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Cualidades de Los Signos
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en cualquier forma. Este material es de uso exclusivo de los estudiantes del Instituto Mexicano de Parapsicología como parte de los procesos de estudio únicamente.
Y Damos inicio aquí a un recorrido que puede ser un camino inagotable de conocimiento, nos daremos
a la tarea de estudiar las características del Zodíaco de todas las maneras posibles hasta llegar a su
entendimiento y profundo conocimiento.
El Zodíaco Trópico, camino circular por el que vamos a transitar durante mucho tiempo a lo largo de
este estudio, consiste en la división del aparente camino del Sol en doce posiciones iguales de treinta
grados cada una, llegando así nuevamente al lugar donde partimos, el Punto Vernal o punto Cero de
Aries. Desde aquí se inicia, cada año, el recorrido del Sol por los signos del Zodíaco. Este recorrido
envuelve, de una manera cíclica, constante, inalterable e íntegra toda nuestra vida en la Tierra. La rueda
zodiacal es un proceso único que se nos muestra iluminado por el Sol, de signo en signo, en donde cada
signo resuena como parte de una estructura, una parte de un todo.
La línea divisoria entre un signo y otro, es decir, a los 30° del signo se denomina cúspide y la persona
que ha nacido en una fecha cerca de una cúspide, por ejemplo, un 21 de marzo, necesita calcular con
Desde la antigua Grecia nos llega el orden o el esquema de cada una de las partes astrológicas en el
mapa natal, de esta cultura heredamos el horóscopo de la forma en la que hoy lo conocemos,
compuesto por 12 signos o segmentos de igual tamaño y relacionados entre sí, de un modo claro,
armónico y simétrico. Las cualidades de cada signo aparecen de la combinación de sus componentes,
los que se van repitiendo en diferentes secuencias de energía en los signos, de manera que cada uno,
se relaciona con los demás de un modo metódico y geométrico. A través de la comprensión de estos
principios, podemos conocer los significados internos más aparentes de estos. Todo el sistema tiene un
orden y la astrología no escapa a ese principio.
Los Signos se encuentran clasificados en tres grupos diferentes. Estas tres clasificaciones al mismo
tiempo se relacionan entre sí, dándonos el orden interpretativo. Podemos comprender a la rueda
zodiacal desde distintas perspectivas.
Por TRIPLICIDAD o secuencia de ELEMENTOS; por la cual a cada uno de los cuatro
elementos: fuego, tierra, aire y agua le corresponden tres signos del Zodíaco. Los
antiguos creían que todas las sustancias estaban compuestas de estos elementos.
Es necesario tener en cuenta que cada elemento a su vez, contiene dos de las cuatro
cualidades primitivas, estas son: caliente/frio y húmedo/seco.
Por POLARIDAD, según el elemento que esté actuando, los signos van a dividirse en dos
grandes grupos: positivos o masculinos, o bien, negativos o femeninos. A cada grupo le
corresponden seis signos.
Cada uno de los signos del Zodíaco posee las tres propiedades:
CUALIDADES PRIMITIVAS
Si nos preguntáramos “¿de qué está hecho el mundo?” podríamos llegar a pensar que quizá fue una de
las primeras preguntas que se formularon los hombres antiguos, y en su intento de comprender y
explicar el funcionamiento de la naturaleza que los rodea – y de la cual estaban constituidos –,
descubrieron que todo lo que a su alrededor se les mostraba como cognoscible, estaba formado por
cuatro principios elementales. Estos, combinados entre sí, daban origen a la totalidad de las
manifestaciones que el hombre era capaz de percibir, funcionando, de este modo, como principios
ordenadores. En Astrología, los conocemos como Cualidades Primitivas o Elementales: caliente/frío;
húmedo/seco. Desde su observación, los antiguos maestros dedujeron que dichas cualidades surgen,
en realidad, del principio de toda forma de vida en donde participan el calor y la humedad, y de falta o
negación de estos: frialdad y sequedad. En sí mismos, tales principios no son substancias absolutas;
tampoco pueden existir como entes separados o sin la manifestación, en algún grado, de su opuesto.
Por lo tanto, los principios elementales son tomados como cualidades que se le atribuyen a un sujeto.
En consecuencia, es factible sostener que las cualidades primitivas o elementales están presentes en
cada partícula del Universo, ya sea como manifestación física, psicológica, energética, orgánica, etc.
Estos dos pares de opuestos son inseparables entre sí: no hay algo que sólo es frío o sólo es húmedo,
porque de ser así, ese algo no podría existir. Una de las antiguas leyes herméticas establecía que los
opuestos no difieren en naturaleza, sino que son grados diferentes de una misma cosa; por lo tanto,
podríamos decir que las cuatro cualidades primitivas no son más que los principios activos vitales y sus
opuestos, o sea, el primer principio de la vida o la causa primera que adquiere forma cuadripolar.
Cada uno de los cuatro elementos o “cuatro pilares del universo” contienen dos cualidades primitivas.
Al combinar las características de las mismas, nos acercamos a la comprensión de los elementos:
POLARIDADES
Los elementos que comparten la cualidad caliente son los que vamos a llamar positivos o masculinos,
o sea, los que va a exteriorizar sus manifestaciones vitales, a poner afuera sus intereses, sus objetivos,
a sacar de sí, a mostrar su interioridad, expresándola. Una persona con énfasis en signos positivos
tendrá necesidad de salir a la calle a buscar actividad, tener contacto con el mundo social, transmitir
todo lo que le esté ocurriendo o bien va a actuar sobre el entorno, modificándolo.
Estos signos están relacionados con las Casas I, III, V, VII, IX y XI y representan la parte agresiva y
masculina de la naturaleza. Son personas de iniciar cosas más que de esperar a que las cosas sucedan.
Los elementos que comparten la cualidad de ser fríos, son los que se conocen como negativos o
femeninos. Van a poner en su interior los intereses u objetivos, a absorber lo que la polaridad masculina
emane, a recibir el impulso. Más introvertidos que los positivos, suelen replegarse sobre sí mismos y
no manifestar tan abiertamente sus inquietudes. Podrían describirse como un reflector de lo masculino.
Las personas con signos negativos acentuados tenderán a desarrollar una rica vida interior, necesitarán
de mucha intimidad, “digerirán” en silencio y calma todo lo que les ocurra, o bien se analizarán a sí
mismas y a los demás en una lucubración interna que quizá nunca exterioricen. Puede suceder que no
tengan interés en desplegar una vida social activa, sino que más bien traten de contemplar su propio
mundo en una profunda introspección.
Estos signos están relacionados con las Casas II, IV, VI, VII, X y XII. Representan a la parte pasiva y
femenina de la naturaleza. Estas personas son más introvertidas y protectoras. Son personas más de
Este elemento es el encargado de encender el motor. El que imprime coraje, optimismo, vitalidad. Todo
lo que esté relacionado con la energía expansiva y luminosa (recordemos la cualidad caliente). La
elevación de nuestro espíritu por su purificación, la espontaneidad, el carisma atractivo, la pasión
ardiente. En la carta vamos a focalizar el elemento fuego cuando indaguemos qué tan extrovertida,
decidida e impetuosa puede ser una persona. El impulso a actual, la autoafirmación, la
autodeterminación de luchar por algo. La diferenciación del ego hasta tal punto que nos proporciona
una identidad (recordemos la cualidad seca). El fuego avanza, no permanece quieto y todo lo que va
tocando a su paso queda transformado. La autosuperación, el deseo, la competencia son algunas de las
variantes que adquiere este elemento en la vida humana.
Posibles Disfunciones
Cuando la valentía se convierte en temeridad, la agresividad en agresión, la autoafirmación en
intolerancia. También la violencia, la ira, el arrebato, el egoísmo, el orgullo, la arrogancia son actitudes
que podrían aparecer cuando hay algún desequilibrio con este elemento.
Gracias al aire nos comunicamos, nos relacionamos (húmedo), asociamos ideas y pensamientos. Este
elemento es el que nos permite tomar distancia para adquirir perspectiva (caliente) con respecto a algo
que nos preocupa. Establece los contactos necesarios en la vida en sociedad. Permite que podamos
abstraernos para elaborar una idea independiente de lo concreto. Facilita la transmisión de
información, de conocimientos y el poder de asimilarlos intelectualmente, por ende, es imprescindible
en cualquier aprendizaje. La civilización necesita de la imparcialidad, de la objetividad, de la sociabilidad
que nos proporciona este elemento. La razón, la lógica no precisan, al igual que el aire, de ningún
espacio físico para desarrollarse. Todo lo que se manifieste en un plano puramente teórico pertenece
al campo de actuación del aire. Es el elemento conector por excelencia, tanto entre las relaciones
interpersonales como en las asociaciones mentales que podamos elaborar.
Posibles Disfunciones
La superficialidad o frivolidad con que pareciera que el aire aborda cualquier tema. La dispersión en la
que se pierde cuando ramifica sus intereses en más cosas de las que puede abarcar. La evasión mental
a la que acude cuando hay situaciones relacionadas con afectos o cotidianidades que, según cree, no
puede manejar. La distracción, los olvidos, los descuidos en los que suele caer cuando la mente está
funcionando por un camino distinto de la realidad tangible y concreta.
Este es el elemento que busca profundidades (frío), se filtra por los recovecos y se adapta (húmedo) al
recipiente que lo contenga. El agua se encarga de proporcionarnos los afectos, el amor, la empatía, las
emociones que nos desbordan como cataratas y bullen por salir a la superficie. Es ese contenido
intangible de los sueños, los sentimientos, la imaginación que busca refugio en mundos sutiles no
accesibles desde la superficie de una persona. El agua nos nutre maternalmente, es decir, nos da el
primer contacto afectivo, gracias al cual podemos crecer y desarrollarnos sanamente. Nos conecta
magnéticamente con otras personas, de tal forma que podemos sentir o vibrar igual que ellas. Nos llena
de una cálida ternura o de caudaloso amor. Nos facilita la percepción de un universo sensible que se
vivencia fuera de las palabras o la razón y no cabe – por su inmensidad – en el plano concreto de lo
visible.
Posibles Disfunciones
Con el agua nos podemos ahogar, ya sea en un mar de llantos, nadando en las oscuridades o dejándonos
llevar por las fantasías que creamos en nuestra imaginación. La melancolía, la nostalgia, la tristeza son
estados de ánimo bastante comunes para este elemento. A veces, por demasiada sensibilidad, se puede
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llegar a la susceptibilidad, sufriendo un dolor inmenso por algo que quizá nunca existió. Los temores
irracionales, la sensación de desprotección o la asunción de un rol de víctima son otras posibles
manifestaciones problemáticas del elemento agua.
El suelo que pisamos nos da un sostén firme y concreto sobre el cual apoyarnos. El elemento tierra nos
proporciona el límite (seco) físico y tangible para todos los demás elementos; el que nos asegura una
existencia concreta en el plano material. Por ende, tenemos todo cuanto pueda verse manifestado en
hechos o formas palpables: el cuerpo físico, los objetos de uso práctico, los valores monetarios o de
consumo, el funcionamiento de la realidad cotidiana, la producción de bienes o servicios relacionados
con el movimiento de esa realidad, las estructuras que nos permiten organizarnos firmemente en
cualquier ámbito o situación, la conservación de esa forma o estructura. Gracias al elemento tierra,
accedemos a plasmar – en lo concreto –, cualquier idea, sueño o ímpetu. Nuestro peso y gravedad (frío)
nos mantienen afirmados, con los pies en la tierra y nos recuerdan que somos seres sólidos en un
mundo sólido; que necesitamos del sentido común, de tiempo, de practicidad y paciencia para lograr
lo que deseamos. Las experiencias sensoriales nos permiten vivenciar nuestros propios límites
corporales, y las experiencias de vida nos enseñan nuestros propios límites como personas. Es función
de la tierra el trabajo constante y perseverante, para lograr que todos los demás elementos puedan
verse manifestados en la vida cotidiana.
Posibles Disfunciones
Quedarse con una visión reducida a lo material: sólo valorar lo que se puede ver y tocar. La pasividad,
la inercia, el análisis demasiado frío y calculador en cualquier ámbito, también podrían ser actitudes de
este elemento. Demasiado sentido práctico nos llevaría a no poder disfrutar de aquello que no conduce
a fin funcional alguno (por ejemplo, el arte). Un exceso de sensatez nos quitaría la posibilidad de
dejarnos llevar por un ideal o por los sentimientos. El escepticismo y el pensamiento podrían traducirse
en otras muestras de este elemento.
En una carta natal, los elementos se manifiestan a través de los signos y, como en cada carta se
encuentran los doce signos del Zodíaco, también confluyen los cuatro elementos. Ocurre que, por la
presencia de planetas o ángulos en determinados signos, generalmente algunos elementos están más
enfatizados que otros. De ahí que las posibles situaciones sean múltiples. Podemos ver algunos
ejemplos y casos:
1. Una persona que en su carta natal tenga acentuado el elemento fuego, va a actuar como lo haría
la manifestación física del elemento: impulsiva, ardiente, avasallante, brillante, etc. Una persona
que tenga mucho del elemento agua puede dejarse llegar por la corriente o ser capaz de percibir
las ondas que envíen otras personas, tal como si ella misma fuera un lago o un caudaloso arroyo.
También los excesos de un elemento podrían conducirnos a su manifestación exagerada: por
ejemplo, el fuego a la violencia o a la ira o a la intolerancia; el agua, al sentimentalismo o a la
pérdida de los límites entre ensueños y realidad.
2. En una misma carta natal se encuentran enfatizados dos elementos. En ese caso, buscaremos:
a. ¿Qué tienen ambos en común? Retomando las cualidades primitivas, por ejemplo: agua
y aire comparten la cualidad Húmeda. Si esta cualidad está doblemente enfatizada,
seguramente será muy notoria su manifestación en la persona que posea esa carta natal;
recordemos las características de la cualidad Húmeda: relación, fusión, mezcla,
penetración, fluidez, etc. Si los elementos fueran fuego y agua, que no comparten
ninguna cualidad, también buscaremos entre sus características, cuáles tienen en
común, por ejemplo: espiritualidad, intuición, pasiones, etc.
b. La combinación de las características de los dos elementos: agua y aire enfatizados
podrían significar intelectualizar los sentimientos o comunicar las vivencias interiores o
palabras tiernas, por ejemplo. Agua y fuego: desenfrenos sentimentales o cálida
contención o lucha por un mundo de amor.
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3. En una carta natal hay, por un lado, tres elementos más o menos equilibrados en su
manifestación y por otro, uno, -el cuarto-, en un pronunciado desequilibrio por ausencia, es
decir, por la carencia de planetas o ángulos en signos de dicho elemento. En este caso se
presentan problemas, ya que estamos frente a un elemento que no podemos valorar o vivir de
una manera equilibrada, al ser ajeno a nuestra conciencia o conocimiento de nosotros mismos.
Veamos:
a. Puede ocurrir que al resultarnos imposible utilizar dicho elemento en forma consciente,
no valoremos y, por ende, no podamos utilizar sus funciones. Por ejemplo, si el elemento
que falta es la tierra, probablemente no logremos concretar o plasmar en hechos lo que
nos propongamos, o quizá nos cueste adaptarnos a la vida práctica cotidiana, o también
podría ser que no registremos las necesidades de nuestro cuerpo físico, etc.
b. Podría suceder que este elemento, al estar en falta, sea sobre compensado con la
exageración de las manifestaciones que le son propias. Dicha exageración siempre va a
implicar un desequilibrio que acarrearía problemas; en efecto, no es fácil para una
persona que, en su conformación, en su “materia prima constitutiva”, tiene una carencia
de este elemento. Por ejemplo: si el faltante es el aire, podría ocurrir que esta persona
hable demasiado, o sea por demás estudiosa o se dedique a escribir o a la comunicación.
En la evaluación de “la cantidad” de cada elemento que una carta natal posee, conviene no olvidar que
la carta es una combinación de muchos factores y que todos ellos deben tenerse en cuenta a la vez,
antes de hablar de desequilibrios o problemas.
Las cuatro estaciones para los hemisferios están muy bien delimitadas y determinan cambios
sustanciales en los ritmos de vida de la gente, cualquiera que sea la cultura de la cual hablemos. Lo que
observamos a raíz de esto es un aparente acercamiento o alejamiento del Sol, más frío o más calor, días
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más largos o más cortos, con las correspondientes adaptaciones y cambios operados en la naturaleza
en los distintos momentos del ciclo: Así tenemos cuatro signos que coinciden con el inicio de cada
estación: Aries, Cáncer, Libra y Capricornio, a los que denominamos “CARDINALES”; cuatro signos que
transcurren mientras las características de la estación adquieren cierta estabilidad, cierta meseta, los
llamamos “FIJOS”, que son: Tauro, Leo, Escorpio y Acuario; y cuatro signos que coinciden con los finales
de cada estación, ese momento en que toda la naturaleza se prepara para el cambio y empiezan a
percibirse nuevos aires; son los signos que llamamos “MUTABLES”: Géminis, Virgo, Sagitario y Piscis.
A esta clasificación de signos se la denomina CUADRUPLICIDAD y se la relaciona con el ritmo
cuaternario de las estaciones.
SIGNOS CARDINALES
Se los relaciona con los comienzos y con todo lo que esto implica,
por ejemplo: iniciativa, irrupción, arranque, impulso, empuje
enérgico, emprendimientos. En este ritmo existe una acción en
una dirección definida; es la puesta en marcha hacia un objetivo.
Representan la actividad y el hacer por el comienzo de una nueva
fase cíclica. Los nuevos caminos, las aperturas de posibilidades, las
oportunidades, las novedades y lo novedoso, todo lo que implique
un nacimiento en cualquier ámbito de nuestra vida, una senda
desconocida por descubrir.
SIGNOS FIJOS
Observamos que los tres ritmos son iguales en importancia y necesarios en cada situación que se
presente en todas las personas. Los tres están operando constantemente en todas las cartas natales,
pero lo que suele ocurrir es que uno o dos de ellos están más acentuados que otros, por lo tanto, puede
que alguno o algunos tengan menos protagonismo. Podríamos encontrarnos con una carta “muy
cardinal”, por ejemplo, o con otra que sea “muy fija” o, por el contrario, con otra “muy poco mutable”
y el resto de los ritmos, más o menos parejos. En estos casos podría haber ciertos desequilibrios en la
forma de manifestarse. Por lo general, lo que traería más problemas en estos desequilibrios serían “las
faltas de”, pues es algo que no podemos manejar como quisiéramos o que nos cuesta reconocerlo en
nosotros, mientras que “las grandes cantidades de”, pueden llegar a manejarse de una manera más útil
para la persona porque es lo que más conocemos, nuestra forma natural de ser.
Si pensamos en cómo se manifiesta cada modalidad, en cada cosa que nos ocurra, veremos que hay
tres maneras de reaccionar, tres maneras de actuar, tres maneras de crear, etc.