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Tratado de Armisticio
Deseando los gobiernos de España y de Colombia transigir las discordias que existen entre
ambos pueblos; y considerando que el primero y más importante paso para llegar a tan feliz término
es suspender recíprocamente las armas, para poderse entender y explicar, han convenido en
nombrar comisiones que estipulen y fijen un Armisticio, y en efecto han nombrado, Su Excelencia
el General en Jefe del Ejército Expedicionario de Costa Firme, don Pablo Morillo, conde de
Cartagena, de parte del Gobierno español, a los señores Jefe Superior Político de Venezuela,
brigadier don Ramón Correa; alcalde primero constitucional de Caracas, don Juan Rodríguez de
Toro, y don Francisco González de Linares; y Su Excelencia el Presidente de Colombia, Simón
Bolívar, como Jefe de la República, de parte de ella, a los señores general de brigada Antonio José
de Sucre; coronel Pedro Briceño Méndez, y teniente coronel José Gabriel Pérez, los cuales
habiendo canjeado sus respectivos poderes el veintidós del presente mes y año, y hecho las
proposiciones y explicaciones que de una parte y otra se han deseado, han convenido y convienen
en el tratado de Armisticio, bajo los pactos que constan de los artículos siguientes:
Artículo 1º Tanto el ejército español como el de Colombia suspenden sus hostilidades de todas
clases, desde el momento que se comunique la ratificación del presente tratado, sin que pueda
continuarse la guerra, ni ejecutarse ningún acto hostil entre las dos partes en toda la extensión del
territorio que posean durante este armisticio.
Art. 2º La duración de este armisticio será de seis meses, contados desde el día que será
ratificado; pero siendo el principio y base fundamental de él la buena fe y los deseos sinceros que
animan a ambas partes de terminar la guerra, podrá prorrogarse aquel término por todo el tiempo
que sea necesario siempre que expirado el que se señala no se hayan concluido las negociaciones
que deben entablarse y haya esperanza de que se concluyan.
Art. 3º Las tropas de ambos ejércitos permanecerán en las posiciones que ocupen al acto de
intimárseles la suspensión de hostilidades; mas siendo conveniente señalar límites claros y bien
conocidos en la parte que es el teatro principal de la guerra para evitar los embarazos que presenta
la confusión de posiciones, se fijan los siguientes:
1º El río de Unare, remontándolo desde su embocadura al mar hasta donde recibe al
Guanape; las corrientes de éste subiendo hasta su origen; de aquí una línea hasta el
nacimiento del Manapire; las corrientes de éste hasta el Orinoco; la ribera izquierda de
éste hasta la confluencia del Apure; éste hasta donde recibe al Santo Domingo; las aguas
de éste hasta la ciudad de Barinas, de donde se tirará una línea recta a Boconó de Trujillo;
y de aquí la línea natural de demarcación que divide la provincia de Caracas del
Departamento de Trujillo.
2º Las tropas de Colombia que obren sobre Maracaibo al acto de intimárseles el armisticio
podrán atravesar por el territorio que corresponde al ejército español para venir a buscar
su reunión con los otros cuerpos de tropas de la República, con tal que mientras que
atraviesen por aquel territorio las conduzca un oficial español. También se les facilitarán
con este mismo objeto las subsistencias y transportes que necesiten, pagándolas.
3º Las demás tropas de ambas partes que no estén comprendidas en estos límites señalados,
permanecerán, como se ha dicho, en las posiciones que ocupen, hasta que los oficiales
que por una y otra parte se comisionarán, arreglen amigablemente los límites que deben
separar el territorio en que están obrando, procurando —378→ transar las dificultades
que ocurran para la demarcación de un modo satisfactorio a ambas partes.
Art. 4º Como puede suceder que al tiempo de comunicar este tratado se hallen dentro de las
líneas de demarcación que se han señalado en el artículo 39, algunas tropas o guerrillas, que no
deben permanecer en el territorio que estén ocupando, se conviene:
1º Que las tropas organizadas que se hallan en este caso, se retiren fuera de la línea de la
demarcación, y como tal vez se hallan algunas de éstas pertenecientes al ejército de
Colombia en las riberas izquierdas del Guanape y del Unare, podrán éstas retirarse y
situarse en Píritu o Clarines, o algún otro punto inmediato.
2º Que las guerrillas que estén en igual caso se desarmen y disuelvan, quedando reducidas
a la clase de simples ciudadanos los que las componían, o se retiren también como las
tropas regladas. En el primero de estos dos últimos casos se ofrece y concede la más
absoluta y perfecta garantía a los que comprenda, y se comprometen ambos gobiernos a
no enrolarlos en sus respectivas banderas durante el armisticio, antes, por el contrario,
permitirles que dejen el país en que se hallan y vayan a reunirse al ejército de que dependan
al tiempo de concluirse este tratado.
Art. 5º Aunque el pueblo de Carache está situado dentro de la línea que corresponde al ejército
de Colombia, se conviene en que quede allí un comandante militar del ejército español con una
observación de paisanos armados que no excedan de veinticinco hombres. También se quedarán
las justicias civiles que existen actualmente.
Art. 6º Como una prueba de la sinceridad y buena fe que dictan este tratado, se establece que
en la ciudad de Barinas no podrá permanecer sino un Comandante militar por la República con un
piquete de veinticinco hombres de paisanos armados de observación, y todos los peones
necesarios para las comunicaciones con Mérida y Trujillo, y las conducciones de ganados.
Art. 7º Las hostilidades de mar cesarán igualmente a los treinta días de la ratificación de este
tratado para los mares de América, y a los noventa para los de Europa. Las presas que se hagan
pasados estos términos, se devolverán recíprocamente; y los corsarios o apresadores serán
responsables de los perjuicios que hayan causado por la detención de los buques.
Art. 8º Queda desde el momento de la ratificación del armisticio abierta y libre la comunicación
entre los respectivos territorios para proveerse recíprocamente de ganados, todo género de
subsistencias y mercancías, llevando los negociadores y traficantes los correspondientes
pasaportes a que deberán agregar los pases de las autoridades del territorio en que hubieren de
adquirirlos para impedir por este medio todo desorden.
Art. 9º La ciudad y puerto de Maracaibo queda libre y expedita para las comunicaciones con los
pueblos del interior, tanto para subsistencias, como para relaciones mercantiles, y los buques
mercantes neutros o de Colombia que introduzcan efectos, no siendo armamentos ni pertrechos de
guerra, o los extraigan por aquel puerto para Colombia, serán tratados como extranjeros y pagarán
como tales los derechos, sujetándose a las leyes del país. Podrán además tocar en ella, salir y
entrar por el puerto los agentes o comisionados que el gobierno de Colombia despache para
España o para los países extranjeros, y los que reciba.
Art. 10. La plaza de Cartagena tendrá la misma libertad que la de Maracaibo, con respecto al
comercio interior, y podrá proveerse de él durante el armisticio para su población y guarnición.
Art. 11. Siendo el principal fundamento y objeto primario de este armisticio la negociación de la
paz, de la cual deben recíprocamente ocuparse ambas partes, se enviarán y recibirán por uno y
otro gobierno, los enviados o comisionados que se juzguen convenientes a aquel fin, los cuales
tendrán el salvoconducto, garantía y seguridad personal que corresponde a su carácter de agentes
de paz.
Art. 12. Si por desgracia volviere a renovarse la guerra entre ambos gobiernos, no podrán abrirse
las hostilidades sin que preceda un aviso que deberá dar el primero que intente o se prepare a
romper el armisticio. Este aviso se dará cuarenta días antes que se ejecute el primer acto de
hostilidad.
Art. 13. Se entenderá también por un acto de hostilidad el apresto de expedición militar contra
cualquier país de los que suspenden las armas por este tratado; pero sabiendo que puede estar
navegando una expedición de buques de guerra españoles, no hay inconveniente en que queden
haciendo el servicio sobre las costas de Colombia, en relevo de igual número de los que componen
la escuadra española, bajo la precisa condición que no desembarquen tropas.
Art. 14. Para dar al mando un testimonio de los principios liberales y filantrópicos que animan a
ambos gobiernos, no menos que para hacer desaparecer los horrores y el furor que han
caracterizado la funesta guerra en que están envueltos, se compromete uno y otro gobierno a
celebrar inmediatamente un tratado que regularice la guerra conforme al derecho de gentes, y a las
prácticas más liberales, sabias y humanas, de las naciones civilizadas.
Art. 15. El presente tratado deberá ser ratificado por una y otra parte dentro de sesenta horas, y
se comunicará inmediatamente a los jefes de las divisiones por oficiales que se nombrarán al intento
por una y otra parte.
Dado y firmado de nuestras manos, en la ciudad de Trujillo a las diez de la noche del día
veinticinco de noviembre de mil ochocientos veinte.
Ramón Correa.- Antonio José de Sucre.- Juan Rodríguez del Toro.- Pedro Briceño Méndez,
Francisco González de Linares. José Gabriel Pérez.-
28 DE ENERO DE 1821: EL ZULIA SE DECLARA LIBRE E INDEPENDIENTE DEL
GOBIERNO ESPAÑOL
Jorge Sánchez Meleán
Una decisión política transcendental
Hace 193 años, el 28 de enero de 1821, el pueblo del Zulia , asumió su primera decisión
política de importancia: tomó la decisión a través del Ayuntamiento de la Provincia de
Maracaibo, de declararse “libre e independiente del gobierno español” y “en virtud de su
soberana libertad se constituye en República Democrática y se une por los vínculos del
pacto social a todos los pueblos vecinos y continentales que bajo la denominación de Republica
de Colombia defienden su libertad en independencia bajo las leyes imprescriptibles de la
naturaleza”. Esta decisión trascendental en la historia del Zulia, es poco conocida y
valorada por los zulianos y venezolanos de hoy. Una historia patria escrita con criterios
centralistas así lo ha determinado. Los zulianos debemos tener bien claro, que nuestros
antepasados no se sumaron al proceso independentista de Venezuela ni el 19 de abril de
1810, ni suscribieron el acta de independencia de 1811.
Nos Nos
incorporamos al proceso independentista entonces, el 28 de enero de 1821, mediante
golpe bien planificado por los patriotas locales y los hermanos Delgado, uno de los cuales
Francisco, era el gobernador político encargado realista. Bolívar y Urdaneta desde
lejos, movieron los hilos conspirativos. Esta decisión de los zulianos fue fundamental
en el proceso de independencia nacional, razón por la cual, ha debido ser mejor
valorada por los historiadores venezolanos. Gracias a ella, La Torre declaró roto
el armisticio firmado el 26 de noviembre de 1820 en Trujillo, entre Bolívar y Morillo, que
suspendía la guerra por seis meses; y como consecuencia de todo ello, se emprendió la
Campana de Carabobo, básica también aunque no definitiva en el proceso independentista
de la Patria. Los zulianos siempre fuimos distintos, antes de la independencia, durante y
después de ella. Circunstancias de diverso tipo así lo determinaron. Por ello, nos
sumamos al proceso independentista por un camino diferente al acordado por quienes
siguieron la senda de la Junta Conservadora de los derechos de Fernando VII en 1810
desde Caracas, y dimos nuestra contribución inestimable no solo a la independencia de
Venezuela, sino a la de todo el continente .No estuvimos “ausentes” del movimiento
independentista por “buen tiempo”,
como han afirmado algunos historiadores, sino esperando el momento oportuno para hacerlo,
porque las características de la Provincia de Maracaibo no eran similares a la del resto del país.
¿Por qué entonces nos sumamos al proceso independentista en 1821 y no en 1810 o
1811? ¿Por qué no suscribimos el acta de independencia de 1811? Simplemente, porque éramos
distintos y lo hemos seguido siendo, sin que ello desmerite en lo mas mínimo nuestro
compromiso con el país.
II Una región histórica diferente El Zulia es una región venezolana con una definida
circunstancia geográfica. Durante la Colonia y hasta 1777, estábamos más vinculados
con los territorios hoy colombianos, que con los que forman nuestro país. Solo
quedamos definitivamente unidos a Venezuela desde que Carlos III negara la petición del
Ayuntamiento de Maracaibo, de que se le reintegrara al Virreinato de Nueva Granada.
Elementos geográficos obligaron a Maracaibo a tener una hermética existencia, entre tres
cadenas montañosas y solo con un cordón umbilical hacia el mar: la barra de nuestro lago.
Fue nuestra única comunicación con América y el mundo en general. Por ello los zulianos
y en especial los maracaiberos, no teníamos las mejores posibilidades de estar informados sobre
las ideas y movimientos que se sucedían en el resto de Venezuela y el mundo. Solo una
elite de criollos o peninsulares estaban al tanto de lo que acontecía. Los revolucionarios
maracaiberos, tenían profundas dificultades para predicar y convencer al pueblo llano
de incorporarse a los cambios profundos que estaban en gestación. Por otro lado,
cuando se produce la integración político-administrativa de Venezuela, a partir de 1777, a
solo 33 años del movimiento independentista del resto de Venezuela, la Provincia de
Maracaibo llevaba tres siglos desarrollando sus medios de producción y de vida. Éramos ya una
región histórica, con dinámica propia, distinta a la del resto de Venezuela. Teníamos nuestros
propios “modos de hacer, de vivir y de creer” como lo afirma Marlene Nava. Dentro de la
unión venezolana llegamos a tener la mayor conciencia del ser regional, de su diferenciación,
como lo sostiene R. Ortega. En esa región histórica había una élite muy celosa de su
autonomía e identidad que no estaba dispuesta a perder sus privilegios y el liderazgo que
ejercían en la producción y comercio del occidente venezolano. Esa
elite fue además muy bien manejada por personajes como Fernando Miyares, gobernador
y luego Capitán General de Venezuela, pues era hombre pródigo en cordialidad y sabia
sembrar la hispanidad en la región. Había construido además un entramado familiar y económico
con la elite maracaibera, todo lo cual fue un freno para la decisión de esa sociedad a
favor de la independencia en 1810 y 1811. Por ello, no se veía con confianza a un proceso
político inédito, dirigido desde Caracas. Desde allí se vendía la idea de una sola patria
unida y fuerte, pero en beneficio del centro y no de las provincias. Nuestro gran historiador R.M
Baralt afirma que para 1810, Maracaibo era la única ciudad de Venezuela que competía
con Caracas, tanto en comercio, como en cultura y riqueza.. Expresó que Maracacibo, siempre
mantuvo “un secreto deseo de separarse del gobierno de Caracas”. Y José Domingo Rus,
maracaibero diputado a las Cortes de Cádiz en 1812, planteó allí la creación de la Capitanía
General de Maracaibo, independiente de Caracas. En el fondo, los zulianos anhelaban la
independencia, pero por otro camino, porque éramos y somos diferentes. Además, siendo
la Provincia de Maracaibo clave para el gobierno español, aquí había un ejército importante,
sobre todo, si consideramos que para comienzos del siglo XIX la población de Maracaibo
llegaba solo a 20.000 habitantes aproximadamente. Ese contingente acantonado en
Maracaibo era capaz de enfrentar a cualquier enemigo proveniente del resto de Venezuela o de la
Nueva Granada, como lo afirma Vinicio Nava Urribarri. Según Márquez Morales en 1799,
cuando el levantamiento de Pirela, habían 400 veteranos; en 1810 las milicias del
Gobernador Miyares llegaban a 900 efectivos y ya para 1819 el Gobernador Montenegro y
Colón contaba con 1200 soldados. Por las razones citadas, no fue fácil para quienes
liderizaban el movimiento independentista nacional actuar sobre Maracaibo. Esta provincia
era distinta. Se le dio prioridad a otras e incluso a la Nueva Granada. En esta tierra no solo
permanecía escondido todavía el oro negro que nos haría famosos en el siglo XX, sino un
espíritu libertario que comienza a manifestarse desde 1799, hasta que aflora
definitivamente para no ocultarse nunca, el 28 de enero de 1821.
III
LAS MANIFIESTAS TENDENCIAS Y PROPÓSITOS DE INDEPENDENCIA
Esta Provincia de Maracaibo entonces, no se mantuvo ausente del movimiento
emancipador, iniciado en Venezuela desde fines del siglo XVIII, como sostienen algunos
historiadores. Durante el primer cuarto del siglo XIX fueron múltiples las acciones para
enfrentar al régimen monárquico, pero no estaban dadas las condiciones objetivas para su
participación más amplia, que si se dieron en el centro y oriente del país, para declarar
la independencia e iniciar la lucha armada para conquistarla. Así, en febrero de 1799, en
la Villa de Santa Rita intentan deponer de su cargo a don Bernardino Oquendo Teniente
de Justicia Mayor. En marzo de ese mismo año, Francisco Javier Pirela mulato de
Maracaibo encabeza una revolución, que fue delatada y que según se le informa al
Capitán General Guevara y Vasconcelos, “era una sublevación contra el régimen español,
para establecer la Republica”, como lo sostiene Ocando Yamarte en su historia del Zulia.
Más recientemente A. Lombardi Boscán en brillante investigación, es escéptico en otorgarle
algún tipo de contenido político a este complot. Medina Chirinos, en cambio, considera que
la revolución de Pirela era la continuación de la de Gual y España y la de Cartagena.
Para Nava Urribarri, en 1801 las mujeres republicanas de Maracaibo llevan a cabo una
campaña de
panfletos y propaganda verbal en los templos y desde los postigos de las casas de familia.
En diciembre de 1808 circuló un manifiesto conspirativo en la esquina de la Administración del
Correo suscrito por “Los hijos de Maracaibo”. Como lo afirma Ocando Yamarte, “En
Maracaibo se escondía una corriente republicana muy decidida”. Miyares por eso lo
calificó de pasquín y pretendía hacer creer que era una acción individual, para ocultar que
existía un movimiento contrario a la monarquía. Algunos historiadores afirman que cierta
relación tuvo que existir entre los revolucionarios de Caracas y Maracaibo en aquellas
fechas, pues el 24 de noviembre en Caracas, fueron apresados el Marqués del Toro, los
Tovar, José Félix Rivas y otros. Millares Carlo cita tres intentos a favor de la independencia
en Maracaibo en los años 1810, 1811 y 1812, aportando, como bien sabia hacerlo, pruebas
documentales. El primero pretendía tomar los cuarteles, apresar al Gobernador Miyares y
embarcarlo para Cuba. El segundo, que Ocando Yamarte califica de “revolución abortada
de Maracaibo”, puso de manifiesto que en esta ciudad “ardía subterráneamente la subversión
a favor de la independencia”, y aparecían como lideres Juan Evangelista González y José
Meza. El tercero en 1812, pone igualmente de relieve que el espíritu de independencia había
calado en Maracaibo. Cada día se captaban más partidarios. Se urdió un plan para actuar
sobre la ciudad con el fin de tomar los cuarteles, cárceles, deponer al gobernador y formar un
gobierno unido al de Caracas. La fecha del golpe seria el 14 de febrero, pero hubo un traidor y el
gobernador frustró las acciones planeadas. Los comprometidos fueron remitidos a Puerto Rico.
Según Ocando Yamarte, este movimiento es el que suelen equivocadamente ubicar el 26
de marzo como surgido en “la Escuela de Cristo” que se reunía en la ermita de Santa
Ana para promover igualmente la independencia. Gibraltar se alza en 1813 bajo el
liderazgo de Juan Evangelista González, quien extiende sus actividades revolucionarias
a Trujillo, Mérida y Táchira. Un huracán en Maracaibo el 25 de Julio de 1813 pone de
manifiesto el clima revolucionario existente, cuando los capuchinos de la iglesia de San
Francisco, como lo expresa Márquez Morales, vociferaban que ese fenómeno “era castigo
de Dios por las manifiestas tendencias y criminales propósitos de independencia
de los maracaiberos”. En mayo de 1814, poco tiempo después de marcharse el gobernador
Fernando Miyares, los rumores ponen de manifiesto un plan para asesinar al comandante
realista Ramón Correa y a 350 españoles, derrocar al gobierno y proclamar la Republica.
Nuevo intento revolucionario ocurre en marzo de 1817. Se proyectaba volar el almacén
de pólvora contiguo al Cuartel de Veteranos. Una nueva delación impidió esta revuelta y
muchos de sus promotores fueron a prisión. Pero mientras el tiempo transcurría, las
condiciones objetivas para la incorporación de Maracaibo al proceso independentista
se hacían más favorables. Cada vez esa corriente republicana crecía y se hacía más decidida.
Solo faltaba un empujón final.
IV
LA LIBERACIÓN DE MARACAIBO: OBJETIVO FUNDAMENTAL DE LA
ESTRATEGIA PATRIOTA
V
Maracaibo al fin libre e independiente del gobierno español
El armisticio permitió avivar las fuerzas de comunicación entre los revolucionarios para la
toma de Maracaibo. Esa comunicación tenía un eje indiscutible: el General Rafael Urdaneta,
comandante en jefe de la División de la Guardia, con jurisdicción límite, de acuerdo al
Tratado, desde Barinas siguiendo una línea hasta Momoporo en la orilla del lago de
Maracaibo.
Su ejército estaba compuesto por 4 escuadrones de caballería y varios batallones, al
frente de uno de los cuales estaba el teniente –coronel José Rafael de las Heras, quien como
Urdaneta estaba muy vinculado con Maracaibo. El Libertador había viajado a Bogotá. Las
comunicaciones de los patriotas con Urdaneta se multiplicaron con excusas de diferentes
motivos. Ocando Yamarte llama a esos movimientos “los viajes de la independencia”.
Para enero de 1821, Maracaibo estaba gobernada por Francisco Delgado, como Gobernador
Político Intendente y Comandante Provisional, en sustitución de Don Feliciano
Montenegro, quien según Besson, abandonó su cargo, por haber Morillo reconocido la
Constitución de Cádiz. Delgado era un zuliano de méritos, que había llegado a altas
posiciones en el gobierno realista, a pesar de no ser español de nacimiento. Tenía dos
hermanos, José María y Juan Evangelista, decididos republicanos. En Gibraltar, al
frente del Ayuntamiento estaba un patriota de larga tradición: Juan Evangelista González.
Su comunicación con Urdaneta y Bolívar era permanente. Urdaneta les ayudaba moral
y materialmente. El 26 de enero los patriotas de Maracaibo realizaron una reunión decisiva,
donde se planificaron los pasos a dar. El golpe se daría cuando se tuvieran noticias de que las
tropas republicanas estaban ya en camino , para darle apoyo a la decisión que tomaría el
Cabildo. Urdaneta envió al batallón Tiradores comandado por Heras, quien debían
embarcarse en Gibraltar. Sería el soporte militar del pronunciamiento. Bolívar no podía
pronunciarse ni actuar por la vigencia del armisticio. Delgado y González se habían puesto
de acuerdo. Seria González desde Gibraltar quien enviaría el pliego revolucionario con una
moneda de santo y seña, obedeciendo las instrucciones del General Urdaneta.
La noche del 26 de enero, la señora Dolores Moreno, en la Rita, recibió el documento y
la moneda. Al único batallón que podía crear problemas, el Valcárcel, se le sacó del juego con una
orden falsa de parte de La Torre. Se le movilizó hacia Coro. El Gobernador Delgado el
27 de enero por la noche, envió a Antonio Castro, esposo de Dolores Moreno a buscar noticias
a la Rita. Inmediatamente se devolvió con el pliego y la moneda que tenía su esposa. A las 3 am
del día 28 se los entregó a Francisco Delgado. La organización acordada se puso entonces
en movimiento. El pueblo se fue hacia el Ayuntamiento y éste reunido en Cabildo Abierto
en la Sala Consistorial, decidió
VI
Las importantes consecuencias del 28 de enero de 1821
VII
Rescatemos la importancia del 28 de enero de 1821
Por todo ello, el 28 de enero de 1821 es una fecha a la que los zulianos y venezolanos
debemos dar la importancia que merece. Ya lo hace nuestro escudo, que solo recoge dos
fechas: el 24 de agosto de 1499 cuando Ojeda descubrió el golfo y lago de Maracaibo; y el
28 de enero de 1821, cuando la Provincia de Maracaibo decidió independizarse del gobierno
español. Para Morales Manzur “equivale a la suma del 19 de abril y el 5 de julio nacionales y
ha sido fecha poco valorada en la mayoría de las historias generales de Venezuela e
incluso del Zulia”. De allí que este Cuerpo, heredero de aquel que, en Cabildo Abierto en
la Sala Consistorial, en esta ciudad, con su Presidente y Regidores, Sindico, Procurador y
Secretario decidieron “poner o restituir al pueblo en el uso y goce de la libertad soberana”, cada
año a partir de este momento, debería realizar una sesión solemne para conmemorar
tal acontecimiento y reflexionar sobre el presente y futuro del Zulia.
así mismo, propongo a este Cuerpo, cuando solo faltan siete años para la
conmemoración de los dos siglos del Pronunciamiento de Maracaibo por la libertad, designe
una comisión amplia y plural, que con tiempo suficiente, en conjunto con los funcionarios
de este municipio y con las demás ramas del Poder Público, planifique las actividades y obras
con las que deben recordarse los doscientos años de la incorporación del Zulia al proceso
independentista venezolano en el 2021.
Este municipio, además, adelantándose a estos acontecimientos, debería
plantear al Poder Ejecutivo y Legislativo del Zulia, que se decretara como día feriado
en toda la jurisdicción del Estado, al 28 de enero, cumpliendo claro está, con las disposiciones
legales sobre la materia. Es bueno recordar, que solo en el año 2002, el exgobernador Manuel
Rosales, decretó como día de júbilo la celebración del 28 de enero, al que se denominó “Día
de la zulianidad”. Por otra parte, quiero recordar a este Ayuntamiento, que cuando se
cumplieron 166 años del “Pronunciamiento del Ayuntamiento de Maracaibo sobre
su independencia y anexión a la Gran Colombia” como expresaba el Acuerdo que traigo a
colación, este Municipio acordó dar el nombre de Paseo 28 de Enero al actual Paseo
Ciencias. En el mismo documento se aprobó además, “erigir un monumento
conmemorativo en el referido Paseo”. El Acuerdo fue firmado por Carmen Ramona Morán
Vera como Presidente encargado y Aura Velázquez Pérez como Secretaria. En el Paseo,
en acto celebrado al efecto, se dejó constancia de ello, con una placa conmemorativa. Hoy,
el gobierno del estado Zulia adelanta una remodelación de ese espacio urbano, y es el
momento para que el Municipio Maracaibo intervenga, en base a las competencias
constitucionales y legales que tiene en materia de patrimonio histórico, parques, jardines, plazas
y en materia de nomenclatura y ornato público, con el fin de hacer realidad lo que decidió
este Cuerpo hace 27 años. En el nuevo Paseo, al que se le quiere dar el nombre de Paseo de
los Libertadores, la fecha del 28 de enero de 1821 y los nombres de quienes participaron,
tanto en el pronunciamiento, como en la batalla naval de 1823, no deben ser ignorados. La
historia de Venezuela y los monumentos que la recuerdan, no puede pasar por alto lo
acontecido en cada una de las provincias que constituían nuestro territorio a principios del
siglo XIX, porque Venezuela éramos todos. Ese paseo debe denominarse entonces Paseo 28 de
Enero.
VIII
En defensa permanente de los “nativos fueros”
Apreciados señores:
Por todo lo expresado, es evidente que el Zulia ha sido siempre una Patria muy
particular. Siempre hemos sido distintos. Hemos tenido nuestra propia fisonomía, antes y
después del 28 de enero de 1821. Sin embargo, como bien lo expresó el Dr. Rafael Caldera en
discurso memorable en la Universidad del Zulia en 1958, “no se puede tener cabal idea de lo que
Venezuela constituye como estructura nacional y de sus potencialidades futuras, sin apreciar lo que
es el Zulia y lo que significa en la vida venezolana”. Desintegrada la experiencia de
la Gran Colombia aceptamos con discrepancias el modelo de estado de la Constitución
de 1830 y desde ese momento, comenzó la lucha por nuestra autonomía político-
territorial, dentro de un estado federal bien entendido. Desde el siglo XIX hasta hoy, nunca el
Zulia ha dejado de enfrentar a las autocracias y a los autócratas que hemos tenido. Hoy,
doscientos tres años después de la declaración del 5 de julio de 1811 y a ciento noventa
y tres años del Pronunciamiento de Maracaibo a favor de la independencia nacional,
seguimos defendiendo con calor la autonomía de los estados y municipios, consagrada en
la Constitución de 1999, ante cualquier acción que pretenda desvirtuarla. En estos momentos,
los maracaiberos y todos los zulianos debemos defender las competencias y recursos
del estado Zulia, de sus municipios y de sus parroquias. Hoy más que nunca entonces,
debemos avivar el espíritu de zulianidad que llevamos en la sangre. En esta hora crucial
para el país, debemos reafirmar los principios y valores que han servido de fundamento al
Estado que nos dimos hace dos siglos, y que nadie tiene derecho a menoscabar: la
libertad, la justicia, la igualdad, la vida, la democracia, la ética, el pluralismo político, y el
federalismo. Inspirados en el espíritu que animó a los patriotas de Maracaibo del 28 de
Enero de 1821, llegó la hora de defender con fuerza y convicción lo establecido en el
artículo 2 de la Constitución del estado Zulia: el derecho a la autonomía, como base de su
autogobierno, dentro del estado federal descentralizado consagrado en la Carta Magna.
Ese autogobierno, no puede circunscribirse solo a unidades socioterritoriales sin
autonomía, manejadas desde el poder nacional porque previamente requiere de la
autonomía político territorial. Ello además es antihistórico e inconstitucional. Hoy, la zulianidad
que siempre nos ha hecho distintos, debe ser la fuerza que nos guíe en la defensa de
eso que Udón Pérez llamó “los nativos fueros”. Y recitando la última estrofa de su himno, que
es también el nuestro, como homenaje a quienes nos dieron la libertad hace ciento noventa
y tres años, le reitero al Zulia que:
¡ Jamás, jamás los déspotas
o la invasión taimada,
la oliva por la espada
te obliguen a trocar;
y sigas en la cúspide
triunfante como eres,
rumores de talleres
oyendo sin cesar:
en vez de los clarines
i el parche militar!
Bibliografía
Besson Juan, Historia del Zulia, ediciones de la gobernación del estado Zulia, Fondo Editorial
Ocando Yamarte Gustavo, Historia del Zulia, Primera Edición, Caracas 1986, Editorial Arte.
Nava Urribarri Vinicio, el Zulia que no debe olvidarse en la Venezuela heroica, agosto de
del estado Zulia (2000); y Crónicas y Ensayos históricos sobre el Zulia, ediciones En Voz Alta
2012.
Lombardi Boscan Ángel, Conspiración de Maracaibo 1799, Universidad Católica Cecilio Acosta
2009.
estado Zulia, El Zulia: un estado región con vocación nacional, mayo 2008.
Maracaibo 1999
Morales Manzur Juan Carlos, Exposición en la Academia de Historia del estado Zulia,
En 1820, a un año de la victoria en la batalla de Boyacá, que puso a Bogotá y Cundinamarca bajo
el dominio patriota, Bolívar se trazó como meta una campaña decisiva en Venezuela que marcara
su liberación definitiva. Pero era necesario crear las condiciones para el éxito absoluto,
comenzando por el reencuentro y abastecimiento del Ejército Libertador.
Entonces, el destino había vuelto a aliarse con la revolución independentista venezolana. El plan
ingeniado por el Libertador para reunir a las tropas en todo el territorio nacional, así como para
desestructurar a las bien plantadas fuerzas imperiales, se vio providencialmente reforzado con la
Revolución Liberal en España, que frenó el absolutismo del rey Fernando VII por tres años y
propició un armisticio en la guerra independentista.
Una fuerza calculada en 14 mil hombres poseía el ejército español en 1820, considerada la más
poderosa en los países rebeldes suramericanos. Los realistas tenían el poder en Maracaibo, Coro,
Puerto Cabello, La Guaira, Barcelona y Cumaná, así como en la capital (Caracas) y toda la región
central del país. Al mando de los generales Pablo Morillo y Miguel de la Torre, también disponían
de los grandes ingresos por la exportación de Cacao y añil.
En contraste, las fuerzas patriotas en Venezuela no superaban los 6 mil hombres y se encontraban
diseminadas en un empobrecido territorio nacional, donde solamente dominaban la isla de
Margarita y Maturín en oriente; San Cristóbal, Mérida y parte de Trujillo, en occidente. La provincia
de Guayana, al sur y Apure, en los llanos.
Este fue el escenario que recibió al Libertador Simón Bolívar a su regreso victorioso. Se afirma que
ante la precaria situación tanto económica como militar en Venezuela, además del peligro de un
intento de reconquista realista de los territorios liberados en la ya para entonces Gran Colombia, el
héroe caraqueño ideó la batalla decisiva para sellar la independencia venezolana.
En España, también en 1820, las nuevas autoridades liberales que habían obligado a Fernando VII
a jurar la Constitución de 1812, texto que contemplaba una monarquía parlamentaria y el fin de la
Inquisición entre otras amplias libertades, se dispusieron a restablecer su autoridad en las colonias,
pero por la vía conciliatoria, prometiendo instituciones liberales, una amplia amnistía e incluso
ofreciendo dignidades y empleos a los insurgentes.
El 6 de junio del mismo año, el general Pablo Morillo recibió las instrucciones para negociar un
armisticio con las autoridades republicanas. Tanto el jefe realista como los líderes patriotas
despreciaban la iniciativa. El primero la consideraba una humillación que poco beneficio traería.
Los segundos defendían el orgullo patrio y el honor por la sangre derramada.
Pero el Libertador aprovechó la oportunidad de ganar tiempo con el armisticio y así recomponer
sus fuerzas. El tratado se firmó el 25 de noviembre de 1820, en Trujillo, con el general Antonio José
de Sucre en representación de la República y el brigadier Ramón Correa por los españoles. Al día
siguiente llegó a su fin la Guerra a muerte, decretada por Bolívar en 1813.
No obstante, una vez sellados los arreglos para iniciar la negociación se dio la famosa entrevista
de Santa Ana de Trujillo entre Bolívar y Morillo, de la que ambos escribieron favorablemente. El
español calificándola como “uno de los días más alegres de mi vida”, narró: “Todos hicimos locuras
de contento, pareciéndonos un sueño el vernos allí reunidos como españoles, hermanos y amigos.
Crea Ud. que la franqueza y la sinceridad reinaron en esta reunión”.
“Nos abrazamos un millón de veces, y determinamos erigir un monumento para eterna memoria
del principio de nuestra reconciliación en el sitio en que nos dimos el primer abrazo”, dejó plasmado
el venezolano. Pero dos derechos irrenunciables siempre ensombrecieron el acuerdo: para los
españoles, el de restituir su poder imperial y para los patriotas el reconocimiento de la República.
Además de haber otorgado tiempo para recomponer parte de las filas del ejército revolucionario,
el armisticio fortaleció la imagen y el apoyo interno a los patriotas, pues la estrategia conciliatoria
de los españoles fue percibida como una muestra de debilidad del Rey y como una posibilidad real
de triunfo local, por quienes seguían respaldando a la corona en la República, bien por intereses
económicos, bien por miedo.
Los patriotas también se vieron favorecidos por la partida del general Morillo, quien a los días de
la firma del armisticio, quizás convencido de su eventual fracaso, partió de Venezuela, dejando a
una parte de sus hombres desmoralizados y en manos del general de la Torre.
En efecto, la tregua pautada para seis meses apenas duró dos porque el 29 de enero de 1821,
el comandante José Heras, sin consultar con el alto mando, atendió el pedido de auxilio desde la
provincia de Maracaibo que había proclamado su adhesión al gobierno republicano. De nada
valieron las exigencias de cumplir con el tratado hechas por de la Torre al Libertador. Se acordó
que las hostilidades se reanudarían el 28 de abril.
Perdiendo también se gana
La exitosa estrategia con la que el Libertador triunfó en Carabobo
Perdiendo también se gana. Nunca un dicho popular fue tan cierto como cuando el general José
Francisco Bermúdez liberó a Caracas del control imperial, como parte de la estrategia de distracción
de las fuerzas enemigas (conocida como diversiones) desplegada por el Libertador en el país,
viéndose obligado a perderla en un lapso de 15 días.
Siguiendo las órdenes de Bolívar, Bermúdez avanzó desde el Unare sobre Caracas con unos
1.200 soldados que batieron a unos realistas en El Guapo e hicieron que huyeran de Guatire otros
700. Fue el 12 de mayo de 1821. Dos días después entró a una Caracas evacuada por los
españoles. El 20 llegó a La Victoria, pero fue repelido y obligado a retroceder a la capital para
marchar en retirada a Guatire.
Pero la estrategia del Libertador desestructuró toda la formación del ejército de Miguel de la
Torre, quien se tuvo que devolver cuando pretendía atacarlo por sorpresa en Guanare y que
desguarneció el Occidente, al enviar a sus mejores contingentes a defender Caracas, por lo que
cayeron Coro y Barquisimeto.
De igual manera, la poderosa vanguardia de Francisco Tomás Morales, obligada a moverse,
dejó libre el flanco sur del general de la Torre, lo que aprovecharon las fuerzas de José Antonio
Páez para avanzar. En conclusión, el general Bermúdez había perdido la batalla de Caracas, pero
el Ejército Libertador, gracias a sus operaciones en el marco de las diversiones emprendidas por
Bolívar, ganaría la Batalla de Carabobo.
La batalla de Carabobo o del Cerro de La Mona 6 fue una de las principales acciones militares
de la Guerra de Independencia de Venezuela en el marco de las Guerras de Independencia
Hispanoamericanas que se llevó a cabo en el Campo de Carabobo el 24 de junio de 1821, por parte
del ejército revolucionario contra el ejército real español. Esta batalla fue decisiva en la liberación
de Caracas el día 29 de junio.
Antecedentes
El levantamiento y rebelión de Rafael Riego en Andalucía el año 1820, desintegró y dispersó las
tropas expedicionarias reunidas para la Grande Expedición, con ello desapareció la amenaza de
invasión española del Río de la Plata y Venezuela, y en consecuencia en dichas regiones se
desmorona la resistencia realista. El nuevo gobierno del Trienio Liberal envío comisionados para
acordar la paz con los revolucionarios. Pero agotados los plazos del armisticio del 28 de
abril de 1821 sin alcanzar a ningún acuerdo, ambos bandos comenzaron una movilización de sus
fuerzas.
Los leales al Rey poseían un despliegue que hacía favorable un combate en detalle, venciendo
a las divisiones patriotas de la Gran Colombia una a la vez.7 Los grancolombianos, en cambio,
necesitaban concentrar sus tropas para poder obtener una sola batalla decisiva. El general
republicano Mariano Montilla al mando de tres mil hombres puso bajo asedio Cartagena de
Indias entre el 14 de julio de 1820 y el 10 de octubre de 1821 (durante la vigencia del armisticio
hubo un alto al fuego) y ocupó Riohacha y Maracaibo (lo que llevó al fin de la tregua).89 Bolívar en
persona comandaba 5000 soldados acantonados en Barinas y Páez marchaba hacia él con 4000
refuerzos. Bermúdez por su parte avanzaba hacia Caracas con 2000 desde el Oriente. Por último,
el ejército neogranadino se encargaba de las operaciones en el valle del Magdalena.8 La Torre en
cambio, disponía de 9000 soldados distribuidos a lo largo de toda la costa caribeña venezolana y
neogranadina en distintas guarniciones pero con sus comunicaciones interrumpidas desde la
revolución en Maracaibo que llevó a que dicha ciudad pasara a poder republicano.8 Más de dos
años antes (1818) sus fuerzas eran de 18 000 combatientes, pero a causa de las continuas derrotas
ante los independentistas habían descendido a la mitad.1011 Bolívar y sus ejércitos totabilizaban en
cambio 20 000 hombres12 frente a los cerca de ocho mil que eran pocos años antes.
La concentración patriota se realizó en la ciudad de San Carlos, donde acudieron los ejércitos
de Bolívar, parte del de Páez y la división del general Rafael Urdaneta.8 En total más de 10.000
hombres. La Torre tenía por su parte 50008 a 6300.15 El ejército de Oriente, dirigido por José
Francisco Bermúdez realizó una maniobra de distracción avanzando sobre Caracas, La Guaira y
los Valles de Aragua que obligó a La Torre a enviar unos dos batallones de infantería y un
escuadrón de caballería a Barquisimeto en su contra para recobrar las posiciones y asegurar su
retaguardia,8 unos mil combatientes.15 El ejército de Bolívar avanzó de San Carlos a Tinaco cubierto por la
avanzada del coronel José Laurencio Silva, que tomó las posiciones realistas en Tinaquillo. El 20 atraviesa el
ejército grancolombiano el río Tinaco y el 23 Bolívar pasa revista a sus fuerzas en la sabana de Taguanes.
Beligerantes
Comandantes
Fuerzas en combate
Bajas
Previo al combate, Miguel de la Torre distribuyó sus fuerzas de manera con tal que cubrieran por
el oeste el camino de San Carlos, y por el sur el de El Pao. La primera línea defensiva fue confiada
a la Primera División dirigida por el teniente coronel Tomás García, la cual se organizó en tres
batallones principales. El batallón de Valencey a cargo del teniente coronel Andrés Riesco, ocupó
la parte sur del camino; a su derecha se situó el batallón Hostalrich comandado por el teniente
coronel Francisco Illas, en columna de marcha detrás de las anteriores. Además de esto, dos piezas
de artillería fueron colocadas en una pequeña altura, delante de la línea formada por el Valancey y
el Barbastro. La posición correspondiente a la vía de El Pao fue ocupada por la División de
Vanguardia liderada por el brigadier Francisco Tomás Morales, quien contaba con dos batallones
principales y uno de reserva. Primero tomó posiciones el batallón ligero del Infante, a cargo del
teniente coronel Simón Sicilia; e inmediatamente detrás de esta unidad se situó el batallón ligero
del Príncipe. La reserva quedó integrada por el segundo batallón del Burgos, bajo la jefatura del
teniente coronel Joaquín Dalmar, quien disponía de cuatro regimientos de caballería. En cuanto al
cuartel general, el mismo quedó establecido cerca del batallón Burgos.
El 15 de junio de 1821, Bolívar reorganizó su ejército en tres divisiones. La primera a cargo de José
Antonio Páez, y formada por los batallones Bravos de Apure (al mando del teniente
coronel Francisco Torres) y los mercenarios ingleses agrupados en el batallón Cazadores
Británicos (al mando del coronel inglés Thomas Ildeston Farriar); además de 7 regimientos de
caballería. La segunda, comandada por el general de división Manuel Cedeño, y constituida por los
batallones Tiradores (el polaco teniente coronel Ludwig Flegel) y Vargas (el neogranadino teniente
coronel Antonio Gravete), a lo que se sumaba un escuadrón de caballería. La tercera, bajo las
órdenes del coronel Ambrosio Plaza y constituida por 4 batallones: El Rifles a cargo del teniente
coronel irlandés Arthur Sandes, Granaderos de Colombia al mando del coronel
neogranadino Francisco de Paula Vélez, Vencedor de Boyacá dirigido por el coronel
alemán Johann von Uslar y el Estado Anzoátegui, comandado por el Coronel José María
Arguidegui; completado todo esto por un regimiento de caballería,
Orden de batalla[
Orden de batalla
Patriotas Realistas
Miguel de la Torre
Simón Bolívar
Unidades y Comandantes16
Jefe del Estado Mayor
Escuadrón del General; Teniente Coronel Jacinto Perera
A primera hora del 24 de junio, desde las alturas del cerro Buenavista, Simón Bolívar hizo un
reconocimiento de la posición de los realistas sobre su caballo blanco Palomo y llegó a la conclusión
de que esta era inexpugnable por el frente y por el sur. En consecuencia, ordenó que las divisiones
modificaran su marcha por la derecha y se dirigieran al flanco derecho realista, el cual estaba
descubierto; es decir, Bolívar concibió una maniobra tendiente a desbordar el ala izquierda
enemiga, operación ejecutada por las divisiones de Páez y Cedeño, en tanto que la división de
Plaza seguía por el camino hacia el centro de la posición de ataque de los compatriotas al mando
de Bolívar.
Al darse cuenta La Torre de la maniobra, ordenó al batallón Burgos que marchase al norte a
ocupar la altura hacia el Bravos de Apure, cabeza de la primera división, el cual después de cruzar
el riachuelo de Carabobo, trataba de escalar la pendiente que lo llevaría a la parte plana de la
sabana. Tan violento fue el contraataque del Burgos, que el Bravos de Apure tuvo que replegarse
por dos veces. La situación cambió cuando una unidad que lo seguía, el batallón Cazadores
Británicos, se enfrentó y lo obligó a retroceder. En esta acción, el Batallón Británico demostró una
gran valentía y sangre fría, soportando cada una de las cargas del ejército real, perdiendo a su
comandante Tomás Farriar y a 17 de sus oficiales superiores, pero permitiendo a los "Bravos de
Apure", liderados por Páez, reorganizarse y contraatacar de forma efectiva.
Para detener el repliegue de las unidades realistas que había producido la operación
Republicana, La Torre envió los batallones Príncipe, Barbastro e Infante, los que lograron sostener
la línea de combate, pero solo por breve tiempo, pues el grueso de la caballería de la primera
división del ejército patriota entró por el norte de la sabana Con el fin de hacer frente a este nuevo
ataque, La Torre ordenó al Húsares de Fernando VII que cargase contra la caballería rebelde, pero
esta unidad se retiró después de disparar sus carabinas.
Finalmente, atacados de frente por la infantería y por la derecha por la caballería, los batallones
leales al Rey optaron por la retirada. Como último recurso, La Torre le ordenó al regimiento de
los Lanceros del Rey que atacara a la caballería grancolombiana, pero esta unidad no sólo
desobedeció la orden, sino que huyó ante la embestida de las fuerzas de Bolívar Al entrar la batalla
en su fase final, el 1.º de Valencey forma cuadro y comienza a retirarse, los rebeldes iniciaron una
tenaz persecución del ejército real, la cual fue llevada a cabo hasta Valencia y seguirán hasta llegar
a salvo a Puerto Cabello. De los 4279 efectivos que participaron en la batalla de Carabobo, los
realistas perdieron dos oficiales superiores, 120 subalternos y 2786 soldados.
Consecuencias
Los últimos focos de resistencia realista cayeron en las campañas posteriores, Cumaná en el
oriente fue tomada poco después, el 16 de octubre del mismo año. Mientras que Francisco
Tomás Morales logró refugiarse en Puerto Cabello con 2000 sobrevivientes de Carabobo (más
1000 hombres de la guarnición local),26 pronto reunía más de 5200 hombres27
reconquistando Maracaibo y Coro el 7 de septiembre y 3 de diciembre de 1822, respectivamente
. Tras las derrotas realistas en Cumarebo, en la batalla naval del Lago de Maracaibo del 24 de
julio de 1823 y el asedio planteado por el general Páez en Puerto Cabello la situación realista se
hizo insostenible y tuvieron que evacuar la plaza el 8 de noviembre de 1823, dos días después
el castillo de San Felipe fue tomado , acabando así la guerra de independencia en Venezuela
después de más de trece años .