Oscar David Herrera Flórez Se ha mostrado ante nosotros una rama de la arqueología que nos permite acceder a las múltiples realidades tecnológicas que se han desarrollado en culturas alrededor de mundo, aunque, pueda que esta parezca del todo práctica, existe una crítica en la cual me gustaría participar de algún modo. Es que, la arqueología ha engendrado, una serie de principios que buscan convertirse en formas estándar de generar tecnología, pero, dichas afirmaciones eliminan cualquier duda que se pueda desarrollar dentro de las particulares de cada una de las culturas estudiadas desde los objetos arqueológicos. En esa arqueología de la teoría y la hipótesis se estudian las variables de forma independientes para determinar una síntesis abstracta, una síntesis de lo común, es contradicho por una metodológicamente por el uso etnográfico que contempla una descripción cultural de la técnica, véase que en el caso de textiles, las técnicas utilizadas a pesar de transformadas por procesos culturales del tiempo que para explicar se necesitaría poner acento en los casos específicos, nos remontan de alguna manera a debates culturales impresos sobre la técnica. En ese sentido, la técnica no es solamente un producto que puede ser estudiado desde la cadena operatoria, sino que es directamente un producto cultural inconsciente. Poner acento a la cultura, entonces, no es fortuito, sino que le otorgo una importancia dentro de los estudios arqueológicos, debido a que, desde un enfoque de los estudios culturales, se toman las hipótesis como reducciones de los fenómenos de campo, me refiero a que en el estudio etnográfico de la técnica la hipótesis entonces sería una afirmación sobre variable que puede ser contradicha fácilmente por alteraciones surgidas. Un ejemplo podría ser, que en una comunidad hay una producción orfebre y arqueólogos han llegado a estudiar el proceso de manufactura de los productos orfebres, han estipulado que existe un método estándar de producción a través de un estudio etnográfico de los objetos estudiados, pero de repente se percatan que al otro de la misma comunidad, separados por no más de 20 metros, existe un método de manufactura que es totalmente diferente, que no parece tener ningún aspecto en común y que dentro de él se encuentra otros métodos, subordinados al contrario del estudiado en un principio que también, hacer orfebrería, pero que encuentran impresiones materiales culturales opuestas. Todo esto, puede quizá hacerse real en el momento en que estudiamos unos objetos arqueológicos en los contextos a los que pertenecen. La etnoarqueología debería entonces encargarse de estas variables, pero no a través de hipótesis que pretendan una universalidad de la técnica, sino a través de un estudio participativo de los objetos, que en mi opinión la arqueología experimental logra de forma eficiente. Aunque, flaquea cuando contempla hipótesis y basa la experimentalidad en una demostración de estas, en ese sentido, esto podría acercarnos a una verdad sobre alguna técnica, pero, debemos mantenernos alejados y no renunciar al cambio continuo ni a la complejidad en la que puede estar la técnica. Es por ello por lo que toma unos tintes de conocimiento positivo que me resultan cuanto menos sospechosos, pues considero que las hipótesis son sobre todo irrelevantes para realizar estudios etnoarqueológicos de una forma integral. ¿Quiénes somos nosotros como antropólogos y arqueólogos para hacer estudios que pretendan una universalidad de la técnica? Estamos pasando por alto todos los procesos que se sumergen en ella, todas las rítmicas en la composición cronológica de la técnica. Pongamos un ejemplo sobre la técnica y variable que aparece en el texto y es el caso de las canteras donde se extrae la roca para las construcciones. “Tiene 250 bloques modelados que yacen abandonados en un enorme foso de 100 m de longitud; los bloques habían sido tallados por percutores que aún conservan huellas de su labor” (Renfrew & Bahn, 1993) antropológicamente que puede significar que existan estos bloques no utilizados, que hay entonces una cadena de operación que se desdobla cronológicamente en donde no solo participan los momentos de la realización del objeto, sino que, también participan redes de personas involucradas indirectamente. Puede parecer una obviedad, pero concentrarse únicamente en el método que se utiliza, elimina de alguna forma la posibilidad de que en el mundo existieran estas redes que son complejas y no pueden ser integradas a través de una arqueología experimental si se siguen integrando hipótesis. Para concluir, solo quiero decir que esta reflexión podrá perfectamente ser contradicha por personas que cuentan con una experiencia más grande que yo en el tema. Pero son mis anotaciones sobre un texto leído acerca de la arqueología experimental, queriendo hacer una especie de síntesis entre una antropología de esencia etnográfica y etnológica que no contempla de muchas maneras las hipótesis, más no por ello elimina la cientificidad de sus estudios, más bien todo lo contrario, los hace mucho más trasparentes, mucho más complejos y con la posibilidad de análisis mucho más finos en comparación a los estudios que se pueden hacer únicamente con la apreciación de la técnica de manufactura del objeto.
Bibliografía Renfrew , C., & Bahn, P. G. (1993). Arqueología: Teorías, Métodos y práctica. España: Akal.