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El viejo profesor

José Adrián Castelo Martı́nez

Resumen
Hace años, un viejo profesor de fı́sica de instituto llamó a su despacho a Eduardo, un alumno
desmotivado. Conforme se desarrolló la conversación, al profesor se le ocurrió una idea para
motivar a su alumno: le habları́a acerca de agujeros negros. Esto fue lo que le contó.

–¿Sı́?— se oyó tras la puerta. vitacional de una cierta masa que te atrae, por
– Soy yo, profesor– contestó una tı́mida voz. ejemplo un planeta. Si partes de la superficie, se
– Pasa, pasa. encuentra que el cuadrado de esta velocidad es
El chico pasó al despacho de su profesor de dos veces la constante de la gravitación univer-
fı́sica. Frente a él tenı́a a un hombre de sesenta sal, por la masa del planeta entre su radio— dijo,
y tantos, con una calva incipiente y una sonrisa y garabateó rápidamente la siguiente expresión
cansada. Aun ası́, su cara transmitı́a confianza, sobre un papel:
inspiraba. . . tranquilidad.
2GM
– Siéntate, Eduardo. Y relájate, no te he lla- v2 =
mado para echarte ninguna charla. R
– Me deja usted más tranquilo, señor. –Mi pregunta es—continuó el profesor—, ¿qué
– Tutéame, por favor. Te he llamado para que crees que ocurrirı́a si en esa expresión pongo co-
hablemos acerca de tu falta de interés estos últi- mo velocidad la velocidad de la luz?
mos meses. Siempre has sido un buen estudiante. – Pues. . . —dijo, y se permitió unos segundos
¿Ocurre algo? Puedes contármelo si lo deseas. para pensar—, si no recuerdo mal, la velocidad
– No, no ocurre nada grave. Es que. . .— titu- de la luz es la velocidad más alta en el universo.
beó el chico—, es que no siento que el instituto Si algo tiene masa, ni siquiera puede alcanzarla.
me sirva para nada. No soy capaz siquiera de –¡Exacto!— exclamó el profesor, contento de
prestar atención en clase. Solo en su.. perdón, tu que el estudiante fuera por donde él esperaba.—
clase—añadió rápidamente, sacando una sonrisa ¿Y qué más podrı́amos concluir? ¿Qué le ocu-
al viejo profesor. rrirı́a a la luz que esa estrella emitiese?
–Ya, claro. . . en la mı́a sobre todo, ¿no?— bro- – ¿Que llegarı́a sin velocidad al infinito?— vol-
meó, y observó que Eduardo se relajaba. vió a afirmar y responder a la vez el chico.
Mientras, el profesor vio como su estudiante, – Pues, de hecho, sı́, algo ası́. A la luz le cues-
tal vez inquieto, tal vez curioso, miraba a todas ta tanto escapar de esa gravedad tan fuerte, que
partes por el despacho. Estanterı́as repletas de deja toda su energı́a en intentar salir. Pero la luz
libros, más papeles sobre la mesa de los que el no se puede frenar ni un poquito, lo que ocurre
profesor reconocerı́a. . . y sobresaliendo, un gran es que su longitud de onda se estira y se estira—
libro muy desgastado, tan o más grande que un dijo, y acompañó la explicación con un gesto ha-
viejo listı́n telefónico. La mirada del chico estaba ciendo como que estiraba una tira de goma—
puesta sobre él. En el lomo se leı́a “Gravitation”. hasta que se hace invisible a nuestros ojos. Final-
Una idea acudió a la mente del profesor. mente ningún aparato podrı́a detectarla. Y cual-
– Bueno, aunque no hayas estado muy pen- quier cosa a menor velocidad ni siquiera puede
diente en clase, ¿sabrı́as decirme qué es la velo- escapar. . . ¿Has leı́do alguna vez sobre algo que
cidad de escape? se comporte tan raro?
– ¿La velocidad que necesita un cuerpo para –¡Ah, claro!— contestó Eduardo.— ¡Hablamos
escapar de un planeta?— afirmó y preguntó a la sobre un agujero negro! ¿Pero eso no era algo pa-
vez Eduardo. ra viajar por el universo, que se usa en pelı́culas
– Técnicamente, es la velocidad necesaria pa- de ciencia ficción?
ra llegar al infinito en reposo, sin velocidad al- – Bueno, pero las pelı́culas, pelı́culas son —rió
guna. Aunque llanamente sı́, es más o menos la el profesor,— y pocas hacen honor a la realidad.
velocidad necesaria para escapar del tirón gra- En fı́sica, cuando hablamos de un agujero negro

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hablamos de una región del espacio de la cual ni – Luego alguien desde fuera no ve que nada
la luz puede escapar, y por tanto nada dentro de caiga al agujero negro, sino que ve a las cosas que
ella te puede influir. Aunque lo que te he conta- caen frenarse más y más (su tiempo se ralentiza),
do es la versión primitiva de agujero negro, que hasta prácticamente verlas quietas.
se le ocurrió a dos cientı́ficos, Michell y Laplace, – Pero entonces, ¿por qué los llamamos aguje-
hace casi doscientos años. Pero algo más de cien ros negros?
años después, un fı́sico brillante llamado Albert – De nuevo, una buena pregunta. Si todo se
Einstein dio una versión mejorada de la teorı́a de quedase quieto fuera y lo siguiéramos viendo, no
la gravedad que la que se enseña en el instituto: serı́an negros. Pero recuerda el segundo efecto:
la teorı́a de la relatividad general. Y resulta que la longitud de onda de la luz que emiten esos
una solución de las ecuaciones, ¡son los agujeros objetos que caen se estira cada vez más, hasta
negros! Es curioso que, aunque la teorı́a de la que nuestros ojos no son capaces de captarla,
gravedad de Newton no funciona en este contex- y finalmente ningún aparato de medida puede
to, resulta que si en la ecuación que te he escrito hacerlo.
antes cambias la velocidad del cuerpo v por la de El profesor se sabı́a con toda la atención de su
la luz, que se denota por la letra c, la expresión alumno, y decidió dar un último golpe de efecto:
resultante para R coincide con la que se obtie- – De hecho, Eduardo, cuando la gravedad es
ne con las ecuaciones que Einstein encontró, y se tan fuerte, hasta la trayectoria de la propia luz se
conoce como radio de Schwarzschild: curva. La esfera determinada por el radio de Sch-
2GM warzschild (denominada horizonte de sucesos) es
RS = en sı́ una esfera que contiene los rayos de luz que
c2
intentan salir del agujero negro, pero no pueden
que es el radio del agujero negro. y se van curvando. Este efecto ha sido compro-
Eduardo pareció animarse con el tema, y olvi- bado incluso con el Sol, y se pudo fotografiar
dando que hablaba con un profesor, dio rienda una estrella que quedaba justo detrás durante
suelta a su imaginación. un eclipse. Pero nuestra estrella tiene muy po-
– Pero profesor, la fórmula que me has en- ca masa en comparación: un agujero negro curva
señado es demasiado simple. Según ella, dado un tanto la luz, que incluso antes del horizonte de
objeto de cierta masa, ¿siempre puedo compri- sucesos hay una distancia que determina lo que
mirlo y formar un agujero negro de cierto radio? se llama “esfera de fotones”: en ella, la luz pue-
– Pues sı́. Aunque si echamos números, verás de orbitar al propio agujero negro. Si te situases
que es muy pequeño. Por ejemplo, pese a que allı́, la luz que diera en tu nuca podrı́a rebotar,
la tierra tiene mucha masa, necesitarı́as compri- dar la vuelta y llegar hasta tus ojos. ¡Verı́as tu
mirla hasta el tamaño de una mandarina para propia nuca!
formar un agujero negro, y al Sol necesitarı́as El profesor debió pensar que era demasiada in-
comprimirlo hasta el tamaño de una ciudad pe- formación en poco tiempo, y que quizá era mejor
queña— recitó de memoria el profesor. acabar ya la charla. Pero recordó una última cosa
Eduardo quedó alucinado. Al irse de allı́ in- que podrı́a ser interesante discutir.
cluso se dedicarı́a a calcular muchos radios de – Eduardo,— dijo— ¿recuerdas que en clase
posibles agujeros negros. Pero en ese momento hemos visto el modelo de Rutherford para el áto-
otra pregunta le vino a la cabeza: mo?
– Entonces profesor, ¿qué ve alguien fuera de – Sı́, el de los electrones orbitando al núcleo,
un agujero negro si deja caer algo en su interior? como si fuera un pequeño sistema solar.
– Esa es una muy buena pregunta,—dijo, orgu- – Muy bien. Recordarás que os he comentado
lloso de que se la hiciera.— Resulta que la grave- que éste modelo resultó muy bueno para expli-
dad no cambia sólo la longitud de onda de la luz, car el resultado del experimento que el mismo
sino que afecta al tiempo medido por los relojes. Rutherford llevó a cabo pero; y esto no os lo he
Cuanto más cerca estés de la fuente de gravedad, contado todavı́a, resulta que no es tan bueno. Un
tu reloj irá más lento que el de alguien que esté electrón orbitando el núcleo estarı́a acelerado;
más lejos. Eso no solo pasa en un agujero negro, pues la fuerza con que lo atrae el núcleo lo obliga
sino en cualquier campo gravitatorio. Esos efec- a desviarse continuamente de su trayectoria rec-
tos han de tenerse en cuenta por ejemplo en los tilı́nea, y ocurre que cuando una partı́cula carga-
satélites que usamos para nuestros GPS’s. da se somete a una aceleración radia energı́a en
El profesor esperó un tiempo prudencial para forma de ondas electromagnéticas. Pero confor-
que su alumno acomodara tantas nuevas ideas, y me el electrón pierda energı́a, orbitará cada vez
siguió: más cerca del núcleo, cayendo finalmente hacia él

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describiendo una espiral en el proceso. Ello harı́a al despacho. El viejo profesor rápidamente retiró
a la materia inestable, y en los próximos dı́as en los papeles y libros que habı́an desperdigados por
clase veremos como se solucionó este problema. su mesa, y le recriminó cariñosamente a su mujer
– Pero, ¿qué tiene que ver ésto con los agujeros que lo cuidara tanto. La mujer, con una sonrisa
negros? mal disimulada en la cara, le comentó:
– Ahı́ querı́a llegar, Eduardo. Al igual que las – Acabo de mirar el buzón, y habı́a una carta
partı́culas cargadas orbitando el núcleo radian, para ti.
cualesquiera dos objetos orbitando el uno respec- – ¿Para mı́?— contestó sorprendido.
to al otro en el espacio radian también, pero en Abrió la carta, y saco un montón de hojas en
este caso ondas gravitatorias, que viajarı́an por las que pudo entrever gráficas y ecuaciones. Ex-
el espacio a la velocidad a la luz. En tal proceso, trañado, leyó el tı́tulo: “Observation of Gravi-
los cuerpos irı́an perdiendo energı́a y por tan- tational Waves from a Binary Black Hole Mer-
to acercándose el uno al otro, hasta que al final ger ”. ¡Era un artı́culo sobre las recién descubier-
se fusionaran en un único agujero negro. Pues tas ondas gravitatorias! Siguió bajando, ojean-
bien: aun no se han detectado tales ondas, pero do las gráficas. La frecuencia de las ondas habı́a
se están diseñando ya experimentos que podrı́an ido aumentando conforme los agujeros negros se
ser capaces de detectarlas. aproximaban, y finalmente se habı́a radiado la
El viejo profesor decidió que ya era hora de energı́a correspondiente a tres masas solares en
dejar que el chico se fuera y digiriera toda la in- el proceso. Se podı́a comprobar además que el
formación que le habı́a dado. Él sabı́a que no era área del agujero negro final era mayor que la su-
importante que la entendiera, pero esperaba que ma de las áreas de los iniciales, como el teorema
le motivara a ir con más ganas a clase viendo de Hawking de las áreas requerı́a. Casi sin dar-
todo lo que se podı́a aprender. Cuando Eduar- se cuenta, el ya retirado profesor llegó al final
do dejó el despacho, el profesor se reclinó en su del artı́culo. Para su sorpresa, el artı́culo acaba-
asiento y soltó un suspiro; tal vez nostálgico, y ba con una lista de casi tres páginas con todas
una sonrisa de quien queda contento con el tra- las personas que habı́an participado en el expe-
bajo bien hecho. rimento que las habı́a detectado. Al llegar a la
———————————————————– tercera, vio un nombre rodeado: E. J. Sánchez.
Catorce años después, el profesor era ya un Al terminar toda la retahı́la de nombres, al final
hombre mayor, demasiado mayor para seguir del artı́culo, pudo leer la siguiente frase manus-
dando clase. Rodeado de sus viejos libros de fı́si- crita: “Gracias, profesor. Si no fuera por usted;
ca en el despacho de su casa, pasaba las tardes perdón, por ti, no estarı́a donde hoy estoy. De
ojeando alguno, y lamentando no haber podido verdad, gracias.”
hacer más de lo que hizo en su época de estu- Finalmente, pensó el viejo profesor, todos esos
diante, habiendo acabado de profesor de institu- años enseñando fı́sica e intentado motivar a las
to unos años despues de finalizar su doctorado. nuevas generaciones habı́an valido la pena. Y
Aquella mañana su mujer le llevó el desayuno tanto que la habı́an valido.

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