chilenas, no halló
mucha simpatía en el exterior debido a que el periodismo era un fenómeno
sumamente misterioso, y también a muchas otras ambigüedades que resultaban
incomprensibles para todo el mundo salvo para los implicados y un puñado de
extranjeros muy pacientes. Además, la disidencia argentina no recogió el desafío:
los centenares de miles- sobre todo jóvenes- que parecían apoyar una versión
“izquierdista” y “revolucionaria” del peronismo, y que había contribuido en medida
considerable a la desintegración del gobierno peronista de 1972-1976
desaparecieron casi de la noche a al mañana y después, por años, era posible
encontrar en los cafés de Madrid, Roma, Londres y París a ex militantes de la
Juventud Peronista que habían olvidado o negaban haber participado en nada
semejante, o se preguntaban como diablos habían podido meterse en tamaña
aventura. No eran exiliados sino más bien expatriados, puesto que el gobierno
argentino se negó a conceder siquiera a los que consideraba como subversivos ni
el derecho a un proceso judicial, no digamos ya a abandonar el país: simplemente
los hacían “desaparecer”. En cambio, los exiliados chilenos habían sido obligados
a irse al extranjero en un esfuerzo por limpiar su país de su influencia, y pasaban
sus años de exilio soñando con un Chile del pasado y manteniendo viva la llama
de la solidaridad internacional. Por eso no es sorprendente que el apoyo

16
internacional a las ONG chilenas haya sido mucho mayor que el que recibieron las
argentinas durante la dictadura, aunque sí es una sorpresa observar que, después
que los militares dejaron el poder, las posibilidades de los activistas de la sociedad
civil de ambos países empezaron a converger. Las ONG internacionales
consideraron que, con el regreso del gobierno elegido, su contribución ya no era
tan urgente y sus recursos estarían mejor empleados en otra parte, y que las
organizaciones locales asociadas con ellas podían obtener recursos de sus
propios gobiernos, mientras que al mismo tiempo los gobiernos venían en las
ONG asociados útiles en la política social.

También el papel de la Iglesia Católica en los dos países fue significativamente


diferente: en Argentina fue aliada del periodismo desde sus primero momentos, al
término de la segunda guerra mundial, pese a un breve interludio de conflicto que
condujo al derrocamiento de Perón en 1955 y desde la época de 1930 la tradición
católica contenía una fuerte corriente de nacionalismo integrista. Esa corriente no
carecía de conexiones con las aficionadas peronistas de la Iglesia, pero eso no
impidió las relaciones, en general muy buenas, entre esta y los militares en el
período 1976-1983. Los curas de oposición no recibieron ningún apoyo-más bien
lo contrario- de la jerarquía eclesiástica, que nunca dijo una palabra contra las
atroces violaciones de los derechos humanos, ni siquiera cuando las victimas eran
sus propios sacerdotes e incluso obispos.

En Chile en forma retrospectiva, puede verse que la Iglesia se mantuvo


cuidadosamente en la vía del medio. En la década de 1970 el arzobispo Santiago,
Cardenal Silva Henríquez, adoptó una firme posición en defensa de los derechos
humanos y creó la Vicaría de la Solidaridad, con el doble cometido de dar apoyo
legal y práctico de varios tipos a quienes habían sufrido persecuciones o algo
peor, o a los parientes de las victimas y también de canalizar el apoyo de la
beneficencia internacional hacia innumerables pequeños proyectos. El arzobispo
llegó incluso a establecer una institución universitaria paralela, la Academia de
Humanismo Cristiano, que llevaba a cabo investigación y ofrecía cursos de

17
postgrado. Pero después del retiro de Silva Henríquez el nombramiento recayó en
un personaje más moderado, el arzobispo Fresno, y cuando el Papa visitó el país,
en 1987, el cambio era ya palpable y evidente. Aún cuando una condición de la
visita era que la transmisión de los acontecimientos por televisión no fuera
controlada por el gobierno, la jerarquía eclesiástica hizo esfuerzos sobrehumanos,
por impedir excesos en los discursos pronunciados ante el Papa en reuniones
públicas, y destituyó al director Pastoral de la Juventud cuando las cosas se le
fueron de las manos. A medida que pasaba el tiempo la Iglesia mantuvo una línea
durísima en torno al control de -la natalidad y el aborto- igual que su equivalente
en Argentina, pero en forma quizás un poco más sorprendente- y hasta en las
actividades de las comunidades de base se pudo observar un retorno al viejo
cristianismo moralista. Después del regreso al gobierno electoral, en 1990, el
arzobispado de Santiago disolvió la Vicaría, con el argumento de que ahora el
gobierno podía hacerse cargo de los problemas de bienestar social, y las ONG,
por un lado, y los partidos políticos, por el otro, siguieron con sus propios
programas sin apoyo ni interferencia de la Iglesia. La diferencia en Brasil ha sido,
primero la existencia de diversas diócesis donde, en un suave desafío al
Vaticano, el obispo o el arzobispo han dado un fuerte apoyo a actividades
sociopolíticas de inspiración cristiana, con concientización y proyectismo, como
por ejemplo en Sao Paulo, Duque de Caxias y Vitória. En segundo lugar, en potras
partes de Brasil encontramos actividades similares apoyadas por curas, pero que
funcionan independientemente del control de la jerarquía eclesiástica. Tercero el
resultado de Brasil ha sido quizás un aumento de la resistencia de redes católicas
como Acción Católica Obrera (ACO), y una mayor independencia de las misiones
pastorales, para diversos grupos en desventaja (pueblos indígenas, agricultores y
trabajadores agrícolas, jóvenes de áreas urbana, etcétera).

Brasil es el único país del Cono Sur en que las divisiones dentro de la Iglesia han
tenido consecuencias para la acción eclesiástica, mientras que en otras partes se
ha tratado, en general, de desacuerdos ideológicos sin mayores efectos prácticos.
Desde 1985 una organización aparentemente oscura llamada Asociación para la

18
Difusión de Instrucción y Proyectos (ADITEPP) inició un programa de reuniones
con miras a fortalecer la dirigencia en el nivel local en una amplia gama de redes
locales y organizaciones comunitarias, animando a la gente a aceptar
responsabilidades en grupos de barrio y otros similares, y ofreciéndoles
capacitación para ese fin. A partir de entonces Brasil presenció una proliferación
del proyectismo, que es una característica central de la vida de las ONG. Entre
1983 y 1989 el Centro de Estadísticas Religiosas e Investigación Social (CERIS),
vinculado formalmente a la jerarquía católica, proceso más de dos mil
“miniproyectos” para su financiamiento por organismos internacionales, en su
mayoría católicos. Menos de la mitad obtuvieron fondos, y aparentemente el
CERIS tenía amplia autonomía para esas decisiones.3 De acuerdo con los datos
generados por Fernández y Carneiro, el 70% de las ONG brasileñas eran
financiadas principalmente por organismos vinculados a entidades religiosas, o
agencias confessionais, como se llaman allá, que significa en rigor agencias de
orientación religiosa corporativa, como el Adveniat de los obispos alemanes o el
Catholic World Relief.4 Otros datos muestran que aproximadamente un tercio de
la ONG estaban “al servicio del movimiento popular”, término que en ese contexto
significa organizaciones vinculadas a la vez a la Iglesia y al pueblo. En Brasil
algunas de las organizaciones más promitentes dedicadas a apoyar los
movimientos populares –que proporcionan material educativo, capacitación para
dirigentes, documentación de todo tipo- tiene sus orígenes en organizaciones que
en sus primeras etapas fueron apoyadas oficialmente por la Iglesia y después se
independizaron. La separación fue muy amigable y es frecuente encontrar
sacerdotes, ex sacerdotes y miembros de las ordenes religiosas dentro de esas
organizaciones y entre las personas conectados con ellas, al tiempo que gran
número de activistas se vincularon en un principio mediante su temprana
participación en CEB5 y organizaciones de base similares patrocinadas por las
Iglesias.6 En Brasil, más que en otras partes, el movimiento popular ha buscado
3
Ana María Doimo, Movimientos sociales y participación política de Brasil pós -70, Río de Janeiro, Relume
Dumara, 1995, p. 158.
4
Rubem Cesar Fernades y Leandro P. Carneiro, Las ONGS años 90: una opinión de los dirigentes brasileiros,
Río de Janeiro, ISER, 1991.
5
Comunidades Eclesial de Base, con la connotación institucional de “eclesial” (eclesistica).
6
Ana María Doimo, la voz del pueblo.

19
apoyo, consejo y orientación en sacerdotes y miembros de las órdenes religiosas,
pero al mismo tiempo los curas e incluso obispos que han mantenido su
compromiso han sido un síntoma de división dentro del a jerarquía católica, y por
eso han contado con un respaldo cada vez menor desde “arriba” –lo que significa
la Conferencia Episcopal, donde la mayoría basista7 ha venido declinando desde
fines de los ochenta- y por supuesto desde Roma. Incluso se ha demostrado que
hasta el gran portavoz de los pobres dom Helder Cámara, logró muy poco en su
esfuerzo por modificar la estructura y la cultura de su arquidiócesis para reflejar su
orientación hacia la “Iglesia del Pueblo” o “Iglesia del los Pobres”. 8 Esto es un
excelente ejemplo de trabajo basado no solo en fuentes de financiamiento
internacionales sino también en relaciones públicas de tipo internacional.
Aparentemente dom Helder dedicó tanto tiempo y energía a la proyección de su
imagen internacional que no le quedó mucho para manejar su propia casa, a
menos que hubiera abandonado toda esperanza de cambiar la estructura de la
Iglesia católica en el nordeste brasileiro y creyera que podía hacer algo mejor
elevando la conciencia del mundo y atrayendo dinero para actividades de base
paralelas a las estructuras jerárquicas. Hay también casos de sacerdotes que
trabajan en forma solidaria con escaso apoyo de sus obispos, como en San
Salvador de Bahía, y solo en Sao Paulo, en algunas partes de la periferia de Río
de Janeiro encontramos una diócesis o arquidiócesis comprometida que apoya la
movilización básica. En suma, los grupos y las organizaciones que trabajan por la
transformación de la Iglesia católica han tenido más éxito fuera que dentro de ella.
Los años siguientes al fin de la dictadura han visto convergencias y divergencias
en las relaciones entre los Estados, las ONG y el activismo de base.

En Chile, el nuevo gobierno posmilitar reclutó parte de su personal en el sector de


las ONG, especialmente en el campo de la política social, de modo que no fue una
sorpresa que la combinación de esa relación y el compromiso con las políticas
neoliberales heredadas produjera una especie de asociación entre las ONG y el
7
Basista (y el sustantivo basismo) se refiere a una disposición religiosa y política que pone gran énfasis en la
validez y autenticidad de ideas y opiniones del pueblo, o las bases.
8
Richard Marin, Dom Helder “Los poderosos y los pobres. Para una historia de la iglesia de los pobres en el
noreste de Brasil”, (1955-1985), París, Editions de l´atelier/ Editions Ouvieres, 1995.

20
Estado. Las ONG necesitan contratos para sobrevivir y el Estado tiene trabajo
para ellas, especialmente dada la falta de toda posibilidad de resucitar el Estado
de bienestar pleno, de manera que las circunstancias están maduras para la
asociación con el Estado en un marco tecnocrático moderado, donde el contenido
político de las ONG se ve significativamente reducido.

La situación en Argentina es un poco distinta. Se produjo un viraje, más


especialmente hacia las políticas neoliberales. El movimiento “villista” fue la
versión argentina de lo que en Brasil se llama “movimiento popular, y sus activistas
han encontrado su camino, no hacia las ONG, sino mas bien hacia los gobiernos
locales, donde están tratando de apoyar los esfuerzos de autogestión municipal.
Así, la adhesión peronista a las bases se ha adaptado a una situación de extrema
pobreza fiscal, en que en un aparato de bienestar social otrora generoso está en
proceso de desintegración, y una vez más observamos la convergencia de
basismo y neoliberalismo.

El lenguaje de la subcultura alternativa internacional del desarrollo sigue


existiendo, pero se ha amansado, ha perdido su filo de discrepancia, y en Chile ha
perdido también el elemento del basismo católico. En esas circunstancias las
bases, por su parte, más que socios tienden a parecer clientes, receptores pasivos
de planes de crédito para pequeños agricultores, o de asistencia técnica o
programas de capacitación, en lugar de fuerzas movilizadas por el cambio. Brasil
continua mostrando un patrón diferente. Pese a todas las pruebas, las
tribulaciones y las crisis de los ochentas y comienzos de los noventas, el país no
ha sufrido ni la desintegración institucional de Argentina ni los extremos de reforma
neoliberal de Chile, a pesar de todos los problemas que acosas al aparato estatal
brasileño, éste todavía cumple con sus obligaciones, por ejemplo, con los
jubilados, a diferencia de su homologo argentino que se ha desentendido más o
menos legalmente de ese compromiso. Jamás se ha planteado la posibilidad de
que la Iglesia brasileña cree un Estado de bienestar paralelo para rescatar a los
marginados por el desmantelamiento de la provisión pública de bienestar como

21
ocurrió en Chile en las décadas de 1970 y 1980. En Brasil las ONG no encuentran
un socio ya preparado en las instituciones estatales, y en consecuencia es posible
que se vean obligadas a seguir dependiendo de las donaciones internacionales
más que sus equivalentes chilenas, pero por otra parte es posible que conserven
más de su herencia basista. Los proyectos continúan siendo pequeños; ya no
parecen tanto asesorías o subcontratos, que es el contenido real de la asociación
con el Estado; el método sigue siendo más importante que el producto o el
resultado.

Las ONG brasileñas son peculiares en otros aspectos, lo que quizá contribuya a
que mantengan programas más políticos, y menos comerciales / prácticos. El
clientelismo, en el sentido de partidos que otorgan a sus seguidores favores
individuales, especialmente, empleos, es común en toda la región y más allá; en
Brasil, y sobre todo en el norte y el noreste, las relaciones de dependencia
personal forman parte de complejas redes de parentesco y meta parentesco, así
como de relaciones de empleo, especialmente en el campo. El discurso del
movimiento popular brasileños emplea al término assistencialismo para describir
esas relaciones, así como el clientelismo político en general, y es asombroso
observar la gran penetración del discurso antisistencialista en esos círculos. Sin
embargo, como se trata del país con la base industrial más moderna y la élite
gerencial y tecnocrática más avanzada de la región – tal vez con la excepción de
Chile -, no es del todo sorprendente descubrir que ocasionalmente hasta el estado
intenta reformar el sistema. En un caso notable, encontramos a la burocracia
gubernamental (en el estado de Ceará, en el noreste de Brasil) utilizando hábiles
técnicas para estimular la participación y el monitoreo populares de un programa
de salud “desde abajo”; enviando profesionistas a pueblos donde jamás habían
aparecido antes; concentrándose en la educación sanitaria, y la medicina
preventiva. Aquí el propio estado ha aprendido del movimiento de las ONG, pero
como es el gobierno, ha movilizado recursos infinitamente mayores que los que
suelen ser capaces de reunir aquéllas y – con voluntad y capacidad políticas

22
desusadas -, aparentemente ha instituido un mecanismo eficaz en el núcleo del
programa.

Este breve panorama ilustra un ejemplo sorprendente de anticlientelismo dentro


del aparato estatal, pero paradójicamente esa movilización se produce en
ausencia de las organizaciones no gubernamentales de un programa que parece
hecho a la medida para ellas, o incluso por ellas. En Brasil en general, en parte sin
duda debido al tamaño mismo del Estado, las ONG no han mostrado mayor
vocación por asociarse con un gobierno que inevitablemente las hará aparecer
minúsculas, y al mismo tiempo, por al misma razón o no, han mantenido una
postura más independiente, con más compromiso con el activismo en el nivel de
las bases y la concientización, más preocupada por el método de gestión
participativo que por la sustancia de los proyectos individuales.

En Brasil la hostilidad de las ONG al clientelismo es una enfrentamiento directo


con una característica central de cultura política, y refleja el carácter multinivel de
su intervención, por que las ONG brasileñas han sido más receptivas que sus
equivalentes en otras partes del Cono sur a la participación directa en la política
partidaria. La Iglesia basista, incluyendo tanto a los curas como a los activistas
comprometidos en movimientos sociales relacionados con las iglesias, desempeñó
un papel importante en la formación del Partido de los Trabajadores (PT) a
comienzos de la década de 1980, y también en la extensión del atractivo electoral
del PT, que le permitió trascender el núcleo de su apoyo en el centro industrial y
manufacturero de Sào Paulo y llegar al electorado mayor de la clase media urbana
y los campesinos menos urbanizados de las masas urbanas, donde los viejos
fantasmas del populismo continúan acechando los esfuerzos de un moderno
partido de izquierda. A partir de entonces el PT ha tenido una fortuna variable y
tornadiza, con éxitos en las elecciones municipales de varias de las principales
ciudades (Sào Paulo, Fortaleza, Victoria en 1992) y fracasos en las elecciones
parlamentarias nacionales, mientras que su carismático líder Lula quedó dos
veces en un honroso segundo lugar en las elecciones presidenciales. Muchos

23
activistas de la fraternidad de las ONG no ocultan sus simpatías y su apoyo al PT
e incluso a grupos particulares dentro de él, y si bien imposible conocer su número
y su peso, lo importante es que las culturas de las ONG en Brasil no ve con malos
ojos este tipo de compromiso partidario. En Chile, ahora que terminó el periodo de
gobierno militar, las ONG, se reservan sus preferencias políticas, un poco a la
manera de los grupos de presión y de beneficencias europeas y estadounidenses.

Las ONG brasileñas, no dependen tanto como las de otros países de consultas y
asociaciones con organizaciones nacionales e internacionales políticamente
sensibles, en ocasiones han emprendido solas campañas de gran notoriedad. En
las campañas contra la violencia y el hambre, las ONG asumen la dirección de
campañas no partidarias pero indudablemente políticas, en que por lado logran
obtener el apoyo de grandes empresas mientras por el otro difunden el mensaje
de que para resolver los problemas del hambre y la violencia la sociedad tiene que
cambiar, por que las obras de caridad y la buena voluntad no son suficientes. En
Chile la participación política de las ONG culminó con el referéndum de 1989,
cuando el pueblo votó por no permitir que Pinochet continuara en su cargo, y
muchas ONG pusieron su personal y su capacidad de participación y de
concientización al servicio de la campaña por el “No”.

Por consiguiente vemos que en Brasil el discurso de protesta, discrepancia y


movilización popular, con su fuerte énfasis basista, encuentra ahora un
contrapunto en un discurso diferente del movimiento de las ONG, que sin embargo
no incluye claramente una transición sin dificultades el mundo de las asociaciones
de tipo comercial / asesoramiento / subcontratación. Ese contrapunto es más bien
una reacción a una política pos autoritaria pero todavía no satisfactoriamente
democrática, donde la ciudadanía sigue siendo más un privilegio que un derecho,
y la construcción de la sociedad civil enfrenta obstáculos serios en la política
clientelista y la corrupción, sobre todo en las instituciones relacionadas con las
libertades básicas, concretamente el aparato judicial y la policía. Más que en el
resto del Cono Sur, en Brasil las ONG están preocupadas por mantener vivas

24
grandes cuestiones políticas pero, rehuyendo las falsas y divisionistas, se
concentran en las que generan consenso y no necesariamente provocan
respuestas partidarias: la ciudadanía, el hambre y la violencia.

Hasta ahora hemos observado cómo en algunos países el problema de la


democracia posautoritaria se da por resuelto en sus líneas generales de manera
que aún cuando todavía queda mucho por hacer, hay en la sociedad fuerzas
nuevas que cuestionan la capacidad de las instituciones y la cultura política
existentes para hacerlo. En otros países, principalmente Brasil, hay voces
poderosas que afirman que las instituciones y la cultura políticas están lejos de
ser aceptables, y aquí, en lugar de entrara en una coexistencia pacífica con el
neoliberalismo, muchas ONG hablan abiertamente e incluso adaptan nuevos
métodos para movilizar opinión a fin de hacerse oír, llegando a obtener dinero de
grandes empresas y a cooperar con los gobiernos estatales y con el federal, ya
no como asesoras o subcontratistas sino en pie de igualdad, legitimadas por la
opinión pública que han reunido en su apoyo.

Otras variantes se presentan en México, donde el problema de la democracia y el


autoritarismo continúa sin resolverse en un nivel muy profundo. El partido del PRI
tiene décadas de experiencia en las artes de la cooptación y la represión, y son
muy pocas las opiniones políticas que no pueden encontrara un nicho de vasta
arquitectura Por eso no ha sido fácil hallar en México un espacio como el que las
ONG abrieron en Brasil, por que ese espacio en buena parte esta ocupado por el
propio gobierno: para paliar los efectos de los cambios estructurales que estaba
haciendo, el gobierno de Salinas creó el programa Solidaridad, dirigido por un
peso pesado político, el infortunado Luis Donaldo Colosio, trágicamente asesinado
en 1994 durante su campaña presidencial como sucesor designado de Salinas.
Igual que el Gobernador del estado brasileño de Ceare que impulsó el uso de los
métodos basistas descritos más arriba, y sin duda con similar interés en los
posibles beneficios políticos, Solidaridad parece tomar prestado ocasionalmente
los métodos de concientización y participación de las ONG . Además, Solidaridad

25
y sus promotores también se proponían combatir; minar o simplemente remplazar
los hábitos políticos considerados como formas “tradicionales” de clientilismo; el
programa operaba por fuera del sistema tradicional de patronazgo del PRI,
utilizando personal más tecnocrático para asignar y administrarlos muy
sustanciosos fondos de que disponía, y profundizando así el proceso de
centralización del patronazgo y del poder que ha sido evidente en los últimos años
en el sistema político mexicano. Los caciques locales estaban siendo relegados, y
como era de esperar sobrevino la discordia política, cuyo punto más notable fue la
separación del PRD.

Se observa también en México un elemento de preocupación por la autonomía


frente al aparato estatal, que muestra que dentro del aparato oficial hay elementos
capaces de mantenerse independientes del PRI, de los gobernadores estatales y
las autoridades municipales, y alentar a la sociedad civil a producir una dirigencia
capaz de ser un interlocutor del estado. Así, desde 1990 el Instituto Nacional
Indigenista (INI) estimuló la creación alrededor de cien “consejos directivos” de
organizaciones locales indígenas, algunas de ellas con amplia base de miembros
dirigentes activos en política, y el personal del INI pudo protegerlos de las
presiones de las redes clientelares establecidas. Esos consejos administran los
desembolsos y los aspectos operativos relacionados con fondos aunque no la
decisión de desembolsar, e incluso en Chiapas, que tiene la más autoritaria de las
estructuras de poder de los estados, han logrado mantener cierto grado de
libertad. En un frente más amplio, desde la década de 1980 México ha visto crecer
la práctica de la concertación social, por la cual administradores estatales
demostraron una disposición limitada pero sin precedentes a ceder legitimidad a
grupos autónomos de ciudadanos mediante la celebración de acuerdos formales e
informales, patrón que alcanzó particular predominio después de los temblores de
1985 en la ciudad de México. Una vez más, pues, encontramos que el espacio
que las ONG podrían considerar como suyo es ocupado por el Estado, o más
específicamente, en el caso mexicano, por fracciones e instituciones
semiautónomas dentro de un aparato estatal vasto y multifacético.

26
Hasta aquí nos hemos concentrado en las ONG como actores sociopolíticos,
explorando la medida en que pueden ser descritas como portadoras de ciertos
valores, y cómo, mediante su peculiar forma de operar y su inserción en un
movimiento social mundial, están en posición de diseminar esos valores en la
sociedad. Pero también ha habido frecuentes alusiones a las actividades más
mundanas por medio de las cuales las ONG subsisten y toman parte en el negocio
del desarrollo, como socios, asesores, subcontratistas, etc., y es ese campo el que
pasamos a examinar ahora.

27
V. CRISIS DE LEGITIMACIÓN DE LAS ONG

Ya hemos visto que gran número de ONG, en un principio aparentemente sin


haberlo planeado, se deslizó hacia una gama de relaciones de asociación con la
comunidad oficial del desarrollo, tanto nacional como internacional, a tal punto que
ahora su papel de “socios renuentes” ha llegado a ser una preocupación principal.
Una vez que entraron a participar en el mundo de la administración de proyectos
tuvieron que tomar personal y desarrollar capacidad administrativa, de bodoque el
impulso empezó a autoperpetuarse. Algunas han llegado a ser instituciones de
grandes dimensiones, como DESCO en Perú o GIA en Chile, con variadas
capacidades de realizar investigación, publicar, manejar centros de
documentación, gestar proyectos, influir en debates políticos, etc. Ésas ya son
capaces de automantenerse, pero otras, más pequeñas, más especializadas y
quizá sobre todo más estrechamente dependientes para su financiamiento de una
o dos ONG internacionales, han pasado a ser vulnerables a modificaciones de las
prioridades de la comunidad internacional del desarrollo, y a veces ocurre que de
año para otro un organismo simplemente las abandona cuando cambia la moda.
En esas circunstancias, tanto su papel como el contenido de su acción empiezan a
cambiar: mientras que al principio respondían a las demandas de la base, del
pueblo, y encontraban que la mera existencia de una demanda de la base era
suficiente para legitimar una propuesta, ahora tienen que ir ellas mismas y
convencer a las bases de que determinado tipo de proyectos es apropiado para
ellas, incómodamente concientes de que quizás eso esa solamente porque ha
cambiado “la moda del mes”. Un año es el medio ambiente, al siguiente son las
mujeres así.

Las ONG encuentran además que va perdiendo gradualmente su legitimidad


“opcional”. Se vuelve cada vez más difícil afirmar que ofrecen una alternativa a los
modelos predominantes de desarrollo agrícola, y esto se debe en parte a su propio
éxito y en parte a las limitaciones con que operan. Su éxito consiste en la

28
adopción, por la comunidad oficial internacional del desarrollo, de buena parte de
lo que hace unos pocos años aparecía como disidente –proyectos en pequeñas
escala, proyectos para mujeres, proyectos ecológicos-, y las propias ONG, que
ahora figuran en lugar promitente en la agenda de las instituciones oficiales, son
objeto de persistentes atenciones por parte de esas instituciones ¿qué tienen para
ofrecer que sea diferente?

Ese éxito además, representa una limitación, que surge del hecho de que el
campo de acción de las ONG se ha estrechado. Hubo una época en que un
proyecto podía ser presentado, e incluso entendido, como una contribución a un
proceso mayor de concientización y cambio político: en el apogeo de la
persecución política, un grupo de personas que hacían casi cualquier cosa en
común, juntas, por ese mismo hecho estaban destacándose y haciendo una
afirmación política. Podía ser una cocina popular o un taller de artesanías, pero en
todos los casos había una especie de corriente política oculta, y las arpilleras
(aquellos bordados famosos que llegaron a ser símbolo de la resistencia chilena)
tenían como tema la persecución, el hambre o el desempleo. Pero después las
cosas cambiaron: las arpilleras tenían que ser vendidas, comercializadas,
exportadas, reproducidas en postales, las fuentes de financiamiento se secaron
cuando por fin terminó la persecución, y el lado “de negocio” pasó a consumir más
tiempo. Del mismo modo, al principio los intelectuales iban al campo a organizar
cooperativas y allí se encontraban con ex compañeros de días de Unidad Popular
o de alguna otra prehistoria de compromiso político, y juntos inventaban un
proyecto como forma de continuar la lucha, pero en realidad era simplemente un
plan político -económico de supervivencia, y una respuesta de emergencia. De
nuevo, con el tiempo pasaron a predominar las exigencias de “vivir de un
proyecto”.

El resultado es que actualmente cierto tipo de ONG – que es justamente el tipo de


la mayoría de las organizaciones no gubernamentales del área andina y
Centroamérica- está en crisis de legitimación de supervivencia financiera y, en

29
realidad, de proyecto ideológico9. La legitimidad de esas ONG está en crisis
porque procesos de democratización de profundidad y sustentabilidad variadas
han llevado a los aparatos estatales a asumir – o reasumir – su papel desarrollista,
al tiempo que elementos tecnocráticos dentro del Estado, se volvían al uso de
métodos de las ONG en la administración de proyectos y programas de bienestar
social. La superviviencia financiera de las ONG está en peligro debido al eterno
problema del financiamiento blando: sus proyectos sin fuertes en capital pero
débiles en cuanto a proveer el indispensable ingreso de mantenimiento que paga
maestros para las escuelas, médicos y enfermeras para los hospitales, agrónomos
para los programas de crédito, etc. Y su identidad ideológica como encarnaciones
de un proyecto democrático está en crisis por que en un cultura cada vez más
democrática también se cuestiona la responsabilidad, por que las ONG no son
elegidas por nadie y sin embargo afirman hablar en nombre de grupos sociales
como los pobres, los agricultores, el pueblo, etc.

9
Anthony Beddington, Crisis y caminos: reflexiones heréticas sobre las ONG, el estado y un desarrollo rural
sustentable en América Latina, La Paz; NOGUB-Cotesu, 1995.

30
VI. ONG COMO ORGANISMOS DEMOCRÁTICOS

Seria injusto saltar de las anteriores observaciones a la afirmación de que las


ONG de alguna manera “no son democráticas”. Igual que cualquier otro organismo
de beneficencia, surgen de un proceso de formación de opinión y aglomeración de
interés en una particular coalición o colectividad. Su legitimidad no se basa en
ningún criterio mayoritario o electoral de representación, sino más bien en una
afirmación de representatividad que es resultado del juego entre una inmensa
interacción con sus bases y un manejo hábil de las relaciones públicas, la imagen
y la presentación. Sólo se puede establecer por la afirmación repetida mediante la
comunicación con su base y de expresiones tangibles de apoyo de ésta, así como
por medio de la propagación razonablemente exitosa de su mensaje o de los
méritos de su causa, entre el gran público nacional e internacional. Entonces
paradójicamente, necesitan consultar a sus bases en forma más intensa y regular
que los partidos políticos. ¿No nos ha dicho una y otra vez la investigación
empírica que la opinión pública ve a los partidos con notorio cinismo, deplorando
el contraste entre sus asiduas atenciones en época electoral y su evidente
desinterés por sus partidarios durante los largos años que transcurren entre las
elecciones? de hecho las ONG también pueden ganar apoyo simbólico mediante
los contactos en múltiples niveles que las distinguen de otros tipos de
organizaciones de la sociedad civil y la política; es decir, pueden obtener los
medios para mostrar que gozan del apoyo popular gracias al apoyo material que
reciben de “arriba” en la “jerarquía del desarrollo”, concretamente de instituciones
del estado o de instituciones internacionales. En suma, la propaganda y la
mercadotecnia son rasgos centrales del plan de supervivencia de las ONG.

31
VII. CRÍTICAS A LAS ONG

Si así como las ONG sostienen su legitimidad, es evidente que también pueden
perderla. Son vulnerables a la competencia entre ellas mismas, que venden todas
una causa o una versión diferentes de una causa similar, así como la competencia
del Estado. En relación con las políticas institucionales están en una posición
similar a las de las actividades económicas informales en relación con las
formales: el sector de las ONG, igual que el “sector informal”, se caracteriza por la
facilidad del ingreso, pero también por una inseguridad mayor que la del sector
formal.

Otra crítica a las ONG arroja algunas dudas sobre su tan alabada eficiencia.
Estudios recientes que pusieron a prueba opiniones hasta entonces aceptadas, en
10 11
los Andes peruanos y bolivianos y en Chile, muestran una tasa de retorno
negativa en el primer caso y un “impacto cero” en las familias campesinas en el
segundo; sin duda los resultados son cuestionables desde el punto de vista
metodológico y otros, pero plantean claramente la cuestión de la supervivencia
financiera de las ONG, ahora que consideran su propia eficiencia como un “punto
de venta”. Medir esa eficiencia es difícil, por que sus objetivos no son iguales a los
de un proyecto del gobierno – que contempla un beneficio social de algún tipo
medido en términos de “ costos y beneficios”- ni a los de un negocio privado: las
ONG pueden defender legítimamente lo que hacen con base en su carácter
experimental, ya que pueden estar poniendo a prueba nuevos enfoques o nuevos
métodos con la esperanza de que, si demuestran su efectividad, los retomen
otros, por ejemplo organismos gubernamentales. Sin embargo, habría que hacer
algunas preguntas sobre la eficiencia – por ejemplo sobre los usos alternativos
que podrían darse a esos recursos-, y también sobre el dudoso supuesto de que
como las ONG son bastante baratas en comparación con otros agentes y
organismos existentes, son, por eso mismo, más eficientes. A veces se puede
10
N. van Nieker, El desarrollo rural en los andes, Leiden, University of Leiden Studies in Development,
1994.
11
R. López, Determinants of rural poverty. A quantitative analysis for Chile, Washionton, Banco Mundial,
1995, Inedito

32
perdonara los observadores por pensar que si las ONG utilizaran personal más
profesional o con mayor experiencia, lo que costaría más dinero por otra parte
también se puede sostener razonablemente que el propio idealismo y sacrificio de
su personal constituye una parte de su contribución, y que pasar a un estilo
totalmente gerencial minaría la causa de las ONG, especialmente la de las
“alternativistas” y “disidentes” Otra crítica que se oye actualmente en algunos
países se refiere a los salarios del personal de las ONG o a su estilo de vida. Esto
no debe causar sorpresa; los profesionales de las ONG quizá no ganen lo mismo
que el personal de una empresa multinacional con las mismas calificaciones, pero
sí tienen un nivel de vida razonable tipo clase media, e incluso es posible que
vivan algo mejor que los profesionales universitarios, cuyos salarios han caído
mucho en la mayoría de los países de la región. Sin embargo, en comparación con
los pobres que afirman servir, son gente de clase media. La verdadera razón para
quejarse no es esa diferencia de ingreso entre los intermediarios de las ONG y su
clientela popular, sino más bien sus efectos laterales, a saber, que crea una
distancia social entre los clientes o beneficiarios y el personal de las ONG, y por el
contrario, a los ojos de los potenciales beneficiarios, expresa una intimidad entre
ese personal y los representantes de organismos internacionales. Esas relaciones
de poder son reales y sólo pueden ser superadas mediante la competencia entre
las ONG, la que a su vez las conduciría a ser más comerciales y menos altruistas.

En la actualidad los recursos de las ONG suelen asignarse sin apelar a


mecanismos de mercado, y existe el riesgo de que, como intermediarias, puedan
utilizar su posición para manipular las decisiones de su clientela, o para
monopolizar el control de los recursos ofrecidos por determinados organismos o
para determinados grupos o tipos de beneficiarios. En cierta medida esto debe ser
un resultado inevitable de la estructura descrita más arriba: los organismos
internacionales necesitan desembolsar fondos, necesitan información y pericia, y
evidentemente no pueden utilizar un mecanismo de mercado para resolver ese
problema, de manera que la discreción, la pericia y la confianza tienen un peso
muy grande en ese mundo más bien pequeño y ocasionalmente incestuoso.

33
Este elemento de confianza puede adoptar también un carácter político e
ideológico, provocando la acusación de “clientelismo ideológico”. No es raro que
los organismos de Europa Occidental o de Estados Unidos, y sus funcionarios,
tengan sus ideas favoritas, sus teorías favoritas y sus socios favoritos. En la
comunidad receptora de las ONG y las organizaciones populares, por otra parte,
no escasean las personas dispuestas a responder a esas proyecciones más o
menos ilusorias del otro idealizado y sus ideas y cultura. En la literatura de la
comunidad del desarrollo disidente leemos acerca de culturas en peligro de
desaparición, de pueblos despojados de prácticas y rituales antiquísimos,
arrojados violentamente a un medio competitivo y destructivo de masificación y
trabajo alienado, y es de esa comunidad de donde provienen los que quieren
salvar o rescatar esas culturas en peligro de desaparición. Son herederos de ideas
de autenticidad, de lealtad a las raíces de la civilización, de herencia, que son
características inescapables de la cultura europea. En Estados Unidos esa
búsqueda y preservación de las raíces ha llegado al punto en que se convierte de
sumarse a la autoconciencia de remembranza y recuperación simbólica del
pasado. La cultura de las ONG en América Latina está indisolublemente unida a la
proyección del pueblo, o de cierta imagen del pueblo, entre los basistas católicos y
entre otros que, volviendo la espalda a las fallas del corporativismo y de la política
electoral competitiva, ponen en el pueblo y en su supuesta inocencia su
esperanzas de renacimiento de un ideal patriótico. A todos ellos el pueblo- o las
secciones del pueblo que reciben las atenciones de los portadores de la
proyección- les responde hasta cierto punto con complicidad, entrando en el juego
y desempeñando el papel que se le asigna. Pero la reacción opuesta no es menos
plausible: ocasionalmente puede llegar un punto en una relación particular en que
la clientela, o quizá su dirigencia que hace poco llegó a la madurez, percibe que
ese “jugar el juego”, con manipulación de ideas de autenticidad y alternatividad,
produce beneficios decrecientes, y entonces dicen “basta”. Sin embargo, puede
decirse que, al hacerlo, están dando testimonio del éxito de las ONG, cuyo ideal
de autonomía ha sido alcanzado, por fin, no siempre de manera satisfactoria para

34
su amor propio, pero ciertamente en formas que deberían darles argumentos
incluso contra sus mayores detractores.

35
VIII. CONCLUSIÓN

El desprestigio de la política en América Latina sumado con la crisis económica o


la retracción del Estado, han abierto un espacio para el surgimiento de
organizaciones no gubernamentales (ONG).

Es indudable el aporte de estas al proceso de democratización y al control del


sector publico y privado. Con sus consejos, el presupuesto participativo, las
organizaciones que defienden los derechos humanos, del consumidor, o del
ambiente, la sociedad interviene mas en los asuntos del Estado, aun cuando no se
trate de sustituirlo.

El movimiento, se define por su desempeño paralelo al del Estado y de la empresa


privada. Sin embargo, a medida que gana experiencia conquista la confianza de
muchos gobiernos y compañías particulares que comienzan a trabajar con ellos de
manera articulada. Los presidentes y candidatos a la presidencia mencionan ahora
mas a las ONG en sus discursos, como manera de legitimar su acción de gobierno
y también de incorporar a sus políticas el consejo y estructura de control que
aportan estas organizaciones.

Las ONG son requeridas como intermediarias entre el Estado y la sociedad para
luchar contra la corrupción, desburocratizar el Estado, defender el ambiente, los
derechos del consumidor, para que la ayuda social llegue a los que más la
necesitan o para que las políticas publicas conlleven una perspectiva de género.
También las empresas privadas empiezan a confiar en ellas como alternativa, aun
cuando hay quienes advierten sobre el riesgo de que se crea que la eficiencia de
estas podría sustituir a las políticas que constituyen funciones indelegables del
Estado.

Las ONG han crecido en los últimos años y han ganado influencia en áreas tan
diversas como los derechos humanos, cuestiones de genero, la educación, el

36
ambiente, la pobreza y la pesca. La retirada del Estado de la defensa del bien
común y la desconfianza en los políticos tienden a aumentar la expectativa de la
gente en las ONG y, por lo tanto, las responsabilidades que estas asumen.

Para las ONG que trabajan en cuestiones relacionadas con la pobreza, el


desarrollo social, el sida, la infancia y las mujeres, la globalización económica trae
también una mayor conexión con el mundo y permite tender redes entre los
sectores afectados por problemas comunes. Las ONG intercambian estrategias
para lograr que los problemas se reviertan se intercambian en reuniones. Así, las
experiencias se replican, adaptadas a las distintas realidades.

La perdida de prestigio de los partidos políticos tradicionales permite a las ONG


aparecer como una vía de participación ciudadana mas atractiva y flexible en
defensa de los intereses de los distintos grupos.

En Costa Rica, las limitaciones que se presentan en cuanto a las ONG tienen que
ver con la inestabilidad en la política tributaria, la discrecionalidad por parte de la
autoridad tributaria en el manejo de trámites y el desconocimiento del gobierno y
del público en general del impacto de las labores que llevan a cabo las ONG.
Con este trabajo, se ha podido demostrar como ha sido viable la
institucionalización del Sector ONG como un agente importante y pertinente dentro
del desarrollo de la sociedad;

Con este trabajo, se espera haber generado conciencia sobre la importancia que
tiene la actividad de las ONG para el desarrollo social, económico y cultural de los
países.

37
BIBLIOGRAFÍA

Anthony Beddington, “Crisis y caminos: reflexiones heréticas sobre las ONG, el


estado y un desarrollo rural sustentable en América Latina”, La Paz; NOGUB-
Cotesu, 1995.

Ana María Doimo,: “Movimientos sociales y participación política de Brasil pos –


70”, Río de Janeiro, Relume Dumara, 1995, p. 158.

Alain Touraine, “Production de société”, París, Éditions du Senil, 1973.

Isaac Enríquez Pérez, “El proceso de desarrollo, el Estado y las transformaciones


de las políticas sociales ante la globalización, La insignia. México, 2002.

Menno Vellinga, “El cambio del papel del Estado en America Latina”, siglo veintiuno
editores, México, 1997.

Richard Marin, Dom Helder Cámara: “Los poderosos y los pobres. Para una
historia de la iglesia de los pobres en el noreste de Brasil” (1955-1985), París,
Editions de lÁtelier/ Editions Ouvieres, 1995.

Rubem Cesar Fernades y Leandro P. Carneiro, “Las ONGS años 90: una opinión
de los dirigentes brasileiros”, Río de Janeiro, ISER, 1991.

N. van Nieker, “El desarrollo rural en los Andes” Leiden, University of Leiden
Studies in Development, 1994.

Texto conseguido en internet, “ONG serán menos, mejores y más”, dirección


electrónica: Cultural Center Demos © 2000 - htttp://www.algonet.se/~demos

38

También podría gustarte