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LA MITOLOGÍA EN LA LITERATURA

Los mitos son una manifestación folclórica que precedió a la literatura. Con el
paso del tiempo, la mitología aparece en las composiciones convertida en un elemento
literario. La literatura sirve de medio para reinterpretar los mitos y actualizarlos,
adecuándolos a la sociedad del momento.
En la lírica primitiva podemos encontrar una gran diversidad de leyendas. En las
jarchas, unas breves composiciones que se encontraban al final de las moaxajas, las
protagonistas pueden hacer alusión a una mitología que permitiese la realización de su
amor, como es el caso de leyendas amorosas o sobre el destino. Por otro lado, en las
cantigas también encontramos la alusión a leyendas que ayuden a los protagonistas a
cumplir sus objetivos.
Con la aparición de la poesía épica, nos encontramos ante el resurgimiento de las
leyendas sobre héroes que luchan por conservar su nombre y dar fin a sus aventuras
exitosamente. Los cantares de gesta narran los sucesos, tanto históricos como
legendarios, que ocurren en torno a un héroe que representa los valores de su pueblo. El
Cantar de Mio Cid es uno de los cantares de gesta más representativos y se relaciona
enteramente con una leyenda. La obra está basada en la vida de Rodrigo Díaz de Vivar,
y cuenta la historia del Cid, un caballero, y héroe castellano. Sin embargo, la historia
fue manipulada, para que fuera más épica.
La oposición al mester de juglaría es el mester de clerecía. Este último fue una
escuela poética conformada por clérigos y personas cultas, que componían obras
eruditas con métrica fija y cuya temática era mayoritariamente religiosa. La última obra
considerada parte del mester de clerecía fue El libro del buen amor, escrita por el
Arcipreste de Hita. En esta obra, el autor habla sobre el amor y, para ejemplificar su
desarrollo, hace referencia a obras anteriores. Entre estas obras podemos encontrar la
alusión a la historia de Pigmalión y Galatea. La protagonista reza a Venus para lograr la
correspondencia de su amor. Este es un claro ejemplo de introducción de la mitología
como ingrediente o elemento literario.
En la poesía lírica del siglo XV se produce la vuelta a los clásicos. Este hecho
conlleva el resurgimiento de la mitología grecolatina en las composiciones literarias.
Tenemos un gran ejemplo en Juan de Mena y su obra El laberinto de la fortuna, donde
el autor versa su viaje a través de la rueda de la fortuna hacia el pasado, el presente y el
futuro.
Con el paso del tiempo nos encontramos ante La Celestina de Fernando de
Rojas, una obra problemática debido a su autor, su género y su difusión. Fue traducida a
todas las lenguas romances de la época y dio lugar al género celestinesco y a
imitaciones. En La Celestina el papel de la magia es un tema muy estudiado. Por un
lado, hay quienes lo consideran simplemente una nota de la época un tanto ingenua,
mientras que para otros desempeña una función muy importante. La diferencia reside en
considerar o no el amor de Melibea hacia Calisto como un producto de las artes mágicas
de Celestina. Ambas perspectivas están justificadas, pues el rechazo inicial de Melibea
podría deberse a la condición vergonzosa, mientras que la entrega de su amor a Calisto
sería consecuencia de los procedimientos mágicos que pone en marcha Celestina para
provocar la atracción entre los dos amantes, una práctica muy común en la época. Los
conjuros, de naturaleza demoníaca (se dirige directamente a Plutón), convierten a
Celestina en un híbrido entre hechicera y bruja, rodeada de ponzoñosos ungüentos,
aceites y fórmulas mágicas.
En cuanto a la narrativa, En el siglo XVI tenemos dos grandes conjuntos de
literatura. Uno de ellos, la vertiente más habitual, más común, es la novela idealista.
Dentro de esta categoría encontramos las novelas de ficción, de carácter fantástico,
caballeresco y amoroso, que describen un mundo ideal de personajes, paisajes,
acontecimientos y sentimientos. Podemos encontrar las novelas de caballerías, las
novelas bizantinas, las novelas pastoriles y las novelas moriscas. Las novelas de
caballerías vuelven a aludir a los héroes legendarios. Por otro lado, las novelas
bizantinas trataban de imitar a los clásicos, tomando modelos de las novelas griegas.
Aquí encontramos historias sobre parejas que se ven separados a la fuerza, pero
terminan reencontrándose. En el caso de las novelas moriscas, también encontramos
alusiones a leyendas en torno a la lucha entre moros y cristianos. Los maravillosos
mundos que retrata la novela idealista van a desatar una fuerte crítica en un contexto
histórico en el que la literatura no se ajusta al ambiente decadente que prima en este
siglo. Es así como surgirá la novel realista, la otra vertiente, como un intento por parte
de la sociedad de ver retratada su verdadera situación en la literatura. En la novela
realista no vamos a encontrar grandes ejemplos de mitología, puesto que, como retrata
su nombre, las composiciones literarias tratan sobre la realidad. Debido a esto, en El
Lazarillo de Tormes no vamos a encontrar ninguna referencia a la mitología.
El Barroco es un movimiento oscuro. El siglo XVII se resume a grandes rasgos
como una época grotesca, de contrastes, de luces y de sombras. El barroco tiene una
doble faz, que traerá consigo uno de los períodos más florecientes en cuanto a pintura,
literatura, arquitectura y moda de nuestro país. Este movimiento se caracteriza por ser
un periodo de mayor artificio estético, caracterizado por la exageración, la
desproporción y la comicidad grotesca. El Barroco es el momento de la Simulación, del
Trampantojos, el juego de espejos que deforman la realidad. En cuanto a la lírica,
encontramos una poesía artificiosa y desproporcionada. En Góngora encontramos de
nuevo la famosa vuelta a los clásicos, que el autor emplea para proporcionar
complejidad a sus obras. Este sería el caso de su famosa Fábula de Polifemo y Galatea.
Dentro del teatro barroco podemos encontrar a Calderón de la Barca, con su
famosa obra La vida es sueño. Esta es una representación que trata enteramente sobre lo
que es o no la verdad. El tema principal de la obra es el destino y el libre albedrío.
Calderón sigue fuentes de los más famosos cuentos orientales: Las mil y una noches, El
conde Lucanor, mito de la caverna platónica... En el momento que se integran en su
obra adquieren un significado totalmente novedoso. También entra en el mundo
conflictivo de la interpretación de los sueños: el protagonista, Segismundo, no es capaz
de diferenciar entre lo que es real y lo que forma parte de un sueño.
En el Barroco encontramos El Quijote, obra de gran reconocimiento a nivel
mundial, donde tenemos a un protagonista que, tras leer una cantidad ingente de novelas
de caballerías, se vuelve loco y comienza la aventura de convertirse en caballero. Esta
obra hace alusión a las leyendas sobre héroes que consiguen el amor de una dama. Sin
embargo, no las referencia de forma positiva, ya que Cervantes, el autor, hace una
profunda crítica a todas esas leyendas y a las novelas de caballerías. El autor quiere
hacer que los lectores piensen que los héroes legendarios y las novelas de caballerías te
vuelven loco y terminarán por lograrte la muerte.

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