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CREER O NO CREER EN LA PSICOLOGÍA: ¿ES

ESTA LA CUESTIÓN? martes, 13 de noviembre de


2012
"El psicólogo del deporte puede ayudar al entrenador desde
una perspectiva más tranquila y objetiva"

A mediados de octubre celebramos en Madrid la 14 edición


de las Jornadas de Actualización en Psicología del Deporte
de la UNED, y posteriormente, en México, han tenido lugar
dos importantes eventos en los que también he participado:
Un emotivo encuentro de antiguos alumnos mexicanos de
nuestro Máster, hoy en día profesionales de la Psicología del
Deporte, en el que se ha debatido sobre las lecciones
aprendidas en los últimos quince años y los retos futuros, y
el Congreso Internacional de las Ciencias del Deporte
organizado por la Universidad del Fútbol de Pachuca, con un
interesante programa sobre Psicología. Los tres
acontecimientos han contribuido a una interesante reflexión.

Una de las principales conclusiones ha sido el creciente


interés de los entrenadores por la Psicología del Deporte.
Todavía hay algunos ignorantes que dicen que “no creen en
la Psicología”, algo que es tan absurdo como decir que no
creen en la Geografía o las Matemáticas. La Psicología es
una ciencia con unas leyes y no un dogma de fe. Los
principios de la Psicología que determinan el
comportamiento humano en cualquier campo, también en el
deporte, tienen una base científica y están ahí, al igual que
las leyes de la Física o la Química, se consideren o no. Y de
hecho, los mismos que dicen eso se esfuerzan por, por
ejemplo, motivar o transmitir confianza a sus deportistas con
más o menos acierto, sin reparar en que lo que intentan es
aplicar la Psicología. Afortunadamente, cada vez son más los
entrenadores que se dan cuenta de la enorme trascendencia
de la Psicología para liderar con eficacia a sus deportistas y
aumentar, así, las posibilidades de éxito; y muchos los que
buscan la manera de aprender y aplicar esta ciencia
incorporándola a su método de trabajo.

También somos más los psicólogos que colaboramos con los


entrenadores enriqueciendo su formación o asesorándolos.
Aunque es cierto que todavía son muchos los entrenadores
que no trabajan con psicólogos del deporte, a veces por
desconocimiento, otras por desconfianza, otras porque no
han encontrado a la persona adecuada, y en algunos casos,
porque las experiencias que han tenido no han sido
satisfactorias (y de ahí ese “no creo en la Psicología” que en
realidad es más un “no creo en los psicólogos”). Como
sucede en cualquier profesión, existen mejores y peores
psicólogos del deporte (al igual que hay mejores y peores
entrenadores, directivos, jugadores, etc.) y no siempre los
psicólogos hemos sabido aportar los mejores servicios al
entrenador, lo que en ocasiones nos ha restado credibilidad.
Pero no es una cuestión de creer o no creer, sino de elegir al
profesional adecuado, confiar en él y establecer las
condiciones apropiadas para que pueda desarrollar su
función.

Por su parte, como principio básico para poder trabajar con


un entrenador, el psicólogo del deporte debe respetar el
espacio y la manera de funcionar de aquél; comprenderlo a él
y la forma en que influye o intenta influir en sus deportistas;
y a partir de ahí, saber cuál es el mejor momento y la mejor
manera de escucharlo, ayudarlo a reflexionar y asesorarlo.
En general, desde su posición externa, el psicólogo tiene una
perspectiva más tranquila y objetiva de la realidad
psicológica de los deportistas, lo que unido a sus
conocimientos como experto de la Psicología puede ser de
gran ayuda para el entrenador, tan involucrado dentro del
bosque que es fácil que, algunas veces, no vea los árboles.
Por ejemplo, el psicólogo puede detectar la conveniencia de
potenciar la autoconfianza más que la motivación en la
charla anterior al partido, insistir en motivar o estresar para
paliar el conformismo, replantear un objetivo colectivo para
unir al grupo, tener en cuenta la particularidad de un
determinado jugador, utilizar un estilo de liderazgo más
participativo, etc. y aportar este conocimiento para optimizar
el funcionamiento del entrenador. Eso sí, siempre que,
insisto en esto, sepa elegir el mejor momento para intervenir
(cuando el entrenador sea más receptivo), domine la
comunicación adecuada para que el entrenador no se sienta
invadido o amenazado, y respete la libertad de éste para
atender a sus sugerencias o no, sin sentirse mal cuando no lo
haga.

Dos de los principales enemigos del psicólogo del deporte


son el exceso de entusiasmo por ayudar y la ansiedad por
hacer algo. El efecto de ambos es el mismo: meteduras de
pata por decir o hacer cosas que no proceden y disminuyen
su credibilidad, lo convierten en una amenaza o un estorbo y,
en definitiva, cierran las puertas de una intervención eficaz.
El valor añadido del psicólogo no está en aportar frases
hechas, dar ánimo gratuito, decir “tú si puedes” u ofrecer los
consejos que cualquier otro podría dar, sino en saber
observar la realidad sin el inconveniente de las emociones
intensas que a menudo invaden y dominan a los entrenadores
y otros miembros del staff, así como disponer de las
habilidades para transmitir en fondo y forma las
observaciones relevantes que puedan ayudar y, entre
bastidores, contribuir a poner en marcha procesos de cambio
en los que los protagonistas sean el entrenador y sus
deportistas.

¿Creemos o no creemos en la Medicina Deportiva? Tan


absurda es esta pregunta como la que sería igual respecto a la
Psicología. Superémosla definitivamente y, con la
conveniente autocrítica, sigamos desarrollando una
disciplina tan beneficiosa para el funcionamiento de los
deportistas.

Chema Buceta
12-11-2012

Twitter: @chemabuceta

www.palestraweb.com
www.psicologiadelcoaching.es
Publicado por CHEMA BUCETA en 05:42 5 comentarios:

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