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Parroquia de San Pedro Apóstol,

San Pedro el Alto

Curso de coordinadores (as)

Catequesis sobre el Rosario

El Rosario
La palabra Rosario significa “Corona de Rosas”. La Virgen María ha revelado a muchas
personas que cada vez que rezan un Ave María le entregan una rosa y por cada rosario
completo le entregan una corona de rosas.

El Santo Rosario, es considerado como la oración perfecta porque junto con él está aunada la
majestuosa historia de nuestra salvación. Con el Rosario de hecho, meditamos los misterios
de gozo, de dolor y de gloria de Jesús y María. El santo Rosario es una oración bíblica por
excelencia, pues no es más que meditar el Evangelio con el Ave María como música de fondo.
Es una oración simple, humilde como María. Es una oración que podemos hacer con ella, la
Madre de Dios. Con el Ave María la invitamos a que rece por nosotros. Ella une su oración a
la nuestra. Por lo tanto, ésta es más poderosa, porque María recibe lo que ella pide, Jesús
nunca dice no a lo que su madre le pide.

La Historia del Santo Rosario.


La práctica de rezar el rosario comenzó desde los primeros siglos de la Iglesia cuando los
laicos quisieron imitar a los monjes, quienes oraban los 150 salmos cada día. Los laicos, que
en su mayoría no sabían leer, sustituían los salmos por 150 Ave Marías; y para contar iban
haciendo nudos en un lazo. En el siglo XIII, Domingo de Guzmán, un santo sacerdote que
luchaba para convertir a los que se habían apartado de la Iglesia por la herejía de los
albigenses, quienes enseñaban que Jesús no es Dios; negaban los sacramentos y la verdad
de que María es la Madre de Dios, trabajo por años en medio de estos desventurados. Con
su predicación, oraciones y sacrificios logró convertir a unos pocos, pero las conversaciones
se desvanecían rápidamente.

La Virgen acudió en ayuda de Santo Domingo. Se le apareció en el año 1208; en su mano


sostenía un Rosario y le enseño a recitarlo. Le encargo predicar esta devoción por todo el
mundo y le dijo, además, que lo utilizara como arma poderosa en contra de los enemigos de
la Fe, prometiéndole que muchos pecadores se convertirían y obtendrían abundantes gracias.
Domingo salió de allí lleno de celo, con el Rosario en la mano. Efectivamente, lo predicó, y con
gran éxito porque muchos albigenses volvieron a la fe católica.
Objeciones y respuestas acerca del Santo Rosario.

Primera objeción: “ El Rosario no está en la Biblia”


Respuesta: El Rosario es la oración bíblica por excelencia, pues en él se contemplan uno a
uno los misterios de la vida de Cristo, desde su infancia (Misterios Gozos), pasando por su
vida pública (misterios Luminosos), hasta su pasión y muerte (misterios dolorosos). El Rosario
es un compendio del Evangelio, es una oración bíblica Cristo céntrica por excelencia.

El Ave María está en la biblia, es más, es una oración compuesta por el mismo Dios (Lc. 1,
28,39). El Padre Nuestro está en la biblia (Mt 6,8), y cada uno de los misterios que se
contemplan en él corresponden a pasajes del Evangelio

Segunda Objeción; “El Rosario es la repetición de la repetidera “


Respuesta: El Rosario, más que una oración es meditación y redunda en el bien de los
cristianos cuando lo hacemos en un profundo espíritu de meditación en los misterios de la Fe.
La repetición de las oraciones vocales solo marca el tiempo de la meditación. El mismo Jesús
(nos dice la biblia), repetía las mismas palabras una y otra vez en el huerto de los olivos (Mc
14,39). En la liturgia celestial que se describe en el apocalipsis, los cuatro vivientes que
estaban ante el trono de Dios, repiten sin descanso día y noche: “Santo, santo, santo, Señor,
Dios todo poderoso”, aquel que era, que es y que va a venir. (Ap 4,8).

Tercera Objeción: “Solo lo hago cuando siento “


Respuesta: como sabemos el amor más que un sentimiento es una decisión; una mamá no
solo atiende a su bebe recién nacido cuando siente ganas de hacerlo, de seguro que si él bebe
llora en la madrugada ella no se sentirá muy bien levantándose a ocupar de él; sin embargo,
su amor está por encima de lo que siente. Así mismo debe ser el amor que nosotros
profesamos a Dios y a su santísima madre, no puede estar marcado por el sentimiento, debe
ser una fuerte convicción. Sabiendo, además, que no es Dios quien necesita de mi oración,
soy yo mismo quien lo necesita. Si dejo de orar Dios no pierde nada por eso, soy yo quien me
pierdo de sus gracias.
Modo de rezarlo

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