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Dossier: El siglo XIX de Tulio Halperin Donghi

En torno de Revolución y guerra

Fernando J. Devoto
Universidad de Buenos Aires

En 1972 aparecía en Buenos Aires un libro, mación como una extendida curiosidad hacia
Revolución y guerra, en el que muchos iban a temas y problemas muy diversos.
ver, en la Argentina y fuera de ella, justa- Sobre ese trasfondo, Revolución y guerra,
mente, la obra más madura producida por la cuya larga gestación remite, al menos, al le-
historiografía argentina en el siglo xx. Su au- jano 1961 ( fecha de publicación del largo
tor, Tulio Halperin Donghi, por entonces te- ensayo sobre “El Río de la Plata al comenzar
nía 46 años y una destacada carrera como his- el siglo xix” que, al igual que otro algo más
toriador en el marco de esa tradición breve de 1966, “La revolución y la crisis de la
historiográfica que tantos esfuerzos había he- estructura colonial en el Río de la Plata”, son
cho para renovar las lecturas del pasado ar- incorporados, con modificaciones muy meno-
gentino. Muy prestigiosos historiadores de res, en el nuevo libro), se destaca como un
diferentes contextos habían visto en él, desde nuevo paso adelante de Halperin, que se dife-
mucho antes, un talento excepcional y sus rencia en muchos planos de sus experiencias
mismas obras precedentes avalaban esos jui- historiográficas precedentes. Nos lo advierte
cios. Éstas, por otra parte, habían seguido iti- ya desde el prólogo al definir su obra como un
nerarios y registros muy diferentes que iban libro de historia política, aunque bien podría
desde el género de la Ideengeschichte (Eche- haberlo definido como un libro de historia so-
verría o Tradición política española e ideolo- cial de la política.
gía revolucionaria de Mayo) hasta variacio- Al prepararse para emprender la difícil ta-
nes en torno al modelo braudeliano (Moriscos rea de volver a transitar un tema que tantos
y cristianos viejos en el reino de Valencia), en la historiografía argentina habían recorrido
desde la historia serial cuantitativa (la enjun- antes que él, Halperin cree conveniente recor-
diosa investigación que llevaba a cabo, desde dar en la introducción a los dos númenes tute-
los años sesenta, en torno a las series de im- lares de la historiografía argentina moderna:
portaciones y exportaciones argentinas) a las Bartolomé Mitre y Vicente Fidel López. Al
grandes síntesis de conjunto (Historia con- evocarlos, Halperin no deja de señalar la
temporánea de América Latina) o al ensayo tensión que existe en ambos entre las dudas
sobre la política a él contemporánea (Argen- acerca del presente y del futuro argentino, con
tina en el callejón). Heterogeneidad que refle- relación al cual ocupan un lugar político ya
jaba, al menos en parte, tanto las matrices bastante marginal, y el optimismo con el que,
historiográficas muy diferenciadas de su for- aun con matices diferenciados, miran el pro-

Prismas, Revista de historia intelectual, Nº 15, 2011, pp. 169-174


ceso que historian. Más aun, sugiere Halperin, escribió entre 1883 y 1893, aunque parece
la “exorbitante” idea de un “destino miste- haber diseñado originalmente un cuadro cro-
rioso” inscripto desde los más remotos oríge- nológico más largo, no sólo hacia atrás sino
nes como caución para el futuro argentino le también hacia adelante (ya que en los volú-
parece una justificación tanto más necesaria menes iniciales se anunciaba hasta 1852), en
por la fragilidad que Mitre y López perciben su concreción culmina en diciembre de 1829
en el mismo presente. En cambio, nos dice y muy escenográficamente: con los funerales
Halperin, los historiadores argentinos con- oficiales de Dorrego organizados por Rosas.
temporáneos se encuentran en una situación Y aunque muchas razones personales puedan
diferente: el propio presente les parece, por aducirse para ese abrupto final, no es menos
un lado, “menos amenazado y menos admira- cierto que el mismo presenta un desenlace
ble”, y por el otro, a menudo, “insoportable”. bastante lógico para la historia que narra Ló-
¿Debemos colocar a Halperin en ese cua- pez, en la que, más allá de las grandilocuen-
dro de conjunto que él retrata? Quizá la res- tes efusiones patrióticas dispersas aquí y allá,
puesta sea menos importante que proponer el proceso revolucionario es menos un éxito
desde allí otras dos reflexiones. La primera que un fracaso, como el mismo prefacio lo
es que la larga elaboración de Revolución y sugiere bien. Halperin, que ha comenzado en
guerra es contemporánea de una profunda el mismo lugar que Mitre (el virreinato), con-
crisis argentina de la que él mismo ha dado cluye sin embargo, temporalmente, más ambi-
cuenta en su Argentina en el callejón y que guamente. Efectivamente, el grueso del relato
está llegando, en el momento de la edición se detiene en el momento 1820-1821 (como
del libro, a niveles de conflictividad, que ade- Mitre) pero a ello el historiador argentino
más de a la historiografía profesional están agrega una indagación, sustancialmente sobre
desbordando al país todo, y que el autor no el caso de Buenos Aires, que se expande hasta
podía no considerar sin preocupación. Esa mediados de la década de 1820 (capítulo IV,
misma crisis ha llevado a Halperin a seguir b) y todavía prolonga esa exploración en las
un largo periplo que desde la Argentina lo ha conclusiones, hasta llegar (como López) hasta
transportado primero a Inglaterra y luego a los ese rosismo, aludido en las líneas finales, hijo
Estados Unidos. Sin embargo, ese presente legítimo de las “brutales simplificaciones”
sombrío no es resuelto por Halperin a través que la independencia, la guerra y la apertura
de una reconstrucción del pasado compensa- económica habían impuesto al mundo riopla-
toria (a la manera que según él han hecho Mi- tense. Más cercano a Mitre en su estrategia de
tre y López). Por el contrario, la historia que investigador y en su idea de la forma de hacer
él relata, bastante desesperante en sí misma, historia, Halperin lo estaba más de López en
contiene un tono distanciado pero no menos las conclusiones menos optimistas que se po-
sombrío (en especial en la conclusión) que el dían deducir del proceso.
que podría deducirse de los sucesivos presen- La segunda reflexión posible es que si el
tes. Lo es también si prestamos atención a la presente influye de muchos modos en las pre-
cronología que propone. Mitre, como se sabe, guntas que el historiador formula al pasado (y
había culminado su Historia de Belgrano y en los climas de sus retratos del mismo), no
de la independencia Argentina en la crisis es menos cierto también que ese presente tan
de 1820-1821, vista como un momento pese rico de complejidades bien podía proveer al
a todo positivo en las posibilidades que en- autor de un conjunto de experiencias que lo
cerraba para el porvenir. López, por su parte, orientaran a buscar (más allá de su talento y
en su Historia de la República Argentina, que de su oficio historiográfico) esa misma com-

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plejidad en el pasado argentino y que le dieran imaginaba estrechamente relacionadas. Em-
una capacidad de comprensión (verstehen) pero, todavía en esos capítulos hay más cosas.
del mismo. Y efectivamente la primera im- Nótense por ejemplo las admirables páginas
presión que produce el libro es la riqueza casi dedicadas a un tema en ascenso, la “piedad”,
ilimitada de problemas y matices que con- en este caso la “piedad barroca” (por ejem-
tiene (y una persuasiva “comprensión” de los plo, poco después Michel Vovelle escribiría
mismos). Lo es tanto por la estrategia elegida en Francia, con otra estrategia metodológica,
−atención no sólo a los matices sino a lo parti- muchas páginas sobre el mismo argumento),
cular, lo individual concreto (una perspectiva o aquellas no menos penetrantes dedicadas al
más cerca del Historismus que del storicismo, Estado y sus finanzas.
si admitimos las diferencias entre ambos, en Detengámonos en aquellas dimensiones
cualquier caso bastante idiográfica)−, pero más extensamente tratadas: la económica y la
también lo es porque Halperin parece en este social, e intentemos, analíticamente, separar-
libro haber querido decirlo todo. las. Si nos detenemos primero en la historia
Una obra de la complejidad y las ambicio- social, un punto interesante es la deliberada
nes de Revolución y guerra presenta enormes ambigüedad del vocabulario que utiliza Hal-
dificultades de realización del tipo de las que perin para colocar en el relato a los distintos
tuvieron que enfrentar, por ejemplo, autores actores sociales. Un breve inventario de los
tan disímiles como Braudel en su Mediterra- términos que emplea incluye, por un lado,
née o Namier en su Structure of Politics. La “aristocracia”, “oligarquía”, “clase alta”,
solución del primero fue contar tres historias “clase dominante”, “sector hegemónico”,
(o la misma historia tres veces); la del se- “clase señorial”, “grupo dominante”, “gente
gundo, menos feliz, fue un producto abnorme decente” (con y sin comillas) , “nobles”, “sec-
cuyas partes, más allá de la eficacia demos- tores socialmente dominantes”, “clases altas”
trativa, ensamblan mal entre sí según los cá- y, por el otro, “plebe”, “pobres”, “vaga huma-
nones de un libro de historia. Halperin eligió nidad”, “sector indigente”, “sectores bajos”,
vías propias para lidiar con el problema, pero “clase baja” (en este último caso, y signifi-
ello no quita que este libro extraordinario cativamente, Halperin sugiere que el empleo
pueda ser visto como varios libros en un libro. de esa expresión puede constituir un “anacro-
Pongamos dos ejemplos. Por un lado es bien nismo”). Desde luego que los términos no son
visible que la primera parte (los dos prime- homólogos ni generalmente homologados
ros capítulos propuestos como marco general, por Halperin, solamente muestran en cuán
que en buena medida son asimismo los más gran medida esa atención a la complejidad de
antiguos) ensamblan limitadamente con la se- una sociedad que imaginaríamos más simple
gunda; por el otro –como argumentaremos– obliga al historiador a multiplicar los modos
hay aquí también dos historias paralelas, la de de denominar a los actores sociales para enri-
Buenos Aires y la del interior, que son inda- quecer la perspectiva. Y, desde luego, a todo
gadas de diferente manera. ello podríamos agregar los numerosos grupos
La primera parte (“el marco del proceso”) socio-ocupacionales que aparecen aludidos:
contiene tres dimensiones entrelazadas en el más allá de comerciantes de todo tipo, de clé-
relato: la geográfica, la económica y la so- rigos, de propietarios, de labriegos, de peones,
cial. Estas dos últimas, las más extensas, son de funcionarios, hay allí también transportis-
tratadas a la manera de esos años sesenta en tas, “dueños de tropillas y majadas” e incluso
que se hablaba de ellas como un todo o, mejor “squatters”. Y todavía aun, esclavos, negros,
aun, se pasaba de una a otra en tanto se las indios, mestizos, extranjeros europeos y “cas-

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tas” y “estamentos”. Todo ello refuerza aun las soluciones, Halperin parece balancearse
más la riqueza del cuadro presentado que, sin entre ambos quizás con una mayor propen-
embargo, trata de ser a su vez organizado en sión al segundo.
torno a distintos ejes y de no perder cohesión En relación con la economía, Halperin es-
interpretativa y narrativa. De todos modos, la coge una estrategia semejante a aquella con la
ambivalencia en el uso de los términos, en es- que indaga lo social. La misma es cualitativa
pecial para denominar a los sectores altos, re- y narrativa. Ciertamente, existía otra posibili-
flejaba otras tensiones en el mismo Halperin, dad que el mismo Halperin había explorado:
como lo muestra la segunda parte: en ésta un aquélla serial cuantitativa que, entre otros,
nuevo término hace su irrupción con fuerza y Ruggiero Romano defendía misionalmente en
se convierte en dominante en el texto (y ter- sus viajes a la Argentina. Sin embargo, Halpe-
mina incluso en el subtítulo del libro): “elite”. rin se decanta por la primera y ningún cuadro
Término que no implicaba, desde luego, nin- o gráfico irrumpe en el texto (y quizás ello ex-
guna distinción ni valoración sino una pers- plica en parte por qué el artículo que publicó
pectiva descriptiva, relativa y múltiple. en 1966 sobre “La expansión ganadera en la
Puede señalarse más en general que eran campaña de Buenos Aires” haya sido utili-
esos mismos años aquellos en que un largo zado muy fragmentariamente en el libro).
debate cruzaba la historiografía francesa y La opción escogida tenía, desde luego,
también europea en torno al vocabulario y en una larga tradición en la historia económica
torno a las clasificaciones, desde aquel que y estaba todavía plenamente vigente en esos
enfrentaba a la tradición marxista orientada años: ella ganaba en matices y en riqueza lo
a definiciones teóricas (Vilar/Soboul) con la que podía perder, en la mirada de entonces, en
de Labrousse y sus discípulos (orientados, a precisión. Más aun, ella era quizá la única dis-
partir de la empiria, a aplicar categorías so- ponible, como el mismo Halperin lo reconoce
cio-profesionales para organizarla) o a Mous- en el texto, dado lo engorroso y dificultoso
nier y sus discípulos, hostiles a la noción de que hubiera sido intentar reconstruir series
clase en cualquier definición propuesta (y confiables para una indagación que no se li-
favorables a la de órdenes) y más atentos a mitaba al puerto de Buenos Aires, sino que
otras dimensiones que incluían las relaciones quería recuperar la variedad de situaciones
verticales y no solamente las horizontales. De existentes en un interior que, como él mismo
todos esos debates, el recordado coloquio de señala, no era uno sino muchos.
Saint Cloud de 1965 y sus discusiones son un El resultado fue otro riquísimo cuadro, tan
buen ejemplo. En cualquier caso, Halperin atento a las diversidades que tiene en su cen-
(sabiamente quizás) parece no querer enro- tro algunas dimensiones de la actividad eco-
larse claramente en ninguno de esos u otros nómica: comercio y en menor medida moneda
bandos más rústicos en pugna (así como tam- (como lo era en la historiografía “annalista”).
poco participar de la correlativa discusión No se trata sin embargo de que se ignore aquí
entre utilizar para organizar lo social el vo- la producción (y en especial algunas dimen-
cabulario de los contemporáneos del período siones de la misma, como la inversión) y el
u otro creado ad hoc por los historiadores). consumo, sino de que lo que parece organizar
Tomando una observación de Labrousse, en la dinámica de la situación son mucho más
relación a su polémica con Mousnier, en la las relaciones que las distintas áreas del vi-
que señalaba que había dos tipos ideales de rreinato primero y del país independiente des-
historiadores, los que buscaban soluciones a pués establecen con sectores externos, sean
los problemas y los que buscan problemas a ellos otras áreas del antiguo virreinato o sepa-

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radas de él (como el Alto Perú) y el mercado revolucionarias, a las creencias, a los mitos
mundial. Desde luego que esta última dimen- impulsados o a los ritos laicos celebrados.
sión, tan clave en su análisis, ya había sido Todavía habría que agregar dos dimensio-
señalada por otros precedentemente, pero la nes más que sustentan el relato de Halperin.
solución propuesta por Halperin es mucho La primera es que ese proceso adquiere su in-
más compleja y persuasiva que las anteriores. teligibilidad al centrar su dinámica de análisis
La segunda parte del libro constituye el en los conflictos en el seno de las diversas eli-
verdadero pezzo di bravura. En especial, la tes o dentro de cada una de ellas. Ciertamente
titánica tarea de dar inteligibilidad al caótico las plebes, los sectores populares o las masas,
proceso abierto con la revolución, en cuyo términos que son utilizados por Halperin con
centro de indagación está ahora la política, amplia preferencia hacia el primero, están
atendiendo al complejo juego de actores, es siempre allí. La revolución y la política les
notable. Ella es lograda a partir de dos pre- han abierto la puerta. Sin embargo esa pre-
supuestos conceptuales. Ante todo, que son sencia amenazante es casi siempre pasiva y
los intereses de un grupo o de un individuo poco orientada a reclamar por sus intereses en
los que explican sus actitudes mucho más que forma clara o abierta. Incluso en ese caso de
sus ideas –y aun cuando éstas son introduci- gran movilización, que Halperin explora con
das, por lo demás bastante marginalmente en equilibrio, y que es el mundo rural de la Banda
el texto, son reconducidas a las lógicas so- Oriental, he ahí por ejemplo ese pobrerío ru-
ciales−. La segunda es que las decisiones de ral que parece muy poco entusiasta de apro-
los mismos son racionales y están orientadas vechar las ventajas que el célebre Reglamento
por cálculos y estrategias, por aproximativas artiguista les concede. Todo se trata mucho
e inciertas que en tantas ocasiones fuesen, más o de plebes movilizadas bajo forma de
vinculadas a la preservación o al incremento clientelas o de autopercepciones de las clases
del poder, de la posición o del patrimonio, dirigentes acerca de su peligrosidad (que de
según los casos. Desde allí es explicado el cualquier modo orientan comportamientos
posicionamiento y las opciones concretas de de esas mismas elites) que de otra cosa. In-
los distintos actores políticos. Sólo en muy cluso en las innovadoras páginas dedicadas a
pocos momentos el historiador se siente des- las elecciones en Buenos Aires, éstas aunque
fallecer en ese intento (por ejemplo, cuando revalorizadas como espacio de acción política
presenta la “devoción algo ciega” de algunos no lo son en el sentido de un acrecentamiento
prohombres y sus hijos a la figura de Alvear, del poder popular. Una historia, en suma, en
o cuando admite cuán confusas eran algunas la que el conflicto está omnipresente bajo tan-
cuestiones en torno a las razones que orien- tas formas pero no bajo aquellas más obvias
taron el comportamiento de Artigas en 1816 en esa estación historiográfica: la del conflicto
o, en especial, cuando, al explorar ese critico social entre amplios grupos antagónicos.
año 1820 en Buenos Aires, debe admitir que La otra dimensión tiene que ver con las dos
ese juego se ha hecho “desesperadamente historias paralelas (Buenos Aires y el Interior)
complejo”, lo que “hace aún menos fácil en- que Halperin nos presenta. Puede señalarse
tender el sentido de cada uno de los actos que aquí que mientras la de Buenos Aires está
tienen esa etapa revuelta”). Aun así, el his- mucho más organizada en el relato en torno a
toriador no se resigna y se niega a introducir actores colectivos, ellos mismos surcados por
otras dimensiones no racionales en la explica- múltiples facciones (por ejemplo, los políticos
ción del proceso histórico, como tampoco lo que han hecho “la carrera de la revolución”
hace directamente cuando alude a las fiestas o las distintas elites económicas o institucio-

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nales), en la lectura de esos conflictos en el “clientelas”. Finalmente, cuando todo se de-
interior rioplatense la mirada de Halperin es rrumba ¿no quedan esas redes interpersonales
parcialmente diferente. Mucho más peso re- trabajosamente tejidas y destejidas como el
lativo tienen aquí los linajes, las familias, sus tenue hilo que mantiene unidas a las provin-
clientelas (no exentas ellas mismas de conflic- cias que emergieron en el país independiente
tos en su seno) que otros actores sociales o ins- y que posibilitará la muy lenta construcción de
titucionales, con excepción de los cabildantes. una elite dirigente sobre bases no sólo locales?
Ello es inevitable dada la diferente densidad ¿Implica esa cercanía de Halperin a una termi-
de esas sociedades con respecto a una Buenos nología tan característica del network analysis
Aires que, de todos modos y sea dicho al mar- algún conocimiento de esa corriente (bien es-
gen, no sin dificultad podría ser considerada tablecida por ejemplo en Inglaterra desde los
una sociedad estructurada (la base demográ- años sesenta)? Quizás es menos importante
fica puede ser aquí argumento suficiente). Sin resolver el enigma que señalar en cuán gran
embargo, también ello puede vincularse con el medida el análisis de la sociedad se ha enri-
tipo de fuentes que maneja Halperin en uno quecido ulteriormente en la segunda parte.
y otro caso. Si para Buenos Aires puede re- Llegados a este punto, el comentarista debe
posar en una abundante cantidad de memorias admitir que su lectura da una imagen limitada
y autobiografías combinadas con las fuentes y empobrecida de una obra tanto más rica. No
del agn, con la Gaceta y con una historiogra- ha hablado, por ejemplo, del militarismo, de
fía erudita útil, en el interior eso no ocurre, la guerra ni de su resultante: esa forma crio-
en parte porque sociedades menos complejas lla de la “brutalización de la política” (en la
producen tantas menos fuentes como una lite- conocida expresión de Mosse) ni de tantas
ratura histórica menos abundante (el contrae- otras ideas fecundas que serían valiosas pis-
jemplo es la Banda Oriental), en parte porque tas para investigaciones posteriores. Puede
la indagación que ha hecho el autor sobre ellas todavía señalar que el libro contiene además
es mucho más limitada. Así, esa segunda his- de una riqueza de motivos una línea de argu-
toria depende más de, por ejemplo, algunas mentación persuasiva que ha suprimido to-
correspondencias como las del Deán Funes, dos los debates personalizados (presentes en
de Facundo Quiroga o de fragmentos de la otros trabajos precedentes). Esa riqueza, esa
de Artigas que de otras fuentes. No necesa- complejidad y a veces los pliegues del texto
riamente debemos lamentarnos. Esas fuentes le permitieron a Halperin brindar una imagen
más escasas que han sido exprimidas hasta la renovada de un período del pasado argentino
última gota (como le gusta señalar al mismo que contiene una interpretación también ella
Halperin en referencia a su oficio de historia- novedosa y en pugna con la exitosa literatura
dor) alientan una perspectiva más orientada a que en esos años hacía furor, desde distintas
explorar tanto los vínculos verticales junto con vertientes, revisionistas o marxistas, en la
los horizontales como las solidaridades que se convulsionada Argentina, aunque aquéllas no
establecen más allá de las exclusivamente eco- se percatasen siempre de ello. En la maestría
nómicas, políticas o profesionales (aunque a del autor tanto como en la estrategia escogida
veces las contengan). De ese modo, el texto (y, por qué no, en la distancia) están algunas
comienza a poblarse de nuevas expresiones de las posibles claves de un libro que hoy to-
ausentes en la primera parte, como “cliques”, davía leemos como si fuera de nuestro tiempo
“redes de relaciones”, “lazos familiares” o y no de otro. †

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