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PAUL VERLAINE

Metz, 1844 - París, 1896) Poeta francés. Considerado el maestro del decadentismo y
principal precursor del simbolismo, es, en realidad, el único poeta francés que merece
el epíteto de «impresionista» y, junto con Victor Hugo, el mayor poeta lírico francés del
siglo XIX. En 1851 su familia se instaló en París, donde Verlaine trabajó como
escribiente en el ayuntamiento (1864). En 1866 publicó su primer libro, Poemas
saturnianos, que revela la influencia de Charles Baudelaire, al que siguieron Fiestas
galantes (1869), en el que describe un universo irreal a lo Watteau, y La buena
canción (1870).

De familia perteneciente a la pequeña burguesía, su padre, como el de Arthur


Rimbaud, era capitán del ejército. Hizo sus estudios en París, y llegó a trabajar en el
ayuntamiento. Frecuentó los cafés y salones literarios parisinos, y en 1866 colaboró en
el primer Parnaso contemporáneo publicando los Poemas saturnianos, influenciados
por Baudelaire, aunque ya anunciaban el «esfuerzo hacia la Expresión, hacia la
Sensación devuelta» (carta a Mallarmé del 22 de noviembre de 1866), propósito que
desarrollaría en sus mejores obras. En el año 1869, las Fiestas galantes, fantasías
evocadoras del siglo XVIII de Watteau, confirmaban esta orientación. En 1870, se casó
con Mathilde Mauté, a quien escribió La buena canción.

Al mes siguiente, la joven pareja empezó a vivir con los padres de Mathilde, fue
entonces cuando Arthur Rimbaud aparece en su vida y la cambia completamente.
Rimbaud se muda con ellos por invitación de Verlaine, el cual había descubierto el
genio precoz del adolescente. Al poco tiempo ambos se hacen amantes y, después de
que el comportamiento de Rimbaud escandalizara a los círculos literarios parisienses,
Verlaine deja a su mujer y se va con el joven poeta a Londres. Durante este viaje,
escribe una gran parte de la colección Romanzas sin palabras.

En julio de 1873 viaja con Rimbaud a Bruselas (Bélgica). El 10 de julio de 1873, Verlaine
dispara dos veces sobre su joven amante, que resulta herido en una muñeca.[1] El
poeta es condenado por el juez Théodore t'Serstevens a dos años de cárcel, que cumple,
primero en Bruselas y, posteriormente en el nuevo penal de Mons. Durante su estancia
en la prisión (octubre de 1873 a enero de 1875) Verlaine elabora la base de un libro que
no verá nunca la luz (Carcelariamente). Su esposa obtiene la separación, tras un proceso
iniciado en 1871. En prisión se convirtió al catolicismo, en la madrugada, escribió, de
una «mística noche». De esta conversión data probablemente el abandono
de Carcelariamente y la idea de recopilar Sabiduría, que formará parte, con Antaño y
hogaño (1884) y Paralelamente (1888), de una gran antología.

Al salir de prisión, vuelve nuevamente a Inglaterra y después a Rethel, donde ejerce


como profesor. En 1883, publica en la revista Lutèce la primera serie de los «poetas
malditos» (Stéphane Mallarmé, Tristan Corbière, Arthur Rimbaud), que contribuye a
darlo a conocer. Junto con Mallarmé, es tratado como maestro y precursor por los
poetas simbolistas y decadentistas. En 1884, publica Antaño y hogaño, que marca su
vuelta a la vanguardia literaria, aunque el libro estuviera compuesto
fundamentalmente por poemas anteriores a 1874.
A partir de 1887, a medida que su fama crece, cae en la más negra de las miserias. Sus
producciones literarias de esos años son puramente alimentarias. En esta época pasa el
tiempo entre el café y el hospital. En sus últimos años fue elegido «Príncipe de los
Poetas» (en 1894) y se le otorga una pensión. Prematuramente envejecido, muere en
1896 en París, a los 51 años por sobredosis de sustancias alucinógenas. Al día siguiente
de su entierro, varios paseantes cuentan un hecho curioso: la estatua de la Poesía,
ubicada en la plaza de la Ópera, perdió un brazo, que se rompió junto con la lira que
sujetaba, en el momento en que el coche fúnebre de Verlaine pasaba por allí.

INFLUENCIA

La influencia de su obra es inmensa entre sus contemporáneos, pero crece con el paso
del tiempo, siendo considerado por la crítica como el padre del simbolismo y el
decadentismo. La obra modernista de algunos poetas del ámbito hispano, como Rubén
Darío, José Martí o Manuel Machado, son consecuencia directa de la poesía de
Verlaine. Poemas saturnianos, Sabiduría y Antaño y hogareño, de su lírica, y Mis
hospitales, Mis prisiones y Los poetas malditos, de su producción en prosa, constituyen
lo más señero de su creación.

La influencia de Verlaine fue grande y no hizo más que crecer tras su fallecimiento,
tanto en Francia como en el resto del mundo. En castellano, el modernismo no puede
entenderse sin la figura de Verlaine. La obra de algunos grandes poetas del ámbito
hispánico, como Rubén Darío, Manuel Machado, José Martí o Pablo Neruda son
consecuencia directa o indirecta de la del poeta francés.

SIMBOLISMO FRANCÉS

El auge del movimiento no llegó hasta que surgió Verlaine, quien marcó las pautas de
su estética y consiguió que numerosos jóvenes de su generación se sintieran atraídos
por este movimiento, reemplazando así al realismo, línea estética imperante del
momento.

Para comprender mejor este movimiento es importante señalar sus diferencias con el
realismo y el naturismo, corrientes en auge cuando éste surgió.

Las mismas encaraban el arte desde la realidad cotidiana ubicando a ésta en un espacio
superior a todo, dejando de lado el idealismo, los aspectos oníricos y la imaginación.

El simbolismo presentó una nueva forma de plasmar esa realidad cotidiana, a partir
del juego de los elementos y las palabras y colores. En el caso de Verlaine, por ejemplo,
creó una lírica donde la música y las palabras se fusionaban al punto de convertirse en
una sola y llenar de colores la poesía.

LA POPULARIDAD Y LA MISERIA

Una de las cuestiones más paradójicas en la vida de Verlaine es el que haya escrito
obras de erotismo heterosexuales cuando sus inclinaciones demostraban claramente un
inclinación homosexual o bisexual.

La otra, es que haya sido nombrado como el «Príncipe de los poetas» (esto ocurrió en
1894) siendo que vivía en un estado de miseria, tristeza y soledad casi absoluto; pese a
ello, daba conferencias literarias e intentaba mantenerse en los círculos literarios del
momento.
Paul Verlaine fue una figura indiscutible del simbolismo y al que muchos otros le
deben la fama; es necesario mencionar que si bien otros autores como Rimbaud o
Mallarmé gozaron de cierta popularidad, la misma se habría apagado si Verlaine no
insistiera en lo geniales que habían sido.

Además, muchos autores posteriores se inspiraron profundamente en Paul y en su


estilo, tal es el caso de Daría, Neruda o incluso Machado; por lo que podríamos decir
que sin Verlaine la poesía tal cual hoy la entendemos, con los nombres que circulan en
ella no sería porque el modernismo, movimiento del que Rubén Darío fue precursor,
no podría haberse gestado como lo hizo.

LOS POETAS MALDITOS

En su obra «Los poetas malditos», que se considera una de las fundamentales del
simbolismo, expresa que la genialidad que cada uno poseía se había convertido
también en su maldición, ya que los había ubicado lejos del resto de las personas y los
había llevado a escribir de forma hermética.

Además tuvieron vidas trágicas donde las tendencias autodestructivas fueron


absolutamente cruciales y de alguna manera influyeron para que no explotaran al
máximo sus dotes.

Sin embargo agrega, estas actitudes eran consecuencia de la capacidad que poseía; de
este modo, su mayor cualidad y por la cual el mundo entero los recordará, fue también
su peor condena.

El concepto de Verlaine del poeta maldito fue en parte tomado del poema de Charles
Baudelaire llamado Bendición, que inicia su libro Las flores del mal. El término se
generalizó luego para referirse a cualquier poeta (o a un escritor de otros géneros) que,
independientemente de su talento, es incomprendido por sus contemporáneos y no
obtiene el éxito en vida; especialmente para los que llevan una vida bohemia, rechazan
las normas establecidas (tanto las reglas del arte como los convencionalismos sociales)
y desarrollan un arte libre o provocativo.

POEMA EXTRAIDO DE POEMAS

Mujer y gata

La sorprendí jugando con su gata,


Y contemplar causóme maravilla
La mano blanca con la blanca pata,
De la tarde a la luz que apenas brilla.

¡Como supo esconder la mojigata,


Del mitón tras la negra redecilla,
La punta de marfil que juega y mata,
Con acerados tintes de cuchilla!

Melindrosa a la par por su compañera


Ocultaba también la garra fiera;
Y al rodar (abrazadas) por la alfombra,
Un sonoro reír cruzó el ambiente
Del salón… y brillaron de repente
¡cuatro puntos de fósforo en la sombra!

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