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¿QUÉ SON LOS DIEZ MANDAMIENTOS?

PARTE I
(video https://www.youtube.com/watch?v=2Pu_kMjdtUM)
Los Diez Mandamientos son diez leyes en la biblia que Dios dio a la nación de Israel
poco después de su éxodo desde Egipto. Los Diez Mandamientos son esencialmente un
resumen de los más de 600 mandamientos contenidos en la ley del Antiguo Testamento.
Los primeros cuatro mandamientos tratan de nuestra relación con Dios. Los siguientes
seis mandamientos tratan de nuestra relación con los demás. Los Diez Mandamientos
están registrados en la biblia en Éxodo 20:1-17 y Deuteronomio 5:6-21 y, son los
siguientes:
1. “No tendrás dioses ajenos delante de mí”.
Este mandamiento es contra la adoración de cualquier otro dios que no sea el único
Dios verdadero. Todos los otros son dioses falsos.
2. “No te harás imagen, ni ninguna semejanza de lo que esté arriba en el cielo, ni
abajo en la tierra, ni en las aguas debajo de la tierra. No te inclinarás a ellas, ni las
honrarás; porque yo soy Jehová tu Dios, fuerte, celoso, que visito la maldad de los
padres sobre los hijos hasta la tercera y cuarta generación de los que me aborrecen
y hago misericordia a millares, a los que me aman y guardan mis mandamientos”.
Este mandamiento es en contra de hacer un ídolo, una representación visible de
Dios. No hay imagen que podamos crear que pueda representar fielmente a Dios. El
hacer un ídolo que represente a Dios es adorar un dios falso.
3. “No tomarás el nombre de Jehová tu Dios en vano; porque no dará por inocente
Jehová al que tomare su nombre en vano”.
Este mandamiento prohíbe tomar el nombre del Señor en vano. No debemos tomar
el nombre de Dios a la ligera. Debemos mostrar reverencia a Dios mencionándolo
solo de manera honrosa y respetuosa.
4. “Acuérdate del día de reposo para santificarlo. Seis días trabajarás, y harás toda tu
obra; mas el séptimo día es de reposo para Jehová tu Dios; no hagas en él obra
alguna, tu, ni tu hijo, ni tu hija, ni tu siervo, ni tu criada, ni tu bestia, ni tu extranjero
que está dentro de tus puertas. Porque en seis días hizo Jehová los cielos y la tierra,
el mar, y todas las cosas que en ellos hay, y reposó en el séptimo día; por tanto,
Jehová bendijo el día de reposo y lo santificó”.
Este es un mandamiento para apartar el sábado (el último día de la semana) como
un día de reposo dedicado al Señor.
5. “Honra a tu padre y a tu madre, para que tus días se alarguen en la tierra que Jehová
tu Dios te da”.
Este es un mandamiento para que siempre trates a tus padres con honor y respeto.
6. “No matarás”.
Este es un mandamiento contra el asesinato premeditado de otro ser humano.
7. “No cometerás adulterio”.
Este es un mandamiento en contra de tener relaciones sexuales con alguna otra
persona que no sea tu cónyuge.

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8. “No hurtarás”.
Este mandamiento es en contra de tomar cualquier cosa que no nos pertenezca sin
permiso de la persona a quien pertenece.
9. “No hablarás contra tu prójimo falso testimonio”.
Este mandamiento es en contra de testificar falsamente contra otra persona. Es
esencialmente un mandamiento que está en contra de la mentira.
10. “No codiciarás la casa de tu prójimo, no codiciarás la mujer de tu prójimo, ni su
siervo, ni su criada, ni su buey, ni su asno, ni cosa alguna de tu prójimo”.
Este es un mandamiento en contra de desear cualquier cosa que no te pertenezca. El
codiciar puede conducir a quebrantar los mandamientos antes mencionados: matar,
adulterar y robar. Si está mal hacer algo, está igualmente mal el desear hacerlo.
Mucha gente erróneamente considera los Diez Mandamientos como un conjunto de
reglas que, si se siguen, garantizarán la entrada al cielo después de la muerte. En
contraste, el propósito de los Diez Mandamientos es forzar a la gente a darse cuenta de
que no pueden obedecer perfectamente la Ley (“7 Ahora bien, ¿acaso sugiero que la ley
de Dios es pecaminosa? ¡De ninguna manera! De hecho, fue la ley la que me mostró mi
pecado. Yo nunca hubiera sabido que codiciar es malo si la ley no dijera: «No
codicies»[a]. 8 ¡Pero el pecado usó ese mandamiento para despertar toda clase de deseos
codiciosos dentro de mí! Si no existiera la ley, el pecado no tendría ese poder. 9 Hubo
un tiempo en que viví sin entender la ley. Sin embargo, cuando aprendí, por ejemplo, el
mandamiento de no codiciar, el poder del pecado cobró vida 10 y yo morí. Entonces me
di cuenta de que los mandatos de la ley—que supuestamente traían vida—trajeron, en
cambio, muerte espiritual. 11 El pecado se aprovechó de esos mandatos y me engañó;
usó los mandatos para matarme”. Romanos 7:7-11), y por lo tanto necesitan la
misericordia y gracia de Dios. A pesar de las afirmaciones del joven rico en Mateo
19:16, nadie puede obedecer perfectamente los Diez Mandamientos (“20 No hay una
sola persona en la tierra que siempre sea buena y nunca peque”. Eclesiastés 7:20).
Los Diez Mandamientos demuestran que todos hemos pecado (Romanos 3:23) y por lo
tanto estamos en necesidad de la misericordia y gracia de Dios, disponible sólo a través
de la fe en Jesucristo.
EL PROPÓSITO DE LOS DIEZ MANDAMIENTOS
Es importante notar que, al inicio del discurso, Dios hace una introducción que nos
permite leer el decálogo en su contexto: “Entonces Dios habló todas estas palabras
diciendo: ‘Yo soy el Señor tu Dios, que te saqué de la tierra de Egipto, de la casa de
servidumbre’” (Éx. 20:1-2).
Dios había redimido a Israel con un propósito claro: que ellos fueran su pueblo,
comprometidos con Él por medio de un pacto, conociéndolo como YHWH, y
sirviéndole como una nación santa en medio de las demás naciones.
La historia del Éxodo no nos presenta un simple acto de liberación política, social, y
económica; y tampoco fue un simple movimiento de esclavitud a libertad. Más bien, se
trataba de un movimiento desde la esclavitud hacia una libertad garantizada por
un pacto establecido por el Dios eterno.
El propósito de los diez mandamientos era enseñarle a Israel lo que significa vivir como
un pueblo que ya ha sido redimido por Dios, para aprender a llevar vidas santas, de
modo que reflejaran a su Dios, quien es Santo.

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Los diez mandamientos no son un listado de normas que el pueblo de Dios debía seguir
para ser redimido, puesto que ya habían sido liberados de Egipto. El apóstol Pablo, en
su carta a los Gálatas, nos enseña que la ley dada a Moisés no tenía el propósito de
salvarnos, justificarnos, o darnos vida (Gá. 3:10-11), sino más bien de hacernos ver
nuestra necesidad de salvación y tener claro cómo luce la nueva vida con Él.
La ley fue dada para recordarnos que somos malditos bajo el juicio de Dios, porque
fallamos en cumplir todo lo que está escrito en ella (Dt. 27:26; Gá. 3:10).
Pero, asimismo, la ley fue dada para apuntarnos a alguien mayor: ¡a Cristo! Jesús vino
para cumplir la ley (Mt. 5:17; Ro. 10:4). Y al hacerlo, obedeció la ley de Dios por
nosotros, de manera que nuestra obediencia a la ley no debe ser motivada por la
búsqueda del favor de Dios, sino que obedecemos sus mandamientos porque hemos sido
redimidos y anhelamos agradarle.

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