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Entronización de la

Sagrada escritura

Entronizar significa «poner en el trono». Entronizar la Sagrada Escritura


significa que vamos a poner el Libro Santo en el lugar de más honor: ¡en el
corazón!. Pero los cristianos no seguimos o adoramos un libro por más santo
que sea: seguimos más bien, a una Persona, a Cristo que nos habla por las
palabras de la Escritura. «No hay prioridad más grande que esta: abrir de
nuevo al hombre de hoy el acceso a Dios, al Dios que habla y nos comunica su
amor para que tengamos vida abundante».
Que el Señor Jesús, Palabra de Vida que ilumina nuestro entendimiento e
inflama con su amor nuestro corazón, presida este encuentro, con su
presencia amorosa, a través de la Palabra y en la vida de nuestras familias.

Monición:

Hermanos y hermanas: ¡Rindamos un sentido homenaje y culto a la Palabra


de Dios! Iniciemos nuestra procesión de Entronización de la Sagrada Escritura
cantando, y como manifestación de nuestra alegría, ¡recibámosla con un
fuerte aplauso!.
Canto: TU PALABRA ME DA VIDA - Salmo 118

TU PALABRA ME DA VIDA; CONFÍO EN TI, SEÑOR.


TU PALABRA ES ETERNA, EN ELLA ESPERARÉ.

Dichoso el que con vida intachable,


camina en la ley del Señor.
Dichoso el que, guardando sus preceptos,
lo busca de todo corazón.

Postrada en el polvo está mi alma,


devuélvame la vida tu Palabra.
Mi alma está llena de tristeza,
consuélame, Señor, con tus promesas.

Escogí el camino verdadero,


y he tenido presente tus decretos.
Correré por el camino del Señor,
cuando me hayas ensanchado el corazón.

Éste es mi consuelo en la tristeza:


Sentir que tu Palabra me da vida.
Por las noches me acuerdo de tu Nombre,
recorriendo tu camino, dame vida.

Repleta está la tierra de tu gracia;


Enséñame, Señor, tus decretos.
Mi herencia son tus mandatos,
alegría de nuestro corazón.
Oración (Después de colocar la Biblia en el lugar destinado)

Guía:Dios nuestro, Padre bondadoso que nos amas, envíanos tu Espíritu


Santo, para que nos ayude a leer la Biblia desde el corazón. Sabemos que en
las Sagadas Escrituras resuena la voz de Jesús, tu Hijo amado y Hermano
nuestro. Crea en nosotros el silencio para escuchar su voz: para que también
nosotros seamos sus discípulos misioneros, para que podamos testimoniar a
los demás, que Jesús está vivo y presente en medio de nosotros como fuente
de amor, de esperanza y de paz. Que en nuestras familias resuene siempre tu
Palabra. Amén.

Lectura del texto: Jn 17,20-24

Del Evangelio según san Mateo

Jesús levantó los ojos al cielo y oró diciendo:


«Padre santo, no ruego solamente por ellos, sino también por los que, gracias
a su palabra, creerán en mí.
Que todos sean uno: como tú, Padre, estás en mí y yo en ti, que también ellos
sean uno en nosotros, para que el mundo crea que tú me enviaste.
Yo les he dado la gloria que tú me diste, para que sean uno, como nosotros
somos uno -yo en ellos y tú en mí- para que sean perfectamente uno y el
mundo conozca que tú me has enviado, y que yo los amé cómo tú me
amaste.»

Palabra del Señor.

¿Qué desafíos y compromisos nos exige nuestra fe en la Palabra de Jesús:


“Que sean uno como Tú y yo somos uno?

Fortalecer nuestras familias, grupos y comunidades. Ellas son una


alternativa a una sociedad egoísta e individualista, y sobre todo son
presencia de Jesús y del Espíritu.
Continuar leyendo y estudiando la Biblia en comunidad. Ella es la Palabra
de Cristo Jesús que nos orienta en el camino y puede interpretarnos el
sentido de nuestras vidas.
Renovar nuestra fe en el Dios Trinitario y vivir sus consecuencias. Si Dios
es una comunidad, hagamos el esfuerzo de vivir más hermanados en la
familia, en el barrio y en la sociedad.

Guía: Dios, Padre bondadoso, de quien proviene toda paternidad y amor,


bendiga nuestras familias, y nos siga alimentando con la Palabra que sale de
su boca.

Todos: ¡Alabado seas por siempre, Señor!.

Guía: Que el Evangelio de Jesús, nuestro Señor, resuene siempre en los


hogares, irradiando luz y esperanza.

Todos: ¡Alabado seas por siempre, Señor!.

Guía: Que el Espíritu Santo, Maestro y Amigo interior, nos enseñe a leer y
orar la Palabra que palpita en las Escrituras Santas.

Todos: ¡Alabado seas por siempre, Señor!.

Todos: (Nos persignamos diciendo) Que el Señor nos bendiga y nos proteja,
que el Señor nos muestre su rostro y nos conceda la paz. Amén.

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