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LAS CARTAS GENERALES

Si bien es verdad que una buena parte del Nuevo Testamento lo escribió el apóstol
Pablo, no todas las cartas son de su autoría.
Las epístolas, en general, comprenden una buena parte del Nuevo Testamento,
aproximadamente el 35% de su contenido.
El teólogo Andrew Nasseli comenta: “En el contexto histórico y cultural del mundo
grecorromano, la comunicación por medio de cartas fue algo popular y conveniente, y
los autores del Nuevo Testamento usaron estas cartas para pastorear las ovejas desde la
distancia”. Así que Dios usó el medio de las cartas para comunicar Su voluntad a los
primeros creyentes, pero también a nosotros en el día de hoy.
El orden que guardan las epístolas generales en el Nuevo Testamento solo tiene que ver
con la longitud de las mismas, y no necesariamente con el orden cronológico en que
fueron escritas, ni tampoco conforme a su importancia.
El historiador Eusebio (c. 265–340 d. C.) fue la primera persona que hizo alusión a estas
cartas como epístolas católicas, entendiendo el término católico como “universal”.
Estas “Epístolas Generales” son:
1. Hebreos 5. 1 Juan
2. Santiago 6. 2 Juan
3. 1 Pedro 7. 3 Juan
4. 2 Pedro 8. Judas
En 1 Corintios 13:13, el apóstol Pablo menciona tres virtudes cristianas, fe, esperanza y
amor, que son examinadas en las Epístolas Generales:
 Santiago habla de la fe.
 Pedro habla de la esperanza.
 Juan habla del amor.

¿DE QUÉ HABLAN CADA UNA DE ELLAS?


 Hebreos
La superioridad de Cristo sobre todos los seres creados y sobre toda Su creación,
así como la superioridad del nuevo pacto.
 Santiago
Animar a los creyentes bajo persecución y mostrar cómo luce una fe verdadera en
un creyente genuino.

 1 Pedro
Sufrir por amor a Cristo al reconocer que la tribulación purifica nuestra fe.
 2 Pedro

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Advertencia contra apostatar de la fe debido a la presencia de falsos maestros.
 1 Juan
Fidelidad a los fundamentos de la fe. Esta carta explica verdades básicas acerca de
la vida cristiana con énfasis en el mandato de amarse unos a otros.
 2 Juan
Énfasis en caminar en la verdad y evitar seguir falsas enseñanzas, sobre todo
aquellas relativas a la encarnación de Cristo. Esta carta, dirigida a "la señora
escogida y a sus hijos" advierte a los creyentes sobre los falsos maestros.
 3 Juan
Una carta personal que reconoce y anima a un hermano, Gayo, por su hospitalidad
y ayuda a hermanos en la fe. En contraste con su Segunda Carta, esta habla de la
necesidad de recibir a aquellas que predican a Cristo.
 Judas
Un llamado a contender por la fe en vista de los falsos maestros que se habían
infiltrado entre ellos.

¿A QUIÉNES SON DIRIGIDAS?


Una “epístola” es una carta que será publicada y leída por algún individuo o un grupo de
personas.
Veamos:
 Hebreos: audiencia no especificada.
 Santiago: “a las doce tribus que están en la dispersión” (1:1b).
 1 Pedro: “a los expatriados de la dispersión en el Ponto, Galacia, Capadocia, Asia y
Bitinia, elegidos…” (1:1).
 2 Pedro: “a los que han recibido una fe como la nuestra…” (1:1).
 1 Juan: audiencia no especificada.
 2 Juan: “a la señora escogida y a sus hijos…” (1:1).
 3 Juan: a Gayo (1:1).
 Judas: “a los llamados, amados en Dios Padre y guardados para Jesucristo” (1:1).
Las epístolas generales nos muestran cómo debe vivir un verdadero discípulo de Cristo.
Sus autores exhortan a personas que estaban viviendo bajo situaciones difíciles de
persecución y opresión.

VIVAMOS CON UNA CONDUCTA QUE GLORIFIQUE A DIOS


1 Pedro 2: 11- 17
Una de las cosas más apasionantes de leer la Biblia es que podemos encontrar
instrucción práctica para vivir de acuerdo a la voluntad de Dios.
En los versículos anteriores conocimos quienes somos en Cristo, somos linaje escogido,
real sacerdocio, nación santa, y pueblo adquirido para anunciar las virtudes de Dios al

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mundo, pero esos no son títulos para colgarlos en la pared de nuestra recámara, es lo
que define quienes somos y cómo nos comportamos. Nuestra identidad en Cristo le
da forma a la manera en la que nos relacionamos con los demás, por eso es que
necesitamos conocer a fondo quiénes somos y a dónde pertenecemos para poder
hacerle frente a la invasión de mentiras a la que estamos expuestos.
Pedro inicia esta serie de instrucciones, lo hace de una manera tierna llamándonos
“amados”, nos recuerda que somos amados por Dios, que ya Cristo aplacó la ira que
había sobre nosotros, y que hay gracia en los brazos de nuestro Padre celestial. Luego
sigue diciendo “os ruego como extranjeros y peregrinos” y haciendo esto nos ayuda a
entender la urgencia de su petición, esto es un ruego a los creyentes que sin importar el
país o el lugar donde se encuentren son ciudadanos del cielo. ¡Tú no perteneces a este
mundo! Por más que los medios de comunicación quieran presionarte a vestir
presuntuosamente, a buscar tu propia libertad mientras te haces daño y a vivir como
cualquiera de este mundo, necesitas recordar que tu morada en esta tierra es temporal y
por eso necesitas ser sabio en la manera en la que te conduces aquí, porque no solo eres
extranjero, sino que también eres un representante de tu patria celestial.
1. Aléjate de los deseos de este mundo (vs. 11)
“Queridos amigos, ya que son «extranjeros y residentes temporales», les advierto
que se alejen de los deseos mundanos, que luchan contra el alma” (vs. 11)
Si has consagrado tu vida a Dios de seguro que diariamente estás librando una
lucha constante en tu interior. Estás todo el tiempo filtrando si la nueva tendencia
encaja con tu fe, si la nueva moda refleja que eres un cristiano. El mundo está todo
el tiempo bombardeándonos con invitaciones a pecar, tratando de llenar nuestros
corazones con deseos mundanos por eso Pedro nos dice: ¡Aléjense del mundo y sus
pasiones! Tú has sido separado para Dios y ahora es tu turno de separarte del
mundo y dedicarte completamente al Señor.
2. Mantén una conducta irreprochable (vs. 12)
“Procuren llevar una vida ejemplar entre sus vecinos no creyentes. Así, por más que
ellos los acusen de actuar mal, verán que ustedes tienen una conducta honorable y
le darán honra a Dios cuando él juzgue al mundo” (vs. 12)
Dios no solo nos llama a alejarnos del mundo, sino también a vivir de una manera
que dé testimonio a los no creyentes. Nos invita a cuidar con detalle cada aspecto
de nuestras vidas de manera que podamos ser fieles en todo. Con el fin de que
aquellos que nos observan no tengan razón al acusarnos y que seamos hallados
siempre haciendo lo correcto. No sabes en qué corazón Dios está trabajando y es
probable que los que te están mirando puedan venir a la fe y luego testificar que
fuiste un instrumento de gracia para ellos.
3. Respeta a las autoridades (vs. 13-15)
“13 Por amor al Señor, sométanse a toda autoridad humana, ya sea al rey como jefe
de Estado 14 o a los funcionarios que él ha nombrado. Pues a ellos el rey los ha
mandado a que castiguen a aquellos que hacen el mal y a que honren a los que
hacen el bien.
15 La voluntad de Dios es que la vida honorable de ustedes haga callar a la gente
ignorante que los acusa sin fundamento alguno” (vs. 13-15)

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Debemos someternos a las autoridades, ¡por amor al Señor! Cuando respetamos a
las personas que Dios ha puesto sobre nosotros, estamos diciendo con nuestras
vidas: Señor tú eres soberano y tú eres quien colocas a las personas por encima de
mí, a mis padres, maestros, gobernantes, nada se escapa de tu control.
(¡Es cierto! Dios fue que puso esa maestra(o) en tu salón, fue quien escogió a esos
padres para ti y quien ha ordenado a los dirigentes de tu nación.) Aunque el texto
menciona a las autoridades del gobierno no es menos cierto que es nuestro deber
someternos a quienes Dios ha puesto en liderazgo sobre nuestras vidas como
nuestros líderes en la iglesia, nuestros padres y profesores en el colegio.
4. No uses la libertad como pretexto para la maldad (vs. 16)
“Pues ustedes son libres, pero a la vez, son esclavos de Dios, así que no usen su
libertad como una excusa para hacer el mal” (vs. 16)
¿No te parece contradictorio que en un versículo nos manda a someternos a toda
autoridad humana y en otro nos diga que andemos como libres? ¿No es la libertad
un sinónimo de hacer lo que yo quiera?
¡Depende! Depende de quien la defina, si es el mundo o tu amigo no creyente, pues
sí. Pero si es de la libertad cristiana que estamos hablando, la definición anterior es
completamente incorrecta, porque como creyente sabemos que la verdadera libertad
no se encuentra en hacer lo que nuestro corazón pecaminoso y dañado desea, si no
en rendirnos a la verdad de la Palabra de Dios.
¿Somos libres? ¡Sí! Ya no estamos encadenados por el pecado y ahora podemos
servir gozosa y libremente a Aquel que nos salvó y vivir enteramente para agradarle
a Él. ¡De eso se trata la verdadera libertad! Usa tu libertad sabiendo que le sirves a
un Dios de amor y misericordia. Que tu libertad sea usada para reflejar el carácter
de Dios a otros. Que todo lo que hagas refleje su amor.
5. Teme a Dios, mientras honras y amas a los demás (vs. 17)
“Respeten a todos y amen a la familia de creyentes.[b] Teman a Dios y respeten al
rey” (vs. 17)
Tu amor a Dios no debe llevarte a deshonrar a las autoridades humanas, pero tu
sumisión a ellas no deben violar tu temor a Dios. En otras palabras, haz todo lo que
sea necesario para obedecer a quienes Dios ha puesto sobre ti, siempre y cuando no
ofendas a Dios mientras lo haces. Nuestra fe ha de ser vivida de manera pública,
nuestra manera de conducirnos debe reflejar el amor de Dios por todas partes y si
sientes que es una tarea imposible, mira la cruz, donde el Rey del universo sirvió a
su pueblo y encuentra en la buena noticia del Evangelio el poder que necesitas para
imitar su servicio.

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