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5 Y 6 DE DICIEMBRE DE 2013
“A mover el esqueleto:
Transformarse, transformando”
Autoras:
- Ana Isabel Figueroa. Lic. en Psicología. Residente de 1º año de la Residencia
Interdisciplinaria de Educación para la Salud, Hospital General de Agudos Carlos G.
Durand. Ex Concurrente de Psicología Clínica en Área Programática del Hospital General
de Agudos J. M. Ramos Mejía, 3º año completo.
Resumen:
A raíz de nuestra inserción en el equipo interdisciplinario de Gerontología del Área
Programática del Hospital General de Agudos “J. M. Ramos Mejía”, hemos tenido la
oportunidad de incorporarnos y participar de un taller de movimiento para adultos
mayores. Este dispositivo, basado en la promoción de la salud, entiende a la vejez como
una etapa más de la vida que debe ser transitada con calidad.
Nuestro relato contará la experiencia de dos profesionales de la salud en formación
que en los inicios de su inserción profesional se encuentran, en forma inesperada y
sorpresiva, trabajando con adultos mayores.
El paso por este espacio ha implicado la confrontación e interpelación sobre los
propios prejuicios en relación a la vejez, permitiéndonos problematizar nuestra práctica y
repensar prácticas en salud que permitan construir nuevas miradas y sentidos sobre esta
etapa vital, a partir de la participación activa y protagónica de los sujetos.
Encontrarse con otros. Encontrarse en otros y en ese encuentro la vida se
multiplica.
¿Qué es la vejez? ¿Qué es ser viejo? ¿Todos los viejos son iguales? ¿Buenos,
malos? ¿Gruñones, sabios? ¿Santos, puros? ¿Niños? ¿Nos incomoda envejecer? ¿Le
tememos? ¿A qué? Y la salud ¿qué es la salud? ¿Qué entendemos por salud en la vejez?
El desafío de interrogarnos implica el valor de vencer el temor a encontrarnos. Abiertos
los interrogantes, construyendo las respuestas.
Nos empeñamos en buscar una definición de vejez y nos encontramos con que hay
vejeces. Nos empeñamos en homogeneizar al más heterogéneo de los grupos etáreos y
la diversidad se despliega ante nuestros ojos. Como señala Leopoldo Salvarezza, “de
todas las posibilidades terapéuticas que se le ofrecen a un profesional desde el punto de
vista del factor evolutivo humano, es decir niños, adolescentes, adultos y viejos, son estos
últimos los que se presentan como los objetos vivenciales más desconocidos”. Y lo
desconocido genera temor, inseguridad, desconcierto. “De todas las realidades, la vejez
es quizás aquella de la que conservemos durante más tiempo en la vida una noción
puramente abstracta”. Sin embargo, el envejecimiento no es algo que está fuera de
nosotros, en el futuro, sino que es un proceso constante y largo que comienza cuando
nacemos y finaliza con la muerte. Desde el punto de vista individual, es inexorable, todos
envejecemos; pero no es un proceso lineal y presenta rasgos diferenciales y particulares
en cada persona. Si bien la edad cronológica es una variable importante, no es la única,
puesto que no todas las personas envejecen o cambian físicamente al mismo tiempo y de
igual manera, sino que la historia y el estilo de vida, la educación, el trabajo, las relaciones
familiares, el contexto social, diferencian a las personas en la vejez. Por lo tanto, debemos
distinguir entre la definición cronológica de la vejez y la construcción social que se realiza
de ella, siendo variables los modos en que se establece su significado a lo largo de la
historia.
Surge la pregunta, ¿todos los viejos están enfermos? Preguntas que abren más
preguntas y cuya tentativa de respuesta provisoria nos permite avanzar. Hacer camino al
andar.
Si pensamos que viejo es aquel que ve pasar la vida sentado en su sillón, que es
espectador de lo que le sucede a otros, que puede caer, quebrarse si le proponemos salir
de la quietud ¿qué sentido tendría ofrecerles un taller de movimiento? Ya nos advertía
Spinoza: nadie sabe lo que un cuerpo puede. Se trata de habilitar, ofrecer, alojar, sin
obturar.
Entrenar el equilibrio y la marcha: “paso corto, paso largo, puntas de pie, talón y
siento toda la planta al caminar”; coordinar sin enredarse: “levanto brazo derecho y pierna
izquierda, alto, alto, alto, hasta donde cada uno puede”; elongo y estiro y “siento que tira,
tira, tira pero mantengo” y entre movimiento y movimiento alguien nos advierte:
redescubrir el cuerpo, festejar el cuerpo. Y entonces, es que desprevenidamente
comienzan a aparecer los mounstros, los animales, las superficies se transforman: arena,
agua, hielo, nubes, la música marca el paso, el baile se deja discurrir y el juego se torna
“cosa seria”. Salimos a la plaza, llevamos la pelota, el sol está tibio aunque a veces
también se esconde. Nos encontramos con los vecinos y las mascotas del barrio. “¿Qué
loco tener que venir a un hospital a reírme?” refiere una compañera del taller y nos
permite reflexionar sobre el potencial transformador de las prácticas en salud cuando
éstas ofertan modelos de atención alternativos al Modelo Médico Hegemónico,
biologicista y fragmentado, y aparecen las personas en su dimensión integral. El hospital
como espacio de salud para sus usuarios… y sus trabajadores también. Porque ¿quién
oferta salud a quien cuando caminamos juntos en la plaza, cuando el cuerpo de ese
trabajador agradece compartir una hora y media de movimiento junto a esos viejos y
cuando ese joven trabajador descubre, no sin contradicción, que hoy está construyendo
de una manera vital su propia vejez? Las palabras del Dr. Emerson Merhy nos resuenan
una y otra vez: “producir vida en nosotros es producir vida en el otro” y nos recuerda que
“la necesidad de hoy en el campo de la salud es pelearnos contra la mirada de la
biomedicalización de la vida y construir una práctica de producción de vida en el
encuentro con los otros”. Comunidad, reciprocidad, horizontalidad, participación se cargan
de sentido y la construcción de saberes en salud se torna una tarea y potestad de todos.
Potenciar lo posible, trabajar desde “lo que cada uno puede”, pues ahí donde “se
acepta la limitación se descubre, en el cuerpo, lo que no está limitado” (Fajn, Sergio;
2011), habilitando así una puerta de posibilidad para generar nuevos cambios, proyectos
y el encuentro con nuevas formas de placer y disfrute.
De este modo, entendemos que repensar prácticas en salud que permitan construir
nuevas miradas y sentidos sobre la vejez no sólo redunda en efectos salugenicos para
esos adultos mayores destinatarios de las acciones, sino para los trabajadores de la salud
y la comunidad en su conjunto, propiciando la emergencia de sociedades más justas e
inclusivas. Y en este desafío el trabajo interdisciplinario, el encuentro e intercambio con
los compañeros de equipo, la escucha atenta de las resonancias producidas por la tarea,
la habilitación de un espacio y un tiempo para la reflexión resultan indispensables. No hay
respuestas de una vez y para siempre, no hay recetas infalibles. Hay interpelación. Hay
construcción. Y en esa construcción, no sólo evitamos anticipar la muerte de los otros
como sujetos deseantes, sino que también evitamos la propia, el cese del pulso del propio
deseo, secándonos, burocratizándonos y volviéndonos tecnócratas de nuestras prácticas.
Tal como dice la Dra. Graciela Zaresky hay quienes proponen curar la vejez, pero
“curar la vejez es pretender curar la vida” y “según J. Lacan, la vida no quiere curarse. La
vida va hacia la muerte y a lo sumo podemos aspirar a que llegue despacito e
imperceptiblemente… Este puede ser un buen plan de envejecimiento: el desgaste natural
de la vida, la vida que se va agotando en el vivir”. Y si tenemos suerte, también nosotros
llegaremos a viejos. No hay tiempo sin edad, no hay tiempo por vencer. La toma de
conciencia de esta realidad y la aceptación del curso del tiempo y de la vida, supone una
herramienta fundamental para nuestro accionar profesional en el trabajo con adultos
mayores. Caso contrario, caemos en la trampa de creer que la juventud es indispensable
para vivir y gozar la vida. Florentina no es una excepción, día a día los integrantes del
taller nos sorprenden demostrándonos nuevos modos de vivir y transitar la vejez, aún en
el dolor y la enfermedad.
Ana y Macarena
Bibliografía
Alfano, G; Bou Perez, A; Delgado, L; Figueroa, A; Goedelmann, C; Iglesias, C;
Lopez, S; Maeda, E; Osuna, J; Robles, J; Rojas, G; Saggio, M; Tulian, Y. “A mover
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Departamento Área Programática de Salud, Hospital Gral. Agudos J.M. Ramos
Mejía. Buenos Aires, 2012.
Carballeda, Alfredo: “La interdisciplina como diálogo. Una visión desde el campo de
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Meler, Irene: “Vejez de los unos y vejez de las otras”. Diario Página 12. 2002.
Zarebsky, Graciela: Hacia un buen envejecer. Emecé Editores. Buenos Aires. 1999.