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La

escalera al cielo © 2014, Juan Manuel Correal Zúñiga.


© 2014, CAMM Editores S.A.S.
Diseño de carátula e ilustraciones: Giovanny Jerez
Fotografías del autor: Jorge Andrade
Diseño y diagramación: Rafael Rueda Ávila CAMM EDITORES S.A.S.
Carrera 13A No. 37-25
3275888 Ext. 2524.
Bogotá, Colombia.
Primera edición, diciembre de 2014.
ISBN: 978-958-58374-9-2
Todos los derechos reservados.
Esta publicación no puede ser reproducida parcial o totalmente, no puede ser registrada
en y/o transmitida por sistema de recuperación de información alguno, en ninguna forma
ni por ningún medio conocido o por conocer, sin el previo permiso por escrito de la
editorial.












Los valores y principios de la vida están escritos
en un manual invisible llamado existencia, al
que todos tenemos acceso desde la conciencia.
Debemos aplicarlos para hacer de
este camino terrenal un amable paseo
de felicidad que se debe disfrutar

Juan Manuel Correal


Dedicado a:
mi esposa y compañera de vida, vitamina diaria de amor y alegría que con
fortaleza y mucha fe
entregó a Dios esas células cancerígenas para que milagrosamente las
sanara y desaparecieran y así seguir acompañándome en esta misión de
vida.
María Carolina, ahora tú tienes tu propia experiencia.
Es entre tú y Dios.
Recuerda que hay dos mecedoras esperando al par de viejos para reír y
disfrutar la vista del atardecer de Villa de Leyva.
Te amo

Gracias

A Dios por iluminarme cada mañana.
A María Carolina, mi esposa, por estar a mi lado y llenarme de amor.
A mis hijitos María José, Manolo y Manuelita por inspirarme.
A mamá Betty por ser mi cómplice en este proceso espiritual.
A mis hermanos Santiago y Laura por apoyarme siempre con respeto.
A papá que desde el cielo ilumina mi camino.
A Carolina Angarita por creer en nuestro mensaje y promover esta
publicación.
A Giovanny Jerez por su talento y profesionalismo como diseñador
gráfico para elaborar las imágenes.
A “Bongo” mi fiel compañero para subir a la montaña y recibir la
inspiración.
A las múltiples empresas que han contratado nuestras conferencias.
A las miles de personas que han asistido a ellas y nos han regalado sus
sonrisas.
Al público en general que me motiva a seguir jugando a ser niño.






Contenido



LA ESCALERA AL CIELO ¿POR QUÉ LA ESCALERA?
UNA ESCALERA DE NOVENTA PASOS ¿CÓMO USAR LA
ESCALERA AL CIELO?

LA ESCALERA AL CIELO 1. REFLEXIÓN


2. LUZ
3. CONCIENCIA
4. ESPIRITUALIDAD 5. ALEGRÍA
6. VERDAD
7. PERDÓN
8. VOLUNTAD
9. AMOR
10. SERVICIO
11. PAZ
12. SILENCIO
13. FE
14. GRATITUD
15. DESAPEGO
16. FUERZA
17. FAMILIA
18. ACTITUD
19. SABIDURÍA
20. HUMILDAD
21. TRANQUILIDAD
22. PACIENCIA
23. POSITIVISMO
24. LIBERACIÓN
25. CELEBRACIÓN
26. FELICIDAD
27. PAREJA
28. PERSEVERANCIA
29. ORACIÓN
30. SANACIÓN
31. CREATIVIDAD
32. HIJOS
33. MEDITACIÓN
34. HONESTIDAD
35. TOLERANCIA
36. SUEÑOS
37. SONRISA
38. TESTIMONIO
39. VISUALIZACIÓN
40. SIMPLICIDAD
41. REINVENTARSE
42. ACEPTACIÓN
43. SOLTAR
44. BONDAD
45. CORAZÓN
46. TALENTO
47. UNIÓN
48. PALABRA
49. NATURALEZA
50. INFANCIA
51. GENEROSIDAD
52. RENACER
53. ILUMINACIÓN
54. HOGAR
55. TRANSFORMACIÓN
56. CREER
57. PARTIDA
58. SACRIFICIO
59. INTROSPECCIÓN
60. RESPETO
61. SALUD
62. MOTIVACIÓN
63. ENERGÍA
64. EQUILIBRIO
65. BENDICIÓN
66. PRESENTE
67. SEXUALIDAD
68. ARMONÍA
69. ÁNGELES
70. ABUNDANCIA
71. BONITO
72. LIBERTAD
73. INTEGRIDAD
74. ESPÍRITU
75. PROSPERIDAD
76. PAZ INTERIOR
77. FLEXIBILIDAD
78. SERENIDAD
79. AUTOCONOCIMIENTO 80. RESPIRACIÓN
81. DISCIPLINA
82. HUMOR 83. MISIÓN
84. TRASCENDER
85. CONFIANZA
86. MENTE
87. IDENTIDAD
88. CALMA
89. REPARACIÓN
90. OSADÍA
CIELO
LA ESCALERA AL CIELO ESTÁ EN LA IMAGINACIÓN







La escalera al cielo



En realidad la escalera al cielo es un elemento infinito con numerosos
escalones que en este libro llamo valores de vida y que, a su vez,
visualizo cada uno como un rayo de luz de distinto color.
Cuando afirmo que esta es la escalera que lleva al cielo es porque,
supongo, como usted, que el cielo está arriba y que es ese azul lejano que
vemos adornado a veces por nubes, a veces por estrellas y que recibe la
luz de los astros en sus perfectos espacios para que nosotros veamos el
cielo de noche o el cielo de día.
En resumen, es el mismo cielo a donde creemos que debemos ir al
final de este paseo por la vida terrenal, porque como creemos que el cielo
es el hábitat del paraíso del que tanto se nos ha hablado, suponemos
entonces también que el paraíso es el cielo que nos espera si nos portamos
bien en estos 85 años en promedio, cumpliéndose así el presupuesto de
vida en las tablas actuales de nuestro tiempo.
Yo, en lo personal, solo puedo hablar de un lugar que no sé dónde
está, ni cómo se llega a él, ni cuánto dura el viaje. Sé que existe porque en
ese momento entre la vida y la muerte cuando ocurrió en mí el derrame
cerebral, en el año 2009, logré experimentar una sensación indescriptible
de paz, armonía y cantos celestiales con una voz que de pronto retumbaba
dentro de mí diciéndome: “Sonríe, todo está bien”.
No tengo la fortuna de poder describir un sendero infinito, verde con
paisaje natural de vegetación, animales saltando alegres ni rostros
familiares que me sonreían y me llamaban con sus manos para que fuera
con ellos a disfrutar de su rumba espiritual. No como otros que han visto
todo aquello en ese espacio perdido de nuestras vidas y que luego al
aterrizar de nuevo en este mundo lo recuerdan.
El cielo que yo vi era como un sueño profundo de felicidad, quizás, en
parte, por el cóctel que se hizo cuando se mezclaron mi meditación para
buscar paz en ese momento de angustia con las generosas dosis de
“xanax” para controlar el estrés del paciente y la falta de oxígeno por el
trombo cómodamente reclinado en una poltrona que encontró en mi
parietal izquierdo.
En el ejercicio de creación de este libro constantemente pensaba en lo
atrevido que podría sonar que yo, un rebelde del humor y creador
mediático de sonrisas en tantos programas de radio y televisión,
confundido entre lo espiritual y lo chistoso, jugando a motivador y
conferencista en un formato inventado para seguir siendo locutor de radio
sin contrato, tuviera la credibilidad para decir que conozco la fórmula
para encontrar la escalera al cielo.
Y más aún, que los escalones de esa llamada escalera fueran valores,
virtudes y principios de vida, como si yo tuviera las credenciales de
maestrías en humanidades, estudio de las letras o filosofía de la conducta
humana.
Cada mañana, al amanecer, cuando terminaba mi meditación, durante
noventa días escogí una palabra sobre la cual reflexionar. Y al terminar de
escribir, y luego leer, enviaba la reflexión por correo a mi íntimo círculo
de amor y confianza. Entonces venía un poco ese sentimiento de
vergüenza ante la grandeza de quienes verdaderamente saben acerca de la
verdad, o la sabiduría, o la introspección, o la iluminación, etc.
Muchas veces me pregunté ¿quién soy yo para escribir estas cosas? o,
mejor aún, ¿quién me las está dictando?, ¿cuándo las aprendí?, ¿de dónde
salen todos esos conceptos? Me preguntaba si habría sido quizás el gran
sentido común del que tanto me hizo referencia mi padre durante sus años
de vida conmigo.
Luego, repasando y revisando contenidos, con la calma necesaria y sin
la necesidad de entregar un trabajo que nadie me pedía, encontré que no
estaba la palabra que necesitaba para descifrar ese enigma personal.
Para ese entonces me faltaban dos palabras sobre las cuales escribir.
Por recomendación de mi hija María José, fascinada en su nuevo estatus
de universitaria en la facultad de comunicación social, decidí incluir la
palabra “cielo” como la última del listado de noventa. Me pareció inteli-
gente su apreciación y por eso la consideré.
Solo quedaba entonces ese único espacio para esa palabra que
definiría el porqué me atreví a plasmar estas reflexiones en un libro. La
respuesta estaba en la misma pregunta: porque en la vida hay que
atreverse. Atreverse con confianza en sí mismo, sin dudas ni temores.
Crear los sueños y construir caminos.
Recordé las enseñanzas de aquel caballero que logró vencer dragones
y escalar la cima de la verdad para atreverse con osadía a saltar al vacío y
disfrutar el vuelo. Pues bien, “osadía” era aquello que yo necesitaba para
atreverme a creer que las cosas que nacen del corazón no son creadas para
alimentar el ego con el reconocimiento público, sino para una satisfacción
personal de haber puesto a los pies de los demás unos criterios íntimos
sobre aquellos valores y principios que están allí para todos.
El contenido de esta escalera al cielo no es la verdad absoluta, tan solo
es mi verdad y con la que yo pienso que se puede construir un buen ser
humano. La escalera al cielo es un camino hacia la felicidad mientras se
es feliz sembrando semillas de grandeza.
Con este mensaje expongo la idea simple de comprender que en este
paseo de la vida no se trata de ser perfectos, sino de ser mejores. Porque
detrás de un buen ser humano hay un buen padre, una buena madre, un
buen hijo, un buen esposo, un buen profesional y una buena persona.
Todos estos valores presentados en estas reflexiones son, cada uno,
una luz, un don de Dios. Por eso, en cada uno existe una connotación
positiva que brinda conceptos fáciles de comprender, para que con la
suma de todos podamos construir la escalera al cielo
Al comenzar a leer, siempre al analizar cada palabra busca un lugar
para ti donde te llenes de luz.






¿Por qué la escalera?



En la mitad del año escolar del 2014, justo un año después del nacimiento
de mi anterior libro, Sonríe, todo está bien, y con él, múltiples
conferencias por todos los rincones de Colombia y muchos escenarios
vistosos en hoteles internacionales por invitaciones a convenciones,
congresos y seminarios, ya comenzaba a sentir la necesidad de crear un
siguiente mensaje, un segundo libro y otra conferencia para ser
socializada en nuestro novedoso formato de radio en auditorio.
Entonces la sabiduría del universo, que habla a través de la
experiencia, interpuso en el camino creativo una circunstancia inesperada
que, con seguridad, traería para mí una contrariedad suficiente para
desestabilizar mi frecuencia.
Esta noticia anunciaba que mi hijo, en su naturaleza descomplicado,
habría infringido las renovadas normas de un colegio de tradición, y su
conducta humilde tras reconocer el error y su carta de perdón no fueron
suficientes para remediar su falta. Esta información, que me tomó por
sorpresa, pues tengo un concepto acerca del perdón que seguramente es
muy ligado a la ilusión de un mundo mejor y desconectado del ego del
poder, me encontró en las afueras de la ciudad y no estuve allí presente
para darle a Manolo un abrazo fraternal y tener una conversación
acostados, los dos solos, en el pasto de cualquier parque mirando al cielo
y escucharle su reflexión. No estuve allí para secarle sus lágrimas de
dolor por la frustración y enseñarle a respirar para facilitar el dolor y
acudir a la calma. No pude sobarle su cabeza y darle un beso en la frente
para explicarle que el mundo está gobernado por diferentes ideologías y
conceptos, que nuestra naturaleza a veces no encaja en las diferentes
estructuras, que no está mal equivocarse cuando se aprende del error y
que también la indisciplina agota los recursos y las oportunidades, como
me pasó a mí una y tantas veces en un sistema que era más flexible que el
de ahora cuando la conducta natural del joven estudiante no puede
reflejarse en su expresión, porque enseguida aparecerá una orden del
colegio para que asista a unas terapias ocupacionales por falta de
atención.
Me faltó acompañar a mi hijo a recoger sus cosas del salón de clases y
salir de su sueño de graduarse del colegio que tanto amaba.
También en mí, como padre, había confusión y tenía sentimientos
encontrados. La vida me ha enseñado que ante las adversidades uno debe
acudir al silencio y la reflexión para que lleguen las palabras precisas y
las decisiones acertadas. Más cuando se trata de la formación de un hijo
bueno, noble y sano, como Manolo.
Mis nuevas ocupaciones como conferencista y ahora gerente del
laboratorio clínico que le prometí a mi padre en su lecho de enfermo
continuar, me habían ubicado geográficamente por esos días en Cúcuta,
esa ciudad que quiero tanto y que por alguna razón siempre me acobija
cuando ocurren variantes en mi vida.
Allí, en casa de mis padres, donde crecí, estaba esa tarde, en mi cama
de siempre, mirando las aspas del ventilador de techo moverse a gran
velocidad. Quizás quería extraviarme en ese infinito para volver con
alguna respuesta para mi hijo.
Ahora, con la ausencia de mi padre, está solo mamá, quien la habita
con mi hermana Laura y su hijito Sammy, que la llena de alegría.
Observar a Sammy de diez años me sirvió para recordar que allí también,
en ese lugar, en esa misma habitación, muchas veces entró mi padre, cerró
la puerta y se sentó en mi cama a escucharme antes de juzgarme por mi
comportamiento.
Acudiendo a los principios de la calma y la serenidad para entregarle a
Manolo las palabras precisas esperé la noche para inspirarme, ayudado
por el silencio y la brisa armoniosa que mueve sutilmente las grandes
ramas del árbol de mango, que desde el primer piso se asoman por la
ventana de esa habitación. Pensé entonces que las palabras escritas tienen
el beneficio de ser más justas, porque su expresión es más serena. Lo que
mi hijo necesitaba en ese momento no era un sermón de acusaciones y
preguntas sobre por qué sucedió y cuál sería la decisión que debía tomar.
Era el momento de reflexionar. No él solo, sino todos a sus alrededor.
Fue el momento cuando elegí la opción bonita y tradicional de escribir
una carta. Pienso que es un método que, además de romántico, deja la
huella de nuestra esencia. Decidí escribirle sobre la “reflexión” y
explicarle primero de qué se trata, para que pudiera hacer uso de ella en
ese instante de sentimientos encontrados. Esa primera semilla, que es la
primera palabra o escalón de la escalera al cielo, fue la carta que le envié
a mi hijo esa noche.
La mañana siguiente, después de meditar, hábito incrustado en mí
desde hace mucho tiempo cuando decidí vivir a otra velocidad, tomé la
iniciativa de volver a escribir sobre otro valor que le reforzara la intención
de comprender que en la vida tenemos responsabilidades y compromisos
que hacen parte del desarrollo natural de los procesos necesarios en el
crecimiento de cada persona. Al terminar pensé que ese mensaje no
debería ser solamente entre Manolo y yo. María José, esa hija maravillosa
que me llenó de lágrimas felices la vida cuando llegó a este mundo,
siendo la mayor, necesitaba también recibir estas palabras para su
formación en la etapa de la adolescencia y, además, estaba incursionando
en una nueva etapa de su vida, ahora universitaria.
Esa segunda palabra se fue en un correo a mis dos hijos.
A la mañana siguiente, ejercité la misma rutina y me gustó la idea de
continuar. Esta vez pensé que el mensaje debería expandirse hacia mi
esposa Carolina, quien con todo su amor me acompañaba desde la
distancia con mi tristeza por lo acontecido y que, además, no se sentía
bien de salud por esos días.
Luego, al cuarto día, sin darme cuenta escribí acerca de algo que
pensé que a mi mamá le serviría mucho en su nueva etapa de vida sin la
compañía física de papá, que nos acompaña desde el cielo. De hecho, esta
escalera la estamos haciendo entre todos para ir fácilmente a su encuentro
cuando nos corresponda. Fue entonces cuando la cuarta palabra se fue en
un correo con cuatro copias. Y luego así, incluí a mis hermanos Laura y
Santiago, y durante noventa días apareció gente en el camino, a la que,
por cualquier circunstancia, le enviaba una palabra que, pensaba, era
adecuada para su condición. A veces, inclusive, me inspiraba en ellos y su
circunstancia para escribir. En realidad fue mágico como cada palabra
vino a mí sin esfuerzo y los conceptos fueron dictados desde esa conexión
espiritual que acompaña cada amanecer. Pensé que de pronto esta
atracción por expresar pensamientos que venían de mi interior la debía
compartir, porque afuera siempre hay gente que necesita de una palabra
de aliento, de un brazo amigo o de un abrazo silencioso. La mirada de mi
abuela Laura con su sonrisa de noventa años y su propio mundo, la
naturaleza alegre e inocente de Manuelita de ocho corriendo por la casa y
alegrándonos la vida, la amiga cercana que pierde a su hijo, el sobrino
adolescente que se siente solo y amenazado por la vida, la pareja de
amigos que se divorcian, la familia que sufre porque al padre le dio un
derrame cerebral y quedó incapacitado, el amigo con cáncer, la vecina
con depresión, el compañero que pierde el trabajo, la persona que nos
falla, el hijo que tropieza y uno mismo que se confunde. Todo eso me
llevó a escribir una y otra vez durante cada mañana lo que podría ser una
respuesta ante tantas circunstancias de la vida.
Averigüé con mi productor de las conferencias cómo sería incluir un
blog en nuestra página de internet (www.papuchis.com) para empezar a
subir estas reflexiones y promoverlas por las redes sociales. Se me
ocurrió, también, que si hablaba con algún amigo director de revista
pudiera interesarse en ellas para publicarlas en una columna semanal o
quincenal. Al mismo tiempo empezaba a crear las bases de una segunda
conferencia cuyo tema estaba por definir.
La respuesta la tenía en mis manos. Desprevenidamente me
encontraba día a día escribiendo el contenido de un segundo libro y los
fundamentos de esa segunda conferencia que tiene por título “Lo
fascinante de la felicidad”.






Una escalera de noventa pasos



He seleccionado noventa palabras durante noventa días porque el nueve
es un número que espiritualmente simboliza “idealismo y sabiduría al
servicio de la humanidad”.
El número nueve nos habla de los ideales, el interés universal y el
espíritu de combate con fines humanitarios.
Simboliza la luz interior, priorizando ideales y sueños vivenciados
mediante las emociones y la intuición.
Representa la apertura de la mente y el espíritu; evidencia la luz
interior y la calidad de nuestro ser.
Es la apertura del camino hacia otros espacios de la mente, más
universal, traspasando las fronteras, llevando el pensamiento a un lugar
místico y espiritual.
En el arte milenario de la numerología, sin entrar en el esoterismo, el
número nueve nos enseña a vivir con serenidad, aceptación, tolerancia y
apertura espiritual.
En el número nueve surge la capacidad de descubrir nuestra calidad
interior, de desarrollar la nobleza del alma. Es la vivencia de todas las
energías anteriores integradas.
Su significado define la tolerancia, la esperanza, la libertad física y
espiritual para abrirnos a otros mundos y pensamientos.
Ya nos hemos construido a partir de nuestra toma de conciencia, ahora
este dígito altruista nos invita a abrir esta conciencia al servicio de los
demás.
Este número también representa la realización interior. Por eso,
mágicamente cuando comencé a escribir este mensaje, siempre pensé que
el momento de definir cuántas palabras conformarían este libro sería
aquel en que me viera haciendo esfuerzos por continuar en el rebusque.
Todo es perfecto en el plan de la libertad del pensamiento y finalmente
todo conjuga en la inteligencia creativa cuando se le permite fluir sin
condiciones.
Este dígito nos habla de la ascensión a un grado superior de
conciencia. De la capacidad de desplegar amor a los otros, de modo
creativo, idealista, original y bondadoso.
Un dígito de destino nueve nos invita a desarrollar o equilibrar estos
aspectos de sensibilidad, emotividad, intuición y servicio humanitario. Un
natalicio nueve nos dice que la persona cuenta con estas herramientas.
Pues bien, ya con la tarea propuesta realizada en esta escalera con un
ángulo de noventa grados, investigando con curiosidad un poco acerca de
la connotación numerológica también encuentro que mi fecha de
nacimiento da origen a que mi número sea un nueve, debido a que la
suma de los dígitos (03-11-1966) da como resultado 27. 2 + 7 = 9.
Espero que todo este equilibrio mágico haya traído la sabiduría
suficiente para exponer con humildad estos conceptos que, repito, son
simples ideas personales que me han funcionado para ser mejor, no para
ser perfecto.
Reitero: siempre al analizar cada palabra busca un lugar para ti donde
te llenes de luz.

¿Cómo usar la escalera al cielo?



Este es un libro perfecto para compartir con esa persona que, creemos,
necesita una respuesta. No mía, sino de quien iluminó mi ser para escribir.
Es un libro que debe estar a la mano, en la mesa de noche, sobre el
escritorio, en la sala de televisión familiar, dentro del bolso de viaje o en
el baño junto a las revistas.
Siempre a la vista para tenerlo al alcance cuando se presente cualquier
adversidad, duda o necesidad de una luz específica que alumbre un
camino oscuro.
Mi editor propone que sea un manual de consulta o guía de reflexión
diaria. De esos que se leen en desorden o desprevenidamente abriendo
cualquier página al azar, para que sea un acompañamiento constante y se
permita leer una y varias veces en diferentes momentos de la vida. Y a mí
me gusta la idea, porque de esta manera imagino que este libro es un
rompecabezas con un paisaje perfecto y agradable a la vista, que se arma
con paciencia y dedicación, buscando los momentos precisos y sin afanes.
Terminar este rompecabezas no tiene premio para el que primero lo
haga. Tan solo la satisfacción personal de quien lo hizo en elevado estado
de conciencia y de quien lo tomó en sus manos quizás para encontrar
alguna luz de ayuda frente a las tribulaciones cotidianas.
Cada pieza representada en cada palabra es necesaria para completar
el conjunto que conforma este mensaje. La escalera necesita la reunión de
sus escalones, uno seguido del otro, con espacios amplios de descanso
para respirar y tomar nuevos alientos.
Las imágenes que acompañan las palabras son elementos de
interacción gráfica que facilitan la conexión con el contenido de las
reflexiones.
Cada gráfica es un símbolo que representa ese valor de vida y cuya
visualización directa y consciente se fija en el entrecejo del lector,
dejando una información codificada.
Para registrar los códigos se debe establecer un respiración rítmica y
mirar fijamente la imagen durante unos segundos, cuidando los detalles
en su centro y entorno. Luego debemos abrir y cerrar los ojos doce veces
y enseguida cerrar las ventanas del exterior, guardando la información en
nuestra mente creativa1.
1 Ejercicio de visualización aprendido en la meditación “Volver a lo básico” de Jaime Jaramillo.






La escalera al cielo



Temas2
2
Sugiero resaltar con marcador la reflexión que ya ha sido leída, según el orden elegido para
hacerlo.

1. Reflexión 2. Luz
3. Conciencia 4. Espiritualidad 5. Alegría 6. Verdad 7. Perdón 8.
Voluntad 9. Amor
10. Servicio 11. Paz
12. Silencio 13. Fe
14. Gratitud 15. Desapego 16. Fuerza 17. Familia 18. Actitud 19.
Sabiduría 21. Humildad 21. Tranquilidad 22. Paciencia 23. Positivismo
24. Liberación 25. Celebración 26. Felicidad 27. Pareja 28. Perseverancia
29. Oración 30. Sanación 31. Creatividad 32. Hijos 33. Meditación 34.
Honestidad 35. Tolerancia 36. Sueños 37. Sonrisa 38. Testimonio 39.
Visualización 40. Simplicidad 41. Reinventarse 42. Aceptación 43. Soltar
44. Bondad 45. Corazón 46. Talento 47. Unión 48. Palabra 49. Naturaleza
50. Infancia 51. Generosidad 52. Renacer 53. Iluminación 54. Hogar 55.
Transformación 56. Creer 57. Partida 58. Sacrificio 59. Introspección 60.
Respeto 61. Salud 62. Motivación 63. Energía 64. Equilibrio 65.
Bendición 66. Presente 67. Sexualidad 68. Armonía 69. Ángeles 70.
Abundancia 71. Bonito 72. Libertad 73. Integridad 74. Espíritu 75.
Prosperidad 76. Paz interior 77. Flexibilidad 78. Serenidad 79.
Autoconocimiento 80. Respiración 81. Disciplina 82. Humor 83. Misión
84. Trascender 85. Confianza 86. Mente 87. Identidad 88. Calma 89.
Reparación 90. Osadía
Cielo
es el paso final para disfrutar de todas
sus bondades.




“La reflexión es como el dictado que hace el maestro
cuando el niño está aprendiendo a escribir, siendo el
maestro una mezcla de razón y de conciencia”
Juan Manuel Correal


1. Reflexión


La reflexión es un momento de conexión con nuestro interior. Es
necesaria para identificar pensamientos y sentimientos temporales o
permanentes.
La reflexión consiste en unificar el pensamiento y el sentimiento en
una línea de equilibrio trazada entre la mente, el cuerpo y el espíritu.
La reflexión es silencio y calma.
Con humildad revisamos nuestros actos y decisiones, las
consecuencias y los resultados y tomamos nota de la lección y el
aprendizaje que nos deja esa circunstancia.
La reflexión es un examen de conciencia donde habitan el perdón, el
autoconocimiento y el análisis de la verdad.
Con la luz de la reflexión comenzamos a preparar el terreno donde
sembraremos la semilla de la conciencia.
Permitámonos invadirnos con la luz de la reflexión para obtener el
don del discernimiento, fundamental para redireccionar pensamientos y
tomar decisiones acertadas en momentos definitivos.
En la reflexión está la verdad que necesitamos, no la que queremos o
la que nuestra mente nos exige para darle la razón al ego que tanto la
necesita.
En una buena reflexión se examinan nuestros actos del ayer y las
causas que nos llevaron a determinaciones que hoy afectan nuestra culpa.
La reflexión no debe ser un ejercicio de flagelación ni autocastigo
hacia nuestro interior con juzgamientos propios enviados por
pensamientos y sentimientos encontrados.
En la reflexión está la sabiduría de nuestra naturaleza que nos habla
desde el sentimiento del corazón y no desde la razón de la mente.
Consideremos la reflexión como un acto de evaluación para mejorar
nuestra conducta externa, pero sobre todo para ratificar la intención de
perfeccionar nuestra existencia desde la bondad, que viene del amor de
Dios cuando en nuestras reflexiones diarias lo invitamos a gobernar
nuestra vida y le permitimos con obediencia ser nuestro padre.

“Reflexiona con lentitud, pero ejecuta rápidamente tus
decisiones”
Sócrates







“La luz es como la fuente de energía multicolor, en la que
encontramos la recarga necesaria para continuar”
Juan Manuel Correal


2. Luz


La luz es la fuerza infinita y suprema por medio de la cual Dios hace
entrega de provisiones de amor, paz, serenidad, prosperidad, abundancia,
sabiduría, inteligencia y salud.
La luz divina penetra en nosotros a través de la conciencia y se
consigue con ejercicios de meditación y reflexión en silencio,
visualizando cada día lleno de bendiciones y cargado de felicidad.
La luz invade nuestra alma e ilumina nuestro camino y la
compartimos sirviendo a los demás.
Esa misma luz que alumbra nuestras vidas nos hace brillar ante el
mundo con plenitud y seguridad. Con fe y alegría.
El Gran Oponente (EGO) habita en la oscuridad donde rige la vanidad
del mundo y dominan los pensamientos de miedo, temor y duda. Este se
somete y se vence encendiendo la luz de la espiritualidad.
La luz es la vitamina diaria para el alma y con esta nuestros días serán
brillantes hasta el momento de la partida.
En medio de cualquier circunstancia negativa debemos procurar
encontrar la luz, que acabará con esa oscuridad de temor, miedo o duda,
identificando bien ese sentimiento que nos embarga y confunde.
Si tenemos la convivencia de un sentimiento de odio buscaremos la
luz del amor, y si experimentamos rencor nos iluminamos con la luz del
perdón, si nos sentimos tristes una rayo de luz de alegría sería la solución.
Cada uno de los valores y virtudes de la vida tienen su propia luz y es
esa luz la que debemos buscar para que ilumine la penumbra que nos
intimida en ese instante de duda.
Cado uno de nosotros somos una luz propia que brilla de acuerdo a
nuestro nivel de conciencia y vibración según la frecuencia espiritual en
la que estemos sintonizados.

“En busca de luz, un río nació”
Vinícius de Moraes






“La conciencia es como ese Pepe Grillo que nos habla
constantemente, pero que nos molesta porque nos dice lo
que no queremos oír”
Juan Manuel Correal


3. Conciencia


La conciencia es el “yo interior”.
Es nuestro compañero imaginario que actúa correctamente.
Es el “yo bueno”, que busca la trascendencia de cada uno de nosotros
como ser humano.
A través de la conciencia se busca la perfección en el estado terrenal.
La conciencia divina es la única pura en este estado, pero en nuestra
forma y con nuestra condición de hombres y mujeres de mundo se puede
buscar una limpieza de pensamientos, deseos, obras y acciones haciendo
uso de la conciencia.
Ser conscientes de nuestros actos es estar alineados en mente, cuerpo
y espíritu para vivir en frecuencia despierta, alerta a las acechanzas del
mal con las trampas tendidas por la vanidad y el ego.
En estado de conciencia hay serenidad en nuestras decisiones y con
ello nos acercamos al mínimo margen de error.
La conciencia identifica los excesos y marca los límites en la
convivencia social.
Siendo conscientes nos alejamos de elementos opuestos a la
conciencia, como el alcohol y las drogas.
Buscamos una vida sana sin contaminación física y vamos eliminando
de nuestras vidas vicios, como el cigarrillo, la pornografía o el juego que
afectan nuestro cuerpo.
Se consigue la conciencia permitiéndole al “yo interior” recibir la luz
por medio de la meditación y la reflexión.
Una persona consciente es serena y calmada, dones valiosos para
obtener sabiduría.
Debemos despertar al estado de conciencia constantemente. Ese es el
estado ideal.

“La conciencia es la presencia de Dios en el hombre”
Victor Hugo






“La espiritualidad es como ese grado de elevación que
muchos no comprenden, pero que le da un inmenso gozo a
aquel que lo ha conseguido”
Juan Manuel Correal


4. Espiritualidad


La espiritualidad es esa palabra que no se debe confundir con religión
porque es una vivencia propia, íntima, individual y rige principios de
libertad de culto y creencia.
Es una conexión interior que busca alimentar la fuerza del espíritu a
través de la oración, la meditación, la contemplación, la reflexión y el
crecimiento interior.
Por medio de la espiritualidad recibimos la luz de Dios cargada de
paz, serenidad y sabiduría para afrontar las condiciones del mundo y
reconocer las tentaciones de la vanidad y el ego.
El crecimiento espiritual es paulatino y progresivo hasta encontrar el
verdadero estado de conciencia pura y se logra viviendo cada día en
procura de paz interior con pensamientos de serenidad y calma.
Ser espiritual no requiere convertirse en una persona rezandera ni
fanática de su culto a un ídolo religioso.
La espiritualidad no es material ni se premia con reconocimientos.
Esta debe vivirse en plena conciencia y sin expectativas de recompensas,
porque se basa en la fe y la esperanza de sentirse iluminado por la luz de
Dios para que se abran los caminos y se bendigan todas las áreas de
nuestra vida.
La espiritualidad no es una decisión ni se aprende con cursos
intensivos. Es un proceso que se siente viviendo en armonía y
alimentando el alma con acciones de gratitud, bondad, generosidad,
perdón, conciliación, desapego, desprendimiento y alegría.
La espiritualidad se vive en silencio y sin ufanarse de ella.
Se puede vivir el mundo en espiritualidad sin sacrificar las
comodidades y el confort que este ofrece, y también se puede pretender
riqueza material una vez obtenida la riqueza espiritual, símbolo de
sabiduría para su administración, porque ser espiritual no compite con ser
exitoso económicamente.
En todos estos valores se contempla “la fuerza del espíritu”.

“Espiritualidad es estar despierto. Desprenderse de las
ilusiones. Espiritualidad es nunca estar a la merced de
acontecimiento, cosa o persona alguna. Espiritualidad es haber
hallado la mina de diamantes dentro de usted”
Anthony de Mello






“La alegría es como el icono que representa nuestro
verdadero estado interior de felicidad”
Juan Manuel Correal


5. Alegría


La alegría es un estado que se consigue con la voluntad de ser feliz sin
restricciones ni condiciones.
Es una decisión vivir alegre construyendo cada día ese modo de vida a
pesar de las circunstancias que se presentan.
Ante las adversidades recordar que una sonrisa es la ventana de la
alegría y reconocer que en ese contratiempo, problema o situación difícil
hay una oportunidad y también un aprendizaje. De esa manera, con
alegría recibimos el presente con su enseñanza.
Es importante encontrar condiciones para estar alegre y no razones
para estar triste, porque la alegría es el antídoto para la angustia y el
estrés.
Debemos alegrarnos por nuestra vida y salud, por las oportunidades de
estudio y preparación, por nuestra familia, por nuestros padres y nuestros
hijos, nuestros hermanos, familiares y amigos.
Pero sobre todo, siempre estar alegres porque sabemos que Dios
habita en nuestros corazones y le permitimos ser Dios en nuestras vidas.
Allí con su luz en nuestro interior hay gozo y alegría.
La alegría debe ser una actitud y llevarla puesta aún en momentos de
dolor.
Si la alegría vive en nosotros podemos neutralizar las preocupaciones.
Esta alegría se manifiesta a través de la sonrisa, que también es una
activación de músculos de manera voluntaria que refleja el estado natural
de una persona alegre.
La alegría y el humor potencian la salud mental, física y sexual.
Además favorecen la motivación, la creatividad y la comunicación. Allí
está el completo ser humano.
Una persona alegre también se rodea de gente alegre, sana, divertida y
feliz.
Con alegría aceptamos las circunstancias que se presentan y
afrontamos también las condiciones de salud que nos aquejan.
Con alegría salimos a triunfar cada mañana y a construir nuestros
sueños y visualizar con una sonrisa la realización de los mismos.

“Una onza de alegría vale por una libra de tristeza”
Richard Baxter






“Quien vive en verdad, sonríe y duerme tranquilo”
Juan Manuel Correal


6. Verdad


La verdad es única, no hay verdad a medias, y esa verdad es nuestra, nos
pertenece.
La verdad es símbolo de transparencia, como un estanque de agua
cristalina donde se aprecia desde la orilla todo su contenido de vida y
belleza.
La verdad es el agua pura que bebemos para calmar la sed del mundo
y esta verdad es creada por nosotros a través de pensamientos edificantes
y obras constructivas.
Por medio de la verdad armamos un proyecto de vida basado en
anhelos y sueños, cuya estructura son los principios y valores que
conforman un conjunto de elementos llamado verdad.
Elementos como la honestidad, la honradez, el respeto, la bondad, el
servicio, el perdón, la reconciliación, el amor, el afecto, la alegría, la fe y
una actitud positiva frente a cada circunstancia confirman nuestra verdad.
Es nuestra verdad y con ella vivimos y convivimos. Es la que
ofrecemos compartiendo nuestros días con la pareja, la familia y la
sociedad.
Esta verdad que nos representa es la que llevamos al estudio, al
trabajo, a los negocios, a la comunidad, a la calle y a todos nuestros
proyectos de vida temporales o transitorios.
El engaño y la mentira, la traición y la trampa, la inconsciencia y el
irrespeto son ofensas a nuestra verdad pura y afectan nuestra moral con
manchas imborrables que solo se tratan con humildad, perdón y
arrepentimiento.
La verdad es lo más cercano a experimentar a Dios en nuestro
corazón.

“Conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres”
Jesús







“Con el perdón se aligera el equipaje en este largo viaje
hacia la trascendencia del ser humano”
Juan Manuel Correal


7. Perdón


El perdón es un acto individual de liberación de emociones y
sentimientos, necesario para purificar nuestra alma.
Debe ser un ejercicio consciente de identificación de hechos puntuales
marcados por actos equívocos de nuestra parte o de otros, de manera
voluntaria o involuntaria.
Perdonar es identificar aquello que nos causa dolor o pena y que se
otorga a quien lo haya causado. Muchas veces ese perdón lo necesitamos
nosotros mismos.
Existen tres pasos importantes para vaciar el contenido de culpa o de
dolor; estos son:


1. Perdonarse
Es importante comenzar por una reflexión de arrepentimiento y perdonar
nuestras propias culpas, allí se encuentran pensamientos autodestructivos
por equivocaciones de nuestro pasado con actos o palabras que
ofendieron a otros o a nosotros mismos.
Ese sentimiento de culpa debe liberarse sanando las heridas,
pidiéndonos perdón en estado de conciencia.
Recibiendo la luz en modo de arrepentimiento y sintiendo la verdad
perdonamos nuestro pasado y nos preparamos para construir y edificar,
corrigiendo con obras y palabras dulces hacia nuestro interior.


2. Perdonar
Es el acto más valioso en este proceso de limpieza y es digno de aquellos
que han logrado primero deshacerse del orgullo y que dejaron el ego en
casa para salir a perdonar a esa otra persona que se equivocó con sus
actos, acciones o palabras.
Para perdonar de verdad no se necesita tener ni otorgar la razón a uno
o a otro.
Cuando se perdona de verdad y de corazón también a veces sobran las
explicaciones.
Un abrazo sincero y una sonrisa son un perdón sin palabras.
También se perdona a la vida, a la historia, a la guerra o al infortunado
momento accidental que nos causó daño y dejó trauma en nuestro
camino.


3. Pedir perdón
Es propio de aquel que comprende que la humildad es la semilla de la
grandeza.
Solicitar el perdón de un tercero nos libera de sentimientos
encontrados y sana nuestras culpas, que se guardan en el baúl de las
emociones.
La sensación de descarga que deja este completo ejercicio es inmensa,
aún más si se escribe y se consigna en un papel para cada caso.
Escribiendo queda la garantía de que fue la conciencia la que desarrolló el
verdadero proceso.

“El perdón cae como lluvia suave desde el cielo a la tierra. Es
dos veces bendito; bendice alque lo da y al que lo recibe”
William Shakespeare






“La voluntad es hacer lo que nos plazca sin ofender nuestra
dignidad”
Juan Manuel Correal


8. Voluntad


La voluntad es una paso hacia adelante en el propósito de conseguir ese
algo que queremos.
La primera voluntad es la de Dios sobre nosotros. Es su voluntad la
que se hace en nosotros si le permitimos jugar su rol de Dios en nuestras
vidas.
Esta es una voluntad que siempre busca nuestro bien y está trazada en
el guion de la vida, que debemos seguir como actores de la gran obra de
la existencia terrenal.
La voluntad nuestra es el libre albedrío que nos fue otorgado para
conjugar la sensatez con la inteligencia en medio de la libertad de
pensamiento y acción.
Esta voluntad se mueve por decisión nuestra y de nadie más. Somos
nosotros quienes encendemos la chispa al motor que pone a andar
nuestros propósitos.
A través de la voluntad abrimos los caminos hacia el bien dando pasos
para construir hábitos de vida sana, pura y natural.
Es nuestra voluntad la que rechaza el consumo de sustancias nocivas,
como el cigarrillo, el alcohol o las drogas. La voluntad de no querer
hacerlo se debe a que hay luz de conciencia en ese don natural de
autoprotección.
El discernimiento hacia identificar acciones gobernadas por las
exigencias del mundo y ofrecidas por la vanidad nos permite encender la
señal de alerta, y es nuestra voluntad la que decide entonces evitar ese
paso innecesario y emprender el camino hacia la dirección de lo simple,
lo sano y lo edificante.
La voluntad es como esa vitamina diaria necesaria para fortalecer el
sistema inmune y alimentar la conciencia, que se necesita para construir
la estructura de una persona con bases sólidas y valores radicales en su
formación de vida.
Con voluntad se sostiene una relación honesta y sincera.
Con voluntad se consigue el éxito a través de la perseverancia.
Con voluntad se desprende uno de las ataduras del pasado.
Con voluntad nos desapegamos de las atracciones mundanas.
Con voluntad tomamos decisiones acertadas y crecemos en espíritu.
Así nos soltamos con confianza y le pedimos con fe a Dios que se
haga su voluntad.

“Todo aquel que hace la voluntad de mi Padre que está en los
cielos, ese es mi hermano, y mi hermana, y mi madre”
Jesús






“El amor es esa luz que derrota la oscuridad del ego,
nuestro gran oponente”
Juan Manuel Correal


9. Amor


Es la semilla del árbol más grande y extenso, con la raíces más fuertes y
el tronco más firme.
Sus ramas son todas las áreas de nuestra vida, alimentadas de esa
savia pura proveniente de la esencia máxima que es el amor.
Con el amor más puro Dios envió a su hijo para salvar el mundo. Y
con ese mismo amor entregó su vida para cumplir la misión.
Es con amor con que se vive, se trabaja, se relaciona, se trasciende.
La luz del amor se adquiere a través de la meditación y la oración. En
ese ejercicio se enciende una llama de bondad y todo se transforma.
Las palabras suenan dulcemente, los mensajes son constructivos y los
consejos positivos, las correcciones a los hijos son amorosas, los diálogos
entre las parejas son reparadores y, en resumen, existe una total armonía
entre los pensamientos y las expresiones.
Este es un amor universal para la convivencia y con el que se hace
más fácil el paso por este mundo.
Cuando brilla la luz del amor se acaba la oscuridad del rencor, el odio,
el resentimiento, la represión, la rabia, el orgullo y todo sentimiento
negativo.
Con amor se perdona, se construye, se repara, se proyecta de nuevo y
se acepta la voluntad de Dios.
La luz de este amor es rosada, brillante y alumbra el alma de quien la
pide en oración. Con amor servimos a los demás y alimentamos nuestro
espíritu sin esperar recompensa, pago ni reconocimiento.

“Ustedes han oído que se dijo: ‘Ama a tu prójimo y odia a tu
enemigo’. Pero yo les digo: ‘Amen a sus enemigos y oren por
quienes los persiguen, para que sean hijos de su Padre que está
en el cielo’”
Jesús







“Servir es como preparar una cena con ilusión y disfrutar el
gusto de los demás desde la cocina”
Juan Manuel Correal


10. Servicio


Sirviendo a los demás se alimenta el espíritu y se llena nuestra alma con
la gratitud y la sonrisa de aquellos beneficiados por nuestra entrega y
nuestro tiempo.
Se sirve sin condiciones, sin expectativas y, lo más importante, sin
esperar nada a cambio, ni siquiera el reconocimiento.
Servir con humildad y en silencio es de grandes y al hacerlo de
manera individual se hace más valioso el acto.
Recordemos que esta acción tan poderosa para la trascendencia del
alma debe ser entre tú y Dios, no entre tú y los demás.
Servir es compartir. Compartir conocimientos, sabiduría, experiencias,
aprendizajes para evitar a otros la caída o la elección de un camino
equivocado que nosotros ya vivimos o que simplemente sabemos que
existe.
Servir es brindar ayuda al oprimido, ofrecer un apoyo al débil y dar
una mano al caído. Servir es sonreír al triste, consolar a quien sufre dolor
y dar una voz de aliento a quien ha perdido la esperanza.
Servir es compartir la experiencia de fe y recordar a quien se siente
perdido que Dios existe en su interior y que es Él quien repara todo si le
permitimos actuar con su amor abriendo las puertas del corazón.
Servir es dar con una sonrisa afecto, cariño, comprensión, buen trato,
amor. Dedicar tiempo para hacer sentir mejor a una persona ofreciendo
una solución temporal o definitiva.
Servir es compartir un plato, ofrecer un pan al hambriento, acompañar
al enfermo, escuchar al confundido o abrigar del frío a quien sufre.
Para servir de verdad no existen condiciones y no se repara en el
pasado de la persona, ni se culpan sus actos revisando las causas de su
condición.
“A través de la meditación, la oración, la contemplación y el silencio
nos comunicamos con Dios, pero es solamente por medio del servicio a
los demás que el espíritu regresa a su esencia en el amor, y es ahí cuando
experimentamos verdaderamente a Dios en nuestro corazón”. Jaime
Jaramillo, en su meditación Volver a lo básico

“El que no sirve para servir, no sirve para vivir”
Madre Teresa






“Como un bebé cuando duerme. Esa es la máxima
representación de lo más cercano a la paz en el ser
humano”
Juan Manuel Correal


11. Paz


La paz es el estado ideal para vivir en calma, con serenidad, en plenitud y
en el cual habita la sabiduría para mantenerse en equilibrio.
La paz no se hace, está ahí siempre. Es el mayor regalo dejado por
Dios en su legado y como tal debemos sentirlo.
Quien siente la paz vive en paz y transmite la misma a su entorno,
hacia los demás, la lleva a su comunidad, la porta consigo y la transmite
con su propia luz.
Para experimentar la paz primero debemos neutralizar los
pensamientos y los arrebatos de la mente.
La paz es blanca y luminosa, y así debe ser manifestada con
sentimientos hacia los demás y hacia la vida misma, siendo portadores de
mensajes positivos, dispuestos a la conciliación, transformadores de
alegría, creadores de la armonía, líderes de felicidad, arquitectos del
equilibrio y constructores de la verdad.
Si deseamos la paz para el mundo o para nuestra nación debemos
comenzar por edificarla dentro de nuestro propio ser para transmitirla a
nuestras personas cercanas, familiares, amigos, compañeros de trabajo y
así llevarla a la sociedad.
Los principales enemigos de la paz son el orgullo, el poder, la
ambición y todos aquellos sentimientos gobernados por el mundo
material.
Si nos logramos desprender de todas estas necesidades inventadas por
el ego, entonces comprenderemos a plenitud que la paz es una luz que se
siente en nuestro interior y que somos nosotros mismos quienes
accionamos el interruptor para activarla.
La paz y el amor van de la mano sublevando la guerra y el odio.
Que hoy sea un día de paz interior y que sin pensar hagamos las paces
con las personas que tengamos diferencias, sin importar quién ofendió o
se equivocó en sus acciones.
Perdonemos nuestro pasado y reparemos nuestros errores respirando
con un ritmo nuevo, desacelerado, con calma y en estado de paz.

“Estar en paz consigo mismo es el medio más seguro de
comenzar a estarlo con los demás”
Fray Luis de León






“El silencio es como un libro de páginas blancas llenas de
sabiduría”
Juan Manuel Correal


12. Silencio


El silencio es el punto de partida para el comienzo de un nuevo proceso.
Después del estruendo de la tormenta llegan la tranquilidad y la calma
vestidas de silencio aportando seguridad y confianza.
En el silencio se guarda la sabiduría y en silencio se obtiene serenidad
para recibir cualquier información que traiga el destino.
El silencio es el gran maestro que nos enseña el camino correcto en las
decisiones.
Con el silencio se aquieta la mente y en respiración rítmica y profunda
se conjuga con la reflexión para recibir las respuestas necesarias.
Sin palabras y sin el ruido exterior abrimos las puertas del corazón
para preguntar acerca de nuestro presente.
Ante cualquier circunstancia de vida, incertidumbre o duda en silencio
le consultamos a nuestro corazón, quien nos dirá la verdad.
En el silencio está la paz interior purificando los pensamientos y
alimentando la conciencia.
Una sonrisa silenciosa es el lenguaje universal para transmitir bondad,
ternura, aceptación, cariño y hasta perdón.
El silencio es el encuentro consigo mismo. Es un viaje hacia nuestro
interior donde se encuentra nuestra verdad pura, no contaminada por la
información del mundo exterior.

“Es mejor ser rey de tu silencio que esclavo de tus palabras”
William Shakespeare
Fray Luis de León







“La fe es como la mano del niño que no se desprende de la
de su madre, porque con ella se siente seguro para dar
pasos firmes”
Juan Manuel Correal


13. Fe


La fe es ese sentimiento de confianza y esperanza que nos permite crecer
con la seguridad de que hay una luz llamada Dios, que ilumina nuestra
alma desde el momento de ser concebida.
La fe verdadera es la que no necesita ver para creer. Es aquella que se
siente y se vive, quizás porque en un comienzo se nos ha inculcado como
culto a una religión, pero que en el proceso de crecimiento interior o en el
desarrollo individual de la persona ha sufrido transformaciones o distintas
inclinaciones.
De igual manera, la fe siempre conduce a un mismo objetivo. Creer en
esa luz suprema y poderosa a la que si le permitimos gobernar nuestras
vidas desde el amor puro nos garantiza un bienestar absoluto y la
seguridad de que en todas las etapas que vivamos y proyectos que
emprendamos en este camino terrenal, al final, todo estará bien.
La fe se comparte y hasta se contagia a través de testimonios que dan
prueba de la existencia del ser supremo y su obra en nuestras vidas.
Cuando Dios interfiere a nuestro favor con milagros, como curar
enfermedades, transformar corazones, perdonar y sanar heridas o
llenarnos de paz en la angustia o la tristeza, es porque nuestra fe plena
movió todas las piezas para que fueran ordenadas según su voluntad.
Dar testimonio de fe y compartir la experiencia de Dios con nuestros
hermanos significa crecer en espíritu.
La fe es símbolo de confianza y esperanza ante una circunstancia
adversa o contraria que se presente.
Tener fe es vivir sin expectativas dejándose sorprender por la vida,
recibiendo en cualquier momento inesperado ese regalo pedido en
oración.
Si visualizamos un proyecto o decretamos un sueño, con fe se lo
pedimos al universo y por medio de las leyes divinas solicitamos su
cumplimiento aceptando con paciencia los tiempos designados para su
entrega.
Fe es comprender y aceptar que cuando llegamos a este mundo hay un
guion escrito para una misión específica. El truco consiste en descifrar a
tiempo el camino para la realización de esta misión y lograr un paso más
hacia la trascendencia.
Esto se logra teniendo fe en nosotros mismos y poniéndole fe a todos
los proyectos que iniciemos. Fe en que Dios con su luz ilumina y bendice
esta idea si en ella hay lugar para servir a los demás y si, por supuesto,
también esta idea hace parte de su plan.

“Así que yo les digo: pidan, y se les dará; busquen, y
encontrarán; llamen, y se les abrirá la puerta. Porque todo
aquel que pide, recibe; y el que busca, encuentra; y al que
llama, se le abrirá”
Jesús






“La gratitud es como una carita feliz que se arma con la
nubes cuando miramos al cielo”
Juan Manuel Correal


14. Gratitud


Dar las gracias es un sentimiento de bienestar al reconocer que hemos
recibido un beneficio de la vida, bien sea por una acción de alguien o
porque la suerte nos ha sorprendido con dones y regalos entregados con el
destino de cada uno.
Nos sentimos grandes cuando con humildad reconocemos que no
somos los creadores de todo lo bueno que nos ocurre. Sino que hay una
luz que ilumina las acciones y una fuerza superior que abre las puertas
para nuevos y afortunados caminos, muchas veces a través de otras
personas que se cruzan en nuestro espació de vida como parte de la gran
magia universal.
La gratitud es el comienzo de todo cuando la ofrecemos sin
condiciones.
Gracias a Dios por dar el soplo de vida a la semilla de mi existencia.
Gracias a la vida que me permite disfrutar de este camino hacia la
eternidad.
Gracias al universo por compartir este espacio de tiempo conmigo.
Gracias por la luz que alumbra mi camino.
Gracias por la estrella que indica nuestro norte.
Gracias por la mano solidaria de la persona de buen corazón.
Gracias por el don del discernimiento recibido para tomar decisiones.
Gracias por el perdón divino otorgado con el que nos declaramos
inocentes.
Gracias a nuestros padres por su abrazo de protección.
Gracias a la Madre Tierra por permitir nuestro respetuoso paso por
ella.
Gracias a la naturaleza por compartir su sabiduría.
Gracias a los ángeles guardianes que en silencio nos protegen.
Gracias por la inocencia de los niños.
Gracias por la sonrisa del mendigo cuando recibe.
Gracias al cielo por guardarnos un espacio mientras trascendemos.
Gracias por las enseñanzas recibidas a través de las experiencias
vividas.
Gracias por las manos que sirven a los demás.
Gracias por la iluminación que nos inspira cada mañana para ser
mejores.
Gracias por la sabiduría en las escrituras que nos enseñan el legado de
Dios.
Gracias por la existencia del agua con la que se calma la sed del
mundo.
Gracias por la dulzura de la madre.
Gracias por los brazos protectores del padre.
Gracias por las enseñanzas de los abuelos.
Gracias a nuestros hijos por permitirnos experimentar con su
formación.
Gracias al viento por secar mis lágrimas de tristeza.
Gracias por la paz con que concilio mi sueño.
Gracias por la sonrisa que expresa mi felicidad.
Gracias siempre por toda circunstancia de vida, con sus consecuencias
buenas o regulares y con sus resultados positivos o negativos.
Gracias porque con cada una de ellas nos queda un aprendizaje.

“Solo un exceso es recomendable en el mundo: el exceso de
gratitud”
Jean de La Bruyère






“El desapego es como el niño que es feliz cuando juega con
piedras, tanto como lo hace con juguetes valiosos”
Juan Manuel Correal


15. Desapego


La necesidad de ser libres de toda condición se logra con el desapego a
eso que tanto queremos y sin lo cual creemos que no podríamos ser
felices.
En este mundo es fácil apegarse a las comodidades y al confort que
este ofrece con el avance y desarrollo de la tecnología en medio de las
oportunidades que se abren constantemente y que, a su vez, son
necesarias para progresar.
Cuando no se ha tenido algo y se consigue se habla de un sueño
alcanzado.
Pero casi siempre nos referimos a logros materiales obtenidos por el
dinero que nos facilitó la compra de eso que tanto queríamos. Es entonces
cuando nos apegamos, no solo al objeto como tal, sino al significado que
da como resultado tener ese algo que otros no tienen, o que, en su defecto,
el nuestro es nuevo y mejorado.
Nos apegamos al dinero como si este fuera la única semilla del
bienestar y como si acumularlo fuera garantía de felicidad.
Nos apegamos al estatus profesional porque existe la creencia de que
con este compramos la dicha de tener y que con el mismo llegamos al
poder.
El poder es otro gran apego del mundo. Es eso que nadie acepta
perder porque el ego reclama su pertenencia, recordando constantemente
que con poder se es más que los demás.
El apego se convierte en una necesidad que nos obliga a luchar por la
pertenencia de eso que idealizamos y que nos hace sufrir cuando no está.
El apego al reconocimiento social automáticamente nos lleva a
depender del dinero para alcanzar y sostener esa condición exigente de
vida.
El apego a la pareja es porque creemos que sin la otra persona la vida
no será plena y no alcanzamos a reconocer nuestros valores como única
garantía para ser felices.
El apego a la vida de un ser querido, como, por ejemplo, un familiar,
llámese padre, madre, hijo o alguien a quien se ha amado mucho, es
también una muestra de una especie de egoísmo inconsciente al no querer
permitirle a la persona cumplir su ciclo terrenal. Desapegarnos, en esta
situación específica, es abrir una puerta a este ser querido para que viaje a
la eternidad a encontrarse con Dios y a vivir en plenitud los beneficios del
paraíso. Desprendiéndonos de ellos y permitiéndoles viajar podemos
aceptar que fueron parte de nuestra vida y que disfrutamos de su
existencia, pero que ahora en lugar de haberlos perdido nos ganamos un
ángel con su partida.
El apego a la riqueza material es el temor a perderla y la ansiedad que
genera tener más y que, por ende, nos lleva a convertir en trofeos públicos
las cosas materiales, como casas lujosas, autos, viajes, ropa de marca y
demás medallas de exposición social. El desapego, en cambio, es la
libertad que genera la idea radical de que tener todo lo anterior es válido
si la vida se lo ha ofrecido por esfuerzo propio o por golpes de suerte del
destino. Pero que todo ello no es la razón de la felicidad auténtica y pura.
Porque esta nace desde el corazón y se alimenta con pensamientos
desprendidos, acciones de servicio y momentos íntimos de oración,
reflexión y meditación que nos llenan de luz.
Ten la seguridad de que desapegándonos y desprendiéndonos de
aquellas exigencias del mundo seremos capaces de vivir a su lado y
recibirlas como regalos de Dios sin generar la ansiedad de tenerlas ni el
temor a perderlas.

“El mundo está lleno de sufrimientos; la raíz del sufrimiento es
el apego; la supresión del sufrimiento es la eliminación del
apego”
Buda






“La fuerza es como la imagen de un guerrero en su caballo,
ambos en actitud de victoria”
Juan Manuel Correal


16. Fuerza


Fuerza es la suma de virtudes que se conjugan en un poder invisible
creado por nosotros para llenarnos de valor y gallardía frente a las
circunstancias de la vida.
Con la fuerza del espíritu crecemos en la fe y trabajamos en el
desarrollo de la conciencia pura.
Con la fuerza del corazón recordamos que tenemos la fortuna de
experimentar el amor de Dios en nuestra vidas y que con Él todo está
bien.
La fuerza del amor es poderosa, edificante y reparadora. Es un poder
en el que se mimetizan la bondad, el cariño, el afecto y el perdón.
La fuerza de la palabra es de cuidado. Cuenta con un poder infinito y
debe ser usada en estado de conciencia para que a través de ella
decretemos documentos constructivos, verbales o escritos.
Fuerza es símbolo de fortaleza. Como esa que existía en tiempos
lejanos para proteger a los pueblos del enemigo invasor.
Es la fortaleza nuestra para combatir los dragones que aparecen en
nuestro camino disfrazados de circunstancias, problemas o enfermedades.
Con la fuerza interior los enfrentamos con la seguridad que nos da la
luz de Dios que recibimos cuando oramos en silencio.
Esa fuerza es un escudo protector construido con elementos de fe,
conciencia, voluntad y amor, todos provenientes del universo divino y
otorgados en inmensas provisiones de semillas de seguridad y confianza
que sembramos cada día en nuestro camino.
Fuerza es sinónimo de honor, entereza y dignidad para salir a la guerra
con la espada enfundada y la bandera de la paz en alto, y al final izarla en
la cumbre de la cima de la verdad.
“Lo que no me mata, me hace más fuerte”
Friedrich Nietzsche






“La familia es como un circo de alegría donde cada quien,
con su figura y desde su forma aporta para que al final
todos brillen en la función”
Juan Manuel Correal


17. Familia


La familia es un concepto sagrado de unión y de vínculo indesprendible.
Unidos por la genética y la sangre o por circunstancias de la vida
misma en segundas oportunidades, las familias se conforman para
cumplir con la misión de crecer y sembrar semillas de amor para el
mundo.
Todo comienza con el sueño de la mujer por ser madre y con el del
hombre por ser padre, para luego, en pareja, vivir la experiencia de
germinar el fruto de su amor y ver a su hijo nacer y crecer a su lado.
La familia es un círculo de amor sujetado por lazos de unión fraternal
entre los miembros.
En el centro de ese círculo de amor se concentra todo el amor, el
cariño, el afecto, la comprensión, la tolerancia, el perdón, la
reconciliación y la alegría vividos por todos en diferentes momentos de
nuestras vidas.
Hoy por hoy, en ese concepto de familia y pareja unos se van dejando
recuerdos en la memoria y otros llegan a ser parte de la felicidad en
conjunto, restaurando cada uno su proyecto desde otra geografía.
Como quiera que sea, en diferentes momentos y a distintas edades,
con renovados pensamientos y madurez alcanzada, la familia siempre será
el núcleo preciso para que se siembre el árbol de la sabiduría y protección
para todos.
En el centro de este círculo de amor hay un espacio especial para
quien esté viviendo momentos de dolor, tristeza, crisis, confusión,
enfermedad o se haya caído por errores y decisiones desacertadas.
Allí, en ese lugar privilegiado, sentirá el calor de la familia y sanará
sus heridas con solo recibir el amor incondicional de quienes le aman.
Allí siempre estarán las palabras precisas, la voz de aliento, la cobija
compartida, la compañía necesaria, la mano de ayuda, el hombro de
apoyo.
En la familia siempre habrá alguien que te escuche, te seque las
lágrimas en silencio y te dé un abrazo sincero.
Lo bonito de todo esto es que a lo largo de nuestra existencia
podremos experimentar los diferentes roles y en el gran teatro de la vida
actuar en los papeles de hijos, hermanos, esposos, padres, tíos y luego
abuelos.
Desde cada perspectiva y en cada espacio le tenderemos la mano a
quien esté de turno en la silla del desconsuelo, dentro de nuestro círculo
de amor llamado familia.

“Una casa será fuerte e indestructible cuando esté sostenida por
estas cuatro columnas: padre valiente, madre prudente, hijo
obediente, hermano complaciente”
Confucio

Quiero compartir en este escenario de reflexión una canción que ha
sido lazo de unión en mi familia y que a mi padre y a mí nos hacía
deslizar lágrimas de gozo y felicidad en conjunto:

La oración de la familia
Padre Zezinho

Que ninguna familia comience
en cualquier de repente.
Que ninguna familia se acabe por falta de amor.
La pareja sea el uno en el otro de cuerpo
y de mente y que nada en el mundo
separe un hogar soñador.
Que ninguna familia se albergue debajo
del puente y que nadie interfiera en la vida
y en la paz de los dos.
Y que nadie los haga vivir sin ningún
horizonte y que puedan vivir sin temer
lo que venga después.
La familia comience sabiendo por qué y dónde va
y que el hombre retrate la gracia de ser un papá.
La mujer sea cielo y ternura y afecto y calor y los hijos conozcan la
fuerza que tiene el amor.
Bendecid oh Señor las familias, amén.
Bendecid oh Señor la mía también.
Bendecid oh Señor las familias, amén.
Bendecid oh Señor la mía también.
Que marido y mujer tengan fuerza
de amar sin medida y que nadie se vaya
a dormir sin buscar el perdón.
Que en la cuna los niños aprendan el don
de la vida, la familia celebre el milagro
del beso y del pan.
Que marido y mujer de rodillas contemplen
sus hijos, que por ellos encuentren
la fuerza de continuar.
Y que en su firmamento la estrella que
tenga más brillo pueda ser la esperanza
de paz y certeza de amar.
La familia comience sabiendo por qué
y dónde va y que el hombre retrate
la gracia de ser un papá.
La mujer sea cielo y ternura y afecto
y calor y los hijos conozcan la fuerza
que tiene el amor.
Bendecid oh Señor las familias, amén.
Bendecid oh Señor la mía también.
Bendecid oh Señor las familias, amén.
Bendecid oh Señor la mía también
Bendecid oh Señor la mía también.






“Actitud es ser líderes de nuestra vida y encender la
antorcha de la luz para iluminar nuestro propio camino”
Juan Manuel Correal


18. Actitud


Frente a cualquier situación que se presenta en nuestra vida, la solución es
más o menos fácil dependiendo de la perspectiva desde donde se analice,
y lo más importante la actitud con que asumimos esa circunstancia.
Sin importar la connotación de preocupación, tristeza o frustración
que traiga consigo ese problema, siempre será más fácil encontrar la
solución dependiendo de la actitud que le pongamos para confrontar a ese
dragón.
Recordemos que los problemas y las enfermedades son como los
dragones, que no existen pero nosotros los creamos en nuestra mente y
los alimentamos con nuestros miedos y temores.
En realidad no son más que circunstancias de vida que se visten de
dragón para intimidar nuestra existencia y aniquilar nuestros sueños.
Pero bajo esa condición consciente debemos observarlos como un tipo
de fuerza no existente y asumir frente a ellos una actitud de triunfo y de
victoria.
Esta se consigue desde la confianza en sí mismo y desde la fuerza
interior para reunir todos nuestros valores de optimismo, seguridad,
inteligencia, voluntad y fe para empoderar nuestro interior y así
desenfundar la espada de la victoria y emprender el camino hacia adelante
con actitud y vehemencia. Con dignidad y pundonor, pisando fuerte y con
pasos firmes, proyectando seguridad con la frente en alto y una sonrisa
como sello de vencimiento.
Es la actitud la que finalmente nos da el poder y la fuerza para vencer,
para avanzar, para confrontar o para aceptar cada circunstancia que se nos
presente.
Si nuestra actitud frente a un problema se representa en mirar a este
como si no fuera importante, con seguridad que no lo será y la solución
aparecerá de la nada, sorprendiendo nuestra capacidad intelectual para
resolverlo.
Si nuestra actitud frente a un diagnóstico clínico por una novedad en
nuestro sistema físico es verlo como tal y no como una enfermedad grave,
ese dragón no crecerá en nuestra mente y la felicidad nuestra seguirá
firme alimentando nuestro interior de pensamientos positivos y
entregando a Dios con absoluta fe la sanación y la cura del metabolismo
afectado.
La actitud es nuestra principal arma para derrotar nuestros miedos
creados por el ego amenazante cuando se presentan condiciones adversas
en nuestro camino.
El truco consiste en no llamar problemas a las circunstancias de vida y
en no calificar como enfermedad una condición de salud.
Actitud es saber convertir el llanto en sonrisa y cambiar la tristeza por
la alegría, el rencor por el perdón, la oscuridad por la luz, el miedo por la
seguridad, el odio por el amor, el caos por la tranquilidad, el maltrato por
el afecto y aprender a convertir las amenazas en oportunidades y los
fracasos en enseñanzas.

“Cuanto más vivo me doy más cuenta del impacto de la actitud
ante la vida. La actitud para mí es más importante que los
hechos. Es más importante que el pasado, la educación, el
dinero, que las circunstancias, que el fracaso, que los éxitos.
Que lo que otras personas piensan o dicen o hacen. Es más
importante que la apariencia, talento o habilidad. Es hacer o
deshacer una empresa, una iglesia, una casa. Lo notable es que
tenemos una elección todos los días respecto a la actitud que
asumiremos ese día. No podemos cambiar nuestro pasado, no
podemos cambiar el hecho de que la gente actuará de una
manera determinada. No podemos cambiar lo inevitable. Lo
único que podemos hacer es jugar en la cuerda que tenemos, y
esa es nuestra actitud. Estoy convencido de que la vida es el
10% lo que me pasa y el 90% cómo reacciono ante ello. Y así
es contigo, estamos a cargo de nuestras actitudes”
Charles R. Swindoll







“La sabiduría es como el maestro que se sienta a esperar al
alumno para que aparezca cuando esté listo”
Juan Manuel Correal


19. Sabiduría


Es el arte de reunir las condiciones de la inteligencia, el discernimiento y
la capacidad intelectual para juntarlos con la experiencia.
En la sabiduría está la creatividad y el sentido común para atender
soluciones acertadas y definitivas.
En la sabiduría está la paciencia permitiéndole al tiempo jugar su rol
de conductor, manejando momentos y espacios según el universo tenga a
bien entregar lo pedido.
Observar a nuestro alrededor y llenarse de serenidad con la naturaleza
es buscar en ella su sabiduría. Esa que proviene de Dios, cuando con el
soplo de la creación diseñó todo de manera tan perfecta que los ciclos
naturales se complementan unos con otros. De la misma manera que la
sabiduría animal funciona para evolucionar su sentido de protección y
supervivencia o la vegetación silvestre se conjuga climáticamente para
sincronizar los sistemas.
En el buen uso de la palabra para conformar un mensaje constructivo
está la sabiduría, y es de sabios también utilizar el silencio para alimentar
la mente de luz y expresar conceptos breves pero precisos.
Sabiduría es el don de saber actuar, cómo discernir, a quién elegir,
cuánto esperar, qué decir, a qué velocidad andar.
Esta se recibe cuando se pide con fe, en oración, para tomar
decisiones importantes en los diferentes roles que asumimos en la vida.
Como padres para formar a nuestros hijos o como esposos para sacar
adelante una crisis. Como profesionales para desarrollar proyectos
empresariales o como miembros de una sociedad que necesita ideas de
convivencia y cultura ciudadana. Esto, porque la sabiduría y la conciencia
se interrelacionan con la moral y los valores, dando como resultado el
buen juicio de una persona.
La sabiduría no es el conocimiento, pero sí es sabio valerse del
conocimiento con inteligencia, reflexión y entendimiento para llegar a
conclusiones que pueden ser la respuesta necesaria ante una
circunstancia.
Las vivencias muestran el camino de la verdad. Revisar los pasos
dados y analizar sus propios resultados es símbolo de sabiduría.

“La sabiduría no es un producto de la educación sino de toda
una vida por adquirirla”
Albert Einstein







“La humildad es la semilla de la grandeza”
Juan Manuel Correal


20. Humildad


En la humildad está la grandeza de un ser. Haciendo las obras en silencio
y sin anuncios y sin esperar el reconocimiento público.
Con humildad se crece en espíritu viviendo de una manera digna pero
simple. Recibiendo los regalos del universo y guardándolos para sí mismo
sin salir a exponerlos a la plaza social.
La humildad no necesita de aplausos ni de medallas públicas por
acciones de servicio hechas con el corazón para el bienestar de la
humanidad.
Humildad es reconocer que un triunfo se consiguió con la ayuda de
los demás y que Dios fue quien permitió ese premio abriendo los caminos
y alineando en tiempos precisos todas las piezas que lo conforman.
Humildad es no sentirse más que los demás porque nos correspondió
la suerte de haber nacido en medio de comodidades y prepararnos
profesionalmente en academias de gran nivel para conseguir un título
profesional, que luego nos dio un lugar en el escritorio de una empresa de
prestigio nacional.
Humildad es administrar con discreción las riquezas adquiridas por el
talento recibido al nacer y desarrollado con los conocimientos aprendidos.
Humildad es compartir esa riqueza con el mundo desfavorecido
realizando acciones de servicio social y recibir como recompensa tan solo
una sonrisa.
Al mismo tiempo, la humildad no es símbolo de pobreza, humillación
y miseria.
Humildad es entregar la razón a quien necesita satisfacer su ego con
ella.
Humildad es reconocer la victoria de nuestros adversarios en la sana
competencia profesional y revisar con entereza el aprendizaje de esa
derrota, recordando que el universo tiene suficiente para todos.
Humildad es aceptar nuestros errores en la convivencia social o
familiar y disculparnos por el daño causado con ellos.
El poder y la soberbia son elementos propios de quienes no conocen la
humildad y van por el mundo pisando cabezas para trepar en la
enredadera de la vanidad, queriendo alcanzar la cima del éxito.
Al final, alguien con valores de sencillez y enriquecido con el tesoro
de la humildad llegará al mismo lugar, a sentarse en la misma silla, pero
con la satisfacción de haber labrado su camino dignamente. Esa persona,
en las noches, con su conciencia tranquila, dormirá en paz.
La humildad en una persona es una suma de virtudes que la hacen
grande en su propósito de trascender como ser humano con amplia
calidad y don de gente.
La mayor muestra de humildad en la historia de la humanidad la dio
Jesús, quien siendo elegido el Hijo de Dios Padre, para representarlo en el
mundo hecho hombre, se desprendió de esta condición privilegiada para
reunirse no en lujosos palacios sino en montes despejados sobre piedras y
descalzo, con pescadores, pobres y pecadores para convertirlos con su
palabra. Su grandeza está en haber recibido con humildad la misión, y
con humillación y sometimiento acusaciones y castigos, cumplir el
propósito de salvación para todos entregando su vida por nosotros.

“Aquí tienen una figura del reino de los cielos: el grano de
mostaza que un hombre tomó y sembró en su campo, es la más
pequeña de las semillas pero cuando crece se hace más grande
que las plantas del huerto. Es como un árbol de modo que las
aves vienen para posarse en sus ramas”
Jesús






“La tranquilidad es como el sonido rítmico del viento
cuanto está en calma”
Juan Manuel Correal


21. Tranquilidad


La tranquilidad es ese estado inteligente de quietud y calma donde reposa
la sabiduría.
En la tranquilidad están las decisiones correctas y los pasos seguros.
En estado continuo de conciencia se logra la tranquilidad y serenidad
permanentes a través de ejercicios diarios de respiración y meditación.
Cuando la velocidad de la mente y la activación de pensamientos se
desconectan en momentos de reflexión llega la tranquilidad, para ordenar
las ideas y observar con detenimiento el panorama y la geografía de la
circunstancia actual para dar una opinión sobre ella.
Así como la respiración rítmica en la meditación es profunda y lenta,
así debe ser nuestro andar en el diario vivir. Pensando con calma,
esperando con paciencia y actuando con tranquilidad se garantiza una
buena elección en momentos precisos de nuestra vida.
Los grandes sabios de la historia, incluyendo a Jesús, fueron serenos
en su caminar y discretos en su expresión.
Una vida acelerada y un caminar presuroso son muestra de que la
persona convive con pensamientos arrebatados e ideas desordenadas, por
tanto sus determinaciones serán ligeras y poco profundas en el análisis.
Una persona tranquila, en cambio, es pacífica y genera estados de paz y
calma a su alrededor, en su familia, comunidad y trabajo.
Con la tranquilidad se aprende a vivir más despacio y a disfrutar la
vida en todos sus modos y espacios de manera saludable, abriendo las
puertas a una calidad de vida sana y estable.
La inteligencia creativa se alimenta con una mente tranquila y serena.
Allí nacen las buenas ideas y se siembran con calma los proyectos que
perduran.
Tranquilidad es preguntarle al universo por el paso siguiente y
permitirle a Dios iluminar nuestra mente con su luz de sabiduría.

“No son las riquezas ni el esplendor, sino la tranquilidad y el
trabajo, los que proporcionan la felicidad”
Thomas Jefferson






“Paciencia es, se me ocurre, en resumen, la ciencia de vivir
en paz”
Juan Manuel Correal



22. Paciencia


La paciencia es el sutil arte de esperar y disfrutar el lento pero preciso
desarrollo de un proceso.
Se requiere la sabiduría necesaria para comprender que la paciencia es
indispensable para no alterar la sincronización de los tiempos en el
espacio.
Si todo está ordenado por la ley universal para qué desajustarlo con
nuestra ansiedad y prisa, elementos propios de un mundo acelerado.
En el campo, donde la vegetación, los animales y el hombre dominan
el lenguaje de la naturaleza, reina el arte de la paciencia. Como el
sembrador que con sabiduría y discernimiento elige un terreno para
proyectar un cultivo. Luego, con actitud y voluntad, remueve y ara la
tierra. Después, con fe y esperanza siembra en ese terreno la semilla de
esa idea. Cada mañana, con amor y alegría la alimenta con agua, la cuida
de la maleza y la protege. Pero es con paciencia que espera los asomos de
su fruto. Enseguida, entonces, con gratitud recolecta la cosecha y con
desapego y generosidad se desprende de ella. La magia del resultado está
en la paciencia para esperar y comprender la precisión de los tiempos en
el proceso. Entender que las cosas llegan cuando estamos listos para
recibirlas y preparados para conocerlas.
Los regalos de Dios son generosos y vienen en abundancia según
nuestro crecimiento interior y madurez, para aceptarlos como han sido
otorgados en el momento elegido por su voluntad.
Pedir la presencia de Dios en nuestras vidas para solicitar con
humildad su ayuda para resolver un problema es tener fe en que Él nos
escucha, serenidad en la oración y paciencia para comenzar a sentirlo en
nuestro interior a través de la paz y visualizar la solución con claridad.
En este sereno proceso de convivir con la paciencia aprendemos a no
tomar decisiones definitivas basadas emociones temporales.
Los cambios o nuevos proyectos diseñados por la necesidad de
evolución o transformación en nuestro crecimiento personal o profesional
requieren también de la paciencia para ver los resultados que, con toda
seguridad, se darán de acuerdo al orden estipulado en la tabla de tiempos.
Paciencia es fortaleza para aceptar con serenidad el dolor y las
adversidades que la vida pone a nuestra disposición para probar nuestro
crecimiento interior.
La paciencia es símbolo de madurez en una persona que espera con
calma que las cosas sucedan, sin querer interponerse en su curso, porque
sabe que si esta circunstancia no depende de ella hay que ver qué
enseñanza trae consigo y el tiempo dará la respuesta.
Paciencia en la cotidianidad y la convivencia es sinónimo también de
tolerancia, primero, con uno mismo, y enseguida, con los demás, que
tienen sus propias creencias y formación particular. Su propio carácter,
con sus temores y dudas, con su pasado y lo que este les ha dejado.
Paciencia con las cosas ajenas que no se pueden cambiar o modificar,
como el tráfico de la calle, la lluvia y el frío o la indiferencia de la gente.
En este campo de vida la paciencia cuando se acompaña con una
sonrisa se hace más agradable.

“Pacientemente esperé a Jehová, y se inclinó a mí, y oyó mi
clamor”
(Salmo 40:1)






“Ser positivo es vivir con fe en Dios, y con ello nace la
esperanza de que ante cualquier adversidad, al final, todo
estará bien”
Juan Manuel Correal


23. Positivismo


Ser positivo es tener la capacidad permanente de vivir en una actitud
optimista.
Estar positivo frente a cada momento de vida es contar con la
seguridad de que esa circunstancia distinta, adversa o contraria tiene un
final que dejará como resultado un aprendizaje.
Podemos pensar, y asegurar inclusive, que con esta actitud positiva y
optimista, en la que existe la luz de Dios como guía, el resultado será
bueno.
Debemos pensar que siempre al final todo está bien.
Positivismo es vivir en plenitud de fe y con la esperanza de que las
consecuencias de nuestras obras serán beneficios, porque así lo dicta la
ley universal.
La recolecta de la cosecha es el fruto de la semilla sembrada.
Si uno siembra amor, recibe amor.
Si siembra afecto, recibe afecto.
Si siembra buen trato, recibe buen trato.
Si siembra tolerancia, recibe tolerancia.
Si siembra cariño, recibe cariño.
Si siembra alegría, recibe alegría.
En eso consiste la ley universal de la compensación. Con este criterio
incrustado en nuestra existencia podemos andar confiados, optimistas y
positivos.
Con toda seguridad en nuestro diario caminar se presentarán
contratiempos, momentos difíciles y acciones inapropiadas de terceros
que pueden afectar nuestros propósitos. De manera serena es más fácil
asumir esos hechos como parte del juego y no tomarlos personalmente,
suponiendo que todo está diseñado en contra nuestra. El cambio de esta
contrariedad hacia una actitud positiva nos permitirá ver esa amenaza
como una oportunidad y al final le sacaremos provecho viendo cómo todo
se ordena de nuevo.
Una persona positiva siempre está sonriendo, generando confianza y
seguridad. No permite alimentar su mente de temores y dudas y no piensa
en resultados negativos. Esa persona positiva juega constantemente con la
ilusión y se visualiza con éxito en todo camino que emprende. Construye
sus sueños y los vive desde su creación hasta el día en que se cumplen.

“Todo lo que la mente puede concebir y creer, la mente lo
puede alcanzar con una actitud positiva”
Napoleón Hill






“Liberación es como abrir la puerta de la jaula de las
creencias para experimentar la libertad”
Juan Manuel Correal


24. Liberación


En el sistema espiritual una liberación consiste en la limpieza y
purificación que nuestra alma requiere para deshacerse de cargas y culpas
del pasado.
El peso de las creencias y la contaminación creada por la información
heredada a través de líneas genéticas intergeneracionales hacen parte de
una serie de traumas y bloqueos mentales que generan conductas cuyos
resultados terminan siendo negativos ante nuestros proyectos de vida.
La liberación verdadera comienza con un examen de conciencia en el
que se pueden identificar acciones del pasado, con las cuales
contaminamos no solo la pulcritud de los pensamientos sino la rectitud de
nuestra verdad, tomando precipitadamente decisiones desafortunadas.
En ese momento, la opción de liberar nuestra alma comienza con una
descarga de culpas en un ejercicio de reflexión y autoperdón. Entonces,
estaremos preparados para sanar nuestras heridas, permitiéndonos con
humildad que Dios repare y restaure cada área de nuestras vidas según su
voluntad, en sus tiempos y a su manera.
La liberación consiste en descargar el baúl de la mente reactiva, donde
reposan los recuerdos y las memorias del pasado, como frustraciones,
decepciones, angustias, melancolía, maltrato, tragedias, traumas,
preocupación, culpas y toda una serie de emociones y sentimientos
encontrados. La llave de ese baúl es una sonrisa constante cada día,
además de un corazón en paz y llevar una vida sana, alegre y feliz.
Debemos liberarnos del estrés contemplando la simplicidad como
herramienta cotidiana.
Procurar liberarnos de la presión social, reconociendo las exigencias
del ego en cada condición externa.
Tratar de liberarnos de influencias ajenas cargadas de energías ocultas,
llenándonos de luz, paz, fe y actitud de rechazo ante esas fuerzas.
Probar liberarnos de tensiones diariamente con conectores de alegría
por medio del buen humor.
La idea al final de cada día es sentirse libre, liviano, ligero y
descargado. Así se facilita el ascenso de nuestra alma en la trascendencia
hacia la verdad como seres humanos, mientras vivamos en este mundo.
Ser libre es romper con determinación las cadenas y las ataduras que
sujetan nuestros sueños y no les permiten volar libremente.

“La vida no me quita, me libera de las cosas que no son para
mí”
Anónimo

Promesa de liberación
Palabra que vino a Jeremías de parte del Señor: “Así dice el
Señor, Dios de Israel: ‘Escribe en un libro todas las palabras
que te he hablado. Porque, vienen días’, declara el Señor,
‘cuando restauraré el bienestar (haré volver a los cautivos) de
mi pueblo, Israel y Judá’. El Señor dice: ‘También los haré
volver a la tierra que di a sus padresy la poseerán’”
(Jeremías 30:30; 2, 3)






“La celebración es como una fiesta universal que nunca
termina, porque siempre hay invitados que entran y salen
con diferentes motivos”
Juan Manuel Correal


25. Celebración


La celebración es un modo propio de la gente alegre, optimista, divertida
y feliz.
Celebra la vida y con ella los triunfos y logros alcanzados.
Celebrar en grande los pequeños pasos es alimentar el espíritu de
confianza en sí mismo y de seguridad para iniciar nuevos proyectos.
Debemos celebrar para no permitir que se vuelva rutina aquello de
tener éxito.
Celebrar hasta simbólicamente, pero celebrar.
Celebrar que gozamos de buena salud agradeciendo a Dios porque
todos nuestros sistemas funcionan de manera sana.
Celebrar en familia un domingo sin motivo distinto a estar reunidos
creando momentos alegres y riendo con los recuerdos.
En el formato tradicional, una celebración es sinónimo de fiesta y
reunión familiar y social con una mesa abundante en platos y copas. De
esta manera se celebran los cumpleaños, matrimonios, grados,
aniversarios y fechas especiales. Todo eso está bien, pero ¿cuándo
celebramos un ascenso en el trabajo haciendo servicio social u ofreciendo
donaciones a gente necesitada? ¿Cuándo celebramos la solución de una
crisis con una oración íntima de gratitud en la iglesia? ¿Cuándo
celebramos el resultado a favor de unos exámenes clínicos con una
ofrenda ?
Celebrar es sentirse bien y aplaudir un avance en el largo camino de la
existencia. Se celebra con sonrisas y llevando consigo una actitud
gratificante y generosa.
Cada paso que damos acertadamente es una medalla invisible de
reconocimiento que nos alimenta de confianza y valor para seguir
andando por el camino de la verdad.

“Disfruta y celebra en la vida, hay mucho tiempo para estar
muerto”
Marilú Hernández






“La felicidad es esa que aparece de repente, con un
pensamiento, con un sentimiento, con una emoción,
sabiendo que pasa, pero que vuelve con otro vestido”
Juan Manuel Correal


26. Felicidad


La felicidad es un momento y la suma de muchos en los que fuimos
conscientes del gozo y la dicha contemplada en esos instantes.
La felicidad es tan simple como declararse feliz sin condiciones.
Feliz por nuestra sola existencia, sin apegos ni ataduras, ni
dependencias a terceros y sin la necesidad de satisfacer las exigencias del
mundo.
Ser felices porque comienza un nuevo día y porque ese día fue el que
escogimos para nosotros. Con trabajo o sin él. Con dinero y sin dinero.
Con pareja o en soledad. Con salud y con dolencias. Con tristezas y
alegrías. Con triunfos y fracasos.
Somos felices porque decidimos serlo en ese momento llamado día y
porque optamos por repetir la fórmula en ese otro momento llamado
mañana.
Desde el criterio del ahora la felicidad no puede ser un sueño porque
se convierte en una invitación a trabajar arduamente para conseguirlo.
Ser feliz es una opción, como también lo es el sufrimiento.
La felicidad se experimenta cada día viviendo sin expectativas,
dejándose sorprender por el presente con su diversidad de circunstancias
y los colores que las adornan.
La felicidad no comparte el mismo techo con el dolor, el luto o la
pena. Tampoco convive con la tristeza, el odio y la amargura. No conoce
la envidia y mucho menos el rencor y no reconoce la velocidad de la
prisa, la ansiedad y el estrés.
La felicidad es un sentimiento independiente que se puede crear
inclusive con la mente, advirtiendo primero al corazón para que nos
proteja de sus trampas.
Felicidad es amar y sentirse amado en relaciones de pareja. Es reunir a
la familia en una mesa y agradecer esa comunión. Es cerrar los ojos y
sentir la plenitud de Dios en oración y alimentar el alma con la sonrisa de
quien ha recibido nuestro servicio.
Felicidad es crear espacios para nosotros y compartir con los demás
esa recarga de luz que nos llega del cielo para llenarnos de paz y
tranquilidad. Es andar por el camino de la vida sembrando la semilla del
amor mientras dibujamos una sonrisa como símbolo de actitud.
Felicidad es trabajar por gusto y, además, recibir algún pago por ello.
Quien disfruta el día oscuro y la noche clara está condenado a ser
feliz, porque ya encontró la fórmula mágica de la felicidad desde lo
simple.

“No hay medicina que cure lo que no cura la felicidad”
Gabriel García Márquez






“El amor en pareja es como un parque de aventuras, donde
cada atracción tiene sus propias emociones y al final del día
queda la sensación de habernos divertido”
Juan Manuel Correal


27. Pareja


La pareja es el invento de Dios en la creación para complementar nuestra
especie y asegurar con nuestra existencia la gran misión universal.
Dios creó al hombre a su imagen y semejanza y a la mujer para que la
semilla de la vida germinara en ella. Colmados de dones y bendiciones,
hombre y mujer se unen en pareja para construir un proyecto de vida en
conjunto. Es allí cuando se entremezclan los ideales y se comparten los
sueños.
La unión de la pareja es una decisión tándem que crece, madura y
toma forma hasta llegar a desprenderse de los beneficios de la
individualidad.
Vivir en pareja es compartir y llenarse de amor puro y verdadero. Sin
condiciones y apartándose de las creencias del sometimiento escritas en el
manual del orgullo.
Ser pareja es experimentar en conjunto todas las etapas de la vida,
desde el noviazgo y el matrimonio, convirtiéndose en esposos o
conviviendo libremente según los criterios personales, en ocasiones
conducidos por diferentes circunstancias de vida con pasadas relaciones.
Para triunfar en este proyecto se debe acudir a los dictados del
corazón, en los que existe la humildad para aceptar a la pareja con su
pasado y las marcas que este haya dejado en su conducta. Aceptar que en
esa persona hay un individuo que tiene sus propias metas y sueños
trazados. Que tiene su carácter y su propia forma de amar.
La convivencia se hace más fácil cuando nos proponemos revisar sus
virtudes y resaltarlas, a cambio de señalar sus defectos y juzgar sus
acciones.
En pareja y en equipo se limpia la relación de elementos negativos y
distractores de la felicidad, como vicios que afectan la conducta abriendo
la puerta de la inconsciencia. Excesos de vida social contaminada de
información ajena y consumos desordenados de licor o drogas son
invitaciones al territorio del fracaso del proyecto familia.
A la pareja se le apoya en sus caídas con amor y ternura.
La fórmula del amor en pareja está en obtener la sabiduría para
mezclar cada día gotas de paciencia, respeto y tolerancia, y realizar con
estas virtudes una pócima mágica de amor constructivo.
Crecer espiritualmente en pareja también es una forma de desarrollo
personal, brindando apoyo mutuamente y trazando objetivos conjuntos,
con fe en un Dios que bendice los hogares.

“Por eso no seremos nunca la pareja perfecta, la tarjeta postal,
si no somos capaces de aceptar que solo en la aritmética el dos
nace del uno más el uno”
Julio Cortázar






“La perseverancia es observar a un niño que al caer se
levanta, se limpia las rodillas, ríe y sigue disfrutando su
juego porque este no ha terminado”
Juan Manuel Correal


28. Perseverancia


Perseverancia es la insistente continuidad para alcanzar un propósito
trazado.
La perseverancia está cargada de ilusiones y motivaciones que son el
motor de avance hacia adelante con la confianza puesta en sí mismo, pero
también considerando los tropiezos y las dificultades que puedan
presentarse en el camino para sobreponerse a ellos con el aprendizaje que
cada uno trae consigo.
En medio del proceso de sembrar un sueño y verlo realizado está la
perseverancia, que es un impulso nuevo hacia el norte.
Una vez trazado un proyecto y analizado su plan de desarrollo, con los
merecidos estudios previos de probabilidades de éxito, acudimos a la
disciplina y al autoconocimiento para llevar a cabo ese plan según las
etapas diseñadas en la tabla de tiempos. Ahí es cuando la perseverancia
desempeña su papel más importante, al no permitir sentirnos derrotados
por las adversidades ni amenazados por condiciones externas que puedan
aparecer.
Sin este valor es difícil alcanzar un propósito, porque sería como
dejarle todo a la suerte y al destino sin ver nuestras propias huellas y
gotas de sudor que son la marca de nuestro esfuerzo y nos proporcionan
la satisfacción necesaria para alimentar la motivación por seguir.
La perseverancia no debe confundirse con la obstinación y la
terquedad que muchas veces nos llevan al vacío, porque son emociones
gobernadas por el orgullo, la vanidad, las ansias de poder y los deseos de
enriquecerse materialmente para conseguir lo que se quiere, aún
traicionando los principios de honestidad.
La perseverancia nos ayuda a construir y edificar una idea y nos da la
fuerza y la voluntad para cumplir un objetivo, como hacer ejercicio para
mantenerse sano y despejar la mente o, también, dejar de fumar, controlar
los excesos y alejarse de los malos hábitos.
Es la fuerza del espíritu la que nos lleva a comprender bien esta virtud
y hacer uso de ella en momentos de aflicción o frustración por la
aparición de condiciones contrarias en el plan diseñado, o muchas veces
por acciones malintencionadas de terceros, producto del temor y la
envidia con actos de competencia desleal. Esas son las personas que
buscan el camino fácil y toman atajos. Se rinden demasiado pronto o ni
siquiera lo intentan. Viven buscando oportunidades para ganar, así sea
pasando por encima de los demás o engañando con trampas y enredos.
La perseverancia es la capacidad para mirar hacia adelante y continuar
el camino a pesar de las dificultades, momentos de desánimo, frustración
o los mismos deseos de rendirse.
La persona perseverante visualiza una meta y se esfuerza por
perseguir sus objetivos y terminar lo que ha empezado. Si cae, vuelve a
intentarlo, y tras un fracaso rediseña una nueva estrategia y comienza de
nuevo.

“Después de escalar una montaña muy alta, descubrimos que
hay muchas otras montañas por escalar”
Nelson Mandela







“La oración es ese intercambio de preguntas y respuestas
en un monólogo que, creemos, cuenta con un interlocutor
que todo lo sabe”
Juan Manuel Correal


29. Oración


La oración son momentos íntimos de encuentro con Dios, que habita en
nuestro interior.
Es la búsqueda personal de la verdad en espacios silenciosos, creados
para aislarnos del mundo terrenal y entrar en frecuencias espirituales
elevadas para conseguir la luz y permitir su presencia en nuestras vidas.
Para orar se necesita conciencia pura y una mente libre de
pensamientos y preocupaciones.
Respirando profundamente y en estado de calma uno se prepara para
conseguir a través de la oración una comunión con Dios.
Cada momento de oración es una comunicación con nuestro Padre
eterno para sentir su protección, como cuando un niño habla con sus
padres y aprende de ellos.
En las escrituras está el legado de un Dios que se hizo hombre por
medio del hijo elegido, para enseñarnos de viva voz y en experiencia
terrenal que su deseo para la humanidad es que sea el amor el que habite
en cada corazón.
En oración nos disminuimos a la mínima expresión con humildad,
dejando atrás el poder, el orgullo y las creencias.
Al nacer nos convertimos en una semilla de amor que nuestro Padre
llena de vida y luz. Orando recordamos ese estado inocente, libre de
prejuicios y nos disponemos a recibir la presencia de Dios en nuestro
interior.
Orar no es sentarse a rezar frases aprendidas de memoria y recitarlas
pensando entre tanto en la preocupaciones constantes de la vida cotidiana.
La oración no debe ser súplicas agitadas y desesperadas pidiendo
soluciones a problemas creados por la mente.
La oración es un encuentro verdadero consigo mismo en el que hay
espacio para la reflexión, la gratitud y el arrepentimiento.
El orden adecuado para orar es, en primera instancia, dar gracias por
nuestra existencia y con ello reconocer todos los dones que nos han sido
entregados. Tantas cosas por las que debemos dar gracias antes de
comenzar a pedir. Nuestra salud, las oportunidades, los momentos felices,
el bienestar de nuestros padres, la protección de nuestros hijos, el amor de
los esposos, o dar gracias, inclusive, por las mismas condiciones adversas
a través de las cuales se prueba nuestra fe. Enseguida pedimos perdón por
nuestros actos equivocados, pensamientos encontrados, deseos negativos
y demás culpas que necesiten ser liberadas. Es entonces cuando estamos
listos para pedir y recibir la grandeza de Dios en todo su esplendor. Pedir
sin ansiedad y sin afanes inmensas provisiones de serenidad, paz interior,
prosperidad, abundancia, amor universal, sabiduría, discernimiento, salud
y suerte.
Orar es cerrar los ojos y dejarse invadir por una luz espiritual que
llena todos nuestros vacíos e ilumina nuestro camino, proporcionándonos
seguridad y confianza por medio de la fe.

“La oración es el encuentro de la sed de Dios y de la sed del
hombre”
San Agustín






“La sanación es como tener la oportunidad de volver a
empezar un juego que se va perdiendo”
Juan Manuel Correal


30. Sanación


En el lenguaje natural sanación es la reparación física de una área de la
salud afectada por condiciones metabólicas.
Sanar es curar o limpiar algo que ha sufrido un trastorno y necesita
restaurar su condición natural, como la que vivimos siendo seres humanos
que nacemos, nos reproducimos, crecemos, envejecemos y morimos. Esa
es la ley natural y el universo permite nuestra presencia durante un
tiempo promedio de ochenta años de nuestro calendario para desarrollar
todas nuestras capacidades intelectuales y físicas, entre tanto descubrimos
nuestra misión terrenal y espiritual para trascender. En ese periodo de
vida vamos cumpliendo etapas propuestas por el ciclo natural de
supervivencia. En el inicio de todo son nuestros padres quienes se ocupan
de nuestro bienestar, hasta que adquirimos conciencia para valorar nuestra
salud y protegerla, curando todo tipo de afecciones que se presentan.
Entonces pasamos la vida viendo cómo la materia física se marchita y se
colma de dolencias y aflicciones que vamos curando con la ayuda de la
ciencia, llenando nuestro cuerpo de químicos y fármacos sobre los cuales
creamos todo tipo de expectativas y dependencias, acusando nuestro
alivio a sus efectos. Pero la sanación es diferente. La sanación, vista
desde otro plano, en frecuencias más elevadas, es un complejo concepto
en el que se reúnen, en primera instancia, la fe absoluta en que Dios
puede pasar su mano y sanar esa condición adversa en nuestro cuerpo y,
en segunda instancia, la ciencia con el talento y el estudio del hombre
para desarrollarla. Pero en la complejidad que se encierra en la natural
dualidad entre la ciencia y la fe, solo existirá verdad alguna para quien
haya experimentado el milagro de la sanación en sí mismo o en un
familiar, a través de un hecho comprobado con una total o parcial
desaparición de la enfermedad.
La sanación puede y debe ser vista desde diferentes ópticas, siempre
apuntando hacia una esperanza común de éxito frente a la adversidad.
La primera forma de comenzar a comprender qué hay detrás de este
gran regalo de Dios es procurar empezar por sanar nuestros hábitos de
vida y con ello purificar nuestros pensamientos. Alimentar nuestra mente
con deseos positivos y anhelos sanos, libres de cualquier contaminación
egocéntrica. Acudir a la cita universal: “En mente sana, cuerpo sano”.
Allí, en una mente rica en sabiduría y enriquecimiento espiritual, se
cultivan ideas edificantes y constructivas. Todo ello conduce a desarrollar
motivaciones que conllevan a la felicidad. Y en esa persona donde habita
la paz y reina la armonía como forma de vida hay liberación de
endorfinas para su cerebro.
Las endorfinas son las moléculas que cuando se liberan producen
serotonina, que el cuerpo expulsa ante situaciones que nos agradan y
producen felicidad. Cuando se produce por la alegría constante y la
satisfacción del bienestar de vida aparecen la felicidad, la serenidad, el
gozo, la sabiduría, la creatividad y las sonrisas. Con todo ello se
multiplican las células de defensa y se fortalece el sistema inmunológico.
De esta manera, y con esta conducta de vida, comprendemos que sanar es
prevenir alteraciones en cualquiera de nuestros sistemas.
La sanación, entonces, es el acto de sanar física o espiritualmente un
cuerpo o un alma afectada. Los cuerpos afectados se sanan
complementando sabiamente la fe con la ciencia y viceversa. Las almas
afectadas, en cambio, se sanan con oraciones de liberación y perdón.
Recibiendo la paz y el amor de Dios en meditaciones profundas y
momentos de reflexión se sanan también las heridas del pasado
perdonando nuestras culpas y las ofensas de los demás.
Un acto de sanación física proveniente del cielo, por medio de ángeles
o intercesores, es digno de socializarse por medio del testimonio para
invitar a otros a compartir la misma fe que nos trajo ese maravilloso
resultado.
Cuando Dios toca a una persona caída en lo más profundo del fango y
la rescata de las tinieblas del oscuro mundo de la maldad o del vicio
quiere decir que la ha sanado.
En eso consiste la sanación. En recibir una nueva oportunidad para
nuestro cuerpo o para nuestra alma. Para aprender a sanar una herida hay
que dejar de tocarla.

“Muchos le siguieron, y Él los sanó a todos”
(Mt 12:15)







“La creatividad es como ese bombillo que se enciende
automáticamente cuando la mente abre la puerta del
pensamiento”
Juan Manuel Correal


31. Creatividad


La creatividad es el don de la invención y la creación de ideas, proyectos
o soluciones a partir de una luz brillante de ingenio.
Una mente creativa genera pensamientos inteligentes de manera
constante, que cuando se recolectan ordenadamente dan como resultado
una línea de éxito continuo.
Creatividad es la capacidad de convertir las amenazas y los problemas
de la vida en oportunidades de cambio, transformación y crecimiento.
El poder infinito de la mente se desarrolla según la exigencia y la
disciplina con que vayamos descubriendo el universo de capacidades que
se generan por medio de la formación intelectual, el ejercicio mental
constante y un dinamismo inventivo permanente.
Una mente creativa es dinámica y progresiva. Archiva todo tipo de
información que recibe en el diario vivir y luego la utiliza según las
circunstancias que se presentan, encontrando soluciones efectivas a partir
del buen uso de la razón y del sentido común.
La creatividad es ese don maravilloso que recibimos al nacer con la
luz inteligente divina del creador. Somos nosotros quienes debemos darle
a esta el uso adecuado con su desarrollo para el bien propio y ajeno en
beneficio de la humanidad.
Creatividad es sembrar ideas y proyectar nuevos conceptos innovando
constantemente.
Tener la capacidad de hallar soluciones simples a problemas
complejos.
La inteligencia creativa es esa que mantiene el equilibrio entre el
movimiento, la velocidad, el ritmo y la pausa en los pensamientos.
La creatividad es diseñar estrategias de forma serena, previendo todo
tipo de circunstancias y analizando probabilidades de éxito y de fracaso
para no tener que improvisar en la reacción inteligente frente a
condiciones adversas.
Meditar bajo el brillo de la luz de la creatividad es sentarse a recibir
instrucciones del universo que, según nuestra obediencia, pueden
llevarnos a la realización de nuestro proyecto personal o a involucrarnos
pronto en nuestra verdadera misión terrenal.
Una persona creativa tiene una inmensa capacidad de análisis y
síntesis sobre los factores externos y crea iniciativas a partir de ellos
porque utiliza su condición flexible para adaptarse rápidamente a nuevas
situaciones.
La creatividad es un proceso mental que nace de la imaginación y
engloba varios conceptos entrelazados, utilizando recursos como la
selección y clasificación de ideas provenientes de una lluvia de
pensamientos originales encausados a un tema determinado.
La inteligencia creativa se representa a través de las diferentes
expresiones del arte, como la música, la pintura, la escultura, la poesía o
la escritura.
La creatividad está en la ciencia, en el intelecto, en el diseño, en la
arquitectura, en la oratoria, en la publicidad, en el humor, en el deporte y
en todos los campos de acción profesional, administrativa y gerencial.
Allí donde hay un ser humano con actitud despierta y consciente, allí hay
una mente creativa dispuesta a servirle al mundo con sus ideas.

“Un cerebro creador puede transfigurar la vida, la naturaleza y
la humanidad bellamente”
Charles Chaplin






“Si los hijos son una versión mejorada de nosotros mismos,
podemos decir con ello que estamos logrando la
trascendencia”
Juan Manuel Correal


32. Hijos


Los hijos son el regalo perfecto en la arquitectura de la creación de Dios.
No es solo la vida que generamos para ellos con nuestra semilla, sino
la vida que ellos nos dan con su existencia. Una existencia llena de
emociones y sentimientos que aparece en nuestro aprendizaje como
padres.
Todos miramos con orgullo lo que como padres les damos a nuestros
hijos, pero muy pocos se detienen a pensar cuánto nos dan los hijos con
su experiencia de crecimiento y formación.
Un hijo nos permite experimentar la sensación de convertirnos en un
árbol que da frutos.
A pesar de nuestra historia, nuestras raíces, las tempestades y los
vientos, las lluvias y las sequías que ese árbol haya vivido, ahora con la
luz de un nuevo día ve cómo la flor se convierte en fruto y comienza un
nuevo ciclo en esa nueva persona llamada hijo.
Son nuestra formación y nuestros criterios los que nos llevan a
mostrar ante ellos una conducta que debe ser sana, ejemplar y llena de
amor.
Un hijo es un templo de aprendizaje. Aprende él de nuestra mano y
aprendemos nosotros de la suya.
Un hijo aprende a ser hijo y un padre aprende a ser padre, en esta
maravillosa experiencia en la que debe reinar el amor y, con ello, la
armonía, la comprensión, el respeto y, sobre todo, el buen trato.
Basta mirar el amor con que Dios envió a su hijo al mundo para
cumplir la misión de salvación. Y así mismo, el amor con que Jesús
entregó su vida para que se hiciera la voluntad de su padre.
Los hijos son un racimo de alegría y felicidad que proviene de nuestra
extensión. Ellos hacen parte de nuestra vida y nosotros de la de ellos,
cada uno en su rol y en las diferentes etapas de la misma.
Todo está organizado por la ley universal de la naturaleza divina.
Cuando un hijo nace somos los padres quienes cuidamos de ellos y
ofrecemos sin condiciones su protección, nos preocupados por su salud y
los llevamos de la mano en su dificultad para caminar. Pues bien, el plan
de Dios es tan perfecto que permite a los hijos hacer lo mismo con sus
padres. Cuando estamos viejos, son los hijos quienes nos cuidan y
protegen, se preocupan por nuestra salud y nos llevan de la mano en
nuestra dificultad para caminar. Luego, también, nos darán de comer en la
boca y muy seguramente nos llevarán a dormir dándonos la bendición con
un beso en la frente. Es el ciclo de la vida, es un colectivo perfecto en el
que el fuerte ayuda al débil para que se vuelva fuerte y entonces ayude al
fuerte cuando esté débil.
Cada hijo es un universo y tiene sus propios sueños, gustos y talentos.
Cada hijo es rico en su propia sabiduría y esto permite variantes en una
familia.
Si conjugamos perfectamente los talentos de cada uno de nuestros
hijos con los nuestros, y permitimos a cada cual ser y desarrollar su
esencia, estamos contribuyendo a la felicidad de cada uno de los
miembros de ese círculo de amor.
Los hijos en el largo camino de preparación para llegar a la madurez
pueden distraerse con todas las trampas y vanidades que el mundo ofrece.
Es deber de nosotros, como padres, estar a su lado como observadores de
buena conducta, generando principios y valores con nuestro ejemplo. Esto
se logra creando espacios de convivencia familiar, conversaciones,
discernimientos en conjunto, planes íntimos y, sobre todo, momentos
especiales y dedicados para escucharlos.
Debemos escuchar a nuestros hijos y saber callar para pensar
pausadamente antes de emitir conceptos, revisando cuidadosamente que
nuestros consejos nos sean juzgamientos y que sus bases no provengan de
creencias nuestras convertidas en verdades.

“No le evites a tus hijos las dificultades de la vida, enséñales
más bien a superarlas”
Louis Pasteur







“La meditación es como un viaje imaginario al cielo para
conocer la tranquilidad, ver el mundo desde arriba y volver
a él”
Juan Manuel Correal


33. Meditación


La meditación es una pausa interior en el andar del agitado mundo, que se
logra desconectando la mente de la fuente de información proveniente del
exterior.
Por medio de la meditación silenciosa logramos el equilibrio de la
mente, el cuerpo y el espíritu.
Con el silencio y la respiración rítmica se logra la quietud de la mente
y se neutraliza la calma, disminuyendo las revoluciones de la máquina del
pensamiento, disfrutando una mejor calidad de vida.
La meditación es un momento íntimo de conexión con Dios, que se
consigue deteniendo el mundo con instantes de reflexión y
contemplación.
Es un ejercicio de constancia y paciencia para conseguir resultados
positivos para la salud, incluyendo la felicidad.
A través de esta pausa se obtiene la serenidad, la tranquilidad y la
calma, dejándonos invadir de esa paz interior que proviene de un gran
rayo de luz blanca y brillante que ilumina nuestro ser en ese estado de
frecuencia elevada.
Para aprender a meditar basta con querer regalarse estos espacios
personales al comienzo de cada día, al amanecer, antes de comenzar las
actividades y encender el motor de tareas programadas.
Estos minutos valiosos de enriquecimiento espiritual son la mejor
vitamina para el alma. En la meditación nos recargamos de energía divina
y llenamos nuestro corazón con inmensas provisiones de paz y amor,
herramientas suficientes para salir a confrontar el mundo cada mañana.
Los métodos de meditación se encuentran en libros, en Internet o con
la guía de maestros que comparten esta milenaria ciencia. Pero en
realidad no es tan complejo. Meditar es tomar la decisión de
desconectarse del mundo por unos instantes, buscando, en primera
instancia, la intimidad y el silencio, ojalá en medio de la naturaleza o, por
lo menos, con vista a ella. Enseguida, cerrando las ventanas del exterior
iniciamos una respiración lenta, continua, rítmica, profunda y pausada.
Allí, en estado de calma, es cuando nos dejamos iluminar por ese gran
rayo de luz que penetra por nuestra corona invadiendo todo nuestro ser.
Esa luz poderosa es Dios que, a través de ella, nos provisiona de
serenidad, sabiduría, amor, prosperidad, abundancia, salud y todo aquello
que pidamos con fe, en ese encuentro imaginario pero real.
Con la meditación diaria se promueve la transformación de una
persona que va sintiendo cambios en su vida mientras observa el proceso
lento de la nueva armonía. Con el tiempo conoce el mágico mundo de la
serenidad y con ella la sabiduría, que da como resultado pensar despacio
para tomar decisiones acertadas, aumentando la atención, la creatividad y
el rendimiento.
La ciencia ha confirmado en varios estudios que esta técnica de
relajación es muy buena para el sistema cardiovascular porque reduce la
presión arterial.
Además, practicando la meditación se reduce el estrés que genera la
constante competencia social y profesional que perjudica mucho al
interior de la persona.
Con la meditación crece la espiritualidad y se eleva la conciencia. De
esta manera es más fácil identificar los estados de ánimo que se presentan
en la cotidianidad, como dragones que se visten de circunstancias y los
confrontamos llenándonos de seguridad, fe y actitud.

“La meditación trae sabiduría, la falta de meditación trae
ignorancia. Conoce lo que te ayuda a progresar y lo que te
detiene, y elige el camino que te lleva a la sabiduría”
Buda






“Vivir honestamente, más que una conducta de
reconocimiento social, debe ser una actitud natural de vida”
Juan Manuel Correal


34. Honestidad


La honestidad es ese pacto interior con la verdad que cada uno tiene
consigo mismo para sostener su impecabilidad.
Honestidad es la pulcritud de nuestra conducta como consecuencia de
un equilibrio estable entre los pensamiento sanos y las acciones puras.
Con este valor llegamos a conocer el honor, con el que garantizamos
nuestra tranquilidad al asegurar nuestra manera radical de vivir y actuar
correctamente. Sin tachas ni manchas imborrables, luego de traicionar
nuestra verdad con actos impuros, deshonestos o corruptos.
El mundo ofrece constantemente variantes o atajos para satisfacer las
ansias de poder que vienen ligadas a la necesidad de enriquecimiento
material. La inconsciencia repartida entre quienes ofrecen estas vías
cortas y los que se atreven a tomarlas es el paso seguro para llegar a la
falta.
La tonta creencia universal de que tener y poseer son la clave de la
felicidad lleva a la gente a traicionar sus principios y sumergirse en
pantanos movedizos de engaños y trampas para sostenerse en las
exigentes condiciones del bajo mundo.
En la deshonra está la oscuridad, pero en la honestidad existe el brillo
de la verdad. Una verdad que genera la satisfacción y el orgullo propio de
vivir con la conciencia tranquila, que se refleja en una vida honrada y
honesta y que proporciona una paz interior maravillosa.
Ser honesto no es una virtud, es un deber. La honestidad no se
cuestiona porque no puede ser a medias. Uno no es un poquito ladrón o
un poquito tramposo.
Una persona honesta es una persona leal y confiable con quien se
puede trazar proyectos de todo tipo en conjunto. Proyectos personales,
familiares, en pareja, profesionales o corporativos.
La verdad es la base principal de una relación y con ella se logra la
transparencia absoluta para construir sociedades, como el matrimonio y
otras empresariales en las que no debe existir ninguna muestra de
deshonestidad.
La honestidad está por encima de las expectativas de un negocio o la
rentabilidad del mismo.
Con un ajuste de cuentas claro queda la tranquilidad en la conciencia
de la equidad y lo justo, sin obtener ventajas y sin quitarle nada a nadie,
especialmente a quienes sirvieron e hicieron parte del proyecto.
La honestidad es tener siempre la verdad en la boca, más aún si somos
portadores de alguna responsabilidad o culpa reconociendo con dignidad
nuestro error.

“Siempre di lo que sientes y haz lo que piensas”
Gabriel García Márquez






“La tolerancia es como el perrito, mascota que le permite al
niño jugar con él, pero que cuando ya le molesta le lame la
cara con expresión de afecto y se retira”
Juan Manuel Correal


35. Tolerancia


La tolerancia es el arte de comprender que las acciones de los demás no
son actos en contra nuestra.
La tolerancia es una gran provisión de paciencia en el proceso de
madurez de la persona.
Si estamos fortalecidos con el autoconocimiento y tenemos bien
identificado al ego nos queda fácil manejar con tranquilidad todas
aquellas conductas de los demás, que no son más que su forma natural de
ser o el resultado de las creencias con que fue formada esa persona.
Sintiéndonos seguros de nosotros mismos podemos observar los
comportamientos ajenos, como una cadena de reacciones individuales sin
tomarnos personalmente sus palabras o la forma de expresar su carácter.
Tolerancia es respirar profundo y no dejarnos afectar por las acciones
de terceros. Podemos filtrar la información y tomar de esa persona lo
constructivo y edificante y descartar las palabras necias o las conductas
personales que no nos gustan, pero que tampoco son en contra nuestra.
La manera fácil de convivir es comprender que quien está a nuestro
lado tiene su forma de ser y se hace más práctico querer, aceptar o amar a
esa persona como es y no como uno quiere que sea.
La tolerancia es una de la piezas clave en el engranaje del arte de
compartir la vida en pareja, en familia o en comunidad.
Para hacer uso de la tolerancia debemos dejar atrás la creencia de que
uno no se debe dejar de los demás, fijando su posición hasta el punto de
tener que marcar territorios con carácter.
Estas condiciones son exigencias del ego que interrumpen la armonía
de la simplicidad de la vida.
No debe confundirse la tolerancia con permitir el irrespeto y la
agresión directa, ante lo cual uno puede responder con palabras cortas,
sabias y precisas antes de retirase de la escena sin enfado.
La tolerancia es un ingrediente común en los cuatro acuerdos
expuestos en la teoría del doctor Miguel Ruiz:

1. “La impecabilidad de las palabras”
2. “No te lo tomes personalmente”
3. “No supongas”
4. “Has siempre lo mejor que puedas”.

“Puesto que yo soy imperfecto y necesito la tolerancia y la
bondad de los demás, también he de tolerar los defectos del
mundo hasta que pueda encontrar el secreto que me permita
ponerles remedio”
Mahatma Gandhi






“Un sueño es como el guion de una obra teatral que se
prepara con tiempo y se realiza cuando se abre el telón”
Juan Manuel Correal



36. Sueños


Los sueños son ilusiones creadas en la mente por los anhelos y deseos de
un individuo para lograr su satisfacción personal.
Los sueños son expectativas sanas de realización de objetivos trazados
en el camino de la vida.
Soñar es ponerle alas a la imaginación y transformar la fantasía de lo
inalcanzable en una realidad que nos trae felicidad y alegría.
Trazar un sueño es sembrar una semilla y verla germinar hasta dar su
fruto, presenciando su crecimiento para disfrutar el proceso completo.
Para que un sueño se cumpla es necesario diseñarlo con etapas y
ejecutar con disciplina cada movimiento con constancia, perseverando
cada día, generando pensamientos positivos y acciones reales que muevan
la energía y enciendan la sinergia necesaria para poner a andar la máquina
que lo construye.
Cuando los sueños se trazan buscando un beneficio colectivo y
humanitario el universo se confabula para que todo fluya. Esto ocurre
porque hay un propósito bondadoso de servicio común.
Cuando el sueño es personal también los astros se alinean en la
medida que esa persona se prepare para conseguirlo y trabaje con
dedicación, confrontando las adversidades y llenándose de fe y actitud.
En un sueño están las ilusiones de un proyecto personal o profesional
y, con ello, la esperanza de su realización.
La vida en sus diferentes etapas se conforma de sueños. El deseo del
estudiante que sueña con un título profesional. El anhelo del profesional
que sueña con su propia empresa. La mujer que sueña con casarse, tener
hijos y construir un hogar en familia. El hombre que sueña con ser el jefe
de ese hogar y brindarle su protección. El deportista que sueña con
triunfar a nivel mundial o el artista que cierra sus ojos e imagina la
ovación del público en un estadio y su imagen en las portadas de los más
importantes diarios del planeta. Como el escritor que cumple su sueño
cuando aprecia su libro en las vitrinas de las librerías. El sacerdote que se
convierte en cardenal, el obrero que quiere ser ingeniero, el mecánico que
desea su propio auto o el campesino que sueña con hectáreas propias de
siembra.
Detrás de un sueño están la motivación y las ganas de llevarlo a cabo.
Para lograrlo debemos mover las fichas, diseñar estrategias, planificar
cronogramas de tiempos, estar activos y dinámicos, presenciar lugares,
visitar personas, investigar, estudiar y leer sobre el tema. Pero, sobre todo,
atreverse. Allí está la magia de la realización de un sueño que Dios quiere
que se cumpla, si este hace parte de su plan para nosotros.
Los sueños no deben ser obstinaciones ni deseos con fines oscuros de
empoderamiento para la satisfacción del ego.
Quien sueña con un enriquecimiento espiritual recibirá por añadidura
sorpresas materiales en su vida.

“Nunca desistas de un sueño. Solo trata de ver las señales que
te lleven a él”
Paulo Coelho







“Todos tenemos un nombre, un número de cédula, una
huella digital... una risa. La risa es un sello personal”
Juan Manuel Correal


37. Sonrisa


La sonrisa es la llave del baúl donde se guardan las cargas del pasado.
Cuando uno sonríe se liberan las endorfinas y producimos serotonina
que, a mi modo de ver, es la hormona de la felicidad. Estas las produce el
cuerpo ante situaciones que nos agradan.
Sonreír constantemente se convierte en una actitud y con ello
establecemos un conducta de bienestar, facilitando los procesos para
obtener sabiduría, experimentar la serenidad, vivir con sabor, aprender del
silencio, gozar de buena salud, disfrutar sanamente de la sexualidad y
compartir esa sonrisa permanente.
Una persona que sonríe genera credibilidad y confianza y se hace
agradable ante los demás.
En cada sonrisa hay una invitación a vivir la vida de manera
agradable, sin preocupaciones y sin estrés.
Una sonrisa es símbolo de solución ante un problema, quedando este
reducido a una simple circunstancia de vida.
En la vida profesional sonreír une a la gente, es un ejercicio de
colectividad y trabajo en equipo. Cada persona que sonríe es una especie
de líder natural que los demás buscan para hacerse a su lado y brillar con
su luz, porque en esa persona existe un triunfador. La risa es una
herramienta productiva.
La sonrisa es un conector de alegría y una herramienta de
comunicación dentro de un lenguaje universal.
Con una sonrisa silenciosa se perdona y se acepta el arrepentimiento
de un tercero tras una equivocación cometida en contra nuestra.
Con un sonrisa se inicia la conquista del amor.
Sonriendo brindamos cariño al oprimido y damos aliento al
desfavorecido.
Si decidimos compartir una limosna o entregar una ofrenda y lo
hacemos con una sonrisa el valor se multiplica, porque cuando uno da con
una sonrisa recibe siete veces siete mil lo que hemos ofrecido.
Podemos dar con una sonrisa cariño, comprensión, buen trato, afecto,
amor o servicio.
Entonces recibiremos de la vida misma siete veces siete mil, cariño,
comprensión, buen trato, afecto, amor o servicio.
La sonrisa es el motor de la alegría con el que encendemos la máquina
del pensamiento para producir ideas edificantes.
La sonrisa es salud y su uso constante se convierte en terapia.
La risoterapia es el arte de conseguir la autosanación de dolencias
físicas a través del bienestar que proporciona una sonrisa continua o unos
ejercicios de risas y carcajadas intensas y conscientes.
Este ejercicio mejora la salud mental y física, facilita la respiración,
oxigena el cerebro, reduce el estrés, activa los músculos abdominales
dando masajes a los órganos internos y llenándonos de vida.
La risoterapia nos distensiona y también nos desbloquea de traumas
pasados, liberando la mente.
Quien sonríe constantemente se siente rejuvenecido y su actitud es de
fortaleza y vigor.
Una sonrisa es el primer paso para preparar la mente con el fin de
conseguir el éxito, llenándose de autoestima y confianza.

“Sonríe, es la segunda mejor cosa que puedes hacer con tu
boca”
Hulton Getty






“El testimonio es como la prueba de nuestra existencia que
dejamos como legado para marcar nuestro paso por esta
vida”
Juan Manuel Correal


38. Testimonio


El testimonio es esa verdad que cada uno tiene para contar y con la que se
muestra una experiencia de vida maravillosa.
Dar testimonio es reconocer que nuestras vidas están regidas por una
fuerza suprema con una bondad infinita, y que es Dios quien sana, libera
y restaura todas las áreas de nuestra vida.
El testimonio se ofrece luego de haber recibido la gracia de Dios ante
una circunstancia de nuestra vidas, a lo que podemos llamar milagros,
obras o favores según la intención, la fe o la magnitud del hecho.
El testimonio es un deber espiritual que satisface nuestra necesidad de
compartir ese regalo recibido, que se pidió con intensa fe en momentos de
oración íntima.
Recibir con atención el testimonio de una persona es abrir las puertas
de la fe y preparar el corazón para recibir a un dios bueno que quiere
ofrecernos todo lo que le pedimos como recompensa por nuestros buenos
actos y noble conducta.
Testimonio es llenarse de orgullo para contar con alegría que Dios se
ha manifestado en nuestras vidas a través de personas con dones de
sanación o palabras sabias y consejos oportunos.
Podemos dar testimonio de señales recibidas cuando suplicamos su
presencia o por medio de sueños en los que se revelan respuestas a
incertidumbres o decisiones necesarias.
Cada vez que alguien se asombra por nuestra historia y toma la opción
de experimentar el camino de la fe se ha ganado en el cielo una alma
bondadosa que, seguramente, expandirá también su experiencia de Dios
por medio de su propio testimonio.

“Las palabras dicen mucho, pero el testimonio arrastra”
Adagio popular







“La visualización es como la imagen completa de un
rompecabezas que hasta ahora estamos armando”
Juan Manuel Correal


39. Visualización


La visualización es un ejercicio de imaginación en el que se observa por
anticipado un plan de vida y se vive su realización durante el proceso.
Visualizar es poner a andar un sueño y verlo cumplirse, vivir en la
mente y sentir en el corazón cada paso hacia ese fruto germinado.
Cerrando los ojos permitimos a la máquina del pensamiento crear un
mundo mágico de verdades y fantasías alrededor de nuestros deseos. Con
absoluta confianza recordamos que los regalos del universo están allí para
nosotros, esperando el momento preciso para ser entregados. Que eso que
pedimos ya es nuestro y que solo debemos llegar a donde está. Para esto
debemos entender que los tiempos de Dios son distintos y que el universo
organiza las piezas según la voluntad del Padre, entre tanto nos
preparamos moral y espiritualmente en un crecimiento interior en el que
reina la paz y la calma y nada es urgente ni inmediato.
Podemos visualizar nuestra felicidad en tiempo real, decidiendo que la
estamos viviendo aquí, ahora, con lo poco o mucho que tengamos. En
medio de las circunstancias del momento, bien sean tristes o alegres, con
éxitos y fracasos. Siendo felices por el solo hecho de existir y estar vivos,
llenos de luz de Dios. Así visualizamos nuestro día desde el amanecer. Un
día lleno de gozo, de luz, de paz, de armonía, de oportunidades, de
triunfos y de sonrisas.
La visualización es un forma natural de utilizar el poder de los
pensamientos usando la imaginación como un imán de atracción hacia los
sueños y deseos creados por la mente.
Todo este ejercicio imaginario es una visualización creativa en la que
la mente positiva se libera de tensiones y conectores negativos,
preparándose para accionar el poder de la atracción con pensamientos
positivos y repetitivos que se acompañan también con una actitud positiva
y consecuente.
Entre más libre y abierta esté la mente mayores oportunidades de
realización personal hallaremos en el camino, experimentando cambios
en los pensamientos y posteriormente en las acciones, todas encaminadas
hacia ese norte llamado proyecto, sueño o deseo.
La visualización creativa para que se cumpla debe procesar primero
un objetivo claro con un enfoque definido, estando seguros de que
nuestros deseos esperan resultados positivos, no solo para nuestro bien
sino para el de los demás.
Debemos alejarnos del ruido y de los conflictos para no afectar
nuestra frecuencia elevada y nuestra armonía terrenal. De esa manera, en
repetidas ocasiones durante el día, buscamos un refugio de silencio para
accionar esos pensamientos programados positivamente hacia el objetivo.
Podemos visualizar en cada uno a una persona sana, alegre, divertida y
feliz. Visualizar una familia unida y llena de amor y felicidad. Como
estudiantes podemos observar a futuro el éxito profesional viéndonos
empresarios y líderes corporativos.
Nuestra mente creativa nos lleva a anticiparnos a los triunfos deseados
por medio de la visualización y a vivir nuestro sueño con la imaginación,
mientras podemos experimentarlo de forma vivencial.
Así es el regalo de Dios para nosotros. Una mente creativa capaz de
alcanzar lo imaginable y de llevarnos a sentir las emociones previamente,
hasta sacarnos una sonrisa de satisfacción con solo pensamientos
positivos.
Recuerda que tus palabras, tus sueños y tus pensamientos tienen el
poder de crear condiciones en tu vida.

“Eres el Miguel Ángel de tu propia vida, El David que estás
esculpiendo eres tú mismo”
Joe Vitale
Adagio popular






“La simplicidad es como la respuesta precisa y corta a un
interrogante extenso”
Juan Manuel Correal


40. Simplicidad


La simplicidad es una forma de vida sencilla y reducida a lo básico. Con
comodidades y confort, pero simple; es decir, sin complicaciones y sin la
necesidad de seguir patrones sociales o exigencias para pertenecer a un
círculo social determinado.
La vida es fácil y simple si uno busca esa misma perspectiva.
Simplicidad es actuar simple y humildemente para sentirse grande. Es
idealizar en cada uno a una persona sana, alegre, divertida y feliz,
considerando la felicidad como una opción desde lo básico y elemental.
Simplicidad es mostrarse seguro ante las circunstancias y entender que
las caídas y fracasos son bendiciones, porque con ellos recibimos
enseñanzas y aprendizajes.
Ser simple es comprender que las cosas que deben encontrarse se
buscan y las que deben conocerse se aprenden, pero que las restantes se
las pedimos a Dios.
Ser simple es estar conscientes de que no tenemos que saberlo todo y
tenerlo todo. Que también vale decir “no sé” o “no tengo”.
Es intentar rodearse de gente sana, alegre y feliz para convivir en
comunidad, trabajar o edificar proyectos con ideas constructivas basadas
en el objetivo del bien común.
Vivir de manera simple es intentar hacerse la vida agradable con
elementos de alegría que nos conecten con un entorno similar al que
procuramos, donde no exista la competencia social, la permanente oda al
materialismo o la adoración al poder.
Ser simple es identificar los estados de ánimo, reflexionando en
nuestro interior acerca de cuáles circunstancias nos están afectando y
dónde está la solución desde lo básico.
Ser simple es no llamarle problema a las circunstancias de la vida, ni
enfermedades a las condiciones de salud.
Es comprender que podemos convertir la tragedias en anécdotas y
reírnos de lo que nos ocurre, sin causar traumas ni bloqueos mentales.
Simplicidad es despojarse de la necesidad de impresionar a los demás
con sus pertenencias, hacer alarde de los rótulos otorgados por la
condición social o la constante publicación de éxitos profesionales y
económicos obtenidos.
Ser simple es saludar y despedirse con una sonrisa amable a quien se
cruza en nuestro camino, especialmente a quien nos sirve.
Simple es una persona que con poder empresarial, económico o
político trata con amabilidad a la gente y es cortés con sus diálogos.
La simplicidad es una actitud.

“La verdad siempre se halla en la simplicidad y no en la
multiplicidad y confusión de las cosas”
Issac Newton






“Reinventarse es como convertir cada idea de cambio en
vitaminas para rejuvenecer”
Juan Manuel Correal


41. Reinventarse


Reinventarse es una necesidad que aparece en el ser humano a través de
las diferentes etapas de la vida, camino a la madurez.
Es la forma de experimentar nuevas emociones tras renovar
motivaciones con la creación de proyectos y cambios en las diferentes
áreas que conforman nuestro cuadrante de vida: personal-familiar-
profesional-espiritual.
Cada paso que damos hacia el cambio es un adelanto en dirección a
descubrir nuevos talentos, cuyo desarrollo nos proporciona dotes de
satisfacción personal.
Reinventarse es evaluar los tiempos en las diferentes etapas de la vida
y reconocer que cada ciclo se cumple exigiendo cambios y renovaciones.
Para ello se requiere la aplicación de un discernimiento preciso y,
enseguida, una mezcla de conciencia y voluntad para atreverse a realizar
ese viraje necesario para despertar nuevas ilusiones.
Estos cambios traen consigo una renovación de la persona que
inmediatamente debe ver reflejada en su actitud y conducta. Son
momentos especiales para incentivar la creatividad y probar la fuerza, el
valor y la confianza que produce un verdadero autoconocimiento.
Los cambios y renovaciones a nivel personal se dan en diferentes
aspectos, tomando decisiones referentes a la conducta social o
modificando sus actividades físicas y deportivas. Buscando una vida sana
y balanceada con ejercicio y alimentación. Alejándose del consumo del
alcohol, el cigarrillo o las drogas.
Reinventarse, en el campo personal, es comenzar nuevos estudios o
lecturas de interés propio o adentrarse en territorios que siempre han
llamado su atención con talentos ocultos, como la cocina, la pintura, el
arte, la escritura, la lectura, el amor por la naturaleza o la convivencia con
los animales.
En el campo familiar constantemente surgen oportunidades de
cambio, como, por ejemplo, cuando se busca la independencia saliendo
de la casa de los padres hacia el horizonte del estudiante que luego se
casa y forma su propia familia. El bebé que nace, el hermanito que llega,
la convivencia, las reuniones familiares, las vacaciones compartiendo con
nuevos parientes. Reinventarse en esta área familiar es compartir
momentos con uno y otro según la circunstancia. Dedicarse al cuidado del
padre que se enfermó, respaldar a la pareja en sus crisis, ayudar al hijo en
sus caídas, apoyar a la hija en su causa o reunirse con los hermanos.
Renovar nuestra vida es romper con la rutina y visitar a la abuela que
quedó sola, inventar programas divertidos para todos, propiciar
conversaciones profundas con cada uno para escuchar sus ideas y
conceptos, intercambiando consejos o simplemente disfrutando con ellos
su existencia y la nuestra.
A nivel profesional, reinventarse es revisar con detenimiento los
tiempos en cada rol que desarrollamos y mirar nuevos horizontes, quizás
buscando un ascenso o preparando el camino para la independencia
empresarial. Inventar ideas, crear proyectos, conocer nuevos métodos,
estudiar tendencias, analizar mercados, encontrar oportunidades y
aventurase a atreverse al cambio.
Una renovación espiritual es profundizar en nuestro interior
encontrando paz en la oración, incrementando nuestra fe y
experimentando un crecimiento hacia la bondad, buscando cada día ser
mejores personas y trascender como seres humanos.
Para reinventarse en estos aspectos es necesario creer en nosotros
mismos e identificar los momentos precisos para ejecutar los cambios o
comenzar los virajes que, creemos, necesitamos para continuar en nuestra
propia evolución.

“Aunque nada cambie, si yo cambio, todo cambia”
Honoré de Balzac






“La aceptación es un peaje que se paga en el camino de la
vida, para poder continuar rumbo al norte de la felicidad”
Juan Manuel Correal


42. Aceptación


Aceptación es aquello que necesitamos para convertir una contrariedad en
simplemente algo que ocurrió y que pronto pasará sin dejar traumas.
Aceptar que el curso de la vida tiene subidas y bajadas y comprender
que todo lo que nos pasa es la consecuencia de una causa que se originó
en cualquier momento por orden del universo, por iniciativa propia o por
la misma voluntad de Dios.
La aceptación es la mejor manera de procesar un episodio de vida,
bien sea accidental, temporal o transitorio. Cuando existen cambios no
programados en nuestro proyecto se trastornan las expectativas y
lamentamos ese curso sin detenernos a pensar por qué ocurrió y qué trae
consigo ese nuevo norte.
Aceptación es hacerse fácil la acomodación al nuevo estado que de
repente se produjo por la partida de un ser querido, quizás, el más
querido. Aceptar que su ciclo se cumplió y agradecer a esa persona que
ya no está por el tiempo de su existencia a nuestro lado. Recordar los
momentos felices y las experiencias compartidas. Permitirle disfrutar su
nuevo estado y hacer de él o ella un ángel protector que nos acompaña
desde lo invisible. Orar a Dios para que su alma goce de la plenitud eterna
y alegrarnos desde nuestro mundo por ese premio conseguido.
Aceptar es desapegarnos y desprendernos del pasado, soltando toda
clase de ataduras creadas en la mente con recuerdos aferrados a
momentos vividos.
La aceptación es fundamental en el trámite de nuestra vida, porque
con ella nos permitimos discernir el resultado de un proyecto o las
variaciones que se presenten en un determinado proceso.
Se trata de aceptar lo que no se puede cambiar o modificar y afrontar
esa nueva forma o dirección con seguridad y confianza.
Aceptar, sin embargo, no se trata de conformarse con los resultados
inesperados, sino de utilizar esa circunstancia como herramienta de
perfección hacia el objetivo tal y como se ha diseñado.
Aceptar es comprender que los demás también tienen sus puntos de
vista y sus razones para justificarlos.
Aceptar que los finales felices dependen, en parte, de nuestra
dedicación, esfuerzo y compromiso por lograrlos.
Aceptar que las personas que se cruzan por nuestro paso son
accidentes temporales que dejan recuerdos, huellas y memorias con
diferentes intensidades. Que unas se van y otras se quedan. Que unas
permanecen para siempre y otras siguen su camino.
Aceptar que cada quien ama a su manera y reacciona de acuerdo con
sus propias emociones y que sus decisiones son personales y, aunque nos
afecten, no debemos tomarlas personalmente porque, al final, todo es
entre tú y Dios, no entre tú y esa persona.

“Señor, concédeme la serenidad para aceptar las cosas que no
puedo cambiar, valor para cambiar aquellas que puedo, y
sabiduría para reconocer la diferencia”
San Francisco de Asís






“La tensión que produce controlar un caballo brioso se
termina cuando se le sueltan las riendas. Entonces
descansan los dos”
Juan Manuel Correal


43. Soltar


Soltar significa un desprendimiento lleno de confianza hacia una entrega
total al universo de todas nuestras angustias, temores, miedos y dudas,
convencidos de que Dios está en nuestras vidas para sorprendernos con su
amor y ocuparse de nuestras dificultades puestas en nuestra propia cruz.
Soltar es recordar que Dios habita en nosotros en medio del dolor y
que en las adversidades nos regala su paz si decidimos dejar todo en sus
manos y aceptar su voluntad para que las soluciones lleguen con
bendiciones de manera permanente.
Si soltamos el afán, la prisa, la inmediatez y todas aquellas
necesidades de solucionarlo todo prontamente y de manera personal, nos
sorprenderemos con la bondad del universo que atiende nuestros deseos
en la medida que dispongamos nuestra mente y corazón a aceptar los
tiempos indescifrables, que además están perfectamente sincronizados
con la voluntad divina de nuestro Padre.
Soltar es aligerar la carga y el equipaje de nuestro viaje terrenal,
entregando toda clase de creencias y condiciones impuestas por el mundo
para encontrar la felicidad.
Es abrir las manos vacías para recibir las provisiones de sabiduría y
discernimiento y así preparar el terreno para la llegada de la prosperidad y
la abundancia a través del trabajo.
Soltar es limpiar nuestra mente de pensamientos oscuros, llenos de
dudas y temores, enemigos de la fe y la esperanza.
Es despojarse del poder otorgado por las riquezas materiales y
reconocer con humildad que toda esa suerte provino del cielo y se mezcló
con nuestros dones y talentos para dar ese resultado económicamente
favorable.
Soltar es liberarse de la tensión producida por las exigencias sociales y
laborales que nos llevan a convivir con el estrés. Esto se logra
identificando las expectativas como deseos internos de que las cosas solo
salgan como uno quiere y de acuerdo al diseño de ese sueño que no
permite variables.
Vivir sin expectativas es una gran enseñanza que nos libra de la
necesidad de calificar los resultados de nuestras acciones como buenos,
regulares o malos.
Ante un proyecto de vida trazado en cualquier área se planifica, se
ejecutan las acciones necesarias y se pone a rodar, soltándolo con
tranquilidad, permitiendo a los vientos naturales proponer la velocidad y
el curso en el desarrollo del mismo.
Soltar es comprender que no necesitamos manipular las condiciones
externas y ajenas para que el resultado que se dé sea el esperado por
nosotros.
Soltar a una persona es un acto de generosidad con ese alguien que ha
decidido seguir su camino sin nuestra compañía o que simplemente
cumplió su ciclo terrenal y fue llamado a vivir en un campo celestial. Ese
gesto de desapego es también la opción de no sufrir por algo que no tiene
remedio o cuya solución no está en nuestras manos.
Podemos soltar los problemas y las enfermedades para que se
desvanezcan las angustias que aparecen con estas circunstancias
quitándonos la paz.

“El cuerpo humano es el carruaje, el yo, el hombre que lo
conduce, el pensamiento son las riendas y los sentimientos son
los caballos”
Platón







“El bien no se hace, ya está hecho. Ahora hay que hacer
buen uso de él”
Juan Manuel Correal


44. Bondad


La bondad es una gracia que existe en cada uno de forma innata y está
incorporada en nuestro ser. Todos nacemos buenos y en esa etapa
maternal despertamos ternura con una imagen de ángeles celestiales
proyectando amor, gozo y felicidad.
La bondad viene de Dios, que en su enigmática naturaleza ha
despertado esa bonita creencia en las personas que con humildad
reconocemos su grandeza.
Ser bueno o bondadoso no es un deber ni un propósito. Debe, más
bien, ser una actitud constante frente a la vida, con sus diferentes matices,
circunstancias y condiciones.
Una buena persona es aquella que busca primero el beneficio de los
demás antes que el suyo propio.
Un ser bondadoso está libre de juzgamientos hacia los demás y se
aleja de los conflictos, evitando involucrarse en acciones que afecten a
terceros y escogiendo muy bien las palabras para lograr acuerdos.
El valor de la bondad cuando habita en alguien de forma natural lo
lleva automáticamente a un reconocimiento público y social, calificando a
esa persona como “bonita” o “buena gente”. A ese líder natural lleno de
bondad y gracia la gente lo busca para hacerse la vida agradable.
Una buena persona sonríe para pedir un favor y hace de la gratitud una
de sus mayores virtudes. Cuida su lenguaje y se abstiene de ofender a los
demás o maldecir a la vida por presentar resultados inesperados.
Bondad es generosidad en todo su esplendor, compartiendo tiempo,
conocimiento y haciendo sacrificios para lograr el bien ajeno.
Ser bueno es desprenderse de lo que no usamos y compartir ofrendas
materiales para brindar alivio al desfavorecido. Realizar acciones de
servicio social sin buscar intereses personales ni reconocimientos
públicos, proyecta en esa persona una imagen positiva.
Una persona que quiere a los animales y busca su protección, con
seguridad, tiene en su corazón una inmensa provisión de bondad.
Con la bondad viene el perdón, comprendiendo que los demás tienen
derecho a equivocarse, pero también a reflexionar y resarcir el daño con
su arrepentimiento.
Hacer el bien nos hace sentir bien.
La bondad es eso que siempre tenemos pero que la vida se encarga de
apagar insistentemente con sobrecargas de odio, rencor y resentimiento,
sentimientos generados por la dinámica de una vida precipitada y
gobernada por las sociedades del poder material.

“El único símbolo de superioridad que conozco es la bondad”
Ludwig van Beethoven







“El corazón es como una caja fuerte llena de valores,
abierta al público”
Juan Manuel Correal


45. Corazón


El corazón es el punto de reunión de los sentimientos.
Siempre habrá un vínculo íntimo entre el corazón y el amor en
cualquiera de sus dimensiones.
En el corazón se refugia el amor fraternal, el amor por la vida, el amor
del enamoramiento o el amor por lo que hacemos.
Allí, en el corazón, se centra la verdad absoluta, porque es donde se
generan las emociones que cuando maduran se convierten en sentimientos
puros.
El corazón siente y la mente piensa. Por eso, ante cualquier
incertidumbre o estado de duda para tomar una decisión debemos acudir
al corazón para preguntarle lo que nos conviene.
Este siempre nos dirá la verdad, porque el corazón, contrario a la
mente, no obedece al ego.
La mente nos confunde y a veces nos traiciona y siempre nos llevará a
pensar lo que queremos y poca veces lo que debemos.
En el corazón está la fuerza del amor, ese universo de poder con el
que Dios creó al mundo y nuestra existencia dentro de él, para
evolucionar, crecer y trascender como personas, atravesando en el curso
de la vida los diferentes campos espirituales.
El corazón es la coraza de nuestra alma que habita en nosotros como
chispa de vida.
Es el corazón el que no para de funcionar, convirtiéndose en el motor
de nuestra existencia. Y durante esa misión de sostenernos con vida
recibe toda clase de emociones creadas por nuestra convivencia con el
mundo. Allí, en el corazón, se refugian las tristezas y las alegrías, la pena
y el dolor, el odio y el amor, las dudas y los temores. El corazón se
regocija con el amor o se maltrata con el rencor, porque el corazón
cuando sufre siente dolor, se contrae, se arruga y se apaga, como una flor
que se marchita por falta de luz.
Al corazón hay que protegerlo de rencores que nos roban nuestros
sueños, gastan nuestras energías y nos debilitan.
Librarlo de albergar amarguras que nos quitan el sabor de nuestra vida
y nos impiden saborear lo dulce que hay en ella.
Debemos evitar en nuestro corazón la rabia y el enojo porque nos
mantienen alejados y nos aíslan de los demás. Nos sumergen en la
soledad.
Protejamos nuestro corazón de los celos, que son vientos tormentosos
que destruyen nuestras esperanzas y las de los demás.
Cuida tu corazón de las envidias, la envidia corrompe y daña lo que
tienes y no te permite disfrutarlo. La envidia en el corazón es como una
semilla de conflicto.
El corazón es la tierra fértil de Dios para dar fruto de vida para ti y
otros. Hay que cuidarlo y protegerlo de esos sentimientos dañinos que lo
debilitan y enferman hasta morir.

“El corazón del loco está en la boca; pero la boca del sabio está
en el corazón”
Benjamín Franklin







“El talento es como una inmensa perla escondida en el
océano para que sea encontrada por nosotros y hacernos
más felices”
Juan Manuel Correal


46. Talento


El talento es un don recibido con la luz de la vida.
La magia de este regalo universal está en descubrirlo con el paso del
tiempo, evaluando el porqué de nuestras inclinaciones o gustos hacia
ciertas actividades que nos despiertan gran interés.
La vida nos muestra el camino y uno toma la decisión de seguir ese
norte o no, según el interés que tenga por su entorno.
A veces nos demoramos en encontrar ese talento escondido porque
desperdiciamos mucho tiempo con la obstinación de algo que a otra
persona le dio resultado o que, simplemente, es el camino más fácil o
práctico para salir adelante con un proyecto de vida.
Detrás de un talento está la pasión por hacer y desarrollar eso que de
pronto encontramos y que además se nos facilita.
Al talento se suma la creatividad, la disciplina y la perseverancia para
dar resultados positivos que, con seguridad, nos confirmarán que ese
regalo es para nosotros.
Pero, ¿cómo descubrimos un talento si no nos atrevemos? Debemos
atrevernos a todas las oportunidades que se presenten, para ir probando
experiencias en la vida. Unas se descartan, quizás, porque no hicieron
efecto en nuestras emociones y otras, en cambio, nos persuaden para
repetirlas una y otra vez hasta encontrarles el gusto y desarrollar una
facilidad innata para hacerlas.
Todos tenemos talentos, distintos pero igual de importantes. Para
encontrarlos, además de atreverse, se necesita la confianza en sí mismo y
la fuerza del corazón para perseguir ese deseo de éxito y satisfacción. El
talento está ahí afuera, el universo lo puso para todos en diferentes
formas, como el arte, expresando la creatividad a través de la pintura, la
escritura, la poesía, la música y otras líneas de creación desde la nada.
Hay talentos naturales para la facilidad del deporte que se desarrollan
buscando la perfección con la práctica y la constante disciplina.
El talento también está en la ciencia y en ese gran universo de
oportunidades que hay para desarrollar proyectos en beneficio de la
humanidad.
Quienes descubren ese don desarrollan una pasión infinita por
satisfacer su necesidad de descubrir, cada vez más, la magia del
sincronizado y perfecto funcionamiento de nuestro cuerpo a través de la
medicina.
El don de la palabra es también otorgado a quienes, por medio de la
comunicación, construyen discursos edificantes para transmitir mensajes
que luego, muy probablemente, serán documentos que quedan registrados
en la historia, porque en la palabra, escrita o hablada, se consolidan
tratados.
No existen talentos grandes o pequeños, ni mayores o menores, todos
son de igual importancia porque con ellos se construye la felicidad simple
de cada quien.
El talento es una provisión de inteligencia creativa entregada por Dios
para facilitar el cumplimiento de nuestra misión terrenal.

“Utiliza en la vida los talentos que poseas: el bosque estaría
muy silencioso si solo cantasen los pájaros que mejor cantan”
Henry van Dyke






“La unión es un fuerte lazo que tiene suficiente espacio
para muchas manos”
Juan Manuel Correal


47. Unión


La unión representa la fuerza conjunta de varias intenciones para
conseguir un objetivo común. Esa fuerza invisible de energía creada por
la suma de individuos que desean un propósito es, a su vez, la unión de
múltiples pensamientos positivos, todos sintonizados en la misma
frecuencia mental.
La unión espiritual se refiere a una cadena creada por personas con
principios de fe y actitud de entrega hacia la voluntad de Dios. Estas
cadenas de oración o grupos de reunión para la práctica de la oración en
conjunto tienen como objetivo sumar esa energía espiritual colectiva para
elevar la frecuencia hacia la conciencia.
El poder de la mente, en un elevado estado de conciencia espiritual
colectivo, tiene una fuerza infinita, vista muchas veces en milagros de
sanación o reparación de áreas perdidas y, en ocasiones, hasta la
recuperación de almas que habitan en la oscuridad del mundo terrenal.
La unión de los padres para la formación de sus hijos es fundamental
para reunir los diferentes principios y valores que cada uno trae desde su
propio hogar. De esta manera, esa reunión de conceptos cuyo deseo único
es el bienestar de sus hijos traerá consigo un magnífico resultado si en
medio de estas conciliaciones está la presencia de Dios iluminando ese
hogar.
La unión de los esposos, para ayudarse y apoyarse el uno al otro en
momentos de aflicción, debilidad, duda o crisis matrimonial, es la
tranquilidad que da sentir la fuerza del uno cuando el otro está débil.
Esa es la unión necesaria, sobre todo en momentos de adversidades
provocados por la rutina de la convivencia, la cotidianidad y muchas
veces las influencias de terceros al tratar de imponer sus propias
creencias.
La unión de los hermanos es esa fuerza conjunta que corre en la
misma sangre, compartida por la semilla de sus padres y, en ocasiones,
con nuevos hermanos que llegan en segundas oportunidades de hogar por
matrimonios divididos que se unen para reorganizar su sueño de familia.
Ellos también resultan siendo brazos de apoyo y columnas de soporte
para facilitar el camino de la existencia compartida en ese nuevo
proyecto.
La unión en los equipos de trabajo también representa una garantía
para obtener los resultados positivos esperados por las expectativas
creadas en esa misión empresarial.
La unión es ese círculo creado por varios individuos conformando un
núcleo o comunidad para protegerse mutuamente y desarrollar proyectos
en los que se suman los diferentes dones, habilidades y talentos de cada
uno.

“Cualquier poder si no se basa en la unión es débil”
Jean de La Fontaine






“La palabra es como la varita mágica que convierte en
verdad los deseos de la mente”
Juan Manuel Correal


48. Palabra


La palabra es esa herramienta poderosa con que se construyen mensajes
edificantes, que también quedan registrados en la historia a través de la
escritura.
Por medio del buen uso de la palabra nos comunicamos, expresamos
ideas y conceptos y exaltamos nuestra verdad.
La palabra es constructiva cuando se expresa con el propósito de
elevar el estado de conciencia para utilizar su poder en beneficio común.
El poder de la palabra está en cada intención con que se dice o se
escribe un mensaje.
En la palabra están los deseos, los anhelos, los sueños, las esperanzas
y los proyectos de vida de cada persona.
La palabra dicha con amor y verdad construye relaciones sólidas y
estables.
La palabra es la mayor garantía en la gente honorable que hace de ella
un documento indeleble.
Una vez la palabra está escrita queda para la historia y allí es cuando
trascienden los mensajes y se consignan las verdades de hechos reales que
dejan huella en la humanidad.
Los estudios teológicos aseguran que la palabra de Dios es vida y que
esas escrituras sagradas guardan las memorias de un Dios que se hizo
hombre para salvar a sus hijos del pecado.
Las sagradas escrituras reúnen múltiples historias de pasajes que
relatan la vida de Cristo y consignan sus promesas y milagros en un
tiempo en el que la historia de la humanidad se parte en dos por su
existencia.
El código perfecto que clasifica las historias dentro de ese gran libro
nos hace comprender que las profecías anunciadas antes de la llegada del
hijo de Dios se cumplieron luego con su presencia.
Quienes estudian a fondo estas consignas comprenden mejor muchas
verdades que están allí, al alcance de todos para llenarnos de vida, amor y
fe.
En la palabra están el arrepentimiento y el perdón, el compromiso y el
optimismo, el amor y el cariño, la sanación y la alegría.
La palabra reúne todo lo que uno quiere ofrecerle a otra persona. La
construcción de un hogar de esposos con promesas de fidelidad y lealtad
y la formación de los hijos con palabras amorosas.
La impecabilidad de las palabras nos enseña a construir mensajes
positivos para la convivencia. Las palabras alegran o entristecen, curan o
hieren, animan o desmotivan, perdonan o juzgan, proporcionan luz o
generan oscuridad, engrandecen o disminuyen.
Con una sonrisa y pocas palabras podemos alegrar a alguien o llevarlo
al desaliento y desespero. Porque las palabras dejan huella, tienen poder e
influyen positiva o negativamente en las personas.
Podemos construir mensajes positivos eliminando palabras negativas.

“Sea esta la regla de nuestra vida: decir lo que sentimos, sentir
lo que decimos. En suma, que la palabra vaya de acuerdo con
los hechos”
Seneca






“La naturaleza es ese reino donde nuestra mente quisiera
vivir de forma natural y simple, sin sometimientos
sociales”
Juan Manuel Correal


49. Naturaleza


La naturaleza es ese templo de sabiduría innata donde se refugia la
verdad, libre de influencias y condiciones.
En la naturaleza está el esplendor vivo de la gracia de Dios, como
muestra de la perfección en un juego en el que todos los ciclos naturales
encajan de manera exacta.
En la naturaleza se encuentran los principales valores, como el
silencio, necesario para la reflexión. Es un silencio con un lenguaje
propio que nos deleita con su armonía de sonidos. El agua que corre por
el arroyo, los pájaros que trinan, las ramas que mueve el viento, la grama
que despierta, el rocío que brilla, las mariposas que danzan, las aves que
vuelan, el árbol que crece, la roca que forma una cueva, la sombra que
protege, la lluvia que alimenta las plantas, la luz del sol que les da vida,
las ranas que cantan, las ardillas que saltan, las hojas que caen o el fruto
que aparece de la flor que nace. Todo esto para que el hombre se
sorprenda con la grandeza divina de este universo creado por Dios y del
que tenemos mucho que aprender.
En la naturaleza no existe el odio ni la envidia, no habita el rencor o el
resentimiento, ni hay poder sobre los demás. Cada elemento vegetal o
animal cumple su función a la perfección en la cadena natural de la vida,
sin condiciones ni cuestionamientos.
La naturaleza nos enseña con toda su armonía y nos nutre de paz y
serenidad cuando decidimos adentrarnos en ella con respeto y humildad.
Allí los ciclos se cumplen y los tiempos son perfectos. No hay prisa ni se
cambian los cursos para beneficio del uno o del otro.
La naturaleza en su sabiduría nos permite comprender que podemos
vivir en paz, disfrutando la serenidad y la calma sin la necesidad de
manipular nuestro destino tomando atajos que nos llevan a afectar nuestro
hábitat, creando caminos forzosos y sacrificando la armonía creada desde
el principio.
En medio de la naturaleza se observan los rayos de luz que iluminan
su interior. Así debe ser nuestra vida. Abriendo el corazón cada mañana
para que penetre nuestro ser, la luz que hemos pedido en oración, se
iluminan nuestros días evitando la oscuridad, que es donde habita el ego.
En la oscuridad de un bosque natural en la noche no existen miedos ni
temores porque siempre hay espacio para la luz de la luna, que también
hace lo suyo y cumple su misión en el juego natural y perfecto dictado
por la creación divina.
En nuestra vida, en cambio, con pensamientos negativos, acciones
malintencionadas y deseos egoístas creamos una oscuridad llena de dudas
y angustias donde reina el caos, generado por los arrebatos precipitados
de la mente que corre desesperada en múltiples direcciones para cumplir
las exigencias del mundo, creadas por su majestad, el rey Ego.
Que nuestra naturaleza en el andar sea un reflejo de la verdad que
observamos en el campo, en las montañas y bosques no contaminados por
la mano del hombre.
Que ese rayo de luz cada mañana ilumine nuestro ser para
proporcionarnos inmensas provisiones de paz y armonía, de serenidad y
calma y de salud y vida.
Que nuestra naturaleza sea andar libremente por el mundo ayudando a
los demás y sembrando semillas de bondad, con una sonrisa natural que
refleje nuestra felicidad por el solo hecho de existir.

“La naturaleza es la mejor maestra de la verdad”
San Ambrosio






“Lo bonito de ser niño es que no sabe que no sabe, y no le
importa saber. Lo poco que sabe es ser feliz y eso lo sabe
mucho”
Juan Manuel Correal


50. Infancia


La infancia es como ese paraíso de alegría donde siempre queremos
volver. Es esa etapa de la vida en la que reina la inocencia y gozamos con
la libertad de los prejuicios.
En el alma pura de un niño existe la verdad de un individuo que fue
creado para ser feliz, y en su naturaleza no existe otra forma de vida
porque un niño vive sin expectativas, disfruta el presente y disfruta con lo
simple.
La alegría natural de un niño permanece cada día de manera innata,
porque en la infancia carecemos de esa información externa que nos
condiciona, nos exige y nos juzga cuando siendo adultos creemos que
para ser felices debemos cumplir con las condiciones materiales del
mundo.
La constante expresión de felicidad que hay en el rostro de un niño es
la muestra real de libertad. La mente del niño es sana, sus pensamientos
son puros, sus ideas son inocentes, sus actos son espontáneos y su
conducta es natural. Ningún adulto puede decir que goza del privilegio de
reunir esas condiciones perfectas. Lo que sí puede hacer ese adulto es
abrir las puertas del corazón para que el niño interior que hay en cada uno
salga cada mañana a jugar, a reír, a gozar y a disfrutar la vida con lo
simple, con lo básico, con lo elemental, sin condicionamientos ni
prejuicios.
Ser niño en la adultez es clasificar la información y filtrar los
contenidos, dejando aparte todo aquello que nos afecta, nos mortifica y
nos engaña a través de pensamientos comandados por la mente.
Volver a ser niño es divertirse con lo elemental, volver a lo básico,
perder el miedo al ridículo, soltar las riendas de la vida, atreverse a vivir
sin expectativas y levantarse de las caídas con una sonrisa para seguir
jugando el juego de la vida.
Todos tenemos un niño interior, pero con el paso del tiempo,
conviviendo con las angustias, la preocupación y el estrés, le hemos
silenciosamente robado la alegría.
Si renacemos en ese espíritu infantil y recuperamos la actitud natural
que teníamos en la infancia volveremos a sentir la felicidad plena, libre de
condiciones, y volveremos a sonreír contemplando la naturaleza de las
cosas y haciéndonos la vida más fácil, actuando de manera sencilla y
espontánea.
La actitud y el comportamiento de un niño deben ser lo más parecido
al recreo eterno que se vive en el cielo.
La infancia de nuestros hijos nunca volverá, por eso el mejor regalo es
el tiempo que dedicamos a jugar con ellos sin permitir que la rutina diaria
nos prive de esos momentos.

“Un niño siempre puede enseñar tres cosas a un adulto: a
ponerse contento sin motivo, a estar siempre ocupado con algo
y a saber exigir con todas sus fuerzas aquello que desea”
Paulo Coelho

Dentro del universo de fantasías que tiene un niño, de pronto aparece
la inspiración para representar en este poema toda una serie de
cuestionamientos racionales e inteligentes que hay en su sabiduría
natural. Por eso lo comparto. Para que aprendamos de la genuina
inteligencia creativa infantil. El autor de este poema es Jorge Capsiski.

Yo no entiendo a la gente grande
Yo no entiendo a la gente grande…
Porque tapa la luz del sol.
Quita las flores a las plantas para
dejarlas marchitar en un jarrón.
Y enjaula a los pajaritos.
Porque ha pintado todas las cosas de
color gris y ha llenado el cielo
de antenas y chimeneas.
Yo no entiendo a la gente grande…
Porque se creen importantes por
el solo hecho de ser grandes.
Porque no me dejan caminar
descalzo ni chapotear en la lluvia.
Porque me compran juguetes
y no quieren que los use para
que no se rompan.
Yo no entiendo a la gente grande…
Porque le han puesto nombre difícil
a todas las cosas sencillas.
Porque se pegan entre ellos o se pasan la
vida discutiendo.
Porque quieren tener empleos
importantes… y viven sentados
En una silla.
Yo no entiendo a la gente grande…
Porque me hacen decir versitos
que no entiendo.
Porque me obligan a besar a la
gente que no conozco.
Porque están siempre muy apurados
y nunca tienen tiempo de contestar
una pregunta o de contar un cuento.
Yo no entiendo a la gente grande…
Porque no les gusta sentarse en
el muro de la vereda.
Porque no sienten el placer de perder
el tiempo mirando
Alrededor y son incapaces de dar
vueltas en un carrusel.
Porque cuando me porto mal me
amenazan con ponerme una inyección.
Y cuando me enfermo me dicen que
una inyección me va a hacer bien.
Yo no entiendo a la gente grande…
Porque quieren que coma con horarios…
y no cuando tengo hambre.
Porque cuando pregunto algo,
me contestan que soy muy niño…
Y cuando pido un chupete
me dicen que soy un grandulón.
Yo no entiendo a la gente grande…
Porque siempre se hacen los
lindos o los serios.
Porque dicen mentiras y ellos
mismos se las creen.
Porque cada vez que me mienten
me doy cuenta y sufro mucho.
Yo no entiendo a la gente grande…
Porque me dicen miedoso y ellos
me hablaron de cocos y fantasmas.
Porque me piden que sea bueno
y me regalan para jugar revólveres,
Dardos, flechas y escopetas de
aire comprimido.
Porque han llenado la casa de cristales,
porcelanas y cosas que se rompen
y ahora resulta que no puedo
tocar todo lo que veo.
Yo no entiendo a la gente grande…
Porque perdieron las ganas
de correr y saltar.
Porque olvidaron esas cosas
que tanto les gustaban de chicos.
Porque antes de reírse siempre
le piden permiso al reloj.
Yo no entiendo a la gente grande…
Porque cuando hago algo malo
me dicen “no te quiero más”.
Y yo tengo mucho miedo de que
me dejen de querer en serio.







“Generosidad es la felicidad que produce la sonrisa de esa
persona con quien compartimos algo”
Juan Manuel Correal


51. Generosidad


Generosidad es el desprendimiento que por naturaleza ofrece una persona
de todo lo que materialmente le rodea.
La generosidad está proporcionalmente relacionada con el don de dar.
Quien da con cariño, con desprendimiento y sin apegos recibe siete veces
siete mil eso que ha ofrecido de forma incondicional.
Una persona generosa es aquella que ha comprendido que el universo
tiene suficiente para todos. Que la suerte son solo momentos de
inspiración y brillo que pasan por nuestras vidas dejando regalos y dones
y que sigue su camino para entregarle lo que está esperando otra persona.
Lo que hagamos con la provisión de prosperidad y abundancia que
nos envía Dios a través de los tiempos seleccionados para nosotros es lo
que verdaderamente llena nuestra alma y alimenta nuestro corazón de
vida y alegría.
La generosidad es un desapego verdadero a lo material. Es reconocer
que las riquezas son los valores y principios que poseemos y que
utilizamos en nuestra vida para ser mejores personas.
Todo lo material es prestado y, aunque nos proporciona confort y
comodidad, es pasajero y nada de lo que poseemos nos llevaremos al
cielo cuando llegue el momento de trascender.
La generosidad aparece automáticamente cuando llega el desapego y
el desprendimiento. Cuando soltamos la ansiedad por tener y acumular
riquezas que creemos nos van a proporcionar la felicidad.
Cuando Dios ha autorizado con su luz al universo para entregar
nuestra provisión se hace justo compartir con quien necesita ayuda. Allí,
entonces, aparece la satisfacción de haber devuelto a la vida parte de lo
que nos ha traído.
La generosidad debe manifestarse en todas las áreas; quien ama en
abundancia es generoso en amor. Quien paga bien el trabajo de la gente
está siendo generoso con sus vidas.
La familia es el principal núcleo donde debe manifestarse la
generosidad de cada uno. La generosidad del padre para que con el fruto
de su esfuerzo y trabajo nunca su hogar sea visitado por la escasez. La
madre, abundante en ternura y amor, para proporcionar una formación a
sus hijos que con su ejemplo aprenderán a valorar la familia. Generosa en
su tiempo y en su doble esfuerzo por apoyar a su marido trabajando en
equipo para la prosperidad de esa empresa llamada hogar. Los hijos
generosos con sus padres, los hermanos generosos entre ellos y así una
cadena de gente bondadosa que busca siempre el bien ajeno.
La generosidad siempre será atacada por la envidia y otros
sentimientos negativos propios de las creencias materiales gobernadas por
el mundo.
Generosidad, en cambio, es dar sin esperar retribución, compartir
nuestro tiempo brindando servicio, entregar parte de nuestras vidas,
ayudar a los que lo necesitan, dar consuelo a los que sufren y orar por los
desfavorecidos.
Una persona generosa es aquella que comprende que ha sido enviada a
este mundo por Dios para cumplir una misión de servicio y en el
desarrollo de su vida también satisfacer su propias necesidades.

“La generosidad humana es un reflejo del amor de dios”
Doménico Cieri Estrada






“Renacer es ver cómo una flor marchita recibe de nuevo la
luz del día y abre nuevamente sus pétalos para embellecer
el entorno que la rodea”
Juan Manuel Correal


52. Renacer


Renacer es despertar de un letargo, de un estado de quietud generado por
nosotros mismos.
Es recuperar el brillo de la vida tras un largo periodo de sombra
originado por diferentes circunstancias de la vida o por una determinada
conducta asumida ante la misma.
Renacer es abrir los ojos para volver a disfrutar la luz de la vida y salir
del encierro de la cotidianidad que nos envuelve en un sueño profundo de
pasividad.
Renacer es comenzar a sentir nuevas motivaciones tras un chasquido
de dedos que nos alertó de caer en la rutina de la vida.
Renacer es comenzar a vivir una nueva oportunidad que se nos dio por
la fuerza del destino, la voluntad de Dios, las alineaciones del universo o
por una suerte correspondida.
Sin importar el origen de la causa el despertar es esa nueva
oportunidad de volver a empezar, de comenzar un nuevo ciclo, de realizar
nuevos proyectos o simplemente de seguir caminando, ahora en la
conciencia.
Para renacer hay que olvidar el pasado, dejarlo atrás y tomar lo bueno
de las enseñanzas que nos dejó a través de la experiencia. Con esa acción
valerosa surge una nueva vida en una persona renovada que despierta
para no cometer los mismos errores, sacudiéndose de sus culpas y
juzgamientos propios por acciones erróneas o caminos equivocados.
Renacer es volver a nacer en vida reconstruyendo proyectos
personales, permitiendo sanar el corazón con el perdón y restaurando una
vida en pareja, quizás con otra persona.
Renacer es volver a abrir las ventanas para mirar al mundo exterior y
disfrutar la luz y el brillo de cada día desde adentro, preparándose para
salir a hacer parte de su juego sin involucrarse en las exigencias de la
vanidad o las condiciones sociales que nos llevaron al encierro.
El renacimiento de una persona consiste también en aceptar el milagro
de Dios hecho en su materia tras una enfermedad que parecía ser
fulminante. Allí, en ese cuerpo maltratado y amenazado por células
negativas o invasiones ajenas provenientes de virus, epidemias o una baja
del sistema inmunológico causado por el estrés pasa también la mano
salvadora de Dios, para iluminar con su luz cada célula y restaurar esa
área afectada del cuerpo que con los diagnósticos clínicos nos llegó a
quitar las esperanzas.
Renacer es recibir esa luz divina como regalo celestial y reconocer
con humildad que en cualquier momento de la vida si no estamos fuertes
en la conciencia espiritual la mente nos traiciona y nos puede llevar a caer
en las trampas tendidas por la seducciones del mundo.
Renace quien decide caminar hacia la luz en medio del espeso bosque
que forma un laberinto oscuro de caminos, donde habita el mal y abundan
elementos como el alcohol y las drogas, que la gente busca para vivir
fantasías provocadas por la necesidad de salir de los inmundos
pensamientos de la depresión.
De la depresión no se sale con drogas, sedantes ni fármacos. De este
triste estado se sale abriendo los ojos, saliendo a la naturaleza,
encontrando la luz del día y abriendo su corazón con fe y esperanza,
entregándose con la verdadera fuerza del espíritu para permitirle a Dios
darnos la mano para sacarnos de ese fango. Ahí, en ese momento, hay que
despertar y aprovechar la oportunidad para renacer y llenarse de fuerzas,
abriendo el corazón a Dios para que su luz espiritual nos invada de valor
y tenacidad para confrontar a esos dragones mimetizados en
pensamientos que nos amenazan, nos disminuyen y nos llenan de temores
y miedos hasta acabar con nuestra alegría y derrumbar nuestros sueños.
El renacer comienza con una sonrisa que sale del corazón y que nos
genera confianza y nos aumenta el autoestima para darnos seguridad en
los nuevos pasos, eliminando las dudas y neutralizando la mente con
pensamientos renovados, positivos y llenos de esperanza.
Renacer es volver a sonreír y disfrutar el nuevo brillo de los ojos en
un espejo llamado alma.

“Si quieres que tus sueños se conviertan en realidad, despierta”
Ambrose Bierce






“La iluminación es un rayo de luz que hace brillar a las
personas produciendo en ellas destellos de alegría y
haciéndolas sonreír”
Juan Manuel Correal


53. Iluminación


Iluminarse es ponerse en disposición y prepararse para abrir las puertas
del corazón para que entre la luz divina a alumbrar nuestra alma de paz
interior.
Iluminación es dejarse seducir por el brillo de esa luz que penetra en
nuestra vida a través de la corona, recorriendo todo nuestro cuerpo.
En la meditación, en estado de paz y contemplación imaginamos que
con la respiración rítmica y pausada esa luz blanca, líquida y brillante
invade nuestro ser a partir de la corona donde comienza una limpieza
espiritual que borra los arrebatados pensamientos de la mente, sanando
heridas y restaurando la paz. Esa luz trae todo lo necesario para sanar
áreas afectadas de nuestra vida, incluyendo dolencias físicas.
En pleno estado elevado de conciencia, adquirido por medio de la
meditación, recibimos la iluminación de Dios con todos los beneficios
que trae si le permitimos invadir nuestro ser. Es una luz colmada de
grandes provisiones de serenidad, calma, gozo y felicidad.
Esa luz que proviene de Dios lo tiene todo, solo necesitamos abrir
cada día la llave de nuestra corona para que penetre y nos recargue con su
energía divina.
La iluminación derrota a la oscuridad que a veces provocamos con
sentimientos negativos de rabia, rencor o envidia.
Una persona iluminada es un imán de atracción para los demás que
disfrutan su presencia cargada de buena energía, alegría constante y
actitud positiva. Esa persona no sufre con el triunfo de los demás, sino
que se alegra por ello y lo celebra.
La iluminación en una persona la convierte en una fuente de bondad,
amabilidad y alegría. Esa persona está iluminada porque buscó estarlo.
Porque provocó momentos de reflexión y pausa en su vida y porque
invitó a Dios a que habitara en ella.
Buscar ese estado de iluminación es soltar la manipulación de
nuestros deseos y abrir las ventanas de la habitación oscura para dejarnos
alumbrar con el brillo de esa luz poderosa que viene del cielo cargada de
prosperidad, abundancia, paz, amor, sabiduría, salud y suerte.

“Cuanta más luz haya en nosotros, más brillante será el mundo
en que vivimos”
Shakti Gawain







“El hogar es como una cueva para la familia, con puertas y
ventanas que la llenan de luz”
Juan Manuel Correal


54. Hogar


El hogar es el templo de una familia que se forma y crece bajo el techo
del amor.
Es el lugar donde se siembran la semillas de los valores y, con el
ejemplo de los padres, se aprenden los principios que nos acompañarán
por siempre.
En el hogar se sientan las bases de la formación de los hijos y se
consolida la unión de los padres.
El hogar es íntimo y debe cuidarse de ser contaminado por
influencias, cargas o energías negativas del mundo exterior.
El hogar debe iluminarse y llenarse de paz y armonía con un amor
incondicional, puro y natural. Un amor que se renueva cada día entre
todos los miembros de la familia que lo conforman.
Cada quien, en su rol de hijo, padre o hermano tiene el deber de
aportar diariamente su provisión de amor para ese lugar de convivencia.
Esto se consigue a través de la comunicación de los padres, entre ellos y
con ellos. Con el ejemplo en su conducta y determinando conceptos
claros de una vida sana y armoniosa. El hogar, como templo de amor,
debe respetarse y hacerse respetar. Llenarse de armonía y de luz para que
nos guste y siempre queramos estar allí sintiéndonos bien y, además,
protegidos.
El principal núcleo para estos espacios es la mesa del comedor, donde
se reúne la familia para hacer una oración antes de comer. Ese simple acto
de humildad es el comienzo de toda un serie de valores que nacen allí,
donde se habla del perdón, la reconciliación, la honestidad, la rectitud, la
buena conducta, la educación y las buenas maneras. En la mesa contamos
las experiencias, expresamos nuestras emociones, contamos nuestros
sueños y pedimos consejos. En el centro de la mesa del hogar está la
verdad y siempre habrá la palabra justa que necesitamos escuchar.
Todo lo que ocurre en el hogar queda en las memorias de cada uno,
guardando experiencias y anécdotas que luego en la extensión de esa
familia, con nuevos miembros y la llegada de sobrinos y nietos,
producirán risas colectivas y recuerdos imborrables.
En el hogar se aprende de Dios y se experimenta la fe reconociendo
que Dios habita en cada corazón y que en la suma de ellos brilla la luz
suprema que ilumina ese espacio de convivencia para todos.
Invitemos a Dios y toda su corte celestial, con María, santísima
virgen, a llenar de bendiciones nuestro hogar y limpiarlo de impurezas
cada día. Que sea un lugar de protección y sanación donde exista la luz
divina para iluminar nuestros sueños y llenarnos de inteligencia creativa
para realizar proyectos de vida y llevarlos a cabo con prudencia y
sabiduría.

“Para el hombre, como para el pájaro, el mundo ofrece muchos
sitios donde posarse, pero nidos solamente uno: su hogar”
Oliver Wendell Holmes






“La transformación es ese cuadro de naturaleza muerta que
el artista termina convirtiendo en un hermoso paisaje lleno
de color y vida”
Juan Manuel Correal


55. Transformación


La transformación es ese cambio radical que existe en cada uno cuando se
quiere mover de estado y construir la trascendencia.
Transformar nuestra vida es querer evolucionar en el camino hacia un
crecimiento interior que se consigue a través de un elevado estado de
conciencia.
Por medio de constantes ejercicios de meditación, reflexión y
contemplación se logra una paz interior que se convierte en el estado ideal
para rediseñar nuestro modo de vida.
Allí, en ese estado de equilibrio entre mente, cuerpo y espíritu, se
domina la razón y se eleva la conciencia para establecer una nueva
conducta de vida. Ese es el comienzo de la transformación de una persona
que ha empezado a comprender las trampas tendidas por el mundo a
través de redes de vanidad, materialismo, ego y poder.
A veces, la obstinación y el orgullo del ser humano nos hacen avanzar
por caminos equivocados, hasta vernos caer y fracasar en la competencia
mundana por el éxito y el reconocimiento. Es entonces cuando
conocemos la humildad y levantamos la mirada al cielo para reconocer
con esperanza el verdadero poder de Dios, quien a través del dolor y la
frustración nos permite experimentar su presencia sanando las heridas y
llenándonos de paz para levantarnos y seguir.
La transformación es el proceso que hay entre la caída y el momento
de aprender a soltar la necesidad de manipular nuestras vidas al antojo del
mundo exterior. En esa aceptación está el comienzo de una
transformación que puede durar para siempre.
Transformar es cambiar y modificar radicalmente hábitos de vida
conectados a un mundo ligero y superfluo de vanidad social y
dependencia material.
La transformación comienza por un verdadero diseño de estilo de vida
que inicia con un cambio hacia lo espiritual. Conectándose con el “yo
interior”, que nos dirá la verdad pura y que quiere paz y armonía para
nuestro ser.
Con la transformación llega la humildad que experimentamos a través
de una conducta simple y sencilla, sin exigencias ni expectativas,
comprendiendo que la gracia de la vida es dejarse sorprender por ella.
Una persona que ha transformado su fe y su devoción hacia lo puro y
lo santo, sin la necesidad de entrar en excesos ni fanatismos, está lista
para ver cambios radicales en su vida y sentir la presencia de Dios por
medio de una paz interior y una serenidad que solo se conoce cuando se
sueltan las riendas del dominante corcel de la vida, que jala a toda
velocidad nuestra carreta de existencia terrenal.
El amor de Dios cuando se le permite entrar a nuestro corazón es el
que transforma todo. Cambia la rudeza de un padre por la dulzura
fraternal y la infidelidad del esposo en la lealtad del hombre correcto.
Transforma el odio y el rencor en perdón y reconciliación. Modifica los
pensamientos negativos en sentimientos positivos. Renueva el estado
inmóvil de pasividad espiritual y lo vuelve un corazón activo de fe.
Convierte la oscuridad del mundo material en un sendero de luz espiritual
donde la riqueza única es la felicidad propia.
La transformación es aceptar el cambio como algo positivo hacia la
bondad de lo invisible, que nos enriquece interiormente y nos enamora de
lo simple.
Es vivir una vida sana, libre de contaminación física con malos
hábitos de consumo y exenta de información oscura con expectativas
puestas en la suerte del tarot, ocultismo y otras prácticas ajenas a la luz de
Dios.
Transformación es liberarse de todas esas creencias y adentrarse en un
mundo de fe y amor hacia ese ser supremo y esa luz divina que todo lo
puede, como un Dios que a través de su voluntad es generoso en bondad
cuando le permitimos gobernar nuestras vidas.

“Contempla de continuo que todo nace por transformación, y
habitúate a pensar que nada ama tanto la naturaleza del
Universo como cambiar las cosas existentes y crear nuevos
seres semejantes”
Marco Aurelio







“Quien cree sabe que Dios existe no porque lo ve sino
porque lo siente”
Juan Manuel Correal


56. Creer


Creer es depositar la fe en un poder superior y alimentar la autoconfianza.
Creer es tener fe en un Dios bueno que originó la chispa de la vida en
un momento determinado para el comienzo de todo.
Creer es considerar al universo de la creación como el origen de una
cadena de vida ordenada y evolutiva, perfecta y precisa que Dios diseñó
para que en cada era de la humanidad el hombre fuera cumpliendo su
misión.
Creer, en el caso de los cristianos y católicos, es reconocer que las
escrituras sagradas presentan los soportes y sustentos de una historia que
cambió el curso de la humanidad por medio de la llegada de Jesús, hijo de
Dios, para salvar al mundo y dejar su legado a través de la experiencia de
vida entre los hombres.
Aunque las religiones son un invento del hombre todas conducen a un
mismo fin. Un Dios representado en diferentes profetas y en quien, según
la cultura de su historia, ciertas comunidades creen.
Nuestros antepasados más primitivos creaban sus dioses por lo que
veían. El brillo de los astros, la naturaleza, la Madre Tierra, el agua, el
fuego, la lluvia y todo lo espontáneo que era palpable. Sin cuestionarse
por el autor de la creación de todo esto, simplemente creían en la
supremacía de estas fuerzas y se nutrían de ellas. Lo importante en cada
caso es creer.
Quien cree debe hacerlo consigo mismo y alimentar esa fe de manera
individual, poniendo sus esperanzas en esa luz sin importar el nombre que
se le dé.
Creer es reconocer una verdad llena de luz que trae una esperanza de
bondad para nuestras vidas.
Muchos esperan vivir una experiencia de Dios para transformar sus
semillas de fe, inculcadas por su propia cultura o herencias familiares en
inmensos árboles de fe.
La experiencia de Dios en cada cual se manifiesta según la intensidad
de su creencia y su fe.
Creer es un conjunto de pensamientos y sentimientos entremezclados
por sus orígenes de información y prácticas desarrollados a lo largo de
nuestras vidas.
Una persona que cree lo hace quitando la razón y anteponiendo su
corazón para que sea invadido por esa luz que, cree, ilumina su vida y le
proporciona bienestar, alegría, seguridad, paz y felicidad.
La práctica de la fe por medio de ejercicios de oración y meditación
en acciones de gratitud y alabanza es la muestra de una creencia hacia ese
dios que todo lo puede. Que, según la palabra, se hizo hombre y vino a
este mundo para salvar la humanidad del pecado, a sanar y mostrar la
nobleza de su poder con obras y milagros que muchos observaron y de lo
cual quedaron pruebas en las escrituras.
Volviendo atrás, y respetando las creencias de otras culturas y los
soportes milenarios que tengan por inclinación religiosa, lo importante es
que cada quien crea, y, por tanto, actúe rectamente según los designios de
su religión. Esa persona que cree está iluminada por esa luz que persigue
y con esto genera seguridad propia porque cree en sí misma. Cree en los
demás y en su buena fe. Cree en la justicia divina y en la perfección de
los tiempos para la realización de los sueños y deseos según la voluntad
de Dios.

“Abraham creyó contra toda esperanza, llegando a ser padre de
muchas naciones”
(Rm 4:18)






“Partir de este mundo es aceptar la invitación a un divertido
viaje sin tiquete de regreso”
Juan Manuel Correal


57. Partida


La partida es ese momento del ser humano cuando la chispa de la vida se
apaga y se abren las puertas de la liberación para esa alma que vivía en un
cuerpo llamado persona.
En ese momento ocurre la transformación y comienza la trascendencia
de esa alma que vivió por años en este mundo y que, de acuerdo a su libre
albedrío, creció y evolucionó con acciones de bondad y servicio.
En el ciclo normal de la vida, sin interrupciones ni interferencias por
accidentes o actos violentos de terceros que impidieron el proceso de vida
de una persona, es la materia del cuerpo físico la que sufre dolencias, se
marchita, volviéndose débil y frágil ante las condiciones externas que
aprovechan una baja en las defensas del sistema neurológico para
instalarse en ese cuerpo y provocar invasiones que luego terminarán
apagando la existencia. La partida de un ser querido, en los que quedan,
causa dolor y pena porque creemos que hay sufrimiento con la muerte.
Cuando comprendemos que el deceso es un paso inevitable hacia un
mundo diferente, donde brilla la luz y todo alrededor es gozo, paz y
armonía, le ayudamos a esa alma de nuestro ser querido a desprenderse de
los afectos que la unieron a nosotros y viajar a la eternidad para disfrutar
del reino de los cielos. Se le llama partida porque en ese momento surge
el renacer de un alma que durante años habitó un cuerpo, personificando a
un ser humano en sus diferentes roles de vida, como padre, como hijo,
como esposo o como ciudadano de un mundo que lo vio nacer y actuar en
el desarrollo del cumplimiento de su misión. De igual manera, lo que
haya hecho esa persona durante su paso por este mundo es entre Dios y
esa persona, no entre ella y nosotros. A su vez, es nuestro deber aquí, en
este espacio terrenal, soltar a esa persona sin apego para que sea libre y
aceptar que ya su ciclo se cumplió y dar gracias por el tiempo que
compartió con nosotros en nuestro paso por su existencia. Está bien, sin
embargo, recordar con alegría los momentos felices, el ejemplo recibido,
las palabras compartidas, las promesas realizadas y los deseos en
conjunto.
La partida es un reencuentro con la luz suprema que cuenta con un
brillo indescifrable al que nos adentramos llevados de la mano de una
corte celestial, con ángeles y cánticos armoniosos que nos llevan al
encuentro con otros seres queridos que hicieron parte de nuestra vida, que
también han partido y ahora están instalados en ese reino eterno de paz
donde está Dios, para entregar la promesa de un paraíso que
alcanzaríamos según nuestras acciones de bondad en la tierra. Desde allí
esa persona que apenas cerró las ventanas del exterior para despedirse de
nosotros se empieza a convertir en nuestro ángel protector y de la guarda.
Y si queremos creer instalamos en nuestra mente el sentimiento de
que, a partir de ahora, será nuestro guía y la luz del faro para continuar
nuestro camino en lo correcto, tomando decisiones acertadas y caminando
pausadamente.

“Una vez terminado el juego, el rey y el peón vuelven a la
misma caja”
Proverbio






“El sacrifico es como ese peldaño grande de descanso que
se repite espaciosamente a lo largo de esta escalera al cielo
que es la vida”
Juan Manuel Correal


58. Sacrificio


Sacrificio es la muestra de humildad que ofrece el ser humano para
demostrar su desprendimiento y probar su radicalidad en un camino de
bondad y servicio.
Sacrificio es el ayuno que se hace de corazón sin pensar que este acto
causa sufrimiento y que el sufrimiento agrada a Dios.
El verdadero sacrificio está en el pensamiento que se tiene al
despojarse conscientemente de aquello que nos agrada tanto para
compartirlo con los demás.
Quien comparte su tiempo sirviendo al afligido llena su corazón de
satisfacción y no calcula el beneficio que recibirá de Dios y de la vida
misma como compensación por ese acto de bondad.
Sacrificio es hacer algo por el prójimo compartiendo nuestra suerte de
manera incondicional.
El concepto de sacrificio está en cada quien, y la manera como quiera
ofrecerlo debe ser natural y espontánea.
Existe la creencia de que la intensidad del sacrificio debe ser
proporcional al dolor que este cause al realizarlo. Hay quienes se dirigen
de rodillas andando cientos de metros en actitud de sacrificio hacia una
imagen religiosa como muestra de fe, representando la misma en dolor
físico. El ejemplo de Jesús lo radicó en su coherencia y en la humildad
con que se presentó ante el mundo para traer un mensaje de salvación de
su padre. El hijo elegido de Dios sacrificó los lujos otorgados a los reyes
y predicó su palabra sobre piedras. Caminó todos los pueblos y aceptaba
hospedarse en casas humildes. Compartió el pan de cada día, curó a los
enfermos, habló del perdón y del amor y aceptó el designio de su muerte
por el libre albedrío de los hombres que tenían poder. Ese fue su
sacrificio. Servirle a la humanidad con su legado construido en 33 años de
vida.
Nosotros, en cambio, nos gastamos ochenta años construyendo
fortunas, reconocimientos públicos, obteniendo poder sobre los demás y
creando riquezas materiales para convencernos de que todo aquello es la
felicidad, al obtenerlo sin sacrificar nada. Muchas veces, las personas que
han alcanzado todo esto no reconocen que ese talento utilizado para
conseguirlo fue un regalo de Dios para un propósito distinto. Quizás
todos esos dones fueron dados para contribuir en la felicidad de otros y
ese resultado sería nuestra propia felicidad.
Sacrificio es hacer una pausa en medio del éxito para examinar qué
más puedo hacer yo con esto, además de enriquecerme.
Sacrificio es parar la importante rutina de la vida para compartir un
espacio visitando a los padres y abuelos que están viejos y retribuir con
nuestro tiempo de amor, dedicación y cariño todo eso que hicieron por
nosotros cuando éramos débiles y apenas aprendíamos a vivir.
Sacrificio es dejar por un momento nuestro afán exitoso para visitar al
enfermo y llevarle voces de esperanza.
Es salir de la zona de confort para conocer la miseria donde los otros
viven y hacer algo por aliviar sus vidas. Así sea con una oración profunda
pidiendo a Dios por su favor.
El sacrificio alimenta el espíritu y es honesto cuando se hace en
reserva, sin publicaciones ni publicidad para encontrar la aprobación de
los demás.
Un sacrificio constante de vida con actos simples es más valioso que
un desprendimiento espontáneo salido de la necesidad de cumplir una
promesa por un favor recibido.

“Lo cantaré siempre, aunque las rosas tengan que cultivarse en
medio de espinas. Cuanto más grandes y punzantes sean las
espinas, más dulce ha de ser mi canto”
Santa Teresita del Niño Jesús






“La introspección es como una expedición para encontrar la
ciudad perdida, donde hay un tesoro que nos pertenece”
Juan Manuel Correal


59. Instropección


La introspección es un viaje al interior para repasar nuestros valores y
supervisar el estado de nuestra alma.
Solo adentrándose hasta la intimidad de nuestro ser podremos
encontrar nuestra verdad pura y absoluta.
En el interior de cada quien existe una luz propia que ilumina nuestra
historia. Allí están todos nuestros actos, pensamientos, deseos y
conductas que dan como resultado un estado natural que se expresa al
exterior en forma de sentimiento.
Si nuestro interior está lleno de culpas por acciones negativas y
decisiones equivocadas, nuestro sentimiento externo será de tristeza y
rabia con uno mismo. Pero si en esa introspección hallamos un estado de
paz, tranquilidad y satisfacción la expresión de ese sentimiento natural
será de alegría y felicidad.
En ese viaje al interior nuestro, que llamamos introspección,
redescubrimos la naturaleza de nuestro ser. Allí está la inocencia del niño
y toda la ternura y el amor de Dios con que fuimos creados.
La forma de introducirse en ese fondo personal es precisamente
aislándose del ruido, del mundo y de la información, propiciando
repetidamente espacios individuales en los que reine el silencio, la
armonía, la paz y la tranquilidad. El estado de meditación en medio de la
naturaleza es preciso para lograr una buena conexión con nuestro interior.
Aquietando la mente se neutralizan los agitados pensamientos y
encontramos el equilibrio necesario de mente, cuerpo y espíritu para
emprender esa introspección profunda, cuya misión es rescatar nuestros
valores y principios que se han distraído por condiciones externas ajenas
a nuestra esencia.
El objetivo de esa introspección es establecer una comunicación con
el “yo interior”. Es preguntarnos quiénes somos ahora y quiénes
queremos ser. Descubrir esos momentos que marcaron nuestras vidas y
las afectaron dejando huellas de temor o rabia, causando fobias y
resentimientos que alteran nuestra armonía interior y se reflejan en
conductas externas.
En el estado de serenidad y calma que proporciona un ejercicio de
introspección nos dejamos iluminar para sanar y limpiar todo aquello a
través del perdón. Esa limpieza espiritual de nuestro interior elimina todo
tipo de sentimientos encontrados y pensamientos negativos que están
generando en nuestras vidas estados de irritabilidad, intolerancia, tristeza
y depresión.
Con el desarrollo de una introspección constante y continua se
comienzan a presentar cambios en la persona y los resultados positivos de
sus deseos empiezan a manifestarse de forma inmediata.
Nuestro interior es un universo donde se conjugan constelaciones de
alegría, paz, espiritualidad, sabiduría y creatividad que conforman un
manantial de luz llamado felicidad.

“No vayas fuera, vuelve a ti mismo. En el hombre interior
habita la verdad”
San Agustín






“El respeto es la inclinación mutua de dos personas que se
encuentran en el camino, ambas con los mismos valores”
Juan Manuel Correal


60. Respeto


El respeto es un concepto universal en el que se conjugan la admiración y
la conciencia para corresponder a ese algo que tiene su propio espacio.
Respetar es entender que los demás tienen su propia forma de ser y
que conviven con sus creencias.
Respetar es aceptar su condición y no caer en la necesidad de creer
que nuestra misión es transformar a esa persona para que sea como
nosotros queremos que sea.
El respeto consiste en comprender que el mundo ofrece múltiples y
diferentes conceptos en todas las áreas, y con ello la práctica particular de
religiones, creencias personales, formas de vida, métodos de trabajo,
cultos particulares, ideologías colectivas, fundamentalismos variados y
muchos estados generales conformados por pensamientos y teorías
sembradas en el transcurso de la historia.
Respetar es establecer un límite dentro de nuestra área de vida y no
invadir el espacio de los demás, exigiendo privacidad por el nuestro.
El verdadero respeto de una persona por parte de los demás se gana
con hechos que despierten nuestra admiración por la realización de actos,
hechos, obras, palabras o ideas que trascienden.
El respeto no se impone por poder porque deja de ser legítimo.
El respeto es la humildad que se tiene para reconocer la grandeza de
aquello que está ante nuestros ojos. Así, respetamos la majestuosidad de
la naturaleza sobre la Madre Tierra con la vida forestal y silvestre que la
embellecen. Respetamos el silencio de los lugares íntimos de oración,
reflexión y contemplación donde se concentran encuentros personales con
Dios. Respetamos con admiración la sabiduría innata de los profetas y el
conocimiento adquirido de los estudiosos con sus aportes a la ciencia y a
la filosofía de la conducta humana. Pero ante todo, respetamos a los
demás, especialmente a quienes comparten nuestras vidas.
El respeto de los esposos con conductas honestas y transparentes, sin
invadir espacios con hábitos negativos de vida que, creemos, la otra
persona debe aceptar y a la que a veces inclusive pretendemos involucrar.
Respetamos a nuestros padres y como padres respetamos a nuestros hijos.
Respetamos a nuestros familiares con sus métodos y estilos de vida.
Respetamos al común de la gente en la sociedad para que ellos respeten
nuestro lugar en la misma. Respetamos la fe de los otros en esa figura de
Dios que han creado. Respetamos las decisiones equivocadas de los
demás sin tomarlas de manera personal. Y, dentro de lo simple, el respeto
por lo ajeno y el respeto por lo justo sin buscar ventajas sobre los demás,
vulnerando sus derechos.

“El respeto es comprender que los derechos de uno se terminan
cuando comienzan los de los demás”
Manuel Hernando Correal V.






“La salud es como la llave maestra de las puertas de las
habitaciones del cuerpo físico, la moral y lo espiritual”
Juan Manuel Correal


61. Salud


La salud es el estado ideal de funcionamiento en cada uno de los
metabolismos de nuestro cuerpo.
Salud es vida, y para vivir se necesita de una salud buena, confortable,
fuerte y sana.
Salud física es cuidar nuestro cuerpo con hábitos de vida sanos, como
la buena alimentación, el deporte y un equilibrio mental que nos llene de
tranquilidad para que, así mismo, el corazón viva en paz.
La salud se afecta por descuidos de nuestra parte, como el agitado
modo de vida bajo la presión, la angustia y el estrés permanentes que
generan las obligaciones diarias creadas por la sociedad y el consumo.
Pero también, la salud emocional se ve afectada muchas veces por
nuestras culpas, que aparecen por haber agredido nuestro cuerpo y nuestra
moral con excesos de consumo con hábitos negativos, como el alcohol,
las drogas, el cigarrillo y el sexo, todos ellos elementos del mundo
tendidos como una red de trampas por el enemigo.
La salud espiritual, en cambio, es aquella salud invisible que habita
dentro de nuestro ser a través de una paz que genera la fe. Goza de salud
espiritual aquella persona que vive pausadamente y que practica la
reflexión, la meditación y la oración constantemente. Una persona sana
en espíritu es menos vulnerable a los problemas que constantemente
ofrece el mundo exterior, porque su equilibrio interior neutraliza las
emociones y, de esta manera, toma correctamente decisiones prudentes y
sabias.
El poder de la mente es generoso cuando constantemente envía
pensamientos positivos hacia las cotidianas circunstancias de la vida o las
condiciones de salud.
Querer nuestro cuerpo es crear conciencia de que como materia se
desgasta con el paso del tiempo y hay que hacerle revisiones y
mantenimiento.
El ejercicio y el deporte despejan la mente, el encuentro con la
naturaleza alivia las emociones y la espiritualidad sana el interior.
La oración alimenta el espíritu y el amor de Dios cura heridas del
pasado.
La buena salud consiste en integrar todas las áreas y mantenerse en
equilibrio, realizando decretos personales de compromiso para nuestro
propio bienestar.

“El que quisiere tener salud en el cuerpo, procure tenerla en el
alma”
Francisco de Quevedo






“La motivación es como una vitamina diaria de fuerza para
el espíritu”
Juan Manuel Correal


62. Motivación


La motivación es ese impulso que nos lleva a emprender acciones para
mover el motor de nuestra vida.
La motivación está conectada a cada iniciativa creada por nosotros,
con el fin de iniciar nuevos proyectos o renovar ciertas áreas que se han
adormecido o que se han desviado del camino original.
Cualquier emoción o sentimiento que genere motivación en nuestra
vida está desempeñando el rol de facilitador de un proceso nuevo en el
proyecto de vida de esa persona.
Si es la aparición de una persona nueva en nuestras vidas lo que está
generando una motivación para sentirse bien, bonito y feliz, con
seguridad que esa motivación llevará esa energía positiva a otra área de
vida, como el trabajo. Y la sinergia creada por un espíritu renovado
llevará a esa persona a sonreír y reflejar su estado de dicha temporal.
Motivación es encender nuevamente la chispa de la alegría tras
perseguir un nuevo sueño o emprender un camino diferente.
Motivación es renovar nuestra existencia con una actitud fresca y
relajada y comenzar a vivir cada día dando lo mejor de sí mismo y
disfrutando las circunstancias de vida como oportunidades.
Se siente renovado quien vive la motivación de un nuevo día en un
estado diferente.
Los cambios en el esquema diario de la persona son convenientes para
este tipo de procesos difíciles de aceptar, cuando en ocasiones no han sido
propiciados por nuestra iniciativa, sino impuestos por circunstancias
ajenas a nuestra voluntad, como reestructuraciones empresariales o
cambios emocionales que alteran los sentimientos de la pareja,
terminando con una relación que ha sido estable.
Tras la confusión y el dolor, y la tranquilidad de saber que todo pasa,
llegará una nueva luz, una nueva oportunidad, un panorama más claro, un
sendero luminoso y con todo aquello una renovada motivación de vida.
Cuando queda tiempo libre por la pérdida de un empleo, por ejemplo,
se debe modificar el pensamiento de angustia por la alegría de saber que
ahora hay espacio para salir a caminar, trotar o montar bicicleta y respirar
un oxígeno puro que, en conjunto con la naturaleza, limpia nuestros
pulmones y desintoxica nuestra mente.
Esa motivación de salir al encuentro con un nuevo espacio que ahora
nos pertenece influirá enormemente en la dinámica posterior del día, por
la energía adquirida en la mañana al habernos regalado una provisión de
vida sana que normalmente se complementa con la oración.
La lectura de un libro que llega a nuestras manos es una nueva
motivación por encontrar ese mensaje que, creemos, ha sido escrito para
esa específica circunstancia de vida que nos afecta en ese instante.
Emprender un camino como profesional independiente es una real
motivación por sacar adelante ese proyecto que ahora es nuestro, que nos
pertenece y al que le entregamos nuestro tiempo con la ilusión de verlo
crecer para darle solución a una necesidad de producir trabajo, para
entonces cumplir con nuestras obligaciones y ver realizados nuestros
sueños materiales.
Motivación es abrir los ojos en la oscuridad para encontrar la luz que
nos guiará hacia un nuevo camino de fe. Cuando la fe aparece en nuestras
vidas, como la única ruta hacia la renovación, llega también la esperanza
de que Dios toque nuestro corazón con toda su bondad y la voluntad
divina cargada de amor, paz, prosperidad y abundancia.
Amanecer cada mañana y sonreír es prepararse motivado para
confrontar con seguridad, dignidad y orgullo propio a los dragones
invisibles que amenazan nuestra felicidad.

“El éxito no es el resultado de una combustión espontánea. Tú
tienes que encenderte primero”
Fred Shero







“La energía es el cable de poder que nos conecta con una
fuente de luz universal y que brilla sistemáticamente según
nuestras activaciones”
Juan Manuel Correal


63. Energía


La energía es esa fuente de poder que da vida y pone en movimiento toda
acción emprendida por los deseos y originada por la voluntad de la
máxima fuerza invisible llamada Dios.
Quienes no quieren referirse a Dios como un ser supremo lo llaman
universo o energía, sin considerar que al mismo Dios, que ya es un
universo de energía, no le importa saber cómo lo llamen.
La energía, entonces, desde nuestro plano conceptual y terrenal sí es
una fuente poderosa que activa, enciende y pone en marcha todo tipo de
pensamientos, sueños, motivaciones, proyectos generados por nuestra
mente como botón de inicio.
La energía está allí. Existe desde siempre y estaba esperando por
nosotros. Solo necesitó que Dios autorizara el momento para encender la
chispa de vida con la concepción de nuestra semilla sembrada por
nuestros padres.
La energía es divina, pura, luminosa, positiva, natural y tantos
adjetivos como queramos otorgarle para calificar su estado natural de
acuerdo con nuestra necesidad temporal.
Si hablamos de esa energía positiva que necesitamos para sentirnos
bien, simplemente estamos utilizando la luz de esa energía con ese
propósito de bienestar enfocado hacia lo positivo.
La energía no es negativa ni positiva. Es solo el resultado de lo que
nuestra mente desea para calificar un estado emocional, sentimental o
espiritual.
Si vemos la energía como lo que es, una luz, entonces podemos
orientar ese brillo hacia la oscuridad que opaca cierta área de nuestra
existencia. Esa luz, sumada a la creencia propia y auténtica de que es una
fuente de energía, iluminará ese campo oscuro y eliminará las tinieblas
generadas por el miedo y creadas por nuestra mente vulnerable y
egocéntrica.
La existencia de nuestro ser es una fuente de energía positiva si la
conducta, pensamientos, obras y acciones son bondadosos y obedientes a
la conciencia.
Con nuestra alegría y felicidad, con nuestra buena actitud hacia los
demás y con nuestra íntima espiritualidad nos convertimos en conectores
de energía buena para la convivencia, mientras procesamos nuestra
misión en el paso transitorio de nuestra alma por este plano del mundo
terrenal.
Como personas, en este cuerpo llamado materia, somos portadores de
un alma libre que tiene una llama de vida encendida por una energía
natural y pura, que debemos utilizar para trasmitir hacia los demás a
través del servicio.
Lugares de adoración, contemplación y oración personal o colectiva
están cubiertos por una energía especial que proporciona luz y brillo.
Personas iluminadas por su permanente paz interior y don de servicio
consiguen una energía especial, con la que irradian todo su potencial
positivo que transmiten con su sola presencia.

“El secreto de la vida está en encontrar la fuerza, la energía o
el amor necesarios para que la vida sea a la vez algo muy
doloroso y muy pleno”
Verónica Forqué






“El equilibrio es la suma de piezas con diferente forma,
tamaño y peso, que en conjunto hacen una obra de arte que
vive y piensa”
Juan Manuel Correal


64. Equilibrio


El equilibrio es ese balance de luz distribuido en nuestros centros
energéticos que nos proporcionan estabilidad emocional, espiritual y
física.
Por medio del equilibrio conseguimos una frecuencia vibracional
elevada que genera paz interior, serenidad, calma y aumenta la lucidez y
la inteligencia creativa.
La forma de obtener este equilibrio emocional es por medio de la
meditación constante que establece un elevado estado de conciencia a
través de respiración rítmica y quietud mental.
Equilibrio es tratar de mantener las áreas de nuestra vida en orden y
procurar evitar alteraciones que afecten la frecuencia.
Los excesos de todo tipo generan sobrecargas de energía contaminada
hacia ese centro de luz que regula esa área que se vio invadida por las
emociones, los impulsos, la intensidad de los pensamientos o el consumos
extremo de sustancias nocivas.
La saturación de trabajo, con todo lo que demanda de atención,
concentración, dedicación de tiempo, y la ansiedad que se desarrolla para
obtener los resultados pedidos por las expectativas, descuadran el
equilibrio energético de esa persona porque está robando, a su vez,
atención, concentración y tiempo a otras áreas de igual importancia, como
la salud, la espiritualidad y la familia.
El equilibrio es una línea meridional que conecta mente, cuerpo y
espíritu. Se consigue proporcionando espacios de enriquecimiento interior
con ejercicios diarios de interiorización a través de momentos íntimos de
reflexión que aumentan el autoconocimiento, espacios de meditación que
dejan serenidad y luz interior y terapias de ejercicio que facilitan el
mantenimiento físico de nuestro cuerpo como materia.
Equilibrio es administrar nuestra vida de manera sana, seleccionando
bien la información que queremos y distribuyendo en un cuadrante toda
nuestra atención hacia cada área donde se gobierna lo personal, la
espiritualidad, la salud y el trabajo. Si en el centro de todo está el yo,
como eje principal de existencia, el equilibrio se ubica como base de
intersección en estas cuatro áreas:
Social: área personal donde está la sociedad, la familia y los amigos.
Allí se centra la convivencia en comunidad a través de la comunicación,
la ayuda, la expresión del amor y el reconocimiento público.
Física: donde están la salud, el cuerpo y la mente jugando al equilibrio
entre el deporte, el descanso, el movimiento, la alimentación y la
relajación.
Espiritual: es esa área donde planteamos la felicidad como un todo
que nace y vive en el interior. Que no depende de lo material y donde se
conjugan conceptos de religión y fe. En este campo de vida existen ideas
filosóficas y revisamos nuestros propósitos de vida.
Profesional: el trabajo es la base para el desarrollo intelectual de una
persona que ha adquirido conocimientos por medio del estudio y que
ahora debe producir resultados económicos para subsistir. Con el trabajo
se consiguen el éxito, el bienestar y la satisfacción personal.

“La vida no es aceptable a no ser que el cuerpo y el espíritu
vivan en buena armonía, si no hay un equilibrio natural entre
ellos y si no experimentan un respeto natural el uno por el
otro”
David Herbert Lawrence







“La bendición es como esa bolita de protección y buenos
deseos que entre todos nos pasamos en el juego de la vida”
Juan Manuel Correal


65. Bendición


La bendición es una gracia enviada y recibida con deseos de bondad.
Ofrecer una bendición a alguien es desear su protección y luminosidad.
Sentirse bendecido es confirmar la fe en un poder supremo que nos
cuida y nos da la fuerza para seguir nuestro camino por el mundo,
mientras encontramos el objetivo de nuestra misión, para cumplir ese
propósito en este viaje terrenal que debemos llevar a cabo para trascender.
La bendición es un acto imaginario que hemos creado para simbolizar
a Dios en nuestras vidas. Y unos a otros nos deseamos esa bendición
porque en nuestro subconsciente está sembrada la semilla del amor y la
bondad.
Todos estamos bendecidos por el amor de Dios y hemos sido
perdonados por la majestuosa acción de Jesucristo al entregar su vida para
dejar en la cruz nuestra salvación.
La bendición es una acto íntimo de humildad con el que recibimos
protección, luz y guía espiritual para nuestro interior.
Todos estamos bendecidos, pero aquellas personas que viven una
espiritualidad y buscan el equilibrio de su paz interior sienten la
bendición como una luz que ilumina la existencia.
Benditos son todos los días en su infinita continuidad. Por nuestra
parte, lo que debemos hacer es bendecir nuestras acciones, pensamientos
y deseos pidiendo a Dios su luz como muestra de aprobación para aquello
que, pensamos, hace parte de nuestro proyecto de vida.
Una relación está bendecida cuando ambas partes reconocen con
humildad la generosidad del universo con toda su magia para sincronizar
los tiempos y los espacios que propiciaron ese encuentro.
Recordemos que la vida es una obra cuyo guion ya está escrito y de la
cual hacemos parte como actores que tenemos un rol definido dentro de la
historia.
Es una bendición existir y tener la conciencia clara y pura para
comprender que los conceptos espirituales o religiosos son esa área de
nuestra vida que hace parte de la psicología de un yo, como personaje
creado para la gran obra maestra de la existencia.
La bendición son dones y regalos que Dios tiene para cada uno de
nosotros como pertenencia auténtica.
Lo que Dios tiene preparado para nosotros ya nos pertenece, y si lo
perdemos, por acciones de terceros o por un estado temporal de
inconsciencia, luego volverá, quizás con otra forma.
Esa luz suprema colmada de bendiciones para nosotros nos dará lo
que nos pertenece y nos pondrá de vuelta en el lugar donde siempre
debimos haber estado. Dios cumplirá su pacto con cada uno, aunque el
tiempo haya pasado y sea demasiado tarde. Recordemos que allá, en el
paraíso celestial, el tiempo no existe. Él ya tiene su voluntad y decidió
que así será, a pesar de que ahora presentemos tribulaciones y todo lo
veamos en contra, pensando que la solución es imposible y además
lejana. Ninguna fuerza invisible o negativa será capaz de impedirlo. La
bendición es tener fe, creer y no mirar hacia atrás, a las circunstancias ni
las limitaciones creadas por nuestra mente e impuestas por el temor.
Recibimos bendiciones cuando miramos a Dios como el todopoderoso y
eterno, para quien nada es imposible: “Porque nada hay imposible para
Dios” (Lucas 1:37 RVR 1960). En palabras de Santa Teresa de Ávila:
“Solo Dios Basta”. Que esta verdad fundamental sea un punto de partida
para creer en su bondad generosa contra todo pronóstico, descansando en
su poder sobrenatural. Nuestra tarea es crear las condiciones propias en
nuestro entorno para que recibamos las bendiciones que Dios ha diseñado
para cada uno desde que éramos una semilla en el vientre. Es nuestra
opción aceptar esta verdad para recibir esa inmensa provisión de amor,
ternura, prosperidad, salud, paz y abundancia que hemos pedido y que
será entregada como un manantial de bendiciones, conforme a la
intensidad de nuestra fe.
Bendición es tener la capacidad de convertir un día gris, frío y
lluvioso en el mejor día de nuestras vidas, llenándonos de felicidad y
brillo por el solo hecho de existir.
Bendición es compartir la mesa y agradecer en familia por ese pan.
Bendición es un abrazo en silencio acompañado por una sonrisa para
perdonar. Bendición es un espacio de intimidad para la oración, la
reflexión, la meditación y la contemplación. En ese momento de
encuentro espiritual con nuestro interior es cuando se reciben las
bendiciones invisibles que sentimos como una llama ardiente de fuego del
amor de Dios en nuestro corazón.
Bendición es parar nuestro agitado modo de vida para que entre el
espíritu de Dios en nosotros con la magia de su paz y convertir todo lo
que poseemos como regalos que han sido entregados a través de nuestro
talento y trabajo, a manera de fórmula vencedora y bendecida.

“Muchos de ustedes no pertenecen a la Iglesia Católica y otros
no son creyentes, pero respetando las conciencias de cada uno,
os doy mi bendición, sabiendo que cada uno de nosotros
somos hijos de Dios”
Papa Francisco







“Hoy quiero ser el mejor ser humano, si mañana hay
mañana, lo vuelvo a intentar”
Juan Manuel Correal


66. Presente


El presente es lo que verdaderamente existe en este preciso instante. El
pasado ya pasó y el futuro es un enigma. El presente es esto que estamos
viviendo aquí, ahora, en el espacio de tiempo que presenciamos y sobre el
cual estamos proyectando nuestros ideales de vida. En el presente
realizamos las acciones de lo que pensamos en el pasado y, a su vez, el
presente es la siembra de lo que veremos en el futuro.
Vivir el presente es continuar avanzando hacia adelante en un
proyecto de vida trazado con metas y objetivos, sin mirar hacia atrás y sin
apegos o ataduras que nos mantienen estancados con sentimientos y
emociones del pasado.
Presente es lo que hay y sobre lo cual debemos planificar nuestro
bienestar.
Si el pasado nos dio alegrías, en el presente se agradece por ello y se
siembra con amor la semilla que veremos mañana, si llega a haber
mañana.
El presente es el ahora que debemos disfrutar viviendo con intensidad
cada día, saliendo con entusiasmo a recibir el brillo de la luz y proyectar
buena energía hacia los demás y para nosotros mismos.
Hoy es el momento para realizar nuestros sueños y disfrutar el proceso
en el camino de la realización de los mismos.
En el presente se busca la realización personal queriendo ser mejor
persona cada día. Esa es la motivación de hoy, para que si mañana llegase
a existir lo pueda repetir.
El presente es el camino real donde se dan los pasos firmes que
conducen al mañana.
Las sonrisas, las alegrías y la felicidad son para expresarlas hoy, sin
importar las circunstancias que nos rodean en este presente que muy
pronto será pasado.
Las adversidades de hoy nos fortalecerán para mañana.
El pasado está lleno de experiencias y aprendizajes y el futuro es un
conjunto de expectativas, mientras que el presente es una fórmula que
conjuga las dos partes.
Estar presente es estar aquí, ahora, y agradecer por lo que se tiene,
bien sea poco, mucho o nada y disfrutar ese instante de nuestra existencia
como un regalo de Dios para nosotros.

“Los niños no tienen pasado ni futuro, por eso gozan del
presente, cosa que rara vez nos ocurre a nosotros”
Jean de La Bruyère







“La sexualidad es como el helado delicioso que se
comparte en pareja como símbolo de complicidad”
Juan Manuel Correal


67. Sexualidad


La sexualidad es la legítima expresión de la atracción mutua de dos
personas que se aman.
En la naturaleza del ser humano está implícita la sexualidad como un
deseo de compartir la piel y de explorar emociones inspiradas en el
enamoramiento y la pasión.
Cada encuentro íntimo entre una pareja establecida es una vitamina
para ese amor con el que se construye un proyecto de vida en conjunto.
La sexualidad es sana en la medida en que los deseos sean puros y
obedientes a sentimientos de amor encendido.
Cuando la mente y el ego se apoderan de los deseos el acto de la
sexualidad deja de ser legítimo para convertirse en una expectativa carnal,
cuyo trofeo es la entrega del cuerpo de la otra persona.
La impecabilidad de la sexualidad consiste en acceder a ella a través
de un consenso determinado por la conciencia de cada miembro de la
pareja y moralmente permitido por nuestro estado de enamoramiento.
La sexualidad verdadera se logra ocasionando ese encuentro íntimo
con la ilusión de compartir nuestro cuerpo como algo sagrado.
En la experiencia de la sexualidad está la entrega de nuestra intimidad
y con ella toda nuestra energía personal. Si este acto se realiza con amor,
pasión y ternura nuestro corazón se invade de mágicas emociones que
incrementan el estado ideal de felicidad.
La sexualidad es un juego bonito para personas cuya conciencia hacen
de ella un ingrediente más de la felicidad y no un propósito material del
deseo.
En la madurez y el crecimiento personal de cada uno están la
serenidad y la calma con que se aborden momentos especiales en pareja
para compartir el sano deseo de una relación íntima.
El resultado de esta experiencia construida para aumentar la llama de
la pasión es lo que hace que el amor crezca y se consolide como base
fundamental de una familia que se conforma con la unión de esa pareja
que se ama.
La sexualidad esta allí, a la mano, como el fruto de un árbol en un
bosque tropical. Y debe ser vista con la naturaleza de su esencia, sin
misterios y accediendo a ella sin ansiedad.
La magia de la sexualidad consiste en hacer de esta una experiencia
que quede en la memoria creativa de cada uno.

“Erotismo y poesía: el primero es una metáfora de la
sexualidad, la segunda una erotización del lenguaje”
Octavio Paz







“La armonía es como el ritmo continuo del vals, en el baile
de la vida”
Juan Manuel Correal


68. Armonía


La armonía es un estado de equilibrio entre la paz, la serenidad, la
plenitud, la tranquilidad y la calma.
Vivir en armonía es evitar los conflictos y encontrar solución fácil a
cada circunstancia antes de llamarle problema.
Quien vive en armonía disfruta con alegría cada día de la vida y
promueve el bienestar en la convivencia de quienes lo rodean.
La armonía no reconoce las artimañas del ego cuando aparece con
sutileza, sembrando semillas de cizaña por sentimientos de inseguridad y
envidia.
La armonía no se desgasta compitiendo innecesariamente con
emociones negativas porque simplemente no hace parte de su juego.
Cuando sentimos armonía en nuestras vidas es cuando tenemos la
certeza de que todo está bajo control, de que todo está bien, porque en
nuestro interior algo nos confirma que estamos obrando correctamente.
Vivir en armonía es compartir una sonrisa permanente y estar
dispuestos a perdonar y pasar por alto los errores de los demás sin
permitir que nos afecten, no tomando personalmente ese acto como si
hubiera sido en contra nuestra.
La armonía entre la pareja se construye con el diálogo permanente y
con acuerdos de convivencia basados en el respeto, la paciencia, la
comprensión y la tolerancia.
Cuando unos padres exponen esta armonía como ejemplo de
convivencia en la familia, sus hijos comprenderán que esa es la forma
de vida práctica y natural que conduce a un hogar estable y duradero.
La armonía es una estado personal de vida que se logra obteniendo
una frecuencia espiritual de paz interior, que se consigue neutralizando
los pensamientos al identificar su proveniencia egocéntrica.
La armonía es el resultado de un buen equilibrio en todas la áreas de
nuestra vida.
Estados repentinos de rabia o explosión de ira, que normalmente se
acompañan de gritos y reacciones agresivas, son elementos que rompen la
armonía en esa persona, quien luego deberá acudir a la calma y al silencio
para reflexionar y reconstruir su armonía. Solo así encontrará una
respuesta para esa circunstancia que alteró tanto la frecuencia armoniosa
de calma.
Lo mejor que podemos hacer cada día que pasa es vivir en armonía
con nosotros mismos. Ser feliz y dejar que los demás lo sean a su manera
y no a la nuestra, perdonando a todos y amando a quienes están a nuestro
lado. Un corazón en armonía es aquel que desea el bien para los demás y
que construye pensamientos edificantes para el benéfico colectivo. Estos
anhelos bondadosos traen consigo bienestar y satisfacción personal y son
los que al final logran la armonía en el ser.

“Uno debe estar en armonía con la fuerza y no en oposición a
ella”
Bruce Lee






“Los ángeles son el amigo imaginario creado por el niño
que hay en nuestro interior”
Juan Manuel Correal


69. Ángeles


Los ángeles son esos seres imaginarios que queremos sentir y de los
cuales nos queremos ver acompañados para que iluminen nuestro camino
con esa luz celestial recibida por la voluntad del Dios poderoso.
Los ángeles hacen parte de esa corte celestial que vigila nuestro andar
con dones de protección, sabiduría, discernimiento y fuerza para la batalla
espiritual necesaria cuando acecha el enemigo.
Si le ordenamos a nuestra mente crear un amigo imaginario, al que
llamaremos Ángel de la Guarda, podemos también sentir su presencia y
vivir con la seguridad de que su existencia a nuestro lado nos protege de
todo mal.
El Ángel de la Guarda es ese que nos advierte y nos anuncia los
peligros que hay más adelante, hablándonos a través de la conciencia.
Nuestro Ángel de la Guarda nos auxilia en momentos de confusión o
crisis.
Creer en los ángeles está en cada quien, pero tener la información no
está de más, cuando se acepta como una posibilidad viable que facilita
nuestro camino en la fe.
La misión de los ángeles es cuidarnos para que nuestra misión en esta
vida se complete. Esta misión, cualquiera que sea, es sagrada. Es el
propósito en la vida terrenal. Nuestros ángeles cuidan que los pasos que
damos nos encaminen hacia la realización de esa misión.
Los ángeles son mensajeros de Dios y su esencia es puramente
espiritual, como criaturas inmortales que superan en perfección a todo lo
visible a nuestro alcance.
El resplandor de su gloria da testimonio de ello cuando se anuncia a
Cristo con todos sus ángeles. Cristo es el centro del mundo de los ángeles.
Estos le pertenecen y los ha nombrado mensajeros de su designio de
salvación.
Las escrituras bíblicas nos hablan de ángeles mayores llamados
arcángeles y nos los han presentado con los nombres de San Miguel, San
Rafael y San Gabriel. Rafael: Dios que sana. Miguel: capitán de los
ejércitos celestiales. Gabriel: fuerza de Dios.
Los ángeles son seres espirituales que tienen aspectos de inteligencia,
emociones y voluntad. Esto es verdad en ambas clases de ángeles: buenos
y malos. Los ángeles poseen inteligencia (Mateo 8:29; 2 Corintios 11:3; 1
Pedro 1:12), muestran emociones (Lucas 2:13; Santiago 2:19; Apocalipsis
12:7) y demuestran que tienen voluntad (Lucas 8:28-31; 2 Timoteo 2:26;
Judas 6).
Los ángeles son seres espirituales (Hebreos 1:14), sin un cuerpo físico
real. El hecho de que no tienen cuerpos, no afecta el que tengan
personalidades (no diferente a lo que es en Dios). El conocimiento que
poseen los ángeles está limitado al hecho de ser seres creados. Esto
significa que no son omniscientes como Dios (Mateo 24:36), aunque ellos
sí parecen tener mayor conocimiento que los humanos. Esto puede
deberse a tres causas:

1. Los ángeles fueron creados como un orden superior de criaturas en
el universo a lo que son los humanos. Por eso, es innato en ellos el poseer
un mayor conocimiento.
2. Los ángeles estudian La Biblia y el mundo más exhaustivamente
que los humanos y obtienen conocimiento de ello (Santiago 2:19;
Apocalipsis 12:12).
3. Los ángeles obtienen conocimiento a través de una larga
observación de las actividades humanas.

A diferencia de los humanos, los ángeles no tienen que estudiar el
pasado; ellos ya lo han experimentado. Por eso saben cómo han actuado y
reaccionado otros en situaciones y pueden predecir con un alto grado de
asertividad cómo podemos actuar en circunstancias similares.
Aunque tienen voluntad, los ángeles están, como todas las criaturas,
sujetos a la voluntad de Dios. Los ángeles buenos son enviados por Dios
para ayudar a los creyentes (Hebreos 1:14).
He aquí algunas de las actividades que La Biblia acredita a los
ángeles:

• Alaban a Dios (Salmo 148:1,2; Isaías 6:3)
• Adoran a Dios (Hebreos 1:6; Apocalipsis 5:8-13)
• Se regocijan en lo que Dios hace (Job 38:6-7)
• Sirven a Dios (Salmo 103:20; Apocalipsis 22:9)
• Se presentan delante de Dios (Job 1:6; 2:1)
• Son instrumentos de los juicios de Dios (Apocalipsis 7:1; 8:2)
• Traen respuestas a la oración (Hechos 12:5-10)
• Ayudan a ganar a la gente para Cristo (Hechos 8:26; 10:3)
• Observan el orden, trabajo y sufrimiento de los cristianos (1
Corintios 4:9; 11:10; Efesios 3:10; 1 Pedro 1:12)
• Animan en momentos de peligro (Hechos 27:23,24)
• Cuidan de los justos al momento de su muerte (Lucas 16:22).

Los ángeles son de un orden enteramente diferente al de los seres
humanos. Los seres humanos no se convierten en ángeles después de
morir. Los ángeles nunca se convertirán y nunca fueron seres humanos.
Dios creó a los ángeles, tanto como a los humanos. En ninguna parte de
La Biblia dice que los ángeles son creados a la imagen y semejanza de
Dios, como lo son los humanos (Génesis 1:26). Los ángeles son seres
espirituales que pueden, hasta cierto grado, tomar forma física. Los
humanos son primariamente seres físicos, pero con un aspecto espiritual.
La cosa más grande que podemos aprender de los ángeles es su
instantánea e incuestionable obediencia a los mandatos de Dios3.

3 Esta información sobre los ángeles fue obtenida en estudios con Adriana Campos, de la
Comunidad Católica Hijos de Cristo.

“Amigos son los ángeles que nos levantan de las caídas,
cuando nuestras alas no recuerdan cómo volar”
Amaury Rodríguez







“La abundancia es esa sombra que nos persigue y que no
vemos, porque creemos que la nuestra es más grande”
Juan Manuel Correal


70. Abundancia


La abundancia está en el corazón de cada quien y no tiene medidas ni
reconoce cantidades.
La abundancia se recibe y se da de la misma manera cuando se
representa en el amor y por medio de actos como el servicio a los demás.
Hay abundancia en sabiduría cuando abrimos el corazón para que
Dios nos entregue este don a través de la experiencia.
La abundancia espiritual es aquella que se consigue con el ejercicio
diario de oración y meditación, siendo radicales en la fe y dejándonos
iluminar con el brillo abundante de la luz de Dios.
La abundancia es una regalo del universo para todos. Solo debemos
desearla y salir a buscarla sin ansiedad, manejando los tiempos y
sembrando la semilla con la seguridad de verla convertirse en un frondoso
árbol que luego dará frutos y sombra.
Si hay abundancia en el amor estamos siguiendo el legado de Cristo
con su obra de amor que transformó el mundo.
La abundancia es generosa en su ofrecimiento pero celosa con su
entrega, porque conoce que la humanidad desea la riqueza y el poder para
satisfacer al ego que gobierna al mundo material en que vivimos. Por eso,
los primeros deseos deben ser de provisiones abundantes de amor, paz
interior, espiritualidad, sabiduría, salud y suerte. Una persona con su
mente en equilibrio identifica las exigencias del ego y reconoce la
humildad como un inmenso valor de grandeza. De esa manera está
preparada para recibir de Dios grandes dotes de abundancia de paz en su
espíritu y, entonces, verá la materialización de sus deseos a través de la
prosperidad de su empresa o en el resultado económico por el desempeño
de su trabajo.
La abundancia está afuera esperando por nosotros mientras nos
preparamos moralmente para administrarla con sensatez.
A la abundancia no le gusta el derroche ni los deseos materiales
obedientes a la vanidad.
Quien ofrece amor, cariño, caridad, servicio y buen trato en
abundancia recibe, de la vida misma, siete veces siete mil, amor, cariño,
caridad, servicio y buen trato. Esa es la ley de la compensación universal
que se da en abundancia.

“Cuando persigo el dinero nunca tengo lo suficiente. Cuando
mi vida está concentrada en un propósito y dar lo mejor de mí,
me vuelvo próspero”
Wayne Dyer







“Bonita es la palabra mágica que convierte la oscuridad en
un haz de luz brillante”
Juan Manuel Correal


71. Bonito


Bonita es la forma con que queremos ver nuestra vida y todas las
circunstancias que la conforman.
Es bonito el pensamiento positivo y la actitud alegre en cada
momento.
Una persona es bonita más por su esencia que por su apariencia.
La belleza interior es esa paz que se refleja en la mirada y que se
acompaña por la sonrisa natural y constante de una persona que es bonita
de corazón.
Esa persona bonita siempre tendrá palabras de aliento para los
afligidos y una sonrisa para saludar a la gente. Su naturaleza no le
permitirá inmiscuirse en conflictos ni participar en chismes destructivos
de la dignidad ajena.
Bonito es servir de conciliador en medio de discordias sociales y
facilitar los procesos de reconstrucción en áreas afectadas por la violencia
en cualquiera de sus aspectos.
Bonito perdonar y bonito servir porque satisface el corazón y
enriquece el espíritu.
Bonito es amar de verdad, con honestidad transparente, y más bonito
aún es expresar con ternura la legitimidad de ese amor.
Bonito sonreír en la calle y creer que todos alrededor se contagian de
sonrisa con nuestro tonto juego de “la lleva”.
Quien tiene la capacidad de convertir todo lo que nos rodea en algo
bonito está creando para sí mismo un universo positivo, que deja en el
subconsciente de la persona una constante sensación de bienestar que
juega de cómplice con el modo permanente de autoconfianza.
Es bonito sentirse bonito por dentro. Sin miedos ni temores, lejos del
rencor y el resentimiento.
Es bonita aquella persona que no se toma de manera personal los actos
de los demás y respeta sus errores desde la distancia.
Bonita la expresión genuina de la fe sin pensar en el qué dirán los
demás por nuestra humildad ante la grandeza de nuestro Padre.
Bonito el papá que hace una oración en familia antes de comenzar a
cenar y bonito el hijo que la recibe con sus ojos cerrados como símbolo
de comunión.
Bonita la mamá que antes de retirarse a descansar pasa por los cuartos
de los hijos para revisar que su cobija los esté cubriendo.
Bonito aquel que le sonríe al mendigo cuando comparte con él una
moneda o el pedazo de pizza que sobró en la mesa.

“Lo bonito de la vida no es la vida misma, si no como la vives”
Miguel Gamboa

En una jornada de radio tuve la oportunidad de entrevistar a Pau
Donés, líder de la agrupación española Jarabe de Palo, y me contó la
historia de cómo llegó a la conclusión de esta canción, que representa
todo un universo de conceptos que expresan lo bonito de la vida cuando
es simple.

Bonito

Compositor: Pau Donés
Música: Jarabe de Palo

Bonito, todo me parece bonito
Bonita mañana
bonito lugar
bonita la cama
qué bien se ve el mar
bonito es el día
y acaba de empezar
bonita la vida
respira, respira, respira.

El teléfono suena, mi pana se queja
la cosa va mal, la vida le pesa
que vivir así ya no le interesa
que seguir así no vale la pena
se perdió el amor, se acabó la fiesta
ya no anda el motor que empuja la tierra
la vida es un chiste con triste final
el futuro no existe pero yo le digo...

Bonito, todo me parece bonito.

Bonita la paz, bonita la vida
bonito volver a nacer cada día
bonita la verdad cuando no suena a mentira
bonita la amistad, bonita la risa
bonita la gente cuando hay calidad
bonita la gente que no se arrepiente
que gana y que pierde, que habla y no miente
bonita la gente por eso yo digo...

Bonito, todo me parece bonito.

Qué bonito que te va cuando te va bonito,
qué bonito que te va.

Bonito, todo me parece bonito.
La mar, la mañana, la casa, la sombra,
la tierra, la paz y la vida que pasa.
Bonito, todo me parece bonito.
Tu calma, tu salsa, la mancha en la
espalda, tu cara, tus ganas el fin de semana

Bonita la gente que viene y que va
bonita la gente que no se detiene
bonita la gente que no tiene edad
que escucha, que entiende, que tiene y que da

Bonito Portet, bonito Peret
bonita la rumba, bonito José
bonita la brisa que no tiene prisa
bonito este día, respira, respira
Bonita la gente cuando es de verdad
Bonita la gente que es diferente
Que tiembla, que siente
Que vive el presente
bonita la gente que estuvo y no está.

Bonito, todo me parece bonito.

Qué bonito que te va cuando te va bonito,
qué bonito que te va.
Qué bonito que se está cuando se está
bonito
qué bonito que se está.

Bonito, todo me parece bonito.






“Libertad es vivir como las aves silvestres que creen que el
universo les pertenece, y tienen razón”
Juan Manuel Correal


72. Libertad


La libertad, generosa y amplia como un océano, es un derecho universal
que está implícito en nuestras vidas.
Libre es el pensamiento y lo que hagamos con nuestra mente.
Tenemos la libertad de ordenar ideas constructivas y edificantes por
medio del uso de la inteligencia creativa, como también tenemos la
libertad de crear condiciones de temor y miedo en una mente sujeta a las
creencias.
La libertad es ese libre albedrío que nos fue otorgado por Dios con la
creación de nuestro ser, para elegir inteligentemente entre lo correcto y lo
incorrecto.
Tenemos la libertad de ser buenos y obrar generosamente y de forma
constructiva o tomar la opción del mal y la vía corta de la trampa,
haciendo daño a los demás con nuestras acciones y palabras destructivas.
Libertad es vivir sin ataduras o apegos hacia nada.
Tenemos la libertad de elegir y no de ser elegidos, acompañando
nuestro camino con personas de valores y principios de honestidad y
transparencia.
El amor es libre y así es bonito. Cuando es en pareja se construye con
base en la confianza y la libertad de cada uno para desarrollar su proyecto
de vida a su manera y con su propio diseño.
El amor libre es incondicional y no debe tener consigo intenciones de
posesión o pertenencia. La libertad en cada miembro de la pareja consiste
en buscar su felicidad propia desde su crecimiento interior y su
realización personal, para ser compartida en equilibrio e intercambiar
aportes de sabiduría y conocimiento en conjunto con el respeto y el cariño
mutuos.
La libertad es un regalo fabuloso de nuestra naturaleza y es como la
felicidad que no se debe condicionar a nada.
Los principios de libertad son auténticos y aplicables a todas nuestras
áreas de acuerdo al poder de decisión que nos fue otorgado con el libre
albedrío.
La libertad de la mente se refleja en obras buenas y en la alegría
permanente que se muestra a través de una actitud positiva y amable.
Ser libre es sentirse autónomo para vivir nuevas oportunidades cada
día. Libre para dejar volar la imaginación y perseguir los sueños con la
ilusión de verlos materializar ante nuestros ojos. Libre para convertirse en
niño cada día y disfrutar el sol de cada mañana con la felicidad pura de la
inocencia.
Libertad es un par de manos abiertas listas para recibir los dones
elegidos para nuestra naturaleza y las provisiones solicitadas en oración
íntima.

“La libertad, Sancho, es uno de los más preciosos dones que a
los hombres dieron los cielos; con ella no pueden igualarse los
tesoros que encierran la tierra y el mar: por la libertad, así
como por la honra, se puede y debe aventurar la vida”
Miguel de Cervantes






“La integridad es como un edifico armado con piezas de
LEGO, todas ellas llamadas valores”
Juan Manuel Correal


73. Integridad


La integridad es una suma de valores que demuestra la grandeza del ser
humano.
En la integridad está reunido todo lo necesario para alcanzar una
satisfacción personal ideal.
Con el paso del tiempo y adquiriendo madurez espiritual se va
logrando un desprendimiento de la vanidad obediente del mundo material
y se alimentan valores muy poderosos, como la humildad, considerada
como la semilla de la grandeza.
La integridad es el más alto grado de rectitud de una persona cuyas
condiciones como ser humano saltan a la vista por su simplicidad.
Un persona íntegra ha logrado un crecimiento interior tal que a pesar
del máximo éxito alcanzado, gracias a su talento y preparación, no
necesita halagos ni reconocimientos públicos por su obra como
profesional y como persona.
La integridad es el perfecto equilibrio en la balanza de valores y
principios de un ser humano con una conducta intachable, digno de
máxima confianza.
En la integridad están las experiencias adquiridas con el éxito y con el
fracaso, las lecciones aprendidas en las caídas y los aplausos recibidos
por los logros.
En la integridad está el crecimiento espiritual y la satisfacción moral
de las buenas obras.
En la integridad de una persona reina la conciencia, y el ego es el peón
que habita en el cuarto oscuro de la casa.
La integridad personal es vivir una vida que vaya de acuerdo con los
principios morales, conviviendo en armonía y siendo honesto consigo
mismo y con los demás.
En el desarrollo de la integridad, con un elevado estado de ética
moral, no existe posibilidad de traición a los principios.

“El denominador común del liderazgo, es la integridad”
Rick Warren






“El espíritu es como la llama piloto de una estufa de gas
que siempre está encendida esperando para ser activada”
Juan Manuel Correal


74. Espíritu


El espíritu es la expresión más alta de la vida y se representa como una
llama encendida que acompaña nuestra existencia.
Nuestro espíritu es un sistema intangible natural que da impulso a
muestras iniciativas y en conjunto con la materia de nuestro cuerpo
conforman el ser humano que somos.
En el espíritu está la esencia de una persona reflejada en su carácter y
personalidad, dado que se le atribuye la capacidad de sentir y pensar.
Todos hemos heredado de Dios un espíritu de amor y bondad, que si
no le permitimos contaminarse de información negativa se verá reflejado
en obras de caridad y servicio a los demás.
Nuestra personalidad es la llama de ese espíritu que enciende el motor
de la vida cada día, puesto que el espíritu de cada quien, desde la
perspectiva emocional e intelectiva, se convierte en un adjetivo que
califica a esa persona.
Hay gente con espíritu aventurero o con espíritu de servicio o de
liderazgo, etc. Esa inclinación o pasión por algo en la vida es la semilla
natural de ese espíritu que somos.
Una persona grande en espíritu es aquella que brilla y sobresale por su
carácter fuerte y constante iniciativa.
El espíritu no es una sustancia, sino la personalidad del ser humano
cuya esencia es la libertad.
El espíritu es aquella parte del ser humano que tiene la capacidad de
comunicarse con Dios sin ninguna intervención de la razón o el
entendimiento.
Nuestro espíritu funciona a través de la conciencia, la intuición y la
comunión.
El espíritu de conciencia es aquello que nos lleva a discernir y
distinguir entre lo bueno y lo malo, pero no a través de la influencia del
conocimiento que está en la mente, sino por un juicio directo y
espontáneo.
El espíritu de la intuición es el órgano de sensación del espíritu
humano, como un conocimiento que viene a nosotros sin ninguna ayuda
de la mente, emoción o voluntad, viene intuitivamente.
El espíritu de comunión es adoración a Dios. Dios no es aprender de
Él a través de pensamientos, sentimientos o intenciones, porque Él puede
solo ser conocido directamente por nuestra propia experiencia espiritual.

“La grandeza no se enseña ni se adquiere: es la expresión del
espíritu de un hombre hecho por Dios”
John Ruskin






“La prosperidad es la representación del genio que aparece
cuando se frota la lámpara de los deseos”
Juan Manuel Correal


75. Prosperidad


La prosperidad es una idea del universo para aportarle a nuestra felicidad.
Y es para todos, no tiene elegidos.
Se le llama prosperidad al deseo innato de cada uno por conseguir sus
sueños a través del éxito.
Así, entonces, la prosperidad se conecta con un proyecto de vida
trazado con ilusiones puestas mediante una preparación para la existencia
y, con ella, el trabajo como consecuencia de esa empresa llamada persona,
que tiene misión, visión, objetivos y metas profesionales.
La prosperidad está allí, esperando pacientemente que se cumplan con
disciplina los procesos.
A la prosperidad no le gusta la prisa y tampoco atropella los tiempos.
Todo en la vida es prosperidad, desde que se siembra la semilla en una
idea, hasta que disfrutamos contemplar la vida bajo la sombra de ese
árbol que originó esa semilla.
Prosperidad es el resultado económico por la administración de unos
recursos obtenidos con un trabajo realizado. También es la promoción o el
ascenso adquirido por meritocracia en la empresa donde ofreció su talento
y preparación.
Prosperidad es la realización de un proyecto de vida personal,
profesional, social y hasta espiritual. La prosperidad se refleja en el
crecimiento gradual y positivo de nuestros ideales.
La prosperidad es aquello que todos deseamos para un universo
equilibrado y justo en todas las comunidades, y no debería estar ligada a
la suerte.
Si como seres humanos, hijos de Dios, atamos nuestro destino a la
proporción numérica y cualitativa de oportunidades debemos pensar
entonces que la prosperidad hace parte del azar en la repartición
geográfica o en la misma escogencia del tiempo para nuestra experiencia
terrenal. Aún así, la prosperidad está allí para todos. Solo falta el impulso
y la brújula para llegar al norte donde espera nuestra llegada con madurez
suficiente para administrarla.
La prosperidad hay que desearla, pedirla, sentirla y recibirla. El
universo escucha nuestros deseos y nuestra mente, programada
conscientemente con comandos y pensamientos positivos se ajusta a esa
ley de atracción que termina materializando esa ilusión ordenada con
decretos personales.

“En la prosperidad nuestros amigos nos conocen, en la
adversidad los conocemos a ellos”
John Churton Collins






“Paz interior es el sonido del silencio que produce la
quietud de la mente”
Juan Manuel Correal


76. Paz interior


La paz interior es ese estado ideal y permanente deseado por todos para
vivir en armonía y neutralizar la alteraciones racionales provocadas por
circunstancias externas.
La paz interior se cultiva poniendo en práctica otros valores en el
diario vivir, como la serenidad, la meditación, la oración y la reflexión.
Para conocer las bondades de la paz interior debemos primero detener
la prisa de la vida cotidiana. Hacer una pausa y respirar profundo y, con
calma, reflexionar acerca de nuestra forma de vida.
Debemos revisar los valores a los que les damos importancia para
identificar si las motivaciones de nuestra existencia son espirituales o
materiales.
La paz interior es absolutamente personal y se consigue con ejercicios
individuales de contemplación en silencio.
Esta paz interior debe habitar en nuestro ser y no convertirse en
huésped pasajero por temporadas.
En estado de conciencia identificamos esas exigencias del mundo que
nos cargan de ansiedad y nos distraen de esa paz interior con que
podemos iluminar nuestros pensamientos y ordenar las ideas racionales y
precisas.
El lugar donde se guarda la paz interior es el corazón, y desde allí se
ilumina todo nuestro ser, neutralizando la mente y armonizando el
espíritu.
La paz interior está en la admiración por la grandeza de Dios en la
creación de nosotros como partícipes de un universo funcional. También
está en la majestuosidad de la naturaleza que nos rodea con toda su
sabiduría auténtica.
La paz interior es un regalo que nos hacemos nosotros mismos
construyendo un estado permanente de conciencia, con serenidad y
calma.
La espiritualidad es un elemento importante y necesario para
conectarse con esa paz interior que queremos y que nos llevará a obtener
una calidad de vida gratificante desde lo simple.
Con paz interior no se toman decisiones apresuradas y se convive en
armonía, proyectando luminosidad con nuestra existencia.
Una persona que vive en paz interior no se involucra en el juego
material de la vanidad, por tanto la simplicidad de su vida se reduce al
gozo innato de su vivencia en el presente inmediato de cada día.

“La paz viene de adentro,
no la busques afuera”
Buda






“La flexibilidad nos lleva a sorprendernos por el buen
resultado de una improvisación obligada”
Juan Manuel Correal


77. Flexibilidad


La flexibilidad es esa opción de permitirnos una licencia para realizar
variantes en nuestra vida.
La flexibilidad es un juego con el margen de lo cuadriculado y
esquemático.
En una mente estructurada, donde todo debe estar ordenado, cuando
existen variables o cambios en el sistema la persona sufre o se estresa
porque piensa que el resultado no será el mismo que diseñó en su
planificación, y solo visualiza ese resultado como la única opción.
Detenerse a pensar que no es tan grave experimentar un cambio o
tomar otra ruta o alternativa para llegar al punto esperado facilita los
procesos en la vida.
Constantemente se presentarán cambios en el desarrollo de la
planificación o modificaciones necesarias por la existencia de agentes
externos. Pero siempre existirá también otra alternativa, una ruta diferente
a la prevista para lograr el objetivo.
Si nos permitimos ser flexibles ante los cambios, quizá nos
sorprenderemos con el resultado. Esto funciona en todas las áreas de
nuestra vida. En el campo profesional en el que la dinámica de la
investigación presenta constantes renovaciones en las teorías y nuevas
tendencias, o en la vida personal en la que la convivencia nos invita a
comprender que las personas que están a nuestro lado, unos familiares y
otros no, unos cercanos y otros pasajeros de nuestro presente, tienen sus
propias creencias y su estructura de formación es propia y, seguramente
también, distinta a la nuestra.
Ser flexible es darse la oportunidad de conocer otras opciones y
disfrutar la novedad en medio de las circunstancias, adaptándose con
actitud positiva a las nuevas condiciones.
Es abrir la mente y soltar la tensión que genera la necesidad de que las
cosas sucedan solo como las hemos planeado o como las instrucciones de
la etiqueta social o profesional las tengan escritas.
Flexibilidad es entender que los demás, como nosotros, tienen derecho
a cometer errores y a aprender de ellos, y que podemos tomar la opción
de no dejarnos afectar, porque sencillamente reconocemos que sus
acciones no son en contra nuestra sino parte de su experiencia personal en
el camino de la vida. Esa persona y nosotros somos accidentes
circunstanciales en la historia de cada uno y, todos a su vez, tenemos una
misión individual por llevar a cabo en el desarrollo de nuestra existencia.
Ser flexible es también ser fresco y relajado, que no es igual a ser
despreocupado e irresponsable.

“Indudablemente, para gobernar se precisa la firmeza; pero
también mucha flexibilidad, paciencia y compasión”
Henri-Dominique Lacordaire






“La serenidad es como el cielo, que con su leve
movimiento observa calmadamente la agitada vida
terrenal”
Juan Manuel Correal


78. Serenidad


La serenidad es un modo de vida ideal con el que se neutralizan los
pensamientos y se experimenta la tranquilidad y la calma.
La serenidad es una estado de quietud con leves movimientos de
frecuencia energética que armonizan el equilibrio de mente, cuerpo y
espíritu.
Una mente serena está lista para recibir cualquier tipo de información
sin alterarse emocionalmente, porque en esa frecuencia vibracional,
donde habita la serenidad, hay también un elevado estado de conciencia.
La serenidad es esa palabra que nos puede cambiar la vida cuando
experimentamos su estado.
En modo sereno, pensamos despacio y actuamos rápido, las decisiones
son más precisas y el margen de error tras una determinación se
disminuye.
Para una persona serena los problemas no existen, solo hay
circunstancias que se presentan y soluciones que se crean en un estado de
calma, con una inteligencia creativa que reacciona de manera dinámica
ante cualquier alteración en la programación del proyecto o en el
transcurso de la vida cotidiana.
La serenidad se consigue identificando los elementos del ego que
están en el mundo exterior y que atomizan constantemente los
pensamientos para alimentar la mente de dudas y temores.
Ante un adversidad, serenamente se acude a la tranquilidad y se
reacciona prudentemente, permitiéndole a los tiempos hacer lo suyo con
discernimiento, análisis y reflexión.
La serenidad y la calma son los mejores aliados en la existencia de
una persona. Y en conjunto con la espiritualidad y la conciencia
conforman la fórmula precisa para alcanzar el éxito en el desarrollo de un
proyecto de vida personal y profesional.
La serenidad se experimenta en espacios íntimos de meditación a
través de ejercicios de respiración rítmica y profunda que aquietan la
mente y detienen la avalancha constante de ideas, conceptos y
pensamientos propios del ruido externo.
La serenidad, cuando se pone en la mesa de una discusión de negocios
o de pareja garantiza un resultado agradable para las dos partes que, sin
tener que llegar a un acuerdo o ceder sus razones y puntos de vista,
hicieron uso de la cordura y el respeto para luego continuar en la
negociación de ese aspecto.
La serenidad está en la oración y la contemplación de un Dios que nos
ilumina, elevando nuestra conciencia para convivir de manera grata,
utilizando palabras edificantes y desarrollando ideas constructivas.
Con serenidad se perdona y se logra la reconciliación, estableciendo
acuerdos mutuos y equilibrados.

“Dios, dame la serenidad de aceptar las cosas que no puedo
cambiar; valor para cambiar las cosas que puedo; y sabiduría
para conocer la diferencia”
Reinhold Niebuhr






“El autoconocimiento es como el cajón de la mesa de noche
donde cada uno sabe lo que tiene”
Juan Manuel Correal


79. Autoconocimiento


Autoconocimiento es el arte de saber cuáles son nuestros principios y
valores en la vida y cómo nuestras virtudes y defectos conforman nuestro
ser.
Autoconocerse es identificar las fortalezas y debilidades que vamos
descubriendo a través de la experiencia mediante el paso por nuestro
camino de vida.
En esa evaluación íntima y personal no basta con definir nuestro
carácter y concluir que así somos, y de esa forma deben aceptarnos.
También vale tomar una iniciativa para mejorar esa condición humana
que puede influir certeramente en la formación de un yo, como un todo.
Descubrir que nuestro interior está lleno de virtudes y que podremos
hacer uso de esos inmensos valores, que son dones recibidos con nuestra
naturaleza, nos lleva a comprender también que la grandeza de nuestro ser
es infinita y poderosa según queramos potencializarla para el bien nuestro
y del mundo en que vivimos.
Todos estamos llenos de condiciones y la riqueza universal consiste en
unificar los talentos de unos y otros para conformar proyectos
constructivos que queden como aporte a la humanidad y legado de
nuestra existencia.
Autoconocerse es examinar nuestro interior desde lo natural y con
humildad, trayendo a nuestra mejor amiga, la conciencia, y excluyendo de
la invitación al ego, que traerá consigo a la vanidad, a las ansias de poder
y al apego a lo material, junto con otras exigencias oscuras con las que
seduce a los inconscientes.
Pasando primero por el castillo del silencio, como dice el escritor
Robert Fisher, en su obra El caballero de la armadura oxidada, llegamos
al segundo castillo en el sendero de la verdad; el castillo del
autoconocimiento. Allí es donde se establece una conversación entre la
persona y el “yo interior” que hay en ella. Ese huésped especial que
convive con nosotros, al que luego llamaremos conciencia, es quien nos
dirá la verdad, no lo que nuestra mente quiere escuchar sino lo que ha
dictado el corazón, donde está la pureza del ser humano como semilla de
vida proveniente de Dios. Luego de esta travesía, que casi siempre ocurre
en momentos de crisis y confrontación con diversas adversidades,
estaremos listos para conocer el tercer castillo: el castillo de la verdad y la
osadía. Allí veremos en la puerta un inmenso dragón furioso lleno de
fuerzas y poderes que nosotros le hemos otorgado con nuestros miedos y
temores. Pero también allí, frente a esa fuerza inexistente creada por
nuestra mente, estamos nosotros, quienes sí verdaderamente existimos, y
quienes a través de la conciencia hemos adquirido confianza y seguridad
para vencer toda clase de obstáculos que el enemigo quiere poner en
nuestro camino para interponerse en nuestro proyecto de vida. El
autoconocimiento, conseguido por medio de la reflexión en silencio y la
conciencia de nuestro valores, nos da el valor y la gallardía para avanzar
con dignidad hacia el frente, sin desvíos ni atajos. Seguros, firmes y
confiados de que Dios a través de nuestra fe nos ha dado el poder para
vencer. Así, ese dragón inmenso se disminuye de la misma manera que lo
hacíamos nosotros cuando nos intimidamos con su furia. Y a medida que
siente nuestros pasos firmes se desvanece con el brillo de nuestro ser.
Ese autoconocimiento es el escudo de defensa y la espada vencedora
para muchas batallas posteriores con otros dragones que el ego enviará
para querer arrebatar nuestra victoria.
Ahora, triunfantes, estamos listos para atravesar el castillo de la
verdad y la osadía, y entonces atrevernos a nuevas aventuras con la
fortaleza del honor y la dignidad de un verdadero caballero, ahora sin
armadura.

“Uno debe conocerse a sí mismo. Si esto no sirve para
descubrir la verdad, por lo menos sirve como una regla de
vida, y no hay nada mejor”
Blaise Pascal






“La respiración es como el pie que se retira del acelerador
para permitir al auto andar con el solo impulso de la
velocidad precisa y necesaria” cajón de la mesa de noche
donde cada uno sabe lo que tiene”
Juan Manuel Correal


80. Respiración


Una respiración rítmica es la mejor manera de aquietar la mente y
encontrar un equilibrio de serenidad y calma para nuestro ser.
Respirando lenta y profundamente, sosteniendo y exhalando
brevemente oxigenamos todo nuestro sistema y la máquina del
pensamiento se pone en un modo pausado, excelente para la meditación,
la reflexión y hasta la práctica del ejercicio.
Nunca nos enseñaron a respirar de manera metódica, solo aprendimos
a hacerlo de manera automática como parte del funcionamiento físico.
Esta reflexión sobre la respiración consiste en compartir conceptos
aprendidos de grandes maestros, quienes recomiendan una respiración
rítmica y pausada como hábito personal.
Esto, en principio, parece difícil porque el cerebro tiene la instrucción
innata de enviar la orden para respirar mecánicamente. Sin embargo, tras
varios años de establecer la meditación como parte de la vida diaria,
compremos los beneficios que trae consigo esta práctica milenaria que a
veces se conjuga con otras físicas, como el yoga.
Respirar rítmica, lenta y profundamente ante cualquier circunstancia o
en la misma cotidianidad es un llamado inmediato a la serenidad y la
conciencia donde reposan los pensamientos ordenados de una mente
programada desde la calma. Una mente serena y pausada por este sistema
de respiración profunda siempre estará alerta y consciente para reaccionar
con prudencia y sabiduría ante cualquier adversidad o cambio repentino
en el programado proyecto que tenga que atender con inteligencia
creativa.
El maestro Deepak Chopra, en su muy útil libro Iluminación cita en
una de las siete lecciones del golf para el juego de la vida una magnífica
exposición sobre la respiración, como método para neutralizar la
ansiedad, que me permito compartir en esta reflexión.

“Como la ansiedad es la emoción más común a la que el
cuerpo se aferra —por ser la más difícil de enfrentar— debemos
buscar el propio centro de solución en la respiración. Siéntese
cómodamente. Tome conciencia de su respiración. Cuando sienta
que es más pausada, inhale profundamente, sienta cómo el aire
baja hasta el estómago. Hágalo gradualmente, aspire hasta que
parezca chocar con un obstáculo. Reconocerá inmediatamente el
momento, porque sentirá una súbita necesidad de exhalar. Hágalo,
pero suelte el aire con un suspiro y sienta el alivio natural que le
provoca. No violente el suspiro, déjelo fluir libremente.
En la siguiente inhalación, vaya un poco más abajo, hacia
la boca del estómago. Cuando sienta resistencia acompañada por
la necesidad de exhalar, suelte el aire con otro suspiro. Haga esto
sistemáticamente y lleve el aire desde la base del estómago hasta
los intestinos, el bajo vientre, el hueso púbico, las piernas y los
pies. Tómese todo el tiempo que necesite. Vaya tan profundo
como pueda. Si se le acaba el tiempo, o siente mucha resistencia,
deténgase. No violente la respiración, incluso una o dos le harán
mucho bien para la liberación de la energía contraída por la
ansiedad. Sienta cómo sus hombros bajan y su cuello se relaja.
Observe cómo aparecen puntos de tensión donde nunca antes los
habías notado. Esto merece una felicitación. Está descubriendo
tensiones que quieren ser reconocidas y liberadas.
Cualquier persona puede lograr niveles cada vez más
profundos de relajación. Una vez que usted lo haga, desarticulará
automáticamente la energía del miedo. Olvide el contenido del
miedo —la historia que la cuenta— con sus innumerables imá-
genes de horribles resultados. Cuando la energía contraída por la
ansiedad salga con la exhalación, estas imágenes deben seguirla.
La ansiedad produce tanta incomodidad que es natural que la
mente intente encontrar una manera de vivir con ella y lo hace
compactándola y convirtiéndola en energía contraída. (Como dijo
Freud en una ocasión, el miedo es como un invitado poco grato
que no se va de la casa, y por lo tanto tenemos que pensar que es
agradable).
Esta secuencia de respiración es útil cuando estamos
nerviosos. La ansiedad contamina el juego de la vida, pero hay
innumerables oportunidades para liberar esta energía. Al hacerlo,
modificaremos nuestra realidad.
Una ley de la espiritualidad dice que el silencio, el orden, la
inteligencia y la creatividad, provienen de los niveles más
profundos del ser. Benefíciese de esta ley, utilizando los pasos de
esta respiración que acaba de aprender”.

“¿Quieres ser feliz? Entonces obliga a tu mente a estar dentro
del respirar de tu corazón. Esta es la única manera de
mantenerte feliz”
Sri Chinmoy






“La disciplina es el juicio y la constancia en el presente,
que se premian con el triunfo en el futuro”
Juan Manuel Correal


81. Disciplina


La disciplina es un ingrediente en la fórmula del éxito, necesario para
sincronizar la velocidad en el desarrollo de nuestros proyectos.
La disciplina en la vida es un hábito necesario que si se conjuga con la
rutina y el juicio se vuelve parte de nuestra cotidianidad.
Con disciplina alcanzamos nuestros objetivos, cumplimos nuestras
metas y logramos nuestros sueños.
La disciplina hace parte de la cultura de la responsabilidad y se
convierte en la pieza clave para hacernos expertos en una materia.
En todas las áreas de nuestra vida debemos tener en cuenta la
disciplina para establecer un proceso de éxito frente a una expectativa
trazada.
La disciplina en la meditación diaria, antes de comenzar las
actividades del día, nos lleva a experimentar paz interior y serenidad
permanente, sensaciones fundamentales en la toma de decisiones.
La disciplina en el deporte, con su rutina de tiempos y métodos de
entrenamiento, nos convierte en personas sanas de cuerpo, mente y
espíritu.
El juicio en los ejercicios de meditación, oración y reflexión diarios
nos transforma poco a poco en personas tranquilas y libres de ataduras
mundanas y vanidades materiales.
Toda esta disciplina para la vida nos da el balance necesario para
equilibrar toda la información que nos llega proveniente del mundo.
La competencia diaria por el éxito profesional y consigo mismo por el
crecimiento personal requiere de una disciplina constante que convierte a
la persona en maestra de su oficio.

“La disciplina es el ingrediente más importante del éxito”
Truman Capote







“El humor es algo innato que aparece cuando se deja de
pensar y desaparece cuando se piensa”
Juan Manuel Correal


82. Humor


El humor es un ingrediente invisible que le da sabor a la vida y se expresa
a través de las personas alegres que conviven con la idea de sonreír y
hacer sonreír a los demás.
Se dice que es innato porque está allí en cada uno desde que nacemos.
Solo que unos lo descubren con su naturaleza y otros se pasan la vida
diciendo que no lo tienen, que eso para los chistosos.
Y lo chistoso de todo es que el humor lo tenemos todos. Es un sentido
que solo desea ser manifestado y expresado con la naturaleza de la
alegría.
La sonrisa, los gestos, la comicidad, la risotada espontánea y sonora,
la payasada en público, la imitación y la burla de sí mismo son elementos
que, en conjunto, conforman el humor que unos confunden con lo
ridículo, lo tonto y lo inmaduro.
La creencia de muchos es que el respeto se gana transmitiendo
seriedad a través de un carácter recio, en el que no hay asomos de alegría
y espontaneidad, porque esas manifestaciones se guardan detrás de una
armadura de hierro que esconde al caballero alegre.
El humor es un don que debemos despertar con el atrevimiento. Esto
se logra quitándose la idea de que hay que mostrar una conducta para
cada condición humana según la comunidad donde desarrollemos
nuestras actividades personales, sociales y profesionales. La naturaleza de
nuestro ser es la mejor carta de presentación que podemos tener en
nuestras relaciones interpersonales.
Estar de buen humor debe ser un estado permanente, opuesto al mal
humor, que es una condición temporal a la que hay que darle licencia de
aparecer, porque siempre viene como consecuencia de un contratiempo
generado por decisiones desacertadas o por conductas ajenas de terceros
que nos afectan de alguna manera.
Aún así, el buen humor está ligado al talento y es directamente
proporcional al atrevimiento de cada quien para expresarlo.
El humor, como herramienta de vida, reduce el estrés, potencia la
salud mental, física y sexual. Además promueve la motivación, la
creatividad y mejora la comunicación.
Quien goza de buen humor es una especie de líder natural que la gente
buscará para hacerse la vida agradable.
La felicidad y el humor están directamente relacionadas. Por eso, la
gente que triunfa no es feliz porque tiene éxito, sino que tiene éxito
porque es feliz.
La humanidad siempre le ha puesto adjetivos al humor. El humor
negro, el humor fino, el humor creativo, el humor sano, etc. Todos, en
conjunto, son el humor, con expresiones diferentes.
Con humor cambiamos la perspectiva de las circunstancias y lo que
antes era una tragedia ahora tenemos la capacidad de convertirlo en
anécdota y reírnos de aquello que nos pasó sin permitirle al ego el
llamado de la vergüenza pública.
El humor nos devuelve la inocencia de nuestra infancia y nos pone a
reír de nuevo con lo simple y desde lo básico. Esa es la simplicidad de la
vida.

“El humor es una herramienta de poder. Nos proporciona una
perspectiva diferente sobre nuestros problemas y una actitud
de desapego y de control. Si eres capaz de reírte de algo, ¡ya le
has ganado la partida!”
Bill Cosby






“La misión en la vida es ese impulso por hacer algo cada
día que nos regala una sonrisa y alimenta nuestro espíritu”
Juan Manuel Correal


83. Misión


La misión es esa tarea que vinimos a cumplir en este plano terrenal como
seres humanos pensantes.
Todos tenemos una misión que está escrita en nuestro guion, oculta en
palabras invisibles de un libreto dictado por Dios y del cual somos
protagonistas en esta obra de teatro llamada vida.
El rol que debemos desempeñar en esta dramaturgia existencial es la
participación activa de nuestro ser de manera individual pero colectiva.
Es decir, que la misión de vida es personal, pero en su búsqueda y
desarrollo participan otras personas que, a su vez, están cumpliendo el
objetivo de encontrar la suya. Esta convivencia social, familiar y
profesional nos involucra en estas áreas como actores de reparto en cada
capítulo de la obra.
Esta es una misión espiritual que consiste en encontrar la evolución
hacia niveles de pensamiento más elevados, conseguidos desde la
conciencia y obteniendo a través de ella altas frecuencias vibracionales de
energía pura. Con esto se logra el principal objetivo o misión única del ser
humano: la trascendencia.
La misión de trascender se consigue con el desapego y el
desprendimiento material que hay, por ejemplo, con el don del servicio a
los demás.
La misión no es obtener riquezas materiales para conseguir el poder y
satisfacer la vanidad sintiéndose más que los demás. La misión es pedir al
universo la abundancia en el trabajo para que con ella llegue la
prosperidad en la economía. Luego, con humildad, pedir la sabiduría para
administrar esa riqueza y generosidad para compartirla. La misión
aparece cuando uno siente que en la vida está haciendo lo que le gusta y
no lo que le toca.
Para encontrar nuestra misión debemos despertar la conciencia y
descender del pedestal de la vanidad impuesto como exigencia del ego
para participar en la competencia colectiva del mundo social.
Allí, desde lo más íntimo, en comunión consigo mismo, planteamos
preguntas a nuestro interior, como: ¿Por qué estoy en el mundo? ¿Qué es
lo que tengo y debo de hacer? ¿Podré descubrirlo? Y si lo hago… ¿Podré
lograrlo? ¿Quién me guiará en este camino? ¿Está Dios conmigo en este
proceso? ¿Cómo reconozco sus señales?
En estado de conciencia y paz interior revisamos nuestras
inclinaciones naturales, nuestros dones y talentos expresados a través del
arte, la escritura, la oratoria, el servicio, etc., y todo aquello que vemos
que nos gusta hacer y está aparte de eso que nos toca hacer para
sobrevivir. De pronto, en esos gustos y atracciones está el enigma por
descifrar para comenzar a desarrollar esa misión que en realidad nos hará
felices.

“Solamente los grandes transforman sus sueños en la misión de
su vida”
José de San Martín

“Todos tenemos una misión, para algo hemos sido creados, no
somos producto de un error, ni de una aventura, no somos una
tragedia, ni un castigo de Dios. Somos sus hijos, frutos de su
amor; Él pensó en cada uno de nosotros, y al darnos el don de
la vida, nos dio una misión especial; no somos iguales, Él hizo
a todas sus criaturas diferentes, porque es un Dios artista y
creativo que se goza en la variedad; para Él todo lo que ha
creado es bello, se complace en ello y coloca en todos sus seres
un toque de su perfección, para que así, aunque a veces
sintamos que nos rompemos o que fallamos, podamos empezar
de nuevo y volverlo a intentar una y otra vez más”
Kary Rojas







“Trascender es como ir ganando puntos en el juego de la
existencia, para obtener más vidas y seguir jugando hasta
convertirnos en maestros”
Juan Manuel Correal


84. Trascender


Trascender es crecer y evolucionar elevándose en frecuencia vibracional
hacia niveles de conciencia en los que existe un desprendimiento total de
lo material.
Trasciende quien logra el desapego a la vanidad y suelta las riendas
del coche de su vida para que lo maneje el espíritu de la verdad.
Aferrarse a lo material y desear todas la riquezas que ofrece el mundo
del dinero y el poder con las exigencias sociales de una figuración pública
llevan a esa persona a adentrarse en un modo superficial de vida, en el
que reinan la vanidad y el orgullo de poseer. A ese nivel los valores
quedan en un segundo plano, detrás de las medallas que se exhiben ante
la sociedad.
Para trascender hay que buscar métodos de crecimiento espiritual y
rodearse de gente sintonizada con ese propósito de vida. Un guía o un
maestro espiritual4, por ejemplo, que compartan su sabiduría y hagan
comprender que la mente puede ser nuestro primer enemigo en este nuevo
camino.
La mente obedece al ego, que siempre pondrá elementos materiales y
aplausos de reconocimiento para llevarnos a crecer dentro de un sistema
gobernado por la economía social.
Desde el corazón, en conexión con el espíritu, experimentando la paz
interior por medio de la meditación y con ejercicios de reflexión, ese guía
espiritual, que también puede ser un libro donde se consignan líneas de
crecimiento interior, nos orienta hacia el camino de la luz.
Cuando comprendemos que somos luz, y que desde la luz que somos
podemos brillar sin ayudas externas, estaremos listos para navegar en un
mar de sabiduría donde no existen los conflictos ni la ansiedad por el
poder. Donde no hay envidia ni competencia social.
Desde la luz que descubrimos ser encontramos nuestra misión de vida.
Esa que nos enriquecerá el alma y que finalmente nos llevará a trascender,
dando en esta vida una paso más, elevando nuestra conciencia y
convirtiéndonos en un ser iluminado lleno de paz.
Cuando no permitimos que nos afecten los actos de los demás y no
nos tomamos como personal sus acciones estamos listos para
desprendemos del mundo material y avanzar hacia el infinito de un
horizonte de paz y armonía en esta vida.
Trascender significa utilizar nuestro tiempo como habitantes de este
mundo para crecer y dejar huella con nuestro paso. Ayudando a los
demás, sirviendo a las comunidades desfavorecidas, creando ideas y
proyectos en beneficio de la humanidad o dejando un legado con nuestra
esencia natural de vida resaltando valores, como el amor, el perdón, la
bondad, la generosidad, la verdad y la alegría junto con otros más que
conforman, cada uno un escalón más de esta escalera al cielo llamada
vida.
De esta manera comprendemos que estar vivos en este lugar, a esta
hora, es una oportunidad en un espacio de tiempo minúsculo ante el
universo para elevar nuestra conciencia y avanzar hacia otros planos en la
existencia del universo, que seguramente veremos en diferentes espacios
de lugar, tiempo y esencia.

“A todos nos quitarán todo, no nos llevaremos nada, dejaremos
hecho para los demás, nuestra única forma de trascendencia”
Carlos Cristo






“La confianza es como la malla de seguridad para el
trapecista, que le da poder para atreverse a volar sin
temores, buscando nuevos aires”
Juan Manuel Correal


85. Confianza


La confianza es la tranquilidad de saber que contamos con una fuerza
infinita e invisible que nos da poder para afrontar cada circunstancia.
La confianza en el Señor es la fe absoluta de que su presencia en
nuestra vida es garantía para contar con nuestro bienestar y protección.
Esa confianza entera es como una entrega total de nuestros proyectos,
deseos, anhelos y también de nuestras angustias y preocupaciones.
Para confiar enteramente hay que soltar los pensamientos de la mente
que constantemente crean temores y presagios con presentimientos
negativos que terminan atrayendo la presencia de energías negativas,
como accidentes, divisiones o enfermedades.
Todo ese funcionamiento mecánico de la mente se debe neutralizar
con la oración en la que entregamos esos sentimientos, con fe en la
oración al ser supremo.
Al crear un proyecto lo ofrecemos, pedimos permiso a la autoridad
divina para su realización y con humildad contemplamos que,
posiblemente, este no haga parte del plan de Dios para nuestra existencia.
El paso siguiente es confiar en su realización, tener confianza en nosotros
mismos con todas las capacidades y talentos que hemos encontrado
dentro de nuestro ser.
La confianza es la licencia que nos otorgamos a sí mismos para
visualizar el éxito de un proyecto de vida o para celebrar anticipadamente
la sanación y curación de una dolencia o enfermedad que la ciencia haya
diagnosticado.
Uno como persona, luego de recibir la noticia de una condición de
salud amenazante, debe acudir a la calma y examinar las opciones que
ofrece la ciencia a través de la medicina, tratamientos o intervenciones
quirúrgicas. Pero simultáneamente tiene la opción paralela de confiar en
la gracia de Dios y entregar al Señor esa novedad que aparece en nuestro
cuerpo como materia que sufre dolencias y que es vulnerable a ser
visitada por células malignas que seguramente hemos creado
inconscientemente con un elevado nivel de estrés en nuestra vida o por
simples causas genéticas.
Confianza es entregar y permitirle a Dios ser Dios para que pase su
mano sanadora y nos invada con su luz de amor y salud.
Confianza es asumir una derrota con dignidad y aprender de ella la
lección dejada por nuestros errores. Así mismo, confianza es acudir al
autoconocimiento para encontrar valores y fortalezas que nos sirven de
apoyo para salir adelante nuevamente.
Confiar es recordar que ante cada circunstancia de vida, bien sea de
peligro o de amenaza a nuestra existencia, si tenemos a Dios en nuestro
corazón y le pedimos con fe verdadera al final todo estará bien.
Cuando nos ocurren fracasos, tropiezos o caídas en la vida debemos
tener la confianza y la seguridad de que todo se restaura, solo depende de
nosotros, de la actitud que le pongamos a esa contrariedad y de la fe que
tengamos en que los caminos vuelven y se abren para restaurar esa área
afectada o perdida.
Un divorcio generara frustración por el sueño creado en conjunto por
la pareja. Pero se debe aceptar que cada individuo toma sus propias
decisiones y, tras la aceptación, se debe tener confianza en sí mismo, y en
que esos valores y principios llevarán a la reparación de ese corazón roto
y afligido.
Confianza en que Dios es justo y quiere a todos sus hijos felices y
alegres respetando también el libre albedrío, que ha sido otorgado desde
el primer momento de nuestra existencia.
Tras una quiebra económica o una pérdida de un trabajo también
debemos comprender que son simples pasos de la vida que ocurren y que
a veces no dependen de nosotros mismos. Sin embargo, si tenemos
confianza en Dios y le entregamos esta circunstancia, los caminos se
abrirán y llegarán nuevas oportunidades.
Confianza es la palabra clave para soltar las angustias y desvanecer
los temores.
En mi libro anterior, Sonríe, todo está bien, cuento una anécdota que
me ocurrió cuando necesitaba respuestas ante tantos cambios en mi vida
que me acorralaron contra las cuerdas.
Nuevamente comparto en esta reflexión, esta oración que se acomoda
perfectamente para este valor de vida llamado confianza.

Mensaje de Dios para ti

¿Te puedo quitar tres minutos de tu valioso tiempo? ¿Por qué te
confundes y te agitas
ante los problemas de la vida…?
Cuando hayas hecho todo lo que esté
en tus manos para tratar de solucionarlos,
déjame el resto a mí…
Si te abandonas en mí todo se resolverá con tranquilidad según mis
designios…
No te desesperes, no me dirijas una oración agitada como si quisieras
exigirme el cumplimiento de tu deseo. Cierra los ojos
del alma y dime con calma..
Jesús, yo confío en ti..
Evita las preocupaciones y angustias
y los pensamientos sobre lo que pueda
suceder después…
No estropees mis planes queriéndome
imponer tus ideas…
Déjame ser Dios y actuar con toda la libertad…
Abandónate confiadamente en mí. Reposa en mí
y deja en mis manos tu futuro…
Dime frecuentemente “Jesús, yo confío en ti” y no seas como el paciente
que le pide al médico que lo cure pero le sugiere el modo de hacerlo…
déjate llevar en mis manos. No tengas miedo… Yo te amo. Si crees que
las cosas empeoraron o se complican a pesar de tu oración sigue
confiando, cierra los ojos del alma y confía…
Continúa diciéndome a todas horas..
“Jesús, yo confío en ti ”.
Necesito las manos libres para obrar…
No me ates con tus preocupaciones inútiles, Satanás quiere eso, agitarte,
angustiarte, quitarte la paz… Confía solo en mí, abandónate en mí, así
que no te preocupes, echa en mí todas las angustias y duerme
tranquilamente…
Dime siempre “Jesús, yo confío en ti ”
y verás grandes milagros.
Te lo prometo por mi amor.






“La mente es como ese hijo necio e hiperactivo, que
queremos mucho, pero al que hay que enseñarle a conocer
la calma”
Juan Manuel Correal


86. Mente


La mente es la herramienta más poderosa que tiene el ser humano. Con la
mente podemos edificar y construir sueños y también llevarlos a cabo
atrayendo lo que deseamos, con pensamientos enfocados en ese propósito
y visualizando con la imaginación el resultado final positivo de lo que
creamos.
El poder de la mente tiene dos direcciones, el camino creativo y
edificante y el camino reactivo y destructivo.
Los pensamientos que vuelan en diferentes direcciones obedecen a
comandos ordenados por el ego o la conciencia.
Los del ego son pensamientos cargados de miedos, temores,
incertidumbres y dudas. Esas ideas alimentan los presentimientos que
conducen a la preocupación, la angustia y la tristeza.
Los pensamientos creados por la conciencia son, en cambio, positivos,
creativos y edificantes. Son pensamientos creados por la luz de Dios y,
por tanto, traen consigo estados de alegría, seguridad, paz, armonía,
confianza y mucho amor.
El buen uso del poder de la mente está en esa conciencia que debemos
tener para crear constantemente pensamientos, deseos y anhelos para
proyectos positivos.
La tan mencionada ley de la atracción no es más que una verdadera
existencia de eso que tanto puede hacer la mente al visualizar
positivamente la creación de lo que deseamos.
El corazón, por ejemplo, envía el sentimiento de perdón pero la mente
decide si obedece o no esa orden.
Recordemos que la mente es la razón y el corazón es el sentimiento.
El equilibrio ordenado de las dos partes es el éxito de esta maravillosa
fórmula de la existencia.
Si nosotros no estuviéramos tan distraídos con las vanidades del
mundo y las exigencias que demanda nuestra presencia social en esta vida
nos enfocaríamos más en descubrir la fuerza infinita y el poder que tiene
la mente para transformar las amenazas en oportunidades, lo malo en lo
bueno, la oscuridad en luz y, sobre todo, la duda en fe.
Con una mente limpia de información tóxica y descontaminada de las
creencias del mundo podemos crecer espiritualmente hacia un elevado
estado de conciencia, en el que se encuentra la paz interior, necesaria para
afrontar las diferentes circunstancias y condiciones que se nos presentan
como adversidades en la vida.
Una mente sana es aquella que se ha entregado a momentos de
reflexión, meditación y silencio como hábito de vida, seleccionando bien
la información necesaria para seguir avanzando en el camino de la
felicidad.
El poder de la mente es capaz de atraer soluciones positivas y alejar
información negativa con solo ignorar su presencia, transformando los
pensamientos en el momento justo en que aparecen.
Una mente llena de luz por la espiritualidad está menos vulnerable a
los ataques oscuros de pensamientos negativos, y también está más
preparada para transformar la información contraria en algo bueno y
positivo que con la experiencia nos hará crecer.
La mente puede ser la loca de la casa, con sus intenciones de engaño
por su velocidad arrebatada de obediencia al ego, pero también puede ser
nuestra más poderosa arma, si la unimos al corazón para juntos hacer
frente a las batallas y conseguir siempre la victoria del bien.

“Si nuestra mente se ve dominada por el enojo,
desperdiciaremos la mejor parte del cerebro humano: la
sabiduría, la capacidad de discernir y decidir lo que está bien o
mal”
Dalai Lama







“Nuestra identidad es ese logotipo que simboliza nuestra
esencia como sello personal de vida”
Juan Manuel Correal


87. Identidad


La identidad es ese sello personal que cada uno tiene para representar su
existencia. Es la personalidad que nos define ante los demás como esa
persona que refleja nuestro ser con esa conducta.
Con nuestra esencia natural podemos identificarnos como alguien
espiritual y bonito en su interior, a quien en su naturaleza le interesa lo
bueno y bonito para su entorno. Esa es la imagen de ese alguien que se
siente iluminado.
A quienes definen su personalidad por su carácter y temperamento o
por su don de mando y su propio espejo es el liderazgo que quieren
mostrar y sentir.
Otros optan por la sencillez y la humildad de una vida simple pero
feliz ante sus expectativas, y su reflejo es la tranquilidad que le
proporciona esa opción de vida.
La identidad es esa huella que dejamos con nuestro paso y que es
auténtica porque es la expresión innata de nuestro ser.
La identidad de una persona puede ser su alegría, su espontaneidad, su
buen sentido del humor, su carácter, su inteligencia creativa o su esquema
de vida organizada.
Nuestra identidad es una conducta natural, no actuada ni puesta como
fachada para exponer una imagen que nos vende ante los demás como lo
que no somos verdaderamente.
En diferentes etapas de nuestra vidas, especialmente en ese momento
de transformación entre el niño que dejamos de ser y el adulto que
queremos ver anticipadamente en la adolescencia, muchas veces
negociamos nuestra esencia por influencias externas o presiones de grupo
que nos llevan a asumir roles o expresiones que no corresponden con
nuestra naturaleza.
Es allí cuando el joven en su formación necesita mucho de sus padres
para orientar el camino y evitar el desvío, con nuestros brazos de padres
poniéndolos de nuevo en la línea de lo correcto con amor, comprensión y
tolerancia.
Esas influencias marcadas por impulsos colectivos de aventura y
retadores ante el mundo, además de propiciar circunstancias de peligro y
exponer su intimidad en las redes sociales, deja también en esa persona en
formación una imagen que muy seguramente es la que el adolescente cree
que los demás quieren ver, sin considerar su propio criterio acerca de lo
que como persona de verdad quiere ser.
Nuestra propia identidad es la que construimos con nuestra conducta
auténtica, que corresponde en la adultez a esa formación recibida con
amor y dedicación por los padres en la etapa de crecimiento y
confrontación con el mundo verdadero.
La personalidad de cada quien debe ser el reflejo de lo que es en su
interior y su imagen es la representación externa de cómo es su casa por
dentro. La identidad es un oportunidad para mostrar con humildad
nuestros valores éticos de vida y no para exaltar con arrogancia los
defectos de un mundo gobernado por la agresión y la violencia.

“Ni la muerte, ni la fatalidad, ni la ansiedad, pueden producir
la insoportable desesperación que resulta de perder la propia
identidad”
Howard Phillips Lovecraft






“La calma, la paciencia, la serenidad y la tranquilidad son
primos hermanos de la paz interior, y entre ellos juegan a
construir la felicidad”
Juan Manuel Correal


88. Calma


Calma es la palabra mágica necesaria para asumir el rol de la vida diaria.
Con calma se encuentran las respuestas acertadas a preguntas
precipitadas, y con calma se acierta en las decisiones, porque la calma
permite pausas y espacios de tiempo necesarios para respirar y encontrar
la tranquilidad.
La calma es una importante herramienta para la cotidianidad de la
vida actual, en la que la prisa, la inmediatez y la dinámica nos envuelven
en un modo precipitado de vida.
Con calma la mente se torna más inteligente y creativa para diseñar
proyectos de vida.
Una persona calmada y serena tiende a equivocarse menos porque su
frecuencia vibracional en estado de conciencia se encuentra elevada por la
paz interior que genera este estado ligero de pensamientos.
La calma es un estado perfecto para crear y ser productivo con las
ideas. En calma se reflexiona para llegar al perdón, que luego nos liberará
de las culpas del rencor.
Una persona calmada maneja un estado constante de tranquilidad que
le permite acomodarse fácilmente a las circunstancias y desarrollar su
proyecto siguiendo los procesos en su orden, porque en cada persona que
vive y experimenta la calma no existe la ansiedad, elemento nocivo para
el ajuste de los tiempos precisos.
La calma es para la mente un neutralizador importante que le brinda el
equilibrio necesario para producir pensamientos sensatos y crear ideas
reales y aterrizadas.
Con calma se aprecia la vida observando los procesos y viendo pasar
el carnaval colectivo y bullicioso de la mente con los ruidos generados
por el estrés, la prisa, la ansiedad, la preocupación y la angustia
constantes.
Con calma se buscan las palabras precisas para corregir a un hijo que
va tomando un camino equivocado.
Con calma se analizan los contratiempos y obstáculos que un proyecto
presente sin llamarles problemas.
Con calma se reflexionan y estudian bien las probabilidades de éxito o
de fracaso de un proyecto antes de iniciarlo y así se evitarán caídas
innecesarias.
Con calma se diseña un proyecto de vida en compañía, permitiéndose
en pareja cumplir con todas las etapas de la relación, hasta llegar a la
convivencia con la seguridad de haberse conocido lo suficiente.
Con calma se observa el camino para no tropezar con obstáculos ni
caer en las trampas tendidas por otros, para ganar terreno en la
competencia social inventada por el hombre.

“Lo que se hace con precipitación nunca se hace bien; obrar
siempre con tranquilidad y calma”
San Francisco de Sales






“La reparación es como la curación que hace la madre al
niño que tropieza y cae, para que siga andando feliz”
Juan Manuel Correal


89. Reparación


La reparación es esa necesidad de reconstruir sobre las bases de algo que
ya existió.
Se repara una relación tras una discusión o crisis y se repara la
confianza en las personas después haber fallado.
Se repara la armonía entre padres e hijos luego de momentos de
confrontación por diferencias.
Se repara la paz interior que se pierde con la presión del mundo y el
estrés diario de un vida precipitada y sobrecargada de información.
Reparación es tratar de sanar las heridas en otros ocasionadas por
nuestras acciones o palabras ofensivas y destructivas.
Reparar es pedir perdón con arrepentimiento verdadero y reponer la
sonrisa en la otra persona con hechos visibles y reales, provenientes de
una conducta estable, más que palabras y promesas de cambio.
La reparación es una renovación que trae nuevas oportunidades y que
dejó las equivocaciones del pasado como lecciones de aprendizaje y
experiencias de enseñanza.
La reparación del tiempo perdido con obstinaciones y terquedades es
asumir un nuevo camino, seguros de haber elegido esta vez el norte que
nos llevará a resultados exitosos con plenitud de satisfacción.
A la reparación tenemos derecho todos, pero en cada uno existe el
deber de trabajar por ella, sin victimizarnos por la suerte corrida o por el
infortunio del destino, o por las acciones violentas de otros que afectaron
nuestras vidas.
Está en nuestra actitud ese deseo de volver a empezar y de reponerse
después de un golpe o caída.
Reparamos nuestro corazón herido con auténtico perdón y dejando
atrás lo ocurrido en el pasado, mirando al frente y caminando sobre el
presente hace un mañana mejor.
Se repara la espiritualidad luego de haber caminado en el oscuro
mundo de las tinieblas y el pecado, abriendo su corazón a Dios con
arrepentimiento y humildad para llenarse de una nueva luz.
Se repara la economía revisando los factores que llevaron al fracaso,
estableciendo un nuevo proyecto desde las nuevas oportunidades creadas
esta vez por un raciocinio maduro y sereno y con nuevas herramientas
conseguidas con el aprendizaje y la experiencia.

“El sabio no se sienta para lamentarse, sino que sepone
alegremente a su tarea de reparar el daño hecho”
William Shakespeare






“La osadía y el valor son como la espada y el escudo del
guerrero victorioso que siempre avanza hacia adelante”
Juan Manuel Correal


90. Osadía


La osadía es atreverse a hacer las cosas por intuición y confianza.
La osadía es no considerar el miedo como una opción y dejar los
temores a un lado porque son limitaciones.
En la osadía está la confianza en sí mismo y el autoconocimiento para
tomar decisiones importantes, siempre con pasos hacia adelante, nunca
hacia atrás.
En la osadía está el coraje y la gallardía necesarios para confrontar y
vencer a cuanto dragón se interponga en el camino al éxito y al
cumplimiento de nuestros sueños.
Una mente despejada y un corazón lleno de vitaminas de vida y
motivaciones son elementos necesarios para completar la mágica fórmula
de la suerte.
Ser osado es ser atrevido y diseñar proyectos de vida trazando planos
de confianza con un elevado optimismo.
Una persona que se atreve sin temores consigue lo que se propone
porque confía en sus capacidades. Esta persona siempre está tomando
iniciativas y haciendo uso de su inteligencia creativa para generar ideas
encaminadas a crecer como profesional y como persona.
La osadía es propia de los aguerridos y valientes que se lanzan al agua
primero que los demás sin analizar tanto sus condiciones.
Estas personas obtienen su éxito y cumplen sus sueños porque piensan
que el mundo es para devorárselo, no para que este se lo devore a uno.
Atreverse y ser osado es garantía de nuevas experiencias y de esa
forma se escribe el libro de la vida, con páginas llenas de aventuras y
vivencias emocionantes, dibujadas con alegres colores que les dan su
propia fuerza.
No se debe crear un sueño si no se le persigue y se mueven las fichas
necesarias para que el universo se confabule con nuestra idea. En la
osadía están ese espíritu de triunfo y el coraje del vencedor.
Una persona osada siempre está celebrando y relatando sus aventuras,
una persona temerosa llena las páginas blancas de su vida con la
cotidianidad y el conformismo de un cuento sin emociones.

“Perder con clase y vencer con osadía, porque el mundo
pertenece a quien se atreve, y la vida es mucho más para ser
insignificante”
Charles Chaplin




“El cielo es como el punto de encuentro donde todos los
seres queridos tenemos una cita posterior para
reencontramos y conocer a Dios”
Juan Manuel Correal


Cielo



El cielo es el inalcanzable techo del mundo en el que estamos mientras
estemos vivos.
El cielo nos hace mirar hacia arriba para inspirarnos en nuestra
creencia de que el cielo es el anhelado paraíso.
Creemos, con ilusión, que el cielo es la casa de Dios y toda su corte
celestial con ángeles, arcángeles y querubines.
Oramos a nuestro Padre celestial que habita en la eternidad, la cual
imaginamos existe allá arriba, tal como la vemos desde acá abajo.
Como quiera que sea la verdad sobre el cielo nunca la conoceremos
hasta que nos corresponda el momento elegido para nuestra partida. Se
habla de testimonios de personas que experimentan una muerte temporal
y en ese limbo van al paraíso y regresan. Ellos se refieren a una inmensa
luz en un valle de paz, que no sabremos si es el mismo cielo que nos
cobija.
Pero estas teorías nos resultan ajenas hasta tanto no vivamos la
experiencia. Por ahora, el cielo seguirá siendo ese lugar azul, con nubes
blancas, donde brilla la luz del día y donde la noche se ilumina con la
timidez de la luna.
El cielo, entonces, no es tan imaginario a pesar del infinito que nos
separa. Su existencia refleja todo lo que Dios ha querido para la
humanidad desde la creación.
El planeta Tierra habitado por el hombre, con todos sus dones
inteligentes y racionales, que le permiten reflexionar y meditar acerca de
ese lugar prometido para el descanso eterno.
Observar con detenimiento la magia del cielo es permitirle a la
imaginación crear un universo de bondad, armonía, paz y amor a donde
podemos transportarnos con la mente para experimentar el gozo divino y
traer de vuelta a la conciencia inmensas provisiones para compartir con el
mundo en nuestro paso terrenal.
Como el cielo es un referente de paz, sentarse en medio de la
naturaleza a contemplar su esplendor es también llenarse de paz. Este
ejercicio de admiración a la grandeza de Dios inspira pensamientos
positivos.
Si queremos conocer de cerca la tranquilidad y la calma basta con
mirar al cielo y contemplar a su alrededor, la danza perfecta y serena de
las nubes que lo adornan.
En el momento de la partida de un ser querido, para atenuar el dolor y
la pena decimos que esa persona ya está en los brazos del Señor y se
encuentra en el cielo a su lado, disfrutando la paz eterna.
Siendo así, podemos definir que el cielo es un lugar privilegiado
donde hay un puesto reservado para nosotros.

“Las ciencias más exactas, las más atrevidas meditaciones y
más hermosas claridades son nubes. Por encima está el
santuario de donde brota la verdadera luz”
Balzac

La escalera al cielo
está en la imaginación

En algún momento, en medio del proceso de redacción de este libro,
como ejercicio complementario, sentados en una gran mesa familiar les
pedí a mis hijos María José, Manolo y Manuelita, y a mis sobrinos
Sammy y Juan Pablo su interpretación de este título: La escalera al cielo.
Enseguida se me ocurrió que esa interpretación debía ser gráfica para
mayor identificación individual.
Anexo el dibujo de la niña Samantha Rada Neira, porque sus padres se
sorprendieron al conocer el título de este libro mientras lo escribía, y nos
contaron que su hijita siempre dibujaba escaleras al cielo.
Comparto entonces el resultado:

María José Correal E. (19).



Manolo Correal E. (16).

Manuela Tovar Ortega (8).



Samuel De Sola Correal (10).

Juan Pablo Otoya Correal (20).



Samantha Rada Neira (6).

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