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Apunte Académico N°13

Clase: Clase 13.


Unidad: Trastornos del desarrollo neurológico y urgencias psiquiátricas.
Asignatura: Salud Mental.
Escuela: Escuela de Técnico en Enfermería de Nivel Superior.
Introducción:
En este apunte bibliográfico examinaremos 2 temas de considerable importancia para la salud mental, el
primero se orienta a los trastornos más frecuentes en la etapa de la infancia y adolescencia y se relacionan
con los trastornos del desarrollo neurológico y el segundo tema se asocia a la urgencia psiquiátrica, como una
situación de salud que puede ser requerida por cualquier usuario con patologías mental, incluyendo a niños,
adolescentes, adultos y adultos mayores.

Desarrollo:
1. Trastornos del desarrollo neurológico:
Los seres humanos no nacemos con todas nuestras capacidades desarrolladas, solo se desarrollan a medida
que el sistema nervioso va madurando y depende de la interacción entre genes y ambiente del sujeto. Este
proceso se llama neurodesarrollo y acontece a lo largo de la infancia y adolescencia, terminando alrededor de
los veinte años, en donde se produce una trasformación de un recién nacido indefenso en un adulto
independiente. Si el neurodesarrollo sufre interferencias, la autonomía y el futuro del niño quedan
comprometidos, por eso es imprescindible detectarlas tempranamente para tratarlas y procurar que el niño
pueda desarrollar todas sus capacidades al máximo.
Las alteraciones de neurodesarrollo implican dificultades en el desarrollo y funcionamiento del cerebro,
pueden expresarse en desfases motrices, de lenguaje, de aprendizaje o conductuales, así como en la
interacción social (Mas, 2019).

El Manual diagnóstico y estadístico de trastornos mentales (DSM) en su última versión, define a estas
patologías como “Trastornos del neurodesarrollo” y lo clasifica de la siguiente manera:
 Discapacidad intelectual.
 Trastornos de la comunicación.
 Trastornos del espectro autista.
 Trastorno por déficit de la atención con hiperactividad.
 Trastornos específicos del aprendizaje.
 Trastornos motores.

A continuación, describiremos cada uno de ellos:

1. Discapacidad intelectual: Trastorno que incluye limitaciones del funcionamiento intelectual y en el


comportamiento adaptativo, tanto conceptual, social y practico. Las deficiencias de las funciones
intelectuales incluyen el razonamiento, la resolución de problemas, la planificación, el pensamiento
abstracto, el juicio, el aprendizaje académico y el aprendizaje a partir de la experiencia. Estas
deficiencias producen fracaso del cumplimiento de los estándares de desarrollo y socioculturales
para la autonomía personal y la responsabilidad social. Se clasifica en leve, moderado, grave y
profundo.
También se incluye en este grupo el retraso global del desarrollo, que se diagnostica cuando no es
posible valorar la gravedad del trastorno en menores de cinco años, pese a que se observa que no
cumple con los hitos del desarrollo esperados. Este diagnóstico es provisional.

2. Trastornos de la comunicación: Incluye los trastornos en los que el sujeto no es capaz de


comunicarse adecuadamente a pesar de poseer capacidades mentales suficientes para hacerlo.
Dentro de este grupo de trastornos encontramos el trastorno del lenguaje (tanto hablado, escrito,
de signos, u otros), el trastorno fonológico (dislalia), el trastorno de la fluidez del habla de inicio en
la infancia (tartamudez), trastorno de la comunicación social (Uso del lenguaje verbal y no verbal en
contextos sociales).
3. Trastornos del especto autista (TEA): Para realizar este diagnóstico es necesario cumplir con los
siguientes criterios (DSM-V):
 Deficiencias persistentes en la comunicación social y en la interacción social en diversos contextos,
en donde se puede observar: Deficiencias en la reciprocidad socioemocional de variada intensidad,
deficiencias en las conductas comunicativas no verbales utilizadas en la interacción social,
deficiencias en el desarrollo, mantenimiento y comprensión de las relaciones (dificultades para
compartir juegos imaginativos o para hacer amigos, hasta la ausencia de interés por otras personas).
 Patrones restrictivos y repetitivos de comportamiento, intereses o actividades, que se manifiestan
por: Movimientos, utilización de objetos o habla estereotipados o repetitivos, insistencia en la
monotonía, excesiva inflexibilidad de rutinas o patrones ritualizados de comportamiento verbal o no
verbal, intereses muy restringidos y fijos, hiper o hiporeactividad a los estímulos sensoriales o interés
inhabitual por aspectos sensoriales del entorno.
 Los síntomas han de estar presentes en las primeras fases del desarrollo
 Los síntomas causan un deterioro clínicamente significativo en lo social, lo laboral u otras áreas
importantes del funcionamiento habitual.
 Estas alteraciones no se explican mejor por la discapacidad intelectual o por el retraso global del
desarrollo.

Este trastorno incluye una clasificación de severidad, tanto para los síntomas de la comunicación social como
de comportamientos restringidos y repetitivos:
 Grado 3 “necesita ayuda muy notable”.
 Grado 2 “necesita ayuda notable”.
 Grado 1 “necesita ayuda”.

4.Trastorno por déficit de atención con hiperactividad: Para realizar este diagnóstico es necesario
cumplir con los siguientes criterios (DSM-V):
 Patrón persistente de inatención y/o hiperactividad-impulsividad que interfiere con el
funcionamiento o el desarrollo y que se caracteriza por cualquiera de las siguientes características:
I. “Inatención” con 6 o más de los siguientes síntomas, durante al menos 6 meses, afectando
directamente las actividades sociales y académicas/laborales:
 Presentación clínica de falta de atención
 No presta atención a los detalles o comete errores por descuido.
 Tiene dificultad para mantener la atención.
 Parece no escuchar.
 Tiene dificultad para seguir las instrucciones hasta el final.
 Tiene dificultad con la organización.
 Evita o le disgustan las tareas que requieren un esfuerzo mental sostenido.
 Pierde las cosas.
 Se distrae con facilidad.
 Es olvidadizo para las tareas diarias.

II. Hiperactividad e Impulsividad con 6 o más de los siguientes síntomas, durante al menos 6
meses, afectando directamente las actividades sociales y académicas/laborales:
 Mueve o retuerce nerviosamente las manos o los pies, o no se puede quedar quieto en una silla.
 Tiene dificultad para permanecer sentado.
 Corre o se trepa de manera excesiva; agitación extrema en los adultos.
 Dificultad para realizar actividades tranquilamente.
 Actúa como si estuviera motorizado; el adulto frecuentemente se siente impulsado por un motor
interno.
 Habla en exceso.
 Responde antes de que se haya terminado de formular las preguntas.
 Dificultad para esperar o tomar turnos.
 Interrumpe o importuna a los demás.

 Algunos síntomas de inatención o hiperactivo-impulsivos estaban presentes antes de los 12 años.


 Varios síntomas de inatención o hiperactivo-impulsivos están presentes en dos o más contextos (ej:
en casa, en la escuela o en el trabajo; con los amigos o parientes; en otras actividades).
 Existen pruebas claras de que los síntomas interfieren en el funcionamiento social, académico o
laboral, o reducen la calidad de estos.

Este trastorno incluye especificar la gravedad actual y describe:


 Leve: Pocos o ningún síntoma están presente más que los necesarios para el diagnóstico, y los
síntomas solo producen deterioro mínimo del funcionamiento social o laboral.
 Moderado: Síntomas o deterioros funcionales presentes entre «leve» y «grave».
 Grave: Presencia de muchos síntomas aparte de los necesarios para el diagnóstico o de varios
síntomas particularmente graves o los síntomas producen deterioro notable del funcionamiento
disocial o laboral.

5. Trastornos del aprendizaje: Hace referencia a las dificultades en la adquisición y utilización de


habilidades académicas, como la lectura, la escritura y las matemáticas. Estas dificultades están por
encima de lo esperable para alguien de la edad y la capacidad intelectual de los sujetos, interfiriendo
en su actividad académica. Las dificultades comienzan en la edad escolar, pero pueden no
manifestarse totalmente hasta que las demandas de las aptitudes académicas afectadas superan las
capacidades limitadas del alumno. Este trastorno incluye grados de severidad:
Leve: algunas dificultades con las aptitudes de aprendizaje en una o dos áreas académicas, pero
suficientemente leves para que el individuo pueda compensarlas o funcionar bien cuando recibe una
adaptación adecuada o servicios de ayuda, especialmente durante la edad escolar.
Moderado: Dificultades notables con las aptitudes de aprendizaje en una o más áreas académicas,
de manera que el individuo tiene pocas probabilidades de llegar a ser competente sin algunos
períodos de enseñanza intensiva y especializada durante la edad escolar.
Grave: Dificultades graves que afectan a varias áreas académicas, de manera que el individuo tiene
pocas probabilidades de aprender esas aptitudes sin enseñanza constante e intensiva individualizada
y especializada durante la mayor parte de los años escolares. Incluso con diversos métodos de
adaptación y servicios adecuados en casa, en la escuela o en el lugar de trabajo, el individuo puede
no ser capaz de realizar con eficacia todas las actividades.

6. Trastornos motores: Trastorno donde existen dificultades en aspectos vinculados al movimiento


como la coordinación (Ejemplo: dejar caer o chocar con objetos) o se producen movimientos
involuntarios (sacudir o agitar las manos, mecer el cuerpo, golpearse la cabeza, morderse, golpearse
el propio cuerpo) y los trastornos por tics. En este último grupo encontramos el trastorno de la
Tourette (tics vocales), tics motores o vocales persistentes y el de tics transitorio.

Epidemiologia de los trastornos del neurodesarrollo:


La mayoría de los trastornos mentales del adulto se inician en la infancia o la adolescencia y se ha indicado
que la identificación precoz de estos trastornos permite una intervención temprana que podría mejorar el
pronóstico (Caballal et al, 2017).
En el Trastorno por déficit de la atención e hiperactividad se estima una prevalencia del 3-7% en población en
edad escolar y alrededor del 5.3% a nivel mundial, los trastornos o dificultades de aprendizaje son la causa
más frecuente de fracaso escolar, con una prevalencia mundial que se estima alrededor de 6-10%.
En el trastorno del desarrollo de la coordinación se presenta en el 10% en el mundo, mientras que de 8-10%
de los niños muestran algún trastorno de la comunicación oral, ya sea en la adquisición del lenguaje receptivo
o expresivo (Galán et al, 2017).
Los estudios recientes de incidencia y prevalencia del trastorno del espectro autista (TEA) reflejan un
incremento paulatino, posiblemente relacionado a cambios de criterios diagnósticos, los estudios más
recientes señalan que el TEA tenía una prevalencia del 2,24% en el año 2014 (Hervás et al, 2017).
Expertos en la Jornada de Extensión por el Día Mundial del Autismo realizado por la Universidad de Chile,
afirman que en nuestro país no existen estudios epidemiológicos que permitan saber con exactitud el número
de personas que viven con algún tipo de TEA. No obstante, se estima que al igual que en el resto del mundo,
su aumento ha sido significativo en las últimas décadas.

Factores de riesgo de los trastornos del neurodesarrollo:


El neurodesarrollo es el proceso por el que el sistema nervioso crece, madura y adquiere sus funciones,
empezando este proceso durante la gestación y terminando en la edad adulta.
La presencia de los trastornos del neurodesarrollo implica la presencia de factores que pueden afectar el
adecuado desarrollo neurológico en el niño, entre ellos encontramos la edad materna al momento de la
gestación, consumo de sustancias durante el embarazo, factores nutricionales de la madre, presencia de
enfermedades infectocontagiosas y accidentes durante el desarrollo embrionario, nivel económico y de
escolaridad de los padres, niños con nacimientos de pretérmino, con bajo peso al nacer, escasa o tardía
estimulación, nutrición inadecuada, etc.
En la actualidad, un aspecto que ha cobrado mucha importancia por su sólida base científica es el hecho que
el neurodesarrollo exitoso tiene estrecha relación no solo con la genética, sino también con el ambiente de
estimulación y afectividad que rodea al niño, los cuales influyen decisivamente en la mayor producción de
sinapsis neuronales, lo cual implica, a su vez, en la mayor integración de las funciones cerebrales. También la
nutrición de calidad y la lactancia materna muestran influencia clave para el desarrollo y resultados futuros
de mejor productividad y calidad de vida (Medina et al, 2015).

Cuidados de enfermería en la prevención de los trastornos del neurodesarrollo:


Los profesionales de enfermería orientan su accionar a un manejo biopsicosocial del usuario, considerándolo
un ser integral, el objetivo de la enfermería debe ser buscar el beneficio del usuario y su trabajo centrado en
él.
En nuestro trabajo podemos encontramos con usuarios con estas patologías en los diversos niveles de
atención de salud, y nuestra obligación es procurar una atención de calidad y humanizada, para ellos debemos
considerar:
 Identificar tempranamente signos o síntomas de alteraciones en el neurodesarrollo (Control de niño
sano o adolescente).
 Participar activamente en la promoción, mantenimiento y recuperación de la salud.
 Educar a la familia en los cuidados del niño (Alimentación, estimulación temprana, horas de sueño,
descanso, juegos, aprendizaje, etc.)
 Aportar información y educación del usuario y su familia sobre su enfermedad.
 Favorecer las condiciones ambientales en el proceso de recuperación (Ambiente tranquilo,
silencioso, baja iluminación, disminución de estímulos en general).
 Prevenir secuelas asegurando la continuidad del cuidado.
 Proporcionar atención a las preocupaciones del usuario y su familia (Contención emocional).
 No emitir juicios de valor con respecto a los comportamientos de los usuarios.
 Estar dispuesto a escuchar, dialogar y responder en situaciones de dificultad para el paciente.
 Utilizar los conocimientos, habilidades y actitudes para solucionar problemas en beneficio del
paciente.
 Adaptarse a las necesidades del usuario y su familia.
 Fomentar la autoestima del usuario.
2. Urgencia psiquiátrica:
Se considera una urgencia psiquiátrica cualquier alteración del afecto, de la conducta o del pensamiento que
puede producir daños a terceros o al mismo consultante, por lo cual requiere de un diagnóstico inmediato
para una intervención rápida y eficaz, dirigida a aliviar la situación inmediata (Cruz et al, 2010).
Los objetivos de la atención de una urgencia psiquiátrica incluyen:
 Resolver la necesidad más inmediata.
 Precisar el factor desencadenante.
 Intervenir para prevenir recaídas.
 Vincular al paciente y su familia con el equipo de salud donde se continuará la atención.
En ocasiones una urgencia psiquiátrica es fácilmente atribuible a la descompensación de un trastorno
psiquiátrico de base, en un paciente con una historia conocida. Sin embargo, muchas veces la diferenciación
clínica entre un cuadro funcional y uno orgánico no es sencilla, por lo que el paciente debe ser evaluado a
fondo para excluir una causa toxicológica o un trastorno médico (Nieto et al, 2017).

Los trastornos psiquiátricos son frecuentes en los pacientes con patología médica, como consecuencia, las
urgencias psiquiátricas se dan con frecuencia en lugares no psiquiátricos, como el hospital general, la consulta
ambulatoria, o el servicio de urgencias, por lo que profesionales generales y de otras especialidades son a
menudo, los primeros en ver un paciente con una urgencia psiquiátrica. De hecho, alrededor de un 5% de las
consultas al Servicio de Urgencias son por causas psiquiátricas. El formato de la atención en el servicio de
urgencias y el escaso tiempo disponible para ésta expone a errores diagnósticos, incluso en personal
capacitado. Esto puede ser un desafío no sólo demandante de tiempo sino también estresante para muchos
profesionales de la salud. Por estos motivos, en algunos centros clínicos de alta complejidad es posible contar
con una interconsulta a psiquiatría para la atención de estos pacientes.

Entre las condiciones estresantes que influyen en la atención de una urgencia psiquiátrica encontramos:
 Violencia generada por el paciente.
 Riesgo de suicidio por parte del paciente.
 Poca o nula cooperación de los pacientes.
 Dificultades generadas por los familiares (Se muestran temerosos ariscos, irritados e incluso
amenazantes o incapaces de informar adecuadamente).
 Provenientes del lugar de trabajo (Pocos recursos humanos, materiales, infraestructura), etc.

La enseñanza y adiestramiento de todos los funcionarios involucrados en urgencia es el principal componente


de la seguridad y se estructura como un pilar fundamental en la atención de estos pacientes (Escobar et al,
2011).

Epidemiologia de las urgencias psiquiátricas:


En el estudio realizado en el Servicio de Urgencias del Instituto Psiquiátrico de Santiago, con una muestra de
1999 casos (10%), escogidos aleatoriamente de las consultas realizadas entre el 1º de julio del 2005 y el 30 de
junio de 2006, se obtuvieron los siguientes resultados:
De todas las consultas de urgencia estudiadas, 51,3% eran solicitadas por pacientes de sexo femenino.
Al observar los datos relacionados con la derivación de los pacientes después de la consulta de urgencia, un
45,2% de los ellos son derivados a consultorios periféricos, mientras que un 10% de éstos se hospitalizan en
el servicio.
Al analizar la distribución de las consultas según la clasificación CIE-10, se observa que las cuatro categorías
más prevalentes son: Abuso de sustancias y alcohol, trastornos esquizoides, trastornos afectivos y trastornos
neuróticos.
La asociación más significativa para el sexo masculino es con el abuso de sustancias y alcohol (76%).
Las conductas autoagresivas (74%), trastornos de personalidad (71%) y trastornos afectivos (74%) son más
frecuentes en pacientes de sexo femenino.
Los grupos con mayor porcentaje de pacientes jóvenes (< 35 años) son las conductas autoagresivas y el retardo
mental, ambos con 58% (Nieto et al, 2017).
Situaciones psiquiátricas frecuentes en el servicio de urgencia:
De acuerdo con Climent et al (S/F) a urgencia acuden pacientes con una variada gama de comportamientos,
donde juegan un papel fundamental la alteración de la conciencia, la presencia de agresividad y el compromiso
de la psicomotricidad. Entre ellas encontramos los siguientes tipos de pacientes:
 Agitados/violentos.
 Suicidas.
 Con crisis de pánico.
 Psicosis aguda.
 Delirium.
 Abuso de sustancias.

A continuación, describiremos cada una de ellas:


1. Pacientes agitados/violentos: Un paciente agitado - violento se presenta en forma amenazante o
con una historia de haber cometido un acto violento o agresivo. La agitación y la agresión son el
resultado de un trastorno médico, neurológico o mental. En todos los casos debe descartarse la
intoxicación o el retiramiento del alcohol u otras drogas.
El personal de salud debe considerar tres aspectos frente a un paciente potencialmente violento o
peligroso:
a. La seguridad en el proceso de la evaluación: Para evitar el daño a si mismo o a otras personas,
entre ellas: Ver el ambiente donde se va a atender al paciente, no hacer juicios de valor, asegurar
la confidencialidad, conocer el protocolo de contención física (Ver apunte académico N°6) y
farmacológica (La sedación rápida contempla el uso de Haloperidol + benzodiacepina
intramuscular, si una inyección no es suficiente para tranquilizar al paciente, una dosis adicional
de haloperidol, puede ser suministrada 30 minutos más tarde. La mayoría de los pacientes
agitados se tranquilizan con la primera dosis combinada. En niños se utiliza clorpromazina con
1mg/kg/24 horas). El uso de la sedación intravenosa de todos los fármacos mencionados ofrece
la opción ideal pues produce menos efectos secundarios, una mejor posibilidad de controlar la
dosis de acuerdo con el progreso clínico del paciente y una efectividad mayor; pero por requerir
la colaboración del paciente no se recomienda en paciente agitados o violentos
b. Evaluación de la etiología: Se debe buscar las causas que han generado la conducta violenta,
pudiendo ser: Orgánicas, neurológicas, intoxicación con sustancias, medicas, psiquiátricas, etc.)
c. Tratamiento del problema de base: Incluye, corregir las anormalidades metabólicas, tratar las
causas orgánicas específicas, reevaluar el estado físico y mental del paciente una vez que ha
desaparecido el proceso de intoxicación, iniciar el tratamiento específico para el trastorno
mental subyacente.

2. Pacientes suicidas: La OMS define suicidio como toda acción por la que un individuo se causa a sí
mismo un daño, con independencia del grado de intención letal y de que conozcamos o no los
verdaderos motivos.
Actualmente se considera que existe un espectro o continuum de conductas suicidas de diferente
naturaleza y gravedad, que oscila desde:
a) Ideación suicida: deseos y pensamientos sobre el suicidio.
b) Comunicación suicida: punto intermedio entre la ideación suicida y la conducta suicida y en ella
podemos encontrar: amenaza suicida que podría predecir una posible conducta suicida en el futuro
cercano, y plan suicida: ya existe un método con el que llevar a cabo una conducta suicida potencial.
c) Conductas suicidas que incluyen:
a. Suicidio consumado: Acto de matarse de un modo consciente, considerando la muerte
como un medio o como un fin.
b. Tentativa de suicidio: Acto voluntario realizado por la persona con el intento de producirse
la muerte, pero sin llegar a conseguirlo.
c. Autolesión o gesto suicida: Conducta autolesiva no mortal realizada por el individuo y en la
que no es esencial su intencionalidad u orientación hacia la muerte. Se suele producir ante
situaciones conflictivas no resueltas y dentro de algún trastorno de la personalidad. Se
incluirían aquí muchas conductas consideradas "manipulativas" (SNS,2012).

El punto inicial del tratamiento es asegurar la supervivencia del paciente y el segundo es la prevención de
nuevos intentos, inmediatos o a largo plazo.
El médico de urgencias hospitalarias debe valorar las alteraciones de la condición física identificando la
gravedad de las lesiones y su estabilización y realizar una evaluación psicopatológica del paciente (SNS,2012).

El manejo de urgencias apropiado incluye averiguar sobre los pensamientos o comportamientos suicidas,
realizar una evaluación del riesgo actual del individuo de inferirse daño de forma inminente, y crear un plan
de tratamiento en colaboración con el paciente y su red de apoyo. Se deben identificar factores de riesgo y
factores protectores.
 Estados desesperados (angustia severa, trastorno de pánico, paciente
que expresa: “no puedo más”).
 Alto grado de desesperanza, tristeza, soledad o diagnóstico clínico de
depresión mayor.
 Comunicación del intento a otras personas.
 Modificación de una condición clínica (empeoramiento).
Factores de alto riesgo  Disolución de relación amorosa o pérdida significativa reciente.
 Intoxicación con alcohol o drogas
 Iniciación o interrupción de medicación psicotrópica
 Mejoría repentina de un estado de ánimo deprimido
 Cuadros psicóticos en especial cuando se acompañan de alucinaciones.
 Intentos previos (a mayor severidad mayor riesgo).
 Familias caóticas.
 Edad: Adolescentes y adultos jóvenes. Aumento de incidencia en niños
y adolescentes.
Factores
 Más frecuente en mujeres en una proporción de 3:1.
sociodemográficos de
 Estado civil: Más frecuente en viudos, separados y personas solas.
riesgo:
 Ocupación: Desempleados y empleados no calificados, tienen mayor
 riesgo.
 Historia familiar de suicidio.
 Homosexualidad asociada a problemática VIH/SIDA.
 Familias inestables.
 Abuso o precocidad sexual.
Otros indicadores de
 Pérdidas escolares.
riesgo:
 Reto o desafío.
 “Epidemia de suicidios”.
 Enfermedades crónicas, dolorosas o pacientes terminales (Climent et al,
S/F).

Se considerará un riesgo suicida agudo severo si el paciente presenta ideación suicida intensa, frecuente o
persistente, con planificación, con múltiples factores de riesgo o alguno muy significativo, con poca capacidad
de autocontrol y/o con pocos factores protectores. En este caso el paciente no debe quedar solo y se deben
retirar todos los elementos de riesgo con los que pueda hacerse daño, y se debe considerar la posibilidad de
hospitalización, la que puede ser cursada involuntariamente en caso de ser necesario para proteger la vida
(Nieto et al, 2017).

En cuanto al tratamiento farmacológico, si el paciente suicida está psicótico, se utilizará la guía de agitación/
violencia en idéntica forma y si el paciente no está psicótico, utilizar sólo benzodiacepinas.
3. Pacientes con crisis de pánico: Se debe establecer si los síntomas del paciente corresponden a una
crisis de angustia, si son manifestaciones de una ansiedad anticipatoria, temores fóbicos u
obsesiones. Se debe descartar causas médicas mediante la historia clínica y se debe realizar examen
físico y exámenes de laboratorio si la condición clínica lo amerita.
El objetivo del tratamiento es: Disminuir rápidamente los niveles de angustia, intentar medidas de
apoyo y conductuales (relajación, meditación, incrementar la confianza del paciente en sí mismo)
antes de dar medicación ansiolítica. Si no son suficientes colocar bolsa de papel sobre nariz y boca
del paciente para que respire lentamente y disminuya la hiperventilación, uso de medicación
ansiolítica en caso de ser necesario (Se recomienda el uso de benzodiacepinas y si el cuadro presenta
agitación severa se debe tratar como un paciente agitado/violento).

4. Pacientes con psicosis aguda: La psicosis es un trastorno que implica desconexión con la realidad, se
caracteriza por presentar delirios, alucinaciones, alteración del afecto y el comportamiento; sus
causas son orgánicas, tóxicas o “funcionales”. Dentro de las patologías que pueden generar psicosis
aguda encontramos: Esquizofrenia, trastornos paranoides, catatonía, etc.
Para el abordaje inicial es útil tener en consideración las siguientes recomendaciones: Descartar una
etiología orgánica, buscar un padecimiento físico que acompañe al cuadro psicótico; realizar examen
mental, establecer la existencia previa de una enfermedad mental, episodios similares anteriores,
medicación recibida, aparición, intensidad y característica de los síntomas.
El objetivo del tratamiento es lograr una compensación del estado mental agudo (extinguir
sintomatología de agitación, desorganización de pensamiento, delirios, alucinaciones y del
comportamiento motor). Para ello se debe proporcionar un ambiente que brinde seguridad al
paciente, estímulos mínimos, observación contínua y generar confianza y comprensión.
Lo farmacológico incluye: Uso de antipsicóticos típicos o atípicos para el manejo de los delirios y las
alucinaciones, y se selecciona aquel que haya sido eficaz con el paciente anteriormente. Se puede
administrar por vía oral o parenteral si así se prefiere.
Si el paciente esta agitado, se debe tratar como un paciente agitado/violento.

5. Delirium: Se define como un síndrome cerebral orgánico agudo caracterizado por una significativa
alteración de la cognición, la atención y el comportamiento psicomotor. El cuadro suele ser de
carácter transitorio y en su inicio existen manifestaciones prodrómicas como inquietud, ansiedad,
irritabilidad y alteraciones del sueño.
Aunque eventualmente todas las personas estamos en riesgo de presentar un cuadro de delirium,
existen condiciones que se constituyen en factores predisponentes para esta patología: Pacientes
ancianos, post-cardiotomía, quemados, con daño cerebral previo, consumidores de drogas y
pacientes con SIDA.
Las causas de delirium pueden ser: Trauma del SNC (Traumatismo encéfalo craneano), toxicas
(Alcohol, alucinógenos, inhalantes, sedantes, fármacos de uso médico, tóxicos industriales y
ambientales), vasculares (HTA, embolismo cerebral, hemorragia subaracnoidea, hematoma
subdural, vasculitis, falla cardíaca), infecciones (Meningitis, encefalitis, abscesos, septicemia,
neumonía, sífilis, malaria), neurológicas (Epilepsia), metabólicas (Encefalopatía hepática, uremia,
alteraciones hidroelectrolíticas, alteración de la glicemia, hipoxia, porfiria, deficiencia de vitaminas
(tiamina, ácido nicotínico, B12, ácido fólico), desnutrición), endocrinológicas (Hipo o hiperfunción de
hipófisis, tiroides, paratiroides, suprarrenales), procesos tumorales.
El tratamiento debe dirigirse a la causa que origina el delirium; entre ellos: administración de glucosa,
de tiamina, de electrolitos cuando las causas son metabólicas, en los cuadros tóxicos se debe recurrir
a las medidas generales y al uso de antídotos específicos (Ej.: la naloxona, para los opiáceos).
En el caso de ignorarse la etiología, se deben tomar medidas generales, se recomienda hospitalizar
al paciente para una observación contínua por parte de personal capacitado y el monitoreo de signos
vitales. Se debe mantener un ambiente ventilado, con buen manejo de luz y sonidos, con pocos
estímulos externos, y donde el paciente pueda orientarse en el tiempo.
Se le debe tranquilizar, al igual que a la familia, e involucrar a ésta en el apoyo psicosocial al usuario.
La medicación psiquiátrica recomendada, incluye: Haloperidol, como antipsicótico de elección. Si el
compromiso es leve se puede usar la vía oral: 2 a 10 mg cada 12 horas, si hay agitación o dificultad
con la vía oral, se recomienda la misma medicación por vía intramuscular o endovenosa.

6. Abuso de sustancias: Una sustancia psicoactiva es definida como aquella que cuando es consumida
puede alterar el estado de conciencia. Todas las sustancias psicoactivas están sujetas a abuso, mal
uso y dependencia física o psicológica.
Existe una serie de medidas básicas dirigidas a llevar al paciente hacia la estabilización:
 Mantenimiento de la vía aérea.
 Hidratación acorde a su balance hidroelectrolítico.
 Control de líquidos administrados y eliminados.
 Vigilar la posibilidad de regurgitación por el riesgo de broncoaspiración.
 Inmovilización para protección del paciente, si las circunstancias lo requieren.
El tratamiento será en relación con síntomas presentados, por ejemplo: después de un consumo
aumentado, prolongado o a niveles tóxicos de alcohol el tratamiento incluye: administración de
Tiamina, administrar diazepam oral o intramuscular y repetir la dosis cada una o dos horas, hasta que
el paciente esté calmado. Si se presenta una convulsión, se deberá manejar con anticonvulsivantes.
En caso de uso de anfetaminas o cocaína, el tratamiento de la intoxicación está dirigido a una
vigilancia cardiorrespiratoria y en caso de agitación se manejará como paciente agitado/violento.
En caso de intoxicación por marihuana el manejo es con hidratación apropiada, control de líquidos
administrados y eliminados, sedación con Midazolam 5 mg vía intramuscular en caso de inquietud
(Climent, S/F).

Rol del TENS en la urgencia psiquiátrica:


Algunas de las actividades que podemos mencionar son las siguientes:
 Establecer una relación de confianza con el usuario.
 Brindar una atención rápida y oportuna según las necesidades del usuario.
 Mostrar empática por el usuario, evitando juicios de valor.
 Brindar diferentes tipos de contención, de acuerdo con las características de cada usuario.
 Proporcionar ambiente tranquilo.
 Tener conocimientos de las principales patologías psiquiátricas que requieren atención de urgencias.
 Vigilar al paciente en todo momento (Por riesgo de fuga, autolesión o hetero lesiones).
 Administracion de fármacos según indicación médica, observar efectos secundarios.
 Atender a las necesidades básicas del paciente (Alimentación, higiene, eliminación, reposo y sueño).
 Brindar apoyo e información a la familia.
 Registrar en ficha clínica.

Conclusiones:
Luego del análisis de estos temas tan importantes para la Psiquiatría, podemos concluir que en este apunte
se destaca la necesidad, por parte de los profesionales de salud, de identificar oportunamente los trastornos
del neurodesarrollo e identificar la presencia de anomalías en una o varias de sus áreas, ya sea motora, motora
fina, sensorial, del lenguaje o social.
Ante la detección o sospecha de alteración del neurodesarrollo se deberá alertar oportunamente a los padres
y realizar la derivación correspondiente, a fin de disminuir las limitaciones y los riesgos asociados.

Desde la urgencia psiquiátrica es necesario identificar las entidades nosológicas más frecuentes en estos
servicios para entregar una atención de calidad, incluyendo el manejo de las complicaciones físicas y
psicológicas que se deriven de estas situaciones de urgencia.

Es necesario que los profesionales de la salud tengan conocimientos sobre estas situaciones, de manera de
aportar en la prevención, manejo, tratamiento y recuperación de estos usuarios.
Referencias bibliográficas:
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Recuperado de: http://www.eafit.edu.co/ninos/reddelaspreguntas/Documents/dsm-v-guia-
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2. Caballal, M; Gago, A; Alvarez, J; Del Rio, M; García, C: Goicoechea, A; Pena, J. (2017). Prevalencia de
trastornos del neurodesarrollo, comportamiento y aprendizaje en Atención Primaria. Recuperado de:
https://www.analesdepediatria.org/es-prevalencia-trastornos-del-neurodesarrollo-
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3. Climent, C; Castrillón, E; Miranda, C;Gonzalez, C; Conde, S; Torres, F. (S/F). Urgencias psiquiátricas.
Recuperado de: http://www.medynet.com/usuarios/jraguilar/Urgencias%20Psquiatricas.pdf
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