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LA LLAVE DE LA ORACIÓN.

WATCHMAN NEE

La llave de la oración

Watchman nee

Lectura bíblica: Mt. 7:8; Is. 62:6-7


La oración es un asunto de gran importancia en la vida
espiritual del creyente. Todo cristiano genuino es consciente
de esto y por eso ora. Sin embargo, aunque algunos hijos de
Dios pasan tiempo orando por numerosos asuntos, sus
oraciones no parecen tener mucho efecto. Es como si no
hubiesen encontrado la manera correcta de orar. Esto se
debe a que aún no han descubierto la llave de la oración.
En todo lo que hagamos, primero debemos hallar la clave
para hacerlo. Si queremos entrar a un cuarto y la puerta está
con seguro, no podremos entrar, a menos que tengamos la
llave. Supongamos que se necesitan dos personas para
meter una mesa en un cuarto. Algunas pueden hacerlo sin
ningún problema; otras tal vez lo hagan torpemente,
tropezándose y golpeando la mesa, haciendo un enorme
esfuerzo por pasar la mesa a través de la puerta. Aunque el
tamaño de la mesa y el ancho de la puerta sea el mismo en
ambos casos, la diferencia radica en las personas que cargan
la mesa. Algunos tienen la clave o el secreto para cargar la
mesa, otros no. Los primeros son personas que han
encontrado la clave para hacer bien las cosas; son
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trabajadores aptos. Después que una persona ha descubierto


la clave, puede hacer las cosas dos veces más rápido que los
demás, mientras que aquellos que no la tienen, se esfuerzan
en vano. Este mismo principio se aplica a la oración. Mateo 7
habla de los principios relacionados con la oración, uno de
los cuales es: El que busca, halla (v. 8). Buscar requiere un
esfuerzo. Todo el que busca sin interés ni seriedad, no hallará
nada. Buscar implica tener paciencia y perseverancia, y a
menos que seamos minuciosos, no hallaremos lo que
buscamos. Cada vez que Dios no responda a nuestras
oraciones, debemos ser pacientes y buscar diligentemente la
llave de la oración. En el pasado, Dios respondió las
oraciones de muchos santos porque poseían la llave de la
oración. Si leemos la biografía de George Müller, quien fundó
un gran número de orfanatos, podemos ver que él era un
hombre de oración; durante toda su vida siempre recibía
respuestas a sus oraciones. George Müller había descubierto
la llave. Muchos creyentes sinceros hacen oraciones largas y
elaboradas, pero no reciben respuestas de parte de Dios. En
la oración, las palabras son indispensables, pero nuestras
palabras deben ir al grano; deben ser palabras que toquen el
corazón de Dios y lo conmuevan de tal forma que no tenga
más alternativa que conceder nuestras peticiones. Las
palabras específicas son la llave de la oración, pues
concuerdan con la voluntad de Dios, y El no puede evitar
responderlas. Veamos la llave de la oración en algunos
ejemplos de las Escrituras.

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LA ORACION
DE ABRAHAM POR SODOMA
(GENESIS 18:16-33)
Cuando Dios le comunicó a Abraham que estaba a punto de
ejecutar Su juicio sobre Sodoma y Gomorra, por la maldad de
dichas ciudades, Abraham esperó delante de Él. Luego
comenzó a orar por Sodoma. Él no se limitó a decir: ¡Oh Dios,
ten misericordia de Sodoma y de Gomorra! Tampoco le
suplicó a Dios con gran vehemencia, diciendo: ¡Prohíbe que
Sodoma y Gomorra sean destruidas! Abraham se aferraba al
hecho de que Dios es un Dios justo (Gn. 18:25); ésa era la
llave de su oración. En profunda humildad y con gran
sinceridad, procedió a hacerle una serie de preguntas a Dios.
Sus preguntas fueron sus oraciones. A medida que oraba,
permaneció firme sobre la base de la justicia de Dios.
Finalmente dijo: No se enoje ahora mi Señor, si hablare
solamente una vez: quizá se hallarán allí diez (v. 32).
Después de esto, no continuó haciendo más peticiones.
Después de que Dios le respondió, se nos dice que Jehová
se fue . Abraham no trató de aferrarse a Dios ni tampoco
insistió con su oración. El regresó a su lugar. Algunos tal vez
piensan que Abraham debió haber continuado suplicándole a
Dios y que no debió haberse detenido con tan sólo diez
justos. Sin embargo, las Escrituras muestran que Abraham
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conocía a Dios y conocía la llave de la oración. El escuchó al


Señor decir: El clamor contra Sodoma y Gomorra se aumenta
más y más, y el pecado de ellos se ha agravado en extremo...
El clamor ... ha venido hasta mí (vs. 2021). Si no hubiesen ni
siquiera diez justos en una ciudad, ¿qué clase de ciudad es
ésa? El Señor ama la justicia y aborrece la iniquidad (He.
1:9). Él no puede encubrir el pecado y abstenerse de ejercer
Su juicio. La destrucción de Sodoma y Gomorra era la terrible
consecuencia de su pecado y era la manifestación de la
justicia de Dios. Cuando Dios destruyó esas ciudades, no
cometió ninguna injusticia en contra de ningún hombre justo;
El rescató al justo Lot, oprimido por la conducta licenciosa de
los inicuos (2 P. 2:7). La oración de Abraham fue concisa y
recibió respuesta. No hubo injusticia en Dios. El no hizo morir
al justo con el impío (Gn. 18:25). Nosotros lo adoramos y lo
alabamos por esto.
JOSUE INQUIERE
EN CUANTO A LA DERROTA EN HAI
(JOSUE 7)
Cuando los hijos de Israel atacaron la ciudad de Hai: Huyeron
delante de los de Hai. Y los de Hai mataron de ellos a unos
treinta y seis hombres, y los siguieron desde la puerta hasta
Sebarim, y los derrotaron en la bajada; por lo cual el corazón
del pueblo desfalleció y vino a ser como agua (Jos. 7:4-5).
Después de un triunfo tan poderoso en Jericó, ¿por qué los
hijos de Israel sufrieron una derrota tan aparatosa en Hai? Lo
único que Josué podía hacer era postrarse ante Dios, acudir

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a El, esperar, y preguntarle por la causa de la derrota. Josué


estaba afligido por el peligro en que se hallaba Israel, pero se
afligía aún más a causa de la deshonra que esto había traído
al nombre del Señor; por lo tanto, inquirió: ¿Qué harás tú a tu
grande nombre? Esta fue la llave de su oración. El honró el
nombre de Dios. ¡Su preocupación era qué haría Dios por Su
propio nombre! Cuando Josué llegó a este punto, Dios habló.
Dijo: Israel ha pecado... por esto los hijos de Israel no podrán
hacer frente a sus enemigos ... ni estaré más con vosotros, si
no destruyereis el anatema de en medio de vosotros (vs. 11-
12). A Dios le importaba Su propio nombre, y no podía tolerar
el pecado entre Su pueblo. El escuchó la oración de Josué y
lo instruyó a que descubriera el pecado que había causado el
problema y le pusiera fin. Después de que Josué esclareció
la causa de la derrota de Israel, se levantó muy temprano
para dar por terminado el asunto y descubrió que el pecado
era la codicia de Acán. Cuando Israel eliminó ese pecado, la
derrota se convirtió en victoria. Tolerar y esconder nuestro
pecado es hacer que el nombre de Dios sea blasfemado y es
darle a Satanás ocasión para atacar al pueblo de Dios. Josué
no se limitó a orar con celo y sin discernimiento, y tampoco le
pidió a Dios que salvara a Su pueblo y le diera la victoria una
vez más. La deshonra que esto trajo al nombre de Dios le
causó gran dolor, y su súplica le recordó a Dios que
solucionara este asunto por causa de Su propio nombre. Su
oración fue al grano y produjo una respuesta de parte de
Dios. Josué primero tuvo que encontrar la razón del fracaso.

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El tuvo que descubrir el pecado y ponerle fin para que se le


diese gloria a Jehová, el Dios de Israel.

LA CONSULTA DE DAVID
CON RESPECTO A LOS TRES AÑOS
DE HAMBRE
(2 SAMUEL 21:1-9, 14)
Hubo hambre en los días de David por tres años
consecutivos. Y David consultó a Jehová (v. 1). David no hizo
una oración sencilla diciendo: Oh Dios, este período de
hambre ha durado tres años; te rogamos que tengas
misericordia de nosotros. Ponle fin a esto y concédenos una
cosecha abundante este año . No, David no oró de esta
manera. David consultó a Jehová . El buscó la causa del
hambre. La consulta de David fue al grano; tocó la llave. Dios
dijo: Es por causa de Saúl, y por aquella casa de sangre, por
cuanto mató a los gabaonitas (v. 1). Dios no tolerará el
pecado de romper un voto, y David tuvo que eliminar este
pecado. Después que resolvió ese problema, la palabra de
Dios relata que Dios fue propicio a la tierra después de esto
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(v. 14). David poseía la llave de la oración; por eso fue al


grano, y su oración produjo la respuesta de Dios.

LAS ORACIONES DEL SEÑOR JESUS


(JUAN 12:27-28; MATEO 26:39-46)

Las oraciones de nuestro Señor eran perfectas, y siempre


tocaban la llave de la oración. Cuando se rehusó a recibir a
los griegos que lo buscaban, dijo: Ahora está turbada mi
alma; ¿y qué diré? (Jn 12:27). El revertió el asunto
cuidadosamente y pensó: ¿Qué diré? Padre, sálvame de esta
hora . No, El sabía que no podía orar de esa forma. El lo
reconoció y por eso añade: Mas para esto he llegado a esta
hora (v. 27); por lo tanto oró: Padre, glorifica Tu nombre . Esta
oración tuvo una respuesta inmediata. Entonces vino una voz
del cielo: Lo he glorificado, y lo glorificaré otra vez (v. 28). Si
esta fue la forma en que el Hijo de Dios, como el Hijo del
Hombre, oró a Dios mientras estaba en la tierra, ¿cómo
entonces nos atrevemos en el impulso del momento a abrir
nuestros labios para hacer oraciones apresuradas? Es
esencial que descubramos la llave de la oración.
Esa noche en el huerto de Getsemaní nuestro Señor Jesús
estaba triste hasta la muerte. ¿Cómo oró en tales
circunstancias? Dijo: Padre Mío, si es posible, pase de Mí
esta copa; pero no sea como Yo quiero, sino como Tú (Mt.
26:39). El poseía la llave de la oración. No le temía a la
muerte, y aunque tenía libertad de hacer Su propia voluntad,
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escogió no hacer su propia voluntad; El prefirió hacer la


voluntad de Su Padre. Así que oró por segunda vez: Padre
mío, si no puede pasar de Mí esta copa sin que Yo la beba,
hágase Tu voluntad (v. 42). Luego oró por tercera vez
diciendo las mismas palabras (v. 44). Cuando tuvo la certeza
de cuál era la voluntad de Su Padre, dijo a Sus discípulos: La
hora está cerca... Levantaos, vamos (vs. 45-46). Si nuestro
Señor como un hombre sobre la tierra supo usar muy bien la
llave de la oración y se negó a Sí mismo a fin de procurar la
voluntad de Dios, ¿cómo podemos nosotros pronunciar
negligentemente unas cuantas palabras en oración y pensar
que ya podemos discernir la voluntad de Dios?

LA ORACION DE LA MUJER CANANEA


(MATEO 15:22-28; MARCOS 7:24-30)

Cuando la mujer cananea estaba angustiada y en necesidad,


clamó: ¡Ten misericordia de mí, Señor, Hijo de David! (Mt.
15:22). ¿Fue sincera su oración? Ciertamente lo fue. Pero es
sorprendente que el Señor no le respondió palabra (v. 23).
Los discípulos parecen haber sentido lástima de ella, porque
hablaron en favor de ella: Despídela, porque viene gritando
detrás de nosotros (v. 23). Pero el Señor les respondió: No he
sido enviado sino a las ovejas perdidas de la casa de Israel
(v. 24). La respuesta del Señor le dio a la mujer la llave para
acercarse. Ella vio que el Hijo de David solamente se
relacionaba con la casa de Israel, no con los gentiles. Así que
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ella vino y le adoró, diciendo: ¡Señor, socórreme! (v. 25). Ella


lo llamó Señor , y no Hijo de David . Ella comprendió que sólo
los Hijos de Israel tenían derecho a usar este título; así que
ella abandonó la base equivocada sobre la cual estaba, y
dirigió su oración refiriéndose a El como Señor . Esta oración
provocó Su respuesta: No está bien tomar del pan de los
hijos, y echarlo a los perrillos (v. 26). Aparentemente Su
respuesta fue muy fría; era como si el Señor la estuviera
rechazando y humillando. En realidad, El estaba tratándole
de mostrar dónde se hallaba ella para que finalmente pudiera
conocer el significado de la gracia. La mujer vio su posición;
ella pudo ver al Señor y también Su gracia y, aferrándose de
la llave de la oración, dijo: Sí, Señor; también los perrillos
comen de las migajas que caen de la mesa de sus amos (v.
27). Esto hizo que el Señor la elogiara, diciéndole: ¡Oh, mujer,
grande es tu fe! (v. 28). Ella había encontrado la clave de la
oración, y espontáneamente expresó fe. En Marcos 7 el
Señor dijo: Por esta palabra, ve; el demonio ha salido de tu
hija (v. 29). La oración obtuvo respuesta por esta palabra . Su
palabra tocó la llave de la oración. Debemos aprender de
este caso. Aunque oramos con frecuencia, nuestras
oraciones se pierden como una piedra que se lanza al
océano; desaparece sin ninguna respuesta de parte de Dios.
No hemos hallado la llave correcta para abrir la puerta; sin
embargo, tampoco tratamos de descubrir la razón por la cual
Dios no responde nuestra oración. Hermanos y hermanas,
¿cómo podemos esperar que Dios responda unas oraciones
tan insensatas? En todas nuestras oraciones debemos

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primero encontrar la llave; solamente cuando hagamos esto


podremos esperar obtener respuestas de Dios.
Una vez examinados estos casos relacionados con la
oración, tengamos en mente que a medida que oramos,
debemos prestar atención a la voz interior y aprender a no
ser gobernados por las circunstancias, los pensamientos ni
los afectos. Cuando escuchemos esa suave y tierna voz
interior que nos dice que oremos, cuando en lo profundo de
nuestro ser tenemos el sentir de que debemos orar, entonces
debemos hacerlo de inmediato. Las circunstancias sólo
deben ser un medio que nos lleve a la presencia de Dios para
allí esperar en El; ellas no deben regir nuestra vida, y no
debemos permitir que ellas nos impidan orar. Nuestra mente
sólo debe servir para organizar nuestro sentir interior, el cual
debe ser expresado en palabras; ella no debe ser donde se
origine nuestra oración. La oración es la expresión del sentir
interior que pasa por la mente, aunque no se inicia allí. La
oración conforme a la voluntad de Dios es solamente posible
cuando estamos en armonía con Su voluntad. No es el
ejercicio de forzar a Dios a que complazca las emociones de
los hombres. Si nuestras emociones no son disciplinadas, no
podremos orar, ya que nuestras oraciones no podrán hallar
salida. Cada vez que estemos bajo el control de nuestras
emociones, oraremos de una manera natural, según nuestros
propios deseos, y nos será muy difícil orar conforme a la guía
interior. Por lo tanto, debemos tocar la llave de la oración.
Cada vez que nos encontramos orando de manera ineficaz e
infructuosa, debemos primero pedirle al Señor que nos dé Su
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luz y procurar descubrir cuál es la causa de que no hallemos


respuesta. Al consultar con el Señor, llegaremos al punto en
que sentiremos que hemos obtenido algo, que en nuestro
interior algo se activa, y escucharemos una suave y tierna
voz que desde nuestro interior nos dice: ¡Eso es! Cuando
esto suceda, habremos encontrado la llave de la oración. A
medida que usamos la llave para continuar orando, podemos
tener la certeza de que Dios responderá nuestra oración.
En Isaías 62:6 dice: Sobre tus muros, oh Jerusalén, he
puesto guardas; todo el día y toda la noche no callarán jamás
. Estos guardas son hombres de oración. Ellos tienen que
vigilar permanentemente a fin de ver si algo sucede, y deben
gritar cuando algo ocurra. Un hombre de oración debe
recordarle los asuntos al Señor continuamente. Esta no es
tarea de un individuo ni de unos cuantos; es necesario que
un grupo considerable de hombres ore de esta forma. Todo el
día y toda la noche no callarán jamás . Esta son compañías
que velan continuamente; juntos descubren algo, y juntos
oran sin cesar a Dios hasta que restablezca a Jerusalén, y la
ponga por alabanza en la tierra (v. 7). Debemos perseverar
en oración hasta que el Cuerpo de Cristo sea edificado. Dios
necesita nuestras oraciones. El quiere que tengamos un
espíritu de oración, un ambiente de oración y la llave de la
oración. Hermanos y hermanas, levantémonos de nuestra
condición y aprendamos a orar. Busquemos la llave de la
oración para que podamos satisfacer la necesidad de Dios
hoy.

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UNA COMISION ESPECÍFICA EN LA ORACION


Lectura bíblica: Jer. 33:2-3; 1 Ts. 5:19
UNO
Todo hijo de Dios debe de tener una comisión de orar por
algo específico. Ningún hijo de Dios puede decir que nunca la
haya recibido. No obstante, sólo la podemos recibir cuando
nuestro espíritu está abierto a El. La condición que
necesitamos para recibir este encargo es un espíritu abierto a
Dios. Una vez que hayamos recibido esta comisión, debemos
llevarla a cabo fielmente por medio de la oración. Después de
haber cumplido con esta comisión específica, recibiremos
una segunda, y después una tercera y así sucesivamente.
Por lo tanto, lo más importante es tener un espíritu abierto a
Dios. Debemos decirle: Abro mi ser ante Ti para orar . A
causa de nuestra infidelidad, rara vez recibimos este sentir.
Por lo tanto, si queremos colaborar con Dios, debemos
permanecer sensibles y no rechazar ningún sentir que
provenga de El. Si sentimos que debemos orar por algo,
debemos hacerlo inmediatamente. Al principio el deseo de
orar no es muy intenso, pero irá cobrando fuerza a medida
que avancemos. Si apagamos el Espíritu y no damos libertad
a este sentir por medio de la oración, se desvanecerá, y sólo
lo podremos recobrar confesando nuestro pecado y
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obedeciendo fielmente a partir de ese instante a todo sentir


que Dios nos ponga. Debemos orar tan pronto como seamos
inducidos a hacerlo. Si respondemos fielmente al sentir que
tenemos, Dios nos continuará dando comisiones específicas
en la oración. La única razón por la cual no recibimos una
comisión específica es no haber cumplido la anterior, y por no
haberlo hecho, quedamos aprisionados bajo su peso. Si
llevamos a cabo la primera comisión de orar, recibiremos
otra. Quizás al principio este sentir sea casi imperceptible,
pero debemos obedecerlo. Si somos fieles al Señor en esto,
Dios continuará poniendo en nosotros el deseo de orar por
algo específico. Hermanos y hermanas, si deseamos ser
útiles para Dios, debemos recuperar ese sentir de orar que
hemos perdido.
Esta comisión de orar por algo específico se relaciona
directamente con la obra del Señor. Por lo tanto, debemos
procurar hacer la voluntad de Dios en todo y esperar que El
nos comunique el deseo que tiene en Su obra. Este deseo
de orar por algo específico manifiesta la voluntad de Dios. El
sentir que recibimos es el medio por el cual Dios manifiesta
Su voluntad, y también es la voluntad misma de Dios.
Por ejemplo, puede ser que Dios le ponga el sentir definido
de predicar el evangelio. Si usted obedece y actúa según la
voluntad de Dios, cuanto más predique, más satisfará ese
sentir. Tal vez sienta un peso al principio, pero cuanto más
predique, más liviano se le hará. Sin embargo, si usted no
descarga ese peso, éste aprisionará su espíritu, y sentirá que

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aumenta con el tiempo. Con el tiempo, usted se volverá


insensible y no volverá a percibir nada. La vida interior
comenzará a desvanecerse; sentirá como si hubiese una
barrera entre usted y Dios (no significa que pierda su
salvación eterna, ni que se condene; simplemente significa
que usted sentirá como si su vida hubiese dejado de
moverse), como si ya no pudiera tener contacto con el Señor,
y como si el peso lo hubiera aprisionado. La obra espiritual en
su totalidad proviene de un sentir. Si uno trata de laborar sin
tener un sentir definido, la obra que haga no tendrá ningún
resultado. Pero si labora de acuerdo con el sentir que recibe,
todo su ser será más libre a medida que avanza. Tal vez
inicialmente usted sienta un peso, pero a medida que ora, el
peso se aliviana y usted se siente satisfecho. El valor de su
obra depende del sentir que haya recibido con relación a ella.
Sin este sentir definido, su labor no tendrá ningún valor
espiritual. Cada vez que usted actúe conforme a un sentir
definido, se sentirá reconfortado y será edificado. A medida
que presenta su oración, usted es edificado. Sin esta
comisión específica en la oración, usted sentirá que está
laborando en vano e incluso sentirá desaprobación a medida
que avanza. En toda obra espiritual, debe esperar primero
hasta recibir una carga de parte de Dios y proponerse luego a
descargarla conscientemente.

DOS

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Esto no implica que constantemente tengamos que examinar


nuestro interior para descubrir si tenemos un sentir. Entre los
hijos de Dios, no hay nada más dañino que encerrarse en sí
mismo. Es muy peligroso desviar nuestra mirada hacia
nuestro interior. Esto puede ser más grave que el pecado. El
pecado se puede reconocer rápidamente, pero no sucede lo
mismo cuando uno se mete en sí mismo. Una enfermedad
que no se siente es siempre mucho más grave y dañina que
un mal obvio. Si le preguntaran si es correcto ser orgulloso o
tener envidia, inmediatamente respondería que no. Estos
defectos son evidentes. Pero usted puede estar encerrado en
sí mismo veinte veces en un sólo día sin tener la sensación
de haber hecho nada malo. Si pelea, inmediatamente se
percata de que ha hecho algo malo y puede identificar su
problema. Pero puede meterse en sí mismo sin tener la
menor idea de lo maligno que es eso. Mirar nuestro interior
perjudica mucho la vida cristiana. Muchos cristianos se
mantienen encerrados en sí mismos y llevan una vida de
falsa espiritualidad. Antes de actuar se detienen y preguntan:
¿Es esto un peso que se me haya dado? ¿Es de Dios este
sentir que tengo? ¿He recibido este encargo? ¿Cuál es la
comisión por la que tengo que orar? Si un hombre se hace
continuamente estas preguntas, no sabe lo que es la
comisión específica en la oración.
Supongamos que alguien le pide que lo ayude a llevar una
mesa de un cuarto otro. Mientras lo hace, ¿acaso se
pregunta si eso es una carga? ¿Diría acaso que no es una
carga porque la mesa es muy liviana, pero que lo sería si
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LA LLAVE DE LA ORACIÓN. WATCHMAN NEE

fuese más pesada? No. Siempre que uno sienta el peso de


algo, ésa es una carga. Recuerde que una carga es algo que
usted conoce, no algo que tenga que descubrir. Si tiene el
deseo de orar por algo específico, lo sabe. Es erróneo mirar
hacia el interior de uno para ver si tiene el sentir o no. La
comisión específica de orar es algo de lo que uno es
consciente, no algo que se busca. Es de suma importancia
reconocer este hecho. No se obtiene ningún beneficio de la
reflexión. El mayor daño que un cristiano puede sufrir viene
de meterse en sí mismo, pues esto lo engaña. No es
necesario buscar constantemente este sentir. Si siente que
debe predicarle el evangelio a alguien y se detiene para
preguntarse si ha recibido esta comisión, la oportunidad
desaparecerá. Hermanos y hermanas, no nos ayuda rebuscar
en nosotros mismos. Es fácil percibir si uno tiene la comisión
de orar. No necesita escudriñar tratando de hallar este sentir.
Si tiene que mirar dentro de sí para encontrar un sentir, es
que no tiene ninguno. No es necesario pedir nada. Si tiene
ese sentir dentro de usted, inmediatamente lo sabrá. Si algo
pesa sobre usted, eso es una comisión para orar.
Si uno siente un peso interior, aquello es una comisión
específica por la cual orar, y si responde a ella, se sentirá
aliviado. Entonces quedará libre para que Dios le dé otra, y
será edificado en el proceso. La obra de Dios se lleva acabo
de esta forma. El ministerio de oración se lleva a cabo de la
misma manera. La oración y la obra son inseparables. Sin
oración no puede haber ninguna labor. Por lo tanto, uno debe
aprender a aceptar esta comisión y cumplirla por medio de la
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LA LLAVE DE LA ORACIÓN. WATCHMAN NEE

oración. Puede ser que el Señor ponga en usted cierto


asunto y le haga sentir el deseo de orar. Si usted ora, la
carga será aliviada y usted se sentirá reconfortado. Pero si no
lo hace, sentirá que el peso de esa carga lo agobia. Si no ora
hoy, ni mañana ni el día siguiente, se sentirá perturbado cada
vez que piense en ello, y este sentir se volverá cada vez más
pesado por no haber hecho lo que debía. Después de
ponerla una o dos veces de lado, terminará por no sentirla
más. Si en repetidas ocasiones usted actúa en contra de su
sentir, llegará al punto en que no lo sentirá. Perderá el
contacto con Dios y no podrá tener comunión con El. Se
levantará una barrera entre usted y Dios por no haber sido fiel
a la comisión dada y no haber actuado según la dirección de
Dios. Toda obra debe ser conducida por una comisión
específica de oración, sea que la obra se dirija a Dios o a los
hombres. Cuando uno tenga una comisión de orar, debe
actuar conforme a ella. De no hacerlo, se sentirá muerto por
haber hecho caso omiso de la voluntad de Dios. Este sentir
en la oración es un requisito necesario en la obra de Dios.
Una vez que usted tenga una comisión específica en la
oración, tendrá que actuar conforme a ella.

TRES
Aunque es posible que el sentir que tengamos sea de Dios y
que nuestro deseo de orar sea la voluntad de Dios, también
puede ser que nuestro conocimiento gobierne este sentir,
principalmente en su etapa inicial, aunque hay excepciones.
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LA LLAVE DE LA ORACIÓN. WATCHMAN NEE

Por ejemplo, Dios puede recordarnos ciertas cosas y


pedirnos que oremos por ellas. Es posible que a la media
noche nos despierte para que nos levantemos a orar por un
hermano que vive en un sitio lejano. Estas cosas no son muy
comunes, pues Dios no hace esto muy frecuentemente. A
veces El tiene que buscar a otra persona de muy lejos, al no
poder encontrar a alguien cerca; no obstante, éstas son
excepciones. En condiciones normales, Dios dirige a los
hombres según lo que sepan. Es por esto que decimos que el
conocimiento gobierna la comisión específica en la oración
en su etapa inicial. Después de que uno tiene el
conocimiento, no necesariamente tiene este sentir. Quizás
conozcamos la condición de todo lo relacionado con ciertos
hermanos y hermanas, y aun así, no tengamos ningún sentir
con relación a ellos ni nos sintamos conmovidos en nuestro
interior. Aunque tenemos el conocimiento, no deseamos orar
por ello. Por lo tanto, la comisión específica en la oración no
viene primordialmente del conocimiento; sin embargo, éste
gobierna nuestro sentir al comienzo. Por ejemplo, Dios puede
darle a uno el conocimiento de ciertos asuntos y el deseo de
orar y de ayudar en la situación. Es así como recibe uno la
comisión. Se puede formar este sentir al principio a través del
conocimiento. Inclusive la mayor parte de dicha comisión
parte del conocimiento. No es común que Dios inicie este
sentir sin que se tenga algún tipo de conocimiento al
respecto. No obstante, puede haber excepciones. A veces
Dios puede darle a uno el deseo de orar por cierto hermano

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LA LLAVE DE LA ORACIÓN. WATCHMAN NEE

que posiblemente esté enfermo o en dificultades de lo cual


uno no esté informado.
Sin embargo, Dios le pone un sentir definido en su interior de
orar por él. Quizás después de unas semanas o unos meses,
reciba una carta de él, en la que se entere de que él se
hallaba enfermo y en dificultades. Hay casos como éstos,
pero no son comunes. Esto puede suceder, pero es
esporádico. Por lo general, este sentir de orar se inicia a
partir del conocimiento. Sin embargo, esto no significa que el
conocimiento por sí solo equivalga a un sentir.

CUATRO
Puesto que la oración es un ministerio cristiano importante,
surge una pregunta: cuando haya un sentir intenso de orar,
¿debemos expresarlo en palabras, o debemos guardar
silencio? ¿Podemos simplemente llevar nuestro sentir
silenciosamente ante Dios?
Creemos que si Dios nos da un sentir definido, El quiere que
lo expresemos con palabras. Si sólo tenemos unas cuantas
palabras dispersas, debemos usarlas. Este sentir definido es
expresado únicamente con palabras. Si permanecemos
callados delante de Dios, el deseo de orar no se irá, sino que
se volverá cada vez más intenso. Es sorprendente el valor
que tienen nuestras palabras en la esfera espiritual. Dios
toma en cuenta no sólo lo que creemos, sino también lo que
decimos. El presta atención no sólo a las intenciones de

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LA LLAVE DE LA ORACIÓN. WATCHMAN NEE

nuestro corazón, sino también de las palabras de nuestra


boca. Nuestro Dios dijo a la mujer cananea: Por esta palabra,
ve; el demonio ha salido de tu hija (Mr. 7:29).
Las pocas palabras que pronunció la mujer cananea hizo que
el Señor obrara. Puede ser que hagamos una petición en
nuestro corazón, pero tiene más efecto si la expresamos con
palabras. Parece como si Dios nos pidiera que expresáramos
lo que tenemos en el corazón. La oración del Señor en el
huerto de Getsemaní fue crucial, y fue una oración hecha con
gran clamor (He. 5:7). No queremos decir que solamente
debemos hacer oraciones en voz alta. A veces no es
necesario que oremos audiblemente. Pero si tenemos un
peso en nuestro interior, el peso que sentimos y la expresión
exterior deben concordar. Si el sentir que tenemos dentro no
es fuerte, las oraciones en voz alta no son más que ruido.
Pero si el sentir en nuestro interior pesa, debe ser expresado
con sonidos audibles. Si no podemos orar en voz alta en
nuestra casa, entonces debemos encontrar un lugar donde
podamos expresar nuestro sentir como el Señor lo hizo. A
veces El se retiraba a un lugar desierto (Mr. 1:35) y en otras
ocasiones, se iba a un monte (Lc. 6:12). Si no podemos ir al
desierto ni al monte, de todos modos debemos orar
audiblemente, aunque sea en voz baja. Lo importante es que
nuestras oraciones sean expresadas verbalmente. Si nuestro
sentir de orar es lo suficientemente fuerte, encontraremos un
lugar adecuado para hacerlo. Dios desea que articulemos
nuestro sentir con palabras. Si no lo hacemos, este sentir
permanecerá en nosotros. Algunos dicen erróneamente que

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LA LLAVE DE LA ORACIÓN. WATCHMAN NEE

oran en silencio y que no importa mucho si esta comisión


específica en la oración es cumplida o no. Si un hombre no
ha terminado la obra que tiene en sus manos, no puede
proseguir a la siguiente. De la misma forma, si nuestro deseo
de orar no es aliviado, Dios no puede darnos otro. Tenemos
que responder a nuestro sentir con nuestras palabras para
que Dios pueda darnos otro sentir.
Muy frecuentemente, nuestra dificultad radica en que aunque
estamos conscientes de tener una carga por la cual orar, no
sabemos cómo presentarla cuando nos arrodillamos.
Sabemos que tenemos un peso dentro de nosotros, pero no
sabemos que decir. Necesitamos darnos cuenta de que
nuestro sentir está en el espíritu, mientras que la
comprensión de este sentir está en la mente. Cuando
nuestro espíritu toca nuestra mente, entendemos el sentir
que tenemos en el espíritu. Cuando nuestro espíritu y
nuestra mente entran en contacto, ambos llegan a tener
claridad. Algunas personas sienten un peso, pero no saben
qué es. Esto se debe a que su espíritu aún no ha tocado su
mente. Por consiguiente, cuando su espíritu tiene un sentir,
su mente no lo comprende. ¿Cómo se puede establecer
contacto entre el espíritu y la mente? De una forma muy
sencilla. Si usted desea encontrar algo, ¿qué hace para
hallarlo? Si el objeto está en el occidente, ¿cómo podría
encontrarlo yendo hacia el oriente a buscarlo? Tendría que
darle la vuelta al mundo para hallarlo. Puede ser que el
objeto esté a un kilómetro de distancia, pero usted habría
tenido que caminar alrededor de la tierra para encontrarlo.
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LA LLAVE DE LA ORACIÓN. WATCHMAN NEE

Usted debe tomar como centro el punto donde esté y


comenzar a buscar desde ahí moviéndose gradualmente del
centro a la circunferencia, expandiendo el círculo a medida
que avanza. De esta forma, abarcará todas las direcciones.
Esta es la mejor manera de buscar las cosas. Cuando su
espíritu pierde el contacto con la mente, usted debe hacer lo
mismo. Cuando se arrodille para orar, no se aferre
tenazmente a una cosa. Esto sería caminar en una sola
dirección, y así no encontraría fácilmente lo que busca. Ore
por muchas cosas y en muchas direcciones. Después de
proferir unas cuantas frases, puede percibir que aquello no es
el asunto por el cual debe orar; entonces debe dejarlo y
tomar otro asunto. Quizás tenga que cambiar dos, tres o
cuatro veces de enfoque. Puede ser que después del
segundo asunto, llegue a tener claridad, o tal vez tenga que
mencionar cinco o seis cosas antes de sentir que ha tocado
algo que concuerde con su sentir; pero una vez que ore por
esto, su mente y su espíritu se unirán. Usted debe entonces
orar específicamente por ese asunto a fin de aliviar su carga.
Una vez que ore de esta forma, se sentirá aliviado, y cuando
haya respondido a su primer sentir, estará listo para recibir
otro de parte de Dios.

CINCO
Muchos cristianos no pueden ser usados por Dios en el
ministerio de la oración porque están sobrecargados. Nunca

22
LA LLAVE DE LA ORACIÓN. WATCHMAN NEE

han llevado a cabo ninguna comisión específica en la


oración. Dios les da la comisión de orar y puede ser que la
reconozcan; e incluso quizás su mente y su espíritu estén
conectados, y aún así no oran; dejan que este sentir se
vuelva cada vez más pesado hasta que llegan a sentirse tan
abrumados por su peso, que no pueden soportarlo más.
Entonces el sentir de orar se va. Hermanos y hermanas, la
obra de Dios se obstaculiza seriamente si no tenemos un
espíritu libre para servir como instrumentos útiles. Si
necesitamos que alguien nos ayude a hacer cierta tarea, pero
lo vemos con las manos demasiado ocupadas, sería inútil
que buscáramos su colaboración. De la misma forma, si
estamos sobrecargados, ¿cómo puede Dios encomendarnos
algo más a nosotros? Es por esto que debemos responder a
ese sentir; eso nos hará libres, y Dios podrá darnos más. Si
no llevamos a cabo esta comisión, no podremos llevar a cabo
un ministerio de oración delante del Señor. El ministerio de
oración requiere un espíritu libre. Si tenemos un sentir en
nuestro espíritu y no oramos por él, no podremos pasar a orar
por otro. Si tenemos el deseo de orar, pero no somos fieles
en esto ni en tomar el ministerio de oración delante del Señor,
sentiremos una carga pesada el primer día, más pesada el
segundo y aún más pesada el tercero. Después de varios
días, el sentir gradualmente se desvanecerá, y también la
fuerza para orar. Si tenemos este sentir y no oramos, a la
larga, esto nos costará nuestro ministerio de oración. Por lo
tanto, debemos dedicar tiempo para cumplir con nuestro
ministerio de oración. La mejor manera de orar es hacerlo

23
LA LLAVE DE LA ORACIÓN. WATCHMAN NEE

con dos o más personas; esto nos salvará del individualismo.


Muchos no han aprendido a orar con otros. Al orar en
compañía, no sólo debemos orar, sino también escuchar. Si
aprendemos a orar de este modo, la oración en espiral de la
que hemos hablado, es decir, la que se extiende del centro
hacia la circunferencia, será eficaz. Por medio de la oración,
podemos expresar el sentir que Dios nos ha dado. La oración
libera nuestro espíritu y nuestro ser y permite que Dios
continuamente nos encomiende un nuevo sentir. Hoy día,
Dios necesita la cooperación de Su iglesia en la tierra y
nuestra cooperación por medio de la oración. Espero que
podamos cumplir Su voluntad

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