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Monición De Entrada
Hermanos y hermanas:
Nos hemos reunido hoy para orar por nuestros hermanos difuntos. Como Iglesia tenemos
el deber de orar unos por otros.
Convocados por el señor resucitado, estamos reunidos alrededor de (se nombra al difunto
o difunta) que, desde el cielo, nuestra patria definitiva, mira con gozo esta celebración de
fe, de esperanza cristiana y participa de ella.
Convencidos de esta hermosa realidad, vamos, pues, a elevar nuestras oraciones al Padre
por el descanso eterno de todos nuestros hermanos difuntos.
CANTO: libre
SALUDO INICIAL
A: Esperamos todos ir al cielo, pero nos preocupamos poco por obtenerlo. Que Dios
Padre nos ayuda a cambiar de vida. Con renovado corazón digamos:
Señor, ten piedad
A: Por las veces que hemos protestado ante la muerte de nuestros seres queridos, como
si no tuviéramos fe, Señor ten piedad.
R: Señor ten piedad.
A: Por las veces que olvidamos que los sufrimientos de esta vida son poca cosa en
comparación de la gloria del cielo que nos espera, Cristo ten piedad.
R: Cristo ten piedad.
A: Por las veces nos apegamos a las cosas de esta vida, como si no nos importara
encontrar a Dios al final de nuestros días, Señor ten piedad.
R: Señor ten piedad.
CANTO: Piedad.
Oración colecta:
Oremos:
Escucha en tu bondad, Padre misericordioso, nuestras súplicas ahora que imploramos tu
misericordia por el alma (se nombra al difunto o difunta) a quien has llamado de este
mundo a tu presencia, dígnate llevarlo (llevarla) al lugar de la luz y de la paz, y así
merezca participar en la asamblea de tus santos.
Por Jesucristo nuestro Señor.
R. Amén.
CANTO: libre
Primera lectura:
Cuando llegamos a Roma, le permitieron a Pablo vivir por su cuenta en una casa, con
un soldado que lo vigilase. Tres días después, convocó a los judíos principales; cuando se
reunieron, les dijo:
"Hermanos, aquí preso sin haber hecho nada contra el pueblo, ni las tradiciones de
nuestros padres, en Jerusalén me entregaron a los romanos. Me interrogaron, y querían
ponerme en libertad, porque no encontraban nada que mereciera la muerte. Pero los
judíos se oponían, tuve que apelar al César, sin querer por esto acusar a mi pueblo. Por
este motivo he querido verlos y hablar con ustedes, pues por la esperanza de Israel llevo
encima estas cadenas".
Vivió allí dos años enteros por sus propios medios, recibiendo a todos los que acudían
a él, predicándoles el Reino de Dios y enseñando lo que se refiere al Señor Jesucristo con
toda libertad, sin encontrar ningún obstáculo.
PALABRA DE DIOS
R: Te alabamos Señor
CANTO: Aleluya.
EVANGELIO
En aquel tiempo, Pedro, volviéndose, vio que los seguía el discípulo a quien Jesús tanto
amaba, el mismo que en la cena se había reclinado sobre el pecho de Jesús y le había
preguntado: «Señor, ¿quién es el que te va a entregar?»
Al verlo, Pedro dice a Jesús: «Señor, y éste ¿qué?»
Jesús le contesta: «Si quiero que se quede hasta que yo venga, ¿a ti qué? Tú sígueme.»
Entonces se empezó a correr entre los hermanos el rumor de que ese discípulo no moriría.
Pero no le dijo Jesús que no moriría, sino: «Si quiero que se quede hasta que yo venga, ¿a
ti qué?» Éste es el discípulo que da testimonio de todo esto y lo ha escrito; y nosotros
sabemos que su testimonio es verdadero. Muchas otras cosas hizo Jesús. Si se escribieran
una por una, pienso en todo el mundo no cabría los libros que pudieran escribirse.
Palabra del Señor.
MEDITACIÓN BREVE
Este pasaje es una invitación a centrarnos en el seguimiento de Cristo, para ser, pensar,
sentir y actuar como Jesús. La curiosidad de Pedro, aunque pueda ser comprensible, por
mostrar preocupación por el otro discípulo tan querido para Jesús, no es admitida por el
Maestro, porque no se puede poner la mano en el arado y mirar para atrás. El asunto es
mirarlo todo como lo mira él y desde él. Eso es lo que se espera del discípulo y lo
contrario es lo que no acepta el Señor. La respuesta oportuna a la inoportuna curiosidad
es: “Si quiero que se quede hasta que yo venga, ¿a ti qué?”. No es asunto tuyo. Tú,
sígueme. Haz tú lo que te toca hacer a ti.
Suele ocurrir que pretendemos llevar a los otros a Cristo organizándoles la vida,
programándolos y de esa manera, ni ellos ni nosotros nos centramos en él.
Lo que procede es llevar a cabo la plena configuración con Jesús y ésta es obra del
Espíritu que sostendrá y acrecentará el deseo y el cumplimiento del mismo. Cuando Jesús
en la cena pascual está hablando con los apóstoles, señala cuál es el modo correcto de
proceder. Así como él va a preparar un lugar para ellos, de la misma manera, los
seguidores de Jesús, serán el reclamo y al mismo tiempo el testimonio del modo de
proceder con los otros. Invitarlos a seguir al Señor. Ven y verás por ti mismo.
Será bueno que, en esta final de la Pascua, tengamos un tiempo para recapitular lo
escuchado a lo largo de la cincuentena pascual y destacar para trabajar sobre ello, lo que
precisa en nosotros una reconsideración y correcta aplicación.
VIVENCIA COMUNITARIA:
PADRE NUESTRO
AVE MARIA
ORACION FINAL
A: Hemos concluido esta celebración en la que hemos compartido y orado por nuestro
difunto/ difunta (nombrarlo). Prometamos a Dios, vivir nuestra fe en la familia, en el
barrio y en el lugar de nuestras actividades diarias. Nuestro familiar que ya ha partido
a la patria celestial esta con nosotros y ora por nosotros.
T: Amén.
Fórmula de Bendición:
Dales, Señor el descanso eterno... Brille para ellos la luz perpetua
Que las almas de los fieles difuntos, por la misericordia de Dios, descansen en paz...
R. Amén.
Queridos hermanos, que Dios todo poderoso derrame su bendición sobre todos nosotros
en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
R. Amén.
REFLEXIONES CRISTIANAS SOBRE LA MUERTE
(De los “Prefacios” del Misal romano)