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Cuando no te quieren, pero no te dejan ir

¿Tienes a alguien que va y viene de tu vida? ¿Aparece justo cuando empiezas a poder avanzar? No
importa si es un ex, una pareja, un pretendiente o un interés amoroso: el ni contigo ni sin ti desgasta,
agota y no lleva a ninguna parte.

Entre los problemas sentimentales que me soléis consultar, tanto en la página como en las sesiones de
coaching, uno de los más habituales es la incertidumbre afectiva: parejas que pasan de nosotros, pero
que no nos sueltan; ex parejas que ni comen, ni dejan comer; o simplemente personas que prolongan los
límites de nuestra paciencia a base de ganchos. ¿Qué son los ganchos? Veamos:
– Veo un futuro juntos.
– Sé que algún día me arrepentiré de dejarte ir.
– Te quiero pero no puedo estar contigo.
– Estoy seguro de que eres el amor de mi vida, pero no puedo estar contigo.
– No quiero nada contigo, pero ¿por qué me has borrado del Facebook?
– Eres la persona perfecta, pero ahora mismo no estoy preparado para una relación.
– No sé que va a pasar con mi vida, pero espérame.

Otros ganchos habituales son las súplicas, los lloros, las pataletas y el suscitar sentimiento de pena
y culpabilidad en el otro cuando éste, harto de tanta falta de concreción, amaga con marcharse.
El artículo más leído, visitado y comentado de Locos de Amor es Mi ex me confunde. Un ejemplo es el
que nos escribe Elizabeth, una lectora que ha tenido una complicada relación de idas y venidas durante
unos 10 años, con una persona que remata la faena con este gancho que de tan absurdo, se da la vuelta
y casi roza la genialidad: no quiero tener una relación contigo, pero no quiero que estés con otras
personas.
Cada vez que escucho estas palabras, se me viene a la memoria la historia de las concubinas durante la
época del imperio chino. Cada emperador podría tener unos cuantos de miles de concubinas,
seleccionadas por el personal que se encargaba de estos menesteres. La gran mayoría de estas miles
de personas no pasaban de compartir una o dos noches con el imperial personaje, para después
recluirse en el así llamado Palacio de las Concubinas Olvidadas, en donde estaban ya las otras
concubinas de los anteriores emperadores, condenadas a languidecer en una vida sin pareja, sin hijos,
sin poder salir de la Ciudad Prohibida y en definitiva, retiradas como objetos en desuso que nadie quiere
ya, pero que nadie se atreve a tirar.
En definitiva: un perro del hortelano nivel leyenda.
El problema en realidad, lo resume a la perfección la copla popular que reza Ni contigo, ni sin ti, tienen
mis males remedio. En efecto, sean cuales sean los males de la persona que te mantiene en ese sinvivir,
tú no eres el remedio. De la misma manera, tu problema no es externo ni tiene nada que ver con él
o con ella, tu problema está en tu vida. Mientras no la pongas en orden y de paso, te pongas en orden
a ti, esa persona vendrá como una apisonadora, pasando por encima cuando quiera, como quiera y las
veces que quiera y hará contigo lo que le venga en gana.

Tal y como si fueras un objeto cuya única función existencial es la de estar ahí para cuando le convenga.

O como una concubina china encerrada para siempre en la Ciudad Prohibida.

Si lo que deseas es que esta persona siga haciendo exactamente lo mismo, no lo dudes, sigue en
contacto. Cuando necesite algo, no dejes de estar allí, dándolo todo. Cuando no te necesite, no le
molestes, no le reclames y no le reproches. No le pidas hechos: confórmate con bonitas palabras,
promesas abstractas, lloros o súplicas.
Mientras esta persona no te busque porque no te necesita o está entretenido/a en otros menesteres más
interesantes, ten relaciones insustanciales con gente a la que trates igualmente como recursos
para subirte el ego o sacarles aquello que el otro no te proporciona. No hagas nada relevante para
cambiar: quédate esperando eternamente a que esa persona te llame para tener tus cinco minutos de
sentirte vivo. Así que aprovecha el momento. Y búscate una buena droga para sobrevivir al resto, porque
te hará falta.
¿Quieres ser tú quien asuma la dirección de tu vida? Empieza por tomar decisiones. Actúa como
actuarías en una ruptura. Aparta de la vista los recuerdos, elimina del teléfono y de las redes sociales y
si te contacta de nuevo, o bien le echas agallas y le dices que deje de hacerlo a menos que tenga algo
en firme que proponerte, o bien le das largas hasta que vea que ya no eres el esclavo eternamente
disponible que no tiene nada mejor que hacer que acudir corriendo a su encuentro cuando a él o a ella le
apetezca un polvo, un rato de cariño o que le animen el bajón del domingo por la tarde.

¿Dudas? Pregúntate qué te aporta esa relación y te darás cuenta de que la respuesta es:
absolutamente nada.
Pero ¡es que le quiero tanto…! ¿Y qué diablos tiene que ver el amor con todo esto? Lo dije una vez y
volveré a decirlo: AMAR NO SIGNIFICA DAR CARTA BLANCA PARA QUE ABUSEN DE NOSOTROS.
Si tú lo crees así, entonces es mejor que reevalúes tu concepto del amor, porque tiene más en común
con la esclavitud.

Pero es que esa persona es tan especial...A esto sólo puedo responder con una cosa: tu listón de persona
especial está muy bajo. No pasa nada. Siempre estás a tiempo de subirlo.
¿Qué es lo que sucede cuando renunciamos a estos vaivenes interesados con alguien que sólo
nos tiene para lo que le conviene? Que probablemente sentiremos nervios, angustia y hasta puede
que un síndrome de abstinencia. Y después alivio, autovaloración y unos tímidos y primeros pasitos hacia
la responsabilidad y la autoestima. Que tendremos una oportunidad de concentrarnos en lo que esté
sucediendo ahora mismo en nosotros y no en analizar lo que le pase a alguien, que no es ni quiere ser
nada nuestro. Y de aquí, podemos abrir camino hacia otras maneras más sanas de vincularnos.
Y en última instancia, al iluminarnos nosotros, al dejar ir una conexión tóxica y llena de carencia y
sufrimiento, renunciamos también a ser utilizados y al mismo tiempo, liberamos a la otra persona de la
carga de tener que utilizarnos. En un acto tan íntegro para con nosotros mismos, ponemos nuestro grano
de arena para seguir dando luz al mundo.
Mi ex pareja me confunde

Aprender a dejar ir a quien queremos, pero que no puede o no desea estar con nosotros, es una de
las lecciones más duras en la escuela de las relaciones sentimentales. Pero ¿qué sucede cuando es
el otro el que no sabe marcharse?
Te dice que necesita estar solo/a, pero que no imagina un futuro sin ti. Que eres el amor de su vida,
pero que necesita resolver sus cosas antes de tener una relación. Que seáis amigos y lo intentéis
poco a poco. Que no sabe lo que quiere, pero que por favor no le dejes de hablar. Que no soportaría
verte con otra persona. Que te quiere pero que ahora no puede estar contigo.
Pura palabrería.
¿Cuáles son los hechos? Que este momento esa persona no está contigo. Que es lo que único que
realmente te interesa.
¿Por qué motivo una persona que deja una relación no acaba de poder soltar a su ex pareja?
La razón es sencilla: marcharse de un lugar donde te quisieron es difícil. Si eres una persona muy
dependiente, tu ex pareja ha sido tu principal apoyo y fuente de cariño durante un tiempo
determinado, en cuanto vuelves a estar solo/a, te vienes abajo, te mueres de miedo y ¿qué
haces? Lo mismo que en los últimos x meses o x años: recurres a la persona que te consolaba,
ofreciendo lo que sea a cambio de volver a sentir que te arropan, te aman incondicionalmente y te
animan el bajón.
Es un poco como irte de casa de tus padres y volver cada dos días a comer y a que tu madre te siga
lavando la ropa.
Cuando una ex pareja contacta y desaparece, promete pero no cumple, viene pero no se va, en
resumen, cuando una ex pareja te confunde, no significa que te siga amando ni queriendo como
compañero de vida y necesite un tiempo para replantearse las cosas, sino que sigue queriendo
sacarte lo mismo que tenía cuando existía la relación, pero sin tenerla.
Si te han dejado, todos estos comportamientos te resultarán incomprensibles, te provocarán
sufrimiento y te harán devanarte los sesos en busca de razones o en espera de que sea la otra
persona quien tome una resolución definitiva y te libere de esta insoportable incertidumbre. Todo
esto es tiempo valioso que estás sacrificando a algo sobre lo que no tienes ningún control en lugar
de dedicarlo a recuperarte para estar mejor lo antes posible.
Posiblemente ahora mismo te sientas como una marioneta sin voluntad en manos de los vaivenes
emocionales de tu ex-pareja. Ante esto, no cabe más que ser resolutivo y tomar las riendas. Es
momento para pensar en ti. ¿Esto te perturba y te hace sentir mal? Pues es perjudicial para ti y
tú has de ser quien lo resuelva. A fin de cuentas, tú tienes claro lo que quieres y cómo lo quieres:
si la otra persona no lo tiene, el problema es suyo.
Ante ex confusos que aplican la máxima del perro del hortelano (ni como, ni dejo comer) nuestra
actitud puede ser victimista o responsable. Podemos esperar a que caiga la medicina del cielo o ir a
una farmacia a buscarla.
Si temes que si no haces caso de sus mensajes, llamadas, reclamaciones y demás se olvidará de ti
para siempre, no te preocupes: si esa persona te quiere de verdad, nada le impedirá demostrarlo con
hechos claros y contundentes. Mientras todo sea difuso, raro y te confunda, se resume en un te
quiero, pero… Que, hablando en plata, quiere decir que no, no quiere estar contigo.
¿Cómo poner límites a una ex-pareja confundida? Deja de excusarle. Si sus problemas, dramas,
traumas y crisis no le impidieron iniciar una relación contigo, tampoco deberían impedirle estar a tu
lado ahora. Si es muy orgulloso/a o si tiene mucho miedo y esto supera el amor que te tiene, entonces
es un amor que no vale demasiado. Bajo las excusas, ¿qué queda? Que esa persona te ha dejado
y a partir de este punto, lo que diga o haga es irrelevante.
¿Quieres que aclare y de paso, poder empezar a superarlo? Cierra las puertas a todo lo que no sea
el momento presente. Mientra no venga a proponerte un regreso con las cosas claras, los cuentos
que te cuenten no te interesan. Puede que la otra persona reaccione al sentir que te pierde o puede
que desaparezca ya para siempre, pero tanto si es una cosa como si es la otra, dejarás de vivir en
la angustiosa incertidumbre y sabrás a qué atenerte.

Te quiero, pero…
Te quiero, pero no puedo estar contigo. Te quiero, pero estoy confundido/a. Te quiero, pero necesito
tiempo. Te quiero…pero ni me voy, ni vengo. ¿Cómo actuar cuando un te quiero, pero…te deja en
tierra de nadie?
Tanto si te han dejado como si te has enamorado de una persona que te poner la adversativa por
delante, tu pregunta será la misma: ¿a quién hago caso? ¿al te quiero o al pero? ¿me marcho de
aquí o me quedo esperando?
Querer es una palabra que implica muchos y muy sutiles matices. Puedes querer mucho a tu
padre y a tu madre. Puedes querer a tu mascota o a tu mejor amigo. Puedes tener cariño, sentir
afecto o amar con locura. Y a pesar de que un te quiero en una frase con un pero puede ser
totalmente honesto, no significa necesariamente eres el amor de mi vida sin el cual no quiero vivir y
haré todo lo que sea posible para que seamos felices juntos.
Cuando una persona de la que quisieras algo más que cariño nos dice un te quiero, pero...solemos
quedarnos con la primera parte de la frase, en lugar de atender a la segunda, que es la que
realmente pesa.
Porque un te quiero significa te quiero. Pero un te quiero, pero…es una frase negativa. No quiere
decir lucha por mí, reconquístame, quédate esperándome a ver si me aclaro. suplícame de
rodillas…Quiere decir exactamente lo que quiere decir: esto es, un NO.
Un ejemplo práctico:
Me gustaría ir a este viaje, pero…
Quiero apuntarme a un curso, pero…
Desearía aprender un idioma, pero…
Sé sincero/a. ¿En cuantas de las ocasiones en las que utilizaste una frase así llegaste a hacer lo
que dijiste que te gustaría, querrías o desearías hacer?
Cuidado con agarrarse a un te quiero dudoso, porque cuando ansiamos estar con una persona
convertimos la incertidumbre en una esperanza que nos hace asumir situaciones que no nos gustan
o que nos duelen con tal de convencer o hacer méritos para que nos amen sin peros. Nos guste o
no, las relaciones se hacen por las ganas, la voluntad y el compromiso de dos.
Ante un te quiero, pero…, lo más sano es actuar como ante un no te quiero. Retirarse con dignidad,
asumir que las dudas son problema del otro, no nuestro y que el discurrir de sus sentimientos está
fuera de nuestra jurisdicción, por lo que a nosotros nos toca ocuparnos del único amor que debiera
ser siempre rotundo y eterno: el amor propio.
¿Cuánto se tarda en superar una ruptura?

Tras la pérdida de un ser querido, sigue un periodo de luto, adaptación y aceptación que llamamos
el duelo. Según los expertos, esta etapa puede durar desde unos 6 meses hasta 2 años. Pero
a la hora de la verdad, no hay una pauta que pueda aplicarse a todo el mundo. ¿Cómo saber cuánto
va a durar el duelo?

Dicen que el tiempo lo cura todo. Yo matizo: el tiempo por sí mismo puede difuminar los recuerdos,
imbuirlos de una pátina borrosa en el que incluso el rostro de la persona que amabas se convierte
en algo díficil de dibujar con nitidez en la memoria. Pero dejar pasar el tiempo, sin más, no
cura. Uno puede estar años y años guardando el fantasma idealizado de algún ex del pleistoceno,
en la cajita cerrada de sus emociones, con el mimo con el que una señora adinerada guarda sus
joyas favoritas y permanecer aquello tan vivo y fresco como si hubiera pasado la semana anterior.
Una vez se ha comprobado que el tiempo por sí mismo, no es una solución mágica, se pasa al plan
B. Sólo lo superaré si vuelvo a enamorarme de otra persona. Nuestra recuperación, dejada al
arbitrio de encontrarnos con alguien hipotético que además tiene la improbable misión de
sacarnos de nuestras miserias.
El problema de este planteamiento es que nadie sabe cuándo llegará ese supuesto héroe o heroína
en su caballo blanco al rescate. A menudo uno se entrampa en esta tenue promesa, sólo
preguntándose de vez en cuando porqué diablos tarda tanto en cumplirse. Mientras tanto, se prueba
con unos cuantos plebeyos, pero no funciona porque nunca están a la altura del Gran Amor de tu
Vida.
Una vez descartadas las dos opciones, sólo nos queda una: cambiar.
Una ruptura supone un cambio. El duelo durará lo que dure nuestro cerebro en aceptar ese cambio
y adaptarnos a la etapa nueva que está por venir.
La recuperación no depende de circunstancias o personas externas. Depende en exclusiva de uno
mismo. Da igua si tu ruptura fue del tipo fue bonito mientras duró; o, en cambio, ascendía a la
categoría de acabo de perder al amor de mi vida. La labor de avanzar está sólo en tus manos.
Es natural que este proceso requiera su tiempo, pero hay factores que no nos ayudan ¿Qué
ralentiza la recuperación?
– La rigidez: es un hecho, las personas creativas son mucho más adaptativas. Si eres inflexible, de
ideas fijas, necesitas tener el control constantemente y te cuesta un mundo cambiar, te llevará más
tiempo aceptar lo que está sucediendo y el sufrimiento será mayor. ¿Un truco? La personalidad-muro
puede evolucionar. Intenta practicar algo creativo: escribir una historia, dibujar, algún trabajo manual,
etcétera…haciendo esto empezarás a educar a tu mente para ver más allá de tus cerrados
horizontes. Haz que tu mundo se expanda.
– La culpa y el victimismo: en los primeros tiempos de una ruptura, es normal el sentimiento de
ultraje, de rabia, de cómo ha podido hacerme esto a mí; y suelen ir acompañados de la inútil práctica
del autofustigamiento. Si aquella tarde en la pizzería no me hubiera puesto una anchoa en el agujero
de la nariz...igual fulanito o fulanita no me habría dejado. Pasarás por esa parte del camino, pero no
te quedes ahí. ¿Cómo evitar estos pensamientos? No hay que evitarlos, pero tómatelos como una
gripe que tienes que pasar, no como la única voz de la verdad.
– El autoboicot: ningun estudio científico riguroso avala que no puedas volver a enamorarte, que
nunca más vayas a volver a ser feliz o que te han arruinado la vida para siempre. Puedes creer
también que las vacas son púrpuras y las sirenas existen, pero abre los ojos y mira a tu alrededor.
Las personas vuelven a enamorarse, vuelven a ser felices y sus vidas no se arruinan a menos que
ellos quieran. Al menos que seas un extraterrestre y no una persona, tú también puedes.
– El contacto: si tienes el corazón roto, por así decirlo, cada vez que sepas algo de tu ex pareja o
que hables con él o ella, será como introducirlo voluntariamente en una apisonadora, una y otra vez.
Que tu sentido común se imponga a la desesperación: enfrentarte al dolor, vas a tener que hacerlo
igual, la diferencia está en sufrirlo cinco días, cinco meses o cinco años más de la cuenta. Es mejor
pensar que quien fue tu pareja a día de hoy se ha ido a una prospección minera a Alaska y nunca lo
volverás a ver.
– Incapacidad de perdonar: perdonar es una última etapa del duelo y en realidad tiene más que ver
con perdonarse a uno mismo. Lo cual, descubrirás, que es más difícil que perdonar a los demás.
– No indagar: El autor Stefan Zweig aseguraba que toda ciencia viene del dolor. El dolor busca
siempre la causa de las cosas, mientras que el bienestar se inclina a estar quieto y a no volver la
mirada atrás. Observa lo que sientes, lo que haces, lo que experimentas: sé tu propio científico y
encara el duelo como una auténtica investigación sobre ti mismo/a. Ya llegará el tiempo de volver a
acomodarte. No dejes de aprender.
Y lo más importante: no te obsesiones en superarlo. Céntrate en tu trabajo personal del presente:
en las cosas que te hacen sentir bien, que te sorprenden o que te muestran algo nuevo que no
conocías sobre ti. Haz como si cada noche se acabase el mundo y volvieras a renacer de nuevo,
cada día.

Cristina Lago. Coach Personal y Profesional.

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