Ceremonia religiosa de la iglesia católica en la que se celebra el sacramento
de la eucaristía y se hace el memorial de la muerte y la resurrección de
Jesús; consta de una primera parte en la que se leen las lecturas bíblicas del día y el sacerdote hace la homilía y una segunda parte en la que tiene lugar la consagración del pan y del vino y se reparte la comunión
La liturgia de la palabra
comprende las lecturas comprende el ofertorio, la
coma la homilía y la oración consagración y la comunión universal. Este momento se y se complementa con el prepara con los ritos envío final (bendición y iniciales (saludo, perdón). despedida)
el pan y el vino son símbolos de lo que
Dios nos habla con su Dios nos ha regalado primero. Nosotros Palabra y nos muestra su no podemos darle nada que no hayamos voluntad. En el Evangelio, es ya recibido de Él. Pero el pan y el vino Jesús mismo quien nos son también símbolos de lo que habla. nosotros le ofrecemos: nuestro trabajo, estudios, penas, alegrías, todo lo que llevamos en nuestro corazón
el sacerdote repite las mismas palabras
nos ayuda a llevar la de Jesús en la última cena. Cristo se Palabra de Dios a la vida vuelve a entregar en el madero de la práctica, a aterrizarla a Cruz al padre eterno. Este es el nuestra realidad momento en que se realiza la transformación del pan y del vino, en el cuerpo y sangre de cristo. Jesús realiza hoy el sacrificio por nuestra salvación no puede haber mayor alegría que respondemos al llamado de entrar en profunda unión con el la Palabra de Dios, pidiendo señor. Dios mismo me une a su humanidad y divinidad. Está por todas las necesidades conmigo en lo más profundo de mi del mundo y de la Iglesia. ser. Y en cada comunión Dios me va asemejando más a Él, me va purificando, me une al Padre Eterno
al encontrarme con un amigo me
alegro y me dispongo al máximo para aprovechar este momento. Lo mismo ocurre con la Santa Misa. Al llegar, yo saludo a Jesús y el sacerdote me desea que: “El Señor esté con ustedes…” ¡Ahora quiero estar con el señor!
muchas veces los “reencuentros” se dan
porque hubo cosas que causaron la lejanía. Con el Señor nos ocurre lo mismo. Al alejarnos de Él, lo ofendemos. Por eso, en el momento del perdón es indispensable, que yo reconozca mis faltas y humildemente pida perdón por lo que he hecho mal. Arrepentidos de corazón, seremos perdonados. Cuando he tenido un gran encuentro con alguien, deseo compartirlo con todos. Igual ocurre con la Santa Misa. Este encuentro con el señor es tan grande, que necesito transmitir este amor gratuito de Dios. Por eso el sacerdote nos envía con las palabras: “Vayan en la paz del señor. Es ir a construir el reino de Cristo en la tierra.