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Alba Maestre Baena

La bendición Génesis 1,28:

Y los bendijo Dios y les dijo: creced, multiplicaros, llenad la tierra y sometedla,
dominad sobre los peces del amar, las aves del cielo y todos los animales que se mueven
por la tierra:

- La fecundidad: la dignidad de las personas ha de transmitirse a los


descendientes. La capacidad generadora, por tanto, la sexualidad son valores que
el varón y la mujer han asumir responsablemente ante Dios, como medio de
cooperar en el proyecto divino de la creación.
- El dominio sobre el mundo: El dominio de la naturaleza no lleva a abusar de
ella, sino a respetar el ser de las cosas y en su caso, a devolverles su sentido
genuino, poniéndoles al servicio de todos los hombres y dando gloria a dios.
- La armonía entre el Creador, la humanidad y todo lo creado fue destruida por
haber pretendido ocupar el lugar de Dios, negándonos a reconocernos como
criaturas limitadas. Este hecho desnaturalizó también el mandato de « dominar »
la tierra
- La tierra nos precede y nos ha sido dada. Esto permite responder a una acusación
lanzada al pensamiento judío-cristiano: se ha dicho que, desde el relato del
Génesis que invita a « dominar » la tierra, se favorecería la explotación salvaje
de la naturaleza presentando una imagen del ser humano como dominante y
destructivo.

Génesis 2,15:

El trabajo humano: solo el hombre es capaz de trabajar, es decir, de participar en el


poder creador de Dios, con su inteligencia, con su imaginación y tenacidad y así
perfeccionar el mundo creador de dios.

- «labrarla y cuidarla», esto quiere decir que la tierra hay que cuidar y trabajarla.
- «labrar y cuidar» el jardín del mundo. Mientras «labrar» significa cultivar, arar
o trabajar, «cuidar» significa proteger, custodiar, preservar, guardar, vigilar. Esto
implica una relación de reciprocidad responsable entre el ser humano y la
naturaleza.

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