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ORIGENES Y FUNCIONES DE LA PARCELACION DE TAREAS. * ‘En Ja medida en que las capacitaciones sean dificiles de aprender, puede admitirse que resultase ventajoso Givche la produccién en especialidades separadas. Pero f juzgar por 10s salarios de los diversos especialistas aoMiratados en la fabricacion de alfileres, ninguno de Silos contaba con una cualificacién especial que mere. Siva un salario superior. En una manufactura de alfile- Sern que han sobrevivido los archivos, bastante de- Tallados. correspondientes a principios del siglo x1x, T'S. Ashton encontré salarios de hombres adultos que aiceadian a veinte chelines semanales, fuera cual fuese {Trabajo en que se les-empleara.’ Como era costumbre, fas mujeres y los nifios ganaban menos, Tampoco en teste caso parece que hubiera grandes difere fas diversas tareas. Parece como si los secretos de esta fabricacién se hubieran aprendido con relativa rapidex ‘que la division parcelaria de las tareas hublese desa- YGiiedo répidamente y en grado maximo la destreza Te cada uno, Decididamente es dificil obtener de ta Shductria de alfleres una justificacion, cualesquiera que sea, de la especializacion rigurosa de los obreros#* 6. Surm, op. cit, pp. 45; traduccién francesa, op. cil, 2 2 $ SME ethion, The records of a Pin Manufactory, 181421, “ y no la busqueda de la eficacia, fue el principig de la division capitalista, No se puede pedir al capita lista o @ quien tenga interés en preservar Ia jerarquia y la autoridad, que proclame publicamente que la pro. duceién est4 organizada para explotar al obrero. En cuanto al obrero bastante sagaz para darse cuenta de cello, podia, en las sociedades relativamente mdviles donde la revolucién industrial empezaba a asentarse, unirse a las filas de los explotadores. No obstante, ocurre que la verdad sale a veces de a boca de Ios mismos patronos. He aqui uno que, en tuna época apenas posterior al putting-out system, de- fiende la especializacién como método de dominacién: se trata de Henry Ashworth Jr., de una de las empresas de algodén Ashworth. En su diario, alaba a un compe- tidor por no permitir a ninguno de sus empleados, ni siquiera a su director, mezclar el algodén; afiade que su director Henry Hargreaves, desconoce totalmente las mezclas y el coste del algodén, a fin de que nunca pueda despojarle de sus negocios; cada vigilante tiene asignado un trabajo completamente separado del de los otros y nadie, salvo él mismo, sabe exactamente lo que se hace exactamente en conjunto.” Esta historia tiene un paralelo reciente. Conozco un hombre que fabricé sandalias durante un tiempo. Para aprender el oficio, se contraté en casa de un fabricante de sandalias. El fabricante, hombre digno, le ensefid sistematicamente todos los secretos del oficio, excepto el arte de comprar el cuero. Mi amigo hubiera podido M. Boid, p. 96. 12 Citado'en Rhodes Bovson, The Ashworth Cotton Enter: prise, Oxtord University Press, Oxford, Inglaterra, 1970, p. 52, 60 eee eae cs iar as anes aeceanog agate oer aratee pet care une ‘tro comentario del siglo diecinueve hace pensar qua! printed! capnnme indent ia gente Gea cto gue neuer nee a oe saesempetabe tn dvsion del trabafo en el mabe ‘wie de ks frurgla toca, The Sector speokabe (coopera cnt tos ducts 9 sur crpleader mien tnaiae cmnentare al coptatons. Ya gue mieaeas is tee oracion te limilabens In panicipacse en os bene Gain" podla reforear el cptualsme 9 comolilay na ecraula, Las cooperativas de trabajedores rpteses Me es cote ana ausecus epee secant ace the Spectator encontraba necesansconjurar antes de ect is virtues de le poricipaton on ls beneicion Silesia ahora, este principio de coopercion sa 10 han aplicado en Inglaterra las asociaciones de obreros, pero las expeviencias de Rocha por importants que Reean'y por mucho ‘xto que ebvuviersn cron in Smpletes'en uno © dos putes Demostrtron que iss Slaiones de sbscres podisn advsiisteay co exit teres, melinosy toda forma de indus, 9 mefors tan en gram mancra a condiion de los breton, pero Toda sn embargo ton ductus un hago claamerte Toft Ea‘un defector coe'por tres anon Es tereante eraminar estas razoners En'primer ger hay en nglacees grandes cant daies 38 diner oh poder de tr peiduceen sepa Inn existe entre boven, muy extendas ure apt tol para fn administacion ammo sate decir, poet fe eoces eieutet onc cee cae eae UrigieSensciamente ct trabajo de lx mocactonel de ees ce arene Ch gee wennen eae ca 1B._The Spectator, Londres, 26 mayo 186, p. 569. Subrayado 6 trabajo, pero repudia dedicarse a ella en un pie de es- (rita datdad oda fancion que no sea la del patrono, Moves tentable, dice Brassey. ¥ finalmente, Ia coopera: Hon entre obrevos no se adecua tan bien al ingenio na. onal como la cooperacion entre patrones yobreros probablemente para compensar ta ‘bligacion de someterse a Ia vigitncia ya la disciplina de la Tbriea. Véase Burriitit, op. city pe 34 TI. Mantoux, op. ct, p. 375; tad. francesa, p. 391 72. «Preferibics, esté’aqul traducido en un sentido mAs am- pio del admitido convencionalmente por los economistas al com barar diferentes surtidos de bienes, incluso cuando se esfuerzan fn contar el ocio como uno de estos bienes. La integridad —per- sonal y cultural— es diffe representarla bajo tuna curva. de indi ferencia. Para una discusion de los efectos del cambio econémico integridad cultural, véase Karl Polanvi, «Class Taterest ‘Changes, publicado primero en The Great Transforma: ton, Rinehart, Nueva York, 19; reimpreso en Primitive, Archaic and Modern Economies, bajo la direcetn de George Dalton, Dow bbleday, Garden City, Nueva York, 1968, pp. 3858 86 tas, lugar al capitalista, no debe sorprendernos que el desarrollo del capitalismo, al extender el reinado del ‘mercado en Ia esfera del trabajo, y al extender el aba- nico de las especializaciones, no creara muchos ‘em. pleos donde los obreros despojados de los oficios tradi. cionales de sus padres hubiesen podido controlar cl producto y el proceso de produccién. Esté comprobado que allf donde era posible, los obreros se marchaban de la fabrica y se dirigian en masa hacia otros empleos. Tejer a dor era una de las pocas soluciones alternativas —quizé la tnica impor tante— al trabajo en la fabrica para los que carecian de oficio. ¥ pese al nivel extremadamente bajo de los sa. larios, unos doscientos cincuenta mil tejedores de algo. dén a domicilio subsistieron a principios del siglo diz. cinueve. El que ese nimero de tejedores se mantuviera largo tiempo a pesar de las mueries y de la emigracién, prueba que ese oficio continuaba haciendo nuevos adep. tos.” Sin embargo, debido a que las fabricas se convir- tieron en destinatarias casi exclusivas de los inventores, las técnicas artesanas se fueron haciendo cada dia me. ‘nos competitivas.* El putting-out system, con sus lasti- mosos vestigios de control obrero, desaparecié practica- mente en Gran Bretafia a mediados de siglo. Tejer fue casi el siltimo bastién de la industria a domicilio. Cuan. do ese camino se cerr6, Ia libertad del obrero para ne- garse a ir a la fébrica no era mds que la libertad de morirse de hambre. 73, Sobre la importancia de lot efectivos en el sector del tej de dei algodén a domicilio, véase a Lanmes, op. cit. pp. 854, Burrieu, ibid, cap. 6 y anexos; Sydney J. CHaruan, Lancashire Cotton Industrie, Manchester University Press, Manchester. Ingle. terra, 1904, pp. 43-4, 74, Lo que es sorprendente es que los tejedores » domicilio 4 aguantaran tanto tiempo, prueba, como dice Landes, «de Ia obstinacion y de la tenacidad ‘de unos hombres que se nepaban cambiar su independencia contra la diseiplina de la fabrics, aun ‘stando mejor pagadas (Unbound Prometheus, p. 86) 87 E incluso alli donde el hombre adulto podia realmen. te elegir.® su mujer y sus hijos, que constitufan la aplas, tante mayoria de los trabajadores dependientes en los 1 FShummancia de tos teedores a domico rapeto «some tera lads de a farce fe abjto de mumepone ase Por parte de os conterporanesn. Toda a 6 nae bre deracor dela fabrics oh leldcas cebu tsa Se aie tabs dcl mismo, mao que no soporatan covers an Hiss cto por Berri: op itp Ray Sty cee, tne Comision de nvestigaci parlamearia aoe ete, ant dor 5 domilio no buscar cottatatee cnn ioe tse sei Someteria' una dscipinn que ne eda sceaeay Pa ‘Slo (cComision /Enguete sur les Rona fet se Se muiers a brass, 194 cada por EP Pinus ser a in Incapacidad para adapart 4 I dbrca fuera ces de gusts ose bers & la austin das scans aoe ‘setae fa dscipina dela fabric, oo un pegbege era Sance stan acta Somo Mistoricn (Ue wage ogee ae ae no's fon qe pica ate ch adapters, opomtntoat 21S gat Dcsan que no lo guera) ta den de gu et pete a ce ESnsistepreciamente tn mesic atta fechabes Se aes bln de robo, i acsarvolla Hebe Goes Eareaion te Toloey and the Charteris of Worker Prosuctsnys Races Economic Reviews ayo 1971 75" Fara fos hombres el empleo en ta tariea podia tener imho atractve, a conetniracon de cero ne fable estes & olpelodos is problemas de acighna Por eestor ea ke Hiatas, nombres Sautorfermaban ean apie ae, AE fbtialese, mientras tas mujeres y or mikes eran ia Sie Trabaar"enIn"fbrca eres deur Sintra “tee SE Sonomista se pegunte "como pact manener eo Sot del buenos adores en Cina nals Seal A Brena me respond uno ioe manufoctonios tt ‘Badan! “Tien pos vemajs economia ees nine ompare Gon ta stisfaccion au procuran or ie ast es Smervamos tan altos como pcos hn We ee dat tmelor cada de trabajar Un Minder capra ones orice onsale de'un par de'tlaresdcvanadares hocks. in ‘crane stvida: por fo tanto hard ode To gut ea een fonservar st stuacion y para mantener inlets ced ie imc had Unt op Pu psc 88 Efrnlenzos de las fébricas,® no se contrataban por propia clecci6n, sino porque se’lo pedian sus matidos 0 mae adres. de Ia Beneficiencia, {as cosas eran todavia mas claras: vendidos por las aa, oridades parroquiales como «aprendices de fabrices por un periodo que podia llegar a ser de diez anes o ins, de manera de evitar al contribuyente local el ecate al paisaje, legaron a ser corrientes los anuncios coma ést 255, aguila el trabajo de 260 nifios con talleres y todo lo necesario para trabajar el algodén. Para iad. detalles dirigirse al sefior Richard Clough, Common Street, Manchester.» ™ Irae 00 ch dase ASWION, An Eighteenth Century Industria B, 28. que so refiere a O. J. Duntor, English renticesh d Gd aber, ie Vease tambiga Berean eee cane ed Wioswonti y Rian, op es. 9p ohn 1. Whetlers Manchester Chronicles? agosto L784. Citad por Wuswourst 9 MiNi op cit, pa 8 uncte cteni e Pee fewer de serge modenta pla ere a oferta global de una fbrica de decnes tes yet eae ‘doce aprendices. Manchester Mercury, 1 te ease por Birrwitt op ci 6 es Mamtoux Hega a decir que cuando iniciaron su traba- jo las fébricas, nunca hubicran permitido los padres que entraran en ellas sus hijos, hasta el punto de que los aprendices que proporcionaba la Beneficencia eran «los tinicos nifios empleados en las fébricas».” Pero a pesar del testimonio contemporéneo citado por Mantoux ‘en apoyo de sus opiniones, quiz sea un poco exagerado. La fabrica Oldknow en Mellor parece que funcion6 al principio gracias a grupos familiares (madres e hijos) y Unwin sugiere que Samuel Oldknow se preocupaba siempre en proporcionar un empleo a los padres, por lo general fuera de la fébrica. Pero los aprendices pro- cedentes de la Beneficiencia constituian, sin embargo, tuna parte importante de la mano de obra en Mellor; hasta un veinticinco por ciento a finales del siglo die. ciocho” No es nuestro propésito iniciar una discusién ‘sobre Ja moralidad del trabajo de los nifios en general, o del aprendizaje de los asilados en particular" Teniendo en cuenta la existencia de las fébricas, el trabajo de los nifios era con toda seguridad un mal necesario, por lo ‘menos al principio. Tal como escribe Ure: Resulta practicamente imposible, pasada la edad de Ja pubertad, transformar la gente que procede de ocu- paciones rurales o artesanas, en buenos obreros de f4: brica. Tras haber luchado un momento para vencer sus costumbres de indolencia o de indocilidad, o bien re- nuncian esponténeamente a su empleo, o bien les des iden los encargados por falta de atencién.» La Historia ha demostrado que no siempre debié ser 19. Mawroux, op. cit, p. All; trad. francesa, p. 433 W. George Unwin y otros, Samuel Oldknow and the Ark: wrights, pp. W617. 41. EI diablo barre hacia adentro... bastar& observar, quizé, au um hombre come Unwin pone de manifesto mis ave ada In 'pobreza de su imaginacion cuando, desviviendose por ser esto y objetivo, defende el sistema fundandose en su superio. Fidad si se le compara con la solucidn de las workhouses. asi: después de todo, la fabrica sobrevivié al abolirse tl trabajo de los nifios. No sorprende que s6lo plantea- ra un problema crucial el reclutar la primera genera. cién de obreros fabriles. Para los nifios de aquella gene- racién, la fébrica formaba parte del orden natural, qui- z4 el nico orden natural. Llegada a la edad adulta, fortificada por la disciplina de la Iglesia y de la Escuela, la siguiente generacién pudo probablemente ser recl- tada para la fabrica sin més dificultades que 10s hijos de los mineros para la mina o los hijos de soldados profesionales para el ejército. La incorporacién de Ja primera generacién de obre- ros deseasos y capaces de someterse a una disciplina ex- terior, represent6 un obstéculo constante a la expansiOn del sistema de fabrica. Incluso América hubo de en- frentarse, a mediados del siglo veinte, con este proble- ‘ma, y también allf desempefié un papel importante la ausencia de opcién. Justo después de la segunda guerra mundial, Ia General Motors introducia ritmos obliga- torios en una fabrica de montaje, en Framinghan (Mas- sachussets). Mas del ochenta y cinco por ciento de una muestra® de obreros entrevistados por un equipo de sociélogos, bajo la direccién de Charles Walker y Robert Guest, habian ocupado anteriormente puestos donde determinaban ellos mismos su ritmo. En la encuesta de 1949, realizada por el equipo Walker-Guest, la mitad de la muestra indicé que la imposibilidad de encontrar otro empleo les habfa introducido a trabajar en la G.M., Y aproximadamente una cuarta parte afirmaron que ‘aceptarian una reduccién de salario si pudieran encon- trar otro trabajo® Uno de ellos declaré: 82. La muestra representaba apenas un poco més de la quin ta parte del total de obreres {© Charles R. Wauten y Robert H. Gusst, The Man on the Assembly Line, Harvard University Press, Cambridge, Mass, 1952, ‘ap. 6. Una encuesta sobre las actitudes de lor obreros serta apa: sionante: chasta qué punto, aquellos que Inicialmente se oponian al aspecto deshumantzante del trabajo en cadena y se sentian 1 1 sAccparia priccamente cuslier rabajo_ ere marcharne de sgut Eefiscameneinoporabl Ml Slind ante colo gDe qué sive el enero") se ohm 8 vate saad Pe'pero si el obstéculo que se oponia a la concentra. cio los rbsjadres refs soeecla eo tan cobra dciplnaaysumina "y no a avscnela de una icccloia oportana (por a seme fabeea thee so's Anais siglo dicecho? La verdad ex que se remonta a una época mucho més lejana, al me- oe Sin spre romana stn de ORCS, sgn Tey Fane, en ch modo de organi dranante ru fabri poo non dos mere ow Ide J Iaalfarerin (de barniz rojo)® La mano de obra de las Usps romans hecho terete prs meso ro poston” parece qe ac eompuo alusvamente de bre Poca fan una iberiad de opi tanta smn Io see asndos desig dictocho en Inpatera ex

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