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MARTA TAFALLA

THEODOR W. ADORNO
U na filosofía de la memoria

Herder
Para Gerard Vilar

Diseio de la cubierta: Claudio Bado y Mónica Bazán

Segllndaedición,2003

© 2003, Marta Tafalla


© 2003, Herder Editorial, SL, Bartekma

ISBN: 84-254-2315-5

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Herder
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4. MEMORIA

¿No es la memoria inseparable de! amor, que


desea conservar lo que en sí es pasajero?'

Inhumano es, sin embargo, olvidar, porque


se olvida e! sufrimiento acumulado. La huella de
la historia en las cosas, palabras, colores y sonidos
es siempre e! sufrimiento pasado.'

La universalidad de la memoria

En los dos capítulos anteriores hemos estudiado la nega­


tividad y la mimesis como dos vías de oposición al princi­
pio de identidad, en virtud del cual la razón ejerce su domi­
nio sobre todas las cosas; y hemos visto que cuando la razón

L [MM, 136] (MM, 121).


2. rOL, 315].

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identificadora alcanza su máxima expresión, negatividad o para impedir su reaparición. Ni la actitud crítica ni la
y mimesis actúan como dos formas de resistencia al totalita­ libertad como distancia que aporta la negatividad, ni tampo­
rismo. La filosofía adorniana, que surge como oposición a co la reivindicación de los afectos, la compasión o el res­
las tendencias identificadoras del pensamiento y de la socie­ peto a la corporalidad propios de la mimesis alcanzan e!
dad, rehúsa cerrarse en un sistema para evitar ser ella mis­ conocimiento de las causas más profundas de! totalitarismo
ma totalitaria, y se compone así de momentos abiertos y ni e! modo de combatirlas. y de la misma manera, ninguna
fragmentarios dispuestos en redes y telas de araña; puede de las dos por separado ni tampoco ambas conjuntamente
parecer difícil hallar los conceptos clave, los centros de gra­ agotan toda la riqueza de la filosofíaadorniana. Ya su insufi­
vedad de una filosofía con una forma tal, pero negatividad ciencia hay que añadir todavía que la dualidad entre ambas
y mimesis, en tanto que formas de resistencia al totalitaris­ amenaza con introducir un dualismo entre crítica y com­
mo, se revelan como las categorías filosóficas en torno a las pasión, entre distancia y entrega, que no corresponde al
cuales se configura una filosofía que nace como oposición carácter plural de! pensamiento de Adorno. La consecuen­
al totalitarismo. cia es que en esta reconstrucción realizada hasta ahora de
Negatividad es la categoría que de manera más eviden­ su filosofía nos falta algo. La insuficiencia de negatividad y
te permite configurar en torno a ella una filosofía que se nie­ mimesis por una parte, y el peligro del dualismo por otra,
ga a ser sistemática ni afirmativa; todo el pensamiento ador­ nos indican que debe existir una tercera categoría, un cen­
niano puede ordenarse alrededor de sus negaciones como tro de gravedad todavía más profundo de la filosofía ador­
una constelación abierta de momentos, dialéctica y crítica, niana. Esta categoría que apenas emerge en la superficie de
fragmentaria y aforística. En cambio, la mimesis ordena esta sus escritos, mencionada escasa y brevemente, es la más
filosofía desordenándola, introduciendo en ella lo irracional oculta, pero desde los márgenes está centrando su pensa­
y lo impulsivo, y todas las tentaciones de regresión y diso­ miento, justamente porque la filosofía debe alimentarse de
lución. Amorfa y ambivalente, es la categoría más difícil lo marginado, de lo olvidado. y quien nos lo retorna es la
de su pensamiento y también la más peligrosa. Ella aporta memoria.
los peligros, pero Adorno corre el riesgo de incluirla porque Frente al totalitarismo, la negatividad ejerce la crítica y
aporta también las esperanzas; en ella enraiza la posibilidad la distancia resistiendo desde una libertad negativa, mien­
de una reconciliación futura entre razón y naturaleza. tras la mimesis ofrece la compasión y la solidaridad que la
Así pues, estas dos categorías permiten oponerse al tota­ acercan a las víctimas; sin embargo, es la memoria la única
litarismo a la vez que configurar una filosofía no totalita­ que detenta un potencial reparador. La memoria no se limi­
ria, y sin embargo no son suficientes. Ninguna de las dos ta a criticar o compadecerse, sino que recupera cuanto ha
por separado ni tampoco ambas conjuntamente son sufi­ sido sometido por la razón totalitaria. Si todo dominio con­
cientes para derrotar e! totalitarismo cuando este se impone siste en el olvido de lo dominado, es la memoria la única

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que puede vencerlo. Es la memoria la que puede recons­ de quienes se pretendía que se olvidaran a sí mismos. El
truir lo que el totalitarismo destruye, rescatando el recuerdo encierro en los campos de concentración que practicaron
de cada uno de los individuos que sufrieron su violencia, todos los regímenes totalitarios, fascistaso comunistas, des­
reconstruyendo sus historias personales, y salvando así a los de España a la URSS, tenía como una de sus finalidades
seres humanos de perecer para siempre en el olvido; libe­ la ruptura de los individuos con su vida anterior, con sus
rándolos finalmente, aunque sea tras su muerte, de la prisión historias personales, olvidadas hasta quebrar la continuidad
absoluta en que el totalitarismo consiste. del propio yo y la identidad individual. Los ritmos opre­
La efectividad de la memoria radica en que no sólo com­ sivamente repetitivos que ordenaban el tiempo en los cam­
bate la violencia totalitaria, sino que persigue sus causas a pos, reduciendo la experiencia temporal a la repetición
lo largo de toda la historia de la humanidad. El trabajo de sin fin de las mismas crueldades y privaciones; la urgencia
la memoria revela que los regímenes totalitarios que asola­ del hambre y el cansancio que sometían las vidas indivi­
ron el mundo durante el siglo XX son el resultado de una duales a los ritmos de unos cuerpos agotados por el dolor;
historia de dominio, y en consecuencia, evitar que el tota­ y la ausencia de esperanza materializada en cada instante,
litarismo reaparezca es trabajar esa historia y contra esa his­ disolvían al individuo en un presente sin historia que en
toria, pero sobre todo no olvidarla, para abrir la posibilidad cualquier momento se trocaría en la no presencia de la muer­
de un futuro liberado de lo peor del pasado. Reparar la vio­ te. En los campos no sólo se ejecutaban individuos, se des­
lencia totalitaria exige reparar toda la historia de violencia truía sistemáticamente su individualidad.
en la que encuentra sus causas. y dado que la historia de Recordarlos significa refutar la condena totalitaria por
dominio es sobre todo la historia de la racionalidad, la la cual debían desaparecer de la historia sin dejar rastro.
memoria exige a la razón rememorar su propia historia y Recuperar sus nombres repara su reducción a meros núme­
recordar quién es, porque el olvido de sus orígenes natura­ ros; los reconoce como seres humanos, dignos de ser recor­
les es la causa de la desmesura en su crueldad contra lo natu­ dados por las generaciones posteriores, contra el designio
ral, incluidos los mismos seres humanos. totalitario de que sólo merecían el olvido. Pero si la memo­
Es la memoria la que alcanza el mayor conocimiento ria es exactamente lo contrario del totalitarismo, es porque
del totalitarismo, y sin embargo ella es más que conoci­ la identidad de un ser humano es su memoria, y por ello
miento: con la memoria comienza la justicia. La violencia recuperar del olvido las historias arrebatadas a esos seres
que los regímenes totalitarios ejercían sobre los individuos humanos es reconstruir su individualidad. En este sentido
no era sólo física, y su objetivo final no era únicamente su es ya la memoria una forma de justicia, que devuelve a estos
eliminación de la existencia; aquella violencia era ante todo individuos lo que les fue hurtado: su propia historia.
la aniquilación de la memoria de sus víctimas, a quienes se Pero la memoria no es sólo esta primera forma de jus­
pretendía borrar de la historia de la humanidad, y más aún, ticia que podría parecer demasiado metafórica y poco efec-

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tiva, una mera justicia poética. La memoria es también la es la mejor forma de universalidad posible, porque no la
que entrega esos casos recuperados a la institución judicial afirma de una manera abstracta, como un concepto racio­
del Estado correspondiente, que reabre los expedientes nal vacío de contenido concreto, sino que construye la
archivados para exigir la acción de la justicia. Que los tri­ universalidad con el recuerdo de todos y cada uno de los
bunales reconozcan públicamente las crueldades cometi­ individuos que han vivido a lo largo de la historia de la
das; que encuentren a los responsablesy los sometan a juicio; humanidad. Al recordar a cada individuo comprendien­
que restituyan la inocencia de quienes fueron falsamente do lo irreparable de su ausencia, porque cada individuo
sentenciados culpables; que reparen económicamente a los es insubstituible, la universalidad no puede traducirse
esclavos de tales regímenes; que abran las fosas comunes en el olvido de sus miembros.
donde se amontonaron cadáveres para olvidarlos y los retor­ La universalidad se construye así desde los márgenes,
nen a los suyos para que les den sepultura. Todas estas for­ recuperando a todos los olvidados tanto a lo largo de la his­
mas de justicia están sostenidas por el trabajo de la rememo­ toria como en el mismo presente en que la desmemoria con­
ración contra la imposición de la desmemoria. La memoria tinúa existiendo. La memoria ha de mirar atrás tanto como
es la condición de posibilidad de la justicia, y todo proceso a las zonas limítrofes del presente, a las tierras de nadie habi­
judicial se sostiene sobre la memoria de las víctimas, los tes­ tadas por los perdedores de nuestro tiempo, individuos espe­
tigos y los culpables. Por ello para el cristianismo, la espe­ rando sin esperanza en campos de prisioneros o campos de
ranza de un juicio final completamente justo se sostiene en refugiados, inmigrantes y desplazados a la espera de hogar
la creencia en la memoria perfecta de un Dios que todo lo y patria, pueblos condenados a desaparecer, perdedores
ve y todo lo recuerda. La justicia humana, desprovista de de guerras que ni siquiera son noticia, millones de indivi­
tal memoria perfecta, se construye con los recuerdos de catia duos olvidados en vida ...
uno de los individuos, por ello el papel de cada uno es Es la memoria la que puede recuperarlos y construir así
importante y la memoria una tarea común. la universalidad de la moral. Ni la negatividad ni la mime­
La memoria no recupera únicamente la individuali­ sis son capaces de constituir por sí mismas la universalidad,
dad de cada una de las víctimas, sino también la misma pero la memoria que lo logra incluye lo mejor de ambas.
universalidad de la moral. Si el totalitarismo es la des­ Esta universalidad es en cierto modo negativa, porque no
trucción de la universalidad que la moral exige, por cuan­ consiste en la afirmación de un concepto abstracto, sino en
to expulsa a millones de personas de la comunidad moral no olvidarse de nadie. y por otra parte, recupera lo mejor
al considerarlos miembros de «razas inferiores» o incluso de la mimesis. La mimesis no podía por sí misma consti­
«no humanos», y les niega el mero derecho a la vida, es la tuir la universalidad; es cierto que ella reconoce a todos los
memoria la que reconstruye esa universalidad al recor­ seres humanos, y aún más, a todos los seres vivos, como un
dar a cado uno de los que fueron excluidos de ella. Y esa Continuo, pero se entrega para disolverse en él en vez de

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acoger a cada uno de ellos. Como ya vimos, la mimesis es morarlo. Por ello, frente al lC kantiano, el nuevo lC es el
necesaria porque significa la solidaridad y la compasión, el imperativo de la memoria, la exigencia del recuerdo. Porque
afecto, sin el cual la universalidad moral se cosifica y se la memoria no sólo repara las injusticias del pasado, sino
enfría, pero su deficiencia radica en que tan sólo reaccio­ que puede impedir que se repitan, yes así la principal espe­
na en la inmediatez, que tan sólo reconoce al otro en el pre­ ranza de futuro. El nuevo lC y su exigencia de memoria
sente porque carece de dimensión temporal. Es incapaz de van dirigidos a todos los seres humanos, porque la memoria
elevar un concepto de lo universal que incluya a los que no es una tarea de todos, porque la memoria de la humanidad
están presentes. En cambio, la memoria logra extender la sólo puede componerse como una red en la que se entre­
mimesis por toda la historia. De este modo, la memoria tejen las memorias individuales. De manera que la uni­
es a la vez crítica y compasiva; en ella se reúnen la distan­ versalidad no es sólo el objeto de la memoria sino también
cia de la comprensión crítica de los hechos y la cercanía de el sujeto que la realiza.
la mimesis a cada uno de los seres humanos. Distancia y y sin embargo, la universalidad de la memoria no se
proximidad porque lo recordado está y no está, se lo tiene detiene en el ser humano, porque memoria debe serlo tam­
y no se lo puede poseer, es lo más distante en el tiempo y bién de la naturaleza sometida. También con ella hay una
lo más cercano en el recuerdo, porque el pasado lo lleva­ acumulación de injusticias pendientes de reparación, y sabe­
mos dentro de nosotros. mos que no hay futuro si no es apuntando a la reconcilia­
Esa es la universalidad que aparece en la formulación ción con ella. Como ya observamos en el capítulo anterior,
del nuevo imperativo categórico. El lC debe ser universal, la buena relación con la naturaleza que ha de impedir su
pero su universalidad no es afirmada a priori de manera irrupción como violencia es su recuperación desde la dis­
abstracta por una razón afirmativa. Su formulación arran­ tancia de la cultura, y en ello consiste la memoria. Entre
ca del recuerdo de todos los que sufrieron el horror de ella y los seres humanos ha de cultivarse una distancia de
un terrible momento histórico, y a partir de ahí advierte conocimiento crítico y de solidaridad, que les impida recaer
que cualquier ser humano puede ser víctima de la misma en ella, pero la mantenga presente como recuerdo. Se tra­
violencia. El lC se alza desde un hecho concreto a la uni­ ta de no olvidar a la naturaleza bajo capas de dominio. Es
versalidad, porque todos los seres humanos son víctimas su recuerdo el que abre las posibilidades de un futuro recon­
potenciales si ese hecho se repite. Es al reconocer a cada ciliado y sin violencia.
individuo como vulnerable, frágil, mortal, que la moral
exige la universalidad. La naturaleza en sí no es buena, como lo pretendía el
La moral debe ser universal para que el mal no lo sea, antiguo romanticismo, ni noble, como lo pretende el nue­
para que el mal no se repita incesantemente encerrando en vo. Como modelo y meta, ella representa el antiespíritu, la
él la historia. Y para evitar su repetición necesitamos reme- mentira y la bestialidad; sólo en la medida en que es cono-

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cida y reconocida como tal se convierte en el impulso de lo rismos del siglo xx. Hijo de ese tiempo de horrores y deseo­
existente hacia su propia paz, en la conciencia que ha ani­ so de un futuro mejor y de un compromiso de la filosofía
mado desde el comienzo la resistencia imperturbable contra con la libertad, Habermas se propuso salvar la racionali­
jefes y colectivo. Lo que amenaza a la praxis dominante y a dad y el proyecto ilustrado mediante una razón comuni­
sus inevitables alternativas no es la naturaleza, con la cual cativa, que pone en el diálogo entre todos los individuos
más bien coincide, sino el hecho de que la naturaleza sea las esperanzas de un futuro donde la democracia impida el
recordada.' retorno de la opresión. La crítica de Metz consiste en que
Habermas ha intentado salvar la racionalidad sin com­
prender las causas de su crisis, y por ello la razón comuni­
La razón anamnética cativa que propone no es suficiente para conjurar la rea­
parición del mal.
Con su concepción de la memoria, Adorno es uno de Según el diagnóstico de Metz, la crisis de Occidente se
los pensadores que forjaron lo que recientemente ha sido compone de dos crisis. Por una parte, la crisis de las ciencias
denominado razón anamnética. Tal concepto fue acuñado del espíritu, de la que tanto tiempo lleva ocupándose la filo­
por J. B. Metz en un artículo ya clásico, donde traza un sofía, y que es una crisis de la racionalidad. Y por otra, la
panorama del pensamiento a finales del siglo XX y presen­ crisis del cristianismo, que no es sólo una religión, sino uno
ta la memoria como la única vía de salvación para la racio­ de los fundamentos de la cultura occidental, y origen de
nalidad." Repasar brevemente el texto de Metz nos permi­ muchos de los contenidos de la filosofía. El problema del
tirá situar la propuesta adorniana dentro del marco de la cristianismo radica en que su espíritu se halla dividido entre
discusión contemporánea. el judaísmo y Grecia; ha encontrado la fe bebiendo de las
Este artículo, que fue escrito como homenaje a Haber­ fuentes del judaísmo, pero la racionalidad, el espíritu, es
mas, es tanto un homenaje a su filosofía como una críti­ sólo en Grecia donde los ha buscado. Así ha alimentado la
ca. Metz se pregunta en él por las causas de la crisis de ignorancia de que en el judaísmo existe un contenido racio­
Occidente, la crisis del proyecto ilustrado que debe afron­ nal propio diferente del griego, que podría enriquecer la
tar su fracaso en las dos guerras mundiales y los totalita- racionalidad occidental, en expresión de Metz: Denken als
Andenken, als geschicht!iches Eingedenken. Pensar como
recordar, como memoria histórica.
3. [DA, 292] (DI, 299).
El único modo de superar ambas crisis y de recuperar
4. J. B. METZ, «Anarnnerische Vernunft», en A. HONNETH, TH.
MCCARTHY, C. OFFE, A. WELLMER (eds.), Zu/iscbenbetrachtungen im el proyecto de la ilustración es mediante la razón anam­
Prozess der Aufklarung. j. Habermas zum 60. Geburtstag, Suhrkarnp. nética, Una razón que siempre ha estado ahí, vertebran­
Frankfurt, 1989. (sl,a razón anarnnética», en Por una cultura de la memo­ do el pensamiento judío, pero que vivió un renacimiento
ria, Anrhropos, Barcelona,1999).

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tras la crisis que para la cultura judía significó la Shoa, y suficiente para abrazar a todos los sereshumanos. Los muer­
que Metz reivindica como renovación de la filosofía occi­ tos ya no pueden hablarnos, como tampoco pueden los
dental. La primera generación de la Escuela de Frankfurt, que carecen de la facultad de! lenguaje, enfermos, disca­
en especial Benjamin y Adorno, así como Rosenzweig, pacitados, ancianos o bebés, cuya ausencia de palabra exige
Levinas, Bloch y lonas, son según Merz los filósofos que que comprendamos que ellos no tienen cabida en una racio­
han recuperado la tradición judía de la memoria para incor­ nalidad basada en la comunicación. Quienes no pueden
porarla a la filosofía occidental, y han forjado así una nue­ participar de las decisiones tomadas en la comunidad de
va racionalidad que merece ser la depositaria de unas espe­ diálogo exigen que les recordemos y les tengamos en cuen­
ranzas que la razón comunicativa de Habermas nunca ta, ya sean los que ya no están o los que todavía no han
podría satisfacer. nacido, los muertos o las generaciones futuras, o los que
Es cierto que la razón comunicativa contiene un con­ en todos los presentes son siempre olvidados porque no
siderable potencial antitotalitario tal como Habermas pre­ pueden alzar una voz de la que carecen. Por ello los pre­
tendía, y que se ha liberado de buena parte de la carga de sentes deben asumir su responsabilidad respecto a aquellos
la identidad. Ya no se trata de una razón encerrada en la que no forman parte de la comunidad de diálogo y que
subjetividad, sino de una razón intersubjetiva que vincula constituyen la verdadera mayoría de la humanidad. En
a los seres humanos en tanto que partícipes del diálogo; la consecuencia, la clave de la moral se sitúa en los márgenes
esencia de esta razón renovada es plural y democrática, y de! diálogo. El texto de Metz sintetiza así una perspectiva
así conjura toda tentación dogmática y cosificador~. Pero filosófica que Adorno contribuyó a forjar y que compar­
la razón comunicativa sólo puede vincular a aquellos que te con otros pensadores judíos.
están presentes en la comunidad de diálogo. Y así, aun­ En el capítulo anterior ya ensayamos otro modo de
que transciende la subjetividad para abrirse a la pluralidad, exponer lo mismo a partir de la idea de reciprocidad. La
se encierra a sí misma en el presente. ¿Qué sucede con los comunidad de diálogo coincide con los límites de una éti­
ausentes, con los que no pueden participar del diálogo por­ ca de la reciprocidad, en la que la moral puede comprender­
que ya no están? se como un contrato por e! que se pactan intercambios de
El diálogo no es capaz de resolver el problema de la uni­ prestaciones, donde los individuos se respetan para ser respe­
versalidad moral, de acoger a todos los seres humanos sin tados y se ayudan en espera de ayuda futura. Pero la ética
olvidarse de nadie tal como la moral exige,porque son dema­ se extiende más allá de la reciprocidad para incluir a seres
siados los que no pueden tomar parte en él. Tanto los que humanos con los que la reciprocidad es imposible. Con
ya no están como los carentes de lenguaje quedan exclui­ ellos no nos vincula el diálogo, sino la memoria. Por ello
dos de una racionalidad que, si bien realiza el ideal demo­ sólo la memoria constituye la verdadera universalidad moral,
crático indispensable para combatir el totalitarismo, no es que los presentes deben asumir como su responsabilidad.

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Esta constelación de ideas, ajena a la racionalidad pro­ El hogar del judaísmo son sus textos y el diálogo inaca­
veniente de Grecia, ha sido cultivada durante siglos por la bable sobre ellos. Esos textos son conservados precisamen­
tradición judía. El pueblo judío, sin patria durante mile­ te en la actividad incesante de comentarlos y discutirlos, no
nios, ha desarrollado una relación con el espacio y el tiem­ en su mera conservación y repetición; el conocimiento de
po, con la tierra y la historia, distinta de la de pueblos fir­ esos textos es siempre activo, diálogo con la palabra escri­
memente asociados a un territorio, que definen su identidad ta. Por ello el conocimiento es tradición, Cábala; no en el
por el espacio que habitan. Para el pueblo judío su iden­ sentido de tradicionalismo y conservadurismo, sino de que
tidad no reposa en una patria, en un Estado, sino en una el conocimiento avanza a través de la discusión entre gene­
historia, una tradición y unos escritos. Su identidad es su raciones. El conocimiento nunca comienza de cero pero
memoria. A los ojos de los permanentemente exiliados, que tampoco se acaba nunca. No se transmite pasivamente, sino
aprenden a vivir en cualquier país sin hacerlo suyo, sin entre­ que cada generación vuelve a pensar y discutir todo lo trans­
garse a la adaptación, la patria es una tierra perdida y espe­ mitido. El conocimiento es así un avanzar, un alimentar­
rada, que sólo se recuperará cuando la historia sea inte­ se del paso del tiempo, un juego de renovaciones. Al mis­
rrumpida por la llegada del Mesías. Mientras tanto, los mo tiempo, que sea tradición significa que es plural. El saber
estados y fronteras existentes son relativizados como inesen­ acumulado por el pueblo judío no es fruto de una razón
ciales, porque lo que se distribuyen es sólo un espacio de única, idéntica y dogmática, que propone una verdad indis­
espera. Tal actitud, capaz de convertir la condena del exi­ cutible, sino que es fruto del diálogo, la discusión yel des­
lio en la virtud de una identidad memorística que evita lo acuerdo irreconciliable. Se trata de un saber polifónico, no
peor del nacionalismo y la identidad por la tierra y la san­ cerrado en tesis definitivas y sin el objetivo de la unidad,
gre, ha conservado un elemento conciliador y pacífico, así como confirman esas típicas sentencias judías según las cua­
como un espíritu de libertad.' les «donde hay dos judíos hay tres opiniones». O esas his­
torias en que varios rabinos discutiendo sobre un pasaje de
5. Resulta inexcusable señalar que esta actitud tan propia del pue­
la Tord piden a Dios que no se entrometa, porque ser el
blo judío es exactamente la contraria de la que manifiesta actualmente autor de la obra no le da la razón en su interpretación. La
el gobierno de Israel. No hay duda de que lo peor que podía pasarle al cultura judía refleja su actitud dialogante con un hondo
judaísmo, y una consecuencia más del nazismo y el Holocausto, es que
sentido del humor, pero al mismo tiempo, ese sentido del
una minoría violenta convirtiera Israel en una nación tremendamente
nacionalista y cada vez más totalitaria, convirtiendo a los palestinos en humor que se aplica a todas las esferas de la cultura y la reli­
víctimas del totalitarismo más paradójico. Sobre el judaísmo y el Estado gión, es una manifestación evidente de un espíritu anti­
de Israel, véase ERNST TUGENDHAT, Ethik und Politik, Suhrkarnp. dogmático. Pocas culturas son capaces como la judía de
Frankfurr, 1992 (htica y política, Tecnos, Madrid, 1998); ALAlN
reírse de lo más sagrado de sí misma. El judaísmo ha culti­
FINKIELKRAUT, Lejuifimaginaire, Editions du Seuil, Paris, 1980 (El
judío imaginario,Anagrama, Barcelona, 1982). vado una tradición milenaria de humor irreverente que dice

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mucho de su potencial anritoralitario, y también de su capa­ esperar el futuro tiene sentido. Pero esa espera no está hecha
cidad de resistir a la violencia, de liberarse del horror median­ de pasividad. El futuro traerá la novedad si se cultiva la
te la distancia que pone el humor y a menudo mediante memoria del pasado. Si la historia comenzó, como veíamos
el humor más absurdo. Adorno era muy sensible a la idea en el capítulo anterior, gracias a una espera como vado,
del humor como una for~a de crítica y liberación, una estra­ Adorno nos advierte que un futuro liberado de lo peor del
tegia para quebrar lo cosificado, como se observa en su pasado sólo es posible llenando la espera con memoria. Una
pasión por Kafka y Beckett." idea que Adorno aplicó a todos los ámbitos de su pensa­
Si el pasado es concebido como plural, puede albergar miento, tanto a la historia como a la filosofíay las artes, cuyas
en él la diferencia, y esto desautoriza las filosofías que con­ vanguardias sólo germinan en el abono de la tradición.'
sideran la historia como una autopista de carril único, que
no admite diferentes procesos de desarrollo sino sólo dis­
tintas velocidades, y para las cuales toda cultura que no esté Dominio versus memoria
a la altura de la occidental simplemente está por detrás. La
historia no es de dirección única, sino que es plural. y la Todo proyecto de dominio de la realidad por parte de
memoria debe pensarla como tal, recordando a todos aque­ la razón comienza con el dominio del tiempo. Es el tiempo
llos que han sido excluidos de las narraciones oficiales de el que posibilita que cualquier cosa pueda transformarse y
la historia, los que en cada época no han tenido alternativa diferenciarse de sí, que las historias viren de rumbo y los
a convertirse en inadaptados, disidentes, marginados. Para seres humanos se sorprendan a sí mismos. El tiempo es lo
el pensamiento judío, la diferencia que existe en el pasado abierto donde todo puede recomenzar en cualquier instante,
es promesa de un futuro donde se realice lo completamen­ la posibilidad de todas las posibilidades; es en él donde apa­
te diferente. El tiempo abre las puertas a lo nuevo, y en cual­ rece lo nuevo e irrumpe lo inesperado, y por ello es el que
quier momento puede interrumpirse la historia y aparecer da sentido a las esperanzas. El tiempo es el lugar de apari­
lo radicalmente distinto. En su concepción de la historia, ción de la diferencia, y cuando la razón pretende imponer
la identidad sobre lo real para ejercer su dominio, debe
6. Véase [MM, 225-226] (MM, 201); y también «Isr die Kunsr hei­ comenzar por el tiempo. El dominio es siempre, en primer
ter?», en NL. Recuérdese también lo que explicamos en el primer capí­ lugar, dominio del tiempo.
rulo sobre el absurdo y la exageración. Respecro al sentido del humor
judío, digno objero de reflexión filosófica, véanse ejemplos y bibliogra­
La razón ha ensayado hasta ahora tres grandes estrate­
fía en www.klezmer.ar. Probablemente el representanre más conocido gias con las que imponer la identidad en el tiempo para
fuera de la comunidad judía de ese tipo de humor sea Woody Allen. La
capacidad para reírse de lo más terrible como una forma de liberación
se muestra de manera paradigmática en el film El tren de la uida, de Radu 7. Véase por ejemplo .Über T radirion», en OL; «Arnold Schonberg»,
Mihaileanu, de 1998. en PR; «Aquellos años veinte», en IN.

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impedir la aparición de lo diferente. En primer lugar, des­ sarrolla a través de ellos. La sucesión de unos individuos
de los inicios de la filosofía occidental, la razón afirmó que por otros, de unos pueblos por otros, es el proceso de rea­
lo más perfecto de la realidad y cuyo conocimiento pro­ lización del Espíritu, yes como tal el lugar de la verdad.
porcionaba la verdad era lo atemporal e inmutable, lo que Todas las existenciasindividuales quedan así unificadas den­
permanece idéntico sin ser afectado por el transcurrir del tro de la historia, pero esas breves existencias sólo tienen
tiempo. Lo que no necesita de la memoria porque perma­ sentido en tanto sirven a la finalidad de la historia, que ni
nece eternamente y está siempre presente en su totalidad; siquiera llegan a comprender. El supuesto progreso histó­
aquello para lo cual mirar al pasado es como mirarse en un rico justifica los sacrificios y justifica también su olvido.
espejo. Condiciones que cumplen las ideas platónicas o el Sin que la concepción hegeliana de la historia haya sido
primer motor aristotélico. Mientras que todo cuanto vivía completamente destronada, Adorno descubre en los años
experimentando el paso del tiempo, lo que nacía y moría, posteriores a la Segunda Guerra Mundial una nueva forma
lo que no era igual a sí mismo sino que se diferenciaba con­ de dominio del tiempo que tiende a substituida. La racio­
tinuamente de sí, era imperfecto y merecía ser desatendi­ nalidad debe afrontar en la posguerra una ingente tarea de
do y olvidado por el conocimiento. Todo lo que tenía una reconstrucción, y necesita por ello concentrarse en el pre­
historia, lo que necesitaba de la memoria para recuperar­ sente; pero es sobre todo el vértigo que le produce el pasado
se a sí mismo, carecía de verdad. De este modo seolvida­ inmediato, su acumulación de horrores y las responsabili­
ba el tiempo propio de los seres humanos en nombre de dades pendientes, lo que le impide enfrentarse a la historia.
una ausencia del tiempo que no existe más que como abs­ La razón impone entonces un presente encerrado en su auto­
tracción mental. suficiencia como el único tiempo que merece ser considera­
Esta concepción de la realidad y del conocimiento per­ do. Objeto del conocimiento, de la filosofía, debe ser el aho­
sistió durante buena parte de la historia de la filosofía occi­ ra, lo actual, a los que es necesario liberar de las ataduras del
dental, tolerando únicamente discretas excepciones, hasta pasado. La imposición de un presente autárquico es otra for­
encontrar su final en la aparición de una nueva concepción ma de dominar el tiempo propio de los seres humanos, sus
del tiempo. Fue Hegel quien enterró definitivamente el vie­ historias personales tanto como sus esperanzas de futuro, y
jo paradigma de lo atemporal y llevó a su madurez la tesis es sobre todo una férrea represión de la memoria.
de que el objeto de la filosofíaes la historia. Para comprender Estas serían, pues, las tres grandes estrategias de domi­
la realidad y alcanzar la verdad hay que estudiar la historia, nio del tiempo empleadas por la razón. Vamos a examinar
porque ella es el desarrollo del Espíritu. El Espíritu no per­ cada una de ellas con mayor detalle.
manece idéntico e inmutable en la transcendencia mientras
sometidos al tiempo los individuos nacen y mueren del Los inicios de la filosofía en Grecia estuvieron marca­
mismo modo que los pueblos y sus culturas, sino que se de- dos por un prejuicio a favor de lo atemporal que se man-

210 211
tuvo vigente durante buena parte de la historia de la filo­ en sus desarrollos y sus historias, y cambiar con ellos. Todo
sofía occidental. Objeto de la filosofía debe serlo lo inmu­ cuanto existe y la misma filosofía que lo intenta conocer
table, lo único capaz de proporcionar una verdad que tam­ son más procesos que cosas, más desarrollos que esencias;
bién lo es. Aquello que permanece eternamente, sin que todo cuanto existe comenzó en algún momento y todo aca­
el paso del tiempo le arranque la identidad consigo mismo, bará por morir. La verdad «es inseparable de lo concreto
es lo perfecto. Por el contrario, lo que no puede dejar de que varía, y su invariabilidad es el engaño de la prima phi­
cambiar porque no puede liberarse del tiempo, lo que vive losopbia»? Para comprender esta idea hay que aplicársela
en una agitación y transformación continuas que le impiden a uno mismo: el ser humano, que ha intentado en vano
reposar en una identidad permanente, lo que no deja de atrapar su propia esencia en conceptos abstractos como el
perderse a sí mismo y finalmente morirá, lo que nunca está de «humanidad», carece de una identidad más allá del tiem­
del todo presente porque se encuentra extendido en el tiem­ po. Resultado de procesos naturales, el ser humano no es
po, es lo imperfecto, y conocerlo no merece la pena porque más que lo que ha sido, lo que es y lo que será, y ninguna
no aporta ninguna verdad. La verdad se halla en lo no deve­ definición alcanza una esencia que no posee, de la misma
nido, lo que no es resultado del tiempo y carece de histo­ manera que ninguna determinación es capaz de anticipar
ria, lo que no necesita de la memoria porque nunca haper­ su futuro. y lo mismo vale para lo que más importa al ser
dido nada, ni de la esperanza de futuro porque ya es lo que humano, la libertad, la verdad, la felicidad o la belleza.Todas
debe ser. Lo mejor que puede hacer el ser humano, cuyo comenzaron a existir en algún momento de la historia y
tiempo propio no contiene verdad, es entregarse a la con­ ninguna está garantizada para siempre.
templación de lo atemporal. En consecuencia, la filosofía deberá hacerse dinámica
Adorno hereda de Nietzsche y de Benjamin la inver­ y dotarse de unos conceptos capaces de cambiar como los
sión de los valores implicados. Para ambos, no sólo lo que mismos objetos a los que pretende conocer. Si ni la reali­
permanece en el tiempo es lo malo, porque es la pura iden­ dad ni la verdad son inmutables tampoco puede serlo el
tidad, sino que además tal cosa no existe realmente; lo atem­ conocimiento, que tan sólo puede constituirse como memo­
poral no es más que una abstracción mental, una ilusión de ria. «Ninguna pregunta podría ni siquiera ser preguntada
la razón para someter el tiempo a la identidad. La filoso­ sin que un conocimiento del pasado estuviese presente en
fía debe asumir que no existe nada inmutable que pudiera ella y siguiese apremiando.s" Lo cual significa que el cono­
ser su objeto; la verdad tan sólo puede obtenerla en el cono­ cimiento debe hacerse tradición, en el sentido en que lo
cimiento de lo temporal, de lo efímero que no cesa de trans­ es para el pensamiento judío.
formarse. Su objeto no es inmutable, tampoco lo es la ver­
dad, y tampoco debe pretender serlo ella misma. La filosofía
8. [ND, 50] (DN,47).
debe entregarse al tiempo para acompañar a los objetos 9. [ND, 63] (DN, 59).

212 213
Un problema se transmite de una filosofía a otra, con tiendo." La respuesta de Adorno a tal cuestión, que no infra­
lo que la tradición de! problema se conserva variadamente valora el riesgo de que la filosofía acabe por desaparecer, ni
en la forma de los términos, mientras que e! cambio, lo cua­ trata de aminorar su conciencia de que la filosofía es mor­
litativamente nuevo, lo que sucede, se deposita en e! nuevo tal como los mismos seres humanos, consiste en que salvar
empleo que adquieren los términos. Los términos no sólo su futuro es nuestra responsabilidad. Su continuidad depen­
forman pane en las diferentes filosofías de diferentes con­ de de nosotros. Pero al mismo tiempo, nuestro futuro tam­
textos, sino que cambian en sí mismos. [...] En este cambio bién depende de ella, de que nos enseñe a pensarlo.
de términos, se trata no sólo de que hay cambios de la ter­
minología filosófica forzados por la historia de! lenguaje, Examinemos ahora la segunda forma de dominio del
sino que tales transformaciones son necesarias a la filosofía, tiempo. Contra el paradigma de lo atemporal, y bebiendo
ya que los conceptos se acuñan en ella precisamente porque en parte de la concepción judeocristiana, aunque para some­
la filosofía evoluciona históricamente. [...] La tarea de un terla a su ideal de racionalidad, lleva Hegel a su madurez la
tratamiento filosófico de la terminología filosófica no pue­ idea de la historia. Si la estrategia anterior imponía la iden­
de ser otra cosa que reavivar la vida coagulada e{;_los térmi­ tidad en el tiempo mediante la invención de una transcen­
nos, en las palabras. 10 dencia liberada de la temporalidad a la que todo lo tempo­
ral debía someterse, en cambio Hegel impone la identidad
Obviamente, que la filosofía sea histórica significa tam­ en la inmanencia, al concebirla como historia. Según Adorno,
bién que su incierto futuro incluye el riesgo de su desapa­ la concepción hegeliana de la historia es la siguiente:
rición. De ahí que Adorno no deje, a lo largo de toda su
vida, de preguntarse por la actualidad de la filosofía, por La historia es lo que vertebra a la realidad toda y a cuanto
si todavía tiene sentido o habrá llegado ya al momento de su existe en ella, ya la misma filosofía que se propone com­
muerte. Es la pregunta con que arranca su primera y pro­ prenderla. La historia otorga orden y sentido a todas
gramática conferencia académica, titulada precisamente «La las cosas, yes dentro de ella que debe pensarse todo lo
actualidad de la filosofía», y la cuestión reaparece de manera que existe y todas las experiencias humanas.
explícita en «¿Para qué aún la filosofía?»,en Intervenciones. Mediante la historia que todo lo abraza, la filosofía
Las primeras páginas de su gran obra de madurez, Dialéctica hegeliana forja un sistema panteísta y totalitario que
Negativa, así como la última parte del libro, se la plantean de todo lo integra y no tolera la mera idea del exterior.
nuevo. Implícitamente, la filosofía adorniana nunca deja
de preguntarse por sí misma, por si todavía puede seguir exis-
11. Véase Deutsche Zeitschrift for Pbilosophie, 3/1999, que contie­
ne varios articulas dedicados a analizar la presencia de esta cuestión en
10. [PT 1, 16-18] (TF 1, 14-15). la obra de Adorno.

214 215
N o existe nada más allá de la historia, y no hay por Adorno se'opone a cada una de las tesis anteriores, y
tanto adónde huir de ella: ni a la transcendencia, ni al construye su propia concepción de la historia como una crí­
futuro, ni a la utopía, ni a una perspectiva que permi­ tica a la filosofía hegeliana. 12 Para Adorno, la historia no es
ta la crítica. el desarrollo del Espíritu, no es racional ni necesaria, y no
La historia es necesaria; lo que es equivale a lo que debe se encamina hacia la perfección por la vía de un progreso
ser. La posibilidad de que lo que es fuese distinto care­ continuado. El avance de la historia no coincide con el bien
ce de sentido. y la verdad. Las tesis hegelianas no son para Adorno más
La historia avanza en un progreso continuo hacia la per­ que una forma de dominio, de someter al individuo a la
fección. historia como si fuese su destino, y privarle de su libertad,
La historia es la historia de la razón, y es por tanto racio­ su esperanza y su memoria. En nombre de la finalidad his­
nal y verdadera. Si historia y razón son idénticas, todo tórica se niega el valor del tiempo propio del individuo y
lo que en la historia sucede queda justificado, y no hay se le exige que se sacrifique por un progreso que no es tal.
modo de someter la historia a una crítica racional. Para desmentir la filosofía de la historia de Hegel basta con
El sujeto de la historia es el Espíritu, que en ella se de­ observar la historia misma, que avanza en una dialéctica de
sarrolla y se realiza. Él es el único sujeto verdadera­ progreso y barbarie.
mente libre y responsable de la historia, mientras que
el individuo sólo tiene sentido en cuanto sirve a su A la vista de las catástrofes pasadas y futuras, sería un
desarrollo. La moral queda absorbida por la historia. cinismo afirmar que en la historia se manifiesta un plan uni­
La historia ordena los diversos pueblos y culturas que versal que lo asume todo conduciendo hacia lo mejor. Pero
han existido y es a la vez el criterio con el cual valorar­ no por eso tiene que ser negada la unidad que suelda los fac­
los. Quien vence, por eso mismo detenta la razón, mien­ tores discontinuos, caóticamente desperdigados, y las fases
tras que los perdedores de la historia carecen de ella. de la historia: e! estadio de la dominación sobre la natura­
Cuando es la historia la que juzga, los vencidos mere­ leza, e! paso de! dominio sobre los hombres y al fin sobre la
cían serlo y merecerán ser olvidados.
El tiempo de cada individuo y de cada pueblo sirve a
la historia, y sólo en ella y por ella tiene sentido. Al 12. La crítica de Adorno a la filosofía de la historia de Hegel se
encuentra fundamentalmente en la tercera parte de DN. Para reseguir
mismo tiempo, la caducidad y la muerte de los in­
su propia concepción de la historia, véase especialmente DI; "Progreso»,
dividuos y los pueblos son necesarias en una historia en CN; «Über Tradition», en OL; y el curso que impartió sobre histo­
que se construye sobre la superación de estadios ante­ ria y libertad a su regreso del exilio, FG. Como ya señalé anteriormente,
riores. Cada tiempo debe ser sacrificado en nombre de la crítica de Adorno no hace completa justicia a la filosofía de Hegel;
vuelvo a remitirme al libro de TERRYPINKARD,Hegel. A Biography,
la historia. Cambridge Universiry Press, 2000.

216 217
naturaleza interna. No hay historia universal que guíe desde canso contra fas individuos tiene que ser además el sentido
el salvaje al humanitario; pero sí, de la honda a la super­ del mundo."
bomba. Su fin es la amenaza total de los hombres organiza­
dos por la humanidad organizada: la quintaesencia de la dis­ Ponerse de parte de los vencedores y legitimar filosó­
continuidad. De esta forma se realiza para nuestro espanto ficamente su victoria implica aceptar la aniquilación de los
la comprobación e inversión de Hegel. Él transfiguró la tota­ perdedores, cuya derrota evidencia que no llevan razón. El
lidad del sufrimiento histórico en la positividad de la auto­ Espíritu, que se encarna sucesivamente en distintos pue­
rrealización de! Absoluto, pero e! hén kai pan que hasta e! día blos para después abandonarlos, se desarrolla a través de la
de hoy sigue avanzando, sin parar más que para coger nue­ desaparición de individuos, pueblos y culturas, cuyo sacri­
vo impulso, parece dirigirse hacia e! sufrimiento absoluto. ficio da lugar al avance de la razón. Así pues, individuos
[oo.] El Espíritu universal, digno objeto de definición, debe­ y pueblos están destinados a desaparecer, y ni su muerte
ría ser definido como la catástrofe perrnanente.P ni su olvido son para Hegel una injusticia. Su sacrificio era
necesario, y lo mejor que podrían hacer es aceptar como
Naturalmente, no es que Hegel ignorara las injusticias tal su contribución al progreso, porque no tiene sentido
yel sufrimiento en todas sus formas que se acumulan a oponerse a él.
lo largo de la historia. Era consciente de los padecimien­ La concepción de la historia de Hegel encierra el tiem­
tos de los individuos, y sin embargo los minimizaba y jus­ po en la identidad. La razón única que guía la historia de
tificaba como precio que hay que pagar por el progreso. manera necesaria impide que en ella aparezca lo diferente,
Para él, el progreso avanzaba dialécticamente, es decir, a niega la mera posibilidad de lo distinto. Para Adorno, en
través de la injusticia. Sin embargo, no era lo suficiente­ cambio, la historia es contingente e imprevisible, y com­
mente dialéctico como para comprender que, en realidad, prenderla exige asumir no sólo que el futuro podrá apor­
el progreso avanza tanto como la injusticia misma. Si Hegel tarnos lo diferente, sino que el mismo pasado podría haber
se atrevía a sostener que el camino de la historia era el cami­ sido distinto de como fue.
no del bien y la verdad, era porque hacía suya la razón de
los vencedores. La única forma de que una conciencia social crítica
conserve la libertad de pensar que las cosas podrán ser algu­
Su panegírico lo recibe del triunfador, quien, por más na vez de arra modo es que las cosas hayan podido ser de
que la victoria haya ocurrido en el reino de! espíritu, no renun­ otro modo, que se rompa la pretensión de absolutez con
cia al triunfo, a la ostentación de que lo perpetrado sin des- que se presenta la totalidad, esa apariencia socialmente nece-

13. [ND, 314) (DN,318). 14. [ND, 321) (DN, 326).

218 219
saria en que se halla sustantivado el universal extraído de los miembros de tales culturas deben optar entre perma­
los individuos." necer en un estadio inferior de evolución de la humanidad,
o bien renunciar a su cultura para asumir la de los vence­
La historia tal como ha sido debe ser sometida a una dores. Pero la injusticia que esto representa llega a su extremo
crítica que desvele las posibilidades que no se realizaron. cuando Hegel afirma que el Espíritu alcanza su plenitud
Hay que hacer memoria de todo lo sucedido en ella así como siendo europeo, es decir, cristiano y germánico. Para los
de lo que nunca llegó a suceder. Por ello, la historia no puede pensadores judíos, eso significaba la condena de su propia
ser el centro de una filosofía totalitaria que la legitima, sino tradición cultural, a la que debían renunciar si pretendían
el objeto a examinar por una filosofía de la merneria, Así ser partícipes de la modernidad.
invierte Adorno la concepción hegeliana de la relación entre La concepción hegeliana de la historia, que Adorno de­
historia y verdad; como le escribe en una carta a un amigo: nuncia como falsa e injusta, no sólo justifica las derrotas
«No es la verdad la que está contenida en la historia, sino la de los vencidos como necesarias, sino que los condena a no
historia la que está contenida en la verdad». 16 ser recordados, porque la narración de la historia es potes­
Adorno realiza el paso de una filosofía de la historia tad del vencedor. Su filosofía de la historia es también una
como la hegeliana o la marxista a una filosofíade la memoria, filosofía del olvido. Pero el olvido de cada una de las injus­
haciendo suya la tradición judía de la crítica a Hegel, que ticias que han reducido los seres humanos a víctimas, de
conoció sobre todo a través de Benjamin." Para la crítica cada una de las formas de sufrimiento experimentadas por
judía que Adorno adopta y desarrolla, el ideal del progreso sus cuerpos, incrementa la cuenta pendiente de dolor, hace
hegeliano sirve como justificación del dominio de indivi­ más víctimas a las víctimas e inflige una continua derrota
duos y pueblos. La tesishegeliana de que el Espíritu se encar­ a los vencidos. y por otra parte, incrementa el grado de
na sucesivamente en distintos pueblos, se traduce en el dere­ crueldad de que los vencedores son capaces. El olvido enfría
cho del pueblo «más avanzado» a someter a todos los demás. las conciencias y las hace indiferentes al dolor, eliminan­
En una visión de la historia que no tolera la pluralidad, do los recelos ante la violencia. La barbarie que no deja de
las culturas diferentes de aquella que encarna el Espíritu aumentar a lo largo de la historia se alimenta de ese olvido,
simplemente son «inferiores», «atrasadas», «anacrónicas», y que descargándola del recuerdo de injusticias pasadas le da
fuerzas renovadas para cometer otras nuevas. Donde las
injusticias pasadas son reprimidas por una amnesia forza­
15. [ND, 317} (DN, 321).
16. T.W. ADORNO y ALFRED SOHN-RETHEL, Brieju/echsel, 17 de da, la injusticia reaparece como la repetición de lo idénti­
noviembre de 1936, p. 32. co, que es siempre peor. Así pues, el olvido es una de las
17. Sobre la crítica a la filosofía de la historia de Hegel desde el causas de que la historia avance en una dialéctica de pro­
judaísmo véase MANUEL REYESMATE, La razón de losvencidos,Anthropos,
greso y barbarie.
Barcelona, 1991;Memoria de Occidente, Anthropos, Barcelona, 1997.

220 221
En una historia que cultiva su propio olvido, e! dominio del horror, una analogíacon la que conservarla paz del alma.
no deja de aumentar y la violencia de sistematizarse. y e! Pero es innegable que los martirios y humillaciones jamás
resultado final de una historia de desmemoria y dominio, experimentadosantesde losque fuerontransportadosen vago­
es que e! dominio pone fin a la historia. La dominación nesparaelganadoarrojanuna intensay mortalluzsobreaquel
se generaliza, se extiende por la realidad toda, yel tota­ remotopasado,en cuyaviolenciaobtusay no planificadaesta­
litarismo decreta e! final de los tiempos. Los regímenes que ba ya teleológicamenteimplícita la violenciacientíficamen­
pusieron fin a la libertad y dignidad de! individuo, y mata­ te concebida. La identidad reposaen la no identidad, en lo
ron a tantos millones de seres humanos que para juzgar a aún no acontecido, que lo acontecido anuncia. Decir que
los resp~nsables hubo que forjar e! concepto de «crimen siempreha sucedidolo mismoes falsoen su inmediatez,mas
contra la humanidad», representan el punto de inflexión de verdaderoconsideradoa travésde la dinámicade la totalidad.
la historia. Auschwitz da nombre al momento en que la his­ Quien se sustrae a la evidenciadel crecimiento del espanto
toria desemboca en la barbarie. no sólo cae en la fría contemplación, sino que ademásse le
Es importante aclarar que la tesisadorniana de Auschwitz escapa,junto con la diferenciaespecíficade lo más reciente
como e! punto de inflexión de la historia no implica un olvi­ respectoa lo acaecidoanteriormente, la verdaderaidentidad
do de todos los horrores anteriores que han padecido los del todo, del terror sin fin."
seres humanos. Si bien Adorno defiende que a lo largo de
la historia se observa un aumento de la crueldad, cada vez y del mismo modo que afirmar Auschwitz como e! pun­
más racional y sofisticada, que desemboca en los sistemas to de no retorno de la historia no implica e! olvido de los
totalitarios de! siglo xx, su intención no es menospreciar las horrores anteriores, tampoco implica e! consuelo de que no
injusticias de otras épocas, sino justamente mostrar la per­ será posible que algo así vuelva a suceder. Que Auschwitz
sistencia de un dolor que no cesa de aumentar. sea e! mayor horror conocido por la humanidad no signi­
fica que sea único, sino que es inaugural: una vez Auschwitz
Si todo ha sidosiempreasí-aunque ni Timur ni Gengis ha sucedido, todo es posible. Los campos de exterminio
Khan ni la administracióncolonialde la India llegarona des­ abren una época que puede deparamos la repetición con­
trozar de forma planificadacon gas los pulmones de millo­ tinua de! mal o variaciones todavía más terroríficas. De ahí
nesde hombres-, entoncesla eternidaddel terrorse manifies­ la formulación de! nuevo imperativo categórico, que exi­
ta en que cada una de sus formasnuevassuperaa la anterior. ge a los seres humanos hacer cuanto esté en sus manos para
Lo que persisteno es un quantum invariablede sufrimiento, impedir una posible repetición. La reflexión adorniana sobre
sino su evoluciónhacia el infierno. [...] No se puede poner Auschwitz no pretende pues reivindicar e! «protagonismo»
Auschwitzen analogíacon la aniquilación de las ciudades­
estadogriegasno viendo másque un mero aumento gradual
18. [MM, 265-266] (MM, 236-237).

222 223
de aquella masacre por encima de otras crueldades, sino la mirada del pasado sea capaz de orientar el futuro. La filo­
advertirnos del futuro que nos espera si no hacemos nada sofía de la memoria revela que la verdad de la historia no
por virar el rumbo. «La recaída se ha producido. Esperarla es el progreso; a sus ojos, el pasado se muestra como un pai­
del futuro, después de Auschwitz e Hiroshima, obedece al saje en ruinas, una sucesión de culturas y culturas derrui­
pobre consuelo de que todavía es posible algo peor.»!" Los das por el supuesto avance de la razón. Fue Benjamin quien
últimos años de su vida evidenciaron que su temor a la repe­ enseñó a Adorno a mirar así. En ese impresionante texto
tición no era infundado ni exagerado. Durante su curso de 1940, donde poco antes de su muerte arranca a la de­
sobre metafísica impartido en 1965, afirmaba Adorno ante sesperanza sus Tesis defilosofia de la historia, invoca Benjarnin
sus alumnos que Vietnam era la continuación del horror la figura del ángel de la historia, que no puede arrancar la
que Auschwitz había inaugurado." En las pocas décadas que vista del panorama de destrucción que los seres humanos
nos separan de su muerte, Ruanda o Sudán -han sido esce­ acumulan tras de sí, El ángel de la historia querría detenerse
narios de nuevas recaídas en la barbarie; Europa ha vuelto a y ayudarlos, pero una terrible tormenta que sopla desde el
conocer el genocidio, esta vez en la ex-Yugoslavia; el estado paraíso le impide cerrar las alas para descender. De espal­
de Israel, creado para ofrecer una patria a los judíos que das, vuelto hacia el pasado, la tormenta que apenas le per­
huían del fascismo, se ha transformado en un estado militar mite respirar le empuja violentamente hacia el futuro. Esa
que amenaza con acabar con el pueblo palestino; las cultu­ tormenta que lo arrastra todo consigo es el progreso, falso
ras indígenas de Sudamérica desaparecen a tanta velocidad nombre para una historia de violencia. Yel ángel empuja­
como los ecosistemas que habitan; y un continente entero, do sin remedio, que no aparta la vista del dolor acumula­
África, se enfrenta a su propia desaparición dentro de un do, es la memoria. El futuro no lo traerá el progreso, sino
mundo supuestamente globalizado. Millones de personas las esperanzas de la humanidad en su nostalgia por un tiem­
viven en condiciones que recuerdan a los campos de con­ po nuevo; sólo la fidelidad a esos sueños hará un día real el
centración en las prisiones del tercer mundo, y otros tantos futuro."
pierden sus vidas en campos de refugiados y desplazados de
tantas guerras. La filosofía de Adorno tiene hoy tanto sen­ El tiempo posterior a la Segunda Guerra Mundial, con
tido como cuando la formuló. algunos regímenes totalitarios ya derruidos pero otros toda­
Contra la filosofía de la historia construye Adorno una vía existentes, conoció una nueva forma de dominio del
filosofía de la memoria, que vuelta hacia atrás y sin retirar

21. W ALTER BENJAMlN, Ober den Begriff der Geschichte, en Gesam­


19. [SW, 769] (eN, 168-169). me/te Schriften, vol. 1-2, Suhrkarnp, Frankfurt, 1974 (Tesis defilosofta de
20. [Metaphysik. Begriff und Probleme, en Nachgelassene Schriften, la historia, en Ange/us Nouus, Edhasa, Barcelona, 1971). Véase el estu­
Suhrkarnp, Frankfurr, 1998, p. 160]. dio de Adorno en la lección 10 de GF.

224 225
tiempo, la de un presente que pretendía auto fundamentar­ dos con respecto de lo único que nuestra impotencia pue­
se y sostenerse autárquicamente en la vana pretensión de de aún tributarles, nuestro recuerdo»."
liberarse de un pasado que no quería afrontar. La con­ Responsables de la guerra y el exterminio, colaborado­
clusión de Adorno sobre la época de la posguerra y la res en todos los grados, espectadores pasivos, todos coinci­
reconstrucción en Europa occidental es que Auschwitz no dían en imponerse la amnesia. Pero si alguien tiene dere­
sólo representó la forma extrema del horror, sino que las cho al olvido no son precisamente ellos. «La actitud de
fuerzas invertidas por la sociedad posterior en 'reprimir olvidar y perdonar todo, que correspondería a los que han
su recuerdo dieron lugar a la forma extrema del olvido. Así, sufrido la injusticia, ha sido adoptada por los que la prac­
no sólo tuvo lugar el punto de inflexión de la historia, sino ticaron.x" La justificación del olvido en nombre de la recon­
que se olvidó lo que significaba y las advertencias que con­ ciliación y la paz no deja de ser una trampa, como cualquier
tenía. La mayor catástrofe fue sepultada por el mayor de olvido lo es. Porque es en la ausencia de memoria donde
los olvidos. halla refugio lo peor del pasado mientras espera el momen­
La sociedad de la posguerra tenía por delante una labo­ to en que reaparecer. Por mucho que el presente experi­
riosa y difícil tarea de reconstrucción, y reclamó que las mente el olvido como una liberación, la verdadera libertad
fuerzas se entregaran a ella y no al recuerdo. Habiendo esta­ sólo la otorga el trabajo del recuerdo."
do al borde de la destrucción, tenía que cortar las cuerdas
que ligaban el presente al pasado, no fuera que los muertos Uno quiere liberarse del pasado, y con justicia, por­
arrastraran a los vivos al fondo del abismo. En la exaltación que bajo su sombra no sería posible vivir, y porque el terror
del presente vivida en aquellos años, y que continuó y con­ nunca tendría término si siempre continuara retribuyéndo­
tinúa existiendo tras la muerte de Adorno, quien se ponía se la culpa con la fuerza, y la fuerza con la culpa; pero tam­
a excavar en los escombros en vez de apuntalar los nuevos bién con injusticia, en cuanto el pasado que quisiéramos
edificios, era menospreciado como un resentido que inten­
taba obstaculizar la reconstrucción. Se imponía el «todoestá
bien, como si nada hubiera pasado, frase de Goethe que, en po realizadospor elInstitutode InvestigaciónSociala su regresoaAlemania,
con el fin de estudiarla relaciónde losalemanescon su pasado.
lugar destacado del Fausto, es pronunciada por el diablo 23. [EN, 555] (IN, 117).
para revelarnos su principio más íntimo: la destrucción 24. Las reflexionesde Adorno, que se inspiran fundamentalmen­
de la memoria. Los muertos deben ser también defrauda- te en el casoalemán,seríanaplicablesa muchosotros, y en buena medi­
da también al español. España gozó de una transición a la democracia
prácticamente carente de violencia, pero al precio de un olvido que
cuanto más tiempo pasa más injusto resulta. Que todavía existan en
22. [EN, 557-558] (IN, 120).Véaseel texto entero «¿Quésignifica este país fosas comunes donde se acumulan los restos de víctimas de
renovarel pasado?».Véasetambién «Schuldund Abwehr»,GS 9.2, don­ la guerra y la dictadura fascista evidencia la urgencia de un trabajo
de Adorno ofrecelasconclusionesde una seriede experimentosde gru- de la memoria.
226 227
ver transcurrir, guarda aún hoy mucha vida. El nacional­ ciarse de sí mismos, para ser espontáneos, entregarse a la
socialismo subsiste, y hasta hoy no sabemos si sólo como experiencia, ejercer la crítica, y mantener vivos deseos y
un espectro de la monstruosidad pasada, que no ha conse­ esperanzas. Adorno se propone dirigir su filosofía, dinámi­
guido morir de su propia muerte o que no llegó ~ desapa­ ca y dialéctica, contra todo lo solidificado, con la intención
recer del todo; o si permanece en los hombres como una de ponerlo de nuevo en movimiento y recuperar su pasado
disposición a lo indecible.P para salvar su futuro.
La sociedad que no soporta el pasado intenta que no
En realidad, los que se apuntan al olvido se apuntan a sea visible en el presente. Su ideal es un presente de super­
las tendencias objetivas de la historia a seguir olvidando ficie pulida y brillante que no conserva huellas del pasado
para hacer posible una mayor injusticia en el futuro. y se mantiene incólume frente al paso del tiempo; todas las
El rechazo de la memoria por un presente que se cree cosas deben evitar reflejar su envejecer en su apariencia.
autárquico genera lo que Adorno denomina cosificación." Tampoco la piel humana debe acoger los signos del tiem­
Quien desconoce su historia, el proceso por el que ha lle­ po; si se arruga hay que volver a tensarla. La historia no debe
gado a ser lo que es, se convierte en cosa, se detiene, se petri­ leerse en la piel de las personas ni en la superficie de las
fica, y se enfría. La sociedad se cosifica cuando se niega a cosas. Todas las superficies deben ser como una cinta per­
recordar de dónde proviene o a preguntarse si podría haber manentemente virgen, que parece siempre nueva porque
sido distinta. Se afirma como necesaria, como una segun­ no retiene nada del pasado, porque no tiene memoria. Es
da naturaleza, y se protege así a la vez del pasado, de la en este sentido que creo que debe leerse un fragmento de
crítica y del futuro. Habiendo eliminado lo diferente en su sus Minima Moralia sobre el paisaje americano.
mera posibilidad, se hace idéntica y se convierte en la repe­
tición continua de sí misma, en la ciega repetición del mito. El defecto del paisaje americano no está tanto, como
Cuando a los seres humanos miembros de una sociedad quiere la ilusión romántica, en la ausenciade recuerdoshis­
cosificada se les cosifica la conciencia, dejan de compren­ tóricos, como en que la mano no ha dejado ninguna huella
der que son un proceso, una historia, que es su memoria la en él. Ello no se refieresimplementea la faltade camposcul­
que sostiene una identidad hecha de diferencias, para caer tivados,a losespaciossalvajes,sin roturary a menudo cubier­
en el engaño de que poseen una esencia permanente y nece­ tos de boscaje,sino ante todo a las carreteras.Estas siempre
saria. Eso les roba la libertad para distanciarse y diferen- aparecen imprevistamentedispersaspor el paisaje,y cuanto
máslisasy anchasson, tanto másinsustancialy violentaresul­
25. [EN, 555] (IN, 117-118). ta su resplandecientesuperficieen contraste con el entorno
26. El concepto de cosificaciónlo expone Adorno especialmente excesivamenteagreste.Carecende expresión.Como no cono­
en DI y en IN, un libro dedicado a combatirla, y también en PRo Sin
cen ninguna huella de pies o ruedas, ningún tenue sendero
embargo, el tema reapareceen prácticamente todas sus obras.

228 229
a lo largo de sus márgenes como transición a la vegetación, no por atrasado, eso mismo atrasado, después de haberlo
ningún camino hacia e! valle, prescinden de lo amable, apa­ enjuiciado, puede ostentar la verdad sobre la que e! proce­
cible y exento de angulosidad de las cosas en las que han inter­ so histórico patina. Como no se puede expresar ninguna otra
venido las manos o sus útiles inmediatos. Es como si nadie verdad que la que e! sujeto es capaz de encarnar, e! anacro­
hubiera paseado su figura por e! paisaje. Un paisaje desola­ nismo se convierte en refugio de lo moderno."
do y desolador. Lo cual se corresponde con la forma de per­
cibirlo. Porque lo que e! ojo apresurado meramente ha vis­ Así pues, aquello que la sociedad relega al último rin­
to desde e! coche no puede retenerlo y se pierde dejando tan cón por anticuado es a menudo un momento de libertad
escasas huellas como las que llega a percibir." desde el cual criticarla. Lo que es desechado por inútil pue­
de ser lo más crítico contra la sociedad, como ya habíamos
Mientras que los caminos son el resultado del mismo observado en el segundo capítulo, y aparecer como pasado
caminar, en cambio los paisajes actuales formados por carre­ de moda es la forma que toma la inutilidad en una socie­
teras y no por caminos, que fueron construidas de una vez dad que detesta lo que envejece. Un buen lugar desde el
y que no recogen el paso de los miles de viajeros que por que ejercer la crítica al presente es lo que ella misma rele­
ellas transitan, son un signo más de la preferencia actual ga como pasado, tanto como el pasado histórico que se niega
por la carencia de historia. a recordar; esto nos ayuda a repensar la cuestión que abor­
Esta sociedad, para la cual la historia debe desapare­ damos en el capítulo segundo sobre cuál era el lugar des­
cer del presente, condena lo que no se adapta a ella a apa­ de el que había que ejercer la crítica de la sociedad. Según
recer como anticuado, que es el peor de los insultos en un Adorno, la crítica debe ejercerse desde la tensión dialéctica
tiempo que pretende liberarse del pasado. Así es como lo entre la crítica inmanente y la trascendente, y aquello que
más moderno, que la sociedad no puede soportar, aparece la sociedad desea olvidar es un lugar que cabe en esa defini­
como anacrónico, yen consecuencia, lo actual y lo moder­ ción, pues el pasado es a la vez lo que está dentro y fuera de
no dejan de coincidir. la sociedad, y ofrece la suficiente distancia para examinarla.
Así pues, una filosofía crítica debe ir a buscar argumen­
Frente al temor de quedar pese a todo a la zaga de! espí­ tos, ideas y posibilidades entre todo lo desechado y arrin­
ritu de! tiempo y a ser arrojado al montón de barreduras de conado por la sociedad, pero no tan sólo para criticarla, sino
la subjetividad desechada, es preciso recordar que lo renorn­ también para reconstruirla. Según Adorno, muchas ideas
bradamente actual y lo que tiene un contenido progresista que parecen anacrónicas o incluso reaccionarias contienen
no son ya la misma cosa. En un orden que liquida lo rnoder- bajo el disfraz que la sociedad les impone momentos de

27. [MM, 53-54] (MM,46). 28. [MM, 250] (MM, 222-223).

230 231
modernidad que pueden renovar el proceso de Ilustración." En la aparición de esasfuerzasyace la última esperanzade
Después de todo, entre lo que la sociedad barre como escom­ que el destino y el poder no tengan la última palabra en el
bros se encuentra el individuo mismo. mundo. Frentea la Decadenciade Occidenteno estála resu­
rrección de la cultura, sino la utopía, que yace, silenciosae
Cuando el individuo, como todos los procedimientos interrogante, en la imagen misma de lo que se hunde."
individualistasde producción, aparecehistóricamenteanti­
cuado ya la zagade la técnica, le llegade nuevo, en cuanto
sentenciado, el momento de decir la verdad frente al ven­ La transitoriedad de la naturaleza y de la historia
cedor. [...] Cuando el progreso desatado no ·semanifiesta
inmediatamente idéntico con el de la humanidad, lo que se Contra los diversos intentos de la razón de imponer la
le opone puede dar amparo al progreso." i~entidad en el tiempo, ya sea bajo la forma de la arernpora­
lidad, de una historia de progreso o de un presente sin pasa­
El presente debe ser juzgado desde el pasado que desea­ do, afirma Adorno que todo cuanto existe realmente y
ría ignorar. La memoria se revela así, no sólo como la nece­ p~ede ser objeto del conocimiento es temporal. Lo cual sig­
sidad de repensar la historia, sino también como el lugar mfica que ha comenzado a existir en algún momento y que
desde donde someter a crítica el presente." y es, finalmen­ en un instante futuro dejará de ser, y durante el tiempo
te, la que sostiene la esperanza. en que exista no dejará de transformarse, de diferenciarse
de sí mismo. Esa es la constitución temporal de todas las
En el mundo de la vida violenta y oprimida, la deca­ cosas, sean seres vivos, objetos naturales, objetos fabrica­
dencia -que arrebata a esavida, a su cultura, a su rudeza y dos, obras de arte, conceptos, teorías filosóficas o cultu­
a su excelsitud, todo séquito- es el refugio de los mejores. ras. Todo es transitorio, todo está permanentemente en
Los impotentes, los que, según el decreto de Spengler,son tránsito hasta que le llega el momento del último tránsito
dados de lado por la historia y son aniquilados, encarnan que es la muerte. Lo cual significa que todas las cosas son
negativamenteen la negatividadde estaculturaalgoque pro­ efímeras, que todo se nos va, se nos escapa, se escurre irre­
mete romperelveredictoy terminarcon el espantode la pre­ misiblemente de la existencia tanto como de los conceptos
historia -por másdébilmente que pueda sonar esapromesa. que no pueden retenerlo. Ni siquiera en el pasado al que se
retiran permanecen las cosas estáticas e idénticas, de modo
que uno pudiera apresar su recuerdo, sino que siguen de­
29. [MM, 216] (MM, 192).
30. [MM, 145] (MM, 129). sarrollándose y transformándose, modificándose entre ellas
31. La posición adorniana al respecto es examinada y defendida por
x. RUBERTDEVENT6s, De la modernidad, Península, Barcelona, 1980,
p. 65 y sigs. 32. [PR, 71] (PR,71-72).

232 233
y afectando el presente yel futuro; nada es permanente­ leza y la historia son igualmente frágiles. Su existencia pre­
mente idéntico a sí mismo, ni tan sólo en la memoria. Así sente no asegura su permanencia, no les garantiza un futu­
que el único modo de conocer cualquier cosa es recuperar ro; son tan mortales como las criaturas que en ellas viven,
su historia, que incluye la historia de su recuerdo. Cono­ yen cualquier momento podrían desaparecer. Por ello, a
cer es contar historias, y para ello es indispensable la razón ambas sólo se las comprende realmente cuando se ve a tra­
anamnética. vés de su presencia su posible futura ausencia, cuando detrás
La tesis de que todo cuanto existe es transitorio permite del esplendor de la vida se vislumbra su caducidad.
a Adorno poner fin al dualismo entre la naturaleza y la his­ Todo pasa y nada permanece, esa es la verdadera reali­
toria, un dualismo que se sostiene en gran medida en las dad del tiempo, que amenaza del mismo modo a la natu­
diferentes relaciones con el tiempo que tradicionalmente se raleza y a la historia. Para salvar a ambas no contamos más
les han atribuido. La oposición conceptual entre naturale­ que con la memoria, la capacidad humana para conservar
za e historia, tal como la ha elaborado la filosofía occiden­ lo muerto en la vida del recuerdo. Es la memoria la única
tal, es una oposición de formas del tiempo. La historia es que puede impedir que cuanto deja de existir desaparezca
concebida como un camino abierto hacia adelante, hacia el realmente, es la memoria la única que salva cuanto no deja
progreso, hacia lo nuevo, mientras que la naturaleza es defi­ de morir en la naturaleza y en la historia. Ninguna de las
nida como lo siempre idéntico a sí mismo, lo que no deja dos se sostiene por sí misma, ninguna está garantizada en
de repetirse, lo cíclico, y así, en un cierto sentido, como su continuidad, y es por ello que el ser humano tiene la
lo permanente. Pero esta oposición es un error que impide mayor de las responsabilidades.
comprender a ninguna de las dos. Lo que puede parecer una mera tesis metafísica es
La historia debe asumir que comparte con la natura­ mucho más que eso. El ser humano debe tomar una clara
leza una misma constitución temporal, que puede olvidar conciencia de que los mejores logros históricos, como la
pero de la que no puede liberarse: «El momento en que democracia o los derechos humanos, son terriblemente frá­
naturaleza e historia se hacen mutuamente conmensurables giles y podrían desaparecer en cualquier instante. La pri­
es el de la transitoriedad»." Todo lo histórico y la historia mera mitad del siglo xx: nos ha dado una lección sobre ese
misma, así como todo lo natural y la misma naturaleza, son riesgo. Y la naturaleza no deja de padecer la pérdida de espe­
simplemente transitorios. Ambas están abocadas a su cadu­ cies, incluso de ecosistemas enteros. El ser humano es el
cidad, a una muerte que puede sorprenderlas en cualquier único que puede impedir la desaparición de lo mejor de
momento. Una idea que Adorno elabora a partir de Benja­ cada época y de la naturaleza, y debe asumir por tanto la
min y de Lukács, y que le permite afirmar que la natura- responsabilidad de cuidar de ellas. Su tarea es evitar la des­
aparición de lo mejor de ambas; pero si no lo consigue,
entonces debe conservarlo en el recuerdo para poder recu-
33. [GF, 179].

234 235
perarlo en el futuro. y más allá de salvaguardar cosas con­ con la ilusión de! progreso, cree que la naturaleza es lo deja­
cretas, debe comprender que tiene la responsabilidad últi­ do atrás por e! avance de los tiempos, e! paisaje que tan sólo
ma de impedir que la naturaleza o la historia mismas acaben se contempla en el retrovisor para comprobar la velocidad
por desaparecer. En una época que ha tenido que inventar y enorgullecerse de la distancia recorrida. Esa historia ve la
el concepto de «crimen contra la humanidad», debe ocu­ naturaleza como lo siempre igual, lo incapaz de cambio,
parse de que esta no se ponga fin a sí misma, y destruya con hasta el punto de que llega a reducirla a la espacialidad, a
ella la vida en la Tierra. ser mero escenario para la acción humana, la res extensa
Es esta idea de la transitoriedad la que permite pensar de Descartes. Pero es esa misma historia que cree encami­
en la reconciliación entre historia y naturaleza. El único narse al progreso mientras confía haber dejado atrás el rei­
modo de que ninguna de ambas se encierre en su identidad no de la repetición, la naturaleza, la que desemboca de nuevo
ni se deje engañar por la ilusión de una permanencia ase­ en la repetición de lo idéntico; una historia encerrada en la
gurada es que la historia se ponga como telos la reconci­ pura identidad de sí misma sólo puede ir hacia donde
liación con lo diferente de sí misma, la naturaleza. Sólo la identidad conduce, a la repetición. Para que la historia
de ese modo ninguna quedará encerrada en su propia iden­ sea realmente fecunda necesita proponerse como fin lo dife­
tidad y ambas se darán mutuamente lo mejor de sí. Yeso rente, por ello debe comprender que la naturaleza es su futu­
hará finalmente posible la libertad humana. Tal como había­ ro, que sólo una reconciliación de ambas salvará lo mejor
mos afirmado en e! tercer capítulo, tanto la naturaleza como de sí y permitirá la libertad humana.
una historia de progreso, afirmadas aisladamente, pueden Como ya hemos dicho, esta reconciliación es posible
anular la libertad y en consecuencia la moral. La naturale­ porque, en realidad, ambas tienen la misma constitución
za encierra al ser humano en sus leyes inquebrantables, y temporal, ambas son transitorias. Yel dualismo entre ambas
de una manera equivalente la historia puede imponerse puede superarse finalmente con el concepto de historia
como un destino ante el cual e! individuo carece de poder natural." Un concepto que permite comprender lo his­
de decisión. Cuando Adorno piensa la naturaleza y la his­ tórico como natural y lo natural como histórico, pero ni
toria, está buscando e! modo de que no nieguen la libertad reduciendo una a otra ni tampoco superándolas en un con­
y no impidan la moral. Es en la reconciliación de lo dife­ cepto abstracto, sino evidenciando su vínculo, la caracte­
rente que derrota a la identidad, en el limitarse mutuamente rística que comparten, su caducidad. Si ni la naturaleza es
de naturaleza e historia, donde se abre un espacio de liber­ eterna ni el progreso está garantizado, la verdadera reali­
tad humana en el que la moral tiene sentido. dad del tiempo es que todo puede perderse. Todo es mor­
Para que esta reconciliación tenga lugar, es condición tal. y sólo la memoria es la salvación de lo efímero. El olvi-
necesaria que la historia asuma cuál es su constitución tem­
poral. La historia que se ciega a sí misma al deslumbrarse
34. Véase HN, y también las lecciones 13, 14 Y 15 de GF.

236 237
do de la temporalidad de la naturaleza, la falsa creencia de piel la persecución y la huida a ninguna parte que padeció
que no puede morir, es lo que conduce a explotada sin la un Benjamín que acabó por quitarse la vida en Portbou.v
más mínima consideración, mientras que una fuerte con­ Adorno se entregó al estudio de las causas del horror
ciencia de la vulnerabilidad de una naturaleza en la que no desde el exilio, y esa distancia marca su filosofía y de mane­
dejan de desaparecer especies y ecosistemas permitiría fun­ ra especial su filosofía moral. Entre él y el horror siempre
damentar un trato respetuoso. De la misma manera, sólo ha existido la distancia. En primer lugar la geográfica, que
la conciencia de la fragilidad de los mejores logros histó­ no es sino una forma particular de ese distanciamiento
ricos logrará salvarlos.De algún modo, Noé y su arca expre­ que él reivindicaba como única posibilidad de libertad des­
san una verdad mayor de la que normalmente se le recono­ de la cual ejercer la crítica. Pero esa distancia segura desde
ce. La catástrofe del diluvio puede tener lugar en cualquier la que analizar la catástrofe es el privilegio de quien puede
momento y, ante ella, el ser humano debería preparar distanciarse, de quien logró escapar a tiempo. Y tal privi­
su arca. legio comporta cierta culpabilidad, como él reconoce rei­
teradamente.
Con su regreso a Alemania, la distancia respecto del
Una moral anamnética horror pasó a ser temporal. En una posguerra entregada a
la reconstrucción, todos los que han sobrevivido, tanto como
Adorno comenzó a escribir sobre cuestiones morales todos los que nacen después, tienen entre ellos y el horror
cuando se exilió de la Alemania nazi, y continuó hacién­ una distancia que se incrementa cada día. y esa distancia
dolo cuando acabada la guerra regresó a Frankfurt en ple­ que aporta seguridad deviene a la vez problemática. ¿Cuál
no período de reconstrucción. Así pues, no podemos espe­ debe ser la relación con el totalitarismo y sus injusticias que
rar de su filosofía moral ni de su pensamiento en general se van alejando hacia el pasado? Porque están cada vez más
que estén elaborados en y para la experiencia inmediata de lejos del presente, pero no dejan de ser su fundamento.
una catástrofe que no vivió, de la que logró escapar a tiem­ ¿Cómo debe relacionarse la nueva sociedad que emerge
po y cuyo desarrollo siguió desde la distancia al otro lado de las ruinas con su pasado totalitario?
del Atlántico. La suya no es una filosofía elaborada en el A su regreso a Alemania, yen todos los años que allí
campo de batalla, como la de Rosenzweig o Wittgenstein vive hasta su muerte en 1969, Adorno no concibe el pre­
en la Primera Guerra Mundial; ni es la de alguien que estu­ sente como la triunfante reconstrucción de la sociedad y la
vo en un campo de prisioneros de guerra, como Levinas;
ni la de alguien que, aunque fuese en vano, hubiese inten­ 35. La historia de los años de exilio de Adorno, primero en Oxford,
tado trabajar en la resistencia contra la Francia ocupada, y luego en Nueva York y Los Ángeles, está excelentemente documen­
tada en la biografía de STEFANMÜLLER-DoOHM, así como sus inten­
como fue el caso de Sartre. Adorno no conoció en propia
tos por ayudar a un Benjamín cada vez más atrapado en la catástrofe.

238 239
cultura, sino como una posguerra permanente. Tan sólo se Sin embargo, no se trata simplemente de conocer el
han reconstruido las fachadas de unos edificios que siguen pasado para fortalecer el presente. Se trata también de que
albergando ruinas y se sostienen sobre cimientos medio el presente tiene una responsabilidad hacia el pasado, de
derruidos. La advertencia de Adorno es que no hay modo que la sociedad actual es responsable de lo que sucedió
de construir el presente sin atender primero al pasado, sin anteriormente, puesto que hereda sus consecuencias. Así
un trabajo de la memoria que repare los cimientos. Con­ escribe Reyes Mate:
vertido rápidamente en un autor muy leído y una figura
pública, Adorno aprovecha a menudo sus conferencias, apa­ Nacemos con una responsabilidad adquirida. Todos
riciones en la prensa escrita, la radio y la televisión, así como somos herederos de injusticias pasadas: unos las heredan
sus relaciones con muchos de los protagonistas de la cul­ como fortunasy otros,como disforrunios.Peroambasheren­
tura alemana de la época, para promover una reflexión colec­ cias revelan una misma situación originaria y plantean un
tiva sobre la relación con el pasado." mismo desafío.Revelan,en efecto,que nadie es «biennaci­
La memoria es el centro de la filosofiamoral que Adorno do», nadie nacesujeto moral. El pobre y el rico están despo­
desarrolla para quienes habitan un tiempo de posguerra. seídos de la dignidad humana, de la subjetividad moral.
Pero su filosofía moral no es válida tan sólo para el tiem­ Tienen ante sí un mismo desafío:conquistar la dignidad."
po en el que la formula. En realidad vale para cualquier
tiempo, porque no hay presente que no sea posguerra, Los seres humanos no sólo son responsables de sus pro­
que no tenga un pasado de horror. Auschwitz es sólo la pios actos, sino que deben asumir también una responsa­
forma extrema de algo que siempre ha sido así. «El pasa­ bilidad histórica, hacia el tiempo en el que viven y el pasa­
do reciente se nos aparece siempre como si hubiera sido do que lo sustenta. Porque el pasado no está concluido; en
destruido por una catástrofe. La expresión de lo histórico él hay demasiadas cuentas pendientes, expedientes por rea­
en las cosas no es más que el tormento pasado.s" Toda brir, crímenes por ser juzgados, heridas cerradas en falso.
mirada a la historia obliga a enfrentarse con un pasado En el presente, las víctimas del pasado siguen esperando
colmado de violencia y sufrimiento. y dado que el pre­ justicia, y poner fin a esa espera es la responsabilidad del
sente se erige sobre ese pasado, tan sólo podrá liberarse presente hacia la historia.
del peligro de volver a derrumbarse si se construye sobre
la memoria. Alguien«nosestáesperando»:ha sidoanteriora nosotros
pero no ha quedado atrás sino que se nos ha adelantado.
36. Un tema que aparece con frecuencia en sus escritos a partir de
los años 50; véase MM, PR, IN, eN, «Schuld und Abwehr», en GS 9.2.
El tema sigue presente en sus grandes obras de madurez, DN y TE. 38. MANUEL REYES MATE, Memoria de Occidente,Anrhropos,
37. [MM, 55) (MM,47). Barcelona, 1997, pp. 242-243.

240 241
¿Quién es ese? Las víctimas, el ejército de perdedores, todos Sólo el horror a la aniquilación, hecho enteramente cons­
aquellos que no pueden descansar tranquilos porque se les ciente, establece la relación justa con los muertos: la uni­
ha privado de su dignidad. Si nos esperan es porque tienen dad con ellos, dado que nosotros somos, como ellos, vícti­
una factura que pasarnos, tienen unos derechos pendientes mas de las mismas condiciones y de la misma desilusionada
que nosotros debemos saldar. ¿Por qué nosotros si ellos son esperanza."
anteriores a nosotros? Porque nuestro bienestar y nuestra feli­
cidad tienen que ver con ellos." Después de todo, uno de los rasgos que nos hace huma­
nos, a diferencia de cualquier otro animal, es el cuidado
Todos heredamos algo del pasado. Tanto los cómpli­ hacia los muertos, los entierros rituales, las tumbas, la cons­
ces, como las víctimas, como los nacidos después. y ante trucción de cementerios." Y al mismo tiempo, una de las
esa herencia todos poseemos la responsabilidad de una peores formas de violencia que el ser humano inflige a sus
memoria que por supuesto no consiste en un mero con­ congéneres es negar a los muertos su entierro, su último
servar, SInO en conocer y en reparar. reposo; de ahí el alcance universal de la tragedia de Antígona.
Si la filosofía no debe dejar de mirar hacia atrás para po­ Son múltiples las formas en que los individuos han vio­
der mirar hacia adelante, tiene un profundo sentido decir lentado los cuerpos de los muertos y les han negado la paz,
con Antonio Aguilera: «La filosofía de Adorno no comienza a ellos y a quienes los recuerdan. Amontonar cadáveres en
por el principio, arranca del final, es filosofíaúltima, no prime­ fosas comunes para que no puedan ser reconocidos, para
ra»." Su filosofía no se propone comienzos, tanto como no que se confundan en el anonimato de un entierro sin lápi­
es una filosofíadel origen. En ninguno de los posiblessentidos da, es tan antiguo como hacer «desaparecen. a los muertos
de la expresión es la adorniana una filosofía primera. Es una para que no pueda certificarse su defunción, y los suyos
filosofía última, siempre vuelta hacia atrás como el ángel de vivan atrapados entre la imposibilidad del duelo y el horror
la historia de Benjamin; es una filosofía de la memoria. de la ausencia. En cambio, incinerar los cadáveres en hor­
¿Qué es lo que la filosofía de la memoria debe recordar? nos crematorios para que no ocupen espacio corresponde
En primer lugar, Adorno exige junto con Horkheimer una a la racional eficiencia de los campos de exterminio. Pero
forma de recuerdo como solidaridad con todos los desa­ también los cementerios, construidos como lugares de paz,
parecidos, que es en realidad la solidaridad de todos los conocen la violencia; la historia ha acumulado millones de
seres humanos entre ellos, porque todos están destinados casos, entre los que resulta tan estremecedor el del cemen-
a desaparecer.
41. [DA, 243] (DI, 257).
39. MANUEL REYES MATE, La razón de los vencidos, Anrhropos, 42. Véase el esrudio de HANs ]ONAS, en Philosophiscbe Untersuchun­
Barcelona, 1991, p. 154. gen und metapbysische Vermutungen, Insel, Frankfurt, 1992 (Pensarsobre
40. ANTONIO AGUILERA, «Introducción», en AF, p. 31. Dios y otros ensayos, Herder, Barcelona, 1998).

242 243
terio judío de Pinkas, en Praga, donde en pequeñas tum­ cambio, es decir, en las relaciones que tan sólo se sostie­
bas con lápidas sin nombre, desordenadas entre las otras, nen en la memoria, que vinculan a los presentes con los
reposan los perros muertos lanzados por los cristianos como que ya no están. Y ese pasa a ser el modelo de la moral:
insultos. Insultar a un ser humano fallecido con un ani­ tratar a los otros como si ya no estuvieran, como si no
mal muerto era una. injusticia contra hombres y contra pudieran devolver lo que reciben, como si no fuera a haber
animales que sólo enterrando a estos entre los otros podía respuesta. No es sólo que la reciprocidad y el diálogo no
repararse. sean el único espacio de la moral, que la moral se extien­
Adorno lamenta que actualmente el recuerdo de los da más allá de ellos; es que incluso el diálogo debe medir­
desaparecidos disminuye en valor; en una sociedad que basa se por el modelo de su imposibilidad, cuando no es posi­
su ética en relaciones de intercambio, no sirve de nada ocu­ ble hablar con quien ya no tiene más voz y tan sólo queda
parse de los muertos. su recuerdo.
Pero la memoria no es una mera solidaridad pasiva
Se reprime la historia en uno mismo y en los demás por y compasiva, no es un simple conservar. Memoria es so­
temor a que pueda recordar el desastre de la propia existen­ bre todo una forma de hacer justicia, de reparar las injus­
cia, que consiste a su vez, en gran parte, en la represión de la ticias cometidas en el pasado. Memoria es reabrir los pro­
historia. Lo que acontece a todos los sentimientos: la exclu­ cesos, juzgar a los criminales que no fueron juzgados,
sión de todo lo que no tiene valor en el mercado, le sucede restituir la inocencia de los falsamente condenados para
en la forma más brutal a aquello de lo que no se puede lograr que sus verdugos no sigan triunfando, reconocer el dolor
siquiera la reconstrucción psicológica de la fuerza de traba­ infligido, dar voz a los perdedores, reconstruir la histo­
jo: el duelo. Este se convierte en estigma de la civilización, ria de las víctimas, devolverles su dignidad ... La memoria
en sentimiento asocial, que delata que no se ha logrado aún puede realizar ella misma parte de la justicia que el pasa­
del todo encadenar a los hombres al reino de los fines. [...] do espera, en un arduo trabajo de reescritura de la histo­
En realidad se inflige a los muertos aquello que para los anti­ ria, de profundizar en las causas de sus males, de com­
guos judíos era la maldición más tremenda: nadie se acor­ pensar a quienes sufrieron y de reclamar el cumplimiento
dará de ti. Los hombres desahogan sobre los muertos su des­ de los derechos de los muertos, que no por haber desapa­
esperación por no acordarse ni siquiera de sí mismos." recido dejan de tenerlos. Y más allá de lo que ella misma
sea capaz de hacer, es la memoria la que permite que las
Para Adorno, la verdadera prueba de la moral está instituciones judiciales de cada Estado reabran los proce­
en las relaciones que transcienden la reciprocidad y el inter- sos pendientes.
El trabajo de una filosofía de la memoria es la inversión
de las filosofías de la historia. Para la memoria la razón no
43. [DA, 244] (DI, 258).

244 245
está en los vencedores, sino que puede hallarse mucha más entonces la moral de la memoria debe dar lugar a una polí­
verdad en las víctimas olvidadas del pasado. tica de la memoria."

Cuando W. Benjamin hablaba de que hasta ahora la his­


toria ha sido escrita desde e! punto de vista de! vencedor La utopía en la memoria...
y que era preciso escribirla desde el de! vencido, debió aña­
dir que e! conocimiento tiene sin duda que reproducir la des­ La filosofía de la memoria de Adorno no sólo perma­
dichada linealidad de la sucesión de victoria y derrota, pero nece vuelta hacia el pasado para contemplar sus injusticias,
al mismo tiempo debe volverse hacia lo que en esta diná­ sino que halla también en él motivos para la esperanza.
mica no ha intervenido, quedando al borde del camino -por La memoria del pasado revela que este no ha concluido,
así decirlo, los materiales de desecho y los puntos ciegos que que su potencial no se ha agotado, que no es un peso muerto
se le escapan a la dialéctica. Es constitutivo de la esencia tras nosotros. El pasado sigue vivo y sigue esperando, por­
del vencido parecer inesencial, desplazado y grotesco en su que sus sueños y proyectos no se han realizado todavía; está
impotencia. Lo que transciende a la sociedad dominante no preñado de posibilidades. La nostalgia que sus vías muertas
es sólo la potencialidad que esta desarrolla, sino también y despiertan se transforma en esperanza de futuro, porque
en la misma medida lo que no escapa del todo en las leyes nutren la confianza en un futuro diferente, que realice lo
del movimiento histórico." que en el pasado no llegó a ser.
Es cierto que Adorno y su filosofía parecen a veces ana­
La filosofía de la memoria deberá trabajar el pasado para crónicos, e incluso en algunos momentos reaccionarios,
comprender cuáles fueron las causas de las injusticias y así siempre rastreando entre lo pasado de moda, lo olvidado
impedir su reaparición; conservar el recuerdo del mal para y lo desechado, pero su mirada hacia atrás no tuvo nun­
que no se repita; reparar las injusticias y el dolor y no olvi­ ca intenciones regresivas o restaurativas, jamás quiso recu­
dar a los muertos. Todo ese trabajo del pasado permitirá perar estadios anteriores ni reivindicó un regreso a los orí­
hacerle justicia y, al mismo tiempo, ayudar a conocer el pre­ genes, sino todo lo contrario; el Adorno vuelto hacia atrás
sente; de dónde proviene y adónde puede ir, y someterlo no hace más que buscar motivos de esperanza para el por­
a una crítica siempre necesaria. Es ese trabajo del pasado el venir. Aprendió de Benjamin que las fuerzas para cons­
que permitirá que el futuro pueda ser diferente. y si la moral truir el futuro proceden del pasado, y que lanzarse hacia
debe desembocar en la política, tal como afirma Adorno adelante sin mirar atrás no conduce a ninguna parte. T 0-
al final de la última lección de su curso sobre filosofía moral, mando el juego de palabras de Odo Marquard, die Zukunft

44. [MM, 170) (MM, 151). 45. [PM, 262).

246 247
braucht Herkunjt, e! porvenir necesita provenir." Hay en e! futuro podría abrirse a la novedad radical. La historia
e! pasado una dimensión de futuro y e! recuerdo de ese podría ser interrumpida y dar lugar a lo absolutamente dife­
pasado tiene fuerza transformadora; esa es la tesis de Silvia rente, algo que no se deja predecir y de lo que nada puede
Specht en su interpretación de la filosofía de Adorno. 47 La imaginarse. La esperanza es también la esperanza de la uto­
memoria es una fuerza productiva capaz de transformar e! pía. Su mera posibilidad se nutre de lo posible que nunca
futuro. Yeso es así porque la memoria revela que la his­ fue, de! recuerdo de lo que no llegó a realizarse.
toria no es una única línea de progreso, sino que es plu­
ral; la historia es un conjunto de líneas distintas entre­ Dado que la utopía del arte, lo que todavía no existe,
cruzadas, y examinarlas una por una, prestando especial está cubierta de negro, esta siguesiendo siempre,a travésde
atención a todas las líneas truncadas y abandonadas, nos todassus mediaciones,recuerdo,recuerdode lo posiblefren­
ayuda a imaginar e! futuro más allá de las prognosis ofi­ te a lo realque lo oprimía, algoasícomo la reparaciónde las
ciales. Se trata de encontrar la diferencia en e! pasado para catástrofesde la historiauniversal,comola libertad,que nun­
creerla factible en e! porvenir, de rastrear en e! pasado lo
ca ha llegado a ser por las presionesde la necesidad y de la
que fue posible y no llegó a realizarse, porque sigue sien­ .
que es Il1seguro atiirrnar SI. llegaraa
' ser.49
do posible. Es cierto que las líneas de! pasado que fraca­
saron están doblemente perdidas: porque ya no son y por­
Para Adorno, la esperanza de la utopía, la esperanza de
que nunca fueron, pero lo no realizado es todavía realizable.
la felicidad en un futuro radicalmente nuevo que deje defi­
Por ello son las ruinas las que conservan e! potencial de
nitivamente atrás la historia, nace de! pasado que sigue
futuro, y la esperanza nos la transmiten los desesperan­ viviendo en nuestros recuerdos, tanto en los recuerdos colec­
zados. Mientras que e! pasado de los vencedores confirma tivos de la especie como en la memoria que cada individuo
e! presente y lo justifica, es e! pasado de las víctimas e! que conserva de su propio pasado. Yeso es así, en buena medi­
alberga la esperanza." da, porque la felicidad sólo podemos conocerla en la memo­
Pero lo que aporta el pasado es más que la posibilidad ria. La tesis adorniana es que cuando un individuo vive una
de un futuro distinto. Adorno asume la esperanza judía,
experiencia feliz o goza de un período de felicidad, tan sólo
desarrollada durante milenios de espera de! Mesías, de que comprende plenamente lo que ha vivido una vez es pasado
y lo contempla como recuerdo.
46. ODO MARQuARD, Pbilosophie des Stattdessen, Philipp Reclam,
Srurrgarr, 2000 (Filosofo de la compensacián, Paidós, Barcelona, 2001). Con la felicidadaconteceigualque con la verdad:no se
47. SILVIA SPECHT, Erinnerung als Veranderung. Ober den Zusam­
la tiene, sino que se estáen ella.Sí,la felicidadno es másque
menbang van Kunst und Politik bei T W.Adorno, Maender, Mirrenwald,
1981.
48. Véase un ejemplo concreto: «Aquellos años veinte>" en IN.
49. [AT, 204) (TE, 180).
248
249
un estar envuelto, trasunto de laseguridaddel seno materno. abierto el futuro, y mientras la utopía no se realiza, es en
Por esoningún serfelizpuedesaberque lo es.Paraverla feli­ el marco de esas promesas donde se desarrollan las vidas
cidad tendría que salirde ella:seríaentoncescomo un recién humanas. Por ello Adorno puede decir: «Lo que uno rea­
nacido. El que dice que es feliz miente en la medida en liza en su vida no es otra cosa sino el intento de recupe­
que lo jura, pecando así contra la felicidad.Sólo le es fiel el rar, transfigurándola, la infancia»." Lo que permite com­
que dice:yo fui feliz.La única relaciónde la concienciacon prender que Adorno ofreciera como uno de los argumentos
la felicidades el agradecimiento:ahí radicasu incomparable para regresar a Alemania después del exilio el deseo de
dignidad." recuperar los lugares de su niñez.

Los recuerdos que mejor pueden nutrir el sueño de


una utopía son los que cada individuo conserva de su infan­ ... y la memoria en la utopía
cia. Los momentos felices de la niñez, los que le parecen
más lejanos al adulto, pero también especialmente con­ Pero si es la memoria la que nutre la utopía, ¿qué suce­
movedores, son los que mejor permiten adivinar cómo derá con la memoria cuando la utopía sea real? ¿Tendrá
sería una sociedad utópica en la que los seres humanos algún sentido continuar recordando el pasado? ¿Podrán
fueran finalmente felices.Los recuerdos de la infancia están coexistir la memoria y la felicidad en la utopía? Es obvio
colmados de promesas. Para Adorno, es la experiencia de que si la memoria continúa dentro de la sociedad utópi­
tocar el piano a cuatro manos que tuvo desde la niñez, en ca, hará imposible la felicidad completa, porque la memo­
el seno de una familia reunida en torno a la música, la que ria del mal del pasado no dejará de provocar dolor. Pero
le permite imaginar como posible una relación pacifica­ por otra parte, olvidar impediría que la sociedad utópica
da entre los seres humanos." Aunque la contrapartida es fuese justa, ya que negaría la solidaridad con las genera­
que los peores recuerdos de la infancia también poseen ciones que sufrieron. Se da así la contradicción de que el
una dimensión de futuro; Adorno veía en los recuerdos pasado que ha nutrido las esperanzas de futuro sería
de la violencia sufrida en su niñez un presagio de la vio­ el gran problema de una sociedad utópica, y es difícil ima­
lencia totalitaria. 52 Las promesas contenidas en esa memo­ ginar cómo se podría conciliar el recuerdo con la felici­
ria de lo más lejano de uno mismo son las que mantienen dad." Así se lo plantea Adorno:

50. [MM, 124] (MM, 111).


51. "A cuatro manos, una vez.más», en 1M. Véase también [MM, 53. [GS 20.1, 394].
23] (MM, 19); [MM, 199-201] (MM, 178-179). 54. Véase el planteamiento del problema en ]OSEF FRÜCHTL, «Leben
52. Véase el fragmemo "El mal compañero», [MM, 217-218] (MM, wie ein gutes Tier. Zwischen Micleid und Diskurs», Deutsche Zeitschrift
193-194). for PhiLosophie, núm. 6/93, 1993.

250 251
Mientras haya un solo mendigo, dice Benjamin en un Yen un fragmento posterior añade:
fragmento, seguirá existiendo el mito; sólo con la desa­
parición del último el mito será reconciliado. ¿Pero no se Ni aún en un legendario futuro mejor podría e! arte dejar
olvidará así toda la violencia, como en el blando adorme­ de recordar los horrores acumulados; de lo contrario, su for­
cerse del niño? ¿Podría la desaparición del mendigo llegar ma quedaría aniquilada. 57

a reparar el daño que se le hizo cuando este es en sí irre­


parablei'?
La memoria en la literatura y el arte
Adorno nos ofrece la respuesta. No hay felicidad posi­
ble basada en el olvido; la memoria no sólo ha manteni­ Contra la razón identificadora y la violencia que causa,
do las esperanzas de la utopía, sino que la seguirá sos­ contra el totalitarismo que es su expresión extrema, propone
teniendo cuando se realice. Su respuesta la encontramos Adorno la negatividad, la mimesis y la memoria. El pape!
al final de Teoría Estética, cuyo texto central concluye con fundamental de esta última, que incluye de hecho a las otras
las siguientes palabras: dos, es lo que nos permite denominar su pensamiento una
filosofía de la memoria. Sin embargo, para que la memo­
Es posible que a una sociedad pacificada le agrade de ria pueda ser salvada, la filosofía necesita de algo más que
nuevo e! arte de! pasado, ese arte que hoyes un complemento ella misma. Toda filosofía de la memoria debe comenzar
ideológico de los que no viven en paz. Pero si el arre que por preguntarse cuál es el mejor modo de evitar que las
entonces naciese volviera a la tranquilidad y al orden, a la injusticias caigan en el olvido.
representación afirmativa y a la armonía, sería víctima de su Para Adorno no hay duda de que los que mejor salva­
propia libertad, Tampoco es conveniente figurarse la forma guardan la memoria son la literatura, la música y e! arte."
de! arte en una sociedad ya transformada. Posiblemente será
una tercera opción frente al pasado y al presente, pero sería
57. [AT,479] (TE, 419).
preferible que un buen día e! arte en cuanto tal desapareciera 58. Adorno se refiere primordialmente a la literatura y la música,
a que olvidase e! sufrimiento que es su expresión y tiene su las dos únicas disciplinas artísticas que estudió en profundidad y a las
sustancia en la forma artística. [...] Pero, ¿qué sería de! arte que prefería por su carácter lingüístico frente a las artes visuales, que
como ya vimos en el capítulo anterior le inspiraban una cierta descon­
en cuanto forma de escribir la historia, si borrase de! recuer­
fianza. Sin embargo, aunque la estética adorniana y su relación con la
do e! sufrimiento acumulador" moral están elaboradas principalmente para la música y la lirerarura, ya
pesar de que aquí vamos a concentrarnos en el papel de la literatura, bue­
na parte de las reflexiones de Adorno serían extensibles en diferentes gra­
55. [MM, 225] (MM, 200-201). dos a otras manifestaciones artísticas. Por ello, a lo largo de este texto,
56. [AT, 386-387] (TE,339). el término «arte» se usa de una forma genérica.

252 253
Los que han sido siempre el refugio para la negatividad y segundo. Y no hay mejor expresión del sufrimiento que la
la mimesis que no eran toleradas en otros ámbitos de la cul­ que permiten los lenguajes del arte.
tura son también los que hacen posible una memoria com­ El lenguaje de la razón es incapaz de conceder voz a la
partida, mediante la cual los individuos y los pueblos transmi­ materia violentada, a los cuerpos que han sufrido. La razón
ten sus recuerdos a generaciones posteriores. El arte lleva identificadora, que es ya en sí misma dominio de la mate­
milenios conservando las otras formas de narrar la historia ria, nunca comprenderá ni acogerá la expresión de un sufri­
que la historia oficial no admite, lleva milenios contando la miento que ella contribuye a causar; la razón afirmativa no
historia desde las perspectivas de los oprimidos y salvando hace más que absorberlo, integrarlo en sus discursos, y su
las miradas alternativas. tendencia es justificarlo. Pero tampoco la razón negativa de
Todos aquellos momentos de la moral que sólo la memo­ Adorno es suficiente para expresar lo que más rehuye los
ria hace posibles, reparar las injusticias del pasado, criticar el conceptos, lo que menos tolera la generalización y las abs­
presente, mantener la esperanza de un futuro distinto, y por tracciones; la razón negativa toma fuerza del dolor para des­
supuesto aprender de los errores, son posibles en gran medi­ mentir la filosofía de la identidad, para ejercer la crítica,
da gracias a la literatura, la música, el arte. y aunque el arte pero tampoco logra darle una expresión plena, que sólo en
no puede reducirse a su papel en la moral, la moral ador­ el arte es posible. El dolor es algo que sólo puede decirse y
niana desemboca en el arte, sin el cual no podría realizarse comprenderse a través de las experiencias concretas de dolor,
por completo. De hecho, Adorno no era un moralista que de las historias individuales, y el único lenguaje capaz de
buscara en el arte ayuda para la realización de la moral, sino expresar lo individual es el del arte.
más bien un artista y teórico del arte que pensó la moral en
gran medida desde él y reivindicó el papel que este podía Hay algo en la realidad que es reacio al conocimiento
tener en el avance hacia la justicia. Ya vimos anteriormente racional. Y es que a esta forma de conocer le es extraño el
como la concepción de la libertad moral de Adorno proce­ sufrimiento porque cree poderlo determinar subsumiéndo­
de del mundo del arte, y lo mismo sucede con su concep­ lo, cree tener medios para suavizarlo. Lo que apenas puede
ción de una moral anamnética. Por ello, una filosofía moral es expresarlo por propia experiencia: eso sería irracional. El
inspirada en el arte no puede sino desembocar en él. sufrimiento, cuando se convierte en concepto, queda mudo
Para que el mal y el dolor que causa puedan ser recorda­ y estéril: esto puede observarse en Alemania después de Hitler.
dos, y no sólo por el individuo que los ha sufrido, sino en En una época de horrores incomprensibles, quizá sólo el arte
una memoria compartida, en primer lugar deben ser expre­ pueda dar satisfacción a la frase de Hegel que Brecht eligió
sados. La experiencia vivida ha de ser dicha, configurada en como divisa: la verdad es concreta."
palabras, sonidos, formas o colores. El dolor debe encon­
trar su voz, debe hablar, como ya apuntamos en el capítulo 59. [AT, 35] (TE, 33).

254 255
Al expresar el dolor en la literatura, la música o el arte, vivir a un horror del que en parte ha sido culpable. Toda
este asciende de la materia al lenguaje, y pasa así a ser com­ la cultura, incluido el arte, contribuyó a la catástrofe, y por
partido como memoria. Lo más material asciende para ello debía después de ella prohibirse a sí misma. Uno de
situarse frente a la razón. Es mediante la expresión del dolor los factores por los cuales el totalitarismo y el sistema
y su conversión en memoria que el dolor puede comenzar de campos de concentración y exterminio son más terri­
a encontrar alivio, y que se abre la posibilidad de la justi­ bles que la violencia practicada por anteriores regímenes
cia. Por tanto, para que el mal no quede impune, para que dictatoriales es que surgen en una Europa culta, que ha
no tenga la última palabra, después de él debe venir el len­ acumulado una gran tradición filosófica, literaria y artís­
guaje del arte. El mal no es pues lo último, lo definitivo, lo tica, que ha alcanzado un alto grado de conocimiento cien­
que convierte para siempre en víctima al ser humano; des­ tífico, y que en el ámbito del derecho y la política ha de­
pués de él, existe siempre la posibilidad de contarlo, y es así sarrollado los mecanismos necesarios para establecer una
como comienza la justicia. sociedad justa. Yel totalitarismo no sólo emergió en medio
Sin embargo, es cierto que Adorno llegó a dudar de que de una sofisticada cultura, sino que se alimentó de ella
el arte pudiera venir después de toda forma del mal para en todos los ámbitos.
vencerlo, y durante un tiempo llegó a creer que existía un
grado de violencia y sufrimiento tal, que después de él el Auschwitz demostró irrefutablemente el fracaso de la
arte ya no tenía sentido. Su conocido y controvertido artí­ culrura. El hecho de que Auschwirz haya podido ocurrir en
culo «La crítica de la cultura y la sociedad», publicado al medio de toda una tradición filosófica, artística y científico­
poco de su regreso a Alemania y recogido en Prismas, con­ ilustradora encierra más contenido que el de que ella, el espí­
.cluye con las siguientes palabras: ritu, no llegara a prender en los hombres y cambiarlos. [...]
Toda la cultura después de Auschwitz, junto con la urgen­
La crítica cultural se encuentra frente al último escalón te crítica contra ella, es basura."
de la dialéctica de cultura y barbarie: después de Auschwirz,
escribir un poema es barbarie, y este hecho corroe incluso el y sin embargo, la cultura sigue siendo necesaria, no hay
conocimiento que dice por qué se ha hecho hoy imposible alternativa a ella.
escribir poesía."
El concepto de una cultura surgida después de Auschwitz
Es esta una sentencia que debe leerse en el marco de es aparente y contradictorio, y el amargo precio de ello tie­
una cuestión más amplia: si la misma cultura puede sobre- ne que pagarlo toda obra que todavía se produce. Pero como

60. [PR, 30] (PR,29). 61. [ND, 359] (DN, 366-367).

256 257
el mundo ha sobrevivido a su propio ocaso, necesita del arte con que enfrentarnos a la barbarie y recuperar las voces
como de una inconsciente redacción de su historia. Los artis­ de las víctimas."
tas auténticos del presente son aquellos en cuyas obras pal­ Es significativo que esta sea una de las escasasveces que
pita aún el estremecimiento del alba." Adorno rectificó por escrito, explícitamente, sus propias
palabras. Pero que «prohibiera» el arte después de Auschwitz,
Por ello, aunque la tesis de Adorno dio lugar a un tre­ y pasado un tiempo retirara la «prohibición», no puede con­
mendo debate sobre arte y totalitarismo," que todavía con­ siderarse un mero arrepentimiento, ni tampoco un repen­
tinúa, su autor la retiró una década después con el siguien­ sar con calma una idea formulada precipitadamente. Ese
te argumento: cambio refleja el que experimentaron muchos de los super­
vivientes de los campos de concentración y de exterminio.
La perpetuación del sufrimiento tiene tanto derecho a Primero, la imposibilidad de la palabra, la exigencia de
expresarse como el torturado a gritar; de ahí que quizá haya silencio; luego, la necesidad extrema de lenguaje." La sen­
sido falso decir que después de Auschwitz ya no se puede tencia final de Adorno es que el arte debe poner todos
escribir poernas.v' sus medios para expresar el horror más difícil de expresar,
una .exigencia que es paralela a la que puso siempre a la
Aunque toda la cultura es cómplice en el complejo cau­ filosofía: esforzarse por expresar lo que más se resiste a
sal que dio lugar a la barbarie, sigue siendo necesaria, y el ser expresado.
arte de manera muy especial; el mero argumento de que Para comprender la importancia de esta expresión debe­
quien sufre necesita expresarse es ya suficiente para justi­ mos analizar con calma todo lo que permite. Si la expresión
ficarlo. Por culpables que sean la literatura, la música o el del sufrimiento, la narración o la plasmación artística de
arte los seguimos necesitando, porque no tenemos nada más la injusticia padecida es tan necesaria, no es sólo porque per­
mita salvar una memoria de los hechos válida como testimo­
nio ante los tribunales. Lo es también, en primer lugar, por­
62. [EN, 506] (IN, 61).
63. Véase,a modo de ejemplo, PETRAKIEDAlSCH (ed.) Lyrik nach
que al convertir los hechos en lenguaje y en memoria, el
Auschwitz? Adorno und die Dichter, Reclam,Stungart, 1995, una anto­ individuo que los sufrió recupera su libertad frente a ellos.
logía de las reaccionesde diversosescritoresa la sentencia de Adorno. De modo que la memoria no sólo será la posibilidad de la
Sobre las respuestasde diversospoetas y escritores,y sobre la relación
personal e intelectual de Adorno con poetas como Paul Celan, Hans
Magnus Enzensberger,Ingeborg Bachmann y otros, véasela biografía
de STEFAN MÜLLER-DoOHM. Véase también la correspondencia con 65. Sobre todo ello véase también «Engagernent», en NL, espe­
Paul Celan en FrankJurter Adorno Blatter VIII. cialmente [NL, 422-423] y «Ist die Kunst heiter?», en NL.
64. [ND, 355] (DN, 363). Véasetodo el texto entero: «Meditación 66. Véase por ejemplo JORGESEMPRÜN, La escritura o la vida,
sobre la metafísica». Tusquets, Barcelona, 1995.

258 259
justicia; antes de eso es ya, para quien ha sufrido, una pri­ nio, arrancarse de él. Un ejemplo extremo son los campos
mera forma de liberación del dolor. de concentración. Los campos de trabajo y de exterminio
Quien ha sufrido y logra expresar su dolor, consigue que poblaron Europa desde España hasta Siberia durante
por medio de esa expresión dejar de ser dominado por el los años del totalitarismo son una forma extrema del mal
sufrimiento. El mal querría privar a los individuos de len­ por cuanto encierran al individuo en un espacio y un tiem­
guaje, dejarlos mudos; por ello, que la víctima recupere sus po que se imponen como una totalidad que pretende no
palabras o un lenguaje artístico de formas o sonidos para tener salida, de la que no se puede salir ni físicamente, ni
expresar por sí misma lo que ha sucedido, para dar nom­ tampoco mediante la memoria o la esperanza. Sin embar­
bre al mal y salvar su propio nombre, reconstruir su his­ go, contra la sentencia de los verdugos, sí hay una forma de
toria, es una liberación y a la vez un triunfo. El mal deja de escapar: narrándolo, adoptando una perspectiva individual,
dominar a quien es capaz de narrarlo. U na víctima no es una mirada capaz de observarlo desde una mínima distan­
tan sólo un individuo reducido a la impotencia, a punto de cia, y de interponer la narración, la obra de arte, entre el mal
perder su individualidad, sino un testimonio en potencia, y quien lo representa. Retirarse dos pasos para lograr una
alguien que tiene algo que contar, y si después del mal logra perspectiva desde la cual representar el mal es comenzar ya
poner su voz, si después de experimentar el mal logra expre­ a liberarse, yes la única vía para la liberación definitiva.
sarlo, entonces el mal no triunfa sobre él, no tiene la últi­ En este proceso, el individuo que fue objeto del mal se
ma palabra. Si el mal pretendía someter al individuo y recupera a sí mismo como sujeto cuando objetiva el mal.
aniquilar su individualidad, queda derrotado cuando el indi­ Quien fue reducido a materia violentada se rescata a sí mis­
viduo es capaz de explicarlo; porque eso significa no sólo mo al convertir esa violencia en un objeto al que dar for­
que no ha sido aniquilado por el mal, sino también que ha ma. Quien fue conformado y deformado por la violencia
sabido elevarse sobre él para representarlo y mostrarlo a los recupera su propia forma al dar forma al mal. Así se libera,
demás. La literatura y el arte son la prueba de que el to­ y así puede reconstruir la individualidad que le fue hurtada
talitarismo se puede vencer, son su derrota y son su su­ narrando la experiencia sufrida, narrando su historia. Un
peración. individuo se hace señor de sí mismo cuando narra o expre­
Los conceptos clave de este proceso son los de distancia sa en un lenguaje artístico su propia historia. De esta manera,
y forma. Expresarun dolor sufrido es un proceso que comien­ si durante un tiempo de su vida estuvo privado de libertad,
za tomando distancia de él. Toda víctima ha perdido su liber­ en el arte encuentra la oportunidad de ser lo que es, de ser
tad mientras era objeto de la violencia, y comienza a recu­ lo que en la realidad no pudo ser.
perarla cuando es capaz de interponer entre la violencia y Objetivando el dolor mediante la distancia y la forma,
ella la distancia que el lenguaje permite. Mirar el mal desde el individuo se libera de él. Lo convierte en una cosa, en
una mínima distancia es ya empezar a sustraerse a su dorni- un objeto, puesto ante sí y ante los demás. Como extraer

260 261
un rumor, sacar fuera lo que dentro dañaba. Yen el mis­ del individuo: la forma y la distancia. Comencemos por
mo proceso por el cual el individuo se libera, su dolor sale la forma. Hemos explicado que al dar forma al mal, el indi­
de la subjetividad y se objetiva, pasa a ser memoria y pasa viduo se sustrae a su dominio y se hace señor de sí. Pero
a ser compartido. para que así sea, debe encontrar la forma adecuada. Si la
forma que impone al mal no es la apropiada, su objetiva­
Decirlo,conseguirdistanciarespectoa la inmediatezque ción del mal no servirá para denunciarlo y ofrecerlo a la
aprisiona el sufrimiento, lo transforma, lo mismo que los memoria compartida, sino que puede conducir a su acep­
doloresinsoportablessesuavizangritando.La expresiónque tación por parte de la sociedad. La forma estética puede
llegaa objetivarseplenamenteen el lenguajepersiste;lo dicho convertir la violencia en algo aceptable, desprovisto de
una vezraramenteseextinguedel todo, ni lo malo ni lo bue­ horror, y facilitar su integración en la cultura. O más aún,
no, ni la palabra que anuncia la solución final ni la espe­ una forma bella podría embellecer el mal, convertirlo en
ranza de reconciliación.Lo que alcanzael nivel del lengua­ algo atractivo, que se deja admirar o incluso seduce la mira­
je entraen el movimientode lo humano que todavíano existe da, de tal modo que ante su contemplación se anula cual­
y que, por el mismo desamparoque lo fuerzaa manifestar­ quier juicio moral. La contemplación estética de una for­
se en lenguaje,adquiere su movimientoY ma atractiva, sugerente, cautivadora, puede suspender la
posibilidad de una reflexión moral. En ese caso, la repre­
De este modo, la memoria puede vencer sobre todos sentación artística del mal ya no sirve a la moral, sino que
los silencios, de los verdugos, los cómplices, los indiferen­ pasa a ser simplemente un objeto artístico, y de ese modo,
tes, y también de las víctimas que han perdido su voz. el arte ofrece al mal un vehículo con el que estar presente,
Sin embargo, e! arte no es un lugar seguro para la moral. ser aceptado y circular sin problemas por el ámbito de la
Por mucho que la moral necesite e! arte, este puede ser moral cultura. Las representaciones de la barbarie pasan a formar
tanto como ser inmoral, ya menudo tiene una enorme ten­ parte de la reconstrucción cultural. El totalitarismo, los
dencia a ser simplemente amoral; puede ayudar a la memo­ campos de concentración y de exterminio, las persecucio­
ria pero también puede traicionarla. La representación artís­ nes de judíos, gitanos, homosexuales, disidentes, artistas,
tica del mal corre siempre el riesgo de convertirse en un todo ello se integra como un tema más de la literatura, el
triunfo renovado de este sobre sus víctimas, y ese es un peli­ cine, las exposiciones fotográficas ... un tema que genera
gro al que la moral debe hacer frente. mercancía para los mercados de! arte. El potencial de críti­
La clave de este peligro se halla en los mismos con­ ca y libertad que deberían contener esas representaciones,
ceptos mediante los cuales hemos explicado la liberación o bien se neutraliza, o bien se invierte en su contrario. El
individuo deja de horrorizarse ante tales representaciones,
y cuando eso sucede, se incrementa su indiferencia ante el
67. [AT, 178-179] (TE, 157).

262 263
mal. Cuando las representaciones del mal son aceptadas actúa con cierta lógica, que es inmanente al espíritu y consti­
como meros objetos estéticos de manera acrítica, el mal tuye la regresión de este. Imposible escribir bien, literaria­
también comienza a ser aceptado. mente hablando, sobre Auschwitz; debemos renunciar al
refinamiento si queremos permanecer fielesa nuestros impul­
Al convertirlo en imagen, a pesar de toda la dureza e irre­ sos; pero, con esa renuncia, nos vemos de nuevo metidos en
conciliabilidad, es como si se ofendiera a las víctimas. Se hace el engranaje de la involución general."
algo con ellas, obras de arte, lanzadas para ser devoradas por
e! mundo que ya les quitó la vida. Lo que se denomina dar El paso siguiente es que la forma artística puede embe­
forma artística al desnudo dolor físico de los que fueron aba­ llecer el mal no sólo en su representación, sino incluso en
tidos a golpes con las culatas de los fusiles contiene, por poco su misma realización. Eso era justamente lo que ya preten­
que sea, e! potencial de provocar placer. La moral, que pide día el nazismo al estetizar la política, y lo que según Benja­
al arte que no lo olvide ni un segundo, se precipita en el abis­ min debía combatirse politizando el arte. La estetización
mo de su contrario. Gracias al estético principio de estiliza­ de las prácticas políticas, su ritualización, tiene como obje­
ción, ya la solemne oración del coro, el destino inconcebible tivo cautivar la mirada y provocar una experiencia estética
se presenta como si hubiera tenido algún sentido; es transfi­ en el individuo que anule su capacidad de juicio moral. Pero
gurado y se le sustrae parte de! horror. Sólo con ello ya se por supuesto, aunque el nazismo la practicara de manera
comete una injusticia contra las víctimas, mientras que ningún muy sofisticada, la estetización de la violencia no es un
arte que las eluda puede resistir ante la justicia. Incluso el soni­ invento fascista; la estetización y ritualización del mal se ha
do de la desesperación paga su tributo a la infame afirmación. usado siempre para hacerlo aceptable y atractivo, y bloquear
[...] Cuando la literatura comprometida convierte el geno­ la posible crítica moral. Así la violencia como espectáculo
cidio en propiedad cultural, resulta más sencillo continuar en los circos del Imperio Romano, o la tradición milenaria
participando en la cultura que hizo posible el asesinato." de las torturas rituales chinas, en un país donde las ejecu­
ciones de condenados a muerte se continúan celebrando en
Por esa razón: estadios deportivos abarrotados de público como aconte­
cimientos estetizados. La ritualización estética de sangrientos
Cuando hablamos de «lo horrible», de la muerte atroz, ritos de paso es una práctica común en muchos pueblos.
nos avergonzamos de la forma como si esta ultrajara el sufri­ En nuestro país tenemos también un ejemplo claro, el de
miento al convertirlo, inevitablemente, en un material a su la tauromaquia. Mientras que el encierro de un animal en
disposición. [...] El terror que un día culminó en Auschwitz un espacio del que no puede huir, y su tortura hasta la muer-

68. [«EngagemenD>,
NL, 423-424]. 69. [SW, 597-598] (eN, 7-8).

264 265
te sería considerado por la inmensa mayoría de personas es su causa: la distancia. Como ya estudiamos en el segun­
con capacidad de juicio moral como una crueldad injustifi­ do capítulo, la libertad del individuo frente a la sociedad
cable, en cambio, es la forma estética con que se reviste esa injusta consiste para Adorno en la distancia, el no parti­
misma tortura lo que seduce de tal modo a algunos espec­ cipar. Es esa libertad negativa la que le permite obtener
tadores que anula su capacidad de juicio moral. El arte pue­ un conocimiento crítico de la sociedad que nunca alcan­
de convertirse así en cómplice del mal. zaría si estuviera integrado en ella. Lo cual forma parte
Para que tal cosa no suceda, la clave está en la forma. de una tesis más general, según la cual el conocimiento de
La única solución es que el arte se dé una forma negativa, cualquier objeto necesita siempre de una distancia que
que critique al mal que muestra. La forma debe ser la crí­ separe al sujeto del objeto. y sin embargo, la misma dis­
tica del contenido. De tal modo que todo espectador se vea tancia es problemática. Cuando se trata de conocer la socie­
inmediatamente sacudido, afectado, conmovido por lo que dad, sucede a menudo que lo que permite a un individuo
ve en la obra de arte, que experimente dolor ante el dolor tomar distancia de ella es su situación privilegiada frente
expresado. Así explica Adorno la función de la forma: a la mayoría, y entonces hay en esa distancia y en el cono­
cimiento que permite un momento de culpabilidad que
Arte no quiere decir ofrecer alternativas, sino, sin otra Adorno reconoce. Quienes más están sufriendo una situa­
cosa que su forma, resistir al curso del mundo, que no deja ción de opresión, normalmente no pueden distanciarse de
de ponerle al ser humano una pistola contra su pecho." ella para examinarla, si no es con el tiempo, con la dis­
tancia de la memoria, la cual no será posible si primero no
La forma es la posibilidad de la resistencia y la denun­ se liberan de esa situación. Mientras esta dure, quien podrá
cia, y por ello la forma debe ser negativa, es decir, fragmen­ analizarla será quien tenga un cierto grado de libertad fren­
taria, abierta, completamente antitotalitaria. Esa forma a la te a ella, quien haya ganado una mínima distancia. Yaun­
que aspiran los mismos textos de Adorno." que hay culpa en esa distancia que es una excepción, la
Pero si la negatividad es la solución al peligro de la for­ esperanza es que no sea tanto una excepción como una
ma, existe otro peligro que ella no puede conjurar porque primera liberación tras la cual vengan rodas las demás, que
ella ya promete.
Tal como hemos explicado; para que un individuo que
70. [«Engagement», NL, 413].
ha sufrido o ha visto sufrir una injusticia pueda convertir­
71. Para una discusión a fondo de los diversos sentidos de la nega­
tividad estética en Adorno véase CHRISTOPH MENKE,Die Souueranitat la en el tema de una obra de arte, le resulta imprescindi­
der Kunst: Ásthetische Erfohrung nach Adorno und Derrida, Suhrkamp, ble una distancia desde la cual contemplar, comprender y
Frankfurt, 1991 (La soberaníadel arte. La experienciaestéticasegúnAdorno representar el mal. Necesita esa distancia para liberarse
y Derrida, Visor, Madrid, 1997). Véase también GERARDVlLAR,El des­
del mal y dominarlo. y sin embargo, esa misma distancia
orden estético, Idea Books, Barcelona, 2000.

266 267
podría dar lugar a una mera contemplación estética del mal distancia, pueden reflejar fragmentos de realidad, pero en
en la que el individuo se desprende de toda implicación ellas no hay una pretensión de fidelidad a lo real que impli­
moral. Entonces no es del mal de lo que el individuo se libe­ cara una pretensión de verdad, ni tampoco alguna forma
ra, sino de la misma moralidad que hace posible la distin­ de mimesis. Menos todavía posee el arte una función de
ción entre el bien y el mal, y que no debe interponerse en crítica social; de hecho, carece de función social alguna. El
la mirada del artista. La representación del mal pasa a ser arte es asocial, no hay nada que deba o pueda hacer por la
meramente artística y desprovista de connotaciones mora­ mejora de la sociedad. Y por supuesto, más que asocial, es
les, de las cuales el individuo, indiferente, se desentiende. amoral. La distancia permite al arte ser completamente autó­
La mirada estética pasa a ser una mirada amoral, aquella nomo, liberarse de la fidelidad a lo real, de exigencias de
con la que los dioses de Nietzsche contemplan el mundo. verdad, sociales o morales. Más aún, tampoco debe some­
En su libro titulado provocativamente Ohne Mitleid terse a una exigencia de comunicación entre el autor y la
(Sin compasián)," Liessmann ha defendido la tesis de que sociedad, o entre el autor y otros individuos; el arte no debe
el concepto central de la estética adorniana sería el de dis­ someterse a una función comunicativa, esencialmente es
tancia, y en consecuencia su estética sería fundamental­ enigmático y misterioso. El arte, pues, se libera mediante
mente amoral. Pero esta no sería una característica parti­ la distancia de cualquier cosa que no sea él mismo, y logra
cular de la estética adorniana, sino la culminación de una así la autarquía al precio de la indiferencia y la frialdad fren­
tendencia histórica. Según Liessmann, la estética, tal como te a todo lo demás.
se la comprende en la filosofía occidental desde la moder­ Liessmann pretende que tal concepción de la estética
nidad, se caracteriza por contemplar la realidad desde una y del arte se deduce de la obra de Adorno, pero si bien cap­
distancia que la hace incompatible con la ética, que con­ ta con ello el complejo momento de la distancia en la filo­
siste en la implicación y el compromiso. Este concepto de sofía adorniana y el riesgo de amoralidad que ciertamente
distancia sería el núcleo de las teorías estéticas desde Kant comporta, la pretensión de centrar en él la estética adornia­
a Adorno, pasando por Hegel, Schopenhauer y Nietzsche. na tan sólo es fruto de una lectura parcial, como se observa
Adorno sería su máxima expresión. ya en la selección de citas que utiliza. El concepto de dis­
Siempre según Liessmann, la mirada estética contem­ tancia presente en la estética y en todo el pensamiento ador­
pla la realidad desde la distancia, liberándose de toda impli­ niano no agota su filosofía, que no se explica sin una tensa
cación con lo contemplado. Las obras de arte, fruto de tal relación de la negatividad con la mimesis y la memoria.
Liessmann busca aquellos momentos en que Adorno trabaja
el concepto de distancia estética, por ejemplo, su análisis del
72. KONRAD PAUL LIESSMANN, Obne Mitleid. Zum Begrijf der cuento de Edgar Allan Poe Un descensoal Maelstriim, en el
Distanz alsdsthetischerKategoriemit standigerRücksicht aufT. W Adorno,
que un pescador a punto de morir engullido por un remo-
Passagen Verlag, Wien, 1991.

268 269
lino en medio de una terrible tempestad, se olvida incluso presentes,de no entrar en eljuego;escomo si ellosno fuesen
de su propia supervivencia en la contemplación estética de en absoluto ellosmismos,sino una especiede espectadores.
la naturaleza desbocada que va a engullirle, un análisis que El hecho repelecon frecuenciaa losdemás;en élbasó Kierke­
se halla en su libro sobre Kierkegaard, o su colaboración con gaardsu polémicacontra lo que llamóla esferaestética.Con
Thomas Mann cuando esté escribía Doktor Faustus, cuyo todo, esaposicióndespegadafrente a lo inmediato, opuesta
protagonista, e! compositor Adrian Leverkühn, acepta pagar a toda clasede actitud existencial,tienesu verdadobjetivaen
e! precio de! frío y la ausencia de amor a cambio de! don de una componente que supera la ofuscacióndel principio de
la creatividad artística. Pero esos momentos de la obra conservación;asílo indica la críticadel personalismofilosó­
de Adorno deben contrastarse con todos aquellos en los que fico. A pesar de que el «no es para tanto» vaya fácilmente
analiza y defiende un arte comprometido con la realidad acompañado de frialdadburguesa,al individuo no le queda
social. No se puede olvidar que la Teoría Estética, que no lle­ otro lugarmejoren que poder darsecuentasin angustiade la
gó a acabar, estaba dedicada a Sarnue! Beckert. nulidad de la existencia.Precisamentelo que hay de inhu­
Por supuesto que la distancia como indiferencia se da mano en la capacidadde distanciarsey elevarsecomo espec­
en el arte, y que algunos escritores y artistas son buenos tador, viene a ser a fin de cuentaslo humano, pesea toda la
ejemplos de ello. Ernst J ünger es probablemente e! caso más resistenciade susideólogos.No carecede plausibilidadel que
estudiado en e! mundo germánico, un militar de profesión sealo inmortalla parteque asísecomporta.Cuando Bernard
y escritor reconocido, capaz de disfrutar de la experiencia Shaw, camino del teatro, enseñó a un mendigo su carnet
estética de un bombardeo sin que le despertara sentimien­ diciendo con prisa: ¡periodista!,bajo su cinismo se ocultaba
tos ni juicios morales, y cuya obra está plagada de escenas la concienciade sí mismo. [...] Pero la actitud del espectador
que ofrecen una contemplación estética de la violencia. expresaa su vezla duda de si todo estopuede ser así."
Henry Miller, un autor tan distinto, logró apresar esa mira­
da y expresarla en alguno de sus textos; los fragmentos en Para Adorno, esa distancia que libera al individuo es
que relata su trabajo como corrector de un diario en París, también un espacio para la posibilidad y la esperanza, des­
en Trópico de Cáncer, desarrollan toda una metafísica de la de e! cual imaginar que la realidad podría ser diferente. Así
contemplación más indiferente de la realidad. Adorno sabe dice de las obras de arte:
que e! arte contiene este momento de distancia y un riesgo
de indiferencia hacia lo real, pero su dialéctica reflexión Al distanciarsede forma enfáticadel mundo empírico,
sobre ello no se reduce a una mera aceptación. que es lo otro respectode ellas,anuncian que esemundo tie­
ne que ser de otra manera, son los esquemasinconscientes
Hombres de reflexióny artistashan dejado más de una
vezconstanciade una sensaciónde no estar completamente
73. [ND, 356] (DN,363-364).

270 271
de su transformación. Aun en artistas aparentemente tan aje­ gresiva de la individualidad encuentra su expresión defi­
nos a la polémica, que se mueven en esa esfera que lo con­ nitiva en la aniquilación física de millones de seres huma­
venu llama del puro espíritu, como Mozart, prescindiendo nos bajo los regímenes totalitarios, aunque una vez reins­
de los reprochesliterariosque recogiópor sus grandesobras taurada la democracia, la desaparición del individuo sigue
dramáticas,resultaser centralel momento polémico,la fuer­ su curso por otras vías. La sociedad americana que Adorno
za del distanciamiento,que condena sin palabrasla miseria conoce en los años de exilio, está según él plagada de meca­
y falsedadde todo aquello de lo que se distancia. Su fuerza nismos que reducen la diferencia entre los seres humanos,
obtiene en él la forma de la negación concreta; la reconci­ homogeneizándolos para lograr una masa compacta, y la
liación que se hace presente en sus obras es de una dulzura industria cultural usurpa el lugar del arte contribuyendo a
dolorosa porque hasta hoy ha sido negada por la realidad. arrancar la individualidad de los espectadores.
Esadecisiónde distancia,propia posiblementede cualquier Convertir la desaparición de la individualidad en obje­
clasicismocomprometidoy que no seaun juegovacíoy nar­ to del arte sería lo más necesario para que los seres huma­
cisista,es la concreciónde la críticade aquellocontra lo que nos tomaran conciencia de ello, pero es a la vez lo más difí­
choca." cil. Si el arte emerge de la individualidad, que los individuos
que están dejando de serlo reflejen su desintegración en el
Así pues, Adorno es bien consciente de todos los peli­ arte es prácticamente imposible. En «El lugar del narra­
gros de la representación del mal y la expresión del dolor dor en la novela contemporánea», en Notas de Literatura,
con los lenguajes del arte, pero sabe que es posible resol­ escribe Adorno que narrar una historia significa tener algo
verlos. que decir que sea especial y singular. Narrar, como crear
y sin embargo, si estos peligros lo son siempre para el obras de arte en general, es ver el mundo desde una pers­
arte, en toda época y todo lugar, el arte del siglo XX debe pectiva individual. Por ello, cuando ya no quedan indivi­
enfrentarse a una dificultad que no había conocido hasta duos capaces de decir algo singular, ya no es posible la narra­
ahora y que lo sitúa al borde de su propia imposibilidad. ción. Con la desaparición de la individualidad se disgrega
Ya hemos examinado la denuncia adorniana de que en el la continuidad de la vida subjetiva, la identidad de la expe­
siglo XX se está llevando a cabo la aniquilación de la indi­ riencia, que permitía al narrador componer historias. La
vidualidad. Los individuos son cada vez menos individuos, dificultad llega a su extremo en los intentos de represen­
y menos conscientes de que dejan de serlo. Su libertad se tar los regímenes totalitarios y sus prácticas más crueles, los
reduce a mínimos y su perspectiva particular sobre la rea­ campos de concentración y de exterminio.
lidad se debilita a punto de desaparecer. Esa disolución pro-
La irrepresentabilidaddel fascismoradica en que en él
hay tan poca libertad del sujeto como en su observación.La
74. [AT,264] (TE, 233-234).

272 273
absoluta falta de libertad puede conocerse, pero no repre­
lidad? ¿Cómo mostrar esa totalidad tal como es, con toda
sentarse. [...] La peor manera de salvar el arte tras la extin­
su violencia? Y aún más, ¿cómo denunciar a la vez su fal­
ción del sujeto es disecar a este, y el único objeto hoy dig­
sedad? La dificultad es enorme, por cuanto ya lo es el mero
no del arte, lo puro inhumano, escapa a él en su exceso e
intento de comprender lo que la totalidad significa. El mal
inh umanidad. 75
del totalitarismo es de tal magnitud que desborda la con­
ciencia sin que los individuos puedan llegar a compren­
Tan sólo aquellos autores que logren desintegrar el arte
derlo, su desmesura es inconcebible para la conciencia huma­
y la literatura para acompañar al individuo en su desapa­
na. y sin embargo, pese a todo, es posible. El lugar desde
rición, aniquilar la narración para narrar la aniquilación
el cual sustraerse a la pretendida totalidad y narrarla no es
humana, lograrán todavía, por un resquicio y contra toda
otro que la memoria, la única capaz de liberar al individuo
esperanza, reflejar el horror en su obra. Kafka y Beckett
de la más terrible de las prisiones. Y si el peor problema para
demuestran tanto la extrema dificultad del reto, como que
representar el totalitarismo consistía en cómo puede la fini­
pese a todo es posible. Y aunque ninguno de los dos sufrió
tud de la obra de arte, y por tanto, una forma finita, repre­
la violencia totalitaria ni estuvo preso en un campo de con­
sentar un objeto que pretende ser la totalidad y a la vez
centración, lograron reflejar en sus obras el proceso de ani­
denunciarlo, la solución se halla en una forma negativa. El
quilación de los seres humanos con todo su horror y des­
modo como la finitud de la forma representa la pretensión
esperanza, Kafka incluso años antes de que sucediera.
de totalidad del objeto y la denuncia es una forma negati­
El totalitarismo y todo lo que comportó se convierte
va, quebrada y rota.
en el objeto más difícil que ha conocido el arte. Adorno
Otra gran dificultad es el tiempo. El totalitarismo dis­
señala una por una, aunque de manera aforística, las difi­
torsiona el tiempo para que deje de ser el tiempo propio de
cultades que obstaculizan la representación de esta forma
los individuos en el que se tejen las historias, y estos ya no
del mal. Una primera dificultad se halla en la misma pre­
puedan narrarlas. Para ello impone un presente dominado
tensión de totalidad de los regímenes totalitarios, que al
por ritmos no humanos, mecánicos y anónimos como los
pretender absorberlo e integrarlo todo no dejan lugar des­
ritmos de las máquinas. La vida bajo los regímenes totali­
de donde describirlos, no toleran una mirada ajena que los
tarios, y en especial en los campos de concentración, que­
observe y menos aún una voz que los describa, pues no tole­
da sometida a un tiempo repetitivo que anula tanto el pasa­
ran nada exterior a sí mismos. ¿Dónde hay que situarse para
do como el futuro, y rompe los hilos de continuidad con
contemplar y representar un objeto que pretende ser la tora-
los que se tejen las historias. La Segunda Guerra Mundial
transcurrirá con el mismo ritmo mecánico y maquinal, de
75. [MM, 162-163] (MM, 144-145); véasetambién [MM, 202- modo que impedirá comprenderla como una historia o
205] (MM, 180-182). encontrar en ella historias que contar. Tan sólo un artista
274
275
que logre salvar su propio tiempo interior como memoria a la vez se sentían tanto más seguros frente a todo desvela­
logrará narrar esos hechos." miento cuanto más crecían en salvajismo las atrocidades. Su
y finalmente, la misma inexpresabilidad del mal. Lo poco crédito hizo fácil no creer lo que por mor de la desea­
que le conviene al mal es el silencio, que cubre la retirada da paz no se quería creer, con lo que a la vez se capitulaba
de los culpables y les otorga impunidad, al tiempo que petri­ ante aquellos hechos. Los atemorizados tienden a asegurar
fica a las víctimas en su eterna condición de tales. Para los que hay mucha exageración: hasta en plena guerra eran mal
verdugos es una victoria el silencio de sus víctimas, ya se recibidos por la prensa inglesa los detalles sobre los campos
deba a la impotencia, la resignación o el pánico. Y si los res­ de concentración. En el mundo ilustrado toda atrocidad nece­
ponsables de los totalitarismos del siglo XX lograron algu­ sariamente se convierte en una invención."
na victoria, esta se mide por el silencio de todos los que fue­
ron y continúan siendo víctimas. Pero más allá de ese Sin embargo, si de algún modo es posible superar esa
silencio, lo que mejor protege al mal es su inexpresabilidad. imposibilidad es mediante e! lenguaje del arte. Y finalmen­
Si e! mal consigue hacerse inexpresable, no caber en las pala­ te algunas obras lograron hacerlo. «El arte auténtico conoce
bras, no ser traducible al lenguaje, entonces aunque la víc­ la expresión de lo que no tiene expresión, el llanto al que fal­
tima no tenga miedo y no se resigne, aunque trate de dar tan las lágrirnas.»78Pese a todo e! pesimismo con que denun­
testimonio de lo sucedido, no podrá hacerlo. Yeso no hará cia la práctica imposibilidad de convertir e! horror en obje­
sino prolongar su sufrimiento y su condición de víctima. to de un arte capaz de conjurarlo, Adorno encuentra sin
La monstruosidad de! mal practicado por los regíme­ embargo escritores y artistas que han hallado un resquicio
nes totalitarios es tal que se resiste a ser explicada. Sus víc­ de posibilidad. La literatura de Kafka y Beckett, el Guer­
timas conocieron la frustración de intentar contar lo vivi­ nica de Picasso o El superviviente de Varsovia de Schónberg"
do y comprobar que el lenguaje no les respondía, que no son la prueba de que, al menos en unos pocos casos, e! arte
transmitía su mensaje. Lo explicado parecía tan increíble logra representar la catástrofe."
que e! mero decirlo lo desmentía. El esfuerzo de narrar de
las víctimas se volvía contra ellas, porque lo que explicaban 77. [MM, 120] (MM, 107).
era tan inverosímil que nadie podía creerlo, y era su testi­ 78. [AT, 179] (TE, 157).
monio e! que quedaba desautorizado. 79. Sobre el sentido de esta obra de Schonberg véase "Über das
gegenwartige Verhaltnis von Philosophie und Musik» GS 18 ("Sobre
la relación actual entre la filosofía y la música», en Sobre la música, Paidós,
Cuando los nacionalsocialistas empezaron a torturar, no Barcelona, 2000).
sólo aterrorizaron a la población interior y exterior, sino que 80. La memoria de los verdugos y sus descendientes está menos estu­
diada que la memoria de las víctimas, pero Adorno la consideraba de vital
importancia para comprender unos hechos que no deben repetirse. Véase
76. [MM, 59-61J (MM, 51-54). «La educación después de Auschwirz», en eN. Entre las obras de arte

276 277
Pero no podemos dejar de lamentar que Adorno no hacer coincidir los límites de la obra con los límites del cam­
aplicara sus reflexiones sobre arte, literatura y totalitarismo po. La novela comienza con la entrada en el campo y el rela­
a un estudio de las obras de los supervivientes, que son la to nunca sale de él, apresando al lector en un universo cerra­
máxima evidencia de la capacidad humana de liberarse del do sobre sí mismo del que no hay salida, desde el cual tan
mal y vencerlo al expresarlo, y con las cuales la teoría esté­ sólo cabe el olvido del exterior y de la propia vida anterior.
tica adorniana hubiera podido entablar un provechoso y Levi, que escribió esta obra poco después de abandonar el
fecundo diálogo. Esa posibilidad se convierte en una de las campo y lograr regresar a casa, apenas toma distancia de
mejores herencias que Adorno nos lega: una teoría del arte aquello que narra. Tan sólo la mínima para hacer posible
y la literatura que permite comprender y dialogar con las la literatura, tratando de estar lo más cerca del horror para
artes cuyo objeto es la violencia y en especial sus formas describirlo con la mayor fidelidad, con todo detalle. Una
extremas. distancia tan mínima que Levi no deja de correr el riesgo
Un ejercicio interesante y del que podemos aprender de ser absorbido de nuevo por el mal, pero que le permite
mucho sobre las enormes capacidades del arte y la literatu­ rescatar todo lo que su mirada tan lúcida y a la vez precisa
ra es examinar de qué modo las obras de los supervivientes llegó a observar y retener de aquella experiencia. Levi sigue
logran vencer toda la serie de peligros y dificultades que con todo detalle la decadencia de los seres humanos en el
Adorno había señalado. Nos limitaremos aquí a exponer campo, su desintegración física y psicológica, describiendo
brevemente algunos ejemplos de obras literarias, tan sólo cómo dejan de ser lo que eran, de ahí el título del libro. Su
para indicar cómo podría realizarse este trabajo. literatura acompaña el proceso de descomposición de los
Uno de los testimonios literarios del totalitarismo más seres humanos, y también la suya propia. Es en su obra pos­
conocidos es Si esto es un hombre, el primer volumen de la terior, La tregua, donde reconstruye el largo viaje de regre­
trilogía de Primo Levi sobre su experiencia como prisione­ so a casa, en la que comienza a tomar mayor distancia res­
ro en Auschwitz. El relato pretende reflejar con toda fide­ pecto de lo vivido. Una distancia que en Los hundidos y
lidad el horror totalitario del campo de concentración al lossalvados le permitirá pasar de la literatura a la reflexión
filosófica, o en El sistema periódico le hará capaz de narrar
su tiempo en Auschwitz como un episodio más de una vida
que se ocupan de la cuestión hay que destacar una interesante película que el mal no logró vencer.
del cineasta Costa-Cavras, La caja de música, de 1989, quien reciente­ Un ejemplo formalmente muy distinto es el de Jorge
mente ha rodado otra cinta sobre el nazismo, Amén, de 2002. Véase por
otra parte la novela de BERNHARD SCHUNK, Der Vorleser, Diogenes Verlag,
Semprún, cuya mejor obra, de las diversas que escribió
Zürich, 1995 (El lector, Anagrama, Barcelona, 1997), en la que se recrea sobre su tiempo en Buchenwald, es sin duda La escritura
la historia imaginaria de una mujer implicada en los crímenes nazis, pero o la vida. La novela de Semprún se construye desde una
cuya peculiar relación con la escritura y la lectura da lugar a una intere­
sofisticada elaboración de la distancia, una distancia hecha
sante reflexión sobre la escritura, la literatura y la memoria.

278 279
de memoria y de la reflexión sobre la memoria. La distan­ de los muchos seres humanos a los que Shalámov conoció
cia es tal que Semprún se libera del orden cronológico en durante aquellos años. Shalámov renuncia a escribir una
el que sucedieron los hechos, e impone a su narración el única historia, renuncia a ser él mismo el personaje cen­
orden de una memoria completamente subjetiva que le tral y a un argumento único que fuese su biografía, para
permite entrar y salir del campo de Buchenwald al hilo entregarse a recoger la pluralidad de historias que colma­
de sus recuerdos. Más que una obra sobre los horrores del ban el campo. Su modo de denunciar y romper el totali­
campo, es una obra sobre la memoria de los horrores tarismo soviético es hacerlo estallar al narrar una por una
del campo, sobre los procesos de rememoración y los pro­ las historias de sus víctimas, de tantos individuos que vivie­
cesos de olvido, y la vida interior de los recuerdos. Es un ron y murieron en los campos de trabajo. Al recuperar la
relato sobre la elaboración de la memoria y sobre la narra­ memoria y la historia de cada uno de ellos, el campo no
ción de la propia historia. De hecho, el libro no hace sino logra reducirlos a una masa homogénea de prisioneros sin
reconstruir cómo él mismo fue escrito. Semprún es un mag­ derechos ni dignidad, de mera mano de obra esclava que
nífico ejemplo de cómo la liberación del mal se logra por a nadie importa; Shalámov los recupera y los convierte en
un trabajo de la distancia y la forma de la obra de arte, una los dignos protagonistas de su propio relato, que recons­
forma en su caso enormemente sofisticada, y continuo obje­ truye con una lucidez y una delicadeza abrumadoras. La
to de reflexión explícita en sus novelas. De entre los diversos pluralidad de memorias rescatadas en los breves relatos, la
inteligentes recursos que utiliza, hay que destacar la opción defensa a ultranza de la individualidad, convierte la for­
de Semprún por introducir elementos de ficción y perso­ ma del libro en una desintegración de la totalidad. y con
najes imaginarios en la reconstrucción de los hechos, en ello logra su objetivo de transmitir el horror, porque cada
un intento de que la forma artística domine por completo uno de los relatos es ya terrible, y su acumulación se hace
el objeto que representa. simplemente insoportable, la sensación que él deseaba pro­
U na obra de la que Adorno hubiera podido hablar lar­ vocar. El libro resulta agotador, pero si se llega al final,
gamente y en la que hubiese encontrado algunas afinida­ ofrece verdaderos tesoros literarios. La estrategia de la plu­
des, es la de Varlam Shalámov, un poeta ruso que llegó a ralidad de textos breves no es otra que la que el mismo
vivir veinte años en los campos de trabajo de la URSS, al Adorno empleaba, la escritura aforística y fragmentaria,
este de Siberia, y que cuando fue liberado consagró el res­ finita y rota.
to de su vida a la literatura. Kolymd, la obra que dedicó Otra obra que merecería un intenso trabajo de estu­
al campo de trabajo de igual nombre, no es una novela, dio es la de Margarete Buber-Neumann. De entre los diver­
una narración con un principio y un fin, que reconstruye sos libros que escribió hay dos especialmente interesantes.
su historia como prisionero, sino un mosaico de innume­ Als Gefongene bei Stalin und Hitler (Prisionera de Stalin y
rables, inacabables relatos breves que recogen las historias Hitler) es una novela en la que recoge su tiempo en un

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campo de trabajo soviético y después en un campo de con­ Esta novela, una de las poquísimas que se han escrito sobre
centración nazi, una doble experiencia que utilizó para los campos en que el protagonista no es el autor, sino una
comparar en su libro dos totalitarismos de contenidos tan tercera persona, y que por tanto no está escrita para salvar
distintos, pero que reflejados uno en otro evidencian la la propia memoria, sino la de una amiga, logra rescatar a
igualdad de su forma. La obra de Buber-Neumann logra Milena de dos olvidos distintos. En primer lugar, del olvi­
de este modo no encerrarse en una única forma de horror, do en que se sumen todos los que mueren anónimamente
sino mostrar las injusticias sufridas por todo tipo de per­ en los campos, de los que mueren para desaparecer de la
sonas y pueblos distintos en la Europa de los totalitaris­ historia como el nazismo p-etendía, Pero en segundo lugar,
mos. Por ello puede T odorov señalarla como uno de los también del olvido de su propia vida y su propia indivi­
mejores ejemplos de una literatura sobre la memoria de la dualidad en que Kafka la sumió sin quererlo. Sabido es que
violencia que no se cierra egoistamente sobre el dolor de Kafka y Milena ]esenská mantuvieron una relación inte­
un colectivo y olvida los dolores ajenos, no se centra en lectual y amorosa durante un tiempo, construida funda­
una única injusticia y desatiende todas las demás, sino que mentalmente por un intenso intercambio de cartas. Milena
nace de una solidaridad con todos aquellos que padecen. conservó las cartas de Kafka durante años, y cuando comen­
La tesis de Todorov es que una obra que represente la vio­ zó a temer por su vida las entregó a un amigo para que
lencia sólo cumple un verdadero papel moral, sólo hace las salvara. Años después de la muerte de ella en el cam­
justicia, cuando a pesar de mostrar una injusticia concre­ po de Ravensbrück, las cartas de Kafka fueron publica­
ta, lleva al lector o espectador a formular un rechazo uni­ das y no tardaron en convertirse en uno de los textos fun­
versal a toda injusticia, del mismo modo que propone damentales de la literatura del siglo xx. Como receptora
Adorno con su nuevo rC.S1 de esas cartas, Milena quedó petrificada en un mito lite­
Sin embargo, para hacer justicia al libro de Buber­ rario, bajo el cual desapareció su personalidad y su histo­
Neurnann, hay que señalar que el proyecto original fue ela­ ria. Puesto que las cartas escritas por ella habían desapare­
borado por una amiga que no sobrevivió al campo de con­ cido, probablemente destruidas por el propio Kafka, el
centración, Milena ]esenská, de quien Buber-Neumann diálogo en que había consistido la correspondencia, el inter­
tomó el testigo de la escritura y a quien dedicó una nove­ cambio de textos entre el escritor y la periodista, quedó
la de igual nombre. El relato sobre Milena es una de las reducido al monólogo de Kafka y al silencio de una Milena
obras más interesantes que se han escrito sobre el olvido de la que tan sólo quedó el nombre. Buber-Neumann es­
de las víctimas y la lucha de estas por salvar la memoria. cribió su libro para rescatar a la amiga de ambos olvidos.
Pero para comprender esta obra en toda su riqueza, esta
novela debe leerse en continuidad con la obra de Kafka y
81. TZVETANTODOROV,Les abus de la mémoire, Arléa, Paris, 1995
con los artículos periodísticos que nos quedan de Milena,
(Los abusos de la memoria, Paidós, Barcelona, 2000).

282 283
porque ello permite reconstruir una interesante historia de PRlMERA. Cuando la individualidad corre el riesgo de
escrituras entrelazadas. 82 disolverse en lo anónimo, el esfuerzo de recuperar la pro­
Estos no son más que algunos ejemplos de un trabajo pia memoria y narrar lo que uno ha vivido es una forma de
posible, pero por supuesto hay otros autores de cuyas obras reconstruir la propia identidad y recuperarse como indivi­
sobre el horror totalitario u otras formas de violencia pode­ duo libre. Cuando la realidad está dominada por la vio­
mos aprender muchas cosas, tanto sobre literatura como lencia y el individuo sometido no halla espacio para de­
sobre moral." El análisis de estas y otras obras literarias que sarrollarse como tal, son la literatura, la música y el arte los
tienen como objeto la violencia nos enseñan de qué mane­ que le ofrecen el lugar donde reconstruir su historia y don­
ra las víctimas dejan de serlo al narrar sus experiencias. Con de continuar desarrollándose como un ser humano pleno
el deseo de Adorno y contra todo su pesimismo, la litera­ y libre. Los totalitarismos pueden haber puesto en mar­
tura merece ser depositaria de nuestras mejores esperanzas cha su maquinaria para aniquilar física y psíquicamente al
de superación de la violencia. Quisiera acabar este libro ser humano, pero si este no sólo sobrevive, sino que además
sobre Adorno señalando a modo de conclusiones el valor es capaz de reconstruir lo sucedido desde su perspectiva, y
de la literatura, y en general del arte, para una filosofía de de narrar y denunciar lo que se ha hecho con él, eso signi­
la memoria. Se trata de un conjunto de ideas que si bien fica su triunfo sobre las intenciones y métodos totalitarios,
no se hallan exactamente como tales en la letra de la obra eso significa que el individuo puede vencer el mal, supe­
adorniana, es hacia donde esa obra apunta. rarlo, y salvar su libertad y su identidad.
Si las palabras del verdugo devienen violencia cuando
se realizan, liberarse de esa violencia consiste en expresarla
82. Es lo que he intentado hacer en «Margarere Buber-Neurnann:
con el propio lenguaje. Quien fue objeto del mal se con­
la escritura como memoria», que puede consultarse en la página web:
www.ucm.es/info/vane.Véansetambiénmisotrosartículos:.Primo Levi vierte en sujeto cuando lo narra, cuando es él mismo quien
y la razón anarnnética», Enrahonar, Bellarerra, núm. 30, 1999, que se le da forma con sus palabras. Así lo expulsa de sí mismo, lo
encuentra en: www.bib.uab.es/pub/enrahonar; «Formas de narrar el tota­ objetiva y lo muestra, y lo denuncia. y así recupera lo que
litarismo. El ejemplo de Varlam Shalámov», Actas del I Congreso
Iberoamericano de Ética y Filosofla Política, edición en cd-rom (en prensa).
Adorno advertía que se estaba perdiendo: la unidad inter­
83. La lista, tan sólo en el ámbito literario, sería interminable. La na de la experiencia que sostiene la identidad individual.
obra de grandes autores como Milan Kundera o Bohurnil Hrabal podría Cuando la individualidad debe afrontar su desaparición,
analizarse desde esta perspectiva. Y muchos autores trabajan actualmente
expresarla es lo más difícil, pero también lo más urgente. Y
la memoria, como el Ismael Kadaré de Spiritus o Aleksandar Hemon
con La cuestión de Bruno. Para algunos análisis de la literatura sobre la la obra de autores como los citados demuestra que es posi­
memoria véase TZVETANTODOROV,Mémoire du mal tentation du bien, ble. Quienes estaban perdiendo la individualidad la recons­
Éditions Robert Laffont, Paris, 2000 (Memoria del mal, tentación del truyen al narrar la violencia de que eran objeto, y dejan
bien, Península, Barcelona, 2002); en lengua castellana véase TERESA
de ser víctimas para ser de nuevo señores de sí mismos. Es
LÚPEZDE LA VIEJA,Ética y literatura, Tecnos, Madrid, 2003.

284 285
así como el mal resulta vencido, como el verdugo no tie­ Ofrecer la propia literatura u otra forma artística para
ne la última palabra sobre su víctima. El individuo no sólo conservar recuerdos ajenos es moralmente muy impor­
no resulta aniquilado por el mal, sino que lo supera al con­ tante. Recordando la tesisde T odorov antes apuntada, cuan­
vertirlo en su objeto y representarlo en una obra de arte. do la memoria se centra sólo en uno mismo, aparece el peli­
Uno podría pensar que la vida de alguien que sufrió los gro de un egoismo que se traduce en insensibilidad hacia
tormentos de un campo de concentración no merecía la pena, los dolores ajenos, una insensibilidad que el autor puede
que la vida de alguiencuyo dolor lo hundió hasraprácticamen­ transmitir a los lectores. En ese caso, no habría modo de
te dejar de ser él mismo era una vida sin sentido, una vida pasar del rechazo del caso concreto de violencia que el arte
perdida. y sin embargo, seres humanos como Levi o Shalá­ refleja al rechazo universal de toda violencia que la moral
mov no sólo lograron salir del infierno, sino que al narrarlo exige. Lo que mejor permite realizar ese paso a la univer­
fueron capaces de vencerlo y de demostrar que su vida tenía salidad es que quien ha sufrido recuerde también los sufri­
sentido, el sentido que ellos mismos le dan al narrarla. mientos ajenos.

SEGUNDA.La literatura y el arte no sólo permiten sal­ TERCERA.Como hemos dicho, la memoria propia o
var la propia identidad como una forma de liberación per­ ajena es una forma de libertad y el comienzo de la justi­
sonal, sino que también hacen posible salvar memorias e cia. Para el lector o espectador es también la oportunidad
identidades ajenas. Eso es algo que todos los autores hacen, de realizar un aprendizaje moral sin pasar por las mismas
y que para algunos es de hecho el objetivo central. Al salva­ experiencias, de modo que el arte sería un elemento clave
guardar memorias ajenas, que quienes sobreviven llevan para una humanidad capaz de aprender de sus errores, de
consigo, reconstruyen su historia, y así la individualidad de llevar a cabo un aprendizaje moral a través de las genera­
quienes no salieron con vida del horror. Eso los libera del ciones. Sólo eso evitará la repetición de los mismos horro­
mal aunque hayan muerto en él, los libera de los campos res y permitirá construir un futuro nuevo. La literatura y el
aunque allí quedaran sus cuerpos. Si ni sus cadáveres logra­ arte son así lugares del aprendizaje moral de la humanidad.
ron salir, salen al menos sus recuerdos. y lo que los libera En definitiva, si hay algo capaz de derrotar el mal del
les hace justicia; esa memoria limpia sus nombres de todas pasado, reparar sus injusticias y alimentar las esperanzas de
las falsas condenas, insultos y desprecios de sus verdugos, una sociedad pacificada en el futuro es la memoria que
para quienes merecían el olvido. Ese recuerdo les devuel­ los individuos depositan en la literatura, la música, el arte.
ve la dignidad y reconoce su lugar en la historia. Antes de Ellos son las claves para el cumplimiento del nuevo
que el testimonio pueda servir para reabrir ante los tribu­ Imperativo Categórico formulado por Adorno para los tiem­
nales procesos judiciales, los individuos pueden con él sal­ pos inaugurados por la catástrofe.
varse unos a otros, hacerse justicia.

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