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Colegio Villa San Bartolomé

La Sere

Lecturas sugeridas
Plan Normativo: Plan de sexualidad, afectividad y género
Nombre: __________________________________________Curso ° ___
Fecha: ______/______/_____

Barón y el niño que estaba triste

Barón tenía las patas anchas, el hocico marrón y las orejas muy grandes; era un
perro muy alegre que siempre estaba moviendo la cola, y el único de la casa que en
los últimos meses lograba sacar una sonrisa al pequeño. Lo encontraron abandonado
dentro de un contenedor de basura y se lo llevaron a casa con tan solo unos días de
vida; desde entonces se convirtió en el mejor amigo de juegos de Elías.

Últimamente Elías siempre estaba triste. El niño sabía que algo le pasaba pero era
incapaz de explicarlo, y eso lo hacía sufrir terriblemente. Tenía una opresión en el
pecho y sentía que a veces se ahogaba, pero no sabía cómo contárselo a sus padres.

- ¿Qué te pasa cariño? - le preguntaba preocupada su madre.

- ¡Puedes confiar en nosotros! - le repetía una y otra vez su padre; pero Elías era
incapaz de explicar lo que le sucedía, aunque en su interior pedía a gritos que lo
ayudaran.

El perro daba grandes lametazos a Elías cuando lo veía triste para consolarlo; pero el
niño lo apartaba de su lado encerrado en su mundo.

Al poco tiempo Barón amaneció enfermo; se quejaba lastimeramente y no abría los


ojos. Elías y sus padres preocupados lo llevaron enseguida al veterinario.

- Barón no tiene ninguna enfermedad que le cause estos trastornos - dijo muy seguro
de sí mismo.

Los tres lo miraron ansiosos esperando que les dijera qué le pasaba a Barón.

- Este perro está muy triste, hay algo que lo hace sentir así - sentenció el veterinario.

Los tres se quedaron muy callados, y de vuelta a casa, Elías con Barón en sus brazos
iba llorando en silencio en el sillón trasero del coche.

Elías se dio cuenta de lo que pasaba y quiso ayudar a Barón; lo acariciaba y


abrazaba constantemente, y eso hizo que los dos se sintieran mejor.

Un día Elías agarró una pelota y se la lanzó al perro; hacía mucho tiempo que no
jugaban juntos. Empezaron a corretear por el jardín como antes, y Barón comenzó a
mover la cola, mientras que Elías, ante la felicidad de sus padres soltaba alguna
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carcajada de vez en cuando.

Con el tiempo, de igual manera que entró la tristeza en sus vidas, sin que apenas se
dieran cuenta, también entró la alegría en sus corazones.

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