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Obispado de Chillán Guión para la Misa del 17.09.

2023
Comisión de Liturgia

24º DOMINGO ORDINARIO - A


(Introducción) Hermanos y hermanas:

En un ambiente de fiesta, por la celebración de nuestras fiestas


patrias, nos reunimos hoy para celebrar la fiesta más importante para
los cristianos: el domingo, el día del Señor resucitado.
En torno al altar, nos unimos como familia cristiana, para dar gracias
a Dios por los dones recibidos, alabarle por su grandeza y con
humildad suplicarle que nos acompañe siempre.
La liturgia de hoy nos hablará del perdón y misericordia. Cada Misa
comienza con una petición al Señor para que perdone nuestros
pecados y así podamos celebrar dignamente sus misterios.

(Primera Lectura) Dios rechaza al vengativo, pero acoge y perdona al que perdona.
Escuchemos con atención esta página que será luego ilustrada por el
Evangelio.

(Salmo Responsorial) El salmo nos invita a unirnos en una oración de alabanza a Dios que
perdona nuestras culpas y sana nuestras heridas, por eso oramos
diciendo:
“El Señor es bondadoso y compasivo”

(Segunda Lectura) San Pablo exhorta a la mutua tolerancia, al perdón. Todos


pertenecemos al Señor y Él consiguió el perdón para todos nosotros.

(Evangelio) La parábola del servidor injusto es un modo de recordarnos que el


perdón cristiano no conoce límites. Acojamos el evangelio con el
Aleluya.

(Oración Universal) - Por nuestra Iglesia: que Dios misericordioso perdone sus
debilidades, refuerce su fe y le conceda siempre su Espíritu para ser
testimonio de acogida y comprensión Roguemos al Señor.

- Por nuestra patria, por quienes la formamos, para que desaparezca


el espíritu de venganza y violencia, y seamos capaces de pedir perdón
y generosos para darlo. Roguemos al Señor.

- Por el progreso de nuestro país; que a nadie le falte el pan, la casa,


el trabajo, y todo lo necesario para llevar una vida digna. Roguemos
al Señor.

- Por los que sufren, para que encuentren alivio a su dolor al


contemplar la pasión de Jesucristo, fortaleciendo su fe y animando la
esperanza. Roguemos al Señor.
- Por todos nosotros para que seamos testigos de la misericordia de
Dios en nuestros hogares, lugares de trabajo y en nuestras
comunidades. Roguemos al Señor.

(Presentación dones) Iniciamos la Liturgia Eucarística. Junto al pan y al vino queremos


también presentar nuestra vida y entrega al Señor, de modo especial
la vida de nuestra patria, para que Dios nos transforme cada día más
en una nación de hermanos.

(Comunión) El Señor Jesús se nos ofrece como alimento en la Mesa del Altar, con
su propio Cuerpo glorificado. “Dichosos los invitados a la Cena del
Señor” nos ha dicho el sacerdote. Acudamos con fe a la Mesa de la
Vida.

NOTAS LITÚRGICAS
Perdonar sin límites

El Señor lo expone con una parábola para que se vea claramente. Un criado recibe el perdón
de una deuda inmensa y de inmediato es incapaz de perdonar una mínima deuda a un
compañero, siendo tratado su compañero como lo merecía por su deuda él mismo. Una
actitud tan injusta produce en los compañeros que lo ven una gran sorpresa y una mayor
decepción: ¿cómo es posible que tengamos una manga «tan ancha» para nuestros errores y
«tan estrecha» para los que otros cometen y que nos afectan?

Esa actitud es propia de un corazón duro, un corazón centrado en uno mismo y que, desde
luego, no trata a los demás como iguales, sino como alguien menor, que no merece lo que yo
mismo sí merezco. A veces tenemos gran sensibilidad para el mal que recibimos, pero no
captamos igualmente el que provocamos, haciéndolo de menos o disculpándolo de forma
razonable.

Para los judíos, Dios tiene dos medidas para gobernar el mundo, misericordia y justicia, pero
al final de los tiempos sólo quedará la justicia. En cambio, Jesús es novedoso al enseñar que,
al final, también la misericordia tendrá su vigencia. Y, ¿cuándo una y cuándo la otra? Según
el evangelio no hay duda: Dios está dispuesto al perdón con quien durante su vida se haya
mostrado dispuesto al perdón.

Cuando nos acercamos al sacramento de la reconciliación y contemplamos admirados cómo


nuestros pecados «blanquean como lana», la actitud misericordiosa del Padre, como la del
amo de la parábola, tienen que quedar impresas en nuestro corazón y conmoverlo, para que
el recuerdo de tanta misericordia no se borre y nos haga obrar igual en la relación con
nuestros hermanos. Dios es ofendido y perdona, nosotros somos agraviados y…
¿perdonamos? El salmo responsorial quiere dejar esta huella de cómo Dios es en nuestro
corazón, para que salga de nosotros el ser como Él es y el actuar como Él actúa: «Dios es
compasivo y misericordioso». Tiene que quedar tatuado en nuestro corazón tanto amor, tan
generoso, de tal forma que podamos ponernos en la presencia de Dios con un corazón
tranquilo, confiado, no en sus propias fuerzas sino en que la misericordia de Dios se ha
encontrado con nuestra actitud capaz de perdonar.

Setenta veces siete es una forma muy gráfica de decir «siempre». Setenta veces siete. No
perdonemos setenta veces siete porque tenemos un gran corazón, sino porque el Señor ha
tenido un corazón enorme con nosotros.

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