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En este texto increible te podras deleitar con una de las obras mas hermosas que podras leer, una historia con drama y comedia, hasta te puede servir para actuarla
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mujer muy hermosa que todos llamaban la argenta. Su verdadero nombre era realidad Ana ozores, pero todos la conocían con aquel apodo, ya que estaba casada con don Víctor Quintanar, o sea el antiguo regente de Vetusta. Sin embargo, su matrimonio fue una boda combinada. Como era costumbre en la época. Don Víctor era una persona honrada, íntegra y respetable. Pero tenía muchos años más que su mujer. Es decir. Estaba con un pie en el hoyo en pocas palabras. Entre los dos. Entonces no había ningún sentimiento de amor y ninguna pasión. Solo había un sentimiento de cariño y respeto. Por eso Ana sufrió mucho, ella se sentía oprimida por la sociedad en la que vivía sociedad, en la que las apariencias y los formalismos tenían mucha más importancia que todos los demás. Vetusta era un ambiente hostil y fue así también cuando Ana era todavía una niña. Qué vida tan estúpida desde que era pequeña la vida fue cruel conmigo todavía tenía pocos años cuando mis padres me abandonaron. Mi mamá era bailarina y no se preocupó mucho cuando tuvo que dejarme. Me pusieron una zanonato, fue terrible. Salí solo con mis tías, me sacaron del convento. Pero ellas no me querían de verdad. En mi solo veían una chica de belleza rara. Solamente gracias a mi hermosura, tuve la posibilidad de casarme con un hombre de la alta sociedad, logrando finalmente un poco de estabilidad y ganando el apodo regenta. Como si solo fuera la mujer de regente de esta maldita ciudad. Para intentar escapar del sufrimiento y de la opresión, Anna buscó refugio en la religión confesándose con el magistral de la ciudad de Vetusta. Pero ese hombre, don Fermín de paz, no era exactamente como un hombre de la Iglesia, debería ser. Ambicioso, manipulador y obsesionado por el control, don Fermín era una persona oscura, con un lado muy malo. Él estaba obsesionado con la regenta, pero naturalmente no podía tener una relación con ella, así que decidió controlarla y dominarla psicológicamente. A través de su anteojo, él era capaz de espiar a todos los habitantes de Vetusta, sobre todo a Ana, su presa favorita. En definitiva, don Fermín era un verdadero mirón. Pobres habitantes de Vetusta, sus inconscientes de que yo conozco todos nuestros secretos. Yo paso mis días esperando vuestras casas y escuchando las confesiones que me hacéis. Yo conozco el alma de esta ciudad. Y tú Ana hermosa y dulce Ana me encantaría tenerte conmigo en lugar de verte todo el día con tu marido. Por favor magistral ayúdame, yo me siento sola y abandonada, yo quería sentirme acciones fuertes y vivir mi vida al máximo. En cambio, tampoco puedo tener hijos porque ya soy demasiado vieja. A Ana mi querida, quizás la felicidad de con la que tú sueñas no está tan lejos, quizás está justo delante de ti. Quédate aquí conmigo, quería decir quédate aquí con Dios y confía en la religión y tus sufrimientos terminarán. Pasaron muchos días y la relación entre los ferminia Ana se hizo más intensa. Ana se sentía dichosa de generar a alguien con quien desahogar sus inquietudes espirituales y Fermín sentían más y más atracción hacia la mujer. Mientras tanto, los rumores volaban en el pueblo y la gente empezaba a tener dudas sobre la actitud de los dos. Una noche don Víctor fue al teatro dejando a Ana sola en casa. Ella decidió aprovechar el tiempo para escribir una carta de don Fermín. A falta de papel para escribir a su querido amigo. Ella salió a buscarlo, pero era tan profunda la oscuridad de la noche que ella se quedó atrapada en una jaula de caza que su marido utilizaba para cazar los animales. Que alguien me ayude. Me quedaré aquí para siempre, justo en este momento, paso adelante de la casa del regente don Álvaro mesía, presidente del casino de Vetusta. Él era un hombre muy conocido en el pueblo, tenía mucho dinero y todas las mujeres se elaboraban de su aspecto, tanto que se consideraba a sí mismo como una máquina de amor. Vio a Ana un par de veces, pero en lo poco que la vio se dio cuenta de quererla como una de sus muchas mujeres. Al oír los gritos de Ana don Álvaro aprovechó para entrar y ayudarla. ¿Qué hace una mujer tan fascinante en una jaula? Oh buen señor ayúdeme. Álvaro le ayudó a salir y Ana terminó en sus brazos y después de un juegos de miradas fue evidente la atracción entre los dos. Le agradezco que haya venido a mi rescate. Siempre es un placer ayudar a la mujer tan hermosa como usted. Espero verla en la cena organizada por los días mañana sin su presencia. Me aburriré mucho. Le besó la mano y se fue. Ana pensó en ese encuentro durante toda la noche y al día siguiente decidió presentarse a la cena en la que participaron todas las familias más importantes de Vetusta, incluyendo don Fermín. Durante toda la cena, Ana se sintió en el medio de un triángulo de amor. Por un lado, el hombre que escuchaba todos sus sufrimientos, por otro, un casi desconocido con el que compartía una atracción muy fuerte. Entonces Ana pasó la noche intentando conocer mejor a los dos pretendientes, olvidándose de su mar.