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Por citar simplemente algunos ejemplos contempordneos y cercanos, en Gran Por ca Pe ee te de definiciones diferentes sobre la madurez adul eee net Si canene a distintas esferas de actividad. Estas definiciones an ies eis a madurez utilizada: la mayorfa de edad en sentido es vepenend legal y el sexo. En el tiltimo caso obsérvese que se uti. Roan diferentes ertetios de madurez dependiendo de si la/el compafiera(o) sen ¢s del mismo sexo 0 del opuesto. Los limites de entrada a estos tres campos de |g actividad adulta varfan en la Europa occidental tanto como en las més amplias esferas culturales. También existen variaciones dentro de los sistemas, que utili- zan diferentes criterios en funcién del género. En el judafsmo, por ejemplo, se considera que los chicos son adultos a la edad de 13 afios, mientras que las chicas consiguen este estatus a los 12. A un nivel més general, por tomar quizé el ejem- plo més préximo, en muchos pafses, incluyendo al Reino Unido, se considera que los chicos de 16 afios son demasiado jévenes para votar 0 para casarse sin permiso, pero lo bastante mayores como para asesinar o ser asesinados por su pais. Ahora bien, incluso antes de mirar hacia «otras» culturas 0 a la historia, es obvia la diversidad de definiciones de la madurez. ;Hasta qué punto se refleja esta diversidad en las explicaciones de la psicologfa evolutiva? La cuestién de si «todos nosotros vivimos en el pais de la infancia» (como afirmaba el documental citado al principio de este capitulo) resulta ser indisociable de la de quiénes somos «nosotros», y de a qué pais pertenecemos, 14 psicologia evolutiva y la categorizacién cultural del ciclo vital jLas ni : F al ae gach cone de, pacet? Esta variante de la cuestién, herencia-ambien® a im: : rrollo infantil, La portada de ‘agen popular como la académica respecto al i un libro de text esta una flor en ciernes sali © de texto actual (Dworetzky, 1990) mut capullo de la flor y el cies ec tietra bajo la benéfica luz de un sol (con ¢ iineey é lor) ~y tod: 7 iver aspecto infantil, Otro libro (Kaplan root ode esto en un estilo «nai plan, 19% a Vp oftece sae ae 91), titulado A Childs Odyssey un dibujo del d . sale Adee fais acosado por dificultades y peligrs tate cet Ht IDPesioninas rules y de any sPo seearade. Las fe : 7 Bats Jardines se entremezclan a trav ices de romanticismo nostalgico fj Fecal, Aa de la sicologia evolutiva poy eno €R tanto que lectores, aprendemee infancia exando se tecnrod er Melo de a lente de nuesta prop? es S€ Feconstru AISAS. AR DUSRETR AOR dp pnlnantes acerca de qué es |g nae S (eg, Dworerzky, 1990; Dworetaky y Davis, 1989; Kap lugar la consign crag eens s8Pect0s aqui a tener en cuenta: en pret de lo cognitivo como el terre pine sap ce, ive Para privilegiar el domind Principal del desarrollo psicolégico (y para inco™ ea este dominio en una su seintegra la Hera Ae ‘0. Y, en segundo lugar, esta e edn sales ella [fut lo racional y lo irracional, exo & S01 lo contingente, respectivamente, > tulo 2), considerados como lo : i al a crianza infantil; variabilidad en ef @Sesoramiento del cuidado infantil i Es una imagen muy difey ' wa de Ia infancia, Agu el de 188 SUE a partir dela histouia ya S060 concen Ht debate se centra i , tl (Ai, 1962) inl erendda comouna needa ean 7 RO ¢8 posible hacer una simple traduccién des 72 representaciones (sean Pict6ricas © literarias) infantiles alas ; 7 cultura, ni desde las explicaciones de los Periddicos a lo Cue See madres realmente harfan con, y sentirfan por, sus hijas (Pollock, 1983), sin embargo, el asesoramiento del cuidado infantil constituye un importante recurso desde el cual especular acerca del contenido cultural de, y la importancia conce- dida a, la infancia y las précticas parentales. Por consiguiente, se puede propor- cionar otra postura alternativa 2 partir de la cual contemplar las explicaciones de la psicologfa evolutiva contempordnea. Se han propuesto diversos modelos para categorizar las fluctuaciones histéri- cas ocurtidas en el asesoramiento del cuidado infantil, discernibles incluso en Inglaterra y los Estados Unidos. Newson y Newson (1974) y Hardyment (1983) escriben acerca de los tipos predominantes de moral que han gobernado los enfo- ques sobre el cuidado infantil. Desde mediados del siglo xviit hasta mediados del siglo xix identifican una moralidad «religiosa», centrada en la preparacién de las nifias para la muerte, puesto que, con las elevadas tasas de mortalidad infantil de Ja época, se consideraba que la mejor manera que tenfan los padres y las madres de cumplir sus obligaciones consistia en esforzarse por asegurar la vida de su hija en el més allé. Bajo la perspectiva de que habla poco tiempo para demostrar la bondad infantil en esta vida, una batalla aseguraba la salvacién de su alma. Para algunos autores esto significa que un cuidado parental indulgente y permisivo tenfa escasa cabida, Como escribié Susanna Wesley a su hijo John (fundador del movimiento metodista), «Rompe su desco ahora y su alma vivird» (citado en Newson y Newson, 1974: 56). Los activistas infantiles Ennew y Milne relacan la impotencia de las nifias respecto a su estatus como menores legales en toda socie- dad, sefialando que, en la Europa del siglo xvii, 9 Au Ober © el robo de nifias no era robo a menos que la nifia llevara ropa. De lo contrario, era © como el robo de un cadaver. El cuerpo no estaba habitado por una persona legal (Ennew y Milne, 1989: 12) owadiehis it ay! ee Después de la Primera Guerra Mundial la medicina sucedi6 a la religion como la autoridad moral dominante en cuanto a los cuidados infantiles. Esto a Yeces se ha atribuido a un descenso en las tasas de mortalidad de bebés y nifias, teformas sanitarias que tuvieron lugar desde mediados hasta fina- glo xIx (combinadas con una crisis general de la fe a partir de la Gue- te, se deberfa recordar que las tasas mas elevadas de mortalidad ‘das en Gran Bretafia datan de la primera parte del siglo xx ). En consecuencia, hay que poner en duda la narracién del pro- que a veces conforma estas explicaciones del asesoramiento del 73 ipi ica a la mental, la naciente psicolopty 5... _ Gon el enn Ce para prometer la supervivencia real cipé de la sehen al «arte cientifico de ser madre». La temprana preoc cambio oc inaciones y ls predisposiciones hereditarias fue sustituida por, sees de los principios conductistas alos cuidados infanciles. Los trabajos a y del ganadero neozelandés Truby King, quien aplicé a la criana infangl os principios que él mismo desarrollé para la crianza del Leaps ils. if sregularidad de los habitos»,y dieron lugar lo que Daniel Beckman (1979) denominado la nifia «mecdnica». El establecimiento de una perfecta regularidad de los habitos, que se ini con la alimentaci6n y la limpieza a sus horas, es el argumento ultimo de todolo que gira alrededor de la obediencia, Si se garantizan unos buenos cimientos om | nicos, se puede construire verdad y el honor dentro del edificio a medida ued bebé crece. | (Truby King, 1937, citado en Newson y Newson, 1974:61) Al autoritario experto religioso en el desarrollo infantil Je sucedié el igual mente autoritario experto médico, Pero las décadas de los 30 a los 50 views surgir una orientacién moral diferente hacia las nifias, que enfatizaba sus «neces dades» y su «desarrollo natural», Este fue el periodo en el que las ideas psicoanale ticas estaban empezando a eercer su impacto sobre la educacion infantil, ¥ 0 este impacto Ilegé la imporrancia concedida al juego, a las necesidades emociom tes tanto como a las fisicas, y a la continuidad de la asistencia (Unwin y Sharan 1992). Como decian Newson y Newson, «Por fin se podfa aceptar a la suca, feliz y ruidosa como una nina buena» (1974: 63). Se recomend6 un ei que menos dafiino para tratar a las nifias, especialmente en relacién con las pe bs terno hacia tue na peeoe es atrocidades de Hiroshima y de! ‘i arCar( art Be BEAFON este Petlodo, (para algunon ee de una nueva confianza Y Uma) se ref Primerc eHeja, mas ta Het 008 ania de los estudios ys a que la Preseripcién, EI problema en este disfrutar de la paternidad se ha convertido en algo obligatorio. En lo que se refiere a la situacién ap eseorineas ste aspecto todavia parece peddiinahe aunque hay rumores de una reaccién contra la Paternidad permisiva en favor de unos enfoques més Punitivos centrados en los Padres y las madres, dentro del panico moral al delito infantil y al fracaso escolar, Por el contrari la publici dad sobre el abuso infantil todavia son muy evidentes los tipos deimeeircores «al desarrollo y las necesidades naturales» (Kitzinger, 1990; Stainton Rogers y Stainton Rogers, 1992). Asi pues, parece que, incluso dentro de un grupo cultural relativamente homogéneo, en diferentes periodos histéricos se ha tepresentado el proceso de los cuidados infantiles de formas muy diferentes. Si bien solamente uno de estos perfodos utiliza una retérica explicita de las necesidades, es importante reconocer que todos los tipos de asesoramiento formulados reclaman a la auto- ridad moral que defina los requisitos, no solamente de una buena paternidad, sino también de lo que hacia que una nifa fuera apropiada, aunque esto con frecuencia estuviera més relacionado con lo que llegaran a ser las nifias que con cémo se lo pasaban en su momento. En este sentido, la retérica de las necesi= dades infantiles, aunque atractiva, ha sido invocada con el paso del tiempo en términos| bastante diversos y con frecuencia contradictorios. Existe el peligro afiadido de que las «necesidades» infantiles se conviertan en algiin tipo de cate gorla inviolable que sea considerada como evidente en s{ misma, en yez de como una categorfa que refleja, y que esté conformada por, las preocupaciones socio-politicas de unas culturas y unos momentos determinados (Woodhead, 1990). Lanifiez como dependencia Las distintas concepciones sobre la nifia se pueden relacionar con censiones sociales mas amplias dentro de los nacientes estados industrializados modernos. Ties son las cuestiones a tener en cuenta a este respecto. En primer lugar, con fre- cuencia los modelos opuestos coexisten y compiten entre si, en lugar de suce- detse'el uno al otro de una forma armoniosa. En segundo lugar, y siguiendo con Jo anterior, hay semejanzas entre las concepciones de distintas épocas —muchas se ‘epiten hoy intensamente-. En tercer lugar, los debates en torno a la naturaleza infantil han influido de manera fandamental en el modo en que el Estado ha interactuado con, y ha regulado a, sus ciudadanos. A Rousseau, el fildsofo francés dal siglo xvi, se le atribuye la invencién de la moderna nocién de infancia como lun periodo especifico de la vida humana, con determinadas pa a esti- mular y-a educar. Em concraste con las doctrinas evangélicas del wpecado origi- hab, este modelo mantenia la inocencia infantil, la proximidad de las nifias a la 75 contaminacién con las amenazantes leccong inmunidad ante la ee ee do lo que consiguié: su naturaleza, Y Seite dela civilizacién. Pero esto m aera una figura del «Culto a la Sensibilidad» asociada con Roy, tn el nivel més basico esta construccién se relacionay determinado de sociedad por un tipo determinade dy el racionalismo del siglo xvill y la industrial. La nueva nif seau,. Por consiguiente, con la lucha por un tipo creencias- que iba a sostenerse entre i Siglo XIX. zacién del siglo Xt eesecoorhaeel La industrializacién de finales del siglo xvit anuncié Ia institucionalizacién del trabajo infantil en las fabricas. El atentado contra las condiciones de las tra- bajadoras infantiles tuvo menos que ver con la explotacién que con el temora unas actividades no reglamentadas y potencialmente indeseables, posibilitadas por unos ingresos independientes. Martin Hoyles (1989) relata la invencién dela inocencia infantil ante el culto del «nifio Jestis», que sirvid para eclipsar la activa resistencia politica de las nifias. Harry Hendrick (1990) sostiene que se invocaba una yersién adulterada de la filosofia del siglo xviiI respecto a la naturaleza infan- til para justificar el que las nifias dependieran de la escolarizacién, imponiendo un ideal de clase media sobre la infancia como un perfodo de desamparo. Poste tiormente la escolarizacién se consideraria como un universal cultural, para impedir la reproduccién de la resistenci : ae oa sol delasacrvidedes de los gvenee eer aSome EN ae a siglo xvitl sobre Ja naturaleza infantil eran unas expresions ea ear aasoa filosoffa social y politica en evolucin (que se extel audiencia entre ung a prcocupacién por las nifias), Ia cual estaba encontt ee ‘se social angustiada por lo que se crefa que eran unas © sctitudes y conductas de los jévenes (y de sus padres y ma Este desorden juvenil as ivenil se vela como uno de los precursores de la insurreecin Po ie (Hendrick, 1990: 44-5) Y se consiguirla graci ; oon gracias a Ja , : Ns ria, unida a una teoria de Ja seaneduca soy de la masiva escolarizacién obligit. ipa ; idn de gé £n la vida ® Bénero adecuad, adapeade dio Ah de fon chicos y las ee del ela ral Stizacisn se construys una infancia 98° ti bre se subtitula «Una gufa f G para la’ serie de este nom’ b sip fle de Ie BAS Peja endica a los plses del Tercer Mundo se cena cuidadoras»), y una nifia: «Experimente la alegrfa def i infantil al apadrinat a bicnestar infantil (como al ap: i drinamiento, dice Michael Aspeb, frase que aparece en un anuncio en Gee. Jann del 13 de febrero de 1992). El Plan Internacional del Reino Unido n exhorta a «cambiar el mundo... una nifia cada vez», y a considerarnos Wn Familia Mundial. Aunque lo de esta «familia mundial» suene amistoso y hums. nitario, en primer lugar este Plan Internacional ignora las diferencias culturaesy econdmicas, y considera las desigualdades econémicas como ajenas a la histor del colonialismo y el imperialismo que produjeron el empobrecimiento del Te- cer Mundo. Responsabiliza a estos pafses de su propio «subdesarrollo», en lugs de reconocer los intereses creados que mantienen a los pafses del Tercer Mundo como mercados dependientes y como fuentes de mano de obra barata -prini- palmente el de las mujeres y las nifias-. Al evaluar la importancia de la supresén del impacto del imperialismo en estos textos, deberfamos recordar que las nistas estén directamente implicadas en la industria del turismo del sexo. Una industia que surgié gracias a las guerras imperialistas en el sudeste asidtico (Boyden y aa ee ei mismo que ocurrié con el tréfico internacional de nifias me as oy See ores Stee adicionales se deducen de = Santo defoma gra dca cinta | seins deans use Scona com n a alors enact ocr eo una selacin de mecenazgo e imperiatana siee core ctoneaba det nocién (que se estructurd en la De pea jsmescultural eon h por as Necones Under <2 Deslaracién de los Derechos del Nifo, ht Nio, en 1989) atestigua los interciee on la Conyencidn de los Derechos galas nifas, también tienen el rele ee ene cara dependientes y maleables, Esto el peligro de convertirlas en agentes ae 4 trabajo infantil en los patsce ot eet evaluat las actuales discusions $y Boyden y Heraet Mundo, el cual implica alreded tee ef 1991), La cuestién aqui & wo ae Peligrosas, mas que patologizat 4 © ys a) ee ab fracasado en oh Nomina la « 'S nifias dependientes y juguet Prestar atenci6n a lay eon, wince rena infanies funcions cat pacion dela Dias en ge tones y sipsicadon pasicne 1 a ee enn Posibles (véase of ot A8 locales, si Meo act el capitulo n las cuales poca a) we yoo 1S para una mayor discusi 78 bi aust Por consiguiente, a partir de esta pe ah thay lal legal y social, se puede detectar cierta RGIeare histérica acerca de la politica Re edniies Ainquicl mode enciatespecto al papel del Estado BM rhisiriibnconderenn lo de la nifta vulnerable € ignorance ee cn aerate Pepe telse petitas’polcicaby dl bene eel on eel tr dacis para lei ienestar relacionadas con las nifias, Se Me ela ibillintencialerneralmence Sr Be ae SE hen catia sendin Fae ha considerado como un WE opi cucs lapecepacn a de la politica y la préctica amenazan el orden ptiblico. Los problemas ae! canal ee han tendido a ser solapados junto con el trat abuse heelerae a blema, tal y como se refleja incluso EPG fo eee ee een los tipos de cuidado y esti- Volviendo a los libros de i ; By eeu pet tenets SE ie fe vide altoman cor lsueAplicac ee ia sagen como su «Aplicacién», para el eapi- Pe ee aa y de la een en el adolescente», la cuestién : lel embarazo en las adolescentes». Merece | fi ae erece la pena sefialar Nee ee iad conidersta rlaayera ae a considerada en la mayoria de las culturas como la apropiada para el parto. As{ que, cel desarrollo de quié sx deseribiendo qui? La eprecocidad sexual» es, no obstanc ee fae pasivo, santificado y dominante de la eenceala sane ccnush los Estados Uniclos dedicados al desarrollo infantil llevan por por- e Bacto adolescenter (Dworetzky, 19905 Seifert y Hoffnung, 1987) y sepia ates» (Kaplan, 1991), ambos problemas tipicos de los Esta- canes a mientras tanto la mayor parte del mundo se esté muriendo ae” ando por sobrevivis). En el capitulo de Bukatko y Daehler sdedicado a eL.a cognicién social» se tata este toma como equivalence a nines iénv, A temas como las desigualdades sociales, el descontento dl A se alude en Ja ultima de las nuevas secciones (en la segunda tdici6n) de «La nifa y el ao 2000» (Kaplan, 1991). Sin embargo, estos noe como alternativas 0 casi como carreras vitales para las per ‘ans jovenes, con estos sitalos: «La estudiance al borde de la desescolariza- Bl género y el éxitos las minorlas en Ia escuela secundaria; cl aban= psy «La delincuenciar, Cencrarse en el desarrollo individual | reconocimiento de la desyentaja estructural sdlo mientras que se mo una propiedad del individuos sin embargo, constituye otra de los problemas que tiene oper por un modelo de cambio de Por turnon, 79 trascendencia de la literatura sobre el asesoramiento it i La trascend de bs blemas se suele asociar con el asesoramiento, Ey ro) i encia (y su volumen). Newson y Ney. primer lugar estd la imporeane® ee ee tear antes de mediados de son (1974) comentan Ja insu! ise ‘itil advertencia: los prerrequisitos para ung siglo XX. Estos autores Seen sus preocupaciones por el ajuste y las hab. psicologia del desarrollo in at fia rasa de la mortalidad infantil y un adecuado lidades psicolbgicas, som una baja rast ¢ {ue denominan el «culto ala pscolog nivel de Vi core a aia populas y tambien de la académica que ag infantil», la explosién de la ieee ea ieee periédicos, y que assiosen isis eS Re recetas y los pasatiempos de los periédicos de gpienens ani Gm nee eee cieneci participa en la comprensién vores cotidiana de los roles parentales, las relaciones familiares e incluso las identidades rar les de las madres, los padres, las hijas y todas aquellas personas que estén implice das en su ensefianza o su cuidado en la cultura occidental contemporinea. En Gran Brerafia, el Royal College of General Practitioners ha aprobado reciente- mente una publicacién, Emma’ Diary (Lifecycle Marketing, 1991), para que © distribuya gratuitamente en las consultas y las clinicas médicas. Esta publicacién contiene secciones no asociadas especificamente con el cuidado infantil, adem de una descripci6n semanal del progreso durante el embarazo y el cuidado infar- til. La demanda de informacién relacionada con los cuidados infantiles y el de srollo se presenta en la portada de un periddico que se propone «satisficet antojo de las mujeres embarazadas por los hechos de la paternidad», describiend? 4 Jas mujeres embarazadas como «devoradoras de informacion» (Independét Sunday, 16 de febrero de 1992; 24). La nocién popular acerca del embar® Seon 4 fduccion de apetitos compulsivos so extfende aga para intuit pee scopes ements Tan esencial es el papel concedido act sobre el desarrollo infantil que i ede encentt dads on a ie tse compres de ls mines abana, hecho biologico del cokes, bepien del reduccionismo biolégico que sobte las bias (agul ee a1 petiodo de receprividata a informa Fae ae ate Winnicot, y dels inveriess ® 4 «fundamental preocurs que se discutiran en €stigaciones 4 1 5 en torno al apego y al «vit Mantiene le ncn de fg 9) Y siguiendo cow la analogs, Wale demostrar este onocimiento, 98 Criticos, g opeallinie ening al a La identificacién de estos p! & indo Ju, a RON ly ana Ye fWNciones cumple exe azeroramien ®t MISO MereAdot Se ha gugegoth® Podemos camprendet el qu © Una razén por la que las ™ adres) se dirigen hacia estos libros seria la erosis ; , TRAE Ke iales de Io a erosion de los lazos de la familia cculturales sobre la crianza infantil. En efecto, cas, eryrencise de la sat social, entre las madres que se basan en el asesora- miento de sus propias madres y aquellas que buscan unas fuentes profesionales de informacion (Jones, 1987; Vukelich y Kumar, 1985), De nuevo secHiae ayiso util para recordar las divisiones sociales que falsean las simples descripcio- nes de la «sociedad» como algo homogéneo incluso dentro de un 4rea geografica. Aunque las lectoras de los primeros manuales infantiles eran principalmente de clase media, una clara razén de la creciente dependencia respecto al asesora~ miento profesional reside en la forma en que este asesoramiento desvaloriza explicitamente las fuentes orales por estar poco fundamentadas y pasadas de moda, adyirtiendo a las mujeres que no confien en el asesoramiento de sus madres ni de las mujeres mayores. En este sentido el asesoramiento es auto-sufi- ciente. No cabe duda de que es dificil evaluar el impacto 0 los «efectos» de esta lite- ratura. El andlisis de Harriette Marshall (1991) referente al contenido de algunas influyentes fuentes britanicas contempordneas subraya sus temas dominantes. La maternidad se presenta como la «tltima realizacién» de una mujer, considerando que el amor materno es algo «natural» (y, del mismo modo, el fracaso en este amor como un signo de la necesidad de tratamiento psiquidtrico). Se enfatiza la matemnidad «moderna», dependiente del asesoramiento de los expertos profesio- nales, y el foro deseable para la crianza infantil se define como una familia nuclear, heterosexual y feliz. Esto se presentaba como si fuera inevitable y perma- nentemente estable, de manera que el compromiso expreso de las explicaciones por la flexibilidad y el «compartimiento de la asistencia» dio pie a situar a la madre como principal y.tiltima responsable del «desarrollo normal» de su hija, a través de una activa estimulacién de, a la vez que atencidn a, la nifia. Por el con- tario, como se indicé en la discusién del capitulo 3 referida al traspié del estudio de Sorce'et-al, (1985), lo que se hace con su identidad como mujer ¢s absorverla £n su identidad como madre, se la considera como la responsable de las posterio *es hazatias y fechorias de su hija al enfatizar la importancia de la experiencia na, ie Ja incluye en el Heels insicalpela evolutiva con esta idea de i into [a autora como la encargada del desarrollo infantil, _ Matshallespecila sobre como, dada esta carga, es posible que una mujer se hd fn que est4 cumpliendo con su deber materno. Aunque las mule ‘de Cathy Urwin (1985a) consultaban los manuales para tranquit mbién sen Ja fuente de una considerable ansiedad. Los hitos evo- Tas observaciones de las madres acerca de su cescendencia, de preocupen por la velocidad del progresos © inducen a acorn padres y las madres al sugerit las comparaciones entre las hijas, se comunicarian las comprensiones se han observado distintas diferen- 81 euracign del «desarrollo normal» como algo medible median cturacion ‘duos, Ast pues; el desarrollo se convierte en y ividuos. le atos a través de los cuales hay que salen i los mas avanzados, y Con castigos reales 4 concediendo el anon aie profesional, o la estigmatizacién, id pent se No seria de extrafiar por tanto la situacién marginal de fy corn dificultades de aprendizaje» y de sus familias. Meer ¢ cei tae gar sobre las mujeres la responsabilidad por la actuacién. pe le la siguiente generacién, y a localizar los problemas sociales dentto hina

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