Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
2023
Comisión de Liturgia
(Primera Lectura) Dios rechaza al vengativo, pero acoge y perdona al que perdona.
Escuchemos con atención esta página que será luego ilustrada por el
Evangelio.
(Salmo Responsorial) El salmo nos invita a unirnos en una oración de alabanza a Dios que
perdona nuestras culpas y sana nuestras heridas, por eso oramos
diciendo:
“El Señor es bondadoso y compasivo”
(Oración Universal) - Por nuestra Iglesia: que Dios misericordioso perdone sus
debilidades, refuerce su fe y le conceda siempre su Espíritu para ser
testimonio de acogida y comprensión Roguemos al Señor.
(Comunión) El Señor Jesús se nos ofrece como alimento en la Mesa del Altar, con
su propio Cuerpo glorificado. “Dichosos los invitados a la Cena del
Señor” nos ha dicho el sacerdote. Acudamos con fe a la Mesa de la
Vida.
NOTAS LITÚRGICAS
Perdonar sin límites
El Señor lo expone con una parábola para que se vea claramente. Un criado recibe el perdón
de una deuda inmensa y de inmediato es incapaz de perdonar una mínima deuda a un
compañero, siendo tratado su compañero como lo merecía por su deuda él mismo. Una
actitud tan injusta produce en los compañeros que lo ven una gran sorpresa y una mayor
decepción: ¿cómo es posible que tengamos una manga «tan ancha» para nuestros errores y
«tan estrecha» para los que otros cometen y que nos afectan?
Esa actitud es propia de un corazón duro, un corazón centrado en uno mismo y que, desde
luego, no trata a los demás como iguales, sino como alguien menor, que no merece lo que yo
mismo sí merezco. A veces tenemos gran sensibilidad para el mal que recibimos, pero no
captamos igualmente el que provocamos, haciéndolo de menos o disculpándolo de forma
razonable.
Para los judíos, Dios tiene dos medidas para gobernar el mundo, misericordia y justicia, pero
al final de los tiempos sólo quedará la justicia. En cambio, Jesús es novedoso al enseñar que,
al final, también la misericordia tendrá su vigencia. Y, ¿cuándo una y cuándo la otra? Según
el evangelio no hay duda: Dios está dispuesto al perdón con quien durante su vida se haya
mostrado dispuesto al perdón.
Setenta veces siete es una forma muy gráfica de decir «siempre». Setenta veces siete. No
perdonemos setenta veces siete porque tenemos un gran corazón, sino porque el Señor ha
tenido un corazón enorme con nosotros.