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En general, en la antigüedad, tanto romanos como griegos, tuvieron una actitud relajada hacia el

concepto de suicidio.

Sin embargo, algunos pensadores griegos antiguos estaban en contra de este acto, creyendo que
había sólo un número finito de almas para uso en el mundo, y que la salida repentina e inesperada
de un alma trastornaba un delicado equilibrio, también se pensaba que al suicidarse se robaba
servicio y que el cuerpo humano era propiedad de los dioses, por lo que hacerse daño era una
ofensa directa contra la ley divina.

En Roma, el suicidio nunca fue una ofensa general a la ley, pero los que deseaban hacerlo tenían
que aplicar su acto al Senado, y si sus razones eran suficientes, se los dejaba libres de culpa. Era
específicamente prohibido en tres casos: aquellos acusados de delitos capitales, soldados y
esclavos. La razón para cualquiera de los tres era la misma: Era antieconómico el morir para estas
personas.

En la Edad Media se crearon sentimientos personales que comprendían mayor apego a la vida, se
tomaba a la muerte con un sentimiento de fracaso y horror. La iglesia cristiana excluía a las
personas que intentaban suicidarse y a quienes se suicidaban, por lo que eran enterrados fuera de
los cementerios consagrados.

Las actitudes hacia el suicidio empezaron a cambiar durante el renacimiento, donde se tomaban
castigos hacia los suicidados y se les decía que irían al infierno.

En épocas de guerra (primera guerra mundial) el suicidio se tomaba como un atajo después de una
batalla y derrota. Se usaba para que los sobrevivientes eviten torturas y esclavismos.

En el siglo XIX (1801-1900) y el siglo XX (1901-2000) se empezó a reflexionar la tolerancia y


descriminalización del suicidio, este, dejo de ser visto como un pecado y cada vez se fue
relacionando más con aspectos sociales y psicológicos.

Se inicio el tratamiento médico al suicidio ya que se atribuye a un trastorno mental o a una crisis
afectiva.

En la actualidad, el suicidio se encuentra aparejado a la salud mental, planteado como un


problema serio y dramático de la salud pública en la mayoría de los países. La verdad es que
aunque profesionales intentan entender lo que sucede, lo cierto es que el número de intentos y de
suicidios aumenta en la mayoría de los países a ritmo alarmante

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