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educcion | s palabras | Alex Grijelmo | see MUTT TU CRT) Tain) mt tse) i | / ee os a ee esee eerEe) Ix El valor de las palabras viejas El ser huma ere oe aa atone ee a espritualidad de una eatedral, é a i . a vigia que se eee devan pa isaje como el €n tan vasta extensid a con la ausencia de enemigos 80 que sé obse sion; beber con los ojos en un la- mitivo se om a lo lejos, como el hombre pri- cunts manila a en. los lugares del agua; unirse ejuelas, reco! eee la calma de unas ca- ieval..Y rrer el casco viejo de una ciudad me- guas que permanece el valor de las palabras anti- acariciarlns caaneoen intactas en nuestro idioma, elladtillo de mo se tocan la piedra de un castillo y 4 la voz con, 7 ata ay Cualquier lector percibi- chos, y bee lora de los refranes y los di- Reece ae ellos pari entender el mundo Presente pasados y expli e a si mismo en el e, Fi hon soho de los campesit de nus $s conectan con quienes los prec’ nos de nuestros dos dieron en 309 Eseaneado con CamScanner smo esfuerzo y los mismos problemas, y nos devuelven los ciclos de la naturaleza que olvic rnos entre esos imas artificiales que producen en su interior los edificios modernos y las ciudades donde apenas se mira al ciclo. Ahora conocemos Ja Ilegada del otofio porque quienes madrugan nos cuentan cémo los barrenderos arrastran algunas hojas junto a los bordillos, y la entrada de la pri- mavera porque estornudamos con el polen, y el advenimiento del verano lo descubrimos por Ia ro- pa de colores que estrenan nuestros compajieros de trabajo, y el invierno por los adornos navidefios | de los grandes almacenes. Ya nadie sigue las cuatro | estaciones mirando la evolucién de un estanque. La mayorfa de la poblacién en muchos paises vive en grandes concentraciones urbanas, y tal vez por eso vibrar con el sonido de las palabras rurales que evocan no su memoria, sino la de sus atavis- + mos. El poder de sugestién que reside en la natura- leza lo hemos visto ya en los mensajes publicitarios que acuden a ella para tomar elementos de seduc- cidn: los limones salvajes, los zumos naturales... Y lo €ncontraremos también en la obra y los perso- najes de Miguel Delibes, en el lenguaje rico y cer- tero del sefior Cayo, del cazador Lorenzo 0 del di- c funto Mario, Lenn pat Palabras bi retratan el campo adquieren ca de los le élico y emocional. Seduce Sr de ane ogistns yen la pluma _ a L terio de Fomento » on it comunicado « 7 ae Un Programa de 2 en la enunciacién oS ; ao lestas, Desprenden los aro! e] mi a Trad 310 Eseaneado con CamScanner da estacion del afio, de las plantas y los ani- dec también si es preciso hieden con la cala- mmaless # un muerto. Y sobre todo desprenden la x or 60 de lo que sdlo de aquella forma puede Per pombrado, porque el lechal no es lo mismo que el recental, ni el recentin lo mismo que el can- cin, ni la cancina lo mismo que el macaco, aun pu- diendo ser todos ellos crias de la misma oveja. El calor del lenguaje popular puede envolver toda la obra literaria de un autor y también el estilo bri- llante de un cronista taurino. Popular no significa bajo, ni vulgar. Popular, no hace falta decirlo, se abraza con.“pueblo”, y su etimologia sigue ahi pe- se a las adulteraciones que le ha dado la politica. Existe una sabidurfa popular que muestra su pri- mera sapiencia en que sabe seducir. Convencen con ella los aforismos y los dichos ingeniosos, y re- lucen en sus palabras los términos repletos de vida. Emilio Martin Calero, un folclorista de las pa- labras ya fallecido, se explicaba asf en la radio du- Tante una entrevista a raiz de su obra Usos y decires de la Castilla tradicional*: “Yo me figuro una perso- na que ha oido hablar de un campo en el que se vi- ve de una forma distinta y en el que se siguen con- servando unas costumbres ancestrales. Esa persona atraviesa un hayedo, del diestro leva una montur, va bien fardado en su capa, calado el sombrero, ; embozo vuelto. Camina en una primavera en ¢ vastilla tradi * Emilio Martin Calero, Usos y decires de ba Caste cional, Valladolid, Ambito, 1992, sil Eseaneado con CamScanner davia los turiones soterrados no han salido del suelo y en la que los cereales, a punto de rom- per a encafiar, ya se cimbrean. Esa persona se va ercando al pueblo, lo ve de Iejos, esfumado en la 7 Ve la espadafia de la iglesia con sus cinco huecos de campana, ve a los lejos un alcor con su alcolea o castillo. Esa persona llega al pueblo y Jo describe fijindose especialmente en la fuente de cinco gérgolas con sus azacayas. Luego, coge el cordel de merinas y se acerca a una alqueria. En ella iri desgranando los dias como las cuentas de un rosario”. Las palabras de esa descripcién seducen por su belleza y su capacidad de recrear. Son evocadoras en si mismas,.y logran la sugestién completa de quien las recibe. Vemos el hayedo en ellas repleto de hayas. Y al viajero que lleva a la montura del diestro, la forma exacta en que se conducen las bestias tomadas por el brazo derecho, yendo a pie y ligeramente delante de ellas, y tirando del ron- zal. Y va bien fardado, lo cual le permitiria fardar; Porque eso significa que estuvo abastecido de bue- nos fardos con ropa y vestidos de los que cualquie- ta podria alardear. Los turiones todavia no han rotado con sus yemas y siguen agazapados bajo la Herra, porque no ha Ilegado atin el tiempo adecua- do para ellos Y por eso el caminante lleva el embo- ae! v0 primavera castellana donde sore lees] ah Pi cereales se cimbrean puest we cafiar y hacer: den % aunaue estan a Ce viento Porque se debt uros, atin se mecen con e vray ‘an tlernos al paso de la monturm > que to 312 Eseaneado con CamScanner jaeio. Verern0s con nuestro wnarrador la ‘i desu — da en armas contra el cielo, esa espada < padafia 3 una sola pared que remata la iglesia; y " gncha de no de los collados que los arabes lama- mis ae alcor, y el agua que mana por cinco ca- ne sdomnados, cada uno con su pila rebosante... Y i ete toma en su trayecto el cordel de meri- ; nt, ese camino de la trashumancia que debia tener 45 varas de ancho seguin la legislacién de la Mesta. Es probable que creamos haber pasado por ese pa- raje hace algunos siglos. Porque las palabras longevas que nos llegan con él traen el aroma antiguo de un idioma certe- ro. Como la misma palabra “paraje”. . Nos entusiasma un paraje que observamos des- de el interior del automevil, y nos detenemos, y ba- jamos para verlo. Y con eso rendimos tributo a la palabra y a su historia, porque el paraje es un lugar hermoso por naturaleza, jams han ido juntas cere- zas como “paraje horroroso” o “paraje feo”; encon- {ramos un paraje... y nos paramos para verlo, y de ahi le viene a ese término la forma en que lo senti- Mos: paraje, lugar donde uno se para; y no porque le desagrade; porque si le desagradase, en ese caso, el visitante seguiria el camino con el auto, con el urro oO con los pies. Y ya no serfa un paraje. Palabras calientes que conducen por la historia del pensamiento y de la vida. Y que tienen sus a tices y sus sonidos peculiares, propios para el estilo a 7 ade ser tam- + y la literatura individual. El hayedo puede ser tam “crigal”, 7 ‘ 6 se llama nal”... o “papal”, como se lam bién un hayal, para entroncar con ranjal”, “plat: 313 Eseaneado con CamScanner ‘América al campo de patatas 0 papas, extendiendo Jos recursos del idioma castellano. Pero el hayedo y el hayal suenan igualmente seductores, porque ex resiones como ésas son capaces de dibujar paisajes a pinceladas sonoras y adquier en un. valor de alto- rrelieve cuando acompafian a frases mas cotidianas, Porque cobran en ellas una profundidad de la que probablemente carecen. sus vecinas. ; Describe Miguel Delibes en El hereje: “Con mano temblorosa abrié la puerta del piso: La luz vacilante de los candiles que llegaba al vestibulo 4. provenfa del dormitorio de atras. Las servillas de don Bernardo no hacian ruido al avanzar por el pasillo. Le iba alarmando cada vez més el crecien- .,, te silencio de la casa”. gewi'l— La palabra “servillas” se basta y se sobra para levarnos aun siglo, un ambiente; un silencio slo salpicado por el sonido suave de las servillas al Segoe en be attire ee et servillas”, pero le habran fuerzo que se caebe: 4 ie peor =a suela delgada que cal ba Os zapatos ligeros y de aban las siervas o esclavas de la Antiog ied, . suelas pi a Las servillas Suaves con sus eses, las vill ~ psa, que susurran con sus pasos, $er- 8, pasillo, : pasos. ” PISO, silencio de la casa. Las eses que Sonido qu iza oe calidas que se ineryj } or la memoria. do las ligrimae pou abrazada al nifio, mezclan- Papa se ha enfad ; escuchos al ofdo del pequeiio: 4D Poquito, Sin ° Cipriano; tienes que quererle % va a echarnos de casa”... Las 314 Eseaneado con CamScanner | la generalizacién de lo particular res dormidas durante siglos despiertan en las a “te Miguel Delibes cada vez que pasamos nove sobre ellas. Los escuchos son las palabras ens Jos bisbiseos que habran estado precedidos a tantas veces del tenue imperativo “escucha...” ronunciado con suavidad. No se trata de una lengua para unos pocos, © de un vocabulario para los escogidos, sino que es- tas palabras encontrarin casi siempre otras empa- rentadas con ellas en el acervo léxico de un buen dominador de su propio idioma, incluso en el de un analfabeto al que se lea el relato, quien podra disfrutar asi con su tacto y su calado. Una buena prueba de que este lenguaje no resulta en absoluto extrafio viene dada por el hecho de que se cuentan por millones los lectores del escritor vallisoletano, que habrdn visto relucir la lengua espafiola en La sombra del ciprés es alargada, La hoja roja, Las guerras de nuestros antepasados, Los santos inocentes, Diario de un cazador, Cinco horas con Mario... Tal vez alguien pueda considerar que estas pa- labras seductoras no podran adquirir nunca un ca- r4cter universal, de modo que no hablarén nunca directamente a los corazones de todas esas perso- nas que emplean el espafiol para comunicarse con su propia conciencia y con los demas. Haré mias aqui las frases del catedritico espa- fiol Santiago de los Mozos cuando defiende que en yor de una de las misiones de la literatura: “Palabras, construccio- nes, giros, que ape: e entienden fuera del pun- to geografico en que escribe un autor, gracias a la 315 Eseaneado con CamScanner b Jidad de su obra pueden hacerse generales, ree jegemnbocat en la ‘circulacién total’ de |, ‘as a los escritores americanos ya son tan nuestros como suyos de muy corta irradiacién univel pueden n lengua. Graci: i otros muchos mas, elementos lingiifsticos eee or ee no nos ha quedado de esas palabras an- tiguas su contenido, sdlo su aroma. Ya no sabemos que dieciséis cantaros de vino componian un mo- yo, y que un cantaro se podia dividir en medios y cuartillas, y que recibfa en su interior ocho azum- \ bres enteros, y un alquez doce cAntaros; mientras que para las medidas pequefias se reservaba la pa- labra adarme, que a su vez contenia cuatro veces un tomin, si bien los tres cuartos de adarme se da- ban en llamar un arienzo. Sin embargo, sus silabas suenan calientes y pr6- ximas, muy distintas de cuantos tecnicismos hemos _ oido con el énimo helado y la mente intacta. a Porque en el lenguaje rural sf seduce la preci- sion, a diferencia de lo que ocurre en el lenguaje \cientifico; seducen las palabras certeras incluso sige denen su significado; deslumbra el dé sus at yom Tecreado en Castilla que trash conforme a los ah América para reproducirse d i que arraigan en ae sropicales y las peste ; como el acabe, las c, campos, para promulgar ore » Jas cabimboras y el coqui, el ausubo Santiago de : los Mozos a Valladolid, Mozos, La norma castellana del espath Ambito, 1984, e vel 316 Eseaneado con CamScanner y los corozos, el cocuyo y el comején... palabras ue enamoran y embaucan, que seducen y abrazan Porque son antiguas, porque resplandecen auténti- cas en medio de tantas voces de plastico adultera- do, palabras éstas seculares que se imponen a los yocablos huecos, palabras del campo y del bosque, condimentos de las pécimas del idioma, palabras que acarician y arrullan, que consuelan. No son muchos quienes saben todas las carac- teristicas del toro que han dado lugar a preciosos adjetivos, pero se sentiran parte del mundo gana- dero cada vez que un comentarista les obsequie con esas palabras. El lector apreciaré la competen- cia de quien escribe y agradecera las aportaciones de vocabulario, se dejaré seducir por los términos ancestrales que dieron nombre a todos los colores de los caballos y de las reses. Unas veces no alcan- zar4 a entenderlas (salvo que las encuentre a me- nudo y el contexto las defina), y asi tardaré en de- ducir lo que significa “berrendo” (palabra tan alejada ya del latin variandus que le dio origen) hasta que se aperciba de que tal adjetivo se aplica siempre a los toros cuya piel los ha pintado de va- rios colores; pero si podra deducir en cambio lo que significa “ensabanao” (el toro de cuerpo blan- ° ee sane si se imagina a alguien acosta- toro axe ae una bis blanca; ° bragado (el e los muslos si un color distinto la cara interna os ‘aioe nd sn me rs con calzones. y emplearon — palabra a pan ustinguir sus reses sin atisbo alguno de i como en. el siglo xvI (y Iscriminacion entonces) qin Eseaneado con CamScanner ig av uienes hablaban espafiol en América quisieron diferenciar al mestizo del Castizo, siendo el mesti- zo el hijo de blanco y de india, y siendo el castizo el hijo de un mestizo y una espafiola; pero Ilama- ron chamizo al hijo de un castizo y una mestiza, y coyote mestizo al descendiente de una mestiza yun chamizo, y mulato al hijo de blanco y de negra, y dieron con la humorada de llamar “ahi te estés” al hijo de un coyote mestizo y de una mulata...* La seduccién de las palabras especificas y pre- cisas (y hermosas) tiene, no obstante, un poder in- trinseco que se liga a su mero enunciado, y que es independiente de lo que transmite su seméantica. No importa que desconozcamos las viejas medidas de capacidad cuando oimos que alguien estd més borracho que un azumbre. Ni nadie dudaré si le han elogiado o insultado cuando le acaben de Ila- mar “cabestro”, porque entendera enseguida que le han mentado su mala cabeza aunque no haga al caso que la expresién nacié de capistrum, el ronzal Con que se ata el cuello de los animales para con- ducirlos, un aparejo que les ha sido prestado a su vez como sinécdoque a los bueyes que guian a las air Ratiendo sonar sucencerro, rae lor con el a de ae han ido cae lo “ ria o poétien dete os decenios, La seduccion on i de rescatarig me contan con ellas, igual que oe tos cualquier Nie pretenda llenar de sentin a MUcitorio, Las palabras viel? * * Hur 6 mberto Lopez Morales, op. cit. Avg 318 Eseaneado con CamScanner erfuman el discurso y crean el am- ne javita a enlazar los pensamientos. Gra- a ee antiguas nos quedamos mis sa- as as comprar los bollos en una tahona el dia teehee los adquirimos en una panaderia, aun- re ri lugar sea idéntico y solo le cambie el nom- ia Acogen mas el horno de pan y el obrador que la panificadora provincial y sus sucursales. Apre- ciamos que nos vendan pan de pueblo en la ciudad, | pero jamés comprarfamos pan de ciudad en un pueblo. Los mesoneros con la intuicién de las seduc- ciones se las arreglaran por eso para utilizar en al- gin momento la palabra “abuela” en sus recetas. Porque, asi como los cientifismos prestigian los , productos electrénicos o quimicos, todo lo que alude a la naturaleza y al mundo rural perfuma con su aroma de sugestién cuanto se nos ofrece en las tiendas y los comedores. Las recetas de la abuela se titula un libro de gran éxito en Espafia*. ;Y cémo No, si todos recordamos aquellos platos de la abue- la, nuestra abuela! Por eso tenemos en ella una pa- labra-simbolo de gran eficacia. “La casita de la abuela”, se denomina un acogedor restaurante * Algunos titulos que emplean esa palabra seductora: Las recetas de la abuela (Barcelona, Clan, 2000), Las augjores re ns de la abuela (Barcelona, Planeta, 1996), Las treinta mejores ree tas de arroz de la abuela (Barcelona, Ariel, 1984), a Pay mejores recetas de pescado de la abuela ee ne ; ee Las treinta mejores recetas de ternera de buey de ba abueld Jona, Ariel, 1983). Eseaneado con CamScanner < madrilefio (y a buen seguro que nombres similares se pueden encontrar en cientos de ciudades de Es. ‘ pafia y de América). La carta seductora que nos mostraré el camarero tendra probablemente platos como “las lentejas de la abuela”, 0 “las croquetas de la abuela”, o “las tortillas de la abuela”. Que se mezclarén con “nuestras ensaladas” o “nuestra carta de vinos”. “Abuela” es también un concepto universal que individualizamos para pensar en la sabidurfa de aquella mujer concreta que alguna vez nos conté un cuento, que nos invitaba a comer los domingos y que algin dia nos permitié entrar en la cocina para dejar una marca del dedo indice + enel plato de la besamel. O tal vez aquella sefiora que no era la abuela de uno, sino la abuela que te- l nia una amiga del colegio y que cumplia mejor los |, Tequisitos de ser abuela. Pronunciaremos y utiliza- | temos la palabra universal “abuela”, pero cada cual h idealizard conforme a su experiencia. Porque no sdlo se trata de una palabra antigua, sino también de una palabra grande. v I Las cartas de los restaurantes constituyen un | Compendio de seduccién mediante las palabras. odestos lugares y salones de ringorrango se re- Pletan de trampas seductoras que despiertan n° sélo el deseo de los ofdos sino también los jugos ioe que logran envolver al comensal ke je silo aa ate ee aa Ms sae rer \ Preso de las Vaondumios, ajeno a los iy : ue €vocan a a wandae, Palabras ancestrales ae i quellos antiguos comerciantes que ¥¢ Nan - ras Us productos legados de allende el mar“ S ¥ 320 Eseaneado con CamScanner rai jas aguas con sus barcos colmados de aro- rey que se reproducen en las cartas de largo an “Trufas sobre pan de payés al aceite en ra- ] » a : ina’, foie de oc al humo de arce”, “huevos fritos sobre crema de hongos cubiertos con trufa negra o blanca”, “tronco de bacalao sobre crema de patata » “ps lechuga de mar”, ‘foie-gras de pato asad ; lo con pan de zanahoria y salsa de Noé”, “piramide de choco late blanco con cuajada de leche de oveja”, “cremo- so de majz al aceite de vainilla”, “lomos de salmo: nets om propia salsa y caramelo de estragén” y estita de chocolate sobre pifi i ; a re pifla c 7 wore gelatinizada de cebollas Bilctoonechalods tem, i in ; sy — na < Cigalas con vinagreta de arbequinas y erbas' i i ae helado de aceite de oliva y miel”, aun 7 ae con aguacate al vinagre ai ; Fi exégan ” enguado y carabineros perfumados eee aaa pechuga de pularda en papillote con resin s”, blinis de chocolate con pistachos ee lo de pimienta roja”...* Los sufijos se~ oa = de la politica (ésos que se forman con el ve a iizat , como “concretizar” en lugar de con- F tar, “contabilizar” en vez de contar...) se repro- cen aqui en “caramelizada” o “gelatinizada” pa- ta dar apariencia técnica y precisa a los platos. Las Palabras y expresiones cuyo significado y trascen- dencia desconoce a menudo el cliente (“salsa de as eartas dle los resta- dor de Salvador (Mo- wean, El lector pote alia + Ejemplos reales que figuran en | rantes madrilefios El Amparo, ralzarzal), Viridiana, El Olivo y 2 gir muchos mas por su cuenta. 321 Eseaneado con CamScanner ‘ cuado i Noé”, “arbequinas”, “blinis de chocolate”, “ving. gre de Médena”...) fambién acuden al meny con el propésito de anonadarle y hacerle Pequefio ante la grandeza del restaurante y sus cocineros, que parecen no haber dudado en acudir hasta una loca- lidad italiana para conseguir el vinagre més ade. Y las contradicciones seductoras que mas atr4s estudiamos (“crecimiento cero”, “desacelerg- cién”...) llegan aqui en forma de “ensalada tem- plada”, “caramelo de pimienta”, “helado de acei- te”, “lechuga de mar”... Pero sobre todo se emplean las palabras calientes de la naturaleza: al humo de arce, cuajada de leche de oveja, perfuma- dos al orégano, finas hierbas, cestita, miel... El es- tomago también las escucha, quizd porque sabe que vienen de lejos. El hombre urbano ya no siembra, probable- ieee sembrar; y, sin embargo, uti- mpd an seductora porque lle- lasiembescta ~ it as alegrias de la cosecha. Samoan a acude el politico para sembrar macstateee aes nacional, la siembra de dote en sus ne rina la siembra del sacer- deriva de I, a ae a siembra del sembrar que Tian el sénscrito sin epi os o a me del latin y nuestras a, & .botten Saian, el seminare del “seminarig® rs semilla ,» “semen”, “simiente’, CON”, “agg nner”, “diseminar”, “insemina- que por Fuerza Sag sie tanta riqueza en la oo rar” adquirié una potencia gin Predicador, NO podia pasar inadvertida a ni" 322 Eseaneado con CamScanner 4 Pie antepaades como novo que reise a fe labras prerromanas ¢ es t ae resistiG en las pa- . : as que superaron los filtros y las invasiones. El color del péramo, la forma de la ba- rraca, la suavidad del barro en el alfar, el sonido del charco, la fortaleza del galdpago, la agilidad del rebeco, la humedad del berro en los lugares aguanosos, el berrueco imperturbable... Péramo, barraca, barro, charco, galdpago, rebeco, berro, berrueco... Nadie conoce el origen de estos voca- blos, que existen desde que nuestra especie guarda memoria. Son palabras antiguas, mucho mas vie- jas y calientes que un mueble del siglo xm por el que se pagarian cientos de millones. Tan ancestra- | les y tan titiles, tan hermosas y tan precisas: Y tan baratas que basta sdlo escucharlas para hacerlas propias. Funcionan con la precision de una com- putadora y, sin embargo, tienen miles de afios. Es- cuchdndolas, recuperamos algo del tiempo pasado y perdido, nos sumergimos en su sonido y su calor y aceptamos gustosos el juego de la seducci6n aunque nos demos cuenta de la trampa. Porque " las palabras antiguas seducen en la literatura y en la poesfa, brillan en el plato del restaurante, nos~ reclaman desde los lugares tranquilos de la natu- raleza. Quedan muy lejos, estas palabras longevas y precisas, de esos tecnicismos y estiramientos que aparentan rigor profesional y que solo contri- oe pede OR: También en la seduccién siel engatusamni un placer, el de dejarse embaucar Ces, nobles, nono to lo merece; con palabras vera- ‘as y alcanzables, inventadas para Eseaneado con CamScanner y Ja ayuda mutua, creadas por el ser humano para dejarlas en herencia eterna, pala- bras que ahora nos seducen y nos deslumbran porque llevan dentro los conocimientos que — mularon nuestros ancestros y que empezdbamos a olvidar. la comunicacién Eseaneado con CamScanner

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