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El Bien Embargado y Enajenado de Bove
El Bien Embargado y Enajenado de Bove
Nº 6/2007, pp.1393-1408
Publicado en: www.judicium.it
el 13.06.2007
1
Ponencia en el encuentro de estudio sobre “La riforma del processo esecutivo” organizado por
el Consejo Superior de la Magistratura, realizado en Roma los días 6-8 junio 2007. El escrito está
destinado a los Studi in onore di V. Colesanti.
2
V. Clásicamente T. CARNACINI, Contributo alla teoria del pignoramento, Padova 1936, p. 8.
3
El segundo párrafo del art. 2910 CC, agrega que en algunos casos puede ser responsable por la
deuda también un bien perteneciente a un tercero: cuando se trate de un bien sometido a prenda o
hipoteca o bien cuando a referencia a tal bien haya sido revocado, conforme al art. 2901 CC, el acto de
disposición que a favor del tercero había realizado el propio deudor. Recordemos, con todo, que el
tercer propietario del que se habla asume el papel de ejecutado en base a los arts. 602 y ss. CPC, por lo
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agrediendo los bienes que legítimamente responden por ese determinado crédito y
dichos bienes son justamente los bienes que pertenecen al deudor. Sin embargo, las
normas sobre el embargo no establecen que a los fines de la individualización de los
bienes se deba determinar su pertenencia al deudor ejecutado4.
En este caso se puede producir un desequilibrio entre el plano sustancial y el
plano procesal, es decir puede ocurrir que se realice una actividad del todo legítima
desde el punto de vista de las normas procesales y, sin embargo, ilícita desde el punto de
vista del derecho sustancial. Ello ocurre cuando los bienes individualizados con pleno
respeto de todas las reglas sobre el embargo pertenecen, pese a ello, a un tercero.
Las reglas del embargo, varían según el tipo de bien, porque en ellas
evidentemente se deben tener en cuenta las distintas reglas de circulación que el derecho
civil dicta, justamente, respecto a los distintos tipos de bienes.
En el embargo mobiliario la elección de los bienes es hecha por el oficial
judicial5, el cual, en base al art. 513 CPC, no se preocupa por determinar la pertenencia
de los bienes al deudor (y, por lo demás, ¿cómo podría?), sino que se preocupa de
individualizar bienes que están en la disponibilidad del deudor. La actividad ejecutiva se
realiza, por tanto, legítimamente sin ninguna determinación de derecho sustancial, sino 2
a lo más con un indicio de pertenencia. Si, por aventura, la agresión ejecutiva, se repite
conducida en el pleno respeto de las normas procesales, termina por involucrar el bien
de un tercero, es este tercero que se debe activar. En vía preventiva él puede plantear
oposición de tercero conforme al art. 619 CPC. En vía sucesiva él puede actuar en el
espacio que le conceden los arts. 2919 y 2920 CC, sobre los cuales regresaremos.
En los otros tipos de embargo la elección es realizada siempre por el acreedor
ejecutante, el cual luego se activará en base:
- al art. 555 CPC, si se trata de embargo de un bien inmueble,
cual él goza de los remedios que son puestos a disposición del ejecutado, entre los cuales resalta la
oposición a la ejecución conforme al art. 615 CPC.
4
Cfr., por todos, G. TARZIA, L’oggetto del processo di espropriazione, Milano 1961, pp. 236 y
ss., 246 y ss., 256 y ss., 269 y ss., 317 y ss., 358 y ss.
5
Por otro lado, el renovado art. 517 CPC ha eliminado el precedente principio según el cual el
embargo ocurría con preferencia sobre las cosas indicadas por el deudor.
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Sobre la complejidad de estas hipótesis v. clásicamente V. COLESANTI, Il terzo debitore nel
pignoramento di crediti, Milano 1967, passim.
7
A propósito de este caso es bueno hacer dos precisiones. La primera: el acto de embargo debe
notificarse, además del deudor, a la sociedad no con la finalidad de provocar la declaración de ésta en el
sentido del art. 547 CPC, sino más bien con la finalidad de hacer surgir en cabeza de los
administradores de la sociedad el deber de anotación en el libro de socios. La segunda: el embargo entre
acreedor y deudor se perfecciona no con dicha notificación, por lo cual, la inscripción en el Registro de
las Empresas tiene por finalidad de hacer el supuesto oponible a terceros, a los fines de la aplicación del
art. 2740, 3° párrafo, CC.
8
Ni, en el ámbito de la ejecución inmobiliaria [espropriazione immobiliare] se podría decir que
la pertenencia del bien, si no tiene importancia en la fase del embargo, sea, sin embargo, presupuesto de
la venta forzada, puesto que, conforme al art. 567 CPC, el acreedor debe, antes de proceder a la venta,
presentar el extracto del catastro y los certificados de las inscripciones relativas al inmueble embargado
efectuadas en los veinte años antecedentes a la inscripción del embargo. Empero aquí, como tuvo bien
decir un nuestro desaparecido maestro (TARZIA, op. cit., 358-360), la ley procesal se contenta de un un
indicio de pertenencia, derivado de la publicidad, sin requerir la determinación del derecho en cabeza
del deudor ejecutado. Se piense, muy banalmente, en la hipótesis en la que la propiedad del inmueble le
corresponda a un sujeto que lo ha usucapido y no al sujeto que resulta propietario en base a los registros
inmobiliarios.
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por objeto conservar los bienes así individualizados a los fines de la sucesiva
enajenación. En este caso se trata de garantizar la conservación material y jurídica del
bien sujetado al procedimiento.
2. Conservación material de los bienes embargados
A los fines de la conservación material están dictadas las normas sobre la
custodia, que han sido modificadas por las recientes reformas.
Para la custodia de los bienes, las intervenciones de la reforma son dos.
En primer lugar, ha sido modificado el segundo párrafo del art. 520 CPC9 en
referencia a la custodia de las cosas distintas del dinero, títulos de crédito y objetos
preciosos. Precedentemente, el oficial judicial podía elegir entre el transporte de las
cosas embargadas a un lugar de depósito público y encomendarle su cuidado a un
custodio, que, según una interpretación común del art. 521, 1° párrafo, CPC, digamos
bastante liberal, se consideraba que pudiera ser también el deudor, a falta de oposición
del acreedor. Hoy se atribuye importancia sobre todo a la voluntad del acreedor. Si
aquel lo requiere, el oficial judicial debe escoger entre transportar las cosas a un lugar de
depósito público y el encomendar las cosas mismas a la custodia de un sujeto distinto
4
del deudor. Si, en cambio, el acreedor nada dice, la situación queda dudosa. En verdad,
en este caso debería valer el primer párrafo del art. 521 CPC, que, mantenido sin
cambios, establece textualmente que la custodia pueda ser encomendada al deudor solo
si el acreedor lo consiente explícitamente. La relación entre esta disposición y el nuevo
segundo párrafo del art. 520 CPC, no está clara. Se podría decir que si el acreedor no
formula la instancia prevista en aquella disposición, no habrá ningún impedimento en
la elección del oficial judicial de encomendar la custodia al deudor. Pero se podría
también decir que, aunque faltando la explícita petición del acreedor para sustraer la
custodia de los bienes al deudor, pese a ello, el oficial judicial no esté autorizado a dejar
la custodia del bien en las manos del deudor. Más allá de la equivocidad de las normas,
parecería oportuno, en todos los casos, evitar la custodia del deudor. Pero me temo que,
en la praxis, en caso de ausencia de instancia del acreedor según el segundo párrafo del
art. 520 CPC, se terminará por dejar las cosas en tenencia del deudor.
En fin, se agrega, siempre en el art. 520, 2° párrafo, CPC, que en caso de
urgencia, el oficial judicial encomienda la custodia a los institutos autorizados conforme
al art. 159 de las disposiciones de actuación CPC, es decir, a los Institutos de Ventas
9
La norma, entrada en vigor el 1° marzo 2006, se aplica a los embargos realizados
sucesivamente a tal fecha.
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Judiciales. En este caso no está claro si dicha opción sea practicable solo a instancia del
acreedor o bien también de oficio. Parece más razonable la interpretación extensiva
tanto porque literalmente la otra no es necesaria como porque ella puede presentarse
más oportuna en situaciones en la que no hay tiempo para preguntar al acreedor10.
En segundo lugar, ha sido agregado un párrafo al art. 521 CPC11, en el cual se
dispone que luego de la presentación de la instancia de venta, el juez dispone la
sustitución del custodio nombrando a ese mismo instituto autorizado, siempre que éste
no fuera ya antes custodio12. En este ámbito queda abierta la cuestión de qué ocurra
cuando no sea administrada por estos institutos. A mi parecer la elección interpretativa
más razonable es la de considerar que la sustitución en la custodia en comentario ocurra
siempre en los términos dictados por el art. 521, 5° párrafo, CPC, prescindiendo de las
modalidades que se seguirán para la venta13.
Por lo que atañe a la custodia de los bienes inmuebles, han sido ampliamente
modificados los arts. 559 y 560 CPC. La disciplina precedente no era satisfactoria
porque, por un lado, se dejaba la custodia del bien al deudor, sujeto que no es
ciertamente el más idóneo para la correcta administración del bien que está destinado a
perder y además sujeto seguramente no interesado a colaborar a los fines de vender lo 5
mejor posible el bien mismo, y, por otro lado, no se disciplinaban las modalidades de
gestión del bien embargado. La nueva disciplina tiene tres objetivos:
10
Así A. RONCO, en Le recenti riforme del processo civile, Commentario diretto da S.
Chiarloni, I, Bologna 2007, sub art. 520, p. 806, en donde se menciona el caso en el que las cosas se
encuentren en un lugar que el deudor esté por dejar, quizá por desalojo [sfratto].
11
Lo dispuesto ha entrado en vigor el 1° marzo 2006 y se aplica a las instancias de venta
depositadas sucesivamente a tal fecha.
12
La norma agrega que tal instituto “dentro de los treinta días, previo envío de comunicación
conteniendo la fecha y el horario aproximado del acceso, se encarga del transporte de los bienes
embargados en su sede o en otros locales de su propia disponibilidad. Las personas encargadas por el
instituto, cuando resulta necesario para aprehender los bienes, pueden abrir puertas, armarios y
recipientes y pedir la asistencia de la fuerza pública. Para los bienes que resultan difícilmente
transportables con el empleo de los medios usualmente utilizados, el instituto puede ser autorizado a
encargar su custodia en el lugar en que se encuentran”.
13
No me parece razonable considerar que, cuando la venta no sea gestionada por los Institutos
Ventas Judiciales, la custodia quede a cargo de quien, quizá el deudor, que la tenía en la fase precedente.
Pero tampoco me parece razonable afirmar que la custodia pase, en base a un razonamiento analógico, a
cargo del sujeto que deberá gestionar la fase de venta, sobre todo, si se piensa que entre ellos se
encuentre el secretario [cancelliere] o el oficial judicial. V. Sin embargo, en este último sentido A.
RONCO, op. cit., sub art. 521, p. 810.
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En tal caso la custodia no se funda en una resolución de nombramiento, sino que se
constituye ex lege con el acto de embargo, precisamente aquí con la notificación del acto establecido en
el art. 555 CPC, por tanto antes y al margen de la inscripción del embargo.
15
Desmintiendo así las praxis que sustituían al custodio sin dar ninguna razón.
16
Se precisa en el quinto párrafo del art. 559 CPC que el Instituto Ventas Judiciales podría
también rechazar de asumir la custodia, hipótesis en la cual el Juez ejecutor escogerá a otro custodio. Tal
posibilidad no está explicitada para el profesional encargado de la venta, por lo que me parece que para
éste se deba considerar que o acepta la custodia o renuncia a la delegación en su conjunto. Por lo demás,
para una propuesta interpretativa más dúctil v. P. D’ADAMO, La custodia dell’immobile pignorato tra
l’esperienza delle “best practices” e l’impianto delle leggi n. 80/2005 2 263/2005, en Rivista dell’esecuzione
forzata, 2006, 749 y ss., espec. 761-762, que propone dejar la elección caso por caso al juez ejecutor.
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constituir un obstáculo para el mejor logro de la venta17, se ponga más bien en actitud
colaborativa, es decir pueda ser un punto de referencia para potenciales adquirentes,
pueda, en otras palabras, realmente responder a lo que establece el sétimo párrafo del
art. 560 CPC, según el cual el juez establece las modalidades con las que el custodio
debe comportarse para que los interesados en presentar ofertas de adquisición examinen
los bienes en venta. Si ésta es la finalidad de la sustitución, entonces se puede tener una
clave de lectura para la excepción que el mismo cuarto párrafo del art. 559 CPC
explicita, estableciendo que el juez no deba proceder a la sustitución cuando “por la
particular naturaleza” de los bienes embargados la sustitución misma no tendría
utilidad. Aquí evidentemente se ha pensado en los casos en los que el bien puede ser
visto también sin cooperación del custodio, como por ejemplo ocurre respecto de un
terreno no cercado18.
Está prevista, luego, como hipótesis general de sustitución relativa tanto cuando
el custodio sea el deudor como cuando otro sujeto lo sea, que el juez disponga la
sustitución del custodio en caso de inobservancia de sus deberes (art. 559, 3° párrafo,
CPC)19.
El último párrafo del 559 CPC especifica, además, que las medidas allí previstas 7
se adoptan con auto no impugnable. Esta disposición, que reitera un principio que era
ya pacífico antes, deja, sin embargo, irresuelta la duda, ya antes levantada, sobre la
posibilidad de plantear contra ese auto oposición a los actos conforme al art. 617
CPC20, porque la calificación de “no impugnabilidad” hace cierto solo la inaplicabilidad
del art. 487 CPC, es decir la no modificabilidad y revocabilidad de la resolución por
parte del juez, salvo en el caso obviamente que intervengan circunstancias sobrevenidas.
17
Se repite que la norma encuentra aplicación solo cuando al llegar a la fase de la venta sea
custodio el deudor. Como consecuencia, si en ese momento la custodia no está a cargo del deudor, la
norma no opera.
18
El ejemplo es de F.P. LUISO, B. SASSANI, La riforma del processo civile, Milano 2006, p.
149.
19
Sobre el régimen transitorio, puesto que la normativa en comentario ha entrado en vigore el
1° marzo 2006 y que la Ley Nº 263/2005 dispone que las normas de modificación del proceso ejecutivo
se aplican también a los procedimientos pendientes en tal fecha, parece poderse decir que las
disposiciones del art. 559 CPC se apliquen también si el embargo está realizado o el auto de venta ha
sido pronunciada antes de esa fecha. La norma, contenida siempre en la Ley Nº 263/2005, según la cual
las ventas se realizan en base a las modalidades antecedentes cuando hayan sido ordenadas antes del 1°
marzo 2006, no parecen, en efecto, referirse al régimen de la custodia.
20
Sobre el argumento, v. R. ORIANI, L’opposizione agli atti esecutivi, Napoli 1987, p. 234 y ss.
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Así, ya precedentemente, en referencia a la praxis del Tribunal de Bolonia, v. G. BERTI
ARNOALDI VELI, Prassi e giurisprudenza del Tribunale di Bologna nelle espropriazioni immobiliari; in
particolare, il custode giudiziario e le azioni del legale della custodia finalizzate alla liberazione del
compendio, en Rivista dell’esecuzione forzata, 2003, p. 59 y ss., espec. 76. Pero no escondo el hecho de
que la solución propuesta puede ser dudosa y que cuando el art. 560, 4° párrafo, CPC dispone que la
ejecución ocurra “al cuidado del custodio” no ello no quiera excluir la intervención del oficial judicial.
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gestión del bien y que está legitimado para ejercitar las acciones previstas por la ley y
necesarias para obtener la disponibilidad.
Si anteriormente había duda sobre el límite de la autonomía del custodio, es
decir, cuál fuera la línea de confín entre las actividades que el custodio podía realizar
autónomamente y aquellas que, en cambio, requerían de la intervención del juez, hoy
parece que sea necesaria la autorización del juez, antes prevista explícitamente solo para
dar en arrendamiento el inmueble, para todo acto de administración y gestión. Pero
parece razonable que, a la luz de la normativa actual, se deba distinguir entre actos que
el custodio puede realizar en base a una resolución autoritativa general, cuales, por
ejemplo, todos los actos dirigidos a la conservación y al mantenimiento de la
productividad del bien22 y actos que, en cambio, requieren de una autorización especial
y específica23. Queda, luego, entendido que los actos realizados sin la necesaria
autorización sean, no nulos, sino ineficaces en relación del acreedor procedente y de los
acreedores intervinientes, y, como consecuencia, en relación al adquirente en venta
forzada24.
Por lo que respecta a las acciones ejercitables, tampoco anteriormente se dudaba
del hecho que al custodio le estuviera atribuida la legitimación procesal, activa y pasiva, 9
en referencia a los actos sustanciales que él podía realizar. Hoy el último párrafo del art.
560 CPC reitera este principio, especificando, entre otras, que el custodio puede
ejercitar las acciones necesarias para obtener la disponibilidad del bien. Como
consecuencia parece superada cualquier duda en orden a la legitimación del custodio
para ejercitar en general, tanto las acciones que le corresponderían al deudor ejecutado,
como, por ejemplo, las de cesación del arrendamiento o de resolución por
incumplimiento, como las acciones que le corresponderían al acreedor embargante,
como por ejemplo aquella que se funda en la pretensión a la entrega del inmueble
arrendado con un contrato antecedente al embargo y, por tanto, no oponible al
procedimiento25.
22
Se piense al cobro y actualización periódico de las rentas de arrendamiento y a los gastos de
conservación del inmueble.
23
Probablemente sea necesaria la autorización específica para dar en arrendamiento el inmueble
y para cumplir todo acto que excede la normal gestión, es decir, acto de extraordinaria administración.
24
Análogamente F. CORSINI, Le recenti riforme del processo civile, en Commentario diretto da
S. Chiarloni cit., sub art. 660, p. 886.
25
Por lo que respecta al régimen transitorio, puesto que la norma ha entrado en vigore el 1°
marzo 2006, parece poderse decir lo que sigue. El primer, tercero y cuarto párrafo se aplican a las
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resoluciones sucesivas a aquella fecha. Por lo demás, el auto que niega o revoca la autorización para
habitar constituye título ejecutivo aunque pronunciada anteriormente a aquella fecha. Las otras
disposiciones se aplican a las custodias en curso. Así el juez puede establecer las modalidades para hacer
ver el bien y que son ejercitables las acciones del último párrafo de la norma aunque el custodio ha sido
nombrado antes del 1° marzo 2006.
26
V., por todos, V. COLESANTI, Fallimento e trascrizione delle domande giudiziali, Milano
1972, pp. 33 y ss., 40, 47, 75 y ss., 77.
27
Se agrega que cuando lo embargado es un crédito se puede decir que intervenga una suerte de
doble irrelevancia de los actos relativos al bien embargado. En efecto, aquí, además de ser irrelevantes
eventuales actos de cesión del crédito, son irrelevantes también eventuales actos o hechos extintivos del
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crédito mismo. En particular no es oponible al acreedor embargante el pago efectuado al deudor por
parte del debitor debitoris (cfr. l’art. 1917 CC y el art. 546 CPC).
28
A mi parecer el embargo inmobiliario se perfecciona entre las partes en el momento de tal
notificación, teniendo la sucesiva inscripción función de publicidad, haciendo oponible el embargo a los
terceros justamente con la finalidad de la solución del conflicto al que se refiere el texto.
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1265 CC29 y en el segundo caso la regla pura y simple del acto de fecha cierta anterior
(prior in tempore potior in iure), puesto que la ley no dicta una norma explícita y distinta
sobre la doble enajenación de una universalidad de muebles. Y la misma equiparación
del acreedor embargante a un causa-habiente del deudor ejecutado no puede no valer
también en el caso, no explicitado en el art. 2914 CC, pero que se puede obtener del
art. 2470, 3° párrafo, CC, en que sea embargada una cuota de una sociedad de
responsabilidad limitada, por lo que tal conflicto debe resolverse a favor de quien por
primero ha efectuado de buena fe la inscripción en el Registro de las Empresas.
Una previsión particular está, en cambio, contenida en el n. 4) del art. 2914 CC
en referencia a los bienes muebles no inscritos en registros públicos, no siendo invocada
en este caso la regla general de conflicto zanjada en el art. 1155 CC, por la que entre
dos adquirentes del mismo causante prevalece quien primero adquiere la posesión de
buena fe, sino más bien la regla diría de derecho natural prior in tempore potior in iure,
afirmándose que el tercero adquirente que no ha obtenido la posesión del bien prevalece
sobre el acreedor ejecutante si puede ostentar un acto de fecha cierta anterior al
embargo.
Esta última disposición es muy significativa y confirma la interpretación común 12
del art. 2912 CC, es decir que la desposesión del deudor no implica la adquisición de la
posesión del bien por parte del acreedor. En efecto, el n. 4) del art. 2914 CC tiene un
sentido propio si se presupone que con el embargo el acreedor justamente no ha
adquirido la posesión del bien, porque solo en el caso en el que ninguno de los causa-
habientes del mismo causante adquiere la posesión puede ser puesta fuera de juego la
disposición contenida en el art. 1155 CC y, por tanto, puede valer el principio de
preferencia de aquel que ha adquirido temporalmente primero.
Por lo demás, tal indicación en referencia a la posesión es muy importante en el
estudio de la oposición de terceros conforme al art. 619 CPC, porque sobre ella se
funda la afirmación de que en el ámbito de tal remedio el tercero puede limitarse a
hacer valer un derecho al bien (crédito de restitución) y no solo un derecho real30.
29
A tal propósito la jurisprudencia precisa que la notificación al deudor cedido a los fines de la
oponibilidad de la cesión del crédito no debe ser necesariamente afectada a través del oficial judicial,
siendo solo esencial que haya una actividad dirigida a producir el conocimiento, inclusive no sujetas a
particulares disciplinas o formalidades: cfr. Cas., 21 diciembre 2005, n. 28300.
30
Sobre la cuestión, que no puede ser aquí profundizada, v., si se quiere, M. BOVE,
L’esecuzione forzata ingiusta, Torino 1996, p. 240 ss.
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Se trata de cuestiones que atinentes esencialmente a la delineación de las hipótesis en las que
se puede plantear la oposición de terceros conforme al art. 619 CPC, remedio sobre el cual aquí no se
pretende proceder a ulteriores profundizaciones.
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Para que la adjudicación provisional decaiga no basta la convocación a puja [gara], sino que
es necesario que la puja se realice efectivamente. En efecto, en el caso de deserción de la puja de los
oferentes en aumento, el modificado art. 584 CPC no remite ya simplemente al art. 573 CPC y, por
tanto, a la posibilidad de que el juez disponga la venta al mayor oferente, sino que dispone que la
adjudicación provisional deviene definitiva. Además hay que evidenciar como la posibilidad de
suspender la venta por ser el precio notablemente injusto, conforme al primer inciso del art. 586 CPC,
represente una eventualidad del todo excepcional, que, lejos de poderse fundar en el puro poder
discrecional del juez, se ancla en situaciones en las cuales el precio injusto ha sido fijado a causa de la
interferencia de factores desviadores, vinculados a la criminalidad organizada. V. Sobre el argumento A.
SALETTI, Tecniche ed effetti delle vendite forzate immobiliari, en Rivista di diritto processuale, 2003, p.
1038t ss., espec. 1046-1048 y L. BIFFI, L’esercizio del potere di sospensione della vendita forzata ex art.
586 c.p.c.: ratio della norma e limiti per il giudice dell’esecuzione, en Rivista dell’esecuzione forzata, 2004,
p. 187 y ss.
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V. en particular Cas. 23 julio 1993 n. 8236.
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Ciertamente lo que estamos diciendo no vale cuando la oposición planteada conforme al art.
615 CPC se funde en el cuestionamiento de la embargabilidad de los bienes, porque aquí se trata
propiamente de un vicio procesal. Sobre el caso v. infra.
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35
Dice la Cas., 10 enero 2003, n. 193 que hay colusión cuando hay un acuerdo secreto con la
finalidad de fraude entre acreedor ejecutante y adquirente en venta forzada.
36
Cas., 26 abril 2004, n. 7922; Cas., 11 noviembre 2004, n. 21439; Cas., 27 febrero 2004, n.
3970 (en la cual se especifica que la fase de venta inicia después del auto con la que se establece las
modalidades de la liquidación y termina con la resolución de transferencia del bien).
37
Cfr. Cas., 23 enero 2004, n. 1167 e Cas., 19 julio 2005, n. 15222. Se agregue que si se trata
de un resolución del juez, el plazo corre desde la emisión de la resolución si dictado en audiencia o bien
desde su comunicación si dictado fuera de audiencia.
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crédito por el cual ha sido celebrado40. Pero el ejecutado, que quizá ha sufrido una venta
a precio vil, no puede esperar re-apoderarse del bien vendido, ni siquiera probando la
colusión a su daño entre adquirente en venta forzada y acreedor ejecutante, porque, se
repite, el art. 2929 CC se refiere a una actividad ejecutiva irregular y no también a una
actividad ejecutiva injusta. A él le queda a lo más la posibilidad de ejercitar una doble
acción resarcitoria: en relación al acreedor en base al art. 96, 2° párrafo, CPC y frente al
adquirente en base al art. 2043 CC.
Cuando, en cambio, el deudor ejecutado pueda hacer valer una nulidad absoluta
producida antes de la venta, entonces él tiene a disposición esa particular acción de
nulidad de la que habla el art. 2929 CC, a condición, sin embargo, de que él, además de
la nulidad, pruebe también el concierto fraudulento entre adquirente y acreedor
ejecutante41. En este caso no tiene ninguna importancia que haya terminado el proceso
ejecutivo y que, por tanto, no sea ya imaginable el planteamiento de una oposición a los
actos ejecutivos conforme al art. 617 CPC. En efecto, la protección que el art. 2929 CC
da al adquirente cae en caso de su mala fe prescindiendo del momento en la que se
pueda probar. Si ello es posible cuando el proceso ejecutivo está aún pendiente, se
utilizará la oposición disciplinada en el 617 CPC, pero si ello es posible cuando el
proceso ejecutivo ya ha concluido, entonces se tratará de una acción de nulidad con las 20
pecularidades derivadas del art. 2929 CC.
40
Lo que expreso en el texto es mi más firme convicción. Pero no escondo que la cuestión es
bastante controvertida tanto en la doctrina como en la jurisprudencia. No siendo este el lugar para
regresar sobre ella, v., si se quiere, una síntesis del debate en G. BALENA, M. BOVE, Le riforme più
recenti del processo civile, Bari 2006, p. 268 y ss.
41
La nulidad del proceso ejecutivo no vale, en cambio, para obtener de los acreedores lo que
hayan obtenido. En efecto, lo que aquí cuenta es el desplazamiento patrimonial esté justificado o no en
el plano sustancial, es decir, si los pagos se hayan producido frente a créditos realmente existentes o no,
no teniendo ninguna importancia la eventual irregularidad de la actividad ejecuctiva. Desde este punto
de vista cualquier nulidad del proceso ejecutivo, incluso la más grave, deviene irrelevante tras su fin.
Son, por tanto, actuales las palabras de F. STEIN, Grundfragen der Zwangsvollstreckung, Tubinga 1913,
p. 92, el que evidenciaba: “terminada la ejecución forzada la cuestión del enriquecimiento debe ser
valorada en función de las relaciones civilistas. Cuanto más enérgicamente se subraya la independencia
de la ejecución en cuanto actividad del Estado de la relación civilista entre acreedor y deudor, tanto más
firmemente se deben fijar los límites de esta independencia. (…) la defectuosidad de la vía no puede
hacer defectuoso el resultado correspondiente al derecho civil. La ilegitimidad del proceso no puede
quitar la causa a una adquisición debida según el derecho civil”.
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42
Cas., 5 enero 2000, n. 27, en Giurispruenza italiana 2000, p. 1141.
43
Estamos imaginando el caso más simple, es decir, aquel en el cual quien sufre propiamente la
ejecución sea el deudor. Pero también es posible que quien sufra la ejecución sea, no el deudor, sino más
bien un tercero propietario de un bien sobre el que grava un derecho real de garantía por ese
determinado crédito. En tal caso, el verdadero ejecutado es este tercero, que, en efecto asume la posición
de ejecutado.
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eliminado las disposiciones de los arts. 2913 y ss. CC. En otras palabras, es obvio que la
conservación jurídica del bien embargado tiene un sentido justamente en la medida en
la cual de ella puede gozar el adjudicatario del bien en venta forzada44.
En tercer lugar, se evidencia como la barrera protectora de la que goza el
adquirente en venta forzada pueda incluso ser anterior a la del embargo. Ello se verifica
cuando en el proceso ejecutivo interviene un acreedor que haya inscrito hipoteca en un
momento anterior a la inscripción del embargo (a esto se refiere el último párrafo del
art. 2919 CC “y de los acreedores intervinientes en la ejecución”)45. Tal acreedor tiene
derecho de hacer vender el bien libre de los derechos cuyos títulos hayan sido inscritos
sucesivamente a la inscripción de su hipoteca (art. 2812 CC), por lo que el adquirente
en venta forzada no le serán oponibles, no solo los derechos adquiridos por terceros tras
el embargo (rectius: cuyos títulos hayan sido inscritos tras la inscripción del embargo),
sino también los derechos inoponibles al acreedor hipotecario interviniente, cuyos
títulos hayan justamente sido inscritos antes de la inscripción del embargo pero después
de la inscripción de la hipoteca de ese acreedor46.
44
Este principio hace clara también la interpretación del art. 2923 CC sobre la oponibilidad al 22
adjudicatario los arrendamientos antecedentes al embargo, El principio emptio non tollit locatum es
aplicado teniendo como referencia no el momento de la venta, sino más bien el momento del embargo.
Por lo cual, aunque falta una explícita disposición que establezca la irrelevancia de los arrendamientos
estipuladas tras el embargo y la relevancia de aquellas estipuladas antes, evidentemente esta norma está
implícita en el art. 2923 CC que se ocupa de los efectos sustanciales de la venta, los cuales, se repite,
inevitablemente se conectan con los efectos sustanciales del embargo. Respecto a los arrendamientos
para uso de habitación, v. en particular, también para una síntesis de los problemas, A. TEDOLDI,
L’opponibilità delle locazioni ad uso abitativo all’acquirente di immobile sottoposto a vendita forzata, ai sensi
dell’art. 2923 c.c. e alla luce della legge n. 431 del 9 dicembre 1998, en Rivista dell’esecuzione forzata,
2000, p. 479 y ss., al que le sigue la Postilla (a proposito dei rapporti tra art. 2923 c.c. e la legge n. 431 del
1998) de R. VACCARELLA. Sobre la posibilidad para el adjudicatario de liberarse del arrendamiento,
que, aunque estipulado anteriormente al embargo, establezca, sin embargo, una renta inferior en un
tercio al precio justo o al resultante de precedentes arrendamientos, cfr. Cas., 3 agosto 2005, n. 16243.
Sobre la oponibilidad dentro de los límites de los nueve años de los arrendamientos que los superen que
tienen fecha cierta anterior al embargo, pero no inscritas antes de éste, cfr. Cass., 3 agosto 2005, n.
16242; Cas., 9 enero 2003, n. 111, en Foro italiano, 2003, I, c. 1799.
45
Cfr. F. P. LUISO, Diritto processuale civile, III, Il processo esecutivo, Milano 2000, pp. 142-
143.
46
Sumariamente se recuerda, además, que la posición de los adquirentes de los que trata el art.
2812 CC no es siempre la misma. Aquellos que han adquirido un derecho de propiedad, superficie o
enfiteusis sobre el bien hipotecado asumirán la posición de ejecutados (por lo que contra ellos se forma
el título de adquisición del adquirente en venta forzada), mientras que aquellos que han adquirido un
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derecho de usufructo, uso, habitación o servidumbre verán con la expropiación forzada transformado su
derecho en un derecho de crédito, a satisfacerse en plan de reparto antes de los acreedores quirografarios
y antes de los acreedores dotados de hipoteca inscrita tras la inscripción de su acto de adquisición. Estos
últimos son también llamados intervinientes necesarios, es decir, deben ser advertidos de la ejecución
conforme al 498 CPC, en cuanto acreedores privilegiados inscritos: “privilegiados, porque tienen
preferencia sobre los acreedores hipotecarios posteriores y sus acreedores quirografarios; inscritos,
porque su crédito deriva de la transformación de un derecho que encuentra su origen de un acto
inscrito” (así textualmente F.P. LUISO, op. cit., p. 144). Si luego estos quieren hacer valer la nulidad o
ineficacia de la hipoteca, que es la razón de la inscripción de sus derechos, entonces deben utilizar la
oposición conforme al art. 619 CPC. Se agregue, más en general, que según la jurisprudencia la omisión
del aviso del art. 498 CPC no parece implicar la nulidad del auto de venta, no obstante pronunciado,
teniéndose en tal caso sólo el nacimiento de un deber resarcitorio del acreedor ejecutante conforme al
art. 2043 CC, frente a los acreedores no advertidos (Cas., 11 junio 2003, n. 9394).
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vendendi adquirido con el embargo, porque el acreedor no adquiere un tal derecho con
el embargo, es también verdad que el Estado vende en interés del acreedor ejecutante,
por lo cual es éste el sujeto responsable en el plano sustancial de la venta forzada, con la
consecuencia de que es imaginable una acción resarcitoria en su contra, aunque con la
pesada carga de la prueba de la mala fe, es decir, de la prueba de que el acreedor
ejecutante supiera que se estaba ejecutando un bien perteneciente al tercero47.
Al concluir el análisis de las indicadas previsiones se debe sólo agregar que,
obviamente, el tercero podrá actuar en vía resarcitoria contra el acreedor embargante
sólo en el caso en el que no haya ya planteado y perdido, en pendencia del proceso
ejecutivo, la acción en separación del art. 619 CPC, porque en tal caso ha sido
“juzgado” que la agresión ejecutiva de aquel bien era del todo justificada.
Pero, prescindiendo de lo que está explícitamente previsto en el art. 2920 CC,
no hay duda de que el tercero, ya no propietario del bien enajenado, pueda, en base a
los principios generales, ejercitar una acción de enriquecimiento sin causa frente al
deudor ejecutado, puesto que éste ha evidentemente visto extinguir una deuda suya por
medio de la liquidación de un bien no suyo.
También en este caso, sin embargo, hay que hacer cuentas con la eventualidad 24
que haya sido celebrado un proceso de oposición de terceros conforme al art. 619 CPC.
Si el tercero ha recorrido este camino y ha sido vencido, el deudor ejecutado puede
aventajarse de esa decisión de desestimación, en la cual en la práctica ha sido
determinado que el bien agredido estaba comprendido en la responsabilidad
patrimonial, con la consecuencia de que la extinción de la deuda a causa de su
liquidación está también justificada. A menos que el vencimiento del tercero en sede de
oposición planteada ex art. 619 CPC haya sido causada por las limitaciones probatorias
del art. 621 CPC, que, si valen justamente en sede de oposición ejecutiva, no pueden
valer en el ámbito de la acción de enriquecimiento sin causa que el tercero ejercite en
contra del deudor ejecutado tras la conclusión del proceso ejecutivo48.
En el caso en el que, en cambio, haya sido embargado y vendido un bien
inmueble, se abre un escenario del todo distinto, porque en este caso el adquirente en
venta forzada devendrá propietario del bien sólo si propietario era el deudor, su causante
47
Cas., 28 marzo 1983, n. 2223.
48
Cuando, luego, el tercero haya adquirido el bien ya embargado, de manera por tanto no
oponible en el procedimiento ejecutivo, la acción que parece más probable frente al deudor-causante es
propiamente la de incumplimiento contractual.
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sustancial, al momento del embargo. En este caso el tercero propietario del bien no
pierde su derecho a causa de la ejecución forzada. Él, así como habría podido actuar en
oposición conforme al art. 619 CPC, podrá, a ejecución forzada terminada, siempre
actuar frente al adquirente en venta forzada haciendo valer siempre su derecho.
En este caso hay que especificar cuál sea la suerte de la oposición planteada
conforme al art. 619 CPC, cuando el procedimiento, a causa de la desestimación de la
instancia de suspensión, haya llegado a la venta forzada.
Obviamente, luego de ocurrida la enajenación, la acción de separación conforme
al art. 619 CPC de por sí no tiene ningún sentido, porque ya no se tiene un bien que
liberar de la agresión ejecutiva. El tercero actor en separación podrá hacer caer tal acción
y emprender otro proceso contra el adquirente en venta forzada, en el cual él hará valer
el mismo derecho real que había ya hecho valer en sede de oposición, puesto que, como
ya hemos dicho, el adjudicatario no puede adquirir más de lo que el deudor tuviera en
el momento del embargo.
Pero, no se puede impedir a dicho tercero de continuar la acción de separación
también después de la enajenación, obviamente previa necesidad de modificar la
demanda, porque esta elección podría ser para él ventajosa. En primer lugar, puede 25
aventajarse de los resultados de la actividad procesal ya realizada y hacerla valer también
frente al adquirente en venta forzada que sufrirá la cosa juzgada como sucesor en el
sentido de lo dispuesto en los arts. 111 CPC y 2919 CC. En segundo lugar, él puede de
tal manera continuar fundándose en el mismo derecho hecho valer desde el inicio. La
importancia de este último aspecto emerge cuando el tercero haya hecho valer, no un
derecho real sobre el bien, sino un derecho personal al bien, derecho que evidentemente
no podría hacer valer frente al adquirente en venta forzada. Y, entonces, en tal caso,
persistiendo en el ejercicio de la originaria acción de separación, aunque previa
modificación de la demanda, el tercero puede permitirse el continuar utilizando el
mismo fundamento sustancial, se repite, aquel crédito en restitución que de por sí no
podría ostentar contra el adjudicatario.
Cuando el adquirente en venta forzada sufra la evicción, el art. 2921 CC
establece que él pueda repetir el precio aún no distribuido y, si la distribución ya ha
ocurrido, pueda repetir contra cada acreedor lo cobrado y del deudor el eventual
residuo, quedando a salvo toda responsabilidad del acreedor ejecutante por los daños y
costas49. En estos casos estamos en presencia de acciones de enriquecimiento sin causa50
49
La jurisprudencia agrega que, si la garantía por evicción se refiere propiamente al derecho de
propiedad sobre el bien, cuando el inmueble vendido esté gravado por derechos reales o derechos
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personales no aparentes ni indicados en los actos del procedimiento, sin que el adjudicatario tenga
conocimiento de la situación real, debe reconocerse a estos el derecho de hacer valer la garantía del art.
1489 CC, según las reglas comunes, teniendo en cuenta que tales reglas encuentran una derogación, en
virtud del art. 1922 CC, solo con referencia a la garantía por los vicios. En tal sentido, v., Cas., 4
noviembre 2005, n. 21384; Cas., 13 mayo 2003, n. 7294.
50
La jurisprudencia precisa que estas acciones de enriquecimiento son ejercitables también en el
caso en el que el bien transferido sea cualitativamente distinto del descrito en el auto de venta. En tal
caso, excluida la posibilidad de pedir la anulación de la venta, el adquirente hace valer solo una suerte de
parcial inejecución del contrato y, pidiendo a los acreedores una repetición proporcional del precio de
adjudicación, sanciona justamente un enriquecimiento indebido de aquellos que han recibido el precio.
V., en tal sentido, Cas., 9 octubre 1998, n. 10015.
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enriquecimiento sin causa frente a los acreedores satisfechos y además puede ejercitar la
acción resarcitoria frente al acreedor ejecutante fundándose solo en la culpa51.
Esta elección es clara y de ella el intérprete debe simplemente tomar nota,
prescindiendo del que se esté de acuerdo o no.
7. Ulteriores perfiles de estabilidad de la venta forzada
Para terminar hay que gastar algunas palabras sobre los ulteriores perfiles de
estabilidad de la venta forzada que emergen del art. 2922 CC.
Si bien estructuralmente en la venta forzada conviven un supuesto contractural y
uno resolutorio [provvedimentale] y aunque, sobre todo, sus efectos sustanciales sean en
buena sustancia reconducibles a los efectos sustanciales de una venta de derecho común,
sin embargo, el art. 2922 CC disciplina dos aspectos que alejan a las dos figuras. En tal
norma existen dos disposiciones: en la primera se niega que opere la garantía por los
vicios de la cosa, en la segunda se afirma que en contra de la venta forzada no puede ser
ejercitada la acción general por lesión del art. 1448 CC. Es evidente como la norma
persiga la finalidad de la mayor estabilidad posible de la venta forzada52.
Esta segunda previsión es bastante obvia, porque, si la acción general de rescisión 27
por lesión presupone el estado de necesidad de una parte de la cual se aprovecha la otra,
evidentemente es difícil ver en una venta realizada por el órgano ejecutivo en el proceso
de ejecución el aprovechamiento de una parte en daño de la otra53.
Suscita dudas, en cambio, la otra disposición. ¿Cómo así, aunque la venta
forzada no sea evidentemente una venta voluntaria, el adjudicatario debería siempre y
en todo caso tomarse el bien simplemente en el estado de hecho en el que se encuentra?
51
A tal propósito hace reflexionar la Cas., 4 diciembre 1985, n. 6072, en la que se niega el
derecho al resarcimiento de los daños al adjudicatario que conocía, o debía conocer usando la ordinaria
diligencia, que el bien que se le transfirió pertenecía a otro o estaba sujeto a reivindicación por parte de
terceros. Así la culpa del acreedor ejecutante termina por ser compensada por la culpa del adjudicatario.
52
En tal sentido v. clásicamente G. A. MICHELI, Dell’esecuzione forzata, in Comm. del cod. civ.
al cuidado de Scialoja y Branca, (reimp. actualizada), Bologna-Roma 1977, sub art. 2922, 135. V.
también S. SATTA, Commentario al codice di procedura civile, III, Processo di esecuzione, Milano 1965,
194, quien, reconociendo la exigencia de estabilidad, agrega que, no obstante, la exclusión de la garantía
por vicios de la cosa no se justifica por el hecho de que en el caso no hay una venta contractual.
53
Cfr., por todos, A. BONSIGNORI, Effetti della vendita forzata e dell’assegnazione, in Comm.
al c.c. diretto da P. Schlesinger, Milano 1988, p. 135.
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54
V. Cas., 9 octubre 1998, n. 10015.
55
Cas., 25 febrero 2005, n. 4085, que se refería a un caso en el que se había encontrado la
existencia de un vínculo hidrogeológico sobre el inmueble vendido, no mencionado en los actos del
procedimiento, que comprometía la natural función económico-social del bien; Cas., 21 diciembre
1994, n. 11018, que trataba de una hipótesis en la que había resultado no edificable el terreno vendió,
al contrario de lo que establecía el auto de venta; Cas., 3 octubre 1991, n. 10320, en Giurisprudencia
italiana, 1992, I, 1, p. 715, que se refería a un caso en el cual el adjudicatario había descubierto, al
momento de la toma de posesión del bien, que éste tenía una superficie inferior a la indicada en los
actos y no tenía la piscina que en los actos, por el contrario, resultaba existente.
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