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el poder

del nuevo
nacimiento
Experimenta la mejor versión de ti mismo
el poder
del nuevo
nacimiento
Experimenta la mejor versión de ti mismo

Federico José Ortega


el poder del nuevo nacimiento
Experimenta la mejor versión de ti mismo
Federico José Ortega
2022

©Federico José Ortega


drfe@hotmail.es

Maquetación: Cynthia Piñón

Todos los derechos reservados. Ninguna parte de esta


publicación puede ser reproducida, almacenada o
transmitida por ningún medio, ya sea electrónico o
impreso, sin el previo permiso por escrito del autor.
A mis nietos:
Daniela (justicia de Dios)
Isaac (hijo de la promesa)
ÍNDICE

Introducción 9
1. Diversas facetas de Jesús 13
2. El nuevo hombre; la poesía de Dios 19
3. El nuevo nacimiento; la metamorfosis divina 25
4. El acceso a la dimensión celestial mediante
el nuevo nacimiento 29
5. Tesoro en vasos de barro. La nueva vida en el Espíritu 29
6. De la infancia a la madurez espiritual 33
7. Los hijos de Dios, adoptados o engendrados 41
8. El anhelo de ser cada vez mejor 45
9. El proceso de renovación de la mente 49
10. La bendición en la nueva vida 53
11. El poder para entrar a una nueva vida 59
12. La revelación para vida 63
13. Experimentar a Dios a través del conocimiento 67
14. La ruta del amor en la nueva creación 71
15. La paz en la nueva vida 75
Epílogo 79
Introducción

U
no de los mayores anhelos del ser humano es
llegar al conocimiento de Dios, obtener certeza
de que realmente existe y tener comunicación
con él; en última instancia desarrollar un compañeris-
mo con él. Lo hace a través de eventos externos, tra-
tando de encontrarlo en la naturaleza, en el universo
e incluso en figuras humanas a las que llama “dioses”.
La búsqueda de Dios ha ocurrido en la mayoría de las
culturas primitivas, así como en las altamente desarro-
lladas, en algunos casos llegando a la conclusión de que
Dios y la naturaleza son lo mismo. Los atenienses de la
época clásica son un claro ejemplo de una sociedad de-
sarrollada que experimentaba un alto grado de religiosi-
dad e intentaron conectarse con Dios, creando infinidad
de dioses. Incluso consideraban que tenían, o al menos
era su ideal, la mente de Dios como lo expresa el propio
nombre de Atenas: mente (nous) de la deidad (theos).
Según el historiador Josefo eran los más religiosos de
todos los griegos. Algunos historiadores consideran que
al menos tenían 2,000 dioses, de ahí la gran cantidad
de estatuas que rodeaban la ciudad que, además, estaba
cubierta de templos y capillas. El apóstol Pablo, en su
segundo viaje misionero, llegó a Atenas a difundir el

9
evangelio, para lo cual fue invitado al areópago, donde
les dijo: “Observo que ustedes son sumamente religiosos en
todo lo que hacen…” 1
Pablo inició su discurso haciendo referencia a una
inscripción en un templo que está dedicado “AL DIOS
NO CONOCIDO”, señalando que es a él a quien anun-
cia. Para distinguirlo de sus deidades, incorporó dos ci-
tas de los filósofos de la época: una que se considera de
Epimínedes, poeta cretense “en él vivimos, y nos movemos,
y somos”; y otra de Arato de la región de Cilicia: “porque
linaje suyo somos…”, dejando claro que la divinidad no es
“semejante a oro, o plata, o piedra, escultura de arte y de ima-
ginación de hombres”, y que él es “El Dios que hizo el mundo
y todas las cosas que en él hay” y es quien “da a todos vida y
aliento y todas las cosas”2.
Sin contar con mucho tiempo, ya que la audiencia se
resistía a escucharlo, Pablo alcanzó a introducir a quien
habría de ser su misión por el resto de su vida: al varón
que Dios levantó de los muertos. Unos meses después, a los
conciudadanos de los atenienses, les enfatizó “Un ídolo
nada es”; en cambio les reiteró que quienes realmente
tienen la “mente de Cristo” eran ellos, los hijos de Dios3.
Si bien, tiempo atrás, Sócrates había definido las cuatro
virtudes (areté) cardinales que debía seguir todo ser huma-
no: Prudencia, Justicia, Fortaleza y Templanza (Hirschber-
ger, J., 1961)4, la realidad era que la sociedad ateniense así
1
Hechos 17:22 NVI.
2
Hechos 17:24–28.
3
1 Co. 8:4; 2:16.
4
Hirschberger, J. (1961) Breve historia de la filosofía. Barcelona. Ed
Herder.

10
como el resto de los habitantes de las ciudades griegas
estaban muy lejos de experimentar estas virtudes.
Bien señala Ibáñez5, retomando a los filósofos clásicos,
que para el hombre, en su búsqueda de la virtud, lo ideal
es que obtenga el resultado que se persigue y no “el que la
naturaleza, la suerte o el azar imponga”. De hecho, un hilo
conductor en este libro es analizar en qué medida el ser
humano puede salir victorioso, experimentando una vida
conforme a sus ideales en lugar de ser determinado por su
propia naturaleza o por las condiciones socioculturales.
En la permanente búsqueda de la perfección hu-
mana, no es coincidencia que tres de los filósofos más
antiguos hayan tratado de definir la virtud. Citando a
Ibáñez, para Sócrates “el hombre no sufrirá ningún daño si
realmente es un hombre como es debido, un practicante de la
virtud”. Para Platón “el bienestar general y armonioso de su
vida y la felicidad deben alcanzarse mediante la práctica de
la virtud”. Para Aristóteles, lo que interesa “es llegar a ser
virtuosos, para lo cual es preciso considerar, en lo que atañe
a las acciones”. Es decir, en los tres se entiende la virtud
como acción o práctica, como señala Hirschberger, la
virtud es más práctica que teoría.
Este libro sostiene la tesis de que no hay manera de
experimentar tal virtud sin la vida nueva que se deriva
de conocer a Cristo. Dios estableció el método (matà
“más allá”, odòs “camino”), para conocerle a él y para
llevar a la práctica la virtud: es en la faz de Jesucristo
donde podemos mirar a Dios6, su gloria, su amor, su

5 Ibañez, N. J. Reseña del concepto ontológico clásico de virtud En:


https://repository.usergioarboleda.edu.co/handle/11232/301
6
2 Co. 4:4.

11
poder y su perfecto plan para la humanidad e intentar
experimentar una vida virtuosa. En otras palabras, todo
el que desee conocer a Dios, debe empezar por conocer
a Jesús, quien se definió a sí mismo como el camino, la
verdad y la vida. Para Pablo no había duda de que Cristo
“es antes de todas las cosas, y todas las cosas en él subsisten”7.
En este texto se pretende expresar una serie de re-
flexiones que sostienen que cuando se analiza el mensa-
je de cristianismo, en comparación con otras creencias,
no se profundiza lo suficiente sobre el papel de la nueva
vida o de la regeneración del ser humano a través de la
impartición de la naturaleza divina. También se sostiene
que el verdadero cristianismo no es una religión, sino
una conexión íntima con Dios mediante el conocimien-
to y comprensión del mensaje de Jesucristo. Se esgrime
que lo mejor que le puede suceder al ser humano es
establecer una relación íntima con Jesucristo y que nada
se puede comparar con conocerle a él. Pablo le llama
“el incomparable valor de conocer a Cristo”, es decir,
todo lo que hay en la tierra, todo lo que el ser humano
alcanza y experimenta en el mundo queda pequeño en
comparación con experimentar la unión con Cristo.

7
Col. 1:17.

12
1
Diversas facetas de Jesús
“La enseñanza de Jesús es
la más bella enseñanza moral
que la humanidad ha recibido.
Cada uno de nosotros, si algo bueno tiene,
se lo debe a Él…
Ernest Renan

Gran parte de los habitantes de la tierra han escuchado


sobre la vida de Jesús y tienen, cuando menos de mane-
ra superficial, una opinión de él. Sin embargo, muy po-
cos han llegado a conocer su vida y el mensaje que dejó
en la Tierra; y menos aún han estudiado el propósito
que buscaba. Otros, a pesar de las evidencias históricas,
niegan su existencia. Por otro lado, para muchos, ningu-
na pregunta es más importante que ésta ¿Quién es Jesús?,
y por lo tanto ninguna respuesta les es más relevante.
Esta interrogante ha sido realizada por miles de per-
sonas en todas partes del mundo, y según la representa-
ción que cada uno se ha formado, ha recibido distintas
respuestas, la mayoría de las cuales sin mucho funda-
mento. Por lo mismo, las perspectivas o puntos de vista
acerca de Jesús abundan en todas partes. Las más popu-
lares son las que lo definen como un filósofo, un revolu-
cionario o simplemente una buena persona.

13
Jesús dedicó gran parte de su vida a develar su ver-
dadera identidad, la cual quedó plasmada en los evan-
gelios y en el resto del nuevo testamento. Según estos
documentos, cada vez con mayor validez histórica, nin-
gún filósofo o fundador de alguna religión se definió
a sí mismo como lo hizo Jesús. Ni Mahoma, fundador
del Islam, ni Buda, fundador del Budismo, siendo los
protagonistas de dos religiones que en conjunto tienen
a miles de millones de seguidores, dijeron que eran dio-
ses –tal como lo hizo Jesús–. Juan, uno de los escritores
de los evangelios, para reconocer el carácter eterno de
Jesús, dijo: “..lo que ha sido desde el principio …esta
vida se manifestó”.8
Un importante grupo de personas que no reconocen
la deidad de Jesús, pero que están de acuerdo en que
fue uno de los mayores líderes morales que han exis-
tido, eventualmente consideran probable su existencia
de acuerdo con lo que la historia registra de su vida.
No obstante, estas mismas personas no pueden explicar
cómo es que habiendo sido un líder excepcional, con la
calidad moral que se le reconoce, se haya autonombrado
Dios o que “era igual a Dios”9, e inexplicablemente que
iba a resucitar en un tiempo claramente determinado
por él mismo.
No se pueden explicar –si en verdad no era Dios–,
y por lo tanto estaba mintiendo con el fin de engañar
a sus seguidores, por qué se atribuía a sí mismo una
naturaleza divina. Tampoco se logra entender, si efecti-
vamente era un mentiroso, en este caso, patológico, por
8
1 Juan 1:1–2.
9
Juan 10:33 RVA.

14
qué razón se le considera uno de los grandes hombres
que han existido. Si durante toda su vida pública estuvo
mintiendo y engañando a sus simpatizantes y seguido-
res; entonces, en lugar de considerarse una buena per-
sona, no se le puede considerar igual a Dios, sino más
bien un charlatán.
No obstante, por la influencia que en su momento
tuvo, al igual que sus seguidores, y el impacto del cristia-
nismo en la historia y en la sociedad actual, muy pocos
le llamarían farsante.
Para que sus seguidores, lo mismo que sus detracto-
res, no tuvieran dudas de quién era, él mismo no sólo
dijo que sí era Dios, sino que se designa atributos que
anteriormente sólo se le habían reconocido a Dios. Él
dijo de sí mismo:
• Que él era la verdad10, siendo que el ser hu-
mano no le atribuye esta propiedad a nada ni
a nadie.
• Que tenía todo el poder y la autoridad no sólo
en la tierra, sino también en el cielo11.
• Que era la resurrección12; es decir, que no sólo
él iba a resucitar, sino también que iba a hacer
que sus seguidores resucitaran.
• Que haría que los que creyeran en él recibieran
el Espíritu de Dios13.

10
Juan 14:6 RV.
11
Mateo 28:18 LBLA.
12
Juan 11:25 RVR.
13
Juan 7:38,39 RV.

15
• Que era eterno y que sus seguidores, al igual
que él, serían eternos14.
• Lo más sorprendente y que más enfureció a la
clase religiosa de su tiempo: que podía perdo-
nar pecados15.
De todo esto, el mismo Jesús puso como testigos a
Dios mismo, a los libros de la Biblia que empezaron a
anunciar estas características de él, al menos mil años
antes de que naciera, y a las actividades que estaba rea-
lizando y que ningún hombre había hecho antes; accio-
nes tales como hacer que los ciegos recobraran la vista,
que los mudos hablaran y que los muertos resucitaran16.
Más adelante, también sus discípulos dirían de él:
• Que era la luz verdadera17.
• Que todo el Universo existe por él18.
• Que él era la Razón de todo cuanto existe, es
decir el Logos19.
• Que él está sentado con Dios, reinando20.

14
Juan 11:25; Juan 5:24.
15
Marcos 2:7.
16
Juan 5:36–47.
17
Juan 8:12, Juan 1:9.
18
Hebreos 1:3; Colosenses 1:17.
19
1 Juan 1:1 RV Strong´s 3056 La causa de la vida de todo el
mundo. https://www.blueletterbible.org/lang/lexicon/lexicon.
cfm?Strongs=G3056&t=KJV
20
1 Pedro 3:22; Efesios 1:20–22.

16
• Que todo fue creado por él21.
• Que puede hacer que una persona tenga una
nueva vida22.
• Que es la representación exacta de Dios, de su
substancia23.
• Que su naturaleza es eterna24.
En conclusión, la alternativa de que Jesús era tan sólo
una buena persona tiene menos sustento que conside-
rarlo un mentiroso. La otra alternativa es considerarlo
como él mismo se definió: el Dios verdadero.

21
Colosenses 1:16.
22
1 Juan 5:1, 18; 1 Pedro 1:3, 23–25.
23
Hebreos 1:3 BLA; Colosenses 1:17; 2:9 RVA.
24
Juan 1:1–2 RVA.

17
2
El nuevo hombre; la poesía de Dios
“Mirad cuán gran amor nos ha otorgado el Padre,
para que seamos llamados hijos de Dios”
1 Jn. 3:1

La importancia de que el ser humano “nazca de nuevo”


fue una de las principales enseñanzas de Jesús. La pri-
mera persona a quien le mostró que habría de “nacer
de nuevo” fue a un miembro prominente de la religión
vigente. Cuando Jesús le habló de la regeneración o re-
creación del hombre, a éste le pareció imposible; simple-
mente le contestó que “no se puede entrar en el vientre
de la madre y nacer otra vez…”. Pero Jesús le dijo, “si
no naces de nuevo, no puedes entrar en el reino de los
cielos…25”.
Para muchos, el término “nacer de nuevo” no tiene
más significado que un rito religioso. Se le considera
un recurso de las agrupaciones religiosas o de las sectas
para allegarse de miembros. Sin embargo, el nuevo na-
cimiento es el mensaje primigenio, ya que lleva no sólo
a conectar al ser humano con Dios, sino que marca el
inicio de un proceso de regeneración.
La tesis de que las personas han de experimentar
un nacimiento espiritual, además del natural, tiene
25
Juan 3: 3–4.

19
su explicación a partir de un evento que para algunos es
sólo un mito: “la caída del hombre”. Según esta creen-
cia, la naturaleza espiritual del ser humano –habiendo
sido creado a imagen y semejanza de Dios–, sufrió un
cambio drástico como consecuencia de haberse separa-
do de Dios a causa del pecado. A partir de ese momen-
to, la maldad inundó toda la tierra y con ello el egoísmo,
las rivalidades, los odios, así como la desigualdad, las
guerras, la discriminación, la pobreza, el racismo. En
esta perspectiva, la única manera de que el ser humano,
y con ello la creación, regrese a su condición original, a
su relación y amistad con Dios, y a su lugar y posición
en la creación, es a través del nuevo nacimiento.
El nuevo nacimiento es el hecho o el acto mediante el
cual el hombre separado de Dios, regresa, no sólo a una
relación íntima o de comunión con él, sino a la semejanza
de Dios26, por lo tanto, a su esencia, a la imagen de Dios.
La conformación del individuo a la imagen o semejanza
de Dios inicia en el espíritu cuando se decide creer en
Jesús y en su mensaje que lo presenta como Hijo de Dios,
y culmina hasta que el hombre llega a estar con Dios.
Quizá no se logre comprender en toda su plenitud
por su alcance y belleza, la magnitud y relevancia de este
acontecimiento, pero hay una frase que explica que el
ser humano nacido de nuevo es por excelencia la obra
de arte de Dios: “Somos hechura de Dios creados en
Cristo Jesús27”. La palabra hechura es la palabra “poe-
ma” en griego (poiema). La persona nacida de nuevo
mediante Cristo es un poema de Dios que tiene ritmo,
26
Génesis 1:27 TLA.
27
Efesios 2:10.

20
rima y un mensaje de la vida que está en él. Nacer de
nuevo es que la vida misma de Dios se exprese en el ser
humano.
Nacer de nuevo, ser engendrado de nuevo por Dios,
implica la transformación de la vieja especie en un
nuevo ser, en una “nueva criatura” o en una “nueva
creación”.

“El que está en Cristo, nueva criatura es,


las cosas viejas pasaron, todas son hechas nuevas28”.

El nuevo nacimiento es la plataforma por excelen-


cia para establecer una alianza, una relación con Dios.
Los ritos y ciertas ceremonias religiosas, así como per-
tenecer a una clase social, etnia o grupo religioso, no
tienen ningún significado para restaurar la comunión
con Dios. Esto ocurre cuando realmente se lleva a cabo
la nueva creación, la cual es posible sólo mediante el
nuevo nacimiento.
El evento del nuevo nacimiento es el suceso por ex-
celencia, no sólo para recibir la salvación, sino para ver
(entender), y entrar en el Reino de Dios. Nacer de nue-
vo es recibir la vida nueva, la vida en abundancia de la
que habló Jesús29.
Nacer de nuevo implica que la naturaleza de Dios
en el ser humano recree su antigua naturaleza. Antes
de que Jesús viniera, el nuevo nacimiento se ejemplifica
28
2ª Corintios 5:17 RVA.
29
Juan 10:10.

21
como la acción en la que Dios le da al hombre un cora-
zón nuevo. Sin embargo, ni el pertenecer a un pueblo
con la manifestación del plan y las obras de Dios, ni el
cumplimiento de una serie de observancias y ritos, lo-
gran formar una identidad de hijo de Dios. Por esta ra-
zón, desde los primeros mensajes, Dios dice que habría
de dar un “corazón nuevo”. Este nuevo “corazón” daría
la facultad de comprender el mensaje directamente de
Dios y le permitiría conocerle y así seguirle y llegar a ser
parte de él. Dios les dice que les dará un corazón nuevo
para que le conozcan, para que sean su pueblo, para ser
el Dios de los que se vuelven a él de todo su corazón30.
Aunque el nuevo nacimiento es un acto instantáneo
en el cual el Espíritu de Dios viene al ser humano en
el momento en que se decide creer en Jesús y lo reci-
be como su Dios y Señor; ni la mente, ni el comporta-
miento, son transformados automáticamente, sino que
todavía habrán de pasar por una renovación que permi-
ta “llegar al conocimiento pleno”. Este proceso de re-
novación implica revisar las diversas concepciones que
se tienen sobre la vida y sobre la naturaleza humana y
empezar a reflexionar sobre qué significa “revestirse del
hombre nuevo”31.
Si bien, el nuevo nacimiento conlleva ser engendra-
do por Dios y por lo tanto, una nueva naturaleza, esto
no siempre se refleja en un cambio automático de con-
ducta o de comprensión de la dimensión espiritual y
sus principios. Más bien es un proceso en el que el in-
dividuo, aunque en el espíritu está unido a Dios, con
30
Ezequiel 36:26; Jeremías 24:7.
31
Efesios 4:13; 4:24 RVA 1995; 3:16 RVR1960.

22
la naturaleza humana tiende a actuar conforme a sus
hábitos y comportamientos propios del ser humano que
no conoce a Dios. De hecho, una persona que experi-
menta el nuevo nacimiento, frecuentemente pasa por
una desilusión debido a la brecha que percibe entre la
“nueva naturaleza” y su realidad cotidiana. Esto se debe
a que aún no entiende del todo las implicaciones del
nuevo nacimiento.
Algunos de los temas que el ser humano tendrá que
comprender es que la consecuencia principal del nuevo
nacimiento es que coloca a la persona en una posición
y en un entendimiento nunca antes imaginado y que le
trae un cambio de naturaleza, y entre otros resultados,
es que le proporciona un corazón nuevo, le permite re-
cibir la adopción de hijo de Dios, le lleva a renovar la
mente, le justifica delante de Dios, le concede el poder
para cambiar y, lo más importante, lo posiciona para
cumplir su propósito en unidad con el propósito eterno
de Dios.

23
3
El nuevo nacimiento;
la metamorfosis divina
…vamos transformándonos en su imagen misma,
porque cada vez tenemos más de su gloria
2 Co. 3:18 DHH

El nuevo nacimiento es un evento instantáneo que suce-


de cuando una persona se da cuenta de que, por cuanto
tiene una naturaleza que lo separa de Dios, está apartado
de él y que por tanto necesita restablecer su relación con
Dios mediante una vida nueva. Ese encuentro con Dios
y su palabra genera la transformación o metamorfosis
(metamorphoo, strong G3339). Como la pequeña crisá-
lida, que se convierte en mariposa mediante el proceso
de metamorfosis, el ser humano se transforma en un
nuevo ser al encontrarse con Cristo32.
Un líder de los fariseos, en una entrevista que sostuvo
con Jesús, a pesar de que reconoció que “venía de Dios”,
no entendió la esencia de su mensaje, esto es, que tenía
que nacer de nuevo. Jesús aprovechó para presentarle
el atributo principal del evangelio: la vida nueva. No es
suficiente “saber”, “entender” o “creer” que Jesús viene
de Dios; el corazón del evangelio es nacer de nuevo. Con
esto, es posible, en primer lugar, poder “ver” el reino, es
32
2 Corintios. 3:18; Marcos 9:2 RV.

25
decir, entender que existe otra dimensión, la dimensión
celestial o espiritual, más allá de la que perciben nues-
tros sentidos; y en segundo, “entrar” al reino, es decir,
comprender, vivir y recibir los derechos legales de estar
o ser parte del reino33.

Pues han nacido de nuevo, pero no a una vida que pronto se


acabará. Su nueva vida durará para siempre, porque proviene
de la eterna y viviente palabra de Dios.
1 Pedro 1:23 NTV

Si esto es así –que efectivamente se debe y por lo tan-


to se puede nacer de nuevo–, es posible afirmar que ac-
tualmente hay personas que ya “nacieron de nuevo” y
otras que no. Tal como se dijo: “Todos nacen de padres
humanos; pero los hijos de Dios sólo nacen del Espíri-
tu”34, queriendo decir con esto, que hay dos nacimien-
tos: uno natural o biológico, y otro espiritual, producto
de creer en Jesús y en su mensaje de re–generación.

“Pues todos sois hijos de Dios mediante la fe en Cristo Jesús”.


Ga. 3:26

33
Juan 3:1–12.
34
Juan. 3:6 (TLA).

26
Esto sólo es posible si se acepta conscientemente que
fue necesario que Cristo muriera en la cruz y pagara por
una salvación personal. Una vez que se entiende esto y
se confiesa con sus propias palabras que necesita a Jesús
como salvador y lo declara Dios y Señor, se afirma que
esta persona ha nacido de nuevo.

Estamos equipados por quien está en nosotros.


T. D. Jakes

27
4
El acceso a la dimensión celestial
mediante el nuevo nacimiento

Las cosas secretas pertenecen al SEÑOR nuestro Dios,


más las cosas reveladas nos pertenecen a nosotros
y a nuestros hijos para siempre… Dt: 29:29 LBLA

En el momento en que una persona adquiere la nueva


vida otorgada por Cristo, recibe lo que se conoce como
la Promesa del Padre, es decir, al Espíritu Santo. No se
refiere a experimentar cierto éxtasis o a tener experien-
cias paranormales. En su mayoría, no va acompañado
de manifestaciones inusuales, como escalofríos, visiones
o cualquier otra experiencia de los sentidos. Sin embar-
go, aunque el nacido de nuevo no lo perciba, la vida
nueva, la simiente de Dios, la unción de Dios, una parte
de su naturaleza es depositada en él.
Aunque el evento pase desapercibido por los senti-
dos, la evidencia de la presencia de Dios y su Espíritu, es
que se desarrolla un nuevo sentido o “inteligencia espi-
ritual35”, una capacidad para comprender la dimensión
espiritual y con esto, el mensaje y los propósitos de Dios
para la raza humana y, de manera única, una nueva cla-
se de información para la persona que experimenta el
nuevo nacimiento.
35
Colosenses 1:9 RVR.
29
Con las herramientas de la mente natural el hombre
no puede entender el plan de Dios. Es como poner “un
remiendo de tela nueva en un vestido viejo36. El hoyo
de la abertura se hace cada vez más grande hasta que se
llega a un punto en el que los razonamientos humanos
se alejan completamente de la verdad y empieza a crear y
creer su propia historia. Intentar comprender lo “espiri-
tual” es una locura para el ser humano, pues “Dios es tan
sabio que no permitió que la gente de este mundo lo co-
nociera mediante el conocimiento humano”. Para creer
el mensaje que Dios tiene para los hombres, se espera
que suene “razonable e inteligente37”. Sin embargo, para
la mente humana, este mensaje en lugar de parecer sen-
sato, se considera una estupidez; es, para lo que mucha
gente supone “un mensaje que parece una tontería”38.
Es imprescindible que el ser humano nazca de nuevo
para que pueda entender el plan de Dios. Algunos tra-
tan de comprender el curso de la historia divina y asimi-
lar el plan de Dios, llevando una vida piadosa, sin la ex-
periencia del nuevo nacimiento, lo cual también resulta
infructuoso. El escritor de Eclesiastés dice que “Dios ha
puesto la eternidad en sus corazones; sin embargo, el
hombre no descubre la obra que Dios ha hecho desde el
principio hasta el fin39”.
Es mediante la Palabra de Dios y el interés por su
mensaje, lo que hace que los hombres entiendan el
plan de Dios. En su época, Jesús les dijo a los judíos
36
Marcos 2:21,22.
37
1 Corintios 1:21, 22 TLA.
38
1 Corintios 1: 21.
39
Eclesiastés 3:11.

30
“… a Moisés y a los profetas tienen; óiganlos”, pero a
las personas de esta época les dice: que si bien, en otro
tiempo habló Dios a través de los profetas “...ahora nos
ha hablado por el Hijo”. El dilema está, como se detalló
anteriormente, que para el no nacido de nuevo, con las
herramientas propias de la mente natural, el mensaje
de Dios no se puede entender. Este texto es una invita-
ción para dar ese paso que permitirá salir del círculo de
ignorancia propio de la vida natural, a la revelación de
la vida espiritual.
Los milagros o manifestaciones celestiales son un me-
dio para que el hombre pueda asomarse a lo celestial; tal
vez un mensaje de la Biblia más “racional” haría que el
hombre creyera más fácilmente. Sin embargo, nada de
ello sustituye la importancia de que el hombre tenga vo-
luntad y deseo de recibir de Dios, reconociendo su natu-
raleza falible y su anhelo por nacer de nuevo. Aceptar el
nuevo nacimiento es admitir que el Espíritu enseña una
verdad a la que humanamente no se tiene acceso. Hay
un mensaje que Dios da a conocer, pero sólo a través de
su Espíritu40.
El que tiene el Espíritu de Dios puede entender las
cosas reveladas. Cosas que difícilmente se pueden en-
tender con las herramientas de la mente natural. Una
versión de la escritura dice “Dios ha preparado para los que
lo aman cosas que nadie ha visto ni oído, y ni siquiera pensa-
do” (1 Co. 2:9 DHH). Enterarse de que Dios ha prepa-
rado cosas tan maravillosas para el ser humano es una
buena noticia, es como saber que alguien tiene un gran
regalo, pero sin saber de qué se trata o qué contiene. Sin
40
1 Corintios 2:10 (TLA).

31
embargo, la buena noticia no queda ahí. Cuando el ser
humano nace de nuevo, puede ver, a través del Espíritu
de Dios, que ahora es parte de él, y que puede acceder a
esa información: “Pero Dios nos las reveló a nosotros por el
Espíritu; porque el Espíritu todo lo escudriña, aun lo profundo
de Dios41.
Con el nuevo nacimiento se abre una puerta a los
misterios de Dios. Lo celestial no parece tan ajeno y el
mensaje de Dios empieza a comprenderse como bueno
y agradable y todo comienza a tener sentido. El nue-
vo nacimiento proporciona el poder para recibir lo que
realmente es importante en la vida y equipa para que el
ser humano alcance su plenitud y logre lo que no puede
hacer en sus propias fuerzas. Las palabras de Jesús co-
bran sentido “al que cree todo le es posible”, “las cosas
que yo hago él las hará y aún mayores” y poco a poco em-
pieza a comprenderse lo que significa vivir en la fe. Una
vez que se nace de nuevo se adquiere una posición que
conecta con lo asombroso y con un poder ilimitado.

41
1 Corintios 2:10 (RV).

32
5
Tesoro en vasos de barro.
La nueva vida en el Espíritu
El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu
de que somos hijos de Dios. Ro. 8:16

El Espíritu Santo no es un invento de los primeros cris-


tianos. Su existencia está definida desde la creación del
mundo y del propio hombre. Fue y está siendo impartido
a distintos hombres de Dios. Pero también, en el magnífi-
co plan de Dios, fue anunciado para toda la humanidad
a través de los profetas como consecuencia del rescate del
hombre por Dios y para Dios, a través de Jesucristo.
Si bien se anunció, primero mediante el profeta Joel
y ratificado posteriormente por Pedro, que se impartiría
a toda la raza humana “… en los últimos días, dice Dios,
derramaré mi Espíritu sobre toda la humanidad...” no
todos habrían de creer este mensaje42. Jesús notificó a
los discípulos que era necesario que él se fuera para que
el Espíritu Santo pudiera venir a la tierra. A partir de
su resurrección, todo habría de ser diferente en la tie-
rra. Ahora a Jesús, quien ha recuperado el Reino que
se había perdido43, se atribuye la función de bautizar en
el Espíritu Santo, de llenar a los creyentes de lo que Él
llamó ríos de agua viva44.
42
Joel 2:28 Hechos 2:17.
43
Lucas 19:10.
44
Juan 7:38.

33
El Espíritu Santo es dado para recibir la capacidad
de amar –ya que el amor de Dios es derramado en el
corazón del hombre cuando éste es recibido–; para co-
nocer los misterios de Dios; guiar a toda verdad; recibir
consuelo y compañía, poder para permanecer en Dios y
para recibir orientación45. Al recibir al Espíritu Santo, el
hombre no pierde su libre albedrío ni se vuelve un autó-
mata, sino que ahora, en una hermosa armonía y comu-
nión, colabora e interviene para que el creyente camine
conforme a la nueva dimensión que se le ha conferido
y viva de acuerdo al nuevo estatus que se le ha dado: ser
miembro de la familia de Dios.
El Espíritu Santo es considerado el tesoro de Dios,
mientras que los humanos, que, al ser el depósito de
éste, son los “vasos de barro” que lo contienen. John Pi-
per hace una hermosa alegoría al respecto: el ser huma-
no es la vasija de barro en la cual se deposita un fuego,
el cual ilumina la casa por las cuarteaduras. También es
la estrategia de Dios para que el creyente, mediante la
acción del Espíritu, sea renovado, regenerado46, trans-
formado47, santificado48.
El Espíritu Santo es el instrumento de Dios para co-
municarse con los hombres, en especial con sus hijos.
Jesús dijo que el Espíritu Santo les enseñaría a los cre-
yentes todas las cosas. Cuatro siglos antes de la llegada
de Jesús, Dios dijo que el Espíritu Santo enseñaría a
45
2 Timoteo 1:7; Romanos 5:5; Juan 16:13; Juan 16:16; Romanos
8:14.
46
Tito 3:5.
47
2 Corintios 3:18.
48
Romanos 15:16.

34
los hijos. ¿Qué cosas enseñaría? Se dice que el hombre
recibe el Espíritu que proviene de Dios para que sepa lo
que Dios le ha concedido49. ¿Qué le ha concedido? No
es posible cuantificar, ni determinar todo lo que Dios le
ha concedido al hombre nacido de nuevo, ni aún con la
revelación que trae el nuevo nacimiento; sin embargo,
hay algunas cosas que, con el Espíritu Santo, el creyente
sabe que Dios le ha concedido: una vida nueva, la adop-
ción que lo establece como hijo de Dios, las promesas
de Dios, la restauración de la bendición, en síntesis, es
la misma herencia que le fue dada a Jesús.
El Espíritu Santo es también la unción de Dios en
y sobre el hombre. La unción de Dios es para todo el
que ha nacido de nuevo, no sólo para ciertos hombres
escogidos. La unción proporciona la habilidad para te-
ner grandes sueños a la vez que otorga el poder para al-
canzarlos. Esta unción propicia que el nacido de nuevo
planee su vida con base en la habilidad de Dios que ya
está en él.

¡Dios está en ti ahora mismo!


Estás rodeado de amor infinito, poder infinito,
oportunidades valiosas y potencialidad ilimitada.
Cindy Trimm

49
1 Co. 2:12.

35
6
De la infancia a la madurez espiritual
“Déjame sólo hacer recta mi vida y sencilla,
como una flauta de caña, para que tú la llenes de música”
Rabrindanath Tagore

La cosmogonía bíblica sitúa al hombre en una relación


íntima con Dios en el jardín del Edén. En ese escenario,
Dios “descendía” a tener comunión con el hombre y la
mujer. Esa relación habría de ser bruscamente interrum-
pida cuando el hombre desobedece a Dios comiendo
del árbol del conocimiento del bien y del mal. Esto trae
como consecuencia no sólo una separación entre Dios y
el hombre, prefigurada mediante la expulsión del Edén
y la figura de un ángel con una espada flamígera que
impide su retorno, sino también la pérdida de una natu-
raleza semejante a la de Dios.
Para establecer comunicación con Dios –en este caso
reestablecer–, las distintas sociedades crean complejas
estructuras religiosas que pretenden mediar entre Dios
y el hombre sin mucho éxito. Lo que Dios estableció
para recuperar la relación con él fue, inicialmente, la
presencia de Jesús en la Tierra. Poco a poco, mientras es-
taba en la Tierra, Jesús enseña lo que a los escritores an-
tiguos se les mostró: que la única manera de relacionarse
con Dios es a través del nuevo nacimiento. Mediante

37
diversos símbolos y metáforas, los hombres cercanos a
Dios daban el mensaje de que el hombre habrá de recu-
perar la naturaleza que Dios le otorgó cuando lo creó,
una naturaleza a la imagen de Dios. Pero también, me-
diante mensajes muy claros se anticipaba que venía la
re–creación del hombre. Es el caso del siguiente pasaje:
“Yo les quitaré ese corazón duro como la piedra, y les daré un
nuevo corazón y un nuevo espíritu” 50.
El nuevo nacimiento es posible gracias a que Jesús
pagó el precio para rescatar a la humanidad51. Sabien-
do y creyendo en esto, sólo falta reconocer que Jesús
es el Cristo, es el Hijo de Dios enviado a la Tierra, ya
que: “Todo aquel que cree que Jesús es el Cristo, es nacido de
Dios…” 52.
Aceptar que Cristo es el Hijo de Dios, es el medio
que Dios utiliza para que el hombre pase a ser parte de
la familia de Dios, y con ello su espíritu es recreado ante
los ojos de Dios. Pero para la mente del ser humano,
entender y reconocer este hecho, puede ser un proceso
largo porque contrasta con la realidad cotidiana. Esto
significa que cada día, aún el hombre nacido de nuevo
lucha con los hábitos y los esquemas de actuación im-
plantados por años, incluyendo los modelos mentales
propios de la naturaleza humana. Por eso la escritura
insiste: vivan por el Espíritu, sean guiados por el Espíri-
tu53, a la vez que reconoce que la naturaleza del hombre
desea lo que es contrario al Espíritu.
50
Ezequiel 11:19 DHH.
51
Ap 5:9 1 Co 6:20.
52
1 Juan 5:1.
53
Gálatas 5:16.

38
En este sentido, es claro que, en la naturaleza cognos-
citiva y emocional del hombre nacido de nuevo, están
aún presentes cosmovisiones y representaciones que in-
terpretan la realidad individual y social de la manera
culturalmente arraigada y esto es natural; pero conforme
se adentra en el mensaje de Dios, esas representaciones
cada día son transformadas para responder al mensaje
de Dios para la humanidad. El individualismo, el egoís-
mo, la avaricia, el desconocimiento de la naturaleza de
Dios, todavía pueden ser parte de una persona nacida
de nuevo. De hecho, esta etapa se equipara a la de un
“niño recién nacido”54. Esta parte intelectual y afectiva,
no va a ser anulada o cancelada, sino que ha de ser re-
novada, lo cual implica tener una nueva interpretación
y comprensión de la vida, acorde a los pensamientos de
Dios. Es decir, es necesario un proceso de aprendizaje
constante que lleve al individuo a ser experto en los pla-
nes y propósitos de Dios para él y para la humanidad,
de otra manera se estará expuesto a permanecer toda la
vida en un estado de infancia espiritual. Este proceso
de aprendizaje continuo es equivalente a alimentar el
espíritu para que crezca y se desarrolle. Se habla en la Bi-
blia de pasar de la infancia a la vida adulta, de madurar
nutriéndose de la palabra de verdad55.
El ser humano puede conocer a Dios y a su gloria a
través del conocimiento de Jesucristo. Todas las versio-
nes tergiversadas sobre la naturaleza de Dios son remo-
vidas una vez que la persona ve a Jesús. Él dijo “el que
me ha visto a mí, ha visto al Padre”. Dios resplandece en
54
1 Pedro 2:2.
55
1 Timoteo 4:5.

39
el corazón del nuevo creyente para que, en el rostro de
Jesucristo, sea revelada su naturaleza. Es decir, conocien-
do a Cristo se conoce la naturaleza de Dios.
“Porque el mismo Dios que mandó que la luz brotara de
la oscuridad, es el que ha hecho brotar su luz en nuestro
corazón, para que podamos iluminar a otros, dándoles
a conocer la gloria de Dios que brilla en la cara de Jesu-
cristo” 2 Co. 4:6. DHH.
Ver a Jesucristo, no sólo al hombre que caminó en la
Tierra, sino al Hijo eterno que vive para siempre, que
está sentado a la diestra de Dios, y que a la vez es la
luz que mora en los que nacen de nuevo, puede resul-
tar para algunos un proceso largo y complejo. Cuando
la persona nacida de nuevo entiende que ahora Cris-
to mora en él, va comprendiendo que la naturaleza de
Cristo, su voluntad, su carácter y su amor se van for-
mando en él. En la medida en que está en contacto con
Dios; en que la meditación en su Palabra son parte de
su vida cotidiana, va pasando de un comportamiento
egoísta donde importan poco las consecuencias de esa
conducta para él mismo, para su comunidad y la socie-
dad en general, a la comprensión y manifestación de los
propósitos y voluntad del Cristo que cada día se forma
en el nuevo creyente.

40
7
Los hijos de Dios,
adoptados o engendrados
Mas a todos los que le recibieron,
a los que creen en su nombre,
les dio potestad de ser hechos hijos de Dios. Jn. 1:12

Pocas culturas, si no es que ninguna, desarrolló por com-


pleto el concepto de dios, como el de un padre. La mayo-
ría de los dioses que imaginó el hombre fueron entidades
vengativas que, desde su propia concepción, necesitaban
de sacrificios, algunas veces de seres humanos, para no ma-
nifestar su ira o para mantenerse con vida.
Únicamente el Dios de Jesús se muestra como el
Padre de la raza humana. Ni en el mismo judaísmo se
manifiesta Dios como Padre. En cambio, Jesús, en las
distintas ocasiones presenta a Dios como un Padre. El
carácter del Padre que muestra Jesús dista mucho del
dios rencoroso y cruel. Basta leer algunas enseñanzas
para ver su personalidad amorosa, con un buen plan
para sus hijos.
Lo relevante del mensaje de Jesús es que cuando el ser
humano experimenta el nacimiento espiritual se lleva a
cabo la adopción legal por parte de Dios como sus hijos.
Además, una vez obtenida la posición de hijo, automá-
ticamente se adquieren los derechos que acompañan a
esta condición como es la de heredero, de formar parte

41
de una familia e incluso ser participante de su naturale-
za, por así decirlo, genética.
Cuando el ser humano nace de nuevo, desde ese mo-
mento en adelante, la relación entre el hombre y Dios
ya no es entre dos desconocidos. A Dios ya no se le per-
cibe como un déspota opresor, sino como un Padre que
dialoga, que enseña, que llama, que anhela el crecimien-
to de sus hijos, que desea su madurez y que busca que
reciban su herencia y sean capaces de administrarla. El
estudio y la revelación de la Palabra de Dios son impor-
tantes para que se comprendan y reciban los derechos,
beneficios y obligaciones que de ahí se derivan. En una
casa puede haber sirvientes; en un negocio, empleados;
en la creación, criaturas; pero sólo en la familia hay hi-
jos, los cuales cuentan con los derechos que esto impli-
ca. Si se es hijo, también se es heredero.
Una parte de la misión de Jesús en la Tierra fue mos-
trar a Dios como su propio Padre y como el Padre de los
creyentes. Jesús se encargó de enseñar a los discípulos
que ellos y después todos los que creyeron en Él, llama-
ran a Dios Padre, puesto que ya “recibieron el poder de ser
hechos hijos de Dios”56. Es interesante notar que el Espí-
ritu que el creyente recibe, no es un espíritu que trae
esclavitud y temor, sino es uno que capta la dimensión
de la adopción y le permite llamar a Dios “papá” o “pa-
pito” (abba)57. Jesús les dijo: cuando platiquen con Él,
díganle: Padre Nuestro…
Se considera que la adopción de parte de Dios como
hijos es un proceso legal, ya que se pagó un precio, se
56
Juan 1:12.
57
Romanos 1:15.

42
estableció un juicio y se elaboró un testamento. Se pagó
un precio, ya que Jesús cubrió con su muerte el costo de
recuperar la creación que se había perdido; se estable-
ció un juicio, ya que fue juzgado y despojado al que se
consideraba dueño de la humanidad, y se estableció un
testamento que define una herencia que fue otorgada a
los hijos mediante un juramento58.
Sin embargo, formar parte de la familia de Dios me-
diante la adopción no es lo único que se deriva a partir
del nuevo nacimiento. Ser “hecho hijo de Dios”59, impli-
ca también recibir el genoma (ginomai: strong G1096)
de Dios. Ser nacido de Dios es ser procreado por Dios
(gennao: strong G1080)60. Ser hecho hijo de Dios, sig-
nifica también ser “engendrado” por Dios para “ser” su
hijo. En este nacimiento no tiene que ver la naturaleza
humana61, más bien implica nacer del Espíritu62. Dios
hizo que los creyentes nacieran o fueran engendrados
por su Palabra de verdad, para que fueran los primeros
frutos de sus criaturas63. Los hijos de Dios son las perso-
nas que Dios ha vuelto a re–crear para que sean como
Él64. Por esta misma razón, no extraña leer en las escritu-
ras que los hijos de Dios tienen un gen de la naturaleza
divina65.
58
Hebreos 6:13–17.
59
Juan 1:12.
60
1 Juan 3:9.
61
Juan 1:13.
62
Juan 3:5.
63
Santiago 1:18.
64
Efesios 4:24 TLA.
65
1 Pedro 1:4.

43
8
El anhelo de ser cada vez mejor
Dios da el crecimiento…
1 Co. 3:6,7; Col. 2:19; Ef. 4:16.

En el corazón de todo hombre existe la voluntad de ser


cada vez mejor, de ser una mejor persona o incluso ser
otra persona. Dios manifiesta también su interés de que
el hombre esté en constante proceso de crecimiento e
invita al constante crecimiento al apuntar: “esforcémonos
por crecer en todo”66.
En la película llamada “Agente internacional” se da
un diálogo entre el viejo policía Colonel Wexler (Armin
Mueller–Stahl) y un joven agente, Louis Salinger (Clive
Owen), cuando este último descubre que el viejo policía
es parte de una red de corrupción. A manera de justifi-
cación el viejo policía le dice:
– Estaba destinado a convertirme en un hombre
parecido a usted: honesto, determinado, con propósi-
tos, pero es muy difícil recuperar el carácter.
Y continúa:
– No podemos controlar las cosas que la vida
nos hace, las hace antes de darnos cuenta, y
cuando está hecho, nos obliga a continuar,
66
(Ef. 4:15 BLPH).

45
hasta que todo se interpone para evitar que seas el
hombre que querías ser.
El joven agente le contesta:
– No, hay opciones en la vida, y usted tomó la suya.
Sin embargo, el viejo policía insiste:
– A veces encuentras el destino en el camino que
tomas para evitarlo.
El deseo de ser honesto, determinado, con propósitos, tal
como este personaje, es la aspiración de todo hombre,
de otra manera no existe explicación, de por qué los
grandes delincuentes, siendo lo que son, tienen com-
portamientos bondadosos en algunos casos, donando
parte de su fortuna para escuelas y obras de beneficen-
cia. Sin embargo, algo se interpone entre la persona que se
anhela ser y la que realmente es.
Las circunstancias, el llamado sistema, incluso la fa-
milia, juegan un papel determinante en el desarrollo
del potencial que todo ser humano posee. De la mis-
ma forma, no se puede negar la influencia que la edu-
cación y el apoyo de la comunidad desempeñan para
que las personas desarrollen sus habilidades y con ello
cuenten con más herramientas para alcanzar sus obje-
tivos. Sin embargo, la apuesta divina es que no impor-
ta cuántas sean las presiones, cuál sea la situación, cuál
sea el contexto, hay un poder en el nacido (gennao)
de Dios que puede sobrepasar cualquier circunstancia
para convertirse en la persona que Dios diseñó o pla-
neó que fuera67.
67
1 Juan 5:4.

46
Entonces, ¿por qué muy pocas personas alcanzan su
propósito o por lo menos logran vencer las circunstan-
cias actuales para llevar una vida más feliz y más satisfac-
toria? Lo más seguro es porque no conocen a plenitud
el mensaje de Dios o tienen una idea distorsionada del
plan de Dios para sus vidas. Tal vez piensan que el de-
seo de Dios es que sufran, que se aflijan, ya que de esta
manera es como logran agradar a Dios. Se da el caso de
personas que piensan que las enfermedades las manda
Dios para disciplinarlos. En contraste, el mensaje de la
Biblia dice que Dios ama el desarrollo pleno del ser hu-
mano, la prosperidad, el bienestar. Cuando Dios intro-
duce lo que sería el pacto definitivo con la humanidad,
al que llama pacto eterno y que estaría basado en la obra
de Jesucristo, indica que no se cansará de hacer bien al
hombre68. Esto concuerda con sus afirmaciones de que
tiene planes para el bienestar del ser humano69, lo cual
confirma la aseveración de que su voluntad es buena, es
agradable y es perfecta70.
A pesar de que el nuevo nacimiento proporciona,
mediante la vida del Espíritu de Dios en el ser humano,
una nueva naturaleza, todavía hace falta un proceso de
crecimiento. Incluso los autores de las cartas, que ahora
forman gran parte del nuevo testamento, reconocían que
continuaban en un crecimiento continuo: “…No quiero
decir que ya lo haya conseguido todo, ni que ya sea perfecto;
pero sigo adelante…71”.
68
Jeremías 32:40 RVR 1995.
69
Jeremías 29:11.
70
Romanos 12:2.
71
Filipenses 3.12.

47
Por consiguiente, al mencionar que hay personas que
razonan como niños y que por lo tanto sólo pueden
alimentarse de comida para bebés, y de otros que ya son
adultos en cuanto a su manera de pensar, se da a enten-
der de que hay etapas en la comprensión del mensaje de
Dios. Cuando se presentó un conflicto entre creyentes
que mantenían un comportamiento aún más bajo que
el de los propios incrédulos, el autor les dice median-
te carta que no puede hablarles como a gente madura
espiritualmente, sino como a personas débiles, como a
niños en cuanto a las cosas de Cristo72. Y explica que
los que no tienen el Espíritu de Dios no aceptan las
enseñanzas espirituales, pues las consideran una tonte-
ría o una locura, señalando que la razón por la cual no
pueden entenderlas es porque no tienen el Espíritu de
Dios73. Se distingue pues, entre el hombre natural que
no acepta ni entiende las cosas del Espíritu de Dios, y el
que tiene el Espíritu que todo lo examina y lo entiende.
De este modo, si una persona es espiritual, es decir,
tiene el Espíritu de Dios, y aún así tiene dificultades
para comprender el plan y el propósito de Dios, lo más
seguro es que aún en su interior persista la idea de que
la vida puede ser mejor, que se puede pasar a etapas de
mayor plenitud y satisfacción, por lo tanto necesita con-
tinuar aprendiendo y mantener la mente en constante
renovación.

72
1 Corintios 3:1 DHH.
73
1 Corintios 2:14.

48
9
El proceso de renovación de la mente
Señor, hazme conocer tus caminos; muéstrame tus sendas.
Encamíname en tu verdad, ¡enséñame!
Sal 25:4

La renovación de la mente implica comprender la nueva


posición y estatus que adquiere el creyente como hijo de
Dios. Involucra entender que junto con la adopción de
hijo se adquiere la posición de heredero y se forma parte
de la línea generacional que Dios estableció en Cristo.
Un punto que es muy difícil asumir por las personas
nacidas de nuevo, además de percibirse como hijos de
Dios, es aceptarse como co–herederos con Cristo. Es
importante notar que este nivel en el que se posiciona
al ser humano –de bendecido y heredero, que pasa a ser
hijo de Dios y participante de la misma herencia que
posee Jesús–, fue establecido por Dios mediante un ju-
ramento consigo mismo “ya que no había otro mayor por el
cual estableciera el juramento” y lo más impresionante de
este juramento es que fue sólo para dar “certeza” a los
herederos, es decir a los nacidos de nuevo74.
Apropiarse de este evento, experimentarlo en la vida
diaria, es sumamente difícil porque las circunstancias y
la información que perciben los sentidos contradicen
74
Hebreos 6:13, 17.

49
esta posición de “hijo” y “heredero”. Aceptar de una
manera plena la magnitud de este hecho implica una
renovación de la mente, sólo así se llega a captar todo
el bien que Dios tiene para el hombre en particular y
para toda la humanidad. Con la renovación de la mente
se entiende que la voluntad de Dios para los hombres
no sólo es buena, sino demasiado buena. La buena vo-
luntad de Dios para los hombres fue anunciada por los
ángeles cuando se notificó el nacimiento de Jesucristo
en la Tierra75. La voluntad de Dios, además de buena,
dice la Biblia, es agradable y perfecta76.
¿Cómo se renueva la mente? Las bases de la renova-
ción de la mente se encuentran en la revelación que Dios
trae al hombre mediante la búsqueda de los principios
que Dios estableció para relacionarse con el hombre,
como son el amor, la gracia, la justicia y el reino.
Sólo las cosas que vienen de Dios reciben el criterio
de perfectas. Qué otra cosa puede ser más perfecta que
la renovación total del hombre a la imagen que tuvo
cuando fue creado. Mediante el nuevo pacto que se esta-
bleció entre Dios y Jesús, y que fue sellado con su muer-
te, el ser humano fue hecho precioso ante Dios, de una
vez y para siempre77.
Pero la voluntad de Dios no sólo es perfecta, también
es agradable. La relación con Dios se ha asociado con
las prácticas religiosas tediosas y la vida insípida carente
de significado y rumbo. Cuando los críticos hacen una
caracterización del creyente lo dibujan triste, aburrido y
75
Lucas 2:14.
76
Romanos 12:2.
77
Hebreos 11:14 .

50
cobarde. Nada que ver con los primeros cristianos y los
reformadores que manifestaban su fe mediante posicio-
nes muy claras, desplegados, ensayos, manifestaciones y
luchas que pusieron en peligro, y en muchos casos de-
mandaban sus propias vidas.
La voluntad de Dios es agradable para el creyente en
todos sentidos, sea para el niño que apenas lo conoce,
los novios o los recién casados, el hombre y la mujer
maduros o los ancianos. En la escritura, los niños dis-
frutan de la compañía de Jesús, los jóvenes le siguen
para aprender de él, los hombres mayores y sus mujeres
encuentran su propósito y le dan sentido a su vida, com-
prendiendo y dando significado al plan de Dios para la
humanidad.
Conforme el hombre y la mujer renovados se alejan
de su vida anterior y la comparan con su situación ac-
tual, se dan cuenta que no existe en la vida nada más
agradable que vivir en los beneficios y consecuencias de
conocer la voluntad de Dios.

51
10
La bendición en la nueva vida
Bendiciendo te bendeciré, y multiplicando multiplicaré
tu simiente como las estrellas del cielo,
y como la arena que está a la orilla del mar.
Génesis 22:17 RVA

Para conocer la voluntad de Dios, respecto a la ben-


dición, basta saber a qué se comprometió Dios con el
hombre a través del nuevo pacto, cuáles son esas pro-
mesas y cuál es la realidad que ya vive el creyente. El
nuevo pacto se refiere a la alianza estratégica entre Dios
y Jesús para la redención de la humanidad y con ello su
salvación, su justificación y el perdón de los pecados, así
como el don de la nueva creación.
Este pacto es de lo más relevante y de la mayor trascen-
dencia para el hombre, no sólo porque implica su salva-
ción, sino también la bendición. Las primeras palabras
que el hombre jamás escuchó fueron las de bendición;
inmediatamente, después de la creación de Adán y Eva,
Dios los bendijo78. No fue hasta después de la caída, que
llega la maldición a la tierra. Sin embargo, después de
este suceso, Dios empiezó a manifestar paulatinamente
su plan de restauración para la humanidad, mediante di-
versos eventos hasta que presentó el pacto de bendición

78
Génesis 1:28.

53
a Abraham y a sus descendientes. Es importante com-
prender que la descendencia de Abraham no se refiere
únicamente al pueblo de Israel, sino que la descendencia
o “la simiente”, como se explica más adelante, se trata de
Cristo y su descendencia espiritual, no excluye a grupos,
etnias o naciones, sino a toda aquella persona que ha na-
cido de nuevo, mediante la fe en Cristo.
Cuando Abraham recibió el plan de Dios, se le dijo:
en tu simiente serán benditas todas las familias de la tierra79.
Esta frase, más que una profecía, es el pacto que dispone
que sería Cristo, y no Abraham precisamente, el medio
por el cual se bendeciría a la humanidad. Cientos de años
después, Pablo explica que la simiente de Abraham es Je-
sucristo y que éste, mediante su muerte en la cruz, inter-
cambia la maldición, bajo la cual estaba la humanidad,
por la bendición. Es decir, la maldición que pesaba sobre
la creación, cae sobre Jesús para que aquella bendición
que fue prometida a Abraham llegara a todos los que reci-
bieran la verdad80. Ampliando más, Pablo explica que este
pacto de bendición fue hecho mediante un juramento de
Dios para dar certeza a todos los que creyeran en Cristo81.
Si bien, Abraham –cuyo nombre significa padre de
multitudes– fue el fundador de la nación hebrea en
cumplimiento con la profecía de que su descendencia
sería más numerosa que las estrellas del cielo y que la
arena del mar, el plan de Dios iba más allá de fundar
una nación. Se trataba de establecer una línea genera-
cional para el nacimiento de Cristo y con ello extender
79
Génesis 22:18, Hechos 3:25.
80
Gálatas 3:16.
81
Hebreos 6:13, 17.

54
la bendición a toda la humanidad. El cumplimiento del
pacto, y con ello la bendición, habría de llegar a través
de un descendiente de Abraham: Jesucristo.
Comprender este pacto de bendición (conocido
como nuevo pacto) es particularmente importante, ya
que tiene el propósito de dar a conocer la voluntad y
el compromiso de Dios de hacer el bien al ser huma-
no para siempre. Cuando Dios presenta este pacto dice:
“no me apartaré de ellos, para hacerles bien82” o “me
comprometeré a no dejar nunca de hacerles bien83”.
También se le llama “pacto eterno”, porque no hay otro
antes o después de él que lo modifique o le agregue, y
porque es el gran pacto que establece Dios con el ser
humano para restaurar su relación con él, y es el funda-
mento para el rescate de la humanidad.
En distintos momentos, Dios especifica su máximo
interés de traer paz, alegría y prosperidad a la huma-
nidad, ya que dice que sus planes para el hombre y la
mujer son planes de bien para darles un futuro con es-
peranza84. Sin embargo, habiendo estado el ser humano
acostumbrado a luchar en un ambiente hostil y por la
sobrevivencia diaria, le es difícil entender que ha entra-
do al terreno de la bendición y que ésta, cada día que
pasa, se manifiesta y actúa en su vida.
Gran parte de la renovación de la mente consiste en
asimilar y comprender en toda su dimensión la bendi-
ción de Dios. Humanamente es difícil imaginar qué tan
grande es el amor de Dios y cuál es su amplia gracia para
82
Jeremías 32:40 LBLA.
83
Jeremías 32:40 DHH.
84
Jeremías 29: 11 NVI.

55
la humanidad. Existe dificultad en creer que, a pesar de
la forma en que se ha vivido y aun los errores cotidianos,
Dios quiere y puede transformar una vida para bien.
Es complejo de entender lo que significa que Dios está
esperando el regreso de sus hijos para hacer una fiesta,
para celebrar por la nueva vida que ya es una realidad.
La bondad y el amor de Dios han sido manifestados
a la raza humana a través de Jesucristo. A Dios nadie lo
ha visto jamás, pero se le conoce a través de Jesucristo.
La misión de Jesucristo, el Unigénito, fue dar conocer al
Padre. A través de él, el hombre renovado ve la persona,
el amor y la gloria de Dios. El razonamiento humano, a
lo largo de la historia, atribuye a Dios la maldad que hay
en el mundo, las guerras, el hambre, las enfermedades.
La renovación de la mente es entender que éstas son
consecuencia de la incapacidad del hombre de gober-
narse a sí mismo sin egoísmos y sin avaricia. En última
instancia, es producto del mal que entró a la Tierra. Un
planeta que fue dado al hombre para que lo gobernara,
pero que fue entregado al mal por el propio ser huma-
no. Ahora, Dios, a través de su Hijo, recupera lo que se
había perdido y regresa la autoridad al ser humano para
que la gobierne y la administre con base en el amor y
con el poder del nuevo nacimiento.
La creencia popular de que Dios está preocupado
por castigar o por enviar males a los hombres, se debe a
las tradiciones paganas, las cuales atribuían a sus dioses
una naturaleza malvada y por lo tanto había que aplacar
su ira mediante sacrificios. Este razonamiento no tiene
sustento, ya que, de ser así, no habría medio para apaci-
guar dicha ira y además nadie podría tomar nada bueno

56
de Dios, porque ninguna persona es lo suficientemente
buena como para que pueda recibir de él algo por sus
propios méritos. Es decir, no existen los suficientes sa-
crificios, ni ofrendas para “comprar” a Dios.
La Biblia dice que no hay personas buenas, sino que
todos por naturaleza somos malos. La renovación de la
mente consiste en entender que esa naturaleza orienta-
da al mal ha sido eliminada mediante la impartición en
Cristo, de la vida nueva con el nuevo nacimiento. Inde-
pendientemente de lo que haya sucedido en el pasado,
ahora la nueva naturaleza otorga poder para experimen-
tar el bien. El propósito es que el nuevo creyente venza
el mal con el poder que trae el bien, que ya reside en su
interior.

57
11
El poder para entrar a una nueva vida
Pero en todas estas cosas somos más que vencedores
por medio de aquel que nos amó. Ro. 8:37

El nuevo nacimiento abre la puerta para entrar a una


nueva vida, aunque esto no se traduce directamente en
una anulación o cancelación de la personalidad. Los
condicionamientos, esquemas, conocimientos, prefe-
rencias, modos de ser y de actuar que se desarrollaron
en el transcurso de la vida, están presentes aún. Sin
embargo, esa esencia verdadera –que está presente en
el nuevo creyente llamada semilla o simiente divina–,
empieza a germinar, a desarrollarse y generar una nueva
persona y, como todo árbol, un día habrá de dar fruto.
Ningún tratamiento o terapia, ningún cambio de
contexto, ninguna estrategia basada en la psicología
conductual, cognitiva o psicoanalítica proporciona los
recursos espirituales y emocionales que otorga el poder
del nuevo nacimiento.

Han surgido muchas imitaciones que prometen los cambios


que trae el nuevo nacimiento, pero ninguna de ellas puede
generar los resultados de la nueva vida.

59
Las técnicas que proporcionan el pensamiento posi-
tivo, la meditación trascendental, la sanidad interior, el
“insight”, no se traducen en los resultados ni en el impac-
to que produce la nueva vida. Las expresiones de la lla-
mada “megatendencia espiritual” han resultado ser una
de las industrias más lucrativas en las últimas décadas
generando ingresos multimillonarios que dejan poco o
nada a la realización del ser humano. En cambio, sólo
el nuevo nacimiento proporciona una nueva naturale-
za y con ello el poder para cambiar; sólo éste otorga al
nuevo creyente la fuerza y las soluciones para alcanzar
su propósito, así como el poder para transformar y dar
significado a la propia vida, pero también para impactar
y trascender en la de aquellas que parecían perdidas.
En la Biblia se describen muchos ejemplos de indivi-
duos que pasaron de la inmadurez que se caracterizaba
por egoísmo, inseguridad, temores, depresiones o deses-
peranza, a niveles de sentido, compromiso y dominio pro-
pio que no se manifestaban o que no estaban presentes.
Como la historia del hijo pródigo que “estaba muerto,
pero ahora vive”, con el fin de mostrar este principio de
transición, de un antes y un después, de pasar de la vieja
naturaleza a la nueva –Dios y a veces Jesús– cambiaron el
nombre de personajes que tuvieron una relación con él:
a Abram se le cambia su nombre por Abraham (padre de
multitudes), Jacob se convierte en Israel (príncipe), Simón
es ahora Pedro (roca) y Saulo pasa a ser Pablo.
Como consecuencia del nuevo nacimiento, algunas
vidas cambian poco a poco, otras se transforman drás-
ticamente, pero al final todos experimentan una nueva
comprensión y entendimiento de los asuntos de Dios y

60
de las leyes espirituales que los llevan a vivir conforme a
principios divinamente inspirados.
Un ejemplo muy claro de una experiencia de trans-
formación es la vida de Job. Éste era uno de los perso-
najes más íntegros y completos que presenta la Biblia
y que tenía los atributos de una persona madura. Job
fue un hombre inmensamente rico, respetado en la co-
munidad, líder social, intachable; no obstante, vivía en
constante temor sobre el mal que podría venir sobre su
vida y sus hijos.
Finalmente, el mal que tanto temía vino sobre él, so-
bre su familia y en todos sus bienes. Termina sin esposa,
sin hijos, sin amigos, sin lugar para vivir, sin propiedades
y pasa por una de las crisis más severas que haya experi-
mentado una persona. Pero, una vez que comprende la
plenitud de la bondad de Dios, recibe no sólo la salud,
amistad y abundancia de prosperidad, sino que amplía
el entendimiento y comprensión de las cosas de Dios,
teniendo como resultado una mayor y mejor relación
con él. La frase definitiva que describe este suceso es
“De oídas te había oído; Mas ahora mis ojos te ven”85 o
como dice la traducción en lenguaje actual “Lo que antes
sabía de ti era lo que me habían contado, pero ahora mis ojos
te han visto, y he llegado a conocerte”.

El nuevo nacimiento lleva a una ruta de transformación,


de reforma de la propia vida que permite
experimentar una realización plena.

85
Job 42: 5.

61
En la medida que el individuo se acerca a Dios y cre-
ce en conocimiento de él, la gracia, el amor y la paz
empiezan a manifestarse. Estos tres temas son asunto de
los siguientes capítulos.

62
12
La revelación para vida
Y dicen: ¿Cómo sabe Dios?
¿Y hay conocimiento en el Altísimo?
Salmos 73:11

Para ilustrar cómo es que Dios se estaba dando a cono-


cer a la humanidad, Jesús toma un niño en sus brazos y
alegrándose dice que, mientras los propósitos de Dios se
ocultaban al círculo de los sabios, ahora éstos se estaban
revelando a los niños (Lc. 10:21).
En general, las parábolas son ilustraciones en un
lenguaje sencillo para revelar el mensaje de Dios a los
hombres. Sin embargo, detrás de una historia accesible
para la mayoría, existe un mensaje profundo para quie-
nes deciden aprender más de Jesús. En la narración del
sembrador86, de fácil acceso para el gentío, se esconden
principios para sus seguidores.
Cuando Jesús terminó de contar la parábola del sem-
brador, reunió a los discípulos a un lugar aparte y les

86
Esta parábola narra la historia de un sembrador que esparce sus
semillas (que representan la palabra de Dios) en cuatro tipos de
terrenos; uno al lado del camino, otro sobre piedras, otro entre es-
pinas y otro denominado “buen terreno”. Estos a su vez represen-
tan cuatro tipos de personas: las que son despojadas de la palabra
de Dios, las que por los afanes ahogan la palabra, las que pronto
se desilusionan y los que la toman en serio y dan fruto.

63
explicó su significado, diciéndoles: “a ustedes les es con-
cedido conocer los secretos del Reino de los cielos, pero
a ellos no” (Mt. 13:11). La razón de por qué los demás
no pueden entender la esencia del mensaje de la pará-
bola –y que constituye el mensaje central de este libro–,
es que el corazón de los hombres se ha hecho insensible
a la realidad divina. No es hasta que se vuelven a Dios
que pueden conocerle a él, al mensaje que tiene para la
humanidad y para la persona particular. El nivel de re-
velación que está compartiendo Jesús es tan pertinente,
tan profundo y novedoso que ni los antiguos profetas
lo pudieron entender. Muchos de ellos anhelaban oír o
entender lo que Jesús estaba revelando en ese momento.
El ser humano nacido de nuevo va pasando, en cuan-
to al conocimiento de Dios, de una etapa en la que ig-
nora los principios del reino espiritual –ya sea porque
negaba completamente la existencia de un ser superior,
porque creía en la supremacía de las fuerzas de la oscu-
ridad sobre Dios, o porque confiaba en distintas deida-
des–, a un entendimiento progresivo de las característi-
cas del plan de Dios para él y para la humanidad.
Jesús mostraba este proceso de entendimiento pro-
gresivo de los principios del reino con frases como “lo
que yo hago, no lo entiendes ahora, pero lo entenderás
después” o “si les hablo las cosas terrenales no creen,
que si les hablara de las espirituales” (Juan 3:12). El li-
bro de Oseas transmite el mensaje de Dios respecto al
efecto de vivir en la ignorancia de los planes que tiene
para el hombre y para la humanidad. Por tal motivo este
libro es una invitación para que se le conozca y espere
su manifestación.

64
“Conozcamos al Señor,
vayamos tras su conocimiento
tan cierto como que sale el sol
él habrá de manifestarse.
Vendrá a nosotros como la lluvia de invierno
como la lluvia de primavera que riega la tierra”
Oseas 6:3

En el siguiente pasaje se lee que Dios es quien enseña


a su pueblo, quien lo ama, quien lo sana y alimenta,
pero el hombre es ignorante de esta acción de Dios.

…por el gran amor que te tengo te llevé de la mano como a


un niño, te enseñé a caminar, te di de comer y te ayudé en
tus problemas; pero no te diste cuenta de todos estos cuidados.
Oseas 11:3–4 TLA

En resumen, según esta perspectiva, el problema de


la persona es la ausencia de conocimiento de las ver-
dades espirituales. Una importancia mayor y un valor
estratégico es lo que Dios le da a la revelación de sí mis-
mo, de Jesucristo y de sus planes. El punto es que Dios
mismo establece que conocerlo a Él es más importante

65
que llevar una vida religiosa entregada a ofrecer sacri-
ficios. En griego, la palabra conocer tiene el sentido de
“relación íntima”, es decir una relación personal que se
basa en el conocimiento y en el amor, más que en cultos
y sacrificios basados en tradiciones humanas.

66
13
Experimentar a Dios
a través del conocimiento
…todo el que ama es nacido de Dios y conoce a Dios
1 Jn 4:7

Si bien, Tomás de Aquino decía que es mejor amar a


Dios que conocerlo87, en realidad en la Biblia la palabra
conocer y amor son casi sinónimos. En ocasiones, la pa-
labra conocer (Gin sk : strong G1097) hace referencia
a una relación íntima entre un hombre y una mujer, a
un conocimiento adquirido a través de una relación de
primera mano. Otra palabra que se utiliza para referirse
al conocimiento de Dios es epígnosis (G1921) que signi-
fica conocimiento pleno. En referencia a esto, Juan dice
que el que no ama no conoce (Gin sk ) a Dios, porque
Dios es amor (1 Juan 4:8).
Los evangelios plantean al nacido de nuevo el desafío
de llegar a conocer a Dios, y más aún al conocimiento
pleno de Jesucristo. Para distinguir entre los que aun
siendo creyentes no conocen a Dios y de los que sí, la
Biblia utiliza la metáfora del niño y el adulto. Un niño
espiritual pasa a ser un adulto maduro cuando llega al
conocimiento del Hijo de Dios, esto es, de Cristo. Es
posible que ningún ser humano haya llegado a ese nivel

87
Martín F. Echavarría. La analogía de fe y razón en santo Tomás de
Aquino. Universitat Abat Oliba CEU.

67
del “conocimiento pleno del Hijo de Dios”88, que implica
un proceso de crecimiento y formación espiritual per-
manente. A pesar de semejante reto, el plan de Dios es
que toda la humanidad le conozca. Él quiere que todos
vengan al conocimiento de la verdad.

Jesús vino para que cada uno pudiera


conocer a Dios por sí mismo.
Cindy Trimm

Por ello, dar a conocer a Dios fue la principal mi-


sión de Jesús en la Tierra. Antes de ir a la cruz, en su
oración del huerto de los olivos le dice al Padre “te he
dado a conocer” y seguiré haciéndolo”. No se trata de
un conocimiento meramente intelectual, sino vivencial,
de tal manera que se exprese en la unidad entre Dios y
el hombre “hasta que sean uno” (Juan 17:21, 22).
Pocos podrán decir que han llegado a ese nivel de
madurez o conocimiento, pero conviene subrayar que es
parte del plan divino. La ruta a seguir para crecer en el
conocimiento de Dios es mantener una comunión ínti-
ma con Él. A mayor relación con Dios, mayor revelación
y entendimiento, por lo tanto, mayor conocimiento del
pacto que Dios hizo para la restauración del ser humano
a su plenitud original. Por consiguiente “La comunión ín-
tima es con los que le temen y a ellos dará a conocer su pacto”
(Salmos 25:14).
88
Efesios 4:13.

68
Una persona que decide creer y seguir a Jesús, así
como profundizar en su conocimiento, obtendrá múlti-
ples beneficios. No sólo le evitará confusión, ya que se
está en un área completamente nueva para él, sino que
además cada día experimentará los resultados de perte-
necer a la familia de Dios.
Dios hizo al hombre un ser racional, por lo tanto, el
razonamiento es parte constitutiva del ser humano, así
como lo es la inteligencia. En algunos libros de la Biblia
se motiva al ser humano para que indague e investigue,
no sólo los principios de la naturaleza, sino también la
realidad que lo circunda; sin embargo, la profundidad
de las cosas espirituales sólo pueden ser conocidas a par-
tir del nuevo nacimiento y de la madurez espiritual que
se va alcanzando.
El creyente puede entender los planes o la voluntad
de Dios mediante la palabra revelada o logos89, leyendo y
meditando en las escrituras. Todos los libros de la Biblia
tienen una enseñanza para el hombre, algunas veces de
manera directa. Pero también, como creyentes cercanos a
Jesús, al leer la Palabra de Dios y anhelar aprender de él,
se pueden llegar a conocer los misterios de Dios, aquellas
cosas que no han visto los ojos de los seres humanos, ni

89
Jesucristo es llamado Palabra (Logos) en alusión a la palabra
creadora de Dios, a su palabra reveladora, a su palabra salvado-
ra y a la sabiduría divina (Comentarios DHH). A pesar de que
Jesús tomó por completo nuestra humanidad y vivió como un
hombre, nunca dejó de ser el Dios eterno que siempre existió,
el creador y sustentador de todas las cosas, la fuerza que une la
creación y la fuente de la vida eterna. Esta es la verdad acerca de
Jesús y el fundamento de la verdad (Comentario La Biblia del
Diario Vivir)

69
han oído sus oídos, pero Dios las revela a sus hijos; hay
confianza en que Dios está interesado en que el hom-
bre, en especial los creyentes, lo conozcan90 de verdad.

90
La palabra Epignosis aparece al menos 222 veces en el Nuevo
Testamento, en la mayoría de las veces relacionada con conocer
a Dios, a Cristo y al mensaje de Dios para la humanidad.

70
14
La ruta del amor en la nueva creación
Quiero inclinarme ante ti,
pero mi postración no llega nunca
a la sima donde tus pies descansan
entre los más pobres, los más humildes y perdidos.
Rabrindanath Tagore

El nuevo nacimiento es posible gracias a un gran acto de


amor. Empieza por amor, se desarrolla y crece en el amor
y continúa en el amor por la eternidad. Este acto de amor
inicia por parte de Dios y se manifiesta en la decisión de
dar. La manera en que Dios demostró su amor al mun-
do fue dando a su único hijo para que, creyendo en él,
el hombre tenga vida eterna. En esta concepción, no es
que Dios haya decidido amar para llevar a cabo el plan
de salvación de la humanidad, sino que en esencia, Dios
es amor. Este enfoque de Dios como amor no es fácil de
comprender, ni es completamente claro para todos.
A lo largo de la historia, distintas escuelas de pensa-
miento teológico conciben a Dios como un ser superior
o la gran energía que controla el Universo, pero tam-
bién un ser impersonal, inmutable, impasible y a veces
estático. Opuesta a esta posición, el Dios de la Biblia se
manifiesta en la persona de Jesús como un ser humano
y es a través de él que se relaciona directamente con
el mundo y con los individuos. Esto implica que Jesús,

71
a pesar de ser Dios, tiene la capacidad y los recursos
para tener una relación íntima con las personas como
un Dios personal, capaz de identificarse con la realidad
del ser humano.
Por tanto, Jesús mostró a la humanidad quién es Dios
y lo reveló mediante una identificación perfecta con él,
manifestando la personalidad de Dios como Padre y
con ello su voluntad y su relación con la raza humana.
Acorde con esto, para dar a conocer la voluntad de
Dios para la humanidad y su misión en la Tierra, Jesús
toma una frase de un antiguo libro de la Biblia diciendo
a los religiosos de su tiempo que esa escritura se refería
a él, aunque se había escrito varios años antes de su Na-
cimiento, y que se estaba cumpliendo en ese momento.
La frase dice así:
“El Espíritu del Señor está sobre mí, porque me ha ungi-
do para dar buenas noticias a los pobres. Me ha enviado
para anunciar libertad a los presos y dar vista a los cie-
gos, para poner en libertad a los oprimidos”
Lc.4:18 (NBV).
El punto es que la identidad de Dios revelada en la
Biblia, está en armonía con el amor y las acciones que
Jesucristo realizó aquí en la Tierra. En reciprocidad al
amor de Dios, el creyente tiene una misión en la Tie-
rra, que resume el mensaje de Dios para la humanidad:
Amar a Dios con todo el corazón, con todas las fuerzas,
con toda su mente y a su prójimo como a sí mismo.
Contrario a lo que se pudiera suponer, el amor de
Dios se manifiesta en el amor al ser humano, no sólo
a la humanidad en abstracto, sino a la persona a quien

72
desea mostrarse y con quien tiene una relación cotidia-
na. En el pensamiento cristiano es imposible amar a
Dios sin amar al ser humano. En esto se distinguen las
religiones que rivalizan con el cristianismo. En ellas bas-
ta con creer, con ofrecer sacrificios, con venerar, con lle-
var ofrendas, con participar en ceremonias y complejos
rituales. En cambio, en esta nueva relación con Dios, el
amor no es una opción, sino un mandamiento. Ningún
acto, incluyendo aquéllos que demuestran la máxima
entrega, como el sacrificio de la vida, tiene valor alguno,
si no está motivado por el amor.
Este comportamiento distintivo del hijo de Dios tam-
poco tiene como propósito justificarse delante de Dios
o buscar su favor, sino que es la forma natural de mani-
festar el amor de Dios en su vida. En esto tiene razón el
escritor: El amor viene de Dios, y todo el que ama ha nacido
de Dios y lo conoce (ginósko)91.
El amor de Dios, la magnitud y la grandeza de éste
ejemplificado en Jesús cuando estuvo en la tierra y ex-
presado en Cristo en la actualidad, es un referente al
nacido de nuevo para amar fuera de todo egoísmo. En
esta ruta del amor, Dios no ha dejado sólo al hombre,
ni a la deriva, sino que le ha llenado de su amor para
que pueda expresar la grandeza de su presencia en el ser
humano y esto es posible gracias a que Dios nos ha dado
de su amor. “Si nos amamos unos a otros, Dios permanece en
nosotros, y su amor se ha perfeccionado en nosotros” 92.
El amor de Dios en el creyente es el sello que lo dis-
tingue del resto de la humanidad. Es la luz que brilla
91
1 Jn 4:7.
92
1 Jn 4:10.

73
y que alumbra a la humanidad, es lo que hace que los
incrédulos mismos alaben a Dios. Son las buenas obras
que Dios preparó de antemano para que los hijos de
Dios caminen en ellas.
Mediante el amor de Dios en el ser humano es po-
sible tener fe, porque la fe obra por amor; es posible
liberarse de temor, porque el verdadero amor echa fuera
el temor; es posible también relacionarse con la huma-
nidad, porque el amor es el vínculo perfecto. La ruta
del amor en el nacido de nuevo habrá de manifestarse
en todos los ámbitos de la vida; en una relación entre
los cónyuges mediante el cuidado y respeto mutuo, en
los hijos en obediencia y respeto a los padres, y en otros
ámbitos de la vida cotidiana como en retribución justa y
en la ayuda al pobre y necesitado.
La más hermosa, completa, sustancial, e incluso la
más utilizada en varias partes del mundo, es la defini-
ción de amor que detalla la Biblia. Con ella se sabe que
el amor verdadero es bueno, no hace nada indebido,
no busca lo suyo, no se irrita, no guarda rencor; no se
goza de la injusticia, sino que se alegra de la verdad. Esta
clase de amor es un amor que es capaz de sufrir por el
bien de quien ama93.

93
1 Corintios 13:4–7.

74
15
La paz en la nueva vida
Que el mismo Señor de paz siempre les conceda paz
en todas las circunstancias… 2 Ts. 3:16 NBLA

En el famoso sermón de la montaña, Jesús estableció


siete bienaventuranzas, dedicando una de ellas a los pa-
cificadores, con la promesa de que serían llamados hijos
de Dios y estableciendo con esto la importancia de la
adopción y la promoción de la paz por parte de todos
sus seguidores. La misión de Jesús como pacificador es
por demás obvia. Jesús, con su obra redentora, cerró la
brecha entre Dios y el hombre, eliminó toda división en-
tre las etnias y los distintos grupos sociales, canceló la des-
igualdad de género entre el hombre y la mujer, condenó
la esclavitud y se opuso a la explotación de los hombres.
De él se dijo que vino a anunciar la paz a los que ya esta-
ban cerca de Dios como a los que estaban lejos94.
No en vano, cuando es anunciada su venida como
Rey se muestra como el Príncipe de Paz. Su nacimiento es
anunciado con la alabanza de los ángeles que pronuncian
“Gloria a Dios en las alturas y en la tierra paz, buena voluntad
para con los hombres!95” Su vida fue un ejemplo de paz y
reconciliación. Tal vez, debido a que el ser humano, con
94
Efesios 2:17.
95
Lucas 2:14.

75
sus recursos y sus limitaciones, le es imposible vivir en
paz consigo mismo y con los demás, Jesús le deja su paz
diciendo: “les doy y les dejo mi paz, no como el mundo la da”.
A partir de ese momento, la función que desempeñaron
sus seguidores recibió el nombre de “administradores de
la reconciliación”, manifestando la voluntad de Dios para
volver a la antigua amistad que sostuvo con el hombre.
Las oraciones ancestrales contienen el deseo de Dios de
llenar de paz al hombre. En los salmos se dice que Dios
ama que sus hijos tengan paz, que bendecirá a su pue-
blo con paz, y que hay completa paz para quien confía
en él. En este contexto, la paz no sólo significa ausen-
cia de guerra, sino que hace referencia a la plenitud, la
bendición, el bienestar total, la palabra en hebreo que
encierra este significado es Shalom. En el mundo actual
es humanamente imposible comprender la paz que Dios
tiene para el hombre, se dice que esta clase de paz sobre-
pasa todo entendimiento humano.
La paz que tanto necesita el hombre es un regalo de
Dios, Jesús la conquistó para que todos disfruten de
ella. Es interesante que en toda la descripción que hace
el profeta Isaías sobre cómo sería la muerte de Jesús en
la cruz escribe algo importante “el castigo de nuestra paz
fue sobre él” 96, es decir sobre Jesús. Éste fue el acto de
amor para que el hombre fuera justificado delante de
Dios. El propósito fue que, además de que se restable-
ciera la relación de Dios con el hombre, la justificación
realizada produjera paz, tranquilidad y confianza. Es tan
grande el interés de Dios de que sus hijos tengan paz
que equipara a Jesús con el reposo de Dios. Pablo, en
96
Isaías 53:15.

76
una de sus cartas dice “los que hemos creído entramos al
reposo de Dios”97.

Y el efecto de la justicia será paz;


y la labor de la justicia, reposo y seguridad para siempre.
Isaías 32:7

Para la persona, con sus propias fuerzas y recursos,


aun si ha nacido de nuevo, vivir en paz consigo mismo y
con los demás puede resultarle imposible; sin embargo,
es el don que Dios tiene para el hombre, el cual lo ca-
pacita y habilita para vivir una vida libre de ansiedad y
temor. Se puede tener la verdad, haber nacido de nuevo,
ser luz y sal de la tierra, conocer el plan de Dios para el
ser humano, pero sin el vínculo de la paz es imposible
que el nacido de nuevo, manifieste la nueva vida que
existe en él. Cuando el creyente logra entender la justifi-
cación de Dios, y comprende que ninguna culpa está ya
sobre él, puede experimentar el reposo de Dios y dejar
atrás toda ansiedad.

97
Hebreos 4:3.

77
Epílogo

A
través de este estudio se trató de mostrar que
un cambio realmente valioso en la vida no es
sólo dejar una etapa y emprender otra, o solo
desear tener un nuevo comienzo. Tampoco es, como
dice Charlotee Erickson, “…solo el paso del tiempo”,
sino que es posible experimentar una nueva vida y que ob-
tener un verdadero cambio en la vida, es factible a través
de Jesucristo.
Tal vez la lectura de este libro despertó el deseo de
aprender de él y conocerle plenamente, y es probable
que haya quedado claro que el acceso a la dimensión
celestial, a la nueva vida, no es algo imposible para el ser
humano. Por lo tanto, no requiere de complejos rituales
o ceremonias incomprensibles. Como dice Pablo, no es
necesario subir al cielo, ni bajar a los abismos.
Sin embargo, acerca de los que confían en Dios
para que los declare justos, dice: «No tienes que
preguntarte “¿quién subirá al cielo?” (para pedirle a
Cristo que descienda), ni tienes que decir: “¿quién
bajará al abismo?” (para retornar a Cristo a la vida).
Más bien, nosotros predicamos el mensaje de fe
que la Escritura enseña: «El mensaje está a tu al-
cance, en tu boca y en tu corazón». Si declaras con
79
tu boca que Jesús es el Señor y crees de corazón
que Dios lo levantó de entre los muertos, Dios te
salvará (Ro. 10:6-10).

La clave para nacer de nuevo es, en resumen, creer


que es el momento de experimentar la metamorfosis di-
vina a través de Jesucristo y de recibir su genética, la nue-
va vida en el Espíritu, las bendiciones que acompañan la
herencia de hijos, además de las “riquezas incalculables
de Cristo”; es decir, la paz, la alegría, el amor, el poder,
entre otros.

Para ello debe creer y confesar que Jesucristo es Dios,


que le ama y que desea darle una nueva vida.

80
“…Deja ya esa salmodia, ese canturreo,
ese pasar y repasar rosarios.
¿A quién adoras, di,
en ese oscuro rincón solitario del templo cerrado?

¡Abre tus ojos, y ve, tu Dios no está ante ti!


Dios está donde el labrador cava la tierra dura,
donde el picapedrero pica la piedra;
está con ellos, en el sol y en la lluvia,
lleno de polvo el vestido.

¡Quítate ese manto sagrado


y baja con tu Dios al terruño polvoriento!

¿Libertad? ¿Dónde quieres encontrar libertad?


¿No se ha atado él mismo, lleno de alegría a la Creación?
¡Sí, él está atado a nosotros todos para siempre!
¡Sal ya de tu éxtasis, déjate ya de flores y de incienso!
¿Qué importa que tus ropas se manchen o se andrajén?
¡Ve a su encuentro, ponte a su lado,
y trabaja, y que sude tu frente!

(Gitanjali de Rabrindanath Tagore)

81

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