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MANIFIESTO DEL HÉROE CAMPBELIANO

1
¿Por qué hay nada en lugar de algo? Así reza el epitafio de un Dios antes conocido. Pero es
una pregunta que incita al recogimiento, a una nueva esperanza. Su contrincante dialectico, es
decir: ¿Por qué hay algo en lugar de nada? hoy nos ha dejado, y fue a parar al lugar en donde
se esconden las preguntas sin sentido: preguntas que aguardan pacientemente ser olvidadas.
¿Es que la práctica nihilista tiene tan buen espíritu; que acoge en su seno vacío al peregrino
deseoso de reposo; al ambicioso Arquímedes falto de un lugar de apoyo?
El Hombre ha vislumbrado el fuego fatuo de Prometeo y no le halló más utilidad que el de
quemar templos. El hombre ha mordido todos los frutos del árbol prohibido esperando que
alguno le sea substancioso. Y luego de hacerse zapatos con la piel de la embustera se salió del
Edén por encontrarlo demasiado lento para su gusto.
El Hombre ha descubierto vacío su altar favorito y por ello dejado paralítico a la Narración, al
buen Argumento. Han despreciado a la teología y teleología por considerarlas demasiado
habladoras, pero han optado por acariciar la cola de la más ruidosa de las bestias.
Pero nosotros no somos esos Hombres (casados de sí mismos: tristes, resentidos y
melancólicos autómatas). Somos nosotros peregrinos de nuestra travesía, guerreros de nuestra
propia batalla. Nosotros inventamos nuestro propio verbo. Nosotros somos.

2
Dichosos son los hijos del pasado, pues viven con dos temporalidades un solo tiempo. Sus
pies le son pesados por los callos de dos milenios de recorrido. Su lenguaje es de epitafio; su
espíritu, de piedra. No teme la estrechez del mundo pues su justicia y su mérito yace con los
muertos.
Preguntan por qué sangran nuestras manos. Llevamos pues el cinturón bien puesto en la peor
de las bestias. La vulgar y escandalosa perra ensucia siempre el camino por el que transita, no
tiene idea nunca de a dónde va y, no tiene más propósito que el de seguir avanzando.
Tal vez no seamos dueños de nuestra época, pero, nosotros, renacentistas, somos dueños de
nuestras heridas, señores de nuestros sufrimientos. La perra modernidad no elige la manera
de nuestro martirio, ni la índole de nuestras motivaciones. Quien sea hijo de su época, no es
héroe de su tiempo, solo un simple traductor, un repetidor, un payaso. Así que, sea dicho de
una vez por todas: somos dueños de nuestra época.

3
Las estrellas de las Pléyades nos iluminan con la luz del pasado. ¿Es que mirar al cielo nos
devuelve a él?, ¿es que alzar la frente con altanería es lanzar una mirada con nostalgia?
Nosotros nos sentimos atraídos hacia un pasado intermitente, de beligerancia infinita, de
riqueza inagotable.
Somos historiadores, escarbadores, conservadores. Seremos la esfinge de todo espíritu
superior que quiera avanzar hacia atrás, que desee atravesar el umbral de lo desconocido, de
lo totalmente distinto.

4
A donde echen a andar nuestros ojos no hay más que la expresión tardía de casi cualquier
cosa. ¿Es por ventura que vemos a la filosofía desde sus comienzos hasta su final? Contemplar
el arte desde su formación hasta su decadencia ¿nos hace afortunados? Ya no es la ciencia, el
ser, la cosa en sí, el bien, el mal, Dios ningún misterio para el “moderno”. Han penetrado el
vacío desde distintos ángulos. Han cartografiado cada rincón del tupido cerebro. Han
descorrido el velo del espíritu y descifrado sus raros entrecruzamientos. Han visto hacia arriba
y desintegrado el enigma de los objetos grandes, como también hacia abajo y abierto el corazón
de los seres ínfimamente pequeños.
Es la vejes lo que nos obliga a hablar de esta manera: con la locura de quien está de vuelta por
enésima vez. Con la embriaguez de quien ha andado en las aguas más profundas. El filósofo
sabe muy bien de lo que estoy hablando.

5
Somos la más vieja de las contradicciones: el corazón orgulloso que presta obediencia a la voz
de la autoridad, el espíritu libre que se ajusta a un reglamento.

REGLAMENTO
Promulgado el día 31 de octubre del año
2022. El día de nuestra llamada a la
aventura.

Regla número uno:


Regla número dos:
Regla número tres:
Regla número cuatro:
Regla número cinco:
Regla número seis:

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