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Mareado, rondando a través de las calles enjauladas, alrededor de escandalosas y extrañas

parvadas de aves, caminaba perdido, jugando al laberinto en tan desconocida zona de la ciudad.
Después de perder de vista a sus amigos y olvidar los rumores de tal aterrador lugar, continuo
pensando que encontraría el camino a casa, el miedo transformado en duda y la duda
transformada en ignorancia fueron su perdición, pero ni siquiera su victimario lo sabía.
Los jadeos y gritos cada vez eran más fuertes, no sabía si era él o aquellos ruidos quienes se
estaban acercando, sin embargo continuó, con su cuerpo temblando por el frío y su mente
confundida.
Al llegar a un callejón cayó al suelo frente a lo que presenciaban sus ojos. Una figura inmensa,
espeluznante, se mezclaba entre la oscuridad, sus alas extendidas del color de la más oscura
sangre. Sus ojos brillaban, y su gran mandíbula manchada de sangre, que se resbalaba de su
boca.
Debajo de la pezuña se encontraba el cuerpo aplastado y configurado de lo que parecía ser una
mujer joven, un charco de sangre inmenso que parecía acercarse a sus pies.
Estaba en shock, grito cuando la gran figura alada de abalanzó hacia él y trato de huir, pero una
garra atravesó su pierna haciéndolo soltar un grito desgarrador mientras comenzaba a llorar.
Araño el suelo tratando de librarse pero era imposible, cuando estuvo debajo de monstruo, cerró
los ojos, su cuerpo estaba cada vez más adolorido.
—Abre los ojos muñeca.
Una voz gutural y profunda se pasó por sus oídos haciéndolo temblar.
Parpadeo y encima de él se encontraba un hombre grande, de cabello algo largo y ojos dorados.
Permaneció inmóvil, y soltó un quejido cuando el otro lo agarro del cuello, apretándolo y
sometiéndolo contra el suelo.
—Pero que tenemos aquí, otro humano de mierda...
El ahora hombre, lo miro detenidamente, con una mirada profunda que lo lleno de terror.
Comenzó a llorar nuevamente, está vez más fuerte, le costaba respirar cada vez más, rogó por
piedad mientras trataba de salir del agarre del hombre.
—¡Cállate! Si no quieres que explote tu cabeza.
Samuel cerró la boca mientras sollozaba, las lágrimas no podían dejar de salir.
—Es una lastima que seas así, a primera vista no luces como el típico humano, al parecer me he
equivocado...
Observó cómo la piel del brazo del hombre se rompía, como la carne se transformaba en aquella
garra poderosa y enorme. Y como se acercaba hacia su cabeza. Estaba absolutamente
aterrorizado, comenzó a gritar, a llorar, estaba desesperado, cuando observó la cara del hombre,
estaba se veía horrible, una sonrisa diabólica y unos ojos totalmente hambrientos de sangre.
Cuando sintió que la garra tomaría su cabeza, su vejiga se libero y sintió como aquel líquido
caliente recorría toda su entrepierna hasta sus pies, y de inmediato, cayó desmayado a causa de
toda la situación.

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