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TEMA 8.

KANT
Immanuel Kant es el filósofo más im­ bierno prusiano, a raíz de la
portante de la Edad Moderna. Nace segunda edición de su libro La
en Königsberg (Prusia Oriental) en Religión dentro de los límites de la
1724. En el colegio Fridericianum cursa mera razón (1794), a consecuencia del
estudios clásicos y científicos; aquí, lo cual Kant es acusado por el rey
mismo que en su casa, Kant se mueve Federico Guillermo II de atacar los
dentro del espíritu religioso del fundamentos de la teología bíblica y
pietismo. En 1740 ingresa en la del cristianismo, no hay en la vida de
universidad de Königsberg, donde asiste Kant hechos externos destacables. Kant
a cursos de diversas materias: no sale nunca de la Prusia Oriental.
matemáticas, filosofía, teología, física. Lleva una vida muy metódica, dedicada
Cuando finaliza sus estudios, trabaja al estudio y a la enseñanza.
durante diez años como preceptor
privado. En 1755 obtiene lo que hoy se De la personalidad de Kant, destacan
llama grado de doctorado y comienza a su seriedad moral; su adhesión a
impartir cursos de diversas materias la idea del deber; el interés por cada
en la universidad de Königsberg. En una de las facetas de la cultura; la
1770 obtiene la plaza de profesor defensa de la libertad de pensamiento; en
ordinario de lógica y metafísica en política simpatiza con la guerra de la
esta misma universidad, cargo que Independencia de los americanos y
ejerce hasta los últimos años de su con la Revolución francesa. Kant es,
vida. Muere en 1804. por convicción moral, antimilitarista,
A excepción de su conflicto con el go­ pacifista y nada chovinista.

1. SU FORMACIÓN.
SU EVOLUCIÓN INTELECTUAL Y SU OBRA

En la universidad de Königsberg Kant es el período precrítico (el término «precríti­


formado en la filosofía wolffiana, llamada co» no es aquí sinónimo de a-crítico), en
habitualmente leibniziano-wolffiana. Más que Kant no está aún en posesión de su
tarde, Kant se desilusiona de esta filosofía, punto de vista filosófico propio, sino que
a lo cual contribuyen, no poco, el conoci­ se halla, más o menos, bajo la influencia
miento directo de la obra de Leibniz y la del sistema leibniziano-wolffiano, y el pe­
influencia de Hume. ríodo crítico o filosofía madura, expuesta
Un dato de suma importancia es el interés fundamentalmente en su tres Críticas.
de Kant por la física de Newton; en este Muchos autores distinguen, además de es­
sentido, hay que destacar la influencia de tos dos momentos, un momento inicial,
uno de sus profesores de la Universidad, en el que Kant se centraría en cuestiones
Martín Knutzen, que le empuja al estudio de índole científica, e incluso un último
de las obras de Newton. Newton es siem­ momento postcrítico. Pero, aparte de que
pre para Kant «el concepto personificado todas estas divisiones pueden inducir a
de la ciencia» (Cassirer). Kant no va a du­ simplificaciones excesivas, para una pri­
dar nunca de la validez de la física newto- mera presentación de Kant es suficiente la
niana, convicción que determina muchos división corriente entre filosofía precrí­
de sus planteamientos filosóficos. tica y filosofía crítica.
En cuanto a su evolución intelectual, es ya Entre las obras precríticas de Kant, desta­
tradicional la distinción de dos períodos: can las siguientes: Historia natural univer-
sal y teoría de los cielos (1755), donde mo la «Dissertatio de 1770», por ser la di­
Kant describe la formación del mundo a sertación presentada por Kant para su
partir de una nebulosa primitiva, una hi­ nombramiento como profesor titular de
pótesis que formularían unos años des­ lógica y metafísica en la universidad
pués Lambert (1761) y Laplace (1796); el de Kónigsberg.
Único argumento posible para una demos­ En esta obra, que marca el paso definitivo
tración de la existencia de Dios (1763), a su filosofía madura, Kant establece una
donde Kant habla de la metafísica como de neta distinción y separación entre conoci­
«un abismo insondable» y «un oscuro miento sensible e inteligible, cuyo objeto
océano sin orillas ni faros»; Ensayo sobre está más allá de lo sensible. En el conoci­
la claridad de los principios de la teología miento sensible distingue la materia, es
y la moral (1764), que escribe en respues­ decir, las sensaciones, y la forma, la cual
ta a un tema propuesto para concurso por la ordena los datos sensibles; la forma del
Academia de Berlín: «si las verdades conocimiento sensible viene dada, según
metafísicas pueden tener la misma evi­ Kant, por el espacio y el tiempo. En rela­
dencia que las de las matemáticas, y cuál ción con la naturaleza del espacio y el
sea la naturaleza de su certeza»; Kant reco­ tiempo existía una polémica entre el new-
noce que entre las matemáticas y la meta­ toniano Clarke y Leibniz; el primero sos­
física hay notables diferencias; con todo, tenía que espacio y tiempo son realidades
sostiene que la metafísica debe alcanzar la absolutas o propiedades reales de las co­
misma certeza que la matemática, lo cual sas; Leibniz sostenía que son sólo repre­
puede conseguirse imitando, no el método sentaciones, ideas confusas. Kant sale al
matemático, sino el método empleado por paso de dicha polémica, afirmando que es­
Newton en la ciencia de la naturaleza; pacio y tiempo son absolutos, pero no rea­
Sueños de un visionario esclarecidos por les. El espacio y el tiempo son intuiciones
los sueños de la metafísica (1766), una puras, esto es, sin contenido empírico;
obra que indica con toda claridad la sepa­ son formas a priori del sujeto, mediante
ración de Kant de la metafísica wolffiana, las cuales coordina los datos sensibles, po­
y donde hay ya importantes avances de su sibilitando así el conocimiento sensible.
concepción filosófica madura: Kant Kant conserva esta tesis en su Crítica de la
compara las pretensiones de la metafísica razón pura. En cuanto al conocimiento in­
especulativa tradicional a constituirse en teligible, aunque Kant no está aún en po­
fuente de conocimiento de una realidad sesión de su posición definitiva al respec­
suprasensible, que trasciende, por tanto, to, adelanta no obstante esta idea: se debe
los límites de la experiencia sensible, con adoptar como regla, no aplicar a realida­
las teorías del visionario sueco Sweden- des suprasensibles principios y conceptos
borg. Influido por la crítica de Hume, Kant propios del conocimiento sensible. Ahora
niega que la idea de causalidad sirva para bien, esto último constituye una de las
trascender la realidad sensible. Kant ideas centrales de la Crítica de la
adelanta la idea de que la metafísica, si as­ razón pura. Hasta aquí las obras
pira a ser científica, debe limitarse a ser precríticas más sobresalientes; de ellas,
una ciencia de los límites del conocimien­ hemos seleccionado aquellas ideas que
to humano, puestos en claro por la razón suponen de alguna manera un avance de
misma. Adelanta también la idea de que la su posición filosófica ulterior. En
moral no tiene su fundamento en ver­ adelante nos centraremos en su filosofía
dades metafísicas, tales como la inmortali­ crítica.
dad del alma, el premio o el castigo futu­
ros; los principios de la moral son autóno­ En 1781 aparece la primera edición de la
mos. Por último, hay que señalar su obra Crítica de la razón pura, a la que
de 1770, De la forma y los principios del siguen con vertiginosa rapidez las
mundo sensible e inteligible, conocida co­ demás grandes obras de Kant:
Prolegómenos a toda metafísica futura
(1783), que es una expo-
sición más breve y sencilla de la doctrina obras kantianas; pero Kant escribe tam­
de la primera Crítica; Fundamentación de bién números opúsculos, artículos, cartas,
la metafísica de las costumbres (1785), etcétera. De los escritos menores de Kant
donde Kant presenta su teoría ética en un merecen especial mención los siguientes:
lenguaje mucho más accesible que el de Idea de una historia universal en
su otra gran obra ética; Primeros princi­ sentido cosmopolita y Respuesta a la
pios metafísicos de la ciencia natural pregunta, ¿qué es la Ilustración?, ambos
(1786); la segunda edición de la Crítica de de 1784, que versan sobre filosofía de la
la razón pura (1787); Crítica de la historia; por último, el escrito La paz
razón práctica (1788), la gran obra ética de perpetua (1795), que expresa el
Kant; Crítica del juicio (1790); la Religión pensamiento político de Kant.
dentro de los límites de la mera razón En los últimos años de su vida, Kant in­
(1793); Metafísica de las costumbres tenta una revisión y reformulación de su
(1797), cuya primera parte versa sobre sistema; pero muere antes de poner tér­
los fundamentos metafísicos de la mino a esa empresa. Las notas destinadas
doctrina del derecho; Antropología desde a tal fin son publicadas por Erich Adickes
el punto de vista pragmático (1798); el en 1920, con el título de Opus posthu-
Conflicto de las facultades, del mismo mum.
año. Estas son las grandes

2. LA «CRÍTICA DE LA RAZÓN PURA»

La Crítica de la razón pura, la primera • Segunda división: La dialéctica tras­


de las tres Críticas kantianas, versa sobre cendental.
el conocimiento o filosofía teórica. No sólo II. Doctrina trascendental del método.
es una de las tres obras más importantes
de Kant, las otras dos son la Crítica de la
ra ­ zón práctica y la Crítica del juicio,
sino también una de las obras más 2.1. Punto de par tida:
importantes de la historia de la filosofía. el pr oblema de
Aquí no podemos entrar en un estudio la metafísica fr ente a
detallado de esta obra; nos limitaremos a
señalar su planteamiento general y sus te­ la incuestionabilidad
mas más significativos. de las ciencias
La estructura general de la Crítica de la
razón pura es la siguiente: «Hubo un tiempo en que esta cien­
cia (la metafísica), era llamada la
—Prólogo, que en las ediciones actuales se reina de todas las ciencias y, si se
incluye el de la primera edición (1781) y toma el deseo por la realidad, cier-
el de la segunda (1787). 5 tamente merecería tan honroso
—Introducción. nombre, por la importancia prefe­
rente de su objeto. La moda es aho­
I. Doctrina elemental trascendental. ra mostrarle el mayor desprecio...
Primera parte: La estética trascen­
dental. Ahora, después de haber ensayado
Segunda parte: La lógica trascen­ 10 en vano todos los caminos (según se
dental. cree), reina el hastío y un completo
indiferentismo...
• Primera división: La analítica tras­
cendental. Es inútil, en efecto, fingir indiferen-
cia ante semejantes investigaciones, Y precisamente en estos últimos co-
15 cuyo objeto no puede ser indiferen­ 65 nocimientos, que se salen del mun­
te a la naturaleza humana... Esa in­ do de los sentidos y en donde la ex­
diferencia, empero, que se produce periencia no puede proporcionar ni
en medio de la prosperidad de to­ hilo conductor ni rectificación algu­
das las ciencias y que ataca precisa- na, es donde están las investigacio-
20 mente aquélla, a cuyos conocimien­ 70 nes de nuestra razón, que nosotros
tos —si pudiéramos adquirirlos— consideramos por su importancia,
renunciaríamos menos fácilmente como mucho más excelentes y su­
que a ningunos otros, es un fenó­ blimes en su intención última que
meno que merece atención y refle- todo lo que el entendimiento puede
25 xión. Es evidentemente el efecto no 75 aprender en el campo de los fenó­
de la ligereza, sino del juicio madu­ menos. Y aún en ellas nos atreve­
ro de la época, que no se deja sedu­ mos a todo, corriendo el peligro de
cir por un saber aparente: es una errar, antes que abandonar investi­
intimación a la razón para que em- gaciones tan importantes por mo­
30 prenda de nuevo la más difícil de 80 tivo de duda o por menosprecio e
sus tareas, la del propio conoci­ indiferencia. [Estos problemas ine­
miento, y establezca un tribunal vitables de la razón pura son Dios,
que la asegure en sus pretensiones la libertad y la inmortalidad. La
legítimas y que en cambio acabe ciencia, empero, cuyo último pro­
35 con todas las arrogancias infunda­ 85 pósito, con todos sus armamentos,
das, y no por medio de afirmacio­ se endereza sólo a la solución de
nes arbitrarias, sino según sus eter­ esos problemas, llámase metafísica,
nas e inmutables leyes. Este tribu­ cuyo proceder, al comenzar, es
nal no es otro que la Crítica de la dogmático, es decir, que sin previo
40 razón pura misma. 90 examen de la capacidad o incapaci­
dad de la razón para una empresa
Por tal no entiendo una crítica de tan grande, emprende confiada su
los libros y de los sistemas, sino de realización].» (Crítica de la
la facultad de la razón en general, razón pura, Introducción, III, o. c., p.
respecto de todos los conocimientos 30.)
45 a que ésta puede aspirar indepen­ En su Crítica de la razón pura y en
dientemente de toda experiencia', los Prolegómenos Kant comienza
por lo tanto, la crítica resuelve la refiriéndose a la situación de hecho de la
posibilidad o imposibilidad de una metafísica: la metafísica es hoy un campo
metafísica en general, y determina, de constantes disputas, no hay
so no sólo las fuentes, sino también la unanimidad entre sus partidarios; todo
extensión y límites de la misma.» esto hace que la metafísica esté hoy
(Crítica de la razón pura, Prólogo a desacreditada, que sea objeto, no ya sólo
la primera edición, en 1781, Ed. de desprecio, sino incluso de indiferencia.
Porrúa, México, 1979, pp. 5-6.)
Sin embargo, esta apreciación no significa
55 «... ciertos conocimientos abando­ que Kant rechace sin más la metafísica; al
nan incluso el campo de todas las contrario, Kant insiste en que no es posi­
experiencias posibles y, mediante ble, si se reflexiona seriamente, mostrarse
conceptos para los cuales no puede indiferente ante los objetos de que trata la
ser dado en la experiencia ningún metafísica: Dios, la libertad y la inmortali­
so objeto correspondiente, parece que dad. La razón no puede renunciar o apar­
amplifican la extensión de nuestros tarse fácilmente de esas cuestiones; la ra­
juicios por encima de todos los lími­ zón tiende inevitablemente, de manera
tes de la experiencia. natural, a plantearse esos temas.
Pero entonces, ¿qué es lo que Kant pone previa crítica de las facultades humanas
en entredicho en la metafísica? El segun­ de conocer, que Kant llama, por eso mis­
do texto lo expresa con claridad; lo que mo, metafísica dogmática; y la metafísica,
Kant pone en entredicho es la pretensión en tanto que producto de una tendencia
de la metafísica a ofrecer conocimiento natural de la razón, que a Kant le merece
científico de esos objetos, unos objetos que todo el respeto del mundo. Hay en la Crí­
están más allá de toda experiencia. tica de la razón pura otros sentidos
Así pues, ¿es posible obtener conocimien­ más del término metafísica; pero de
to de realidades suprasensibles? Según momento es suficiente con los dos
apuntados.)
Kant, la metafísica tradicional no ha duda­
do de ello; para él, en cambio, no está del Así pues, la cuestión previa a solucionar
todo claro. Por eso, es necesario —antes de es: ¿cómo es posible la ciencia? La forma
pronunciarse a favor o en contra— em­ como Kant aborda esta cuestión, es la si­
prender una investigación que ponga en guiente: la ciencia está formada por jui­
claro las capacidades de la razón. Kant va cios; entonces, habrá que ver qué tipo de
a someter a la razón ante el tribunal de sí juicios son capaces de fundamentar el co­
misma; sólo así podrá asegurarse respecto nocimiento científico o qué clase de jui­
de sus pretensiones legítimas y acabar de cios hay de hecho en la ciencia.
una vez con arrogancias infundadas. Tal
es lo que Kant lleva a cabo en su Crítica de Pero, antes de responder a esta cuestión,
la razón pura. Kant establece lo que puede considerarse
como su planteamiento general sobre el
¿De qué forma orienta Kant sus investiga­ conocimiento, su posición o concepción
ciones? Dice Kant, «esa indiferencia... se general del mismo.
produce, empero, en medio de la prospe­
ridad de todas las ciencias». En efecto, el
punto de partida de Kant es su convicción 2.2. La concepción
de que la validez de las ciencias kantiana
—matemática y física— es incuestionable.
Y el camino que va a seguir en su Crítica del conocimiento
de la razón pura es, a grandes rasgos, el
siguiente: como la validez de las ciencias Las cuestiones de que vamos a tratar en
es un hecho, hay que preguntarse en pri­ los dos apartados que siguen, no sólo son
mer lugar cómo son posibles las ciencias fundamentales dentro de la Crítica de la
—no si son posibles, pues que son posibles razón pura, sino que constituyen además
es un hecho, sino cómo son posibles, es algo así como el nervio o hilo conductor
decir, qué es lo que hace que estas cien­ de esta obra.
cias constituyan conocimiento válido; di­
cho de otro modo, cuáles son sus condicio­
nes de posibilidad—; una vez que sepamos 2.2.1. El conocimiento
cómo son posibles la matemática y la físi­
ca, habrá que ver si en la metafísica se
como compuesto
dan o no esas mismas condiciones. Si de dos elementos,
se dan, entonces la respuesta acerca de la el empír ico
legitimidad de las pretensiones de la meta­ y el a priori
física será positiva; de lo contrario, la
respuesta será negativa. «No hay duda alguna de que todo
nuestro conocimiento comienza con
(Ya se habrá notado que Kant habla de la la experiencia. Pues, ¿por dónde iba
metafísica en dos sentidos: la metafísica, a despertarse la facultad de cono-
en tanto que pretensión a ofrecer conoci­ 5 cer, para su ejercicio, como no fue­
miento de realidades suprasensibles, sin ra por medio de objetos que hieren
nuestros sentidos y ora provocan por
sí mismos representaciones, ora po­ cesitaba esperar la experiencia de
nen en movimiento nuestra capaci- su caída real. Mas totalmente a
10 dad intelectual para compararlos, o 60 priori no podía saberlo. Pues tenía
separarlos y elaborar así, con la ma­ que saber de antemano por expe­
teria bruta de las impresiones sensi­ riencia que los cuerpos son pesados
bles, un conocimiento de los objetos y, por tanto, que cuando se les qui­
llamado experiencia? Según el tiem- ta el sostén, caen.
15 po, pues, ningún conocimiento pre­
cede en nosotros a la experiencia y 65 En lo que sigue, pues, entendere­
todo conocimiento comienza con mos por conocimientos a priori no
ella. los que tienen lugar independiente­
mente de esta o aquella experien­
Mas si bien todo nuestro conoci- cia, sino absolutamente de toda
20 miento comienza con la experien­ 70 experiencia. A éstos opónense los
cia, no por eso origínase todo él en conocimientos empíricos o sea los
la experiencia. Pues bien podría ser que no son posibles más que a pos-
que nuestro conocimiento de expe­ teriori, es decir, por experiencia.
riencia fuera compuesto de lo que
25 recibimos por medio de impresio­ De entre los conocimientos a priori,
nes y de lo que nuestra propia fa­ 75 llámanse puros aquellos en los cua­
cultad de conocer (con ocasión tan les no se mezcla nada empírico.
sólo de las impresiones sensibles) Así, por ejemplo, la proposición: to­
proporciona por sí misma, sin que do cambio tiene su causa, es una
3o distingamos este añadido de aquella proposición a priori, mas no es pu­
materia fundamental hasta que un 80 ra, porque el cambio es un concep­
largo ejercicio nos ha hecho atentos to que no puede ser sacado más que
a ello y hábiles en separar ambas de la experiencia.» (Crítica de la r a ­
cosas. zón pura, Introducción, I, o. c., pp.
27-28.)
35 Es, pues, por lo menos, una cues­
tión que necesita de una detenida
investigación y que no ha de resol­ Todo nuestro conocimiento comienza con
verse enseguida a primera vista, la la experiencia, pero no por eso se origina
de si hay un conocimiento semejan- todo él en la experiencia. Esta frase com­
40 te, independiente de la experiencia
pendia el planteamiento peculiar de Kant
y aun de toda impresión de los sen­ acerca del conocimiento. El conocimiento
tidos. Esos conocimientos llámanse comienza con la experiencia, esto es, con
a priori y distínguense de los empí­ las impresiones sensibles, las cuales cons­
ricos, que tienen sus fuentes a pos- tituyen la materia del conocimiento; aho­
ra bien, no por eso el conocimiento proce­
45 teriori, a saber, en la experiencia.
de todo él de la experiencia, pues las im­
Aquella expresión, empero, no es presiones, en el momento mismo en que
bastante determinada para señalar las recibe el sujeto, son informadas por su
adecuadamente el sentido todo de propia facultad cognoscitiva. De manera
la cuestión propuesta. Pues hay al- que el conocimiento resulta de la composi­
5o gunos conocimientos derivados de ción de dos elementos: uno, que procede
fuentes de experiencia, de los que de fuera de nosotros, que es el dato empí­
suele decirse que nosotros somos a rico o elemento a posteriori; y otro, que es
priori partícipes o capaces, de proporcionado por nuestra facultad de co­
ellos... Así, de uno que socavare el nocer, con ocasión de las impresiones sen­
55 fundamento de su casa, diríase que sibles, y que es el elemento a priori. Natu­
pudo saber a priori que la casa se ralmente, ambos elementos sólo son dis-
vendría abajo, es decir, que no ne- cernibles mediante la reflexión.
Este planteamiento tiene importantes con­ del sujeto. En el ejemplo propuesto por
secuencias y responde a inquietudes pro­ Kant: «todo cambio tiene una causa», el
fundas, que tienen como marco de refe­ elemento empírico es la noción de cam­
rencia las conclusiones a que había llega­ bio; el elemento a priori es la noción de
do Hume: Hume afirmaba que la única causa.
fuente de conocimiento de los hechos es la Ahora bien —y esto es muy importante—,
experiencia; ahora bien, la experiencia es lo a priori no significa tampoco innato; los
incapaz de fundar necesidad; la conclu­ elementos a priori del conocimiento no
sión es que nuestro conocimiento de he­ son ideas innatas, es decir, ideas que po­
chos es sólo probable. Kant está de acuer­ sea el sujeto antes de toda experiencia; lo
do con el empirismo en que el punto de a priori es independiente de la experien­
partida del conocimiento son las impresio­ cia, en tanto que no es derivado de ella,
nes sensibles; también está de acuerdo pero aparece tan sólo con ocasión de la
en que estas por sí solas no pueden experiencia; y este aparecer sólo con oca­
fundamentar nada con carácter necesario y sión de la experiencia es constantemente
universal; ahora bien, no está de acuerdo subrayado por Kant.
con la conclusión de que el conocimiento
tiene un valor meramente probable; Kant Pues bien, la identificación de esos ele­
está muy convencido del valor mentos a priori del conocimiento es lo
necesario y universal del conocimiento — que Kant lleva a cabo en su Crítica de la
las ciencias, como veremos más adelante, razón pura-, es, sin duda, una empresa im­
constituyen un ejemplo evidente de ello—. portante, porque en dichos elementos está
La solución kantiana es que la necesidad en juego el valor necesario del conoci­
y universalidad del conocimiento no le miento. Tal investigación recibe el nom­
vienen dados a este por el lado de su bre de «trascendental», un término central
componente empírico, sino por el lado en toda la filosofía crítica de Kant. Aun­
de su componente a priori, que Kant no utiliza este término siempre
proporcionado por la facultad de conocer en el mismo sentido, ya que a veces apa­
del sujeto. rece como sinónimo de «trascendente»; se
Antes de seguir adelante es conveniente puede establecer que «trascendental» no es
precisar un poco más lo que Kant entien­ para Kant lo mismo que trascendente: lo
de por elementos a priori o conocimientos «trascendente» está más allá de toda expe­
a priori (expresión esta última muy utili­ riencia posible; por ejemplo, la idea de al­
zada por Kant, pero que puede conducir a ma es trascendente; lo trascendental, en
confusión; nosotros utilizaremos la expre­ cambio, es independiente de la experien­
sión «elementos a priori»). En primer lu­ cia, pero entra en comunicación con ella,
gar, Kant explica que no habla de a priori posibilitando así el conocimiento. Investi­
en e1 sentido en que lo hacemos cuando gación trascendental equivale a investiga­
decimos, por ejemplo, que uno que socava ción de las condiciones puras a priori, que
los cimientos de una casa, sabe a hacen posible el conocimiento, investiga­
priori que esta se caerá; pues esto no lo ción de las condiciones de posibilidad del
sabe el sujeto en cuestión totalmente a conocimiento.
priori, sino que supone un conocimiento Hay que decir, por último, que la caracte­
previo, que tiene por base la experiencia rización del conocimiento como compues­
pasada; es a priori respecto de esa to de elemento empírico y elemento a
experiencia concreta, mas no a priori priori satisface los dos requisitos que Kant
respecto de toda experiencia. Lo a priori exige para el conocimiento científico: am­
no es aquello que es independiente de pliar nuestro conocimiento de la realidad
esta o aquella experiencia particular, sino (elemento empírico) y ser universal y ne­
lo que es absolutamente independiente de cesario (elemento a priori). Sobre esto vol­
toda experiencia. vemos, al hablar de los juicios sintéticos a
En una palabra, lo a priori no deriva de la priori.
experiencia, sino de la facultad de conocer
2.2.2. Un tema r elacionado las matemáticas y a la física por el camino
con el elemento seguro de la ciencia: «Comprendieron (se
a priori refiere a Galileo, Torricelli, Stahl) que la
razón no conoce más que lo que ella mis­
del conocimiento:
ma produce según su bosquejo; que debe
la r evolución adelantarse con principios de sus juicios
coper nicana según leyes constantes, y obligar a la na­
turaleza a contestar a sus preguntas, no
empero dejarse conducir como con anda­
«Hasta ahora se admitía que todo dores; pues de otro modo, las observacio­
nuestro conocimiento tenía que re­ nes contingentes, los hechos sin ningún
girse por los objetos; pero todos los plan bosquejado de antemano, no pueden
ensayos, para decidir a priori algo venir a conexión en una ley necesaria,
5 sobre éstos, mediante conceptos, que es, sin embargo, lo que la razón busca
por donde sería extendido nuestro y necesita. La razón debe acudir a la natu­
conocimiento, aniquilábanse en esa raleza llevando en una mano sus princi­
suposición. Ensáyese, pues, una vez, pios, según los cuales tan sólo los fenóme­
si no adelantaremos más en los pro- nos concordantes pueden tener el valor de
10 blemas de la metafísica admitiendo leyes, y en la otra el experimento, pensa­
que los objetos tienen que regirse do según aquellos principios; así consegui­
por nuestro conocimiento, lo cual rá ser instruida por la naturaleza, mas no
concuerda ya mejor con la deseada en calidad de discípulo que escucha todo
posibilidad de un conocimiento a lo que el maestro quiere, sino en la de
15 priori de dichos objetos... ocurre juez autorizado, que obliga a los testigos
con esto como con el primer pensa­ a contestar a las preguntas que les hace.
miento de Copérnico, quien, no Y así la misma física debe tan provecho­
consiguiendo explicar bien los mo­ sa revolución de su pensamiento, a la
vimientos celestes si admitía que la ocurrencia de buscar (no imaginar) en
20 masa toda de las estrellas daba vuel­ la naturaleza, conformemente a lo que la
tas alrededor del espectador, ensa­ razón misma ha puesto en ella, lo que ha
yó si no tendría mayor éxito ha­ de aprender de ella y de lo cual por sí
ciendo al espectador dar vueltas y misma no sabría nada. Sólo así ha logrado
dejando en cambio las estrellas in- la física entrar en el camino seguro de
25 móviles.» (Crítica de la razón pura, una ciencia». (Ib., p. 13.)
Prólogo a la segunda edición (1787),
o. c., p. 14.)
Sin duda, la moderna física cuántica sus­
cribiría hoy este claro y precioso texto.
La posición, según la cual la necesidad y
universalidad del conocimiento viene del Ahora bien, la revolución propuesta por
lado de nuestra facultad cognoscitiva, exi­ Kant no significa que el objeto sea mera
ge, a juicio de Kant, la previa aceptación creación del sujeto o que el objeto se re­
de esta hipótesis: a saber, que no es el ob­ duzca a las ideas del sujeto; lo único que
jeto quien conforma o rige al sujeto cog- hace el sujeto es conformar el objeto a su
noscente, sino que es éste quien conforma modo propio de conocer, a la forma natu­
o rige al objeto. Kant llama a esta hipóte­ ral de ser y proceder de su facultad cog­
sis «revolución copernicana»; porque es noscitiva. Además, Kant distingue entre la
análoga a la que Copérnico llevó a cabo cosa en su relación con el sujeto cognos-
con su teoría heliocéntrica. Ahora bien, la cente y la cosa fuera de su relación con el
aceptación de esta hipótesis no es algo ca­ sujeto cognoscente, es la famosa distinción
rente de sentido; según Kant, una revolu­ kantiana entre fenómeno y cosa en sí, de
ción semejante es la que ha encauzado a la cual trataremos más adelante.
2.3. Cómo son posibles La adición de un predicado seme­
las ciencias. jante da, pues, un juicio sintético.
Los juicios sintéticos Los juicios de experiencia, como ta­
a priori les, son todos sintéticos. Sería efecti-
so vamcnte absurdo fundamentar en
«En todos los juicios en donde se la experiencia un juicio analítico,
piensa la relación de un sujeto con pues no he de salir de mi concepto
el predicado (refiriéndome sólo a para formular el juicio, y no necesi­
los afirmativos, pues la aplicación to para ello, por tanto, testimonio
5 a los negativos es luego fácil), es esa 55 alguno de la experiencia. La propo­
relación posible de dos maneras. sición: un cuerpo es extenso, es una
O bien el predicado B pertenece al proposición que subsiste a priori y
sujeto A como algo contenido (ocul­ no es juicio alguno de experiencia.
tamente) en ese concepto A; o bien, Pues antes de ir a la experien-
10 B está enteramente fuera del con­ cia, tengo ya en el concepto todas
cepto A, si bien en enlace con el las condiciones para mi juicio, y del
mismo. En el primer caso llamo al concepto puedo sacar el predicado
juicio analítico-, en el otro, sintético. por medio del principio de contra­
Los juicios analíticos (los afírmate dicción, pudiendo así mismo tomar
15 vos) son.pues,aquellos en los cuales «5 conciencia al mismo tiempo, de la
el enlace del predicado con el sujeto necesidad del juicio, cosa que la ex­
es pensado mediante identidad. periencia no podía enseñarme*.
Aquellos, empero, en que este enla­ En cambio, aunque yo no incluya en
ce es pensado sin identidad, deben el concepto de un cuerpo en
20 llamarse juicios sintéticos. Los pri­ general
meros pudieran también llamarse 70 el predicado de la pesantez, aquel
juicios (le explicación, los segundos, concepto, sin embargo, señala un
juicios de ampliación, porque aqué­ objeto de la experiencia... Puedo co­
llos no añaden nada con el predica- nocer antes analíticamente el con­
25 do al concepto del sujeto, sino que cepto de cuerpo, mediante los ca-
lo dividen tan sólo, por medio de 75 racteres de la extensión, de la impe­
análisis, en sus conceptos-partes, netrabilidad, de la figura, etc., que
pensados ya (aunque confusamente) todos son pensados en ese concepto.
en él; los últimos, en cambio, aña- Ahora bien, si amplifico mi conoci­
30 den al concepto del sujeto un predi­ miento y me vuelvo hacia la expe-
cado que no estaba pensado en él y 80 riencia, de donde había separado
no hubiera podido sacarse por aná­ ese concepto de cuerpo, encuentro,
lisis alguno. unida siempre con los anteriores ca­
racteres, también la pesantez, y la
Por ejemplo, si yo digo: todos los añado, pues, como predicado, sinté­
35 cuerpos son extensos, es éste un jui­ 85 ticamente a aquel concepto.
cio analítico. Pues no he de salir Es, pues, en la experiencia en donde
fuera del concepto que uno al cuer­ se funda la posibilidad de la
po, para hallar la extensión como síntesis del predicado de la pesantez
enlazada con él, sino que tan sólo con el concepto de cuerpo, porque
40 tengo que analizar aquel concepto... ambos
En cambio, si yo digo: todos los 90 conceptos, aun cuando el uno no
cuerpos son pesados, entonces el está contenido en el otro, sin embar­
predicado es algo enteramente dis­ go, como partes de un todo (a sa­
tinto de lo que pienso en el mero ber, la experiencia que es ella mis­
45 concepto de un cuerpo en general. ma una unión sintética de las intuí-
* Este subrayado no es de Kant.
g
. dones) pertenecen uno a otro, si Decíamos que la cuestión inmediata a so­
bien sólo por modo contingente*. lucionar era la de «cómo es posible la cien­
cia», y que Kant iba a abordar esta cues­
tión, atendiendo a la clase de juicios que
Pero en los juicios sintéticos a pr iori están en la base de la ciencia.
falta enteramente esa ayuda... Tó­
mese esta proposición: todo lo que Pues bien, Kant distingue, en primer lu­
100 sucede tiene una causa. En el con­ gar, entre juicios analíticos y juicios sinté­
cepto de algo que sucede pienso ticos. Los juicios analíticos (por ejemplo,
ciertamente una existencia, antes «todos los cuerpos son extensos») son aque­
de la cual precede un tiempo, etc., llos en que el predicado está explícita o
y de aquí pueden sacarse juicios implícitamente contenido en el concepto
105 analíticos. Pero el concepto de una del sujeto; en los juicios sintéticos, en
causa [está enteramente fuera de cambio (por ejemplo, todos los cuerpos
aquel concepto y] me ofrece algo son pesados), el predicado está enteramen­
distinto del concepto de lo que suce­ te fuera del concepto del sujeto. Por eso,
de y no está, por tanto, contenido se puede llamar a los primeros juicios de
110 en esta última representación. ¿Có­ explicación, ya que aquí el predicado no
mo llego a decir de lo que sucede en añade nada al concepto de sujeto, sino que
general algo enteramente distinto y sólo explica o explicita lo contenido en és­
a conocer cómo perteneciente a ello te; y a los segundos, juicios de ampliación,
(y hasta necesariamente) el concep- porque aquí el predicado sí añade algo
115 to de causa, aun cuando no se halle nuevo al concepto del sujeto. Si en esta se­
contenido en ello ? ¿Cuál es aquí la gunda clase de juicios, eso nuevo que se
incógnita .r, sobre la cual se apoya añade al concepto del sujeto es tomado de
el entendimiento cuando cree en­ la experiencia, esto es, si la síntesis entre
contrar fuera del concepto A un el predicado y el sujeto se funda en la ex­
120 predicado B extraño a aquel con­ periencia (que es el caso del ejemplo, «to­
cepto y lo considera, sin embargo, dos los cuerpos son pesados»), entonces se
enlazado con él? La experiencia no trata de juicios sintéticos a posteriori, y la
puede ser, porque el principio cita­ conexión entre el sujeto y el predicado no
do añade esta segunda representa­ es necesaria ni universal, sino contingente-,
125 ción a la primera, no sólo con más en los juicios analíticos la conexión en­
universalidad de la que la experien­ tre sujeto y predicado es necesaria y uni­
cia puede proporcionar, sino tam­ versal.
bién con la expresión de necesidad*
y, por tanto, enteramente a priori y Pero Kant distingue una tercera clase de
130 por meros conceptos. Ahora bien, juicios: los juicios sintéticos a priori (por
en semejantes principios sintéticos, ejemplo, «todo lo que sucede tiene una
es decir, de amplificación, descansa causa»). En esta clase de juicios el predica­
todo el propósito de nuestro conoci­ do no está contenido en el concepto del
miento especulativo a priori-, pues sujeto, sino que añade algo nuevo a éste;
135 los analíticos, si bien altamente im­ y, en tal sentido, son sintéticos y, en con­
portantes y necesarios, lo son tan secuencia, ampliativos. Pero aquí el predi­
sólo para alcanzar aquella claridad cado («causa», según el ejemplo) no está to­
de conceptos, que se exige para una mado de la experiencia, la síntesis entre el
síntesis segura y extensa*, que sea predicado y el sujeto no puede fundarse
140 una adquisición verdaderamente en este caso en la experiencia, porque el
nueva.» [Crítica de la razón pura. predicado añade al concepto del sujeto
Introducción, IV, o. c., pp. 31-33.) universalidad y necesidad, caracteres que
la experiencia no puede proporcionar. Es,
* Este subrayado no es de Kant. por tanto, un juicio sintético, pero no a
posteriori, sino a priori. Dicho brevemen­ que no pensaba en él. La proposi-
te, el predicado («causa») no procede de la 20 ción no es, por tanto, analítica, sino
experiencia, sino a priori de la facultad de sintética y, sin embargo, pensada a
conocer. priori. Así también en las demás
Pues bien, después de haber visto cómo proposiciones, que constituyen la
entiende Kant el conocimiento (a saber, parte pura de la física.» (Crítica de
como compuesto de elemento empírico y 25 la razón pura, Introducción, V, o.
elemento a priori, puesto por nuestra fa­ c., pp. 35.)
cultad de conocer) y qué requisitos exige
al mismo (ampliar nuestro conocimiento
y tener valor universal y necesario), se 2.4. Delimitación
comprenderá por qué para Kant los úni­
cos juicios, capaces de fundamentar el co­ del pr oblema general
nocimiento científico, son los juicios sinté­ de la «Cr ítica
ticos a priori: los juicios analíticos son de la r azón pur a»:
necesarios y universales, pero no amplían
nuestro conocimiento; los juicios sintéti­ ¿Cómo son
cos a posteriori amplían nuestro conoci­ posibles
miento, pero no son ni universales ni ne­
cesarios. Sólo los juicios sintéticos a priori los juicios sintéticos
amplían el conocimiento, por ser sintéti­ a priori?
cos, y poseen valor universal y necesario, Estructuración
por ser a priori.
de dicho pr oblema
Aunque en la actualidad muchos filósofos «Mucho se gana ya cuando se logra
niegan la existencia de juicios o proposi­ reducir a la fórmula de un sólo pro­
ciones sintéticas a priori, por ejemplo, los blema una multitud de investiga­
lógicos y los empiristas y positivistas, el ciones. Pues bien, el problema pro-
hecho es que Kant está convencido de la 5 pió de la razón pura está encerrado
existencia de juicios' sintéticos a priori. en la pregunta: ¿cómo son posibles
Kant está convencido de que las matemáti­ juicios sintéticos a priori?
cas y la física contienen juicios sintéticos a Si la metafísica hasta ahora ha per­
priori como principios: manecido en un estado tan vacilan-
io te de inseguridad y contradiccio­
«Quiero adelantar tan sólo un par nes, es porque el pensamiento no se
de proposiciones como ejemplos: planteó este problema... Ahora bien,
que en todas las transformaciones se mantendrá en pie o se derrum­
del mundo corporal la cantidad de bará, según la solución que se le dé
5 materia permanece inalterada, o 15 a este problema...
que en toda comunicación del mo­
vimiento tienen que ser siempre En la solución del anterior proble­
iguales la acción y la reacción. En ma está al mismo tiempo compren­
ambas, no sólo la necesidad y por dida la posibilidad del uso puro de
10 ende el origen a priori está claro, la razón en la fundación y desarro-
sino que se ve claramente también 20 lio de todas las ciencias que encie­
que son proposiciones sintéticas. rran un conocimiento a priori teóri­
Pues en el concepto de materia no co de los objetos, es decir, la contes­
pienso la permanencia, sino sólo la tación a estas preguntas: ¿Cómo es
15 presencia de la materia en el espacio, posible la matemática pura? ¿Cómo
llenándolo. Así pues, salgo real­ 25 es posible la física pura? (Crítica de
mente del concepto de materia, la razón pura, Introducción, VI, o.
para pensar a priori unido a él, algo c., pp. 35-36.)
Si los únicos juicios capaces de fundar co­ 2.5. La estética
nocimiento son los juicios sintéticos a tr ascendental.
priori, es lógico que Kant se pregunte:
¿cómo son posibles estos juicios? He aquí Rasgos gener ales
él problema que la razón debe solucionar
a partir de ahora. Una vez más hay que «Sean cualesquiera el modo y los
decir que Kant no se pregunta «si son po­ medios con los que un conocimien­
sibles», ya que está convencido de que ta­ to se refiera a sus objetos, la refe­
les juicios existen en la matemática y en la rencia inmediata —que todo pensar
física. Precisamente la pregunta, «cómo 5 busca como medio— se llama intui­

son posibles los juicios sintéticos a priori», ción. Pero ésta no se verifica sino en
vale sólo para la matemática y la física, cuanto el objeto nos es dado. Mas
pues en el caso de la metafísica no es tan esto, a su vez, no es posible [para
evidente que haya este tipo de juicios, de nosotros hombres, por lo menos],
manera que aquí la pregunta es más bien 10 sino mediante que el objeto afecte

si se dan o no las condiciones para la for­ al espíritu de cierta manera. La ca­


mulación de juicios sintéticos a priori. pacidad (receptividad) de recibir re­
presentaciones por el modo como
Pues bien, al desarrollo de este problema somos afectados por objetos, lláma-
responde la estructura general de la Críti­ 15 se sensibilidad. Así pues, por medio
ca de la razón pura (naturalmente en lo de la sensibilidad nos son dados ob­
que se refiere a la parte primera de la jetos y ella sola nos proporciona in­
misma, la «Doctrina trascendental de los tuiciones; por medio del entendi­
elementos»): miento, empero, son ellos pensados
20 y en él se originan conceptos. Pero
Estética trascendental: aquí estudia Kant todo pensar tiene que referirse ya
cómo se da la síntesis de lo empírico y lo directa, ya indirectamente [...] en
a priori al nivel de la sensibilidad; mues­ último término a intuiciones, por lo
tra cuáles son las formas a priori de la tanto, en nosotros a la sensibilidad,
sensibilidad y cómo son posibles los jui­ 25 porque ningún objeto puede sernos
cios sintéticos a priori de la matemática. dado de otra manera.
Analítica trascendental: se estudia la sín­ El efecto de un objeto s obre la capa­
tesis de experiencia y a priórico, al nivel cidad de representación, en cuanto
del entendimiento, los conceptos puros del somos afectados por él, es sensa-
entendimiento o categorías, y se muestra 3o ción. Aquella intuición que se refie­
cómo son posibles los juicios sintéticos a re al objeto por medio de la sensa­
priori de la física. ción, llámase empírica. El objeto in­
Dialéctica trascendental: aquí se trata del determinado de una intuición em­
nivel de la razón; Kant muestra cómo a pírica, llámase fenómeno.
este nivel no hay síntesis experiencia-a
priórico, sino Ideas de la razón; 35 En el fenómeno, llamo materia a lo
muestra en qué consiste el recto uso de que corresponde a la sensación; pe­
éstas y combate su uso ilegítimo o abuso. ro lo que hace que lo múltiple del
fenómeno pueda ser ordenado en
Sensibilidad, entendimiento y razón, no ciertas relaciones, llámolo la forma
son tres facultades distintas, sino más bien 40 del fenómeno. Como aquello en
tres modos de aplicación de la facultad de donde las sensaciones pueden orde­
conocer. Más tarde se verá que sensibili­ narse y ponerse en una cierta for­
dad y entendimiento cubren el campo del ma, no puede, a su vez, ser ello
conocimiento, mientras que la razón per­ mismo sensación, resulta que si
tenece ya al campo del pensamiento. 45 bien la materia de todos los fenó-

377
menos no nos puede ser dada más sensaciones. Kant llama sensibilidad a la
que a posteriori, la forma de los capacidad de ser afectado el sujeto por las
mismos, en cambio, tiene que estar realidades externas. Por medio de la sensi­
toda ella ya a priori en el espíritu y, bilidad nos son dados los objetos exterio­
50 por tanto, tiene que ser considerada res. De manera que todo conocimiento de
aparte de toda sensación. objetos supone la sensibilidad como paso
previo, pues solo a través de esta nuestro
Llamo puras (en sentido trascen­ conocimiento se relaciona de modo inme­
dental) todas las representaciones diato con la realidad exterior.
en las que no se encuentre nada
55 que pertenezca a la sensación. Se­ El efecto de los objetos en la sensibilidad,
gún esto, la pura forma de las intui­ en tanto es afectada por ellos, son las sen­
ciones sensibles en general, en don­ saciones. Las sensaciones son, pues, dadas
de todo lo múltiple de los fenóme­ a posteriori y constituyen, según Kant, la
nos es intuido en ciertas relaciones, materia del conocer al nivel de la sensibi­
60 se hallará a priori en el espíritu. Es­ lidad. Pero nosotros no recibimos las sen­
ta forma pura de la sensibilidad se saciones en bruto, por decirlo de alguna
llamará también ella misma intui­ manera, sino que éstas se representan or­
ción pura. Así, cuando de la repre­ denadas en ciertas relaciones; eso que ha­
sentación de un cuerpo separo lo ce que las sensaciones aparezcan ordena­
65 que el entendimiento piensa en ella, das en ciertas relaciones es la forma. La
como sustancia, fuerza, divisibili­ forma no es dada a posteriori, sino que es­
dad, etc..., y separo también lo que tá ya a priori en el espíritu, como forma
hay en ella perteneciente a la sensa­ de la sensibilidad. (Kant llama también in­
ción, como impenetrabilidad, dure- tuición pura a la pura forma de la sensibi­
70 za, color, etc., entonces réstame de lidad; lo que llama intuición empírica hace
esa intuición empírica todavía algo, referencia a las sensaciones.) La síntesis de
a saber, extensión y figura. Éstas sensaciones o datos empíricos, como mate­
pertenecen a la intuición pura, la ria y forma a priori, es el fenómeno.
cual se halla en el espíritu a priori y La Estética trascendental es la ciencia de
75 sin un objeto real de los sentidos o los principios a priori o formas puras
sensación, como una mera forma de de la sensibilidad. Las formas puras o
la sensibilidad. principios a priori de la sensibilidad son,
A la ciencia de todos los principios según Kant, el espacio y el tiempo.
a priori de la sensibilidad, llamo yo Lo que Kant quiere decir con esto último
80 Estética trascendental... es más fácil de lo que parece; puede ex­
En esta investigación se hallará que presarse así: nosotros no percibimos las
hay, como principios del conoci­ cosas sensibles sino en el espacio y en el
miento, a priori, dos puras formas tiempo, esto es, ordenadas en ciertas rela­
de la intuición sensible, a saber, es­ ciones espacio-temporales. Espacio y tiem­
85 pació y tiempo, con cuya considera­ po son, pues, las condiciones de posibili­
ción vamos ahora a ocuparnos.» dad de toda experiencia, porque no es po­
(Crítica de la razón pura, «Estética sible ninguna experiencia que no esté bajo
trascendental», 1, o. c., pp. 41.) esas relaciones. Ahora bien —y esto es
muy importante—, espacio y tiempo no
Antes de nada, aclaremos el significado son, según Kant, propiedades objetivas de
general de los términos «estética» y «sen­ las cosas mismas, sino formas a priori de
sibilidad»: «estética» viene del griego la sensibilidad.
αἰσθητική ("aisthetiké"), que significa
«sensación»; el término «sensibilidad» se Kant demuestra la aprioridad del tiempo
suele usar en filosofía para designar la y el espacio mediante dos clases de argu-
capacidad de recibir
mentación, que denomina respectivamen­ cho que para Kant es un hecho, fuera de
te: exposición metafísica y exposición toda duda, que la geometría es una ciencia
trascendental. y que contiene juicios sintéticos a priori
como principios.
Nosotros vamos a aludir brevemente a la
demostración de la aprioridad del espacio Así pues, la aprioridad del espacio hace
(dejamos a un lado la relativa al tiempo, posibles los juicios sintéticos a priori de la
porque viene a ser análoga a la primera). geometría.

a) En primer lugar, «para que ciertas sen­ Igualmente, la aprioridad del tiempo hace
saciones sean referidas a algo fuera de mí posibles los juicios sintéticos a priori de la
(es decir, a algo en otro lugar del espacio aritmética.
que el que yo ocupo), y así mismo para En definitiva, Kant ha mostrado cómo son
que yo pueda representarlas como fuera posibles los juicios sintéticos a priori de la
[y al lado] unas de otras; por tanto, no solo matemática y, en consecuencia, cómo es
como distintas, sino como situadas en dis­ posible la matemática (geometría y arit­
tintos lugares, hace falta que esté ya a la mética) como ciencia.
base la representación del espacio»; esto
muestra, según Kant, que «el espacio no es Por supuesto, al tratar de la matemática
un concepto empírico sacado de experien­ en el plano de la sensibilidad, Kant no in­
cias externas». En segundo lugar, «no po­ tenta decir que en la matemática no inter­
demos representarnos nunca que no haya venga el entendimiento. Lo que quiere de­
espacio, aunque podemos pensar muy cir es que el fundamento necesario de las
bien que no se encuentren en él objetos proposiciones matemáticas son las formas
algunos»; esto muestra, a juicio de Kant, a priori de la sensibilidad.
que «el espacio es una representación ne­
cesaria, a priori, que está a la base de to­
das las intuiciones externas». El espacio es 2.6. La analítica
«la condición de la posibilidad de los fenó­ tr ascendental
menos» y no «una determinación depen­
diente de éstos». (Crítica de la razón pura,
2.7.1. La cooper ación
«Estética trascendental», 2, o. c., p. 42.)
de la sensibilidad
b) «La geometría es una ciencia que deter­ y el entendimiento
mina las propiedades del espacio sintética­
mente y, sin embargo, a priori. ¿Qué
en or den
tiene que ser, pues, la representación del al conocimiento
espacio para que sea posible semejante
«Nuestro conocimiento se origina en
conocimiento de él? ... Sólo nuestra expli­
dos fuentes fundamentales del espí­
cación hace concebible la posibilidad de la
ritu; la primera es la facultad de re­
geometría como conocimiento sintético a
cibir representaciones (la receptivi-
priori.» (Ib., 3, pp. 44-45.) En otras pala­
5 dad de las impresiones), la segunda
bras: los axiomas de la geometría (por
es la facultad de conocer un objeto
ejemplo, «con tres líneas se puede cons­
mediante esas representaciones; por
truir una figura “o” la línea recta es la
más corta entre dos puntos» —obsérvese
la primera nos es dado un objeto,
que en ambas proposiciones, y en las pro­
por la segunda, es éste pensado en
posiciones de la geometría en general, la
10 la relación con aquella representa­
ción (...).
noción de espacio es fundamental—) son
juicios sintéticos a priori; ahora bien, és­ Intuición y conceptos constituyen,
tos no se pueden explicar si no es admi­ pues, los elementos de todo nuestro
tiendo la aprioridad del espacio. Luego, el conocimiento; de tal modo, que ni
espacio es una forma a priori. Ya se ha di­ 15 conceptos sin intuición, que de al-
guna manera les corresponda, ni in­ multiplicidad de sensaciones situadas u
tuición sin conceptos, pueden dar ordenadas en el espacio y en el tiempo. He
un conocimiento... ahí la primera síntesis conseguida a nivel
de la sensibilidad.
Llamaremos sensibilidad a la recep-
20 tividad de nuestro espíritu para re­ Pues bien, el entendimiento va a operar
cibir representaciones, en cuanto sobre esa primera síntesis. Esta se presen­
éste es afectado de alguna manera; ta ahora como materia para los conceptos
llamaremos en cambio entendimien­ del entendimiento. En efecto, así como la
to a la facultad de producir noso- sensibilidad tiene sus propias leyes (las in­
25 tros mismos representaciones, o a la tuiciones puras del espacio y el tiempo),
espontaneidad del conocimiento. así también tiene el entendimiento las su­
Nuestra naturaleza lleva consigo yas propias, que son los conceptos puros o
que la intuición no pueda ser nunca categorías.
más que sensible, es decir, que en- El entendimiento refiere o encaja los datos
3o cierre sólo el modo como somos
múltiples de la sensibilidad en sus concep­
afectados por objetos. En cambio, es tos o categorías (por ejemplo, unidad, ne­
el entendimiento la facultad de pen­ gación, causalidad, existencia, etc.), origi­
sar el objeto de la intuición sensi­ nándose de esta forma una síntesis supe­
ble. Ninguna de estas dos propieda- rior, la cual constituye el conocimiento de
35 des ha de preferirse a la otra. Sin
los obj etos. (Ya se ha dicho que todos estos
sensibilidad, no nos sería dado obje­ pasos o niveles sólo son discernióles me­
to alguno; y, sin entendimiento, diante la reflexión.)
ninguno sería pensado. Pensamien­
tos sin contenidos son vanos, intui- El conocimiento resulta, pues, de la coope­
40 ciones sin conceptos son ciegas. Por ración entre la sensibilidad y el entendi­
eso es tan necesario hacerse sensi­ miento, y Kant insiste en que ambos son
bles los conceptos (es decir, añadir­ igualmente importantes para que haya co­
les el objeto en la intuición), como nocimiento: «Sin sensibilidad no nos sería
hacerse comprensibles las intuicio- dado objeto alguno; y, sin entendimiento,
45 nes (es decir, traerlas bajo concep­ ninguno sería pensado. Pensamientos sin
tos). Ambas facultades o capacida­ contenidos son vanos, intuiciones sin con­
des no pueden tampoco trocar sus ceptos son ciegas» (del texto de arriba);
funciones. El entendimiento no pue­
de intuir nada, y los sentidos no Si la ciencia de las reglas o leyes de la sen­
50 pueden pensar nada. Sólo de su sibilidad es la estética trascendental, la
unión puede originarse conocimien­ ciencia de las leyes del entendimiento es
to. No por eso, sin embargo, es líci­ —dice— la lógica. Pero la lógica que le in­
to confundir la aportación de cada teresa ahora a Kant no es la lógica formal,
uno, sino que hay fuertes motivos sino la lógica trascendental; la primera se
55 para separar y distinguir cuidado­ ocupa de los principios a priori del cono­
samente unos y otros. Por eso dis­ cimiento, haciendo abstracción de todo
tinguimos la ciencia de las reglas de contenido del mismo; y Kant piensa que,
la sensibilidad en general, es decir, así entendida, la lógica quedó definitiva­
la estética, de la ciencia de las re- mente constituida como ciencia ya desde
6o glas del entendimiento en general, Aristóteles. La lógica de que se ocupa
es decir, la lógica.» [Crítica de la ra ­ Kant es la lógica trascendental, la cual
zón pura, «Lógica trascendental», I, versa también sobre los conceptos y prin­
o. c., pp. 58-59.) cipios del entendimiento, pero en tanto
que referidos a objetos, es decir, en tanto
¿Qué es lo que tenemos o qué se ha conse­ que condiciones necesarias para pensar o
guido al nivel de la sensibilidad? Una conocer los objetos. Kant divide la lógica
trascendental en analítica trascendental y 3. Relación 3. De la r elación —
dialéctica trascendental; la primera, que —Categóricos. Inherencia y Sub­
llama también «lógica de la verdad», estu­ sistencia (Substan­
dia el recto uso de los conceptos y prin­ cia et accidens).
cipios del entendimiento; la dialéctica —Hipotéticos. —Causalidad y De­
trascendental, que Kant llama también, pendencia (causa y
«lógica de la apariencia», estudia el uso ile­ efecto).
gítimo o abuso de los mismos. —Disyuntivos. —Comunidad (acción
recíproca entre el
agente y el pacien­
2.6.2. Los conceptos pur os te).
o categor ías 4. Modalidad 4. De la modalidad
del entendimiento —Problemá­ —Posibilidad-Imposi­
ticos. bilidad.
«La filosofía trascendental tiene la —Asertóricos. -Existencia-No exis­
ventaja —pero también la obliga­ tencia.
ción— de buscar sus conceptos se­
—Apodícticos. —Necesidad-Contin­
gún un principio;... gencia.
5 ...el conocimiento de todo entendi­ (Ib. Segunda sec­ (Ib. Tercera sección,
miento, por lo menos, es un cono­ ción, 9, p. 66.) 10. p. 70.)
cimiento por conceptos... De estos
conceptos no puede el entendimien­
to hacer otro uso que el de juzgar En primer lugar, hay que hacer una neta
10 por medio de ellos... distinción entre conceptos como «hombre»,
...podemos reducir a juicios todas «casa», «animal», «mortal», etc., y conceptos
las acciones del entendimiento, de como «causa», «existencia», «negación», «rea­
modo que el entendimiento en ge­ lidad», etc. Los primeros son conceptos
neral puede representarse como empíricos, derivan de la experiencia; los
15 una facultad de juzgar. ...Las fun­ segundos no proceden de la experiencia,
ciones del entendimiento pueden, son conceptos puros o totalmente a priori,
pues, ser halladas todas si podemos modos básicos o categorías, según los cua­
exponer completamente las funcio­ les el entendimiento sintetiza los datos de la
nes de la unidad en los juicios.» (Crí- sensibilidad. Sobra decir que Kant se refiere
20 tica de la razón pura, «Analítica a esta segunda clase de conceptos.
trascendental», libro primero, pri­
Pues bien, la primera tarea de Kant en su
mer capítulo, o. c., pp. 65-66.)
Analítica trascendental es descubrir los
conceptos puros o categorías del entendi­
TABLA TABLA
miento. Kant encuentra el hilo conductor
DE LOS DE LAS para el descubrimiento de los mismos en
J UICIOS CATEGORÍAS el juicio.

1. Cantidad 1. De la cantidad Según expresa Kant con mayor claridad


en la Introducción, IV, de su Crítica del
—Universales. —Unidad.
juicio, juzgar es pensar lo particular
—Particulares. —Pluralidad.
como contenido en lo universal; dicho de
—Singulares. —Totalidad. otro modo, subsumir lo particular en lo
2. De la cualidad universal. En este caso, lo particular son
2. Cualidad
los datos de la sensibilidad y lo universal
—Afirmativos. —Realidad.
son las categorías o conceptos puros del
—Negativos. —Negación. entendimiento.
—Infinitos. —Limitación.
De esta forma, Kant define también el en­ Además de los conceptos puros del enten­
tendimiento como la facultad de juzgar; el dimiento, Kant habla también de princi­
único uso que el entendimiento puede ha­ pios puros del entendimiento, que vienen
cer de los conceptos es juzgar por medio a ser reglas o normas para la aplicación de
de ellos. las categorías a la experiencia. Es también
éste un punto difícil.
Establecidas estas premisas, Kant sostiene
que es posible descubrir las distintas cate­ Para terminar, decir que la síntesis
gorías del entendimiento, a partir de las experiencia-categorías del entendimiento
distintas clases de juicios; claro que Kant da lugar a un nuevo tipo de juicios sintéti­
no se refiere a los juicios concretos, cuyo cos a priori, que son los que fundamentan
número es indefinido, sino a las clases de la física; por ejemplo, el principio de cau­
juicios, según su forma lógica. salidad («Todo lo que sucede tiene una
causa»), fundamental en la ciencia de la
Cada tipo lógico de juicio está determina­ naturaleza, es un juicio sintético a priori.
do por un concepto a priori o categoría, Así pues, queda respondida la pregunta
de manera que de cada tipo lógico de jui­ de «cómo son posibles los juicios sintéticos
cio es posible inferir su correspondiente a priori de la física» y, en consecuencia, la
categoría. Así, de los juicios universales cuestión de «cómo es posible la física como
(por ejemplo, «Todo X es Y»), infiere la ca­ ciencia».
tegoría de «unidad»; de los juicios afirmati­
vos (por ejemplo, «es cierto que X es Y»), 2.6.3. Los límites del uso
infiere la categoría de «realidad», y así su­ de las categor ías.
cesivamente. Como los tipos lógicos de jui­
Las nociones de
cio son doce (Kant toma la tabla de los jui­
cios de la lógica formal de su tiempo), las fenómeno y noúmeno
categorías básicas del entendimiento son
«Hemos visto que todo cuanto el en­
también doce; naturalmente hay más con­
tendimiento saca de sí mismo, sin
ceptos a priori del entendimiento, pero és­
tos son reducibles a esos doce modos ori­
requerirlo de la experiencia, lo tie­
ginarios o básicos.
ne,sin embargo,para el uso de la ex-
5 periencia y no para ningún otro...
Los autores coinciden en señalar que esa Así pues, el entendimiento no pue­
estricta correspondencia entre la tabla de de hacer de todos sus principios
los juicios y la lista de las categorías no es­ a priori y aún de todos sus concep­
tá exenta de dogmatismo. tos más que un uso empírico y
10 nunca trascendental1 ; ésta es una
Más adelante, bajo el epígrafe de «Deduc­ proposición que, una vez conocida
ción trascendental de las categorías», Kant y admitida con convicción, tiene
pasa a mostrar cómo la aplicación de las consecuencias importantes. El uso
categorías ‘del entendimiento constituye la trascendental1 de un concepto, en
condición de posibilidad de todo conoci­ 15 cualquier principio, consiste en re­
miento; sin las categorías no es posible co­ ferirlo a las cosas en general y en sí
nocimiento alguno; sin su aplicación, no mismas (objetos que no nos son da­
se tiene más que una multiplicidad disper­ dos en ninguna intuición y son, por
sa de sensaciones. La aplicación de las ca­ tanto, no sensibles)2 . El uso empíri-
tegorías a los datos de la sensibilidad es 1 Aquí el término «trascendental» es sinónimo
obra de la imaginación, una facultad me­ de «trascendente».
diadora entre el entendimiento y la sensi­ 2 Lo que figura en el paréntesis es una corrección
bilidad; pero éste es quizá el punto más a la frase «las cosas en general y en sí mismas»,
difícil de la Crítica de la razón pura; que­ corrección hallada en los papeles de Kant. (Cf.
de meramente aludido. Crítica de la razón pura, o. c., p. 143, nota 51.)
co consiste en referirlo sólo a fenó­
2o nuestros conceptos del entendi-
menos, es decir, a objetos de una 7o miento, como meras formas del
experiencia posible. Y nunca puede pensamiento, para nuestra intui­
tener lugar otro uso que este úl­ ción sensible, no alcanzan a esos en­
timo... tes; lo que llamamos noúmeno de­
25 La analítica trascendental tiene be, pues, como tal, ser entendido
pues este resultado importante: que 75 sólo en sentido negativo...
el entendimiento a priori nunca El concepto de noúmeno es,pues,só-
puede hacer más que anticipar la lo un concepto-límite, para poner
forma de una experiencia posible coto a la protensión de la sensibili­
30 en general; y, como lo que no es fe­ dad; tiene, por tanto, sólo un uso
nómeno no puede ser objeto de la so negativo. Pero, sin embargo, no es
experiencia, nunca puede saltar por fingido caprichosamente, sino que
encima de las barreras de la sensi­ está en conexión con la limitación
bilidad, dentro de las cuales tan de la sensibilidad, sin poder, sin
35 sólo nos son dados objetos...
embargo, asentar nada positivo fue-
Sin embargo, cuando a ciertos obje­ as ra de la extensión de la misma.»
tos como fenómenos, les damos al (Crítica de la razón pura,
nombre de ente sensibles (phaeno- «Analítica trascendental», Tercer
mená) distinguiendo entre nuestro capítulo, o.
c., pp. 143-151.)
4omodo de intuirlos y su constitución
en sí mismos, ya en nuestro con­ Si bien las categorías son independientes
cepto va implícito el colocar, por de la experiencia, en tanto que no derivan
decirlo así, frente a ellos, o bien de ella, sin embargo, su uso no puede ex­
esos mismos objetos refiriéndonos a tenderse más allá de la experiencia. El
45 su constitución en sí mismos (aun­ único uso legítimo de las categorías es su
que ésta no la intuimos en ellos) o uso empírico, que consiste en referirlas a
bien otras cosas posibles que no son objetos de una experiencia posible o fenó­
objetos de nuestros sentidos, po­ menos. El uso trascendental de las catego­
niéndolas frente a ellos; como obje- rías (ya se ha dicho que aquí el término
5o tos pensados sólo por el entendi­
trascendental viene a ser sinónimo de
miento; y los llamamos entes inteli­ «trascendente»), que consiste en referirlas
gibles (noúmeno)... a objetos no sensibles, constituye,en cam­
bio, un uso ilegítimo o abuso de las mis­
mas.
Si por noúmeno entendemos una cosa,
en cuanto esa cosa no es objeto Dicho de otro modo, sólo hay conocimien­
55 de nuestra intuición sensible, y ha­ to si las categorías son referidas a fenóme­
cemos abstracción de nuestro modo nos; por el contrario, la aplicación de las
de instruirla, tenemos un noúmeno categorías más allá de los objetos de los
en sentido negativo. Pero si enten­ sentidos no funda conocimiento. Esto sig­
demos por noúmeno un objeto de nifica que no podemos conocer más que
60 una intuición no sensible, entonces aquello que nos es dado por la sensibili­
admitimos una especie particular dad, sólo podemos tener conocimiento de
de intuición, a saber, la intelectual, los fenómenos.
que no es empero la nuestra, y cu­
ya posibilidad no podemos conocer; Ahora bien, con esto último Kant no quie­
re decir de ninguna manera que la reali­
65 y éste sería el noúmeno en sentido
positivo... dad toda se reduzca a fenómenos, a lo que
aparece, a lo que percibimos, ni que noso­
A los entes sensibles corresponden tros no pensemos cosas que están más allá
ciertamente entes inteligibles; pero de los sentidos. Precisamente es en este
contexto en el que Kant introduce su no­ noúmeno es necesario para señalar los lí­
ción de noúmeno. mites de la validez objetiva del conoci­
miento; el concepto de noúmeno hace ver
La noción de fenómeno, de lo que apare­
que el conocimiento no puede extenderse
ce, de las cosas en su relación con nuestro
a «todo lo que el entendimiento piensa»
modo de intuirlas, tiene como correlato
(ib., p. 151). La distinción entre conocer y
inseparable, según Kant, la noción de noú­ pensar es fundamental en la filosofía de
meno, esto es, de lo que no aparece, de las Kant.
cosas en sí mismas, fuera de su relación
con nuestro modo de intuirlas, y de otras Hay que señalar también que la distinción
cosas posibles, las cuales no son objeto de entre fenómeno y noúmeno es fundamen­
nuestros sentidos. tal, si se tiene en cuenta que, según Kant,
el sujeto no crea los objetos, sino que sim­
El concepto de noúmeno puede entender­
plemente opera sobre las sensaciones, es
se —dice Kant— en dos sentidos: si consi­
decir, sobre los efectos que produce la in­
deramos una cosa, en tanto que no es ob­
cidencia de los objetos en la sensibilidad.
jeto de nuestra intuición sensible, hacien­
En este sentido, los noúmenos o cosas en
do abstracción o prescindiendo de nuestro sí se presentan como la causa de nuestras
modo de intuirla, entonces hablamos del
sensaciones. Kant va a ser acusado de infi­
noúmeno en sentido negativo; si entende­
delidad a su propia doctrina, al aplicar la
mos el noúmeno como objeto de una in­ categoría de causa más allá de los fenóme­
tuición no sensible, de una intuición
nos. De todos modos, en el capítulo de la
intelectual, la cual no es la nuestra y cuya «Analítica trascendental» dedicado a la dis­
posibilidad no podemos nosotros conocer, tinción entre fenómeno y noúmeno, Kant
entonces tenemos el noúmeno en sentido no habla del noúmeno como causa de las
positivo. sensaciones, sino como correlato inevita­
ble de la noción de fenómeno.
Pero como nosotros carecemos de una in­
tuición intelectual tal, como nuestra intuí-
ción es siempre una intuición sensible, lo 2.7. La Dialéctica
que llamamos noúmeno sólo puede ser en­ tr ascendental
tendido por nosotros en su sentido negati­
vo y sólo podemos hacer de él un uso ne­ En la «Dialéctica trascendental», la parte
gativo, a saber, como concepto-límite: el más extensa de la Crítica de la razón pu­
concepto de noúmeno, como aquello que ra, Kant vuelve sobre el problema de la
no puede ser pensado como objeto de los metafísica.
sentidos, señala los límites de la sensibi­
lidad. Kant entiende el término «dialéctica» en el
sentido restringido de razonamiento falso
La doctrina kantiana sobre el noúmeno o sofístico; llama a la dialéctica «lógica de
puede resumirse así: no podemos conocer la apariencia o ilusión» (engaño, verdad
las cosas como noúmenos, no podemos de­ sólo aparente) y define a la «Dialéctica
terminar nada positivo acerca de ellos; trascendental» como «una crítica del en­
ahora bien, el entendimiento puede pen­ tendimiento y la razón, respecto de su uso
sar el concepto de noúmeno, pues el con­ hyperfísico». La «Dialéctica trascendental»
cepto «de una cosa que no debe ser pensa­ es, en efecto, una crítica de la metafísica,
da como objeto de los sentidos, sino como en lo que se refiere a su pretensión de
cosa en sí misma (sólo por un entendi­ ofrecer conocimiento de objetos extraem­
miento puro) no es contradictorio», ya píricos; Kant hace ver cómo, al actuar así,
que, si bien la intuición humana es siem­ la metafísica incurre en contradicciones y
pre intuición sensible, no por eso hay que razonamientos falsos.
afirmar que ésta sea la única clase de in­
tuición posible; es más, el concepto de Pero la «Dialéctica trascendental» no es
sólo una crítica negativa de la metafísica, condición general de su juicio (de la
ni Kant despacha de un plumazo el pro­ conclusión) y el raciocinio mismo
blema de la metafísica. Para Kant la ten­ no es otra cosa que un juicio me­
dencia del hombre a la metafísica es un diante la subsunción de su condi-
hecho que merece toda la atención. Por 30 ción bajo una regla (mayor). Ahora
eso la «Dialéctica trascendental» constituye bien, como esa regla a su vez está
una larga y compleja investigación, que se sometida a la operación de la razón,
desenvuelve según estos tres momentos: y por ende, hay que buscar la con­
a) un estudio de la facultad de la razón, dición de la condición (por medio
estudio que pone de relieve cómo la ten­ 35 de un prosilogismo) cuantas veces
dencia a trascender los límites de la expe­ sea ello posible, se advierte bien
riencia tiene su fundamento en el modo que el principio peculiar de la ra­
de ser peculiar de la razón; b) una exposi­ zón en general (en su uso lógico) es:
ción de los raciocinios dialécticos en que para el conocimiento condicionado
se ve envuelta la metafísica, así como el 40 del entendimiento, hallar lo incon­
esclarecimiento de las causas de ello; c) la dicionado, con que se completa la
delimitación del alcance exacto de la ten­ unidad del mismo.
dencia de la razón a trascender lo empíri­
Esta máxima lógica, empero, no
camente determinado.
puede llegar a ser un principio de
45 la razón pura, más que sí se
2.7.1. La r azón: El pr ecepto admite1 que cuando lo condiciona­
do es dado, también la serie total de
lógico de la r azón las condiciones, subordinadas unas
y el pr incipio supr emo a otras —serie que es ella misma
de la r azón pur a 50 por tanto incondicionada— está
dada...
«Todo nuestro conocimiento empie­
za por los sentidos; de aquí pasa al Ahora bien, ese principio de que la
entendimiento, y termina en la ra­ serie de las condiciones (...) se ex­
zón. Sobre ésta no hay nada más al- tiende hasta lo incondicionado, ¿tie-
5 to en nosotros- para elaborar la ma­ 55 ne o no realidad objetiva? ¿Qué con­
teria de la intuición y ponerla bajo secuencias nacen de él para el uso
la suprema unidad del pensamien­ empírico del entendimiento? ¿No
to. De ella, como del entendimiento, será mejor decir que no existe nin­
hay un uso meramente formal, es guna proposición semejante, objeti-
io decir, lógico, cuando la razón hace eo vamcnte valedera, de la razón, sino
abstracción de todo contenido del sólo un precepto meramente lógico,
conocimiento. I’ero también hay un el de irse acercando, en la ascen­
uso real, por cuanto la razón contie­ sión, por condiciones siempre más
ne el origen de ciertos principios, altas, a la integridad de éstas, lle-
15 que no toma ni de los sentidos ni es vando así a nuestros conocimientos
del entendimiento. La primera de a la unidad de razón más alta posi­
estas dos facultades ha sido desde ble para nosotros? ¿No ha sido esta
hace tiempo definida por los lógicos exigencia de la razón considerada
como la facultad de concluir mcdia- por una mala inteligencia como un
2o tamente (a diferencia de las conclu­ 70 principio trascendental de la razón
siones o inferencias inmediatas...). pura, principio que postula en los
Pero la segunda, que produce ella objetos mismos, con excesiva preci­
misma conceptos, no es de ese mo­ pitación, esa ilimitada integridad de
do conocida... la serie de las condiciones?» (Crítica
25 La razón en su uso lógico busca la 1 El subrayado no es de Kant.
75 de la razón pura, «Dialéctica tras­ condición general de la premisa mayor (el
cendental», Introducción, II, A y C, juicio «todos los hombres son mortales»);
o. c., pp. 168 y 171-172.) por ejemplo, con este silogismo:
Si la sensibilidad opera (por decirlo de al­ —Todos los animales son mortales.
guna manera) sobre las sensaciones y el —Todos los hombres son animales.
entendimiento opera, como hemos visto, —Luego, todos los hombres son mor­
sobre los datos de la sensibilidad, la ra­ tales.
zón, por su parte, opera sobre el entendi­
miento y sus juicios. Podemos aún continuar y buscar la condi­
ción general de la premisa mayor del se­
Kant lleva a cabo un minucioso examen gundo silogismo (el juicio «todos los ani­
de la facultad de la razón, haciendo ver males son mortales»); por ejemplo, con el
cómo la tendencia a sobrepasar los límites silogismo siguiente:
de la experiencia tiene su «asiento» o su
fundamento en el modo de ser propio de —Todos los seres vivos son mortales.
la razón. —Todos los animales son seres vivos.
En primer lugar, distingue entre el uso —Luego, todos los animales son mortales.
formal o lógico de la razón y su uso real o
Pues bien, la tendencia general de la ra­
puro. Desde el punto de vista de su uso ló­ zón, en su uso lógico, es continuar esa
gico, la razón se define como la facultad búsqueda hasta llegar a una condición
de concluir mediatamente, es decir, como que no esté ella misma condicionada por
la facultad de los raciocinios o silogismos.
una condición más general, es decir, hasta
Desde el punto de vista de su uso puro, la
llegar a una condición que sea ella misma
razón se presenta como fuente de ciertos
incondicionada. De manera que el princi­
principios y conceptos, que no toma ni de
pio peculiar de la razón en su uso lógico
la sensibilidad ni del entendimiento. Uno
es: «para el conocimiento condicionado del
y otro uso no están desconectados entre
entendimiento» (conocimiento condiciona­
sí, sino que la razón llega a formular cier­
do son, por ejemplo, todos los juicios que
tos principios y conceptos, llevada por lo
aparecen en los silogismos propuestos),
que constituye su tendencia, precepto, «hallar lo incondicionado». Pero este princi­
máxima o principio peculiar en su uso ló­ pio, por sí mismo, no afirma, según Kant,
gico. que lo incondicionado exista ni que éste se
En su uso lógico, la razón —dice Kant— pueda alcanzar, se trata sólo de una máxi­
«busca la condición general de su juicio ma lógica, de un principio subjetivo, del
(conclusión)». Es decir, el funcionamiento modo de ser, proceder o funcionar de la
de la razón en su uso lógico es: para un razón, desde el punto de vista de su uso
juicio dado (por ejemplo, «todos los filóso­ lógico.
fos son mortales»), buscar la condición ge­
Ahora bien, si se supone o se admite que
neral o fundamento general de dicho jui­
la serie de las condiciones llega hasta lo
cio; tal es lo que se hace, por ejemplo, en
incondicionado y que hay un incondicio­
este silogismo:
nado, entonces, esa máxima lógica de la
—Todos los hombres son mortales. razón se convierte en el principio supre­
—Todos los filósofos son hombres. mo de la razón pura, la cual se presenta
entonces como fuente de ciertos concep­
—Luego, todos los filósofos son mortales.
tos, que se originan en ella, sin tomar na­
En este silogismo, la conclusión (el juicio da de los sentidos ni del entendimiento (la
«todos los filósofos son mortales») tiene su razón, en su uso puro).
condición general en la premisa mayor, La cuestión es, según Kant, discernir si
con la condición de la premisa menor. Pe­ ese principio supremo de la razón pura de
ro podemos continuar y buscar ahora la que «la serie de las condiciones se extiende
hasta lo incondicionado» tiene realidad ob­ tener su realidad y no son meras
jetiva, es decir, se refiere realmente a ficciones...
objetos, o no pasa de ser una mera formu­ ...el concepto trascendental de ra­
lación de la razón, empujada ésta por el zón no es otro que el de la totalidad
precepto lógico de hallar para lo condicio­
40 de las condiciones para un condicio­
nado del entendimiento, lo incondiciona­
nado dado. Ahora bien, como sólo
do. Es obvio que la respuesta de Kant es lo
lo incondicionado hace posible la to­
segundo.
talidad de las condiciones y, recí­
procamente, la totalidad de las con-
45 diciones es siempre ella misma in­
2.7.2. Los conceptos pur os condicionada, así el concepto puro
de la r azón o ideas de razón, en general, puede ser de­
tr ascendentales finido por el concepto de lo incondi­
cionado...
«...la denominación de concepto de
razón muestra ya de antemano que 50 Entiendo por idea urf concepto ne­
éste no quiere dejarse encerrar en cesario de razón, para el cual no
la experiencia... puede darse en los sentidos ningún
objeto congruente... No son arbitra­
5...vamos por de pronto a dar a los riamente fingidos, sino propuestos
conceptos de la razón pura un nue­ 55 por la naturaleza misma de la ra­
vo nombre, como hicimos con los zón... Por último, son trascendentes
conceptos puros del entendimiento, y superan los límites de toda expe­
al llamarlos categorías, y será este riencia, en la cual, por tanto, nunca
10 nombre el de ideas trascendentales. puede presentarse un objeto que
Ahora explicaremos y justificare­ 60 sea adecuado a las ideas trascenden­
mos esta denominación... tales...
Platón hizo uso de la expresión ...la tarea de la razón es elevarse
idea, de tal suerte que se ve bien desde la síntesis condicionada, a la
15 que entendía por idea algo que no cual el entendimiento siempre está
sólo no es nunca sacado de los senti­ 65 atado, a la incondicionada, que éste
dos, sino que excede con mucho los nunca puede alcanzar...
conceptos del entendimiento, de
que se ocupó Aristóteles, puesto que ...toda relación de representaciones
20 en la experiencia nunca se halla al­ de la cual podemos hacernos o un
go congruente con la idea. Las ideas concepto o una idea, se reparte en
son para Platón prototipos de las co­ 70 tres: 1.a, la relación con el sujeto;
sas mismas y no sólo claves de ex­ 2.a , la relación con lo múltiple del
periencias posibles, como las cate- objeto en el fenómeno; 3.a , la rela­
25 gorías. ción con todas las cosas en general...
Platón advirtió muy bien que nues­ ...Por consiguiente podrán reducir-
tra facultad de conocer siente una 75 se a tres clases todas las ideas tras­
necesidad mucho más elevada que cendentales. La primera contendrá
la de sólo deletrear fenómenos...; y la unidad absoluta (incondicionada)
30 que nuestra razón se encumbra na­ del sujeto pensante; la segunda, la
turalmente hasta conocimientos unidad absoluta de la serie de las
que van tan lejos, que cualquier ob­ 80 condiciones del fenómeno; y la terce­

jeto que la experiencia pueda ofre­ ra, la unidad absoluta de la condi­


cer, nunca puede congruir con ción de todos los objetos del pensa­
35 ellos; pero que no por eso dejan de miento en general.
El sujeto pensante es el objeto de la ro Kant introduce también la idea (recogi­
«5 psicología. El conjunto de todos los da en el texto de arriba) de las relaciones
fenómenos (el mundo) es el objeto más generales en que pueden hallarse
de la cosmología. La cosa que con­ nuestras representaciones: «la relación con
tiene la condición suprema de la po­ el sujeto»; la relación con el objeto, como
sibilidad de todo cuanto puede ser fenómeno, y «la relación con todas las co­
so pensado (el ser de todos los seres) es sas en general» (este punto de vista parece
el objeto de la teología. Así, la razón un poco más claro).
pura da la idea para una doctrina Atendiendo a esas tres relaciones, Kant re­
trascendental del alma (psychologia duce a tres las clases de ideas trascenden­
rationalis), para una ciencia tras­ tales: idea de alma o sujeto pensante, en­
as cendental del mundo (cosmología tendido como sustancia permanente; la
rationalis) y, finalmente, también idea de mundo, entendido como concate­
para un conocimiento trascendental nación causal completa de todos los fenó­
de Dios (theologia trascendentalis).» menos, y la idea de Dios, entendido como
(Crítica de la razón pura, «Dialéctica condición primera de la posibilidad de to­
too trascendental», Libro primero, Sec­ do lo pensable («el ser de todos los s eres»).
ciones 1.a , 2.a y 3.a , o. c., pp. 172- La idea de sujeto pensante, como sustancia
181.) permanente, es el incondicionado exigi­
Hemos dicho que, llevada por el precepto do por la razón para las condiciones sub­
lógico de hallar para lo condicionado del jetivas de nuestras representaciones, de
entendimiento, lo incondicionado, la ra­ manera que las distintas funciones y pro­
zón llega a formular el principio de que piedades del yo aparecen ahora como ac­
«la serie de las condiciones se extiende cidentes de un yo sustancial, o sujeto
hasta lo incondicionado». pensante, como sustancia. La idea de
mundo, es el incondicionado exigido pol­
Pues bien, expresión o producto de ese la razón para las condiciones objetivas de
principio supremo de la razón pura son nuestras representaciones en el fenómeno,
los conceptos puros de la razón, para los de manera que los fenómenos se presen­
que Kant elige la denominación de ideas tan ahora como constituyendo una conca­
trascendentales (paralelamente a su ante­ tenación causal completa; la idea de Dios
rior elección del término «categorías», pa­ es el incondicionado último exigido por la
ra designar a los conceptos puros del en­ razón como condición primera de la posi­
tendimiento). bilidad de todo lo pensable.
Tal como muestra el texto de arriba, Kant
entiende el término «idea» en un sentido Pues bien, esas tres ideas (alma, mundo y
análogo a como lo entiende Platón (no es Dios) constituyen,respectivamente,los te­
necesario repetirlo aquí). mas u objetos de estudio de la psicología,
la cosmología y la teología, las tres partes
Kant formula las ideas de la razón (paral<\
de la metafísica tradicional, según la clasi­
lamente al procedimiento seguido en su ficación hecha por Wolff en la metafísica
formulación de las categorías del entendi­ especial.
miento), en correspondencia con las tres
clases de raciocinios posibles: categóricos,
hipotéticos y disyuntivos, los cuales corres­ Hay que notar, por último, la insistencia
ponden, respectivamente, a las tres cate­ de Kant en el carácter trascendente de las
gorías de la relación: sustancia, causa y ideas de la razón: éstas superan los límites
comunidad y reciprocidad-, pero tal corres­ de toda experiencia posible; por tanto,
pondencia no resulta en absoluto clara y ningún objeto puede darse en la experien­
quizás responda más que nada a la afición cia, el cual se corresponda con ellas; tal ca­
de Kant a la construcción sistemática. Pe­ rácter no implica, sin embargo, que sean
«arbitrariamente fingidas»; lejos de ello, racional y teología trascendental) ocupa la
las ideas de la razón son «propuestas por casi totalidad de la Dialéctica trascenden­
la naturaleza misma de la razón». tal. Aquí nos limitamos a exponer resumi­
damente la línea general de dicha crítica.
2.7.3. Cr ítica a la metafísica
La cuestión puede plantearse así: si los ob­
(psicología, cosmología jetos de que trata la metafísica (alma,
y teología). mundo, como totalidad, y Dios) no son in­
Sus r aciocinios dialécticos venciones caprichosas, sino que «son pro­
puestos por la naturaleza misma de la
«Puede decirse Que el objeto de una razón», ¿qué es exactamente lo que Kant
mera idea trascendental es algo de reprocha a la ciencia que se ocupa de
que no se tiene concepto, aun cuan­ ellos, la metafísica? La respuesta es senci­
do dicha idea ha sido producida ne- lla: Kant no niega esos objetos; lo que re­
5 cesariamente en la razón, según sus procha a la metafísica es su pretensión a
leyes originarias. Pues en realidad, ofrecer conocimiento de los mismos . Es de­
de un objeto que debe ser adecuado cir, Kant niega que la psicología, la cosmo­
a la exigencia de la razón no es po­ logía y la teología constituyan ciencias,
sible ningún concepto del entendi- capaces de aumentar nuestro conocimien­
10 miento, es decir, un concepto que to del alma, del mundo, como totalidad, y
pueda ser mostrado en una expe­ de Dios.
riencia posible y hecho intuible en
ella. Mejor y menos expuesta a ma­ Y las razones que Kant aduce al respecto
las inteligencias sería la expresión son fácilmente comprensibles, dado su
15 que dijera: que nosotros no pode­ planteamiento general: las categorías se
mos tener del objeto, que corres­ refieren sólo a fenómenos; la síntesis de
ponde a una idea, ningún conoci­ experiencia y categorías es la condición
miento, aunque sí un concepto pro­ que debe cumplir todo conocimiento, pa­
blemático.» (Crítica de la razón pu­ ra ser científico. Ahora bien, lo que hace
20 ra, «Dialéctica trascendental», Libro la metafísica es bien distinto: ésta toma las
segundo, o. c., p. 183.) categorías del entendimiento (sustancia,
causalidad, unidad, existencia, etc.) y las
«No hay, pues, psicología racional refiere a objetos que están más allá de
como doctrina, que nos proporcio­ toda experiencia posible; es decir, actúa
ne un aumento del cohocimiento de como si el alma, el mundo, como totali­
25 nosotros mismos. La psicología ra­ dad, y Dios fueran propiamente objetos,
cional debe su origen a un simple como si tuvieran realidad objetiva, y las
mal entendido. La unidad de la con­ categorías del entendimiento les son apli­
ciencia, que está en la base de las cadas. Pero las categorías no pueden ser­
categorías, es tomada aquí, por la les aplicadas, porque éstas suponen siem­
30 intuición del sujeto, como objeto, y pre la «intuición dada» y a nosotros no nos
la categoría de sustancia le es apli­ son dados en la intuición ni el alma ni el
cada. Es empero sólo la unidad en mundo, como totalidad, ni Dios.
el pensar-, por ella sola ningún obje­
to es dado y la categoría de la sus- Y Kant muestra cómo, de hecho, la psico­
35 tancia no puede por tanto serle apli­ logía racional, la cosmología racional y la
cada, porque ésta siempre supone teología trascendental, están sembradas
la intuición dada; ese sujeto, por en­ de argumentaciones falaces, de raciocinios
de, no puede ser conocido.» (Ib., Pri­ dialécticos o sofísticos.
mer capítulo, p. 192.) La psicología racional, por ejemplo, tiene
La crítica de Kant a las tres partes de la como base la concepción del yo, como sus­
metafísica (psicología racional, cosmología tancia permanente; pero Kant hace ver
cómo su argumentación al respecto está la idea de Dios, no puedo meter la existen­
toda ella basada en un silogismo falaz, en cia, como un predicado más. Si incluyo la
un paralogismo (silogismo con cuatro tér­ existencia dentro del concepto de un ser,
minos). Y como esto constituye la base de claro que puedo afirmar la existencia de
toda esta disciplina, resulta que sus demás dicho ser; pero, en tal caso, lo único que
demostraciones (simplicidad, libertad, in­ se tiene es una tautología, lo único que de­
1
mortalidad , etc.) carecen de fundamento. cimos es que un ser existente, existe.
La cosmología, cuyas proposiciones ver­ Kant hace también una crítica de los argu­
san sobre el mundo, como totalidad, cae mentos físico-teológico y cosmológico. La
en antinomias: hay una antinomia cuando idea general es que, al referir la categoría
es posible demostrar con la misma verosi­ de causa a un objeto suprasensible (Dios),
militud proposiciones que son contradic­ se hace un uso ilegítimo de esa categoría.
torias entre sí, de manera que no hay ma­ Además, estos dos argumentos necesitan
yores razones para aceptar la una que pa­ en último término del argumento ontoló­
ra aceptar la otra. gico, y Kant acaba de refutarlo.
En cuanto a la teología, todas las pruebas Ahora bien, esta crítica de Kant a la meta­
ideadas para demostrar la existencia de física no significa ni mucho menos su ne­
Dios son, según Kant, falaces. Y hace una gación de la libertad, la inmortalidad, la
crítica de los tres argumentos, a los que, a existencia de Dios. Lo único que hace es
su juicio, puede reducirse toda la argu­ mostrar que no son susceptibles de cono­
mentación de la metafísica al respecto: el cimiento teórico.
argumento físico-teológico, que partiendo Además, si la razón teórica no puede de­
de la observación de cierta finalidad en el mostrar la existencia de Dios, por ejem­
mundo (adaptación de medios a fines), lle­ plo, lo cierto es que tampoco puede de­
ga a la afirmación de Dios, como causa de mostrar su inexistencia. Kant llegará a
dicha finalidad; el argumento cosmológico, esas verdades por otro camino, por el ca­
que partiendo de la existencia contingente mino de la razón práctica, de la moral. La
de las cosas, llega a la afirmación de Dios, razón, aunque limitada en su uso teórico,
como causa necesaria de la existencia de queda abierta a otros campos; la distin­
todo; y el argumento ontológico, nombre ción de campos, de regiones, de usos de la
precisamente acuñado por Kant, para de­ razón, es una de las notas más caracterís­
signar el argumento que afirma la exis­ ticas de la filosofía kantiana.
tencia de Dios, partiendo de la idea de
Dios, como el ser perfeclfsimo. 2.7.4. El uso r egulativo
Kant comienza con el argumento ontoló­ de las ideas de la r azón
gico, porque considera que los otros dos
«Todo lo que se funda sobre la natu­
remiten en último término a éste. La línea
raleza de nuestras facultades debe
general de la crítica kantiana es la si­ ser apropiado a un fin y conforme
guiente: no se puede concluir la existencia a su uso legítimo, para evitar una
de Dios a partir de la idea de Dios, como
5 mala inteligencia y descubrir la di­
el ser que contiene todas las perfecciones,
rección propia de estas facultades...
porque la existencia no es un predicado
... Sostengo... que las ideas trascen­
más (como pueden ser la bondad, la po­
dentales no tienen nunca uso consti­
tencia, etc.); no hay separación entre la
tutivo, que suministre conceptos de
existencia y la cosa misma; si quito la
io ciertos objetos, y que, en el caso
existencia, no quito un predicado de la co­
que así se entienda, son simplemen­
sa, sino la cosa misma con todos sus predi­
cados. De manera que en el concepto o en
te conceptos sofísticos (dialécticos).
Pero en desquite tienen un uso re­
1 Libertad e inmortalidad serán luego gulador excelente e indispensable y
afirmadas como postulados de la razón 15 necesario...» (Crítica de la razón pu-
práctica.
ra, «Dialéctica trascendental», Apén­ Ahora bien, las ideas de la razón son tam­
dice, o. c., pp. 288-289.) bién susceptibles de un uso válido; y así
tenía que ser —dice Kant— dado que son
«Las ideas de la razón pura no pue­ propuestas por la naturaleza misma de la
den jamás ser dialécticas en sí mis- razón.
20 mas; el abuso es sol amente causa de
que haya en ellas una fuente equi­ El uso válido de las ideas de la razón es lo
vocada de apariencia para nosotros; que Kant llama su uso regulativo: las ideas
pues como son dadas por la natura­ de la razón son útiles y necesarias para la
leza de nuestra razón, es imposible investigación científica, si se toman como
25 que este supremo tribunal de todas ideales, que —aunque inalcanzables, de
las pretensiones de nuestra especu­ hecho— estimulan y orientan la investiga­
lación encierre ilusiones... ción científica. Para el físico, por ejemplo,
La idea no es propiamente más que es útil y necesario actuar como si todos los
un concepto heurístico y no un con- fenómenos estuvieran relacionados según
30 cepto ostensivo; muestra no cómo una concatenación causal completa (idea
es constituido un objeto, sino cómo, de mundo) o como si el mundo fuera obra
bajo su dirección, debemos buscar de un ser inteligente (idea de Dios), etc.
la naturaleza y el encadenamiento
de los objetos de la experiencia en En definitiva, aunque inaccesibles desde
35 general.» (Ib. p. 299.) el punto de vista del conocimiento teóri­
co, las ideas de la razón desempeñan en el
El hecho de que la ciencia que trata del al­ campo mismo del conocimiento teórico
ma, del mundo y de Dios se vea enredada una función muy positiva, como princi­
en razonamientos dialécticos, no quiere pios heurísticos, como estímulos, que ani­
decir, a juicio de Kant, que las ideas de la man y orientan la investigación. Y Kant
razón sean en sí mismas dialécticas; es el llama ahora a las ideas de la razón, ideas
abuso de las mismas lo que hace que se reguladoras.
conviertan en una fuente de engaños.

3. LA MORAL
Nosotros vamos a exponer la ética de Kant
Las dos grandes obras éticas de Kant son: siguiendo el hilo de la Fundamentación de
Fundamentación de la metafísica de las la metafísica de las costumbres. Unica­
costumbres (1785) y Crítica de la razón mente al llegar a los temas del sumo bien
práctica (1788). En la primera adelanta, en y los postulados, tendremos que adentrar­
lenguaje muy accesible, el contenido de la nos en la dialéctica de la Crítica de la ra­
segunda. La Crítica de la razón práctica zón práctica, ya que esos temas, a excep­
presenta una estructura paralela a la Críti­ ción del tema de la libertad, no figuran en
ca de la razón pura: el primer escrito.

—Primera parte: Teoría elemental de la Antes de comenzar conviene hacer esta


razón pura práctica.
aclaración: las expresiones «razón pura» y
Libro primero: La analítica de la razón «razón práctica» no aluden a dos razones
pura práctica (no hay en esta segunda diferentes, sino a dos usos o aplicaciones
Crítica una Estética). de la misma y única razón: el uso teórico
y el uso práctico o moral. En su uso teóri­
Libro segundo: Dialéctica de la razón co, la razón se ocupa de los «objetos de la
pura práctica. mera facultad de conocer», los cuales son
—Segunda parte: Metodología de la razón dados en la intuición sensible; en su uso
pura práctica.
práctico se ocupa de los «fundamentos de marse una regla práctica, pero nun-
determinación de la voluntad», según los 40 ca una ley moral...
cuales ésta debe producir sus objetos, las
decisiones o elecciones morales. (Cfr. Críti­
Una metafísica de las costumbres
ca de la razón práctica, Introducción, Col.
es, pues, indispensable, necesaria, y
Austral. Madrid, 1975, p. 27.) Por otro la­ lo es, no sólo por razones de orden
do, el término razón ha de entenderse especulativo para descubrir el ori-
aquí en su sentido amplio y no en el senti­ 45 gen de los principios prácticos que
do restringido de la «Dialéctica trascen­ están a priori en nuestra razón, si­
dental» de la Crítica de la razón pura. no porque las costumbres mismas
están expuestas a toda suerte de co­
rrupciones mientras falte ese hilo
3.1. Planteamiento so conductor y norma suprema de su
exacto enjuiciamiento.» {Metafísica
«Como mi propósito aquí se endere­ de las costumbres, Prólogo, Col.
za tan sólo a la filosofía moral, cir­ Austral, 4.a ed. Madrid, 1973, pp.
cunscribiré la precitada pregunta a 18-19.)
los términos siguientes: ¿No se cree
El trabajo de Kant en su ética es un traba­
5 que es de la más urgente necesi­
jo de fundamentación, es decir, no se pro­
dad el elaborar por fin una filosofía
pone aportar reglas morales concretas, no
moral pura, que esté enteramente
se propone decir lo que hay que hacer, si­
limpia de todo cuanto pueda ser
no hallar el fundamento de la moralidad,
empírico y perteneciente a la antro-
lo que hace que una acción sea moral o,
io pología? Que tiene que haber una
dicho de otro modo, hallar los principios
filosofía moral semejante se advier­
según los cuales juzgamos moral esta ac­
te con evidencia por la idea común
ción y reprobable esta otra.
del deber y de las leyes morales.
Todo el mundo ha de confesar que Todos los juicios morales (por ejemplo,
15 una ley, para valer moralmente, es­ «he de decir la verdad», «no hay que ro­
to es, como fundamento de una bar», etc.), llevan consigo el elemento del
obligación, tiene que llevar consigo deber, de la obligación; pues bien, Kant se
una necesidad absoluta; que el man­ centra en dicho elemento y se pregunta
dato siguiente: no debes mentir, no por el fundamento del mismo.
20 tiene su validez limitada a los hom­
bres, como si otros seres racionales Y Kant sostiene que el fundamento de la
pudieran desentenderse de él, y así obligación moral hay que buscarlo, no en
mismo las demás leyes propiamen­ algún componente de la naturaleza huma­
te morales; que, por tanto, el funda- na ni en algún factor de su vida o de la so­
25 mentó de la obligación no debe bus­ ciedad, sino «a priori exclusivamente en
carse en la naturaleza del hombre o conceptos de la razón pura». El motivo de
en las circunstancias del Universo ello es que los juicios morales son, según
en que el hombre está puesto, sino Kant, necesarios, esto es, valederos inde­
a priori exclusivamente en concep- pendientemente de la experiencia («hay
30 tos de la razón pura, y que cual­ que decir la verdad», seguiría siendo váli­
quier otro precepto que se funde en do, aunque ningún hombre dijera, de he­
principios de la mera experiencia, cho, la verdad), y son también universa­
incluso un precepto que, siendo les, no sólo tienen validez para los hom­
universal en cierto respecto, se bres, sino para todos los seres racionales;
35 asiente en fundamentos empíricos, ahora bien, nada empíricamente condicio­
aunque no fuese más que en una nado puede ser fuente de universalidad y
mínima parte, acaso tan sólo por un necesidad.
motivo de determinación, podrá lla­ En la Crítica de la razón práctica («Analí-
tica», o. c., p. 64) Kant presenta un cuadro Para desenvolver el concepto de
de los pr incipios, en los c uales los f ilósofos una voluntad digna de ser estimada
han tratado de fundamentar la moralidad por sí misma, de una voluntad bue­
a lo largo de la historia: Montaigne, en la na sin ningún propósito ulterior...,
educación; Mandeville, en la constitución 10 vamos a considerar el concepto del
civil; Epicuro, en el sentimiento físico; deber, que contiene el de una vo­
Hutcheson, en el sentimiento moral; luntad buena...
Wolff y los estoicos, en la perfección; y
Crusius y otros moralistas teólogos, en la Prescindo aquí de todas aquellas ac­
voluntad divina. Todos estos principios ciones conocidas ya como contrarias
tienen su origen en la naturaleza humana 15 al deber, aunque en este o aquel

o en las condiciones de su existencia; son sentido, puedan ser útiles; en efec­


—dice Kant— «materiales», y «no sirven de to, en ellas, ni siquiera se plantea la
ningún modo como suprema ley moral» cuestión de si pueden suceder por
(Ib., p. 66). Veremos cómo Kant opone a deber, puesto que ocurren en con-
todos esos principios un principio formal, 20 tra de éste. También dejaré a un la­

que es el único que puede servir, a su jui­ do las acciones que, siendo real­
cio, de fundamento de la obligación mo­ mente conformes al deber, no son
ral. de aquéllas hacia las cuales el hom­
bre siente inclinación inmediata-
En una palabra, si la filosofía teórica de 25 mente; pero, sin embargo, las lleva
Kant se orienta hacia la identificación de a cabo porque otra inclinación le
los elementos a priori del conocimiento empuja e ello. En efecto: en estos
científico, su filosofía moral se orienta ha­ casos puede distinguirse muy fácil­
cia la identificación de los elementos a mente si la acción conforme al de-
priori del conocimiento moral. 30 ber ha sucedido por deber o por

El propósito de Kant es, pues, construir una intención egoísta. Mucho más
una filosofía moral pura, que llama tam­ difícil de notar es esa diferencia
bién metafísica de las costumbres, la cual cuando la acción es conforme al de­
debe prescindir de todo elemento empíri­ ber y el sujeto, además, tiene una
co. Esto no significa que Kant sostenga 35 inclinación inmediata hacia ella.
que en la vida moral no intervienen ele­ Por ejemplo: es, desde luego, con­
mentos empíricos; lo que ocurre es que forme al deber que el mercader no
estos no pueden servir de fundamento de cobre más caro a un comprador
la moralidad; y si de lo que se trata es de inexperto; y en los sitios donde hay
identificar este último, entonces habrá 40 mucho comercio, el comerciante
que prescindir de los primeros. avisado y prudente no lo hace, en
efecto, sino que mantiene un precio
fijo para todos en general, de suerte
3.2. Hacia la que un niño puede comprar en su
45 casa tan bien como otro cualquiera.
identificación del pr
Así pues, uno es servido honrada­
incipio for mal pr áctico mente. Mas esto no es ni mucho me­
nos suficiente para creer que el
3.2.1. El concepto de voluntad mercader haya obrado así por de­
buena. Obr ar por 50 ber, por principios de honradez: su
deber provecho lo exigía; mas no es posi­
ble admitir, además, que el comer­
«Ni en el mundo, ni, en general, ciante tenga una inclinación inme­
fuera del mundo, es posible pensar diata hacia los compradores, de
nada que pueda considerarse como
bueno sin restricción, a no ser tan 55 suerte que por amor a ellos, por de­
5 sólo una buena voluntad... cirlo así, no haga diferencias a nin-
guno en el precio. Así pues, la ac­ Para que una acción tenga valor moral, no
ción no ha sucedido ni por deber ni basta con que ésta sea conforme al deber;
por inclinación inmediata, sino sim- una acción sólo t iene valor moral si es r ea­
60 plemente con una intención egoísta. lizada por deber; de una acción que es
En cambio, conservar cada cual su conforme al deber puede decirse, sin du­
vida es un deber; y además todos da, que es legal, pero no puede decirse,
tenemos una inmediata inclinación sin más, que es moral.
a hacerlo así. Mas, por eso mismo,
65 el cuidado angustioso que la mayor Esta distinción está íntimamente relacio­
parte de los hombres pone en ello nada con el corazón mismo de la ética
no tiene un valor interior; y la má­ kantiana: Kant cree que ningún móvil
xima que rige ese cuidado carece empírico puede servir de fundamento de
de un contenido moral. Conservan la moralidad. Ahora bien, una persona
70 su vida conformemente al deber, sí; puede realizar una acción de acuerdo con
pero no por deber. En cambio, cuan­ el deber y tener, en cambio, como móvil
do las adversidades y una pena sin de su acción o como fundamento de deter­
consuelo han arrebatado a un hom­ minación de su voluntad, algún móvil em­
bre todo el gusto por la vida, si éste pírico o, dicho de forma más precisa, al­
75 es infeliz, con ánimo entero y sin­ guna inclinación. Kant ilustra su posición
tiendo más indignación que apoca­ con algunos ejemplos: un comerciante,
miento o desaliento, y aun desean­ que trate por igual a los compradores
do la muerte, conserva su vida sin inexpertos que a los expertos, obra con­
amarla, sólo por deber y no por in­ forme al deber; ahora bien, no obra mo­
80 clinación o miedo, entonces su má­ ralmente, si lo que le empuja a ello no son
xima sí tiene un contenido moral». puros principios de honradez, sino alguna
(Fundamentación de la metafísica inclinación (por ejemplo, su propio prove­
de las costumbres, Introducción, o. cho). Las acciones que cada uno realiza­
c., pp. 27 y 32-34.) mos con vistas a conservar nuestra vida
son, sin duda, conformes al deber; ahora
Kant comienza su Fundamentación de la bien, no por eso puede decirse que tengan
metafísica de las costumbres refiriéndose un contenido moral, pues más bien somos
al concepto de voluntad buena. conducidos a ello por la inclinación inme­
diata a la conservación de la propia vida.
De ella dice que es lo único que puede En cambio, si una persona, para la que se­
considerarse, tanto en el mundo como guir viviendo es mucho más angustioso
fuera de él, como bueno sin restricción. El que dejar de vivir, lucha por la conserva­
entendimiento, el valor, las riquezas, la ción de su vida, y lo hace por deber, y no
salud son buenos o malos, según el uso por alguna inclinación (miedo, por ejem­
que se haga de ellos y, en todo caso, son plo), entonces esa persona obra, en efecto,
siempre bienes relativos, buenos para al­ moralmente.
go, y no por sí mismos. En cambio, una
voluntad buena no es buena por algún Pues bien, una voluntad que obra por de­
propósito ulterior, sino buena por sí mis­ ber, y no por ninguna otra consideración,
ma. ¿Qué entiende Kant por voluntad bue­ es, según Kant, una voluntad buena.
na? Para desentrañar el significado de di­
cho concepto, Kant considera el concepto
de deber. Una de las distinciones más pecu­ Obrar moralmente es, por tanto, obrar’
liares de la ética kantiana es la distinción por el deber; pero, ¿qué entiende Kant
entre obrar conforme al deber y obrar por por «obrar por el deber»?
el deber, obrar legalmente y obrar moral­
mente, respectivamente.
3.2.2. La r epr esentación A la afirmación de que una acción sólo
de la ley tiene valor moral si sucede por deber, si­
como fundamento gue la afirmación de que el valor moral
de una acción realizada por deber reside,
de deter minación no en los fines que nos proponemos con
de una voluntad buena ella, sino «en la máxima por la cual ha si­
«La segunda proposición es ésta: do resuelta».
una acción hecha por deber tiene su
valor moral, no en el propósito que Conviene aclarar en este momento lo que
por medio de ella se quiere al- Kant entiende por máxima: Kant distin­
5 canzar, sino en la máxima por la gue entre máxima y ley moral o práctica;
cual ha sido resuelta; no depende, máxima es el principio subjetivo del
pues, de la realidad del objeto de la obrar, el principio según el cual obra de
acción, sino meramente del princi­ hecho el sujeto; la ley práctica es el princi­
pio del querer, según el cual ha su- pio objetivo, válido para todo ser racional,
10 cedido la acción... el principio según el cual debe obrar el
sujeto o el principio según el cual obra­
La tercera proposición, consecuen­ rían todos los hombres si su voluntad es­
cia de las dos anteriores, la formula­ tuviera determinada indefectiblemente
ría yo de esta manera: el deber es la por la razón (Cfr. Fundamentación, p. 39,
necesidad de una acción por respeto nota 1, y p. 72, nota 1).
15 a la ley. Por el objeto, como efecto
de la acción que me propongo reali­
zar, puedo, sí, tener inclinación, Ahora bien, ¿cuál tiene que ser la máxima
más nunca respeto... Una acción de un agente que obra por deber? Kant
realizada por deber tiene, empero, define el deber como «la necesidad de una
20 que excluir por completo el influjo acción por respeto a la ley», y sostiene que
de la inclinación, y con ésta todo lo que determina a la voluntad que obra
objeto de la voluntad; no queda, por deber no puede ser la representación
pues, otra co.sa que pueda determi­ del efecto de la acción, pues en tal caso di­
nar la voluntad, si no es, objetivá­ cha voluntad estaría determinada por al­
25 mente, la ley, y, subjetivamente, el guna inclinación, sino, objetivamente, la
respeto puro a esa ley práctica, y, ley moral y, subjetivamente, el respeto a
por tanto, la máxima de obedecer esa ley. Por tanto, su máxima no puede
siempre a esa ley, aun con perjuicio ser otra que obedecer a la ley.
de todas mis inclinaciones... Por
30 tanto, no otra cosa, sino sólo la re­
presentación de la ley en sí misma En una palabra, no la representación del
—la cual, desde luego, no se encuen­ efecto de la acción, sino sólo la representa­
tra más que en el ser racional—, en ción de la ley en sí misma es lo que puede
cuanto ella y no el efecto esperado determinar a una voluntad, para que ésta
pueda llamarse buena sin restricción. Sólo
35 es el fundamento determinante de
la representación de la ley en sí misma
la voluntad, puede constituir ese
puede constituir el bien moral.
bien tan excelente que llamamos
bien moral, el cual está presente ya
en la persona misma que obra se- Así pues, la respuesta a la pregunta, ¿qué
40 gún esa ley, y que no es lícito espe­
entiende Kant por «obrar por deber»?, es:
rar de ningún efecto de la acción.» obrar por deber es obrar por respeto a la
(Fundamentación de la Metafísica ley o tener como fundamento de determi­
de las costumbres, Introducción, o. c., nación de la voluntad la mera representa­
pp. 37-40.) ción de la ley moral.
3.3. El pr incipio formal Para saber lo que he de hacer para
práctico o ley moral 50 que mi querer sea moralmente bue­
no, no necesito ir a buscar muy le­
«Pero, ¿cuál puede ser esa ley cuya jos una penetración especial. Inex­
representación, aun sin referirnos perto en lo que se refiere al curso
al efecto que se espera de ella, tiene del mundo; incapaz de estar prepa-
que determinar la voluntad, para 55 rado para los sucesos todos que en
él ocurren, bástame preguntar:
5 que ésta pueda llamarse buena en
¿puedes querer que tu máxima se
absoluto y sin restricción alguna? convierte en ley universal?;si no, es
Como he sustraído la voluntad a to­ una máxima reprobable, y no por
dos los afanes que pudieran apar­ 60 algún perjuicio que pueda ocasio­
tarla del cumplimiento de una ley, narte a ti o a algún otro, sino por­
10 no queda más que la universal lega­ que no puede convenir, como prin­
lidad de las acciones en general cipio, en una legislación universal
—que debe ser el principio de la posible...
voluntad—; es decir, yo no debo
obrar nunca más que de modo que 65 Así pues, hemos llegado al princi­
15 pueda querer que mi máxima deba pio del conocimiento moral de la
convertirse en ley universal. Aquí razón vulgar. La razón vulgar no
es la mera legalidad en general precisa este principio así abstracta­
—sin poner por fundamento ningu­ mente y en forma universal; pero,
na ley determinada a ciertas 70 sin embargo, lo tiene continuamen­ -
20 acciones— la que sirve de principio te ante los ojos y lo usa como crite­
a la voluntad, y tiene que servirle rio en sus enjuiciamientos.» (Funda-
de principio si el deber no ha de ser mentación de la Metafísica de
por doquiera una vana ilusión y un las costumbres. Introducción, o. c.,
concepto quimérico; y con todo esto 75 pp. 40-43.)
25 concuerda perfectamente la razón
vulgar de los hombres en sus jui­
cios prácticos, y el citado principio Hasta ahora se ha aludido a la ley prácti­
no se aparta nunca de sus ojos. Sea, ca, pero nada se ha dicho sobre cuál sea
por ejemplo, la pregunta si- dicha ley. Pues bien, la ley práctica, el
principio que debe servir de fundamento
30 guíente: ¿me es lícito, cuando me
a la voluntad, no dice lo que hay que ha­
hallo apurado, hacer una promesa
cer, sino cómo se debe obrar siempre, a
con el propósito de no cumplirla?... saber: yo debo obrar siempre de tal mane­
Para resolver de la manera más ra, que pueda querer que mi máxima se
breve, y sin engaño alguno, la pre- convierta en ley universal.
35 gunta..., me bastará preguntarme a
mí mismo: ¿me daría yo por satisfe­ Kant hace ver con un ejemplo que esta ley
cho si mi máxima —salir de apuros está de manera implícita en el conoci­
por medio de una promesa menti­ miento de todos y que la razón vulgar la
rosa— debiese valer como ley uni- adopta siempre como criterio de su enjui­
40 versal tanto para mí como para los ciamiento moral: supongamos que estoy
demás? ¿Podría yo decirme a mí en apuros, y que sólo puedo salii' de ellos
mismo: cada cual puede hacer una haciendo una promesa, que sé de antema­
promesa falsa cuando se halla en un no que no voy a cumplir. ¿Es lícito esto?
apuro del que no puede salir de Para resolver la cuestión, basta con que
45 otro modo? Y bien pronto me con­ me pregunte a mí mismo: ¿puedo querer
venzo de que, si bien puedo querer que mi máxima —salir de apuros median­
la mentira, no puedo querer, empe­ te una promesa mentirosa— se convierta
ro, una ley universal de mentir... en una ley universal? Inmediatamente me
doy cuenta, según Kant, que si bien puedo 3.4. La ley moral adopta
querer la mentira en ese momento, no para los hombres la
puedo querer, sin embargo, una ley uni­
versal del mentir: toda promesa carecería forma de imperativo
de credibilidad; yo no creería las prome­
sas de nadie y nadie creería las mías. «Si la razón determina indefectible­
mente la voluntad, entonces las ac­
Así pues, Kant ha llegado al principio ob­ ciones de este ser, que son conoci­
jetivo del conocimiento moral, al princi­ das como objetivamente necesarias,
pio en el cual descansan todos los juicios 5 son también subjetivamente necesa­
morales. Y dicho principio es un principio rias, es decir, que la voluntad es
formal. ¿Qué quiere decir que es un prin­ una facultad de no elegir nada más
cipio formal? En el texto de arriba dice que lo que la razón, independiente­
Kant: el principio de la voluntad debe ser mente de la inclinación, conoce co­
«la universal legalidad de las acciones»; to mo prácticamente necesario, es de­
«aquí es la mera legalidad en general —sin cir, bueno. Pero si la razón por sí
poner por fundamento ninguna ley deter­ sola no determina suficientemente
minada a ciertas acciones— la que sirve de la voluntad; si la voluntad se halla
principio a la voluntad». Y en la Crítica de sometida también a condiciones
la razón práctica, dice: «el principio for­ is subjetivas (ciertos resortes) que no
mal práctico de la razón pura, según el siempre coinciden con las objetivas;
cual la mera forma de una legislación uni­ en una palabra, si la voluntad no es
versal, posible por nuestra máxima, tiene en sí plenamente conforme con la
que constituir el supremo e inmediato razón (como realmente sucede en
fundamento de determinación de la vo­ 20 los hombres), entonces las acciones,
luntad, es el único posible que sea apto..., conocidas objetivamente como ne­
para principio de la moralidad, tanto en el cesarias, son subjetivamente contin­
juicio como también en la aplicación a la gentes, y la determinación de tal
humana voluntad, en la determinación de voluntad, en conformidad con las
la misma» (o. c., p. 66). 25 leyes objetivas, llámase constric­
ción; es decir, la relación de las le­
yes objetivas a una voluntad no en­
Según estos textos, la respuesta a la pre­ teramente buena, es representada
gunta: ¿qué quiere decir que la ley moral
como la determinación de la volun-
es un principio formal?, parece ser ésta:
es formal porque se trata simplemente de
3o tad de un ser racional por funda­
la forma que deben poder adoptar las má­
mentos de la voluntad, sí, pero por
ximas en general, esto es, la universalidad. fundamentos a los cuales esta vo­
luntad no es por su naturaleza ne­
cesariamente obediente.
Por otro lado, al comienzo del capítulo se­
gundo de la Fundamentación, Kant insiste 35 La representación de un principio
en que el hecho de haber sacado ese prin­ objetivo, en tanto que es constricti­
cipio del uso vulgar de nuestra razón, no vo para una voluntad, llámase impe­
implica que dicho principio sea un con­ rativo.
cepto de experiencia; todos los conceptos Todos los imperativos exprésanse
morales tienen su origen y su asiento 40 por medio de un «deber ser» y
completamente a priori, en la razón prác­ muestran así la relación de una ley
tica. En este sentido, la ley moral (no . objetiva de la razón a una voluntad
obrar nunca más que de modo que pueda que, por su constitución subjetiva,
querer que mi máxima se convierta en no es determinada necesariamente
ley universal) es formal en tanto que es a
priori.
45 por tal ley (una constricción)... gar en el caso de una voluntad que, como
la humana, no coincide de lleno con las l e ­
Una voluntad perfectamente buena yes de la razón.
hallaríase, pues, igualmente bajo
leyes objetivas (del bien); pero no No cabe hablar de imperativos, en cam­
podría representarse como constre- bio, en el caso de una voluntad santa,
50 ñida por ellas a las acciones con­ pues aunque una voluntad tal estaría tam­
formes a la ley, porque por sí mis­ bién bajo las leyes de la razón, al coincidir
ma, según su constitución subjetiva, totalmente con éstas, no podría represen­
podría ser determinada por la sola tarse, sin embargo, como constreñida por
representación del bien. De aquí las mismas.
55 que para la voluntad divina y, en
En una palabra, la ley moral adopta para
general, para una voluntad san­ la voluntad humana, debido a la constitu­
ta, no valgan los imperativos... Por ción subjetiva de ésta, la forma de un im­
eso son los imperativos solamente perativo. A continuación, Kant expone las
fórmulas para expresar la relación clases posibles de imperativos y determi­
60 entre las leyes objetivas del querer
na qué clase de imperativo es el imperati­
en general y la imperfección subje­ vo moral.
tiva de la voluntad de tal o cual ser
racional; verbigracia, de la volun­
tad humana.» (Fundamentación de 3.5. Clases de imperativos«,
65 la metafísica de las costumbres, El imper ativo moral
cap. II, o. c., pp. 59-61.)
«Pues bien, todos los imperativos
Otra de las nociones características de la mandan, ya hipotética, ya categóri­
ética de Kant es la noción de voluntad camente. Aquéllos representan la
santa; entiende por voluntad santa una necesidad práctica de una acción
voluntad que es en sí misma conforme to­ 5 posible, como medio de conseguir
talmente y siempre con las leyes objetivas otra cosa que se quiere (o que es po­
de la razón. sible que se quiera).
Ahora bien, la voluntad humana —dice El imperativo categórico sería el
Kant— no está constituida de tal manera que representase una acción por sí
que coincida plenamente y siempre con io misma, sin referencia a ningún otro
las leyes de la razón, sino que está tam­ fin, como objetivamente necesaria...
bién bajo la influencia de otros impulsos o
inclinaciones no acordes con la razón. La El imperativo hipotético dice sola­
voluntad humana no está necesariamente mente que la acción es buena para
determinada por la razón, de forma que algún propósito posible o real. En el
no pueda obedecer más que a lo que ella 15 primer caso es un principio proble-
le presenta. mático-pr áctico; en el segundo caso
es un principio asertórico-práctico.
Por este motivo, la ley moral, principio El imperativo categórico que, sin
objetivo de la razón, se presenta a la vo­ referencia a propósito alguno, es
luntad humana como constriñiéndola o 2o decir, sin ningún otro fin, declara
presionándola, como ejerciendo sobre ella la acción objetivamente necesaria
una fuerza coercitiva; la voluntad percibe en sí, tiene el valor de un principio
o se representa la ley moral como un apodíctico-práctico...
mandato.
...(El imperativo categórico) No se
Kant llama imperativo a la fórmula del 25 refiere a la materia de la acción y a
mandato; los imperativos se expresan en lo que de ésta ha de suceder, sino
la forma de un deber ser; y sólo tienen lu­ a la forma y al principio de donde
ella sucede, y lo esencialmente bue­ cuanto está determinada por leyes
no de la acción consiste en el ánimo universales. Resulta de aquí que el
30 que a ella se lleva, sea el éxito imperativo universal del deber pue-
el que fuere. Este imperativo puede 80 de formularse: obra como si la má­
llamarse el de la moralidad... xima de tu acción debiera
...el imperativo categórico es el úni­ tornarse, por tu voluntad, ley
co que se expresa en LEY práctica, universal de la naturaleza...
35 y los demás imperativos pueden lla­ ...¿Es una ley necesaria para todos
marse principios, pero no leyes de 85 los seres racionales juzgar siempre
la voluntad; porque lo que es nece­ sus acciones según máximas tales
sario hacer sólo como medio para que puedan ellos querer que deban
conseguir un propósito cualquiera, servir de leyes universales?
40 puede considerarse en sí como con­
tingente, y en todo momento pode­ El fundamento de este principio es:
mos quedar libres del precepto con 90 la naturaleza racional existe como
renunciar al propósito, mientras fin en sí mismo... El imperativo
que el mandato incondicionado no práctico será, pues, como sigue:
45 deja a la voluntad ningún arbitrio
obra de tal modo que uses la huma­
con respecto al objeto y, por tanto, nidad, tanto en tu persona como en
95 la persona de cualquier otro, siem­
lleva en sí aquella necesidad que
exigimos siempre en la ley... pre como un fin al mismo tiempo y
nunca solamente como un medio.»
Cuando pienso en general un impe- (Fundamentación de la Metafísica
50 rativo hipotético, no sé de antemano de las costumbres, cap. II, pp.
lo que contendrá; no lo sé hasta que 100 61-84.)
la condición me es dada. Pero si
pienso un imperativo categórico, ya
Kant distingue dos clases de imperativos:
sé al punto lo que contiene, pues co-
imperativos hipotéticos e imperativos ca­
55 mo el imperativo,, aparte de la ley,
tegóricos. Son hipotéticos los imperativos
no contiene más que la necesidad
que prescriben una acción como buena o
de la máxima de conformarse con
necesaria para conseguir algún propósito;
esa ley, y la ley, empero, no contie­
«si la acción es buena sólo como medio pa­
ne ninguna condición a que esté li­
ra alguna otra cosa —dice Kant en otro
60 mitada, no queda, pues, nada más
texto—, entonces es el imperativo hipoté­
que la universalidad de una ley en
tico». A su vez, los imperativos hipotéti­
general, a la que ha de conformarse
cos pueden ser de dos clases: problemáti­
la máxima de la acción, y esa con­
cos y asertárteos. Son problemáticos, si el
formidad es lo único que el impera-
propósito o fin para el que es buena la ac­
65 tivo representa propiamente como ción es sólo posible, es decir, que no es un
necesario. fin al que los hombres tiendan por natu­
raleza, sino que uno puede quererlo o no
El imperativo categórico es, pues,
quererlo (por ejemplo, si quieres obtener
único, y es como sigue: obra sólo se­
éxito, has de trabajar); estos imperativos
gún una máxima tal que puedas
son todos expresables en forma condicio­
70 querer al mismo tiempo que se torne
nal. Son asertóricos, si el fin en cuestión
ley universal...
es real, esto es, un fin al que se puede su­
La universalidad de la ley por la poner tienden todos los hombres por na­
cual suceden efectos constituye lo turaleza; este fin es, según Kant, la felici­
que se llama naturaleza en su más dad. Kant llama también reglas de habili­
75 amplio sentido (según la forma); es­ dad a los problemáticos y consejos de sa­
to es, la existencia de las cosas, en gacidad a los asertóricos.
El imperativo categórico, por su parte, de­ total hacia el que tiende la voluntad,
clara una acción como objetivamente ne­ el Bien Supremo, como veremos más ade­
cesaria, como buena en sí misma, sin refe­ lante.
rencia a ningún fin extrínseco.
En definitiva, sólo el imperativo categóri­
Pues bien, el imperativo moral sólo puede co, en tanto que es el único que declara la
ser, según Kant, un imperativo de esta úl­ acción objetivamente necesaria en sí, sin
tima clase, un imperativo categórico. Sólo referencia a ningún propósito extrínseco,
el imperativo categórico tiene el valor de puede ser el imperativo de la moralidad.
un principio apodíctico-práctíco', apodícti- Los imperativos hipotéticos quedan des­
co es lo que vale de un modo necesario e cartados como imperativos de la morali­
incondicionado. El único imperativo que dad, por contingentes y condicionados.
puede ser una ley para la voluntad es
—dice Kant— el imperativo categórico, Pero, ¿cuál es el contenido de ese impera­
porque sólo éste lleva consigo la necesidad tivo categórico? Del imperativo categórico
incondicionada; según Kant, todos los im­ es del único —dice Kant— que puede sa­
perativos hipotéticos son, en cambio, con­ berse de antemano lo que contiene; el
tingentes, pues como ordenan algo que só­ contenido de un imperativo hipotético, en
cambio, no puede saberse mientras no se
lo es necesario en tanto que medio para
un propósito ulterior, si se renuncia al conozca la condición, o sea el propósito,
cara al cual ha de prescribirse la acción.
propósito, se queda también libre del pre­
El imperativo categórico prescinde del
cepto, de la acción que prescriben. Podría
contenido de la acción y del efecto que se
objetársele a Kant que, si bien este argu­
espera de ésta; lo único que contiene es la
mento es válido para los imperativos hi­
exigencia de la conformidad de la máxi­
potéticos problemáticos, no es tan claro
ma de la acción con la universalidad de
que valga igualmente para los asertóricos,
una ley en general; lo único que ordena es
ya que aquí se trata, según él mismo sos­
la forma que ha de poder adoptar la máxi­
tiene, de un fin al que tienden todos los
ma de la acción, o sea la universalidad
hombres por naturaleza y que, por tanto,
propia de una ley en general.
no es renunciable con la misma facilidad.
Kant considera, en efecto, que los impera­ Kant ofrece varias formulaciones del im­
tivos asertóricos llevan consigo una nece­ perativo categórico, que en realidad no
sidad; ahora bien, no es una necesidad in­ son otra cosa que diferentes modos de
condicionada, sino limitada por la «condi­ presentar el principio de la moralidad. En
ción subjetiva contingente de que éste o el texto de arriba aparecen las tres más fa­
aquel hombre cuente tal o cual cosa entre mosas:
las que pertenecen a su felicidad» (Ib., p. a) «obra sólo según una máxima tal que
65); además, «todos los elementos que per­ puedas querer al mismo tiempo que se
tenecen al concepto de la felicidad son torne ley universal»;
empíricos’, tienen que derivarse de la ex­
periencia» (Ib., p. 67). b) «obra como si la máxima de tu acción
debiera tornarse, por tu voluntad, ley
universal de la naturaleza»;
De todas formas, si bien es verdad que
puede discutirse el concepto kantiano de c) «obra de tal modo que uses la humani­
la felicidad, como un estado subjetivo, tal dad, tanto en tu persona como en la
como discuten varios autores, sin embar­ persona de cualquier otro, siempre co­
go, hay que adelantar que Kant, siempre mo un fin al mismo tiempo y nunca
respetuoso con lo que sea una tendencia solamente como un medio».
natural de los hombres, concede a la feli­
cidad un puesto importante en su teoría Las dos primeras formulaciones se cen­
ética, ciertamente no como fundamento, tran en la forma que debe poder adoptar
pero sí como parte integrante del objeto la máxima de la acción; la primera dice
que la máxima ha de ser tal que pueda Kant ilustra esta tercera formulación con
quererse como ley universal; puede obser­ los mismos ejemplos de antes: un hombre
varse que esta primera formulación viene que, para escapar de una situación doloro-
a ser equivalente a la anterior enunciación sa futura, se suicida, se está utilizando a sí
de la ley moral; es perfectamente explica­ mismo como simple medio para otro fin,
ble, dado que el imperativo categórico no por ejemplo, el de conservar una situación
es otra cosa que la fórmula de la ley mo­ tolerable hasta el fin de su vida. Otro
ral como mandato, es decir, la ley moral hombre que, para salir de una situación
en forma de mandato; en este sentido es difícil hace una promesa, que sabe de an­
indicadora la sustitución de las palabras temano que no va a cumplir, está utilizan­
con que comienza la enunciación de la ley do al hombre u hombres a quienes hace
moral: «yo no debo obrar...», por las pala­ la promesa como meros medios para sus
bras con que comienza el imperativo: propósitos particulares.
«obra sólo...». La segunda formulación dice Ahora bien, según Kant, los hombres y,
que la máxima debe ser tal que pudiera en general, los seres racionales no son se­
tornarse incluso una ley natural univer­ res que tengan un valor meramente rela­
sal. Kant presenta un ejemplo: suponga­ tivo, como simples medios, sino que tie­
mos que alguien, por una serie de desgra­ nen un valor absoluto, como fines en sí
cias, está hasta tal punto desesperado, que mismos. Por eso precisamente se les llama
lo que más desea es quitarse la vida; ¿es lí­ personas, a diferencia de los demás seres
cito quitarse la vida, dada una situación irracionales, que se llaman cosas.
tal? Para resolver la cuestión puede pre­
guntarse si su máxima —quitarse la vida Kant concede a la condición del hombre
cuando ésta le proporciona más desgracia (y de todo ser racional) de fin en sí mis­
que agrado— puede tornarse una ley uni­ mo, un puesto central en su ética; hasta el
versal de la naturaleza. Enseguida vería, punto de que hace de dicha condición
dice Kant, que una naturaleza cuya ley el fundamento de la existencia del impe­
fuera destruir la vida, estaría en contra­ rativo categórico o ley práctica y el funda­
dicción con lo que parece que es el propó­ mento de que la obediencia a dicha ley
sito de la naturaleza, el fomento de la sea deber. Es decir, la condición de la na­
vida. Aquella máxima no puede, pues, turaleza racional como fin en sí mismo
realizarse como ley universal de la natu­ explica, justifica o fundamenta el que sea
raleza. una ley necesaria para todos los seres ra­
cionales obrar siempre según máximas ta­
les que puedan quererse como leyes uni­
La tercera formulación del imperativo ca­ versales.
tegórico es un poco distinta de las dos an­
teriores. Esta formulación dice que hay La argumentación que Kant desarrolla para
que obrar de manera que el uso que se explicar por qué la existencia y la ne­
haga, tanto de sí mismo como de los de­ cesidad de la ley práctica o imperativo ca­
más, sea siempre como fines en sí mismos tegórico tiene su fundamento en la condi­
al mismo tiempo y nunca solamente como ción propia del ser racional, es un poco
medios. (Las expresiones subrayadas alu­ complicada. Parece que quiere decir lo si­
den a lo siguiente: es verdad que nosotros guiente: lo único que puede determinar a
utilizamos al profesor, al tendero, etc., co­ un hombre a obrar de manera que las má­
mo medios para nuestros propios fines ximas de su acción sean concebibles como
—aprender, adquirir artículos, etc.—; lo leyes universales es la representación de
que el imperativo ordena es que no se sí mismo y de los demás como fines en sí
considere al profesor o al tendero sola­ mismos. Y es el hecho de que la naturale­
mente como medios para los propios pro­ za racional exista como fin en sí mismo,
pósitos, sino siempre como fines en sí lo que hace que obrar según máximas ta­
mismos al mismo tiempo.) les, que sean concebibles como leyes uni­
versales, sea obligatorio, sea un deber o luntad la que se da a sí misma la
una ley necesaria para todos los seres ra­ ley, sino el objeto, por su relación
cionales. 35 con la voluntad, es el que da a ésta
la ley. Esta relación, ya descanse en
En efecto, si el hombre no existiera como la inclinación, ya en representacio­
fin en sí mismo, sino sólo como medio, nes de la razón, no hace posibles
nada impediría cjue no fuera lícito obrar más que imperativos hipotéticos:
según máximas tales que valieran sólo pa­ 40 «debo hacer algo porque quiero al ­
ra nuestros propios propósitos; sería líci­ guna otra cosa». En cambio, el im­
to, por ejemplo, suicidarme o hacer una perativo moral y, por tanto, categó­
promesa sin intención de cumplirla, ya rico, dice: «debo obrar de este o del
que sería igualmente lícito utilizarme a otro modo, aun cuando no quisiera
mí mismo o a los demás como meros me­ 45 otra cosa». Por ejemplo, aquél dice:
dios. «no debo mentir, si quiero conser­
var la honra». Este, empero, dice:
3.6. La autonomía «no debo mentir, aunque el mentir
de la voluntad no me acarree la menor vergüenza»,
so Este último, pues, debe hacer abs­
«...la voluntad, ..., no está sometida tracción de todo objeto, hasta el
exclusivamente a la ley, sino que lo punto de que este objeto no tenga
está de manera que puede ser con­ sobre la voluntad el menor influjo,
siderada como legislándose a sí pro- para que la razón práctica (volun-
5 pia, y por eso mismo, y sólo por 55 tad) no sea una mera administra­
eso, sometida a la ley (de la que ella dora de ajeno interés, sino que
misma puede considerarse autora)... demuestre su propia autoridad im­
perativa como legislación suprema.»
...Llamaré a este principio el de la (Fundament ación de la metafísica
AUTONOMÍA de la voluntad, en so de las costumbres, cap. II, o. c., pp.
10 oposición a cualquier otro que, por 88-90 y 101-103.)
lo mismo, calificaré de heterono-
mía...
Es una tesis fundamental de Kant sostener
La autonomía de la voluntad es la que, cuando lo que determina a la volun­
constitución de la voluntad, por la tad es exclusivamente el principio formal
15 cual es ella para sí misma una ley del deber, es decir, cuando la voluntad no
—independientemente de como es­ elige otra cosa que seguir máximas tales
tén constituidos los objetos del que puedan quererse como leyes univer­
querer—. El principio de la autono­ sales, la voluntad no está sometiéndose a
mía es, pues, no elegir de otro mo- otra ley que a la que ella misma se da.
2o do sino ,de éste: que las máximas de Ahora bien, una voluntad que no está so­
la elección, en el querer mismo, metida y que no obedece más que a la ley
sean al mismo tiempo incluidas co­ de la que ella misma es autora, es una vo­
mo ley universal... luntad autónoma. Tal es el principio kan­
tiano de la autonomía de la voluntad.
Cuando la voluntad busca la ley,
25 que debe determinarla, en algún En cambio, cuando lo que determina a la
otro punto que no en la aptitud de voluntad no es la aptitud de sus máximas
sus máximas para su propia legisla­ para hacerse a sí mismas leyes universa­
ción universal y, por tanto, cuando les, sino impulsos o intereses exteriores o
sale de sí misma a buscar esa ley en extraños (por ejemplo, conservar la buena
30 la constitución de alguno de sus ob­ fama), entonces la voluntad se está some­
jetos, entonces prodúcese siempre tiendo a principios que no proceden de
heteronomía. No es entonces la vo­ ella misma, sino que le son impuestos por
alguna otra cosa. En tal caso la voluntad de la realización efectiva del Bien Supre­
no es autónoma, sino heterónoma. mo, el objeto al que aspira necesariamente
una voluntad determinada por esa ley.
Kant llama a la autonomía de la voluntad
el principio supremo de la moralidad y La libertad, la inmortalidad y Dios no son
considera que la heteronomía de la volun­ para Kant meras ficciones, sino exigencias
tad es el origen de todos los principios ile­ de aquello que constituye el fundamento
gítimos de la moralidad, que pueden divi­ de la dignidad del ser racional, la morali­
dirse, según Kant, en empíricos y raciona­ dad. El hecho de que no sean demostra­
les; los primeros se derivan del principio bles por el conocimiento teórico es indicio
de la felicidad y los segundos del princi­ de las limitaciones de éste, mas no de la
pio de la perfección; aquéllos se asientan imposibilidad de los primeros.
en el sentimiento físico o en el sentimien­
to moral y éstos se asientan o bien en el 3.7.1. La liber tad
concepto de la perfección propia o bien en
el concepto de una perfección indepen­ como condición
diente o voluntad divina, como causa de­ de la posibilidad
terminante de nuestra voluntad. de la ley mor al
Kant dice también que la autonomía de la «Pero la libertad es también la única
voluntad es el fundamento de la dignidad. entre todas las ideas de la razón es­
del hombre y de todo ser racional. Tiene peculativa, cuya posibilidad a priori
dignidad o valor interno y no meramente sabemos (wissen), sin penetrarla
precio o valor relativo —dice Kant— aque­ 5 (einzusehen), sin embargo, porque
llo que constituye la condición para que ella es la condición de la ley moral,
algo sea fin en sí mismo. Ahora bien, la ley que nosotros sabemos.» (Crítica
autonomía de la voluntad, por la cual de la razón práctica, Prólogo, o.
autonomía es la voluntad legisladora y no c., p. 12.)
obedece a otra ley que a la que ella se da a
sí misma, es la condición, según Kant, sin io «Pues no podemos explicar nada si­
la cual no podría pensarse al ser racional no reduciéndolo a leyes, cuyo obje­
como fin en sí mismo. to pueda darse en alguna experien­
cia posible. Mas la libertad es una
mera idea, cuya realidad objetiva
3.7. Los postulados 15 no puede exponerse de ninguna
de la r azón pr áctica manera por leyes naturales y, por
tanto, en ninguna experiencia posi­
Los postulados de la razón práctica son ble; por consiguiente, puesto que
la libertad, la inmortalidad del alma y la no puede darse de ella nunca un
existencia de Dios. Kant los llama postula­ 20 ejemplo, por ninguna analogía, no
dos porque, aunque incognoscibles para la cabe concebirla ni aun sólo conocer­
razón teórica, pueden y deben ser admiti­ la. Vale sólo como necesaria suposi­
dos, en cambio, por la razón práctica, ya ción de la razón en un ser que crea
que son condiciones necesarias de la posi­ tener conciencia de una voluntad,
bilidad de algo que se sabe o que es un he­ 25 esto es, de una facultad diferente de
cho, desde el punto de vista práctico: la la mera facultad de desear (la facul­
ley moral y el objeto necesario de la vo­ tad de determinarse a obrar como
luntad moral, esto es, el Bien Supremo. inteligencia, según leyes de la ra­
zón, pues, independientemente de
La libertad es la condición de la posibili­ 30 los instintos naturales). Mas donde
dad de la ley moral, ley que nosotros sa­ quiera que cesa la determinación
bemos; la inmortalidad y la existencia de por leyes naturales, allí también ce­
Dios son las condiciones de la posibilidad sa toda explicación y sólo resta la
defensa, esto es, rechazar los argu- la facultad de determinarse a obrar como
35 mentos de quienes, pretendiendo inteligencia y, por tanto, con independen­
haber intuido la esencia de las co­ cia de sus instintos naturales. La libertad
sas, declaran sin ambages que la li­ —dice en otro texto— no puede demos­
bertad es imposible. Sólo cabe de­ trarse como algo real, pero hay que «supo­
mostrarles que la contradicción que nerla, si queremos pensar un ser como ra­
40 suponen haber descubierto aquí no cional y con conciencia de su causalidad
consiste más sino en que ellos, para respecto de las acciones, es decir, como
dar validez a la ley natural con res­ dotado de voluntad», pues de lo contrario
pecto a las acciones humanas, tuvie­ el sujeto no atribuiría a su razón la deter­
ron que considerar al hombre, ne­ minación de sus acciones, sino a otros im­
45 cesariamente, como fenómeno, y pulsos; «la voluntad no puede ser voluntad
ahora, cuando se exige de ellos que propia sino bajo la idea de la libertad».
lo piensen como inteligencia, tam­ (.Fundamentación, o. c., pp. 114-115.)
bién como cosa en sí, siguen, sin Es evidente que este planteamiento presu­
embargo, considerándolo como fe-
pone un concepto determinado de liber­
50 nómeno, en cuya consideración re­
tad. ¿Qué entiende Kant por libertad?
sulta, sin duda, contradictorio sepa­
Kant presenta en su Fundamentación una
rar su causalidad (esto es, la de su
definición negativa y un concepto positi­
voluntad) de todas las leyes natura­
vo de la misma.
les del mundo sensible, en uno y el
55 mismo sujeto; pero esa contradic­ Negativamente, es definida como la capa­
ción desaparece si reflexionan y, co­ cidad de los seres racionales de determi­
mo es justo, quieren confesar que narse a obrar independientemente de cau­
tras los fenómenos tienen que estar sas extrañas, en contraste con la necesidad
las cosas en sí mismas (aunque ocul- natural, según la cual los seres irraciona­
6o tas), a cuyas leyes no podemos pe­ les son siempre determinados a la activi­
dirles que sean idénticas a las leyes dad por el influjo de causas extrañas. Posi­
a que sus fenómenos están someti­ tivamente, la libertad es definida como la
dos.» (Fundamentación de la metafí­ capacidad de los seres racionales a deter­
sica de las costumbres, cap. III, o. c., minarse a obrar según leyes de otra índole
65 pp. 131-132.) que las naturales, esto es, según leyes que
son dadas por su propia razón; libertad
De acuerdo con los presupuestos de su equivale, pues, a autonomía de la volun­
teoría del conocimiento, Kant sostiene que tad, o «propiedad de ésta de ser una ley
la libertad no es ni puede ser conocida para sí misma»; y como una voluntad
científicamente, ya que no es objeto de in­ autónoma es una voluntad que tiene por
tuición sensible. Pero Kant sostiene, al fundamento de su determinación el impe­
mismo tiempo, que puede y debe ser ad­ rativo categórico o ley práctica, resulta
mitida desde el punto de vista de la razón que «voluntad libre y voluntad bajo leyes
práctica, pues la libertad es la condición morales son una y la misma cosa». (Funda-
de la posibilidad de la ley moral, ley que mentación, o. c., p. 112.)
para Kant es un hecho. La ley moral exi­
ge obrar según la razón e independiente­ Ahora bien, la posibilidad del hombre de
mente de causas ajenas; ahora bien, la ley determinarse según leyes de la razón, con
moral sería absurda o no existiría si no independencia de sus instintos naturales y
fuéramos capaces de ello. de influencias externas, exige, según Kant,
que se reconozca al hombre, no sólo como
Pero Kant piensa, en efecto, que la liber­ fenómeno, sino también como noúmeno o
tad hay que suponerla necesariamente en cosa en sí. Como fenómeno, está, como
el hombre y en todo ser racional, que ten­ cualquier otro ser de la naturaleza, some­
ga conciencia de su voluntad, esto es, de tido a la causalidad natural o leyes natura­
les; como noúmeno, a las que él mismo se cidad... Pues tener necesidad de
da por medio de la razón. felicidad, ser digno de ella, y, sin
embargo, no participar de ella, es
Por último, la relación entre ley moral y cosa que no puede coexistir con el
libertad es expresada por Kant en su fa­ 35 perfecto querer de un ser racional
mosa frase: «la libertad es, sin duda, la que al mismo tiempo tuviese todo
ratio essendi de la ley moral, pero la ley poder, si nosotros imaginamos un
moral es la ratio cognoscendi de la liber­ ser semejante, aun sólo como ensa­
tad». (Crítica de la razón práctica, yo. Ahora bien, en cuanto la virtud
Prólogo, o. c., p. 12, nota 1.) 40 y la felicidad conjuntamente consti­
Es decir, la libertad es la condición de la tuyen la posesión del supremo bien
posibilidad de la ley moral; sin la libertad, en una persona, y en cuanto ade­
es inconcebible el hecho de la moralidad. más, estando la felicidad repartida
Y el hecho de la moralidad, la ley moral, exactamente en proporción a la mo-
nos lleva inevitablemente a admitir la po­ 45 ralidad (como valor de la persona y
sibilidad de la libertad. de su dignidad para ser feliz), cons­
tituyen ambas el supremo bien de
3.7.2. El supremo bien un mundo posible, significa esto el
y la antinomia completo, el acabado bien.» (Crítica
50 de la razón práctica, Dialéctica
de la r azón pr áctica de la razón práctica, caps. I y II, o.
«La razón pura, considérese en su c., pp. 153-158.)
uso especulativo o práctico, tiene
siempre su dialéctica, pues exige la Hay que tener muy en cuenta que Kant
absoluta totalidad de las condicio- no presenta el sumo bien como el funda­
5 nes para un condicionado dado... mento de determinación de la voluntad
buena o que obra moralmente (sólo la ley
El concepto de lo supremo contiene moral puede ser dicho fundamento), sino
ya un equívoco q.ue, si no se tiene como el objeto total e incondicionado ha­
en cuenta, puede ocasionar innece­ cia el cual tiende de manera natural esa
sariamente disputas. Lo supremo voluntad. Pues la razón práctica, igual
10 puede significar lo más elevado (su-
que la especulativa, busca para lo condi­
premum) o también lo acabado (con- cionado dado, la absoluta totalidad incon­
summatum). Lo primero es aquella dicionada, que es el Bien Supremo.
condición que es ella misma incon­
dicionada, es decir, que no está so­ ¿Qué entiende Kant por supremo bien?
15 metida a ninguna otra (originariuirí); Kant distingue dos significados del térmi­
lo segundo, aquel todo que no es no «supremo»: lo supremo, en el sentido
una parte de un todo mayor de la de lo más elevado o lo incondicionado; y
misma clase (perfectissimum). Que lo supremo, en el sentido de lo completo,
la virtud (como dignidad de ser fe- lo acabado, lo que no es parte de un todo
20 liz) sea la más elevada condición de mayor. El bien más elevado, la condición
todo lo que nos pueda parecer sólo que es ella misma incondicionada, es la
apetecible, por consiguiente, tam­ virtud, que consiste en la concordancia
bién de toda nuestra búsqueda de perfecta entre la voluntad y la ley moral.
felicidad; que ella sea, por tanto, el Pero la virtud no es para los seres raciona­
25 bien más elevado, ha sido mostrado les finitos el bien completo y acabado; la
en la analítica. Pero no por eso es virtud —dice Kant— nos hace dignos de la
aún el bien completo y acabado co­ felicidad, pero el ser racional finito aspira,
mo objeto de la facultad de desear no sólo a ser digno de ella, sino también a
de seres racionales finitos, pues pa- participar, efectivamente, de la misma; de
30 ra serlo se requiere también feli­ manera que el objeto total de las aspira­
ciones de los seres racionales finitos es la mismo, resulta estar orientada hacia un
unión de virtud y felicidad y, por tanto, el fin u objeto ficticio y falso. Pero Kant en­
bien supremo debe entenderse en el senti­ cuentra la solución a dicha antinomia,
do del bien completo y acabado. afirmando que si bien la primera proposi­
ción («el apetito de la felicidad es causa de
(De esos dos elementos, la virtud es la pri­
la virtud») es absolutamente falsa; la se­
mera y principal parte del bien supremo; gunda proposición («la virtud produce ne­
pues la felicidad presupone la virtud co­ cesariamente la felicidad») no es falsa ab­
mo condición, y, en cambio, la virtud no
solutamente, sino sólo si se considera que
tiene por encima de ella ninguna condi­ el único modo de existencia del ser racio­
ción más elevada.) nal finito es su existencia en el mundo
Pero el problema está en cómo es posible sensible.
la unión efectiva de virtud y felicidad. No es falsa, si es posible pensar para el
Kant se plantea este problema porque hombre una existencia como noúmeno en
considera que virtud y felicidad son ele­ el mundo inteligible. Ahora bien, en prin­
mentos heterogéneos entre sí, es decir, la cipio la misma ley moral con su exigencia
noción del uno no contiene implícitamen­ de la libertad, como condición, nos autori­
te la noción del otro («como si el que bus­ za a pensar al hombre no sólo como fenó­
ca su felicidad se encontrase en esta su meno, sino también como noúmeno, co­
conducta ipso fado, virtuoso por el mero mo se ha visto. No es, pues, imposible que
análisis de sus conceptos, o el que persi­ la virtud tenga una conexión necesaria,
gue la virtud se encontrase feliz ipso fado como causa, con la felicidad, como efecto.
en la conciencia de tal conducta»). (Crítica De todas formas, la conexión necesaria en­
de la razón práctica, o. c., p. 160.) tre estos dos elementos sólo puede hacerse
Kant se pregunta si la conexión entre am­ realidad —según Kant— por la mediación
bos elementos puede entenderse según de Dios; exige, pues, el postulado de la
una conexión de causa y efecto. En tal ca­ existencia de Dios. Pero antes de tratar es­
so, tendríamos que, o bien la búsqueda de te postulado, Kant desarrolla el de la pro­
la felicidad es la causa de la virtud, o bien longación de la existencia y personalidad
la virtud es la c ausa de la felicidad. Lo pr i­ del hombre en el mundo suprasensible o
mero es absolutamente imposible, porque postulado de la inmortalidad del alma.
entonces sería la felicidad el fundamento
de la moralidad y ello no es admisible, co­ 3.7.3. La inmor talidad del
mo ya se ha mostrado; pero lo segundo alma y la existencia de
parece también imposible, pues la expe­
Dios, como condiciones
riencia nos muestra que en la mayoría de
los casos el hombre virtuoso lo es a costa de la posibilidad
de sacrificar su propia felicidad. Así, la ra­ de la r ealización
zón práctica se encuentra con una antino­ del sumo bien
mia: por un lado, la razón práctica exige,
en el concepto del supremo bien, la cone­ • La inmortalidad del alma
xión necesaria entre virtud y felicidad, de
manera que no puede admitir la una sin
«La realización del bien supremo en
que la otra le pertenezca también; pero,
el mundo es el objeto necesario de
por otro lado, una conexión necesaria en­ una voluntad determinable por la
tre ambas parece imposible.
ley moral. Pero en ésta es la adecua-
5 ción completa de la disposición de
Ahora bien, si dicha conexión es imposi­ ánimo con la ley moral, la condi­
ble, es también imposible el supremo bien; ción más elevada del bien supremo.
y si el supremo bien es imposible, enton­ Ella, pues, tiene que ser tan posible
ces la ley moral, que ordena fomentar el como su objeto, porque está conte-
10 nida en el mismo mandato de fo­ el mundo sensible; la santidad no puede
mentar éste. Pero la adecuación alcanzarse más que en un progreso indefi­
completa de la voluntad a la ley nido o infinito hacia aquella adecuación.
moral es santidad, una perfección Este progreso indefinido hacia ese ideal es
de la cual no es capaz ningún ser sólo posible, sin embargo, bajo el supuesto
15 racional en el mundo sensible en de que el hombre tenga una existencia y
ningún momento de su existencia. personalidad duraderas en lo infinito, lo
Pero como ella, sin embargo, es exi­ cual no es otra cosa que la inmortalidad
gida como prácticamente necesaria, del alma.
no puede ser hallada más que en un Ahora bien, como el supremo bien sólo es
20 progreso que va al infinito hacia posible si se admite la inmortalidad del al­
aquella completa adecuación, y, se­ ma, pues sin ella no sería posible la condi­
gún los principios de la razón pura ción más elevada del mismo (la santidad);
práctica, es necesario admitir tal como la ley moral manda fomentar el su­
progresión práctica como el objeto premo bien y ésta no puede proponer un
25 real de nuestra voluntad. fin ficticio, resulta que la inmortalidad del
Este progreso infinito es, empero, alma debe ser postulada.
sólo posible, bajo el supuesto de una
existencia y personalidad duradera • La existencia de Dios
en lo infinito del mismo ser racio- «La ley moral condujo, en el análisis
30 nal (que se llama la inmortalidad anterior, al problema práctico, que,
del alma). Así pues, el bien supre­ sin la intervención de motor alguno
mo es prácticamente sólo posible sensible, sólo por la razón pura está
bajo el supuesto de la inmortalidad 5 prescrito, a saber, a la necesaria in­
del alma; por consiguiente, ésta, co- tegridad de la primera y más prin­
35 mo ligada inseparablemente con la cipal parte del bien supremo, la mo­
ley moral, es un postulado de la ra­ ralidad, y, como ese problema sólo
zón pura práctica (por lo cual en­ puede ser resuelto completamente
tiendo una proposición teórica, pe­ 10 en una eternidad, al postulado de la
ro no demostrable como tal, en inmortalidad. Esa misma ley tiene
40 cuanto depende inseparablemente que conducir también a la posibili­
de una ley práctica incondicional­ dad del segundo elemento del bien
mente válida a priori).» (Crítica de supremo, a saber, la felicidad ade-
la razón práctica, «Dialéctica de la 15 cuada a aquella moralidad, con el
razón pura práctica», cap. IV, o. c., mismo desinterés de antes, por la
45 p. 172.) sola razón imparcial; es decir, a la
presuposición de la existencia de
Kant llega al postulado de la inmortalidad una causa adecuada a este efecto,
del alma partiendo de la primera y princi­ 20 esto es, a postular la existencia de
pal parte del bien supremo, la virtud, que Dios como necesariamente pertene­
es la condición más elevada del supremo ciente a la posibilidad del bien su­
bien. premo (objeto de nuestra voluntad
que está ligado necesariamente con
El concepto de virtud, contenido en el 25 la legislación moral de la razón pu­
concepto de supremo bien, es el de una ra). Vamos a exponer esta conexión
adecuación completa de la voluntad con la de un modo convincente.
ley moral. Ahora bien, una adecuación
completa de la voluntad con la ley moral La felicidad es el estado de un ser
es, según Kant, santidad o voluntad santa. racional en el mundo, al cual, en el
Pero la santidad es un ideal que el hom­ 30 conjunto de su existencia, le va todo
bre no puede alcanzar en su existencia en según su deseo y voluntad', descan-
sa, pues, en la concordancia de la La felicidad —dice Kant— es el estado de
naturaleza con el fin total que él un ser racional al que le va todo según su
persigue y también con el funda- voluntad y deseo; consiste, pues, en la
35 mentó esencial de determinación de concordancia entre la naturaleza y su de­
su voluntad. Ahora bien, la ley mo­ seo y voluntad.
ral, como ley de la libertad, manda Ahora bien, la ley moral ordena obrar
por medio de fundamentos de de­ por fundamentos de determinación ente­
terminación, que deben ser entera- ramente independientes de la naturaleza
40 mente independientes de la natura­ y de las inclinaciones o coincidencia entre
leza y de la coincidencia de la mis­ nuestros deseos y la naturaleza.
ma con nuestra facultad de desear Así pues, la ley moral no proporciona el
(como motor); pero el ser agente ra­ menor fundamento para una conexión ne­
cional en el mundo no es al mismo cesaria entre la moralidad y la felicidad
45 tiempo causa del mundo y de la na­ de un ser perteneciente al mundo y de­
turaleza misma. Así pues, en la ley pendiente de él; el ser racional finito, pre­
moral no hay el menor fundamento cisamente porque está ligado al mundo,
para una conexión necesaria entre no puede por sus propias fuerzas hacer
la moralidad y la felicidad, a ella coincidir completamente su felicidad con
50 proporcionada, de un ser pertene­ sus principios morales.
ciente, como parte, al mundo y de­ Pero como esta conexión aparece como
pendiente, por tanto, de él; este ser, necesaria en el concepto del supremo bien
precisamente por eso, no puede ser y como éste tiene que ser posible, hay que
por su voluntad causa de esta natu- postular la existencia de una causa de la
55 raleza, y no puede en lo que con­ naturaleza, distinta de la naturaleza, que
cierne a su felicidad, hacerla por encierre el fundamento de la conexión o
sus propias fuerzas coincidir com­ concordancia entre la felicidad y la mora­
pletamente con sus propios princi­ lidad.
pios prácticos. Sin embargo, en el Kant dice que esta causa superior tiene
60 problema práctico de la razón pu­ que obrar por inteligencia y voluntad y
ra, es decir, en el trabajo necesario que, por tanto, tiene que ser Dios.
enderezado hacia el supremo bien, La cuestión de la posibilidad del bien su­
se postula esa conexión como nece­ premo conduce, pues, al postulado de la
saria: debemos fomentar el supre- existencia de Dios.
65 mo bien (que, por tanto, tiene que Ahora bien, Kant deja bien claro que la
ser posible). Por consiguiente, se aceptación de la existencia de Dios no es
postula también la existencia de necesaria como fundamento de la obliga­
una causa de la naturaleza toda, dis­ ción moral, pues dicho fundamento des­
tinta de la naturaleza y que encierra cansa exclusivamente en la ley formal del
7o el fundamento de esa conexión, esto es, deber; sólo en tanto que constituye la con­
de la exacta concordancia entre la dición de la posibilidad del bien supremo,
felicidad y la moralidad.» (Crítica de posibilidad que nosotros debemos presu­
la razón práctica, «Diáléctica»..., poner, ya que es un deber para nosotros
cap. V, o. c., pp. 174-175.) fomentarlo, es moralmente necesario ad­
Si el postulado de la inmortalidad del al­ mitir la existencia de Dios. La aceptación
ma conduce a la posibilidad del primer de la existencia de Dios es una exigencia
elemento del bien supremo; la posibilidad práctica, la cual —dice— puede llamarse
del segundo elemento, la felicidad, exige también fe, fe racional pura.
postular la existencia de Dios.
Dios se presenta como la causa mediadora, Así pues, la razón práctica conduce por
que posibilita la conexión necesaria entre medio de los postulados a conceptos que
la virtud, como causa, y la felicidad, como la razón especulativa se planteaba, sin po­
efecto. der, sin embargo, resolver: el concepto de
la inmortalidad, en cuya solución la razón dos no amplían el conocimiento especula­
teórica caía en paralogismos; el concepto tivo de esas ideas, en el sentido de que no
de un mundo inteligible y nuestra partici­ nos dan a conocer la naturaleza del alma
pación en él (por medio del postulado de ni la naturaleza del mundo inteligible ni
la libertad), en cuya solución la razón teó­ la de Dios, sin embargo, dan realidad ob­
rica caía en antinomias y el concepto del jetiva o contenido a dichas ideas.
Ser primero o Dios. Y aunque los postula­

4. LA CRÍTICA DEL
JUICIO
SU PLANTEAMIENTO GENERAL

«Pero si bien se ha abierto un abis­ Kant se propone en la Crítica del juicio


mo infranqueable entre la esfera (1790) salvar el abismo existente entre el
del concepto de naturaleza como lo mundo de la razón teórica, el mundo de
sensible y la esfera del concepto de la naturaleza o mundo sensible, y el mun­
5 libertad como lo suprasensible, de do de la libertad, mundo suprasensible o
tal modo que del primero al segun­ inteligible.
do (por medio del uso teórico de la En efecto, cada uno de estos mundos tiene
razón) ningún tránsito es posible, su propia legalidad: en el mundo sensible
exactamente como si fueran otros rige la necesidad natural, las leyes mecá­
10 tantos mundos diferentes, sin poder
nicas; en el segundo, son las leyes mora­
el primero tener influjo alguno so­ les, que son las leyes de la libertad. Entre
bre el segundo, sin embargo, debe ambos se establece, pues, una dicotomía
éste tener un influjo sobre aquél, a tal, que no parece que uno pueda tener in­
saber: el concepto de libertad debe
fluencia sobre el otro.
15 realizar en el mundo sensible el fin
Pero Kant piensa que es necesario que
propuesto por sus leyes, y la natu­
el segundo pueda tener un influjo sobre el
raleza, por tanto, debe poder pen­
primero, pues, de lo contrario, las leyes
sarse de tal modo que al menos la
morales (mundo de la libertad) no podrían
conformidad a leyes que poseen
realizarse en las acciones (que caen dentro
20 forma, concuerde con la posibilidad
del mundo sensible). Ahora bien, hay ac­
de los fines, según leyes de libertad,
ciones morales en el mundo; luego, tiene
que se han de realizar en ella. Tie­
que haber un fundamento que permita el
ne, pues, que haber un fundamento
tránsito o el influjo de las leyes de la liber­
para la unidad de lo suprasensible,
tad en el mundo natural; es decir, la natu­
25 que yace a la base de la naturaleza,
raleza debe poder pensarse de tal modo
con lo que el concepto de libertad
que, siguiendo sus leyes propias, concuer­
encierra de práctico; el concepto de
de con la posibilidad de llevar a cabo en
ese fundamento, aunque no pueda
ellas fines, de acuerdo con las leyes de la
conseguir de él un conocimiento ni
libertad.
30 teórico ni práctico, y, por tanto, no
tenga esfera característica alguna, Kant encuentra la clave para salvar ese
sin embargo, hace posible el tránsi­ abismo en un principio a priori de la fa­
to del modo de pensar según los cultad de juzgar, en el principio a priori
principios de uno al modo de pen- de la finalidad de la naturaleza, según el
35 sar según los principios del otro.» cual la naturaleza es representada como
{Crítica del juicio, Introducción, un sistema inteligible, producto de una
Austral. Madrid, 1977, p. 74.) causa que actúa con intención.
La finalidad de la naturaleza no está en La naturaleza aparece ahora como un sis­
contradicción con la naturaleza como un tema teleológico, producto de una causa
sistema donde rige la necesidad mecánica, superior, cuyo fundamento de determina­
porque la finalidad de la naturaleza no es ción al crear el mundo no es otro que el
para Kant una categoría real u ontológica hombre, en cuanto ser moral. (Kant expo­
de la naturaleza, sino un principio a prio- ne las razones por las cuales esa causa su­
ri del juicio reflexionante, principio me­ perior tiene que ser Dios.)
diante el cual esta facultad da una ley, no
a la naturaleza misma, sino a sí misma pa­ Ahora bien, una naturaleza que ha sido
ra reflexionar sobre la naturaleza. El prin­ creada con vistas al hombre, como ser
cipio de la finalidad de la naturaleza no moral, puede pensarse como susceptible
está dentro de la esfera del conocimiento de adaptarse a los fines de la libertad. La
teórico, sino dentro de la esfera de las consideración teleológica de la naturaleza
ideas reguladoras o exigencias de la ra­ aparece, pues, como la condición de la po­
zón; tiene el carácter de un principio heu­ sibilidad de la realización de las leyes mo­
rístico. rales en el mundo, esto es, como la condi­
Pero el principio de la finalidad de la na­ ción de la posibilidad de la acción moral.
turaleza no está desprovisto totalmente de
fundamento empírico. Así, hay ámbitos (El problema de la armonización entre el
en la misma naturaleza, para los que orden natural y el orden moral es retoma­
—según Kant— es insatisfactoria la expli­ do otra vez por Kant en una obra de 1793:
cación por causas meramente mecánicas, La religión dentro de los límites de la mera
por ejemplo, la forma interna de los seres razón.)
orgánicos:
Pero la consideración teleológica de la na­
«Un producto organizado de la na­ turaleza ayuda también a hacer compren­
turaleza es aquel en el cual todo es sibles algunos problemas relacionados con
fin, y, recíprocamente, también me­ el problema del conocimiento. Por ejem­
dio. Nada en él es en balde, sin fin o plo, el hecho del conocimiento presupone
5 atribuible a un ciego mecanismo la ordenación sistemática de nuestras fa­
natural.» (.Crítica del juicio, II, 66, cultades cognoscitivas, la colaboración
o. c., p. 287.) coordinada de éstas entre sí. Ahora bien,
que nuestras facultades cognoscitivas con-
cuerden en orden al conocimiento es un
La forma interna de estos seres postula la
hecho incomprensible, si no suponemos
causalidad de una causa que actúa inten­
cionalmente o conforme a fin. una Causa superior, que las haya confor­
mado con vistas al fin del conocimiento.
Pues bien, el ejemplo de los seres organi­ Además, el conocimiento de la naturaleza
zados nos autoriza —según Kant— a pen­ presupone la conformidad de la naturale­
sar la naturaleza toda como un sistema te- za con el modo de proceder de nuestras
leológico, producto de una causa superior, facultades; pero esto sólo se hace com­
que actúa según algún fin. prensible si se admite una causa intencio­
nal, que habiendo creado tanto las cosas
Y Kant se pregunta por el fin de esa Cau­
como a nosotros mismos, haya conforma­
sa, es decir, por el fundamento de deter­
do las primeras a las segundas, en orden
minación de la misma al crear el mundo.
al conocimiento.
Según Kant, ese fin no puede ser ningún
fin relativo o condicionado, sino un fin
incondicionado. Ahora bien, fin incondi­ Por supuesto, este apartado no pretende
cionado o fin en sí mismo es sólo el hom­ ser otra cosa que una exposición esquemá­
bre, considerado, por supuesto, como ser tica de la idea general de la tercera Crítica
moral. kantiana.
5. LA FILOSOFÍA DE LA
HISTORIA. IDEAS CENTRALES

«¿Es razonable, aca so, suponer la fi­ podamos considerar como morali­
nalidad de la naturaleza en sus par­ zados falta mucho todavía... En tan­
tes y rechazarla en su conjunto? to que los Estados sigan gastando
Lo que el estado salvaje sin so todas sus energías en sus vanas y
finalidad violentas ansias expansivas, constri-
5 hizo, a saber, contener el desenvol­ ñiendo sin cesar el lento esfuerzo
vimiento de las disposiciones natu­ de la formación interior de la ma­
rales de nuestra especie hasta que, nera de pensar de sus ciudadanos,
por los males que con esto le produ­ 55 privándoles de todo apoyo en este
jo, obligóla a salir de ese estado y a sentido, nada hay que esperar en lo
10 entrar en una constitución civil en moral; porque es necesaria una lar­
la cual se pueden desarrollar todos ga preparación interior de cada co­
aquellos gérmenes, esto mismo ha­ munidad para la educación de sus
ce la libertad bárbara de los Estados 60 ciudadanos; pero todo lo bueno que
ya fundados, es decir; que por el no está empapado de un sentir mo­
15 empleo de todas las fuerzas de la ralmente bueno no es más que pura
comunidad en armamentos, que se hojarasca y lentejuela miserable. En
enderezan unos contra otros, por las esta situación permanecerá, sin du-
devastaciones propias de la guerra 65 da, el género humano, hasta que,
y, más todavía, por la necesidad de de la manera que he dicho, salga de
20 hallarse siempre preparados, se este caótico atolladero de las actua­
obstaculiza el completo desarrollo les relaciones estatales.» (Idea de
progresivo de las disposiciones na­ una historia universal en sentido
turales; pero los males que surgen 70 cosmopolita, Principio 7°, en Em-
de todo ello, obligan también a manuel Kant, Filosofía de la histo­
25 nuestra especie a buscar en esa re­ ria, FCE, México, 1979, pp. 55-56.)
sistencia de los diversos Estados
coexistentes, saludable en sí y que La filosofía de la historia es el tema de
surge de su libertad, una ley de una serie de escritos menores de Kant:
equilibrio y un poder unificado que Contestación a la pregunta: ¿Qué es la
30 le preste fuerza; a introducir, por Ilustración?, Idea de una historia
tanto, un estado civil mundial o cos­ universal en sentido cosmopolita. Comienzo
mopolita, de pública seguridad esta­ presun­ to de la historia humana. Si el
tal, que no carece de peligros, para género hu­ mano se halla en progreso
que las fuerzas de la humanidad no constante hacia mejor, El fin de todas las
35 se duerman, pero tampoco de un cosas.
principio de igualdad de sus recí­
procas acciones y reacciones, para La filosofía kantiana de la historia no es
que no se destrocen mutuamente. un tema marginal, sino que se integra
perfecta y coherentemente en el conjunto
Antes que se dé este último paso (el del pensamiento kantiano. Si en la Crítica
40 de la constitución de una liga de del juicio se trata de pensar la naturaleza
Estados)..., la naturaleza humana de tal modo que sea concebible la realiza­
padece los peores males bajo la apa­ ción en ella del hombre, como ser moral;
riencia engañosa de nuestro bie­ en estos otros escritos, la historia es inter­
nestar... Somos civilizados hasta el pretada como una marcha lenta pero pro­
45 exceso, en todo clase de maneras y gresiva hacia un estadio ideal de raciona­ I
decoros sociales. Pero para que nos lidad, que dados los planteamientos kan­
tianos, equivale a un estadio ideal de Pero el natural egoísmo de los hombres es
libertad o moralidad. un buen acicate para que cada cual desa­
rrolle sus propios talentos. Además esa in­
Vamos a exponer brevemente las líneas
sociabilidad lleva por último a los hom­
generales de la obra más representativa
bres a unirse en sociedad civil.
de la filosofía de la historia de Kant, Idea
de una historia universal en sentido cos­ La constitución de una sociedad civil per­
mopolita (1784). El texto de arriba se sitúa fectamente justa es la tarea mayor que la
hacia el final de esta obra. naturaleza asigna al hombre, porque sólo
en ella es posible el completo desarrollo
Las acciones de los hombres, a pesar de su
de las disposiciones naturales de éste.
variedad e incluso de sus contradicciones,
pueden interpretarse, vistas en conjunto, Una sociedad civil perfectamente justa no
como respondiendo a un plan. es una que anule las inclinaciones natura­
les de sus miembros. Es necesario compa­
No es posible pensar que son los hombres
ginar la máxima libertad con los límites
mismos quienes se proponen dicho plan.
precisos de la misma. Sólo así, esas mis­
Más bien hay que pensar que, siguiendo
mas disposiciones pueden producir los
cada hombre y cada pueblo sus propósitos mejores frutos.
particulares, están respondiendo, sin sa­
berlo, a una intención de la naturaleza. Pero no basta la relación legal entre los
hombres. Es también necesario que se es­
La intención de la naturaleza es el logro
tablezca una relación legal entre los Esta­
del completo desarrollo de las disposicio­ dos, una federación de naciones, y ello
nes naturales de los hombres lo mismo por las mismas razones por las que se im­
que de todas las demás criaturas. ponía la unión de los hombres en sociedad
En el caso de los hombres, la naturaleza civil.
quiere que sean ellos mismos quienes lle­ La guerra, el rearme incesante, las necesi­
ven a cabo el completo desarrollo de todas dades que tiene que padecer cada Estado
aquellas disposiciones naturales que apun­ incluso en época de paz, son frutos del na­
tan hacia el uso de la. razón, y que no par­ tural antagonismo entre los Estados. Aho­
ticipen de ninguna otra felicidad ni per­ ra bien, la naturaleza empuja, a través de
fección, que la que ellos mismos puedan todo esto, al intento que la razón le pudo
procurarse mediante el desarrollo de su haber inspirado, sin necesidad de tantas y
razón. tan tristes experiencias: a escapar del es­
El desarrollo completo de las disposiciones tado sin ley y a entrar en una unión de
naturales que apuntan hacia el uso de la naciones.
razón .no es realizable completamente a Y es que el propósito de la naturaleza si­
nivel individual, sino que es tarea de la es­ gue siendo el mismo: el desarrollo com­
pecie; por tanto, tarea que se prolonga a lo pleto de las disposiciones de la humani­
largo de toda la historia. dad. Y el empleo de todas las fuerzas de la
comunidad en su armamento, las devasta­
El medio de que se sirve la naturaleza pa­
ciones propias de la guerra y sobre todo
ra conseguir su propósito es la insociable
la necesidad de tener que hallarse siem­
sociabilidad de los hombres. Estos tienen
pre preparados, obstaculizan el completo
una natural inclinación a entrar en socie­
desarrollo de las disposiciones naturales.
dad pero también tienen una natural incli­
nación a aislarse, porque cada uno tiende La constitución de una liga de Estados vie­
de manera natural a querer disponer de ne a ser el marco adecuado para un utópi­
todo según le place y esperan encontrar co reinado de racionalidad y de morali­
resistencia en los demás, por las mismas dad. O dicho de otro modo, un Estado de
razones que él mismo se la ofrecería a perfecta racionalidad y moralidad sólo es
cualquier otro que intentara lo mismo. posible dentro del marco de una paz pe­
renne; en el libro titulado La paz perpetua Estado en la constitución y el gobierno de
(1795-6), Kant formula algunos requisitos otros Estados, etc.
necesarios para el establecimiento de una La filosofía kantiana de la historia se pre­
paz perpetua: por ejemplo, el rechazo de senta así como un momento dentro del
cualquier tratado de paz, que se haya fir­ esfuerzo general de este pensador por
mado con alguna reserva secreta, porque aclarar las condiciones necesarias de la po­
ello puede desencadenar futuras guerras; sibilidad de la realización del ser racional
la desaparición completa de los ejércitos y moral de los hombres, en lo cual consis­
permanentes; la no intromisión de ningún te la dignidad de estos.

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