Está en la página 1de 4

TEMA 1- LA PREHISTORIA Y LA EDAD ANTIGUA

1. Rasgos generales de la Prehistoria. Atapuerca


En la Península Ibérica la Prehistoria siguió sus fases de un modo particular. En ellas se van
intercalando las etapas evolutivas del proceso de hominización.
I. EL PALEOLÍTICO. Todos los homínidos de esta época viven en un clima glaciar. Su economía es
depredadora (recolectores y cazadores). Viven en pequeños grupos en cuevas y campamentos nómadas.
Fabrican utensilios de piedra.
Paleolítico Inferior (1.000.000-250.000 años).
La Sierra de Atapuerca es un lugar privilegiado para estudiar la evolución humana en el paleolítico.
Allí, se han encontrado restos de Homo Antecessor “o explorador”. Su antigüedad es de 1´2 millones de
años. Desciende del Homo Ergaster, que procede de África. Los Antecessor eran altos, fuertes, con
mandíbula estrecha de dientes pequeños. Su capacidad craneal le permitía utilizar un lenguaje simbólico y
poder razonar. Fabricó los primeros instrumentos simples (cantos trabajados). Eran recolectores y
cazadores. Vivían en nomadismo constante; y practicaban el canibalismo.
El Homo Heidelbergensis (500.000-300.000 años) desciende del Homo Antecessor y es ancestro
del Homo Neanderthalensis. Practicaba una industria de bifaces y es posible que empezara a enterrar a sus
muertos. Practicaba caza mayor. Según los restos encontrados en Atapuerca, son grandes, corpulentos y
musculosos, su cráneo es ancho, sus mandíbulas sin mentón y muy poderosas. Su capacidad craneal es
inferior a la actual. Comían fruta y carroña y disputaban la caza a los depredadores.
Paleolítico Medio (250.000-35.000 años)
El Homo Sapiens Neandertalensis desciende del Homo Heidelbergensis. Con una industria de
lascas muy evolucionada producía útiles especializados, y usaba también la madera y el hueso. Hizo uso del
fuego y practicaba ritos funerarios. Muy robusto, su capacidad craneana era similar a la actual. Esta especie
procede del Heidelbergensis, pero no conduce al Homo Sapiens Sapiens.
Paleolítico Superior (35.000-8.000 a.C.):
El Homo Sapiens Sapiens evoluciona en África a partir del Homo Rudolfhensis. Desplaza al
Neandertal hasta provocar su extinción. La caza mayor es su actividad fundamental, por lo que hubo una
gran especialización en los sistemas de caza y en la industria lítica. Se produce un auge de la industria del
hueso. Ya hay una cierta organización del trabajo: las mujeres son recolectoras y los hombres cazadores.
Surge el Arte rupestre Franco-Cantábrico. Son pinturas en cuevas (Altamira). Arte con una
finalidad práctica de magia propiciatoria de la caza. Representan, con una rica policromía y un gran
realismo, animales de caza mayor de manera aislada, sin constituir escenas y sin figuras humanas.
II. EL NEOLÍTICO
El Mesolítico (8000-5500 a. C.) es un periodo de transición hacia el Neolítico, cuando el cambio
climático lleva a una readaptación de la economía y de los útiles de trabajo.
En el Neolítico (5500-3000 a. C.), se pulimenta la piedra. Surge la agricultura y la ganadería, el
hombre deja de ser depredador y pasa a producir sus propios alimentos. La población aumenta y se hace
sedentaria. Aparecen los primeros poblados estables y el intercambio entre grupos. Se descubren los tejidos
y la cerámica, destacando la cerámica cardial. Además se han encontrado necrópolis con ajuares funerarios.
Destaca el arte rupestre levantino, localizado en abrigos rocosos en vez de en cuevas. La pintura es
monocroma y su principal motivo es la figura humana, con representación esquemática de escenas de la vida
cotidiana. Las más representativas son las de Valltorta (Castellón), y Cogull (Lérida).
III.EDAD DE LOS METALES
Hacia el 3.000 a.C. empiezan a llegar a la península cambios ligados al uso de los metales.
LA EDAD DE COBRE O CALCOLÍTICO (3.000-1800 a.C.) El primer metal conocido fue el cobre. En
este periodo se intensifica la agricultura (surge el regadío) y la industria textil y comienza la minería. Se
evidencia la división del trabajo y la diferenciación social. Aparecen poblados amurallados de carácter pre-
urbano, en colinas o lugares estratégicos. Entierran colectivamente en monumentos megalíticos (dólmenes

1
simples y dólmenes de corredor). Se extiende por toda Europa el uso del vaso campaniforme. Destaca la
cultura de los Millares, en Almería, con casas circulares.
LA EDAD DEL BRONCE (1800-750 a.C.) El bronce permite la fabricación de armas, herramientas,
recipientes y adornos. La cultura más importante es la de El Argar, en Almería. Sus viviendas son
rectangulares e incluyen enterramientos individuales con ajuares funerarios, unos más ricos que otros, lo
que indica una jerarquización social, y en los que suele aparecer la llamada copa argárica. En Baleares se
desarrolla la cultura talayótica (megalitos: talayots, navetas y taulas).
Durante el Bronce final se extiende por Cataluña y el valle del Ebro la cultura europea de los
campos de urnas, que se caracteriza por quemar a los cadáveres y colocar sus cenizas en una urna que
posteriormente entierran. En Ávila destaca en el Bronce final la cultura de Cogotas I.
LA EDAD DEL HIERRO (750-218 a.C.) El hierro llega a la Península con los celtas, y con los fenicios y
griegos. Estos conocen la escritura (nos permite tener referencias escritas de la época). El contacto de todas
estas gentes con los pueblos peninsulares va diferenciando varias culturas indígenas.
2. Los pueblos prerromanos. Las Colonizaciones.
LAS COLONIZACIONES. En el primer milenio a. de C, llegan a la Península importantes pueblos colonizadores
procedentes del Mediterráneo oriental.
Los fenicios, se asientan en la costa de Andalucía y sur de Levante, fundando colonias como Cádiz,
Málaga y Almuñécar. Buscan metales y a cambio introducen manufacturas de lujo, perfumes, y técnicas de
interés como la fundición del hierro, el torno alfarero o la inhumación.
Los griegos se asentaron en Cataluña (fundan Ampurias y Rosas) y Levante. Comercian hasta la
llegada de los romanos. Introducen la vid y el olivo. Influyen en la introducción de la moneda y la escritura.
Los cartagineses, fundan Cartago Nova,e Ibiza. Muestran interés por los metales, y exportan
salazones de pescado y el garum. Se enfrentan con Roma y así se inicia la ocupación romana de la Península.
LOS PUEBLOS PRERROMANOS. Son los indígenas de las distintas zonas por las que se extendió Roma.
Tartessos. Reino, gobernado por Argantonio. Pudo ser una cultura localizada en Andalucía oriental
a principios de la edad del Hierro. Fue una sociedad muy jerarquizada que, al contactar con los fenicios, vivió
un gran desarrollo económico (explotación masiva de plata) y cultural. Tras este período, Tartessos entró en
decadencia y desapareció a fines del siglo VI a.C.
Los íberos. Son descendientes de los indígenas del Bronce Final que habitaban Cataluña, Levante y
Andalucía y que, influidos por fenicios y griegos, vivieron un importante desarrollo urbanístico, con
poblados bien trazados y fortificados, santuarios en los que se han localizado estatuillas de piedra o bronce
(exvotos). Su economía es agrícola. Su sociedad es muy jerarquizada y aprecian los valores guerreros y
heroicos. Conocían sistemas de escritura alfabética, ritos de incineración. Recibieron influencia griega en sus
esculturas, como “las Damas de Elche o de Baza”, o la “Bicha de Balazote”, y en la cerámica.
Los celtas. Eran los pueblos del interior, norte y oeste peninsular que surgen de la superposición
sobre las gentes del Bronce de pueblos indoeuropeos que cruzaron los Pirineos. Mantenían sistemas de
organización social aún tribales, mucho más atrasados que los de los iberos. Al este de la submeseta norte
hay pueblos celtíberos. Numancia es una de sus poblaciones emblemáticas.
Son ganaderos y agricultores, y habitan en castros (Ulaca, Las Cogotas, El Raso en Ávila). Se han
encontrado necrópolis con las tumbas principales con abundantes objetos de hierro. Los celtas practicaban
el bandolerismo sobre las tierras iberas más ricas del sur y del este. Fueron mercenarios muy cotizados.
Los verracos vetones son expresiones significativas de la cultura celta (Toros de Guisando).
3. La romanización de la Península Ibérica
I. FASES DE LA CONQUISTA ROMANA
a) Segunda Guerra Púnica (218-205 a.C.) y ocupación del área ibérica (205-197 a.C.).
En 218 a. de C., Aníbal conquista Sagunto, aliada romana. Comienza la 2ª Guerra Púnica entre
Cartago y Roma. Aníbal, sirviéndose de mercenarios iberos y celtas, ataca la Península Itálica. Roma
responde enviando tropas a Hispania y desembarcan en Ampurias en el 218 a.C. Publio Cornelio Escipión

2
ocupa Cartago Nova. Aníbal es derrotado en el norte de África y así acaba la guerra. Roma domina las zonas
este y sur de la Península.
b) El sometimiento del interior. La meseta. (205-133 a. C.)
Los celtas y celtíberos resisten a la invasión. Por un lado, los lusitanos se rebelan contra Roma por el
asesinato de miles de ellos a los que se había prometido tierra si dejaban la rapiña. Dirigidos por Viriato,
derrotan repetidas veces a las legiones romanas. La traición de sus propios compañeros, sobornados por
Roma, acaba con Viriato y la resistencia lusitana. Por otro lado, la hostilidad celtíbera, junto con la
incapacidad romana, más preocupados por el enriquecimiento, dificultan la toma de ciudades como
Numancia. Tras un asedio de 20 años, dirigido por Escipión Emiliano, la ciudad se rinde, aunque muchos
de sus defensores se suicidan antes de entregarse. Toda Hispania, exceptuando el norte, pertenece a Roma.
c) El sometimiento de las montañas del norte (29-19 a. C.)
Octavio Augusto, hijo adoptivo de Julio César, como emperador quiere llevar la paz al Imperio, por
ello completa la conquista de Hispania con una campaña contra el norte peninsular. Los cántabros son los
que más se resisten a la dominación romana. En el año 19 a.C. la Conquista de Hispania ha concluido.
II. LA ROMANIZACIÓN
La Romanización es la asimilación de la cultura y formas de vida romanas por parte de los
pueblos indígenas conquistados. Fue rápida en el sur y sureste, lenta en el centro y muy lenta y superficial
entre astures, cántabros y vascones.
Los vehículos de la Romanización fueron:
a) División provincial. Roma divide el imperio en provincias. Inicialmente Hispania se divide en dos
provincias: Citerior y Ulterior. Octavio Augusto la divide en 3: Tarraconense, Lusitania y Bética. En el Bajo
Imperio Hispania se divide en 7 provincias: Bética y Lusitania permanecen como antes y de la Tarraconense
se separa la Gallaecia y la Cartaginense, mientras se crean otras dos: Baleárica y Mauritania Tingitana en
África. Los gobernadores, sin mando militar, actúan de jueces y recaudadores.
b) La extensión de la vida urbana romana por la Península. La ciudad es la unidad administrativa
básica del mundo romano. Algunas ciudades fueron fundadas a partir de campamentos militares (León),
otras fueron “colonias” pobladas por veteranos que recibían tierras al acabar su servicio militar (Mérida).
Las ciudades indígenas pasan a ser municipios, con leyes similares a las romanas. Si no han colaborado en
la conquista pagan un estipendio (impuesto) a cambio de respetar su administración propia, pero también
adoptan las costumbres y el urbanismo romanos.
En todas las ciudades, dos grandes ejes centrales, el cardo (N-S) y el decumanus (E-O), se cruzan en
el foro, centro de sus edificios públicos más representativos (basílica, curia, templos y tiendas). La curia es la
sede del gobierno (nobles locales o “decuriones”) de la ciudad. Cerca del foro están las termas. Disponen
de infraestructuras sanitarias (red de cloacas, cisternas y acueductos). En el exterior están las necrópolis y
edificios para el ocio (teatros, anfiteatros y circos). En los accesos a las ciudades se erigen monumentos
conmemorativos como los arcos de triunfo. Las ciudades están comunicadas entre sí por una red de
calzadas que facilitan el desplazamiento de las legiones y la vida económica; además unifican el Imperio.
c) El papel del ejército romano. Pertenecer al ejército era para los indígenas una vía de promoción
social. Al licenciarse los soldados, ya romanizados, contribuían a la romanización de su propia tribu.
d) La concesión de la ciudadanía romana a los indígenas. Ser ciudadano era un modo de
promoción social que comportaba derechos jurídicos y políticos. Por debajo de los ciudadanos libres están
los libertos y los esclavos, que son la base del sistema productivo.
e) La integración de la Península en la economía y comercio romanos. Los romanos
intensificaron la explotación de los recursos, especialmente los metales. Aumentaron la producción y
exportación de vino, aceite de oliva y trigo, así como de salazones y garum, y se intensifica la explotación de
salinas y la fabricación cerámica. La Península es una colonia de Roma (aportación de materias primas).
III. EL LEGADO CULTURAL ROMANO Y SU PERVIVENCIA. LATINIZACIÓN Y CRISTANIZACIÓN.
Además de los numerosos restos artísticos que se conservan, el legado cultural romano suma el
derecho, la religión y una lengua común. El latín se extenderá entre todas las clases de la sociedad hispánica.

3
La romanización de ciertas áreas fue tal, que en ellas nacieron filósofos como Séneca, o literatos que harán
grandes aportaciones a la literatura clásica, incluso, algunos emperadores, como Trajano o Adriano.
Los romanos respetaron las creencias religiosas locales, pero durante el Imperio se impone el culto al
emperador. El cristianismo, recién llegado a la península, se niega a participar en el culto al emperador y los
cristianos se convierten en traidores a Roma; muchos mueren, siendo considerados mártires. En el siglo IV la
religión cristiana se convierte en religión oficial del estado romano, con el emperador Teodosio, que prohíbe
la práctica de otros cultos. Su poder crece y adopta la misma organización territorial en diócesis y provincias
que tiene el Imperio, convirtiéndose en el mayor vehículo de latinización de la sociedad hispánica.
4- Las invasiones bárbaras. El Reino Visigodo (siglos V-VII): Instituciones y cultura.
I. Las invasiones bárbaras.
En el s. III, el Imperio sufrió una grave crisis: anarquía militar y sucesión de numerosos
emperadores que se arrebataban el trono, decadencia del sistema de producción esclavista, declive de
las ciudades y el proceso de ruralización. La inseguridad se generaliza y las autoridades, incapaces de
mantener el orden con sus ejércitos, deben recurrir a mercenarios bárbaros. Debido a esta debilidad, a partir
del siglo V, la mitad occidental del Imperio, pasará a estar controlada por esos pueblos bárbaros. En la
Península los suevos se establecieron en Galicia, los vándalos y los alanos en el centro y sur; los visigodos,
fueron contratados por Roma, para expulsar a los anteriores a cambio de tierras en la Galia. Con los suevos
no pudieron, pero exterminaron a los alanos y expulsaron a los vándalos al norte de África.
Al desaparecer el Imperio romano de occidente (476) los visigodos permanecen en la Galia. Pero son
derrotados por los francos (507), emigran a Hispania y establecen un reino con capital en Toledo.
II. El reino visigodo de Toledo (siglos VI al VIII):
Instituciones políticas. La monarquía visigoda, inicialmente electiva, se transformó en hereditaria,
aunque siguieron siendo frecuentes las disputas por el trono. El rey era ayudado por el Aula Regia
(asamblea consultiva de nobles) y los Concilios (asambleas eclesiásticas con potestad legislativa presididas
por el rey), por medio de los cuales, la Iglesia también participó en el gobierno.
Los visigodos mantienen la división romana del territorio en provincias, al frente de un “dux” que
pertenece a la nobleza goda. Los municipios son dirigidos por un “comes”, también noble.
Tras la fragmentación que supone la decadencia del poder romano, el Estado visigodo logró la unidad
en 3 aspectos: unificación territorial de la península, con Leovigildo en 586, tras la conquista de los suevos
y la expulsión de los bizantinos del S y E; unificación religiosa, cuando Recaredo decreta el abandono del
arrianismo y la conversión visigoda al catolicismo; unificación jurídica, cuando Recesvinto promulga el
Liber Iudiciorum que sustituye los 2 códigos legales visigodo e hispanorromano que había hasta entonces.
Economía y sociedad. Los visigodos acentuaron la ruralización, el latifundismo y una economía
cerrada. Los nobles visigodos se apoderaron de grandes latifundios en los que se desarrolló tempranamente
un feudalismo primitivo, caracterizado por las relaciones políticas de tipo personal.
Legado cultural. El estado visigodo sirve de puente cultural entre la cultura hispanorromana y la de
los reinos cristianos medievales. Los eclesiásticos controlan la cultura y la enseñanza de las letras. Destaca la
figura de Isidoro de Sevilla, autor de las Etimologías, una recopilación enciclopédica de todas las ramas del
saber desde la antigüedad pagana y cristiana hasta el siglo VII.
El arte visigodo se concreta en la construcción de pequeñas iglesias rurales, como la de San Juan de
Baños (Palencia) o San Pedro de la Nave (Zamora) caracterizadas por el empleo de la piedra como
principal material de construcción, del arco de herradura y de capiteles tallados con escenas bíblicas.
También sobresale la artesanía, y la orfebrería (coronas votivas que los reyes ofrecían a la Iglesia
cuando eran coronados, encontradas en el tesoro de Guarrazar en Toledo).
El final del reino de Toledo A finales del siglo VII, el reino visigodo vivió una continua inestabilidad
política entre el rey y la nobleza. A la muerte del rey Witiza, el noble Don Rodrigo arrebata el trono a su
hijo, con apoyo de parte de la aristocracia electiva, desembocando en una guerra civil. Con ayuda del conde
Don Julián, witiziano y gobernador de Ceuta, los musulmanes entran en la península e intervienen frente al
rey Don Rodrigo, al que vencen en la batalla de Guadalete. Así comienza la ocupación musulmana de la
Península Ibérica.

También podría gustarte