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DERECHO DE DAÑOS
PRESUPUESTOS DE LA RESPONSABILIDAD CIVIL
En el derecho de daños, la noción de responsabilidad civil es un concepto clave que implica la
obligación de indemnizar todo daño injustamente causado a otro. No hay responsabilidad sin
daño.
Son :
DAÑO
NEXO CAUSAL
FACTOR DE ATRIBUCION
ANTIJURIDICIDAD
1 El daño resarcible
Definición. La definición del Código Civil y Comercial en el actual contexto del derecho de
daños
En este sentido, la doctrina señala que uno de los grandes vacíos que presentaba el Código Civil
de Vélez era una definición de daño resarcible,limitándose el codificador a señalar cuándo
habría un perjuicio reparable y qué comprendería la indemnización (arts. 1068 y 1069).
El Código Civil y Comercial de la Nación suple tal omisión y brinda, en el art. 1737, el
concepto de daño resarcible, estableciendo que "Hay daño cuando se lesiona un derecho o un
interés no reprobado por el ordenamiento jurídico, que tenga por objeto la persona, el
patrimonio, o un derecho de incidencia colectiva".
Esta definición es propia del contexto actual del derecho de daños, ya que en él encontraremos
las razones de la misma. la responsabilidad civil busca repartir justa y equitativamente los daños
mediante el reconocimiento del alterum non laedere como norma primaria y cláusula general del
sistema con jerarquía constitucional.
De conformidad con la definición de daño que nos brinda el CCC, se contemplan en el nuevo
ordenamiento jurídico los daños individuales tradicionales (patrimonial o moral –ahora
denominado "daño que provoca consecuencias no patrimoniales”-), se incorporan los daños
colectivos cuando se lesionan derechos de incidencia colectiva (pese a la supresión mencionada
precedentemente) y se elimina la distinción entre daños de origen contractual o extracontractual,
aunque subsisten algunas diferencias entre ambas órbitas de responsabilidad.
Artículo 1737.- Concepto de daño. Hay daño cuando se lesiona un derecho o un interés no
reprobado por el ordenamiento jurídico, que tenga por objeto la persona, el patrimonio, o un
derecho de incidencia colectiva.
Hay daño cuando se causa una lesión a un derecho o a un interés que no sea contrario al
ordenamiento, que comprende: a) el interés individual del legitimado sobre su persona o su
patrimonio; b) el interés respecto de los derechos de incidencia colectiva. La indemnización
comprende la pérdida o disminución del patrimonio de la víctima, el lucro cesante en el
beneficio económico esperado de acuerdo a la probabilidad objetiva de su obtención y la
pérdida de chances. Incluye especialmente las consecuencias de la violación de los derechos
personalísimos de la víctima, de su integridad personal, su salud psicofísica, sus afecciones
espirituales legítimas, y las que resulten de la interferencia en su proyecto de vida.
El daño, para que sea susceptible de resarcimiento, debe cumplir con ciertos requisitos que ya se
encontraban presentes antes de la reforma.
En efecto, en cuanto a los requisitos del daño, el Código Civil y Comercial, en su art. 1739,
dispone que "Para la procedencia de la indemnización debe existir un perjuicio directo o
indirecto, actual o futuro, cierto y subsistente”.
El daño es cierto cuando puede constatarse su existencia en forma cualitativa, aún cuando no
pueda determinarse su magnitud con precisión. Este requisito tiene relación con la
consecuencia que genera la acción lesiva y con la índole del interés lesionado. Un daño cierto es
lo opuesto a un daño eventual o hipotético, que no es aptos para generar resarcimiento. La
exigencia de que el daño sea cierto se refiere a su existencia y no a su actualidad o a la
determinación de su monto; el daño debe existir, es decir, debe ser real, efectivo, y no
meramente conjetural o hipotético; en ello se diferencia del daño eventual, que sí es meramente
hipotético, conjetural, de incierta realización, y que, a criterio del juzgador, ofrece escasas
posibilidades de ocurrencia, por lo que no corresponde su resarcimiento.
Sólo la persona que sufre el perjuicio patrimonial o moral de modo directo o indirecto se
encuentra en posición de demandar la reparación. El daño personal puede ser directo o indirecto.
Es directo cuando el titular del interés afectado es la víctima del ilícito, mientras que es
indirecto cuando el perjuicio propio alegado por el acto es consecuencia de una afectación a
bienes patrimoniales o extrapatrimoniales de otra persona. Un ejemplo de daño directo sería el
caso de que una persona reclame el resarcimiento por una lesión psicofísica que él mismo
experimentó; sería, en cambio, daño indirecto el caso de que una persona demandara por el
daño propio a raíz de la muerte de su hija.
Este requisito exige que la lesión recaiga sobre un interés propio (ya sea patrimonial o moral);
es decir, solamente podrá reclamar la reparación la persona que ha sufrido el perjuicio. Ello, sin
embargo, no es óbice para destacar que el daño –aun siendo personal- puede ser a su vez directo
o indirecto, tal como vimos en el párrafo anterior, donde definimos que es el daño directo. Por
otro lado es indirecto cuando el perjuicio propio invocado por el demandante deriva de una
lesión a bienes patrimoniales o extrapatrimoniales de un tercero; aquí, el daño se produce de
manera refleja o "de rebote", tal como sucede, por ejemplo, en el supuesto de homicidio en el
cual la viuda y los hijos del muerto –damnificados indirectos- pueden reclamar iure proprio la
reparación del perjuicio material y moral derivado de la muerte de un tercero (víctima)
Para que el daño sea resarcible, éste deberá provenir de la afectación a un interés no ilegítimo
del damnificado. Antes de la vigencia del CCC y a la luz del Código de Vélez, este tópico ha
generado diversas posturas.Actualmente la norma refiere a un “derecho” o un “interés no
reprobado por el ordenamiento jurídico” (conforme el citado art. 1737) donde toma un criterio
sostenido por la Corte Suprema de Justicia de la Nación, “el concepto jurídico de daño, abarca
la protección de todo interés no reprobado por el ordenamiento jurídico” .Según esta tesis basta
un interés simple sin necesidad de que se trate de un derechos subjetivo; basta con que el interés
sea licito. El actual CCC protege el interés en tanto sea afectado.
Prueba
La prueba del daño patrimonial y de su cuantía pesa sobre quien alega su existencia. Rige al
respecto la amplitud en los medios probatorios. Se debe probar la cuantía y la calidad del
mismo.
El daño experimentado por una persona puede ser de naturaleza patrimonial o extrapatrimonial,
también llamado moral. El daño resarcible, no es la lesión a un derecho de naturaleza
patrimonial o extrapatrimonial, ni a un interés de esa índole, sino el detrimento de valores
económicos o patrimoniales (daño patrimonial) o una minoración en la subjetividad de la
persona de existencia visible (daño extrapatrimonial o moral)
En un mismo hecho dañoso –como puede ser la mutilación de ambas piernas en un joven con
motivo de un accidente laboral- va a generar daño patrimonial consistente en el daño
emergente (gastos hospitalarios, prótesis, atención médica, etc.), lucro cesante (el salario
que deje de percibir), y el daño moral, consistente en la minoración subjetiva sufrida, el
detrimento en su forma de sentir y pensar.
Cuando el art. 1738, en su primera parte, se refiere a la indemnización del daño patrimonial, ya
que está referido a la pérdida o disminución del patrimonio de la víctima, al lucro cesante y a la
pérdida de chances. Debemos aclarar que la introducción legislativa de la indemnización por la
frustración de chances (perdida de chance) reviste el carácter de novedad en el ordenamiento
jurídico, ya que, si bien era admitida por la doctrina y la jurisprudencia, no había sido objeto de
ninguna norma en el Código Civil de Vélez.
En cambio, cuando la norma citada se refiere a los daños que tengan por objeto a la persona, es
decir, a las consecuencias de la violación de los derechos personalísimos de la víctima, de su
integridad personal, su salud psicofísica, sus afecciones espirituales legítimas y las que resultan
de la interferencia en su proyecto de vida, estimamos que puede derivarse de la lesión a ellas,
tanto daño el patrimonial como el extrapatrimonial (Calvo Costa, 2015). No podemos olvidar
que la integridad psicofísica, la salud, el proyecto de vida, etc., son simplemente bienes
jurídicos. Nuestro derecho ya no acepta un concepto de daño que consista en la lesión a bienes
jurídicos, puesto que –como vimos- dicha acepción ha sido ampliamente superada. Y la salud, al
igual que la estética, el proyecto de vida, la vida de relación, etc., representan bienes de carácter
personalísimo que resultan ser asientos de derechos subjetivos, pero que no pueden ni deben ser
resarcidos autónomamente y per se.
Un daño será tal en sentido jurídico, en la medida que, sin estar justificado, afecte algún interés
y, además, provoque consecuencias; caso contrario, nos encontraremos ante menoscabos, pero
no frente a un verdadero daño en sentido jurídico (Calvo Costa, 2015). En tal sentido, un daño
será patrimonial o no patrimonial (moral), según sea la índole del interés lesionado.
Corresponde hacer una referencia a las distintas clases de rubros que componen el daño material
o patrimonial resarcible.
Podemos decir que lo que se computa al indemnizarse la disminución sufrida por la víctima es:
a) el lesivo desequilibrio espiritual que la invalidez supone (daño moral), que trataremos en otro
apartado; b) las erogaciones que demanda la pérdida o deterioro en la victima (daño emergente)
y c) las ganancias dejadas de percibir o afectación de las aptitudes productivas de la persona
(lucro cesante y pérdida de chance).
Actual y futuro
Daño actual o presente es el ya ocurrido al tiempo en que se dicta la sentencia. Son los
perjuicios presentes o los que haya sufrido la víctima. Por ejemplo, los gastos médicos.
El daño futuro es el que todavía no ha sucedido y puede o no suceder; su futuro es incierto. Más
allá de que sea futuro, hay un alto grado de probabilidad de que suceda. Por ejemplo, la
disminución de alguna ganancia derivada de la incapacidad sufrida, como las sesiones de
fisioterapia que deberá abonar la víctima para recuperarse de la lesión.
El daño inmediato resulta del curso natural y ordinario de las cosas; el daño mediato resulta de
la conexión de un hecho con un acontecimiento distinto.
Previsible e imprevisible
Daño al interés positivo puede traducirse como el interés que el contratante tiene en la ejecución
de un contrato, interés que, en el caso de inejecución de éste, debe ser satisfecho
indemnizándose el daño emergente y el lucro cesante. El daño al interés negativo está
relacionado con el interés que se tiene en la no conclusión del contrato, comprendiendo la
indemnización de éste todo lo que el damnificado tendría si no se hubiera concertado el contrato
nulo y que pueda abarcar también el daño emergente y el lucro cesante. En otras palabras, el
daño al interés negativo es aquel que se compone por todos los daños sufridos por el acreedor a
causa de haber confiado en la vigencia de un contrato que no se concretó, que se extinguió o que
resultó inválido.
Regulación del daño moral en el derecho privado argentino. El nuevo Código Civil y Comercial
En el Código Civil derogado, conforme la reforma de la ley 17711, el art. 522 expresa “En los
casos de indemnizaciones por responsabilidad contractual el juez podrá condenar al responsable
a la reparación del agravio moral que hubiere causado, de acuerdo con la índole del hecho
generador de la responsabilidad y circunstancias del caso”. Dicho artículo fue introducido para
todos aquellos casos de reparación por incumplimiento contractual –obligacional-, es decir que,
en este supuesto, cabe la preexistencia de una convención entre partes, y de ella deviene el
nacimiento de obligación concreta, cualquiera sea su naturaleza.
Por otra parte, y abarcando la totalidad de los casos no comprendidos en el supuesto anterior y
que sean violatorios del deber jurídico preponderante en la materia de “no dañar a otro”, existía
el artículo 1078 del derogado Código Civil: “La obligación de resarcir el daño causado por los
actos ilícitos comprende, además de la indemnización de perdidas e intereses, la reparación del
agravio moral ocasionado a la víctima”. Este artículo había sido estipulado para los casos
en los que la obligación nueva de indemnizar era proveniente de hechos donde el dolo o la culpa
fuera su factor esencial.
En el art. 1741 del CCC queda claramente establecida una ampliación en la legitimación para
reclamar la reparación de las consecuencias no patrimoniales, lo que marca una clara diferencia
con el sistema anterior. Señala, en primer lugar, al damnificado directo (víctima del daño) como
regla en cuanto hace a la legitimación, pero incluye, en caso de muerte o padecimiento de una
grave discapacidad, según las circunstancias y a título personal, a los ascendientes,
descendientes, cónyuge y quienes convivían recibiendo trato familiar ostensible.
Ampliando la explicación, respecto de la reforma del CCC y la legitimación para reclamar daño
moral, en primer lugar podemos decir que es sólo directa (únicamente la victima) y
excepcionalmente será indirecta (art. 1741 del CCC).
El CCC, en su art. 1741, pone punto final a las diferentes interpretaciones que se formulan en el
ámbito doctrinario y jurisprudencial, no sólo en cuanto al término "herederos forzosos", sino
también respecto de la posibilidad de aplicar el art. 1079 del actual código en determinados
casos particulares. Se ha sostenido, y con adecuada razón, que no es justo excluir el
resarcimiento del daño no patrimonial a quienes no revisten la calidad de herederos forzosos.
En relación con el monto indemnizatorio, éste es claro y concreto; el art. 1741 afirma que debe
establecerse teniendo en cuenta las satisfacciones sustitutivas y compensatorias. Esto resulta
problemático por iguales razones a las expuestas más arriba: la textura abierta del lenguaje. El
juez debe fundamentar de manera adecuada y conforme a la ley para el supuesto en que no
considere las mencionadas satisfacciones.
El monto no debe guardar una correspondencia o relación de proporción con la entidad del daño
patrimonial, pero el magistrado, al tiempo de sentenciar, debe valuar una acentuada apreciación
de las circunstancias del caso que puedan procurar las sumas que se otorguen por este daño.
La prueba del daño moral también origina ciertas controversias doctrinales. Una primera
postura considera que la prueba del daño moral difiere en caso de que el mismo provenga de un
ilícito (responsabilidad extracontractual) o de un incumplimiento obligacional (responsabilidad
contractual u obligacional). De acuerdo con esta tesitura, en el primer caso, el daño moral se
presumiría, mientras que, en el segundo, la presunción no operaría, siendo la prueba
contundente un requisito ineludible. Con la unificación del régimen, el problema queda
superado.
Esto no podría ser de otra manera, pues la etiología del daño no debería tener incidencia en la
cuestión probatoria. En ambas órbitas, el daño moral actúa de igual manera y debe ser valorado
y tratado de igual manera. No puede ser tratado de diferente modo el peatón que se ve lesionado
por el ómnibus que lo atropella, que tendría origen ilícito, que el pasajero que sufre el daño
dentro del ómnibus, que tendría basamento en el contrato de transporte. Si ambas víctimas
sufren daños que puedan analogarse fácticamente, nada indica que el tratamiento deba ser
diferenciado. No parece lógico.
En todos los casos, por la aplicación de los principios de prueba, el daño moral debe
probarse, en principio, por quien lo alega, sin más consideraciones respecto de su origen.
Dada la dificultad de producir una prueba directa sobre el perjuicio padecido, que es
interno y que no implica necesariamente las lágrimas o una exteriorización estereotipada, se
considera que la prueba es indirecta y que surge de los indicios y las presunciones hominis,
teniendo en cuenta el evento dañoso y las características del caso. De tal modo puede
determinarse la existencia del daño moral, la magnitud o, en su caso, la inexistencia del mismo.
En cuanto a la carga de la prueba del daño moral, en el nuevo Código, conforme el art. 1744, se
impone que todo daño deba ser acreditado por quien lo invoca, excepto imputación o presunción
legal o notoriedad (son ejemplo de esta presunción los gastos médicos del art. 1746 del CCC).
Con base en ello, la carga probatoria del daño moral recae invariablemente sobre el actor, quien
deberá acreditarlo mediante demostración activa cuando se afecte un bien de naturaleza
patrimonial. Opuestamente, cuando la afectación recaiga en un bien de entidad extrapatrimonial
(art. 1740, segundo supuesto del CCC), estará asistido por una presunción hominis, que deberá
ser desvirtuada por el accionado si pretende contrarrestar la pretensión ejercida.
Para lograr arribar a la determinación de la entidad del daño moral, se debe tener en cuenta
la gravedad objetiva del daño sufrido por la víctima. Esto se logra considerando la
modificación disvaliosa del espíritu, en el desenvolvimiento de sus capacidades de sentir, querer
y entender, y de su estado anímico. Todos estos elementos deben ser ponderados
prudencialmente por el magistrado.
2 LA ANTIJURIDICIDAD
Una acción antijurídica es aquella que resulta contraria al ordenamiento jurídico integralmente
considerado.
La acción a la cual nos referimos es una conducta, ya sea comisiva u omisiva, que provoca un
resultado. Para ello no se requiere la voluntariedad de la persona. Dentro de este concepto
quedan incluidos los actos habituales e instintivos, y excluidos los actos reflejos o que
provengan de estados de inconsciencia o fuerza irresistible.
A diferencia de su antecesor art. 1066 del Código de Vélez, el nuevo art. 1717 se inclina de
manera manifiesta por la llamada antijuridicidad material, según la cual la simple violación del
neminen laedere implica ilicitud, salvo que la conducta o el perjuicio se encuentren justificados.
La nueva norma se inscribe en los postulados que viene sosteniendo la CSJN en diversos
pronunciamientos, según los cuales el alterum non laedere tiene jerarquía constitucional.
En este sentido, el CCC se aparta de lo dispuesto por el art. 1066 del Código de Vélez, pues se
inclina de manera manifiesta por la llamada antijuridicidad material, según la cual la simple
violación del neminen laedere implica ilicitud, salvo que la conducta o el perjuicio se
encuentren justificados.
Esta posición del Código Civil y Comercial implica receptar los postulados que viene
sosteniendo la CSJN en diversos pronunciamientos, según los cuales el alterum non laedere
tiene jerarquía constitucional.
Esta posición respecto del daño injusto es reconocida por el CCC en toda su regulación, lo que
le otorga coherencia al sistema. Es de señalar que, si bien se ha unificado la responsabilidad
contractual con la extracontractual, el Código distingue la antijuridicidad en uno u otro campo.
Es así que los arts. 1716 y 1749 mencionan separadamente la violación del deber general de no
dañar a otro y el incumplimiento de una obligación.
Una postura considera que el acto ilícito civil requiere de la imputabilidad de la conducta del
agente, es decir que la ilicitud es subjetiva. La razón por la cual participan de estas ideas se
funda en la suposición de que, si la ilicitud no requiriera la voluntad del sujeto, los actos
ilícitos no debieran ser incluidos en la categoría de actos voluntarios en el Código Civil.Tanto
en la norma de Velez como en el actual art. 1717 del CCC, se hace alusión a la responsabilidad
civil desde su función resarcitoria de un daño injusto. Esto no quiere decir que el acto
involuntario no pueda ser ilícito. En el nuevo Código, se dispone en el art. 1750:
Daños causados por actos involuntarios. El autor de un daño causado por un acto involuntario
responde por razones de equidad. Se aplica lo dispuesto en el art. 1742. El acto realizado por
quien sufre fuerza irresistible no genera responsabilidad para su autor, sin perjuicio de la que
corresponde a título personal a quien ejerce esa fuerza.
Caracterización
El acto ilícito implica una violación a la ley que causa daño a otro y que obliga a la
reparación a quien resulte responsable en virtud de imputación o atribución legal del perjuicio.
En el ordenamiento jurídico argentino, la ilicitud constituye un elemento del acto ilícito
independiente de la culpa.
El principio alterum non laedere, es decir la prohibición de dañar a otro, tiene base
constitucional y fue plasmado en la concepción de antijuridicidad del nuevo Código. Como
consecuencia de ello, es antijurídica toda conducta comisiva u omisiva que cause un daño a
otro, sin que medie una causa de justificación.
a) La creación de un riesgo a través de una actividad socialmente válida puede ser lícita. Sin
embargo, no lo es el daño que se pueda generar.
La conducta antijurídica puede ser positiva o negativa. En el primer supuesto, los actos
pueden tratarse de comisión de una actividad que se encuentra prohibida, por ejemplo,
causar lesiones a otra persona. Por el contrario, puede suceder que el ilícito consista en la
omisión de una conducta que ordena la ley (v. g., omitir prestar auxilio).
3- FACTOR DE ATRIBUCIÓN
Definición e Importancia
Clasificación
Los factores de atribución pueden ser clasificados en subjetivos u objetivos. Entre los primeros
están la culpa y el dolo, mientras que los más relevantes de la segunda categoría son el riesgo
creado, la garantía, el deber calificado de seguridad y la equidad.
En del actual esquema de responsabilidad civil, se discute acerca del rol de la responsabilidad
subjetiva y del lugar que le corresponde. Una primera posición sostiene que la culpa es la regla
en la responsabilidad civil, sin perjuicio que pueda coexistir con otros factores de atribución
objetivos. En tal concepción, la culpa sería una especie de piedra de toque y sería aplicable
residualmente a todo supuesto de responsabilidad civil al que no le corresponda otro factor
subjetivo u objetivo. Lo expresado nos llevaría a limitar los alcances de la responsabilidad
objetiva, reduciendo la extensión y los límites del resarcimiento.
Otra doctrina, que sostenemos ampliamente, considera que de ningún modo nos encontramos
ante la presencia de una responsabilidad subsidiaria, sino que, por el contrario, los factores
objetivos de atribución poseen igual jerarquía que la culpa, coexistiendo con similar amplitud.
En el CCC, los factores de atribución son dos: subjetivos y objetivos (art. 1721), tal como
establecía la norma derogada. En relación a los subjetivos, los enumera diciendo que son la
culpa y el dolo (art. 1724), y luego explica: El artículo alude a la “diligencia” debida o exigible,
en singular, siguiendo la observación critica que efectuaba la doctrina a la fórmula de Vélez
Sarsfield en el art. 512 y, especialmente, en su nota, pues allí se aludía a “diligencias”. También
incluye las conductas que pueden considerarse culposas: la imprudencia, la negligencia y la
impericia en el arte o profesión.
Según la nueva norma, el dolo comprende "la producción de un daño de manera intencional"
(dolo obligacional) o "con manifiesta indiferencia por los intereses ajenos".
En relación al factor objetivo, se lo define en el art. 1722, estableciendo el supuesto de
aplicación de factores objetivos para la responsabilidad contractual para el caso que el deudor
haya comprometido un resultado (art. 1723). “Factor objetivo. El factor de atribución es
objetivo cuando la culpa del agente es irrelevante a los efectos de atribuir responsabilidad. En
tales casos, el responsable se libera demostrando la causa ajena, excepto disposición legal en
contrario”; “Responsabilidad objetiva. Cuando de las circunstancias de la obligación, o de lo
convenido por las partes, surge que el deudor debe obtener un resultado determinado, su
responsabilidad es objetiva”.
En efecto, si bien el CCC no enumera los factores objetivos, como sí lo hace para los subjetivos,
el legislador tipifica la responsabilidad objetiva extracontractual en el citado art. 1722. La
responsabilidad obligacional es objetiva, como dispone el citado art. 1723, en sentido
concordante con el profesional liberal que comprometió un resultado (art. 1768).
Conforme el CCC, los factores objetivos –y los numerosos supuestos fácticos que abarcan-
quedan comprendidos en la ley en una fórmula amplia, por lo que la culpa, residualmente, es el
factor último de atribución y opera sólo en caso de ausencia de norma expresa y si no rige la
analogía por la existencia de laguna normativa. Es decir que ambos factores tienen la misma
jerarquía y la culpa reviste el carácter de norma implícita sólo en caso de silencio y de laguna
acerca del factor de atribución Ese es el sentido de la frase: "En ausencia de normativa, el factor
de atribución es la culpa".
Definición
En el Código Civil derogado, los factores de atribución subjetivos son el dolo (art. 521, 1067,
1072 y concs.) y la culpa (art. 512, 1067, 1109 y concs.). Ambos suponen que el agente
sea autor material del ilícito extracontractual (aquiliano) o del incumplimiento obligacional,
y la causa inteligente y libre de ese comportamiento.
Este concepto nos lleva a la necesidad de una imputabilidad de primer grado, es decir, aquella
que se asienta sobre la voluntariedad del acto y que requiere determinar previamente si el agente
ha actuado con intención, discernimiento y libertad (art.260 del CCC). Consecuentemente,
carecen de discernimiento y de reproche subjetivo los supuestos enumerados en el art. 261, que
define “acto involuntario” como:
3) el acto lícito de la persona menor de edad que no cumplió los 13 años (como observáramos,
este último supuesto difiere del régimen del Código Civil que exige como mínimo los 14 años
de edad cumplidos para ser responsable directo por actos lícitos, conforme arts. 921 y 1076).
Una vez que se configura la imputabilidad de primer grado, es dable formular la imputabilidad
de segundo grado, que pone acento en la reprochabilidad de la conducta y que se puede
presentar como dolo o culpa.
La culpa
Definición. Requisitos
La culpa era considerada el factor de atribución subjetivo más importante, conforme el Código
Civil derogado. Allí se la definía, en el art. 512, como “la omisión de aquellas diligencias que
exigiere la naturaleza de la obligación, y que correspondiesen a las circunstancias de las
personas, del tiempo y del lugar”.
Factores subjetivos. Son factores subjetivos de atribución la culpa y el dolo. La culpa consiste
en la omisión de la diligencia debida según la naturaleza de la obligación y las circunstancias de
las personas, el tiempo y el lugar. Comprende la imprudencia, la negligencia y la impericia en el
arte o profesión.
Se advierte que la definición de culpa es casi reproducida por la nueva norma, pero agrega las
conductas que la configuran, pues dice “Comprende la imprudencia, la negligencia y la
impericia en el arte o profesión”. También se modificó la expresión “diligencias” utilizada por
Vélez, pues era equívoca (en cuanto significaría “trámites”); ahora dice expresamente
“diligencia” (cuidado).
En ese sentido, corresponde definir a la culpa como la omisión de la diligencia que exija la
naturaleza de la obligación y que corresponda a las circunstancias de las personas, del tiempo y
del lugar.
Requisitos de la culpa
Todas ellas pueden estar presentes, en tanto pueden combinarse entre sí.
En algunos casos, los deberes de exigencia serán mayores en razón de los conocimientos o de la
situación especial del agente, tal como lo indicaba el art. 902 del sistema derogado “Cuanto
mayor sea el deber de obrar con prudencia y pleno conocimiento de las cosas, mayor será la
obligación que resulte de las consecuencias posibles de los hechos”
Valoración de la conducta. Cuanto mayor sea el deber de obrar con prudencia y pleno
conocimiento de las cosas, mayor es la diligencia exigible al agente y la valoración de la
previsibilidad de las consecuencias. Cuando existe una confianza especial, se debe tener en
cuenta la naturaleza del acto y las condiciones particulares de las partes.
El dolo
El dolo es uno de los factores de atribución subjetiva (art. 1724 del CCC). En el Código
derogado se reflejan las tres acepciones dadas al dolo:
Según la nueva norma, el dolo se configura por la producción de un daño de manera intencional
o con manifiesta indiferencia por los intereses ajenos.
Efectos
Existen supuestos en los cuales el daño sólo resulta jurídicamente resarcible en tanto y en
cuanto el autor del evento haya actuado con dolo. Sin perjuicio de las consideraciones
precedentes, el dolo genera efectos propios en numerosas situaciones:
b) La invalidez de tales cláusulas no sólo alcanza al deudor, sino también a las personas por las
cuales debe responde; se impone la invalidez anticipada de la dispensa de toda cláusula que
exima de responder a los dependientes, auxiliares o personas de las cuales se sirve el deudor
(arts. 1743 y 732).
No debe confundirse la dispensa anticipada con la renuncia del derecho de reclamar daños y
perjuicios por parte del acreedor, una vez operado el incumplimiento doloso.
e) La responsabilidad por caso fortuito o por imposibilidad de cumplimiento. Si bien el inc. “d”
del art. 1733 refiere a la culpa, es aplicable si el caso fortuito o imposibilidad de cumplimiento
sobrevienen por su dolo.
f) En los daños causados por acusación calumniosa sólo se responde por dolo o culpa grave (art.
1771).
El art. 1726 del nuevo Código establece que “son reparables las consecuencias dañosas que
tienen nexo adecuado de causalidad con el hecho productor del daño. Excepto disposición legal
en contrario, se indemnizan las consecuencias inmediatas y las mediatas previsibles. Se
introduce así el factor previsibilidad para éstas últimas, que no estaba en el texto del art. 901 del
Código de Vélez, respecto de las consecuencias mediatas.
Introduce el nuevo Código otra novedad en materia de consecuencias derivadas de los contratos,
al establecer la previsibilidad, donde, de acuerdo al art. 1728, se responde por las consecuencias
que las partes previeron o pudieron haber previsto al momento de su celebración. Aquí, la
relevancia está en la previsibilidad de las partes al momento de la celebración del acto
contractual o la posibilidad de haberlas previsto.
Pero, si existe dolo del deudor, la responsabilidad se fija tomando en cuenta estas consecuencias
al momento del incumplimiento. Es decir, además de las consecuencias previstas al momento de
la celebración, se le agregan las consecuencias dañosas al producirse el incumplimiento, lo que
cobra importancia en los contratos de duración. Cuando se cualifica a la conducta del deudor
como "culposa", éste debe las consecuencias previsibles al tiempo de celebración o nacimiento
del contrato; en tanto, cuando existe dolo del deudor, se extiende la reparación hasta las
consecuencias previsibles al tiempo del incumplimiento.
Si bien la norma refiere al dolo del deudor, resulta aplicable al dolo del acreedor, de acuerdo a
lo convenido contractualmente, con respaldo en el art. 1716.
Prueba
El dolo no se presume; por el contrario, el mismo debe ser alegado y probado. Dicha tarea
corresponde a quien invoca su existencia. Se aplican en esta temática los principios generales,
admitiéndose inclusive la prueba indiciaria o de presunciones, lo cual es cosa distinta a decir
que el dolo se presume.
En cuanto concurren, en el evento dañoso, ambas conductas (culpa y dolo), por parte de víctima
y victimario, debemos decir que las mismas no se neutralizan, sino que deben ser analizadas
cada una en el caso particular. pueden existir supuestos en los cuales el daño derive de la
culpa del demandado y de la víctima. En estos supuestos se distribuirán entre ambos las
consecuencias dañosas, soportando cada uno de ellos una carga proporcional a la incidencia
causal que hubieran aportado en la producción del daño.
Dolo concurrente
En cuanto concurren, en el evento dañoso, ambas conductas, por parte de víctima y victimario,
deben ser analizadas ambas conductas en el caso concreto a los fines de la eximente de
responsabilidad civil. En caso de concurrencia de culpa, la víctima con el dolo del demandado,
éste último absorbe el hecho culpable o no de la víctima. De ese modo se considera que el
sindicado como responsable ha sido el único causante del daño. En la concurrencia del dolo de
la víctima y del demandado, procede la reparación del daño causado teniendo en cuenta la
incidencia de cada conducta dolosa en la producción del resultado.
Son nulas las cláusulas que anticipadamente dispensen al deudor de la responsabilidad por el
incumplimiento de la obligación (art. 1743 CCC), ya que esto atenta contra la naturaleza
misma del concepto de obligación. Asimismo, ello estaría reñido con el principio de buena fe,
con la moral y las buenas costumbres.
Factores objetivos
Caracterización. Importancia
Clasificación
el riesgo y el vicio (designaciones, éstas, que son las más difundidas en la doctrina y
jurisprudencia) de las cosas y de las actividades riesgosas o peligrosas por su naturaleza,
por los medios empleados o por las circunstancias de su realización (arts. 1757, 1758,
1733 inc. “e”);
la indemnización de equidad (art. 1742) y los daños causados por los actos involuntarios
(arts. 1750);
la garantía (aludiendo al fundamento de las responsabilidades indirectas) (art. 1753), en
la responsabilidad contractual objetiva (art. 1723) y en la responsabilidad profesional
por resultado (art. 1768);
la responsabilidad del grupo en caso de actividad peligrosa y la responsabilidad del
grupo en caso de autoría anónima (arts. 1762 y 1761);
la del dueño y ocupante de un edificio por las cosas arrojadas o caídas (art. 1760);
el daño causado por animales (art. 1759);
el daño derivado de los accidentes de tránsito (art. 1769);
la responsabilidad de los padres y de los tutores, curadores y otras personas encargadas
de los menores e incapaces (arts. 1754, 1755, 1756);
la de los titulares de los establecimientos educativos (art. 1767);
la responsabilidad del principal por el hecho del dependiente (art. 1753);
la responsabilidad por los hechos de quién se sirve para el cumplimiento de sus
obligaciones (art. 1753).
La teoría del riesgo. Distintas vertientes. Aplicaciones. Artículos 1757 y 1758 del Código
Civil y Comercial
La teoría del riesgo tiene origen en el derecho francés de fines del siglo XIX, y adquirió gran
reconocimiento a partir de la primera mitad del siglo XX. Esta doctrina intenta proveer
una explicación a la responsabilidad civil basada en el riesgo; sin embargo, se advierten
diferentes líneas de pensamiento:
a) La teoría del riesgo creado. Según esta teoría, quien es dueño o se sirve de cosas o realiza
actividades que, por su naturaleza o modo de empleo, producen riesgos potenciales a terceros,
debe responder por los daños que ellas ocasionen. En consecuencia, el factor de atribución que
rige es objetivo y es una contrapartida del riesgo creado.
Cierta doctrina considera que la garantía constituye un factor de atribución objetivo autónomo.
Dentro de este esquema, se suelen mencionar, en el ámbito extracontractual, la responsabilidad
del principal por el hecho del dependiente (art. 1753 del CCC) y la obligación de seguridad,
incluida con carácter general y accesorio, de manera tácita, en ciertos contratos, para preservar
a las personas y a su propiedad contra los daños que puedan ocasionarse al momento de
ejecutarlo (v. g., contrato de espectáculos deportivos, contratos médicos, etc.). Esta obligación
de garantía se encuentra presente en todos los contratos de consumo, sin importar aquí la idea
del contrato en sí misma. Lo que importa para la norma es la protección del consumidor.
Conforme lo cual, la responsabilidad será de tipo objetiva, sea que el daño tenga o no origen en
un contrato.
Este factor de atribución sigue el camino marcado en el Código Civil derogado, que tenía
aplicación en materia de daño involuntario (art. 921). Conforme la norma derogada, los daños
involuntarios, en principio, no generan responsabilidad civil. Sin embargo, existen dos
excepciones:
a) Contenida en el art. 907 del CC, se funda en el principio del enriquecimiento sin causa. La
norma reza:
…cuando por los hechos involuntarios se causare a otro algún daño en su persona y bienes,
sólo se responderá con la indemnización correspondiente, si con el daño se enriqueció el autor
del hecho, y en tanto, en cuanto se hubiere enriquecido.
El Código Civil y Comercial recepta esta línea de pensamiento, en tanto, por regla, los daños
involuntarios no generan responsabilidad civil, salvo lo dispuesto por los arts. 1750 y 1742 del
CCC.
Según en el art. 1750 del CCC, se determina que el agente dañoso responde por "equidad" si el
daño fue causado por un "acto involuntario" (conf. art. 260 del CCC) y se reenvía al art. 1742,
que establece las características a tener en cuenta por el juzgador para fijar la indemnización.
El art. 1750 del CCC, por reenvío al art. 1742, prevé en forma similar a lo preceptuado en el art.
907 del Código Civil derogado para los daños causados por actos involuntarios, en el que se
faculta al juez a disponer un resarcimiento a favor del damnificado, fundado en razones de
equidad; la indemnización debe tener como base, para su fijación, el patrimonio del autor del
hecho, la situación personal de la víctima y las circunstancias del hecho, es decir que el juzgador
deberá balancear ambos patrimonios, el del agente dañoso y el del damnificado, y, al sopesar
ambos, si el del deudor del daño causado involuntariamente lo amerita, podrá trasladar a la
víctima una parte para cubrir al menos parcialmente el perjuicio sufrido, cumpliendo así con la
meta equitativa de la norma en los arts. 1742 y 1750 del CCC.
Como señaláramos antes, el CCC, en su art. 261, preceptúa qué se considera "acto
involuntario", disponiendo que es: 1) el acto de quien al momento de realizarlo está privado de
razón, 2) el acto ilícito de la persona menor de edad que no cumplió 10 años y 3) el acto lícito
de la persona menor de edad que no cumplió 13 años de edad. Como observáramos, este último
supuesto difiere del actual régimen, que exige como mínimo los 14 años de edad cumplidos
para ser responsable directo por actos lícitos (conf. arts. 921 y 1076 del CCC).
Versa el artículo 1750: “Daños causados por actos involuntarios. El autor de un daño causado
por un acto involuntario responde por razones de equidad. Se aplica lo dispuesto en el artículo
1742”5 Por su parte, el art. 1742:
El abuso del derecho como posible factor objetivo de atribución. Responsabilidad derivada del
ejercicio abusivo del derecho
Algunos autores consideran el abuso del derecho (art. 10 del CCC) como factor de atribución.
En ese sentido, esgrimen que esto es así ya que el artículo consagra un concepto de abuso de
derecho con carácter objetivo. De tal modo, sostienen que, para comprometer la responsabilidad
civil de quien incurre en dichas conductas abusivas, no es suficiente la prueba de la culpa,
convirtiéndose éste en un factor de atribución subjetiva.
Al igual que respecto del abuso del derecho, algunos autores consideran que el exceso en la
normal tolerancia entre vecinos o “inmisiones”, tal como ahora las llama el Código Civil y
Comercial (art. 1973) constituye otro supuestos de responsabilidad objetiva. Al respecto, esta
norma reza:
Inmisiones. Las molestias que ocasionan el humo, calor, olores, luminosidad, ruidos,
vibraciones o inmisiones similares por el ejercicio de actividades en inmuebles vecinos, no
deben exceder la normal tolerancia teniendo en cuenta las condiciones del lugar y aunque medie
autorización administrativa para aquéllas. Según las circunstancias del caso, los jueces pueden
disponer la remoción de la causa de la molestia o su cesación y la indemnización de los daños.
Para disponer el cese de la inmisión, el juez debe ponderar especialmente el respeto debido al
uso regular de la propiedad, la prioridad en el uso, el interés general y las exigencias de la
producción.
Algunos autores sostienen que se trata de una responsabilidad objetiva, propter rem, que opera
como una carga sobre la propiedad y que va pasando de dueño en dueño. Al respecto,
podemos decir que las conclusiones vertidas en materia de abuso del derecho pueden ser
igualmente aplicadas en esta materia. En concreto, el exceso de la normal tolerancia entre
vecinos no constituye un factor de atribución objetivo autónomo, sino que es una modalidad de
antijuridicidad
. Otros posibles factores objetivos de atribución (igualdad ante las cargas públicas, seguridad
social, el riesgo de empresa, el crédito especial a la seguridad, etc.)
a) Igualdad ante las cargas públicas. Algunos juristas consideran como factor objetivo
de atribución la igualdad ante las cargas públicas, con fundamento en el art. 16 de la CN.
Este factor de atribución justificaría la responsabilidad civil del estado por actos lícitos.
e) Falta de servicio
f) Sacrificio especial.
4- La relación de causalidad
Definición.
La relación de causalidad nos permite determinar si un resultado dañoso puede ser atribuido
materialmente a una persona. De igual modo, respecto de la función preventiva del daño, nos
permite establecer un vínculo razonable y necesario entre una amenaza de daño y el hecho
generador.
El juicio que supone la relación de causalidad es neutro, ya que no valora la justicia o injusticia
de la acción, sino que se refiere a una cuestión meramente fáctica y objetiva: si existe un enlace
entre un hecho antecedente (causa) y el resultado (efecto).
Elegir el criterio que determina cuál es la causa jurídica de un daño muchas veces constituye
una tarea compleja. Muchas teorías se han formulado tendientes a dilucidar cuál de los
antecedentes materiales es apto para provocar el resultado dañoso.
El CCC sigue los criterios más consolidados sobre el principio de la causalidad adecuada y la
extensión y simplificación de la responsabilidad a las consecuencias inmediatas y mediatas.
Reza el art. 1726: "Relación causal. Son reparables las consecuencias dañosas que tienen nexo
adecuado de causalidad con el hecho productor del daño. Excepto disposición legal en contrario,
se indemnizan las consecuencias inmediatas y las mediatas previsibles".
Y el art. 1727:
La doctrina y jurisprudencia de nuestro país expresan que la teoría que mejor se adaptaba al
Código Civil derogado era la teoría de la causalidad adecuada, inspirado en esta materia en el
Código de Prusia de 1794.
Así lo dispone el art. 1726. "Relación causal. Son reparables las consecuencias dañosas que
tienen nexo adecuado de causalidad con el hecho productor del daño. Excepto disposición legal
en contrario, se indemnizan las consecuencias inmediatas y las mediatas previsibles".
e) La responsabilidad colectiva y anónima. el nuevo Código establece una sección específica –la
octava- con tres artículos destinados a regular estos supuestos. El primero de ellos –art.1760-
resuelve el supuesto de las cosas caídas o arrojadas de un edificio. La norma responsabiliza
solidariamente a los dueños y ocupantes de la parte de donde cayó o fue arrojada la cosa y sólo
se libera quien demuestre que no participó en la producción del daño. El segundo de los
artículos –1761- norma un claro supuesto: el daño es cometido por un autor anónimo que
pertenece a un grupo identificado. El grupo está identificado pero no el sujeto. En este caso
responden solidariamente todos los integrantes, lo cual es razonable en tanto no está identificado
el agente. Pero regula una excepción, para quien demuestre que no ha contribuido a la
producción del daño. Finalmente, se incorpora en el art.1762 un supuesto trabajado en la
doctrina es la barra brava del fútbol. En este caso, la responsabilidad también es solidaria de
todos los integrantes y sólo se libera quien demuestra que no integraba el grupo.En estos tres
casos de la relación de causalidad, tratándose de una responsabilidad grupal, existe una
presunción de causalidad a nivel de autoría, por lo que se tendrían que probar, para la eximición
total o parcial, algunas de las causales de eximición descriptas en los arts. 1729, o 1730, o 1731
del CCC.
Nuestro Código Civil y Comercial –en forma similar al Código derogado- clasifica las
consecuencias de los hechos en inmediatas, mediatas y causales.
Consecuencias inmediatas
Son consecuencias inmediatas aquellas que acostumbran suceder según el curso normal y
ordinario de las cosas (art. 1727 del CC). La previsibilidad está implícita en ellas, ya que existe
un principio de regularidad del cual surge que una persona se representa necesariamente dicha
consecuencia al momento de desplegar determinada conducta. Por ejemplo, en el caso de una
mala praxis médica, el suministro de excesiva cantidad de anestesia, la causa inmediata es la
muerte de un paciente. Otro ejemplo, que dan Pizarro y Vallespinos (2013), es el de la
transfusión de sangre portadora del virus de HIV; la consecuencia inmediata en tal caso será el
contagio del paciente del mencionado virus.
Consecuencias mediatas
Son consecuencias mediatas las que resultan solamente de la conexión de un hecho con un
acontecimiento distinto (art. 1727 del CCC). El vínculo no es directo en este caso, sino que debe
interferir otro hecho que coadyuva a la generación del resultado dañoso. En el caso de mala
praxis médica con contagio de HIV del paciente, la consecuencia inmediata será el contagio de
HIV del paciente y la consecuencia mediata el contagio –a s u vez- de la esposa del paciente
por vía sexual (suponiendo contacto sexual entre ambos esposos). Se trata de dos consecuencias
diferentes que tienen adecuada relación de causalidad entre el hecho (transfusión de sangre) y el
daño a las víctimas, con una diferencia causal en las consecuencias: el HIV del esposo es una
consecuencia inmediata de la transfusión, el HIV de la esposa es una consecuencia mediata.
Estas consecuencias son imputables al autor del hecho cuando las hubiere podido prever o
cuando, empleando debida atención, hubiera podido evitarlas. Dicha previsibilidad debe ser
apreciada en abstracto.
Consecuencias casuales
Son consecuencias casuales las consecuencias mediatas que no pueden preverse (art. 1727
del CCC). Dado que corresponden a hechos que operan de modo inesperado o sobreviniente en
el proceso causal, interrumpen su desarrollo. Son producidas por un hecho fortuito y, por lo
tanto, imprevisibles. En el caso brindado por Pizarro y Vallespinos (2013), será una
consecuencia casual el suicidio del hijo del paciente infectado con HIV en virtud de la grave
depresión de su padre a causa de la enfermedad.
Consecuencias remotas
Son consecuencias remotas las consecuencias casuales que se hallan tan alejadas del hecho que
en ningún caso son imputables, decía el art. 906 del CC, hoy derogado. El actual Código no
establece este tipo de consecuencias.
Tal como habíamos comentado en las unidades anteriores, en el CCC se unificó la extensión del
resarcimiento. En virtud del art. 1726 se declaran resarcibles las consecuencias inmediatas y las
mediatas previsibles, lo cual es aplicable tanto a la responsabilidad extracontractual como a la
derivada del incumplimiento de obligaciones.
EXIMENTES
Definición e importancia
Las eximentes son circunstancias que operan enervando la antijuridicidad, la relación de
causalidad o los factores de atribución. Las mismas poseen gran importancia, ya que pueden
aminorar o eximir la responsabilidad por daño al sindicado como responsable.
Clasificación
Según el efecto que producen, encontramos eximentes vinculadas con la antijuridicidad, con el
factor de atribución y con la relación de causalidad. Pasemos a analizar quién carga con la
prueba de cada categoría y sus particularidades.
Definición
Las causas de justificación difieren de las causas de inimputabilidad. En tanto las primeras
obstan a la antijuridicidad de la conducta, estas últimas, sin provocar tal efecto, excluyen la
culpabilidad del agente, porque el agente obra sin discernimiento (arts. 260 y 261 del CCC).
legítima defensa;
estado de necesidad;
ejercicio regular de un derecho o el cumplimiento de un obligación legal;
asunción de riesgos
consentimiento del damnificado.
Clasificación
El primer párrafo del artículo 10 del CCC establece que “El ejercicio regular de un derecho
propio o el cumplimiento de una obligación legal no puede constituir como ilícito ningún acto”.
Idéntico es el texto del art. 1071 del Código derogado.
La norma implica que el ejercicio regular de un derecho, dentro de los límites reconocidos por
el ordenamiento jurídico, se considera un obrar lícito. En consecuencia, en principio, la
causación de un daño a un tercero, en esas circunstancias, no sería indemnizable.
El cumplimiento de una obligación legal
Estado de necesidad
En el inc. “c” del art. 1718 se hace referencia al estado de necesidad que se configura cuando se
causa un mal menor para evitar un mal mayor, según la clásica definición. El inciso contempla
la posibilidad de que el juez conceda una indemnización de equidad.
Legítima defensa
La actual norma del CCC la regula expresamente como causa de justificación y exime de
responsabilidad a quien causa un daño: …en legítima defensa propia o de terceros, por un
medio racionalmente proporcionado, frente a una agresión actual o inminente, ilícita y no
provocada; el tercero que no fue agresor ilegítimo y sufre daños como consecuencia de un
hecho realizado en legítima defensa tiene derecho a obtener una reparación plena.
b) Que la misma recaiga sobre la persona o bienes materiales o morale s de quien se defiende.
Asunción de riesgo
Si bien la incluimos en este punto, referido a las causales de justificación que obstan la
antijuridicidad, la asunción de riesgos no es causal de justificación, y el legislador se encargó de
dejarlo claro.
Asunción de riesgos. La exposición voluntaria por parte de la víctima a una situación de peligro
no justifica el hecho dañoso ni exime de responsabilidad a menos que, por las circunstancias del
caso, ella pueda calificarse como un hecho del damnificado que interrumpe total o parcialmente
el nexo causal.
Efectos
Las eximentes vinculadas con el factor de atribución se distinguen según se trate de un factor
objetivo o subjetivo.
Respecto de las eximentes vinculadas con el factor subjetivo de atribución, se admiten las
siguientes.
La causas de inimputabilidad.
Eximen de responsabilidad: el error de hecho esencial (art. 265 del CCC), el dolo y la
violencia o intimidación (arts. 271 y 276 del CCC). Cuando se comprueba alguna de estas
circunstancias, el acto no posee intención ni libertad, respectivamente, eliminándose la
voluntariedad del acto, sobre la cual se asienta el reproche de culpabilidad.
La no culpa o falta de culpa como eximente. Su diferencia con el caso fortuito o la fuerza
mayor
Eximentes convencionales:
El actual sistema del CCC retoma los recaudos que pudimos ver con anterioridad, identificados
con la necesidad de una incidencia causal y de que el hecho no sea imputable al agente. Pero
con la actual redacción del art. 1729 se descarta toda discusión al respecto, pues se alude al
hecho del damnificado y no de su culpa, salvo que la ley o la voluntad de las partes dispongan
lo contrario. Dice el art. 1729:
Hecho del damnificado. La responsabilidad puede ser excluida o limitada por la incidencia del
hecho del damnificado en la producción del daño, excepto que la ley o el contrato dispongan
que debe tratarse de su culpa, de su dolo, o de cualquier otra circunstancia especial.
Caso fortuito. Fuerza mayor. Se considera caso fortuito o fuerza mayor al hecho que no
ha podido ser previsto o que, habiendo sido previsto, no ha podido ser evitado. El caso
fortuito o fuerza mayor exime de responsabilidad, excepto disposición en contrario.
Este Código emplea los términos “caso fortuito” y “fuerza mayor” como sinónimos. El
Código Civil y Comercial, al igual que el Código de Vélez, utiliza indistintamente los
términos caso fortuito y fuerza mayor, asignándoles idénticos efectos, siendo indiferente
la alusión a uno u otro vocablo. Al respecto dice la norma:
Caso fortuito. Fuerza mayor. Se considera caso fortuito o fuerza mayor al hecho que no ha
podido ser previsto o que, habiendo sido previsto, no ha podido ser evitado. El caso fortuito o
fuerza mayor exime de responsabilidad, excepto disposición en contrario. Este Código emplea
los términos “caso fortuito” y “fuerza mayor” como sinónimos.
Conforme lo expuesto, la responsabilidad civil puede ser excluida total o parcialmente por
ciertas circunstancias que se agrupan bajo la denominación de “causa ajena” y son: el hecho de
la víctima, el hecho del tercero por quien no se deba responder y el caso fortuito o la fuerza
mayor. El nexo causal se interrumpe en forma total o parcial cuando se demuestra que el daño
obedece al hecho de un tercero extraño por el cual el agente no debe responder. En
dicho caso, la atribución material del menoscabo se realiza respecto del tercero.
Esta eximente aparece expresamente legislada en el art. 1731: “Hecho de un tercero. Para eximir
de responsabilidad, total o parcialmente, el hecho de un tercero por quien no se debe responder
debe reunir los caracteres del caso fortuito”.
Conforme la norma, el hecho de tercero constituye una causa ajena por la cual el agente no debe
responder. El tercero por quien no se debe responder debe ser una persona distinta del
responsable presunto (demandado) y de la víctima. Puede ser una persona física o jurídica, de
carácter público o privado
Quedan al margen del concepto de tercero extraño por quien no se debe responder:
Para que opere esta eximente es necesaria la constatación de las siguientes circunstancias:
b) Respecto del debate sobre el hecho o la culpa del tercero, la doctrina mayoritaria considera
que es necesaria la culpa del tercero. La posición que compartimos es que alcanza el mero
hecho del tercero. Esta última posición fue la recogida por el Código Civil y Comercial.
La imposibilidad de cumplimiento
La reparación del daño consiste en “el cumplimiento de una obligación a cargo del
responsable y a favor del damnificado, que tiene por objeto resarcir el daño injustamente
al acreedor” .
Fundamento y finalidad
Caracteres
El principio de reparación plena e integral es uno de los grandes pilares sobre los que se asienta
el derecho moderno de daños, en la búsqueda de una justa y plena reparación del daño causado.
En esta tarea, se intenta que la víctima sea resarcida en forma plena o integral y, a la vez,
asegurar al responsable que no asumirá una obligación mayor al daño que ha causado. Cuatro
son las reglas que se deben respetar:
Distintos sistemas
Ambos aparecen contemplados en nuestro Código Civil y Comercial, pues se alude al pago en
dinero o en especie (art. 1740). La reparación específica en especie o in natura consiste en la
ejecución de una obligación (generalmente de hacer) que tiene por finalidad la de volver
las cosas al estado en que se hallaban antes de producirse el evento dañoso. Para que ello
pueda producirse, deberán existir las posibilidades materiales y jurídicas que lo permitan.
El Código Civil, en la versión redactada por Vélez Sarsfield, se inclinó por el sistema de
reparación del perjuicio mediante el pago de una “indemnización pecuniaria que fijará el juez,
salvo el caso en que hubiere lugar a la restitución del objeto que hubiese hecho materia del
delito” . La ley1961 modificó el art. 1083 disponiendo: “El resarcimiento de daños consistirá en
la reposición de las cosas a su estado anterior, excepto si fuera imposible, en cuya caso la
indemnización se fijará en dinero. También podrá el damnificado optar por la indemnización en
dinero”.
La actual redacción del art. 1740 establece que la reparación plena consiste en la restitución de
la situación del damnificado al estado anterior al hecho dañoso, sea por “el pago en dinero o en
especie”. Pareciera ser que el legislador se limita a describir que recepta ambas formas de
resarcimiento: por equivalente o in natura. Sin embargo, luego, la norma otorga facultad a la
víctima para que pueda optar por el reintegro específico. Esto podría conducir a la idea que el
legislador dispuso como regla la reparación por equivalente, salvo que la víctima opte por la
reparación en especie.
b) La reparación en especie debe ser posible: para que proceda la reparación en especie, la
misma debe ser posible material y jurídicamente. La posibilidad de reparación debe ser juzgada
con criterio amplio, pero a la vez prudente y ponderando no sólo los aspectos fácticos y
económicos, sino también la razonabilidad respecto del obligado.
Habíamos dicho que la reparación del daño moral se efectúa mediante el equivalente pecuniario.
Esta es la regla, pero nada obsta la viabilidad de condenar el pago de un equivalente no
pecuniario, consistente en la publicación de la sentencia o la retractación del ofensor como
medio de reparar a la victima el daño causado. Los métodos de reparación por equivalente no
pecuniario son variados. Uno de ellos es la retractación, que se configura cuando el ofensor se
desdice públicamente, admitiendo lo injustificado de su ataque; otro es la rectificación de
errores o falsedades difundidas en los medios de comunicación; la tercera posibilidad es la
publicación de la sentencia condenatoria al ofensor.
En materia de ilícitos, es factible esta reparación en los casos de lesiones contra el honor
causadas, por ejemplo, por los medio de comunicación, donde la publicación de la sentencia
condenatoria, o bien la publicación de la retractación del ofensor pueden tener virtualidad
resarcitoria idónea para eliminar o disminuir los efectos del daño.
La indemnización dineraria del daño moral. Valoración del daño moral. Pautas aplicables. La
cuantificación de la indemnización dineraria por daño moral. Las satisfacciones sustitutivas y
compensatorias
Dice Galdós (2015) que las satisfacciones sustitutivas y compensatorias a las que se refiere la
norma aluden al denominado “precio del consuelo” que procura "la mitigación del dolor de la
víctima a través de bienes deleitables que conjugan la tristeza, la desazón o las penurias" ;se
trata "de proporcionarle a la víctima recursos aptos para menguar el detrimento causado"
(ibídem), o permitirle "acceder a gratificaciones viables" (ibídem), confortando el padecimiento
con bienes idóneos para consolarlo, o sea para proporcionarle alegría, gozo, alivio, descanso de
la pena. En un conocido precedente dijo la Corte Suprema:
Esta modalidad de reparación del daño no patrimonial atiende a la idoneidad del dinero para
compensar, restaurar o reparar el padecimiento en la esfera no patrimonial mediante cosas,
bienes, distracciones, actividades, etc., que le permitan a la víctima obtener satisfacción, goces y
distracciones para restablecer el equilibrio en los bienes extrapatrimoniales.
Antes del dictado del nuevo Código Civil y Comercial, es decir, mientras se encontraba en
vigencia el Código Civil, se sostenía la existencia de diversas formas de prevención: una de
forma general que opera de modo indirecto, por disuasión, y que se plasma como una amenaza
efectiva ante la consecuencia jurídica que la norma establece frente a un resultado dañoso, y
otra, más específica, que funciona en un marco acotado de actividades peligrosas o riesgosas.
En la Argentina, la tutela sustancial inhibitoria, antes de la vigencia del Código Civil y
Comercial, contemplaba:
Consagración del deber de no dañar y deber general de prevención. Art. 1710, incisos “a” y “b”
del Código Civil y Comercial
Deber de prevención del daño. Toda persona tiene el deber, en cuanto de ella dependa, de:
b) adoptar, de buena fe y conforme a las circunstancias, las medidas razonables para evitar que
se produzca un daño, o disminuir su magnitud; si tales medidas evitan o disminuyen la
magnitud de un daño del cual un tercero sería responsable, tiene derecho a que éste le reembolse
el valor de los gastos en que incurrió, conforme a las reglas del enriquecimiento sin causa;
Acción preventiva. La acción preventiva procede cuando una acción u omisión antijurídica hace
previsible la producción de un daño, su continuación o agravamiento. No es exigible la
concurrencia de ningún factor de atribución.
Sentencia. La sentencia que admite la acción preventiva debe disponer, a pedido de parte o de
oficio, en forma definitiva o provisoria, obligaciones de dar, hacer o no hacer, según
corresponda; debe ponderar los criterios de menor restricción posible y de medio más idóneo
para asegurar la eficacia en la obtención de la finalidad.
En definitiva, el deber general de acción u omisión se centra en evitar o impedir el daño futuro,
hacer cesar el daño actual, disminuir la magnitud y disminuir la extensión de las consecuencias
del daño que comenzó a producirse. La magnitud del daño se relaciona con el aspecto
cualitativo (la entidad o medida del perjuicio); la extensión, con el tiempo o su prolongación,
por lo que se advierte que la tutela comprende todas las etapas y supuestos posibles de evitación
de la dañosidad.
En el ámbito contractual, la prevención del daño comprende la tutela preventiva, ya que en caso
de que una parte sufriere "una amenaza grave de daño a sus derechos", la otra parte que "ha
sufrido un menoscabo significativo en su aptitud para cumplir o en su solvencia" puede
"suspender" el cumplimiento de la prestación, hasta que la otra parte cumpla su prestación o "dé
seguridades suficientes".
La acción preventiva está regulada en el artículo 1711 del CCC, que procede cuando una acción
u omisión antijurídica hace previsible la producción de un daño, su continuación o
agravamiento. No es exigible la concurrencia de ningún factor de atribución.
Se incorpora una norma que establece la legitimación a quien tiene "un interés razonable"(art.
1712); no abarca a todos los damnificados indirectos, sólo a los directos (sea que sufrieron o
pueden sufrir un daño), respecto de los cuales se presume el interés para deducir la pretensión
de prevención. Para los damnificados indirectos, únicamente si demuestran, aun sumariamente,
su interés.
Procede contra actos u omisiones antijurídicas, por lo que el hecho generador debe ser, en
principio, ilícito.
Nociones introductorias
La pena privada tiene gran vinculación con la idea de prevención, pero también con la idea de
punición y pleno desmantelamiento de los efectos de los ilícitos. Dada la gravedad de estos
últimos, requiere más que la indemnización de los perjuicios causados. Pizarro y Vallespinos
(2013, 246) señalan algunos supuestos:
El nuevo Código Civil y Comercial presenta la regulación de las funciones del derecho de
daños, marcando así una diferencia con el Código Civil derogado. El derecho argentino se
coloca de este modo a la vanguardia de los sistemas vigentes, incorporando la función
resarcitoria y preventiva (conforme hemos tratado infra). ¿Pero qué pasó con la función
punitiva?
Las tres funciones del derecho de daños fueron limitadas a dos.Allí decíamos que la nueva
norma describe claramente que las funciones de la responsabilidad civil son la prevención y el
resarcimiento. Esto nos lleva a preguntarnos qué sucedió con la función punitiva.
La función punitiva del derecho de dañoso representada por la llamada sanción pecuniaria
disuasiva. En efecto, el Congreso de la Nación eliminó del Proyecto la figura de la sanción
pecuniaria disuasiva al modificar el texto del art. 1708, suprimir el anterior art. 1714 y proceder
a mantener en lo esencial el texto del art. 1715 originario (referido a la punición excesiva),
transformándolo en los actuales arts. 1714 y 1715.
Entendemos que esta doctrina no logra interpretar adecuadamente el sistema normativo, pues la
función punitiva del derecho de daños no sólo resulta beneficiosa como complemento de las
restantes funciones, sino que, además, el Código Civil de Vélez hoy derogado y el propio CCC
reconocen algunas figuras sancionatorias, tales como las astreintes (art. 666 bis del CC y actual
804 del CCC70), la cláusula penal (art. 652 del CC y actual 790 del CCC71) y los daños
punitivos de la ley de defensa del consumidor, conforme la reforma de 2008.
Aspectos que regulan los arts. 1714 y 1715 del Código Civil y Comercial
Conforme la supresión de la sanción pecuniaria disuasiva, el articulado del Código Civil y
Comercial quedó de la siguiente manera:
Facultades del juez. En el supuesto previsto en el artículo 1714 el juez puede dejar sin efecto,
total o parcialmente, la medida.
“Daño directo. El daño directo es todo perjuicio o menoscabo al derecho del usuario o
consumidor, susceptible de apreciación pecuniaria, ocasionado de manera inmediata sobre sus
bienes o sobre su persona, como consecuencia de la acción u omisión del proveedor de bienes o
del prestador de servicios. Los organismos de aplicación, mediante actos administrativos, fijarán
las indemnizaciones para reparar los daños materiales sufridos por el consumidor en los bienes
objeto de la relación de consumo. Esta facultad sólo puede ser ejercida por organismos de la
administración que reúnan los siguientes requisitos: a) La norma de creación les haya concedido
facultades para resolver conflictos entre particulares y la razonabilidad del objetivo económico
tenido en cuenta para otorgarles esa facultad es manifiesta; b) Estén dotados de especialización
técnica, existe una confusión entre las atribuciones de los jueces para aplicar las sanciones
punitivas y las atribuciones de la autoridad administrativa.
Los denominados daños punitivos. -definido como …sumas de dinero que los tribunales
mandan a pagar a la víctima de ciertos ilícitos que se suman a las indemnizaciones por daños
realmente experimentados por el damnificado, que están destinados a punir graves
inconductas del demandado y a prevenir hechos similares en el futuro. En nuestro país tenemos
una sola experiencia respecto de los daños punitivos y está contemplada en el art. 52 bis de
ley 24240 , que reza:
Daño punitivo. Al proveedor que no cumpla sus obligaciones legales o contractuales con el
consumidor, a instancia del damnificado, el juez podrá aplicar una multa civil a favor
del consumidor, la que se graduará en función de la gravedad del hecho y demás circunstancias
del caso, independientemente de otras indemnizaciones que correspondan. Cuando más de
un proveedor sea responsable del incumplimiento responderán todos solidariamente
ante el consumidor, sin perjuicio de las acciones de regreso que les correspondan. La multa
civil que se imponga no podrá superar el máximo de la sanción de multa prevista en el art. 47,
inc. b de esta ley.
Responsabilidad directa
Las modificaciones introducidas en materia de daños y perjuicios por este punto se encuentran
desde la Sección 5ª a la 9ª,Y Refieren:
responsabilidad directa;
responsabilidad civil por el hecho de terceros;
responsabilidad por el hecho de las cosas y de ciertas actividades;
responsabilidades especiales.
Responsabilidad directa
En este tipo de responsabilidad existe una conexión entre la acción del agente y el daño. Es
responsable directo quien incumple una obligación u ocasiona un daño injustificado por acción
u omisión (art 1749).
Esta responsabilidad compromete al propio autor del hecho dañoso, ya sea que el daño lo cause
a través de la utilización de su cuerpo o de una cosa que esta bajo su dominio
La figura de la responsabilidad directa, parte desde la capacidad como regla de las personas , en
virtud de la cual, en principio todos somos responsables directos por nuestros hechos dañosos,
salvo que se demuestre la involuntariedad del acto, aunque, en este último supuesto, se podrá
ser responsable en función de la indemnización de equidad prevista en el art. 1750.
Cuando el daño es causado por dos o más personas, el sistema de responsabilidad civil toma
partido en beneficio de quien sufre los perjuicios, si los mismos se produjeron por la violación
directo de la obligación de no dañar (alterum nom laedere), ya que determina que cada uno de
los agentes implicados es responsable por el todo.
El cómplice es solidario en la reparación de los daños porque claramente esta figura tiene un
compromiso anterior con el delito, conoce el hecho que se esta por realizar, y aunque su
cooperación sea menor que la del autor el sistema equipara su responsabilidad en materia de
responsabilidad civil.
Artículo 1752
El encubridor es el sujeto que nada ha prometido antes, pero que luego de la ejecución del ilícito
ayuda a eludir las investigaciones de la autoridad o a sustraerse de la acción de ella, u omite
denunciar estando obligado a hacerlo (art 277 Código Penal). Para que responda frente al
damnificado, es menester analizar la causalidad adecuada que aporta en la producción de los
perjuicios.
Pluralidad de Responsables
Se responsabiliza por el daño a los autores y a todos los que cooperan al resultado dañoso como
ser: consejeros, cómplices, instigadores, participes necesarios.
En caso de que la participación plural de los sujetos es por motivos distintos, la obligación que
nace es de naturaleza concurrente. Un ejemplo de esto sería el siniestro que ocurre en un
accidente de tránsito que ocurre por la culpa del chofer del rodado. Si en este caso el que paga la
indemnización es el propietario porque su responsabilidad por el hecho de la cosa, el mismo
tiene acción contra el chofer (responsable directo) para que le pague la indemnización de la que
el se hizo cargo, en cambio si el que hubiese pagado es el chofer este no podría accionar contra
el propietario. Aquí la propiedad concurrente juega a favor del dueño.
Artículo 1751
Pluralidad de responsables: Si varias personas participan en la producción del daño que tiene
una causa única, se aplican las reglas de las obligaciones solidarias. Si la pluralidad deriva de
causas distintas, se aplican las reglas de las obligaciones concurrentes.
Obligación solidaria: pluralidad de responsable con causa única. El que pago puede
repetir contra los que no pagaron.
Obligación concurrente: pluralidad de causas. El que no tuvo la culpa puede repetir
contra el responsable directo si el se hizo cargo de la indemnización
Responsabilidad por el hecho de terceros
Caracterización
subordinados;
hijos;
delegados en el ejercicio de la responsabilidad parental;
tutelados, curados y personas internadas.
La responsabilidad por el hecho ajeno reviste enorme gran importancia, tanto en materia
contractual como extracontractual. Analicemos las modalidades con las cuales podemos
encontrarnos:
El principal responde objetivamente por los daños que causen los que están bajo su
dependencia, o las personas de las cuales se sirve para el cumplimiento de sus obligaciones,
cuando el hecho dañoso acaece en ejercicio o con ocasión de las funciones encomendadas.
El art. 1753 del CCC es claro al determinar que el principal responde objetivamente por los
daños causados por su subordinado. Es decir que no se tiene en cuenta la conducta del principal
en el hecho, ya que ella es ajena al factor de atribución objetivo (conf. art. 1722 del CCC).
Entre los requisitos para que se torne procedente esta responsabilidad, se encuentra:
Con la nueva norma queda claro que el principal podrá eximirse de responsabilidad, además de
poder demostrar que no era su dependiente el que causó el daño, que no existía entre él y éste
relación de dependencia y que no había vínculo entre la función encomendada y el daño, porque
éste había sido ocasionado fuera del ejercicio de la misma o fuera de la ocasión, que el perjuicio
se debió a una causa ajena que interrumpió total o parcialmente el nexo adecuado de causalidad,
por la causa ajena (el "hecho del damnificado", el "caso fortuito" o el "hecho de un tercero"
(Sagarna, 2014).
El damnificado podrá accionar contra el principal, quien responde por el hecho del tercero,
como contra el dependiente causante del perjuicio, quien responde en forma directa. La víctima
no se verá obligada de accionar contra el dependiente para responsabilizar al responsable
indirecto, es decir puede hacerlo sólo contra el principal, pero deberá demostrar la
responsabilidad civil del responsable directo para hacer responsable al indirecto .
Acción de regreso del principal contra el subordinado
Responsabilidad del deudor por los auxiliares que utiliza en el cumplimiento de las
obligaciones
El deudor responde por la culpa de los dependientes y auxiliares que introduzca para ejecutar la
prestación por él debida. Con el titulo “Actuación de Auxiliares. Principio de Equiparación”, el
nuevo Código incorpora en forma expresa el principio general de la responsabilidad
obligacional por el hecho ajeno, cuestión no tratada en el texto de Vélez e incluida en todos los
proyectos de reforma elaborados en el último cuarto de siglo. El deber de responder aparece, por
un lado, como consecuencia de la inejecución –o ejecución defectuosa- de las obligaciones
asumidas, o bien por el perjuicio originado a otro durante el desarrollo de las prestaciones.
Responsabilidad de los padres por los daños causados por sus hijos sometidos a la patria
potestad que habiten con ellos
Conforme la norma, los padres son solidariamente responsables por los daños causados por los
hijos que se encuentran bajo su responsabilidad parental y que habitan con ellos, sin perjuicio de
la responsabilidad personal y concurrente que pueda caber a los hijos.
Introducción. Denominación
El Código Civil y Comercial de la Nación trae dos normas referidas a la responsabilidad paterna
por el hecho de los hijos, los arts. 1754 y 1755, similares a los arts. 1114, 1115 y 1116 del
Código derogado.
El fundamento de esta responsabilidad objetiva (en la que, como en la responsabilidad civil del
principal por el hecho del dependiente, no interesa la conducta del legitimado pasivo) es la
garantía. Los padres garantizan que, al ocasionarse un daño por sus hijos, ellos responderán
civilmente por el hecho ajeno. No se comprende en la norma el supuesto de daños sufridos por
los hijos, salvo que el causante del daño sea un hermano, en donde esta norma resulta aplicable
en las relaciones de familia.
Son presupuestos de la responsabilidad objetiva de los progenitores por el hecho dañoso de sus
hijos:
Como se observa, se continúa con las condiciones exigidas en la actualidad para responsabilizar
a los progenitores por los hechos dañosos de sus hijos (conf. art. 1114 del CC).
La responsabilidad de los padres entre si es solidaria (así lo expresa el propio art. 1754) y no
concurrente, debido a que ellos, sean de distinto o mismo sexo, responden por una única causa
fuente, esto es, por ser los progenitores del causante del perjuicio (conf. arts. 827 y 833 del
CCC).
Pero la responsabilidad conjunta de los padres y del hijo causante del daño resulta concurrente
frente al damnificado.
Es por ello que los padres no pueden liberarse de responsabilidad civil demostrando su falta de
culpa en el hecho, pues se trata de una responsabilidad basada en un factor de atribución
objetivo.
Acción de la victima
El damnificado podrá accionar tanto contra el progenitor como contra el hijo menor, mayor de
10 años, por el daño causado por éste, por lo que resulta innecesario demandar a este último
para tener por responsable al primero (conf. art. 1773 del CCC); aunque, si se pretende ejercer
la acción contra el hijo, tendrá que demandárselo para garantizar su ejercicio del derecho de
defensa en juicio.
Una cuestión problemática implica la responsabilidad paterna por los daños causados por los
hijos, si mediare "plan de parentalidad" previsto en el art. 655 del CCC. Según la opinión de la
doctrina que venimos siguiendo (Sagarna, 2014) el plan de parentalidad resultará inoponible
ante los damnificados de daños por los hijos.
Las eximentes respecto al quiebre del ligamen causal son iguales, pero difieren las otras excusas
liberatorias en uno y otro supuesto.
En el art. 1756, 1er párrafo, del CCC, se incluye la responsabilidad de los "delegados en el
ejercicio de la responsabilidad parental", "tutores" y "curadores" por los daños causados por las
personas bajo ese ejercicio, bajo tutela o curatela. Si bien, en esta hipótesis, se mantiene la
responsabilidad objetiva de los delegados en el ejercicio de la responsabilidad parental, de los
tutores y curadores, se anexa como eximente de responsabilidad la posibilidad de demostrar que
les ha sido imposible evitar el daño, imposibilidad que no puede surgir de haber ocurrido el
hecho dañoso fuera de su presencia (art. 1756, 2º párrafo, del CCC). También podrán eximirse
de responsabilidad acreditando la intervención total o parcial en el hecho de una causa ajena
(arts. 1729, 1730 y 1731 del CCC). El art. 1756, 3er párrafo, del CCC trae como novedad la
responsabilidad civil de los establecimientos que tienen personas internadas transitoria o
permanentemente, los que responden por la negligencia en el cuidado de las mismas que
ocasionaron daños por ese descuido.
En el Código Civil de Velez el daño causado por el riesgo o vicio de la cosa consagraba:
En el CCCN la responsabilidad por riesgo o vicio de la cosa esta legislada en los artículos 1757
y 1758.
Art. 1757. Hecho de las cosas y actividades riesgosas. Toda persona responde por el daño
causado por el riesgo o vicio de las cosas, o de las actividades que sean riesgosas o peligrosas
por su naturaleza, por los medios empleados o por las circunstancias de su realización.
Art. 1758. Sujetos responsables. El dueño y el guardián son responsables concurrentes de! Daño
causado por las cosas. Se considera guardián a quien ejerce, por sí o por terceros, el uso, la
dirección y el control de la cosa, o a quien obtiene un provecho de ella. El dueño y el guardián
no responden si prueban que la cosa fue usada en contra de su voluntad expresa o presunta.
En caso de actividad riesgosa o peligrosa responde quien la realiza, se sirve u obtiene provecho
de ella, por sí o por terceros, excepto lo dispuesto por la legislación especial.
Sintesis:
Supuestos contemplados en los artículos 1757 y 1758 del Código Civil y Comercial de la
Nación
En la Ley de Defensa del Consumidor se prevé en su art. 40 bís el daño directo considerándolo
de la siguiente manera:
Daño directo. Es todo perjuicio o menoscabo al derecho del usuario o consumidor,
susceptible de apreciación pecuniaria, ocasionado de manera inmediata sobre sus bienes
o sobre su persona, como consecuencia de la acción u omisión del proveedor de bienes
o del prestador de servicios.
Los organismos de aplicación, mediante actos administrativos, fijarán las
indemnizaciones para reparar los daños materiales sufridos por el consumidor en los
bienes objeto de la relación de consumo.
Esta facultad sólo puede ser ejercida por organismos de la Administración que tenga la
autorización legal (Organismos de Defensa del Consumidor).
Las decisiones de los organismos que aplican el daño directo están sujetas a control
judicial amplio y suficiente.
Monto de las multas: de $ 100 a $ 5.000.000 -
Dentro del marco legislativo vigente, las pautas que aporta el nueco CCC, en materia de daños
derivados de las cosas, se integran al sistema de protección juridica de los consumidores, junto a
la Constitución Nacional (arts 42 y 43) y a la ley especial 24240 y sus normas modificatorias.
Artículo 40 bis. — Daño directo. El daño directo es todo perjuicio o menoscabo al derecho del
usuario o consumidor, susceptible de apreciación pecuniaria, ocasionado de manera inmediata
sobre sus bienes o sobre su persona, como consecuencia de la acción u omisión del proveedor
de bienes o del prestador de servicios. Los organismos de aplicación, mediante actos
administrativos, fijarán las indemnizaciones para reparar los daños materiales sufridos por el
consumidor en los bienes objeto de la relación de consumo. Esta facultad sólo puede ser ejercida
por organismos de la administración que reúnan los siguientes requisitos:
La norma de creación les haya concedido facultades para resolver conflictos entre
particulares y la razonabilidad del objetivo económico tenido en cuenta para otorgarles
esa facultad es manifiesta;
Estén dotados de especialización técnica, independencia e imparcialidad indubitadas;
Sus decisiones estén sujetas a control judicial amplio y suficiente
Este artículo no se aplica a las consecuencias de la violación de los derechos personalísimos del
consumidor, su integridad personal, su salud psicofísica, sus afecciones espirituales legítimas,
las que resultan de la interferencia en su proyecto de vida ni, en general, a las consecuencias no
patrimoniales.
A CERCA DEL DCHO DEL CONSUMIDOR. -Muchas veces, los productos y servicios
concebidos para satisfacer en mayor o menor grado las necesidades y exigencias de los
consumidores, se tornan inaptos para su destino debido a ciertas deficiencias que pueden
presentar, entre las que se distinguen normalmente tres tipologías básicas de peligrosidad:
Responsabilidad por actividad riesgosa Supuestos contemplados en los artículos 1757 y 1758
del Código Civil y Comercial de la Nación Daños causados por el ejercicio de actividades
riesgosas y peligrosas
Legitimación pasiva: La responsabilidad recae sobre quien genera, fiscaliza, supervisa, controla
o potencia en forma autónoma la actividad riesgosa.
En caso que la legitimación pasiva sea plural (de modo simultáneo, compartido o sucesivo)
todos responden concurrentemente frente al damnificado (art. 1758 del CCC), salvo que la
solidaridad esté establecida por ley (art. 40, ley 24240).
En cuanto a los sujetos responsables, se admite que el dueño y el guardián son responsables
indistintamente del daño causado por las cosas. Se considera guardián a quien ejerce, por sí o
por terceros, el uso, la dirección y el control de la cosa, o a quien obtiene un provecho de ella. El
dueño no responde si prueba que la cosa fue usada en contra de su voluntad expresa o presunta.
En caso de actividad riesgosa o peligrosa, responde quien la realiza, se sirve u obtiene provecho
de ella, por sí o por terceros, excepto lo dispuesto por la legislación especial. Se trata de criterios
sostenidos por la doctrina jurídica argentina durante muchos años.
Responsabilidades especiales.
Responsabilidad del estado
De acuerdo al art. 1765 la Responsabilidad del Estado se rige por las normas y principios del
derecho administrativo nacional o local según corresponda.
La responsabilidad del Estado se rige por las normas y principios del derecho administrativo
nacional o local según corresponda, por lo que cada provincia e incluso cada municipalidad
podrían regular su propia responsabilidad patrimonial. El CCCN no es aplicado ni siquiera
subsidiariamente.
El nuevo CCCN ha dejado de ser aplicable para determinar la responsabilidad del Estado, como
asi de los funcionarios y empleados públicos, tal cual lo disponen los art 1765 y 1766 (estos
remiten para determinar dichos tópicos al derecho administrativo).
Art. 1764 - Inaplicabilidad de normas. Las disposiciones del Capítulo 1 de este Título no son
aplicables a la responsabilidad del Estado de manera directa ni subsidiaria.
Art 1765 - Responsabilidad del Estado. La responsabilidad del Estado se rige por las normas y
principios del derecho administrativo nacional o local según corresponda.
1766.-Responsabilidad del funcionario y del empleado público. Los hechos y las omisiones de
los funcionarios públicos en el ejercicio de sus funciones por no cumplir sino de una manera
irregular las obligaciones legales que les están impuestas se rigen por las normas y principios
del derecho administrativo nacional o local, según corresponda.
Como complemento de los artículos del Código Civil que remiten a las normas de derecho
administrativo, se dictó una ley marco que rige la responsabilidad estatal:
Ley 26994.
ARTICULO 1° — Esta ley rige la responsabilidad del Estado por los daños que su actividad o
inactividad les produzca a los bienes o derechos de las personas. -La responsabilidad del Estado
es objetiva y directa. -Las disposiciones del Código Civil no son aplicables a la responsabilidad
del Estado de manera directa ni subsidiaria. -La sanción pecuniaria disuasiva es improcedente
contra el Estado, sus agentes y funcionarios.
*Art. 1764 - Inaplicabilidad de normas. Las disposiciones del Capítulo 1 de este Título no son
aplicables a la responsabilidad del Estado de manera directa ni subsidiaria. *Art 1765 -
Responsabilidad del Estado. La responsabilidad del Estado se rige por las normas y principios
del derecho administrativo nacional o local según corresponda.
ARTICULO 6° — El Estado no debe responder, ni aun en forma subsidiaria, por los perjuicios
ocasionados por los concesionarios o contratistas de los servicios públicos a los cuales se les
atribuya o encomiende un cometido estatal, cuando la acción u omisión sea imputable a la
función encomendada.
ARTICULO 10. — La responsabilidad contractual del Estado se rige por lo dispuesto en las
normas específicas. En caso de ausencia de regulación, se aplica esta ley en forma supletoria. -
Las disposiciones de la presente ley no serán aplicadas al Estado en su carácter de empleador.
Una de sus aristas mas relevantes, se dá en relación a la fuente o hecho generador de dicha
responsabilidad, que en concordancia a la unidad código, ésta puede ser el incumplimiento de
una obligación de origen legal o contractual por parte del profesional o la simple violación de un
deber genérico de no dañar a otro. Pero en este tipo de responsabilidades, generalmente, el
antecedente que da pie al daño es un contrato. Y es justamente en el ámbito contractual donde
asume relevancia la clasificación de las obligaciones de medios y de resultado, pues determinará
la aplicación de un factor subjetivo u objetivo de atribución
-Conforme a la norma (Art 1768), que asimila la actividad de los profesionales liberales a las
“obligaciones de hacer” (Consiste en la prestación de un servicio o en la relación de un hecho,
en tiempo, forma y modo acordado por las partes. Art 744) , la responsabilidad, por regla es
subjetiva, excepto que se haya comprometido un resultado concreto.
El profesional promete un hacer que consiste en una diligencia conforme a las reglas de la
profesión, sin que pueda asegurar un resultado; de allí que la imputación sea subjetiva y pueda
liberarse probando su falta de culpa. En cambio, si promete un resultado, la imputación es
objetiva. –
Entonces, en la obligación de medios, opera el factor subjetivo, y se rige por los principios
generales de la culpa. No obstante ello, los profesionales, en razón de su conocimiento, tienen
un deber mayor de previsión y prudencia, tal como regula el art. 1725. De ahí que podemos
generalizar algunos deberes profesionales que constituyen estándares y pautas de conducta que
deben valorarse conforme el caso concreto:
a) Deber de actuación profesional diligente. Tiene que ver con la forma en que el profesional
presta el servicio.
b) Deber de informar. Se relaciona con el deber de comunicar determinada información al
cliente (asesorando, aconsejando o advirtiendo).
d) Obligación de seguridad. Arbitrar los medios para evitar daños al cliente, en el cumplimiento
de la obligación.
RESPONSABILIDAD POR DAÑOS EN AUTOMOTORES Art. 1769 del Código Civil y Comercial
de la Nación.
Cuando los sujetos propietarios y titulares registrales del bien, transfieren la posesión del rodado
por un precio en dinero (compraventa) y omiten inscribir dicha tradición, no se produce la
transferencia del bien, sino una promesa de transferencia. Por lo cual, el titular sigue siendo
responsable civilmente ante los terceros. Esto conforme a lo dispuesto por el art. 1757 del CCC,
que responsabiliza concurrentemente al dueño y al guardián del automotor por los daños
causados y sin perjuicio de las acciones de regreso correspondientes.
Ahora bien, la normativa especial en la materia, concluye en forma identica, en que hasta tanto
se inscriba la transferencia el transmitente será civilmente responsable por los daños y
perjuicios que se produzcan con el automotor, pero AGREGA una causal de liberación, que es
discutible y criticada por la desprotección que implica para la víctima. Se trata de la
comunicación de venta, comunmente llamada “denuncia de venta”, que cuando es previa al
hecho dañoso, equipara la situación al supuesto de eximente por tercero por quien no debe
responder, y se reputará que el automotor fue usado en contra de su voluntad.
*El Art 1769 establece que a los daños causados por la circulación de vehiculos deberán
aplicarse las disposiciones referidas a la responsabilidad derivada de la intervención de cosas.
Como resultado de ésta remisión:
Accidentes en que son víctimas los peatones . El cruce de un peatón desprevenido forma parte
del riesgo asumido al conducir un automotor, propio del tránsito y no constituye un eximente de
responsabilidad, asi el mismo haya sido fuera de la senda peatonal. En ese sentido se ha
pronunciado la CSJN, afirmando que el cruce de la calzada realizado por un peatón, no tiene
entidad para interrumpir totalmente el nexo de causalidad entre el riesgo de la cosa y el perjuicio
(art. 1113 CC). En cambio cuando el comportamiento del peatón que irrumpe indebidamente en
la calzada sucede en forma sorpresiva o abrupta,puede configurar culpa o hecho de la víctima,
eximiendo total o parcialmente al sindicado como responsable.
-La norma comprende dos supuestos en los que la relación causal es alternativa, ya que, si la
cosa ha caído o ha sido arrojada desde uno de los departamentos, los demás dueños y ocupantes
no han participado en la producción del daño. -Abarca tanto la caida como que sea arrojada,
respondiendo a la tendencia de que los daños sean tratados de una manera uniforme, cualquiera
fuere la fuente de donde provengan, hecho de la cosa o hecho del hombre.
-El nuevo Código no incluye recaudos vinculados al lugar donde caiga la cosa, por lo que
resulta aplicable a quienes transiten o se encuentren en un terreno no sujeto a servidumbre de
tránsito, siempre que el tránsito o estancia sean legítimos. -Se alude a dos responsables: el
dueño, por su vinculación dominial con el lugar del que ha partido la fuerza dañadora, y el
ocupante, en cuanto es la persona que ostenta el control del lugar.
Eximentes: se libera quien demuestre que no participó en la producción del daño. Ello significa
el establecimiento de una presunción en favor de la víctima que ha sufrido el daño por la caída
de una cosa desde un edificio, de que los autores son los ocupantes y de que los dueños deben
responder de manera solidaria con aquéllos. Esa presunción se extingue si el determinado autor
prueba que no participó en la producción del daño. De lo dicho surge claramente que este tipo
de responsabilidad es objetiva y que el eximente se encuentra en la causalidad y no en la falta de
culpa. Se exime el sindicado como responsable acreditando que su inmueble no se encuentra en
la parte de la cual provino la cosa que ocasionó el daño. -La identificación del sujeto causante
del daño determina que deje de ser un supuesto de responsabilidad colectiva.
-La causalidad es alternativa; el daño deriva de una o más conductas individuales cuya
identificación no es posible, pero cuyos autor o autores están dentro de un grupo determinado de
personas. Es decir que ello se aplicará a los supuestos en los que se haya producido un daño que
sólo pudo tener por autor a uno o más miembros de un grupo determinado que no desarrollara
una actividad peligrosa para terceros. -Todos los integrantes del grupo responderán
solidariamente, a excepción de aquellos que demostraran que no han contribuido a la
producción del daño
-El grupo se establece por medio del examen del nexo causal desde el daño hacia los autores
probables, que debe ser acreditado por el damnificado; se trata de una responsabilidad instituida
a favor de la víctima sobre la base de una relación causal que sólo permite llegar al grup o de
autores probables, pero no admite llegar al autor concreto. -La responsabilidad es objetiva y se
exime de responder quien demuestre que no contribuyó en la producción del daño.
ART 1762 Actividad peligrosa de un grupo - Si un grupo realiza una actividad peligrosa para
terceros, todos sus integrantes responden solidariamente por el daño causado por uno o más de
sus miembros. Sólo se libera quien demuestre que no integraba el grupo.
En un sentido jurídico, el grupo deber ser, además de una realidad numérica, una realidad
cualitativa; no consiste en la mera yuxtaposición de personas, pues media "pertenencia" de cada
una al conjunto a través de un lazo de cohesión, más o menos definido. Es decir, además de
pluralidad se requiere cierto nivel de interacción o comunicación (voluntaria o subconsciente)
que posibilita, así sea de manera virtual, una suerte de influencia, control o contagio recíproco.
Surge entonces una "unificación" o "legitimación" o "ligamen" entre los integrantes, que
autoriza a imputar a todos el factor de riesgo que el grupo genera. Puesto que, a través de la
participación en el grupo, el individuo participa en el riesgo descripto a la actividad colectiva.
La responsabilidad de todos los miembros del grupo es solidaria y sólo se eximirá quien
demuestre que no integraba el grupo. Esto es asi, porque no es posible acreditar la relación de
causalidad en forma directa hacia uno de los integrantes, sino que se le atribuye la
responsabilidad a la actuación grupal por ser creadora de riesgo para terceros.