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Titanomaquia

En la mitología griega, la Titanomaquia (en griego antiguo Τιτανομαχία Titanomakhía) es la batalla que
libraron los Olímpicos contra los Titanes,1 conocida coloquialmente como la Batalla de los Titanes o
la Guerra Titánica.

La fuente principal de este capítulo mitológico es la que nos proporciona la Teogonía de Hesíodo. Allí se dice
que los titanes — Océano, Ceo, Crío, Hiperión, Jápeto, Tea, Rea, Temis, Mnemósine, Febe, Tetis y Crono —
eran los doce hijos más jóvenes de Urano y Gea. Estos primordiales habían engendrado antes a
los cíclopes («monstruos con un solo ojo») y a los hecatónquiros («cien manos»). Tras llegar a la
virilidad Zeus obligó a Crono a vomitar a sus hermanos, liberó a los cíclopes y a los hecatónquiros, y se alió
con ellos para vencer a su padre. Crono y sus hermanos fueron derrotados por Zeus y sus aliados en una terrible
guerra, la Titanomaquia, en la que tomaron parte todos los dioses. Los titanes fueron encadenados y arrojados
al Tártaro, situado en las entrañas de la tierra; pero uno de los hijos de Jápeto, Atlas o Atlante, fue condenado a
llevar la bóveda del cielo sobre sus hombros durante toda la eternidad, por haber apoyado a Crono. Diez años
duró la contienda entre los dioses antiguos y los más advenedizos; dos razas de deidades muy anteriores a la
existencia de la humanidad. Los Titanes tomaron como su sede el monte Otris, en tanto que
los Olímpicos estaban apostados en el monte Olimpo. Este monte se convertiría desde entonces en el hogar de
sus nuevos gobernantes. El marco para esta importante batalla fue creado después de que el titán más joven, Crono,
derrocase a su propio padre, Urano (dios del Cielo y primer gobernante del universo), 12 con la ayuda de su madre, Gea (la
Tierra). Crono castró entonces a su padre, se apoderó de su trono y liberó a sus hermanos titanes, que habían sido
encerrados en el Tártaro bajo el reinado tiránico y egoísta de Urano.2

Sin embargo, al ser usurpado su puesto, Urano profetizó que los propios hijos de Crono se rebelarían contra su
gobierno igual que habían hecho él y sus hermanos. Por miedo de que sus futuros hijos se rebelasen contra él,
Crono se convirtió en el terrible rey que su padre Urano había sido, y se tragaba enteros a sus hijos a medida
que nacían de su esposa y hermana Rea. Sin embargo, según una leyenda arcadia recogida por el geógrafo
griego Pausanias en su Descripción de Grecia, Rea logró esconder a su hijo Zeus, y en lugar de Zeus le entregó
una piedra envuelta en pañales.13 Otros más alegan que Poseidón no fue devorado ni vomitado sino que Rea dio
a Crono en lugar de él un potro y lo ocultó entre las manadas de caballos.14 Los cretenses, refieren que Zeus
nace cada año en la misma cueva con un fuego centelleante y un chorro de sangre, y que cada año muere y lo
entierran.15
Rea llevó a Zeus a una cueva en la isla de Creta, donde este fue criado por los Curetes y las
ninfas Adrastea e Ida.16 Cuando Zeus se hizo mayor, Metis dio a Crono una poción emética, que provocó que
este vomitara a los hijos que se había tragado. Zeus los llevó entonces a la rebelión contra los Titanes.
Antes de comenzar la guerra, Zeus reunió a sus aliados e hizo un sacrificio en el altar que le habían construido
los Cíclopes, para conmemorar su alianza. Zeus dedicó sus ofrendas a Urano, Gea y Helio.18 Este altar fue
puesto entre las estrellas como la constelación de Ara, el altar. Como señal de buena ventura surgió un águila
en los cielos, que Zeus también catasterizó entre las estrellas.

Entonces los Olímpicos, guiados por Zeus, declararon la guerra a la anterior generación de deidades, los
Titanes. En el bando olímpico se encontraban los otros Cronidas: Hestia, Hera, Deméter, Hades y Poseidón,
quienes habían sido devorados por su padre y ahora buscaban venganza.21 La titánide Hécate también se puso
del lado de Zeus, y por eso el Cronida le mantuvo su dignidad como diosa con poder en los cielos, el mar y la
tierra.22 Por consejo de Océano, Estigia condujo a sus cuatro hijos, Crato, Zelo, Bía y Nike, al lado de Zeus;
por ser la primera en acudir a su llamada, Zeus hizo a las aguas del Estigia como fuente de su juramento
irrevocable, que Iris se encargaba de recoger en una cratera.23 Además los Hecatónquiros de cien brazos y los
Cíclopes de un ojo, que habían sido encarcelados previamente por Crono, ayudaron a los Olímpicos para
satisfacer su venganza. Zeus, para liberar a sus tíos — al menos a los Cíclopes — mató a la carcelera del
Tártaro, Campe. Estos Uránidas ayudaron fabricando las famosas armas de Zeus, los rayos, el tridente de
Poseidón y el casco de invisibilidad de Hades. Incluso se dice que Pan también se posicionó del bando
olímpico, emitiendo tales alaridos que pusieron en fuga a los titanes.2526 También Gea, la Tierra, que apoyaba
el bando de Zeus — para vengarse del aprisionamiento de los Centímanos y Cíclopes a manos de Crono—,

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envió al enorme ofiotauro, esto es, un inmenso toro con cola de serpiente, que arremetió contra los titanes.27
Otros dicen que el ofiotauro apoyaba a los Titanes y que Éstige, alertada por las Moiras, tuvo que encerrarlo,
mientras que Briareo lo destruía con un hacha de adamantina.28 Gea también había profetizado que Zeus
conseguiría la victoria tras diez años de guerra.29 Los autores tardíos también incluyen a otros dioses olímpicos
hijos de Zeus durante la batalla, al menos a Atenea, Ares, Dioniso, Apolo y Ártemis, pero esto parece una
confusión con la gigantomaquia.3031 Por lo menos de Ares se dice que poseía una «lanza destructora de
titanes», aunque esto podría ser una simple metáfora bélica.

Los Titanes, encabezados por Crono, incluían al menos a Ceo, Crío, Hiperión y Jápeto, así como los hijos de
este, Atlas y Menecio; todos ellos participaron explícitamente en la Teogonía. De Palante, Perses y Astreo,
hijos de Crío, se puede interpretar implícitamente que también estaban incluidos, pero ninguna fuente lo
contempla. Otro aliado de los titanes fue Egeón, hijo de Ponto y Gea, que residía en los mares.33 Azeo, un hijo
de Gea, también luchó favoreciendo a los titanes;lo mismo que Equídnades, quien incluso fue utilizado por
Crono para recibir el impacto del rayo de Zeus. Los Hecatónquiros, para agradecer su nueva libertad, ayudaron
a los Olímpicos arrojando enormes piedras a los Titanes, de cien en cien, que terminaron sepultando a sus
enemigos, dándole así la victoria definitiva a Zeus y los suyos. Dos diosas hermanas permanecían como
heraldos en los dos bandos, siendo Iris la mensajera del bando olímpico en tanto que Arce lo era del bando
titánico.

Habiendo logrado por fin la victoria tras toda una década de guerra, los Olímpicos dividieron el botín entre
ellos y se decidieron entonces por el reparto del lote del universo. No obstante aquí existen dos versiones. La
homérica nos dice que los tres Cronidas hicieron un sorteo: A Zeus le tocó el dominio del cielo, el del mar a
Poseidón, y el del inframundo a Hades; pero la tierra quedó como territorio común. La versión hesiódica dice
que tras finalizar la teomaquia y por indicación de Gea, animaron a Zeus a ser el soberano de los inmortales, y
este les distribuyó a sus dos hermanos cada lote.

Decidieron entonces encerrar y encadenar a los Titanes derrotados en el Tártaro, las más hondas profundidades
del inframundo;40 se dice que Poseidón había construido los muros de bronce.41 Desde entonces los titanes
son llamados dioses ctónicos. Una fuente especifica que Océano no participó en la titanomaquia. En cuanto a
las seis titánides hesiódicas, Hesíodo dice que «lucharon todos, hembras y varones, los dioses Titanes y los que
nacieron de Crono», pero ninguna fuente nos proporciona más datos al respecto. No debieron ser castigadas,
porque después de la titanomaquia el autor cita, en el catálogo de esposas de Zeus, al menos a las titánides
Metis, Temis, Eurínome, Mnemósine y Leto.Metis ayudó a Zeus a derrocar a Crono por lo que suponemos que,
aunque no participase en la guerra, estaría alineada a favor de los olímpicos. A Dione se la describe morando en
el Olimpo, y en ninguna fuente se nos dice que Rea fuera condenada, pero tampoco se la cita habitando en el
Olimpo. En realidad en ninguna fuente se nos habla de que las titánides fueran condenadas en el Tártaro, con la
única excepción de Arce. También se cuenta que durante la guerra los titanes enviaron desde Bactriana a los
Coribantes para que custodiaran a su hermana Rea.

Otros titanes que no fueron encerrados en el Tártaro fueron Atlas, Epimeteo y Prometeo; no obstante a Menecio
lo fulminó Zeus con un rayo «por su insolencia».49 Urano, el cielo, casi se había derrumbado sobre la tierra
tras la guerra debido al enorme estruendo que había provocado la devastadora contienda bajo él; una enorme
humareda se levantó, llegando incluso al mismísimo Caos.50 Zeus dispuso que Atlas, como castigo ejemplar,
sujetase la bóveda celeste por toda la eternidad sobre sus fatigados hombros.51 Por su parte Prometeo había
arengado a sus parientes de que se abstuvieran de combatir contra Zeus, pues ya estaba predestinada la victoria
de los Olímpicos. Prometeo era un titán sabio y supo prever su destino, convenciendo a su hermano Epimeteo
de que siguiera sus pasos y no participase en la batalla; por ello ambos hermanos tampoco fueron castigados.

Sobre el destino de Crono existen al menos dos variantes míticas: la tradición más antigua, reflejada en ciertas
fórmulas homéricas y hesiódicas,supone que Crono habita en el Tártaro rodeado por el resto de los titanes. Una
tradición posterior señala que Crono fue luego liberado por voluntad de Zeus, y que quedó reinando en las islas
de los Bienaventurados. Esta versión queda atestiguada en una interpolación a Trabajos y días, y en algunos
versos de Píndaro. Los Hecatónquiros quedaron montando guardia en el Tártaro sobre los prisioneros. También
Poseidón, para agradecer la ayuda que le prestó el centímano Briareo, lo casó con su hija Cimopolea.

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Caos y los dioses primigenios
Mitología griega y sus dioses primigenios

Caos es la Nada, el Vacío, el origen de todo. Su nombre en griego es Χάος. Fue el primero en aparecer cuando
todo era desorden, porque a partir de él se originan todos los dioses griegos y fuerzas elementales (los
protogenoi).

Tártaro (Τάρτᾰρος) es la profundidad de la Tierra, el abismo. Es oscuro y misterioso, un lugar por debajo del
inframundo donde van a parar aquellos que han cometido los más graves pecados. Para Platón, todos los ríos
atravesaban el Tártaro y desde allí fluían hacia la Tierra. Virgilio, en cambio, describe el Tártaro como un lugar
maldito del que nadie puede escapar, cerrado por una enorme puerta que custodia la monstruosa Hidra.

Gea: Gea o Gaia (Γαῖα) es la Madre Tierra, la madre de todos los dioses, hombres y seres que la habitan. Los
dioses celestiales descendían de Gea a través de su unión con Urano; los dioses del mar de su relación con
Pontos; los Gigantes de su apareamiento con Tártaro y los simples mortales nacieron directamente de su carne
terrestre. En la antigua cosmología griega, se pensaba que Gea, es decir, la Tierra, era un disco plano rodeado
por el río Océano. Encima estaría la bóveda celestial (Urano) y por debajo la gran fosa que era Tártaro. Gea
sostenía los mares y las montañas sobre su pecho.

Gea fue la principal antagonista de los dioses celestiales. Primero se rebeló contra su marido Urano, que había
apresado a varios de sus hijos gigantes en su vientre. Más tarde, cuando su hijo Crono la desafió encarcelando a
esos mismos hijos, se puso del lado de Zeus en su rebelión. Finalmente, entró en conflicto con Zeus porque se
enfadó por el aprisionamiento de sus hijos titanes en el Tártaro. Gea creó una tribu de Gigantes y, más tarde, al
temible Tifón para derrocar a Zeus, pero ambos fracasaron en sus intentos.

En la pintura de las cerámicas griegas, Gea era representada como una matrona que surgía de la tierra,
inseparable de su elemento nativo. En el arte del mosaico, aparece como una mujer de figura completa,
recostada sobre la tierra, a menudo vestida de verde, y a veces acompañada por los Carpo (Καρπω) -frutos- y
las Horas (Ὧραι) – las estaciones.

Érebo: Érebo (Ἔρεβος) es la oscuridad y la sombra. También se le llama Skotos (Σκότος), que significa
oscuridad.

Nix: Nix (Νύξ) es la diosa de la noche y madre de muchos otros dioses. La noche lo envuelve todo en su
oscuridad cada día, así que es fácil comprender la importancia que tenía Nix para los griegos. Creían que Nix
residía en el Tártaro, de donde salía cada noche para bloquear al día y la luz. Suele representarse como una
mujer vestida de negro, rodeada de brumas y, a veces, acompañada de alguno de sus hijos.

Eros: Eros (Ἔρως) es el dios del amor, estaba presente desde el principio del cosmos. Otros autores más
tardíos dicen que Eros era hijo de Afrodita y Ares. A veces se le representaba como un chico guapo y
musculoso que llevaba un arco con flechas. Después se le taparon los ojos con una venda, por aquello de que el
amor es ciego. Finalmente, ya en el Renacimiento, se convirtió en un niñito regordete y travieso que iba
enredando los corazones.

La familia de Nix y Érebo

Éter: Éter (en griego antiguo Αἰθήρ) se consideraba el dios de la luz, ya se creía que era el dios del aire azul
superior que rodeaba el planeta, el aire que se encontraba justo debajo de la cúpula del dios del cielo Urano. En
aquella época, los antiguos griegos no relacionaban el concepto de luz con el sol. El Éter, como aire más puro,
era el aire que respiraban los dioses; debajo de él estaba el aire que respiraban los humanos, que estaba

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relacionado con Caos. Había también un tercer aire: era oscuro y siniestro, se encontraba en los lugares más
recónditos y también bajo la tierra… ése era Érebo.

Hemera: Hemera (Ἡμέρα) era la diosa griega del día. De nuevo, había una separación de papeles entre la luz y
el día. En la mitología griega posterior, Hemera prácticamente desaparece y su papel lo asume Eos, la diosa
griega del amanecer.

Tánatos: Tánatos (Θάνατος) es el dios de la muerte, y su misión era encargarse de que el espíritu del difunto
llegara «sano y salvo» al inframundo. Se asociaba con una muerte tranquila. Solía representarse como un
hombre mayor con grandes alas negras que llevaba una espada, aunque posteriormente aparecía como una
persona mucho más joven.
Hipnos: Hipnos (en griego Ὕπνος) era el dios del sueño, y hermano gemelo de Tánatos. Era un dios muy
querido por los griegos, ya que al poner a una persona a dormir le permitía olvidarse de sus preocupaciones,
tener dulces sueños y descansar.

Moro: Moro (Μορος) simboliza la condena o el destino. Se dice que Moro ayudaba a las personas a predecir su
propia muerte.

Eris: Eris (Ἔρις) era la diosa griega de la discordia, la rivalidad y la lucha, era capaz de convertir pequeñas
discusiones en grandes trifulcas e, incluso, guerras. A menudo se decía que Eris se encontraba en el campo de
batalla junto a Ares, deleitándose con el dolor y el sufrimiento de los soldados, y engatusando a los bandos
combatientes para que siguieran luchando hasta conseguir la victoria decisiva.

Oniros: Los Oniros (Ὄνειροι ) son los ensueños, a veces también se les considera hijos de Hipnos. Los más
conocidos son Morfeo, Fobetor y Fantasio. Vivían en una cueva del Inframundo y, cada noche, salían volando
como murciélagos. El mayor y más importante era Morfeo (Μορφεύς), quien tomaba forma humana para
aparecer en los sueños de los reyes y traerles mensajes de los dioses.

Fobétor también aparecía en sueños pero con forma de animal o monstruo, pues era en encargado de las
pesadillas. Su nombre significa «el que da miedo», y de ahí viene la palabra fobia. El último de los Oniros era
Fantaso, quien representaba todo lo inanimado que aparece en los sueños: rocas, madera, la tierra, el agua…
elementos que tenían un gran significado religioso para los griegos. Sus sueños estaban destinados a confundir
a las personas, nublando la razón, por eso se le asocia con «fantasía».

Ápate: Ápate (Απάτη) era la personificación griega del engaño y el fraude. Podría decirse que era el
equivalente femenino de Dolos. Ambos son hijos de Nix y Érebo, pero salieron de la caja de Pandora. Ápate se
encontraba normalmente en compañía de las Pseudologos, las hijas de Eris que eran las diosas de la mentira.

Ápate, Sémele y Hera: El único mito en el que se conoce la participación directa de Ápate es en el del
nacimiento de Dionisio (Διώνυσος) el dos veces nacido. Zeus estaba viviendo un romance con la princesa
tebana Sémele, con quien esperaba un hijo. Hera, la esposa de Zeus, se enteró de la relación, así que convenció
a Ápate mediante halagos y engaños que le prestara su cinturón. Ápate conservaba en esta prenda todos los
embaucamientos y artimañas que empleaba la humanidad. Una vez se hizo con el cinturón, Hera convenció a
Sémele que pidiera a Zeus que se le apareciera en su forma natural. El dios, que no podía negar nada a su
amada, surgió como una tormenta de rayos, matándola al instante. Zeus pudo salvar al pequeño que llevaba en
su vientre y terminó de gestarlo en su muslo.

Némesis: Aunque hoy en día nos referimos a Némesis (Νέμεσις) como sinónimo de archienemigo, para los
antiguos griegos era la diosa de la venganza. Representada como una chica con alas, Némesis volaba donde se
la necesitaba para recoger el pago justo de las deudas y ofensas de cada persona. Buscaba un equilibrio entre las
acciones buenas y las malas, la alegría y la tristeza de la vida.

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Momo: Momo (Μωμος) era el dios de la sátira y la burla. Sus comentarios mordaces le valieron la expulsión
del Monte Olimpo, pues ponía pegas a todas las creaciones de los demás dioses. A la única que no le veía
ninguna falta era a la bella Afrodita… aunque le parecía que sus sandalias hacían demasiado ruido al caminar.
(No se puede tener todo, bonita)

Filotes: Filotes (Φιλότης) representa la ternura y la amistad.

Ezis: La gemela de Momo es Ezis (en griego Ὀϊζύς), la diosa de la angustia, la miseria y la tristeza. A pesar de
la importancia que tenía, no era una de las diosas más apreciadas por los griegos, ni tampoco recibía culto en
muchos lugares.

Moiras: Las Moiras (Μοῖραι) eran las encargadas del destino de los humanos. Al principio no estaba claro si
sólo era una o varias, aunque finalmente su número se estableció en tres, cada una con una función. Cloto
(Κλωθώ) hilaba la hebra de la vida con una rueca y un huso; Láquesis (Λάχεσις) medía la longitud del hilo de
la vida; y, finalmente, Átropos (Ἄτροπος) se encargaba de cortar el hilo con unas tijeras cuando llegaba la hora
de la muerte.

Geras: Geras (Γῆρας) es el dios de la vejez, a veces representado mirando un reloj de arena que marca el
paso inexorable del tiempo. Los demás dioses respetaban a Geras, pues valoraban la experiencia de la edad: a
más «geras», más prestigio, autoridad o poder. Geras, hijo de Nix, personificación de la vejez.

La familia de Gea
La familia de Gea es, sin duda, portentosa: a fin de cuentas se trata de la Madre Tierra. Tuvo descendencia ella
sola y también de sus relaciones con Tártaro y Urano, siendo éstos hijos los que más darían que hablar.
Urano: Urano es uno de los grandes protagonistas de la mitología griega. Urano (Οὐρανός) es el dios del cielo:
es el hijo de Gea que fue creado por ella misma para complementarla -Madre Tierra y Padre Cielo-. Es el señor
del cosmos, la personificación de la gran cúpula de bronce que los griegos pensaban envolvía la tierra.

Los primeros hijos que tuvieron Gea y Urano fueron los Ourea.

Ourea: Los Ourea (Oὔρεα) eran las montañas más importantes que conocían los griegos. Solían representarse
como ancianos barbudos subidos a las cimas de los montes que representaban: Olimpo ( Όλυμπος) , la montaña
más alta de Grecia, donde vivían los dioses; Atos (Άγιον Όρος), donde estaba el templo de Artemisa; Helicón
(Ἑλικών), que era la sede de las Musas; Citerón (Κιθαιρώνας), en el centro de Grecia; el volcán Etna; Niso
(Νίσος), la montaña donde se crio Dioniso; Parnaso (Παρνασσός), donde estaba ubicado el oráculo de Delfos;
entre otros.

Ponto: Ponto (en griego Πόντος) es el dios primordial del mar, mejor dicho, es el propio mar. Nació de Gea en
los inicios de la creación, aunque para otros autores Ponto es hijo de Gea y Éter. Su contraparte femenina fue
Talasa (Θάλασσα, el mar Mediterráneo) y entre sus hijos están todos los peces y las criaturas marinas,.
Poseidón, rey del mar, se casó con la nieta mayor de Ponto, que se llamaba Anfititre. En los mosaicos
grecorromanos, Ponto es representado como una cabeza gigante con barba y cuernos de pinza de cangrejo. Sin
embargo, en la mayoría de los mosaicos posteriores el titán Océano lo sustituye como la personificación del
mar.

Hecatónquiros: Los tres Hecatónquiros (Ἑκατόγχειρες) son los gigantes de las cien manos, hijos de Urano y
Gea. Con sus cien manos manejaban las nubes y, con sus cincuenta cabezas, los vientos. Sus tres hermanos
acompañantes eran los Cíclopes, maestros del trueno y del rayo. Temiendo el poder de sus gigantescos hijos,
Urano los encerró rápidamente en la profundidad del Tártaro. Una Edad más tarde fueron liberados por Zeus
durante su guerra contra los Titanes, y ayudaron a expulsar a los dioses mayores del cielo al Tártaro. Los
Hecatónquiros fueron nombrados entonces guardianes eternos de la prisión. Como deidades presidían la
estación tormentosa de la antigua Grecia, que se anunciaba con la salida de la constelación Ara en noviembre.
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Esta constelación fue forjada por los Cíclopes al comienzo de la guerra de los Titanes y, los seis gigantes
sellaron sobre ella su pacto con Zeus. Al parecer, como parte del trato, se les concedió a los hermanos el libre
dominio de los cielos durante una estación del año en la que saldrían del Tártaro trayendo tormentas.

Titanes
Los titanes (Τιτάν) eran seis chicos – Océano, Ceo, Crío, Hiperión, Jápeto y Crono– y seis chicas –Tea, Rea,
Temis, Mnemósine, Febe y Tetis-. Sus padres eran Urano y Gea.

La castración de Urano

La historia de Crono comienza con la decisión de odio irracional de su padre Urano (el Cielo) de no permitir
que sus hijos los Cíclopes, los Hecatónquiros y los Titanes abandonaran el vientre de su madre, es decir, la
Tierra. Apesadumbrada e indignada, Gea ideó un astuto plan para poner fin a la situación. Fabricó una hoz
adamantina y pidió ayuda a sus hijos para rebelarse y castigar al padre. Crono, el más joven, fue el único que no
se dejó llevar por el miedo.

Gea le dio a Crono la hoz y lo escondió estratégicamente en su vientre. La noche siguiente, cuando el
enamorado Urano fue a acostarse con Gea, cuatro de los titanes -Hiperión, Crío, Ceo y Jápeto- se situaron en
las cuatro esquinas de la tierra para sujetar a Urano, mientras que Crono, en el centro, lo castró con la hoz
adamantina. Tras hacerse con el control del cosmos, los Titanes liberaron a sus hermanos gigantes de la
tormenta del vientre de Gea, para encerrarlos poco después en el pozo de Tártaro. Animado y orgulloso, Crono,
se proclamó rey de todos los dioses y hombres.

Cíclopes: Los cíclopes (Κύκλωπες) eran tres gigantes inmortales de un solo ojo que forjaron los rayos de Zeus.
Nada más nacer, su padre, Urano, los encerró en el vientre de la Tierra, junto con sus hermanos los
Hecatónquiros. Lo que viene siendo una infancia difícil, ¿no? Cuando los Titanes derrocaron a Urano,
condujeron a los gigantes a la fosa de Tártaro. Más tarde, Zeus y sus hermanos los liberaron y, a cambio,
proporcionaron al dios sus rayos, a Poseidón su tridente para levantar tormentas y a Hades un yelmo de
invisibilidad. Algunos dicen que hubo un total de siete cíclopes forjadores. Los cuatro menores serían hijos del
primero, pero fueron asesinados por Apolo para vengar la muerte de su hijo Asclepio, que había sido asesinado
por Zeus con un rayo forjado por los propios cíclopes.

Equidna: Equidna (Ἔχιδνα) es la madre de todos los monstruos, con un bello rostro y ojos oscuros pero cola
de serpiente. Nació en una cueva y sus padres pudieron ser Gea y Tártaro, o tal vez Ceto y Forcis, quien tenía la
parte inferior del cuerpo como un pez. Sus hijos heredaron principalmente su lado monstruoso y, casi todos,
fueron aniquilados por los héroes en sus aventuras.

Tifón: El padre de todas estas entrañables criaturas fue Tifón (Τυφών), un gigante monstruoso dueño de las
tormentas destructivas, era hijo de Gea y Tártaro, además de enemigo de Zeus. Tras la derrota de los Titanes,
en la que Zeus se proclamó vencedor, Tifón se enfrentó a él, en una batalla conocida como Tifonomaquia. Fue
derrotado por el dios y encerrado en el Tártaro, donde se convirtió en la fuente de los vientos de tormenta.

Además de Tifón, hubo otros gigantes y dioses que se parecían mucho a los Hecatónquiros en su función, pero
no en su forma. Otro fue Egeón (Αιγαιος), un gigante de las tormentas aliado de los titanes, que también fue
derrotado por Zeus. Venía del mar Egeo, o más bien era su personificación. El tercero era Eolo (Αἴολος), que al
igual que los Hecatónquiros custodiaba una caverna de vientos tormentosos.

Los titanes: la Edad de Oro

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Conozcamos ahora a los Titanes, los formidables hijos de Gea y Urano que cambiaron el curso de la mitología
griega, iniciando una Edad de Oro en la que todo era fácil y maravilloso.

Crono: Crono (Κρόνος) era el hijo menor de Urano y Gea, el líder de la primera generación de Titanes y,
durante un breve periodo, el gobernante de todos los dioses y hombres. Lideró con éxito la rebelión contra su
padre, pero pronto se volvió tan tirano como él, encarcelando a los Cíclopes y a los Hecatónquiros, y
tragándose a todos sus hijos, excepto al último. Finalmente, este hijo, Zeus, sería el que lo derrocaría y lo
encerraría en el Tártaro. Crono era el más joven de los Doce Titanes originales. Esto le hace hermano de cinco
varones: Océano, Hiperión, Ceo, Crío y Jápeto, y de seis Titánidas: Mnemósine, Tetis, Tea, Febe, Temis y Rea.
Crono acabó casándose con ésta última, con la que tuvo seis hijos: Hestia (Ἑστία), Deméter (Δημήτηρ), Hera
( Ἥρα), Hades (ᾍδης), Poseidón (Ποσειδῶν) y Zeus (Διός). Según un relato aislado, Crono fue también el
padre del centauro Quirón (Χείρων), al que engendró tras transformarse en yegua para despistar a la celosa Rea
y aparearse en secreto con Filira, la hija de Océano. Como su nombre se confundía a menudo con la palabra
griega para el tiempo, Cronos (χρόνος), Crono era representado a menudo como el Viejo Padre Tiempo, con el
que compartía algunas características: la falta de piedad, una barba y una guadaña. De hecho, en muchos casos,
ambos son visualmente indistinguibles.

Tras hacerse con el poder, Crono se casó con su hermana Rea y, durante un tiempo, todo parecía perfecto.
Liberada por fin de sus cargas, Gea volvió a ser dichosa y más que generosa, produciendo por sí misma
cosechas para todos los seres humanos. Sin problemas de trabajo, los humanos llevaban una vida sana y
despreocupada, que terminaba pacíficamente y sólo cuando eran muy viejos. Algunos dicen que incluso los
propios dioses caminaban entre los humanos durante el reinado de Crono. Sin duda, ésta fue la Edad de Oro, la
más bella de las cinco edades legendarias del hombre. Sin embargo, Crono cambió violenta y drásticamente sus
costumbres. Temiendo una rebelión, volvió a encarcelar a los Cíclopes y a los Hecatónquiros en el Tártaro y
puso a la dragona Campe (Κάμπη) a vigilarlos. Alarmado por una antigua profecía de Urano y Gea que decía
que un hijo de Crono acabaría por deponer a los Titanes, el rey Titán, temiendo por su trono, se dedicó a
devorar a cada uno de sus vástagos nada más nacer. Tras quedar embarazada de su sexto hijo y viendo que su
marido se había transformado en un nuevo Urano, Rea acudió a Gea en busca de ayuda. Con la intervención de
Gea y Rea, el bebé Zeus se libró de este destino terrible ya que lo escondieron en una cueva de la isla de Creta.
Rea le entregó a Crono una roca envuelta en pañales, que el rey titán se tragó. Las ninfas de Creta criaron al
pequeño Zeus, que se convirtió con el tiempo en el dios más poderoso.

La Titanomaquia

Llegado el momento, disfrazado de copero de Crono, Zeus se las ingenió para servir a su padre una bebida que
provocaba el vómito en lugar de su vino favorito. Esto hizo que Crono vomitara a todos sus hijos, que
posteriormente se aliaron con los Cíclopes y los Hecatónquiros y lo expulsaron del poder tras una sangrienta
guerra de una década recordada para siempre como la Titanomaquia.
Una vez fue depuesto del trono, Crono fue encarcelado en el Tártaro con el resto de los Titanes. Después,
escapó al Lacio (Italia). Con el tiempo fue ascendido a gobernante de las Islas de los Bienaventurados, una
morada parecida al cielo, donde sólo vivían las almas de los más grandes héroes tras su muerte terrenal.

Océano: Según una versión, Océano (Ώκεανός) nació de la unión de Caos y Gea, santificados por el dios Eros.
Pero otra versión dice que fue uno de los doce Titanes, por tanto, hijo de Gea y Urano.

Océano estaba casado con su hermana Tetis, con la que tuvo numerosos hijos, llamados Oceánidas. Todos ellos
eran los dioses y diosas menores de los ríos, los mares y las fuentes. De hecho, Océano y Tetis eran tan fértiles,
que la sobreproducción de los elementos acuosos de la naturaleza provocaría inundaciones… Océano y Tetis
decidieron separarse para evitar que esto sucediera. La pareja no se involucró en la Titanomaquia contra Zeus,
por lo que éste les dejó continuar su reinado en su reino acuático. En el arte griego antiguo, Océano era
representado con cuernos de toro y cola de pez o serpiente en lugar de piernas. Posteriormente se le consideró
como un simple dios del mar o la personificación del mismo, identificándose con Ponto.

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Hiperión: Hiperión (Ὑπερίων) era uno de los Titanes, hijo de Urano y Gea. Representaba la luz, la sabiduría y
la vigilancia. Hiperión estaba casado con su hermana Tea, y tuvieron tres hijos, Helios (Ἥλιος), el sol; , Selene
(Σελήνη), la luna; y Eos (Ἠώς), la aurora.

Los cuatro pilares

Hiperión era uno de los cuatro pilares que sostienen los cielos y la tierra, y como su hija era la aurora,
probablemente Hiperión era el pilar del este. Los otros tres pilares eran sus hermanos Ceo (pilar del norte), Crío
(pilar del sur) y Jápeto (pilar del oeste). Estos cuatro titanes fueron los que sujetaron a su padre Urano, mientras
Crono lo castraba con una hoz.

Ceo: Ceo (Koios) era uno de los Titanes, hijo de Urano y Gea. Aunque Ceo no tiene un papel activo en la
religión de la antigua Grecia, fue importante a través de sus hijas, Leto (Λητώ) y Asteria (Αστερια), que tuvo
con su esposa y hermana, Febe. Leto fue una de las amantes de Zeus y dio a luz a los gemelos olímpicos,
Artemisa y Apolo. Su nombre significa interrogación, mientras que la respectiva deidad romana era Polus, el
eje celestial alrededor del cual giran los cielos. Basándose en su nombre griego, se ha sugerido que Ceo podría
haber sido también el Titán de las mentes inquisitivas y del intelecto.

Ceo también representaba uno de los cuatro pilares que sostienen los cielos y la tierra. Era el pilar del norte.
Durante la Titanomaquia, Ceo intentó detener a Zeus y a los demás olímpicos; al fracasar, él y el resto de los
titanes fueron desterrados al Inframundo. Tratando de escapar, Ceo rompió sus cadenas pero fue obligado a
quedarse por el can Cerbero, el guardián del inframundo.

Tetis: Tetis (Θέτις) era una de las Titánides, hija de Urano y Gea. Estaba casada con su hermano Océano, y dio
a luz a los dioses del río Nilo y el Alfeo; y a tres mil ninfas del agua, llamadas Oceánides. Además, durante la
Titanomaquia, Tetis crio a Hera como su hijastra. A pesar de ser la madre de tantas deidades en la mitología
griega, Tetis no era adorada activamente.

Según un mito, a Hera no le gustó que Calisto y Arcas se colocaran en los cielos convirtiéndose en las
constelaciones de la Osa Mayor y la Osa Menor, por lo que pidió a Tetis que hiciera algo al respecto. Para
apaciguar a Hera, Tetis impidió que las constelaciones pudieran tocar el mar y caer bajo el horizonte; en su
lugar, fueron condenadas para siempre a dar vueltas por el cielo.

Tea: Tea (en griego Θεία) era una de las Titánides, hija de Urano y Gea. La grafía alternativa de su nombre,
Theia, significa divina o diosa; mientras que su otro nombre, Eurifaesa, es una combinación de las palabras
griegas «eury», que significa amplia, y «phaos», que significa brillante. Por lo tanto, era la diosa de la luz y se
consideraba que tenía una belleza impactante. También era la deidad que dotaba de brillo al oro, la plata y las
piedras preciosas. Según un poema de Homero, Tea estaba casada con su hermano Hiperión, del que nacieron
Helios, el Sol; Selene, la Luna; y Eos, la Aurora. Era una diosa oracular, ya que era la deidad profética de un
santuario en la región de Ftiótide en Tesalia.

Febe: Febe (Φοίβη) era una de las Titánides, hija de Urano y Gea. Febe estaba casada con su hermano Ceo, con
quien tuvo a Asteria y Leto. Los olímpicos Apolo y Artemisa, hermanos gemelos, eran hijos de Leto, por lo que
a menudo se les llamaba Febo y Febe respectivamente, tomando sus nombres alternativos de su abuela. Febe
estaba asociada a la luna y al Oráculo de Delfos y era considerada la diosa de la profecía.

Rea: Rea ( Ῥέα) es la hermana y esposa de Crono, también Titán. Era la responsable de que las cosas fluyeran
en el reino de Crono (su nombre significa «lo que fluye»). Rea y Crono tuvieron seis hijos: Hestia, Hades,
Deméter, Poseidón, Hera y Zeus. Crono, temeroso de ser derrocado por sus hijos como él había hecho con su
padre, decidió tragárselos a todos. Sin embargo, fue engañado por Rea, que consiguió salvar al pequeño Zeus
del hambre voraz de su padre. Cuando Zeus creció, obligó a su padre a vomitar a sus hermanos y finalmente lo
derrocó. Aunque Rea era considerada la «madre de los dioses», al igual que Gea, no tenía un culto fuerte ni
muchos seguidores. Tenía un templo en Creta, la isla en la que escondió a Zeus para salvarlo de su padre.
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Temis: Temis (Θέμις) era una de las Titánides, hija de Urano y Gea. Temis era la representación humana del
orden natural y moral. Su nombre deriva de la palabra griega que significa lo actual y contemporáneo. Según
Hesíodo, fue la segunda esposa de Zeus, un matrimonio que ayudó al olímpico supremo a asentar su poder
sobre todos los dioses y los humanos. Temis también representa la ley y el orden. Fue la diosa que creó las
leyes divinas que lo rigen todo y que están incluso por encima de los propios dioses. Inicialmente, Temis
sustituyó a su madre en el Oráculo de Delfos, habiendo heredado de ella la capacidad de prever los
acontecimientos; sin embargo, cuando nació Apolo, Temis se preocupó tanto por él que acabó ofreciéndole el
Oráculo.

Crío: Crío era uno de los Titanes, hijo de Urano y Gea, además del pilar del Sur. Se casó con Euribia
(Εὐρύβια), una divinidad marina hija de Ponto y Gea, y tuvieron tres hijos: Astreo (Ἀστραῖος), Palante
(Παλλάς) y Perses (Περσης).

Del matrimonio de Astreo, dios del crepúsculo, y Eos, diosa del amanecer, nacieron los cuatro vientos o
anemoi– Bóreas (Βορέας) el viento del norte; Céfiro (Ζέφυρος), el viento del oeste; Noto (Νότος), el viento del
sur; y Euro (Εὖρος) el del este-, y los cinco Astra Planeta o estrellas errantes – Piroente, Estilbón, Faetonte,
Fenonte y Eósforo.

De la unión de Palante, dios de la guerra, y Estigia, diosa del río homónimo, nacieron: Zelo (Ζηλος), que era el
fervor y la dedicación; Niké (Νίκη), la victoria; Cratos (Κράτος), el poder y la fuerza masculina; Bía (Βία), la
fuerza femenina. En otras versiones se añade como hijos a el monstruo marino Escila, las fuentes y los lagos.

Finalmente del matrimonio de Perses, dios de la destrucción, y Asteria, la estrellada, nació Hécate (Ἑκάτη),
diosa del desierto, del parto y de la magia.

Titanomaquia

En la Titanomaquia Crío participó poniéndose del lado de los Titanes, pero no tuvo un papel específico.
Cuando los Titanes fueron derrotados, Crío fue arrojado al Tártaro, el nivel inferior del Inframundo.

Jápeto: Jápeto era un Titán, hijo de Urano y Gea, y padre de Atlas (Ἄτλας), Prometeo (Προμηθεύς), Epimeteo
(Ἐπιμηθεύς) y Menecio (Μενοίτιος). Además, Jápeto es el pilar del oeste. La función de los cuatro pilares que
sostenían los cielos y la tierra fue heredada por su hijo Atlas.

Su nombre deriva de la palabra griega que significa atravesar, generalmente con una lanza; por lo tanto, Jápeto
puede haber sido considerado como el dios de la artesanía, aunque otras fuentes lo sitúan como el dios de la
mortalidad.

Mnemósine: era una de las Titánides, diosa de la memoria. Era la diosa del oráculo subterráneo de Trofónios,
en la región de Beocia.

Zeus durmió con Mnemósine durante nueve días consecutivos, lo que dio lugar al nacimiento de las nueve
Musas. En la Teogonía de Hesíodo, los reyes y poetas se inspiraron en Mnemósine y las Musas, obteniendo así
sus extraordinarias habilidades en el habla y el uso de palabras poderosas.

El río Mnemósine: El nombre de Mnemósine también se utilizaba para un río del inframundo, el Hades, que
fluía paralelo al río de Leteo (que significa olvido). Normalmente, las almas de los muertos bebían agua del
Leteo, para que olvidaran sus vidas pasadas cuando se reencarnaran. Sin embargo, a las almas de los novicios
se les dijo que bebieran agua de Mnemósine. Este mito puede haber formado parte de una pequeña religión
mística o estar vinculado a la poesía órfica.

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