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Al pueblo: pan y circo

En los últimos meses del año es común que los Alcaldes y sus corporaciones publiquen la
inauguración de ostentosas obras de infraestructura. Además iluminan los cascos urbanos y
últimamente las principales comunidades rurales, con luces de colores; también ofrecen
convivios y le desean al pueblo paz y prosperidad.

Para las ferias patronales gastan, porque no se puede decir que es inversión; gran cantidad
de recursos financieros en la contratación de reconocidos grupos musicales, que le den a la
población un momento de alegría y la oportunidad de olvidarse de los problemas. Entonces
el pueblo dice: ¡Que buen Alcalde tenemos!

Bien conocido es el dicho «Al pueblo, pan y circo», que muy probablemente todos hemos
escuchado alguna vez y que, de hecho, se generó entre los gobernantes de la antigua Roma;
precisamente porque acostumbraban ofrecerlo al pueblo a cambio de obediencia, de su
confianza y, sobre todo, de mantenerse alejados de los asuntos que preferían conservar
dentro del círculo político.

La organización de espectáculos, la construcción de obras de cemento y hierro, para el


esparcimiento de la población, es una manera de mantener el control de los habitantes del
municipio.

La culpa no es totalmente de los políticos sino radica en la ignorancia de la personas que


prefieren un alto grado de adrenalina, tensión, e incluso ver sangre como en los rodeos; que
exigir su derecho a tener una ciudad segura, limpia, con servicios públicos de calidad y el
manejo honesto de los fondos públicos.

Los chiquimultecos no pensamos muy distintos de los romanos del siglo I, cuando el
emperador Nerón construyó diversos teatros y promovió competiciones y pruebas atléticas,
incluyendo la masacre de cristianos; quienes fueron devorados por los leones, ante la
histeria de la población que disfrutaba del evento, y se olvidaba de los verdades problemas
de la ciudad. Hoy muchos Alcaldes actúan igual que este emperador, organizando
espectáculos que podrían equipararse con el de estos antiguos eventos.

La distracción es una estrategia política que usan muchos alcaldes y en general los
políticos, para ocultar los verdaderos problemas de los municipios; ante la incapacidad de
poderlos resolver, o con la vileza e irresponsabilidad de robarse los fondos municipales,
que pertenecen a toda la población.

Mucha culpa tiene el sistema educativo, de esta situación de complacencia y de complicidad con
este actuar de los políticos. Porque enseñan más a obedecer que a reflexionar, a repetir en vez
de analizar. Ya lo dice el refrán "Quien no conoce su historia está condenado a repetir sus
errores".

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