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CAPÍTULO DECIMOQUINTO

LAS ENTIDADES RELIGIOSAS (II)

SUMARIO: I. PRESUPUESTOS CRÍTICOS.– 1. Los Acuerdos con la Iglesia Católica.– 2. Los


Acuerdos con las confesiones minoritarias.– Il. ORGANIZACIÓN CULTURAL.– 1. Régimen
especial de la Iglesia Católica.– 1.1. Personalidad jurídica civil de los entes eclesiásticos.– 1.2.
Inviolabilidad de los lugares de culto, archivos y registros eclesiásticos. Otras cuestiones.– 2.
Régimen especial de las confesiones minoritarias.– 2.1. Lugares de culto.– 2.2. Ministros de
culto.– 2.3. Funciones y fiestas religiosas. El calendario laboral.– 2.4. Protección de marcas.–
III. ASISTENCIA RELIGIOSA.– 1. Régimen especial de la Iglesia Católica.– 1.1. La
asistencia religiosa en centros públicos.– 1.2. La asistencia religiosa en las Fuerzas Armadas.–
1.3. Exenciones y beneficios en la prestación del servicio militar.– 1.4. La asistencia religiosa en
otros centros públicos.– 2. Régimen especial de las confesiones minoritarias.–

I. PRESUPUESTOS CRÍTICOS

La constitucionalización de los derechos y libertades fundamentales en nuestro ordenamiento


jurídico significa que su vigencia es plena y su ámbito común para todos los ciudadanos.
Hechas estas precisiones, parece difícil enmarcar en un Acuerdo específico una referencia a
los derechos y libertades fundamentales que tengan otro valor que el de una mera remisión a la
legislación común vigente en la actualidad.
En atención a estas consideraciones, la lectura de los Acuerdos nos revela cómo la mención
de estos derechos y libertades no deja de ser una mera redundancia o un recurso tautológico, carente
de contenido específico por la inevitable remisión a la legislación común.
Existen, no obstante, algunas cuestiones que, por insuficiencia o falta de desarrollo en la
legislación común, adquieren en los Acuerdos el carácter de regulación específica o singular.
En resumen, en un Estado de derecho como el nuestro en el que están aseguradas las
libertades, las cuestiones acordadas parecen orientarse más hacia el reconocimiento de prestaciones
del Estado a las confesiones, que faciliten y ayuden al cumplimiento de sus fines específicos, que al
reconocimiento de libertades específicas.

1. Los Acuerdos con la Iglesia Católica

Como ya hemos dicho, el Estado español se comprometió con la Iglesia Católica a proceder
a la sustitución del Concordato de 1953 mediante la firma de Acuerdos sectoriales que permitieran
regular las llamadas “cuestiones mixtas”.
Este compromiso, asumido en el Acuerdo de 1976, aunque no estableció un plazo preciso,
parece que contiene un acuerdo secreto que comportaba llevarlo a efecto en el plazo de dos años.
A la iglesia se le realiza una asignación tributaria, consistente en la adjudicación a la Iglesia
Católica del 0,56 por 100 del IRPF de aquellos contribuyentes que expresamente lo manifiesten.
La objeción fundamental para justificar esta financiación reside en que se trata de la única
confesión que la percibe, por lo que su singularidad puede entrañar una quiebra del principio de
igualdad.

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No obstante, la cuestión más debatida se refiere a la enseñanza de la religión católica en el
sistema educativo. El Acuerdo con la Iglesia Católica prevé que los planes educativos, salvo en la
universidad, «incluirán la enseñanza de la religión católica en los centros de educación en
condiciones equiparables a las demás disciplinas fundamentales». Dicha enseñanza, sin embargo –
por respeto a la libertad de conciencia –, «no tendrá carácter obligatorio para los alumnos», que sí
tendrán, en cambio, derecho a recibirla.
Los desacuerdos más profundos los encontramos, sin embargo, en el desarrollo legislativo de
algunos preceptos constitucionales y la moral católica. La regulación del divorcio, una materia que,
al parecer, se convirtió en el debate parlamentario en una cuestión límite que puso al borde de la
ruptura al grupo parlamentario del Gobierno y dio lugar a manifestaciones de condena por parte la
jerarquía eclesiástica.

2. Los Acuerdos con las confesiones minoritarias

Las minorías religiosas, al amparo del art. 7 de la Ley de Libertad Religiosa, han tenido la
oportunidad de celebrar Acuerdos con el Estado.
Las Iglesias evangélicas, las comunidades israelitas y las comunidades islámicas han firmado
Acuerdos con el Estado español, sancionados por ley de las Cortes Generales.
Hay que destacar en estos Acuerdos la protección de los lugares de culto y de los ministros
de culto (secreto de los hechos conocidos en el ejercicio de su función y reconocimiento del derecho
a ser incluidos en el Régimen General de la Seguridad Social).
Reconocimiento de efectos civiles a los matrimonios celebrados de acuerdo con los ritos
evangélico, islámico e israelita.
Reconocimiento del derecho de asistencia religiosa para los militares en los propios
establecimientos militares, así como para los internados en centros hospitalarios o penitenciarios.
En el campo educativo se garantiza el acceso al centro y la disponibilidad de aulas para la
enseñanza religiosa a cargo de ministros de cada una de estas confesiones.
Se les reconocen determinadas exenciones y beneficios fiscales, así como un tratamiento
tributario aplicable a los donativos que los fieles realicen a estas confesiones, con las consiguientes
deducciones del IRPF.
Se garantiza también el reconocimiento del derecho al descanso semanal en la fecha señalada
por su confesión, así como otras festividades religiosas en el ámbito escolar y en el laboral: en este
último caso, siempre que exista acuerdo entre las dos partes.
Ahora bien, las relaciones de cooperación de los poderes públicos con las confesiones,
previstas en el art. 16.3 de la CE, desarrolladas en los Acuerdos con las comunidades islámica y
judía y con las Iglesias evangélicas revelan ya, en un primer momento, mecanismos de colaboración
claramente diferentes que ponen en tela de juicio su congruencia con el principio y el precepto
constitucional de la igualdad de todos los españoles en y ante la ley.
Dudas razonables surgen también respecto a la aconfesionalidad o neutralidad del Estado en
relación con las confesiones y los mecanismos de colaboración previstos. Los Acuerdos con las
confesiones minoritarias acogen mecanismos de colaboración de contenido mínimo que se limitan a
facilitar el ejercicio de un derecho fundamental – acceso al centro público – o a establecer un
régimen de financiación semejante a las asociaciones sin ánimo de lucro. Situación muy distinta a la
reflejada en los mecanismos de colaboración con la Iglesia Católica, donde subsiste el sistema de
integración orgánica, financiación directa con cargo a los Presupuestos Generales del Estado – ya
sea con la entrega de cantidades concretas o el abono del coste de determinados servicios –, así

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como el mantenimiento en los planes de estudios del sistema educativo español de una asignatura o
disciplina bajo el rótulo de Religión Católica, con pretensiones de disciplina fundamental.
Tras esta inicial aproximación al tema podemos concluir ratificando cuanto ya hemos dicho
en otra ocasión: «los Acuerdos tienen un significado preferentemente simbólico, de rectificación de
nuestro pasado histórico y de restauración de una convivencia plural religiosa.

II. ORGANIZACIÓN

1. Régimen especial de la Iglesia Católica

1.1. Personalidad jurídica civil de los entes eclesiásticos

El primero de los Acuerdos, firmados en 1979 en cumplimiento del compromiso suscrito en


1976, recibe el nombre de Acuerdo sobre Asuntos Jurídicos o Acuerdo Jurídico.
En el Acuerdo se estipula que «la Iglesia puede organizarse libremente». En particular, puede
crear, modificar o suprimir diócesis, parroquias y otras circunscripciones territoriales, que gozarán
de personalidad civil en cuanto la tengan canónica y ésta sea notificada a los órganos competentes
(art. I.2).
Los rasgos básicos de la organización eclesiástica se inspiran en la organización territorial
del Imperio romano, se observa como conserva vestigios de aquella organización imperial: la
diócesis o iglesia particular, bajo la dirección de un obispo, se divide en circunscripciones
territoriales menores: las parroquias etc.
Estas demarcaciones o circunscripciones territoriales constituyen la organización eclesiástica
propia de una nación o Estado y es, por consiguiente, la organización eclesiástica existente en
España.
El Acuerdo Jurídico, al reconocer que la Iglesia puede organizarse libremente, tenía que ser
congruente con este principio y reconocer a la Iglesia el derecho a crear, modificar o suprimir las
estructuras organizativas de base territorial con las que quiera dotarse la Iglesia.
El reconocimiento de estas estructuras implica, lógicamente, el reconocimiento de su
personalidad jurídica en el ordenamiento civil siempre que, previamente, tal subjetividad les haya
sido reconocida por la legislación canónica.
Tres supuestos diferentes contempla el Acuerdo Jurídico a los efectos del reconocimiento de
personalidad jurídica civil: a) estructuras eclesiásticas de base territorial; b) estructuras eclesiásticas
de base personal o corporativa; c) demás asociaciones y fundaciones.

a) Estructuras eclesiásticas de base territorial


El Acuerdo reconoce a estos entes la personalidad jurídica civil siempre que, previamente,
les haya sido reconocida dicha personalidad por la legislación o la autoridad canónica.
No están sometidos al trámite de inscripción en el Registro de Entidades Religiosas siendo
necesario únicamente la notificación por la autoridad competente a la Dirección General de Asuntos
Religiosos del Ministerio de Justicia.

b) Estructuras eclesiásticas de base asociativa o personal


Las órdenes, congregaciones religiosas y otros institutos de vida consagrada y sus provincias
y sus casas que a la entrada en vigor del Acuerdo tengan reconocida la personalidad jurídica civil y
la plena capacidad de obrar conservan ambas, por reconocimiento expreso del Acuerdo (art. 4).

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No obstante, deberán inscribirse en el plazo más breve posible en el Registro del Estado.
Transcurridos tres años desde la entrada en vigor del Acuerdo, sólo podrá justificarse su
personalidad jurídica mediante certificación de tal registro.

c) Asociaciones y fundaciones
Conservarán la personalidad jurídica y la plena capacidad de obrar en el ámbito civil aquellas
asociaciones y fundaciones que la hubieran adquirido previamente, pero deberán inscribirse en el
Registro de Entidades Religiosas.
Las asociaciones y fundaciones que carecieran de personalidad jurídica al entrar en vigor el
Acuerdo la podrán adquirir «con sujeción a lo dispuesto en el ordenamiento del Estado mediante la
inscripción en el correspondiente Registro.

1.2. Inviolabilidad de los lugares de culto, archivos y registros eclesiásticos. Otras


cuestiones
a) La libertad de la Iglesia y de su ejercicio exige, como complemento de lo anterior, que se
garantice la inviolabilidad de los lugares de culto.
En el Acuerdo que «los lugares de culto tienen garantizada su inviolabilidad con arreglo a las
leyes>. El Código de Derecho canónico define los lugares sagrados como aquellos que se destinan al
culto divino o a la sepultura de los fieles mediante la dedicación o bendición prescrita por los libros
litúrgicos (c. 1.205).
Un lugar sagrado queda violado cuando con escándalo de los fieles se cometen en él actos
gravemente injuriosos que, a juicio de la autoridad eclesiástica competente, revistan tal gravedad
que en dicho lugar no se pueda ejercer el culto hasta que se repare la injuria (c. 1.211).
b) La garantía de la libertad de la Iglesia exige igualmente el respeto y la protección de los
archivos, registros y demás documentos pertenecientes a la Conferencia Episcopal española, a las
curias episcopales, así como de los demás organismos eclesiásticos inferiores con sede en territorio
español, cuya inviolabilidad queda garantizada en el Acuerdo (art. 1.6).
c) La libertad de la Iglesia Católica se manifiesta igualmente en la necesidad de que exista
una libre comunicación entre los diferentes organismos de la Iglesia Católica; teniendo en cuenta el
carácter supranacional de la Iglesia Católica, no sólo debe garantizarse la libre comunicación entre
las autoridades eclesiásticas, el clero y los fieles residentes en el territorio español, sino también
quedar garantizadas las relaciones y la comunicación entre la Santa Sede y la organización
eclesiástica en España.

2. Régimen especial de las confesiones minoritarias

2.1. Lugares de culto


Son lugares de culto, a todos los efectos legales, los siguientes:
a) de las Comunidades pertenecientes a la Federación de Comunidades Israelitas de
España: los edificios o locales que estén destinados de forma permanente y exclusiva a
las funciones de culto.
b) de las comunidades islámicas pertenecientes a la Comisión Islámica de España: las
mezquitas, edificios o locales destinados de forma exclusiva a la práctica habitual de la
oración.
c) de las Iglesias pertenecientes a la FEREDE: los edificios o locales que estén destinados
de forma permanente y exclusiva a las funciones de culto o asistencia religiosa.

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Los lugares de culto de estas confesiones gozan de inviolabilidad en los términos
establecidos en las leyes; en caso de expropiación deberá ser oído previamente el órgano competente
de cada Federación.
Tampoco podrán ser demolidos sin ser previamente privados de su carácter sagrado, con
excepción de los casos previstos en las leyes, por razón de urgencia o peligro.
Por su parte, los archivos y documentos de la CIE gozarán de inviolabilidad, respetada y
protegida por el Estado.

2.2. Ministros de culto


En los diferentes Acuerdos se definen como ministros de culto a las siguientes personas
físicas: a) de las comunidades pertenecientes a la FCIE: las personas físicas que, hallándose en
posesión de la titulación de rabino, desempeñen sus funciones religiosas con carácter estable y
permanente. b) de las comunidades islámicas: son dirigentes religiosos o imames las personas
físicas dedicadas, con carácter estable, a la dirección de las comunidades islámicas, a la dirección de
la oración y acrediten el cumplimiento de estos requisitos mediante certificación expedida por la
comunidad a que pertenezcan, con la conformidad de la «Comisión Islámica de España»; c) de las
Iglesias pertenecientes a la FEREDE: las personas físicas que estén dedicadas, con carácter estable,
a las funciones de culto o asistencia religiosa y acrediten el cumplimiento de estos requisitos
mediante certificación expedida por la Iglesia repectiva.
Los ministros de culto de estas confesiones no estarán obligados a declarar sobre hechos que
les hayan sido revelados en el ejercicio de funciones de culto o de asistencia religiosa.
Los ministros de culto estarán sujetos a las disposiciones generales del servicio militar; si lo
solicitaran, se les asignarán misiones que sean compatibles con su ministerio, tendrán derecho a
prórroga de incorporación a filas de segunda clase, de acuerdo con la legislación vigente sobre el
servicio militar.
Por último, los miembros de culto quedarán incluidos en el Régimen General de la Seguridad
Social y serán asimilados a los trabajadores por cuenta ajena.

2.3. Funciones y fiestas religiosas. El calendario laboral


A) Funciones religiosas
A efectos de delimitación de las actividades que deban ser calificadas como funciones
religiosas y obtener la consiguiente eficacia legal los Acuerdos la concretan en los siguientes
términos:
a) FEREDE: se consideran funciones de culto o asistencia religiosa las dirigidas
directamente al ejercicio del culto, administración de sacramentos, cura de almas, predicación del
Evangelio y magisterio religioso.
b) CIE: a los efectos legales, son funciones islámicas de culto, formación y asistencia
religiosa las que lo sean de acuerdo con la ley y la tradición islámica.
c) FCIE: se consideran funciones propias de la religión judía las que lo sean con arreglo a la
ley y a la tradición judía; entre otras, las de religión que se derivan de la función rabínica, del
ejercicio del culto, de la prestación de servicios rituales, de la formación de rabinos, de la enseñanza
de la religión judía y de la asistencia religiosa.
B) Fiestas religiosas
Los Acuerdos se ocupan igualmente de las fiestas religiosas y del día de descanso semanal,
con la finalidad de obtener consecuencias jurídicas en el ámbito laboral.

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a) Descanso laboral
El art. 37.1 del Estatuto de los Trabajadores establece que «los trabajadores tendrán derecho
a un descanso mínimo semanal de día y medio ininterrumpido ; Todo ello sin perjuicio de que por
disposición legal, convenio colectivo, contrato de trabajo o permiso expreso de la autoridad se
regule otro régimen de descanso laboral para actividades concretas».
En base a esta disposición legal, en los Acuerdos se regulan las siguientes modalidades:
1. El descanso laboral semanal para los fieles de comunidades Israelitas pertenecientes a la
FCIE podrá comprender, siempre que medie acuerdo entre las partes, la tarde del viernes y el día
completo del sábado.
2. Los miembros de las comunidades islámicas pertenecientes a la Comisión Islámica de
España que lo deseen podrán solicitar la interrupción de su trabajo los viernes de cada semana, día
de rezo colectivo obligatorio y solemne de los musulmanes, desde las trece treinta hasta las dieciséis
treinta horas, así como la conclusión de la jornada laboral de una hora antes de la puesta de sol
durante el mes de ayuno (Ramadán).
3. El descanso semanal laboral para los fieles de la Unión de Iglesias Adventistas del
Séptimo Día y de otras Iglesias evangélicas, pertenecientes a la Federación de Entidades Religiosas
Evangélicas de España, cuyo día de precepto sea el sábado, podrá comprender, siempre que medie
acuerdo entre las partes, la tarde del viernes y el día completo del sábado.
b) Festividades religiosas
A tenor de lo dispuesto en el art. 37.2 del Estatuto de los Trabajadores, los Acuerdos
establecen para cada confesión – islámica y judía – las fiestas religiosas sustituibles de acuerdo con
el siguiente calendario:
Comisión Islámica: las festividades y conmemoraciones que a continuación se expresan y
que según la Ley islámica tienen el carácter de religiosas podrán sustituir, siempre que medie
acuerdo entre las partes, a las establecidas con carácter general por el Estatuto de los Trabajadores
en su art. 37.2, con el mismo carácter de retribuidas y no recuperables, a petición de los fieles de las
comunidades islámicas pertenecientes a la Comisión Islámica.
Federación de Comunidades Israelitas: las festividades que, según la ley y la tradición judía,
tienen el carácter de religiosas podrán sustituir, en los términos expresados en el apartado anterior, a
los establecidos con carácter general por el Estatuto de los Trabajadores.

2.4. Protección de marcas


A) De la Federación de Comunidades Israelitas de España
De acuerdo con la dimensión espiritual y las particularidades específicas de la Federación
judía, las denominaciones CASHER y sus variantes, KASHER, KOSHER, KASHRUT, y éstas
asociadas a los términos U, K o PARVE, son las que sirven para distinguir los productos
alimentarios y cosméticos elaborados de acuerdo con la ley judía.
Para la protección del uso correcto de estas denominaciones, la Federación deberá solicitar y
obtener del Registro de la Propiedad Industrial los registros de marca correspondientes de acuerdo
con la normativa legal vigente.
B) De la Comisión Islámica de España
De acuerdo con la dimensión espiritual y las particularidades específicas de la ley islámica,
la denominación HALAL sirve para distinguir los productos alimentarios de acuerdo con la misma.
Para la protección del uso correcto de estas denominaciones la Comisión Islámica de España deberá
solicitar y obtener del Registro de la Propiedad Industrial los registros de marca correspondientes de
acuerdo con la normativa legal vigente.

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III. ASISTENCIA RELIGIOSA

1. Régimen especial de la Iglesia Católica

1.1. La asistencia religiosa en centros públicos


Tal vez uno de los temas más estudiados por la moderna doctrina eclesiasticista haya sido la
valoración y encuadramiento en el nuevo orden jurídico surgido de la Constitución de 1978 de una
serie de manifestaciones singulares cuyo origen se encuentra en una organización política y un
sistema jurídico inspirado en principios distintos de los vigentes en la actualidad: la asistencia
religiosa católica en las Fuerzas Armadas, en centros penitenciarios, en hospitales, etc., cuya
prestación está prevista en la legislación estatal y en la normativa acordada con la Iglesia Católica.
Se trata de vestigios del pasado, residuos de un pasado confesional y de una tradición
católica cuya vigencia en la actualidad puede ser, cuando menos, cuestionable si bien puede ser
considerada como de una prestación acogible en nuestra Constitución que no la vulnera y, por tanto,
aleja cualquier riesgo de posible inconstitucionalidad.
La asistencia religiosa en los centros militares, en los centros penitenciarios y hospitalarios,
constituye, en principio, una “herencia” de sistemas políticos precedentes y de concepciones
confesionales hoy derogadas. En nuestra opinión, resulta acertada la afirmación de que «la única
razón real de la existencia de la asistencia religiosa en nuestro país en la actualidad es que ésta
existía con anterioridad».
El cambio de sistema político y jurídico producido en España con la promulgación de la
Constitución de 1978 ha conservado la asistencia religiosa en centros públicos y la doctrina ha
demostrado su “constitucionalidad”.
En definitiva, la prestación es constitucional, pero su vigencia no se deriva de una exigencia
constitucional y, por tanto, depende de la decisión política que en cada caso adopten los poderes
públicos.

1.2. La asistencia religiosa en las Fuerzas Armadas


La decisión política de conservar la asistencia religiosa católica a las Fuerzas Armadas
aparece plasmada en el Acuerdo suscrito entre la Santa Sede y el Estado español el 3 de enero de
1979.
En este acuerdo específico se dispone que la asistencia religioso-pastoral a los miembros
católicos de las Fuerzas Armadas se seguirá ejerciendo por medio del vicariato castrense (art. 1).
Los rasgos históricos más sobresalientes que aquí podríamos destacar son los siguientes: la
presencia de obispos y sacerdotes en los cuerpos de los ejércitos para auxilio espiritual de sus
miembros se remonta a los tiempos de la Reconquista; esta presencia, inicialmente ocasional, se
hace estable cuando los ejércitos se profesionalizan y se convierten en permanentes.
La jurisdicción castrense se ha caracterizado por ser una jurisdicción delegada del papa y,
posteriormente, una jurisdicción ordinaria – aneja al cargo – pero vicaría, es decir, que se ejerce en
nombre del papa.
La novedad que aporta, en esta cuestión, el Acuerdo de 1979 es la conversión del vicariato
castrense en una diócesis personal (art. 11), lo que significa que la jurisdicción del vicario general es
ordinaria y propia, no vicaría.
El ámbito de la jurisdicción castrense viene también determinado en el Acuerdo. Se trata,
efectivamente, de una jurisdicción personal que se extiende: a) a todos los militares de tierra, mar o

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aire. b) a las esposas, hijos y familiares que vivan en compañía de los militares indicados. c) a todos
los fieles de ambos sexos, ya seglares, ya religiosos, que presten servicios o residan habitualmente
en los cuarteles o lugares dependientes de la jurisdicción militar; d) los huérfanos menores o
pensionistas y a las viudas de los militares, mientras conserven este estado.
La jurisdicción castrense es personal – respecto a todas las personas enumeradas en el
párrafo anterior – y cumulativa con la jurisdicción diocesana, - ejerciéndola con carácter prioritario
en los lugares o instalaciones dedicadas a las Fuerzas Armadas u ocupadas circunstancialmente por
ellas.
La jurisdicción es, además, ordinaria y propia, derivada de la condición de diócesis personal.
El nombramiento del ordinario castrense responde a un complejo sistema, último vestigio del
desaparecido privilegio de presentación de obispos.
Presentes en la reforma legislativa de 1989, Se establece la desaparición (extinción) del
Cuerpo Eclesiástico Castrense y se crea un Servicio de Asistencia Religiosa común para todos,
superando así el monopolio de la asistencia religiosa católica hasta entonces vigente.
El Servicio de Asistencia Religiosa, creado por la Ley 17/1989, de 19 de julio, ha sido
desarrollado por el Real Decreto de 7 de septiembre de 1990, que organiza dicho servicio, y por lo
que se refiere a la asistencia religiosa a los miembros católicos.
La reforma, además de romper el monopolio católico, sustituye la integración orgánica –
vigente anteriormente a través del Cuerpo Eclesiástico Castrense y la consiguiente militarización de
los capellanes castrenses – por la relación contractual, que supone un menor grado de vinculación
entre el personal religioso y el Estado.

1.3. Exenciones y beneficios en la prestación del servicio militar


En el momento de la firma del Acuerdo de 1979 estaba vigente el Código de Derecho
canónico de 1917, que en su art. 121 establecía que «todos los clérigos están exentos del servicio
militar».
Sin embargo, el Acuerdo dispone, en su art. V, que «los clérigos y religiosos están sujetos a
las disposiciones generales de la ley sobre el servicio militar».
Esta disposición sugiere dos observaciones: la primera se refiere a la manifiesta
contradicción entre la norma canónica y la norma acordada, ya que la norma canónica exime a los
clérigos de la obligación del servicio militar, mientras que el Acuerdo somete al clérigo a la
legislación general y, por tanto, a la obligatoriedad del servicio militar.
Consideramos que de la interpretación conjunta de ambas normas se deducen los siguientes
principios.
1. Los clérigos y religiosos, incluidos los seminaristas, postulantes y novicios, están
sometidos a la legislación general del servicio militar y, por tanto, deberán prestar el servicio
militar obligatorio salvo si en el individuo en concreto, concurre alguna de las circunstancias
previstas legalmente como causas de exención.
El art. 11 de la Ley Orgánica de Servicio Militar establece como causas de exención las
siguientes:
a) Mantener obligaciones familiares de carácter excepcional.
b) Padecer alguna enfermedad o limitación física o psíquica que impida la prestación del
servicio militar.
c) Las derivadas de Convenios internacionales.
d) Tener cumplidos treinta años de edad.
e) Ser declarado objetor de conciencia conforme a la ley.

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Asimismo serán de aplicación a los seminaristas, postulantes y novicios los beneficios
comunes de prórrogas anuales por razón de estudios específicos o por otras causas admitidas en la
legislación vigente.
2. El segundo principio, aplicable al caso que nos ocupa, se refiere a las actividades que
durante la prestación del servicio militar podrán asignarse a los clérigos y religiosos. Tres opciones
se regulan en el Acuerdo:
a) A los que ya sean prebísteros se les podrán encomendar funciones específicas de su
ministerio, para lo cual recibirán las facultades correspondientes del vicario general castrense.
b) A los presbíteros, a quienes no se encomienden las referidas funciones específicas, y a los
diáconos y religiosos profesas no sacerdotes se les asignarán misiones que no sean incompatibles
con su estado, de conformidad con el Derecho canónico.
c) Se podrá, finalmente, considerar prestación social sustitutoria a las obligaciones
específicas del servicio militar la de quienes durante un período de tres años, bajo la dependencia de
la jerarquía eclesiástica, se consagren al apostolado, como presbíteros, diáconos o religiosos
profesos, en territorios de misión o como capellanes de emigrantes.
Estos, clérigos, soldados-presbíteros, deberán realizar el período de instrucción en régimen
normal y en el lugar que les corresponda, pero estarán excluidos del manejo directo de las armas de
fuego (realización de ejercicios de tiro y servicio y guardias de armas con empleo de ellas). . . .
Finalizado el período de instrucción, realizarán un cursillo complementario en el vicariato general
castrense antes de efectuar la incorporación a la unidad que le corresponda para el desempeño de su
función específica (Orden Ministerial 38/1985, de 24 de junio, por la que se regula al servicio
militar de clérigos y servicios).
La segunda previsión del Acuerdo, en defecto de la asignación precedente, se refiere a la
adjudicación de funciones compatibles con la condición de clérigo, de acuerdo con las normas
canónicas, los clérigos deberán evitar hacer, entre otras cosas, todo aquello que desdiga de su
estado; aquellas cosas que, aun no siendo indecorosas, son extrañas al estado clerical; a esta opción
del clérigo parece referirse el tercer supuesto enunciado en el Acuerdo al prever, como prestación
social sustitutoria, la realización durante un período de tres años de actividades de apostolado en
territorios de misión o como capellanes castrenses.
En esta línea argumental y después de ofrecer las alternativas antes comentadas, se esboza la
posibilidad de acogimiento a la figura de la objeción de conciencia, aún no regulada, configurando
una prestación social sustitutoria singular: la prestación de servicios de apostolado en tierras de
misión o como capellanes de emigrantes durante tres años.

1.4. La asistencia religiosa en otros centros públicos


El Acuerdo Jurídico entre la Santa Sede y el Estado español, de 3 de enero de 1979, reconoce
y garantiza el ejercicio del derecho a la asistencia religiosa de los ciudadanos internados en
establecimientos penitenciarios, hospitales, sanatorios, orfanatos y centros similares, tanto privados
como públicos.
Aunque el Acuerdo garantiza el derecho a la asistencia religiosa en los centros indicados su
régimen debe ser pactado entre las autoridades competentes de ambas partes; sin embargo, este
régimen acordado únicamente se ha llevado a efecto a propósito de la asistencia religiosa en centros
hospitalarios públicos.

2. Régimen especial de las confesiones minoritarias

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La Ley Orgánica de Libertad Religiosa garantiza el derecho de toda persona a «practicar los
actos de culto y recibir asistencia religiosa de su propia confesión».
Y añade que «para la aplicación real y efectiva de estos derechos, los poderes públicos
adoptarán las medidas necesarias para facilitar la asistencia religiosa en los establecimientos
públicos militares, hospitalarios, asistenciales, penitenciarios y otros bajo su dependencia, así como
la formación religiosa en centros docentes públicos».
La asistencia religiosa es, pues, un derecho subjetivo derivado directamente del derecho
fundamental de libertad religiosa.
Se trata, pues, de un derecho-libertad que requiere, en primer lugar, que se garantice al
interno la libertad de recibir o no recibir dicha asistencia, por lo que será necesario, en todo caso,
que solicite expresamente tal asistencia.
Es un derecho de la persona y no un derecho de la confesión a prestar dicha asistencia. En
cuanto derecho-libertad, la persona que se encuentra imposibilitada o privada de libertad física para
salir del establecimiento (recluso o enfermo) debe contar con la colaboración de la dirección del
centro para recibir dicha asistencia en el interior del mismo.
Los poderes públicos, por tanto, deben garantizar al interno su libertad para recibir o no
recibir la asistencia religiosa, y en segundo lugar, si desea recibirla, que tenga lugar en el interior del
centro, lo cual exige, por la propia naturaleza de la asistencia religiosa, que el ministro de culto de la
confesión respectiva pueda acceder al interior del centro.
Cuando la situación jurídica del interno (grado penitenciario en que se encuentre y régimen
de salidas que le corresponda; situación militar y régimen de permisos y licencias) o la condición
física lo permita (enfermos hospitalarios, residentes de la tercera edad) es evidente que la solución
razonable es autorizar la salida del centro y que acuda a recibir la asistencia religiosa en los lugares
de culto propios de la confesión.
El problema que nos ocupa se centra, sin embargo, básicamente en la prestación de asistencia
religiosa al interno que no puede salir del establecimiento y desea recibir esa asistencia. La fórmula
normal y general será garantizar el libre acceso del ministro de culto al establecimiento público.
Los Acuerdos con las confesiones minoritarias consagran el sistema de libre acceso.

A) En establecimientos militares
Los Acuerdos garantizan el derecho de los militares evangélicos, judíos e islámicos a recibir
asistencia religiosa y a participar en las actividades y ritos propios de la respectiva confesión.
La asistencia religiosa será dispensada por los ministros de culto de la respectiva confesión,
de acuerdo con los siguientes criterios:
1) FEREDE: «ministros de culto designados por las Iglesias pertenecientes a la FEREDE
con la conformidad de éste y autorizados por los mandos del Ejército.
2) FCIE: se autoriza esta función a los «ministros de culto designados por las Comunidades
pertenecientes a la Federación de Comunidades Israelitas de España».
3) CIE: se faculta, para el ejercicio de esta función, a los «imames o personas designadas
con carácter estable por las comunidades islámicas pertenecientes a la Comisión Islámica de
España».
En los Acuerdos con la FCIE y la CIE se regulan dos especialidades.
a) Derecho de salida:
Los militares judíos o musulmanes que no puedan cumplir las obligaciones religiosas por no
haber sinagoga o mezquita o, en su caso, oratorio en el lugar de destino, podrán ser autorizados para
el cumplimiento de aquéllas en la sinagoga o en la mezquita u oratorio de la localidad más próxima

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cuando las necesidades del servicio lo permitan.
b) La celebración de honras fúnebres:
Las autoridades correspondientes comunicarán el fallecimiento de los militares – judíos o
musulmanes – acaecido durante la prestación del servicio militar a los familiares de los fallecidos, a
fin de que puedan recibir las honras fúnebres y ser enterrados según el rito judío.
Las características más importantes de este Servicio de Asistencia Religiosa Militar es:
a) La relación de servicio (ministro de culto-Administración) podrá ser de carácter
permanente o no permanente, pero nunca militar.
b) Los miembros de este Servicio ejercerán sus funciones dentro del ámbito de las Fuerzas
Armadas y en pleno respeto al derecho constitucional de libertad religiosa y de culto.
c) Los miembros del Servicio no tendrán la consideración de militares.
El derecho fundamental a la asistencia religiosa queda así condicionado a los siguientes
criterios:
a) A la autorización de los jefes respectivos, que deberán facilitar lugares y medios para su
desarrollo.
b) A facilitar el acceso de los respectivos ministros de culto mediante la autorización de los
jefes respectivos.
c) La colaboración del Estado debe ser igual para todas las confesiones que han suscrito
Acuerdos.
Finalmente, es oportuno recordar que «la asistencia religiosa la prestan las confesiones, no el
Estado; los jefes militares tan sólo las autorizan. Están obligados a hacerlo y a facilitarlos».
Esto significa que el Estado se limita a “abrir la puerta” (sistema de libre acceso) a quien, en
principio, no puede entrar en el establecimiento militar (ministro de culto) y a abrir la puerta
también a quien, en principio, no pueda salir, (de libre salida,) en virtud del régimen de
internamiento.
Sólo autorizados en los Acuerdos con FCIE y CIE.

B) En otros establecimientos públicos


Los poderes públicos se comprometen a facilitar la asistencia religiosa en los
establecimientos públicos hospitalarios, asistenciales, penitenciarios y otros bajo su dependencia.
Los Acuerdos desarrollan este precepto de acuerdo con los siguientes principios:
a) Se garantiza el ejercicio del derecho a la asistencia religiosa a los internados,
proporcionada por ministros de culto designados por la propia confesión y autorizados por los
centros o establecimientos públicos.
b) Libre acceso al centro de los ministros de culto.
c) Respeto al derecho de libertad religiosa del interno y a las normas de organización y
régimen interno del centro.
d) Gastos ocasionados con cargo a la confesión.
Estos criterios responden a los principios que inspiran el sistema de libre acceso, y que, en
nuestra opinión, se ajusta mejor a los principios constitucionales – cooperación en un marco jurídico
de laicidad – y a lo preceptuado en la Ley de Libertad Religiosa, consistente en facilitar el acceso,
sin que ello constituya ninguna carga económica para los poderes públicos.
Un nuevo planteamiento del sistema parece advertirse en el Acuerdo de 20 de mayo de 1993
sobre asistencia religiosa católica en centros penitenciarios; aunque se mantiene la financiación de la
asistencia religiosa católica a cargo de los Presupuestos Generales del Estado.
La novedad se registra en la relación entre los ministros de culto y la Administración, que

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deja de existir se establece sin embargo entre el sacerdote y la diócesis, sin crear ninguna relación
jurídica entre la Administración y el ministro de culto. La Administración abona a la diócesis una
cantidad global – en la que se contempla el sueldo de los ministros de culto, de acuerdo con un
baremo establecido en el propio Acuerdo –, y es la diócesis la que debe abonar al sacerdote la
cantidad que le corresponda, así como el abono de la Seguridad Social.
Las fórmulas empleadas para la prestación de la asistencia religiosa católica – aunque
variadas (integración orgánica, relación contractual, convenio entre instituciones) – continúan
siendo fórmulas privilegiadas en las que, aunque sean diversas las relaciones de servicio entre
ministro de culto y Administración y en algún caso incluso hayan desaparecido, todas tienen en
común el hecho de que el coste de la asistencia religiosa corre a cargo de la Administración Pública.
Esto constituye una discriminación con respecto a las demás confesiones acordadas que
asumen los gastos ocasionados por la prestación de esta asistencia.

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