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HACIA UNA MAYOR SENSIBILIZACIÓN CONTRA LA VIOLENCIA

Los hechos confirman que en los últimos XX años ha habido un gran número de muertes provocadas
por diversos tipos de violencia, pero también es un hecho que este periodo nos ha mostrado el lado
opuesto de la persona; el de una persona que, esperando las ventajas de la edificación, confía en los
individuos y en su capacidad para construir una sociedad superior y más agradable. Esta alma está
disponible en muy posiblemente del logro erudito principal a través de la existencia entera de la
humanidad: la Declaración universal de los derechos humanos aprobada por la asamblea general de
las naciones unidas el 10 de diciembre de 1948. Se tiende a sostener, no sin razón, que las libertades
contenidas en esta declaración son todavía una invención en una buena parte de nuestro planeta; esto
es válido. Sin embargo, es igualmente un hecho que su simple presencia hizo emerger lo que durante
bastante tiempo pareció inalcanzable. L a declaración de 1948 ofreció a los residentes otra estructura
para descifrar cómo se debe pensar en los individuos y a qué libertades tienen derecho. Los planes
ayudan a situarse en un mundo que concede diversos sueños. En este sentido, la declaración ofrece
una opción frente a aquellos viejos planes de jerarquizar las agrupaciones humanas e intentar
naturalizar el desequilibrio y la injusticia.

Las cualidades y voluntades que dinamizaron esta declaración no estaban presentes de forma tan
evidente en épocas anteriores. De este modo, es sensato pensar que hoy no hay más violencia que
antes. Los hechos confirman que podría existir el discernimiento contrario, sin embargo, quizá lo que
ocurre es que la heurística de la apertura nos está gastando una broma desordenada. Lo que existe hoy
es una mayor preocupación y consideración social por la violencia, y en consecuencia vemos una
mayor cantidad de este tipo de actos.

La valoración de una forma de comportarse o de una ocasión depende de una situación única o de un
segundo concreto verificable. Además, esto es así porque en cada una de ellas domina un plan
interpretativo del mundo real.

De esta manera, lo que ayer se interpretaba de una manera, hoy se hace de otra muy distinta. Un
ejemplo lo encontramos en lo que en la actualidad se denomina violencia de género, y hace unos
pocos años eran simplemente “problemas de pareja”. El hecho de que unas décadas atrás no se hablase
de violencia de genero no quiere decir que no existiese. Al contrario, eso demuestra que lo que hoy
consideramos un problema, antaño no era considerado ni siquiera como tal. Para que las cosas
cambien, primero es necesario cuestionarlas. Ha sido la sensibilización producida durante estos
últimos años a partir de documentos como la Declaración, junto con las acciones de las minorías
activas, lo que ha provocado visualizar y problematizar esas relaciones de pareja.
El esquema que comprendía y no cuestionaba las relaciones de pareja en las que el hombre ejercía
violencia física, psicológica o social, Normas, roles, valores, creencias, etc., presionaban en una
misma dirección. Hasta 1975, si, 1975, en España la mujer no podía abrir una cuenta bancaria sin
permiso de su marido. Pero todavía hubo que esperar a la aprobación de la constitución de 1978 para
que se lograse la plena igualdad jurídica. Estos cambios se asocian con una mayor sensibilización
hacia ciertos temas, como los de la violencia.

Los trabajos de Pinker (2011) parecen avalar nuestra hipótesis del heurístico de accesibilidad. El
análisis de este autor sostiene que la violencia ha declinado a lo largo de la historia de la humanidad,
particularmente en lo que se refiere al genocidio, la guerra, el sacrificio humano, la tortura o el
maltrato a las minorías étnicas, las mujeres, etc. Esa disminución de la violencia respondería a varias
causas: unas serian de corte macrosocial, como la consolidación de los estados, la expansión de la
democracia, el comercio, el incremento del cosmopolitismo y de las habilidades humanas para el
autocontrol, la empatía, la moralidad y la razón.

Pero, pese a que la violencia pueda ser hoy menor, lo importante es que siempre nos siga pareciendo
demasiada. Esto significaría que no hemos perdido la condición humana de ser solidarios con las
personas que sufren y de rebelarnos contra todo aquello que atente contra la dignidad, los derechos y
la vida de millones de personas.

En el caso de la violencia contra la mujer, con las sensibilizaciones se pretende que este fenómeno no
permanezca oculto, que se conozcan y entiendan sus causas y que cada individuo tome un papel activo
de manera personal o colectiva en combatirla.

Sensibilizar no es solo informar. La información es imprescindible, pero insuficiente. La definición


de “sensible” en el diccionario de la real academia recoge dos acepciones interesantes: “Perceptible,
manifiesto, patente al entendimiento” y “Que cede o responde fácilmente a la acción de ciertos
agentes”. Es preciso poner en marcha otras líneas de acción que permitan que las personas se “vuelvan
sensibles”, es decir, que tomen conciencia del problema para actuar sobre él, que se responda
fácilmente.

El resultado deseable de la sensibilización es que cada persona este correctamente informada para
que entendiendo lo que ocurre, pueda tomar una postura critica ante la realidad y actuar para
modificarla si lo considera oportuno, en este caso, ante la violencia contra las mujeres.

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