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, TEORÍA DEL AMOR 377


Habrá que tener presente, por tanto, la
indicada ambivalencia
XIII.¡fEORfA semántica tanto al referimos al amor (�pw�) , como a la amistad
DEL AMOR
'(cpLAlit), y el sentido preciso lo dará eri cada caso, .naturalmente,
el contexto del pasaje. Al mismo tema, por consiguiente, al tema
La teoría platónica del amor, tan estrech�e�te emparentada del amor en todas sus acepciones, se refieren tanto el Lisis como
con la teoría del alma, la encontramos prmcipalmente en �os el Banquete, no obstante que sus subtítulos convencionales sean
tres diálogos siguientes: Lisis, Banquete y, Fedro. Los enuncia- respectivamente "De la amistad" y "Del amor". Si alguna duda
mos en este orden, por ser, con la mayor probabilidad, e� ?e su· quedara, la desvanecería el simple hecho de que la pasión de
cronología según la crítica moderna. En lo que to�a al Lisis� no Hipotales por el efebo Lisis es lo que da ocasión al tema que,
1

parece haber ninguna dificultad en ponerlo en pnmer término, como de costumbre, plantea luego Sócrates en toda su genera-
ya que, en el consenso general, pertenece a lo que se. ha c?nve- lidad.
nido ·en llamar el "periodo socrático" en la carrera ht�ana de El primer. punto a discusión es el de saber quién puede decirse
Platón, a tal punto que Zeller lo ti�ne incluso �r a�tenor-a los amigo de quién, si el que ama o el que es amado, en la hipótesis
primeros viajes del filósofo. Materia de larga discusión, por el naturalmente de que no exista correspondencia por parte de este
contrario, ha sido la cronología entre el Banquete y el Fedro, pero último.2 Háy casos, en efecto, en que el amado no sólo no co-
tanto por razones estilísticas como de crítica interna,. parece rresponde con amor, sino que corresponde con odio; y en estos
hoy, como lo más probable, que el segundo deba consider�se casos, desde luego, no puede decirse que� el amado sea a_m.�go
efectivamente como posterior al primero. Del Fedro en especial del amante, sino antes bien su enemigo. Pero también parece
hemos dicho ya lo suficiente, en los capítulos precedentes, en difícil sostener, en la misma hipótesis, que el amante continúe
abono de su cronología, más bieri tardía que prematur.a,. en el siendo amigo de quien no le ama o que le odia, ya que si así
corpus platonicum, No tiene este problema,. en conclusión, �r fuera, resultaría que puede uno ser amigo de su enemigo, lo cual
qué embarazarnos más, antes por el contr,¡ino, �ebemos seguir, no puede decirse sin aparente contradicción, y nadie, por lo de-
con tranquila conciencia crítica, la teoría pla�óm�a del amor �n más, suele expresarse de este modo; ¿O habrá que decir, enton-
la sucesión ideológica correspondiente a la indicada secuencia . ces, que la amistad supone forzosamente la reciprocidad senti-
cronológica. mental entre los amigos? Pero tampoco esta solución deja de ofre-
cer dificultades, ya que igualmente solemos decir que somos. ami-
El amor en el Lisis gos de los caballos, del vino, de la gimnástica o de la sabiduría;
ahora bien, es obvio que en ninguno de estos casos 'podemos
En la· semántica contemporánea, en las lenguas indoeuropeas esperar ,ninguna reciprocidad por parte de tales objetos. ,.
más conocidas· por lo menos, suele contraponerse el amor � la La aporíaqueda de tal suerte sin resolver, y aparentemente no
amistad, en cuanto que por "amor" entendemos hoy de ordipll;� . . tiene lllªyor.influjo .en Jo que luego sigue, al enfocar Sócrates
rio el amor-pasión, y por«'"amistad"' en cambio, el sentimiento el problema desde otro punto de vista. En la historia del pensa-
de benevolencia, del todo puro y desinteresado, �r otra perso�i miento filosófico, por el contrario, la anterior discusión es de
En la lengua griega, y desde luego en la de. los diálogos pl�tt�m- gran trascendencia, por cuanto que Platón plantea aquí por vez
cos, no es exactamente así, sino que los términos correspondientes primera, y aunque sin acertar a resolverla por él mismo, la
de llpw� y q>LAl� pueden aplicarse iñdistint��nte a sentimientos cuestión de la diferencia muy real y verdadera que entre el amor
de amor y de amistad, o con mayor precisión, a las dos esl?e- y la amistad se ha sentido siempre en la experiencia moralde la
cies de amor: amor de concupiscencia y amor de benevolencia, humanidad. No es- tanto, o no decisivamente, en razón del interés
corno los llamaron, en expresión insuperable, nuestr?s clásicos. o desinterés sexual en una u otra relación, sino en razón preci-
1 Es el orden· que sigue Léon Robin en su magnifica mo�ograf_la, la m�-
. samente de la reciprocidad o no reciprocidad entre los sujetos de
jor indiscutiblemente que se haya escrito sobre el tema: La théorie platoni· 2 Lisis, 212 a: it6't'eQoi; not'ÉQov <pÜ..oi; 'YtY'VS'f<XL, o <pt7..tiw wO <pt7..011µfvou �
cienne de l'amour, París, 1964.
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378 TEORÍA DEL AMOR

la relación. Que hay a.!!_lores _no_corre�pondidos, __ es_cosa_g_ue. ha


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TEORÍA DEL AMOR

bien la desemejanza el verdadero fundamento de la amistad.


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sabido siempre. fodo el mundn..y.más .. aún, .. q1:1e . -no-hay ninguna También aquí nos sale al paso la autoridad de los poetas, la de
· .Hesíodo, nadie menos, el cual, con su buen sentido práctico,
repugnanc:ia intrínseca a que un amor .pueda s� C<>}!�spondido
ya no sólo ·con la respuesta negativa de la indiferencia, sino con observa cómo de ordinario la semejanza, muy lejos de ser fuente
· la positiva del· odio. Si esto fuera· en absóluto impasibte","l1i el de amistad, lo es, por el contrario, de rencillas y desavenencias,
mismo Cristo habría podido promulgar· el mandato del amor 1•. y que no hay gentes que más se detesten entre sí como las que
. · a los enemígosl El amor; en suma, no necesita sey bilateral, sino. · practican el mismo oficio o profesión. No hay peor cuña que la
que se hasta a sí mismo incluso cuando .es por..J:ompl�fQ__µniJa- del mismo palo, para decirlo en términos bien castizos. Ni se
teral. De la amistad, en cambio, no podemos decir otro. tanto, limita Hesíodo a estas observaciones empíricas, sino que acaba
sino que forzosamente ha de ser recíproca si es que verdadera- postulando la ley general de que la amistad nace entre los con-
mente puede llamarse. t�l. •. �OIJ:10 _ l�? cli3:':áp .A1:I$tQteles:'.iy.:. :S:añio trarios, y que su intensidad está justamente en razón directa
Tomás, _la. amistad ·es "también amor, .pero amor .. cori;espo.t1.. c,lido: de la mayor contrariedad entre los amígos.! Contra la autoridad
un rédamar manifiesto por ambas partes: redamatio non latens. +de Hesíodo, no obstante, se levanta la no menos respetable dé
Según lo deja ver el Li_sifcon todél. cl�ridoctd, és"ties::fa.sólución Heráclito, para el cual no hay sino hostilidad en el devenir uní-
a que conduce direciamente el movimiento 4el, diálogo, ,y.. si.Só, . versal (la guerra, en efecto, es "padre de todas las cosas"), y
erares no la adopta resueltamente, es sólo por el.extraño escrú- por más que Heráclito convenga con Hesíodo en la concepción
pulo de que cómo podríamos . entonces decir que somos "ami- del devenir como tránsito del uno al otro contrario. Y prescin-
gos" de cosas tales como el vino o los caballos, de los cuales no diendo de autoridades, tenemos el hecho evidente de .que, por
podemos esperar ninguna reciprocidad. Hoy decimos. natural- lo común, los buenos son amigos de los buenos, y los malos de
mente que de estas cosas somos "aficionados" y no propiamente los malos, mientras que de acuerdo con la teoría de la deseme-
"amigos", pero Platón, por lo visto, no disponía sino de un solo janza, debería ser todo lo contrario: el justo amigo del injusto,
término (cpl).o;) con aquella. doble acepción; a tal punto es el el bueno del malo y recíprocamente. Ni la semejanza ni la de-
pensamiento, aun en sus mayores exponentes, prisionero del len- semejanza, en conclusión, parecen dar razón satisfactoriamente
guaje. del fenómeno moral de la amistad tal y como se nos muestra, y
Como la primera discusión no ha llevado a ningún resultado, la primera condición de toda teoría es su concordancia con el
se pregunta ahora Sócrates, en otro enfoque del tema, cuál po- fenómeno que trata de explicar.
drá ser el fundamento de la amistad. ¿Será la semejanza o, por Lo anterior no quiere decir, empero, que. ambas teorías sean
radicalmente falsas. No lo son, desde luego; en lo que cada una
el contrario, .la desemejanza? Po�o�en_:rs�- �?. . P�.i.!!!.�9.da.nfo
objeta a su antagonista, ni lo son tampoco en todo lo que una y
. por 10__9.!:!�-��cen los poetas como por ros -e1emplos históricos muy • 1
otra afirman. Lo único que hay que hacer es tratar de encon-
abundantes de ifüsfres amistades en las cuales parece haber efec-
1

tivamente u11a estrecha afinidad de gustos y caracteres entre los trar una teoría intermedia que procure conciliar las tesis extre-
mistas y salvar lo que ambas tienen de verdadero. Partiendo del
amigos, y por último, vemos cómo de ordinario los buenos andan dato, que podemos dar por cierto, de que en toda amistad aspi-
con" los buenos y los malos con los malos. Por otra .parte, sin em-
ran ambos amigos a la conquista o posesión de algún bien, sea
bargo; no puede desconocerse que en toda amistad, inclusive en cual fuere la forma como lo conciban, podríamos decir, para·
la más elevada, cada amigo espera recibir del otro ciertautifi-
dad. o beneficio, no necesariamente de carácter. económi,J, -sino empez3:r, que no es ni lo bueno absoluto ni lo malo absoluto
lo que es amigo del bien, sino aquello que no es ni una ni otra
intelectual o moral, lo cual supone entre ellos cierto desequilibrio cosa, o que es, si queremos, medianero entre ambos, es decir ni
o desemejanza. Cuando, en efecto, ambos lo tienen todo entodo
bueno· ni malo.' Esto lo dice Sócrates como por una "inspiración
género de bienes, y son además completamente iguales entre sí, divinatoria", es decir una primera intuición provisional que
¿a santo de qué podrá nacer una amistad en la que los amigos
no han de comunicarse nada? 3 Lisis, 215 e: ,;oi'«Q i'Vll'Vt:tC.1ÍTO:-.;OV t:<ii É'Ya'V"tWJ"tÓ:t(¡) µru.l.O't:Cl q,(AO'V·
Habrá que indagar, por consiguiente, si no podrá ser más t :.n8 d: 't'OV l(QAOU 'tt Kd"/a6oii QJÍAO'V tNCl.t ,;o µi¡,;e «"/Cl.6ov' J.l!IÍ't8 l(Cl.)l()'V.
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380 TEORÍA DEL AMOR TEORÍA DEL AMOR 381

pasa luego a verificar metódicamente, a la luz, como suele hacer- de la salud, por ser ésta el verdadero bien a que aspira el en-
lo, de la experiencia inmediata. "Bueno" y "malo", conviene 'ad- fermo. Pero podría ser también que amáramos la salud igual-
vertirlo, se toman aquí no sólo en su sentido moral, sino en toda mente en vista de otra cosa, la felicidad por ejemplo, y lo mismo,
su generalidad significativa, prácticamente como sinónimos de o con mayor razón aún, podría decirse de otros bienes como
valor y disvalor. De otro modo aún, y en términos más concre- las riquezas, que no lo son sino par otro bien mayor, del cual
tos, lo que no es bueno ni malo es en realidad lo que en parte son meros instrumentos. Y como en todas las cosas es posible-
es bueno y en parte malo, y siendo así, apetece el bien del que mente válido este retroceder del bien instrumental o aparente
ya tiene cierta experiencia (de lo contrario no podría siquiera al bien intrínsecamente real, podemos legítimamente preguntar-
imaginarlo), y lo apetece para tenerlo par completo y expulsar /
nos si no habrá un bien primero y principal, el único que ver·
el mal que en dicho sujeto anda mezclado con el bien. Tal acon- daderamente amamos, y del cual serían solamente imágenes fala-
tece, si nos fijamos en ello, tanto en lo corporal como en lo es- ces los otros· bienes aparentes.6
piritual. El enfermo, par ejemplo, es amigo del médico a causa Una vez, empero, que se plantea así la pasibilidad de la exis-
de su enfermedad, pero algo conserva de salud, pues de lo con- tencia de este primum amabile (1tpw-;ov q,l>..o'J), habrá que ha-
.trario tendríamos un muerto y no un enfermo. Y en. el. alma se cer probablemente otra corrección en lo que antes dijimos, cuan-
ve más _claro todavía, en el caso del amor espiritual por excelen- do afirmamos que el movimiento afectivo tiene por origen, jun-
cia.vque es el amor de la sabiduría. El "filósofo", en efecto, es
tamente con la percepción del bien a que aspira, la presencia
aquel que no es completámente ignorante, pero tampoco perfec- de un mal, como la enfermedad o la· ignorancia en los ejemplos
tamente sabio, y par esta doble condición, quiere abolir la ig- antes aducidos. Ahora bien, podrá ser así" con respecto a los bie-
norancia que aún tiene y alcanzar lo más que pueda del saber nes meramente instrumentales, como la medicina o el aprendiza-
de que tiene ya alguna notici�.Lrodemos decir, en conclusión, que je, pero no con respecto a los bienes intrínsecos y finales, como
ya se trate del cuerpo o del alma o de otra cosa cualquiera, lo serían, en uno y otro caso, la salud y la sabiduría. Menos aún
que no es ni bueno ni malo es amigo de lo que es bueno, y la tratándose del bien supremamente amable, el cual es bueno y
causa de este apetito es la presencia de algún mal.G\ · · amable por si mismo, y de ningún modo por causa del mal -. Lo
En esta forma parece quedar resuelta la dificultad de la op-. de la presencia del mal ·(-toií XtJ;xoü 'IC<X.poucrt«), no es sino la ex-
ción entre la semejanza o la desemejanza. Una y otra .cosa con- presión de la condición existencial de nosotros los hombres, par-
curren en la tendencia amorosa, como se ve, con meridiana cla- ticipantes como somos tanto del bien como del mal," pero no
ridad, en el caso del filósofo, cuya alma es en parte semejante entra en absoluto en la razón del bien verdadero, el cual es de
y en parte desemejante a la sabiduría que es objeto de su amor. suyo y por siempre apetecible. Habrá, pues, que encontrar otra
Y otra cosa;. además, ha quedado bien esclarecida, es a saber, razón más profunda que la presencia del mal, para explicarnos
que el bien únicamente, y en ningún caso el mal, es el objeto 1 cómo es que continuamos amando este bien o estos bienes, aun
del amor: �o lx:ya.06v ÉCT'CW q,l);;ov. Por conquistar el bien que nos 4 en el caso de que desaparezca el mal de su privación. No podrá
falta, y por expeler el mal que de la privación del bien nos re- ser otra, aparentemente, que la. existencia de cierta afinidad o
sulta, amamos cuanto amamos. conveniencia (otiftov) entre nuestra naturaleza y [as cosas que
Todo esto, por tanto, queda firmemente establecido. Mas pre- . pueden ser objetos permanentes de la tendencia afectiva, Yª. la
cisamente por esto, veamos con mayor cuidado si no habremos llamemos amor, amistad o simplemente deseo, términos con los
dicho algo que no esté completamente de acuerdo con el prin- cuales se especifica ahora muy concretamente el apetito .. en ge-
ci pio supremo de que el bien �s elobj�_t<>._,:lel 3:In9.r. 'Lo que diji- neral. s Parece que no hay más que pedir esta vez y que hemos
mos antes, por ejemplo, de que· él éníermo es amigo del médico, .
habría que rectificarlo diciendo que en realidad es sólo amigo . 6 219 d: W<1J'C€Q
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382 TEORÍA DEL AMOR TEORÍA DEL AMOR 383
llegado por fin al término de nuestra indagación. Desgraciada- po ha corrido desde entonces, y desde la publicación del Cori-
mente no es así, porque Sócrates se da cuenta de súbito del ex- don por· lo menos, ha vuelto desgraciadamente a tener libre
traño parecido, que prácticamente raya en la identidad, entr�-ii circulación, como entre los griegos, aquel amor "que no se atreve
noción de conveniencia y la de semejanza, con lo que parece qué a pronunciar su nombre". Con la estimativa errada que todo esto
no hemos hecho sino girar en círculo "para-volver al punto de supone, no faltan hoy quienes apelan al Banquete platónico no
partida, a una concepción que creíamos haber descartado definí- ,1; , para disentir de él o censurarlo, antes por el contrario para ex-
tivamente, Bien embarazados se encuentran Sócrates y los demás ''./" hibirlo como una justificación de sus vicios, o para tenerlo por
dialogantes ante la triste necesidad, al parecer inevitable, de vol- ' /' lo menos como una especie de cosmovisión pansexológica. Pero
ver a empezar la discusión; pero como en esos momentos llega el sea cual fuere la diferencia en la actitud estimativa, tanto la
ayo de Lisis a llevarlo a casa, lo dejan todo pendiente para otro censura como la adhesión parten del mismo supuesto, totalmente
día, y el diálogo termina bruscamente, como varios otros del equivocado, de que tg_dorlo.s personajes del Banquete son porta-
llamado ci�lo socrático, sin encontrarle al tema ninguna sol1!1::I<'>!1· · voces de las ideas personales de Platón, y que si todos ellos -con
· Para qµ1en lo lee con atención, sin embargo, salta a la vista el la gloriosa excepción de Sócrates, que parece no tenerse en cuen-
importante rendimiento filosófico del Lisis, a despecho de su ca- ta- son defensores del amor homosexual, también, por consi-
rácter predominantemente aporético. Aquí está en germen, cuan- _guiente, el autor que los hace hablar. Así lo creyó, por lo visto,
do .no en su primer brote, lo que con toda amplitud habrá de el pobre de Xenofonte y los actuales apologistas, homosexuales
decirnos Platón en el Banq.uete....sobr.e.Ja..naturaleza sintética e in- o pansexualístas, del Banquete.
termediaria del amor, .síntesis vital de lo positivo y lo 11e�ti.y_c:;>¡ Toda esta tremenda confusión ha venido simplemente del he,
d�. valor y disvalor, pero síntesis animada de una continua-dia- cho de que no se le hace a Platón la debida justicia como drama- ,./
léctica ascensional a la conquista del valor supremo. El Primum turgo, lo cual es él tanto como filósofo y con el mismo incom-
Amabile del Lisis no es otra cosa, en el fondo, que la Idea del parable genio. Y como los hombres somos naturalmente envidio·
Bi�n, reguladora del universo, y del amor también, por consi- sos, buscamos siempre, en aquellos que indiscutiblemente nos so-
gm�nte. Veamos el desarrollo de estos temas en el diálogo pla- brepasan, que lo sea en lo menos posible. De un dramaturgo
tónico donde más. largamente se contienen. oficialmente reconocido como tal, a nadie se le ocurre pensar que
sea él mismo de la misma condición de sus personajes; cosa del
todo imposible en un dramaturgo como Shakespeare, por ejem-
El amor en el Banquete
plo, en cuya alma no podrían albergarse conjuntamente la mal-
En la autorizada opinión de Taylor, el Banquete es probable- dad de Yago y de lady Macbeth, y la inocencia de Ofelia. Pero
mente la más brillante realización de Platón como dramaturgo; como a Platón no quiere concedérsele otro mérito que el de fi.
y tal vez por esta misma razón -dice · aún el docto humanista lósofo, o de simple profesor de filosofía para ser más exactos,
escocés- el menos comprendido de todos sus diálogos, Lo fue tiene que ser responsable de lo que hace decir a los personajes de
así, podemos añadir, desde los mismos días de Platón, y por nadie sus diálogos, -y aun cuando manifiestamente, como en el caso
.!

r
menos que por Xenofonte, que se las daba de filósofo y hom- de Shakespeare ni más ni menos, se contradigan aquéllos entre
bre de l_etras. A este buen hombre, en efecto, parecen haberle. sí. No proceden así estos "críticos", es verdad, a propósito de
escandalizado tanto los discursos en loa del amor masculino que otros diálogos platónicos en los cuales está más que comprobada,
hay en el diálogo platónico, que se echó a cuestas la tarea.ríe por datos históricos irrecusables, la hostilidad de su autor por
1 ciertos dialogantes, como lo son, desde luego, los diálogos de
componer él mismo su Banquete, para describir en él las delicias
del amor conyugal: obra tan piadosa como inútil del todo en la 1 combate contra la sofística. ¿Por qué, entonces, se adopta otra
historia de la filosofía y de la literatura, y hasta de la morali- exegética con el Banquete? Probablemente sea -si hemos de es-

-
dad. La reacción de Xenofonte, insólita en aquel medio, pare- forzarnos hasta por tratar de comprender la incomprensión-
1 porque, a más de no haber documentos propiamente dichos sobre
cer�a �ás bien ser propia de la sociedad victoriana, que se escan-
dalizó igualmente con El retrato de Dorian Gray, pero el tiem- la vida sexual de Platón, el discurso de Sócrates en el Banquete,
·--
I
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384 TEORÍA DEL AMOR TEORÍA DEL AMOR 385


..
el último de todos, no tiene ostensiblemente, con respecto a los
discursos precedentes, el tono de beligerancia que le es habitual
)! ser estos banquetes -del todo análogos al suyu- algo bien cono·
cido y practicado en la alta sociedad ateniense. No se trata, des-
cuando en otros diálogos contesta a los sofistas. Pero es comple- de luego, de una reunión cualquiera a la que cada cual va a
tamente disparatado el exigir del personaje central el mismo com- comer por comer. Estas "comidas en común" (syssitíai) eran un
portamiento en situaciones que son en absoluto diferentes. Con acto reglamentario, impuesto por el legislador tanto en Atenas
los sofistas es la batalla diaria y en la plaza pública, que es prd· como sobre todo en Esparta, con el fin de estrechar la conviven-
piedad de todos .. En el Banquete, por el contrario, Sócrates va cia política: algo como una parada militar, ni más ni menos, y
como invitado a una casa particular, a una cena entre amigos, sin el menor contenido espiritual. Del todo distinto de la syssi-
y a celebrar, además, el triunfo que el anfitrión acaba. de obte- tía era el symposion. En este último había dos partes claramente
ner en un concurso literario. En estas circunstancias, Sócrates, diferentes y de importancia muy desigual. La primera, la comida
quien a todas sus cualidades añade la de ser un hombre perfecta- propiamente dicha: deipnon o syndeipnon, era del todo secun-
mente educado, no va a comportarse allí como un aguafiestas, ni daria en comparación con la segunda y esencial, que era el potos
a guardar otro tono del que corresponde. a una reunión donde o sympotos, es decir la bebida en comú"n,. y en función de la cual
deben reinar la cordialidad y la alegría.LPor esto escucha son- se define todo el symposion. Ahora bien, esto de continuar be-
rientemente los propósitos o despropósitos que los demás comen- biendo no se hada con el fin de llegar a la embriaguez, por más
sales van diciendo sobre el tema de sobremesa, y cuando le llega que ésta fuera frecuentemente el resultado accidental (en el sym·
su turno dice tranquilamente todo lo contrario de lo que aqué- posion platónico desde luego, donde todos acaban por caer bo-
llos han dicho, pero sin estridencias polémícas.j rrachos, con la sola excepción de Sócrates), sino para dar .. Jugar ·
Había que decir todo esto para disipar desde el principio la a un entretenimiento de carácter estético o espiritual ofrecido
atmósfera deletérea, mezcla de ignorancia y de malicia, que se por el anfitrión, como la danza, la música, el canto, o simple·
ha formado en torno del Banquete platónico. Para todo aquel mente la conversación como se practicaba entonces y hasta hace
que lo lea reposadamente y sin prejuicios, debe ser claro cómo poco, como diálogo de ideas o por lo menos no de trivialidades.
la luz del día que lo que en este diálogo se propone Platón es Desde los tiempos homéricos por lo menos llevaban todoesto los
oponer su propia doctrina del amor, en labios de Sócrates como griegos en su sangre, desde que los aedas solían recitar las peripe-
siempre (¿o no sabemos de sobra que nunca habla por otros?) a cias de la guerra de Troya, o las mitologías y cosmogonías legen-
otras concepciones que desgraciadamente tenían hondo arrai- darias, en los banquetes ofrecidos por los grandés señores en ho-
go en la sociedad de su tiempo, y cuya aberración había que poner nor de algún huésped ilustre.Detrás de estas prácticas está la idea
en evidencia mediante la confrontación socrática. Y para que la fundamental -de que �L�spíritµ debe alimentarse juntamente con .,
confrontación sea genuinamente tal, hay que dejar que todos el cuerpo, y en mayor proporción aún, dada su mayor digni-> ·
hablen tan largamente como quieran, cada cual en defensa de lo -dad, El comer es un · acto necesario, pero que nos pone al nivel
suyo, como suele hacerse "entre hombres solos", y sobre todo de las bestias, y el equilibrio ha de restaurarse con la buena
después de haber comido y bebido. En una reunión así, típica- conversación. 9
mente psicodélica, sin .inhíbicíones de ninguna especie, puede
salir todo a la luz: lo bueno y lo malo, y sólo· así, en la lucha o·con toda la diferencia que hay entre el original, y su remedo, triste
a campo abierto, podrá finalmente imponerse lo bueno y lo remedo por cierto, alguna semejanza hay todavía entre los symposia de
verdadero. los griegos y nuestros banquetes actuales, que no se distinguen de otras
comidas por la calidad de los manjares, a menudo detestable, sino por
Ningún otro cuadro escénico, pues, era más apropiado que llevar cónsigo una significación espiritual, como el homenaje a un huésped
éste para la' libre efusión de los comensales sobre sus mayores distinguido o la celebración de algún acontecimiento; . por esto van en


intimidades. Pero además -y es de gran interés el comprobarlo general acompañados de discursos, en general también bastante aburridos.
así- la originalidad de Platón está. propiamente en la elección del La observación la hacemos simplemente para justificar por qué traducimos
tema y en. su desarrollo, con todas las demás peculiaridades dra-
. aquí el título del diálogo: Syinposicm, por Banquete, en contra de la
máticas, por supuesto, pero no en la situación en sí misma, por l costumbre, que desgraciadamente parece irse imponiendo, .de calcar el tér-
mino griego en el pedantesco · neologismo de simposio. Pero si tenemos más
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386 TEORÍA DEL AMOR TEORÍA DEL AMOR 387


A las normas de tan noble tradición se ajusta puntualmente part1c1pantes del diálogo. Ni más ni menos que como lo hace
el banquete que Piatón nos describe. Conform� a la propuesta de Shakespeare, quien hace hablar a César como César, y a Antonio
uno de los comensales, Erixímaco, nada me1or que pasar del como Antonio, así no hayan dicho nunca lo que allí dicen, tam-
festín de manjares a un festín de palabras (Ea-.locµo: Mywv) par.a púCO Platón puede dejar que hable Sócrates sino como Sócrates,
celebrar de este modo el triunfo del p�eta Agatón, cuya tr�ge�1a y todo el resto Por lo consiguiente. Siendo así, nada tiene de-
acaba de recibir el premio en el festival de Ate,pas. Y m.ngun sorprendente que, en los discursos a que vamos a pasar revista,
tema más apropiado, para los discursos ()..6yot! que habrán de los haya buenos o malos, o buenos por un aspecto y malos por
pronunciar por turno los asistentes, _que el elogio del A�r. u.ug otro, por la forma o por el contenido. En lo bueno está todo
de los mayores y más venerables dioses, y del cual parecen ha· Platón, y en lo malo también, en cuanto que los grandes artistas
herse olvidado, inexplicablemente, todos los P?etas, cuando c?n y escritores pueden también, cuando les viene en gana, hacer
tanta abundancia han cantado sujetos menos dignos de encomio. mamarrachos, y sobre todo para adjudicarlos, con completa ve.
De acuerdo con la proposición de Erixímaco, aceptada �r rosímílitud, a quienes no son capaces de hacer otra cosa.
todos, y de acuerdo con lo que viene al fi_nal y con lo que nadie
contaba: la repentina irrupción de Alcibíades en la sala del
Discurso de Fedro
banquete, nuestro diálogo se divi�e clar�mente en tres partes. La ¡
primera es la exposición de los c1?co discursos que preceden al -· El primer orador es Fedro," a quien conocemos ya suficiente-
de Sócrates todos ellos laudatorios, con mayor o menor én- mente Por el diálogo que lleva su nombre, y que nos lo revela
fasis, del a�or masculino. La segunda, y la más imf�rtante s�n como un perfecto discípulo de los retóricos, del retórico Lisias
duda, es la intervención de Sócrates. La tercera, de importancia en particular, por el que tiene verdadero fanatismo. i��pleta
apenas menor que la segunda, es el ret.rato m_ora! que de S?", de erudición libresca, y al mismo tiempo vacía de todo conte-
erares traza Akibíades en su estupenda improvisación, Para los l nido original y fuerte, es su laudanza del Amor, tomada segu-
efectos prácticos del diálogo, además, las dos últimas p�rtes cons- ¡
ramente de uno de los muchos 16-yoi épc.>-r:txol de su maestro
tituyen un todo indisoluble, ya que la. person� de Soci:ates, en � Lisias, al igual que el discurso semejante que nos endilga en el
cuanto ejemplar perfecto del am�r verdadero, tiene el m1sm? va- ¡ Fedro. Sus "fuentes", Por supuesto, están en los autores consa-
lor que su doctrina, o mayor aun por ventura. Sólo med1�nte l grados, para el caso los mitólogos, según los cuales, comenzando
una confrontación socrática de plenitud absoluta será Posible U
· oponerse a una filosofía q ue,_ _como la d el
. _erotism o,
. tiene sus I por Hesíodo, el Amor es el más antiguo de los dioses, y de él no .
puede asignarse ninguna mitología. Y a más de ser el más anti-
raíces, más que en la inteligencia, en.los _mstmto_s, vitales... _ --,IJ guo, es también el dios 'supremamente bienhechor de los hom-

*'"
Otra advertencia aún, para la me1or intelección del diálogo. . !, bres, en cuanto que les inspira el sentido del honor y del valor
Al igual que todos los otros de .s� especie, el B�nquete es taro· militar hasta el supremo sacrificio. Por vengar a su amante Pa-
bíén ún diálogo de libre composición, en el se�1t1do de que to.do troclo se resolvió Aquiles a inmolar a Héctor, no obstante sa-
Jo que en él pasa y lo que en él se dice es, casi seguram�nte, In· ber que por este hecho había él mismo de morir rtmy pronto;
vención y fantasía ele su autor. Pero hay algo.en que Platon no �e y en general puede decirse que el amante no se comportará
permite la menor libertad, y es en lo que mir� a la congrue?cia vilmente en presencia del amado, de modo que el Estado qm
entre cada discurso y el carácter del pcrsona1e que lo profiere,
pueda contar con un ejército compuesto por amantes y Por ama·
carácter muy real esta vez, como lo son todos y cada uno de· los dos, será entre todos superior e invencible. En esta proposi
., ción han visto los autores una alusión al famoso "batallón sa
,¡ menos la cosa misma. no hay razón para no llamarla como la llama�os 1 grado" de Tebas, tan heroico ciertamente como infectado dt".
en nuestro idioma, En la práctica, por último, el neologismo e� c��snón
]o reservamos, al parecer, para ciertas reuniones de carácter cientíñco o
pederastia. Y aunque no piense Fedro precisamente en el bata-
llón tebano, l no puede haber otra especie de amor entre 105
humanist ico para la discusión de ciertos temas, y lo más frecuente de "."
tema úuico; } estos "simposios" son del todo distintos tanto de los symp�s,a ft J.
miembros de"lm ejército, todos ellos varones, aparte de que el
�ri<:go� corno de los banquetes actuales.
¡¡,
,':!,_.
orador se sirve aquí exactamente de los términos que en sv
388 TEORÍA DEL AMOR
-1.
.
.
.

TEORÍA DEL AMOR

moralidad, Pausanias viene a sancionar de hecho lo mismo que


389

lengua y en su medio designaban inequívocamente la pederas-


tia.10 Fedro, sólo que enmascarándolo en una mitología filosófica tan
Piénselo o no Fedro, y lo más probable es que lo haya pensa- cruda en los hechos como sutil en la intención.
do así, su discurso es de hecho, como lo hace ver Taylor, una . Pa�sanias, en efecto, se opone .abiertamente a Fedro, en apa-
nencia por lo menos, en cuanto que, según aquél, no se puede
apología de estas prácticas contra naturam no en tal o cual
hacer el elogio del amor, así sin más ni más, toda vez q_ue .no
ejército en particular, sino en las amplias comunidades milita-
rizadas donde aquellas prácticas tuvieron infortunadamente ma- hay uno, sino dos amores. de los cuales sóio uno puede ser
. laudable, y el otro, por el contrario, vituperable. De dos madres
yor arraigo, o sea en las ciudades dorias y sobre todo en Es-
diferentes vienen estos dos amores, si aceptamos, 'como lo hacen.
parta. Al contrario de lo que pasaba en Atenas, donde la ley
no llegó nunca al extremo de sancionar este . vicio, e� Esparta, todos, que Eros es hijo deAfrodita: ahora bien, no hay una,
en cambio, lo fomentaba expresamente, en la creencia de que sino dos Afroditas, a las cuales podemos designar con los nom- .
bres de Afrodita Urania y Afrodita Pandemia, o poniéndolo en
por este medio, tal y como f.�.c.l:r�Jo dice, se estimulaba-el. sen-
timiento del honor y el valor militar. A mayor militarización romance, Afrodita Celeste y Afrodita Popular.
mayor pederastia: éste es el hecho social innegable en 'la antigua . De la Afrodita Urania se limita Pausanias a decimos que..n!L
Grecia, ¡ y por él pue�e verse cómo toda viol�ncia a la natura- tiene madre, y que es hija exclusiva por tanto, de Urano. No
leza -111 querer, por ejemplo, transformar la ciudad en un cuar- cree necesario Pausanias entrar en mayores explicaciones, ya que
tel- acaba por dar lugar a otros atentados, los peores esta. da por bien sabido, de parte de su culto auditorio, el nacimien-
vez, a la misma naturaleza. El discurso de Fedro, en conclu- to de esta Afrodita con todas sus peculiaridades, tal y como
sión, es la apología del homosexualismo, considerado como el las encontramos en la Teogonía de Hesíodo. Según va el relato
más fuerte vínculo de la solidaridad social, una solidaridad, del poeta, al describir lo que ocurrió entre los más antiguos
por lo demás, que no reconoce otros valores fuera del honor dioses, Cronos, hijo de Urano; mutiló a su padre y arrojó al
cívico y la gloria militar. mar los despojos de su virilidad. De la espuma que se formó
alrededor nació Afrodita, llamada así por la espuma de que sur-
Discurso de Pausanlas ge (llcppo-oú't1)), y Urania, además, por razón de su padre Urano.
Entre las olas y los céfiros fue llevada en una concha primero
El segundo orador, Pausanias, es a su vez discípulo del co- a Citerea y luego a Chipre, tal y como la vemos en el cuadro
nocido sofista Pródioo de Ceos, de la misma cepa intelectual de Botticellí, lector asiduo, por lo visto, de aquellas teogonías.
que Fedro; por consiguiente, dado el estrecho maridaje que exis- De condición muy diferente es la otra Afrodita, la Pandemia
tió siempre entre retórica y sofística. Por algo están todos jun- .o vulgar, hija de Zeus y de la ninfa Dione, fruto, por tanto,
tos, estos oradores del Banquete, con la sola excepción de de la generación normal de padre y madre. Imitadora fiel del
Arístófanes, igualmente en el Protágoras, con la -sola diferencia uno y de la otra, es esta diosa de cuyas múltiples aventuras
de que en este último diálogo son todos personajes mudos que amorosas están llenas las rapsodias homéricas, lo mismo con sus
no hacen otra cosa que aplaudir, cada cual, a su maestro, o a congéneres olímpicos como con los simples mortales, tan pronto
los sofistas mayores del diálogo por excelencia representativo en los brazos de Ares como en los de Anquises. Es, en suma,
de la .soñstíca, Ahora, en cambio, estos sofistas y retóricos de la la representación perfecta del apetito sexual en perpetua dis-
segunda generación hablan ya como maestros, con lo que está ponibilidad, y además, dicho sea en honor suyo, heterosexual.
bien clara la intención de Platón al mostrarnos, en este tránsito De varones no más, hasta donde sabemos, parece haberse curado
de una a otra generación, los frutos de Ia sofística. Y mucho más
siempre la dorada Afrodita.
aún que en el discurso precedente de Fedro, tenemos esta triste
Hasta aquí, en la evocación de ambas divinidades, cada cual
comprobación en el discurso de Pausanias, espécimen ideal de la, con su templo en Atenas, no tiene Pausanias nada de original;
sofística en sus peores momentos. Apelando hipócritamente a la eran teogonías de sobra conocidas por todos sus oyentes. No
10 178 e: <rtQa"t6ne6ov lQaa"toov xat itatfü?t&v·
es sino cuando pasa a la interpretación de estos mitos cuando

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.
390 TEORÍA DEL AMOR .
TEORfA DEL AMOR 391
se revela la maligna originalidad de Pausanias, al intentarhacer. mos en el derecho romano. Pero cuando pasamos, como debemos
de los mythoi verdaderos logoi sobre la esencia del amor, de los hacerlo, de lo formal a lo material, nos percatamos luego de
dos amores mejor dicho, con la decidida preferencia estimativa que Pausanias no es sino un vulgar pederasta que trata de
otorgada al uno sobre el otro. cohonestar su vicio con ropaje mitológico y con sublimaciones
Lo primero que puede afirmarse, según Pausanias, es que hiprócritamente moralizantes. Lo que manifiestamente consti-
el amor oriundo de la Afrodita Pandemia lo practican las gen- tuye su interés principal no es la virtud (txf.lE"tTJ) sino la entrega
:t�s de 'baja estofa (oi <pcxv).o�)' las cuales van lo mismo en pos física (xapl!:;ECT0a�) , y por esto, como dice Bury, es Pausanias,
de las mujeres como de los eíebos,» y tanto en aquéllas. como fundamentalmente, un sensualista, por especiosa y refinada que
en éstos persiguen sólo los cuerpos y no las almas, no .m1ra11�0 sea la forma con que pretende encubrir su pasión.16 Por ello
a otra cosa que a la realización del acto, y no a la manera de ¡
·, también, podemos agregar, su discurso es el más insidioso; el1
realizarlo bellamente.t= Natural es, por lo demás, que así acon- de mayor protervia, entre todos los que figuran en el Banquet�!
tezca, toda vez que estos amores están bajo el patrocinio de una Y como Platón lo deja hablar, para los efectos dramáticos del
diosa de origen bisexual, y por esto son aquéllos igualmente diálogo, sin inhibiciones de ninguna especie, todavía suele hoy
pandemios, es decir viles y vulgares, adjudicarse a Platón, por todos aquellos que lo leen de prisa
El amor "celestial", por el contrario (Eros Ouranios), como o en extractos, esta distinción entre la Afrodita vulgar y la
proveniente de una diosa en cuyo nacimiento no tuvo parte Afrodita celeste, a la cual colocan estos intérpretes, tan ignoran-
alguna la mujer, tiene por objeto exclusivo el sexo masculino,13 tes como bien intencionados, en otro· "cielo" por completo dis-

l
1

que es por naturaleza el más. vigoroso y de inteligencia su_p�- tinto del que le corresponde según su teogonía.
rior. u La unión homosexual tiene así, desde luego, una decidí-
da preferencia axiológica sobre la unión heterosexual; sólo que,
como lo explica. muy prolijamente Pausanias, debe .S.�t; __ UQª- Discurso de Erixímaco
unión no sólo de los cuerpos, sino igualmente de las almas, El tercer orador, Erixímaco, es un médico muy pagado de su
una unión, es decir, que redunde en el perfeccionamiento intelec- ciencia, como lo demuestra en la triple y pormenorizada rece-
tual y moral de los amantes. Con esta sola condición: "por ta que le da a Aristófanes para quitarle el hipo que le ha veni-
causa de la virtud", puede declararse bueno y bello, sin reserva do en esos momentos. Con la misma pedantería lleva a cabo su
alguna, que el amado se rinda por entero al deseo del amante.15 intervención sobre el tema propuesto, tornando como punto de
A Pausanias, como a otro cualquiera, hay que hacerle com- partida la distinción, establecida por Pausanias, entre los <los
pleta justicia, y distinguir, por tanto, entre los elementos va- amores, el bueno y el malo. De acuerdo en esto y en la respectiva
liosos de su discurso y aquellos otros por completo negativos y especificación y valoración de uno y otro Eros, es muy pobre el
reprobables. Desde un punto de vista puramente formal -sin el elogio del amor, en concepto de Erixímaco, cuando se restrin-
contenido que luego le ínyecta-« Pausanias tiene toda la razón ge su acción a la unión de los cuerpos, o de las almas inclusive,
en postular la distinción que debe hacerse entre el amor. noble toda vez que se trata de algo que tiene propiamente proporcio-
y el · amor vil, así como en tener por atributo del primer_<> .. la nes cósmicas. El Amor, en efecto, es un dios grande y maravilloso,
unión de las almas y no sólo de los cuerpos, y esto no por una cuya acción se extiende a todo, así en el orden de las cosas hu-
fase ir'ªnsitoria, sino por toda la :v.ig�: este totius vitae consor- . marias como en el de las cosas divinasj"
tium, según la bella definición que del matrimonio encentra- En homenaje a su arte, del que está tan ufano, Erixímaco
11 181 b: o{,x; fínov yvvatKW'V f¡ m:i.(boov ... se propone demostrar la proposición anterior comenzando por
12 181 b: ltQO(i 'tO füwtQÓ.�o.afro.L µ.Óvov fli.&covn;, dµei.ovvi-e; ae 'tO\Í la medicina. Del mismo modo que él, Erixímaco, no es un mero
kW..O)\;, •• iatrás, sino un iatrosophós, la medicina no es tampoco el arte
u "The heave11ly love is all masculine in bis composition", Taylor, Plato,
p. 214. re R. G. Bury, The Symposium of Plato, Cambridge, 1932, p. xxvr.
H 181 e: 'tO qi\losi eQQCJ)µevfoi-tQOV ,mt VOU'V µiii.Aov llx;ov ••• 11 186 b: .ros µéyCl; xo.l. Oo.1Jµo.oi-o; ,w.t fr1t itiiv o Oeo; i-elvn, xu.t
1G 185 b: mivi-w,; ye KClAO'V cxoei-ij; y'lvtKCl x;o.ol�eoOru. · K.o.-.;' <'i.vOQromvo. ,w.t xui-a Oei:o. itQú yµo:'tCl·
.... ___,.,,.,...

392 TEORÍA DEL AMOR TEORÍA DEL AMOR 393


empírico que se imagina el vulgo, sino que está gobernada por persona en general, si el amor hubiera de predicarse tanto del
la sabiduría del amor, si se tiene presente que lo que denomina- hombre como de la divinidad.
mos salud y enfermedad no son otra cosa que el amor bueno y
el amor malo, el primero entre los buenos elementos del cuerpo,
Discurso de Aristófanes
y el segundo entre los malos. Al médico toca discernir entre
uno y otro amor, y aplicar los remedios conducentes a la con- Aristófanes sigue luego en el uso de la palabra; y a primera
servación o restablecimiento del buen amor. "La medicina -dice vista no deja de causar extrañeza el que Pl:ttón haga figur�r,
con toda formalidad Erixímaco- es la ciencia de los fenómenos entre los participantes del Banquete, al autor intelectual, el prm·
eróticos del cuerpo con relación a la repleción y a- la evacua- cipal por lo menos, de la muerte de_ Sócrates, com� resulta con
ción." 16 toda claridad de la Apología platónica.w Pero la simpatía per-
Pero no sólo la medicina está por entero gobernada por el sonal no es la única razón, ni mucho menos, por la que Platón
dios Amor,19 sino que lo mismo puede decirse de todas las demás introduce en sus diálogos a ciertos personajes; la antipatía,
artes, entre las cuales enumera Erixímaco explícitamente la gim- por el contrario, puede ser la razón apropiada, sobre todo cuan-
nástica, la agricultura, la música, la astronomía y la adivinación. do se trata de ponerlos en solfa. Que é_sta. es aquí la ii_itención
La música, por ejemplo, es la "ciencia de la erótica con rela- de Platón, se ve desde luego por el incidente del hipo que
ción a la. armonía y al ritmo", y la astronomía, a su vez, es la acomete a Aristófanes, y que le sobreviene -así lo leemos en
misma ciencia "con relación a los: movimientos estelares y a el diálogo- por haber comido y bebido en exceso, con lo que
las estaciones del año", El arúspice, por último, el profesional se le exhibe desde luego como borracho y glotón. Para los pr_o-
del arte divinatorio, es el "experto en la amistad entre los dioses pósitos del diálogo, sin embargo, hemos de reconocer que An!-
y los hombres", 'y sus vaticinios y sacrificios tienen por objeto tófanes no comparece aquí para ponerse en ridículo (esta mam-
la concordia entre los ciudadanos por la práctica común de la festación es algo del todo secundario), sino porque a nadie me-
religión oficial. Tal es, concluye Erixímaco, la multiplicidad, la jor que a él puede adjudicarse el intermedio festivo qu� a Pla-
grandeza y la universalidad de las operaciones del Amor. tón le hace falta entre la seriedad pedantesca de los discursos
Por poco versado que esté uno en la historia de la filosofía, anteriores, el de Erixímaco sobre todo, y la sublime seriedad
se ve luego cómo toda esta erótica pancósmica de _:E:rixímaco tiene del discurso de Sócrates. De lo que se necesita en esos momen-
su antecedente directo en la doctrina de Empédocles, según el mentos, y en un banquete sobre todo, es de un hazmerreír
cual son el amor y la discordia los agentes de unión y desunión (ye).w-to1toi6�) , y en este. terreno Aristófanes no �enía entonces
entre__los conocidos cuatro elementos que él mismo Empédocles rival ni lo tuvo a lo que nos parece, hasta Moliere. Con toda
. f�i el primero en enunciar. De "atracción" y "repulsión" -o la e�emistad pe;sonal que pueda tener por Arístéfanes, no séría
también de "afinidad" - nos hablan hoy la física y la química Platón quien es si no le reconociera su genio có�ico. �o habrá
modernas, y honradamente debemos reconocer que esta termino- dicho el Aristófanes histórico lo que su homónimo dice en el
logía, aunque ayuna de antropomorfismo, no va mucho más Banquete, pero es digna de aquél, indiscutiblemente, la magní-
allá de la del viejo Empédocles; a tal punto es la ciencia actual fica parodia hecha aquí por. Platón, con todo el sabor sensual,
heredera del pens-ª.m_iento helénico. Como quiera que sea, no rabelesiano, de sus producciones auténticas. ,
se puede tomar- el amor con la latitud cósmica con que lo hace' Dando principio a su discurso, d,ÜilQfa�e�!;i4�-��uerdo con )
, Eríxírnaco. Si el amor está en todo en general, no estará en los demás oradores en que el amor __ es fuente .íncomparable .. de
nada propiamente; y los demás discursos del Banquete, inclusive \
beneficios para los hombres, pero al contrario de aquéllos, con-
o por excelencia el de �$ócrat�s, tienen por supuesto común el de
que el.. amor es una función específicamente
.
humana,. o de.
una 20 Nada como la comedia de Aristófanes: Las Nubes, causó contra Só-
crates el descrédito y la malevolencia �bre todo por razón de su supuesta
is 186 c: bc-.<n'Í¡µ:r¡ ,;iiYv ,;<ñí <JCÓl-'ai:o; 8QomxiiYv nQo; nA'IJO'flOvrt'V 11al "impiedad"- que fueron acumulándose hasta descargarse totalmente en la
xévoomv. • tragedia final. Lo mismo que dijo Montalvo de Garcla Moreno, pudo
19 186 e: 1'0.CJ(X. fü« ,;oii 0eoii i:OÚl"O\I XU�EQ'Vci,S(ll,. . haber dicho Aristófanes con referencia a Sócrates: "Mi pluma lo mató".
394 TEORÍA DEL AMOR TEORÍA DEL AMOR

sidera q_ue no puede ponderarse todo esto debidamente sino porf' , desde aquellos tiempos inmemoriales. De acuerdo con este de-
el estucho que hagamos de la naturaleza humana, un estudio más signio, ordenó Zeus a Apolo que cortara en dos a aquellos hom-
. .i
J?rofundo. desde lu ego
. que el de la medicina, ya que sólo _en·e. bres -llamémoslos así-, y que como experto cirujano plástico
s·ta.
. forma podsemos apreciar debidamente la filantropía del Amor/ curara cicatrices y los acomodara en forma tal que de aquella
Con este propósito finge Aristófanes una antropología mítf¡a bisección resultaran, como resultaron, los varones y mujeres
y fantástica, centrada en la· proposición de que, en .sus .. que hoy conocemos.
remot?s orígenes, la humanid�d tenía, e? sus individuos:=;;;
i:násl Todo salió muy bien en cuanto intervención quirúrgica; pero
dos, sino .tres géneros: masculino, femenino y andrógino. En lo único que no previó Zeus fue lo que luego sobrevino, y que
estricto rigor, es ésta una denominación todavía no completa- fue �Lar.diente deseo de los nuevos mortales por unirse cada
m�nte adecuada, sino que, con toda precisión, habría que ha- uno con su antigua "cara mitad", y éste es el origen del amor,
blar de un género macho-macho, de otro hembra-hembra, y de tanto del amor heterosexual como del amor homosexual entre
un tercero, en fin, macho-hembra. Aquellos primitivos "huma- Ios hombres y entre las mujeres. Todas estas variedades son fa.
nos", en efecto, tenían por duplicado todos los órganos y miem- tales y se explican por el estado primitivo de la humanidad. De
bros de los hombres actuales: cuatro manos, cuatro piernas, este modo los varones provenientes de los primates andróginos
dobles órganos genitales, y dos rostros, en fin, acoplados en una buscarán a las mujeres, y a los varones, a su vez, las mujeres
sola cabeza, la cual era lo único que escapaba a la duplicación que vienen del mismo corte, mientras que los varones que des-
y mantenía la coordinación de tan grotesco conjunto.] Y- la ra- cienden del doble macho primitivo van en pos de los varones, y
_zón dej_a diferencia entre los l!:..�--S!!XOS e�tá.�n que.. e} i}eme;.fu las mujeres, en fin, cuyo ancestro fue la doble hembra, se in-
�as�1:1!i.M:::et:orí�iñari.t:m.ente"'líiJo'-�I; el -f�ñjtiitno de. la tie- clinan a las mujeres. Y es muy de notar cómo Aristófanes no se
rrll; ·y_�l andrógino de la luna, la cual tiene tanto del sol como limita a esta descripción neutral de los diversos amores, que
�arecernos aqu:��- pr�- justificaría a todos por igual en cuanto que serían todos la eje-
-��:,t:;!fuosos que hoy puedan cución de un hado ineluctable, sino que externa luego su pre-
mates del género humano, ellos por su· parte estaban muy ufa- ferencia, de la manera más abierta, por el amor homosexual
nos de su condición, y como por su doble cuerpo tenían una masculino.i No hay por qué calificar de impúdicos, dice, a quie-
fuerza prodigiosa, imaginaron la empresa de escalar el Olimpo nes · lo practican. Si lo hacen, no es sino por tener una natura-
y suplantar a Zeus en el gobierno del mundo. No pasaron, sin leza eminentemente viril, la del doble macho originario, y por
embargo, de la primera tentativa, porque inmediatamente Zeus esto se complacen en yacer juntos y unirse entre si. N'o hay
y los demás dioses se reunieron en un consejo de emergencia (un otros tan excelentes ((ié)..·ncr"t'o�) como ellos, y los únicos, ade-
Consejo de Seguridad, ªcomo diríamos hoy) para excogitar el más, que pueden sobresalir en la política.22 '' '.
medio mejor de conjurar el peligro que les amenazaba. Des- A nadie sino a Aristófanes, realmente, a nadie sino al autor
'pués de pensarlo mucho, decidió Zeus que por esta vez no ha- cómico bien conocido por su cinismo y bufonería, puede Platón
bía por qué fulminarlos (podía hacerlo fácilmente, como lo adjudicar esta apología, la más cruda de todas, del amor mas-
hizo con los Gigantes), ya que de este modo se privarían los culino. Y no obstante, como lo han destacado Zeller y Bury,
dioses de los honores y sacrificios que suelen ofrecerles los mor- hay aquí uno de los pensamientos más profundos en toda teoría
tales, y que con sólo debilitarlos quedaría asegurada la sobera- del amor, o sea la proposición de que el amor es apetito de �-
nía olímpica: política internacional bien conocida y practicada dad _y_:p!.enfuÜ"i,�3 "craving for wholenes", como traduce Bury, ,
deseo que nos hostiga hacia la integración de nuestra natura-
21 Por extraño que parezca, y como prueba de lo arraigada que estaba
entre los griegos esta mentalidad, Aristóteles, nadie . menos, sostiene con
leza en la persona o el objeto amado, y lo mismo en lo físico
t?<1a serie�ad que el s��en masculino, portador por excelencia de la vida,
t�ene l� m1s�a composición de los cuerpos celestes, considerados por toda la z2 191 e,192 a: <¡)LAOÜ<1L 'tOÜc; livlloac; ito.l ?(<XtQOV<1L m,y?t<X'tWCEl!J.E'VOL 11.u.t
filosofia antigua como eternamente vivientes. Representa en este mundo O"Uµ.¡tEJt),eyµ.évoL 1:orc; ávlloámv. • • ávlloeLÓ'tct'tOL óv1:ec; q>Ú<JeL •• - µÓvot circo-
la sustancia estelar, y es, como dice el filósofo, el quinto elemento o la l}atvou<1LV ele; 'ta ltOAm?ta Ó:vlloec; ol 'tOLOÜ'tOL·
quinta esencia. aa 192 e: 1:00 ÓAOU ém6uµfo.•••
396 TEORÍA DEL AMOR TEORÍA DEL AMOR 397
que en lo espiritual. En el orden de la naturaleza, por supues- revela en sus varios atributos. Entre todos los dioses, en efecto,
to, y no contra ella, que es en donde desbarra miserablemente el Amor es el más feliz, y esto por ser almísmo tiempo el más
Aristófanes al aplicar torcidamente un principio verdadero de bello y el mejor .. El más bello, en _primer lugar, por ser no sólo
suyo. Será Sócrates quien haga la trasposición necesaria. para el más joven, sino de una eterna [uventud, co�o lo muestra la
hacerle rendir toda su legítima fecundidad. Como procedente aversión que tiene por la vejez, ya que esc.oge siempre su ro�ra-
de un genio, al fin y 'al cabo, el discurso de Aristófanes, entre da entre los jóvenes. Siendo eternamente·. JOV:n, es además tier-
todos los que preceden al de Sócrates, es el más profundo y el no y delicado, como se ve por su predilección por las alm�
igualmente tiernas y su repulsa de toda aspereza. Y �º�º, deli-
más perverso, u
' cado -es también ondulante y flexible, dado que se msmua en
Discurso de Agatón nosotros sin que nos ..demos cuenta sino cuando e�tamos ya so-
metidos a su imperio. Por último, es rasgo peculiar_ de su be-
Al poeta Agatón, el anfitrión del banquete, le llega ahora su lleza la frescura de su cutis, como corresponde a q�.uen se apa-
tumo, el final en esta primera ronda de discursos- Como se nos cienta entre flores y perfumes, en los cuerpos, es de�ir, que están
dice en el mismo diálogo, Agatón es discípulo de Gorgias, con en la flor de la vida, He ahí lo que puede decirse, par sus
lo que está dicho que su discurso ha de ser, como los del maes- varios aspectos, sobre la belleza del Amor. . ·
tro, de gran estilo, sólo que sin el nervio y sustancia que en Sobre su virtud ('rcepL apt-ri'jc;), en segundo lugar, atribuye Aga-
ocasiones tienen las piezas oratorias del gran sofista. "Palabras, tón al amor, con la misma facilidad, las virt?d<: _que menos
palabras y palabras", según dice Taylor, es lo único que puede esperaríamos encontrar en él, como son la Justicia,. l� t�-
ofrecernos Agatón, aunque, eso sí, con un virtuosismo orna- planza (!) y la fortaleza. Es justo �l Al?ºr porq�e la �n1usuoa
mental que es toda una hazafia del arte retórica. -según Agatón, por supuesto- es sinónimo de violencia: ahora
�}In inventario preciosista de todas las cualidades que del bien, el Amor no hace a nadie violencia, sino que todos se le
aniór, se pueden predicar, es lo que hace en realidad Agatón, rinden del mejor grado. Es temperante, además, porque la tem-
en concepto del cual. no es un elogio suficiente del dios Amor perancia, según se reconoce generalmente, es el d_ominio sobre
el ponderar simplemente, como lo han hecho todos los oradores la voluptuosidad y el deseo, y sobre ambos domina el Amor,
que le han precedido, los beneficios de todo género que este por ser él mismo la voluptuosidad suprema. Y es fuerte y va-
dios dispensa a los· mortales. f.º�?.. e��� es secundario, y lo que liente, por último, toda vez que, �r lo _que nos cuenta la
debe hacerse más bien es el encomió del Amor por sí. n:ii_s�9, tradición, ha podido subyugar al mismo dios . de la guerra, al
Po:t _la. explicación que hagamos de su naturaleza, la cuál se nos sanguinario Ares, cautivo del amor de Afr�d1ta. ..
Cuando todo esto se lee con calma, y me1or en el tex.to m1�-
2, En este orden de trasposiciones de uno a otro contexto (con lo que
mo, es imposible pensar, como lo hacen l�s �ectores despreveni-
todo cambia), es muy interesante, aunque muy audaz, la que en su co-
mentario al Banquete hace Marcilio Ficino. El mito de Aristófanes•. -�n dos, que pueda ser de Platón, de su conv1cc1�n personal se. en-
él, sería otra versión del pecado original del primer hombre, degradado tiende toda esta tremenda sofistería. Es una insensatez, sencilla-
en su primera integridad por su desobediencia del mandato divino. Corres-· mente' esto de atribuir la virtud de la justicia al amor en ge-
pondíendo con amor a la graciá · de la Redención, vuelve el hombre a su neral,' al amor-pasión por consiguiente, que des?�ce sin mayo-
naturaleza primitiva: et� ,;�'V ÚQX«i«v q,\Íaiv, según dice Aristófanes al res miramientos las uniones conyugales más legitimas. X es ?e
descubrir este efecto del amor. Del mismo modo empalma Marsilio lo que
dice Aristófanes sobre que el alllor hace de dos seres uno solo (� 6uoiv _. lo más divertido esto de ver atribuir al amor la fempei:��!!.l.,
e[� yevfo6ai) con lo que dice el Génesis sobre que el hombre Y. la mujer definida correctamente como el dominio de las pasiones, por la
deben ser "dos "en una carne". Como recto varón y buen cristiano, Mar- sola razón de ser el amor la pasión suprema, la do1!1inadora; �r

1
silio lo entiende no como Aristófanes, sino exclusivamente de cada Adán tanto, por sobre todas las otras. l\\ un razonamiento sofístico
con su cada Eva. Por extravagante que nos parezca la trasposición, no es
más que una entre las infinitas consumadas por el humanismo cristiano de lo más. burdo, y como tal lo exhibe aquí �l�tón ..
al depurar lo que de eternamente valioso hay en el pensamiento pagano, · · Demostrada así, según lo entiende su panegmsta, la suprema
separando el oro de la escoria. belleza y excelencia · del A�or (Epwc; xd.}..lLO"'t"O� xett lípLO"'t"o�) ,
) "�'
398 TEORÍA DEL AMOR TEORÍA DEL AMOR 399
c�·ec.. Agatón que deb� terminar su encomio con el "himno
tico que va como sigue:
poé- so crítica más despiadada que el reducirlo al puro valor foné-
tico de las palabras y frases. En su crítica igualmente incisiva
"Es el Amo� el que da paz a los hombres, calma a los mares, del discurso de Agatón, dice Bury que habría que adaptarle
rep�so a los vientos, lecho y sueño a la inquietud. Él es el que de este modo el conocido pasaje de la Carta a los Corintios:
�lest1er�a de nosotros el sentimiento de que somos extraños, "Podrá hablar con lenguas de hombres y de ángeles, pero no es
infundiéndonos, al contrario, el de nuestro parentesco: bajo su sino bronce que suena y címbalo que retiñe."27 El paralelo es
ley, en efecto, nos reunimos, como ahora, los unos con los otros excelente, porque si para San Pablo todo suena a hueco cuando
y él es el que preside a las fiestas, a los coros y a los sacrificio$; . falta la caridad (el amor que tiene por correlato a Dios), el
Der�ama la dul��ra y desti�rr� la aspereza; prodiga la -benevb- -· discurso de Agatón nos suena también a hueco simplemente
lencía, y 1� �ost1h?ad es la urnca dádiva que no dispensa. Ama- · porque de él está ausente el Amor, su esencia genuina y verda-
hl� y prop1CI0, obJe�o de contemplación para los sabios y de ad- dera, para declarar la cual hace falta algo más que un tropel
mira�1ón para los dioses, no es envidiado sino por aquellos que · de adjetivos y cadencias verbales.
no tienen parte en él. Para los que la tienen, en cambio, es
tesoro precioso, padre del lujo, de la delicadeza, de la langui- Discurso de Sócrates
dez, de la gracia, del ardor y la pasión; de los buenos se cuida
Y ª. los malos los desprecia. En nuestras penas y temores, en la Antes de entrar formalmente en materia, con el fin de plan-
pasión Y la expre.sión, es pjl?t? y capitán, sostén y salvador in- tear correctamente la cuestión y para acabar de bajarle los hu-
c�mparable. En fin, es prmc1pio de orden y concierto entre los mos a Agatón, le pregunta Sócrates, con la inocencia que acos-
dioses y entre los hombres; jefe por todo extremo bello y exce- tumbra, si el amor en general, todo amor por consiguiente,��
lente, y todo mortal debe seguirle y participar lo mejor que amor de algo. La respuesta tiene que ser afirmativa, ya que el
�u�da en el can.to que el mismo Amor entona y con el que aca- mismo Agatón acaba de decir que el amor lo es, entre otEa.cs
ricia al pensamiento de los dioses y de los hombres.':» cosas, de la belleza y de la juventud. En §�gµict?, y con la mis-
. .Por obra maestra de cursilería tienen la generalidad de los ma aparente ingenuidad, ,i;a,ca Sócrates la conclusión de qy�, �
intérpretes esta empalagosá perorata.» En su género es induda- •!.t__naIDOS algo es porque lo deseamos, y si lo deseamos es porque
blemente pieza de antología, y como tal suele declamarse aún no lo· tenemos, de lo cual se sigue que si el amor desea, por
hoy _ror �iertos oradore_s, y lo peor no es la muy explicable con- ejemplo, la belleza, es. porque él mismo no la tiene,,�_y_ otro tanto
co;m tancía de g�stos, sm? que se vea en esa tirada erótica algo y por el mismo tenor con respecto a todas las cosas amables que
asi como la �umtaesenc1a de la filosofía platónica del amor. persig�y:;. Con esto cae de golpe, antes aún que pueda darse
Per� no hay smo leer las líneas del diálogo que inmediatamen- cuenta el pobre de Agatón, todo el tinglado de excelencias que
te siguen para ver cómo Sócrates (es decir Platón) es el prí- con otros tantos epítetos acaba él de adjudicarle al Amor, al
m�ro en burlarse del pobre de Agatón, aunque con el comedi- dios sin par entre todos. Ni siquiera dios resultará al fin; y en
miento que todo huésped bien educado debe tener con su an- cuanto a todas aquellas virtudes habrá que predicarlas en cada
fitrión. "Aturdido" está, según dice, por la belleza de las pala- caso del objeto amado, y del amor apenas con relación a dicho
bras y de las frases, y en esta apreciación no falta Sócrates a la , objeto y en cuanto informado por él.
verdad, pero cualquiera ve que no puede hacerse de un discur- De gran fondo son las anteriores precisiones socráticas, pro-
as 197 a-e. legómenos indispensables en toda teoría o filosofía del amor.
En primer lugar, no es el amor un término absoluto, sirio re-
, ee
� . "D es p h r�ses. sans verb es, un bouquet baroque de froíde mythologie,
d ép1the.tes arb�tra1r�s, dans Jeque] la significa tion est constamment sacrifiée - Iativo, como lo son, por ejemplo, los de "padre" o "movi-
aux facrles sat1sfact1ons des ancuhéses ou de l'allítération" Es· el · · ·
d Lé • •
miento", cuyos respectivos correlatos son "hijo" por una parte,
JUICIO
e on Robín (Introducción al Banquete, Les Belles Lettres, p. tvu), y y por la otra los términos a quo y ad quem de todo movimiento.
no es menos severo el de Víctor Brochard: "Un chef·d'oeuvre de míevreríe ; Y nunca con mejor propiedad como tratándose del amor, pue-
de gráce apprctée et <le style maniéré", (Études de philosophie ancienn°/
París, 1966, p. 75). ' �7 Bury, The Symposium of Plat�1_p. xxxvr,
·
400 TEORÍA DEL AMOR .r
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TEORÍA l>EL AMOR 401

.
J.·
de hablarse de cosas tales como intencionalidad y movimiento, mente uno más entre los hombres mortales. Del mismo modo
ya que el amor es por su naturaleza un intendere in aliquid, que hay algo intermedio entre lo bello y lo feo, entre lo bueno
una tendencia o movimiento que se especifica por el objeto a y lo malo, entre la verdad y la ignorancia (tal _Y como l? hemos'
que tiende. Pero si esto es así, la consecuencia forzosa es que visto va anteriormente en el Lisis) hay también algo interme-
la calificación ética del amor. está. totalmente en función de su. dio entre lo mortal y lo inmortal, y a Jos,�r:i�es de esta especi:
correlato intencional, del valor o disvalor de este último. Se- los denominamos demonio� Un gran d'emomo, pues, es preci-
gún esto, hay sin duda, como decía Pausanias, el amor bueno samente el Amor, medianero, como todo lo demoníaco, entre los
y el amor malo, pero no por ningún extravagante abolengo dioses y los mortales.29 Y en esta condición, el Amor desem-
mitológico del uno y del otro, ni por otra razón alguna .que por peña; en el modo particular que se indi_cará después, ,la f�n-
tender respectivamente al bien o al mal en sí mismos. ,'.ELª-.mo.r, ción que en general compete a los demomo_s, y que, segun D�o-
�- en condusión,_no es sólo un fenómeno..vital, sino .un.fenómeno tima, es la siguiente: "Ser intérprete Y, m�dianero entr� !�s
dio- .:
t;f-esi'.Cgober;;��
. ético,...-;;:�--���� por las. categorías. supremas ses y los hombres; llevar al delo las suphcas y los sacrificios de
del valor y del bien. estos últimos, y comunicar a los hombres las órdenes de los
Todo esto va a declararlo Sócrates en su himno o canción dioses. . . fil in tervalo.que.separa..a.los .. unos .<:1.eJO.$.. ºtJ:qs .lo 11.e-
en alabanza del Amor: hohes Lied der Liebe, como dice Wila- n.aJ1J<>.s_ ..demon�; son el v í ncu lo que une a1 gran To do .
''30

mowitz. Pero no lo hace, en el principio por lo menos, porar- -Función, como se ve, exactamente igual a la de los ángeles en
gumenta�ión . dialéctica, lsin duda porque el amor tiene . un fon- la teología judeo-cristian�1}. La. única diferencia,. en la demono-
do de misterio, y cuando éste se descubre no es por demostra- logía platónica, es que no hay ángeles o demonios rebeldes. E?
ción, sino por revelación inmediata, De ahí que Sócrates deci- lo demás, el paralelismo se extiende a cosas tales como la répli-
da esta vez comenzar con un liiito,) -en lugar de terminar con él, ca en lo griego de la creencia cristiana en el Angel de la Guar-
.. �
como en otros diálogos-, pero un mito cuyos elementos, uno da. Sin salir de los diálogos platónicos tenemos soh�e esto la-
por uno, tienen estricta correspondencia con enunciados filosó- más amplia información. Cada uno de nosotros, segun se nos
ficos. Más aún, y con el mismo designio de envolver su relato dice en el Fedón,31 y no sólo los hombres de excepción como
en una atmósfera de misterio y revelación, finge Sócrates que Sócrates, es conducido, durante su vida, por un genio o demo-
todo cuanto va a decir se lo dijo a él un personaje legendario nio, y este mismo lleva al alma, después de la muerte, al lugar
y misterioso, · una sacerdodsa y adivina llamada Diotíma, ori- del juicio. y en cada reencarnación, serm leemos en la Rep�-
ginaria de Mantínea, Por ella fue iniciado Sócrates, a fo que blica,:12 hay para cada alma un demonio encargado de la mis-
dice, en los 'Secretos del amor, por una iniciación análoga a ma misión. .
aquella por que pasan los devotos de Deméter en los misterios -Siendo así el Amor, por lo tanto, una especie de in�ª�J_ós :
de Eleusis.w 9 superhombre, su genealogía deberá der�:arse de un dios y una
. En el coloquio que tiene con Sócrates, y antes de exponer el 'r mortal, o viceversa. Tal es el caso precisamente: el Amor, en
'. mito referente a la genealogía del Amor, cree necesario Dioti- :1
i efecto, es hijo de Poros y Penía, Ambos �ombres, mucho más
ma dejar sentada ante todo la proposición fundamental de que
que aquel otro de Diotima, han sido elegidos por Platón c?n
el Amor no puede ser ya no digamos el mayor de los dioses, pero toda intención, y tanto por esta razón como por las traduccio-
ni siquiera un dios. Los dioses, en efecto, poseen en su pleni- nes tan desacertadas que por ahí corren, nos será permitida u_na
tud todas las cosas bellas y buena;' y el amor, en cambio, anda breve digresión filológica que contribuirá, además, a la meJor
en pos de ellas precisamente por estar de ellas menesteroso, No
inteligencia filosófica del mito.
par esto, sin embargo, no por declararlo excluido del linaje de
los dioses inmortales, hemos de creer que el Amor sea simple- 21> 202 e: füx(µrov µéya;. . . xal. yo.Q mxv ""º füuµ6vLov µe'tetf;u fon 6eou
-is ,mt 6vr¡'toií·
as El nombre mismo de �LO'flµ.a: "honor de Zeus", parece elegido de so 202 e.
propósito como para aplicarse, dice Bury, a persona de gran sabiduría y 81 107 d·108 b, 113 d.
autoridad. az 617 e, 6:zo d-621 b, __
,....
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402 TEORÍA DEL AMOR ..
( TEORÍA DEL AMOR 403
El nombre de la madre: Ilsvt«, no ofrece- ninguna dificultad, aquí estos nombres como están en el texto, y seguir con el
y puede perfectamente traducirse por pobreza, inopia, indigen- cuento de Diotima.
cia, penuria (proveniente de él directamente) , o por otros norn- He aquí, pues, que el día del nacimiento de Afrodita (la
bres equivalentes que fácilmente pueden encontrarse en el re- Pandemia sin duda alguna) tuvieron los dioses un gran banque-
pertorio de nuestro idioma -. Con 116por;, en cambio, con el nom- te para celebrar debidamente tan fausto acontecimiento. Entre
bre del padre, la cosa no es tan sencilla, y desde luego hay que los comensales estaba Poros, el cual, habiéndose embriagado
rechazar decididamente la traducción de "abundancia", "har- de néctar, el licor de los inmortales, salió al jardín de Zeus,
tura", "plenitud", "saciedad", o lo equivalente. A .esta traduc- a disipar con el sueño la borrachera. Tendido estaba allí cuan-
ción inclina una propensión de fácil simetría, en cuanto que do lo divisó Penía, la cual andaba rondando la sala del festín,
con ella tendríamos el nacimiento del Amor como fruto de la por ver si le daban algo de las sobras. Y como no sólo la hos-
unión entre los dos contrarios: indigencia y saciedad, ex copia tigaba el hambre, sino en general el deseo de salir de apuros,
et inopia, como dice Marsilio Ficino -cuya traducción del Ban- pensó que lo mejor era aprovechar la oportunidad que se le
quete es en general admirable- o como el poeta Spenser, al ofrecía, es decir procurarse un hijo de Poros.v Al pensamiento
referirse al Amor como "begot of Plenty and Penury". Lástima siguió luego la ejecución: acostándose con Poros allí mismo en
que no pueda ser así, y que no podamos aceptar la hermosa el jardín, resultó Penía preñada de Eros. Por todas estas cir-
antítesis del maravilloso humanista florentino, pero el hecho es cunstancias, según comenta Diotima, el Amor ha de estar siem-
que Poros no quiere decir nada de esto, sino que significa sim- pre en el cortejo de Afrodita y ser en todo su fiel servidor, ya
plemente all_ertura o safüja, como lo son, para no ir más lejos, que fue engendrado el día mismo del natalicio de la diosa. Y
los poros de la piel, salidas o aberturas para la transpiración por ser Afrodita supremamente ,bella, corresponde igualmente
<lel organismo. Pues de aquí hay que· partir, y nada más, para al Amor el ser por naturaleza amante de lo bello. 86
entender lo que es· este f.2!.Q.�. del _ JJan_quete. Es el que tiene En seguida pasa Diotima a describir, .con gran expresividad
salidas para todo:, que sabe cómo "salirse" de cualquier apuro y encanto por cierto, la condición y el comportamiento del
o situación, un personaje nada "pleno" o "harto", pero sí fér- Amor, de acuerdo con su genealogía. De su madre tiene,
til en recursos y expedientes, como hijo que .. t_s, según leemos en en primer lugar. el andar siempre en apuros, y por su aparien-
el diálogo, de Mij't�r;. es decir de la Inventiva.8�Conforme a esto, cia no es, contra lo" qtn: piensa la mayoría, nada delicado y
como hijo .de tal padre y nieto de tal abuelo, se comporta Eros bello, antes por el contrario anda siempre enjuto de famélico,
en todo lo que de su conducta nos dice el Banquete: no como sucio, descalzo y errabundo; eterno durmiente al raso sin otra
harto o rico, pero sí como inventivo, ingenioso y expedito. No cama que el suelo, los caminos o los umbrales de las puertas.
necesita la pobreza allegarse a la riqueza para salir de apuros; De su padre, en cambio, tiene el andar siempre al acecho de lo
le basta hacerlo con el ingenio. bello y de lo bueno, y ser valiente, perseverante y arrojado.
De acuerdo con todo esto, hay para mí dos excelentes tra- "Terrible cazador, maquinador eterno de artificios; apasionado
ducciones, entre las que conozco, de los nombres dados por de la inteligencia y fecundo en recursos; filosofante de por vida,
Diotima a los progenitores de Eros. La primera y más apegada incomparable mago, hechicero y sofista."31
al texto, de Léon Robin, traduce Poros y Penía por Expediente
· y Pobreza. La segunda, de García Bacca, los nombra Expedito y de que, para él, la II ev[a platónica tiene mucho de la Cura heideggeriana
Apurada, por darles nombres propios y concretos a quienes .fi. (Sorge], y en tal concepto no sería sólo "pobreza", sino en general apuro
o aprieto. García Bacca, Introducción al Banquete, México, 1944, p. on,
guran en el mito como personas reales.w Con estas aclaracio- 3G 203 b: füa 't"ÍÍb O.Ú,:i'jc; WtOQt(l'Y 1t(l.tfüov 1tOtT10llOÜ(tt f,c ,:oií Il6QO'IJ• • •
nes, y sabiendo ya lo que significan, lo mejor tal vez será dejar Salta a la vista el juego de palabras: Poros es el único medio de salir de
aporías. No queremos enmendarle la plana a Platón, pero se nos ocurre
3-� Fs la traducción de García Bacca, concordante con la de Robín: que lo más sencillo, precisamente para denotar el necesario complemento
entre ambos, habría sido el ponerle a Eros, como padres, Poros y Aporía.
Inuention,
u Lo <le "Apurada" _pretende fundarlo García Bacca en la consideración as 203 e: xal. &µa 'PÚO:tt �oa<1,:t¡c; <í>v neot
37 203 c-d,
"º xa:l..óv •••
404 TEORÍA DEL AMOR

Como vemos, rambién Diotima, no menos que Agatón, sabe


componer sus letanías del Amor, pero con nombres y atributos
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s-
···!

TEORfA DEL AMOR

te a la vehemencia del deseo, la posesión de este bien se ape·


tece con la intención de que dure para siempre.i Estábamos en
._405

llenos de sustancia, y no simplemente por hacer un florilegio lo justo al decir antes que el amor es apetito del bien, pero -ft(
retórico. Todo viene muy a punto, por derivación espontánea ahora hay que agregar que de un bien de tal condición que
de la naturaleza sintética e intermediaria del amor. No sólo esto, podamos hacerlo nuestro eternamente.3f
sino inestable también, en continuo desequilibrio, según signe Con esta proposición da Diotima···un paso decisivo en su
diciendo la· "extranjera de bellas palabras", ya que tan pronto razonamiento, y todavía después, para que no quede ninguna
está un día el amor en toda su lozanía, como al día siguiente duda, glosa el mismo pensamiento al decir que �!�<tmor es ape-
en trance de muerte, y de nuevo renaciente, como cumple a su tito de .inmcrtalidad: 't'TÍ<; a0<X.vo:a"lo:i; �pwi;. Pero no bien acaba de
naturaleza ni mortal ni inmortal. Otro tanto, y por lo mismo, decirlo cuando tiene que .e.nfrentarse con la dificultad de ave-
en los bienes o riquezas que fácilmente allega su diligencia, riguar cómo podrá ser esto compatible con la condición hu-
mana, sellada irrevocablemente por la mortalidad. Porque pase
pero que no retiene, porque es tan emprendedor como maní-
rroto, así que nunca está en el desamparo, pero tampoco en que el demonio Amor pueda no ser mortal (aunque tampoco
la opulencia. tiene la inmortalidad por antonomasia, reservada exclusivamen-
Al razonar de este modo sobre los estados intermedios que te a los dioses) , pero ¿cómo podrá aspirar ni siquiera a esta ·
ocupa el amor en todos los órdenes, se detiene Diotima, con inmortalidad a medias este amor nuestro que es amor con mi-
delectación morosa, en el orden del conocimiento o del saber. núscula, no demoníaco, sino estrictamente humano? Y con todo,
Desde este momento empieza el amor platónico a ascender por está en pie el hecho palmario de que la naturaleza mortal busca
la espiral de espiritualidad que propiamente lo configura, y de continuo, en la ..medida de sus posibilidades, hacerse in-
cuyas etapas dialécticas declarará más tarde la profetisa. PorJo mortal.w
pronto se limita a la observación fundamental de que, conforme !No puede ser de otro modo, dice Diotima, que por la ge-
a su naturaleza íntermediaria.. el amor debe. hallarse a medio neración. Por la -inmortalidad en la especie, diríamos hoy, a l
camino, como si dijéramos, entre la sabiduría . y·. la ignorancia, falta de la inmortalidad personal que nos está negada. i Cosa
en el estado o experiencia vital, ni más ni menos, que soleqios divina es la procreación, sigue diciendo la profetisa, f'es esto
designar como "filosofía". Ni del todo sabio ni del todo ígno- lo que de inmortal se halla en el animal mortal-u Es como un .
rante es el filósofo, y el amor, intermediario en todo, tendrá nacimiento perpetuo, en otra comparación que viene luego, esto
necesariamente que ser partícipe de esta situación intermedia de vernos de nuevo y como restituidos a nuestra juventud en
en el reino del espíritu. IY,J1�y otra razón, además, como es la de nuestros hijos.•2 Sólo que -y es un punto que Díotima des-
arrolla con gran prolijidad- la generación no es únicamente
\\ �qe, siendo Eros amante de., la b�n�esar..�.�
- que-ama_:: ��!ª•
el-Amor; en-coll.clu�fo.3rt
belfa entre las c��-.:!1� bell�; -ª-SÍJJP�
·
por el cuerpo, sino también por el alma, con respecto a mu-
chas cosas de que el alma puede empreñarse y parir}3 A este
Son expresiones que debe�wmarse, como dice Robín, en linaje de progenitores según el espíritu pertenecen los poetas
todo su rigor etimológico, y no como cuando decimos de :'!ln y artistas creadores en general (1toL'l')�t1.l), y también los polítí-
enamorad? cualquiera que "filosofa" sobre el medio mejor cos y legisladores· que "con mesura y justicia imprimen en las
de conquistar a su amada. lEs a la captura de un bien especíñ-
:k camente espiritual,)Y el mayor de todos, a lo que tiende el amor
31) 2o6
40. 20'/
"'º
a: ó tQ(l.)S: 't'oü dya0ov airtéi> etva� dd.
d: f¡ 6vr¡n¡ <pÚ<:1lS: l;11nt xa,:a ,:6 Mva't'OV del ,:o dvm daá:va,:os;.
en su más alto momento1 Y prescindiendo por ahora del objeto 41 2o6 e: fo·n f>e 'tOÜ"tO 0eiov ,:o ltQÓ:yµCl, �(ll. 't'O\ho SV 6vr¡,:q> W't� Tcii
que en cada caso y según su gama tan variada pueda perseguir �c(¡(p d0ó.va,:ov eve<nw. ' . .
el amor, lo cierto es que este objeto se le aparece siempre como 42 Entre las incontables. expresiones literarias de este sentimiento, · no

un bien, y que además, por ser algo naturalmente concomitan- conozco ninguna mejor que las palabras que pone Camóes en boca de
Vasco da Gama, al despedirse el viejo navegante de su hijo: "O filho, en
as 204 b: fon yaQ l>TJ ,:rov ?<ai.>..�rov � <1ocpla, "EQro; li' fo-dv eQro; :teQL quem as minhas for�s sempre estáol"
,:o itai.ÓV, óíc:1n dva'{1(aÍO'Y "EQroi:a (plA.OOoq,ov ttval. · 43 209 a: lí. ,¡n,:x:ñ JtQ�t� -xat itui'joai xal Teitt¡v •••
406 TEORÍA DEL AMOR TEORÍA DEL AMOR 407
ciudades la belleza del orden" Descendencia incomparable, en
verdad, y muy superior a la carnal, la que dejaron hombres La dialéctica erótica
como Homero y Hesíodo, o como Licurgo y Solón, por su "ge-
neración de las leyes" en Esparta y Atenas.' �l Amor. en conse,:-, Todo cuanto hasta aquí nos ha dicho Di�tima no e_s, em-
cuencia, el cual ha sido el ins irador a ente de todas estas pero, sino la propedéutica del Amor. Falta _aun. lo más impor�
��� -.S1QJ!!;.S.,,.J.!9- �LJi � ���.,!! belleza sm u ·
p tante, que es la iniciación perfecta en sus. misterios con l� r�ve-
terior · e.��.st!!�Jci1!1..z..S!!!2.L . �á��!��� re f�d
�-s�o de e�- Iación final."' Esta segunda parte del cammo la recorre D1�tima
�-..•··•· e�_)t,.
gen�t..�- ,��J�Z.ª�·--··:Y-·SU,...,Oi6.
l · t":'.'11 ...,._""'l"n""n1a
........... en enmtrva es_
.....r··-··1--,P---""�..,...,.._,
a mediante la exposición que hace de las diversas etapas dialéc-
generac�[.n,._e.n ..la....�!Jgª"'·Y.�1ªª-tQ.,.PQ.!;.J:la,fJ,teJ:p.o..CO�.....p:9� ticas por que �a pasando sucesivame1;1te . el Amor has�a al�anz�r ·
Rf.t!!�-�- . . . . :¡ la contemplación de la Belleza en. sil. De proceso. dialéctic? se
Muy oportuno es el comentario de Taylor a estos lugares, al trata en todo el rigor de la expresión, en el sentido que tiene
hacer notar cómo no hay ninguna inconsistencia de pensamiento no sólo en Platón, sino inclusive en Hegel. Es una verdadera
entre la doctrina platónica de la inmortalidad del alma, ex- Aufhebung la que se cumple al pasar de una a otra etapa, con
puesta en otros diálogos, con lo que aquí se nos dice de que la la cancelación de lo que queda atrás en el act? de superarlo,
fecundidad física y espiritual es el único medio de procurarnos
pero conservado al mismo tiempo al ser reasumido en una for-
la in:m9!�a]idad. Hay ciertos intérpretes, en efecto, o demasiado ma superior. Veámoslo por s�s pa�os cont�dos. .
ingenuos o demasiado maliciosos, que van hasta sentar la pere-
..' La primera 5ta pa de la. dialécti:41 erótica es, como dice Ro-
grina tesis de que Platón "descubrió" en el Fed6n una doctrí- bin, una especie de educación estética. lEs_el amor de l?s ,cuerpos
na que ignoraba todavía en el Banquete. Todo esto son puras bellos, o de uno solo en particular, tal y como esto tiene lugar
¡·
fantasmagorías, y entre uno y otro diálogo existe, por el con-
trario, la más perfecta concordancia. En uno y otro se acepta • en la juventud. Laudable es esta especie de ª:11º:·
yara empezar,
con tal que -así tiene que ser desde el prmcipio- este amor
la mortalidad del hombre (ya que la inmortalidad es exclusiva:
del alma), y lo único que trata de mostrar Platón, en el Ban- produzca su fruto, ya por la generación según la carne, 'JIª por
aquella que lo es según el espíritu, engendrando en. el amado
quete, es el afán del hombre por hacerse inmortal desde esta bellos pensamientos." Muy. pronto, empero, se trasciende este
vida y en sus pósteres. No se trata, en otras palabras, sino de ex-
primer momento al darse cuenta el amant� de .que la belleza
plicar la emoción de eternidad que lleva consigo la pasión amo- no está circunscrita a un cuerpo tan sólo, sino difusa en todos,
rosa aun en su forma más rudimentaria. Si alguna experiencia
universal hay en esta materia, es la de que nadie ama verda- y que más bien debe amar, por consiguiente, la belleza cor})Ó-
rea en general., En este se�undo m�me�t.o de_ la �ducación eró-
deramente si al mismo tiempo no desea que su amor dure para tico-estética hay una �specie de desíndividualizacién , (es el_ tér-

'�·
siempre. Doch alle Lust will Ewigkeit, como decía Nietzsche. mino empleado por Robín) . del amor físico, y por lo rmsmo
Dentro de este contexto, pues, no tiene Platón por qué plantear también un principio de espiritualización del amor, da?o que . �u
aquí la cuestión de la inmortalidad del alma; y por , último, la universalidad de la belleza sensible no puede ser objeto de
como dice Taylor, no hay una sola palabra en el. Banquete de ·.·.rr
posesión fís!c_a, . sfü.o .. de s:Q�e .�té.tiC..O{ Es U�a experiencia en
la que pueda inferirse que el alma es perecedera.v Por sobre
todas las cavilaciones debe imponerse el buen sentido, del que parte análoga y en parte idéntica a la que tiene el que va pa·
1 sando de la comprensión de una obra de arte a la de las demás
Bury se hace eco al enunciar la sencilla reflexión de que Platón, de su género, o de un arte en general a las otras artes. Por
como otro autor cualquiera, no tiene por qué decir en ca<la
aquí va más o menos . el proceso des<:,"ito por Schiller en sus
diálogo todo lo que piensa de todo. · famosas Cartas sobre la educaci6n estética del hombre.
De la belleza de los cuerpos se pasa luego a la belleza de las
"" 2·o6 b: fon y11.Q -coí:ito -cóxoc; lv Y.«'-ii'• Y.«t
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"'°'"'º -co aó'1µ11 x«l, Y.U.'tCX ,6 210 a: 'tu lit 'téi.t« K«l iiromtxtÍ ..• Son los .mismos términos usados
"� Plato, p, 228. en los misterios de Eleusis.
' ,1 · ,UO a:' ,t«l, ivtw811 yevvfiv Myovc; 1tai,ov; ...
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408 TEORÍA DEL AMOR '
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TEORÍA DEL AM:OR 409
almas, la cual debe tenerse por mucho más pretj<ls�,•8 y a tal sura de un cuerpo solo; y así de esta consideración le vendrá
punto que debe preferirse un alma bella en un cuerpo feo, deseo de ensancharse algo y de salir de un término tan angosto
antes que lo contrario. En seguida, y por el tránsito natural del y, Por extenderse, juntará en su pensamiento, poco a poco, tan·
espíritu subjetivo a:l espíritu objetivo (así ocurre puntualmen- tas bellezas y ornamentos que, juntando en uno todas las her-
te, y sólo la terminología es postplatónica, es decir hegeliana) , mosuras, hará en sí un concepto universal y reducirá la mul-
pasa el adiestrado en amor a amar las proyecciones del" espíritu titud de ellas a la unidad de aquella sola que generalmente
en lo que llamamos hoy el mundo de la cultura. Entre ellas sobre la naturaleza humana se extiende y se derrama; y así, no
enumera Platón, como las principales, estas tres: acciones, leyes ya la hermosura particular de una mujer, sino aquella univer-
y ciencias: bt�-.r¡6Eóµa-.a, v6µoi, É1t�CT-.1¡µai. En este orden están sal que todos los cuerpos atavía y ennoblece contemplará; y
en el texto, y es en la bcun1¡µr¡ (el saber más alto después de la <le esta manera embebecido, y como encandilado con esta mayor
'VOr)CTl.;", como lo hemos visto en la República) donde se detiene
Diotima con énfasis muy particular, ponderando su belleza
luz, no curará de la menor; y ardiendo en este más excelente(
fuego, preciará poco lo que primero había tanto preciado."
inteligible; Como resulta con toda claridad del texto, la "ciJ:m· De esta manera glosa Castiglione la ascensión dialéctica del
cía" es, .. a.ql!L�!�é�
...
pillago-de-bellez�, t
. I��.,�$:,..:�füg§.Qf.�", ésta es como un · :.'.y�
de cuya �1!.��n le yiene al....JLil).aJl.t.e
amor en sus primeras etapas; y pasando de la belleza corporal a
la belleza espiritual, prosigue diciendo:
el,.J�9det:---dL�g�}}...dntm.Ul(j_tg�..1!_e�"���p11ífic�s pen- "Así que, cuando nuestro Cortesano hubiere llegado a este
samientQ;.�.....d,iscmsos."9 Es la escala def conocrmrento que se nos término, aunque se pueda ya tener por un enamorado. muy
describe en la República, con la ascensión del alma por todos próspero y lleno de contentamiento, en comparación de aque-
sus peldaños, sólo que poniendo ahora el acento en la fuerza llos que están enterrados en la miseria de amor vicioso, no por
vital: la del amor, sin la cual sería inexplicable esta anábasis eso quiero que se contente ni pare en esto, sino que animosa-
espiritual. . mente pase más adelante, _siguiendo su alto camino tras la g�ía
Junto con la Escala del Conocimiento, y más aún por poner- que le llevará al término de la verdadera bienaventuranza; y
lo todo ahora bajo la razón de la belleza, ha pasado esta Escala así, en lugar de salirse de sí mismo con el R�l1§-ª-:m_i_ento, como
del Amor a la literatura universal. Sería tan fácil como intermi- es necesario que lo haga el que quiere imaginar la hermosura
nable aducir textos que, por lo demás, pueden encontrarse trans- corporal, vuélvase a sí mismo, por contemplar-aquella otra her·
critos, los principales por lo menos, en la Historia de las ideas mosura que se ve con los ojos del alma, los cuales entonces
estéticas, de Menéndez Pelayo. Y así como el maestro español comienzan a tener gran fuerza y a ver mucho, cuando los del
no resistió a la tentación de hacerlo, y lo mismo otros después cuerpo enflaquecen y pierden la flor de su 'lozanía. Por eso el
de él, para mí también es un deseo irresistible la transcripción alma apartada de vicios, hecha limpia con la verdadera filo-
de unos cuantos pasajes del Cortesano de Castiglione, cuya be- sofía, puesta en la vida espiritual y ejercitada en las cosas del
lleza original cobra aún nuevo realce en nuestro idioma, al po· entendimiento, volviéndose a la consideración de su propia sus·
der gustarlos en la maravillosa traducción de Boscán: tanda, casi como recordada de un pesado sueño, abre aquellos
"Pero, aun entre todos estos bienes, hallará el enamorado ojos que todos tenernos y pocos los usamos, y ve en sí misma un
otro mayor bien, si quisiera aprovecharse de este amor como rayo de aquella luz, que es la verdadera imagen de la hermo-
de un escalón para subir a otro muy más alto grado, y harálo sura angélica comunicada a ella, de la cual también ella des·
perfectamente si ponderare cuán apretado nudo y cuán grande pués comunica al cuerpo una delgada y flaca sombra; y así,
estrecheza sea estar siempre ocupado en contemplar la hermo- por este proceso adelante, llega a estar ciega para las cosas
terrenales, y con grandes ojos para las celestiales: y alguna vez,
48 210 b: 1,0 bv ·mí:; \IIUX<XLS' x.áAAo; itµLÓ>'i'SQov t'¡y�oao9at wil l:v "C<p cuando las virtudes o fuerzas que mueven el cuerpo se hallan
awµcm ..•
� 210.d: dH'titt 1,0 m>AU nlÍA«yo,; 'i'E'fQaµµÉ'Vo,; -ioií >t.CI.Aoií >t.at OeroQéiw,
9 por la continua contemplación apartadas de él u ocupadas del
lCOAAou,; xai xa:i.ou,; Myou,; xat µeyaAOJtQuteí:,; -i(xi:n xat füa:vO'Í¡µ<1.i:a. l:v sueño, quedando ella entonces desembarazada y suelta de ellas,
q>LAOO'Oq>¡� áq,96vqi, siente un cierto escondido olor de la , erdadera hermosura an-
410 TEORÍA DEL AMOR TEORÍA DEL AMOR 411

gé_lica; y así, arrebatada con el resplandor de aquella luz, co- este pasaje, en el que con razón se ha visto siempre uno de los
m1�nza a encenderse y a seguir tras ella con tanto deseo, que mayores extremos de sublimidad en la literatura de lo subli-
c�� llega. a estar borracha y fuera de sí misma por sobrada co- me. �3 No obstante, siempre es bueno poner ciertas cosas en su
dicía de juntarse con ella. pareciéndole que allí ha hallado el punto; cosas que a veces pasan inadvertidas cuando se lee el
rastro y las verdaderas pisadas de Dios, en la contemplación del texto o de prisa o no en su idioma original. Estamos indudable-
cual, como en. su final. bienaventuranza, anda por repasarse." mente frente a uno de los lugares clásicos del éxtasis místico:
A este término extático llega por su parte la extranjera de "éxtasis" porque el sujeto sale fuera de sí en la contemplación
Mantinea al declararle a su interlocutor lo que acontece al hom- de lo que absolutamente le trasciende, y "místico" porque se
bre que por s�s pasos y en el orden debido se ha ejercitado en trata de algo oculto, tan oculto que sólo se revela -y tampoco
la contemplación de las cosas hermosas, y que ha cursado de necesariamente- al término de una larga iniciación por la que
este modo la pedagogía del amor.w De repente verá, como en muy pocos pasan. Pero al contrario de lo que ocurre en otras
un relámpago, una B�lleza de naturaleza maravillosajsr aque- direcciones de la mística, en que la inteligencia zozobra, por
lla Belleza que es precisamente la razón de ser o la causa final decirlo así, en el anegamiento de todas las potencias, del propio
(ou lvexev) de todos sus afanes anteriores. La iniciación ha sido yo inclusive. la experiencia mística del Banquete termina en
lenta y gradual, y la revelación, en cambio, es súbita e instan- un acto de la inteligencia. el supremo entre todos. Es éste un
tánea..Y lo que ya no es posible, pues pertenece al orden del punto perfectamente esclarecido por Brochard, quien llama la
é�tasis místico, es hacer una fenomenología de esta Belleza esen- atención sobre el hecho de que Platón designa con el mismo
<:�a.�, � par esto Platón, al igual que los místicos de la teología nombre de "ciencia" (µá0'l')µix) al correlato de aquella visión,
neg.ativa. lo da a entender como puede, con una serie de ne- con el hecho concomitante de que las palabras más frecuentes
gaciones o abstracciones, de la siguiente manera: en el célebre pasaje son éstas u otras como éstas: ver, saber, mi·
"Be�leza que existe eternamente, y ni nace ni muere, ni men- rar, contemplar. "En otros términos -termina diciendo el hele-
gua rn .crece; belleza que no es bella por un aspecto y fea por nista francés- la... contemplación puramente intelectual es siem-
otro, m ahora bella y después no, ni bella bajo una relación pre a los ojos de Platón la forma más perfecta de la vida. El
y fea bajo otra, ni tampoco bella aquí y fea en otro lugar, de amor es el conductor que nos lleva a este término supremo,
tal modo que sea bella para éstos y fea para aquéllos. Ni po· pero su función concluye al hacernos llegar a él. No le queda
d�á tampoco representarse esta belleza como se representa, por sino retirarse para dar lugar a Jo que es más noble y más divino
e1emplo, un rostro.º unas man«:>s, u otra cosa alguna pertene- que él, a la intuición pura de la razón. El filósofo matemático,
ciente al cuerpo, m como un discurso o como una ciencia, ni el legislador de la República y de las Leyes no se halla en des-
c?1:1º algo existente en otro sujeto distinto de ella, como en un acuerdo con el poeta del Banquete=»
v1v1ent� de la tierra o del cielo o de otro lugar cualquiera, sino Parecería como si se tratara de un proceso contrario al que
que �x1ste eternamente �o� sí misma y consigo misma y unifor- se traza en la "Contemplación para alcanzar amor" de los Ejer-
me siempre. De ella participan todas las demás bellezas, sin que cicios espirituales de San Ignacio: aquí, en cambio, sería la .,.
el nacimiento ni la destrucción de éstas causen en aquélla ni Juerza afectiva del amor, todo el calor de la vida, lo que nos
la menor disminución ni el menor aumento, o la afecten en ab- hace alqp�-ªI la.. suprema contemplación, · En el fin, no obstan-
solut� ... He ahí, mi querido �ócrates -dijo la extranjera de te, convergen una y otra dirección, en cuanto que la visión in·
Mantu�e�- el momento de la vida que, más que otro alguno, telectiva redunda necesariamente en amor, cuya misión podrá
debe vivir el hombreñla contemplación de la belleza. en sí."�� haber cesado, como pretende Brochard, en tanto que guía, pero
Ningún comentario de encarecimiento necesita seguramente sin que el amor desaparezca, antes todo lo contrario, en la vi-

� u o e: 6; 'l'IXQ Üv µIÍxQ� lvtaííO« ltQOS' -ca lQro-CLXtt ltat.6ayroyri6n, 63 "Si existe en lengua humana algo más bello que este ditirambo en
0

0scóµFVOS' ecps sfiS' n x<:1.t 6Q6<i>; -ca xaU. · loor de la eterna belleza, declaro ingenuamente que· no lo conozco". MC""
51 /bid.: t!;a(<¡)'VllS' xa-c6�"t"a, n 6auµáo"tov rl¡v néndez Pelayo, Historia de las ideas estéticas, Madrid, 19.10, vol. r, p. 36.
cpvoLv xaJ..óv.
62 211 a-d, · G4 Brochard, op. cit., p. 80.
412 TEORÍA DEL AMOR TEORÍA DEL AMOR 413

sión de este Primum Amabile que Platón llamó así en su -intui- ebrio, aunque no tanto, digámoslo por nuestra parte, co�o
ción juvenil del Lisis, y que ahora, en el Banquete, se nos con- para no poder decir las ma�avillosas. palabra� que de _sus labios
figura como la Belleza en sí. oímos en su sorprendente intervención. Invitado poi su hués-
Con Brochard concuerda Taylor al decir que se trata rigu- ped -quien naturalmente lo acoge con gran al�orozo- a ento-
rosamente de una scientia visionis en la revelación final de la nar a su vez su loa del Amor, Alcibíades declina hacerlo por
Belleza en sí; y por su parte añade el docto humanista escocés no hallarse en condiciones propicias, y en lugar del tema ya tra-
que tanto lo Bello del Banquete como el Bien de la República tado por todos los demás, propone, con general aplauso, hacer
tienen exactamente la misma propiedad significativa que el Ens él por su parte el elogio de Sócrates.j
realissimum de la filosofía cristíana.w o sea, ni más .ni menos, Después de haberse cavilado mucho sobre esto, nos parece que
otro u otros de .los .Nombres deJ)i91: Lo que en el Lisis pudo los estudios críticos han puesto perfectamente. en claro las _ra-
faltar · en la mención fugaz del 'lt¡>w<tov q,t1ov, cuando no había zones que tuvo Platón para introducir _en el diálogo este episo-
madurado en Platón la teoría de las Ideas, está ahora con toda dio en apariencia desconcertante y disonante, además,. de �a
claridad en esos otros dos diálogos. En ambos está, expressis unidad temática que hasta este momento se ha mantenido sm
uerbis, la doctrina de la participación: d�t"_:rnismo modo, en la menor ruptura. Hay desde luego una razón �e orden �!ís-
efecto, que la. Idea del Bien es origen y causa de toda realidad tico, que sería ]a necesidad, -sentida por el escritor, de aliviar
en absoluto, así también todas las cosas bellas lo son en cuanto de algún modo la tensión espiritual que embarga a todos des-
participan de la Belleza en sí.�6 A Platón remonta, en última pués de escuchar a Sócrates, y volver al clima festivo con que
instancia, la copiosa literatura mística, una de cuyas cumbres debe acabar./ Sólo que a Platón no le f�ltaba� recurs_os para
son los Diálogos de fray Diego de Estella De la hermosura de producir eímismo efecto por otros �ed1�s, . sm neces!dad de
Dios. Y glosando estos textos del Banquete, dice por su parte introducir otro tema y de tan extraordinaria ímportancia como
Simone Weil: "Esta belleza absoluta, divina, cuya contempla- el de la persona de Sócrates. En lugar de darle más vue!tas, hay
ción nos hace amigos de Dios, es la belleza de Dios, es Dios bajo que empezar por reconocer el simple hecho de que sr Platón
el atributo de la belleza". G7 Podrían seguir indefinidamente dice cuanto dice por boca de Alcibíades, es porque l�_�"!le f�J.l�
textos análogos de otros comentaristas. Por la autoridad que damentalmente le interesa es hacer lo que hace, es decir el; elo-
tiene en la materia, nos limitaremos al siguiente de Augusto
gio de Sócrates. Pero en segu!da se plantea la nueva cuestión:
Díes: "El <tov x�1oií µá.81)µa del Banquete no es sino el µty�o-<tov ¿por qué aquí y ahora, precisamente dentro del contexto del
µá.81)µa de la República: laBelleza en sí equivale a laIdea del Banquetel Según se ha dicho po� tantos y. ta�tos exegetas, Pla-
Bien, y la ascensión del Banquete no es sino la fórmula estética �n debió haber· sentido la necesidad de vindicar a su maestro,
de la dialéctica platónica".n ·· · víctima de ataques inclusive póstumos, con una defensa más
amplia aún que la expuesta en la Apolog{a. �n ésta no había
podido decir más de lo cierto o de lo veros.ím1l, más de 1.ºque
Intervención de Alcibiades Sócrates dijo efectivamente o pudo haber dicho �nte sus JUeces.
\. Mas el discípulo; de propia cuenta, podía dec�r m�s, mucho
No bien termina Sócrates de pronunciar su elogio del Amor, más de. lo que el maestro -por modes�ia, por d1screc1_ón o por
cuando irrumpe en la sala del banquete un grupo de juerguistas
acaudillados por Alcibíades, el aristócrata más bello y elegante elegancia espiritual- era obviamente mcaJ?az de decir . en loa
de sí mismo. Pero, una vez más, ¿por qué insertar, p�easamen-
de Atenas, y que como tal se siente con derecho de entrar en te en el Banquete, esta insuperable apol�gía platónica� en el
todas partes, con o sin invitación. Confiesa desde luego estar
pleno sentido de la expresión, que es el ��scu�s� de Alobíades?
Desde el Renacimiento encontró Marsilío Fiemo la respuesta
Plato, p. 231.
justa, la única posible. Si . Platón hace concurrentemente el re-
55
Ge Ul b: .d 62 líli..u 1t<Ívt<1 wu �LVOU (u(,w .o ,uxAÓv) µed;tOV(a ...
57 La source grecque, París, 195g, p. u6. trato del .Amor y el retrato de Sócrates, es porque entre Sócrates
GS Díes, Autour de Platon, p. 436. y el amor verdadero hay una semejanza absoluta, a tal punto
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414 TEORÍA DEL AMOR TEORÍA DEL AMOR 415


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que Sócrates es el tipo por excelencia del verdadero y autén- nerse en relación con el pasaje del Banquete que ahora comen-
tico amante.w tamos- le dice Sócrates a su interlocutor: "Yo soy el único que
Del mismo parecer es Léon Robín, según el cual: "El Sócrates permanece a tu lado, Alcibíades, ahora que tu cuerpo pierde
al que Alcibíades rinde el tributo que se le debe, es la ima- la juventud y los demás te abandonan ... ¿Y por qué? Pues
gen total del Amor".60 Parecerá por lo pronto. increíble, sobre porque yo solo te he amado a ti mismo, y los demás, en cam-
todo cuando se piensa que ni por su físico ni por sus hábitos bio, tus cosas, esta belleza que ahora se marchita, mientras que
pudo ser nunca Sócrates ningún Don Juan, pero no es de este para mí es ahora cuando empiezas a florecer. Mientras con-
amor del que aquí se trata, sino del otro que le excede infini- serves esta otra belleza, resistiendo a la corrupción del pueblo
t�mente y que reclama el nombre con plenitud y por excelen- ateniense, puedes estar seguro que no te abandonaré".62 Sócra-
cia. Por ningún aspecto puede ver mejor Platón a su maestro tes no es ninguna excepción a la ley general del amor en cuanto
que sub specie amoris. Escuchemos y comprenderemos. apetito de belleza, sólo que es la belleza interior la que él ama,
Aun antes que Alcibíades abra los labios para encomiar a y es éste el único sentido que puede tener en sus labios el
Sócrates, reparemos, dice Marsilio, en cómo le convienen al Só- op0w.; 1ta.�6Epa.u�Etv. Lo mismo que hacen los otros cuando ven
crates histórico, por todo lo que de él sabemos, los caracteres marchitarse la juventud del amado, hace él también cuando un
con que en el diálogo se nos presenta el fantástico hijo de Poros alma se estraga definitivamente: tiene que abandonarla, como
y Penía. Con tal o cual exageración en los rasgos, retoque más, tuvo que hacerlo con Alcibíades y con tantos otros que acaba-
retoque menos, de Sócrates puede decirse también, como del ron por sucumbir a sus malas pasiones.
A_mor, que anda astroso e hirsuto, descalzo y errabundo; ave- Si alguna duda pudiera quedar sobre la manera como Só-
nido a todo, como a dormir donde se pueda, en los caminos o crates entiende y practica el amor, la desvanece Alcibiades defi-
a la intemperie; pobre pero animoso, arrojado, vehemente y . t. nitivamente al narrarles a Agatón y a sus amigos lo que en este
facundo; al acecho siempre de lo bueno y de lo bello; experto terreno precisamente le pasó con Sócrates.LLibre de inhibiciones
caza�or, maquin�dor etern�; filosofante de por vida, brujo como está por el estado en que en esos momentos se halla, cuen-
formidable, hechicero y sofista, guardando. siempre el medio ta Alcibíades, con todos sus pelos y señales, su malaventurada
entre la sabiduría y la ignorancia.61 Así anda Sócrates tal cual tentativa de seducción de Sócrates, un día que le invitó a cenar
y por dondequiera, hostigado día y noche de esa pasión devo- en su compañía y a pasar la noche con él. A todo accedió Só-
·rante que es el amor o celo de las almas, como lo confiesa en su crates, menos a lo que buscaba Alcibíades, pero sin gestos vio-
Apología. Anda detrás de los mancebos, de preferencia a la lentos ni palabras ásperas, simplemente con su repulsa absoluta.
gente provecta, por ser más fácil en ellos la fecundación espi- "Me despreció -les dice a sus oyentes- se burló de mi belleza,
ritual, y es ésta la única que interesa a Sócrates, como cual- me injurió en lo que yo más preciaba ... ¡Sabedlo bien, y séan-
qui�ra puede verlo_ �e un exn:emo al otro. de los diálogos pla- me testigos los dioses y las diosas, que cuando me levanté, des-
tónicos, En el Alcibtades precisamente =díálogo que debe po- pués de aquella noche que estuve al lado de Sócrates, no había.
"Dum Plato Ipsum fingit amorem, Socratis omnem pingit effigiem ac
pasado nada distinto de lo que habría sido si hubiera dormido
6�
numínis Hlius fíguram ex Socratis persona describir quasí verus amor ac
con mi padre o con mi hermano mayor!" 63 Para muestra basta
Socrates. simillimi sint atque adeo ille prae ceteris verus sit legitimusque un botón, el del más bello joven de Atenas, pero todavía, por
amator". Marsile Ficin, Commentaire sur le Banquet de Platon, París, lo que sabe de otros casos similares, agrega Alcibíades: "No
1956, p. 242. podéis imaginaros hasta qué punto desdeña él y le es indiferente
60 Introducción al Banquete, ed. Les Belles Lettres, 1941, p. cr, la belleza de un hombre.t',
81 "Macílentus, aridus, incuria sordídus; nudus, sine calceis incedens sine
domicilio, ad fores, in vía, sub divo dormiens. Semper egenus, vírilis,
No es seguramente por su castidad, por su rectitud sexual
audax feroxque, vehemens, facundus. Pulchris et bonís insidiatur; callídus mejor dicho, con haber sido una virtud positiva en aquel
sag�xque venator, ma_chinator; íncantator, fascínator, veneficus atque so- tiempo y en aquel medio, o no sólo por esto en todo caso,
phista: per ornnem vitam philosophans, ínter sapientíam et inscitiam me-
dius". Marsilio Ficino, op. cit., pp. 243-44. Ensamblamos libremente todos 62 Ale. 131 d.132 a.
estos atributos dispersos en el texto. · · 63 Banq, 219 c-d,
··r
· ·
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416 TEORÍA DEL AMOR TEORÍA DEL AMOR 417
por lo que Alcíbíades se siente presa, ante Sócrates, de un demonio, y más aún, conforme al predicado del Amor, un
sentimiento de maravilla. �s por la desconcertante y misteriosa "gran demonio". "Demoníaco" llama literalmente Alcibíades a
· personalidad del hombre, tan misteriosa como el Amor, y como Sócrates, y por este solo carácter puede explicarse aquél el hecho .
éste también, síntesis vital de los contrarios. Por su físico está de que únicamente los discursos de Sócrates, y no los de otro
tan lejos de la belleza convencional que más bien tiene aspecto orador alguno, lo hagan estremecerse y avergonzarse de su mala
de Sileno, pero su interior es de una belleza indescriptible vida. De nadie más puede recibir esta impresión sino de quien
(a.µi¡,ca.vov xá)..).oi;), ni más ni menos -dice Alcibíades, desarro- es, como los demonios, intermediario entre el hombre y la di-
llando la comparación- que esos silenos que los escultores ex- vinidad, mensajero de Dios para mostrar el recto camino a los
ponen en sus talleres, y que, cuando se les abre por enmedio, hombres. ¿No es ésta la misión que ha recibido Sócrates, según
exhiben en su interior imágenes de dioses. Y otro tanto, según lo manifiesta con toda claridad en la A polog{a?
prosigue diciendo, en todo el comportamiento de este hombre De otro mundo en todo caso, de un mundo sobrehumano y
de costumbres tan pacíficas, pero valiente en la guerra como ultrahumano, debía venir esta voz que en Alcibfades, aun en
ninguno; insensible al frío y al calor y avezado a todas las medio de todos sus desvaríos, hizo siempre mella tan profun-
fatigas, sin que nadie pudiera comparársele en su capacidad de da. Ninguna otra voz se identifica a tal punto para él con la
sufrimiento; por extremo frugal de ordinario, pero dispuesto de su conciencia, como lo dice él mismo en esta desgarradora
a comer y beber con sus amigos en el momento apropiado; confesión:
amante de los jóvenes, pero de modo totalmente distinto de "Cuando oigo a este hombre, y con mucho mayor fuerza
los demás; hombre de todos y de todas horas,H siempre en la que a los Coribantes.w me da vuelcos el corazón y me corren las
plaza pública, pero tan retraído al mismo tiempo en sí mismo que lágrimas al son de sus palabras, y a otros muchos he visto que
le suele acontecer quedarse horas y horas inmóvil y abstraído, experimentan lo mismo. Cuando escucho a Pericles o a otros
entregado a su meditaci�nJa veces por un día entero, como en oradores famosos, me parece sin duda que hablan bien, pero
el famoso éxtasis de Potidea, de que fue testigo Alcíbíades, U na nunca he sentido nada de aquello, ni se me alborota el alma,
u otra actitud: la del estilita o la del horno sociabilis, son fácil- ni se irrita al verse a sí misma en condición de esclava, mien-
mente comprensibles cuando se toman aisladamente; lo insólito, tras que bajo el influjo de este Marsias. me veo a menudo en
lo· sorprendente, es verlas concurrir en la misma persona. En un estado tal, _que me parece imposible seguir viviendo en se-
los santos ha sido frecuente esta concurrencia; en la antigüedad, mejante .condición , . . Y aún ahora soy consciente de que, si
hasta donde sabemos, Sócrates es el caso ejemplar y solitario. quisiera prestarle oídos, no podría oponerle resistencia; sino
Con su entrega a todos, Sócrates mantiene su secreto consigo. que volvería a sentir lo mismo; porque me obliga él, en efecto,
"Ninguno de vosotros le conoce", dice Alcibíades a sus oyentes. a convenir en que, estando yo menesteroso de tantas cosas, no me
Platón mismo no lo conoció totalmente sino por la revelación cuido de mí mismo, y sí, en cambio, de los asuntos de los ate-
total de Sócrates el día de su muerte. , nienses. Y por esto, haciéndome violencia, me tapo los oídos
Con todos estos rasgos, puestos en la boca libre y desenfadada como para defenderme de las sirenas, y me voy huyendo de
de Alcíbíades, remacha Platón el paralelo entre el Amor y Só- este hombre. . . Mi conciencia me da testimonio de que no me
crates, al mostrar de tal modo la naturaleza demoníaca del uno es posible contradecir a Sócrates cuando éste me amonesta sobre
y del otro. El hombre que, con todas las notas humanas que lo que no debo hacer; pero también me atestigua que tan pron-
ostenta, demasiado humanas si se quiere, alberga, sin embargo, to como me alejo de él, me subyugan los honores que recibo
algo divino consigo, no es un dios, desde luego, pero tampoco de la multitud; así que me escapo de él y huyo como un escla-
un hombre del común, sino algo intermediario y sintético: un vo. . . Muchas veces, incluso, creo que vería con gusto que este

e, "Hombre de todas horas" es la expresión de Gracíán, y la mejor s� Sacerdotes del culto de Cibeles, en Frigia. Cuando ejecutaban las
traducción castiza, dicho sea de paso, de Man for all seasons como carac- danzas sagradas, entraban en un estado de transporte místico, en que les
t�riza Robert Bolt a Santo Tomás Moro, tipo por excelencia'de vir socrn- parecía oír directamente la voz de la diosa. La comparación de Alcibíades
ticus, sugiere que él también cree oír una voz divina cuando escucha a Sócrates.
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418
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TEORÍA DEL AMOR TEORÍA DEL AM:OR 419


hombre no existiera más, aunque sé bien que si esto pasara, se· y abundantemente su pensamiento sobre el "amor griego", con la
ría mucho mayor mi pesadumbre; de suerte que, en suma, no sé defensa consiguiente de la ley natural. Lo hace a través del perso-
qué hacer con este hombre." 66 . naje denominado el Extranjero de Atenas, clarísima contrafigura
En este combate, tan insuperablemente descrito por cierto, de Platón. Sigámoslo por los pasajes más interesantes.
entre el bien y el mal, entre el buen amor y el mal amor, Al- Desde el libro I aborda el Ateniense este problema, al enjui-
cibíades acabó finalmente por rendirse a sus malas pasiones, ciar las prácticas viciosas que tienen lugar, según dice, en Creta y
de las cuales la principal, según lo reconoce él mismo, era la en Esparta sobre todo, y añade: "Lo que en esta materia ha
pasión de mandari s" fue ella la que le llevó a todos los. críme- de pensarse es que estos placeres han sido concedidos tanto al
nes, hasta el crimen extremo de traición a su patria. Sócrates sexo masculino como al femenino cuando se ayuntan entre sí
fracasó con Alcibíades, del mismo modo que Cristo, por ejem- en orden a la generación, y que esto es conforme a la naturale-
plo, fracasó con Judas, porque ni el amor mismo puede hacer za; y que, por el contrario, es contra la naturaleza la cópula
violencia a la libertad. Ni siquiera el amor personificado en de los machos con los machos y de las hembras con las hem-
Sócrates como prototipo perfecto del Buen Amor. En esto, por bras, y que fue la incontinencia• en el placer la que inspiró
cierto, concuerda Xenofonte con Platón, al presentar aquél tam- tales actos a quienes la primera vez osaron cometerlos." 68
bién a Sócrates como el horno eroticus, cuya vida se emplea Posteriormente, en el libro VIII, examina Platón el problema
por entero en la pesquisa y conquista de las al1:1as . ._,Por primera en toda su generalidad, al proponerse el Extranjero de Atenas
vez en la historia, en Grecia por lo menos, deja el Eros de ser legislar sobre las relaciones sexuales. Que el matrimonio es
;t una fuerza ciega y desquiciante de la naturaleza para tornarse el único orden legítimo de estas relaciones, resulta con toda
un valor ético· que actúa y promueve la unión entre los hom- claridad de textos como los siguientes: "De conformidad con la
bres, en vista de su perfección espiritual.) naturaleza debe la ley fomentar la cohabitación reproductora,
El episodio de la castidad de Sócrates, por último, lo intro- absteniéndose el varón de la unión con varón; no asesinando
duce Platón no sólo con el designio de vindicar la memoria premeditadamente al género humano, ni sembrando sobre rocas
de su maestro en este particular (aunque históricamente no o piedras donde jamás puede arraigar el germen ni ejercer su
consta que se le haya imputado jamás a Sócrates la práctica de natural poder reproductor, y absteniéndose igualmente de todo
actos homosexuales) , sino igualmente para dejar constancia de surco femenino en que no se quiera que brote lo sembrado ...
su propio pensamiento, el de Platón, en esta materia. Si hay No han de ser nuestros ciudadanos de condición inferior a la
algo evidente en los diálogos platónicos, es que su autor se ex· de las aves y otros muchos animales que, nacidos en grandes
presa por boca del personaje Sócrates, el cual es unas veces el manadas, viven, hasta la edad de procrear, abstinentes y puros
Sócrates histórico y otras simplemente la máscara dramática del de toda cópula.. y cuando alcanzan esa edad, se aparean macho
escritor. Podrá ser o no del Sócrates real lo que su homónimo con hembra y hembra con macho conforme a su preferencia
dice en los diálogos, pero en cualquier hipótesis lo es de Platón. y pasan el resto de su vida justa y santamente, permaneciendo
De él es, por consiguiente, la alta concepción espiritualista del firmes en los primeros convenios de su amistad. De cierto que
amor expuesta por Diotima de Mantinea; de él también -ya no han de ser aquéllos peores que las bestias. . . Quizá, si Dios
que por los actos de su maestro tiene tanto o mayor respe- quisiera, podríamos imponer una de estas dos normas en las
to que por sus palabras- la reprobación del amor contra natura relaciones eróticas: o bien que nadie osara tocar a persona al-
que lleva consigo el comportamiento de Sócrates con Alcibí�des. guna libre y de buen nacimiento, salvo a su propia mujer, y
Pero hay más aún, y creemos que es el momento de decirlo, se abstuviese de sembrar gérmenes impíos y bastardos en las
a modo <le colofón 'al discurso de Alcibíades. Es en su obra concubinas, o infecundos en los varones con violación de la na-
póstuma, en las Ley��� donde ya no figura en absoluto. el �rso-
naje de Sócrates, donde Platón ha expuesto con gran sinceridad es Leyes, 636 e: •. , dQQévrov 66 1tQO; «QQEV«; i\ 611>.dmv tcQI}� 9Ttl11�
:c«Qa. q,úow. De los mismos términos exactamente se sirve San Pablo aJ
&6 215 c-216 c. condenar también, por su parte, estas. "pasiones de ignominia". (�d Rom.
n Ale. 125 b: ÜQXtl'V iv 1:ñ :c6>.e1, 1, 26·27).
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··· · .

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420 TEORÍA m:L AMOR TEORÍA DEL AMOR 421


· turaleza: o bien que, absteniéndose de esto último de manera formación del concepto del Eros, la nueva concepción de la
absoluta, y en el caso de que se ayuncase con alguna mujer filosofía. Del mismo modo, en efecto, que Sócrates resulta _ser
fuera de las que han entrado en su casa bajo los auspicios la encarnación perfecta tanto del amor como de la filosofía,
de los dioses y de las santas nupcias, se decretara por la ley hay también entre ambos términos, tomados en sí mismos y
su exclusión completa de los honores ciudadanos como si se en toda su generalidad, una adecuación perfecta, una adecu�ción
tratara realmente de un extranjero." 69 que, sin violentar las cosas, pode.mos decir �ue raya �n la iden-
Nunca como en estos textos, con los correlativos de Aris- tidad .. Común es a ambos la misma esencia metafísica de me-
tóteles, se expresó con tanta limpidez la voz de la naturaleza diedad y mediación entre dos mundos, el sensible y el inteligi-
en los tiempos en que, desgraciadamente, fue tan· desoída. No ble, con su carácter concorde de tensión dialéctica hacia lo ab-
sólo el homosexualismo sino también el incesto y la índiscrimi- soluto. ra lLa identidad podrá fallar tal vez en el primer �ado ·�
nación sexual, incluso la heterosexual, están allí abiertamente de la· escala erótica, el del amor sensual, aunque este mismo
reprobados. Las prácticas contraceptivas inclusive, en la inten- lleva ya consigo, consciente o inconscientemente, el apetito
ción por lo menos, si no en el hecho mismo, probablemente des- de inmortalidad; pero desde· el grado siguiente la identidad se
conocido entonces, y en todo caso el onanismo en cualquiera de afirma con vigor siempre creciente, hasta acabar siend� del
sus formas, y que Platón describe con un lenguaje igual al de todo absoluta en el vértice de la escala, si, como paree� cierto,
la Biblia en la configuración del pecado de Onán.10 La única ins- son una y sola cosa el Bien en sí y la Belleza en sí. Podrá ob-
titución válida, en el esquema político de las Leyes, es la pareja jetarse que la filosofía no es el amor total, sino un amor . par-
heterosexual, permanente y fecunda. Y la única concesión, a ticular, el amor de la sabiduría, pero querríamos saber si los
más no poder, es 'la del amor extraconyugal, aunque siempre he· correlatos intencionales de lo que Platón designa como O'oq>la
terosexual, pero con la terrible sanción de 'declarar excluidos, a o como q>p6vr¡cnc; no se encuentran todos ellos en las etapas de
quienes lo practiquen, de la ciudadanía. Es la muerte cívica, ni la ascensión dialéctica. )No hay que darle más vueltas, · sino
más ni menos; una condición, en la ciudad antigua, práctica· persuadirnos de que, para Platón, la filosofía brota no sólo de la '*--
mente equivalente a la de los esclavos. "admiración", como para Aristóteles, si�o real y verdad�ramen-
Es esto, en suma, lo que piensa Platón, y toda interpretación te del amor. Para él, la filosofía es igualmente soteriología,
distinta, de buena o de mala fe, es pura fantasmagoría. Resu- . ;aber de salvación, porque remata en la beatitud del éxtasis
miendo la obra revolucionaria de Platón con relación a la idea · místico, y nadie sino el Eros puede llevarnos hasta all_�'.. Es ésta
tal!.3J)tigua del Eros, dice Jaeger: la única solución, como lo hemos indicado ya, del"viejo pro-
f"La verdadera audacia de Platón consiste en hacer revivir esta blema de la participación. Podrán las Ideas no tener, co�o
idea, bajo una forma limpia de escorias, ennoblecida, en una decía Parménides, la dynamis necesaria para penetrar e� l� vida
época como aquélla, de sobria ilustración moral, predestinada a humana, pero el hombre sí tiene, en el Eros, esta dynam.is que
sepultar en el Orco todo el mundo griego primitivo del eros opera en él la conversión de lo sensible a lo suprasensíble, y
masculino. . . Bajo esta nueva forma, como el supremo vuelo
que lo _l�a al mundo de las Ideas. Sin el Amor . no :po-
espiritual de dos almas íntimamente unidas hasta el reino de, Io drán jamás comunicarse ambos mun�os, y la ,salvación hu-
eternamente bello, introduce Platón el eros en la -etemidad.]' 71 mana, en la forma que puede concebirla una falos�fí� ayuna
En la historia por lo menos lo introdujo, y en el há6Ía de de la Revelación, no es posible _. sino por la med1a�1ón del
todos los días. Por "amor platónico" se entiende hasta hoy el Amor. En la ascensión dialéctica del Banquete ha visto Ny-
amor espiritual." Y también introdujo, juntamente con la trans-
blemente tuvo origen ;quella expresión. En el siglo x.�, en todo ca�,
69 839 a, 840 d-e, 841 d-6. era ya tan popular como para que don Quijote pueda decir, co_n refe.rcnc1a
10 Gen. 38, 9·: "Semen fundebat in terram, ne liberi nascerentur". O "so-
a Dulcinea: "Mis amores y los suyos han sido siempre platónicos, sm ex·
bre rocas o piedras", como dice Platón. . tenderse a más que a un honesto mirar". Quij. P. I, Cap. xxv, · .
11 Páideia, p. 56g.
13 Cf. Michele Schiavone, Il problema deltamore nel mondo greco, M1·
12 Tengo para mí que fue en la Academia florentina donde muy proba-
lán, 1965, Vol. r, p. 337 y ss,
'·".1;""11

TEORÍA DEL AMOR . 423


422 TEORÍA DEL AMOR.

gren, con razón, la exposición del ordo salutis en· la filosofía pero como genuina parodia (imitaci?n bu.rlesca si se quiere, pero
platónica. H no refutación), guarda completa unííorrnidad en el fondo, y por
est'í\,&'>crates termina diciendo que el amor. del amante,. que no
El amor en el Fedro . per\igue sino la repleción d� su apetito, e� �5el todo igual al
amor que el lobo puede sentir por el cordero·
No obstante el hecho de contenerse en el Banquete, con la Con esto cree Sócrates haber obsequiado cumplidamente el
amplitud que hemos visto, la teoría del amor, Platón. debió deseo de su interlocutor, y se dispone a marcharse de allí, cuan-
sentir posteriormente la necesidad de esclarecer ciertos puntos, do le asalta de súbito un grave remordimiento ..En el moment�,
importantes además, que en aquel diálogo quedan aparentemen- dice · de ir a atravesar el río (la conversación tiene lugar a on-
te inexplicables. 'Había que hacer ver, principalmente, por qué, llas del Ilisos), siente la voz de su demonio interior que le retrae
dado que el amor es apetito de inmortalidad, hay en el hombre de hacerlo y le obliga a permanecer donde .está. ¿Por. qué? Pues
la aspiración a superar su condición mortal, y por qué, ade- porque, según reflexiona Sócrates, debe exp1a� �llí .nusmo el pe-
más, nuestro deseo de inmortalidad busca su satisfacción preci- cacJ-º--d.ejJD.pledad que ha cometido al haber �n1un.ado al A�or
samente en la belleza, en la generación a que conduce la unión con sus palabras, y así no haya sido sino por v1rtuos1�mo retón�o
con la belleza. Estas son las aporías que intenta dilucidar el y por complacer al amigo. Pecado tre1?endo, P.ºr cierto (�ewov
Fedro, si, como parece lo más probable, es de composición pos- a¡J.(X.p't'llµ«), ya que Eros, a lo que se dice, es hijo de. Afrodita, y
terior a la del Banquete, y en cualquier hipótesis, ambos diá- por tanto, un dios.1e Al igual que Lisias, n� ha tenido Sócrates
logos. se completan entre sí. En obvio de repeticiones ociosas presente sino una de las formas degenerativas del .amor, con Jo
nos limitaremos, en la exposición que sigue, a los aspectos ver- que ha mutilado arbitrariamente su augusta esencia. Ha _de ex-
daderamente originales del Fedro en la configuración de la doc- piar su crimen, por tanto, luego y allí mismo, con otro discu.rso
trina del Eros. -que será verdaderamente una palinodia en la doble acepción
Según tuvimos ocasión de verlo a propósito de la teoría del del vocablo- en desagravio del Amor. ..
alma, el diálogo se inicia con la lectura que hace Fedro de un La primera retractación es en lo qu� antes s<: d110 <le �ue no
discurso de Lisias, uno de tantos Myo� ÉpW"t�Xol del célebre logó- debe el amado complacer al amante; smo a quien no lo ª:°:ª• Y
grafo, cuyo propósito es el de demostrar que más bien debe el esto por la razón de que el primero se halla en estado de ?elmo, y
. amado conceder sus favores a quien no le ama antes que al el segundo, en cambio, en su sano juicio." Pero eso sena verdad
· amante. ¡La razón fundamental es la de que el amante no per- sólo en el supuesto, de ningún modo demostrado, �e que todo
sigue otra cosa que saciar su pasión, pero no el bien del amado, delirio, sin restricción ninguna, es un mal. Ahor� bien, hay. U.P
a quien, por el contrario, prostituye y envilece, 1y sobre esto 'hecho que no podemos negar, y es que entre los bie�es .que tene-
aún, Io abandona una vez que, al marchitarse su 'lozanía, deja mos los hombres, los mayores nos vienen por la med1ac1�n de. un
de interesarle. Razonamiento sofístico, a todas luces.: por cuan- .delírío, y que éste es, por ello. mismo, un don de .los dioses. De
to que Lisias presenta como el amor en general tan sólo una de estos delirios supremamente bienhechor�s. con��emos .cuatro for-
sus especies, la del amor-pasión, olvidándose del otro que mira . mas por lo menos. La' primera es el delirio divinatorio, el de �a
tanto al cuerpo como al alma, cuando no a ésta únícamente] Só- profetisa de Delfos por ejemplo, cu�o.s oráculo� �ecuerda Grecia
crates está muy lejos de aplaudir, ni por su fondo ni por su for- con gratitud, y que sólo puede em1ttrlos la P1t1a cuando .entra
ma, el discurso de Lisias, pero constreñido porFedro, accede a
hacer una parodia de lo que acaba de escuchar. Al fin y al cabo, 75 Fedro, 241 c: ,t«Qw .tA'flaµovii;, ch�· lí'?toL áQv«; dywto>a�v. · •
según lo confiesa honradamente, él es también un hombre ami- n No le preocupa aquí' a Sócrates dilucidar el punto de s1 el Amor es
go de discursos: á:vi¡p q¡�M).oyo�. Desde el punto de vista del es· de naturaleza propiamente divina o sólo �emoníaca; se conforma por lo
tilo, sobrio y vigoroso como es siempre el estilo socrático, la pa- pronto a la tradición y a "lo que se dice''. ,
rodia es indudablemente mucho mejor que la pieza parodiada, 11
244 a: 0 µev µ«í.vn«i, 0 lle <ro>q,QO'Yti. Delírío, locura, frenes! � mama
son traduccior;ies igualmente correctas de la µ«vf« �iega. El pasaJC es en
u. Nygrcn, Eros et Agape, París, 1944, Vol. 1, p. 191. realidad, a su modo también, por supuesto, un Elogio de la Locura.
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424 TEORÍA DEL AMOR TEORÍA DEL AMOR 425


en estado d� trance. Sin _delirio �º- hay_ adívinaeíon.» La segunda' valores es el filósofo, y por lo tanto, de ningún otro pensamiento
es una ._vanedad ?el
mismo delirio híerofántíco, aunque no en puede decirse con justicia que es .alado sino del pensamiento
su función pr?fética esta vez, sino en la de ordenar, por medio del filósofo.i- .
del oráculo, ciertas plegarias o ritos de purificación con el fin !ia filosofía es así, como era de esperarse, el camino de retorno
de aplacar la cólera divina en las grandes calamidades públicas. hacia la reconquista de nuestra naturaleza en su integridad pri-
La. ter�era. forma �e posesión y de delirio, obra de las Musas, es mitiva: Et; 't'l)V cip;,c«l«v <púa:��4._Una vida de orden y el amor de la J....
la mspiraoó� J?Oétlca. �o ha� arte que pueda. ser capaz de rem- sabiduría conducen al triunfó de lo que hay de mejor en el espí-
pla�ar_ esta divma. mama. Quien no la sienta en sí mismo, será
me1or que se dedique a otra cosa. La cuarta forma 'de delirio
r.�!!.12 Todo esto lo sabemos ya de sobra por poco que hayamos
p.enetrado en el platonismo· Mas he aquí que de repente y a
en fin, es el delirio amoroso, y esta manía es la mayor dicha renglón seguido, nos dice Platón algo que hasta entonces no ha·
que pueden concedernos los dioses.ts bía dicho: _que la filosofía, o sea el amor por excelencia, es pre-
Sócr�tes se da cu�nta muy bien _de que esta proposición está cisamente la cuarta, especie de delirio (i¡ u-rcip'OJ. ¡ux.vlcx.), y al
�uy lejos de ser evidente por sí nusma; pero se da cuenta tam- igual que todas las otras, un don de _ los dioses. 'El filósofo,
bién de que, para demostrarla, le es preciso hacer un estudio en efecto, está literalmente poseído de un dios (tv0ouur.á�wv), en
del alma humana, de sus estados y operaciones (ná:0'1] x«t lpy«}, estado perpetuo de "entusiasmo", y por esto desprecia todo aque-
Y� que. sólo de e!te modo podrá poner en evidencia el efecto llo a que los demás se aplican con tanto celo. Y por la misma
bienhechor, salvífico mejor dicho, del delirio amoroso. De acuer- razón lo tienen éstos por loco, porque a la mayoría les pasa inad-
do con esto, viene luego el largo mito, que ya conocemos, de la vertida la posesión divina. 83
cabalgat� celeste de l�s almas antes de su enp1rnación, 0 entre >- En seguida, y como otra revelación más inédita aún, se pre-
las sucesivas. encarnaciones, Lo único que de todo aquello inte- senta la Belleza como el incentivo que despierta la reminiscencia¿
resa rec_or�ar ahora es el final del mito, o sea, según decíamos, el como el agente reconstructor de la estructura alada del alma, o
aconrecímíenro que podemos designar como la caída original de de otro modo aún, como el principio de la filosofía. Amor, be-
las almas. Si� excepción alguna, todas las almas humanas tienen lleza y filosofía vuelven a unirs�aquf, bajo aspectos del todo
que ca�r .al fm en el_ cuerpo mortal, incapaces como son, por su nuevos, en la estrecha solidaridad que habíamos visto en el Ban-
com�smón metafísica, de mantenerse indefinidamente en el quete, "A la vista de la belleza de aquí ahajo, y acordándose de
corteJO de los dioses y en la contemplación de aquellas supremas aquella otra que es la verdadera, el alma toma alas".H
"realidades" ?el lugar supraceleste. Por esto cae el alma y píer- ¿Cuál es la razón de este privilegio exorbitante que parece arro-
. de su plumaje (recordemos que es ella como un carro alado) garse · 1a Belleza entre todas las demás Ideas? Porque no sólo
al desplomarse en la tierra. · ·. ella; sino todas aquellas otras divinas realidades: Justicia, Tem-
No podrá volver allá, con el pensamiento por lo menos · sino planea, Sabiduría, estaban en el lugar supraceleste a que pudo
cuando por la reminiscen�ia eidética vuelvan a nacer}e la; alas, ·1 asomarse el alma cuando andaba en la comitiva de Zeus. ¿Por
las cuales reciben su alimento y desarrollo, lo mismo en este qué, entonces, ha de ser la Belleza, por sobre todas sus pares en el
mundo que en el otro, de la contemplación de lo divino O sea
de todo l� que es bello, sabio y bueno.ªº Ahora bien, el' único
que, propiamente hablando, se nutre de estas divinas esencias y
¡
;
reíno de las Ideas, el ostiario que nos abre de nuevo las puertas
del mundo inteligible? La respuesta la tenemos en este pasaje que
con razón figura entre las cumbres del platonismo:
'l'T'oda alma de hombre, como se ha dicho, ha contemplado por
18
.
H , · .
ay aquí un Juego de palabras entre µ«v(tt y µ«v'ttx{¡. La profetisa naturaleza aquellas realidades; de otro modo no habría· venido
t�ene que estar. J&Cl'V1"{¡ para que haya µ«V'ttx,í. Lo mismo podríamos de-
cir nosotros: sm man/a no hay mántica, término castizo aunque qum 249 e: 111.o ari lli"a[c.oi µÓVT¡ .t'feQoú-i:«1 'rl ..:oü cp1l.006q,ou 111.óvóux.

81
obsoleto. ' 82 256 a: t\,; n-i:ayµevt)'Y füo.1.'f<l'Y xat q)IAQ(1<>qlÍCl'V 'Vl."'11<>'11 tM.,:((I) "ti};
:: 2 b� �; A.-c'eim,x(� "ñí µeyí.«nn rc:a«¡d 6ewv � 'tot«ún¡ µave« füllo'tat-
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24
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&3 249 d: w0ooo«íl;c.ov 6� Aélr¡0e 1:ou; noll.oú;.
84 249 d: d'Vaµ1µvn<JY.6µ.e'Vo, .t'feQ<i'>'ta1 •.•
méQ(J)JAU..
426 TEORÍA DF.L AMOR TEORÍA DEL AMOR 427
a animar este viviente. Pero el acordarse de ellas, partiendo de La explicación es mítica, va de suyo, y no puede ser de otro
las cosas de este mundo, no es fácil para todas las almas, ni para modo, ya que había que explicar en el mismo lenguaje lo que
las que no tuvieron entonces sino una breve visión de las cosas no estaba suficientemente declarado en el otro mito del Banquete.
de allá, ni para las que, después de caer aquí, tuvieron la mala �Ahora, en cambio, está perfectamente claro que si sentimos los
suerte de ser extraviadas hacia la injusticia por las malas compa- hombres el apetito de inmortalidad, es por tener un alma in-
ñías, hasta olvidarse de las cosas sagradas que entonces contem- mortal que desea, consciente o inconscientemente, volver a su
plaron.Pocas quedan, pues, que conserven suficientemente el re- primera morada; y está claro, además, por qué este apetito tiene
cuerdo. Pero aun éstas, inclusive, aun cuando se ponen fuera de su primera manifestación en el deseo de engendrar en la ?�lle�a.
sí y pierden el dominio propio cuandoquiera que ven aquí al- Y la gran novedad del Fedro está en esta suerte o privilegio]
guna semejanza de las cosas de allá, no aciertan a discernir lo (µo�pa) que la. Idea de lo Bello tiene entre todas sus congéneres,
que les pasa, por no poder penetrarlo suficientemen� Y es así por cuanto que ella sola tiene tal resplandor (cpéyyoi;) qu� la
porque la Justicia, la Sabiduría y todas las demás cosas preciosas hace aparecer, a ella sola, en sus imitaciones del mundo sens1bl�
para el alma, no tienen ninguna luminosidad en sus imágenes de Parece incluso como si esto fuera una derogación de algo tan
este mundo. /No es sino a grandes penas, y por instrumentos ern- uniforme y consistente en la filosofía platónica como lo es la
pañados.rcoíno pueden unos cuantos reconocer en las imágenes autosubsistencía y separación de las Ideas. En realidad no es así,
los rasgos de familia con el modelo en ellas representado· La Be- porque Jpi por asomo dice Platón que veamos la Idea de lo Bello,
lleza, en cambio, pudimos verla en todo su esplendor cuando, con . ni que ésta se encuentre formalmente como tal en las cosas be-
el coro bienaventurado y siguiendo nosotros a Zeus, y otros a � Has. Lo único que pasa es que se delata en sus imitaciones con
otro dios, tuvimos en espectáculo la visión beatífica y divina, ini- mayor claridad que las demás Ideas, y que a su reminiscencianos
ciándonos en la iniciación de lo que con justicia podemos decir dispara luego, con mayor inmediatez que con respecto a las· de-
que alcanza la suprema beatitud; misterio que celebrábamos en más, el espectáculo de la belleza sensible.
la .integridad de nuestra naturaleza y exentos de todos los males Lo que todo esto quiere decir en términos filosóficos y pedagó-
que nos esperaban en el curso ulterior del tiempo, siendo . a su gicos -y ya sabemos que ambos mitos: el del Fedro y el del Ban-
vez íntegras, simples, inmóviles y bienaventuradas las visiones >·.' quete, son alegóricos por excelencia- � que l<!, educ:aci?I_!. e�:t
que la iniciación acabó por revelarnos en el seno de la más pura ti��J� vía.de aq;e.so jnsustitujhle a Ja.ffin,a,c.i.(w .pt.OpJ.í;lllltUt
luz, puros también nosotros y sin la marca de este sepulcro que filosófu:a..·.[J?�r la belleza ha de de��·tarse ��?.!!2,�i...c�A or.91-7 'i-
arrastramos ahora con el nombre de cuerpo, y al que estamos en-
cadenados como la ostra a su concha . Pero baste de recuerdos
er a�o�
na_1:i2._p_(!r .foJnen�s, .a�fa�-�wp��gt.§.ÜÜS��Es }a
Idea �uminQ:lª-.�J.!..tre t�U..129!.J)J-J:-���Q.a,JlegrnQS a la
y añoranzas que nos han hecho extendernos en demasía. De lo reminiscencia de l.as ..demás. No concibe Platón de qué otro modo
que estamos hablando es de la Belleza, la cual, como decíamos,
que por la impresión de la belleza pueda tener lugar, inicial-
resplandecía en el seno de aquellas realidades. Pero incluso des- mente, el primer éx-tasis del alma, su salida de sí misma y de lo
pués de haber venido acá, podemos captarla con el más claro de inmediato hacia lo superior y trascendente.86
nuestros sentidos, por brillar ella misma con extremada clari- A. este estremecimiento íntimo que hace al alma salir de sí mis-
dad. La vista, en efecto, es el sentido más agudo entre todos los ma," no ha podido Platón darle otro nombre que delirio o ma-
del cuerpo, pero no ve el Pensamiento.{Amores indescriptibles IlÍ;l.. No hay en esta nomenclatura, contra lo que a menudo
nos inspiraría éste, por cierto, si pudiera emitir alguna clara se ha dicho, ninguna contradicción con la visión intelectual en
imagen de sí mismo que llegara a nuestra vista, como también
que remata la dialéctica erótica, según el Banquete. Ninguna de
aquellas otras realidades, todas ellas amables. Pero no: solamen- las cuatro especies de manía descritas en el Fedro: profética, ca-
te a la Belleza le ha caído en suerte el ser lo que está más de ma- tártica, poética y erótica, lleva consigo la abolición dé la inteli-
nifiesto y lo que más puede despertar el amor."ª�
8-5 249 e·250 d: vOv 6e XW.AOS µÓvov -CO.l!fttV foxs µotQ(l'V roa,:' 1h:cro.·
86 Muy platónicamente, por cierto, dice Dante Alighíeri: "Filosofia e uno
vfoi:-o.i-ov dvru xol eQo.oµuói-o.-i-ov. amoroso uso di Sapicnza", Conv, JU, 12.
TEORÍA DEL AMOR 429
428 TEORfA DEL AMOR

gencia. No hay ninguna razón para pensar que la cuarta haya quiera, pero muy real, debe ex!stir entre lo q�e aquí llamamos
de ser de naturaleza distinta de las tres primeras, todas las cuales �e.lJ.Q. y lo que allá recibe el mismo n?m�re; si así no fuese, ha-
están claramente bajo el patrocinio de Apelo, el dios de Delfos bría equivocidad completa en la pred1cacrón. He ahí lo que pa-
y el conductor de las Musas. Nada tiene que hacer aquí Dioni- rece estar bien claro en el Fedro. En el Banquete; por el contra-
sos, el dios rival del divino Musageta,. y por algo Platón se cuida rio, aquella Belleza "maravillosa" que se revela. d.e yr?nto, se�ún
bien de poner el delirio báquico, éste sí del todo irracional, entre dice Diotima de Mantinea, al término de la iniciación erótica,
las formas de delirio cuyos efectos han sido origen de grandes es igualmente epónima de las cosas que solemos designar como
bienes para los hombres y para las ciudades. Si Platón, en suma, bellas -sobre esto no puede haber duda alguna-, pero no sólo
llama al amor igualmente manía, no es para imputarle ninguna de ellas, sino además y sobre todo de otras cosas que podremos
irracionalidad, sino para poner de relieve la naturaleza privile- también llamar bellas, pero no necesariamente, y en to�o caso
giada de la experiencia erótica, la cual es, al igual que las otras a sabiendas de que lo hacemos en sentido moral ? meta;,ón�o. La
especies de delirio, un don divino. Y por experiencia erótica hay "belleza" del saber, la de la eticidad y la moralidad ( acciones,
que entender aquí, por supuesto, no la atracción física que para leyes, ciencias") es, en efecto, la que va descubriendo paulatina-
sólo en esto, sino la que remite a la belleza inteligible, a aque- mente el que recorre, uno por uno, todos los grados de la escala
lla de que los dioses mismos se apacientan. El que con ellos po· erótica, hasta rematar en la Belleza en sí, que resume y super� a
damos compartirla, es dádiva de ellos, dél mismo modo que en todas esas bellezas particulares. Son �ellezas ?e. otro gé�ero, m-
lenguaje cristiano solemos atribuir a la gracia divina el acceso cuestionablemente, que la belleza sensible, la única aludida en el
a lo divino. Fedro; y consiguientemente debe corresponder, al� Belleza en sí
En este punto, pues, no parece que sean discordantes entre sí del Banquete, una connotación mucho más amplia, o m�s. aún:
los dos diálogos de que estamos hablando. En lo que sí, en cam- una esencia metafísica del todo incomparable. ¿Cómo conciliar, si
bio, pudiera existir tal vez alguna discrepancia (es una impresión es posible, todos estos textos entre sí? -
nuestra muy personal), sería entre la Idea de lo Bello en el Fe- Según vemos las cosas, no habr � a propiamente �na contradic-
dro y la Belleza en sí del Banquete· En el primero de los citados ción, pero sí una anfibología. Los filósofos caen fácilmente en este
diálogos, en efecto, la Belleza se presenta como -�Ill:l,Jc.l�a entre pequeño vicio de dicción, muy excusable en ellos, par lo �
emá�,
tantas, ni superior ni inferior a ninguna de sus congéneres, y el dado que, para nombrar todas las realidades del mundo mt.eh-
único privilegio que tiene sobre ellas ( las cuales a su vez bien gible, faltan voces en un vocabulario form.ado s� bre la� r� ahda-
pueden reclamar otros diferentes) es el de su mayor luminosidad., des del mundo sensible. En este caso la anfibología consistiría en
y no precisamente en aquel mundo donde todas las Ideas res- llamar con el mismo nombre de Idea de lo Bello o de "Belleza
plandecen por igual, sino en este otro mundo que es el nuestro, y en sí'' a dos realidades obviamente distintas. En el contexto del
en el cual, por lo mismo, es más fácilmente detectable. A esta Be- � Fedro se trata de una Idea particular entre las demás de su gé-
lleza en sí -el Fedro se sirve igualmente de esta expresión- re- 1 nero; una Idea cuyo reflejo en el ámbito sensorial produce lo que
mite, por la reminiscencia, la visión de la belleza sensible la 1 comúnmente solemos designar como belleza. En el del Banquete,
de estas �o�as que llevan el mismo nombre. de aquélla y por' ha- por el contrario, lo Bell� en sí es idénti�o, seg�n t�d� las apa-
berlo recibido de ella.37 El texto es muy claro: es por la "eponi- riencias, a la Idea del Bien, cuya potencia de irradiación se ex-
mía" por lo que puede hablarse de cierta comunidad entre estas presa mejor con aquel nombre. Si�ndo . así, t_iene un . rango del
cosas y aquellas Realidades; ahora bien, la eponimia implica for- todo incomparable. "Lo Bello en si -dice Léon Robm- .ºº es,
zosamente la homonimia, y a ésta no . añade aquélla sino la re- hablando con propiedad, una Idea particular que corresponda
lación de prioridad y posterioridad, o si queremos, en este caso, a tal· cualidad abstracta o sensible, una Idea análoga a las. de lo
de participación. Una semejanza, pues, todo lo remota que se Impar o de lo Blanco, determinadas según relaciones precisas y
particulares. Es, por el contrario, una Idea que expr�sa una re-
lación universal y fundamental de todas las cosas, asi en. el cos-
·130 TEORÍA DEL AMOR TEOR.fA DEL AMOR 431
mos inteligible como en este mundo, porIa misma razón que lo diálogos, el Filebo- En el vestíbulo del Bien, según dice Sócra-:
Real o lo Verdadero ... "es · · tes, 91 nos encontramos una vez más, y la belleza es lo primero
. Al escribir esto, Robín expresa, además, su asentimiento a lo que delata su presencia augusta; una belleza, por cierto, alta-
dicho por Alfred Fouillée, para el cual podría definirse lo Bello mente intelectualizada, ya que consiste, esta' vez, en el orden inte-
como el esplendor del Bien. "El verdadero pensamiento de Pla- grado por la: medida y la proporción. De este Palacio del Bien
tón -�ice Fouillée-. es que la belleza es idéntica a la perfección puede decirse también: La tout n'était qu'ordre el beauté ...
o al bien. Y no entiende solamente por esto, como han creído En la naturaleza de lo bello, sigue diciendo Sócrates, se refugia la
�!g�nos intérpretes, el bien m01:aL Se trata del bien en sí, prin- potencia del bien, ya que la medida y la proporción realizan por
u p10 supremo de las Ideas. El bien absoluto y la belleza absoluta dondequiera la belleza y la virtud.";
son para Platón enteramente sinónimos"89 . Son variaciones del viejo tema, siendo muy importante la de
Por la autoridad que tiene, y por ser todavía más reciente hacer intervenir ahora estos dos elementos: medida y propor-
tr�nsc�ibiremos aún la interpretación de Jaeger: "Lo 'bell� ción, en la ontología de la belleza. Recibidos por la tradición, los
mismo, o como Platón lo llama también en otro sitio, lo 'bello o- encontramos en la célebre definición descriptiva que de la belleza
d�v_i�o _mismo', n_o se diferencia es�ncialmente, en cuanto a su síg- da Santo Tomás: integritas, debita proportio, claritas. Y otra
nifícacíón, de! Bien ... La colocación de esta enseñanza (µá:.0T]µa.) gran novedad tiene esFitebo, no ya variación temática, sino tema
c�1i:o met� fi�al de la peregrinación a través del reino de las inédito, y es la aparición de la Verdad, en concurrencia con el
distintas ciencias (µa.0fiµa... a.), tal como el Simposio la describe, Bien y la Belleza y en la misma categoría, como otra de las notas
responde a la Idea del Bien y a la posición dominante que esta constitutivas del ser en general. "Aquello en cuya composición
Idea ocupa en la estructura de la paideia en la República ... Lo no entrare la verdad, no podría jamás haber nacido verdadera-
bello_ Y lo bu�no no son más qU<� dos �spectos gemelos de una y mente, ni, una vez nacido, existir".93 Tratase sin duda, según
la m1s�a reahda?, que el lenguaje cornente de los griegos funde subraya Dies, no de la verdad lógica, sino de la verdad ontoló-
en unidad al designar la suprema arete del hombre como 'ser be- gica, de aquella que denota la actualidad o plenitud del ser. "Si
llo y bueno' (xa.)..oxa:ya.0la.) ,90 en esta cacería del bien -termina diciendo Sócrates-- no pode-
_De. este modo, la identidad establecida por Platón entre el mos atraparlo bajo una forma única, capturémoslo entonces bajo
Bien ideal y la Belleza ideal, no es sino la consagración filosófi- la triple forma de la belleza, de la proporción y de la verdad".94
ca de la hermandad que vieron siempre los griegos, instinrivar Pocos textos como éste cuando no ninguno, serán tan demos·
mente, entre bondad y belleza, y correlativamente entre feal- trativos de la doctrina platónica sobre las propiedades trascen-
dad y �alelad. Pasa?do s?bre el testimonio de la experiencia, que dentales del ente. El filósofo es un cazador del Bien, o del Ser,
contradice aquel)� !de�udad en cada momento, nunca pudieron corno dice en otro lugar.95 La presa más difícil de capturar, por
representarse el vi_c10 smo co!1 un exterior repulsivo. El tipo más cierto, porque al hallarse el ser en todo lo que existe y en todo
abyecto y despr_ec1able, Tersítes, es también, en Homero, el más lo que concebimos, así no sea sino como ser de razón, no nos
feo._ Aquí también, como en toda su filosofía, la del amor en es- presenta ninguna particularidad por la que podamos agarrarlo
pecial, flat_ón potencia y depura, poniéndolas al servicio de un no como este ser en particular, sino simplemente en cuanto ser.
ideal superior, las fuerzas espirituales yacentes en el alma de su Curiosa paradoja, dicho sea de paso, de que este ens qua ens,
pueblo .
. En otros puntos podrá ser más o menos aventurada o fanta- n Fil. 64 e: É'tt i;ot<; .oü <i.ya.Ooü itQoOúQoLc; ...
siosa la exegética platónica, pero no en éste que estamos explo- 02 64 e: vüv f>t xa.i;wtéq>e\lyev Tlµiv TI .oií úya.Ooii Mva.µLc; El,; .i¡v i;oií

rando Y que es de gran profundidad. Sobre él vuelve aún Platón xw.oií q>OOLV" µsi;QLÓTl'Jc; YCJ.Q xa.t <J\lµµe.Qt« 11ciUo,; lhí,cou xal UQE•li ;n:a.vi;«-
con palabras absolutamente inequívocas, en uno de sus último; zoii (J\)µ�(l¡VEL yíyveo0m.
o:, 04 o.
ss La théor, />lat. de l'amour, p. 187. v4 65 a: Et µ11 µLq. fürvúµe0« lf>é(t To áya.Oov 0r¡QEÚO'm, <JÚ'V"tQl<JL 1..a.�óv.ei;,
89
La filosof{a de Platán, Vol. n, p. 1 lo. w..
x6.U.EL xa.t cn,µµei;Q(q. 1ca.L r¡Oeí(t,
oo Paideia, p. 585, o, Fedón, 66 e:
432 TEORÍA DEL AMOR TEORÍA OEL AMOR 433
que es el objeto propio de la filosofía, sea para ella, al mismo seguido la reflexión estética. El arte griego pudo tener la belle-
tiempo, lo más impenetrable· No queda entonces, si nos empe· za por centro único de gravitación, pero nada sería más erróneo
fiamos en apresarlo, sino rastrearlo y perseguirlo en aquellas que el empeñarse en erigir en patrón universal este caso. particu-
manifestaciones suyas que son de tanta universalidad como él lar. Si así fuese, perderían el reconocimiento que unánimemente
mismo, en las irradiaciones de su esencia abscóndita. A estas se les otorga, las manifestaciones artísticas de incontables pueblos
irradiaciones las llamó Platón Verdad, Bien y Belleza.w La enun- y culturas· Muchas de ellas son francamente '�feas" en el sentido
ciación de esta trinidad es hoy un lugar común en cualquier alu- convencional o antropomórfico de la expresión, pero son: con
sión a los valores supremos que dan sentido a fa vida humana; todo ello, de gran calidad artística si, por ot�o la�o, son. sim�ó-
pero también aquí, como casi siempre, el lugar común es l� úl· licas o en general expresivas de una imagen, situació� o vi�enc�a.
tima decantación del genio singular que por primera vez vio lo No hay sino asomarse a lo que sobre esto han escrito Wolfflm,
que ahora ven todos, o por lo menos lo repiten. Worringer y tantos otros, para persuadirse de que no pu�9-e
hoy hacerse ninguna genuina estética como teoría del arte sr se
Arte, poesía, belleza ve en la belleza algo así como lacifra y compendio de todos los
valores estéticos.
No nos extenderemos más sobre la conciliación o armonía, en Son consideraciones, se dirá, inaplicables a Platón y a su cir- '
estos puntos en apariencia litigiosos, entre el Banquete y el cunstancia histórica, y no tenemos por qué reprocharle el que
Fedro. Pero una cuestión análoga se suscita, por otro concepto, no haya visto estas cosas 1con men!alidad mo�ern�. De acu�rdo,
entre el Fedro y la República, y aunque podríamos tratarla, con
por supuesto, y es por demás obvio que la historia de las ideas
igual justificación metodológica, en el tema de la educación, pre· no es ningún tribunal de elogios y censuras. Pero hay algo más,
ferimos hacerlo desde luego, por considerar que la cuestión está
y es que ni siquiera con restricción al valor de lo bello.' tampo.co
tanto o más cercana del tema de la belleza que del tema de la encontramos en Platón, o a lo más en estado muy rudimentario,
educación. una filosofía del arte, la cual aparece por primera vez en la
El problema es el siguiente. ¿Cómo compaginar el altísimo va- Poética de Aristóteles. Del arte se ocupa ampliamente Platón, se.
lor que Platón atribuye no sólo a la belleza sino muy concre-
tamente a la poesía, de la cual se dice ser de inspiración divina, gún lo iremos viendo, en el programa educativo de la República,
con el ostracismo de los poetas, de la república configurada en pero lo que falta, una vez más, es la reflexión sistemática sobre
la obra de arte en cuanto tal, ella por sí misma y no tan sólo en
el diálogo de este nombre? · Jµnciói.�eJQii.ya!QJ."es que la informan. Y cuand_o ocasionalmente
La primera reflexión, y acaso la fundamental, sería la de ha- reflexiona sobre esto, parece no ver en el arte smo un fenómeno
cernos cargo de que no son de ningún modo términos convertí- de "imitación" y de dignidad meramente instrumental, en c�anto
bles entre sí éstos de "arte" y "belleza", como lo ha demostrado
hasta la saciedad la estética moderna. Podrán haberlo sido para que el último criterio para admitirlo o rechazar las producciones
artísticas es el de que contribuyan o no a la educación moral de
los griegos de la época clásica, pero es fuerza reconocer que en los ciudadanos. ·
esta apreciación, nunca claramente formulada por lo demás, hubo La filosofía de lo bello, en conclusión, no está orientada en
una innegable estrechez de visión en la percepción que de .los Platón a una filosofía del arte, sino a otra cosa ...por_.oompleto
valores estéticos tuvieron aquellos hombres. La. belleza es a�gas
· distinta. Como resulta con toda claridad de los pasajes del Fedro
uno entre los muchos valores realizados en la obra de arte,-.�!º antes explicitados, el valor de lo· bello estr�b� únic_amente en su
de ninguna manera el único. Ya. Kant se dio cuenta de que lo
sublime es un valor autónomo e irreductible al de lo bello, y capacidad de despertar en.1.1osotros la rermmscencia de la Idea,
de la Idea epónima en primer lugar, y de las demás después, por
sobre sus huellas, en la indagación de· nuevos valores, ha pro·
intermedio de la primera. Lo bello, en otras palabras, es apenas
96 "Le Bien forme avec le Vrai et le Beau, qui n'en sont d'ailleurs que un momeo to dialéctico y no un fin en sí mismo, al modo como
Ies aspects, une sphere d'existence supéríeure a 1'existence . mane d'un estamos hoy acostumbrados a considerarlo, co�o una . finalidad
monde idéal". Robín, op. cit., p. 185. sin fin, según diría Kant. Para decirlo en términos estrictamente
·.�

434 TEORÍA DEL AMOR


TEORÍA DEL AMOR 435
platónicos, lo bello vale como &.váµ,rr¡Q'i� y no como µlµlJcn;; como varse a la imitación que es propia del divino Artista cuando,
reminiscencia y no como imitación. La segunda podrá valer, a su como éste, se inspira directamente en los eternos paradigmas.
vez, sólo y en tanto que de algún modo pueda trasmutarse o dar De conformidad con esta distinción, que se traduce luego en
origen a la primera. En caso contrario, esta pretendida imita- las correspondientes directivas prácticas, tiene lugar la discrimi-
ción artística no tendrá siquiera el mérito de las artes útiles, las nación que se lleva a cabo con todo pormenor en los libros II, III
cuales tienen por lo menos el mérito de servir a las necesidades y X de la República. De los poetas, para empezar con ellos, casi
del hombre· Una pintura, por ejemplo, que no ev.oque de algún ninguno se salva del ostracismo, al cual son condenados inclusive
modo la belleza ideal más allá de su belleza plástica, resulta los dos príncipes de la poesía: Homero y Hesíodo. Lo <le inclu-
incluso inferior al modelo natural. Porque si las cosas naturales sive es poco decir, porque son ellos precisamente -príncipes de
son ya de suyo, en el idealismo platónico, imitación de las Ideas, la mentira tanto como de la poesía- quienes encabezan la lista
la obra de arte tendrá que ser, a su vez, imitación de imitación, de los proscritos. No hay por qué tener miramientos de ninguna
imagen de imagen, sombra de sombra. Reducido a no ser otra especie con quienes han tejido tal urdimbre de ficciones sobre los
cosa que un espejo inerte, el arte se encuentra así, como dice dioses, sin ninguna semejanza con el original, y sobre esto aún,
tan expresivamente Alfred Fouillée, alejado en tres grados de la injuriosas a la naturaleza divina, tal como racionalmente debe-
realidad verdadera. "¿Cómo extrañarse -continúa diciendo Foui- mos concebirla. Rápidamente pasa Platón en revista cosas tales
llée- de encontrar nuevamente en la estética de Platón las mis- como las atrocidades cometidas entre ellos mismos por los más
mas tendencias que en su metafísica? La teoría de las Ideas da antiguos y supremos dioses: Urano, Cronos y Zeus, y posterior-
por resultado la concentración de toda realidad en lo que es uno, mente, en el ciclo troyano sobre todo, la réplica de los combates
eterno, inmóvil; lo universal lo es todo, el individuo nada. Lo en la tierra con la guerra que los dioses se hacen entre sí al tomar
mismo debía suceder con la teoría delarte. Nada de pasiones ni
movimientos; nada de caracteres vivientes e individuales, sino la
.. partido por argivos o teucros. Fábulas tan escandalosas como
éstas no sólo son del todo antipedagógicas en la educación de la
majestad de lo universal y la perfección uniforme <le una virtud juventud, sino que afrentan directamente a la divinidad, al dar-
sobrehumana". o; nos <le ella una imagen totalmente inverosímil y desfigurada. A
De acuerdo con esta mentalidad, es del todo inadmisible la con- Dios, en efecto -y notemos cómo pasa Platón del plural al sin-
cepción del arte por el arte, sea cual fuere el modo como esto guiar, y a un singular no multiplicable- no podemos concebirlo
se entienda. No sólo para el Demiurgo divino, sino igualmente de otro modo que como esencialmente bueno,99 y siendo así es
para el demiurgo humano, para el artista es decir, rig� en absolu- causa de todos los bienes. De los males, en cambio, habrá que
to la célebre distinción normativa establecida en el Timeo en los buscar otra causa fuera de Dios. "Con todas nuestras fuerzas nos
siguientes términos: "Todas las veces que el artista (6Ttµioupyó;), opondremos a que uno cualquiera de nuestros ciudadanos diga o
con los ojos sin cesar puestos en lo que es idéntico a sí mismo, se escuche que Dios, siendo bueno, pueda ser causa de la infeli-
sirve de tal modelo y se esfuerza por realizar en su obra la forma cidad de alguien. . . Dios no es la causa de todo, sino solamente
y propiedades <le aquello, todo lo que de esta manera pr�duce del bien".1oo Por último, no podemos representarnos a Dios sino
será bello necesariamente. Por el contrario, si sus ojos se fijaran como absolutamente simple, perfecto e inmutable, y por esto
en lo que' ha nacido, si utilizara un modelo su jeto al nacimien�o, son de condenarse en bloque todas esas otras fábulas, tan del gus-
no sería bello lo que rcalizarav.v- Hay así, por tanto, dos especies to del pueblo, sobre las metamorfosis de los dioses, los cuales, ade-
dejmitac::ión: lade.Ias Ideas eternas y la de los objetos perece- más, toman tantos disfraces con el fin de divertirse malignamente
de.r�:.{Efbemiurgo divino realiza la primera en la creación de� entre los mortales, cuando no de armarles asechanzas para su
mundo v en cuanto al demiurgo humano, el artista, realiza casi daño y ruina.
siempre 'ia segundal aunque excepcionalmente es capaz de ele-

-
Muy alta teología, por cierto, es la que aquí nos da Platón, al

La fil. de Platón,
Rep, 379 b: &ya8os o ye Seo� 'tii) OV'tl·
97 11, 124.
90
os Timeo, 28 a.
100 380 e: µit itÓ.V't(l)V afoov i:ov 0sóv. d>..M 't(()V &ya6füv.
\� ..·,
436 TEORÍA DEL AMOR TEORÍA DEL AMOR 437
depurar y ennoblecer, como lo hace, el concepto de Dios, tan parte principal de la educación (xv¡:n.w't'á:n¡ tv µovo:�xñ 't'p,oq,,í),
torcido y empañado en aquella religión antropomórfica, y esto cuando por otro lado, y según se dice en infinitos lugares, la edu- ji
solo debería resarcirnos de la irritación que pueda causarnos el cación consiste. fundamentalmente en la conversión del alma del 1

severo escrutinio de los poetas y su destierro de la república. Por mundo sensible al mundo inteligible. Si esta conversión, por I•

lo mismo, no fuera de tal modo inmediata por virtud de la mú- I'.


lo menos, piensa uno, debía haberse quedado Homero, como se 1
1

quedó el Amadis, a fuer de "único en su arte", en el otro escru- sica, sería sencillamente inconcebible el altísimo privilegio que
tinio que el Cura y el Barbero hicieron en la biblioteca de don se le discierne en el programa educativo de la República. Y en
Quijote. El mismo Platón debió de haber sentido cierto remor- esto, además, al contrario de lo que pasa en otros aspectos de su
dimiento, como muy claro lo da a entender cuando más delante estética, Platón se encuentra plenamente de acuerdo, a lo que nos
nos habla del "respeto y afecto" que desde su infancia tuvo parece, con 1a estética moderna. Según lo entendemos hoy, no
por Homero, "maestro y guía" de todos los poetas; mas con existe, hablando con rigor, la llamada música descriptiva, como r
1
todo, y según dice luego, no se ha de estimar a un hombre más sí .existe, en cambio, en el academismo sobre todo, la pintura des- i

que a la verdad.w- ;.ta moral mantiene así, incondicionalmente, criptiva. En la música, por el contrario, o por lo menos en la
su primado sobre el arte. ¡Sacrifíquense las cosas bellas, si con- buena música, hay a lo más una "correspondencia" (en el sentido
ducen al mal. En ciertos" momentos, hay que reconocerlo, no bodeleríano de la expresión) entre la expresión musical y tal o
encontramos en Platón el bello equilibrio de su alma, y su actitud cual paisaje o estado de ánimo. Más aún, no nos daríamos cuen-
en__�te punto corre parejas con la del terrible Savonarola.i/ ta, la generalidad por lo menos, de estas correspondencias si el =i

) No hay por qué detenernos, después de la poesía, en las otras artista no las subrayara expresamente en el título de su obra. ;,¡

artes, a todas las cuales se aplica el mismo patrón discrimina· Sinceramente creernos que es esto lo que ocurre con" piezas tales
torio, para darles cabida o para rechazarlas de la comunidad po· como la Pastoral de .Beethoven, o con las otras tan conocidas de
lítica./ Mas por ningún motivo podemos pasar por alto a la mú- Musorgsky o de Respíghi, de títulos en apariencia tan "descrip-
sicá;'tuyo papel es aquí absolutamente privilegiado y singular. tivos". La música -no hay que darle más vueltas-, y sobre todo
Cierto es que Platón proscribe, aquí también, ciertas melodías . la música por esto mismo llamada "pura", la música por excelen-
que, en s� concepto, contribuyen a enervar el ánimo, como la cia, nos remite directamente no al mundo de la naturaleza, sino
melodía lidia, quejumbrosa y flébil, o como la jónica, acomo- al mundo del espíritu, y es esto, en suma, lo que vio Platón tan
dada al ocio y a los banquetes. Pero con estas o parecidas res- profundamente, sea como iuere ese mundo y haya o no en él
tricciones, la música recibe, en el programa educativo de la Repti. Ideas paradigmáticas. Expresión insuperable de la "reminiscen-
blica, este elogio sin par: "La música, Glaucón, es la educas cia" platónica por virtud de la música, de la pro-yección del alma
ción soberana. Por ella se insinúan el ritmo y la armonía hasta hacia aquel otro mundo, es, como lo sabe cualquier hispanoame-
el fondo del alma, y la tornan bella y fuerte por extremo".102 ricano que no sea un bárbaro, la Oda a Salinas de fray Luis de
Esto sí que es muy propio del alma musical de Platón, pero León. Sin comentario alguno, que sería sacrílego, nos limitamos
no es tampoco una mera expresión, en este caso, del conocido humildemente a transcribir las dos estrofas que creemos ser
adagio: Trahit sua quemque voluptas. El primado de la música aquí las más significativas:
tiene una profunda explicación dentro del platonismo, y con- ·
siste, como lo ha dicho Sciacca103 con gran penetración, en que A cuyo son divino
la música, a diferencia de las otras artes, no es imitación de las el alma que en olvido está sumida
cosas, sino directamente de la Idea, reminiscencia inmediata, por torna a cobrar el tino ·
tanto, de lo Bello en sí. Si así no fuese, no se· explicaría cómo-es y memoria perdida
que Platón puede llamar a la música la educación soberana o la de su origen primera esclarecida.

º
1 1 Rep. 595 e: oú yo.Q rco6 Yf. "tij; dAr¡0e(a; "ttµr¡-cto; dviio· ·
Traspasa el aire todo .,.,
102 Rep, 401 d. . hasta llegar a la más alta esiera.,
103 Platone, Milán, 1967, J, 262. y oye allí otro modo

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438 TEORÍA DEL AMOR ·� .. TEORÍA DEL AMOR 439
de no perecedera Del amor y del alma, uno y otra síntesis o encuentro de lo
música, que es la fuente y la primera. finito y lo infinito, vale por igual la concepción tan profunda
que, en uno y otro tema, nos. propone Platón de la naturaleza
A un poeta tal no hay duda de que Platón le habría dado un humana. En nuestra esencia hay una limitación, carencia o pri-
altísimo lugar en su república. Y si con los demás tiene que proce- vación de un bien que antes tuvimos, y que, sin que. sepamos por
der como lo hace, es sólo porque a ello le constriñe la absoluta qué, nos ha sido arrebatado. ¿Cómo interpretar este tan evidente
soberanía que tiene el Bien en su ciudad y en su cosmovisión. como misterioso despojo de nuestra naturaleza? A falta de reve-
lación, de la Revelación, Platón tuvo que responder con mitos,
Eros y .Psiqué pero la vivencia es la misma en este pagano -si podernos real-
mente llamarlo así- que en el judío o en el cristiano. Ha ha-
En dualidad temática hemos debido considerar, en todo lo que bido, de cualquier modo, una caída que nos ha dañado en lo
precede, el alma y el amor en Platón; Ha tenido que ser así por más· íntimo de nuestro ser, y la restauración no es posible sino
necesidades expositivas, pero ahora es el momento, al terminar, por medio del vuelo amoroso que nos'. restituye a nuestra primera ·
de volver a la unidad profunda que ya hemos tenido la ocasión morada y a la integridad de nuestra naturaleza. El amor es así,
de señalar entre una y otra cosa. La hemos entrevisto, desde según dice Wilamowitz, el mediador entre lo terrenal y lo eter-
luego, al comprobar la sorprendente semejanza de naturaleza, no: "Der Mittler zwischen dem Irdischen und dem Ewigen".101
por no decir identidad, que entre. ambas existe· El amor es un En otra cosa debemos todavía parar mientes antes de concluir,
demonio, lo sabemos ya, pero también lo es el alma, el alma in, y es en cómo el tratamiento de ambos temas, en manos de Platón,
telectual para ser más precisos, según declaración explícita del representa por una parte la polarización de las fuerzas espiritua-
Timeow- A identidad ele naturaleza, en seguida, debe corres- les que él como nadie sintió en su pueblo y en su tiempo, y por
ponder identidad de {unción, y por esto el alma y el amor son la otra la transposición de aquellas concepciones y vivencias al
por igual intermediarios y medianeros entre el mundo sensible plano superior de la moralidad, y últimamente de lo eterno y ab-
y el mundo inteligible. Por último, y como algo inédito hasta soluto. A propósito del alma hemos podido comprobarlo así, al
este momento, cabe agregar que el amor, ya sin la personifica- advertir cómo Platón aprovecha el rico acervo de representacio-
cion de las mitologías, es una función esencialmente humana.ws nes homéricas, órficas y pitagóricas, juntamente con la percep-
¡t/ y a tal punto que el amor puede considerarse como el acto esen- ción vivencia! que tiene Sócrates del valor sagrado del alma
¡{ial del alma, como lo dice León Robín en estas bellas palabras: humana, para darnos de ésta, en una extraordinaria síntesis crea-
. ( 'Parece, pues, que el amor, por lo menos el amor de aquello que dora, la imagen que desde entonces· ha alentado en la religión y
merece verdaderamente ser amado por sí mismo, es decir el amor la cultura de Occidente. +•
de las realidades absolutas, debe necesariamente pertenecer al Con el amor ha ocurrido puntualmente otro tanto. Ningún
alma, si la consideramos aislada de lo sensible y en su esencia momento mejor para percibirlo como en éste en que estamos,
pura, y este amor es en ella la consecuencia del hecho de que cuando podemos ver retrospectivamente la admirable composi-
está privada del bien que le es propio, la realidad absoluta, de ción del Banquete. Todos los elementos de algún m�do valio-
la cual. �la misma participa ... El alma, en su acto esencial, es sos, aunque recubiertos como están de una ganga nociva o des·
amor" .105 \ '
preciable, que hay en los discursos precedentes al de Sócrates, son
10� go a: a.u-co
w� i:í.Qa. 0eo�
6cxlµo"a faci,mtl (i¡µorv) 6é6w�e. aprovechados, pero sólo después de haber sido depurados o tra��-
1c,,En Platón desde luego, y en el pensamiento helénico en general, que figurados, en el discurso socrático· El amor como fuente espm-
ni por asomo pudo entrever el "Dios es Amor" de San Juan. El mismo tual generadora de heroísmo (Fedro) ; el ¿mor como uni� de
Dios aristotélico es Amado, pero no Amante. La comparación entre el
Eros helénico y la Agape cristiana es algo de lo más seductor, pero hemos
l�s�cl.e_ los cue,r�s (P�usanias) ; el a�or com?
tenido que dejarla de lado por lo lejos a que nos habría conducido. Tres
concordia armónica de la naturaleza física y moral (Eríxímaco) :
volúmenes ocupa en la monografía de Nygrcn citada· con antelación.
ros La théor, j>lat. de l'amour, p. 138. 101 Platon, n, 75.
440 TEORÍA DEL AMOR

e_!.3!nor_. ,onw 2�premo afán de nuestra naturaleza hacia su ple-


nitud y �rfección-ofigifüiT.'(Atistofanest;--el amor, en fm, como XIV. LA ANTIGUA EDUCACióN HELtNICA
juventud y belleza inmarcesible, manantial perenne de toda dicha
y de toda virtud (Agatón), ¿no está todo ello en el discurso de
Sócrates, pero cuán de otro modo y con qué sentido y orientación Varón socrático del principio al fin, no descuida jamás Platón,
tan diferentes? A duras penas reconocemos, por ejemplo, el pan- en ningún momento de su carrera, la misión fundamental que
cosmismo erótico expuesto en forma tan chabacana por el pobre se ha impuesto de la reforma moral del hombre y del Estado, la
de Erixímaco, en la proclamación triunfante de Diotima, cuando misma que a su maestro le impuso el mandamiento délfico. Re-
define el Amor-como el vínculo que mantiene unido consigo mis- forma, bien entendido, no "de las cosas de la ciudad", mediante
. ,¡
mo el gran Todo.108 la intervención en los asuntos públicos, sino "de la ciudad mis-
Es muy difícil indudablemente, casi imposible en ocasiones, .1 ma", en su constitución más profunda y verdadera, sin otras
el fijar con toda exactitud la contribución de una obra singular armas que la razón y la filosofía. Reforma, además, no doble:
. � en la evolución de la mentalidad o las costumbres de un pue- del hombre y del Estado, según hoy la entenderíamos, sino una , .
' blo. Nadie podría decir, en este caso, qué fue más decisivo y \
radicalmente, por la obvia razón de que, para el pensamiento .
·· qué menos, pero el hecho innegable y registrado por los historia- antiguo, el hombre es inconcebible fuera de la ciudad a que per- ·
dores, es que la pederastia empieza rápidamente a declinar en tenece y que lo constituye como· tal. De ahí que, como lo he-
Grecia después de la composición del Banquete, a la que siguió, mos apuntado ya, apenas por necesidades expositivas sea posible
1 presentar separadamente la teoría de la educación y la teoría
poco tiempo después, la decadencia de Esparta, centro predilecto
del amor masculino. Pero aún en el supuesto de que diéramos a
esto último mayor valor que a lo primero, lo indiscutible es,
' .i del Estado.. cuando en realidad podrían titularse indiferente-
mente con uno u otro nombre tanto la República como las Le-
como dice Jaeger, que la pederastia no fue, en los siglos poste- 1 yes. Con excepción tal vez de ciertos pormenores como la desig-
riores, · sino "una práctica viciosa y despreciable", y que el Ban- nación de las magistraturas y otros similares, propiamente con-
quete, por su parte, es "una especie de jalón en: la línea diviso- cernientes a la maquinaria del Estado, en todo lo demás, que
ria de la Grecia antigua y de la Grecia posterior" .10� Ni hay que es con mucho lo más importante, puede decirse, en suma,
olvidar tampoco que Ia Academia platónica fue, por muchos si- que Paideia y Politeia son términos recíprocamente convertibles,"
glos igualmente, el hogar espiritual de Grecia, la verdadera Acró- - Más aún, y como otra reflexión preliminar de que suelen ha-
polis que iluminaba el pensamiento y la conducta. cerse cargo la generalidad de los autores, debemos agregar que,
La filosofía del amor termina en una plegaria, la única que según todas las apariencias, el interés especulativo en Platón está
encontramos en los diálogos platónicos. Al disponerse Sócrates subordinado al interés práctico; No quiere esto decir, por su-
a dejar las riberas del Ilisos para volver a Atenas, después de puesto, que la inteligencia sufra violencia alguna al moverse li-

1
haber hecho el elogio del amor y la belleza, cree conveniente bremente dentro de su propio orden de especificación. No se
hacer una oración_a las divinidades de aquel sitio, y dice: trata, en otras palabras, de una subordinación ontológica, sino
"¡Oh Pan amigo, y demás dioses de este lugar! Dadme la be- meramente psicológica, si podemos decirlo así. Las Ideas, por
lleza interior, y exteriormente que todo lo que poseo esté en !
j
ejemplo, son lo que son por sí mismas y con entera independen-
amistad con lo de dentrov Que considere como rico al sabio, y ¡ cia de su refracción en el mundo sensible; pero si Platón las
que posea yo sólo la riqueza que un hombre sensato pueda tomar persigue y las escruta con tanto afán, no es tanto en la actitud
y llevar consígo; ¿Tenemos algo más que pedir, Fedro? Para del contemplador puro, cuanto para encontrar en ellas el funda-
mí, sin duda; ya he pedido bastante.t'P? mento inconmovible del orden ético-jurídico del hombre y la
1 Con el término. equivalente de "CQOq>TJ ("crianza" en general, pero
108 202 e: ,:o niiv avi:o ctvi:q> !;vv6efüío0w., también "educación") lo declara el mismo Platón al decir que la repúbli-
109 Paideia, p. 573. ca es la educación de los hombres: no1�nía. yo.Q i:QoQ)'IÍ &:v0QÓ>1U.Ov foi;&v.
110 Fedro, 279 b-c, Menex. 238 c.
I 4.41]

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