Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
MÓDULO
Áreas Protegidas y
Corredores de
Conservación (Parte 1)
Curso: Capacitación en Ambiente. Ley Yolanda (27.592)
La experiencia histórica demuestra que, abandonados a las reglas del mercado y, consecuentemente, a la
mayor o menor conciencia “ecológica” de los agentes económicos, los recursos naturales sufren un deterioro
constante y progresivo.
Es por ello que reafirmamos el rol indelegable que tiene el Estado Nacional de desarrollar y gestionar un
sistema de áreas protegidas como una de las herramientas de conservación fundamentales para el
mantenimiento de la diversidad biológica, el patrimonio natural y cultural y los rasgos paisajísticos más
sobresalientes de la Argentina
Las áreas protegidas son territorios definidos y administrados donde se prioriza la conservación a
perpetuidad de la Naturaleza y la Cultura.
Mas técnicamente podemos decir que son espacios del territorio continental, marino o insular, a los que, por
la importancia de sus valores naturales e históricos- culturales se les otorga algún tipo de protección legal.
Las Áreas Protegidas, nos permiten entender las interacciones de hombre con el mundo natural.
Sirven como refugios de especies y a veces son la última esperanza para evitar la extinción de
algunas especies.
Las Áreas Protegidas representan un compromiso socioambiental con las generaciones futuras.
Las Áreas Protegidas son aulas al aire libre y generan apropiapiacion y empoderamiento de los
alumnos con su territorio.
En las Áreas Protegidas locales se generan nuevos sitios de visita con identidad local.
Las Áreas Protegidas también son espacios de encuentro, y permiten compartir y conocer visiones y
saberes de distintas culturas (interculturalidad).
Contribuyen al desarrollo socioeconómico regional y local, ya que movilizan las economías locales.
Frecuentemente el concepto de parque nacional suele utilizárselo como un sinónimo de área protegida. Pero
en realidad alude a una categoría específica dentro de un conjunto mayor que integran todas las áreas
protegidas.
Existen categorías de áreas protegidas que van desde la protección estricta, en donde hay muy baja
intervención humana (Parque Nacionales o Provinciales), a áreas protegidas con manejo humano de recursos
naturales (Reservas Nacionales o Provinciales).
En general, en las zonas rurales se reconoce una mayor modificación ambiental fuera de las áreas protegidas,
en donde se desarrollan importantes proyectos productivos, agroganaderos, forestales o mineros.
Y en las áreas protegidas de protección estricta (Parque Nacional) se pueden observar condiciones más
naturales que en las áreas protegidas donde se realizan manejo de recursos o actividades productivas
sostenibles (Reservas).
En nuestro país, existen sistemas de áreas protegidas en cada una de las provincias y un sistema de áreas
protegidas nacionales.
La integración de los Sistemas de Áreas Protegidas se concreta en un Sistema Federal de Áreas Protegidas
(SIFAP) en donde se integran las políticas públicas para la gestión de áreas Protegidas de todas las
jurisdicciones estatales y privadas.
La Administración de Parques Nacionales es el organismo del Estado Nacional que tiene a su cargo el manejo
y la conservación del Sistema Nacional de Áreas Protegidas, presentes en todas las provincias `de Argentina,
a excepción de Catamarca y Mendoza, que no cuentan aun (2021) ni con parques, ni con reservas nacionales.
La existencia misma de este sistema solo estará cimentada si, a la par de responder a las
crecientes demandas sociales, se fortalece el compromiso recíproco entre la sociedad y el
Estado para hacer que estos territorios, desde su conservación o su uso sustentable, estén al
servicio de las generaciones presentes y futuras de argentinos y argentinas. Es importante
destacar que las áreas protegidas del sistema nacional (Parques y Reservas Nacionales) que
gestiona la Administración de Parques Nacionales, cuentan con jurisdicción federal, es decir
tienen un marco legal distinto a las provinciales, en donde se insertan.
Para crear un nuevo parque o reserva nacional se realizan una serie de pasos:
Se evalúan alternativas, en base a criterios y estudios previos (con base ambiental social, catastral, etc,). Se
realizan, como primeras acciones:
(senadores y diputados) deben aceptar por ley del Congreso y crear un parque o una reserva nacional. Por
último, lo más importante que es la implementación efectiva.
Una diferencia importante entre Parque Nacional y una Reserva Nacional es que en la primera no puede
haber propiedades privadas, siendo territorios de exclusivo dominio federal. En las Reservas Nacionales
puede haber propietarios privados y propiedades comunitarias de pueblos originarios.
En general, en los parques nacionales se permiten escasas actividades humanas, siendo el turismo de
naturaleza la más destacada, seguida de la investigación científica. En las reservas se pueden autorizar,
actividades sostenibles y amigables con la naturaleza como manejo ganadero, producción agroecológica,
turismo, etc.
En 2021 el Organismo, cuyo régimen legal esta instituido por la Ley 22.351, administra unas 4.600.000
hectáreas distribuidas en 49 Parques y Reservas Nacionales y Monumentos Naturales y 4 especies animales
–la ballena franca austral, el huemul y la taruca y el yaguareté- bajo las figuras de Monumentos Naturales.
Los Monumentos Naturales, están previstos como una categoría en la Ley 22.351 y son creados por ley por
parte del Congreso Nacional para asegurar la conservación de especies amenazadas de extinción.
La Administración de Parques Nacionales es Autoridad de aplicación para proteger a las especies designadas
como Monumento Natural, no solo en la jurisdicción de los parques y reservas nacionales, sino en todo el
área de distribución geográfica de cada especie designada Monumento Natural.
Para conocer más sobre la Ley 22.351 - Parques Nacionales, ofrecemos el siguiente enlace:
http://servicios.infoleg.gob.ar/infolegInternet/anexos/15000-19999/16299/texact.htm
Las Áreas Protegidas nacionales estarán integradas entre sí y con aquellos que correspondan a las
jurisdicciones provinciales, para integrar y dar mayor coherencia al Sistema Federal de Áreas
Protegidas, mediante compromisos mutuos efectivos que aseguren la persistencia de los recursos y
los procesos en cada una de las eco-regiones del país.
Aumentar la representatividad del sistema nacional mediante la creación de nuevas áreas protegidas,
y mejorar la integridad de los ya existentes generando zonas de amortiguación contiguas y corredores
de conexión y flujo entre reservas a fin de evitar y/o revertir procesos de fragmentación e
insularización.
Alcanzar el más alto grado de integridad de los ecosistemas, los recursos culturales y escenarios
paisajísticos representados en los Parques, haciendo más efectiva su protección, revirtiendo procesos
degradantes, restaurando hábitats o restituyendo procesos y componentes ecológicos.
Las tareas en las áreas protegidas las realizan agentes, trabajadoras y trabajadores identificadas/os como
personal administrativo-contable, profesionales de las áreas de legales y abogacía, biología, ingeniería,
arquitectura, diseño gráfico, educación, guías de turismo, planificadores, guardaparques, brigadistas de
incendios, baqueanas y baqueanos, personal de mantenimiento y otros muchos más.
El manejo de las áreas protegidas implica el desarrollo de múltiples tareas que pueden definirse como cuasi
municipales, tales como:
Las Áreas Protegidas cumplen un importante rol en el desarrollo regional, por lo cual deben ser considerados
en las estrategias territoriales para la mejora de la calidad de vida de sus habitantes, garantizando el acceso
a bienes y servicios ambientales a perpetuidad.
El beneficiario principal de los bienes y servicios provenientes de las Áreas Protegidas, será
el conjunto de la sociedad. Sin menoscabar dicho principio, las comunidades locales deberán ser
beneficiarias primarias y directas de los servicios y bienes ambientales que brinden las áreas
protegidas.
La gestión de las Áreas Protegidas será abierta y participativa al entorno social. En este sentido
los funcionarios responsables apoyarán y participarán activamente de los proyectos de desarrollo
sustentable en las zonas de influencia de las áreas protegidas.
Las Áreas Protegidas no serán “islas de conservación”, sino parte integrante del contexto
regional procurándose el traslado de la concepción de las áreas de amortiguación, desde el interior
de las áreas protegidas hacia las áreas circundantes, de propiedad pública o privada.
Se harán gestiones para completar, con la creación de nuevas Áreas Protegidas, la representación total de
las diferentes 18 eco-regiones del país. Para ello se identificarán las áreas prioritarias a incorporar al sistema
sobre la base de representatividad, amenazas y oportunidades
El uso público se organizará bajo criterios de recreación y turismo sustentables, conjugando de manera
armónica los principios relativos a la defensa de los derechos del consumidor, la lealtad comercial y la
eliminación de toda forma de discriminación, procurando asegurar que los beneficios derivados de estas
actividades reviertan mayoritariamente en las comunidades locales. Los ENP, Espacios Naturales Protegidos,
tenderán a convertirse en un modelo referencial sobre la forma de integrar el uso público a las estrategias de
conservación in-situ.
Se estimulará la visita a las Áreas Protegidas asegurando el buen estado de conservación de los
sitios en uso con el establecimiento de sistemas de control.
Con el fin de atender a los visitantes y en el marco de los objetivos específicos del Área Protegida, se
establecerán diferentes circuitos y sistemas interpretativos categorizados en función de su dificultad,
y se ofrecerán oportunidades de disfrute de la naturaleza para personas con capacidades diferentes,
de tal modo que toda la ciudadanía tenga oportunidades de disfrute en las áreas protegidas.
Para las actividades como el campamentismo, caminatas, navegación, canotaje, montañismo, etc.,
de tipo extensivo, se aplicarán técnicas de bajo impacto por parte de los visitantes, debiendo las
administraciones de las respectivas áreas protegidas difundir la forma de ser alcanzados por las y los
usuarias/os.
Educación Ambiental
La educación ambiental es una herramienta de gestión clave en tanto sirve para cambiar actitudes del
público a favor de la conservación de la naturaleza y deberá realizarse en forma ordenada y planificada. Todas
las actividades promovidas y realizadas por la APN, Administración Pública Nacional, deben tener por eje
transversal a la educación ambiental.
Investigación
Se fomentará activamente la investigación vinculada con la resolución de los problemas de manejo o para
detectar componentes y comportamientos claves para la conservación de las áreas protegidas.
Los equipos técnicos del organismo trabajarán en asesoramiento, planificación, dictamen técnico,
evaluaciones de impacto ambiental, monitoreo, y cuando corresponda, en proyectos de investigación dirigidos
a resolver cuestiones directamente relacionadas con problemáticas que hacen al manejo de los ENP,
Espacios Naturales Protegidos.
Planificación
La planificación de las áreas protegidas deberá adoptar criterios de interdisciplina a través de la adopción de
modelos de gestión amplios, participativos e interactivos que comprenda a todos los sectores del
conocimiento.
Capacitación
Como objetivo estratégico del Organismo se buscará la profesionalización de sus recursos humanos, a través
de la capacitación y actualización permanente de los agentes del Organismo de todos los niveles y funciones,
incluyendo la inducción a través de una preparación inicial del ingresante.
Participación pública
Se considerará a todos los sectores de la comunidad relacionados con las Áreas Protegidas como aliados
potenciales para la conservación, sin que ello implique descuidar controles mutuos ni pérdida de autoridad.
Los objetivos y funciones que cumplen estas áreas son múltiples, como también los beneficios que brindan a
la sociedad. Mencionaremos algunos de ellos:
Las Áreas Protegidas nacionales mantienen sectores representativos de los ecosistemas nativos. El
conocimiento progresivo de las relaciones entre sus componentes permite mantener los procesos naturales
que en ellos ocurren y conservar la diversidad de su flora y fauna.
Impulsar la investigación
Resultan áreas ideales para el desarrollo de estudios científicos, ya que ofrecen ambientes bien conservados.
La información obtenida es clave para optimizar el manejo de cada parque e importante para que la población
conozca el valor de estas áreas.
Conservan poblaciones de especies amenazadas de extinción y otras que podrían llegar a esa situación por
ser originalmente escasas (por ejemplo, carnívoros grandes) o raras (plantas y animales silvestres con una
distribución muy limitada); o bien por la destrucción de sus hábitats o explotación no controlada.
Las Áreas Protegidas nacionales atesoran las variadas formas de relación entre el hombre y la naturaleza,
tanto en el pasado como en el presente. a través de evidencias materiales o valores inmateriales (saberes y
memorias). Constituyen un maravilloso libro de enseñanzas para continuar escribiendo sus páginas hacia el
futuro que queremos.
Al incluir sitios de belleza paisajística imponente, permiten la contemplación de las máximas expresiones de
la naturaleza por parte de toda la comunidad. Muchas Áreas Protegidas cuentan con manifestaciones del
pasado del hombre dentro de los mismos ambientes en los cuales se desarrollaron, lo que facilita su
comprensión actual.
Las áreas protegidas nacionales permiten resguardar yacimientos de fósiles. De esta manera, se asegura su
conservación, estudio a largo plazo y su difusión en los sitios de los hallazgos.
La existencia de comunidades criollas y de pueblos originarios en las áreas protegidas y sus entornos
constituyen la oportunidad para la puesta en práctica del respeto a la diversidad y a la promoción de proyectos
y acciones hacia la mejora de su calidad de vida.
Por las comodidades para el visitante y la calidad de los sitios, las Áreas Protegidas nacionales constituyen
excelentes “aulas verdes” donde todos tenemos la posibilidad de disfrutar, conocer y aprender, en contacto
directo con los recursos presentes en ellos.
Valores de conservación
Todas las áreas protegidas incluyen aspectos particulares que les dan sentido y las convierten en especiales
y únicas. Por sí solos y por la importancia que revisten, estos aspectos justifican la existencia del espacio
protegido y los esfuerzos de conservación tendientes a garantizar su continuidad. Estos atributos específicos
de nivel nacional, regional o local son denominados Valores de conservación. Incluyen paisajes,
ecosistemas, poblaciones biológicas, procesos naturales o manifestaciones y rasgos socioculturales e
históricos, incluyendo el uso de los recursos u otro interés particular de actores que se relacionen con el área
protegida.
El Parque Nacional Iguazú, además de proteger las famosas cataratas, tiene a la Selva Paranaense como
otro de sus Valores de Conservación. Este ambiente selvático es considerado el de mayor diversidad biológica
de nuestro país. Una idea de esta enorme biodiversidad podemos tenerla si consideramos que allí se
encuentran cerca del 55% de las especies de aves y el 38% de las especies de mamíferos de Argentina. En
el parque nacional se han registrado, además, más de 1000 especies de plantas vasculares, 35 especies de
anfibios, 47 especies de reptiles y 650 especies de mariposas. Su ubicación resulta estratégica en la
integración de un corredor de conservación (ver Corredores de conservación, en este mismo documento) que
conecta espacios protegidos del noroeste misionero, Brasil y Paraguay
En el Parque Nacional Los Cardones, el pusquillo (Lovibia walteri) es un cactus con forma de barril con una
distribución sumamente restringida conocida solamente para la Cuesta del Obispo, en Salta. Esta especie
estaba considerada extinta hasta que en el año 2002 se descubrió una población en el Cerro Negro o
Malcante. Su rareza y su grado de amenaza la convierten en una especie con un gran Valor de Conservación.
Categorías de Manejo
Las Áreas Protegidas están categorizadas según determinados criterios a tener en cuenta. De esta manera,
cada tipo de área protegida cuenta con objetivos particulares de conservación y establece tanto los usos y
actividades permitidos como aquellos prohibidos dentro del área, en función de los fines perseguidos.
Parques Nacionales
Los constituyen áreas a conservar en su estado natural, representativas de una región biogeográfica
determinada, que tengan atractivo escénico e interés científico y educativo, que serán mantenidas sin otras
alteraciones que las necesarias para asegurar su control y la atención del visitante.
Reservas Nacionales
Son áreas que interesan para la conservación de ecosistemas, ya sea como zonas protectoras de un parque
nacional contiguo o como zonas de conservación independientes. Las obras, servicios y desarrollo de los
asentamientos humanos se aprueban y ejecutan en la medida que sean compatibles con la preservación.
Monumentos Naturales
Son regiones, objetos, especies vivas de animales o plantas de interés estético, o valor histórico o científico
cuya singularidad hace necesario una protección absoluta. Las únicas actividades permitidas son las visitas
explicadas y las científicas debidamente autorizadas, garantizando su integridad a perpetuidad.
Ya en la década de los 90´, dos decretos del Poder Ejecutivo nacional (los Nº 2148/90 y 453/94) crearon tres
nuevas categorías de manejo:
Son aquellas áreas de extensión considerable que conserven inalterada o muy poco modificada la cualidad
silvestre de su ambiente natural y cuya contribución a la conservación de la diversidad biológica sea
particularmente significativa en virtud de contener representaciones válidas de uno o más ecosistemas,
poblaciones animales o vegetales valiosas a dicho fin, a las cuales se les otorgue especial protección para
preservar la mencionada condición.
Para conocer más sobre las categorías de manejo, ofrecemos el siguiente enlace:
https://www.argentina.gob.ar/parquesnacionales/conservacion/categorias
Otras categorías de manejo, que no dependen de la Administración de Parques Nacionales, aunque puede
haber Áreas Protegidas nacionales que se incluyan en estas categorías, son:
Reserva de Biósfera
Esta categoría comprende uno o más de los siguientes componentes:
Una reserva de biósfera deberá ser objeto de una protección jurídica adecuada a largo plazo. Cada reserva
será lo suficientemente extensa como para constituir una unidad de conservación eficaz y permitir la
coexistencia armoniosa de diferentes modalidades de aprovechamiento. Todas las áreas propuestas bajo
ésta categoría deberán ser aprobadas por el Consejo Internacional de Coordinación del Programa sobre el
Hombre y la Biosfera (MAB – UNESCO).
Algunos ejemplos en Argentina son: Parque Costero del Sud (Bahía Samborombón) y la Reserva de la
Biósfera Pozuelos.
Algunos ejemplos en Argentina son: Las ruinas Jesuíticas (Misiones y Córdoba); Parque Nacional Iguazú;
Parque Nacional Los Glaciares; Parque Provincial Ischigualasto y Parque Nacional Talampaya; Parque
Nacional Los Alerces, Península Valdés.
Sitio Ramsar
Incluye aquellos sitios que reúnen alguno de los siguientes criterios:
Son lugares importantes para las aves acuáticas (mantiene regularmente el 1% de la población de
una especie o subespecie de aves acuáticas).
Los sitios son designados por las partes (países) integrantes de la Convención relativa a los Humedales de
Importancia Internacional (Convención Ramsar).
Algunos ejemplos en Argentina son: Parque Nacional Pilcomayo y Parque Nacional Laguna Blanca, Reserva
Provincial Llancanelo.
El SIFAT fue creado en 2003 mediante un acuerdo firmado por la APN, Administración Pública Nacional, el
Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible y el Consejo Federal de Medio Ambiente (CoFeMA).
Está integrado por las Áreas Protegidas que forman parte de los sistemas nacional y provinciales y que las
autoridades competentes han inscripto en él de manera voluntaria, sin afectar las respectivas jurisdicciones.
En nuestro país existen numerosas Áreas Protegidas que han sido creadas ya sea por organismos nacionales,
provinciales, municipales, organizaciones no gubernamentales e, incluso, por particulares. Coordinar los
esfuerzos de manejo que se realizan en ellas por medio de un sistema organizado es una estrategia de
conservación clave, para evitar el deterioro del patrimonio natural e histórico cultural. Para ello nuestro país
cuenta con el Sistema Federal de Áreas Protegidas (SIFAP) que se integra con todas las áreas
protegidas que existen en la Argentina, con una visión que involucra los aspectos ambientales,
sociales, territoriales y económicos.
Apoyo a las estrategias provinciales de Áreas Protegidas y su coordinación con otras jurisdicciones.
Integración de las áreas que constituyen el SIFAP a la promoción del turismo de naturaleza.
Para conocer más sobre el Sistema Federal de Áreas Protegidas (SIFAP), ofrecemos el
siguiente enlace:
https://www.argentina.gob.ar/ambiente/areas-protegidas/sifap
Pero los esplendores de Yosemite, con sus espectaculares eminencias rocosas y sus enormes árboles de
Sequoia gigantes, también resonaron en la mentalidad estadounidense como "una revelación abrumadora de
las características únicas de la República estadounidense" y así se vieron reflejadas en un proyecto de ley
que creó en 1864 el primer parque de vida silvestre del mundo en el Estado de California, en medio de una
guerra civil "para el beneficio del pueblo, para su disfrute y recreación, para que permanezca inalienable para
siempre"
Pero según las leyes de EE.UU. se trata de "áreas silvestres", definidas por la Ley de Áreas Naturales de
EE.UU. como lugares "donde el propio hombre es un visitante que no permanece allí". Es este modelo de
áreas naturales, exportado por los conservacionistas occidentales, el que se transformó en el enfoque
dominante de la conservación de la naturaleza en toda la región tropical durante la era del "desarrollo"
posterior a la segunda guerra mundial.
En nuestro país
Argentina, también copió ese modelo americano. En nuestro país Francisco Pascasio Moreno, también
conocido como el Perito Moreno, fue un científico, naturalista, conservacionista, político, botánico, explorador
y geógrafo (de la Generación del Ochenta de la Argentina), que realizó valiosos trabajos de delimitación de
límites con Chile.
Por ello, en 1903 en agradecimiento, el gobierno argentino le otorgó a Moreno, una importante superficie de
tierras fiscales, en un sitio de su elección. Esas tierras, ubicadas en la región oeste de los territorios de
Neuquén y Río Negro, en el extremo oeste del fiordo principal del lago Nahuel Huapi.
Moreno donó al gobierno, una parte de esa donación, con la condición de que fueran preservadas intactas,
previendo la necesidad de la conservación del ambiente que sobrevendría en los años venideros.
El gobierno aceptó la donación de Moreno y reservó la zona indicada, resultando a partir de este hecho el
Parque Nacional Nahuel Huapi.
La “Generación del 80”, es conocida como la élite gobernante de familias aristocráticas de la República
Argentina durante 1880 y 1916. Las ideas positivistas de esta generación estaban notablemente influidas por
el pensamiento europeo, que adaptó los principios evolucionistas de Darwin a las sociedades modernas.
Así, de acuerdo al modelo sarmientino, gauchos e indios eran bárbaros, personas incultas incapaces de
apreciar las ventajas de una vida social fundada sobre los principios liberales que garantizaban el camino
hacia el progreso. Sostenían por ello la necesidad de eliminar la barbarie mediante el orden y afianzar la
civilización, trayendo población europea para entrar en las vías del progreso.
Se hace mención en este texto, a las ideas de esta clase gobernante, ya que la creación de áreas protegidas
con expulsión de comunidades de las primeras naciones de nuestro país, continúan generando severos
conflictos socioterritoriales.
Hoy la creación de Áreas Protegidas, implica -además de criterios técnicos de conservación- la Consulta
Previa Libre e Informada (CPLI) a comunidades originarias y también nos debemos involucrar con el acuerdo
de Escazú, aprobado.
El Acuerdo de Escazú -aprobado por ley 27566/2020- tiene como objetivo garantizar la implementación plena
y efectiva en América Latina y el Caribe de los derechos de acceso a la información ambiental, participación
pública en los procesos de toma de decisiones ambientales y acceso a la justicia en asuntos ambientales, así
como la creación y el fortalecimiento de las capacidades y la cooperación, contribuyendo a la protección del
derecho de cada persona, de las generaciones presentes y futuras, a vivir en un ambiente sano y a su
desarrollo sostenible.
La Consulta Previa Libre e Informada (CPLI) trata sobre la obligación de los Estados de
consultar a los pueblos indígenas es reconocida en el inciso 17 del artículo 75 de la
Constitución Nacional Argentina. Posteriormente, el Convenio 169 de la Organización
Internacional del Trabajo fue ratificado por la Ley 24.071. Con este marco jurídico, a las
comunidades o pueblos indígenas les asiste el derecho a ser consultados de forma previa,
libre e informada, a través de sus instituciones representativas y mecanismos adecuados, toda
vez que se pretenda aprobar una medida legislativa o administrativa que los afecte.
Desde los primeros parques nacionales, Nahuel Huapi e Iguazú, se han creado una numerosa cantidad de
Áreas Protegidas nacionales. Sumadas, la superficie que cubren estas áreas alcanza a unas 4.600.000
hectáreas (algo más del doble de la superficie de la provincia de Tucumán). Distribuidas por todo el país,
además de exhibir muchos de los paisajes emblemáticos y constituir centros para el desarrollo local, contienen
muestras significativas que representan buena parte de las ecorregiones presentes en el territorio argentino.
Un párrafo aparte merece la reciente incorporación de un conjunto de Áreas Protegidas netamente marinas,
espacios que representan nuevos desafíos para la conservación de una de las ecorregiones más extensas:
el Mar argentino.
Para conocer más sobre los parques nacionales, ofrecemos el siguiente enlace:
https://www.argentina.gob.ar/parquesnacionales
Por otro lado, organismos públicos y privados con alguna vinculación o interés particular en la conservación
también colaboraron en este sentido.
Corredores de conservación
Introducción
La sostenibilidad a nivel global, en cuanto desarrollo humano, estriba en la forma que se maneje y
mantengan los ecosistemas de la Tierra.
sabemos que los ecosistemas son sistemas complejos, donde interactúa la diversidad biológica y los procesos
ecológicos (ciclo del agua, ciclo de nutrientes, flujo de energía y dinámica de las comunidades, entre otros
ejemplos) y que en incluso interactúan con componentes de otros ecosistemas. De esa interacción compleja
se producen una gran variedad de servicios en la biosfera terrestre, muchos de ellos indispensables para
nosotros los humanos. Sin embargo, la gran mayoría de las regiones de ecosistemas intervenidos por
humanos distan de contar con un manejo y mantenimiento eficientes.
En este sentido, la destrucción de los ecosistemas no es un fenómeno nuevo. Sin embargo, la rapidez con
que se producen los cambios en lapsos relativamente cortos de tiempo y la escala mundial que asumen,
despierta la preocupación a nivel global. El crecimiento de la población mundial, los grandes centros urbanos
y algunas de las actividades económicas generaron modificaciones sobre los ecosistemas a un ritmo
alarmante. Recursos pesqueros que se agotan, bosques que se talan de manera indiscriminada, ríos y mares
contaminados, suelos erosionados producto de una explotación sin control, son algunas de estas actividades
que amenazan la biodiversidad e interrumpen los procesos vitales.
La creación de Parques Nacionales y otras Áreas Protegidas constituye una buena herramienta de
conservación para compensar los efectos no deseados del crecimiento a nivel global. Pero hoy en día, las
modificaciones que sufre el entorno en manos de la expansión de algunas actividades productivas son
realmente vertiginosas y, por ende, las Áreas Protegidas no son suficientes por si solas, en cantidad y tamaño,
para contrarrestar los desequilibrios existentes entre el uso que el hombre hace de los ecosistemas y los
procesos biológicos que en ellos ocurren. Las Áreas Protegidas antes entendidas únicamente para la
protección y diseñadas para mantenerse al margen del desarrollo humano y de los impactos ambientales;
fueron virando hacia la necesidad de concentrarse en la conservación, el uso sostenible y la restauración.
Es así que las Áreas Protegidas no deben ser “burbujas” aisladas del resto. Al igual que cualquier otra fracción
de la biosfera, son parte de una matriz global, por lo que dependen de una gran diversidad de factores para
su supervivencia. Las áreas protegidas deben conectarse o reconectarse al paisaje circundante a fin de
garantizar un funcionamiento correcto de los ecosistemas. De hecho, hoy sabemos, que las propias áreas
protegidas no resultan viables configuradas como islas intocables y sin contacto con el afuera. Por ejemplo,
los cambios producidos en los paisajes circundantes con la introducción de especies exóticas, incluso de uso
doméstico, afectan notablemente las condiciones naturales de las mismas, de modo que su supervivencia
depende de un intercambio saludable con el entorno inmediato.
Las Áreas Protegidas tienen que convertirse en un eslabón clave para el logro del desarrollo
sostenible, entendiendo a éste como aquel que aprovecha los servicios de los ecosistemas, y
al mismo tiempo, procura un manejo y mantenimiento adecuado de los mismos para que
produzcan esos servicios en la biosfera. Por consiguiente, es fundamental extender lazos entre
el desarrollo sostenible y la conservación. En definitiva, las áreas protegidas son parte
importante de una solución para la subsistencia de los seres humanos y otras especies,
aunque ciertamente, no la única.
Desfragmentación y corredores
Dentro de los ecosistemas, los hábitats son aquellos espacios que reúnen las condiciones adecuadas para
que las especies puedan residir, reproducirse y perpetuar su presencia. Cada ecosistema puede contener
una gran variedad de hábitats. Para entender mejor los impactos negativos por desfragmentación que hoy
soporta la naturaleza y los esfuerzos de mitigación en materia de conservación, en adelantes nos centraremos
a una escala de hábitats.
En muchos sectores del planeta, parches de naturaleza sobreviven en estado silvestre funcionando como
islas desconectadas entre sí. Estos fragmentos se hallan cercados por grandes extensiones dedicadas a la
agricultura y diferentes infraestructuras humanas que actúan como barreras. Como resultado, cada vez son
más las poblaciones de especies animales que no pueden desplazarse libremente en busca de alimento,
refugio y parejas reproductivas, y especies vegetales que no pueden dispersar con éxito sus semillas.
Atrapadas en estas islas, las poblaciones pequeñas de animales y plantas con una distribución reducida, se
vuelve poco viables, disminuyen drásticamente y en muchos casos se extinguen a nivel local, expuestas a
fenómenos naturales como inundaciones, incendios, sequías prolongadas, plagas, además de una mayor
presión de depredadores.
Una degradación profunda y sin precedentes de los hábitats naturales que no solo amenaza la conservación
de la diversidad biológica, sino que también es responsable del deterioro de recursos naturales tan básicos
como el aire, el agua y el suelo, de los cuales depende la vida misma de todos los seres vivos del planeta.
El desafío consiste en detener la perdida de hábitats nativos y mantener la diversidad biológica en paisajes
naturales donde el uso de la tierra para actividades humanas y el desarrollo de infraestructuras son procesos
dinámicos en constante avance.
Es imprescindible trabajar por fuera de los límites de las áreas protegidas. La idea es abandonar una dinámica
territorial en la cual los hábitats nativos sobreviven como manchones inconexos, para dar lugar a paisajes
naturales más amplios y en buen estado de conservación, enlazados de manera de consolidar verdaderas
redes ecológicas. Paisajes naturales, que involucran estrategias para su conservación, y en los cuales viven
personas o grupos sociales, la biodiversidad prospera y los recursos naturales y culturales son usados de
manera sostenible.
Los Corredores de Conservación son franjas de naturaleza nativa en estado silvestre que
conectan las áreas protegidas entre sí y otros espacios valiosos que aún poseen naturaleza
en buen estado de conservación. Estas actúan como conectores naturales por donde las
especies pueden fluir y trasladarse sin obstáculos, permitiendo el intercambio entre diferentes
poblaciones de cada especie y favorecen el mantenimiento de las dinámicas naturales
intrínsecas.
Si nos centramos en el componente animal, el desarrollo de un corredor de conservación debe tener en cuenta
cuál es el tamaño y conectividad adecuados que posibiliten el desplazamiento de las distintas especies en
busca de recursos, en cada una de las etapas del ciclo de vida. Algunas aves, por ejemplo, poseen una
movilidad más flexible que otras especies no voladoras. Los animales carnívoros grandes requieren
superficies extensas para trasladarse en busca de alimento, que animales herbívoros de hábitos más
sedentarios. En el caso de insectos como las libélulas, pasan el primer estadio de su vida como ninfas en
aguas tranquilas, remansos de ríos, zonas pantanosas. Luego de la metamorfosis, las libélulas adultas viven
fluctuando entre los ambientes terrestres y aéreos.
Cuando nos referimos a desplazamientos de animales, estos pueden obedecer a necesidades diferentes:
desplazamientos diarios en busca de alimentos, migraciones de largas y cortas distancias en respuesta a
cambios en las condiciones estacionales de calidad y abundancia de recursos, nomadismos y aquellas
dispersiones que suceden en poblaciones animales, donde los juveniles deben conquistar nuevos sitios lejos
del entono natal.
Los enlaces naturales contribuyen a la repoblación de sitios donde hubo extinción a nivel local, a
complementar poblaciones animales en declive impidiendo su desaparición o la colonización de nuevos
fragmentos de hábitats donde existen oportunidades.
Al facilitar la conectividad, los Corredores de Conservación contribuyen a mitigar los efectos del
cambio climático. Las poblaciones animales azotadas por posibles eventos catastróficos, pueden
movilizarse, colonizar otros espacios e inclusive vincularse con otras poblaciones, sorteando de esta manera,
las consecuencias del aislamiento que las condena irremediablemente a desaparecer.
El modelo de agricultura intensiva impulsado a nivel mundial difícilmente beneficia a las poblaciones rurales
e indígenas. Por el contrario, las desplaza y excluye. Asimismo, la expansión agrícola desordenada pone en
riesgo poblaciones remanentes de especies en peligro de extinción.
En este sentido, los corredores de conservación son espacios ideales para promover una relación más
amigable entre el Hombre y su entorno.
En las franjas naturales que sirven de conectores entre las áreas protegidas y otros fragmentos de hábitats
nativos, las comunidades locales pueden consolidar y mejorar sus prácticas tradicionales de uso de los
recursos naturales mediante actividades productivas de bajo impacto y con apoyo técnico.
Estos saberes heredados por generaciones forman parte de la cultura de los pobladores locales. El patrimonio
intangible que estos saberes representa corre riesgo de caer en el olvido bajo la presión que ejercen los
intereses de la economía a gran escala.
Los corredores de conservación son grandes porciones de territorio donde se busca mantener gran parte del
paisaje en estado natural o seminatural. Para lo cual, se propone una baja densidad de ocupación humana,
un uso sustentable y ordenado del recurso natural.
La posibilidad de orientar los esfuerzos a diferentes escalas permite que las personas y grupos comunitarios
que viven y trabajan pequeñas parcelas de tierra en paisajes fragmentados, puedan tomar conciencia de la
problemática y en consecuencia, realizar acciones de conservación a nivel local, de modo de convertirse en
protagonistas de los cambios ligados a las condiciones ambientales de los lugares donde viven.
Desde esta perspectiva, resulta claro que el diseño y planificación de un corredor de conservación debe
ajustarse a las expectativas y necesidades de la población local, a través de mecanismos de consulta,
participación y acuerdo.
La reforma constitucional de 1994, en el Artículo 124 estableció que los recursos naturales (bosques,
minerales, ríos, fauna) pertenecen a las provincias.
En 2007 se sancionó la Ley 26.331 de presupuestos mínimos para la conservación de los Bosques Nativos.
Mediante la misma, cada provincia debió establecer el ordenamiento territorial de los bosques nativos de su
jurisdicción y la regulación de la expansión de la frontera agropecuaria y de cualquier otro cambio de uso del
suelo; e Implementar las medidas necesarias para regular y controlar la disminución de la superficie de
bosques nativos
Categoría I (rojo): Sectores de Bosques Nativos de muy alto valor de conservación que no
deben transformarse o desmontarse. Incluirá áreas que por sus ubicaciones
relativas a Áreas Protegidas, su valor de conectividad, la presencia de
valores biológicos sobresalientes y/o la protección de cuencas que ejercen,
ameritan su persistencia como bosque a perpetuidad.
Categoría II (amarillo) Sectores de mediano valor de conservación, que pueden estar degradados
pero que a juicio de la autoridad de aplicación jurisdiccional con la
implementación de actividades de restauración pueden tener un valor alto de
conservación y que podrán ser sometidos a los siguientes usos:
aprovechamiento sostenible, turismo, recolección e investigación científica.
Categoría III (verde) Sectores de bajo valor de conservación que pueden transformarse
(desmontarse) parcialmente o en su totalidad aunque dentro de los criterios
de la ley.
Reservas de Biósfera
Las zonas núcleo tienen como objetivo principal la preservación de los ecosistemas a mediano y largo plazo,
y las zonas de amortiguamiento, tienen como finalidad orientar las actividades de aprovechamiento que se
realizan en ese contexto geográfico, desde luego, sustentadas en criterios que permitan aspirar a un modelo
de desarrollo sustentable, creando al mismo tiempo las condiciones necesarias para lograr la conservación
a largo plazo de los ecosistemas.
Fue, para entonces, el mayor evento en la historia sobre la conservación de naturaleza a escala regional y
contó con la presencia 2.388 participantes procedentes de todo el mundo, en especial de Latinoamérica, y
que provenían de los más diversos sectores relacionados con la gestión de áreas protegidas.
En 2014, en Sídney, Australia, tuvo lugar el Congreso Mundial de Parques. Allí se apuntó a establecer la
agenda para la conservación de áreas protegidas para la década siguiente. También se buscó abordar la
brecha existente entre la agenda de la conservación y la del desarrollo sustentable.
En Sídney, se estableció como visión la necesidad de reequilibrar la relación entre la sociedad y la naturaleza,
y de reafirmar que los ecosistemas y su diversidad de vida sostienen nuestra existencia, nuestra identidad
cultural y espiritual, nuestras economías y nuestro bienestar. También se reconoció que las amenazas a la
naturaleza, su biodiversidad y las Áreas Protegidas están en el nivel más alto de la historia humana, debido
a una convergencia entre los impactos de los patrones de consumo humano, el crecimiento poblacional, y la
actividad industrial.
Por otro lado, de Bariloche a esta parte, cobró mayor protagonismo la problemática del cambio climático
debido a su agravamiento, así como su impacto en las áreas protegidas y la biodiversidad allí conservada. En
la promesa de Sídney, los participantes se comprometieron a crear capacidad para aplicar medidas
innovadoras, apropiadas y específicas; y a promover un reconocimiento generalizado de que las áreas
protegidas son fundamentales para responder al desafío del cambio climático.
En la Argentina, hay diferentes instancias en las que se involucra a las comunidades locales en la gestión.
Algunos ejemplos son el comanejo realizado con comunidades indígenas en algunas Áreas Protegidas, la
financiación y el apoyo de proyectos de desarrollo sustentable en los corredores de conservación que
benefician a grupos locales, la participación de instituciones cercanas / interesadas en la elaboración de los
planes de gestión, y las actividades de educación ambiental ofrecidas a escuelas, entre otros.
Referencias Bibliográficas
Administración de Parques Nacionales. 2001. “Plan de Gestión Institucional”.
Administración de Parques Nacionales. 2008. “Plan Estratégico Preliminar para la Gestión de los
Corredores de Conservación del Gran Chaco. Documento para la Elaboración del Plan Estratégico Definitivo”.
Bennett, AF. 2004. “Enlazando el Paisaje, el Papel de los Corredores y la Conectividad en la Conservación
de la vida Silvestre”, UICN – Unión Mundial para la Naturaleza. San José de Costa Rica. 278pp
Mauricio Manzione, Lucía Molinari, Pablo Reggio, Esteban Rodríguez Viudez, Hernán Sagristá. (en
prensa). Parques Nacionales en el aula. Herramientas educativas para valorar el patrimonio natural y cultural
en nuestras áreas protegidas nacionales. APN
Elizabeth Bravo & Ricardo Carrere, 2004. Áreas Protegidas, ¿Protegidas contra quién?
Sitios Web
https://www.argentina.gob.ar/parquesnacionales/conservacion
https://www.argentina.gob.ar/parquesnacionales
https://www.argentina.gob.ar/ambiente/areas-protegidas/sifap
Superficie: 5.200 ha
Provincia: Buenos Aires
Ecorregión: Delta e Islas Río Paraná, Pampa y Espinal