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En Letraville,
las letras eran las protagonistas de la vida cotidiana. Cada habitante de este peculiar
pueblo llevaba el nombre que comenzaba con la misma letra que su inicial de
nacimiento. Había una señora llamada Sofía, un hombre llamado Pedro, una niña
llamada Laura y así sucesivamente.
Un día soleado, en pleno centro de Letraville, ocurrió algo extraordinario. Todas las
letras del alfabeto, desde la A hasta la Z, cobraron vida y comenzaron a moverse por
las calles como si estuvieran bailando. Era un espectáculo asombroso ver a la A
saltando con la B, la C haciendo piruetas con la D, y así sucesivamente.
Los habitantes de Letraville observaban con sorpresa y alegría mientras las letras
danzaban por las calles. Los niños corrían detrás de la Q y la R, tratando de
atraparlas, mientras que los adultos se unían a la fiesta formando palabras y frases
con las letras que flotaban en el aire.
Y así, todos los habitantes de Letraville comenzaron a formar palabras y frases con
las letras en movimiento. Se expresaron amor, gratitud y amistad. Las palabras se
convirtieron en abrazos y sonrisas, y la alegría llenó el aire.
Desde entonces, en Letraville, cada día era un día de celebración de las letras y las
palabras. Las bibliotecas se llenaron de libros escritos por los habitantes, y la gente
se esforzó por expresar sus emociones y pensamientos de la mejor manera posible.
Así que, querido lector, recuerda la historia de Letraville y la importancia de las letras
y las palabras en nuestras vidas. Cada letra tiene su propio encanto y juntas pueden
crear magia en el mundo de las historias y la comunicación.