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El cambio climático amenaza el futuro de nuestro planeta, pero aún estamos a tiempo

de adaptarnos a él y mitigar sus efectos. El cambio climático es una realidad que afecta
a millones de personas en todo el mundo, sobre todo a las más vulnerables, al elevar la
frecuencia y la virulencia de los fenómenos meteorológicos extremos que causan
numerosos daños materiales y provocan desplazamientos de población.
Las emisiones de gases de efecto invernadero por persona varían mucho entre países.
En los Estados Unidos de América, las emisiones en 2020 (según los últimos datos
disponibles) fueron de 14,6 toneladas de CO2e por persona, más del doble de la media
mundial de 6,3 toneladas, y seis veces más que las 2,4 toneladas por persona de la
India. Para conservar un clima habitable, la media de emisiones por persona y año tiene
que bajar a alrededor de 2 a 2,5 toneladas de CO2e para el año 2030.
Para explicar un poco más claro el termino, debemos tener en cuenta que las
actividades humanas como la quema de combustibles fósiles y la deforestación de los
bosques y selvas intensifican el efecto invernadero natural, al incrementar las emisiones
de gases de efecto invernadero y modificar con ello la composición de la atmósfera de
la Tierra.
A continuación, mencionare ejemplos de las medidas que podemos seguir para
adaptarse correctamente al cambio climático:

• Construir edificaciones e infraestructuras más seguras y sostenibles: La


infraestructura resistente al clima se refiere a activos y sistemas tales como
carreteras, puentes y líneas eléctricas que pueden soportar impactos climáticos
extremos. La infraestructura es responsable del 88% de los costos previstos de
adaptación al cambio climático.

• Reforestar los bosques y restaurar los ecosistemas dañados: Este esfuerzo


de restauración mundial no solo absorberá carbono, sino que también
aumentará los “servicios ecosistémicos” para defender al mundo de sus
impactos más devastadores. En las ciudades, la restauración de los bosques
urbanos refresca el aire y reduce las olas de calor. En un día soleado normal, un
solo árbol proporciona un efecto refrescante equivalente a dos acondicionadores
de aire domésticos funcionando durante 24 horas.

• Diversificar los cultivos para que se adapten mejor a climas más


cambiantes: En el día a día, el trabajo con organismos científicos y con los
agricultores sobre el terreno permite adoptar medidas para desarrollar
estrategias y buscar soluciones efectivas para sus cultivos. Algunas de ellas han
sido “la modificación en las fechas de siembra o trabajar con las predicciones
científicas.”

• Investigar y desarrollar soluciones innovadoras para la prevención y


gestión de catástrofes naturales a largo plazo: Las soluciones de adaptación
climática son más efectivas si se integran en estrategias y políticas para largo
plazo. Los Planes Nacionales de Adaptación son un mecanismo de gobernanza
fundamental para que los países planifiquen el futuro y prioricen
estratégicamente las necesidades de adaptación.
• Desarrollar protocolos de actuación para situaciones de emergencia
climática: Una investigación reciente muestra que la advertencia de una ola de
calor o una tormenta 24 horas antes de su llegada puede reducir sus daños en
un 30%. Los sistemas de alerta temprana que brindan pronósticos climáticos son
una de las medidas de adaptación más rentables y generan alrededor de nueve
dólares de beneficios totales por cada dólar invertido.

Todos podemos contribuir a limitar el cambio climático. Desde el modo en que nos
desplazamos, hasta la electricidad que utilizamos y los alimentos que comemos y lo que
compramos, todos podemos marcar la diferencia. Para conseguirlo, todas las naciones
deben hacer recortes importantes en las emisiones de combustibles fósiles y hacer la
transición a una economía baja en carbono.

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