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Hace mucho tiempo, en un reino lejano y mágico, existía una montaña llamada "La

Montaña de los Deseos". Se decía que esta montaña tenía el poder de conceder un
solo deseo a aquellos que fueran lo suficientemente valientes como para escalarla y
llegar a la cima. Sin embargo, la montaña estaba rodeada de peligros y desafíos.

Un día, un joven llamado Miguel, cuyo corazón estaba lleno de anhelos y sueños,
decidió emprender la difícil travesía hacia la Montaña de los Deseos. Partió de su
aldea al amanecer, con una mochila llena de provisiones y un corazón lleno de
esperanza.

A medida que escalaba la montaña, Miguel se encontró con desafíos que pusieron a
prueba su resistencia y determinación. Cruzó ríos turbulentos, escaló paredes
empinadas y enfrentó criaturas mágicas que protegían el camino hacia la cima. Pero
nunca se rindió, mantuvo su determinación.

Finalmente, después de días de esfuerzo, Miguel alcanzó la cima de la Montaña de


los Deseos. Se encontró con una brillante estatua de un dragón dorado, que era la
guardiana de los deseos. El dragón le habló con voz suave y le dijo que podía hacer
un solo deseo, uno que fuera verdaderamente importante para él.

Miguel cerró los ojos y pensó en su deseo más profundo. Quería que su aldea natal,
que había estado sufriendo por la sequía y la pobreza, floreciera de nuevo. Pidió que
la lluvia volviera a caer sobre sus campos y que la prosperidad llegara a su pueblo.

El dragón dorado asintió y, en un destello de luz, el deseo de Miguel se hizo realidad.


Una lluvia suave comenzó a caer sobre la aldea, y los campos se volvieron verdes y
exuberantes. La prosperidad regresó, y la aldea se llenó de alegría y gratitud.

Miguel regresó a su aldea como un héroe, y su historia se convirtió en una leyenda


que se contaría de generación en generación. La Montaña de los Deseos siguió
siendo un lugar sagrado para los habitantes del reino, un recordatorio de que los
deseos verdaderos y desinteresados pueden tener un poder increíble.

Y así, en ese reino mágico, la Montaña de los Deseos continuó concediendo un


deseo a aquellos que estaban dispuestos a buscarlo, recordándoles que, a veces, los
deseos más nobles pueden traer la mayor felicidad a quienes los realizan.

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