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8 - Cardiopatía Isquémica
8 - Cardiopatía Isquémica
Dentro del SCA en función del ECG inicial se distinguirán dos diagnósticos de trabajo
entre los que clínicamente no se pueden establecer claras diferencias:
Criterios de Sgarbossa.
Puntuación
Elevación del segmento ST ≥1 mm concordante con los complejos QRS
(En cualquier derivación). 5
Infradesnivel del segmento ST ≥1 mm en cualquiera
de las derivaciones V1, V2 o V3. 3
Elevación del segmento ST ≥5 mm discordante
con los complejos QRS (QS o rS). 2
Una puntuación ≥3 es muy específica de IAM, y ≥2 es sugerente.
Enfermedades no coronarias con elevación de troponinas.
Marcadores de inflamación.
Recientemente se ha identificado la PCR como marcador de inflamación, que traduce
Inflamación crónica (predisponente de EAC) y aguda (evento con daño miocárdico). La
PCRus (de alta sensibilidad) se ha identificado como marcador pronóstico (no
diagnostico).
Marcadores de activación neurohormonal.
La elevación de BNP y NT-pro-BNP tienen valor pronóstico a largo plazo (mortalidad), en
relación con la clase Killip y la fracción de eyección del ventrículo izquierdo. No permiten
estratificar el SCA.
Otros marcadores.
La función renal, en concreto los índices de aclaramiento de creatinina y tasa de filtración
glomerular se relacionan con el pronóstico. La cistatina C no está disponible en la práctica
diaria, pero promete ser un buen marcador. Se estudian nuevos biomarcadores y modelos
de análisis de multimarcadores para una mejor estimación pronostica global.
Radiografía de tórax: en la angina no aporta datos diagnósticos ni ayuda a estratificar el
riesgo. Su indicación en la angina estable es para pacientes con sospecha de
insuficiencia cardiaca, enfermedad valvular o enfermedad pulmonar; se correlacionan con
el pronóstico la cardiomegalia, la congestión pulmonar, el crecimiento auricular y las
calcificaciones cardiacas.
Ecocardiograma transtorácico (ETT): útil en el diagnóstico del SCA al detectar
alteraciones de la contractilidad segmentaria. Determina la función sistólica y diastólica
ventricular, identifica y cuantifica valvulopatias y la presencia de derrame pericárdico. Se
debe realizar un ecocardiograma urgente ante la sospecha de complicaciones mecánicas.
También es útil en la determinación del pronóstico, tanto en la fase aguda como en el
seguimiento, aportando datos para la toma de decisiones (revascularización, prevención
de muerte súbita).
Pruebas de detección de isquemia y enfermedad coronaria.
Ergometría (prueba de esfuerzo).
La prueba de esfuerzo convencional, por su disponibilidad y bajo coste, se considera en la
mayoría de los casos el primer método de cribado de la enfermedad coronaria. El
paciente es sometido a un esfuerzo progresivo mientras se monitoriza su frecuencia
cardiaca, tensión arterial y registro electrocardiográfico, evidenciando alteraciones
cardiovasculares que no están presentes en reposo y si durante el ejercicio. El protocolo
más utilizado durante la ergometría convencional para aumentar progresivamente el
esfuerzo es el protocolo de Bruce.
a) Es un procedimiento habitualmente seguro (una muerte o infarto por cada 10.000
exámenes), en ausencia de contraindicaciones
b) En cuanto a sus indicaciones, la prueba de esfuerzo nos va a permitir no sólo hacer
una evaluación diagnóstica de la enfermedad coronaria, sino también pronostica en los
pacientes con cardiopatía isquémica conocida, así como una demostración de isquemia
antes de procedimientos revascularizadores, valorar la capacidad funcional del paciente,
el comportamiento de la tensión arterial e investigar arritmias durante el ejercicio. Si se
realiza con fines diagnósticos, la prueba de esfuerzo debe llevarse a cabo sin medicación
antianginosa con el fin de no alterar el resultado de la misma, dado que una prueba
negativa bajo medicación no permite excluir la enfermedad coronaria. En el caso de
pacientes con HTA y tratados con betabloqueantes, es recomendable sustituir dicho
fármaco por otro que permita llegar a una frecuencia cardíaca diagnóstica.
c) Los resultados de la prueba se expresan de la siguiente manera:
– Positividad clínica: si desarrollan dolor anginoso típico o signos de disfunción
ventricular izquierda (hipotensión arterial, falta de progresión de la TA con el
ejercicio).
Una positividad exclusivamente clínica justifica la realización de otras pruebas de
detección de isquemia.
– Positividad eléctrica: cuando se registra durante el esfuerzo o en la recuperación
cambios eléctricos sugerentes de isquemia.
– Negativa: cuando se alcanza un nivel de ejercicio significativo y una frecuencia
cardíaca submáxima (85% de la frecuencia cardíaca máxima teórica) sin aparición
de síntomas clínicos ni cambios eléctricos
– No concluyente: cuando no se alcanza el grado de ejercicio adecuado (estadío I
de Bruce o superar los 5 METS), ni la taquicardización suficiente, por lo que no es
posible descartar adecuadamente si hay isquemia miocárdica subyacente.
La ergometría nos aporta otros parámetros como son el doble producto (FC x TA)
y el trabajo expresado en METS. Desde el punto de vista pronóstico, existen unos
criterios de gravedad que ayudan a estratificar el riesgo.
d) En cuanto a las limitaciones de la prueba de esfuerzo, cabe destacar:
– La sensibilidad media de la prueba que es del 65% y la especificidad del 77%,
variando según el número de vasos afectados (sensibilidad del 40% para
enfermedad severa de un vaso, y asciende al 90% para enfermedad severa de 3
vasos). Estos valores dependen de la prevalencia de enfermedad coronaria en
poblaciones donde se aplique la prueba, siendo la tasa de falsos positivos muy
elevada en poblaciones de baja prevalencia. Por tanto, el grupo de pacientes en el
que la prueba de esfuerzo con fines diagnósticos es más valioso es aquel con
probabilidad pretest intermedia.
– Alteraciones del ECG basal, que impidan una adecuada interpretación del
registro ECG durante el ejercicio: bloqueo de rama izquierda, ritmo de
marcapasos, síndromes de preexcitación, depresión en reposo del segmento ST
superior a 1 mm (incluyendo hipertrofia VI o tratamiento con digitálicos).
– Pacientes con incapacidad para el ejercicio físico hasta un nivel suficiente para
obtener resultados positivos.
Absolutas Relativas
– Infarto de miocardio reciente (menos de 3 días). – Estenosis valvular aortica moderada.
– Angina inestable, no estabilizada con medicación. – Anormalidades electrolíticas.
– Arritmias cardiacas incontroladas – HTA severa (TAS >200 y/o TAD >110 mmHg).
que causan deterioro hemodinámico.
– Estenosis aortica severa sintomática. – Taquiarritmias o bradiarritmias.
– Insuficiencia cardiaca no estabilizada. – Bloqueos AV de 2o o 3er grado.
– Embolia pulmonar. – Miocardiopatía hipertrófica u otras forma de
– Pericarditis o miocarditis aguda. Obstrucción al tracto de salida de ventrículo izquierdo.
– Disección aortica.
– Incapacidad física o
psíquica para realizar la
prueba de esfuerzo.
Coronariografia.
La coronariografia permite, mediante la inyección de contraste radiológico, visualizar el
contorno de la luz de las arterias coronarias. En la actualidad es el único método que
permite descartar o confirmar absolutamente la existencia de enfermedad arterial
coronaria epicárdica y es el método de elección para evaluar la anatomía coronaria y paso
previo a las decisiones terapéuticas de revascularización.
La coronariografía permite realizar:
– Diagnóstico: conocer la existencia, extensión, morfología y severidad de las estenosis
coronarias, la existencia de circulación colateral y de fístulas coronarias. La lesión es
angiográficamente significativa cuando la estenosis luminal que ocasiona es igual o
superior al 70%, y en el caso del tronco común izquierdo cuando es igual o superior al
50%. Para clasificar el flujo post-estenosis se emplea la clasificación TIMI que lo gradúa
desde 0 (ausencia de flujo distal a la lesión) hasta 3 (flujo distal a la lesión normal).
– Pronóstico: la ausencia de enfermedad coronaria permite establecer un excelente
pronóstico; por el contrario, la presencia de estenosis significativa en tronco coronario
izquierdo, las estenosis en tres de las arterias principales, en la arteria descendente
anterior proximal y la disfunción ventricular izquierda suponen mal pronóstico con elevada
tasa de eventos cardiovasculares.
– Tratamiento: métodos de revascularización endoluminales percutáneos (ICP) mediante
angioplastia e implantación de stents (convencionales o farmacoactivos).
– Ventriculografía del ventrículo izquierdo, que permite valorar la fracción de eyección
(FE), contractilidad regional, aneurismas, insuficiencia mitral,
– Medición de presiones intracavitarias (ej. PTDVI).
– Valorar la severidad y significado funcional de lesiones intermedias o dudosas mediante
el empleo de ecografía intracoronaria y guía de presión.
Las indicaciones de la coronariografia.
Las complicaciones de la coronariografia son poco frecuentes y pueden ser causadas
por:
– Contraste radiológico: fenómenos de hipersensibilidad (que en general pueden
controlarse con el empleo previo de esteroides y/o antihistamínicos) y deterioro de función
renal, sobre todo en pacientes con diabetes mellitus o insuficiencia renal previa, pudiendo
minimizarse el riesgo de nefrotoxicidad con hidratación abundante.
– Punción arterial. Las complicaciones vasculares son más frecuentes con la punción
femoral que con la radial. Entre ellas, destacan hematomas, pseudoaneurismas, fistulas
arteriovenosas, disecciones arteriales, fallos de los dispositivos de cierre percutáneo, y
lesiones del nervio femoral. La exploración física de la zona y la ecografía Doppler nos
ayudan a su diagnóstico. Sera preciso en caso de sangrado activo reversión de la
anticoagulación, transfusión de concentrados de hematíes, vendaje compresivo y en
algunos casos por su gravedad y evolución compresión guiada por ultrasonido, inyección
percutánea de trombina guiada por ultrasonido (en caso de pseudoaneurismas) e incluso
cirugía vascular. En caso de punción arterial femoral alta, existe una grave complicación
que es el sangrado con formación de hematoma en el espacio retroperitoneal, que se
debe sospechar en caso de dolor abdominal, caída del hematocrito, deterioro
hemodinámico y se confirmara mediante TC.
– Intervencionismo coronario: se puede complicar con IAM, disección coronaria, arritmias,
accidente cerebrovascular e incluso muerte.
TRATAMIENTO:
1. Cardiopatía isquémica crónica.
Una vez establecido el diagnostico de cardiopatía isquémica, se puede optar por un
manejo conservador iniciando tratamiento médico y reevaluando en función del control de
los síntomas, o bien con manejo invasivo para confirmar la enfermedad coronaria,
establecer su extensión y valorar la necesidad de revascularización, mediante la
realización de coronariografia.
Indicaciones de coronariografía.
SCA: de forma urgente en casos de SCA con elevación del ST; en los primeros días tras
SCA sin elevación del ST.
Angina estable:
– Severa, no controlable con tratamiento médico o con mala calidad de vida/mala
tolerancia al tratamiento.
– En casos de evidencia de isquemia severa en pruebas complementarias.
– En candidatos a cirugía vascular mayor.
Asintomáticos con isquemia severa inducible.
– Tras paro cardiaco sin otros diagnósticos seguros
– En casos de disfunción ventricular izquierda severa post-infarto o con sospecha de
origen isquémico.
Dolor torácico con alta sospecha de isquemia miocárdica en la que no se han obtenido
otros datos diagnósticos por otros métodos.
Tratamiento médico.
El tratamiento médico debe ir encaminado hacia dos objetivos, mejorar el pronóstico
evitando la aparición de IAM y muerte, y el control de los síntomas para mejorar la calidad
de vida.
a) Medidas dirigidas a mejorar el pronóstico.
– El control de los factores de riesgo y el estilo de vida es una parte importante del
tratamiento, para evitar la progresión de la enfermedad. Se debe vigilar y tratar la HTA, la
DM, el tabaquismo, las dislipemias. En general, estos factores presentan un efecto
sinérgico en el avance de la EAC, hecho a tener en cuenta al fijar el umbral de actuación.
El tratamiento mediante antihipertensivos, hipolipemiantes, etc.
– Antiagregacion: los agentes antiplaquetarios tienen un papel fundamental en el control
de los fenómenos tromboticos implicados en la aterogenesis y la aparición de eventos
agudos. El AAS está indicado en todos los pacientes sin contraindicación específica
(hemorragia gastrointestinal o alergia a la aspirina). El clopidogrel es una alternativa en
estos casos. Tras la revascularización mediante stents, es necesario el tratamiento con
doble antiagregacion (AA) durante periodos más o menos prolongados.
– Estatinas: reducen los niveles de colesterol (el objetivo terapéutico en la CI crónica es
LDLc <70 mg/dl) y previenen la progresión de la placa, por lo que están indicadas en
todos los pacientes con enfermedad coronaria, tanto en prevención primaria como
secundaria. Los efectos secundarios más importantes son la producción de miopatía
(infrecuente, con elevación de CPK) y aumento de transaminasas (son recomendables los
controles periódicos).
– IECAs/ARA II: reducen el riesgo cardiovascular en pacientes con CI y disfunción
ventricular. Tienen un efecto cardioprotector (reducen hasta un 30% la tasa de eventos
Isquémicos). Se deben administrar en pacientes con CI e hipertensión, insuficiencia
cardiaca, infarto previo con disfunción de VI o diabetes. Los ARA II consiguen un efecto
superponible sin producir tos ni angioedema. Todos ellos deben usarse con precaución en
pacientes con insuficiencia renal. Son fármacos retenedores de potasio y pueden
favorecer la aparición de arritmias. Están contraindicados en estenosis de la arteria renal.
– Betabloqueantes (BB): reducen la FC, la TA y el consumo de O2, por lo que mejoran
el pronóstico en pacientes post-IAM, en disfunción de VI e HTA. Dada además su acción
antianginosa son fármacos de primera elección en el tratamiento de la CI debiéndose
administrar a todos los pacientes salvo contraindicación (broncoespasmo y bloqueo
auriculo-ventricular). En caso de angina vasoespatica, los síntomas podrían agravarse
con la toma de betabloqueantes.
– Ivabradina: inhibidor selectivo del nódulo sinusal, actúa disminuyendo la FC. Se debe
administrar en pacientes con contraindicación para tomar BB (o en los que la dosis
máxima tolerada no alcanza el objetivo terapéutico), que presentan FC elevadas (mayor a
70 lpm). Se puede usar también en asociación a los BB.
Revascularización.
Se debe llevar a cabo en aquellos pacientes que presenten angina limitante pese a
tratamiento médico óptimo, con datos de mal pronóstico en las pruebas de detección de
isquemia, ante disfunción ventricular, o en pacientes con un balance riesgo-beneficio
favorable o que soliciten este tratamiento informados de los riesgos.
Existen dos abordajes posibles de la revascularización miocárdica: percutáneo, o
quirúrgico. Las características clínicas del paciente, la anatomía de las lesiones
coronarias, la experiencia local y la preferencia del paciente se deben tener en cuenta a la
hora de elegir un abordaje.
SCASEST.
a) Establecimiento del riesgo.
Es fundamental la estratificación del riesgo, basada en factores de riesgo, anamnesis y
exploración física, que va a determinar el tratamiento, y se deben realizar pruebas
complementarias (ECG de 12 derivaciones, marcadores de daño miocárdico) para
establecer el diagnóstico y el pronóstico. Los cambios dinámicos del ECG con el dolor
añaden gran especificidad. La evaluación del riesgo es un proceso dinámico, puede
cambiar según evolucione la clínica. En aquellos pacientes evaluados por episodio de
dolor torácico con sospecha de isquemia pero sin certeza diagnostica, que no tienen
datos de alto riesgo, ni han vuelto a presentar dolor, se realizaran inicialmente pruebas de
detección de isquemia con fines diagnósticos; si los resultados son positivos, se debe
iniciar tratamiento médico y realizar coronariografia y revascularización si procede, en
función de las características del paciente.
Riesgo intermedio-alto
• Elevación troponinas.
• Cambios dinámicos ST u onda T (sintomáticos o no).
• Diabetes mellitus.
• Disfunción renal (TFG <60 ml/min/1,73 m2).
• Función ventricular izquierda deprimida
• Angina postinfarto precoz.
• IAM previo.
• ICP 6 meses previos.
• Cirugía de revascularización previa.
Un SCACEST transitorio, así como un IAM evolucionado que presenta angina, deben
tratarse como SCASEST de alto riesgo. En ocasiones, cuando un SCASEST cursa con
gran inestabilidad hemodinámica o eléctrica (infrecuente), se puede valorar la
revascularización urgente.
b) Tratamiento médico.
– Medidas generales: a su llegada, todo paciente con diagnóstico de SCASEST debe ser
monitorizado y mantenerse en reposo. Se debe administrar oxígeno en caso de hipoxemia
o insuficiencia cardiaca.
– Estatinas: se deben administrar a altas dosis a todos los pacientes salvo
contraindicación, independientemente de los niveles de colesterol, ya que han
demostrado disminuir la incidencia de IAM e ictus.
– Fármacos anti-isquémicos: los nitratos se deben usar en el control del dolor mientras
la situación hemodinámica lo permita. Tanto la vía sl a la llegada del paciente, como iv
una vez se dispone de acceso venoso, presentan gran rapidez de acción. Mientras se
alcanza la dosis objetivo se debe monitorizar la tensión arterial. Los betabloqueantes son
útiles en el control de la angina, gracias en parte a la inhibición competitiva de las
catecolaminas circulantes. Están especialmente indicados en pacientes que se
encuentren hipertensos y taquicardicos. La formulación intravenosa parece óptima por su
rapidez de acción; el propranolol por su vida media corta y el atenolol, pueden ser
administrados con precaución, estando contraindicados ante signos de insuficiencia
cardiaca. En pacientes con contraindicaciones para los betabloqueantes se pueden
utilizar los antagonistas del calcio.
– Analgesia: cuando no es posible el control de la sintomatología con otros fármacos
(intolerancia hemodinámica, contraindicación), se pueden utilizar los analgésicos
opiáceos. El cloruro mórfico sc o iv utilizado de forma puntual puede contribuir al control
del dolor y de la descarga adrenérgica asociada que también es un factor que agrava la
isquemia, ya que aumenta el consumo miocárdico de oxígeno. Se pueden utilizar
benzodiacepinas para el control de la ansiedad. Los AINEs están contraindicados.
– Antiagregacion. La doble AA con carga inicial está indicada en todos los pacientes.
AAS en presentación no entérica (la opción intravenosa es recomendable) seguida de
75-100 mg diarios, y clopidogrel 300 mg seguido de 75 mg/día deben ser administrados a
la llegada del paciente. Es recomendable administrar protectores gástricos
conjuntamente. Aunque estudios in vitro han demostrado interacciones entre el
clopidogrel y fármacos de la familia de los IBPs (omeprazol, lansoprazol), estudios
recientes han demostrado que dicha interacción no tiene relevancia clínica. Nuevos
antiagregantes como el prasugrel y el ticagrelor han demostrado en ensayos clínicos
recientes un efecto antitrombotico superior al clopidogrel a expensas de un mínimo
aumento de las complicaciones hemorrágicas, por lo que se pueden usar en el SCA,
especialmente en pacientes jóvenes (bajo riesgo hemorrágico).
– Anticoagulación. Se debe iniciar junto con la doble AA. Aunque en principio cualquier
heparina es válida, las HBPM presentan ventajas farmacocinéticas. El fondaparinux,
presenta el mejor perfil seguridad/eficacia. La duración del tratamiento anticoagulante en
el SCA es controvertido. Se considera que debe mantenerse durante la fase aguda o
hasta la revascularización. A medida que aumenta el uso de fármacos para evitar los
fenómenos tromboticos aumenta la aparición de complicaciones hemorrágicas. En
general, las hemorragias menores se deben manejar sin interrupción del tratamiento
antiagregante. En caso de hemorragia mayor si se debe interrumpir/neutralizar el
tratamiento anticoagulante y antiagregante, salvo que pueda ser controlado con
intervenciones hemostáticas.
c) Revascularización.
La revascularización en los SCASEST se realiza para aliviar la isquemia, la angina y
evitar la progresión a IAM o muerte. Se recomienda la angiografía coronaria precoz (antes
de las primeras 72 horas) en los pacientes con datos de moderado y alto riesgo.
No es obligatorio un traslado inmediato de los pacientes ingresados en centros sin
disponibilidad de ICP, aunque debe organizarse dentro de las primeras 72 horas.
SCACEST.
Aquellos pacientes que en el ECG a su llegada presentan clínica compatible y elevación
del ST sugerente de isquemia (existen otras patologías que cursan con elevación del ST)
o BCRI, deben ser sometidos a terapia de reperfusion. Al igual que en SCASEST de alto
riesgo, todos los SCACEST deben ser manejados por la UCI siempre que sea posible.
a) Terapia médica en el intervencionismo urgente.
En todos los pacientes se deben iniciar medidas para reducir la isquemia y tratar los
síntomas. En general, el tratamiento médico es superponible al del SCASEST: mediadas
generales, estatinas, antianginosos y analgesia. En cuanto a la antiagregacion, parece
que la dosis inicial de clopidogrel de 600 mg alcanza el efecto más rápidamente, por lo
que está indicada cuando se va a realizar una angioplastia urgente para disminuir los
fenómenos tromboticos iniciales asociados al intervencionismo. En aquellos pacientes en
los que se va a realizar ICP primaria se puede iniciar abciximab (un inhibidor de la GP
IIb/IIIa), que parece mejorar los resultados del intervencionismo. Se debe iniciar
anticoagulación con HNF, enoxaparina o bivalirudina. Si la ICP se va a realizar de forma
inmediata, se puede diferir la administración de la anticoagulación a la sala de
hemodinámica.
b) Reperfusión.
El tiempo es fundamental en un SCACEST. La reperfusion se debe realizar en las
primeras 12 horas, o más allá si persisten los signos y síntomas de isquemia o existe
inestabilidad hemodinámica pese a tratamiento óptimo. Si no se realiza revascularización
urgente, se asume entonces como IAM evolucionado y se debe manejar como un
SCASEST de alto riesgo. Existen dos opciones para llevar a cabo la reperfusion,
mediante angioplastia o ICP, o mediante fibrinólisis. Dados los beneficios mostrados a
corto y largo plazo de la angioplastia se considera el tratamiento de elección. Cuando la
ICP se realiza a la llegada del paciente (sin instauración de tratamiento trombolitico) se
denomina ICP primaria. Se deben revascularizar las lesiones severas responsables del
SCA. No hay evidencias que apoyen la revascularización de lesiones no responsables
que no producen isquemia, ni lesiones responsables que no son severas. El tratamiento
fibrinolitico se reserva para aquellos casos en los que no se dispone de angioplastia
primaria y se considera que el tiempo hasta la realización de la angioplastia (incluyendo el
traslado hasta el centro de referencia con ICP urgente disponible) va a ser superior a
2 horas. Los fármacos más utilizados son el alteplase y reteplase. Hay que recordar que
se debe iniciar anticoagulación conjuntamente. El beneficio de la fibrinólisis disminuye
claramente más allá de las 6 primeras horas. Existen algunas contraindicaciones para la
fibrinólisis (relacionadas con riesgo hemorrágico) que se deben tener en cuenta. Tras
inicio de la terapia, se debe esperar 60-90 minutos para comprobar el éxito de la misma,
buscando datos de reperfusion (recuperación del ST >50%, arritmias de reperfusion, cese
del dolor). Ante la ausencia de estos, se debe derivar al paciente para la realización de
ICP, que en este caso se denomina ICP de rescate. Aunque es excepcional, puede estar
indicada la realización de bypass aortocoronario de forma urgente ante el fracaso de la
ICP, en lesiones no tratables mediante esta, o en el caso de complicaciones mecánicas
asociadas al IAM que requieran cirugía per sé. Tras la fase aguda de los SCA, estos
pacientes deben ser manejados como pacientes con CI estable.
3. Seguimiento.
Independientemente de la presentación de la CI, angina estable, inestable o IAM, se debe
llevar a cabo un seguimiento de estos pacientes. En pacientes con CI ya diagnosticada y
que comienzan nuevamente con síntomas, se debe hacer una reevaluación pronostica.
Se deben realizar pruebas de detección de isquemia, para evaluar la progresión de la
enfermedad así como la capacidad de esfuerzo, que permitan ajustar el tratamiento. En
este caso no se trata de establecer el diagnostico, por lo que se debe mantener el
tratamiento de los pacientes durante la realización de estas. El uso de pruebas de
detección de isquemia en pacientes asintomáticos es controvertido. Las pruebas que
incluyen imagen (SPECT, ecocardiograma de estrés) permiten la localización de la
isquemia, y son especialmente útiles en aquellos pacientes con enfermedad de varios
vasos, permitiendo una revascularización más selectiva.
Complicaciones tromboembólicas.
La presencia de grandes infartos de localización anterior, la existencia de trombos en el
ventrículo izquierdo, una historia previa de eventos embolicos y la presencia de fibrilación
auricular, se han asociado con un alto riesgo de ACVA embolico. A diferencia de lo que
ocurría en la era pretrombolitica, actualmente, la incidencia de trombos murales es mucho
menor, estimándose del 6- 7% en el IAM anterior, y del 1-2% en el infarto inferior. Los
infartos anteriores, la presencia de un aneurisma o disquinesia apical predispone a la
formación de trombos murales, siendo posible documentarlos ecocardiograficamente. Es
preciso la administración precoz de heparina, recomendándose su administración iv
durante 48 horas, para posteriormente continuar el tratamiento con heparina subcutánea o
anticoagulantes orales durante un periodo de 3-6 meses. La incidencia de trombosis
venosa profunda y de TEP es baja, salvo en caso de pacientes inmovilizados.
Complicaciones inflamatorias.
Pericarditis metainfarto: es la inflamación del pericardio que se origina por contigüidad
en los infartos trasmurales. Se presenta en un 7-15 % de los casos, generalmente entre
las 48 y 96 horas postinfarto. Se manifiesta por un dolor precordial, irradiado a musculo
trapecio, que aumenta en las inspiraciones profundas y calma al inclinarse el paciente
hacia delante. Se puede auscultar un roce pericárdico intermitente y puede aparecer
fiebre. En el ECG se puede observar ascenso cóncavo del ST, descenso del PR y
ausencia de inversión o pseudonormalizacion de la onda T en el territorio infartado. Suele
ser un cuadro banal, pero debe alertar de la posibilidad de que se trate de una rotura
cardiaca o pseudoaneurisma. En el ETT, se puede visualizar un ligero derrame
pericárdico, aunque su presencia (en el 25% de los IAM) no implica pericarditis, ni su
ausencia lo descarta. Esta indicado el tratamiento con antiinflamatorios no esteroideos
(AAS 2-3 g/día, indometacina 25 mg/8 h) y reposo. La presencia de derrame en el ETT
aumenta el riesgo de taponamiento y, por tanto, se recomienda ser cauto con la
anticoagulación.
Síndrome de Dressler: es un proceso subagudo que se presenta entre las 2-12
semanas, de etiología autoinmune, que cursa con dolor precordial de tipo pericarditico,
fiebre, derrame pleural y pericárdico. Se debe tratar con dosis altas de antiinflamatorios no
esteroideos, siendo recomendable evitar los corticoides.
Complicaciones isquémicas.
La recurrencia de la isquemia incluye el reinfarto y la angina postinfarto. Indican isquemia
residual y son indicación de coronariografia.